10 años de Ayotzinapa: Testimonio de Hilda Hernández, madre de César González, uno de los 43
Ese 26 de septiembre yo, por ejemplo, estaba en casa. Me acuerdo que no tenía mucho de haber entrado a trabajar a Coppel y me fui. Pero para eso Mario, mi esposo, había hablado con mi hijo en la tarde y le dijo que cómo estaba porque mi esposo siempre se comunicaba con él. Él dijo que estaba muy bien, muy contento de estar en la normal, que ya hacían actividades y que ya habían tenido su primera clase ese día. Los muchachos, pues como siempre tienen actividades, le dijo a su papá: luego te marco porque vamos a ir a una actividad. Ese fue el último momento que habló mi esposo con él porque después estuvo marque y marque y marque y no le contestaba y no le contestaba. Yo le dije: seguro están en guardias. En las guardias no les dejaban tener su teléfono, a él de contrabando se lo prestaban para poderse comunicar con su papá.
Cuando nos enteramos que había sucedido algo en la escuela no lo podíamos entender, no lo podíamos creer. A mí la verdad sí me entró desesperación y lloré. Me acuerdo que pedí permiso [en mi trabajo] porque estaba pasando algo en la escuela de mi hijo. Un compadre que vive cerca de la casa nos llevó de taxista. Nos llevó hasta la normal, se hicieron 11 horas. Nosotros somos de Huamantla, Tlaxcala.
Al llegar ahí, a la entrada de la normal, había mucha gente. Ya desde el arco (como le dicen los muchachos) había muchas personas vestidas de verde, pero no sabíamos, hasta ahora, que son policías comunitarios, con armas también. Sí nos quedamos así [sorprendidos], porque nuestro entorno es muy diferente. Al llegar abajo a la normal había muchísima gente, mucha gente, muchos estudiantes, muchas señoras. Nosotros nos dirigimos a buscar al secretario, David Flores Maldonado, le dicen La Parka. Él es el que dirigió a todos nuestros muchachos, nos dijo que seguro los policías los habían detenido y que de seguro estaban en la cárcel, que no nos preocupáramos. Muy tranquilos nos lo dijo y pensábamos que sí. Pero al ver que no tenemos ninguna información y más que no eres de ese lugar, pues más te entra la desesperación. Mi esposo también es muy atrabancado y muy desesperado.
Entonces así nos amanecimos toda la noche para el 27. Y el 27 fue cuando fuimos a Iguala temprano. No nos conocíamos nadie de nosotros, las compañeras ni nada. Nada más me acuerdo que alguien nos dijo que nos subiéramos a los camiones porque íbamos a ir a Iguala. Y fuimos y anduvimos buscando ahí en las comandancias, en que pensábamos que podían estar nuestros muchachos. Y otros al cuartel y no encontramos nada, nada. Todo estaba
impecable. En verdad pensamos que nadie había estado pero hoy sabemos que sí llegaron a las Barandillas, que es un lugar donde entran todas las personas que detiene la policía, los llevan a allá. Y ahí son 17 muchachos, por eso es que dice licenciado Vidulfo que son 17 muchachos que se llevaron de ahí. Ya estaban presos pero se los llevaron.
Otro ataque estuvo en el palacio de justicia, con algo así aproximado como 25 muchachos. Donde supimos que los golpearon, feo pues. Y también se los llevaron y no sabemos a dónde. Y otros muchachos que no supimos qué fue lo que pasó.
Otros que son sobrevivientes, los del quinto camión, ellos mismos dicen que no sabían que en el quinto camión había droga (que eso fue lo que investigaron los expertos de GIEI) y [los estudiantes] se llevaron, por llevarse los camiones, no por la droga.
Y fue un caos muy feo. Ahí fue cuando yo dije: ¡qué pasa, cómo pueden llevarse a tantos muchachos! ¿O dónde están? ¡No, no, no lo entiendo! Así ya quedamos, como en shock, todos. No dormíamos, casi no comíamos, la verdad, por lo mismo. 10 años, que todavía no sabemos dónde están nuestros hijos. Y nos imaginamos, a la mejor… digo, ¿cómo los trataron? Porque, por ejemplo, yo sé que mi hijo iba en un camión, de los tres que detuvieron en la calle N. Álvarez de Iguala, donde los interceptaron los policías. Policías y supuestos, porque al final de cuentas eran militares disfrazados también y de la delincuencia y policías. Donde los bajaron a nuestros muchachos, agredieron primero al camión con el muchacho que le dieron en del brazo, que todo esto [se señala el antebrazo] estaba sangrando. Les echaron gas lacrimógeno y nuestros muchachos por fuerza tuvieron que bajar [del camión]. Los iban golpeando, los subieron a las camionetas y con golpes los subieron. Los amagaron, los amarraron y ahí fue donde no supimos a donde se los llevaron. Ellos fueron los 17 muchachos que se llevaron de Barandillas.
Y son 10 años, que es mucho, pero no se olvida el momento de todo lo que has vivido, de todas las mentiras que te ha dicho el gobierno, de todos los supuestos cuerpos que te han querido entregar, todo el daño psicológico que tú has llevado por pensar que puede ser tus hijos de todo lo que les hicieron.
En Guerrero es muy cruel [la violencia contra] las personas que se llegan a llevar y más la delincuencia organizada, porque los destazan. Pero es muy cierto también que, si se los hubieran llevado la delincuencia organizada a nuestros hijos, hubieran aparecido al siguiente día y eso no sucedió. Entonces, con las investigaciones que hemos tenido, gracias a los expertos, todo apunta a que el ejército está implicado en una desaparición de nuestros muchachos. Que el gobierno de ahora no lo quiera entender así, ni el anterior, siempre cubriéndose ellos mismos. Tanto así que Enrique Peña Nieto y todos los altos funcionarios de las dependencias, como es la Sedena, la Semar, en ese entonces la Policía Federal organizaron, orquestaron la mentira histórica, que no fue verdad al final de cuentas. Porque los expertos al investigar, y sin querer, la misma Sedena les entregó un video donde ahí muestra cómo llegaron los de la Marina al basurero de Cocula para alterar todas las investigaciones para que dijeran que fueron nuestros hijos los que fueron calcinados y no fue así.
Entonces digo, hay mucha evidencia palpable, verídica y científica la cual el gobierno no quiere seguir esas líneas. Quiere seguir encubriendo al ejército; quiere seguir cubriendo a todos los implicados como son Tomás Zerón, como es Ángel Aguirre Rivero (el exgobernador), como es Iñaki Blanco, como es Leonardo Vázquez de Seguridad en Guerrero, como es Lambertino una señora que tuvo los videos del Palacio de Justicia en Iguala y ella los tiene y no los quiso entregar y no le han hecho nada y no la han detenido. Entonces son muchas violaciones a este caso que han sucedido en las cuales el gobierno no ha querido y sigue protegiendo a todos aquellos implicados de la desaparición de nuestros muchachos.
Por eso es que nosotros nos tenemos que poner a buscar, a investigar. Tenemos que leer para que precisamente el gobierno no nos vea ignorantes. Como nos lo dijo el presidente Andrés Manuel que dice que debemos de leer. Le digo que hemos leído mucho más que él, porque él no sabe en realidad toda la situación de esto y siempre da vuelta a las cosas echándole la culpa terceros como son nuestros equipos de trabajo, a nuestros abogados. Siempre está diciendo que ellos son los culpables de que estemos aquí, que no han dicho la verdad; a la Comisión Interamericana que tanto nos ha ayudado; a los expertos, también, que gracias a ellos tenemos estas investigaciones. Entonces no puede ser posible que el gobierno quiera tapar con un dedo lo que no se puede tapar.
Sigue siendo necio y terco el señor aun sabiendo que ahí están las pruebas, aun sabiendo que todo lo que nosotros estamos diciendo es verdad. No estamos mintiendo y mucho menos mentiríamos por nuestros hijos. Lo que queremos es saber de nuestros hijos. No nos interesa la política, no nos interesa ningún dinero y bien que nos lo han ofrecido. Ellos piensan que con dinero todo se calma y no es así. Nosotros no queremos ningún dinero, nosotros lo que queremos es saber de nuestros hijos. Tener, si Dios nos permite, tener a nuestros hijos. Y que diga la Ley que sean castigados todos los implicados en esta situación. ¡Todos! No más.