A continuación, publicamos el Editorial fundacional de The Struggle, una publicación marxista combativa de Myanmar vinculada la Corriente Marxista Internacional. En las condiciones brutalmente difíciles del país, un equipo de revolucionarios marxistas se las arregló para producir una revista en PDF, que están distribuyendo a través de su página de Facebook “Revolutionary Marxism” (que hasta ahora tiene cerca de 8.000 seguidores).
Por favor, contacta con esa página si deseas un ejemplar de The Struggle. La traducción que figura a continuación está ligeramente editada a partir del original birmano, aclarando algunos puntos de interés para los lectores internacionales.
Estamos orgullosos de lanzar The Struggle, una revista mensual digital. Muchos en la izquierda de Myanmar podrían preguntarse: ¿es todavía necesario publicar una revista política especializada en esta época? Después de todo, uno puede acceder fácilmente a una miríada de artículos de noticias en Internet. Pero, en nuestra opinión, esto no es suficiente para comprender la situación actual de Myanmar, ni para construir la revolución socialista, que es el único camino para los trabajadores y los jóvenes birmanos.
No hay escasez de cobertura informativa de última hora por parte de los medios de comunicación “convencionales”, y existen varias publicaciones de este tipo en línea. Pero la principal diferencia entre The Struggle y estos medios de comunicación es que nuestra revista hace hincapié en la importancia de la teoría marxista. The Struggle no es simplemente un repositorio de indignación justificada contra las injusticias actuales de la sociedad, sino que también proporciona ideas que ofrecen una salida a la crisis actual.
Como dijo Lenin en su famoso libro ¿Qué hacer?: “Sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario”. Esto no es una mera consigna. A pesar de que muchos izquierdistas repiten estas palabras como loros, sólo unos pocos intentan realmente comprender lo que Lenin quería decir. El elemento más importante es la palabra “revolucionario”.
Hay mil y una teorías extrañas y maravillosas por ahí que pretenden ser radicales o revolucionarias, desde las “teorías” anarquistas de Proudhon y Bakunin, hasta las ideas posmodernistas de Michael Foucault, pasando por las nociones feministas de Bell Hooks. Pero lo que Lenin subrayó específicamente es la necesidad de una teoría revolucionaria que pueda servir como guía para la acción para una transformación completa de la sociedad. Cualquier otra cosa es insuficiente.
Y Lenin continúa después de su célebre frase: “No se puede insistir demasiado en esta idea en una época en la que la prédica de moda del oportunismo va de la mano con un encaprichamiento por las formas más estrechas de la actividad práctica”.
En Myanmar vemos hoy precisamente este tipo de “prédica de moda del oportunismo, que va de la mano con un encaprichamiento por las formas más estrechas de la actividad práctica”. La pequeña burguesía frustrada, incluidos los intelectuales, están encaprichados con la actividad práctica más estrecha. Como resultado, consideran las actividades de la lucha de guerrillas urbanas [contra la Junta Militar] como todo lo necesario para llevar a cabo un movimiento revolucionario exitoso. No reconocen que la lucha de clases ha retrocedido en Myanmar en la etapa actual.
Precisamente en un período de la historia rusa como ese, Lenin insistió en la importancia de que los revolucionarios redoblaran su estudio y defensa de la teoría marxista. Lenin también explicó que había tres circunstancias particulares que realzaban la importancia de la teoría. [Nota: En la época en que escribía ¿Qué hacer? (1902), las fuerzas del marxismo ruso eran todavía pequeñas, débiles y limitadas por el amateurismo de los grupos de discusión de pequeños círculos] Estas circunstancias incluían:
“[E]n primer lugar, el hecho de que el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso está sólo en proceso de formación, sus rasgos apenas se están definiendo, y aún está lejos de ajustar cuentas con las otras tendencias del pensamiento revolucionario que amenazan con desviar al movimiento del camino correcto. En segundo lugar, el movimiento socialdemócrata es en su propia esencia un movimiento internacional. Esto significa, no sólo que debemos combatir el chovinismo nacional, sino que un movimiento incipiente en un país joven sólo puede tener éxito si se sirve de las experiencias de otros países. Para aprovechar esas experiencias, no basta con conocerlas o con copiar las últimas resoluciones. Lo que se requiere es la capacidad de tratar estas experiencias de forma crítica y de ponerlas a prueba de forma independiente. Quien se dé cuenta del enorme crecimiento y ramificación del movimiento obrero moderno comprenderá la reserva de fuerzas teóricas y de experiencia política (además de revolucionaria) que se requiere para llevar a cabo esta tarea. En tercer lugar… en este punto, sólo queremos afirmar que el papel del militante de vanguardia sólo puede ser cumplido por un partido que se guíe por la teoría más avanzada”.
¿Qué es la teoría “más avanzada”, según Lenin? Al plantear esta pregunta, debemos tener en cuenta que en la época existían muchas teorías, movimientos e ideas que pretendían ser radicales o revolucionarias [Nota: por ejemplo, el narodnismo [literalmente, populismo], que se basaba en el campesinado y propugnaba métodos de terrorismo individual]. La teoría más avanzada, de la que hablaba Lenin, era el marxismo, también conocido como “socialismo científico”.
Hoy en día, hay muchas escuelas de pensamiento y tradiciones que se reclaman marxistas, desde el estalinismo y el maoísmo, hasta la Escuela de Frankfurt y el llamado marxismo analítico fundado en torno a G.A. Cohen. Sin embargo, diremos abiertamente que ninguna de ellas es el verdadero marxismo. Las auténticas ideas marxistas y socialistas científicas residen en las obras de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.
Por eso The Struggle no aceptará ninguna forma de caricaturas distorsionadas del marxismo. Como escribió Lenin en la declaración editorial de Iskra [el órgano del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso], “antes de poder unirnos, y para que podamos unirnos, debemos trazar primero líneas de demarcación firmes y definidas. De lo contrario, nuestra unidad será puramente ficticia, ocultará la confusión reinante e impedirá su eliminación radical”.
Siguiendo la posición de Lenin, no haremos de nuestra publicación una plataforma para las llamadas ideas “radicales” o “progresistas” como el feminismo, el maoísmo, el anarquismo, etc. Nos basamos firmemente en las genuinas tradiciones del marxismo.
En Birmania, que tiene una fuerte tradición pasada de estalinismo-maoísmo, debemos librar una lucha teórica para establecer una base sólida para las teorías revolucionarias de Marx, Engels, Lenin y Trotsky. Citando un largo pasaje del prefacio de La guerra campesina en Alemania de Engels, Lenin subrayó la importancia de la lucha teórica: “Engels reconoce, no dos formas de la gran lucha de la socialdemocracia (política y económica) como es la moda entre nosotros, sino tres, colocando la lucha teórica a la par de las dos primeras”. La revista The Struggle estará a la vanguardia de la guerra teórica.
Sólo así se podrán sentar unas sólidas bases teóricas para un futuro partido revolucionario. En definitiva, es la teoría marxista, y no las bombas y los proyectiles, la que puede construir la organización revolucionaria que necesitamos para liberarnos de la sangrienta miseria del capitalismo.
Hay una revolución en marcha en Myanmar. Las masas están mostrando un inmenso coraje frente a la brutal violencia de la junta militar. Los trabajadores y los jóvenes están dispuestos a defenderse y aliarse con las organizaciones de los grupos étnicos oprimidos. ¡Se debe organizar un levantamiento obrero armado y una huelga general indefinida para derrocar a la junta asesina!
La brutalidad de la junta militar de Myanmar es evidente. El sábado (27 de marzo) más de 100 personas murieron durante las protestas, incluidos varios niños, uno de ellos de cinco años. Este fue el día más sangriento desde el golpe del 1 de febrero, lo que elevó el número total de muertos a más de 400. Desde entonces, la cifra ha superado los 500. Los vídeos y las fotos muestran a las fuerzas de seguridad disparando indiscriminadamente contra civiles desarmados, disparando a personas en la cabeza y la espalda, y luego bailando para festejarlo.
A pesar de esta barbarie absoluta, el pueblo de Myanmar, los trabajadores y la juventud, están demostrando un tremendo coraje y determinación, saliendo a las calles, en oleada tras oleada de protestas, arriesgando sus vidas a diario. “Nos están matando como pájaros o gallinas, incluso en nuestras casas”, dijo Thu Ya Zaw a Reuters, en una protesta en el centro del poblado de Myingyan, donde al menos dos personas murieron. “Seguiremos protestando a pesar de todo. Debemos luchar hasta que la junta caiga”.
Los generales mostraron su absoluta arrogancia y falta de preocupación por el pueblo de Myanmar cuando, el mismo día de la masacre, celebraron una fastuosa fiesta para celebrar el Día de las Fuerzas Armadas. Allí estaban todos vestidos con su mejor ropa, comiendo ricos platos y bebiendo champán, mientras que en las calles disparaban a trabajadores comunes. La insensibilidad de estos mismos generales se pudo ver al día siguiente, cuando las fuerzas de seguridad atacaron a quienes asistían al funeral de los manifestantes que habían sido asesinados en los días anteriores.
Todo esto está provocando un resentimiento enorme y generalizado. Los trabajadores, la juventud, los campesinos, las minorías étnicas, están viendo a la gente asesinada en las calles ante sus propios ojos a diario, y hay una comprensión cada vez mayor de que la protesta pacífica no es suficiente para derrocar a este odiado régimen.
Brutalidad contra las minorías y resistencia popular
La última brutalidad contra las minorías se vio durante el fin de semana cerca del río Salwin en el distrito de Mutraw del Estado de Karen. El sábado por la noche, la aldea de Deh Bu Noh en el distrito de Mutraw fue bombardeada, lo que provocó al menos nueve muertos y varios más heridos entre las 10.000 personas que viven en la aldea y sus afueras. El domingo, hubo más bombardeos y alrededor de 3.000 aldeanos intentaron huir a Tailandia, algunos de los cuales fueron cínicamente rechazados por los controles fronterizos tailandeses.
El pueblo Karen ha estado exigiendo la autodeterminación durante décadas y sabe muy bien lo brutal que puede ser el ejército de Myanmar. El movimiento de la minoría Karen está dirigido por la Unión Nacional Karen (KNU), que tiene su brazo armado, el Ejército de Liberación Nacional Karen. Esta es una de varias organizaciones étnicas armadas que han estado luchando por una mayor autonomía del gobierno central.
Una situación similar existe en el Estado de Kachin en la frontera norte con China. Aquí, la Organización / Ejército para la Independencia de Kachin (KIO/A), que es uno de los grupos armados más importantes de Myanmar, ha estado luchando contra el Estado central desde 1961, y en las últimas semanas volvieron a estallar los enfrentamientos armados en cuatro municipios del Estado casi diariamente. Algo similar está sucediendo en el norte del Estado de Shan.
En la actualidad, los grupos étnicos armados son la única alternativa militar al ejército y la policía de Myanmar. De hecho, en las áreas donde son fuertes, han estado usando sus unidades armadas para defender a la población local en las protestas. El 14 de febrero, la KNU se manifestó oficialmente en apoyo al movimiento de protesta, agregando que protegería a todos los manifestantes sin importar el grupo étnico al que pertenecieran, y desde entonces ha estado proporcionando unidades de defensa que acompañan a los manifestantes en las calles.
Podemos ver cómo las organizaciones étnicas armadas están, de esta manera, asumiendo un rol muy diferente, ya que los jóvenes de las grandes ciudades – mayoritariamente pertenecientes a la mayoría Bamar (68% de la población) – han comenzado a sacar la conclusión de que “la protesta pacífica” no va a ninguna parte, y que lo que se requiere es una respuesta armada organizada para derrocar a la junta militar, y algunos de ellos están recurriendo a las etnias armadas en busca de ayuda y entrenamiento militar.
The Guardian informó el 20 de marzo de 2021 en su artículo “La resistencia asediada de Myanmar sueña con un ‘ejército popular’ para contrarrestar a la junta”, cómo los jóvenes están sacando conclusiones revolucionarias. Cita a un joven manifestante que explica cómo los jóvenes buscan vídeos en YouTube para aprender a usar armas, y lo cita diciendo: “Yangon parece una zona de guerra, excepto que solo un lado tiene armas. Por eso necesitamos un ejército. Tendremos que entrenar y luchar al mismo tiempo; no nos queda tiempo”. Una joven citada en el mismo artículo dice: “Yo apoyaría al CRPH [Comité Representante del Pyidaungsu Hluttaw, un organismo que dice ser el representante legítimo del gobierno electo depuesto] si decidiera formar un ejército. Obligaría a mi esposo y a mi hermano a unirse, pero tengo que cuidar de mi hijo”.
Un interesante artículo apareció en el New York Times el 24 de marzo de 2021 (‘Moriré protegiendo a mi país’: En Myanmar, surge una nueva resistencia) que nos da una idea de lo que está sucediendo:
“En una jungla en las tierras fronterizas de Myanmar, las tropas sudaron durante el entrenamiento básico. Aprendieron a cargar un rifle, tirar del pasador de una granada de mano y armar una bomba incendiaria.
“Estos cadetes no son miembros del ejército de Myanmar, que tomó el poder el mes pasado y rápidamente impuso una brutalidad en el campo de batalla a la población del país. Por el contrario, son un cuerpo ecléctico de estudiantes, activistas y oficinistas comunes que creen que luchar es la única forma de derrotar a una de las fuerzas armadas más despiadadas del mundo.
“’Veo a los militares como animales salvajes que no pueden pensar y son brutales con sus armas’, dijo una mujer de Yangon, la ciudad más grande de Myanmar, que ahora estaba en el bosque durante una semana asistiendo a un campo de entrenamiento. Como otros que se han sumado a la lucha armada, no quería que se publicara su nombre por temor a que el Tatmadaw, como se conoce al ejército de Myanmar, la identificara.
“’Tenemos que devolverles el ataque’, dijo. ‘Esto suena agresivo, pero creo que tenemos que defendernos’.
“Después de semanas de protestas pacíficas, la línea del frente de la resistencia de Myanmar al golpe del 1 de febrero se está transformando en un tipo de fuerza guerrillera. En las ciudades, los manifestantes han construido barricadas para proteger los vecindarios de las incursiones militares y han aprendido a fabricar bombas de humo en Internet. En los bosques, están aprendiendo técnicas básicas de guerra y conspirando para sabotear instalaciones vinculadas al ejército”.
¡Es una revolución!
Lo que tenemos aquí es una revolución que está teniendo lugar. No hay otra forma de describirlo. La conclusión a la que llegaron los jóvenes y los trabajadores, o al menos sus capas más avanzadas, de que se requiere una respuesta armada al régimen, es absolutamente correcta. Cualquier revolucionario que se precie los respaldaría hasta la médula. Este no es el momento de vacilar sobre esta cuestión. No hay lugar para compromisos con este régimen. Es una cuestión de “uno o el otro”: o las masas toman medidas decisivas y van hasta el final para derrocar a este régimen, o se enfrentarán a sangrientas consecuencias y a una terrible derrota.
La presión desde abajo está creciendo. Y eso explica lo que destaca el mismo artículo, el hecho de que ahora los mismísimos liberales burgueses, que hasta ahora han dejado indefensas a las masas, hayan comenzado a reclamar la creación de un “Ejército Federal”, que incluiría a las distintas organizaciones armadas étnicas:
“… Hay un creciente reconocimiento de que tales esfuerzos [es decir, protestas pacíficas] pueden no ser suficientes, que el Tatmadaw [el ejército de Myanmar] necesita ser contrarrestado con sus propios métodos. La semana pasada, los restos del Parlamento derrocado, que se consideran el gobierno legítimo, dijeron que se necesitaba una “revolución” para salvar el país. Han pedido la formación de un ejército federal que respete a varios grupos étnicos, no solo a la mayoría Bamar”.
El 14 de marzo, el CRPH publicó un comunicado en el que explicaron a las personas que tienen derecho, según la ley, a defenderse de la violencia, agregando que:
“El Comité reconoce, registra y felicita sinceramente a todas las organizaciones revolucionarias armadas étnicas que se esfuerzan juntas en la mentalidad de hermanarse con el firme compromiso de construir una unión democrática federal”.
El CRPH también ha declarado que su objetivo ahora es establecer una “unión democrática federal”.
Es verdaderamente irónico que estos mismos liberales burgueses hayan recurrido a los grupos étnicos armados para ayudarles en la lucha contra la junta militar. No debemos olvidar que, mientras las minorías étnicas eran bombardeadas, violadas y asesinadas; mientras se quemaban pueblos enteros; mientras miles de personas huían de Myanmar; mientras que una campaña de “limpieza étnica” en Rajine condujo a 700.000 personas pertenecientes a la minoría étnica rohingya a Bangladesh; los liberales burgueses del NLD y Aung San Suu Kyi (también conocida como ASSK) respaldaron a los militares y justificaron sus acciones.
Por eso no se puede confiar en estas damas y caballeros del NLD. En el pasado prometieron llegar a un acuerdo con las diversas minorías étnicas, pero una vez que asumieron el cargo, los traicionaron y se pusieron del lado de los militares. ¿Por qué debería confiarse en ellos esta vez?
La revista Time publicó un artículo en 2018 sobre el 30 aniversario del levantamiento de 1988, señalando que:
“Incluso bajo el gobierno de Suu Kyi, Myanmar todavía tiene a 245 presos políticos tras las rejas, según la AAPP [Asociación de Asistencia a Presos Políticos – Birmania], 48 de ellos en prisión preventiva. El gobierno del NLD, muchos de sus miembros, ex prisioneros, ha seguido permitiendo que las leyes de la junta regulen la libertad de expresión y reunión y amordazar a los críticos, y ha provocado la indignación internacional por no condenar la campaña militar contra los Rohingya.
“’El NLD no es un gobierno que respeta los derechos humanos y el tipo de libertades por las que la gente protestaba en las calles’, dice Mark Farmaner, director de Burma Campaign UK, una ONG de defensa de los derechos con sede en Londres. ‘El gobierno dirigido por el NLD no tiene ningún interés en rectificar los errores del pasado’”.
Los trabajadores y la juventud, los campesinos, las minorías étnicas, por lo tanto, no deben confiar en los liberales burgueses. Hoy fingen ser tus amigos, pero mañana te traicionarán. No defienden los intereses de las masas trabajadoras de Myanmar. Su función es preservar la propiedad de los ricos por encima de cualquier otra preocupación. Esa es la razón por la que se en su momento comprometieron con los militares.
Ninguna colaboración de clase: por un levantamiento obrero armado
Los trabajadores de Myanmar sólo puede contar con sus propias fuerzas. Existe un inmenso potencial revolucionario entre las valientes masas de Myanmar, como se puede ver todos los días en las calles. Ha habido huelgas poderosas, incluidas huelgas generales. Incluso ha habido algunos casos de agentes de policía que desertaron y huyeron a la India en lugar de disparar contra su propia gente. Pero para que el potencial revolucionario se convierta en una exitosa toma revolucionaria del poder por parte de las masas, lo que se requiere es un partido revolucionario obrero de masas capaz de reunir a todas las fuerzas que podrían derrocar con éxito este régimen. Ese partido hoy estaría haciendo un llamamiento a la acción revolucionaria, incluida la acción armada.
Después de que más de 500 manifestantes hayan sido asesinados por el ejército de Myanmar, entre ellos niños pequeños, no hay lugar para la concertación con el ejército. Lo que se requiere es una respuesta armada al terror de los militares. La pregunta es: ¿qué tipo de respuesta armada?
Aquí hay algunos buenos consejos que Lenin dio a los trabajadores y jóvenes de Rusia en 1905 después de que la Guardia Imperial del Zar disparara contra trabajadores desarmados, matando a más de 1.000 e hiriendo a unos 2.000 más en lo que se conoció como el “Domingo Sangriento” (domingo 22 de enero 1905) en San Petersburgo. El estado de ánimo antes de ese día era de protesta pacífica y de dirigir una petición al zar. Después de la masacre, ese estado de ánimo cambió de la noche a la mañana a otro de buscar armas para defenderse. Su indignación fue indescriptible.
Lenin no jugaba con las palabras. No habló de “protesta pacífica”. No, se acabó el tiempo de la protesta pacífica, y esto es lo que escribió:
“Deben armarse lo mejor que puedan (rifles, revólveres, bombas, cuchillos, plumeros, palos, trapos empapados en queroseno para encender fuego, cuerdas o escaleras de cuerda, palas para construir barricadas, cartuchos de piroxilina, alambre de púas, clavos [contra la caballería], etc., etc.). En ningún caso deben esperar ayuda de otras fuentes, de arriba, del exterior; deben procurarse todo ellos mismos”.
Lenin escribió esto en su artículo de 1905, Tareas de los contingentes del ejército revolucionario, y yo recomendaría a cualquier joven consciente en Myanmar que lea el texto completo.
Sin embargo, también debemos recordar que las capas más revolucionarias de la juventud de Myanmar en el pasado sacaron conclusiones similares. Después de la brutal represión militar contra el movimiento de 1988, muchos estudiantes abandonaron las ciudades y se internaron en la jungla de las regiones fronterizas para recibir entrenamiento de grupos étnicos armados o en la vecina Tailandia. El Frente de Estudiantes Democráticos de Birmania tomó las armas y organizó una lucha armada durante décadas, pero fracasaron en sus intentos de derrocar al régimen militar y fueron traicionados y aplastados, en condiciones muy difíciles sobre el terreno, con desenfrenadas enfermedades, escasez de suministros y escaso armamento.
La idea, por tanto, de crear un ejército federal alternativo en las condiciones actuales es un paso adelante. Tendría que incorporar a todas las capas oprimidas de la sociedad de Myanmar, que son la abrumadora mayoría de la población. Las minorías étnicas han sido oprimidas durante décadas y algunas de ellas han estado involucradas en la guerra de guerrillas contra las autoridades centrales. Sus demandas de mayor autonomía deben ser reconocidas por el movimiento de protesta y el derecho a la autodeterminación debe ser planteado por los trabajadores de Bamar como una forma de superar los años de desconfianza que conscientemente han promovido los militares.
Los campesinos de las zonas rurales han estado involucrados en luchas seguidas contra el acaparamiento de tierras tanto por parte de las corporaciones militares como multinacionales. Los campesinos tienen todas las razones para unirse a ese ejército y pueden desempeñar un papel importante en respaldo al movimiento de las ciudades. Esto significa reconocer los derechos de los campesinos a tener el control sobre sus propias tierras.
Tenemos que preguntarnos, sin embargo, cuáles serían los objetivos generales de tal ejército federal. ¿Puede limitarse simplemente a eliminar a las fuerzas armadas y poner nuevamente al NLD y a ASSK en el poder? Si ese es el caso, entonces el movimiento sólo puede esperar ser traicionado nuevamente por los liberales burgueses. Estas personas están atrapadas entre la enorme ola de ira de las masas que tienen un deseo ardiente de eliminar a los militares, por un lado, y las presiones de la clase adinerada de capitalistas, por el otro, tanto extranjeros como nacionales, que quieren garantizar la continuidad de su sistema.
El caso es que no se puede servir a dos amos. Los intereses de los trabajadores y campesinos no son los mismos que los de los dueños de las fábricas. Cualquier compromiso de clase en esta situación terminará con los de abajo perdiendo. Sí, pueden lograr temporalmente destituir a los generales del poder, pero ¿procederán a expropiar a los oficiales del ejército? No olvidemos que la casta de oficiales militares también es una parte importante de la clase capitalista de Myanmar. ¿Expulsarán a todos los oficiales y destruirán por completo el aparato del ejército tal como existe ahora? La última vez que estuvieron en el cargo no lo hicieron. No, todo lo que puedes esperar de estas personas es otra traición.
Lo que se requiere es una organización independiente de la clase obrera de Myanmar. Los trabajadores ya tienen sindicatos, pero desafortunadamente, estos están dirigidos en su mayoría por burócratas atados de pies y manos al NLD, es decir, a la expresión política de la clase capitalista: los dueños de las fábricas, que oprimen a los trabajadores a diario. Algunos dirigentes sindicales, como los del sindicato de trabajadores textiles, se han destacado por ser más militantes, pero la mayoría de los dirigentes sindicales solo se movió cuando los trabajadores de base comenzaron a presionarlos.
Estos supuestos “dirigentes” han hecho llamamientos a las Naciones Unidas e incluso a los Estados Unidos, sembrando ilusiones de que las “democracias occidentales” iban a salvar la situación. En nuestro artículo anterior sobre Myanmar explicamos que “más allá de unas pocas palabras de condena y algunas sanciones impuestas a unas pocas personas en la cúspide del régimen militar, Estados Unidos no va a enviar fuerzas militares a Myanmar”. El pueblo ha tenido que aprender la amarga lección de la verdad de estas palabras.
Huelga general indefinida
Lo que se requiere es una lucha total para derrocar a la junta militar con los métodos de la clase obrera. Eso significa organizar una huelga general indefinida. Ha habido varias huelgas generales que han revelado el enorme apoyo a tal acción entre la masa de trabajadores en Myanmar, pero en una situación como esta, las huelgas generales parciales de uno o dos días no son suficientes. Lo que se requiere es un cierre total de la economía, una huelga general extensa e indefinida..
Los trabajadores tienen el poder de hacer esto. Podrían bloquear todo el transporte ferroviario y por carretera; podrían bloquear los puertos; podrían cortar el suministro de energía y la distribución de combustible, y con tales métodos podrían paralizar al propio ejército. Tal huelga general debería ir acompañada de la ocupación de todos los lugares de trabajo, escuelas y universidades, junto con la ocupación de todos los centros de la administración. Si se organizara una huelga general de este tipo en todos los rincones de Myanmar, en cada Estado, en cada ciudad, en cada pueblo, uniendo a todos los trabajadores, los Bamares y todas las minorías étnicas, el ejército no tendría fuerzas suficientes para reprimir a todo el pueblo.
Para que una huelga general de este tipo tenga éxito, también se requeriría la elección de comités de huelga en todos los centros de trabajo y de comités de barrio en todos los barrios de las ciudades y aldeas. Estos organismos podrían hacerse cargo de la gestión de los asuntos a nivel local. A su vez, estos comités requerirían una coordinación hasta llegar a un comité nacional, que se convertiría en la expresión del poder obrero y campesino del país. Enviaría un mensaje a las masas de que ahora hay una dirección revolucionaria genuina, elegida y controlada por las mismas masas.
Sin embargo, todo esto debería tener el claro objetivo de organizar un levantamiento armado de masas del pueblo. Por eso, una autodefensa obrera armada, una milicia obrera, bajo el control de los comités de huelga, es una tarea urgente ante el movimiento. Muchos, incluidos los liberales burgueses de Myanmar e incluso los gobiernos de los países imperialistas de Occidente, están diciendo que las acciones de esta junta militar son criminales. Bueno, si sus acciones son realmente criminales, entonces las masas tienen toda la justificación para buscar armas para luchar contra estos criminales.
Las organizaciones obreras de Myanmar deberían pedir ayuda a las organizaciones obreras de otros países, no en forma de resoluciones formales o en palabras de protesta, sino en acciones concretas. Combinado con una huelga general total dentro de Myanmar, debería haber un boicot internacional de trabajadores al país. En nuestro artículo anterior, citado arriba, dimos ejemplos de boicots de trabajadores en el pasado. Una campaña de boicot de este tipo recibiría un enorme impulso si las organizaciones de trabajadores de Myanmar pidieran tal acción.
El movimiento obrero en otros países también debería organizarse conscientemente para recaudar fondos para ayudar a los trabajadores y jóvenes de Myanmar a obtener las armas que necesitan para luchar contra este régimen brutal. Tenemos un precedente histórico en España en los años treinta. Cuando Franco organizó su golpe, los obreros y campesinos se levantaron en armas y combatieron a los fascistas. Y trabajadores de toda Europa y más allá acudieron en ayuda de sus hermanos y hermanas españoles, ayudándoles a conseguir las armas que necesitaban. El hecho de que los obreros y campesinos españoles finalmente cayeran en la derrota se debió a las políticas y al programa equivocados de los dirigentes obreros, que precisamente confiaban en los liberales burgueses, que jugaron un papel traicionero. El punto principal, sin embargo, es que los trabajadores de otros países hicieron todo lo posible para ayudar a la revolución en España. Eso es lo que se requiere hoy en día.
Si se organizara una huelga general indefinida, combinada con un llamamiento decisivo a un levantamiento armado, se enviaría un mensaje claro también a las filas de la policía y del ejército. Hemos visto a algunos agentes de policía huir a la India para no tener que disparar contra su propia gente. Pero lo que se requiere no es cruzar la frontera, sino acercarse al movimiento con sus armas. Como señala el artículo de The Guardian citado arriba, “Una resistencia armada exitosa probablemente requeriría la deserción de unidades militares o policiales que llevaran consigo sus armas…”
Una guía clara proporcionada por la clase obrera organizada podría transformar en una realidad el potencial de sectores del ejército y la policía rompiendo filas y volviéndose contra sus propios oficiales. Eso comenzaría a inclinar la balanza a favor del movimiento e iniciaría el proceso de armar a la clase trabajadora como la única forma de terminar con la pesadilla a que se enfrentan hoy las masas de Myanmar.
¡Por una huelga general indefinida!
¡Por una fuerza de defensa obrera armada!
¡Prepara un levantamiento popular armado para derrocar a la junta!
Las masas de Myanmar continúan oponiendo resistencia a la Junta Militar a pesar de las detenciones masivas y de las decenas de muertos en las calles. Ha pasado más de un mes desde que los militares tomaran el poder y aún no han logrado restablecer ninguna apariencia de estabilidad. Por el contrario, las tensiones de clase se están intensificando, como muestra la alianza de varios sindicatos para organizar una segunda huelga general en respuesta a la continua represión de los militares.
Las masas están decididas a deshacerse de la junta, como demostraron el pasado domingo en una jornada de nuevas protestas masivas, de las más grandes del movimiento hasta ahora. La única respuesta que tiene el régimen militar es intensificar la represión. En Mandalay, ese mismo domingo hubo al menos 70 detenidos cuando decenas de miles de personas inundaron las calles. Se produjeron escenas similares en Rangún, la ciudad principal, y en otras ciudades del país. Hasta ahora, cerca de 1800 manifestantes han sido arrestados y más de 60 asesinados.
Las tensiones también aumentaron el domingo cuando un líder local de la Liga Nacional para la Democracia (NLD) fue encontrado muerto en un hospital militar después de que las fuerzas de seguridad lo secuestraran en su casa. Al parecer, lo golpearon brutalmente.
Durante el fin de semana, la policía intensificó la campaña de terror. Rangún se convirtió en un coto de caza para la policía y el ejército, que llegaron a acordonar ciertos barrios de la ciudad. También ocuparon hospitales y universidades con la intención de detener a los manifestantes que habían resultado heridos durante los enfrentamientos en las calles. Las fuerzas de seguridad atacaron y arrestaron al personal médico, incluidas las ambulancias y su personal. Siguieron disparando incluso después de que las calles quedaran vacías, con la clara intención de aterrorizar a la gente.
Las fuerzas de la policía militar están intensificando su sangrienta represión contra los manifestantes a lo largo y ancho del país a medida que pasan los días. En estos momentos, más de 300 estudiantes y jóvenes están detenidos arbitrariamente en la infame prisión de Insein, cerca de Rangún. Anoche, se acusó en los medios de comunicación estatales a algunos destacados activistas estudiantiles en virtud del artículo 505.a del Código Penal, que prohíbe difundir declaraciones e informes “con intención de causar, o que sea probable que causen, el amotinamiento, descuido o incumplimiento del deber de cualquier oficial, soldado, marinero o aviador del Ejército de Tierra, la Marina o el Ejército del Aire”.
El joven líder estudiantil que aparece en este video, por ejemplo, fue arrestado el 3 de marzo y está siendo torturado por parte de las autoridades estatales en prisión. Es un destacado activista estudiantil y el vicepresidente de la Federación de Sindicatos de Estudiantes de Myanmar (ABFSU). La prisión de Insein es conocida por sus condiciones terriblemente inhumanas, por el abuso y la tortura mental y física de los detenidos.
Sin embargo, todo este terror aún no está teniendo los efectos deseados. En lugar de intimidar al pueblo, la represión lo empuja a emprender acciones aún más decididas. Como hemos visto, los principales sindicatos de Myanmar, sintiendo claramente la presión desde abajo, convocaron una huelga nacional prolongada el pasado lunes 8 de marzo, con el objetivo de efectuar un “cierre completo y prolongado de la economía de Myanmar” hasta que se restablezca la democracia.
En respuesta a la convocatoria de huelga se cerraron los principales centros comerciales, así como pequeñas tiendas y muchas fábricas. Secundaron la huelga trabajadores de la construcción, la agricultura y la industria, la sanidad y del gobierno. Se llevaron a cabo grandes concentraciones en varias ciudades del país.
En la ciudad norteña de Myitkyina, uno de los principales centros de las protestas en curso, dos manifestantes murieron el lunes tras recibir disparos en la cabeza. Mientras tanto, en el municipio del norte de Okkalapa, las protestas continuaron a pesar de los disparos y las detenciones por parte de las fuerzas de seguridad.
La huelga continúa, pero después del fin de semana, las marchas se han visto limitadas en algunas áreas por la fuerte presencia de las fuerzas de seguridad en las calles, particularmente en Rangún, donde los manifestantes construyeron barricadas para defender sus vecindarios. En otras partes del país ha habido importantes marchas, como en Mandalay, Monywa y Magway, entre otras.
Sin embargo, también habría que señalar que la declaración sindical conjunta emitida el 7 de marzo, aunque fue un acontecimiento positivo, llegó algo tarde. La convocatoria debería haberse hecho inmediatamente después del golpe, y debería haberse convocado una huelga general indefinida, no solo acción de un día que convocaron para el 22 de febrero, tres semanas después del golpe.
Esta última convocatoria ha atraído a un gran número de trabajadores, pero debido al retraso, también ha hallado a muchos con signos de agotamiento. Seguir haciendo huelga después de semanas de acción militante, especialmente en el sector privado, significa la pérdida de salarios y un mayor riesgo de perder el trabajo. Los trabajadores no reciben ningún apoyo financiero significativo.
Al mismo tiempo, el régimen sube la apuesta con su sangrienta represión. En tal situación, es fundamental que los trabajadores puedan vislumbrar la perspectiva de lograr una victoria pronto. De lo contrario, a pesar de su total oposición al régimen, podrían llegar al punto de no ser capaces de llevar a cabo una acción unida contundente.
Con todo, es un mérito para los trabajadores de Myanmar que, a pesar de la difícil situación, todavía luchan en las calles de Hlaingtharyar, un municipio industrial de Rangún. La mayoría de las industrias están ubicadas en esta zona de barrios marginales, y aunque la presencia militar en las calles ha impedido a los trabajadores manifestarse en el centro de Rangún, están protestando en sus áreas locales.
Otro ejemplo son los intentos del régimen de obligar a los trabajadores de los bancos privados a seguir trabajando como de costumbre. Hasta ahora, solo han logrado reabrir los bancos propiedad de la camarilla militar. El resto sigue paralizado por la huelga, lo que demuestra una vez más la fuerza de la oposición.
Estos acontecimientos, a pesar de la determinación de los trabajadores, confirman que las condiciones revolucionarias no pueden durar para siempre. Las ondiciones más favorables pueden echarse a perder por culpa de un liderazgo débil e indeciso.
En Rangún, en el distrito de Sanchaung, cientos de jóvenes manifestantes quedaron atrapados por las fuerzas de seguridad durante la noche del lunes entre disparos de la policía y controles domiciliarios para encontrar a aquellos de fuera del distrito que hubieran sido protegidos por residentes locales. Finalmente, los jóvenes pudieron salir el martes por la mañana. Miles de manifestantes se habían presentado, desafiando el toque de queda nocturno, en apoyo a la juventud. El apoyo generalizado hacia los manifestantes se pudo ver cuando los residentes locales, arriesgándose a un severo castigo por parte de las fuerzas de seguridad, albergaron a los jóvenes en sus hogares. Además, muchos llevaron con sus coches a los jóvenes a un lugar seguro.
La convocatoria de una acción de huelga prolongada por parte de nueve sindicatos fue algo positivo. Aún así, como hemos visto, lo que hace falta es una huelga general indefinida, cuyo objetivo debe ser paralizar el país entero.
Pero esta es la segunda vez que se hace un llamamiento a la huelga general, y hasta ahora los militares no se han movido. Los jefes del ejército son plenamente conscientes de que ahora tienen mucho que perder si se ven obligados a devolver el gobierno a los políticos civiles. Las masas no se conformarán con que el ejército “regrese al cuartel”, sino que exigirán justicia por las matanzas perpetradas por el ejército y la policía.
Malestar entre las filas de la policía
Esto nos lleva a la cuestión de los “cuerpos de hombres armados”: el ejército y la policía, que están al servicio de las clases privilegiadas y propietarias. La gente está acostumbrada a la idea de que el propósito de un ejército es defender su país, y eso también se refiere a las personas que viven en él. Los oficiales militares de Myanmar no tienen un buen historial en lo que respecta a defender a su propio pueblo. Por el contrario, en más de una ocasión han matado a cientos e incluso a miles, como en 1988. También tienen un historial brutal en el trato a las minorías étnicas, como por ejemplo los rohinyá.
Una de las tareas más importantes de una dirección revolucionaria genuina en Myanmar sería dividir las filas del ejército en líneas de clase. Para que esto suceda, hace falta un movimiento que muestre a las filas del ejército y la policía que está trabajando para derrocar todo el sistema podrido, y no solo para traer de vuelta a la NLD.
No olvidemos que el programa económico de la NLD incluye más privatizaciones, lo que significa enriquecer a unos pocos a costa de muchos. Tampoco olvidemos que el gobierno de la NLD participó en la opresión de las minorías étnicas. Si bien las masas desean el fin inmediato del gobierno militar y el regreso a un gobierno civil, eso en sí mismo no eliminaría el peligro de un regreso de los jefes militares. La NLD, cuando estuvo en el cargo, hizo poco o nada para eliminar el poder de los militares y, por lo tanto, cualquier insubordinación entre las filas de los militares y la policía todavía supone el riesgo de sufrir un severo castigo.
A pesar de todo esto, es sorprendente ver cómo algunos policías se han negado a ser utilizados contra las masas. El célebre poeta comunista Berthold Brecht escribió en uno de sus poemas: “General, el hombre es muy útil; puede volar y puede matar; pero tiene un defecto: puede pensar”.
Mientras que el grueso de la policía sigue cumpliendo órdenes, hay un malestar creciente entre al menos una sección de la policía, ya que se ven obligados a reprimir a su propia gente día tras día. Pero la determinación de las masas está mostrando lo que podría ser posible si tuvieran una dirección revolucionaria clara.
Las imágenes de una monja católica pidiendo a la policía que no dispare a un grupo de jóvenes muestran, aunque de manera distorsionada, el impacto que podría tener un llamamiento a las filas de las fuerzas de seguridad:
Para los agentes de policía no es fácil manifestarse en contra de sus superiores. Saben que arriesgan mucho si lo hacen. Para que se produzca una insubordinación generalizada, las bases de la policía tendrían que estar convencidas de que el movimiento de masas va a derrocar a la actual Junta Militar y que quienes los reemplacen los protegerán contra cualquier medida disciplinaria.
Desafortunadamente, los líderes de la NLD no brindan el tipo de liderazgo que hace falta. Es por eso por lo que los informes recientes de policías rompiendo filas son aún más significativos y dan una idea de lo que sería posible con una genuina dirección revolucionaria de la clase trabajadora
“Algunos policías se han negado a cumplir las órdenes de disparar contra manifestantes desarmados y han huido a India, según una entrevista con un agente y unos documentos clasificados de la policía india.
“’A medida que el movimiento de desobediencia civil gana impulso y se dan protestas antigolpistas en diferentes lugares, recibimos instrucciones de disparar contra los manifestantes’, dijeron cuatro agentes en un comunicado conjunto a la policía en la ciudad india de Mizoram. ‘En esta situación, no tenemos agallas para disparar contra nuestra propia gente, que son manifestantes pacíficos’, dijeron”.
Según France 24
El Irrawaddy informó el 5 de marzo de 2021 de que más de 600 agentes de policía se habían unido al movimiento de desobediencia civil (MDL) de Myanmar contra el régimen militar. El mismo informe agrega que “el número de renuncias policiales ha aumentado drásticamente desde la violenta represión a finales de febrero”. De hecho, varios cientos de policías se han unido al movimiento de protesta.
Lo más significativo es el hecho de que “la policía que participa en el MDL dijo que solo aceptaría un gobierno electo. Algunos dijeron que ofrecerían su servicio si el Comité Representante del Pyidaungsu Hluttaw, que representa a los miembros electos del Parlamento de la Unión de la Liga Nacional para la Democracia, formase un ejército para luchar contra el régimen militar”.
El potencial de semejante ejército está presente en todas partes. Si se hiciera un llamamiento abierto a la rebelión a los policías de base y a los soldados, las fuerzas de seguridad podrían comenzar a resquebrajarse, y una parte significativa se pasaría al movimiento revolucionario contra el golpe.
No obstante, para que esto suceda, el movimiento tendría que dotarse de una estructura —como explicamos en artículos anteriores— de comités de acción coordinados elegidos en los lugares de trabajo, los barrios, los pueblos, hasta formar un comité nacional que podría presentarse como la voz de las masas. Un organismo así tendría la autoridad para apelar a las filas de la policía y el ejército y dividirlos en líneas de clase.
Pero no se trataría solo de dividir las fuerzas militares, sino también de organizar grupos de autodefensa de los trabajadores que podrían convertirse en la columna vertebral de una fuerza de defensa armada obrera. Tal fuerza, respaldada por las masas en los lugares de trabajo, en las áreas rurales, en los barrios de la ciudad, en escuelas y universidades, sería invencible.
El hecho de que las convocatorias de piquetes de autodefensa hayan tenido un eco generalizado entre la gente, especialmente entre la juventud, y que incluso se hayan hecho llamamientos a las organizaciones étnicas armadas para formar un ejército federal con el fin de contrarrestar a los militares estatales subraya el hecho que esta es una situación revolucionaria extremadamente favorable. Pero la falta de liderazgo es el factor clave que falta.
La autodefensa no es algo que los líderes de la NLD vayan a organizar. Representan los intereses del capital y, por tanto, no actuarán para socavar los instrumentos del Estado burgués. Hace falta un partido independiente de la clase obrera, un partido que haga un llamamiento revolucionario a los trabajadores para que tomen el poder y, en el proceso, dividir las fuerzas armadas en líneas de clase.
¿Pueden las Naciones Unidas y los Estados Unidos detener la contrarrevolución?
La verdadera tragedia es que las masas responderían con entusiasmo a tal llamamiento, pero debido a que no hay un liderazgo que esté preparado para emprender el camino de la revolución, se hacen llamamientos a organismos como las Naciones Unidas e incluso a países como EE.UU. Se les han hecho peticiones para que intervengan en Myanmar y destituyan a los militares del poder. La declaración de la Federación de Sindicatos de Myanmar el pasado 4 de marzo de 2021 es un ejemplo de ello:
Petición de ayuda a las Naciones Unidas, al gobierno de EE.UU. y al resto de naciones del mundo hacia ell pueblo birmano
La Federación de Sindicatos de Myanmar (ABFTU) está luchando contra la Junta Militar golpista desde el 8 de febrero. Es por ello por lo que varias organizaciones sindicales, incluida la ABFTU, fueron declaradas ilegales el 26 de febrero. La ABFTU forma parte del Comité de Huelga General (GSC). El 3 de marzo, 200 manifestantes, entre ellos 10 miembros de la ABFTU, fueron detenidos durante la marcha organizada por el GSC en la ciudad de Tamwe, cerca de Kyauk Myaung Traffic. Ese mismo día, la junta golpista reprimió las protestas en todo el país y asesinó a casi 40 manifestantes e hirió a cientos.
El Ejército, cuya función es la de defender al pueblo, está asesinando y torturando a sus ciudadanos como si fueran enemigos. La gente se encuentra desamparada. Por ello, la ABFTU pide a las Naciones Unidas, al gobierno de EE.UU. y a todos los países del mundo lo siguiente:
La paralización temporal de las inversiones en Myanmar.
La intervención inmediata de las Naciones Unidas o de sus ejércitos, incluido el de EE.UU., para poner paz en Myanmar.
El apoyo y reconocimiento del gobierno provisional, que incluye a la NLD, los líderes de los partidos étnicos y fuerzas democráticas.
La ayuda para redactar una constitución basada en la democracia federal.
Comité Central Organizativo Federación de Sindicatos de Myanmar
Las Naciones Unidas están debatiendo actualmente los términos de las resoluciones, ya que algunas de las potencias se niegan a usar la palabra “golpe” para describir la toma militar. China y Rusia, en particular, están en conflicto con Estados Unidos y la Unión Europea sobre cómo reaccionar ante el golpe, y eso se debe a que tienen diferentes intereses en el país.
Para EE.UU. y la UE, Aung San Suu Kyi (ASSK) y la NLD son los que mejor representan sus intereses en el país. Estos bloques imperialistas quieren abrir aún más la economía de Myanmar, como expusimos en un artículo anterior. Eso explica por qué están tan entusiasmados con la “democracia” en Myanmar.
Por desgracia, para quienes redactaron la carta anterior, el historial tanto de Estados Unidos como de la UE en la promoción de la “democracia” es, cuando menos, irregular. Reclaman la democracia cuando les conviene. Cuando no es así, hacen la vista gorda y siguen como si nada. Tal es el caso de Arabia Saudí, donde hay un régimen brutal, pero como a Occidente le interesa tener relaciones de trabajo con los saudíes, ya que tienen una enorme reserva de petróleo, no se les ocurre condenar al régimen.
Además, más allá de unas pocas palabras de condena y de algunas sanciones contra unos pocos individuos de la cúspide del régimen militar, Estados Unidos no va a enviar ninguna fuerza militar a Myanmar, pues ello supondría un enfrentamiento directo con China, algo que no puede permitirse en este momento.
El papel de China
La única potencia que tiene peso real en Myanmar, mucho más que Estados Unidos, es precisamente China, cuya política oficial es la “no injerencia”. “China no cambiará su política conciliadora y de cooperación, sea cual sea la evolución de la situación”, declaró recientemente el ministro de Relaciones Exteriores de China. Agregó que China busca la reconciliación comprometiéndose tanto con el gobierno civil derrocado como con la actual Junta Militar.
El régimen chino desea más que cualquier otra cosa la estabilidad en Myanmar, ya que tiene muchos intereses económicos en el país, al que considera dentro de su esfera de influencia. Myanmar tiene abundantes recursos naturales; su proximidad con China, una frontera compartida de 2.129 km de largo, y la imposición de sanciones por parte de Occidente en 1990, hicieron que el país se convirtiera en uno de los socios económicos estratégicos de China en la región. Después del año 2000, el dominio de China sobre la economía de Myanmar aumentó significativamente.
Xi Jinping visitó Myanmar en enero de 2020 y firmó junto con ASSK “33 acuerdos que apuntalan proyectos clave que forman parte de la emblemática Belt and Road Initiative, la visión de China de nuevas rutas comerciales vistas como nueva ruta de la seda del siglo XXI”. Acordaron acelerar la implementación del Corredor Económico China-Myanmar, una gigantesca infraestructura por valor de miles de millones de dólares, [100 mil millones de dólares según algunas fuentes] que incluye acuerdos sobre ferrocarriles, que uniría el suroeste de China con el Océano Índico, un puerto de aguas profundas en el conflictivo estado de Rajine, una zona económica especial en la frontera y un nuevo proyecto de ciudad en la capital comercial de Rangún”. (Reuters, 18 de enero de 2020)
China, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, con su derecho de veto, no respalda las sanciones de la ONU y descarta totalmente cualquier intervención externa. Entonces, ¿qué espera lograr China en Myanmar? ¿Está apoyando activamente a los militares? La verdad es que China respaldará a cualquiera que pueda garantizar la calma, la estabilidad y un buen entorno empresarial.
Antes del golpe, habían establecido una buena relación de trabajo con ASSK y su partido, la NLD, ya que esta última entendía perfectamente que también les interesaba mantener buenas relaciones con su mayor socio comercial y también uno de los mayores proveedores de inversión extranjera directa -en su frontera norte. De hecho, las relaciones de China con Myanmar mejoraron después de que la Liga Nacional para la Democracia (NLD) formara gobierno. Los chinos consideraban a ASSK como alguien que podía garantizar la estabilidad.
El embajador chino en Myanmar, Chen Hai, declaró recientemente que “tanto la Liga Nacional para la Democracia como el Tatmadaw mantienen relaciones amistosas con China”.
Entonces, ¿a quién respaldará China? El régimen de Pekín ve la actual agitación en Myanmar como una amenaza para las enormes inversiones que ha acumulado en el país durante la última década. Por lo tanto, respaldarán a quien pueda garantizar un entorno que proteja sus intereses comerciales. Si la junta puede demostrar que puede proporcionar esa estabilidad, China establecerá relaciones de trabajo con ellos. Si, por otro lado, la junta no logra estabilizar el país y poner las cosas bajo control, podemos estar seguros de que, a pesar de su política de “no interferencia”, utilizarán el músculo económico de China para empujar a los generales hacia algún tipo de acuerdo con la NLD y ASSK.
El papel clave de China y la relativa debilidad del imperialismo estadounidense en el país explican las declaraciones del portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Ned Price, tras el golpe: “Hemos instado a China a desempeñar un papel constructivo y a utilizar su influencia en el ejército birmano para poner fin a este golpe”.
La ironía de la situación es que es precisamente la postura moderada de la NLD la que está facilitando el régimen militar. Incluso desde su propio punto de vista liberal burgués limitado, llevar el movimiento a un nivel superior y hacer imposible que los militares consoliden su régimen, empujaría a los burócratas chinos a apoyarse en los jefes militares para llegar a un acuerdo y prepararse para la retirada a favor del retorno de la democracia burguesa formal.
Solidaridad internacional de la clase trabajadora
Los llamamientos a Naciones Unidas, a Estados Unidos o a la UE no valen el papel en el que están escritos. En Myanmar hay un conflicto de intereses entre las principales potencias y, por lo tanto, ninguna apelación a la ONU proporcionará la ayuda que necesitan las masas de Myanmar. Los dirigentes sindicales no deberían hacerse ilusiones en que tales llamamientos realmente puedan lograr algo. Lo que deberían hacer es atraer a los trabajadores del mundo.
Deberían comenzar con un llamamiento a los trabajadores del sudeste asiático, donde ya tenemos movimientos en curso, como en Tailandia y Malasia. En Corea del Sur, ya ha habido protestas de solidaridad con las masas de Myanmar. Tales llamamientos podrían tener un impacto significativo. Hemos visto cómo el saludo de tres dedos, adoptado por primera vez en Tailandia después del golpe de Estado en 2014, ha cruzado las fronteras nacionales y se ha utilizado en muchas de las protestas en Myanmar. Esto resalta el hecho de que los manifestantes se ven a sí mismos como parte de un movimiento internacional.
Si los líderes sindicales de Myanmar hicieran un llamamiento no solo para manifestarse en las calles, sino también para convocar acciones concretas de los trabajadores en los países vecinos, esto también ejercería una gran presión sobre los respectivos regímenes. El problema que tenemos es que los líderes sindicales en todas partes están totalmente comprometidos con el sistema capitalista en sus respectivos países y no piensan en términos de acción independiente de la clase trabajadora.
Pero no es en absoluto utópico pensar en términos de solidaridad internacional de la clase trabajadora. En el pasado, se han dado iniciativas a nivel local y de base. En mayo de 2019, tuvimos el ejemplo de los sindicatos italianos en Génova que se negaron a cargar generadores de electricidad en un barco de Arabia Saudita que transportaba armas. El barco había cargado armas anteriormente en Bélgica, y en su camino se había detenido en Le Havre, Francia, para cargar más armas, pero fue detenido por los estibadores franceses. Esta fue una protesta de los trabajadores franceses e italianos contra el continuo apoyo de Arabia Saudita a la guerra en Yemen.
Otro barco saudí también se vio obligado a abandonar el puerto francés de Fos-sur-Mer sin poder cargar armas con destino a Arabia Saudí. En 2008, tuvimos el ejemplo de un cargamento chino de armas para Zimbabwe, que tuvo que ser retirado después de que los estibadores sudafricanos, en solidaridad con sus compañeros trabajadores en Zimbabwe, se negaran a descargarlo.
Cuando tuvo lugar el infame golpe de Pinochet en Chile, en 1973, vimos muchos ejemplos de boicots de trabajadores al régimen. Un ejemplo fue el boicot de los trabajadores escoceses cuando se enviaron motores a reacción de la fuerza aérea chilena a la planta de Rolls-Royce en Escocia un año después del golpe, pero los trabajadores se negaron a trabajar en ellos.
Se trata principalmente de iniciativas de base tomadas por trabajadores de un país en solidaridad con trabajadores de otros países. Hoy, si los líderes sindicales de Myanmar, en lugar de dirigirse a Naciones Unidas y Estados Unidos, hicieran un llamamiento a acciones concretas por parte de los trabajadores de todo el mundo, indudablemente habría una respuesta.
Por lo tanto, se requiere una acción independiente de la clase trabajadora tanto dentro de Myanmar como en la arena internacional. Con una iniciativa audaz y revolucionaria por parte de los líderes obreros en Myanmar, combinada con acciones de solidaridad internacional de la clase trabajadora, este régimen sangriento podría ser derrocado.
Sin embargo, sin la dirección revolucionaria requerida, la Junta Militar podría sobrevivir, al menos por un breve período. Cuentan con la falta de dirección y esperan que, al seguir presionando, aumentar la represión violenta y perseguir a los activistas, puedan terminar logrando algún tipo de estabilidad.
¿Qué posibilidades tienen de lograrlo? Actualmente se encuentran en un punto muerto. Pero cuando las masas estén exhaustas, con la falta de dirección revolucionaria, la junta podría conseguirlo, lo que significaría una estabilización temporal bajo el régimen militar. Sin embargo, incluso si esto sucediera, sería un régimen sin base social y, por lo tanto, no podría sobrevivir tanto tiempo como los regímenes militares anteriores.
Sin una base social, solo podría gobernar a base de represión y eso significa que sería un régimen débil e inestable. Ahora hay toda una nueva generación de trabajadores que se ha acostumbrado a tener sindicatos, el derecho de huelga, etc. Sumado a esto, estarán las presiones de la crisis mundial del capitalismo. Las condiciones sociales y económicas empeorarán y, por tanto, el régimen militar no tendrá legitimidad alguna a los ojos de las masas. Por tanto, no sería un régimen duradero.
Existen todas las condiciones para la revolución, pero se requiere una dirección socialista revolucionaria decidida para transformar el potencial de la revolución en un derrocamiento exitoso del régimen y la transformación de la sociedad.
In Defence of Marxism (www.marxist.com) se enorgullece de publicar por primera vez una serie de artículos en idioma birmano. Nos los ha enviado el Frente Unido Democrático Social (SDUF) de Myanmar (la antigua Birmania), una organización que participó activamente en las protestas estudiantiles contra la dictadura militar, junto con la Federación de Sindicatos de Estudiantes de Birmania.
La organización, que se describe a sí misma como parte del marxismo-leninismo, ha traducido y publicado una serie de trabajos publicados en el sitio web In Defence of Marxism. Ellos escriben:
“[El Frente Unido Democrático Social (SDUF) acepta] a los trabajadores como la clase principal y a los campesinos como sus aliados. Algunos jóvenes y estudiantes, que son pequeñoburgueses por naturaleza de clase pero subjetivamente conscientes de clase en su apoyo a la emancipación del proletariado, también son aceptados como buenos compañeros nuestros. El objetivo máximo de nuestro partido es acabar con el capitalismo global y construir una sociedad comunista junto con el resto de camaradas a nivel internacional. Actualmente, el objetivo mínimo de nuestro partido es librar una revolución contra el capitalismo burocrático militar, que descansa en varios países imperialistas. “La reconciliación nacional y las protestas pacíficas” solicitadas por la oportunista liberal Aung San Su Kyi no son aceptables para nosotros. Aceptamos la lucha de clases como nuestro medio revolucionario”.
Y:
“Creemos que necesitamos un partido de vanguardia que siga la línea bolchevique para llevar adelante la revolución”. Ahora hemos estado participando en las huelgas de los trabajadores contra los capitalistas transnacionales y sus compinches domésticos; y en huelgas campesinas contra el acaparamiento de tierras de los dictadores militares y sus lacayos. Y ayudamos a organizar los sindicatos de trabajadores y agricultores. También creemos que debemos vincularnos con organizaciones marxistas de otros países porque consideramos que la línea internacionalista también es un factor muy importante. Hemos leído muchos artículos de Alan Woods y tenemos una gran deuda con él por nuestra formación de izquierda. Para decirlo brevemente, queremos ponernos en contacto con vuestra organización e invitaros a venir aquí y hacer charlas públicas en el futuro”.
Los artículos que hemos recibido hasta ahora son:
“Proyecto y Explicación del Programa para el Partido Socialdemócrata”, de Lenin
“ABC del materialismo dialéctico e histórico”, de Leon Trotsky
“Venezuela: Golpe de Estado en marcha”, de Lucha de Clases
“Razón y Revolución (parte uno), de Ted Grant y Alan Woods
“Razón y Revolución (parte dos) , de Ted Grant y Alan Woods
“Gandhi: Los mitos detrás del Mahatma” (primera parte), de Ravi Mistry
“Gandhi: Los mitos detrás del Mahatma” (parte dos), de Ravi Mistry
“La tragedia de Myanmar” (primera parte), de Fred Weston
“La tragedia de Myanmar” (segunda parte), de Fred Weston
“Socialismo y religión”, de Lenin
Este nuevo y emocionante desarrollo muestra que las ideas de la Corriente Marxista Internacional están llegando a una audiencia cada vez mayor a escala mundial. Esto fue demostrado por el sobresaliente éxito de nuestros compañeros rusos en la unión de las fuerzas principales del trotskismo en ese importante país, y también por el exitoso congreso de los compañeros polacos hace una semana. La cantidad de correspondencia que recibimos diariamente está aumentando fenomenalmente. Las últimas noticias de la juventud revolucionaria de Myanmar proporcionarán una nueva fuente de inspiración para las fuerzas que luchan por construir la Internacional Marxista.
¡Vivan los obreros y campesinos revolucionarios de Myanmar!
¡Redoblemos nuestros esfuerzos para construir la Corriente Marxista Internacional