Los movimientos obreros previos a 1968
Este año se cumplen 56 años de la brutal represión del movimiento estudiantil de 1968, un fatídico 2 de octubre que hasta la fecha constituye uno de los peores crímenes de la historia del Estado Mexicano. Este movimiento fue el punto cúlmen de una serie (muy significativa, de hecho) de luchas que sirvieron para exponer la crisis en la que se había metido el Estado de bienestar mexicano e internacional.
Ofrezcamos primero un poco de contexto. El “Milagro Mexicano” y luego el “Desarrollo Estabilizador” fueron dos periodos de la historia del capitalismo de nuestro país que se extienden entre finales de los 40 y finales de los 70 en los que el Producto Interno Bruto creció constantemente a ritmos de 6-7%. También en este periodo se masificó el acceso a los servicios de salud, a la educación universitaria, y otros servicios. Es un periodo que se inscribe dentro del boom productivo después del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Ninguna de estas concesiones fue, ni aquí en México ni en ningún otro lado del mundo, un regalo del Estado o de los patrones. Detrás estaba el miedo constante de las clases dominantes a la perspectiva de una revolución proletaria. En todo el mundo se invirtieron enormes cantidades de recursos en infraestructura social (hospitales, escuelas, viviendas) por el miedo que se le tenía al fortalecimiento de los Partidos Comunistas y por las luchas realizadas (a veces a sangre y a fuego) por la clase trabajadora contra los patrones. Solo de esa manera se han conseguido en la historia las conquistas económicas, políticas y democráticas de la clase obrera.
Contradictoriamente, en muchos países este crecimiento de la inversión social se combinó con una gran debilidad sindical, y México fue el caso paradigmático. Toda esta infraestructura social existía conjuntamente con una muy profunda disparidad en el ingreso (algo así como lo descrito en el inmortal clásico de Buñuel, Los Olvidados) y una ausencia prácticamente total de libertad sindical y de movilización (así por ejemplo, en 1941 se instauró el delito de disolución social, mismo que prestaba la justificación para reprimir cualquier movilización).
En nuestro país los sindicatos nacieron como la expresión organizativa de algunas de las capas más combativas de nuestra clase, como la Casa del Obrero Mundial o la CGT. Es precisamente por eso que desde muy temprano en la historia del Estado Mexicano moderno el gobierno buscó la sumisión y la corporatización de los sindicatos. Desde la década de los 30 se impuso un modo de control sindical, el infame charrismo, en el que los dirigentes eran prácticamente impuestos por el presidente. Sin embargo, el control total perpetuo es imposible, y es precisamente en las bases de algunos de los sindicatos más charros donde aparecieron algunos de los movimientos más combativos y revolucionarios de nuestra historia, esos de los cuales hoy debemos obtener nuestras lecciones.
Los maestros revolucionarios
El SNTE nació como un sindicato charro prototípico. Fue creado desde el poder en 1943 con el auspicio de Vicente Lombardo Toledano para combatir al ala más combativa del magisterio. Y aún con todo y aparato burocrático sindical, y toma de nota y cláusulas de exclusión, no les fue posible impedir el surgimiento de una de las luchas más importantes por la democratización sindical, el Movimiento Revolucionario del Magisterio, liderado por Jesús Ortega, Rubelio Fernández y Othón Salazar.
Este movimiento existió entre 1956 y 1960 e inició como oposición al insuficiente aumento salarial. Llegaron a ganar la dirección de la sección 9, triunfo que no les fue reconocido por el gobierno. Particularmente importante para la lucha fue el año de 1958, fecha en la que no solo se rehusaron a agradecer de manera lambiscona el aumento negociado a espaldas de los docentes, sino que se propusieron un movimiento muy aguerrido y audaz que constantemente sorprendió a las autoridades de la SEP, desobedeciendo a la dirigencia nacional, con mítines, plantones, marchas, y hasta un Congreso alternativo al oficial de la Sección 9.
De este movimiento se puede decir que tenían ciertas limitaciones economicistas (a pesar de su implicación democratizadora, las principales demandas del movimiento seguían girando en torno a aumentos salariales) y gremialistas (lograron el apoyo del SME, la CROC y la CRT; pero no lograron coordinar una huelga general). Pero este movimiento tuvo un impacto muy importante porque fue uno de los primeros movimientos de la historia reciente que desafió al oficialismo y que logró poner de su lado a otros sectores de la sociedad, no sólo entre trabajadores, sino entre estudiantes también (desarrollando una tradición de lucha que finalmente estalló en el 68). Tan hizo peligrar la estabilidad del modelo charrista que el Estado usó toda su fuerza represora con los docentes, arrestando a más de 200 personas en un mitin que exigía el reconocimiento a los líderes democráticos.
La lucha en la cuna del charrismo
La cuna del charrismo es como se le puede conocer al Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros, por ser uno de los primeros (junto con Petroleros) en donde el gobierno impuso directamente a un dirigente sindical. De nuevo, ni siquiera la atención que el gobierno de la república le ponía a quién sí y quién no podían dirigir el sindicato pudo impedir el surgimiento de un movimiento de más de un año y que se distinguió del magisterial en que sí se metieron al campo de las demandas políticas, al menos incipientemente.
Todo comenzó con la exigencia de un aumento salarial de 350 pesos. Después de una huelga escalonada de tan solo 4 días, consiguieron 215. Un aumento conseguido no por la bondad ni del gobierno ni de nadie, sino por la lucha de los ferrocarrileros de varias secciones, organizados. Luego de esto, en la VI Gran Convención del sindicato, fue electo Secretario General el principal dirigente de la huelga que consiguió el aumento, Demetrio Vallejo. El gobierno priista no podía permitir esto, así que recurrieron a otro charrazo para imponer en la dirigencia a Salvador Quezada. La respuesta de los obreros ferrocarrileros fue organizar una gigantesca manifestación el 19 de julio de 1958 en la que, además de aglutinar a miles de ellos, también lograron juntar el apoyo de maestros, electricistas, petroleros, telefonistas y estudiantes. La respuesta del Estado fue llenar la Alameda Central de granaderos.
También, para que Vallejo fuera reconocido como líder sindical legítimo, los ferrocarrileros se plantearon un plan de paros escalonados. El gobierno trató de detener los paros por medio de tomar por asalto policial cuatro secciones del sindicato, lo que provocó huelgas de apoyo entre telefonistas y electricistas. Por esta coordinación y combatividad de la clase trabajadora el gobierno se supo vencido y tuvo que reconocer a Vallejo y liberar a los trabajadores presos.
El nuevo gobierno de José López Mateos inició una política feroz de desprestigio para aplicar la de “divide y vencerás”, y finalmente el 27 y el 28 de marzo, más de 9 mil ferrocarrileros -incluyendo a Vallejo- fueron despedidos, y detenidos para pasar los próximos 10 años en prisión.
Cuando los médicos aprendieron a luchar
Por último podemos mencionar al movimiento de médicos originado en el Hospital 20 de noviembre, el 26 de noviembre de 1964. Al enterarse de que no recibirían sus aguinaldos, los residentes e internos detuvieron sus actividades -excepto para urgencias y partos-. Además de la revisión legal del contrato-beca, los residentes e internos exigían la restitución de todos sus compañeros cesados por protestar. La demanda obtuvo apoyo en otros hospitales primero de la Ciudad de México y luego del resto del país. Es entonces cuando se decidieron a formar la Asociación Mexicana de Médicos, Residentes e Internos. Sensu stricto, no era tanto un sindicato como una asamblea permanente pero fue una expresión que buscaba romper con el fuerte corporativismo sindical buscando uno democrático e independiente del Estado y la patronal.
El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz respondió enviando golpeadores a las movilizaciones de los médicos, clausurando tres hospitales, tomando militarmente los hospitales origen del movimiento (20 de noviembre), cesando a 500 médicos y mandando a arrestar a 60. Era todo esto un primer adelanto de lo que ocurriría unos años después.
Limitaciones y lecciones
Todos estos movimientos formaban parte de una misma tendencia que encontró su mayor expresión en el movimiento estudiantil del 68. Expresan las contradicciones del capitalismo mexicano en una época donde la explotación laboral creció junto con el entreguismo sindical y la bonanza material producida, de la que no todos podían gozar. Esto tiene un motivo muy sencillo. A pesar de que puede tener períodos en los que puede entregar ciertas dádivas, el capitalismo es un sistema que se basa en la acumulación individual de la riqueza socialmente generada.
La situación, en términos fundamentales, es casi completamente igual. La base económica de nuestra sociedad sigue siendo la dominación del trabajo muerto sobre el trabajo vivo, con la diferencia de que ya no tenemos un periodo de bonanza que nos permite el hospital y la vivienda. La lección más importante que debemos obtener de estos movimientos es que nada se consigue por otra vía que no sea la de la lucha masiva y organizada. Solamente con este tipo de lucha, recogiendo las lecciones de los errores y también las mejores tradiciones de nuestra clase es como podremos generar un nuevo tipo de sociedad, una sociedad con democracia obrera en la que la riqueza socialmente generada sea socialmente aprovechada.