El Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Elon Musk ha alimentado a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el organismo federal responsable de la prestación de ayuda exterior, «a través de una trituradora de madera». Los demócratas y el establishment liberal están en pie de guerra. Pero, aunque los comunistas reconocemos los cínicos motivos de Donald Trump para desmantelar USAID, lo que su congelación de fondos ha puesto de manifiesto es la verdadera naturaleza de este frente «humanitario» de la CIA para impulsar el «poder blando» del imperialismo estadounidense.
Durante semanas, Musk había presagiado el destino de USAID, calificándola de «irreparable» y no simplemente de «manzana con un gusano», sino de «bola de gusanos».
A última hora del viernes 31 de marzo, envió un equipo de ataque de «jóvenes ingenieros engreídos» de DOGE para tomar el control de los sistemas informáticos y los datos clasificados de USAID. La Casa Blanca confirmó que Musk actuó con su bendición; mientras que el secretario de Estado, Marco Rubio (que ha sido nombrado director en funciones de USAID), justificó la limpieza alegando que la agencia era un desperdicio de dinero y que su personal era culpable de «insubordinación manifiesta».
Los demócratas han denunciado la «toma de poder» de Musk, y el senador de Nueva Jersey Andy Kim (que trabajó anteriormente para la agencia) publicó en las redes sociales:
«[USAID] es una herramienta de política exterior con orígenes bipartidistas que es fundamental en este peligroso entorno global. Destruirla significa destruir nuestra capacidad para competir y mantener a Estados Unidos a salvo» [el énfasis es nuestro].
Curiosa formulación para una organización que supuestamente tiene objetivos humanitarios. El senador de Vermont y autodenominado socialista democrático Bernie Sanders, que condenó la operación de Musk, respaldó tales pretensiones:
«Elon Musk, el hombre más rico del mundo, está desmantelando USAID, que alimenta a los niños más pobres del mundo… Esto es la oligarquía en su peor expresión».
Sanders (quien también votó para confirmar al notorio reaccionario Rubio como Secretario de Estado) tergiversa por completo el verdadero propósito de USAID. Él y otros demócratas están defendiendo una herramienta de intromisión imperialista estadounidense. La repentina crisis de financiación a la que se enfrentan los medios de comunicación «independientes» y los llamados grupos de la «sociedad civil» en muchos países está poniendo de manifiesto este hecho.
Medios de comunicación independientes: pagados por el Tío Sam
Según un memorando filtrado, USAID financió a 6200 periodistas, 707 medios de comunicación no estatales y 279 organizaciones de la sociedad civil del sector de los medios de comunicación en 2023. En una declaración, Reporteros sin Fronteras (RSF) protestó por el hecho de que la eliminación de USAID «crearía un vacío que beneficiaría a los propagandistas y a los Estados autoritarios» [énfasis nuestro].
Según RSF, cuando USAID da dinero a los periodistas, no está pagando por propaganda, sino simplemente promoviendo el «libre flujo de información». Da la casualidad de que las plataformas «independientes» de la cartera de USAID impulsan la agenda de política exterior de Washington y avivan la disidencia contra sus enemigos.
Por ejemplo, el 90 % de los medios de comunicación ucranianos sobreviven, según se informa, gracias a subvenciones, en su mayoría de USAID, lo que plantea la pregunta de cómo pueden considerarse «independientes». Según Detector Media, «el organismo de control del periodismo», la congelación de la ayuda de Trump ha puesto en peligro «tres décadas de trabajo y las crecientes amenazas a la condición de Estado de Ucrania, a los valores democráticos y la orientación prooccidental» (el subrayado es nuestro).
Del mismo modo, los medios de comunicación de la oposición rusa se han visto sumidos en el caos. Según uno de esos medios (The Bell): «La mayoría de las ONG y medios de comunicación rusos en el exilio dependen de subvenciones como su principal —y a veces única— fuente de financiación, y una parte importante procede de Washington». Aquí tenemos la confirmación, de primera mano, de que la oposición liberal rusa es un títere pagado por el imperialismo estadounidense.
USAID también es un importante patrocinador de la prensa contrarrevolucionaria gusano, que ahora ha recibido un duro golpe.
Por ejemplo, CubaNet, con sede en Miami (que recibió 500.000 dólares de USAID en 2024 para atraer a «jóvenes cubanos de la isla a través de un periodismo multimedia objetivo y sin censura») y Diario de Cuba, con sede en Madrid, se han visto obligados a publicar cartas de mendicidad en línea, en las que piden donaciones a los lectores para mantenerse a flote.
Muchos de estos sitios web se verán obligados a cerrar. El Miami Herald, portavoz del exilio cubano partidario de Trump, expresó su agudo sentimiento de traición ante el ataque a USAID, escribiendo que: «Los recortes de ayuda exterior de Trump son una bendición para los dictadores de China, Venezuela y Cuba».
Evidentemente, estas plataformas no se oponen a la propaganda en sí, sino a la idea de que los propagandistas pro-estadounidenses pierdan su liderazgo en el mercado.
Las ONG, la «sociedad civil» y el poder blando
Como instrumento del «poder blando» estadounidense, USAID ha invertido mucho en «organizaciones no gubernamentales» (ONG) a lo largo de los años. Estos organismos aparentemente benignos, que hacen hincapié en los «derechos humanos», la «democracia» y otras virtudes similares, se enfrentan al colapso ahora que Trump ha cortado los hilos de sus marionetas.
Según un informe del 5 de febrero en el sitio web (financiado por el estado estadounidense) Voice of America, USAID destinó 211 millones de dólares a Venezuela (que sigue sometida a fuertes sanciones estadounidenses que matan de hambre a los trabajadores y a los pobres), incluidos 33 millones de dólares para grupos de vigilancia de la «democracia, los derechos humanos y la gobernanza».
El líder de uno de esos grupos (que recibió el 75 % de su financiación de EE. UU.) se quejó de que: «Trump está haciendo lo que Maduro no ha podido hacer: asfixiar a la sociedad civil».
Utilizar el dinero de los contribuyentes para construir una «sociedad civil» (es decir, una base de oposición antigubernamental) es una política imperialista de larga data en América Latina. El hecho de que muchos de estos grupos se encuentren ahora sumidos en una crisis pone de manifiesto precisamente que estos grupos «democráticos», de clase media y de la sociedad civil son, en general, poco más que vectores de los intereses imperialistas estadounidenses. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador emitió una carta pública en 2023 en la que exigía al entonces presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que retirara los fondos de USAID a los grupos subversivos que trabajaban contra su gobierno. No se trataba de mera paranoia.
Por ejemplo, de 1996 a 2003, USAID concedió a la empresa de «desarrollo sostenible» Chemonics International un contrato de 15 millones de dólares para implementar un programa de «Desarrollo Democrático y Participación Ciudadana» en Bolivia, con el fin de conseguir apoyo para el presidente pro-estadounidense Gonzalo Sánchez de Lozada.
Al mismo tiempo, trató de socavar el apoyo de los trabajadores y campesinos opuestos a la explotación de las ricas reservas minerales de Bolivia por parte de corporaciones internacionales al partido Movimiento al Socialismo (MAS).
Tras la victoria en 2006 del presidente Evo Morales y el MAS en Bolivia, el número de ONG patrocinadas por USAID en el país se triplicó de 600 a 2000 y de repente se interesaron mucho por el historial de Bolivia en materia de derechos humanos y medio ambiente. Morales (con toda razón) expulsó a USAID en 2013 por inmiscuirse en los asuntos del país.
USAID también tiene sus tentáculos enredados en Europa del Este, donde las ONG patrocinadas por Occidente crecieron como la espuma tras la caída de la URSS. Ahora todas están en pánico porque el dinero se está agotando.
Por ejemplo, la Asociación Promo-LEX, una «ONG pro democracia y de derechos humanos» de Moldavia, afirma que los fondos de la USAID representan entre el 75 y el 80 por ciento de sus proyectos, que incluyen la supervisión de elecciones, la financiación política y la supervisión parlamentaria para combatir la «injerencia rusa».
Su director, Ian Manole, advirtió a ABC que comprometer sus operaciones podría conducir a «[un] gobierno antioccidental [que] podría afectar la trayectoria europea de Moldavia y… desestabilizar significativamente a toda Europa del Este y la región del Mar Negro».
Valeriu Pasa, presidente del grupo de expertos WatchDog, con sede en Chisináu, señaló que Estados Unidos se beneficia «de que seamos más democráticos y desarrollados, lo que garantiza que no nos convirtamos en una colonia rusa o china».
En otras palabras: por favor, no detengan la buena clase de interferencia política, ¡o terminaremos con la mala clase de interferencia política! La capacidad de las ONG para ejercer presión en Europa del Este (con la excusa de combatir la «injerencia rusa») quedó patente el año pasado en Rumanía. La ONG Context, financiada por USAID, difundió la afirmación de que las publicaciones en redes sociales manipuladas por el Kremlin llevaron a la victoria de Călin Georgescu (un populista antinato) en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del año pasado.
Basándose en estas endebles acusaciones, el Tribunal Constitucional anuló los resultados, aparentemente en nombre de la democracia.
Muchas ONG patrocinadas por USAID ocultan su verdadero propósito tras la política de identidad, profesando su apoyo a los derechos de la mujer, los derechos de las minorías, los derechos de las personas LGBT, etc. Esto se ha aprovechado ahora para justificar el desmantelamiento de la agencia, con Trump prometiendo erradicar el gasto «despierto» y Musk ridiculizando a USAID como un «nido de víboras de marxistas de izquierda radical [sic]».
De hecho, la apariencia de liberación no es más que un caballo de Troya que oculta el cabildeo proimperialista de USAID; por no mencionar que embota la oposición a los regímenes pro-estadounidenses al canalizar la ira de los trabajadores y la juventud radical hacia operaciones «apolíticas» y monotemáticas que dependen del dinero occidental, dinero que invariablemente corrompe a los jóvenes activistas.
Como el sociólogo James Petras escribe sobre la explosión de ONG extranjeras en los años 80 y 90:
«A medida que el dinero externo se hizo disponible, las ONG proliferaron, dividiendo a las comunidades en feudos en guerra que luchaban por obtener una parte de la acción. Cada «activista de base» acorraló a un nuevo segmento de los pobres (mujeres, jóvenes de minorías, etc.) para crear una nueva ONG […]. Cuando millones de personas pierden sus empleos y la pobreza se extiende a importantes sectores de la población, las ONG se dedican a la acción preventiva: se centran en «estrategias de supervivencia» y no en huelgas generales; organizan comedores sociales y no manifestaciones masivas contra los acaparadores de alimentos y […] el imperialismo estadounidense».
¿Caridad o chantaje?
Los defensores de USAID señalan que la agencia es responsable del 42 por ciento de toda la ayuda mundial para la atención sanitaria, el suministro de agua, las infraestructuras, etc., que ahora se ha visto sumida en el caos. Esta es la justificación para que los «izquierdistas» como Sanders se alineen con los liberales para defender USAID y su supuesta misión «benevolente». Sin embargo, la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, con sede en Washington, afirma abiertamente la cínica lógica que sustenta esta política «humanitaria»:
«La idea de que la ayuda exterior de EE. UU. ha sido una especie de festival de generosa caridad desconectado de los intereses de EE. UU. es ridícula. Basta con mirar la lista de los mayores receptores de ayuda estadounidense: no es casualidad que casi todos sean socios de seguridad o países de interés para la seguridad».
Esto se presenta como una defensa de la labor de la agencia positiva y pragmática.
Históricamente, USAID se ha utilizado como palanca para obligar a los países pobres y dependientes de la ayuda a apoyar la agenda de Washington. Por ejemplo, un estudio de la ONU de 2006 demostró que el apoyo de USAID se correlacionaba con los votos del Consejo de Seguridad en línea con la política estadounidense. Y cuando el régimen yemení votó en la ONU en contra de una intervención liderada por Estados Unidos en la Guerra del Golfo, el embajador estadounidense Thomas Pickering se acercó al embajador yemení y le dijo: «Ese ha sido el voto en contra más caro que jamás haya emitido». Inmediatamente, USAID cesó sus operaciones y financiación en Yemen.
Lo que preocupa al ala liberal del imperialismo no es que la gente sufra como resultado del recorte de USAID, sino que los enemigos de Estados Unidos puedan beneficiarse políticamente al tratar de intervenir para aliviar ese sufrimiento. Esto se explicó en un artículo delNew York Times:
«Es probable que las consecuencias de la congelación de la ayuda tengan repercusiones geopolíticas, dando a los rivales estadounidenses, como China, una oportunidad para presentarse como un socio fiable».
La mayor parte del tiempo, el humanitarismo de USAID equivale a un chanchullo imperialista. En Irak, Afganistán, Haití, Etiopía y otros lugares, USAID ha subcontratado cada vez más proyectos humanitarios a «socios del sector privado» como Coca-Cola, Bechtel y DuPont (que creó el arma química Agente Naranja utilizada en Vietnam en la década de 1970).
Estos delincuentes se han fugado con miles de millones de dólares de los contribuyentes obtenidos de USAID. Según un informe de WikiLeaks, en 2022 solo el 10 % de la financiación de USAID permaneció en los países a los que se suponía que debía ayudar. El resto volvió directamente a EE. UU., y la mayoría acabó en las cuentas bancarias de grandes empresas de Washington.
El guante de terciopelo y el puño de hierro
Nada de esto es nuevo, ni siquiera especialmente secreto. USAID fue fundada en 1961 por el presidente John F. Kennedy «para contrarrestar la influencia de la antigua Unión Soviética durante la Guerra Fría» (según el Miami Herald) y desde hace mucho tiempo está vinculada a la CIA.
El método de USAID para desarrollar el «poder civil» se desarrolló intensamente en América Latina en la década de 1960, donde se apoyó a organizaciones de la sociedad civil patrocinadas por Estados Unidos (incluidos sindicatos, grupos religiosos y organizaciones de derechos de la mujer) para mantener a los partidos de izquierda fuera de los cargos públicos.
Tras el derrocamiento de Salvador Allende en Chile en 1973, en un golpe de Estado respaldado por la CIA, las ONG, fundadas aparentemente para aliviar el sufrimiento de la gente, se utilizaron para mitigar y desviar la oposición radical a la junta militar de Pinochet.
Esto coincidió con la Operación Cóndor: una ola de terror de derecha patrocinada por Estados Unidos que se desató contra la izquierda en todo el continente. Durante este período, USAID presuntamente se asoció con la Oficina de Seguridad Pública de la CIA, que entrenó a la policía extranjera en técnicas de tortura, según un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de 1976.
Desde entonces, USAID ha seguido siendo un bastión del «poder blando» estadounidense en América Latina. Por ejemplo, en 2010, agentes de USAID intentaron fomentar un cambio de régimen en Cuba lanzando de forma encubierta una plataforma de redes sociales (ZunZueno), con el objetivo de fomentar el derrocamiento del gobierno cubano.
La operación fue un fracaso estrepitoso, al igual que el posterior intento de USAID de infiltrarse en la comunidad hip-hop clandestina de Cuba, con el contratista con sede en Washington Creative Associates International (con un acrónimo bastante similar a «CIA») financiando a artistas críticos con el gobierno de Raúl Castro con la esperanza de provocar un «cambio social».
USAID también trabajó para socavar al presidente Hugo Chávez en Venezuela, como parte de la campaña de Washington contra la Revolución Bolivariana.
USAID desplegó su Centro de Solidaridad, alineado con la AFL-CIO, para organizar a los burócratas sindicales de derecha en apoyo del golpe de Estado de 2002 contra Chávez; y un informe de WikiLeaks de 2013 reveló una estrategia, encabezada por USAID, de «penetrar en la base política de Chávez», «dividir al chavismo» y «aislar a Chávez internacionalmente».
Muchas de estas operaciones (y la actividad antes mencionada en Bolivia) se han llevado a cabo bajo la Oficina de Iniciativas de Transición (OTI) de USAID, que anteriormente tenía un presupuesto de cientos de millones de dólares y operaba en más de una docena de países, entre ellos Haití, Libia, Kenia, Líbano y Sri Lanka.
En su declaración de misión, la OTI afirma piadosamente que, aunque «no puede crear una transición ni imponer la democracia […] puede identificar y apoyar a personas y grupos clave comprometidos con una reforma pacífica y participativa» [el énfasis es nuestro].
O en lenguaje llano: no podemos derrocar directamente a los gobiernos y establecer otros nuevos en líneas favorables a Estados Unidos… pero podemos dar dinero y ayuda a quienes estén dispuestos a intentarlo. Por último, durante la guerra civil siria, USAID financió a los Cascos Blancos: una ONG «humanitaria» que en realidad es un frente de propaganda que ignoró las atrocidades cometidas por los grupos yihadistas anti-Assad en los que estaba integrada, como el Frente Al Nusra.
Hay muchos otros ejemplos que podríamos utilizar para ilustrar que cualquier ayuda genuina que USAID proporcione a las personas que sufren la guerra, la pobreza y las enfermedades es secundaria y accesoria a su papel como vector del imperialismo estadounidense, que en última instancia es el principal responsable de este sufrimiento para empezar.
¿Por qué ha hecho esto Trump?
Oficialmente, solo un acto del Congreso puede liquidar USAID, pero el organismo se ha convertido en un cadáver. Una directiva de cese de actividades ha puesto a miles de sus empleados en licencia administrativa, y solo quedan 300. Trump sugirió que ni siquiera sería necesaria la aprobación del Congreso, ya que USAID estaba plagada de «fraude» y dirigida por «lunáticos radicales».
No nos hacemos ilusiones de que Trump, Rubio o Musk estén motivados por sentimientos antiimperialistas. Debemos recordar que durante un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en Bolivia en 2019 (que es rica en litio, fundamental para las baterías de vehículos eléctricos), Musk se jactó en Twitter: «¡Daremos un golpe de Estado a quien queramos! ¡Aceptadlo!».
Por un lado, la deuda del gobierno de EE. UU. es exorbitante. Musk ha hecho mucho ruido sobre la destrucción de la burocracia federal para reducir costes. En el trato, él y Trump están jugando con la base de MAGA cerrando USAID como un golpe a los «bienhechores liberales».
A diferencia del enfoque totalmente entusiasta de Musk, Rubio dio marcha atrás en la retórica agresiva, diciendo que los proyectos de USAID críticos para la seguridad nacional de EE. UU. y la ayuda para salvar vidas se mantendrían bajo el Departamento de Estado. Es decir, entiende el valor de estas operaciones para la política exterior de EE. UU., especialmente en América Latina, y tiene la intención de preservar aquellos programas que son más importantes para los intereses del imperialismo estadounidense. Sin embargo, se alineó con la posición básica de Trump y Musk de «América primero»:
«Cada dólar que gastamos, cada programa que financiamos y cada política que aplicamos debe justificarse con la respuesta a tres preguntas sencillas. ¿Hace más segura a Estados Unidos? ¿Hace más fuerte a Estados Unidos? ¿Hace más próspera a Estados Unidos?»
En una franca entrevista, explicó cómo el cambio de la situación mundial ha influido en la política de Trump:
«No es normal que el mundo tenga simplemente una potencia unipolar. Eso fue una anomalía, fue producto del final de la Guerra Fría… Pero, con el tiempo, íbamos a volver a tener un mundo multipolar, con varias grandes potencias en diferentes partes del planeta. Nos enfrentamos a eso ahora con China y, hasta cierto punto, con Rusia».
Tras la bravuconería, Trump reconoce que el declive relativo del imperialismo estadounidense significa que ya no puede permitirse ni vigilar ni financiar al mundo. En opinión de Trump, malgastar miles de millones en lo que él llama «países de mierda» va claramente en contra de su mandato.
Esta es la mitad de la lógica que hay detrás de la liquidación de USAID. La otra mitad tiene que ver con la guerra de Trump contra las instituciones federales que limitaron su último mandato. Ha aprendido la lección y está imponiendo la ley con decisión. ¡Imagínese si alguno de los políticos y movimientos de izquierda que surgieron en la última década estuviera preparado para actuar con tanta determinación! Su incapacidad para canalizar y aprovechar la enorme ira de los trabajadores estadounidenses hacia el establishment ha permitido a Trump captar parte de este estado de ánimo, aunque a su manera reaccionaria.
A diferencia de los liberales y reformistas de frac, los comunistas no lamentamos la USAID. Que vaya a la trituradora de madera. No es tarea de los comunistas lamentar las instituciones liberales que Trump está demoliendo, sino luchar por su derrocamiento en una auténtica revolución socialista, no en esta «revolución de palacio» de un ala rival de la clase dominante como estamos viendo con Trump.
Para poder entender las raíces, el ADN, que marca desde su surgimiento la impronta especialmente brutal y reaccionaria de la burguesía y el capitalismo español, hay que remontarse al período en que, surgiendo de las entrañas de la vieja sociedad feudal en disolución, se empieza a abrir camino el dominio del capital y el régimen burgués.
España y la llamada “acumulación originaria del capital”
Marx en el último apartado del Volumen I de El Capital, aborda la llamada acumulación originaria. En el primer párrafo de ese apartado, sintetiza algunas de las conclusiones centrales analizadas en los capítulos previos y describe:
“Hemos visto cómo se convierte el dinero en capital, cómo sale de éste la plusvalía y cómo la plusvalía engendra nuevo capital. Sin embargo, la acumulación de capital presupone la plusvalía, la plusvalía la producción capitalista y ésta la existencia en manos de los productores de mercancías de grandes masas de capital y fuerza de trabajo. Todo este proceso parece moverse dentro de un círculo vicioso, del que sólo podemos salir dando por supuesta una acumulación “originaria” anterior a la acumulación capitalista -acumulación previa- la denomina Adam Smith; una acumulación que no es resultado sino punto de partida del régimen capitalista de producción.
«Esta acumulación originaria viene a desempeñar en economía política el mismo papel que juega en teología el pecado original. Al morder la manzana, Adán engendró el pecado y lo transmitió a toda la humanidad».
Abordando el análisis de cuáles fueron los factores y hechos objetivos que facilitaron y aceleraron esa acumulación primigenia, tenemos la versión edulcorada y laudatoria de los economistas burgueses, que presentan la acumulación previa como la merecida recompensa a un pequeños grupo de chicos buenos y ahorradores, dedicados en cuerpo y alma al trabajo cual laboriosas hormigas. De esa idílica manera, esos hombres de bien, pudieron guardar para el futuro y el capital brotó de su esfuerzo, tan limpio y reluciente como una patena.
Frente a este bonito cuento oficial, Marx generalizando la experiencia histórica de todo el desarrollo social, afirma que fue a través de la fuerza como se realizó el proceso de acumulación previa: “La violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva. Es por sí misma una potencia económica.
Haciendo gala de su extraordinaria capacidad de síntesis, partiendo del estudio del conjunto de hechos particulares que marcan los albores del dominio del capital, aplicando el método del materialismo dialéctico, Marx deduce hacia dónde apunta la dinámica histórica general. Extrayendo las leyes que de ella se derivan, analizando la génesis del Capitalista Industrial, explica:
“La Edad Media había legado dos formas de capital, que alcanzan su sazón en los más diversos tipos de sociedad y que antes de llegar la era de producción capitalista son considerados como el capital por antonomasia». El capital usurario y el capital comercial.
«El régimen feudal en el campo y en la ciudad el régimen gremial, impedían al dinero capitalizado en la usura y el comercio convertirse en capital industrial.
«Dichas barreras desaparecieron con el licenciamiento de las huestes feudales y con la expropiación y desahucio parciales de la población campesina. Las nuevas manufacturas habían sido construidas en los puertos marítimos de exportación o en lugares del campo alejados de las antiguas ciudades y de su régimen gremial.
«El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata en América, la cruzada de exterminio, esclavización y enterramiento en las minas de la población aborigen, el comienzo y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión de África en un cazadero de esclavos negros.
«Son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista.
«Estos procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria. Tras ellos pisando sus huellas, viene la guerra comercial de las naciones europeas, cuyo escenario fue el planeta entero. Rompe el fuego con el alzamiento de los Países Bajos, sacudiendo el yugo de la dominación española, cobra proporciones gigantescas en Inglaterra con la guerra anti jacobina, sigue ventilándose en China en las guerras del opio….”
“Las diversas etapas de la acumulación originaria tienen su centro por orden cronológico más o menos preciso, en España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. Es en Inglaterra donde a fines del siglo XVII se resumen y sintetizan sistemáticamente en el sistema colonial, el sistema de la deuda pública, el moderno sistema tributario y el sistema proteccionista”.
Y concluye: “El Capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza”
Monarquía absoluta, conquista y expolio colonial: del sueño de El Dorado a la lenta y prolongada pesadilla de un régimen putrefacto
España tuvo, por así decirlo, la ventaja de la primogenitura histórica de ser el país donde la monarquía absoluta se desarrolló en su forma más acusada y con anterioridad a los demás estados feudales, sobre la base material de la unión de los reinos de Aragón y Castilla y la conquista de Granada bajo el reinado de los Reyes Católicos. Esto, unido al casi simultáneo y casual descubrimiento de América, empujados por la búsqueda de un mejor acceso al comercio de Especias con las Indias –frente a la ruta africana controlada por Portugal se buscaba otra hacia el Indico–, conforman el escenario que en los comienzos del siglo XVI otorgaron a la monarquía española la superioridad sobre el resto de Europa y el dominio de América del Sur.
En su primer artículo de la serie “La España Revolucionaria”, publicado en el New York Daily Tribune el 09-09-1854, analizando este proceso Marx sintetiza:
“Fue en el siglo XVI cuando se formaron las grandes monarquías, que se erigieron en todas partes sobre la base de la decadencia de las clases feudales en conflicto: la aristocracia y las ciudades. Pero en los otros grandes Estados de Europa la monarquía absoluta se presenta como un centro civilizador, como la iniciadora de la unidad social. Allí era la monarquía absoluta el laboratorio en que se mezclaban y trataban los distintos elementos de la sociedad; hasta permitir a las ciudades trocar la independencia local y la soberanía medievales por el dominio general de las clases medias y la común preponderancia de la sociedad civil. En España por el contrario, mientras la aristocracia se hundía en la decadencia sin perder sus privilegios más nocivos, las ciudades perdían su poder medieval sin ganar en importancia moderna.
“Si después del reinado de Carlos I la decadencia de España, tanto en el aspecto político como en el social, ha exhibido todos los síntomas de ignominiosa y lenta putrefacción que fueron tan repulsivos en los peores tiempos del imperio turco, en los de dicho emperador las antiguas libertades fueron al menos enterradas en un sepulcro suntuoso. Eran los tiempos en que Vasco Núñez de Balboa hincaba la bandera de Castilla en las costas de Darién, Cortés en México y Pizarro en el Perú; en que la influencia española tenía la supremacía en Europa, y la imaginación meridional de los íberos se encandilaba con la visión de El Dorados, de aventuras caballerescas y de una Monarquía Universal. Entonces desapareció la libertad española en medio del fragor de las armas, de los ríos de oro y de los tétricos resplandores de los autos de fe”.
“El descubrimiento de América. que al principio fortaleció y enriqueció a España, se volvió pronto contra ella» / Dominio público
Efectivamente, como Marx resalta, la práctica eliminación de los dos pilares del viejo poder de las ciudades medievales españolas –los Ayuntamientos y las Cortes– proceso que se aceleró de manera decisiva tras la derrota de los comuneros en Villalar el 23 de abril de 1521, fue el síntoma prematuro de lo que estaba por llegar.
En poco menos de un siglo, los mismos factores que impulsaron los éxitos iniciales del imperio español se convirtieron en su contrario. Estos condujeron a un período de decadencia, que hasta hoy mismo sigue marcando la impronta del capitalismo y la burguesía española.
En su artículo “La Revolución española y las tareas de los comunistas” (24-01-1931), Trotski explica el enorme atraso del capitalismo español en el contexto europeo de comienzos de los años 30 del siglo pasado, y siguiendo la estela de los artículos de Marx sobre la España revolucionaria del siglo XIX, comenta:
“El descubrimiento de América. que al principio fortaleció y enriqueció a España, se volvió pronto contra ella. Las grandes rutas comerciales se apartaron de la península ibérica. Holanda enriquecida tomó la delantera a España. Después de Holanda fue Inglaterra quien adquirió una posición aventajada sobre el resto de Europa. Era la segunda mitad del siglo XVI. España se aproximaba a la decadencia Después de la destrucción de la Armada Invencible (1588) esta decadencia revistió -por así decirlo- un carácter oficial. Nos referimos al advenimiento de ese estado de feudalismo burgués que Marx llamó la putrefacción lenta y sin gloria.
«Las viejas y las nuevas clases dominantes -la nobleza latifundista y el clero católico mediante la monarquía, las clases burguesas mediante sus intelectuales- intentaron tenazmente mantener sus viejas pretensiones, pero ¡Ay! sin sus antiguos recursos. En 1820 las colonias de América del Sur se separaron definitivamente. Después de la pérdida de Cuba en 1898, España quedaba sin posesiones coloniales. Las aventuras de Marruecos no supusieron más que la ruina del país y la intensificación del descontento del pueblo”.
Siglo XIX, la revolución burguesa en España, el papel de las últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas
Si hubiera que elegir dos tesis que se muestren como norma, en toda la experiencia acumulada de la humanidad desde el mismo momento en que surgen las clases, estas sin duda serían: la lucha de clases y que ninguna clase dominante abandona voluntariamente la escena de la historia. La primera, se expresa como fuerza motriz que, inicialmente de forma acumulativa, y una vez se han alcanzado los límites de una sociedad dada, de forma revolucionaria, hace girar las ruedas de la historia, instaurando un nuevo marco social que niega lo viejo y encaja con las nuevas capacidades productivas y necesidades de la sociedad. La otra tesis constantemente reiterada, estrechamente ligada con este carácter histórico y por tanto finito de cualquier régimen social, es que ninguna clase dominante en la historia se ha podido reconciliar nunca con la idea de que el régimen social que garantiza su poder y privilegios esté destinado a desaparecer.
Esta verdad incuestionable, de que ninguna clase dominante abandona voluntariamente la escena de la historia, resalta la importancia en la lucha de clases del campo de batalla ideológico, y permite entender el sesgo de clase de las llamadas ciencias sociales. Este proceso se agudiza más aún, como es el caso hoy, en períodos de crisis orgánica del sistema que muestran ante los ojos de millones la bancarrota del capitalismo y el riesgo que su supervivencia implica para el futuro de la humanidad.
En este sentido, no es de extrañar que para la burguesía cuando se trata de abordar el pasado, el fomento de la desmemoria, unido al ocultamiento y la distorsión, sean la norma. Esto es así, incluso cuando se trata de explicar cómo se realizó su propio ascenso histórico, por no hablar de las luchas obreras revolucionarias que han cuestionado su sistema-.De esta forma, cuando el gran historiador escoces Thomas Carlyle escribe en 1795 -sólo 150 años después de los hechos- su libro “Cartas y discursos de Oliverio Cromwell”, para recuperar la figura histórica del que fue máximo dirigente de la revolución inglesa, tuvo que desenterrarla, en sus propias palabras, de debajo de un montón de perros muertos. ¡Qué decir del pavor indisimulado de la burguesía gala, para evitar por cualquier medio el recuerdo de su infancia revolucionaria!. Y si esta es la norma general en todo el mundo burgués, no por casualidad, en el caso del parasitario capitalismo hispano, la norma adquiere el carácter de una necesidad obsesiva e inquebrantable, que ningún grupo político o social que acepte el juego institucional puede romper.
Los patrióticos dirigentes hispanos, tras la imagen que venden de una España de ”glorioso” pasado -la tan falsa y manida hispanidad- y de un más que prometedor presente y futuro, lo que pretenden en realidad es ocultar bajo siete velos su auténtico rostro, la historia real de una burguesía parasitaria y reaccionaria, incapaz de hacer avanzar la sociedad. El cuadro real de la sociedad española a la que ellos representan, tiene mucho más que ver, con la descripción que ya hace 4 siglos hacía Cervantes en sus Novelas Ejemplares de la situación del país: la imagen del “caballero” que, bajo su capa de curtido cuero, ocultaba sus harapos y junto con él nos presentaba a esa cofradía de truhanes, ladrones y criminales que se reunían en el patio de Monipodio.
Si algo caracteriza al largo proceso de alumbramiento del dominio de la burguesía en España -que prácticamente abarca todo el siglo XIX-, es su inconsistencia, su incapacidad de llegar hasta el final rompiendo definitivamente con toda la basura feudal y clerical. Otro elemento decisivo que marca con su impronta todo el período, y cuya alargada sombra llega hasta nuestros días, es el importantísimo peso que en la acumulación originaria de capital tiene el dominio colonial de Cuba y en mucha menor medida los de Puerto Rico y Filipinas.
Lejos de romper con el viejo régimen, lo que se produjo fue la fusión de la aristocracia terrateniente con la nueva clase burguesa ennoblecida, bajo la tutela de la rapaz monarquía borbónica y con el asfixiante peso de una intocable Iglesia Católica. Todo ellos garantizado, sobre todo a partir del final de la Guerra de Independencia, por un Ejército y una judicatura, elementos centrales del Estado burgués, que intervienen como “árbitros” en los momentos de ruptura del equilibrio social o político, aglutinados en torno a la reaccionaria figura del monarca.
Todo este entramado que vincula y une a las viejas y nuevas fortunas, fusionadas estrechamente con el Estado, en cuyo vértice se coloca el Rey, sólo tiene como único objetivo seguir exprimiendo hasta la última gota de la riqueza creada en las colonias de ultramar y en la península por el trabajo de las masas populares.
En el último tercio del siglo XIX fracasa el intento de los sectores revolucionarios de la pequeña y mediana burguesía republicana de modernizar el país, con el fin del denominado sexenio revolucionario y de la efímera 1ª República 1868-1874. Junto con la restauración de la monarquía, en la figura de Alfonso XII, un nuevo y decisivo actor, la clase obrera, irrumpe con fuerza en la escena de la historia, anticipando el rol decisivo que la lucha obrera tendrá en el futuro del país, desde los inicios del siglo XX hasta hoy.
Azúcar y Esclavistas
El ejemplo de la independencia de Estados Unidos de la corona británica, fruto de la primera revolución americana, seguido por el triunfo de la Revolución Francesa en 1789 y dos años después por la victoria de los llamados jacobinos negros en su guerra de liberación nacional, en la isla de Santo Domingo controlada por Francia, que condujo a la independencia de Haití[1], animaron de manera decisiva el movimiento pro independencia en las colonias españolas de América. Este proceso fue favorecido a su vez por la crisis dinástica en la península. Esta crisis, que tras la denominada abdicación de Bayona donde Carlos IV cede el reino a Napoleón, conduce a la invasión francesa y a la Guerra de independencia de 1808-1814.
Frente a la pasividad sumisa del monarca, de su corte aristocrática y las élites dominantes, son la insurrección y resistencia popular, canalizada a través de las juntas revolucionarias que se forman a nivel local y provincial, junto a las Cortes que se convocan en Cádiz en 1812, los artífices de la derrota de Napoleón. Tras la salida de las tropas invasoras, la restauración del trono en la persona del infausto Fernando VII pone fin a los aires de cambio. Gran parte de los avances constitucionales se revierten y con ello se impulsa de manera imparable la lucha por la independencia americana. En menos de dos décadas 1810-1825, todas las colonias continentales han conquistado su independencia y el imperio queda reducido a las islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Ciertamente, el expolio y exterminio inicial de las poblaciones indígenas en las colonias de las grandes potencias ascendentes, también viene acompañado desde el siglo XVI y hasta finales del XIX, por la conversión de África en un cazadero de seres humanos, donde obtener la abundante mano de obra que exigían las nuevas plantaciones en América. Entre 12 y 15 millones de negros son esclavizados y trasladados forzosamente atravesando el Atlántico hasta América -desde Rio de Janeiro al Sur hasta la bahía de Chesapeake al Norte-, para que los que llegan vivos -se estima que al menos 2 millones murieron en el viaje- trabajen hasta la extenuación, sacrificados en el altar de la rápida acumulación de capitales. Esto, a su vez, engrasa y acelera la creación de un mercado cada vez más global que absorbe una demanda cada vez mayor de mercancías, impulsando a su vez el desarrollo de la manufactura y la industria.
La importancia que adquieren las plantaciones esclavistas de azúcar, café, tabaco y, más tarde, desde finales del XVIII las de algodón destinadas a satisfacer la demanda de la industria textil inglesa, impulsan el llamado Tráfico Triangular que se inicia en el siglo XVI y extiende sus vértices entre Europa, África y América, conformando un factor muy importante en el impulso de esta etapa germinal del capitalismo.
En los siglos XVII y XVIII el comercio de esclavos se incrementa enormemente y de los 300.000 que se estiman llegaron a América en el siglo XVI -de manera especial hacia las plantaciones brasileñas-, la cifra asciende a más de 1,5 millones en el XVII y supera los 6,5 millones en el XVIII. Durante esos 200 años la trata la dominan los ingleses, holandeses y franceses.
En el caso de las antiguas colonias españolas de la América continental, la esclavitud africana aunque significativa, no alcanzó las cifras del Brasil o de las Islas tropicales bajo el control de las principales potencias. Con escasas excepciones, la esclavitud africana sobrevivió a las independencias hispanoamericanas, para extinguirse en las repúblicas que allí se proclamaron durante la segunda mitad del siglo XIX.
Coincidiendo con el declive colonial, es precisamente en los ochocientos, cuando en lo que resta del dominio imperial español, sobre todo en Cuba y en menor medida en Puerto Rico, se produce un salto cualitativo, iniciándose el imparable proceso de implantación en los suelos vírgenes de las dos grandes islas caribeñas del modelo exitoso de la gran plantación anglo-francesa y holandesa.
En el impulso inicial de todo el proceso, se combinan la disponibilidad del capital ya atesorado en la isla y la península, y la “liberalización” por la corona en 1789 de la importación de esclavos africanos en todos los territorios hispanoamericanos. Todo ello, poco antes de que se produzca el hundimiento de la mayor productora de azúcar del mundo, que era la isla de Santo Domingo, como consecuencia de la revolución de los negros y esclavos que dio lugar a la segunda nación independiente en América con el nombre de Haití.
Como explica detalladamente el historiador José Antonio Piqueras Arenas en sus textos: La esclavitud en las Españas enero (2012) y Negreros (2021):
“Las islas del Caribe español, Cuba de forma destacada, Puerto Rico a considerable distancia, constituyen en el Siglo XIX los fundamentos del imperio español que sobrevive a las emancipaciones americanas de 1810-1825. Es un imperio que se caracteriza por su inequívoca impronta esclavista. La capacidad de las colonias de generar beneficios explica la ausencia de independencia política de las islas, la posición de potencia media que España conserva en el contexto internacional y una prodigiosa acumulación de capitales a ambos lados del Atlántico, en manos criollas y en manos de españoles de toda condición, desde el aventurero sin escrúpulos hasta la familia real, bien representada por María Cristina de Borbón, madre de Isabel II y durante los primeros años de minoría de esta Reina Gobernadora. Tan estrecho y fructífero resultó el vínculo colonial, que los sucesivos gobiernos ignoraron los tratados internacionales que España suscribió, por los que se prohibía el comercio de africanos a partir de 1820 y se “perseguía su contrabando” hasta con la horca para quienes fueran sorprendidos en su tráfico. Entonces comenzó el período de la trata clandestina que hasta su cese “regular” en 1867- todavía en 1873 fue sorprendido en Cuba un Alijo- llevó a las Antillas a entre 468.000-530.000 y hasta 875.000 esclavos, contraviniendo los acuerdos suscritos y la legislación penal española”.
En base al trabajo esclavo, Cuba en pocas décadas se convirtió en el primer productor de azúcar del mundo / La Jiribilla
Según la estimación media en los distintos estudios demográficos que se han publicado, en Cuba se pasa de menos de 200.000 habitantes a finales del XVIII a más de 1.000.000 en 1840-41, de los que al menos 600.000 son esclavos negros.
Teniendo en cuenta el carácter penoso e insano del trabajo en los ingenios azucareros, por las difíciles condiciones climáticas, lo que sumado a las jornadas agotadoras y a los frecuentes latigazos y malos tratos, provocaban una tasa de mortandad de hasta un 7% anual. Todo ello unido a que la elevada tasa de beneficios hacía más rentable sustituir las bajas con la compra de nuevos esclavos varones. Esto hace que diferentes expertos estimen que las cifras reales de la esclavización forzosa africana en Cuba y Puerto Rico hasta 1898, pudo afectar a entre 1,5 y 2 millones de seres humanos.
Marx, en el capítulo ya citado de El Capital sobre los orígenes de la acumulación originaria, pone el ejemplo de los efectos del tratado de Utrecht en Liverpool. En concreto, Marx se refiere a cómo tras el Tratado de Utrecht de 1713-1715 -que pone fin a la llamada guerra de sucesión española e inaugura el reinado de los Borbones- Luis XIV en premio por el apoyo de Inglaterra a las pretensiones de su nieto Felipe V –pese a que inicialmente apoyaba al candidato de los Austrias-, además de las cesiones territoriales -Gibraltar entre otras-, sobre todo les promete la concesión del “Tratado de Asiento de negros”, promesa que una vez su nieto llega al trono se hizo efectiva otorgando a la compañía británica South East Company la autorización para el envío durante 30 años de 4.800 esclavos anuales a la América española; esto es, 144.000.
Dice Marx: “Liverpool se engrandeció gracias al comercio de esclavos. Ese fue su método de acumulación originaria”, y da las cifras. En 1730 eran 15 los barcos dedicados al comercio de esclavos y en 1792 la cifra asciende a 132. Como conclusión, refiriéndose al auge de la industria algodonera inglesa -que se basó inicialmente en la mano de obra de niños que sacaban de los hospicios y orfanatos para explotarlos hasta la extenuación-, apostilla:
«A la par que implantaban la esclavitud infantil, la industria algodonera servía de acicate para convertir el régimen más o menos patriarcal de la esclavitud en los EE.UU en un sistema comercial de explotación.
«En general, la esclavitud encubierta de los obreros asalariados en Europa exigía, como pedestal la esclavitud sin disimulo en el Nuevo Mundo”.
Los datos más que esclarecedores que detalla en su último libro -Negreros- el ya citado Francisco Piqueras corroboran la tesis de Marx:
”Nunca se transportaron más esclavos de África a América que en el lapso comprendido entre 1750 y 1850. En 1860 se alcanza el máximo de esclavos africanos y afro descendientes en América. En sólo dos países EE.UU y Brasil, más las colonias españolas de Cuba y Puerto Rico y las Neerlandesas de Antillas y Surinam, la cifra supera los 8 millones de esclavos. La producción de estas regiones trabajadas por esclavos se encuentran a la cabeza de las exportaciones americanas y estrechamente ligadas con los mercados más desarrollados y los procesos productivos y tecnologías más avanzados Textiles, Refino y consumo masivo de dulces y bebidas estimulantes… empleándose en su producción, transporte, financiación y comercio los medios más sofisticados que se disponía».
Comparativamente al número de navíos negreros de Liverpool, para hacernos una idea del peso de la esclavitud en la acumulación capitalista originaria española, estas son las estimaciones de Piqueras:
“El número de embarcaciones que participaron en la trata clandestina española, por la proporción que puede establecerse entre navíos capturados y viajes realizados, superó los 2000 y pudo acercarse a los 2.500. Multiplíquese por la marinería precisa para atender los navíos, de 20 a 50 por barco, los capitanes y pilotos, los comerciantes que corresponden a esas cifras, las mercancías necesarias para los intercambios y la industria naval movilizada en el mantenimiento y la construcción de bajeles. Sólo para esta época de trata ilegal y clandestina, hablamos de decenas de miles de personas involucradas de manera activa”.
En base al trabajo esclavo, Cuba en pocas décadas se convirtió en el primer productor de azúcar del mundo. Los datos del estudio La Industria azucarera de Cuba durante el siglo XIX, del mexicano Julio le Riveren resultan esclarecedores:
Año
CubaTns. Azúcar
% Mercado Mundial
LouisianaTns. Azúcar
BrasilTns. Azúcar
1853
322.000
21,8%
225.000
138.000
1855
392.000
27,2%
116.000
106.000
1857
355.000
21,8%
157.000
88.000
1859
536.000
28,2%
181.000
120.000
Teniendo en cuenta que, según diversos cálculos, el valor actualizado de un peso cubano de mediados del XIX equivaldría hoy a 70,49€.
Los capitales generados para la oligarquía azucarera que a su vez engrasaban todo el entramado negrero, alcanzaron cifras desorbitantes. Así teniendo en cuenta el precio de venta medio de una libra de azúcar-0,454 kg- en 1855 de 0,05 pesos, el valor de la producción de ese año sumó 43.178.800 pesos, el equivalente a 3.044 millones de euros de hoy. En 1860 con igual precio medio por libra de azúcar y una producción de 447.000 toneladas, el valor alcanzado fue de 49.237.050 pesos cubanos es decir el equivalente a 3471 millones de euros.
Tras décadas de explotación, se hace necesario trasladar las plantaciones desde la costa occidental hacia el centro de la Isla, lo que encarece el transporte y sumado a los gastos dedicados a la importación de la maquinaria más moderna y a los de la “reposición de esclavos”, hace que se dupliquen los costes del capital necesario para instalar y hacer funcionar un ingenio, y a pesar de ello los beneficios siguen siendo fabulosos. Cuba es la Perla de las Antillas, según muchos autores, constituye una de las colonias más rentables del mundo y como prueba de ello, en 1860, los ferrocarriles y líneas férreas cubanas para el transporte del azúcar son más numerosos que los que existen en toda la América Latina.
Para estimar el peso económico de las colonias en el conjunto de la economía española de mediados del XIX, basta con revisar los datos del artículo de Catalina Guarner: “Economía española entre 1850 y 2015” publicados en ICADE nº10- revista cuatrimestral de las facultades de derecho y ciencias económicas- Según sus propias estimaciones, actualizando a euros de 2010, el PIB total de España ascendía en 1855 a 22.000 millones de euros, y en 1860 la cifra estimada era de 24.000 millones.
Negreros, la representación más acabada del mito del “Indiano”
Según el relato histórico oficial, la figura del Indiano está unida indisolublemente con esa imagen idealizada y nunca mejor dicho “edulcorada”, de hombres emprendedores y audaces, que partiendo de casi nada, gracias a su audacia y habilidad en los negocios en unos años de trabajo duro en las Américas, labraron su fortuna. Sus cronistas ensalzan que fue su importante contribución al engrandecimiento de España y al crecimiento de la economía nacional, lo que les hizo acreedores de los mayores honores y dignos merecedores de la justa concesión “Real” de los títulos que reconocían su innata nobleza.
Hoy, escondiendo el genuino y sangriento origen de sus fortunas, siguen siendo recordados como mecenas, que han dejado su impronta en los hermosos edificios que mandaron construir, en los cuadros expuestos en museos, en bellas estatuas de mármol y rotulados en los nombres de muchas calles de pueblos y ciudades.
Juan Güell y Antonio López López eran dos perfectos exponentes del “Negrero cubano” / Wikimedia Commons
Como ejemplo esclarecedor de lo que nos referimos: ¿Quién no conoce y admira la obra de Gaudí? Lo que es menos conocido es que Juan Güell, padre del que fue mecenas de Gaudí[2], y otro de sus clientes importantes Antonio López López, que le encargó el palacete del Capricho en Comillas, eran dos perfectos exponentes del “Negrero cubano” que se hicieron inmensamente ricos, con la trata y la esclavitud.
Hay una prueba fehaciente del compromiso inquebrantable de todos los políticos del régimen del 78 para no poner en cuestión el relato y con ello la pervivencia de los elementos centrales que garantizan el mantenimiento del sistema burgués. Escenificando la condena formal y por supuesto “unánime” del parlamento a la esclavitud y la trata de africanos, en 2009 se presentaron para su debate en el Congreso de Diputados dos propuestas del PP y el PSOE de Proposición no de Ley “Sobre memoria de la esclavitud, reconocimiento y apoyo a la comunidad negra africana y de afro descendientes en España”. En ninguna de ellas reconocían la responsabilidad española en la trata y el trabajo esclavo, ni se aludía a una reparación simbólica. El 26 de febrero de 2010 se recogía en el Boletín oficial de las Cortes, el texto finalmente aprobado. En el mismo, aparte de la condena genérica del esclavismo, nada quedó sobre retirar los nombres en las calles y otros homenajes a personas “ilustres” que hubieran tenido relación con la trata y la esclavitud. La explicación que dio el portavoz del PP a la enmienda -aprobada por supuesto con el respaldo del PSOE- por la que se suprimía la petición del cambio de nombres de las calles, era que eliminar esos nombres podría generar situaciones complicadas e incómodas que es lo que ninguno queremos que se produzca.
Sus señorías -y más aún los oligarcas del capital cuyos intereses defienden- conocen de primera mano que el capitalismo español, entre otras raíces, hunde una vigorosa y profunda, en el sangriento sustrato de la esclavitud americana. Más aún, son plenamente conscientes que el rastro de los capitales negreros, igual que el más reciente de quienes incrementaron sus fortunas previas o directamente se hicieron ricos con el franquismo. Como textos de referencia para conocer en detalle las viejas y nuevas fortunas bajo Franco: Ricos por la Guerra de España, Los Ricos de Franco y La Familia Franco S.A, todos ellos del periodista y escritor alicantino Mariano Sánchez Soler.
Este rastro nos conduce hasta hoy, donde el mismo viejo entramado de poder adaptado al siglo XXI y los mismos apellidos y títulos nobiliarios de ayer, siguen siendo parte integral de la casta dominante.
Aun siendo numerosos los estudios y textos que diferentes especialistas han dedicado a tratar de forma más o menos acertada lo que supuso la trata y el esclavismo en Cuba, son los dos libros ya citados de José Antonio Piqueras, los primeros que de manera detallada y valiente, además de llamar a las cosas por su nombre, establecen el hilo conductor que vincula la historia de ayer con la situación actual. Dice Piqueras en su introducción a su libro Negreros: españoles en el tráfico y en los capitales esclavistas:
“Una parte del mundo que crearon los negreros desapareció con ellos, otra porción puede ser identificada sin dificultad en la posición y fortuna transmitida por generaciones, reconocible en las élites económicas, políticas y aristocráticas que 200 años después de haberse suprimido la trata legal, 135 años más tarde de ser suprimida la esclavitud en Cuba, se mantienen activas. En algunos pasajes, a modo de un almanaque de Gotha, las páginas que siguen enlazan el pasado oculto con nombres actuales de la alta sociedad, las finanzas, la política y la vida pública. Es su historia no contada. Si se trae aquí esa relación es con la finalidad de dar visibilidad a un pasado español negado o minimizado”.[3]
El indeleble vínculo que en su libro describe Piqueras, entre los negreros de ayer y sus poderosos herederos hoy, es la razón de fondo que explica las “reticencias” parlamentarias a recordar esa verdad histórica.
De hecho, no por casualidad, las situaciones complicadas e incómodas a las que aludía nuestro ínclito parlamentario popular al pedir el voto a su enmienda, fueron perfectamente entendidas y asumidas por la bancada socialista y por la de los distintos grupos de la derecha nacionalista.
Se trataba de otro ejemplo más, del mismo pacto de hierro, que desde 1977, tras casi 50 años de “democracia”, sigue garantizando la total impunidad de los torturadores y asesinos franquistas. Mantiene como intocable el Punto y Final, impuesto en la Ley de Amnistía, que imposibilita la admisión a trámite de cualquier denuncia o reclamación judicial de las víctimas de la dictadura contra los jueces, policías o militares partícipes directos de la represión fascista.
La historia que ayer fue tragedia, continúa como una cruel farsa
El texto de El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Marx lo inicia diciendo:
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.
“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”.
El alumbramiento del capitalismo español, coincidió con el canto del cisne del dominio colonial directo en América. El nuevo régimen se había ido gestando en la etapa final del largo proceso de lenta decadencia que se venía dando en el Estado español desde el siglo XVII. Del antiguo peso del país en la escena internacional sólo quedaba una tenue sombra, y frente a las grandes potencias del Siglo XIX España jugaba un papel insignificante y totalmente subordinado.
En este contexto histórico, los capitales obtenidos por los “Negreros” en Cuba y Puerto Rico, extrayendo hasta la última onza de oro del sudor y la sangre de cientos de miles de esclavos, fueron los fórceps necesarios para traer al mundo la nueva criatura que desde su nacimiento vino lastrada por la carga hereditaria de sus progenitores.
El proceso de simbiosis entre los nuevos capitales y los preexistentes, empieza uniendo a familias de hacendados y traficantes y, rápidamente, las uniones comerciales y conyugales se trasladan a la península donde los capitales negreros se orientan a todas las ramas productivas: compra de tierras, navieras y especialmente a las nuevas industrias y al sector financiero.
Mantener cueste lo que cueste el río de oro que llega desde las Antillas, rápidamente se convierte en el objetivo prioritario del Estado burgués y de toda su estructura política y militar (Monarquía, gobierno, ejército, Iglesia). De hecho, la parte del león del aluvión de dinero que financia el aparato estatal fluye desde las colonias antillanas, empezando por el ejército que en ese momento absorbía 1/3 del presupuesto total, legalmente a través de la carga fiscal y más importante aún de manera extraoficial mediante los sobornos o directamente con una participación en los negocios.
Sobre cómo se fue desarrollando todo el entramado de poder dice Piqueras:
“A partir de 1823 la complicidad de las autoridades españolas en Cuba y Puerto Rico con la esclavitud era tan estrecha, que se convirtieron en sus mayores y más útiles protectores. El general Miguel Tacón, gobernador de Cuba entre 1834-1838, militar que hizo y perdió las guerras continentales, de independencia e hispano americana, llegó a la conclusión de que la trata no era sólo un elemento sobre el que se sostenía la plantación y, en consecuencia, el comercio y los ingresos fiscales españoles; sino que creaba las condiciones apropiadas para disuadir a los criollos más audaces de la inconveniencia de un movimiento de rebeldía contra España.
“La trata creaba una masa importante de esclavos, un desequilibrio demográfico de tal magnitud, que los criollos blancos tenían motivos para temer una situación en la que no fuera posible, al ejército y a los peninsulares, contener a los esclavos si tenían que emplearse contra los insurrectos cubanos, dando lugar a que se reprodujeran las escenas de Haití, con una guerra racial pintada con los colores más tenebrosos. Leopoldo O’Donnell ratificó esa misma visión en la década siguiente”.
Desde la opuesta perspectiva del campo rebelde: “Les daba la razón el reformista y expatriado José Manuel Mestre cuando escribe desde New York al plantador criollo Cristóbal Madén el 12-12-1871: Nada puede haber más favorable para la causa de la revolución cubana que la abolición de la esclavitud. En ésta -la esclavitud- estriba todo el poder español en sus colonias antillanas y comprendiéndolo así los peninsulares residentes en Cuba se oponen y opondrán con todas sus fuerzas a todo cambio en la nefasta institución».
Continuar la tradición, de intentar conquistar y mantenerse en la cúspide del poder a cualquier precio, marca como un sello grabado a fuego a los Borbones, desde su acceso al trono español. En el momento mismo en que se implantan las primeras grandes haciendas esclavistas, la Corona se convierte en garante y por supuesto directo partícipe del negocio. Tras ella se agolpa el resto de los estamentos del Estado. Empezando por los ministros y presidentes de los gobiernos peninsulares, los capitanes generales y gobernadores coloniales, el ejército, la judicatura, la Iglesia y una multitud de políticos, intelectuales y periodistas…, todos ellos bien pagados con el oro negrero para defender hasta sus últimas consecuencias el status quo.
El tinglado del poder se estructura de arriba abajo, como los engranajes de una máquina bien engrasada. Las enormes tasas de plusvalía que se arrancan de la explotación inmisericorde de los esclavos, se comparte entre Negreros y Hacendados. Éstos, una parte la re invierten en la Isla y en la península, generando nuevos negocios y beneficios, y el resto se destina al pago de las tasas fiscales y sobre todo a lubricar todo el mecanismo “extraoficial”. En una perfecta simbiosis, el enorme caudal de dinero sucio se distribuye de forma piramidal. Empezando desde el Rey y respetando escrupulosamente el escalafón, todos reciben su parte.
Las autoridades en las Colonias y la Metrópolis, mientras que oficialmente suscriben y acatan todos los tratados internacionales que prohíben y castigan La Trata y, más tarde, el trabajo esclavo, no sólo lo permiten, sino que lo respaldan e impulsan abiertamente. Entre 1820 y 1867 se estima que entre 350 y 500 barcos dedicados al tráfico con destino a Cuba y Puerto Rico, fueron apresados sobre todo por barcos ingleses, en bastantes casos se confiscaba el barco y también la carga, pero no hubo ni una sola condena penal, ni a las tripulaciones, ni por supuesto a quienes financiaban y dirigían el tráfico.
Con muy pocas excepciones, los Capitanes Generales que dirigían el gobierno cubano abandonaban la isla con los bolsillos repletos.
La norma reflejada -en múltiples informes sobre el tráfico esclavista- la ejemplifica Piqueras con los datos de un informe de 1844:
“El informe estaba en condiciones de precisar que el desembarco de cada uno de los “esclavos frescos”, iba acompañado del desembolso de 27,50 pesos, repartidos de la siguiente forma: 16 iban al gobernador, 4 al oficial superior de la fuerza naval,7 al recaudador de aduanas y 0,50 pesos a los guardias que les custodiaban. En un sólo barco el capitán general podía recaudar 6.400 pesos”.
El ya citado general Miguel Tacón y Rosique, tras ejercer durante 5 años como gobernador de la Isla, abandona Cuba con una fortuna estimada en 400.000 pesos – o el equivalente hoy a 31.720.500€-
Otro ejemplo vivo de las bases materiales que sustentaban los intereses Negreros, lo encarna el destacado militar y político español, Leopoldo O’Donnell -Conde de Lucena y Duque de Tetuán, varias veces ministro y durante 6 años presidente del Gobierno español-. Entre 1843 y 1848 ejerce como Capitán General y Gobernador de Cuba. En su mandato, según fuentes del entonces cónsul británico en la Habana, en algunos desembarcos el pago al gobernador por “pieza”-como denominaban también los negreros a cada africano desembarcado-, subía hasta los 51 pesos. En sólo 6 años O’Donnell abandona la isla con un capital estimado en 500.000 pesos-35.245.000€ de hoy-.
La familia real, haciendo gala del papel decisivo de la corona y en fiel correspondencia con la grave responsabilidad que implicaba su posición a la cabeza de la Nación, son de los primeros en participar del Negocio. Empezando con el más lucrativo de la Trata, la regente María Cristina de Borbón se asocia con uno de los mayores negreros -el político y traficante Julián Zulueta- y junto a su segundo esposo Fernando Muñoz, no hay negocio lucrativo que no aborden.
La trama de control oligárquico, como la Hidra de Lerna extiende sus cabezas tentaculares por todos los estamentos sociales. Periódicos, diputados, ministros, jueces, obispos forman parte o están en nómina de su entramado. Es vox populi -como refleja Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales– el descarado dominio que ejercen sobre los mecanismos decisivos del poder.
Mientras, en la España real crece el clamor popular que denuncia el contraste entre la miseria de la mayoría laboriosa y la ostentosa riqueza de la élite, personificada en el bochornoso espectáculo de corrupción sin límite de la Casa Real.
También en Cuba crece el descontento, sobre todo entre sectores criollos del oriente cubano, que decepcionados por la negativa de la metrópoli de conceder una amplia autonomía a la isla, empiezan a defender la idea de la independencia, en frontal oposición a los intereses de los grandes hacendados habaneros y de la provincia de Matanzas en el Occidente isleño, que conforman el núcleo duro del llamado partido peninsular.
La expulsión de la corrupta Isabel II, inaugura el sexenio revolucionario (1868-1873) en la península y también detona el inicio de la 1ª guerra cubana de 1868-1878.
La expulsión de la corrupta Isabel II, inaugura el sexenio revolucionario en la península y también detona el inicio de la 1ª guerra cubana de 1868-1878 / Dominio público
El movimiento revolucionario a favor de la República federal, huérfano de una dirección consecuente, se dispersa en multitud de luchas locales descoordinadas- movimiento cantonal- y en pocos meses los monárquicos encabezados por Cánovas del Castillo retoman el control y traen de vuelta a los Borbones. El fracaso republicano, que inicialmente parece estabilizar al régimen, en realidad supone la ruptura definitiva con los sectores reformadores cubanos, y a pesar de la derrota inicial de los insurgentes en la denominada Gran Guerra, realmente marca el destino de Cuba y de los restos del Imperio Colonial.
En 1895 los revolucionarios cubanos inician la que José Martí definió como la Guerra Necesaria durante 4 años de lucha encarnizada, los 270.000 efectivos de las tropas españolas y de cubanos pro peninsulares, se enfrentan a 54.000 guerrilleros insurrectos. Transcurridos tres años desde su inicio, la entrada en la Guerra de los EE.UU, que en pro de sus propios intereses imperialistas se enfrenta a España apoyando a los insurrectos, en pocos meses cambia el curso bélico del conflicto. El 3 de julio los 17.000 efectivos del cuerpo expedicionario norteamericano desembarcados en el sudoeste de la Isla, cercan por tierra Santiago de Cuba. La flota española que desde hacía un mes se encontraba bloqueada en la Bahía Santiaguina, se tiene que hacer a la mar y, enfrentada a la flota norteamericana, es totalmente destruida. La derrota es inapelable, el decrépito imperialismo hispano cede el paso a la entonces ascendente potencia de las barras y estrellas.
El imperio colonial hispano acabó, igual que cuando inició su andadura, con la marca indeleble del oro y la sangre. En una orgía de muerte y destrucción, además de los más de 80.000 beligerantes muertos, entre 200.000 y 400.000 civiles murieron hacinados en los Campos de Reconcentración impuestos por el ejército colonial.
La crisis de 1898 certificó de manera abierta, la realidad de un capitalismo débil, totalmente irrelevante en la permanente lucha imperialista por la hegemonía mundial. España comienza el Siglo XX como una de los países más pobres de Europa. Dirigido por una burguesía rapaz y parasitaria incapaz de modernizar y hacer avanzar al país. Para mantener su control y dominio, -frente a una joven y combativa clase obrera-, en cada una de las crisis que rompen o ponen en riesgo de manera decisiva su control político y que como puntos de inflexión jalonan el nuevo siglo, su respuesta es el recurso a la represión abierta y como último eslabón al Ejército.
La alargada sombra del pasado y la lucha por el futuro
Dice el refrán popular que aquellos polvos nos trajeron estos lodos. En los últimos 50 años de “democracia” – producto del descarrilamiento por su dirección del magnífico movimiento de lucha huelguística y política de la clase obrera contra la Dictadura y el dominio del capital- se produce la plena incorporación del ya maduro capitalismo hispano a la rueda del imperialismo europeo y occidental.
El cambio de la correlación de fuerzas entre las clases, que implica el mayoritario peso cuantitativo de los asalariados en el conjunto de la sociedad española y el enorme poder potencial de la clase obrera, impone temporalmente al capital adaptar las formas políticas de su dominio a los procedimientos de la Democracia formal.
Eso sí, desde el mismo momento en que a finales de los 70, ya es imparable “el cambio”, convenientemente camuflados con el ligero barniz del centro y con la imprescindible e impagable ayuda que representa la traición de los máximos líderes del PCE y PSOE. De esta manera, los representantes políticos directos de la burguesía garantizaron el mantenimiento intacto de todos los elementos centrales del Estado, fieles garantes de su poder. La monarquía, el aparato militar y policíaco, la judicatura y una gran parte del viejo aparato político de la dictadura, ungidos con el mágico óleo del Consenso de la modélica “Transición”, renacen como garantes inmaculados del nuevo orden constitucional.
Es el viejo método, de cambiar lo secundario para que lo decisivo siga igual. Requiere, y más cuando el tinglado es relativamente reciente y reiterativo, de una alta dosis de Amnesia inducida y a ser posible permanente, que oculte la verdad.
Su problema es, que la verdad histórica no puede ocultarse a todo el mundo ni durante todo el tiempo. Hay un hilo rojo conductor que recorre la historia del capitalismo español, desde la acumulación colonial y esclavista primitiva hasta llegar al dominio monopolista de los oligarcas del Ibex 35 y la política imperialista española de hoy. Aparece, negro sobre blanco, en toda la nomenclatura de apellidos y títulos nobiliarios que hoy, igual que hace generaciones, sigue figurando en sus filas y que de manera exhaustiva detalla José Antonio Piqueras en su libro Negreros.
El vínculo que mejor refleja el papel del imperialismo español en el pasado y en el presente, salta a la luz analizando la evolución de la oligarquía financiera hispana.
Analizando el árbol genealógico de la enorme concentración del sector bancario, que través de un imparable proceso de absorciones y fusiones, conduce a la formación del BSCH (Banco de Santander) y el BBVA. Uno comprueba, con la excepción de Argentaria, que todas las entidades financieras que los integran (Santander, Central, Hispano Americano, Bilbao y Vizcaya) nacen vinculados a los grandes capitales negreros y al comercio con las colonias.
El dominio colonial directo, mediante la trata y las plantaciones esclavistas generaron la plusvalía, que se aportó como capital para fundar los principales bancos españoles. Hoy en el siglo XXI en la época del moderno dominio imperialista, y en una nueva vuelta de tuerca de la historia, a través de la exportación de capital y del comercio desigual, esos mismos bancos siguen obteniendo una parte decisiva de sus escandalosos beneficios en America Latina y lo mismo sucede con Telefónica, Repsol y otros grupos monopolistas.
En 2023, de los 8019 millones de euros del resultado atribuido al BBVA, 5.953 el 74% procedían de América Latina. En el mismo ejercicio, el BSCH, del total de 11.076 millones de beneficio neto, 4.592 (el 44%) tienen el mismo origen. Mantener los súper beneficios extraídos del pueblo latinoamericano, ese y no otro es el contenido real que se esconde tras el señuelo de la “Hispanidad”.
Hace años que está agotado el período prolongado, durante el que, con este o aquel traspiés, la casta dominante pudo mantener todo el entramado de su poder: en el terreno político a través de la alternancia entre las derechas e izquierdas oficiales, y en el de la lucha huelguística a través del Pacto Social con las direcciones sindicales mayoritarias de UGT y CC.OO. Golpeados por la crisis de un sistema que no tiene nada que ofrecernos, salvo un futuro de guerra, destrucción medioambiental y miseria creciente, cada día que pasa la radicalización crece y son millones los que sienten la necesidad imperiosa de acabar con el capitalismo. La idea del comunismo se abre camino en la mente y los corazones de miles de jóvenes y proletarios en todo el mundo.
Lo que se necesita con urgencia, es que cada camarada que se sienta comunista, comprenda que de nada sirve quedarse aislado. Desde la OCR os decimos que deis un paso adelante, vuestro puesto está con nosotros, ven a engrosar las filas de la sección de la ICR en el Estado español. Y afrontemos juntos la tarea de organizar y formar a los cuadros revolucionarios, que armados con las ideas científicas del marxismo y fusionados con nuestra clase, podamos derrocar a la burguesía y a su Estado, tomar el poder y construir un mundo nuevo socialista, en el que por primera vez en la historia la Humanidad accederá plenamente al reino de la Libertad.
[1] Texto de referencia para conocer en detalle el desarrollo de la revolución haitiana de 1791, “Los jacobinos negros -Toussaint LÖuverture y la Revolución de Haití, de CLR James
[2] Su hijo Eusebi, 2º conde de Güell, promotor de alguno de sus trabajos más conocidos, entre otros el Parque y la Colonia a los que da nombre, que incluyen la capilla que a Gaudí le sirvió como ensayo para su emblemática obra de la Sagrada Familia.
[3] Añade Piqueras, curándose en salud, para evitar posibles demandas judiciales: “No es nuestra pretensión atribuir la posición de la que gozan en la actualidad a los orígenes que afloran en los archivos, en la misma medida que sería inadecuado sostener que las ventajas adquiridas en el pasado son ajenas por completo a tal posición, o que la acumulación de capital proporcionado por la trata o la propiedad sobre personas esclavas fue indiferente en el proceso de enriquecimiento -en alguna de sus fases- de educación y de acumulación de capital social que los ha situado en la cadena de reproducción de las élites”.
Tras eludir a las autoridades durante cinco días, el asesino de Brian Thompson fue finalmente capturado en un McDonald’s de Altoona, Pensilvania.Apodado «El Ajustador» en las redes sociales, Luigi Mangione ha sido recibido como un héroe popular moderno.Lo que sigue es unaactualización y un complemento de nuestro artículo original, escrito antes de su captura.
La policía captura a Luigi Mangione, presunto asesino del Director Ejecutivo
El asesinato selectivo del director ejecutivo de UnitedHealthcare por Luigi Mangione hizo aflorar de forma explosiva el odio de clase profundamente arraigado que sienten millones de personas. Las imágenes de las cámaras de seguridad del tiroteo y del tirador inundaron las redes sociales, y la inmensa mayoría lo alabó como héroe y defensor de los oprimidos. Lejos de ser una cuestión de izquierdas y derechas, la indignación por el sistema sanitario con ánimo de lucro del país desbordó la copa de todo el espectro político, un ejemplo clásico de accidente que expresa una necesidad más profunda.
Descendiente de una acaudalada familia de Maryland, Mangione es ingeniero de datos con estudios en la Ivy League. Fue el mejor alumno de su promoción. En sus redes sociales hay fotos de viajes que parecen sacadas de un anuncio de revista. Según cuentan, era «supernormal» y un «amigo excepcionalmente amable y compasivo». Trabajó en videojuegos y vivió durante un tiempo en una comunidad de surfistas en Hawai. Según un antiguo compañero de clase: «No creo que sea un loco. Espero que haya un juicio público y que tenga la oportunidad de explicar cómo ocurrió todo esto ante un tribunal.»
En apariencia, Mangione lo tenía todo a su favor. Sin embargo, la crisis del capitalismo y la miseria que inflige a la humanidad le afectaron profundamente. Aquejado él mismo de un dolor de espalda extremo, no podía apartar la vista del mundo a pesar de su relativo «privilegio», y sentía un impulso inexorable de «hacer algo». Lo que acabó haciendo fue como arrojar una roca a un estanque, y los efectos dominó serán de gran alcance.
En el lugar del tiroteo se encontraron casquillos grabados con las palabras «deny», «defend» y «depose» [denegar, defenderse, deponer]. Según la policía, una nota manuscrita que llevaba cuando fue detenido expresaba «rencor hacia las empresas estadounidenses». Aunque aún no se ha hecho público el texto íntegro, supuestamente incluye las siguientes frases: «Estos parásitos se lo merecían… Pido disculpas por cualquier conflicto y trauma, pero tenía que hacerse». Los detectives de Internet también han encontrado una reseña positiva del manifiesto del Unabomber, escrita por Mangione. En resumen, no cabe duda de la motivación política de este acto.
Mangione sabía que le atraparían, pero siguió adelante con su plan. Su compromiso y audacia son incuestionables. Pero debemos preguntarnos: ¿pueden estas acciones contribuir significativamente al derrocamiento del capitalismo? ¿Una ola de asesinatos por motivos políticos nos acercaría más a la revolución socialista? ¿O los directores generales como Thompson simplemente serían sustituidos por otros igualmente comprometidos con la continuación del sistema, mientras el Estado lo utiliza como justificación para intensificar su aparato represivo?
Como comunistas revolucionarios, nosotros también nos oponemos al capitalismo con cada fibra de nuestro ser. Sin embargo, los métodos que elijamos para alcanzar nuestros objetivos no son una cuestión secundaria. No es una cuestión de moral abstracta, sino de eficacia. Como siempre, la experiencia del Partido Bolchevique es muy instructiva. En sus primeros años, el partido se forjó en una lucha política contra la tendencia pequeñoburguesa de los narodnik, que propugnaba el terrorismo individual en la lucha contra la autocracia zarista.
Comentando un asesinato político llevado a cabo por Friedrich Adler en Austria durante la Primera Guerra Mundial, Lenin se refirió a esas batallas ideológicas anteriores y aclaró la posición comunista:
En cuanto a la apreciación política del acto nosotros mantenemos, desde luego, nuestro antiguo criterio, confirmado por décadas de experiencia, de que los atentados terroristas individuales son métodos inadecuados de lucha política…
No nos oponemos en absoluto al homicidio político (en este sentido, son sencillamente repugnantes los escritos serviles de los oportunistas de “Vorwarts” y del “Arbeiter zeitung” de Viena), pero como táctica revolucionaria los atentados individuales son inadecuados y perjudiciales. Sólo el movimiento de masas puede ser considerado como genuina lucha política. Sólo en vinculación directa, inmediata con el movimiento de masas, pueden y deben surtir algún provecho también los actos terroristas individuales. En Rusia los terroristas (contra los cuales siempre hemos luchado) llevaron a cabo una serie de atentados individuales; pero en diciembre de 1905, cuando las cosas adquirieron al fin el carácter de un movimiento de masas, de una insurrección -cuando era necesario ayudar a las masas· a emplear la violencia-, entonces, en ese preciso momento, los “terroristas” brillaron por su ausencia. En ello consiste el error de los terroristas.
Adler habría sido mucho más útil al movimiento revolucionario si se hubiese dedicado sistemáticamente a la propaganda y agitación clandestina…lo que se requiere no es terrorismo, sino una labor sistemática, persistente y abnegada de propaganda y agitación revolucionarias, manifestaciones, etc., etc., contra el partido lacayo, oportunista, contra los imperialistas, contra los gobiernos propios y contra la guerra.
Dado el vacío en la izquierda y la ausencia de alternativas de lucha de clases, no es sorprendente que individuos como Luigi Mangione y Aaron Bushnell no vieran otra alternativa que tomar las cosas en sus propias manos. Si no construimos un partido que pueda organizar a los jóvenes impulsados a cambiar el mundo, acabarán fuera de la lucha de clases, asfixiados o asesinados por los cuerpos de hombres armados del Estado. Otros seguirán condenados y apáticos, y eso es igualmente inaceptable. Sólo podemos evitarlo haciendo que los Comunistas Revolucionarios sean un nombre conocido. ¡Únete al RCA y ayuda a construir tu partido!
EE.UU.: El odio de clase y el asesinato del Director Ejecutivo de UnitedHealthcare
El miércoles por la mañana, los estadounidenses se despertaron con la noticia de que el director ejecutivo de UnitedHealthcare, una empresa de seguros de salud, Brian Thompson, había sido asesinado a tiros en un atentado selectivo frente a un hotel de Manhattan. Los capitalistas del país y sus representantes derramaron lágrimas colectivas por la muerte de uno de los suyos. Uno de los primeros en reaccionar fue el gobernador de Minnesota, Tim Walz, compañero de fórmula de Kamala Harris en las últimas elecciones, que describió la muerte de Thompson como «una terrible pérdida para la comunidad empresarial y sanitaria.»
Millones de trabajadores de todo el país no comparten ese sentimiento. El seguro médico es una de las industrias más odiadas del país, ya que ha afectado negativamente a las vidas de casi todos los trabajadores en forma de aumento de las primas, denegaciones de cobertura y mucho más. Los gastos médicos son la principal causa de quiebra en Estados Unidos, con un 41% de la población endeudada por facturas médicas y tres millones de estadounidenses con deudas de 10.000 dólares o más. Todo ello a pesar de que el 90% de los estadounidenses tiene cobertura de seguro médico.
UnitedHealthcare está entre los más culpables, a la cabeza de las denegaciones de asistencia, con un 32% de todos los reclamos denegados. Para colmo de males, la empresa ha empezado recientemente a utilizar algoritmos de IA para procesar las reclamaciones de asistencia sanitaria, que, según se informa, tienen una tasa de error del 90%. ¿Cuál es el resultado? Millones de personas reciben facturas por tratamientos que deberían haber sido cubiertos, incluso según las propias normas de la compañía, pero encuentran poca solución sin tener que luchar a través del laberinto burocrático de la compañía o llevarlo a los tribunales. Millones de estadounidenses se enfrentan sistemáticamente a la disyuntiva de contraer deudas agobiantes o poner en peligro su salud y aceptar los riesgos que conlleva no recibir la atención que necesitan.
Al mismo tiempo, UnitedHealthcare ha sacado provecho de la muerte y la miseria que sustentan su modelo de negocio. En 2023, los ingresos de la empresa aumentaron un 14,6%, o 47.500 millones de dólares, hasta 371.600 millones de dólares. Según Forbes, «UnitedHealth Group registró 22.000 millones de dólares de beneficios en 2023, incluidos 5.500 millones en el cuarto trimestre, ya que su cartera de seguros de salud y servicios de proveedores creció en porcentajes de dos dígitos.» Por algo es la cuarta empresa más valiosa del país, solo superada por gigantes como Walmart, Amazon y Apple.
Así que no necesitamos especular mucho sobre los motivos del asesino de Thompson. Al parecer, tres casquillos encontrados en el lugar de los hechos tenían escritas las palabras «deny», «defend», «depose», [denegar, defenderse, deponer] presumiblemente una referencia a la pesadilla laberíntica que empresas como United presentan a sus «clientes» en algunos de sus momentos más oscuros. Para un hombre con un patrimonio neto estimado en 43 millones de dólares y un salario de unos 10 millones al año, «pesar», «conmoción» y «horror» no son palabras que estén en la mente de muchos trabajadores estadounidenses. En cambio, es probable que sea la primera vez en mucho tiempo que muchos tienen la sensación de que se ha hecho justicia. Después de todo, no se nos pide que derramemos lágrimas cuando matan a los jefes de la mafia: es sólo uno de los riesgos que se asumen cuando se está en el negocio de jugar con las vidas de las personas.
El odio de clase es palpable en las secciones de comentarios de los miles de artículos y vídeos que han aparecido en los últimos días. Una pequeña muestra de estos comentarios la ofrece el New York Times:
«Pensamientos y deducciones para la familia», rezaba un comentario bajo un vídeo del tiroteo publicado en Internet por la CNN. «Por desgracia, mis condolencias están fuera de la cobertura».
En TikTok, un usuario escribió: «Soy enfermera de urgencias y las cosas que he visto negar a pacientes moribundos por parte del seguro me ponen físicamente enferma. Simplemente no puedo sentir simpatía por él por todos esos pacientes y sus familias.”
“Pago 1.300 dólares al mes por un seguro médico con una franquicia de 8.000 dólares (23.000 dólares anuales). Cuando por fin alcancé esa franquicia, denegaron mis solicitudes. Él ganaba un millón de dólares al mes», rezaba un comentario en TikTok.
Otro comentarista escribió: «Esto tiene que ser la nueva norma. COMERSE A LOS RICOS».
«El viaje en ambulancia al hospital probablemente no estará cubierto».
Una mujer expresó su frustración al intentar que UnitedHealthcare cubriera una cama especial para su hijo discapacitado.
Otra usuaria describió su lucha con las facturas y la cobertura después de dar a luz.
«Es muy estresante», dice la usuaria en un vídeo. «Me puse enferma por esto».
La respuesta práctica ha sido contundente mientras la policía de Nueva York adopta un enfoque de «todos a una» para encontrar al asesino. El mensaje que se enviaría si alguien se saliera con la suya en un asesinato de tan alto perfil es extremadamente peligroso. Temiendo que este acto pueda inspirar imitadores, los jefes de seguridad privada de docenas de empresas de Fortune 500 se reunieron a través de Zoom para discutir los peligros a los que se enfrentan ahora los ejecutivos de sus propias empresas.
Como informa WUSA9 News:
Dale Buckner, Presidente y Director General de Global Guardian, explicó que en las cuatro horas siguientes al incidente, la empresa recibió 47 solicitudes de protección de ejecutivos. Al día siguiente, esa cifra había aumentado en más de 20 consultas adicionales, con expectativas de que la demanda siguiera creciendo.
«Están preocupados, por supuesto, como puede imaginarse, porque se trata de un acontecimiento de referencia», afirma Buckner.
«Se ha producido un aumento significativo de la demanda de este tipo de servicios. Ahora tenemos dos guerras calientes, una en Oriente Medio y otra en Europa. En total, hay 56 guerras en curso en todo el mundo. 56. Es la mayor cantidad desde la Segunda Guerra Mundial», dijo Buckner.
«Los consejos de administración se están dando cuenta por fin de que, para proteger de verdad sus activos, la protección de directivos ya no es opcional», dijo Buckner. «En el mundo en que vivimos, se ha convertido en una necesidad».
¿Qué llevaría a alguien a llevar a cabo este asesinato? En muchos sentidos, la pregunta se responde sola. Pero lo que es menos evidente es que este asesinato ha tenido lugar en un periodo en el que los dirigentes de la clase obrera no han dado ninguna orientación significativa para llevar la lucha a la clase dominante. En su lugar, la mayoría de los líderes sindicales se alinearon detrás del Partido Demócrata, el partido que está más obviamente entrelazado con la industria de seguros de salud. Otros, como Sean O’Brien de los Teamsters, apoyaron a los Republicanos y a Trump, legitimando al presidente electo que tiene un historial igualmente horrible en cuestiones laborales y tiene lazos familiares con ejecutivos de seguros de salud.
Las conversaciones sobre «Medicare para todos» durante la campaña de Bernie Sanders en 2016, por limitadas que fueran, han dado paso, primero, a una defensa leal de Biden y Harris, y luego a una patética lamentación por los errores de un partido que, en primer lugar, nunca representó a los trabajadores. En ausencia de una lucha masiva de la clase obrera contra la clase dominante en su conjunto, no es de extrañar que un individuo decida actuar contra una de las figuras más vilipendiadas de la clase capitalista.
Esta es una transcripción de la introducción a un debate sobre «Perspectivas para Francia» celebrado en el Congreso Fundacional del Partido Comunista Revolucionario (PCR) en París los días 30 de noviembre y 1 de diciembre de 2024.
Desde entonces, el gobierno francés se ha derrumbado.Sin embargo, esta charla es igual de relevante hoy en día, ya que la profunda crisis del capitalismo francés que esboza es la base real de la actual turbulencia política.
Publicado originalmente el 2 de diciembre enmarxiste.org.
Es la segunda vez que tengo que introducir nuestro debate sobre las perspectivas en un contexto en el que el gobierno podría caer de la noche a la mañana. La última vez fue en nuestra Conferencia del pasado mes de mayo, hace seis meses. Un mes después, en junio, Macron anunció la disolución de la Asamblea Nacional a raíz de las elecciones europeas. Habíamos anticipado esta posibilidad en nuestra Conferencia Nacional.
Esta vez, las cosas parecen un poco diferentes. La decisión está en manos de Marine Le Pen, que ha dado de plazo hasta el lunes [2 de diciembre] -pasado mañana- para que Michel Barnier responda a las exigencias de la RN (Agrupación Nacional), o de lo contrario votará la moción de censura.
Pero la diferencia más importante entre la situación actual y la del pasado mes de mayo es la evolución de la crisis de la deuda pública francesa, que podría adquirir nuevas proporciones a corto plazo, con profundas implicaciones políticas y sociales.
Todo ello pone de manifiesto la profunda crisis del capitalismo francés y la enorme inestabilidad política en la que se hunde el país. Dedicaré, pues, una parte de mi intervención a analizar la situación actual y sus implicaciones a corto plazo. Pero sólo una parte, porque el objetivo fundamental de un debate de perspectivas no es especular sobre los distintos escenarios a corto plazo; es sobre todo comprender las tendencias más fundamentales del proceso, y el impacto que tendrán en el desarrollo de la lucha de clases y en la conciencia política de los jóvenes y los trabajadores.
El declive del capitalismo francés
El punto de partida de nuestras perspectivas es la dinámica general del capitalismo francés, que lleva varias décadas en lo que se conoce como «declive relativo». Esto significa que el capitalismo francés está en declive en relación con otras potencias imperialistas.
El indicador más general de este declive es la cuota de mercado del capitalismo francés, que ha caído constantemente en las últimas décadas a todos los niveles: mundial, europeo e incluso nacional.
En Europa, la diferencia entre Alemania y Francia no ha dejado de aumentar desde la reunificación alemana a principios de los años noventa. Esta brecha puede apreciarse en las balanzas comerciales de ambos países: el saldo de exportaciones e importaciones. Desde 2004, la balanza comercial de Francia ha sido sistemática y masivamente deficitaria, mientras que la de Alemania ha sido sistemática y masivamente superavitaria.
Es cierto que la economía alemana ha entrado ahora en una profunda crisis. Pero esto no marcará el inicio de una inversión de la relación de fuerzas entre el capitalismo francés y el alemán. ¿Por qué?
En primer lugar, porque la crisis de la economía alemana repercutirá negativamente en las exportaciones francesas a Alemania en un momento en que Francia también atraviesa una grave crisis económica, industrial y de endeudamiento.
En segundo lugar, y sobre todo, porque la falta de competitividad de Francia es tal que el declive de Alemania no beneficiará a Francia, sino a otras potencias imperialistas, empezando por China.
En resumen, a pesar de la crisis de la economía alemana, el declive de Francia con respecto a Alemania no está a punto de invertirse. De hecho, podría empeorar aún más en los próximos años.
La clave está en comprender que el declive del imperialismo francés es general. Es evidente en todos los mercados, en todos los continentes, y no es sólo de naturaleza económica, sino también diplomática y militar.
Se ha hablado mucho de la impresionante serie de reveses políticos, diplomáticos y militares sufridos por el imperialismo francés en África Occidental y Central. Continúa: los gobiernos de Chad y Senegal acaban de pedir a Francia que retire sus tropas de estos dos países, lo que constituye un nuevo y amargo revés para el imperialismo francés.
Pero no se trata sólo de África Occidental y Central. En el Magreb, ese viejo «coto» del imperialismo francés, éste se enfrenta a la creciente competencia de China y Rusia. En particular, el gobierno argelino -que dispone de enormes reservas de hidrocarburos- ha dejado claro al gobierno francés que ya no tiene derechos exclusivos sobre la explotación de las materias primas y sobre el mercado argelino en general.
En consecuencia, Francia ya no está en condiciones de actuar como árbitro entre Argelia y Marruecos en la cuestión del Sáhara Occidental. En lugar de su tradicional posición de árbitro -o, digamos, de falsa neutralidad- en el conflicto entre Marruecos y Argelia, Francia ha decidido apoyar a Marruecos en la cuestión del Sáhara Occidental, a cambio de inversiones francesas en esta vasta región, pero a riesgo de dañar aún más las relaciones franco-argelinas.
Por último, el imperialismo francés tiene problemas en lo que denomina «departamentos y territorios de ultramar», que, en realidad, siguen teniendo el carácter de colonias si tenemos en cuenta el nivel de vida de las masas, el pésimo estado de los servicios públicos y las infraestructuras y, sobre todo, la relación económica real entre estos territorios y la metrópoli. Están sometidos al dominio exclusivo de un puñado de monopolios franceses que venden allí sus productos a precios exorbitantes.
En las últimas décadas se han producido toda una serie de importantes movilizaciones sociales en los «departamentos y territorios de ultramar» franceses. Hubo una situación insurreccional en Nueva Caledonia, que el imperialismo chino siguió con interés, pero también huelgas y movimientos de masas, por ejemplo en Martinica desde el pasado septiembre.
La crisis del capitalismo francés no puede sino agravar la situación de las masas en todos los «departamentos y territorios de ultramar» y provocar nuevas explosiones sociales. Esto tendrá el efecto de: 1) estimular la lucha de clases en la Francia metropolitana; 2) debilitar el control de París sobre estos territorios, de gran importancia estratégica y geopolítica para el imperialismo francés.
El parasitismo del capitalismo francés
¿Cuáles son las causas de este declive del imperialismo francés?
Son muchas, y no se encuentran únicamente en Francia: las dinámicas de las demás potencias imperialistas entran en juego, por definición. Pero hay un elemento central en esta ecuación que no es directamente económico; es político: se trata de las grandes tradiciones revolucionarias de la clase obrera francesa, que durante décadas obligaron a la gran burguesía francesa a proceder con cierta cautela, con cierta moderación, en la aplicación de la política de austeridad que necesitaba para defender la competitividad de sus inversiones en la competencia internacional.
La revolución de mayo del 68, en particular, fue un trauma para la burguesía francesa, que se salvó en el último momento gracias a la traición de los dirigentes del PCF y de la CGT. Desde mayo del 68, la clase obrera francesa ha dado a la burguesía varias llamadas de atención:
1) La huelga general ilimitada de la función pública en diciembre de 1995, que no estuvo lejos de transformarse en una huelga general ilimitada de todos los sectores de la economía.
2) El movimiento de 2006 contra el Contrat Première Embauche (Contrato Primer Empleo ), que acabó escapando de las manos de los dirigentes sindicales, de ahí el retroceso de Chirac.
3) El movimiento de los gilets jaunes (chalecos amarillos) que, en diciembre de 2018, colocó al país en el umbral de una crisis revolucionaria. También en este caso fueron los dirigentes sindicales los que salvaron al gobierno.
Por eso la burguesía francesa anduvo con pies de plomo -limitó sus ataques- durante todo un periodo, mientras en otros países los gobiernos imponían drásticas contrarreformas con el efecto de abaratar el coste del trabajo y, por tanto, aumentar la competitividad de las inversiones. Así ocurrió, por ejemplo, en Alemania a principios de la década de 2000.
Esta relativa prudencia de la burguesía francesa era insostenible a largo plazo. Finalmente, tuvo que pasar a la ofensiva a toda costa. El mandato de Sarkozy (entre 2007 y 2012) marcó la primera etapa. Después, entre 2012 y 2017, François Hollande tomó el relevo de Sarkozy y puso en marcha una serie de drásticas contrarreformas, entre ellas la primera Ley del Trabajo. Pero fue la elección de Macron la que marcó la aceleración más clara de la ofensiva del gran capital.
El resultado: entre 2012 y 2022, la diferencia entre los costes laborales unitarios en Francia y Alemania se ha reducido considerablemente. Incluso leí un artículo que afirmaba que esta brecha había «desaparecido por completo». Pero lo sorprendente es que, a pesar de ello, el capitalismo francés ha seguido perdiendo cuota de mercado. Hay una razón muy obvia para ello: las ganancias de competitividad en términos de precio de la mano de obra -y de intensidad del trabajo- son una cosa, pero por sí solas no bastan. Los capitalistas franceses seguían necesitando invertir en la producción, en la renovación y modernización del aparato productivo, pero no lo hicieron porque se enfrentaban a un mercado mundial ya saturado y dominado por economías -incluida Alemania- con industrias más modernas, más eficaces, más productivas y más competitivas.
En consecuencia, los beneficios obtenidos gracias a la reducción de los costes laborales se han traducido principalmente en orgías de dividendos e inversiones especulativas. Desde hace muchos años, la burguesía francesa es la campeona europea de los dividendos, que reparte cada año por valor de decenas de miles de millones.
Lo mismo puede decirse de las exenciones fiscales y subvenciones de todo tipo de las que se benefician las grandes empresas francesas: más de 150.000 millones de euros al año. Todo este dinero público se entrega a las grandes empresas con el pretexto de estimular el empleo y la inversión. Pero no: la mayor parte de este dinero acaba en los bolsillos de los accionistas y se destina a la evasión fiscal, que oficialmente asciende a entre 60.000 y 80.000 millones de euros al año.
Estas cifras subrayan el carácter cada vez más parasitario del capitalismo francés. Es totalmente adicto a las subvenciones públicas, que son una de las causas fundamentales de la creciente deuda pública.
Esta deuda es ahora un gran problema para la burguesía francesa. La cuestión de los tipos de interés de los bonos del Estado francés se está volviendo extremadamente preocupante para la burguesía.
Según previsiones relativamente optimistas, el pago anual de la «carga» de la deuda, es decir, sólo los intereses, debería alcanzar los 55.000 millones de euros en 2025, luego 70.000 millones en 2027 y casi 100.000 millones en 2028. A modo de comparación, el presupuesto nacional de educación en 2024 será de 65.000 millones de euros.
Pero las cifras que acabo de dar son el mejor escenario posible. Se basan en el supuesto de que los tipos de interés de la deuda pública se mantendrán relativamente estables. Pero estos tipos de interés podrían subir bruscamente en los próximos días y semanas.
La crisis del régimen
¿Cuál es la solución de la burguesía a este problema? Sólo tiene una: subir los impuestos a los pobres y a las clases medias y, al mismo tiempo, hacer recortes masivos en el gasto público, excepto, por supuesto, en las subvenciones a las grandes empresas.
Este es el programa de la burguesía francesa. No tiene otro y debe aplicarlo lo más rápidamente posible. Pero la burguesía tiene un problema, que ya he mencionado: la clase obrera francesa y sus tradiciones revolucionarias. Desde la crisis de 2008, los trabajadores se han visto sometidos a una política de ataques continuos a su nivel de vida, lo que ha provocado toda una serie de grandes movilizaciones, pero también una creciente polarización política y una crisis de régimen que cruzó un nuevo umbral el pasado mes de junio con la disolución de la Asamblea Nacional.
Es importante comprender que esta crisis de régimen tiene sus raíces en la profunda crisis del capitalismo y del imperialismo francés. El estancamiento económico, el desempleo masivo, las contrarreformas y las políticas de austeridad han destruido la bien engrasada maquinaria de alternancia entre la derecha tradicional y el Partido Socialista. Los Republicanos y el Partido Socialista -que durante años se han turnado para aplicar políticas reaccionarias- se han hundido.
En 2017, el centro se recompuso en torno al macronismo, que ganó en un contexto de fuerte aceleración de la polarización hacia la derecha (la Agrupación Nacional de Le Pen) y la izquierda (La France Insoumise de Mélenchon). Esta polarización se acentuó aún más en 2022, cuando, a pesar de la victoria de Macron en las elecciones presidenciales, perdió la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional.
La supervivencia de su gobierno dependía de la buena voluntad de Los Republicanos, que anunciaron la primavera pasada que probablemente votarían una moción de censura con la izquierda y la RN. Así que si Macron disolvió la Asamblea Nacional, no fue sólo porque había recibido un varapalo en las elecciones europeas, sino también porque quería adelantarse a los acontecimientos: quería disolver la Asamblea Nacional antes de verse obligado a hacerlo por una moción de censura.
El resto ya lo conocemos: el resultado de las elecciones legislativas anticipadas fue una dura derrota para los macronistas, que sólo evitaron una derrota total gracias al llamado «Frente Republicano contra la extrema derecha», es decir, gracias al apoyo del NFP (Nuevo Frente Popular). A pesar de ello, a pesar del escandaloso apoyo del NFP a los macronistas, éstos son aún más minoritarios de lo que ya eran en la Asamblea Nacional, y el gobierno ya no depende únicamente de los republicanos para su supervivencia, sino también y sobre todo de la RN.
Esta situación sin precedentes es extremadamente frágil, y podría provocar la caída del gobierno en los próximos días.
Para comprenderlo, basta con citar algunos sondeos recientes:
– Opinión a favor de Barnier: 45% en septiembre, 40% en octubre, 36% hoy.
– Opinión a favor de Macron: 22% hasta la fecha. Nunca había sido tan baja, ni siquiera en la época de los gilets jaunes.
– Sobre todo: el 53 por ciento de los encuestados desea la caída del gobierno, incluido el 67 por ciento de los votantes de RN.
Este es el elemento central en los cálculos de Marine Le Pen y su camarilla. Es su verdadera «línea roja», y no, como ella pretende, el «poder adquisitivo de los franceses». La RN no está dispuesta a disgustar a una gran parte de su electorado en nombre del Gobierno Barnier.
Aquí hay que tener en cuenta las contradicciones internas del electorado de RN. Una fracción de los 11 millones de votantes de RN son pequeñoburgueses reaccionarios que apoyan las políticas de austeridad, siempre y cuando afecten a los funcionarios, los desempleados, los estudiantes, los inmigrantes, etc.
Pero en los últimos 20 años, RN también, y sobretodo, ha avanzado entre los sectores de la clase obrera que están asqueados por las sucesivas traiciones de la izquierda cuando ha estado en el poder. Esta es ahora la mayoría de los votantes de RN. Por ejemplo, en la primera vuelta de las elecciones legislativas del pasado junio, de todos los que participaron en la votación, más del 50 por ciento de los trabajadores industriales votaron por RN, al igual que el 42 por ciento de los empleados del sector privado y el 38 por ciento de los funcionarios (frente a solo el 17 por ciento en 2017).
Es cierto que estas cifras solo se refieren a los votantes que participaron en la votación. Es muy importante señalar esto, porque en realidad la fracción de la clase trabajadora que se abstiene es la más grande: representó el 45 por ciento en las últimas elecciones. Esto subraya la profundidad del rechazo al sistema político en general.
No obstante, son los votantes de la clase trabajadora los que constituyen ahora la mayor proporción del electorado de RN. Pero este electorado obrero no está sólidamente unido a RN. Una parte importante de ellos podría abstenerse -o unirse a la FI- si RN se muestra de forma demasiado evidente, y durante demasiado tiempo, como un defensor activo de las políticas antiobreras y antisociales del gobierno.
Según un reciente sondeo publicado por Le Monde, el 25% de los votantes de RN consideran que el NFP es el verdadero adversario del gobierno Barnier. Esto es lo que la dirección de RN no puede aceptar indefinidamente. Y esto explica las amenazas cada vez más claras de los dirigentes de RN contra el gobierno Barnier en los últimos días.
Los argumentos desesperados de Michel Barnier
¿Se llevarán a cabo estas amenazas – o mejor dicho: cuándo se llevarán a cabo? Pronto lo sabremos. Lo principal es comprender las contradicciones fundamentales de la situación y las perspectivas generales que se derivan. Ya conocen la expresión: «todos los caminos conducen a Roma». Pues bien, todos los caminos y todos los escenarios conducen a la rápida caída del actual gobierno, probablemente en los próximos días, si no en las próximas semanas o meses.
En lo inmediato, el gobierno y sus partidarios intentan presionar a la RN tratando de culparla, por adelantado, de un repunte de los tipos de interés de la deuda francesa si cae el gobierno. Pero se trata de un argumento bastante desesperado. En primer lugar, los tipos de interés de la deuda ya habían empezado a subir antes de que Marine Le Pen alzara la voz. Pero, sobre todo, es poco probable que este argumento convenza al electorado de RN.
Barnier nos está diciendo básicamente que si su gobierno cae, habrá una tormenta financiera – y por lo tanto una política de austeridad drástica. Esto es posible. ¿Y si su gobierno no cae? Entonces, nos dice Barnier, habrá una política de austeridad drástica, ¡para evitar, quizás, una tormenta financiera!
En eso está el Gobierno. Dice: «conmigo será muy duro; sin mí será peor». Esto no convence en absoluto a la masa de trabajadores, muchos de los cuales consideran que su situación ya es intolerable. Arden en odio contra Barnier, Macron y todos los de su calaña, y al diablo con sus predicciones y promesas.
La «solución» de Boris Vallaud
¿Qué gobierno sustituirá al de Barnier? No tiene sentido especular sobre ello. Debemos concentrarnos en los procesos fundamentales, que se impondrán a través de los distintos escenarios posibles e imaginables.
Para ilustrarlo, tomaré el ejemplo de lo que propone Boris Vallaud, dirigente del grupo parlamentario del PS (Partido Socialista). Ha presentado la idea de un gobierno apoyado por una nueva «base» parlamentaria que abarque desde la FI (La France Insoumise) hasta los Republicanos.
Esto supondría, entre otras cosas, una capitulación total de la FI, es decir, que Mélenchon entregara las llaves del Elíseo a Marine Le Pen. Con Mélenchon nunca se sabe, pero no es el escenario más probable. Además, Mélenchon denunció inmediatamente la declaración de Boris Vallaud. De hecho, Boris Vallaud esperaba esta reacción de Mélenchon. Lo que Boris Vallaud propone en realidad es otra cosa: una mayoría que abarque desde el ala derecha del NFP hasta Los Republicanos.
Desde un punto de vista puramente aritmético, esto tiene sentido sobre el papel. Si se toma toda la Asamblea Nacional, excluyendo a FI y a RN, se obtiene una mayoría bastante amplia: más de 350 escaños, teniendo en cuenta que se necesitan 288 para tener mayoría. Sin embargo, desde un punto de vista político, esto no es más válido hoy que este verano, cuando el propio Macron exigió tal mayoría.
Es muy sencillo: si se aplicara lo que propone Boris Vallaud, aportaría inmediatamente millones de votos a RN y a FI. En otras palabras, Boris Vallaud propone un suicidio político a sus compañeros del PS y a todos los que le seguirán por este camino. Y, por tanto, sus posibilidades de éxito son muy escasas.
[Desde la redacción de estas líneas, los dirigentes del PS parecen dispuestos a cometer este suicidio político. En cualquier caso, si se forma una nueva mayoría que incluya a los dirigentes del PS, será muy frágil -y beneficiará inmediatamente tanto a RN como a FI].
Después de Macron
Sin embargo, una cosa es segura. Tras la caída del Gobierno, la presión aumentará brutalmente sobre el hombre más odiado del país: Emmanuel Macron. Los dirigentes de RN y de FI -entre otros- pedirán cada vez con más fuerza la dimisión de Macron y la organización de elecciones presidenciales anticipadas antes de nuevas elecciones legislativas. Y esta exigencia encontrará un amplio eco entre la masa de la población. Según un reciente sondeo publicado por BFM, el 63% de los encuestados quieren que Macron dimita si cae el gobierno.
Incluso los estrategas burgueses están divididos al respecto. Algunos sostienen que unas elecciones presidenciales anticipadas tendrían la ventaja de dar al ganador el impulso y la autoridad necesarios para obtener la mayoría en las siguientes elecciones parlamentarias. Pero otros estrategas burgueses señalan que esto ni siquiera es seguro. También señalan que la crisis entre los macronistas y Los Republicanos es tal que es muy probable que la elección presidencial se reduzca a Mélenchon y Marine Le Pen – suponiendo que pueda presentarse, y creo que podrá porque los jueces no se atreverán a correr el riesgo político de descartarla de la carrera por el Elíseo.
Por supuesto, ante la alternativa entre FI y RN, la burguesía apoyará plenamente a RN. Esto ya es así, y será aún más claro en caso de una segunda vuelta entre la RN y la FI en las elecciones presidenciales.
Sin embargo, un gobierno dirigido por RN no es el escenario ideal para la burguesía francesa. Lleva años preparándose para ello, a falta de una alternativa, pero la RN en el poder sería una fuente de gran inestabilidad social.
Por cierto, esta perspectiva aterroriza a los dirigentes de la CGT (Confederación General del Trabajo). Quedó perfectamente claro durante las elecciones legislativas: la secretaria general del sindicato Sophie Binet apoyó incondicionalmente el llamado «Frente Republicano contra la extrema derecha», no porque temiera la llegada del fascismo si ganaba RN, como afirmaba, sino porque un gobierno de RN agravaría la inestabilidad política y social. Ejercería una presión cada vez mayor sobre la dirección de la CGT para organizar una lucha seria, y debilitaría el control de la dirección de la CGT sobre el desarrollo de las luchas sociales.
El mayor temor de los dirigentes de la CGT es una explosión social fuera de su control. Pero la verdad es que, con o sin Marine Le Pen, la crisis del capitalismo francés y el programa de la burguesía conducirán inevitablemente la lucha de clases hacia movimientos que escapan al control de los dirigentes sindicales.
Dicho esto, volvamos a la perspectiva de un gobierno dirigido por la RN. Los estrategas burgueses franceses tratan de tranquilizarse citando el ejemplo del gobierno de Meloni en Italia. Meloni consiguió -por el momento- aplicar las políticas que la burguesía italiana necesitaba sin provocar grandes explosiones sociales. No digo que sea imposible en Francia, pero en este momento es una perspectiva muy abstracta por toda una serie de razones que tienen que ver con la situación inmediata de la economía francesa, la dinámica general de la lucha de clases en Francia y el estado de la izquierda y del movimiento obrero francés.
En este sentido, hay diferencias importantes entre Francia e Italia – lo suficientemente importantes, por otra parte, como para que incluso la perspectiva de un gobierno dirigido por RN, tras nuevas elecciones presidenciales, no sea la única posibilidad. Es la más probable, dados todos los errores de derechas cometidos por el FI en los últimos años. Pero no podemos descartar completamente la posibilidad de que, a pesar de estos errores, Mélenchon gane las próximas elecciones presidenciales.
El proceso de polarización política continúa -hacia la derecha, pero también hacia la izquierda- a pesar de los errores de Mélenchon, que sin duda son errores graves, pero no tan decisivos e irreversibles como las capitulaciones pasadas de Tsipras (en Grecia), Sanders (en Estados Unidos), Iglesias (en España) o Corbyn (en Gran Bretaña).
Pero no diré más sobre el tema. Veremos cómo están las cosas en el umbral de las próximas elecciones presidenciales.
La juventud y el PCR
Por el momento, lo más importante desde nuestro punto de vista, desde el punto de vista de la construcción del PCR, es la forma en que la crisis del capitalismo -en todas sus dimensiones- se refleja en la conciencia política de los diferentes estratos de la juventud y de la clase obrera, y en particular en el estrato más radicalizado de la juventud, hacia el que estamos dirigiendo nuestro trabajo y a través del cual vamos a construir el PCR en los próximos meses y años.
Mañana discutiremos nuestros métodos de trabajo, nuestras prioridades y nuestras tareas organizativas. Pero hoy, en el marco de este debate sobre las perspectivas, debemos comprender la relación cambiante de los jóvenes más radicalizados con las organizaciones de la izquierda en su conjunto, es decir, con las grandes organizaciones reformistas y las organizaciones ultraizquierdistas.
Ambas cosas están relacionadas. Es sencillo: cuanto más se prolonga e intensifica la crisis del capitalismo, menos pueden convencer los programas de los reformistas a la fracción más izquierdista de la juventud. Eso no significa que esos jóvenes no vayan a votar a Mélenchon. A falta de alternativa, la gran mayoría de los que critican el reformismo de Mélenchon seguirán votándole -y a los candidatos de FI en general- con la esperanza de vencer a la derecha y a la extrema derecha.
Pero, al mismo tiempo, un número creciente de estos jóvenes buscan y buscarán una organización con un programa mucho más radical que el de FI. Precisamente por eso fundamos el PCR. Nos dirigimos lo más directamente posible a esos jóvenes, ofreciéndoles una organización, un programa, métodos e ideas auténticamente revolucionarios.
Dicho esto, debemos mantener el sentido de la proporción. No estamos en condiciones, en un futuro inmediato, de ganar a todos los jóvenes que se acercan a las ideas comunistas, ni siquiera a una mayoría de ellos. La amplitud del proceso de radicalización va mucho más allá de nuestro partido. Es cierto que esto abre excelentes perspectivas de crecimiento, siempre que trabajemos adecuadamente. Pero también significa que otras organizaciones que se reclaman comunistas también podrán organizar a una parte de la capa más radicalizada de la juventud.
En otras palabras, podemos esperar el crecimiento de ciertas organizaciones ultraizquierdistas, como ha sido el caso de Révolution permanente en los últimos años.
No se trata en absoluto de una organización marxista digna de ese nombre. Multiplica los errores oportunistas y ultraizquierdistas. Pero a pesar de ello -y en cierto sentido, gracias a ello- podría seguir creciendo en el periodo venidero.
A este respecto, debemos aclarar lo que escribimos recientemente. En un documento anterior, señalábamos que Révolution permanente seguía el mismo camino que el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) antes que él, el camino del oportunismo y el eclecticismo teórico, que acabó bastante mal para el NPA. En general, esta comparación es acertada, pero hay que ser concretos y tener en cuenta las especificidades del periodo actual.
Cuando la antigua Ligue Communiste Révolutionnaire lanzó el NPA en 2009, esperaba beneficiarse del descrédito de los dirigentes del PS y del PCF (Partido Comunista Francés). Por desgracia para los dirigentes del NPA, justo cuando estaban fundando su nuevo partido, Mélenchon abandonó el PS y fundó el Front de Gauche con el PCF. Rápidamente, el Front de Gauche cristalizó el proceso de radicalización que se estaba desarrollando entre los jóvenes y, al mismo tiempo, arruinó los sueños de grandeza del NPA.
Este proceso se hizo aún más claro -y más masivo- con la creación de La France Insoumise en 2016. La FI tuvo un enorme éxito entre los jóvenes, que acudieron en masa a los mítines de campaña de Mélenchon en 2016 y 2017, y que se hicieron muchas ilusiones en la FI. Esto contradecía las perspectivas desarrolladas por el NPA y, por tanto, agravó su crisis interna.
Hoy, la situación no es exactamente la misma. Hay muchas menos ilusiones en la FI entre los jóvenes más izquierdistas, lo que abre un espacio duradero para las organizaciones que se reivindican comunistas y revolucionarias. Con el tiempo, por supuesto, los errores ultraizquierdistas y oportunistas de las organizaciones sectarias minarán su potencial de crecimiento y las expondrán a graves crisis internas. Pero este no será necesariamente el caso en el futuro inmediato, lo que tendrá el efecto de presionar a nuestros propios camaradas, que a veces se verán tentados a imitar los métodos erróneos de las organizaciones sectarias más exitosas.
Debemos resistir colectivamente a estas presiones y atenernos a nuestros métodos e ideas marxistas. La mayor flexibilidad táctica es indispensable, sí, y nuestra Internacional tiene excelentes tradiciones en este terreno, como bien ha demostrado el «giro comunista». Pero la flexibilidad táctica no vale nada sin la mayor firmeza en el terreno de las ideas, los principios y el programa revolucionarios. Lo uno sin lo otro es inútil. Tenemos ambas cosas y debemos conservarlas. Sobre esta base, nuestro éxito, nuestro crecimiento y nuestra victoria estarán garantizados.
[Este artículo fue publicado el viernes 7 de diciembre antes de la caída final del régimen de Assad, pero su análisis sigue siendo correcto en lo fundamental. Hemos publicado una actualización.]
En otro acontecimiento repentino y brusco, muy característico del periodo de la historia que estamos viviendo, una ofensiva por sorpresa de militantes islamistas sirios está provocando el rápido desmoronamiento de Siria. Las guerras de Israel contra Gaza y Líbano, apoyadas por Occidente, han roto el frágil equilibrio de Oriente Próximo y han tirado de un hilo que ha empezado a desenredar el tejido de la región.
A partir del 27 de noviembre, mientras en el vecino Líbano se estaba aplicando un alto el fuego entre Hezbolá e Israel, la ofensiva lanzada por Hay’at Tahrir al-Sham (HTS), que controla la provincia noroccidental de Idlib, invadió rápidamente Alepo -la segunda ciudad más grande del país- y, desde ayer, la estratégica ciudad de Hama. La ciudad de Homs, otra ciudad clave, está ahora amenazada y podría caer en cualquier momento. Esto dejaría a las zonas costeras de Latakia, controladas por el régimen, separadas de la capital, Damasco, con una posibilidad directa de colapso total del régimen de Assad. Siria se asoma a un abismo de barbarie.
¡Los “rebeldes” han vuelto!
Si tomamos al pie de la letra lo que dicen los medios de comunicación occidentales, es difícil no sentir simpatía por los grupos armados descritos como “rebeldes sirios”, antes conocidos como “rebeldes moderados”, que luchan contra el régimen de Assad. Pero este lenguaje aséptico oculta la verdadera naturaleza de estos grupos.
Mientras que Hamás y Hezbolá son descritos habitualmente como “terroristas”, el término “rebelde” es utilizado deliberadamente por Occidente para evocar una imagen romántica que sirve para encubrir los orígenes y el carácter reaccionario de grupos como HTS. Al fin y al cabo, un rebelde es alguien que lucha contra la opresión y la injusticia. Sin embargo, en realidad no son más que degolladores yihadistas, creados por el precursor del Estado Islámico y con orígenes en Al Qaeda.
Pero esperen, pensarán, ¿dónde está la indignación? ¿Dónde está la condena de este grupo? ¿Dónde están los llamamientos a la democracia y los derechos humanos? En ninguna parte. En cambio, desde su ofensiva, los medios de comunicación occidentales han ayudado a HTS a lavar su reputación, alabando la “tolerancia” del grupo hacia los cristianos, su enfoque “favorable a la diversidad”, ¡incluso su promoción de la recogida de basuras en la ciudad de Alepo, recientemente capturada! Lo que también pasa convenientemente desapercibido es el papel de Occidente a la hora de alimentar a estos bárbaros.
Durante los primeros años de la guerra civil siria, Estados Unidos y sus aliados, entre ellos Turquía y las monarquías del Golfo, aportaron miles de millones de dólares a las milicias islamistas que luchaban contra el régimen de Assad. Esto se hizo en su momento en el marco del programa para Siria de la CIA, de 1.000 millones de dólares, uno de los más costosos de su historia, que canalizó armas y entrenamiento a diversos grupos yihadistas del país. Este programa sólo fue igualado por la anterior “Yihad del dólar” de la agencia en Afganistán, donde el apoyo estadounidense a los muyahidines sentó las bases para el ascenso de los talibanes.
HTS, que está detrás de la reciente ofensiva, evolucionó a partir de Jabhat al-Nusra, la rama siria de al-Qaeda que fue la mayor beneficiaria del programa de la CIA. Su líder es Abu Muhammad al-Jolani, un hombre que ahora intenta presentarse como “moderado” pero que es tan reaccionario como Osama bin Laden y el antiguo líder del EI Abu Bakr al-Baghdadi.
La carrera islamista de Jolani despegó como miembro del Estado Islámico de Irak -uno de los primeros precursores del EI- antes de romper filas con sus homólogos iraquíes para fundar Jabhat al-Nusra bajo el mando directo de Al Qaeda. Más tarde, viendo una oportunidad de atraer apoyo occidental y regional, Jolani propuso romper públicamente los lazos con Al Qaeda, al tiempo que juraba en secreto lealtad a la organización. Se dice que Al Qaeda rechazó esta propuesta, pero nunca podremos saberlo.
Mientras tanto, Jolani siguió adelante con la renovación de la marca de HTS como una entidad siria más centrada en el ámbito nacional, sin ningún deseo de extender su islamismo a otros países. Se trataba de una mera maniobra táctica, que reflejaba una estrategia más amplia para hacer a HTS más aceptable para las potencias occidentales. A medida que Estados Unidos y sus aliados, como Turquía, Arabia Saudí y Qatar, aportaban fondos y armas a Siria, grupos como Jabhat al-Nusra adaptaron su retórica a las necesidades de sus benefactores. Sin embargo, aunque ha renegado públicamente de sus ambiciones más allá de las fronteras sirias, el grupo sigue siendo una organización yihadista comprometida con un régimen teocrático.
Al echar gasolina a las llamas del conflicto sirio, Occidente y sus aliados esparcieron las semillas de la barbarie por toda la región. La estrategia occidental de “caos controlado” no sólo no logró sus objetivos, sino que desató fuerzas que escapaban a su control. El ascenso del ISIS, la proliferación de facciones yihadistas y el desplazamiento masivo de millones de personas son consecuencias directas de esta intervención.
Llegados a 2018, sin embargo, la intervención de Rusia, con su superioridad aérea, y de los grupos alineados con Irán, incluido Hezbolá, había producido un estancamiento, que salvó al régimen sirio y dejó a los grupos yihadistas aislados en la provincia de Idlib, a lo largo de la frontera turca. Al controlar todas las principales vías de suministros dentro y fuera de la provincia, Idlib se convirtió en esencia en un protectorado turco y HTS en un apoderado controlado predominantemente por Turquía.
Junto a Turquía y con su permiso, la CIA habría mantenido innegablemente contactos con ciertos grupos armados de fachada utilizados anteriormente para transferir fondos y armas a HTS. Además, Turquía ha establecido una serie de puestos militares avanzados en la región, defendiéndoles de los ataques de Assad y de las fuerzas iraníes.
Aunque el presidente turco Recep Tayyib Erdogan ha advertido públicamente contra los acontecimientos en Siria, no cabe duda de que la actual ofensiva ha sido preparada y coordinada por Turquía. El moderno armamento, los drones y el apoyo logístico revelan un nivel de organización que sería imposible sin la participación directa de Turquía. Además, la capacidad de Turquía para controlar el comercio transfronterizo y las líneas de suministro garantiza que HTS siga dependiendo de Ankara para su supervivencia.
No es ningún secreto que Erdogan, que nunca ha tenido reparos en coquetear con los fundamentalistas islámicos, lleva mucho tiempo queriendo ampliar su control sobre Siria. Esto forma parte de su gran ambición de un renacimiento otomano que extienda el control turco a todo el norte de Siria y el norte de Irak. Alepo es un elemento clave de este plan, que también incluye Mosul y las zonas kurdas del norte de Irak. Además, desde hace tiempo quiere limpiar étnicamente las zonas kurdas del noreste de Siria, donde una organización kurda vinculada al PKK mantiene el poder. Mientras se escriben estas líneas, ya está en marcha otra ofensiva de los apoderados turcos contra la ciudad kurda de Manbij.
Aunque Turquía está indudablemente detrás de la presente operación, sería absurdo imaginar que la CIA y el Mossad no estuvieran al tanto de los preparativos de una ofensiva. De hecho, es más probable que hayan dado su aprobación a la misma. En los últimos días, las fuerzas israelíes han mantenido la presión sobre Hezbolá en Líbano -un aliado clave de Assad- con más de cien bombardeos contra el grupo, así como atacando la actividad transfronteriza entre Hezbolá y Siria. En esencia, han estado atacando las líneas de suministro del régimen de Assad en apoyo de la embestida de los yihadistas.
El régimen de Assad: un Estado vaciado
Al mismo tiempo, la rápida caída de Alepo y Hama subraya el debilitamiento del régimen de Assad. Revela un régimen totalmente vaciado y que solo puede sostenerse gracias al apoyo exterior de Irán y Rusia. Esta dependencia pone de relieve hasta qué punto Siria ha quedado arruinada por más de una década de guerra.
así como elevados niveles de cultura y bienestar que diferenciaban al país de la mayoría de sus vecinos. Incluso con el retorno del capitalismo en los años 90, muchos de estos logros se mantuvieron. Pero la guerra civil alimentada por Occidente borró todos estos logros y mucho más.
El coste humano del conflicto de Siria es asombroso. Más de medio millón de personas han muerto y millones más se han visto desplazadas. El tejido social sirio se ha desgarrado, con comunidades divididas por sectas y generaciones enteras creciendo a la sombra de la guerra.
El PIB del país se contrajo más de un 60% solo entre 2011 y 2021. El desempleo supera el 50%. Se han destruido infraestructuras como carreteras, escuelas y hospitales. Más del 90% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, sobreviviendo con menos de 2 dólares al día. La hiperinflación, agravada por las sanciones estadounidenses y la crisis bancaria en el vecino Líbano -también causada por las sanciones estadounidenses-, ha sumido a millones de personas en la indigencia. Según una encuesta de 2023, alrededor del 11% de las familias declararon que sus hijos trabajaban sólo en la zona de Alepo, debido principalmente a la insuficiencia de ingresos familiares.
Para subrayar el nivel de decadencia, la producción de Captagon, una anfetamina muy utilizada durante la guerra, se ha convertido ahora en una de las principales fuentes de ingresos del régimen. La corrupción es galopante y entre la población reina un clima de frustración. De ahí la facilidad con la que los yihadistas han podido entrar en grandes ciudades como Alepo, disputada durante años durante la guerra civil.
Una gran parte de la población simplemente está tan desmoralizada con el régimen que ya no le importa si se queda o se va. Esto es justo lo contrario de lo que ocurrió durante la guerra civil, cuando la mayoría de la población apoyó al régimen de Assad para oponerse a los locos yihadistas. Así, el régimen de Assad se ha convertido hasta cierto punto en un fantasma que depende de sus patrocinadores rusos e iraníes para mantenerse. De particular importancia en este caso es Hezbolá, cuyas unidades de élite desempeñaron un papel clave en la lucha contra la oposición yihadista en Siria. Pero la mayoría de ellas han sido transferidas a Líbano para luchar contra Israel en el último año.
Se rompe el equilibrio
La invasión estadounidense de Irak y la destrucción del ejército iraquí, junto con la fallida intervención estadounidense en Siria, que engendró a grupos como Jabhat al Nusra y el Estado Islámico, condujeron en última instancia a un nuevo statu quo en Oriente Próximo, en el que Irán se convirtió en la potencia regional más fuerte.
Las milicias vinculadas a Irán, como Hezbolá en Líbano, se ganaron el apoyo popular al ser vistas como las únicas que luchaban contra los imperialistas y los yihadistas. Desde Irak, pasando por Siria, hasta Líbano, estos milicianos curtidos en mil batallas, que se cuentan por cientos de miles, se convirtieron en una fuerza a tener en cuenta. De hecho, en la lucha contra el Estado Islámico en Irak, se convirtieron en la fuerza más viable en la que podía confiar Occidente.
En Siria, los guardias revolucionarios iraníes, las milicias iraquíes y Hezbolá acudieron en ayuda del régimen de Assad. Su posición se consolidó aún más después de que Rusia entrara de su lado en la guerra civil siria. La alianza ruso-iraní consiguió finalmente derrotar a la oposición yihadista y, por consiguiente, la intervención occidental en Siria.
Turquía, por su parte, jugó a dos bandas en el conflicto. Viendo hacia dónde soplaba el viento en la guerra civil siria, Turquía -que en su día fue un actor clave en la intervención estadounidense- cambió de bando, forjando una alianza con Irán y Rusia, alianza que vio cómo Estados Unidos quedaba aún más diezmado.
Para Rusia, Siria se convirtió en la principal cabeza de puente hacia la región y un punto crítico de influencia en el Mediterráneo Oriental. Para Irán, el país pasó a ser un eslabón vital de su “Eje de Resistencia”, conectando Teherán con Hezbolá en Líbano.
Así, entre los escombros que dejaron tras de sí las intervenciones occidentales en Irak y Siria, Irán y sus aliados establecieron un nuevo equilibrio en la región y salieron victoriosos. El imperialismo estadounidense tuvo que aceptar a regañadientes el nuevo estado de cosas a medida que su propio poder e influencia disminuían. Esto era algo que los aliados de Estados Unidos, y en particular Israel, no podían permitirse.
Sin embargo, con el relativo debilitamiento de Hezbolá por la guerra de Israel, esto se está poniendo patas arriba. Y es aquí donde Israel acude en ayuda de los yihadistas.
En The Times of Israel, un revelador artículo titulado “Syrian rebels appear to credit Israeli strikes on Hezbollah with helping shock advance” (“Los rebeldes sirios parecen atribuir a los ataques israelíes contra Hezbolá la ayuda para el avance de las fuerzas de choque”) nos trae la verdad de primera mano:
“Nadie sabe si Irán y el régimen se habrían debilitado sin los recientes ataques israelíes en Siria, que nos han permitido regresar y liberar las tierras y el país”, dijo un hombre descrito como activista de la oposición de la zona de Alepo a la emisora pública Kan de Israel en comentarios emitidos el domingo. Israel lleva mucho tiempo llevando a cabo ataques periódicos contra objetivos iraníes y transferencias de armas en Siria.
“Otra figura rebelde de la zona de Idlib que habló con la cadena dio las gracias a Jerusalén y dijo que la oposición estaba ‘muy satisfecha’ con las acciones de Israel contra Hezbolá y otros actores respaldados por Irán. Hezbolá se ha comprometido abiertamente a destruir Israel.
“‘Nos acusan de cooperar con vosotros porque estábamos muy contentos cuando atacasteis a Hezbolá, realmente contentos, y nos alegramos de que ganarais’, dijo la fuente”.
Las guerras de Israel contra Gaza y Líbano, respaldadas por Occidente, junto con el intento desesperado del imperialismo estadounidense de mantener su predominio en Oriente Próximo, han creado de hecho el terreno fértil para que los islamistas levanten de nuevo sus feas cabezas.
Como consecuencia, toda la basura reaccionaria que se mantuvo bajo control por el equilibrio también está volviendo. Al ver a Irán distraído en el Líbano y a Rusia distraída en Ucrania, Erdogan vio su oportunidad de establecer nuevos “hechos sobre el terreno”, apoyando a HTS para que se alzara en armas una vez más contra el régimen de Assad. Su marcha hacia Damasco está cambiando rápidamente la configuración de la región, con consecuencias de largo alcance.
Es una prueba del asqueroso cinismo del imperialismo israelí y occidental que apoyen de nuevo tácitamente la embestida de las bandas yihadistas porque lo ven como un golpe contra su principal enemigo, Irán. Sin tener en cuenta que, mientras tanto, esto podría desmantelar Siria y desestabilizar toda la región.
Nuevo orden mundial
Con Estados Unidos e Israel alineados detrás de los islamistas, Rusia e Irán se afanan por salvar lo que pueden del régimen y de sus propios intereses en el país. China también ha declarado su apoyo a Assad. Se están dibujando los contornos de otro conflicto más, con el imperialismo estadounidense y sus aliados de un lado, y el bloque de Rusia, China y sus aliados del otro.
El orden mundial postsoviético, con Estados Unidos como única superpotencia del planeta, se está desmoronando, y Washington está siendo desafiado por los hombres del Kremlin y de Pekín. Pero este nuevo equilibrio de fuerzas también está abriendo el camino para que otros países, como Turquía, se sitúen entre estos dos bloques para ganar más margen de maniobra.
Turquía es miembro de la OTAN. Sin embargo, en los últimos años se ha acercado a Rusia a nivel internacional y a Irán a nivel regional. Mientras Occidente ha sancionado a Rusia, Turquía se ha beneficiado de acuerdos comerciales con Moscú, incluidos acuerdos que ayudarían a los rusos a eludir las sanciones occidentales. Tras la guerra civil en Siria, los turcos acordaron con rusos e iraníes expulsar a Occidente en un esfuerzo conjunto. Ahora, sin embargo, el péndulo vuelve a oscilar en sentido contrario. Viendo su oportunidad, Erdogan está extrayendo concesiones de Estados Unidos en forma de apoyo a su campaña para hacerse con una mayor tajada de Siria.
Socialismo o barbarie
Durante décadas, los imperialistas han asolado Oriente Próximo, y a cada paso lo han empujado más por el camino de la barbarie. Han convertido esta otrora floreciente cuna de la civilización en un páramo estéril lleno de dolor, horror y sufrimiento. Las guerras de Israel no son una excepción. Ahora amenazan con desbordarse y desestabilizar un país tras otro, abriendo las puertas a una conflagración regional de las más devastadoras consecuencias.
La idea que se difunde en Occidente es que Oriente Próximo necesita la intervención civilizadora de las potencias occidentales, para no caer en el fundamentalismo islámico fanático. En realidad, el imperialismo occidental y sus aliados son los responsables de toda la miseria que las masas de Oriente Medio se ven obligadas a soportar. Si no fuera por el apoyo occidental, los rabiosos perros yihadistas no habrían sobrevivido ni un solo día.
Lo que destaca más claramente en esta región es la esencia del capitalismo: el estrecho interés de unos pocos capitalistas en la cúspide de la sociedad, por encima del interés de la masa de la humanidad. Revela una clase que no sólo no es apta para gobernar, sino cuyo gobierno es diametralmente opuesto a la vida civilizada.
Cuando las tropas rusas entraron en Ucrania en febrero de 2022, se alzó un coro de justa furia por parte de políticos y expertos de Occidente. Un frente unido de países “democráticos” ofreció sus arsenales y abrió sus chequeras para castigar los “crímenes de guerra rusos” y resistir la invasión de una nación soberana. Dos años después, nuestros ilustrados gobernantes democráticos vuelven a ofrecer sus arsenales y a abrir sus chequeras… para ayudar a Israel en sus bárbaros crímenes de guerra y en la invasión de una nación soberana.
Incluso antes del último ataque de Israel, la hipocresía de las damas y caballeros de Washington, Londres, Bruselas y otros era asombrosa. Consideremos las observaciones finales del primer discurso del presidente estadounidense Joe Biden tras la invasión rusa de Ucrania:
“La libertad, la democracia, la dignidad humana son fuerzas mucho más poderosas que el miedo y la opresión. No pueden ser extinguidas por tiranos como Putin y sus ejércitos… Y en la contienda entre democracia y autocracia, entre soberanía y sometimiento, no se equivoquen: La libertad prevalecerá“.
Bonitas palabras. Pero, ¿cómo encajan con la historia? Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, ha habido más de 250 conflictos armados en 150 regiones del mundo. Más de tres cuartas partes de ellos fueron iniciados por Estados Unidos. La absoluta hipocresía de la política estadounidense fue encapsulada por el Consejo de Relaciones Exteriores, que escribió que Rusia “muestra poco respeto por la integridad territorial y la autonomía política de los estados en su periferia“. Es probable que el pueblo cubano tuviera palabras muy duras para el CFR en relación con el comportamiento de Washington en su “periferia”.
Los hechos son obstinados. El hecho es que, entre las invasiones directas, el apoyo a golpes militares asesinos contra gobiernos elegidos democráticamente y el fomento de conflictos proxy, el imperialismo estadounidense ha sido la mayor amenaza a la libertad, la dignidad y la soberanía en el escenario mundial.
Boris Johnson, Emmanuel Macron y el resto se desvivieron por prometer su apoyo al “derecho de autodeterminación” de Ucrania / Imagen: Número 10, Flickr
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el resto se desvivieron en promesas de apoyo al “derecho a la autodeterminación” de Ucrania: sin importarles el legado de sus propias naciones de invadir, robar y subyugar a países más débiles. Mientras tanto, el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, acusó a Putin de ordenar “atroces actos de agresión contra un país soberano e independiente, y contra personas inocentes”. ¿Dónde estaban estos escrúpulos cuando las fuerzas de la OTAN bombardeaban e invadían Yugoslavia, Afganistán e Irak?
El apoyo de Occidente a Ucrania no tiene nada en absoluto que ver con la defensa de la soberanía nacional. En 2014, Washington apoyó un golpe de Estado que instaló a una camarilla de oligarcas favorable a sus intereses. Luego empujó a Ucrania a un conflicto que no podía ganar para asestar golpes a Rusia y reafirmar el dominio estadounidense tras humillantes retiradas en Siria y Afganistán. La preocupación por la “pobrecita Ucrania” fue una cortina de humo para ocultar este desnudo interés propio. Las clases dominantes de Europa trotaron obedientemente detrás de sus amos estadounidenses en este pantano sangriento.
Esto no es nada nuevo. Como explicó Lenin durante la Primera Guerra Mundial, los imperialistas siempre buscarán alguna cobertura democrática para sus intereses depredadores y para movilizar a sus propios trabajadores en su esfuerzo bélico. En la Primera Guerra Mundial, los regímenes británico, francés, alemán y ruso utilizaron la excusa de defender a las naciones pequeñas: La “pobrecita Serbia” por un lado y la “pobrecita Bélgica” por otro.
“Ninguno de los grupos beligerantes es inferior al otro en el expolio, las atrocidades y la brutalidad sin límites de la guerra; sin embargo, para engañar al proletariado y distraer su atención de la única verdadera guerra de liberación, a saber, una guerra civil contra la burguesía tanto de su ‘propio’ país como de los países ‘extranjeros’… la burguesía de cada país trata, con la ayuda de falsas frases sobre el patriotismo, de exaltar la importancia de su “propia” guerra nacional, afirmando que sale a derrotar al enemigo, no para el saqueo y la toma de territorio, sino para la “liberación” de todos los demás pueblos excepto el suyo.”
A pesar de defender de boquilla el “derecho democrático universal” a la autodeterminación nacional, las grandes potencias imperialistas siempre han tratado a las pequeñas naciones como activos desechables: para explotarlas, comerciar con ellas y deshacerse de ellas según las necesidades. La esclavitud y el colonialismo en África, Asia y Oriente Medio se justificaron como “misiones civilizadoras”. Los barones del robo imperialista se apresuraron a dividir el mundo en mercados y esferas de influencia, sumiendo a la humanidad en el caos de la guerra una y otra vez mientras luchaban por el dominio.
La pesadilla actual en Palestina es producto directo de la intromisión imperialista. La Declaración Balfour de 1917 vio cómo los británicos cedían territorio palestino con el objetivo de “formar para Inglaterra un pequeño Ulster judío leal en un mar de arabismo potencialmente hostil”, en palabras de Ronald Storrs, Gobernador Militar de Jerusalén. La soberanía palestina quedaba así revocada de un plumazo en Westminster. El plan de partición de la ONU de 1947 fue el pistoletazo de salida de la primera Nakba: la expulsión masiva y violenta de los árabes palestinos para facilitar la creación del Estado de Israel.
Hoy, la guerra genocida de Israel que ha matado y mutilado al menos a 150.000 personas se justifica en términos del derecho de los judíos a la autodeterminación nacional. Pero, ¿quién defiende el derecho de los palestinos a la autodeterminación? Mientras la maquinaria de guerra israelí avanza sobre Gaza, mientras se anexiona más y más territorio de la Palestina histórica, mientras ministros de extrema derecha del gobierno israelí como Ben-Gvir y Smotrich prometen una segunda Nakba, ¿qué tienen que decir nuestros “democráticos” líderes occidentales?
Los regímenes británico, francés, alemán y ruso utilizaron en la Primera Guerra Mundial la excusa de defender a las naciones pequeñas / Imagen: dominio público
Sólo que Israel tiene derecho a defenderse. Tiene este derecho, respaldado por un suministro prácticamente ilimitado de armas y ayuda, por la única razón de que es el único aliado fiable de Occidente en Oriente Medio. Por lo tanto, sutilezas como el derecho internacional y el respeto a la soberanía nacional no se aplican cuando se trata de Israel.
Con la invasión israelí del Líbano (en contra de los deseos de sus benefactores imperialistas), el doble rasero occidental se ha vuelto vergonzosamente descarnado. Desde febrero de 2022, Occidente ha impuesto a Rusia más de 16.500 sanciones, mientras que Ucrania ha recibido más de 380.000 millones de dólares en ayudas, incluidos casi 118.000 millones en ayuda militar directa. Zelensky ha sido invitado a pronunciar discursos en la ONU y en parlamentos de todo el mundo, recibiendo aplausos entusiastas. Ucrania incluso ganó el Festival de Eurovisión.
Por el contrario, una conferencia internacional de ayuda celebrada en París prometió reunir alrededor de 1.000 millones de euros en ayuda humanitaria para el Líbano. Esta suma no sólo es mucho menor de lo que se ha enviado a Ucrania, sino que es una mera fracción de lo que los imperialistas han enviado para apoyar a Israel en su esfuerzo de guerra, ¡que es la razón por la que se necesita ayuda para empezar!
Además, tanto Estados Unidos como Gran Bretaña han movilizado activos militares en preparación para apoyar a Israel en caso de que estalle la guerra con Irán. Este es precisamente el objetivo de Netanyahu: iniciar una guerra más amplia y arrastrar a Occidente a la contienda, manteniendo así la lucha y aferrándose a su posición política.
Irán respondió al bombardeo israelí de embajadas y al asesinato del principal negociador de Hamás en su territorio con el lanzamiento de una flota de drones que fueron interceptados por la Cúpula de Hierro. Respondió al asesinato del líder de Hezbolá, Nasralá, y a la invasión de Líbano con una andanada de cohetes. Estas acciones han causado pocas víctimas. Mientras tanto, Israel ya ha matado a más personas en Líbano que las que murieron en toda la guerra de 2006, además de su carnicería en Gaza. ¿Y cómo han respondido los imperialistas? Condenando a Irán por la “escalada”.
La pesadilla actual en Palestina es producto directo de la intromisión imperialista / Imagen: WAFA, Wikimedia Commons
¿No tiene Irán derecho a la autodefensa y a la integridad territorial? ¿No tiene este derecho el Líbano? ¿No lo tienen los palestinos? Parece que los llamados derechos democráticos universales están en realidad totalmente supeditados a las necesidades e intereses de las grandes potencias. Los imperialistas y sus portavoces ni siquiera pueden llamar a las cosas por su verdadero nombre. El cómico estadounidense George Carlin dijo una vez que los gobiernos y los ricos inventan un lenguaje especial para ocultar sus pecados:
“La CIA ya no mata a nadie, neutraliza a la gente… El gobierno no miente, se dedica a desinformar… Los asesinos israelíes se llaman comandos, los comandos árabes se llaman terroristas“.
Cuando Putin describió la invasión de Ucrania como una mera “operación militar especial”, su sofisma fue condenado en Occidente. Pero el eufemismo israelí de una “ofensiva terrestre limitada” fue adoptado con entusiasmo por la mayoría de los políticos y medios de prensa occidentales, incluso mientras miles de tropas de las FDI entraban en Líbano.
A diferencia de los imperialistas y sus asesinos apoderados, los comunistas no tenemos ningún problema en decir la verdad. Israel está llevando a cabo una guerra genocida en Gaza; y ahora ha invadido una nación soberana, en un intento de provocar una guerra desastrosa con Irán, que nuestras propias clases dominantes en Occidente están facilitando.
Comparar la respuesta de nuestros líderes “ilustrados” y “democráticos” a la invasión rusa de Ucrania y a la sangrienta campaña de Israel en Oriente Próximo pone de manifiesto la farsa que se ha hecho de los principios de soberanía nacional y autodeterminación bajo el capitalismo. Estos elevados ideales se desechan en cuanto interfieren con la búsqueda de beneficios y objetivos políticos de los capitalistas. Lejos de defender los derechos democráticos de las naciones pequeñas, el imperialismo occidental es el mayor obstáculo para la libertad de los pobres y oprimidos de todo el mundo. El sistema capitalista que estos gángsters imponen debe ser derribado si la humanidad quiere vivir en paz, libertad y seguridad.
El 18 de octubre, Cuba sufrió un apagón masivo que dejó sin electricidad a más de 10 millones de personas. Dos días después, el huracán Oscar azotó la costa oriental de la isla, agravando la crisis. El apagón es consecuencia directa del embargo estadounidense, que sanciona a los barcos que transportan combustible a la isla y ha privado a Cuba de las divisas necesarias para importar combustible y piezas de repuesto para mantener la producción y distribución de energía. Para que el pueblo cubano pueda vivir, el embargo imperialista debe morir.
El ex jefe del Banco Central Europeo Mario Draghi ha elaborado un revelador estudio en nombre de la UE sobre la (falta de) «competitividad europea». El antiguo «salvador» del euro esboza una ofensiva imperialista como solución.
El estudio de Draghi habla por sí solo: la UE se está quedando rezagada con respecto a Estados Unidos y China. Analiza: antaño, la UE en particular se beneficiaba del libre comercio mundial, pero hoy se encuentra en un «terreno de juego mundial desigual» que ahora debe «corregirse». El segundo gran problema es la falta de innovación en la industria europea, que está dejando la productividad laboral europea por detrás de la de Estados Unidos y China.
Draghi sugiere que la digitalización, la descarbonización y el armamento son los tres grandes campos del futuro en los que hay que invertir ahora para lograr victorias en la competencia internacional entre monopolios. Para ello, aboga por aumentar en 5 puntos porcentuales la parte de la inversión en relación con la producción económica (PIB). Eso significaría que el 27% del PIB se destinaría a inversiones, lo que ocurrió por última vez en los pujantes años sesenta del siglo pasado. Esto corresponde a un gasto adicional de 750.000-800.000 millones de euros anuales.
Como las empresas privadas no lo conseguirán por sí solas, habría que lanzar un nuevo «Plan Marshall», cuatro veces mayor que el de después de la Segunda Guerra Mundial. Según Draghi, para estas inversiones son aceptables déficits presupuestarios más elevados.
Pero el capital por sí solo no basta. Según Draghi, la industria, la investigación, la educación, la política comercial estratégica, la obtención de materias primas, la autonomía en tecnologías clave y el poder militar son campos de acción que deben perseguirse de forma coordinada y específica.
Para ello, debe «dinamizarse» el proceso político en Europa, que hasta ahora se ha basado en el consenso entre todos los Estados miembros. Para desarrollar suficiente peso en el mercado mundial, deben surgir corporaciones europeas más grandes, para lo cual sería necesaria una mayor centralización (en todos los ámbitos: mercados de capitales, suministros energéticos, investigación y desarrollo, universidades, presupuesto y deuda de la UE, política exterior, etc.). Porque: «Europa debe reaccionar ante un mundo con una geopolítica menos estable, en el que las dependencias se convierten en puntos débiles y ya no puede depender de otros para su seguridad. […] Una agenda de competitividad moderna debe incluir también la seguridad».
Problema: Europa se está quedando atrás
Draghi describe el declive de la UE en los últimos años: el crecimiento económico medio anual desde 2002 ha sido del 1,4% en los Veintisiete, del 2% en Estados Unidos y del 8,3% en China. Los factores que siguieron apoyando el crecimiento en la UE durante este periodo -la expansión del comercio mundial (en 2019, el comercio internacional supuso un máximo del 43 por ciento del PIB de la UE-27); la energía barata procedente de Rusia; el bajo gasto militar debido a la hegemonía mundial de EEUU- ya son historia.
Solo la desvinculación del gas ruso destruyó un año de crecimiento económico. Al mismo tiempo, el crecimiento de la productividad de la economía europea, del 0,7% anual, es sólo la mitad de rápido que el de EE.UU., líder en tecnología de la información. A la UE simplemente la han pillado dormida en el sector tecnológico. Desde la crisis financiera de 2008, la inversión privada en Europa ha caído de forma especialmente acusada.
La falta de un mercado bancario europeo unificado y la privatización en gran medida fallida del sistema de pensiones hacen que no haya suficiente capital disponible para invertir en nuevas tecnologías, lo que acelerará la brecha de productividad a largo plazo. Draghi calcula que sólo la aplicación de la inteligencia artificial (IA) a la industria farmacéutica europea podría generar unos beneficios adicionales de hasta 110.000 millones de euros.
Pero el «pequeño tamaño de las empresas europeas» y de los mercados nacionales de Europa (con sus diferentes modelos fiscales y de financiación, normativas técnicas, conjuntos de datos reducidos, etc.) no permite aprovechar las economías de escala de la IA. Entrenar nuevos modelos de IA para desarrollar, por ejemplo, nuevos materiales, costaría unos 1.000 millones de euros, y los costes se dispararían con cada área de aplicación adicional. Ninguna empresa europea puede reunir tanto capital riesgo.
Ninguna de las diez mayores empresas que investigan el desarrollo de ordenadores cuánticos tiene su sede en la UE. La fragmentación de las infraestructuras nacionales de energía y cableado de datos restringe incluso el funcionamiento eficiente de los centros de datos en Europa. Los mayores centros de datos consumen actualmente más de 100 megavatios de media, lo que equivale aproximadamente a la mitad del consumo medio de electricidad de los Ferrocarriles Federales Austriacos o de la ciudad de Linz. Comparemos esto con lo que Sam Altman, CEO de OpenAI, desearía ver: centros de datos en el rango de los 5 gigavatios de potencia. Esto equivale a la energía de unas cinco centrales nucleares.
Draghi advierte: si el crecimiento de la productividad se mantiene al nivel de la última década, esto significa que el PIB de la UE-27 se estancará en 2050. Sólo la estructura de edades de la población del continente hará que el mercado laboral se reduzca en dos millones de asalariados al año a partir de 2040. Menos asalariados explotables significa menos beneficios. Así de simple.
Una combinación de deuda pública elevada, tipos de interés persistentemente «altos» y mayores gastos de inversión en descarbonización, digitalización y rearme podría desencadenar una nueva crisis de deuda soberana, incluso sin nuevas crisis económicas o militares… y sabemos que eso está fuera de toda duda.
Descarbonización y competitividad
Según Draghi, la mitad de las empresas consideran que los precios de la energía en Europa son un obstáculo para la inversión. La legislación actual de la UE implica que los sectores de producción con uso intensivo de energía (productos químicos, metales, papel) tendrán que invertir 500.000 millones de euros en los próximos 15 años para alcanzar los objetivos de reducción de CO2 prescritos por ley. En última instancia, estas instalaciones de producción de materiales básicos deben mantenerse en Europa por «razones de seguridad». En el sector del transporte habrá que invertir 100.000 millones de euros anuales de aquí a 2050.
La «tecnología limpia» -es decir, las tecnologías verdes- podría abaratar la producción de energía a largo plazo y crear nuevos productos innovadores con potencial de mercado mundial. Sin embargo, este plan va a la zaga de China, que ahora ha tomado la delantera en el desarrollo y la capacidad de producción de muchas de esas nuevas tecnologías. Para 2030, sólo la producción de baterías de China debería ser capaz de satisfacer la demanda mundial, mientras que se calcula que su capacidad de producción de paneles solares alcanzará el doble del nivel de consumo mundial.
La producción europea de turbinas eólicas también está sometida a una fuerte presión de la competencia china, y las mismas perspectivas se ciernen sobre otras tecnologías. Draghi describe cómo, en los años 2015-19, el 65% de las patentes para la producción de hidrógeno seguían registradas en la UE, pero en 2020-22 su cuota cayó al 10%. Incluso cuando hay innovaciones, las empresas y los mercados de capitales europeos son demasiado pequeños para aplicarlas de forma rentable cuando se compite a escala mundial.
Draghi afirma que China subvenciona el doble de la producción de tecnologías limpias que la UE, y que Estados Unidos subvenciona entre cinco y diez veces más. Si China siguiera una senda de subvenciones similar en la industria del vehículo eléctrico, la producción nacional de vehículos eléctricos de la UE caería un 70% y su cuota de mercado mundial se reduciría un 30%. La industria del automóvil emplea a 14 millones de trabajadores.
Draghi critica que la UE haya decidido eliminar progresivamente la tecnología de los motores de combustión para 2035 sin elaborar un plan global. Ahora propone una estrategia mixta en función de la industria: libre comercio; transferencia forzosa de tecnología y cuotas mínimas para los componentes europeos; proteccionismo; subvenciones permanentes a determinadas industrias de «tecnología limpia» para impulsarlas al nivel de los gigantes del mercado mundial; garantías estatales de compra para las industrias jóvenes; un rescate de la industria automovilística; y el fin de la tarificación del CO2 para las industrias que consumen mucha energía. Habría que compensar los inconvenientes de «la competencia desleal del exterior y los ambiciosos objetivos climáticos».
Militarización
La batalla por los mercados y las esferas de influencia se libra claramente a escala mundial, y no sólo mediante una explotación más eficiente del mercado nacional.
Draghi describe cómo «Europa se enfrenta ahora a una guerra convencional en su frontera oriental y a una guerra híbrida en todas partes, que incluye ataques a las infraestructuras energéticas y a las telecomunicaciones, interferencias en los procesos democráticos y el arma de la migración. Al mismo tiempo, la doctrina estratégica estadounidense se está alejando de Europa y acercándose a la cuenca del Pacífico […] impulsada por la amenaza percibida de China. En consecuencia, la necesidad de defensa es cada vez mayor».
La dependencia de materias primas críticas y tecnologías futuras son «vulnerabilidades estratégicas» que representan alrededor de una quinta parte de las importaciones de la UE.
El acceso a las materias primas y el establecimiento de una cadena de suministro para la producción de chips resultarán caros, ya que el control político sobre la producción, más que la eficiencia, se convierte en el criterio central. China ha adquirido una ventaja significativa en África. El punto débil de Europa es que su comercio de materias primas se deja en manos de actores privados y del mercado. Se acabaron los días en los que se alababan las virtudes del «libre mercado» a nivel mundial. En cambio, Draghi esboza su plan de una manera clásicamente imperialista: «La UE debe desarrollar una auténtica ‘política económica exterior’ basada en asegurar los recursos críticos».
Draghi cita cifras de la Comisión Europea que muestran que, en la próxima década, el gasto en defensa sólo en la UE tendrá que aumentar en 500.000 millones de euros para lograrlo. Dice que la UE y sus Estados miembros han dependido demasiado de EE.UU. y han descuidado su propio gasto militar. Las entregas de armas a Ucrania han agotado las existencias y han demostrado que la industria armamentística también es demasiado pequeña.
En términos de tecnología, los tanques, submarinos, etc. europeos están a la altura o incluso son mejores que los de Estados Unidos. Pero la fuerza innovadora de la industria armamentística europea corre el riesgo de quedarse atrás, ya que EE.UU. gasta 130.000 millones de euros anuales sólo en investigación militar y la UE sólo 10.700 millones (a partir de 2022).
La financiación para el desarrollo de los complejos sistemas militares del futuro no puede correr a cargo de los Estados nación europeos por separado, ¡de ahí el llamamiento a que Europa desarrolle drones, misiles hipersónicos, armas energéticas, IA militar y armas para los fondos marinos y el espacio! En cambio, critica el despilfarro de capacidad en la UE, que está produciendo 12 carros de combate diferentes.
Imperialismo de manual
El informe de Draghi es una estrategia conscientemente adaptada a las tendencias del capitalismo moderno. En palabras de un estratega serio del capital, expresa lo que Lenin dijo sobre la fase superior y final del capitalismo, el imperialismo, hace más de cien años: se caracteriza por la decadencia social general bajo el puño de hierro de una inmensa concentración de capital y poder. Sólo se puede utilizar la tecnología moderna de forma rentable si se controla el mercado mundial. Pero hay que luchar por este dominio, por la fuerza.
El inmenso potencial para la satisfacción de todas las necesidades humanas -que sólo podría realizarse bajo una economía planificada democrática y mundial- se convierte así, en la camisa de fuerza del Estado-nación y la propiedad privada, en una fuerza motriz para el militarismo contra otros grupos de capitalistas y Estados-nación, y para los ataques sociales contra la clase trabajadora. Draghi subraya las tendencias inherentes al capitalismo con cifras, datos y hechos.
Al hacerlo, pone de relieve con valentía la lamentable situación de las clases dominantes europeas. Su informe pretende galvanizar a las élites políticas para que asuman los retos de la competencia imperialista de EEUU y China, y para que les hagan frente de forma ofensiva. Los principios rectores imperialistas de su informe ya están dando forma a la política en Europa.
Pero el problema con la perspectiva de Draghi es que un Estado europeo único y centralizado, que en última instancia sería necesario para su proyecto, no llegará a existir. El capitalismo europeo está y seguirá estando estructurado según las fronteras nacionales. No hay ninguna clase social que pueda ser portadora de un poder imperialista europeo unificado bajo el capitalismo.
Draghi tiene razón al afirmar que muchos Estados liliputienses, incluida Austria, son insignificantes en el concierto de las grandes potencias de la UE, y que sus intereses pueden ser doblegados por Berlín o París (y también por Pekín y Washington).
Pero cuando aboga por que Europa produzca un carro de combate único y común, o por uno o dos enormes bancos europeos que puedan desafiar a la competencia a nivel mundial, surge inmediatamente la pregunta: ¿quién de entre las clases dirigentes europeas, mutuamente hostiles, los controlaría en última instancia? ¿Qué país controla la propia Europa? ¿Alemania o Francia? ¿Y con quién se alían Italia, España o Polonia?
Los últimos años han demostrado cómo la crisis del capitalismo ha intensificado aún más estas contradicciones, en lugar de resolverlas, condición necesaria para los planes de los estrategas del capital.
Las contradicciones nacionales intraeuropeas nunca podrán resolverse pacíficamente sobre una base capitalista. El poder militar global de EEUU está menguando y sus finanzas públicas están en completo desorden. China se caracteriza cada vez más por una inmensa sobreproducción. A largo plazo, sin embargo, Europa seguirá estando por detrás de estos rivales imperialistas debido a su fragmentación.
A escala mundial, Europa es y seguirá siendo un continente balcanizado. Esta debilidad del capitalismo en Europa abrirá oportunidades para que la clase obrera derroque a los que están en el poder, expropie a las corporaciones, derribe las fronteras y establezca una economía pacífica y democráticamente planificada dentro de unos Estados Unidos Socialistas de Europa.
Un año después del ataque del 7 de octubre de Hamás contra el sur de Israel, la guerra subsiguiente ha provocado un desastre humanitario sin comparación para los palestinos que viven en la Franja de Gaza. Ahora Líbano se enfrenta a un escenario similar. Netanyahu advirtió a Hezbolá de que Israel podría «convertir Beirut y el sur de Líbano… en Gaza».
¿Qué significa convertir el sur de Líbano en una Gaza? Tras un año de incesantes bombardeos, la guerra genocida de Netanyahu contra Gaza ha provocado niveles de muerte y destrucción sin precedentes para el pueblo palestino. Casi 42.000 personas han muerto en impactos directos desde octubre del año pasado, mientras que otras 100.000 han resultado heridas, una cuarta parte de las cuales, según las estimaciones, quedarán discapacitadas permanentemente.
Estas cifras, sin embargo, no cuentan toda la historia de lo ocurrido. Los bombardeos no sólo han matado a personas con los impactos directos, sino que la destrucción masiva de la infraestructura de Gaza ha provocado muchas más muertes que no se contabilizan en las cifras oficiales. Se han destruido los suministros de agua y electricidad, así como gran parte de los servicios sanitarios, clínicas y hospitales, además de viviendas y escuelas. Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), sólo un tercio de los hospitales de Gaza funcionan de alguna manera.
Viviendas destruidas masivamente
En los cuatro primeros meses de bombardeos, el valor de las infraestructuras destruidas en Gaza se calculó en 18.500 millones de dólares, lo que equivale al 97% del PIB anual total de Gaza y Cisjordania juntas. Los bombardeos han producido más de 30 millones de toneladas de escombros, y se calcula que se tardará años en limpiarlos. En junio de este año, se habían arrojado 75.000 toneladas de bombas sobre Gaza. Esto es mucho más de lo que se arrojó sobre Dresde, Hamburgo y Londres juntos durante la Segunda Guerra Mundial.
En un artículo publicado por AP News, Destrucción sin precedentes de las viviendas en Gaza no vista desde la Segunda Guerra Mundial, según la ONU [The unprecedented destruction of housing in Gaza has not been seen since World War II, the UN says] (2 de mayo de 2024) se esbozaba el nivel de devastación infligido al parque de viviendas de Gaza en los primeros siete meses de la guerra. Señalaba que «al menos 370.000 viviendas de Gaza han resultado dañadas, 79.000 de ellas destruidas por completo».
Actualizaciones más recientes indican que más del 80% de los edificios de Gaza han sido destruidos. Así lo reveló el subsecretario general de la ONU, Dr. Abdallah Al-Dardari, en una entrevista con Al Qahera News.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): «…se calcula que casi 50.000 millones de dólares en inversiones en Gaza se han esfumado en el conflicto, y 1,8 millones de palestinos han caído en la pobreza». La población total antes de la guerra era de 2,3 millones.
Se ha calculado que se tardaría hasta 2040 en reconstruir las propiedades destruidas, y el coste total ascendería a unos 40.000-50.000 millones de dólares.
Destrucción del sistema educativo
Los edificios escolares han sufrido graves daños. Este verano, «al menos 354 personas murieron en ataques aéreos israelíes contra edificios escolares que albergaban a personas desplazadas entre el 1 de junio y el 1 de septiembre». En el último año han salido de Gaza numerosos vídeos y fotos de niños cubiertos de sangre que huyen de las escuelas bombardeadas, dejando atrás los cadáveres de los asesinados.
La guerra ha interrumpido la educación de más de 600.000 escolares en Gaza. Un artículo de ABC informa de que «al menos el 70% de todas las escuelas de Gaza -399 edificios escolares- han sido dañados o destruidos desde el 7 de octubre».
Hay un total de 567 edificios escolares en Gaza. ABC News recopiló imágenes por satélite, y vídeos y fotos, tomadas tanto por las FDI como por Hamás, y llegó a la conclusión de que «212 escuelas están parcial o totalmente destruidas, y otras 187 muestran signos de daños». Sin embargo, la ONU calcula que «hasta el 84% de las escuelas -477 edificios- tendrán que ser reparadas o reconstruidas».
Rachael Cummins, directora de Save the Children en Gaza, comentó que «los niños no han podido acceder a la educación formal, por lo que han perdido todo un año de aprendizaje. Pero, aparte de eso, no se puede subestimar lo que están viendo, lo que están viviendo y las consecuencias para su salud mental. Toda una generación, toda una población, en realidad, de niños y sus padres y cuidadores, en términos del impacto de la guerra en su salud mental es absolutamente extraordinario».
En estas condiciones, el desarrollo psicológico de los niños se ha visto gravemente afectado. Muchos sufren ataques de ansiedad y son incapaces de concentrarse. Además de la muerte y la devastación a su alrededor, estos niños también sufren enfermedades, como consecuencia del colapso del sistema sanitario, y malnutrición.
No sólo las escuelas han quedado prácticamente destruidas. Las universidades también se han visto afectadas. Los casi 90.000 estudiantes universitarios de Gaza han visto interrumpidos sus estudios. La Universidad Islámica de Gaza quedó completamente destruida en un bombardeo en octubre del año pasado. La Universidad de Al-Azhar quedó completamente arrasada. La Universidad de Israa, la Universidad de Palestina, la Universidad de Gaza, la Universidad Abierta de Al-Quds, la Universidad de Al-Aqsa y muchas más han sufrido graves daños.
Según un informe publicado por el BRICUP (Comité Británico para las Universidades de Palestina), «las 19 universidades de Gaza han sufrido graves daños o yacen en ruinas, con más del 80% de los edificios universitarios destruidos».
Más de 100 académicos palestinos y más de 600 estudiantes universitarios han muerto en Gaza desde el comienzo de la guerra de Israel, según cifras facilitadas por el Ministerio de Educación palestino. Cerca de 9.000 escolares han muerto, así como 400 profesores.
Los efectos de todo esto van a ser duraderos, y llevará muchos años reconstruir lo que ha sido destruido.
«En los últimos siete meses se ha desmantelado sistemáticamente el sistema sanitario de Gaza. Según la OCHA [Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios], 24 hospitales de Gaza están ahora fuera de servicio, mientras que 493 trabajadores sanitarios han muerto. Cada centro médico o sistema de entrega humanitaria ha sido o está siendo destruido, para ser sustituido por opciones menos eficaces e improvisadas. No se sabe cuál será el coste humano indirecto en muertes y lesiones a largo plazo como consecuencia de la denegación de asistencia y tratamiento».
Los servicios sanitarios están colapsados precisamente cuando más se necesitan. Basten algunos ejemplos para ponerlo de manifiesto. El número de menores de 5 años tratados por diarrea se ha multiplicado por 25 desde el año 2022. En junio de este año, 8.000 menores de 5 años recibieron tratamiento por desnutrición. Hay unas 50.000 mujeres embarazadas, que corren un riesgo mucho mayor en caso de complicaciones debido a la falta de servicios hospitalarios. Los pacientes de diálisis se ven abocados a la muerte. Por ejemplo, el Hospital Al-Shifa trata actualmente a unos 40 pacientes con insuficiencia renal, mientras que antes de la guerra trataba a 450 pacientes.
Como muestra el informe citado, han muerto unos 500 trabajadores sanitarios. Según la Organización Mundial de la Salud, esta cifra es de un total de unos 20.000. Como afirmaThe New York Times:
«Eso equivale a una media de dos trabajadores sanitarios muertos cada día, con uno de cada 40 trabajadores sanitarios, o el 2,5% del personal sanitario de Gaza, ahora muerto».
Según un estudio publicado en julio enThe Lancet, prestigiosa revista médica británica, esta situación significa que hay muchas más muertes causadas por la guerra actual que las que se producen en los bombardeos directos. Algunos se han referido a ellos como «asesinatos silenciosos».
El informe de The Lancet se basa en escenarios bélicos anteriores que demuestran que el número de muertes de este tipo puede ser entre tres y quince veces superior al número de personas muertas en muertes directas. Por ello, afirma que «no es inverosímil estimar que hasta 186.000 o incluso más muertes podrían ser atribuibles» a la guerra en curso.
Otras 10.000, aproximadamente, se dan por desaparecidas, aún sepultadas bajo los escombros. En un artículo más reciente publicado enThe Guardian, Científicos están más cerca de la verdadera, terrorífica escala de muertes y enfermedades en Gaza [Scientists are closer in the true, horrifying scale of death and disease in Gaza], se estima que el número de muertes podría ser muy superior al estimado por The Lancet:
«El descubrimiento de polio en Gaza nos recuerda que cada vez es más difícil evaluar el verdadero coste de la guerra. No tenemos una idea de lo extendidas que están las enfermedades y el hambre -las llamadas «muertes indirectas»- y estamos a oscuras en cuanto al número total de muertes».
Y explica que si las muertes continúan al ritmo calculado por The Lancet de unas 23.000 al mes, «habría 149.500 muertos más para finales de año, unos seis meses y medio desde la estimación inicial de mediados de junio. Utilizando este método, el total de muertes desde que comenzó el conflicto se estimaría en unas 335.500 en total».
De confirmarse estas cifras, esto representaría bastante más del 10% de la población de Gaza. Para acercarnos más a la realidad, equivaldría a la muerte de unos 6-7 millones de personas en Gran Bretaña, o más de 30 millones en Estados Unidos. Se trata, con diferencia, del mayor número de personas asesinadas en la larga lista de conflictos entre Israel y el pueblo palestino.
En el Antiguo Testamento, Deuteronomio 19:21, leemos que el Dios de los antiguos judíos decretó que el castigo por los crímenes debía ser «vida por vida, ojo por ojo, diente por diente…». Su significado era que el castigo por un daño sufrido debía corresponder al crimen.
Los sionistas de hoy, sin embargo, van mucho más allá de lo que su propio Dios ordenó. Si tomamos las cifras de muertos durante el ataque del 7 de octubre en el sur de Israel, y las calculamos en proporción a las cifras de muertos en Gaza según la estimación de The Guardian, obtenemos la cifra de 250 a uno. Pero esto no debería sorprender a nadie con un mínimo conocimiento de la historia del conflicto. Entre 2008 y 2020 vemos cifras similares, con 5.590 palestinos muertos frente a 251 israelíes, una proporción de 22 a uno. Y esto mucho antes del atentado de Hamás del 7 de octubre del año pasado. Los sionistas justifican la carnicería de este último año refiriéndose constantemente a ese ataque. Hay que preguntarse: ¿qué justificó todas las anteriores campañas de bombardeos y matanzas llevadas a cabo por el ejército israelí?
Para colmo de males: la expansión de los asentamientos
Lo que hay que recordar aquí es que la parte perjudicada históricamente son los palestinos. Son ellos los que sufrieron el crimen histórico de la Nakba, en la que más de 700.000 palestinos fueron expulsados violentamente de su tierra natal en 1948, con un gran número de muertos en el proceso. Ese crimen supuso arrebatar a todo un pueblo su patria.
Los sionistas siempre han visto la guerra como una oportunidad para expulsar a más palestinos de su patria y enviar colonos. Lo vimos a gran escala en Cisjordania cuando otros 400.000 fueron expulsados tras la Guerra de los Seis Días en 1967.
Según la Fundación para la Paz en Oriente Próximo, en 1972 había 10.608 colonos judíos en los territorios ocupados por Israel en 1967, Cisjordania, la Franja de Gaza, Jerusalén Este y los Altos del Golán. En 2005, esta cifra había aumentado a casi medio millón; y hoy son más de 700.000, y los sionistas de extrema derecha pretenden llevar esa cifra a un millón, e incluso a dos millones.
Se trata de una sustitución étnica a gran escala. Los principales medios de comunicación oficiales, como la BBC en el Reino Unido, intentan restar importancia a la Nakba, e incluso cuando la reconocen, insisten en que fue hace mucho tiempo y que ahora debemos concentrarnos en el presente y el futuro. Esta es una forma cómoda de ignorar el hecho de que el robo de tierras palestinas continúa mientras escribo estas palabras.
Desde el 7 de octubre de 2023, el gobierno israelí ha acelerado la expansión de los asentamientos, aprobando en julio 5.295 nuevas viviendas en los asentamientos existentes, así como la aprobación de cinco nuevos asentamientos. El ministro de Finanzas de extrema derecha, Smotrich, también ha concedido financiación pública a 70 puestos de avanzada -formalmente ilegales incluso según la legislación israelí- proporcionándoles agua, electricidad y carreteras. Los puestos de avanzada reciben defensa de las FDI y acaban convirtiéndose en asentamientos.
Y mientras todo esto ocurre, unos 1.000 palestinos han sido expulsados de sus tierras en 18 comunidades de Cisjordania. Merece la pena dedicar unas palabras a la forma en que se consigue esto. Se crea un puesto de avanzada y sus miembros acosan sistemáticamente a los palestinos de la zona. Los amenazan físicamente, les impiden trabajar sus tierras, les cortan el agua y la electricidad, haciéndoles imposible quedarse.
Una vez conseguido todo esto, la tierra queda sin cultivar y puede clasificarse como abandonada. El siguiente paso es designarla como tierra estatal, quedando bajo el control directo de Israel. Después de eso se puede entregar a los colonos. Se trata de un robo flagrante de tierras, apenas cubierto con una hoja de parra de la legalidad israelí.
Todo esto se ha intensificado en el último año y, sin embargo, no aparece en los titulares de los principales medios de comunicación. La razón es que todos los gobiernos occidentales respaldan a Israel incluso mientras continúa con la expropiación ilegal de tierras palestinas. Piden a Hezbolá que acate las resoluciones de la ONU, pero ignoran el hecho de que Israel ha ignorado sistemáticamente las resoluciones de la ONU que se ha aplicado a sí mismo.
Antes de 2005, en la Franja de Gaza había 21 asentamientos israelíes con unos 9.000 colonos judíos. Como parte de los Acuerdos de Oslo, que dieron lugar a la creación de la Autoridad Palestina, se llegó a un acuerdo por el que todos los asentamientos judíos se retirarían de Gaza en 2005. La mayoría se fueron cuando se les ordenó, mientras que algunos se resistieron y las FDI tuvieron que expulsarlos por la fuerza.
Ahora los sionistas hablan de volver a su antiguo plan de colonizar la Franja de Gaza. Una vez más, la guerra es el medio para conseguirlo. Un artículo enThe Guardian, Benjamin Netanyahu considera despejar en masa el norte de Gaza [Benjamin Netanyahu considering mass clearance of northern Gaza] (23 de septiembre de 2024), esboza los planes que tiene el gobierno de Netanyahu para expulsar a la población civil del norte de Gaza. La idea es expulsar por la fuerza a todos los civiles y luego declarar que cualquiera que quede es un militante de Hamás y, por lo tanto, puede ser fusilado en el acto.
El diputado del Likud Avichai Boaron ha declarado que el plan «está siendo evaluado actualmente por el gobierno». Al parecer, Netanyahu cree que el plan «tiene sentido». La razón es que a pesar de todos los bombardeos, a pesar de toda la muerte y la destrucción, las FDI no han conseguido eliminar a Hamás. Así que ahora están considerando este plan desesperado. Consistiría en declarar la zona «territorio militar», lo que significaría que no se permitiría la entrada de suministros, expulsando así por la fuerza a los entre 300.000 y 500.000 palestinos que aún permanecen en el norte.
Ya en diciembre empezaron a aparecer noticias sobre el regreso a Gaza de los colonos expulsados en 2005. Un ejemplo es un artículo, Ex colonos Israelíes ansiosos por regresar a Gaza después de la guerra, publicado en Al Monitor, que cita a Hannah Picard, una franco-israelí que vivió durante 16 años en la Franja de Gaza, diciendo que «es obvio que vamos a volver». El plan de limpiar de civiles la parte norte de Gaza facilitaría este regreso.
De hecho, entre los sionistas se habla mucho de la necesidad de reiniciar el programa de asentamientos en Gaza. En junio de este año, dos MK (miembros de la Knesset) de extrema derecha anunciaron que estaban formando un «Grupo de la Knesset para la Renovación de los Asentamientos en la Franja de Gaza». Se les citó diciendo que «sólo mediante una densa presencia de asentamientos judíos en toda Gaza será posible impedir que continúen las amenazas terroristas y disuadir al enemigo».
Sin embargo, para que esto funcione, los nuevos asentamientos tendrían que estar fuertemente armados y respaldados por las FDI. De hecho, se convertirían en guardias de prisión en lo que a menudo se denomina «la mayor cárcel al aire libre del mundo». Sin embargo, es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Pueden seguir adelante con este plan, pero se convertirá en una fuente de enorme resentimiento entre una nueva generación de palestinos que han tenido que sufrir las pesadillas ya esbozadas en este artículo, y que buscarán una manera de recuperar sus tierras robadas.
Combatir a todos los belicistas
Los principales medios de comunicación -es decir, los medios que pertenecen a capitalistas ricos cuyo trabajo consiste en defender los intereses de la clase dominante- ignorando la historia, siguen lanzando el mantra de que «Israel tiene derecho a defenderse». ¿Cómo puede alguien en su sano juicio afirmar que lo que se ha descrito anteriormente es «legítima defensa»? No. Forma parte de un plan de décadas de los sionistas para apoderarse de todo lo que una vez fue Palestina. Está claro que en el pensamiento de los sionistas, el ataque del 7 de octubre del año pasado por parte de Hamás vino como una excusa conveniente para aumentar aún más la presión sobre el pueblo palestino.
Cuando líderes políticos como Biden, Starmer, Macron y Scholz, junto con todos los demás criminales belicistas -sentados en la comodidad de sus edificios gubernamentales, viviendo en sus lujosas residencias, ganando mucho dinero mientras sirven a los intereses de la rica y poderosa clase capitalista- pronuncian discursos sobre el «derecho de Israel a defenderse», recuerden lo que se ha esbozado anteriormente.
Lo que realmente están diciendo es que la clase dirigente sionista de Israel tiene derecho a matar a decenas de miles de palestinos, a matar a sus mujeres y niños, a destruir sus casas, escuelas y hospitales, y a amenazar a toda la región con la guerra. Eso es lo que llevamos un año desde el 7 de octubre. Eso es lo que apoyan todos los dirigentes occidentales.
La ironía de todo esto es que, un año después, lejos de garantizar la seguridad de las personas que viven en Israel -se suponía que se convertiría en un refugio seguro para los judíos- los sionistas han hecho de Israel un lugar mucho más peligroso para vivir, de hecho el lugar más peligroso del planeta para los judíos. Ahora han empujado a toda la región al borde de una guerra regional, creando una situación en la que podrían perderse muchas más vidas en ambos bandos.
¿Por qué ocurre todo esto? Porque los sionistas han bloqueado sistemáticamente todos los intentos de avanzar en la dirección de conceder a los palestinos un Estado propio, y seguirán haciéndolo. Todo lo que ha hecho Netanyahu ha ido en esta dirección. No sólo se niegan a conceder a los palestinos la condición de Estado, sino que trabajan sin descanso para apretujarlos en enclaves cada vez más pequeños, arrebatarles más tierras y aumentar la población de colonos.
Por este camino no puede haber paz. Mientras la clase dirigente sionista de Israel siga en el poder, con su Estado fuertemente armado, respaldado por el país imperialista más poderoso del mundo, Estados Unidos, no habrá ningún avance hacia la concesión de plenos derechos a los palestinos.
La clase dominante sionista debe ser derrocada, así como todos los regímenes burgueses despóticos de la región, desde Arabia Saudí hasta Jordania y Egipto, y todos los demás. Y en los países capitalistas avanzados debemos organizarnos y luchar contra nuestros propios gobiernos imperialistas, esos mismos gobiernos que han apoyado la pesadilla desatada sobre el pueblo palestino.
En las primeras horas del 1 de octubre, el ejército israelí cruzó la frontera del Líbano e inició una invasión terrestre del país, tras dos semanas de intensos ataques aéreos. Se trata de una guerra totalmente reaccionaria, respaldada y financiada por el imperialismo estadounidense y occidental, que amenaza con sumir a todo Oriente Próximo en una guerra abierta, que podría durar años y dejar tras de sí un sufrimiento atroz.
Como era de esperar, Estados Unidos apoya plenamente la invasión israelí. A pesar de sus protestas de que quería un alto el fuego, Israel sabía que Washington se pondría de su lado. Un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca declaró que la invasión estaba «en consonancia con el derecho de Israel a defender a sus ciudadanos y devolver con seguridad a los civiles a sus hogares. Apoyamos el derecho de Israel a defenderse de Hezbolá y de todos los grupos terroristas respaldados por Irán.»
Aquí vemos la asquerosa hipocresía y el doble rasero del llamado «orden basado en normas». Cuando Rusia invadió Ucrania hace dos años y medio, hubo un coro de condenas, un clamor de indignación sobre la «inviolabilidad de las fronteras nacionales», denunciando una «agresión contra un país soberano», que iba en contra del «derecho internacional».
Parece que tan nobles principios no se aplican a «nuestro bando». En este caso, una violación inaceptable de la soberanía nacional se convierte en una «incursión limitada» conforme al «derecho de legítima defensa». ¿Dónde está el derecho de autodefensa de los palestinos, que han visto Gaza arrasada, decenas de miles de muertos y cientos de miles de desplazados y hambrientos? ¿Dónde está el derecho a la autodefensa del Líbano, donde ya han muerto más personas por la agresión israelí que en la invasión israelí de 2006 y donde ya se ha desplazado a un millón de personas?
No sólo estamos asistiendo a una invasión del Líbano. En las últimas 24 horas, Israel ha atacado objetivos en Yemen y Siria, además de continuar la asesina campaña genocida contra los palestinos tanto en Gaza como en Cisjordania.
Como siempre ocurre con la guerra imperialista, los objetivos declarados (la protección de la población israelí cercana a la frontera norte) poco o nada tienen que ver con los objetivos reales del agresor sionista.
A Netanyahu no le importan los ciudadanos del norte más de lo que le importa la suerte de los rehenes de Gaza. Si le importaran, no habría saboteado deliberadamente el acuerdo que podría haber allanado el camino para la liberación de los rehenes y podría haber establecido las condiciones para poner fin a los ataques con cohetes de Hezbolá sobre la frontera.
Está claro para cualquiera que tenga ojos para ver que el principal objetivo del primer ministro israelí Netanyahu es su propia supervivencia política. Al no haber logrado ninguno de los objetivos de guerra declarados en la invasión asesina de Gaza tras un año de matanzas y destrucción (liberar a los rehenes, destruir a Hamás), su popularidad cayó en picado a medida que sectores cada vez más amplios de la opinión pública israelí se oponían a su liderazgo.
Necesitaba recuperar terreno por todos los medios. Su destitución, ya fuera durante la guerra o mediante elecciones al final de la misma, significaría su procesamiento y quizá incluso su encarcelamiento. Calculó que una campaña contra Líbano le serviría para evitar tal desenlace.
De hecho, la clase dirigente israelí ha estado preparando una guerra contra Líbano desde su humillante retirada al final de la invasión de 2006. Evidentemente, había acumulado una gran cantidad de inteligencia e información sobre Hezbolá, lo que le permitió actuar con decisión en las primeras fases del ataque. Utilizando métodos terroristas, consiguió eliminar a toda una capa de la cúpula dirigente de Hezbolá, obviando el hecho de que en el proceso también mató a cientos de civiles.
Los cálculos de Netanyahu también incluyen otro factor. Al lanzar constantes provocaciones contra Irán, principalmente el asesinato del líder de Hamás, Haniyeh, en Teherán, Israel espera embrollar a la República Islámica a un conflicto abierto con Israel, en el que Estados Unidos se vería obligado a intervenir para defender al Estado sionista.
Una guerra regional causaría una destrucción y una pérdida de vidas impensables, pero en la mente de Netanyahu, todo eso es un precio que merece la pena pagar para salvar su propio pellejo.
Los contornos de tal conflicto ya pueden verse. Los hutíes yemeníes intensificaron sus ataques y amenazaron con atacar las plataformas petrolíferas y de gas de Israel en el Mediterráneo. En Irak, la base estadounidense Victoria en el aeropuerto de Bagdad fue atacada con cuatro cohetes. Israel llevó a cabo ataques aéreos contra Siria. Estados Unidos ha ordenado el envío de más tropas a la región para «reforzar su postura defensiva».
Se ha especulado mucho sobre la naturaleza y la fuerza de la respuesta iraní a las provocaciones israelíes.
El régimen iraní se encuentra en una posición difícil. Enfrentado a una creciente oposición interna, toda su trayectoria en los últimos tiempos ha consistido en intentar llegar a un acuerdo con Occidente, que necesita para levantar las sanciones y restablecer cierto equilibrio económico.
Al mismo tiempo, ha establecido estrechas alianzas con una serie de grupos armados de la región (en Palestina, Líbano, Yemen, Irak, Siria), extendiendo su influencia y creando un escudo protector contra su principal enemigo regional, Israel. Este está siendo ahora atacado por Israel. Si Irán no responde, su influencia regional se verá gravemente dañada. El objetivo último de Israel es destruir la capacidad nuclear y militar de Irán. Ningún régimen de Irán puede permitir que eso suceda sin una respuesta si quiere permanecer en el poder.
Se plantea la cuestión de cómo es posible que el destino de Oriente Próximo se haya enredado tanto con los cálculos personales de un solo individuo. De hecho, por mucho que los caprichos personales de Netanyahu desempeñen un papel decisivo en estos acontecimientos, son a su vez un reflejo de procesos subyacentes que se han ido acumulando durante un periodo de tiempo.
Tenemos el conflicto en las relaciones mundiales entre Estados Unidos, por un lado, y China y Rusia, por otro. El primero es la primera potencia imperialista del mundo, pero está en declive relativo (con mucho énfasis en el carácter relativo de este declive). Derrotado en Irak y Afganistán, incapaz de intervenir decisivamente en la guerra civil siria y habiendo defraudado a sus aliados más fiables durante la revolución árabe, Estados Unidos ya no tiene la misma influencia que antes en Oriente Próximo y sólo cuenta con un aliado estable, Israel.
Hemos visto cómo se ha desarrollado esta relación en el último año. Washington no quiere que Israel destruya completamente Gaza, no por consideraciones humanitarias, sino porque teme que las brutales acciones de Israel provoquen la desestabilización revolucionaria de los regímenes árabes de Jordania, Egipto y otros, de los que también depende Estados Unidos.
Washington no es partidario de enredarse directamente en una guerra regional, no porque le preocupen las vidas de los habitantes de Oriente Próximo (después de todo, ya ha matado a cientos de miles de ellos en los últimos 20 años), sino más bien porque le resultaría costoso (en términos de financiación y de personal) en un momento en el que ya está inmerso en una guerra perdida en Ucrania y le distraería de hacer frente a su principal rival, China.
Pero todas estas consideraciones se ven superadas por el hecho de que, a fin de cuentas, Israel es el aliado más fiable de Estados Unidos en la región y no puede permitir que fracase. En ocasiones, Biden ha criticado ligeramente a Netanyahu, ha intentado basarse en Gantz en su contra e incluso ha amenazado con retener ciertos suministros militares. Pero al fin y al cabo en todo momento ha respaldado plenamente a Israel.
La relación real no es la que se presenta en los medios de comunicación: la de un presidente enfermizo que tiene las manos atadas y acaba respaldando a Israel a regañadientes. El diez por ciento del presupuesto militar anual de Israel está financiado por Estados Unidos. Además, en tiempos de guerra, EEUU está dispuesto a soltar miles de millones más, como el paquete de 8.000 millones de dólares concedido a principios de este año.
i Estados Unidos retirara las licencias de armas, el ejército israelí se quedaría sin armas, o con pocas, y sin munición. El Estado sionista no tendría todos los recursos que necesita para llevar a cabo sus reaccionarias guerras asesinas de agresión si no fuera por la financiación y los suministros que recibe puntualmente de EEUU.
Esta es la palanca que Biden no está dispuesto a utilizar. Por el contrario, desde el principio ha ofrecido un apoyo invulnerable a Israel. Netanyahu es plenamente consciente de este hecho. Quizás Biden pensó que ésta era la mejor manera de ponerse en posición de influir o frenar a Netanyahu. Lo que pasó en la práctica ha sido justo lo contrario. Seguro de que Biden se vería obligado a respaldarle, Bibi procedió a llevar a cabo las acciones que mejor convenían a sus propios intereses, con total desprecio de los intereses de Washington.
Mientras tanto, Rusia desempeñó un papel decisivo en la guerra civil siria, manteniendo a su aliado Assad en el poder, al tiempo que equilibraba a las diferentes potencias regionales implicadas (Turquía, Arabia Saudí, Qatar, etc.). China también intervino para mediar en un acuerdo de paz entre Irán y Arabia Saudí pasando completamente por alto a Estados Unidos, algo que habría sido impensable hace sólo 20 años.
Mientras se desarrollaban estos procesos, Washington presionaba para que se completaran los Acuerdos de Abraham, lo que conduciría a la «normalización» de las relaciones entre Israel y sus vecinos árabes. El proceso había llegado muy lejos y la última pieza del rompecabezas, Arabia Saudí, parecía estar encajando. Hace un año, en la Asamblea General de la ONU, Netanyahu mostró un mapa de lo que describió como «el nuevo Oriente Medio» en el que aparecía Israel comerciando con Jordania, Arabia Saudí y los Estados del Golfo, Egipto y Sudán. El mapa había borrado por completo los Territorios Ocupados.
El mensaje era claro. La «normalización» significaba dar vía libre a Israel para completar finalmente la anexión de Palestina. Esta fue una de las principales razones del ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023.
El objetivo general de la clase dominante israelí es debilitar o inutilizar a su principal rival en la región: Irán. Saben que para ello necesitan el respaldo de Estados Unidos. En esto coinciden los intereses generales de la clase dominante y los intereses personales de Netanyahu. Los que se opusieron al sabotaje de Netanyahu del acuerdo sobre los rehenes en Gaza, lo hicieron precisamente porque querían concentrarse en la guerra contra el Líbano.
La posición de los comunistas revolucionarios en este conflicto es clara. Estamos con los oprimidos contra los opresores. Estamos contra el Estado imperialista reaccionario de Israel y con los palestinos oprimidos, y ahora con los libaneses, que están sufriendo una brutal agresión militar. Apoyamos su derecho a defenderse.
Los comunistas revolucionarios declaramos abiertamente que la paz en Oriente Medio no se conseguirá con apelaciones a los gobiernos ni con la mediación de las instituciones internacionales (que no hacen sino reflejar el equilibrio de fuerzas entre las distintas potencias imperialistas). La presencia de fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU (FINUL) en la frontera no ha impedido la invasión israelí del Líbano. En cualquier caso, una paz imperialista sería simplemente el interludio previo a una nueva guerra reaccionaria.
Sólo el derrocamiento de la reaccionaria clase dominante sionista de Israel y el derrocamiento de las reaccionarias clases dominantes de todos los demás regímenes de la región (Jordania, Egipto, Turquía, Arabia Saudí, etc.), pueden conducir a una paz genuina, que sólo puede basarse en el fin de la opresión nacional del pueblo palestino.
Nuestra principal tarea en Occidente es luchar contra nuestros propios gobiernos imperialistas belicistas, que están cubiertos de la sangre del pueblo de Gaza.
La lucha contra la guerra imperialista es la lucha contra el podrido sistema capitalista que la engendra. Si quieres la paz, lucha por el socialismo.