Los comicios del domingo pasado eran para elegir al presidente pero, por las condiciones en que se ha desarrollado todo el proceso, eran también la repetición del referéndum del 21F. La polarización que vivimos es porque Evo ha ganado las elecciones a presidente, pero ha perdido otra vez aquél referéndum, y con más distancia que en 2016. Es por esto que, como señalamos desde el principio, la actual crisis ya no podrá ser definida por el TSE.
No estamos en la lucha a la Media Luna de 2008. La componente “plebeya” de las movilizaciones es muy evidente en la actualidad e incluso mayoritaria en regiones del país como Potosí y Chuquisaca, en cuyo cabildo había sindicatos, la COD, comerciantes de origen indígena y representantes de la nación Q’ara Q’ara. Estos son los efectos de la colaboración de clases: el apoyo a empresarios y multinacionales se hace insoportable cuando la desaceleración económica aumenta las necesidades del pueblo e intensifica la explotación.
No es casualidad que en estas regiones no quieran saber de OEA y balotaje. El antiimperialismo es casi instintivo en nuestro pueblo pobre y trabajador y refleja nuestra condición de país capitalista atrasado. Pero, por cómo llegamos a este punto, los discursos antiimperialistas del gobierno que mantiene las concesiones a multinacionales sobre el litio y los yacimientos de plata de Potosí, Incahuasi, Tariquía, el monopolio agropecuario y la concentración de tierras en el Oriente, generan un difuso escepticismo. Así, más pasan los días, más el pedido de renuncia de Evo y nuevas elecciones, surgido en los cabildos del sur del país, reemplaza el de la segunda vuelta.
La invitación del gobierno a la OEA para auditar las elecciones apunta claramente a tomar tiempo, desmovilizar y obtener alguna forma de reconocimiento internacional o de parte de sectores de la oposición. La burguesía nacional podría preferir un gobierno del MAS sin el mismo poder absoluto pero con la misma capacidad de contener la lucha de obreros y campesinos. Pero el imperialismo necesita quitar cualquier referente y contrabalancear el efecto contagioso entre los explotados del mundo que tienen las inmensas y extraordinarias movilizaciones de Ecuador, Chile, Honduras, Líbano, Catalunya etc. Y es por esto que harán todo lo posible para demostrar el fraude. Esto es lo que exige la OEA, la UE, y los gobiernos de Gran Bretaña, Alemania, España, Canadá, EEUU. Bolsonaro que, como todo buen sirviente, se adelanta al amo, ya ha afirmado que no reconocerá el gobierno boliviano.
Pero ni Mesa que denuncia fraude cuestiona el hecho que el MAS sea el primer partido de mayoría relativa en Bolivia. Esto significa que en estas elecciones la clase trabajadora ha hecho su máximo esfuerzo contra la derecha, pero no tenía cómo luchar contra la política de colaboración de clases del MAS, lo cual solo sería posible con un partido propio de la clase trabajadora, como defendemos los marxistas. En estas condiciones ni Mesa podría gobernar, aún ganando una segunda vuelta. El país está profundamente dividido y en adelante podrá ser gobernado solo o con métodos revolucionarios o con métodos autoritarios y acuerdos sellados a espalda y en contra de la lucha del pueblo.
Es por todo esto que los pronunciamientos de la burocracia sindical y de organizaciones de izquierda afines al MAS en favor de una auditoria de la OEA son, a lo mejor, confusos y en general escandalosos y cobardes. No se puede sostener la búsqueda de apoyo en las cuevas del imperialismo, es indispensable señalar el camino para recuperarlo en las filas del movimiento obrero y popular. Por Esto llamamos al conjunto de la clase trabajadora, a la COB, la FSTMB, a las organizaciones de la izquierda del MAS y a las organizaciones revolucionarias a la izquierda del MAS a exigir a Evo:
La expropiación sin indemnización y bajo control obrero y campesino de las multinacionales de todos los países que están interviniendo en la política de nuestro país, empezando por la española Repsol y la brasileña Petrobras;
La revoca de las concesiones a las multinacionales canadienses que se han hecho con los inmensos yacimientos de plata de Potosí (Pulacayo-Paca) y de la multinacional alemana que se ha hecho con nuestro litio, abrogando el DS 3738;
Rechazar cualquier injerencia imperialista, de la OEA, la UE y demás países en Bolivia.
Llamamos a la solidaridad de la clase obrera y el movimiento indígena movilizados en Ecuador, Chile, y a la solidaridad internacional de la clase trabajadora de todos los países cuyos gobiernos están interviniendo en la política del nuestro para defender intereses económicos que son nuestros comunes enemigos.
*Lucha de Clases es la sección boliviana de la Corriente Marxista Internacional
Al momento de escribir estas líneas, el cómputo oficial del voto alcanza el 83% del electorado y la ventaja de Evo sobre Mesa es inferior a los cinco puntos. Faltan al conteo aproximadamente un millón de votos, de pocas grandes ciudades como El Alto y de áreas rurales. Aun sin saber si habrá o no la segunda vuelta prácticamente anunciada la noche del domingo por el propio Órgano Electoral (OEP) hay algunos elementos que ya son claros. El MAS es el primer partido de Bolivia, pero Evo ha obtenido su peor resultado en 14 años, peor incluso que en el referéndum constitucional del 21F de 2016.
1. En la muy compleja situación que vivimos en Bolivia en estos momentos, es necesario fundar el análisis en datos objetivos y una perspectiva de clase, es decir basada en la lucha de la clase trabajadora por su emancipación y las estrategias de la burguesía para mantener la explotación laboral vigente. Quien pierda de vista este criterio está condenado a confundir lo que ve.
2. Al momento de escribir estas líneas, el cómputo oficial del voto alcanza el 83% del electorado y la ventaja de Evo sobre Mesa es inferior a los cinco puntos. Faltan al conteo aproximadamente un millón de votos, de pocas grandes ciudades como El Alto y de áreas rurales, donde los datos oficiales muestran no solo la fuerza electoral de Evo, sino también la importante afirmación de Chi Hyung Chung, el candidato ultraconservador sostenido por las iglesias evangélicas. El 15% que suma Chi en Achacachi o El Alto, donde falta todavía escrutar más de doscientos mil votos (34%), es sorprendente y demuestra el peso de las iglesias en suplir la ausencia de Estado y comunidad entre los sectores más humildes del pueblo, que deben pero su condición al propio programa económico neoliberal defendido por este Bolsonaro boliviano.
3. Aún sin saber si habrá o no la segunda vuelta prácticamente anunciada la noche del domingo por el propio Órgano Electoral (OEP) hay algunos elementos que ya son claros. El MAS es el primer partido de Bolivia, pero Evo ha obtenido su peor resultado en 14 años, peor incluso que en el referéndum constitucional del 21F de 2016. En porcentajes perdió alrededor de 20 puntos y queda entre 4 y 5 puntos debajo del 50%; en términos absolutos, con un padrón electoral con casi un millón de nuevos electores registrados, pierde casi un millón de los sufragios que lo premiaron en 2014.
4. Los datos preliminares del OEP dicen que Evo podría ser proclamado vencedor en primera vuelta pero solo por dos o tres décimas, que corresponden a menos de veinte mil votos, ganados en el extranjero, hecho que la oposición utiliza para denunciar el fraude. Evo tendría que gobernar sin mayoría en el Senado y con un posible empate en Diputados, con todas las grandes ciudades del país, excepto El Alto, en contra, con una mayoría rural que ya no es plebiscitaria y bajo una creciente presión internacional.
5. La OEA y los observadores de la UE, de hecho, están avalando las denuncias de fraude. Evo quería mostrar internacionalmente su legitimidad democrática, después de haber demostrado a los gobiernos imperialistas su “responsabilidad” con la inversión extranjera y el orden mundial. Sin embargo, así como habíamos previsto después de la visita de Almagro, los observadores internacionales estaban acá para certificar su derrota y exponerla a la clase obrera internacional. La OEA silente ante las luchas del pueblo de ahora en Chile y frente al descarado fraude que dio un nuevo mandato a JOH en Honduras, no tiene ninguna legitimidad para exigir al OEP una segunda vuelta. La UE que Evo ha intentado poner de su lado, incluso a costa del litio y del apoyo en Potosí, ha demostrado una vez más su oportunismo.
6.El país amanece dividido verticalmente. Los enfrentamientos y las movilizaciones que se han dado en todas las sedes departamentales del OEP, que hizo peor todo lo que podía hacer mal, no son de una minoría. No es casualidad que estas movilizaciones han asumido un carácter más violento en los mismos escenarios de los más radicales conflictos de los últimos meses, que, desde Potosí a Tariquía, desde el Beni hasta Sucre, tienen todos el mismo trasfondo: la austeridad determinada por la desaceleración económica capitalista; la política de concesiones a multinacionales, latifundistas, grandes ganaderos y empresarios nacionales; el uso del aparato estatal y del MAS para dividir, controlar y reprimir sindicatos y organizaciones sociales.
7. Como ha hecho a lo largo de todo este año de campaña electoral, Mesa sigue buscando catalizar protestas y decepciones contra el MAS que son independientes del propio candidato de Comunidad Ciudadana. Los que convocan a estas movilizaciones son de hecho los Comités Cívicos, en particular los de Potosí, Sucre y Santa Cruz, y el CONADE donde hay ex dirigentes sindicales y ex autoridades del MAS a nivel local y regional que entraron en colisión con el gobierno, defendiendo el medioambiente, los derechos indígenas o las libertades sindicales. Los que participan son muchísimos jóvenes, principalmente universitarios, las capas más bajas de la clase media y algunos sectores de trabajadores, como la COD de Sucre, los sindicatos de los trabajadores en salud o el magisterio. Pero hay también falangistas en Sucre, unión juvenil en Santa Cruz y Cochabamba, exponentes de la oligarquía en las capitales del Oriente. Es un movimiento confuso y variado que la derecha más cavernaria está intentando utilizar para forzar el derrocamiento de Evo.
8. La Coordinadora Nacional por el Cambio (CONALCAM) a la cabeza de la COB, los sindicatos campesinos y otras organizaciones afines al MAS, ha anunciado movilizaciones “en defensa de la victoria de Evo”. Compartimos la necesidad de la movilización, pero no sus objetivos. La división en que hoy se encuentra el pueblo pobre y trabajador de Bolivia es responsabilidad de Evo, su gobierno y su política pro-empresarial que ha disipado un patrimonio único de consenso en nuestra historia. Callar sobre los centenares de miles de votos perdidos para aferrarse a las decenas de miles que evitarían una segunda vuelta, en la cual Evo, evidentemente, se ve perdedor, es garantía de seguir con los mismos errores. Además ninguna de las posibles perspectivas de un próximo gobierno favorece a la clase trabajadora y el movimiento campesino e indígena de Bolivia.
9. En minoría en el país y tal vez en la Asamblea Legislativa, un futuro gobierno de Evo tendría pocas opciones. Podría gobernar buscando acuerdos y votos de diputados de Mesa o del reaccionario Chi, implementando las gotas más amargas del programa burgués que estos defienden endulzadas de azul y usando el MAS para ejercer un más estricto control sobre sindicatos y movimientos sociales. En tal caso se impondría la “transición ordenada” pregonada por la burguesía y el imperialismo, transición hacia el fin del poder absoluto del MAS sin perder la función de control social de este partido. O podría dar un giro autoritario y bonapartista, un gobierno cívico-militar en el cual, como ya ocurrido en otras etapas históricas, la misma clase trabajadora sería la primera víctima.
10. Para evitar que esto ocurre, CONALCAM debe dar un carácter revolucionario y permanente a su movilización, que permita basar el próximo gobierno no sobre un puñado cuestionado de votos, sino sobre la movilización y el poder popular. El mensaje de las urnas es claro: las conquistas sociales son todavía insuficientes, el espectro de la derecha continental no puede ser usado para frenar nuestra lucha y Evo ya no es garantía de estabilidad. Ante todo esto es imprescindible reivindicar una auténtica reforma agraria contra incendios y latifundio, la expulsión de las multinacionales para dar salud, trabajo, educación y vivienda de calidad a todos, la garantía de que se cumplan los derechos laborales, y organizar las asambleas populares en defensa de este programa para que seamos obreros y campesinos con la movilización a imponer este programa a Evo y acabar con su política de concesiones a empresarios y multinacionales que nos llevaron a este desastre. Solo así se podrá reconstruir la confianza de la población, la clase obrera y la juventud convocándolos a la lucha.
El siglo XXI latinoamericano energía con grandes esperanzas para las masas de trabajadores, que habían soportado toda una época de gobiernos reaccionarios.
Como se recordará las oleadas revolucionarias de los setentas había sido cortada de tajo a través de feroces dictaduras militares, incluso países como México, sin una presencia militar importante en la política, había vivido sangrientos años de guerra sucia.
La crisis no se resolvió con los años de dictadura. No obstante que a diferencia de la década de los setentas el énfasis mayúsculo en los movimientos populares de izquierda se había centrado en la restauración de la democracia y la defensa de los derechos humanos.
Los ochentas fueron el escenario de una serie de transiciones a la democracia donde se procuró con extremo cuidado ceder el gobierno, pero no el poder real: la oligarquía latinoamericana, en sus distintas facetas nacionales, había fortalecido su posición de intermediario en el proceso de saqueo de las riquezas regionales.
Así pues, bajo la supervisión de la oligarquía y del imperialismo se establecieron regímenes firmemente comprometidos con mantener las políticas de ajustes salvajes, claramente orientadas a ponerle fuerte énfasis en salvaguardar las variables macro-económicas a costa de la miseria y muerte de millones de seres humanos.
Pero el capitalismo ya no era el mismo de los setentas, las fuerzas productivas tenían un desarrollo desigual y combinado, caracterizado por el modelo de maquiladora, centros de ensamblaje del capitalismo global donde lo único importante era la mano de obra, mientras más barata mejor.
La crisis de los noventas
No obstante el hilo no se podía estirar tanto, en 1988 un movimiento de izquierda de masas, estuvo a punto de romper la hegemonía del PRI mexicano, en Venezuela Carlos Andrés Pérez es electo con las esperanza de una nueva fase de nacionalizaciones, que su imagen evocaba. No hubo una decepción más grande, CAP se lanzó a una salvaje política de alzas de precios y privatizaciones.
Las masas nos soportaron más y se desataron protestas salvajes cruelmente reprimidas por el régimen. Cientos de personas fueron asesinadas por el ejército. El cual se vio sacudido desde adentro. Al final la paz de los sepulcros salvo a CAP, pero las bases de la explosión revolucionaria no se detuvieron. En 1992 estalla el levantamiento armado de Hugo Chavez Frías, el cual surge como una rebelde en medio de una serie ofensivas de las burguesías locales en contra de sus pueblos, antes las cuales la respuesta de las direcciones obreras y campesinas era prácticamente testimonial
En Argentina es electo Carlos Menen, un demagogo que cobijado bajo el Partido Justicialista (peronista) se enfrasco en una batalla permanente en contra de la clase obrera argentina, que pagó un duro precio para sacar de la crisis económica a su país.
La crisis de los gobiernos de la “transición” estallaba en uno y en otro lugar, en muchos casos demagogos de derechas como el ecuatoriano Abldala Bucaram, arribaban al poder, solo para someterse aún más a los dictados del FMI.
Bolivia era un caso particular, la beligerancia de la Central Obrera Boliviana (COB), mantenía al régimen una y otra vez al borde del colapso. La única la razón por la cual la COB no tomo el poder en aquel periodo fue porque dentro de su dirección nunca se estableció una estrategia seria para tomarlo.
En México, el populismo de derechas de Carlos Salinas de Gortari termino estallando en una nueva crisis, que inició en 1994 con el levantamiento armado del EZLN , que continuo con el asesinato del candidato oficialista Luis Dolado Colosio y culmino a finales de ese año con una nueva crisis
La realidad era que a fuerza de derrotas las masas estaban perdiendo el miedo y es que cuando hacia atrás no tienes más que el abismo no hay de otra más que intentar avanzar.
Venezuela: el primer impulso
Y el primer golpe en la nueva fase de la revolución latinoamericana lo lanza Venezuela, que en 1998 elige como presidente a Hugo Chavez Frías, el mismo que había siglo indultado por Rafael Caldera en 1996 luego del fallido Golpe de Estado de 1992.
La llegada de Chavez fue a pesar de todo, de los medios de comunicación y del impulso de los oligarcas para evitar que un plebeyo de la más baja estirpe y ralea llegase a la presidencia. Impulsado por el gran apoyo popular impulsa una nueva constituyente al año siguiente y para el 2000 es nuevamente electo presidente ya en el marco de una nueva ley constitucional que aún sin ser de carácter socialista si marcaba una diferencia diametral con la lógica entreguista de todo el siglo XX. Así Venezuela arribaba al siglo XXI fon una burguesía políticamente derrotada y un movimiento de masas cada vez más confiado en su propia fuerza.
Hugo Rafael Chavez Frías / Foto: AFP
Ecuador: Una insurrección que arrastra al ejército
El siguiente capítulo de la revolución fue Ecuador, el marxista Jorge Martin asi pintaba el escenario los primeros días de los años 2000 “
“El año 2000 se inicia en Ecuador con un 62% de la población bajo el nivel de la pobreza, un 70% de los trabajadores desempleados o subempleados, una caída de la economía del 7.2% y una tasa de inflación del 70%. Ante esta situación el gobierno de Mahuad decide decretar la dolarización de la economía a una tasa de 25.000 sucres por dólar”
Las movilizaciones de campesinos y trabajadores generaron un efecto en el ejército, lo que llevó a una parte de ellos, dirigidos por Lucio Gutiérrez a sumarse a la protesta, al final el carácter espontaneo de la movilización y la absoluta incapacidad de la dirección que se formó, particularmente de Gutiérrez, llevaron al restablecimiento del orden burgués. No obstante, la situación no regresó al punto de partida. Un par de años después el propio Gutiérrez fue electo presidente de Ecuador, no obstante, terminó por pasarse del lado de la reacción aplicando una serie de medias draconianas con el pretexto de estabilizar la economía. El resultado fue que una nueva explosión social, para el 20 de abril de 2005 Gutiérrez se ve obligado a escapar de manera vergonzosa del país ante un nuevo estallido social.
La situación no se estabilizó sino hasta la elección de Rafael Correa a principios de 2007, el cual ha sido el único mandatario ecuatoriano que trató de ser fiel al espíritu de rebelión de las masas ecuatorianas de principios de siglo.
Rafael Correa / Foto: Radio Cubana
Bolivia: de la revolución a la elección
La ola revolucionaria también se extendió en Bolivia, donde la Central Obrera Boliviana llevaba décadas de desarrollar la única oposición real al régimen del oficialista Movimiento Nacional Revolucionario. Como hemos señalado la COB nunca se planteó como una opción real de poder, había un vació y poco a poco lo fue llenando el Movimiento Al Socialismo (MAS).
Como siempre ante la falta de iniciativa de los partidos y organizaciones del bando proletario, fue la reacción quién dio el primer paso para la debacle del régimen. El inminente proceso de entrega de los recursos naturales bolivianos, particularmente gas, desataron una serie de bloqueos, nuevamente encabezados por la COB y la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, El gobierno intento parar las protestas por medio de la represión, decenas de trabajadores fueron asesinados para parar la lucha, la respuesta fue una verdadera insurrección con elementos de doble poder en ciudades como El Alto
Ante esta situación el presidente proyanqui Sanchez de Lozada, es obligado a dimitir, generándose un gobierno interino, nuevamente la COB no encara la tarea de construir un poder obrero alternativo pese a tener todas las condiciones para ello, lo que permite estabilizarse al gobierno provisional resultante de la crisis.
El Movimiento al Socialismo, si bien había jugado un papel trascendente en las movilizaciones si tenía la intención de contender electoralmente y poco a poco en medio del vacío que hemos señalado fue adoptando un perfil político que fue visto por las masas como una alternativa, así fue surgiendo la figura de Evo Morales, activista de los trabajadores que se dedican al cultivo de coca.
A principios de enero de 2006 Morales toma posesión como presidente de Bolivia, ante un movimiento de masas capaz de derrocar a cuanto gobierno de le pusieran enfrente pero también pleno de confianza en que Morales y el Mas realizarían no que la COB no se atrevió a realizar.
Si hemos puesto énfasis en Venezuela, Ecuador y Bolivia es porque en estos países la burguesía sufrió una derrota política contundente luego de años y años de luchas, aun a pesar de que los gobiernos emanados de estas luchas nunca cuestionaron las relaciones de producción capitalistas y más bien de avocaron a convivir con ellas era evidente que , producto de la lucha de clases, tenían una posición de franca venta he de frente a la oligarquía , que por primera vez, se miraba ajena al poder presidencial.
Casos distintos son los de Argentina y Brasil, los cuales si bien se encierran en el contexto de la oleada revolucionaria latinoamericana no representan una ruptura seria con el régimen como la que representaban los regímenes antes citados.
Evo Morales / Foto: EFE
Argentina; que se vayan todos
Como habíamos señalado la entrada al gobierno de Carlos Menen llevó al estado argentino a una nueva crisis a pesar de la política de recortes prometía que era el precio a pagar para que no hubiera más crisis.
La necesidad de mantener una política de paridad cambiaría forzó a un endeudamiento cada vez más insostenible, los escacez de dólares y la fuga de capitales llevo al colapso de la economía argentina, el 2 de diciembre de 2001 se decretó la retención de todas las cuentas en dólares de los ciudadanos argentinos, el corralito, la desesperación cundió y el gobierno no tuvo más respuesta al pueblo que la represión, el 19 de diciembre, como en las dictaduras militares el gobierno de De la Rúa impuso el estado de sitio, la respuesta fue una masiva movilización hacia las sedes de gobierno, parecía la revolución. En unas horas, luego de desesperados intentos por sostenerse De la Rúa renuncia.
Las masas no dejaron la lucha por ello, durante los siguientes meses la inestabilidad llevo a la renuncia de los interinos, sólo fue hasta el 2002 cuando, en medio de un repudio generalizado al candidato Carlos Menen, es electo casi por casualidad Néstor Kirchner, un representante de la izquierda peronista, antiguo gobernador de la provincia de Santa Cruz.
Kirchner no era un representante del proletariado, pero parecía como opositor dentro del justicialismo, una vaga alternativa, pero al fin alternativa al régimen establecido, así comenzaba el mandato Néstor Kirchner, consciente de que para preservar al régimen tendría que hacer concesiones a las masas y por otro lado bajo una enorme presión de la oligarquía argentina, acostumbrada a tratar como empleado al jefe del ejecutivo.
Cristina Kirchner y Nestor Kirchner / Foto: Redes
Brasil; el momento del PT
El siglo comenzaba en Brasil de manera similar al argentino, con la diferencia que el Estado Brasileño había soportado medianamente bien la sucesión de gobiernos neoliberales y corruptos, Fernando Henrique Cardoso prometía luchar contra la corrupción al mismo tiempo que establecía la misma receta de privatizaciones y recortes que se aplicaba en el resto del continente.
Lula y el Partido del Trabajo ganaron la elección de octubre de 2002 con lo que iniciaron gestión los primeros días de enero de 2003, a diferencia del caso de Néstor Kirchner, del cual todos aseguraban que su gobierno sería cuestión de días o cuando mucho de meses, Lula llegaba con enormes expectativas por parte de las masas.
Prácticamente no había en América Latina un país estable a comienzos de este siglo, el empuje de las masas estaba en franco enfrentamiento con las oligarquías locales que, en su carácter de socias principales del imperialismo defendían a capa y espada las políticas de privatizaciones, apertura comercial recortes sociales y eliminación de conquistas de las masas.
Las luchas que en muchos casos significaron verdaderas insurrecciones pero que en su mayoría decantaron en procesos electorales llevaron a los distintos gobiernos, que se proponían un rumbo distinto, algunos como en el caso de Chávez, hablaban de una revolución. De cualquier modo, la burguesía estaba a la defensiva.
Dilma Rousseff, Lula Da Silva y Michel Temer / Foto: Redes
El golpe de estado en Venezuela.
Sin duda la crisis de finales de siglo XX generó un debilitamiento en las formas tradicionales de dominación del imperialismo, había pasado una década de la caída del estalinismo, se suponía que el capital había triunfado pero ante lo que nos enfrentábamos era a otras crisis más y mientras que las grandes compañías llegan a cifras de ganancias record se pedía a las masas nuevos sacrificios en el nombre del futuro:
Como decía José Emilio Pacheco:
A los veinte años nos dijeron: “Hay
que sacrificarse por el mañana”.
Y ofrendamos la vida en el altar
del dios que nunca llega.
Me gustaría encontrarme ya al final
con los viejos maestros de aquel tiempo.
Tendrían que decirme si de verdad
todo este horror de ahora era el mañana.”
La revolución seguía su propio sendero, difícil, contradictorio, pero nadie con más autoridad que el propio imperialismo para reconocer el peligro que representaba, por eso desde el primer momento apuntó todos sus esfuerzos para enfrentarla, en un principio lo hizo por medios clásicos.
En Venezuela, si bien Chavez no había avanzado más allá de la aprobación de una constitución de corte nacionalista y de destinar buena parte de la renta petrolera a paliar un poco de la pobreza de las masas, estaba claro que no seguía la agenda de la oligarquía, ante ellos se recurrió al boicot económico, al sabotaje mediático y a la preparación descarada de un golpe de estado.
Como un trabajo de preparación, también ensayado en Chile allá por 1973, se realizó un paro organizado por la patronal que culmino en una manifestación reaccionaria el día 11 de abril del 2002, al final de cual Chavez es detenido e incomunicado.
Inéditamente se anuncia que ha renunciado y se convoca a un gobierno interino cuyas primeras medidas consistían en suspender la constitución del 99.
Los acontecimientos se sucedieron de manera vertiginosa, de pronto oleadas de cientos de miles de trabajadores y sus familias, provenientes de los barrios más pobres de la ciudad rodearon las sedes de gobierno paralizándolo.
Una parte del ejército, consciente de que la situación era insostenible decide liberar a Chávez que retorna al poder el 14 de abril. En ese momento al poder del capitalismo en Venezuela no lo sostenía nadie, la patronal venezolana cuyo dirigente , Pedro Carmona, se había erigido como presidente provisional, estaba en fuga como un delincuente cualquiera.
El imperialismo buscaba una “toma del palacio de la moneda” y se encontró con una “playa girón”. En Cuba la respuesta a la intentona fue la declaración del carácter socialista de la revolución y el avance del proceso en dirección de la eliminación del capitalismo, lamentablemente en Venezuela se trató a la gran burguesía una delicadeza inexplicable. Es cierto que Chávez a partir de entonces se proclamó socialista y al mismo tiempo profundizo sus programas de apoyo al pueblo y organización social , las llamadas Misiones, pero no fue más allá, si bien hubo expropiaciones, las principales palancas de la economía venezolana continuaron estando en manos de la oligarquía, la cual utilizó ese poder para continuar con su guerra económica en contra del régimen chavista, no obstante la coyuntura de los precios internacionales del petróleo le permitieron a Chavez continuar con su socialismo de consumo y en general permitieron proporcionar a las masas una reducción real de la pobreza.
Una política de asistencia o de trasformación revolucionaria
De 2002 a 2010 la pobreza pasó de casi 50% a menos del 30%, para el 2005 se había oficialmente erradicado el analfabetismo. El número de estudiantes universitarios paso de 700 mil a dos millones. Durante la gestión de Chavez se entregaron un millón de viviendas, se crearon más de 500 unidades hospitalarias entre otras cosas, el problema era que el capitalismo seguía ahí.
Es casi una ley que cuando se incrementa el nivel de vida de las masas crece la demanda por bienes de consumo, en una sociedad capitalista esto lleva a la burguesía a invertir para satisfacer el creciente mercado. En unas sociedades socialistas el sistema democrático debe llevar a orientar la producción a satisfacer esas crecientes necesidades por medio del desarrollo de unidades productivas bajo la forma de cooperativas y empresas estatales bajo el control obrero, pare ello se necesitan dos cosas
1.- Que la burguesía no pueda decidir ni sobre el crédito ni sobre las inversiones
2.- Que haya u control absoluto del estado socialista sobre el comercio exterior
3.- Que el poder lo tengan los trabajadores con organismos de poder popular real
El gobierno Chavez no expropio a la burguesía, ni a la banca, se basó en los altos precios del petróleo para importar bienes de consumo, esto generó una situación a la larga insostenible. Una fuerte inversión productiva a la larga es mejor que la inmediatez de la importación, esto por supuesto requiere cerrar un circuito de producción, circulación distribución y consumo en donde el estado revolucionario se asegure de crear un circulo virtuoso, acumulación ampliada en términos económicos. Esto no sucedía con el simple consumo de la renta petrolera.
De momento al régimen de Chavez de servía para ampliar la situación de pobreza en la que vivía su pueblo, incluso se hablaba del socialismo del siglo XXI. En el proceso, a golpe de ataques de la reacción, Chavez se convencía de que el capitalismo no era la salida, había creado un partido socialista unificado, una buena parte de las masas habían tomado la tierra, múltiples empresas estaban bajo control obrero, pero ni los obreros ni los campesinos tenían el control de la situación. La asfixiante burocracia siempre se interponía. Chavez una y otra vez trataba de darle salida a los impulsos revolucionarios de las masas, pero el golpe definitivo a la burguesía no llegaba y a Chavez el tiempo se le acababa.
Bolivia: “el desarrollo estabilizador”
El otro proceso que se sumaba de manera bastante promisoria para las masa trabajadoras de América Latina, por el carácter de clase del proceso y porque se hacía bajo la égida de un partido que se decía socialista, era el caso de Bolivia.
En este caso, a diferencia del caso venezolano Bolivia había sido absolutamente depredada por una serie de gobiernos ultra reaccionarios que habían sumido a las masas bolivianas en la peor situación de todo el subcontinente.
La toma del control de los hidrocarburos y los recursos minerales eran algo absolutamente imprescindible aun dentro de los marcos del capitalismo para tener la esperanza de un cierto desarrollo independiente, por decirlo de otro modo Bolivia estaba haciendo a principios del 2000 lo que México había hecho con la expropiación petrolera de 1938.
Efectivamente el control de los hidrocarburos y los minerales le permitió al estado boliviano los recursos para crear una infraestructura básica, hasta cierto punto puntal para la creación de un mercado interno más integrado. Por supuesto a una parte de la burguesía esto no le venía mal en un país de tan difícil orografía.
Los ingresos al erario producto de los recursos energéticos pasaron de 9.5 en 2005 a 35.6% en 2012. En el mismo periodo la inversión pública paso de 6.7 a 13.4%. generalmente destinada a la infraestructura ya a la inversión productiva, el estado en este caso participaba como capitalista principal en un proceso de acumulación que no destruían sino creaba una nueva clase de burguesía.
En Bolivia tenemos pues a una vieja oligarquía derrotada políticamente limitada en lo económico, pero no eliminada, tan es así que en cuanto le ha sido posible ha impulsado intentonas reaccionarias. Por otro lado, tenemos a una nueva burguesía que e crece a expensas del estado y que como suele suceder empezará a reclamar poder político en cuanto tenga la adquiera confianza de sí misma, como sucedió también en México.
El desarrollo de las fuerzas productivas en Bolivia es un acontecimiento enteramente progresista, no obstante, esto en los marcos del capitalismo se ha desarrollo una serie de contradicciones sociales, surge una clase obrera renovada y que aún es de las más pobres de América.
La burguesía es burguesía al fin, aunque sea aymara.
Ecuador; la revolución ciudadana
Correa llegó al poder con un país exhausto, las masas trabajadoras y campesinas no habían dejado de movilizarse en contra de gobiernos que llegaban pregonando ser “los amigos del pueblo” pero que, todavía no se acomodaban en la silla presidencial cuando ya se estaban lanzando en contra de quién voto por ellos con políticas de recortes, privatizaciones y demás ataques, como fue el caso del tristemente célebre Lucio Gutiérrez.
Cuando termino el último periodo de Correa, este podría presumir de haber mantenido un crecimiento económico promedio del 4%, de incrementar a más del doble el salario mínimo, y de sacar de la pobreza a 2 millones de personas y por supuesto una fuerte inversión en educación, todo esto por supuesto está muy bien, no obstante, ¿ se generaron las bases suficientes para una transformación que volviera permanentes estos avances?
La respuesta es no.
Ecuador no tiene moneda propia, desde principios de siglo su moneda también es el dólar, eso le supone una incapacidad para emplear el tipo de cambio como mecanismo para estimular las exportaciones. El mecanismo de Correa para allegarse de recursos para la inversión pública fue el ingreso por los altos precios del petróleo, especialmente durante la primera parte de su mandato y el endeudamiento con países como China.
El fortalecimiento del dólar durante los últimos años trajo consigo un encarecimiento de las exportaciones, un laste que forzó también al endeudamiento externo para mantener el ritmo de la política asistencialista.
Correa baso el poder de su mandato en el hartazgo a los partidos tradicionales, la movilización social que ello implicaba no se orientó a la construcción de sindicatos o partidos políticos de izquierda, sino en vincular los distintos sectores con el gobierno, sin intermediarios, obviamente esto significó un desdén de los partidos y organizaciones de base, muchos de los cuales habían impulsado su llegada al gobierno. La consecuencia de esto es que una vez que Correa abandonó las riendas del estado no hubo modo de evitar que el nuevo jefe del ejecutivo empleara todo el aparato fortalecido por Correa para aislarlo y casi proscribirlo.
La política que Correa Impulso no fue la que la oligarquía ecuatoriana deseaba, pero tal vez era la única posible si se quería evitar una irrupción revolucionaria como la que durante los años previos a su mandato se gestaba. Hubo distintos desencuentros que culminaron con un intento de golpe de estado en el 2010, no obstante, ahora, especialmente después de ya casi dos años de su salida podemos decir que el gobierno de Lenin Moreno, el cual Correa mismo apadrino ha destruido casi todo su legado.
Brasil, el gran desencanto
Lula entro al gobierno con un amplio apoyo popular basado en un partido obrero, el PT, no se trataba como en casi todos los casos latinoamericanos del resultado de una carambola entre políticos burgueses progresistas (Correa, Kirchner) o direcciones emergentes como la de Evo o Chávez, el PT era una construcción política emanada de la lucha contra la dictadura, si bien su acercamiento al poder lo había llevado a pacto tras pacto, para ese 2003, aún seguía siendo para las masas , la posibilidad de un cambio a l margen de las políticas oligarcas de siempre.
Lula decidió gestionar el capitalismo e implementar una política franca similar a la de sus antecesores inmediatos, aunque con un ligero barniz de política asistencialista, nuevamente los altos precios del petróleo fueron el mecanismo de financiamiento de la misma. No obstante todo el conjunto de la actividad del gobierno se orientó a satisfacer las demandas del capital financiero, con la emisión de paquetes de deuda a altas tasas de interés, garantizando así grandes ganancias acosta de las finanzas del estado. Una locura si lo vemos desde el punto de vista de los trabajadores, porque la mayor extracción de impuestos y de otras fuentes de riqueza solo servía para tratar de llenar las arcas de los tendedores de los bonos de deuda del estado.
Lula reformó el sistema de pensiones en el sentido de incrementar la edad de jubilación y las aportaciones de los trabajadores, colocó a prominentes representantes de la oligarquía en puestos claves del manejo de la economía gubernamental, en suma, sentó las bases de un estallido. Mientras hubo mecanismos para mantener la política asistencialista estos elementos en vez de estallar en crisis se fueron más bien acumulando.
La burguesía por supuesto seguía varias vías de acción, por un lado, pedía más y más pruebas de la fidelidad de Lula en los mercados, por el otro ofrece posibles ventajas materiales para el y para toda una capa de militantes del PT “¿Por qué no, yo también tengo derecho a vivir bien?”, así se fue tejiendo en torno al gobierno de Lula y después del Dilma una red de corrupción. Por supuesto cuando el desgaste fue suficiente la propia burguesía no dudo en acusar al régimen y a los dirigentes del PT de ser unos corruptos impresentables
Como un limón exprimieron a Lula, lo utilizaron para realizar su programa, lo desgastaron haciéndolo gastar su capital político haciendo el trabajo sucio, para después, cuando ya no les fue útil, tirarlo al cesto de la basura.
Los efectos en el PT han sido desastrosos, de hecho, en la reciente campaña donde la derecha era complicado por parte del aspirante petista argumentar como ahora si el PT iba realizar algo que por más de 10 años relegó. El ascenso de la extrema derecha se explica en gran medida por la crisis capitalista, pero también por el hecho de que la alternativa de izquierda de masas esta indeleblemente identificada con esta política de ataques que utilizó la burguesía para sortear todos estos años.
Argentina. La tregua kichnnerista
Néstor Kirchner y su esposa llegaron al gobierno de argentina producto de una carambola, formaban parte de un sector de la burguesía consiente de que por el camino que se seguía el régimen ya no podría soportar una crisis más, no obstante, su llegada también fue subproducto de un estallido con tintes revolucionarios. El camino que los Kirchner siguieron fue intentar ponerle un cierto freno a la vorágine de acumulación capitalista, realizando al mismo tiempo una serie de concesiones a los trabajadores, una política de balanceo entre clases. El hecho en sí mismo no tiene mucho de revolucionario, no obstante para la oligarquía argentina constituía toda una falta de respeto y ello significo una permanente golpeteo de los organismos patronales a los kichnner que incluso hoy en día no se detiene.
En una lógica inusitada, la argentina de los Kirchner vivió una época de constantes estímulos al consumo, ya sea por la vía de aumentos salariales y por la vía de diversificación de subsidios, no obstante un par de pecados capitales los cuales la burguesía no perdona fueron las tasas impositivas a las exportaciones, que pasaron de 23,5% al 35% durante el mandato de Néstor, para pasar al umbral del 44% en la época de Cristina. Otro fue la cuestión de la deuda publica la cual pasó del 166% del PIB al 74%, como todos sabemos la deuda es un negocio, la burguesía vive también de cobrar intereses al estado, reducirla para ellos es restarles fuentes de ingresos. Por supuesto no puede pasarse de lado el conflicto con el Clarín, vocero de la oligarquía.
Por supuesto estas policías generaron inflación dado que se recurrió al viejo truco de imprimir dinero para cubrir los déficit, y a la larga mucho de lo que se ganó con los impuestos a la oligarquía agropecuaria se fue perdiendo. Como sea argentina mantenía un ritmo de crecimiento basado en el estímulo al consumo, que representa cerca del 70% del PIB.
La economía argentina es como una persona vieja que requiere un tanque de oxígeno, Macri quitó impuestos a los ricos y elimino becas y apoyos a las masas, con lo que aumento los beneficios a la oligarquía y al mismo tiempo ahorcó el mercado interno, dicho en otras palabras le quitó el tanque de oxigeno, receta acabada para un nuevo colapso.
El imperio
A principios de siglo América Latina vivía una revolución, uno de los factores que jugaron su papel para permitir que tuviera cierto desarrollo autónomo fue el debilitamiento del imperialismo. También en los sesentas y setentas hubo una efervescencia popular en américa latina, no obstante es esa ocasión el escenario se resolvió con el establecimiento de feroces dictaduras militares y guerras sucias que aniquilaron a decenas de miles de los mejores hombres y mujeres de la clase obrera latinoamericana. No obstante, el movimiento resurgió tal vez políticamente menos claro que la generación anterior pero mucho más grande, el regreso a la “democracia” se debió a que el potencial para un nuevo estallido era cada vez más importante.
Fueron aproximadamente dos décadas en las cuales a rajatabla se aplicaron las políticas que Washington decidía, no obstante en los mismos estados unidos las cosas estaban cambiando, el atentado del 11 de septiembre, generaba un escenario diverso, toda la atención se dirigió hacia medio oriente y pese a que lo intento , no logro frenar el ímpetu revolucionario y así ante la mirada del imperialismo Venezuela resistió un golpe de estado, en ecuador fracaso una intentona unos años después.
El imperialismo norteamericano tuvo que esperar a que estos gobiernos, que digamos no le simpatizaban, entraran en crisis producto de sus propias contradicciones, para reactivar sus planes de restauración.
Los años han pasado y los tiempos que los norteamericanos hacían y deshacían en américa latina han pasado, ha surgido un nuevo jugador el cual está pisando fuerte, De 2005 la inversión en la región paso de menos de 50 mil millones de dólares a cerca de 230 mil millones. El 15 % del total de la inversión extranjera directa es ya china, siendo Brasil, argentina y pero los principales receptores.
“Un informe de CEPAL del año 2015 reportaba que China se ha convertido en el segundo proveedor de productos de importación y tercer destino de sus exportaciones, principalmente materias primas”.(https://iqlatino.org/2017/tendencias-china-america-latina/)
El tamaño de la intervención es los gobiernos tanto de Obama como de Trump, han intentado construir un bloque anti chino en la región, aunque a decir verdad a estas alturas es ya imposible detener un proceso tan avanzado. China participa y reclamará su parte en la definición de asuntos regionales, este factor sin duda es ya un elemento en Venezuela , por ejemplo.
No hay que hacerse ilusiones, el imperialismo es antes que nada un fenómeno económico y China no arriba para defender a los latinoamericanos de los estados unidos, sino a reclamar una parte del pastel.
Caricatura Tío Sam / Redes
Todo lo sólido se desvanece en el aire
Una vez que el progresismo le sacó lasa castañas del fuego a la oligarquía esta ha tomado confianza de si misma y ha comenzado una nueva contraofensiva, se trata de una situación momentánea, pero luego de una década de intentos de conciliación de clase, de no combatir a la oligarquía sino de estar sistemáticamente consintiéndola, los motivos para que las masas se vuelquen en favor del progresismo no son muchos.
En Brasil Dilma Rouseff ni siquiera pudo terminar su mandato, no solo eso la arremetida llegó al extremos del encarcelamiento de Lula y para colmo la extrema derecha comienza una gestión retando abiertamente a los trabajadores y sus partidos.
La clase obrera brasileña es la más grande del subcontinente, y si bien vive un desconcierto momentáneo debido a las traiciones del PT, es seguro que reaccionará ante las amenazas que se avecinan. Los brasileños ya saben lo que es derrocar a un presidente, así que su elección, si es un golpe, pero habrá respuesta.
En Argentina Mauricio Macri se ha encargado de destruir en tres años, la tregua de la era Kirchner, la crisis se torna irrefrenable y el estado de endeuda hasta las nubes, un nuevo estallido se prepara con consecuencias más allá de cualquier pronóstico.
En ecuador Correa es un prófugo de la justicia, no obstante, se necesitará relativamente poco para que Lenin Moreno caiga en desgracia, las tradiciones insurreccionales ecuatorianas regresarán.
Bolivia es un caso distinto, el relativamente bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas permitió que con los recursos de la extracción de recursos minerales hubiese un desarrollo sostenido, no obstante esto supone un problema, el surgimiento de nuevas fuerzas sociales, obreros, nuevos capitalistas, en suma nuevos conflictos de clase que pondrán a prueba al gobierno de Evo Morales.
A la fecha, en América Latina, ha quedado demostrado que un gobierno que surge de un proceso revolucionario no puede limitarse a gestionar el capitalismo, este tienes sus propias reglas y solo rompiendo con él es posible construir algo acorde a las aspiraciones de las masas
Más aún cuando no se intenta tocar a la oligarquía, cuya fuerza económica y su poder sobre el estado es tal que incluso sin tener el gobierno puede ejercer el poder real.
A la fecha, al margen del triunfo electoral de Andrés Manuel López obrador en México, la mayor parte de los gobiernos que surgieron de la oleada revolucionaria de principios de siglo han cedido su lugar a nuevos testaferros de la oligarquía, el caso de Venezuela es un poco peculiar, ya que luego de la muerte de Hugo Chávez la sucesión de concesiones del gobierno de Maduro y la coacción en contra de toda la iniciativa de las masas ha provocado el peor escenario posible, todos los males del capitalismo junto con todos los males de un régimen burocrático. Tan solo el hecho de que aún está fresca la memoria de Hugo Chávez y que la mayor parte de la población trabajadora conoce a la oligarquía y repudia a sus representantes políticos ha impedido que el régimen caiga, pero la situación no se puede prolongar indefinidamente y más aún con la llegada de un gobierno de extrema derecha a Brasil.
En los demás países luego de la retirada de los gobiernos surgidos de la ola revolucionaria, se ha establecido políticas que han minado las bases de la estabilidad política y es muy posible que se combinen todo tipo de procesos, no obstante todo apunta que es imposible un gobierno burgués estable en América latina.
Los regímenes como el de Correa o los Kichnner pueden regresar, pero las masas no tendrán la misma paciencia, las posibilidades de cambios bruscos y virajes hacia salidas más radicales se verán muy seguido.
Tan solo la ausencia de una dirección auténticamente revolucionaria impide que el proceso derive en una revolución socialista en toda la línea.
No obstante, el capitalismo se pudre, toda la sinrazón, la barbarie y la crueldad de la que es capaz el ser humano renace en medio de la debacle humanitaria que significa el sostenimiento del capitalismo. Urge que se fortalezcan nuevas direcciones auténticamente revolucionarias antes que la corrupción socia siga carcomiendo pueblos y ciudades.
No es cierto que haya un giro a la derecha, lo que hay es una gran desolación respecto de gobiernos que las masa consideraban suyos, la nueva oleada estará dotada de un contenido más crítico y ello restará el margen para nuevas fases de convivencia.
Mariátegui decía que la revolución en América latina será creación heroica, y es cierto y más aún con los dirigentes que le ha tocado y que en la mayoría de los casos no ha estado a la altura de las circunstancias.
Un programa anticapitalista debe abrirse paso, y ese programa tiene que proponer no una convivencia, no un acuerdo con la oligarquía sino su combate frontal.
Lamentablemente vendrás derrotas, también vitorias, flujos y reflujos, no importa cuánto tiempo se necesite, solo hay dos alternativas: el socialismo con una Federación Socialista de las Américas o el caos.
El Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) ha admitido la reelección indefinida de Evo Morales (presidente), Álvaro García (vicepresidente) y todas las autoridades electas del país, oficialistas y de oposición. Las primeras reacciones a esta sentencia confirman nuestras perspectivas sobre el rumbo que toman el Movimiento Al Socialismo (MAS) y su gobierno y el panorama futuro de las luchas sociales en Bolivia.
En el transcurso del primer día desde el pronunciamiento del TCP tuvimos celebraciones, marchas y enfrentamientos e inéditos llamados a la rebelión civil de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos. La oposición está manteniendo un perfil bajo en las protestas callejeras y, por el momento, no es esta su principal estrategia. El activismo de los colectivos ciudadanos y juveniles está expresando una indignación real de aquellos sectores urbanos profesionales, de empleo público, servicios cuya sensibilidad a las cuestiones democráticas ha sido agudizada por la desaceleración económica, la corrupción o fenómenos como la crisis venezolana.
La hoja de ruta de la oposición está anunciada como lo estaba el fallo del TCP. Recurso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para mantener la presión internacional sobre Evo e hipotecar cualquier resultado en las elecciones de 2019; medir fuerzas con el voto nulo en los comicios judiciales del domingo; acreditar un proyecto de potencial convocatoria por la “recuperación de la democracia” y un programa fundado en un liberalismo federalista, como lo viene plasmando el especialista Iván Fortun desde las columnas de Pagina 7.
En el MAS prevalece por un lado la satisfacción de la revancha sobre el voto del 21F, por el otro el optimismo que, si bien habrá repercusiones, la carga se arregla en el camino como se dice. En su primer encuentro con la prensa tras la decisión del TCP, Evo ha celebrado lo que consideró una victoria “para el pueblo antiimperialista”. Nada de todo esto nos convence.
En primer lugar Evo obtiene esta habilitación no con la movilización social, sino como sentencia del Estado y el apoyo de las demás autoridades electas del país. Imaginen dirigentes, dirigentillos, magistrados etc. aferrados al curul que dan voluntariamente un paso al costado por la democracia obrera basada en la revocabilidad de sus delegados. Quien dice que con el fallo del TCP se avanza hacia el socialismo es o muy ingenuo o muy malintencionado. Este fallo convierte el MAS en un partido aún más burocrático contra su militancia, infiltrado y conflictivo, además de propiciar más conflictos a nivel local para la revoca de mandatos.
Inevitablemente este fallo tendrá repercusiones también en la acción de gobierno. Bolivia vive hoy una situación económica peculiar. La actividad extractivas lleva dos años de recesión como algunos sectores manufactureros y la producción agrícola no industrial, afectando la estabilidad presupuestaria a todo nivel. Pero los demás sectores registran tasas de crecimiento importantes y una de las voces principales del déficit comercial que acumulamos hace unos años, con efectos negativos sobre la estabilidad macroeconómica, es la importación de bienes de capital, es decir maquinarias y todo lo que es requerido para producir.
O sea que por un lado el gobierno del MAS está agotando las posibilidades de intervenir en la economía y por el otro se está acumulando en el sistema una sobrecapacidad productiva destinada inevitablemente a chocar con los límites del mercado interno.
El MAS hoy trae sus fuerzas decisivas de las área rurales, enfrentadas a una siempre mayor vulnerabilidad económica y política; en el apoyo del Estado, sobre todo las Fuerzas Armadas (FFAA), y del empresariado nacional y multinacional. Al mismo tiempo en que celebraba el fallo del TCP, Evo recordó al empresariado que con él ha ganado más que con otros gobiernos, una advertencia contra cualquier tentación opositora que pueda resurgir en la burguesía nacional.
Con siempre menos márgenes para la colaboración de clases y frente a una estrategia opositora que apunta a provocar la ruptura de la burguesía nacional y las FFAA con el gobierno, las concesiones al movimiento obrero se harán insuficientes a balancear la contención de las reivindicaciones de la clase trabajadora y el control asfixiante sobre los sindicatos.
Por primera vez Evo obtiene una victoria prescindiendo del movimiento de masas, aunque lo haga en su nombre. Inevitablemente esto trae consigo más burocratización, más polarización social y menos posibilidades para el movimiento de masas de contrastar la colaboración de clases.
En la Central Obrera Boliviana sigue una especie de “pacto de no agresión” entre sus corrientes. De mantenerse así paralizado, el ente matriz de los trabajadores estaría disipando la oportunidad de ponerse al frente en la lucha contra las injerencias imperialistas en la política boliviana y la deriva burocrática y plebiscitaria del proceso.
Las condiciones objetivas que abren un espacio político a la izquierda del MAS maduran rápidamente. Es necesario que la COB relance en Congreso la construcción de un instrumento político de la clase obrera, basado en un programa revolucionario y prácticas auténticamente democráticas, que haga tesoro de los errores del pasado.