Antes de hablar de las perspectivas económicas para México en este año, tenemos que hacer algunas breves precisiones que, aunque parezcan repetitivas son necesarias, especialmente para quienes nos leen por primera vez.
Una economía enlazada a EE UU
La economía mexicana, especialmente a partir de 1994 con el Tratado de Libre Comercio (TLC), entró en un proceso de convergencia supeditada con respecto a los Estados Unidos, tomando en cuenta que la diferencia de las economías entre ambos países es de 20 veces, nos encontramos más bien en una especie de protectorado económico.
A partir de entonces, la economía mexicana cambió su perfil de acumulación de capital. Pasó de uno basado en el mercado interno, apoyado por la renta petrolera, a una reindustrialización basada en la exportación de productos manufacturados ampliamente integrados a las cadenas de producción centradas en la economía norteamericana. De ahí que el 80% del comercio internacional de México se dé con Estados Unidos y que tanto las exportaciones como las importaciones sean básicamente parte de estas cadenas de suministro para una producción que en su mayoría tiene su destino en los países capitalistas avanzados. Vemos un perfil básicamente maquilador, en donde lo importante es la mano de obra barata.
Para que México pudiera jugar adecuadamente su papel en esta relación económica, se requerían adecuaciones de orden político y jurídico, “reformas estructurales” que fortalecieran las cadenas económicas y las protegieran contra el “peligro” democrático.
Todos los gobiernos, desde 1994 hasta 2018, estuvieron dedicados a cumplir con las condiciones requeridas por el TLC, cuyo segundo capitulo se cumplió en 2018 con la firma del T-MEC entre México, Estados Unidos y Canadá.
AMLO sigue el mismo camino
El gobierno de AMLO está decidido a continuar la misma estrategia que los gobiernos anteriores, y eso supone aceptar ciertas reglas. Con ello considera que se libera de variaciones bruscas de la economía como devaluaciones abruptas o colapsos en la producción, dado que su parte más dinámica está destinada a cubrir suministros para la producción o directamente del mercado de una economía que supone el 25% de la producción mundial. Dos parámetros en los últimos años han sido ejemplares en esta supeditación, uno es el tipo de cambio, el otro es la inflación.
A inicios del gobierno de AMLO el tipo de cambio rondaba los 20.34 pesos por dólar. En la fecha en que se escribe este articulo el tipo de cambio es de 20.36 pesos por dólar, lo que significa que, en términos prácticos, no ha habido cambios en la relación peso dólar pese a los altibajos procedentes de flujos especulativos pero que luego de los vaivenes naturales tienden a estabilizarse.
El otro parámetro, este si bastante interesante, es la inflación, como se puede ver en el gráfico[i], hay un comportamiento muy similar.
Un dólar débil y la participación norteamericana en México
Podemos observar que el poder adquisitivo del peso, producto de la inflación, se ha mermado en el siguiente orden: 2019 fue de 3%; 2020 fue de 3.15 y 2021 de 7%, lo que significa que en 3 años el peso ha perdido un aproximado del 14% de su capacidad de compra. De igual modo, una persona digamos con 20 dólares en su bolsillo, habría perdido exactamente lo mismo, es decir un 14%. Aunque suene raro, en México el dólar tiene un pronunciado menor poder de compra, que sin duda se mantendrá los siguientes años.
Un tipo de cambio estable es necesario para la economía norteamericana cuya competitividad se vería mermada drásticamente con un peso barato, especialmente en las mercancías de origen exclusivamente mexicano. A mismo tiempo existen más de 31 mil 140 empresas con inversión norteamericana[i] que operan en México y que también se verían afectadas por un cambio brusco en el tipo de cambio. La mayoría de estas empresas operan con moneda mexicana, de hecho, de los cerca de 20 mil millones de dólares que representa su inversión anual en México en el 2021[ii], poco más del 40% son reinversión de utilidades. De ahí su poco interés en una devaluación del peso.
Sincronización de la crisis
En este sentido, el crecimiento de la economía en México viene aparejada directamente con las expectativas de la norteamericana, de ahí tenemos que la caída de un 3.5% de la economía de los Estados Unidos en el año 2020 arrastró a México a caer más de un 8%.
Para el año 2021 el fuerte crecimiento norteamericano que rondó el 6% el primer semestre arrastró a la economía mexicana a crecer un 7% durante ese mismo periodo. No obstante, en el tercer trimestre la economía norteamericana detuvo su dinamismo, creciendo solo un 2%, en México este parón significó un freno de mano, de hecho, se tuvo una leve caída de 0.4%. Para el cuarto trimestre del 2021 es probable que la economía norteamericana haya crecido entre un 4 y 5%, lo que daría un promedio anual un poco arriba del 5%. De forma paralela la economía mexicana también crecerá aproximadamente esa misma cifra porcentual, es decir un poco más del 5%.
Como México está atado de pies y manos a lo que suceda en los Estados Unidos, debemos tomar en cuenta las dificultades de la economía norteamericana en el próximo año para establecer una previsión de lo que sucederá en México, al menos en el nivel macro.
El estancamiento que viene
Como ya hemos señalado, los Estados Unidos presentan serias dificultades debido al tamaño del déficit público y el endeudamiento, que continuarán significando obstáculos para que las medidas keynesianas que ha implementado el gobierno de Biden tengan algún efecto significativo. En general se prevé un crecimiento en torno al 2 y 3 %, a no ser que sobrevenga una nueva crisis, en el caso de que el Estado no sea capaz de soportar un nuevo colapso de alguno de los sectores de la economía que sobreviven por las aportaciones de la Reserva Federal por la vía de créditos con tasa cero.
Los efectos en el incremento del desempleo y la inflación, que no se habían visto en décadas, no se han podido frenar con ninguna política pública y eso repercutirá al limitar el crecimiento económico a la simple esperanza de esperar soportar el año en condiciones mejores que el anterior.
El escenario en suma es de un estancamiento, el peso de la deuda tanto pública como privada, sumado a la deuda de las familias norteamericanas será suficientemente fuerte como para evitar inversiones importantes en las fuerzas productivas, vitales para un crecimiento sostenido.
Ese será el principal obstáculo para el crecimiento económico en México, dado que su palanca más dinámica, es decir, el comercio exterior con los Estados Unidos, dará en el mejor de los casos, solo para mantener un crecimiento de entre 2 y 3%.
La única salida real
Una alternativa sería estimular el mercado interno con una masiva inversión pública, impulsando un gran plan nacional de industrialización, de desarrollo de comunicaciones, tecnificación del campo, etc. De otro modo, lo que sucederá es que seguiremos a la expectativa de lo bien o mal que le vaya a la economía norteamericana, actuando como un auténtico patio trasero en el terreno económico, tal y como ha sucedido los últimos años. Sin colapsos espectaculares, sin variaciones importantes en el tipo de cambio y sin inflación de dos dígitos, pero acompañando al estancamiento norteamericano hasta que la crisis global nuevamente nos suma en otra crisis como la del 2020.
Dicho todo esto, es preciso recordar que la única manera de disminuir la pobreza y las desigualdades no está en si misma en el crecimiento económico. Ya el porfirismo demostró que se puede crecer y al mismo tiempo llevar a los trabajadores a la miseria más espantosa. Ya el llamado neoliberalismo demostró que en el marco de cierta estabilidad macroeconómica se puede transferir la riqueza de toda la sociedad a unas cuantas manos.
Una estrategia que verdaderamente pueda enfrentar la pobreza debería centrarse en transferir la mayor parte de la renta nacional a los trabajadores, esto es un problema de poder político. Dicho de otro modo, el pastel es uno y los patrones se llevan el 73.8% del total, dejando a todos los asalariados, incluyendo a los que se creen de clase media, con el 26.2% restante.[iii] La única manera de revertir esta situación es expropiando los grandes capitales e impulsando la transformación revolucionaria en ambos lados de la frontera.
La economía mundial se encuentra en un estado de caos y colapso, las cadenas de suministros se quiebran al enfrentarse a un aumento de la demanda con una producción limitada y el aumento del proteccionismo. El capitalismo está en crisis. El mercado no funciona. Necesitamos una revolución.
En los últimos meses, la economía mundial se ha ido deslizando hacia un estado de desorden. Los comercios se han quedado sin productos; las gasolineras se han quedado sin gasolina; los precios de la energía se han disparado; y los principales puertos occidentales han colapsado por completo con enjambres de barcos haciendo cola, teniendo que esperar a veces semanas para descargar.
Justo cuando nos decían que la crisis del COVID había terminado y que la vida estaba volviendo a la normalidad, el mercado mundial está sintiendo el lastre de una serie de crisis convergentes.
Desde las cadenas de suministro y los mercados laborales, hasta el sector energético y el transporte: los cuellos de botella se han multiplicado en todo el mercado mundial, dejando a los estrategas del capital preocupados y rascándose la cabeza.
Cosas que se daban por sentadas, como el hecho de que un determinado producto estará disponible o se producirá, y además se entregará en un plazo razonable, ya no pueden darse por supuestas.
Pero si se pregunta a los llamados expertos, les costará explicar lo que está sucediendo en el fondo. Para ellos, todo esto aparece como una peculiar concatenación de accidentes, todos ocurriendo casualmente al mismo tiempo.
Esto demuestra que el cúmulo de hechos no sirve de nada si no se entiende el proceso subyacente que reflejan. Las fuertes oscilaciones a las que asistimos en la economía mundial ponen al descubierto un sistema atado de pies y manos, incapaz de responder a las necesidades de la humanidad.
Líneas de suministro tensadas
El año pasado vimos los primeros signos de la crisis que se avecinaba en el sector de los semiconductores. El cambio al trabajo en casa, el aumento de las ventas de coches eléctricos y el lanzamiento de las populares consolas de videojuegos llevaron la producción de microchips a su máxima capacidad, lo que provocó retrasos. Esto se notó especialmente en las ventas de las consolas Playstation y Xbox.
En aquel entonces, esto se explicó como un pequeño contratiempo temporal en una economía que seguía avanzando.
Pero fue precisamente esta economía en auge la que agravó el problema, al no dejar capacidad de reserva para hacer frente al creciente retraso en la producción.
De ahí que la situación se haya convertido en un grave atasco en el mercado mundial, que afecta a todas las industrias posibles: desde los teléfonos móviles, los hornos microondas y los refrigeradores, hasta las máquinas-herramienta, las piezas de recambio y los coches, todos los cuales necesitan chips para funcionar.
Toyota, el mayor productor mundial de automóviles, ha declarado que reducirá su producción un 40%. En julio, las ventas de coches nuevos en Francia disminuyeron un 35%, mientras que en Gran Bretaña, España, Alemania e Italia cayeron un 30%, 29%, 25% y 19% respectivamente, todo ello debido a la escasez de microchips.
Como consecuencia de la escasez de vehículos nuevos, nos encontramos con la absurda situación en lugares como Gran Bretaña y Estados Unidos, donde los coches de segunda mano suelen tener precios más altos que los nuevos.
Otras industrias se enfrentan a una escasez similar. El precio del etileno, por ejemplo, el producto petroquímico más importante del mundo, ha aumentado un 43%, y otros plásticos, como el PVC y el epoxi, han experimentado incrementos del 70% al 170%.
Esto se debe a que el descenso de la producción –interrumpido por la crisis del COVID– no puede seguir el ritmo de la demanda, que está en máximos históricos. De ahí que haya escasez de productos como la pintura, mientras que los precios de los envases de plástico para alimentos y otros productos se disparan.
Todo esto se agrava cuando las grandes empresas, deseosas de asegurar sus propios insumos, comienzan a acaparar productos y a hacer pedidos anticipados, atascando aún más las cadenas de suministro y haciendo subir los precios.
Envío y transporte
Incluso si las empresas consiguen asegurar sus productos, conseguir que se entreguen es una cuestión totalmente diferente. Todos los buques de carga que van de China a Europa –la ruta marítima más importante del mundo– están contratados con meses y semanas de antelación, con poca o ninguna capacidad libre. La demanda de transporte marítimo a lo largo de estas rutas es tan alta que los puertos se ven desbordados.
Un número sin precedentes de grandes buques portacontenedores –casi 500– están esperando para atracar en puertos de Asia, Europa y Norteamérica; y algunos de ellos tienen que esperar hasta dos semanas para descargar.
Todo esto está haciendo subir los costes de transporte, que son entre cuatro y cinco veces superiores a los de hace un año. Hace un mes, la prisa por asegurar las entregas navideñas hizo que el precio fuera unas diez veces superior al de hace un año.
En el último año y medio, la capacidad del transporte marítimo se ha visto afectada por la pandemia y una serie de accidentes, como el bloqueo del Canal de Suez por el portacontenedores Ever Given.
Al mismo tiempo, la demanda se ha disparado como consecuencia del auge del gasto en Occidente. Al ver que los cuellos de botella se extienden como ondas sobre el agua, las grandes empresas tratan de asegurarse el mayor número de mercancías y la mayor capacidad de transporte marítimo posible, lo que dificulta la vida de las empresas más pequeñas.
A su vez, las compañías navieras están reduciendo sus servicios en las rutas hacia y desde África y América Latina, así como en la ruta desde Occidente hacia China, centrándose en las rutas más rentables desde China hacia Europa y Estados Unidos.
Así, la cantidad total de contenedores en el mercado se reduce aún más, lo que agrava la desproporción entre la oferta y la demanda, y se suma a las fuerzas inflacionarias en juego.
Escasez de mano de obra
Incluso más allá del transporte marítimo, el sector del transporte se esfuerza por seguir el ritmo del mercado. Además de una demanda sin precedentes, hay escasez de mano de obra. En la UE y en Gran Bretaña, por ejemplo, faltan 500.000 y 100.000 camioneros respectivamente.
El COVID-19 provocó un enorme cambio hacia las compras en línea, lo que supuso un aumento de la demanda de conductores de camiones y otros empleos relacionados con el transporte. Sin embargo, al sumarse a años de disminución de los salarios y empeoramiento de las condiciones laborales, muchas personas no están muy dispuestas a aceptar estos trabajos. Y en Gran Bretaña, el impacto del Brexit ha provocado una escasez de los trabajadores europeos que constituyen una gran parte de esta mano de obra.
De hecho, debido a las enormes tensiones a las que se vieron sometidos estos trabajadores durante la pandemia, muchos han abandonado el sector por completo, ayudados por el hecho de que el dinero de los subsidios y otras prestaciones estatales son a menudo superiores a los escasos salarios de los camioneros.
Ahora algunos empresarios intentan atraer a los trabajadores con promesas de salarios más altos. Pero debido a la falta de conductores con licencia, eso tardará en producirse. Esta situación se agravó aún más por la falta de exámenes para las licencias de vehículos pesados (HGV) durante la pandemia.
En otros ámbitos, como el comercio minorista y la agricultura, se han producido procesos similares entre los trabajadores mal pagados.
En el otro extremo del espectro, millones de puestos de trabajo de cuello blanco también permanecen desocupados debido al auge de la demanda y a la falta de personal cualificado.
Todo ello hace que, mientras algunos sectores, como el de la hostelería, se enfrenten a un aumento del desempleo, otros experimenten una escasez de mano de obra que está causando graves problemas en toda la economía.
Sólo en Estados Unidos quedan cinco millones de puestos de trabajo vacantes, mientras que la cifra en Gran Bretaña es de un millón. La escasez de mano de obra repercute a su vez en las líneas de suministro y en el transporte marítimo.
Crisis energética
El repunte de la economía desde el reflujo durante el apogeo de la pandemia también ha tenido un gran impacto en el sector energético.
Mientras las fábricas, los barcos y los comercios funcionan a pleno ritmo, los precios del petróleo, el gas y el carbón han subido. Desde enero, el precio del crudo Brent se ha duplicado con creces hasta alcanzar el máximo de tres años, con 83,67 dólares por barril. Los precios del carbón también se han disparado, lo que ha provocado cortes de electricidad e interrupciones en más de la mitad de las instalaciones de producción de China.
El patrón a estas alturas debería ser familiar: el suministro de carbón se ha visto limitado o interrumpido debido a factores externos como las medidas relacionadas con el COVID en las minas, la guerra comercial entre China y Australia, así como los intentos de los gobiernos de disminuir la dependencia de los combustibles no fósiles. Mientras tanto, la demanda se ha disparado, haciendo subir los precios.
Una vez iniciado el proceso, entraron en juego nuevos factores. El Estado chino declaró que no escatimaría recursos para asegurar la producción de carbón, lo que provocó una carrera por conseguirlo, tanto por parte de los productores como de los especuladores.
La búsqueda de alternativas más baratas a la electricidad producida con carbón –sobre todo en Asia– provocó entonces un aumento de los precios del gas natural, justo cuando en Europa las reservas de gas eran muy escasas de cara al invierno. En consecuencia, los precios del gas se han disparado, con precios a granel que alcanzaron casi 116 euros por megavatio hora la semana pasada, frente a los 16 euros de principios de enero.
El hecho de que grandes cantidades de petróleo, carbón y gas natural estén atascados en buques contenedores en los océanos del mundo añade un problema adicional que alimenta la misma tendencia general: aumento de precios y desabastecimiento.
Inflación
Todo lo anterior se está trasladando gradualmente a los precios, que están subiendo de forma generalizada.
La inflación en Gran Bretaña ha pasado de estar por debajo del 1% a principios de año al 3,2% en agosto, la más alta en 10 años. En EE.UU., la medida de la inflación subyacente, que excluye los alimentos y la energía, subió un 3,62% respecto a un año atrás. Es la cifra más alta desde 1991. En la UE, la inflación ha alcanzado el 3,4%, el nivel más alto desde hace 13 años.
Son cifras relativamente bajas desde el punto de vista histórico, pero existe la posibilidad de que la situación empeore. En Europa, la inflación de la energía se sitúa este año en el 17%, con un aumento del precio del gas de hasta el 30% este invierno. En otros sectores, las subas de precios tardarán más en producirse, pero ya están llegando. Esto tendrá un profundo impacto en la lucha de clases.
Después de casi dos años de mala gestión de la pandemia, la legitimidad del establishment está en su punto más bajo. Durante ese periodo, la clase obrera agachó la cabeza y aceptó lo que se avecinaba. Pero ahora la sociedad se está moviendo, la mano de obra es demandada y la inflación se está comiendo rápidamente los salarios y las condiciones de vida. Esta es una receta acabada para la lucha de clases.
Ya hay señales de un ligero aumento de las huelgas.
En EEUU, decenas de miles de trabajadores han hecho huelga o han votado a favor de la misma, como los carpinteros del Estado de Washington, los trabajadores de la sanidad y la educación, los trabajadores de John Deere y Kellog’s, etc.
En Gran Bretaña, las bases de los sindicatos Unite, Unison y GMB han rechazado por abrumadora mayoría una subida salarial del 1,75% para el personal de los ayuntamientos de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, y ahora están convocando a los trabajadores a la huelga.
En Alemania, donde la inflación ha alcanzado el 4,1%, varios sectores están presentando audaces reclamos salariales y amenazan con una huelga, incluida la amenaza de una huelga nacional de los trabajadores de la construcción.
A medida que la situación se agrave, se sumarán otras capas para defender su nivel de vida. La clase dirigente está claramente preocupada por el potencial de estos acontecimientos.
Un diputado tory, David Morris, advirtió de un nuevo “invierno del descontento”, como en los años ‘70, con huelgas masivas y malestar social. Hay que recordar que el invierno del descontento en Gran Bretaña se produjo precisamente después de un shock inflacionario provocado por la crisis del petróleo, con un aumento de los precios del petróleo que provocó una inflación generalizada.
¿Accidente o necesidad?
Se mire por donde se mire, hay una crisis en ciernes. Y cada crisis se alimenta de la otra, construyendo lo que podría convertirse en una tormenta perfecta, con consecuencias dramáticas.
En su mayoría, los comentaristas burgueses no entienden nada de lo que está pasando. En todas partes, no ven más que una serie de acontecimientos desafortunados; un efecto mariposa de proporciones colosales, con un accidente tras otro que conduce a la escasez y a los cuellos de botella que están sacudiendo el mercado mundial.
Sin embargo, no pueden explicar por qué se producen tantos accidentes al mismo tiempo y en ámbitos tan diferentes.
Pero hay una clara tendencia que subyace a todo esto. La pandemia ha trastornado a toda la sociedad. Cambiaron los hábitos, el consumo y la producción.
El gasto en turismo y transporte, por ejemplo, disminuyó masivamente, mientras que productos como los ordenadores, la decoración del hogar y los refrigeradores tuvieron una mayor demanda. Se aceleró el paso a las compras online, mientras que los servicios físicos se estancaron. Esto supuso un aumento de la presión sobre ciertas partes de la economía mundial.
Mientras tanto, la producción en general se vio gravemente restringida debido a la pandemia. Las fábricas, las minas y los puertos se cerraron temporalmente o funcionaron con una capacidad limitada. En muchas partes del mundo, todavía lo hacen.
Ante esta situación, la clase dirigente –con la intención de evitar una crisis más profunda y la potencial reacción social a dicha crisis– lanzaron una serie de grandes paquetes de estímulo económico.
Sólo en Estados Unidos se inyectaron 9,5 billones de dólares de estímulo en la economía, gran parte de los cuales fueron a parar a las manos de la clase trabajadora de a pie, que en su mayoría lo gastaron en bienes de consumo ordinarios. La mayoría de los gobiernos siguieron una línea similar. Pero, como explicamos en su momento, no se puede salir de una crisis imprimiendo dinero.
Cuando se restringe la producción y se introduce dinero en el sistema, el resultado inevitable es una situación en la que la demanda supera a la oferta, creando una enorme presión inflacionaria. Eso es exactamente lo que está ocurriendo.
La demanda de bienes de consumo (aunque sea una demanda artificial creada por la clase dirigente) nunca ha sido tan alta como ahora. En una situación tan intensa, con la presión sobre los productos más demandados alcanzando su punto más alto, cualquier accidente puede convertirse en un grave cuello de botella, haciendo aflorar las contradicciones subyacentes.
Esta era una crisis que se estaba esperando. Con la gran mayoría de las empresas que trabajan ahora según la producción “justo a tiempo”, cualquier choque como éste provocará conmociones en toda la economía.
Durante décadas, los burgueses han exprimido beneficios reduciendo al mínimo sus existencias y maximizando la circulación de su capital. Ahora eso se está convirtiendo en su contrario.
Así, el acaparamiento se ha convertido de repente en la nueva tendencia. Apresurándose a asegurar sus existencias para el futuro, grandes empresas como Walmart, Apple y Target han hecho enormes pedidos por adelantado y han restringido su capacidad de envío, agravando así la crisis general.
Nacionalismo económico
Todo esto se ve agravado por el aumento del nacionalismo económico.
El año pasado, China prohibió la importación de carbón australiano. Esto ha tenido un impacto significativo en el aumento de los precios del carbón en todo el mundo. Estados Unidos está presionando cada vez más a la UE para que no termine el gasoducto Nord Stream 2 que va de Rusia a Europa, a pesar de que aliviaría parte de la presión sobre los precios del gas en Europa. Vladimir Putin, por su parte, está utilizando la crisis actual para acelerar la aprobación legal del gasoducto Nord Stream 2, aunque podría aliviar rápidamente los problemas de Europa mediante gasoductos alternativos.
Asimismo, el Brexit ha empeorado dramáticamente el impacto de la crisis actual en Gran Bretaña, una crisis que amenaza con empujar a Gran Bretaña a una recesión.
A medida que aumenta la inseguridad general, cada vez más empresas piensan dos veces en depender del comercio internacional.
Muchas empresas europeas están buscando trasladar la producción a Turquía o a Europa del Este, que estarían más cerca de casa y se verían menos afectadas por las crisis repentinas, las crisis de transporte y las guerras comerciales. Al ver su excesiva dependencia de los fabricantes de chips asiáticos, China, la UE y Estados Unidos están construyendo plantas de producción de semiconductores.
En Corea, la escasez de chips no parece afectar tanto a los fabricantes coreanos como a los estadounidenses, lo que implica que los fabricantes coreanos de chips están dando un trato preferente a las empresas nacionales. En China, el Estado está haciendo todo lo posible para conseguir carbón para sus centrales eléctricas.
Cuanto más dure la escasez, más se convertirá la cuestión del acaparamiento y la seguridad de la producción en una cuestión nacional, y la clase dirigente de cada país se apresurará a defender su propia posición.
En todo el mundo, la crisis general del sistema está provocando un aumento de la tensión entre las naciones. Esto amenaza ahora toda la frágil red del comercio mundial, que fue el motor fundamental del crecimiento en todo el período pasado.
Las fuerzas ciegas del mercado
A medida que se desarrolla la crisis, el ánimo jubiloso de los mercados bursátiles, acalorados por la bonanza de los estímulos, va dando paso lentamente a una actitud más cautelosa.
A la vista de la escasez y los cuellos de botella del mercado, el FMI ha dicho que rebajará su previsión de crecimiento económico mundial. El Financial Times publicó un editorial en el que advertía a los bancos centrales que “estuvieran atentos a la estanflación” (la peligrosa combinación de declive económico junto con una inflación persistente).
Esta perspectiva no es segura, pero es claramente una posibilidad. Hay una cantidad colosal de material tóxico en la economía mundial.
Desde las enormes deudas públicas (28 billones de dólares sólo en el caso de EE.UU.) y las deudas privadas; hasta las burbujas en los mercados de valores y de la vivienda: cualquier gran choque o incumplimiento podría desencadenar un efecto dominó, provocando que todo el sistema económico entre en una espiral descendente.
Pero ¿cuál es la solución desde el punto de vista capitalista?
Del aumento de la inflación se derivará necesariamente el aumento de los tipos de interés. Pero el aumento de los tipos de interés podría llevar a la economía mundial a una depresión.
Miles de empresas “zombis”, con un valor de billones de dólares en Occidente, dependen completamente del crédito barato para mantenerse a flote. Lo mismo ocurre con cientos de millones de propietarios de viviendas, sobre todo en Occidente, que sólo pueden permanecer en sus casas gracias a unos tipos de interés casi nulos. Cada subida de los tipos de interés empuja a estas capas más cerca de la quiebra.
Pero mantener la puerta del crédito barato y de los estímulos económicos abierta empeoraría la situación que vemos hoy, llevando a una inflación aún mayor; además, acabaría en una recesión a pesar de todo.
Sobre la base del sistema actual, no hay solución. La humanidad queda a merced de las fuerzas ciegas del mercado, que no prestan atención al bienestar de la sociedad en su conjunto.
¿Pero no se supone que el mercado se regula a sí mismo y crea el mejor de los mundos posibles?
Todo lo contrario. El capitalismo es incapaz de ajustarse y reaccionar ante las grandes perturbaciones. En una situación como la actual, las fuerzas del mercado están exacerbando las cosas, profundizando las contradicciones que se están acumulando.
Este hecho fue reconocido por Takeshi Hashimoto, presidente de la compañía de buques portacontenedores Mitsui OSK Lines, quien declaró al Financial Times que:
“Si se deja enteramente en manos de la economía de mercado, las empresas individuales y los individuos que hacen todo lo posible por encontrar la mejor solución para sí mismos darán lugar a más y más agitación y a una situación fuera de control…”
Como siempre ocurre, cuando las circunstancias se agravan, los capitalistas se ven obligados a admitir los límites de su sistema.
De hecho, en Gran Bretaña, la clase dominante ha tenido que introducir elementos de planificación, suspendiendo temporalmente las leyes de la competencia para permitir que los principales minoristas colaboren para aliviar la escasez de mercancías.
Lo mismo ocurre con el reabastecimiento de combustible en las gasolineras, que ahora se organiza de forma colectiva entre las grandes empresas, teniendo incluso que recurrir al ejército para repostar en las estaciones.
El capitalismo es un sistema anárquico. Se basa en la propiedad privada y en la competencia por el beneficio. Por mucho que el capitalista individual quiera resolver los problemas de la sociedad, su objetivo principal es seguir sus propios intereses privados.
Un sistema de este tipo es incapaz de resolver los problemas de la humanidad. Es precisamente aquí donde queda más claro que nunca que se opone directamente a los intereses de los trabajadores de a pie, y que, para que la sociedad prospere, el capitalismo debe ser derrocado.
Una filtración de hasta 2,94 terabits de archivos ha levantado parcialmente el telón de los acuerdos y activos offshore de cientos de multimillonarios, líderes mundiales y funcionarios públicos. Esta filtración ha puesto de manifiesto el tremendo parasitismo de la clase dominante, con un total de entre 5,6 billones de dólares y 32 billones de dólares en riqueza en el extranjero.
La oligarquía rusa destaca especialmente en estas filtraciones, aparecen los nombres de hasta 52 multimillonarios rusos, cuya riqueza oculta asciende a cientos de miles de millones de dólares. Entre ellos, se incluye al magnate petrolero Leonid Lebedev, que huyó de Rusia en 2016 tras las acusaciones de malversación de fondos. También se nombra al magnate estadounidense de capital privado Robert F. Smith, quien el año pasado logró un acuerdo de $ 139 millones con respecto a una investigación fiscal.
Una de las riquezas más grandes pertenece al rey Abdalá II de Jordania, cuyo imperio asciende a 100 millones de dólares según revelan los archivos. Junto a estos magnates y déspotas, en las filtraciones también se identifican a varios políticos destacados. Lo que demuestra que los llamados representantes del capitalismo elegidos democráticamente se comportan igual que el resto de la clase dominante.
Por ejemplo, el primer ministro de la República Checa, Andrej Babis, llegó al poder después de prometer tomar medidas enérgicas contra la evasión fiscal y el fraude económico, supuestamente para crear un país donde “los empresarios estarían felices de pagar impuestos”. Pero parece que Babis debe tomar medidas enérgicas contra sí mismo, ya que esta última filtración revela que desvió 22 millones de dólares a través de empresas fantasma para comprar un castillo en la Riviera francesa.
Mientras tanto, Uhuru Kenyatta, presidente de Kenia, un país con una tasa de pobreza total del 36 por ciento y una tasa de pobreza extrema de más del 25 por ciento, ha sido expuesto como beneficiario de una fundación secreta en Panamá, mientras que su familia es propietaria de cinco empresas offshore con activos por valor de más de $ 30 millones.
Los llamados Papeles dePandora (llamados así por la apertura de una verdadera “caja de Pandora” de descarado acaparamiento de riquezas) revelan lo que ya sabemos: que los que tienen más riqueza y poder son también los más corruptos. Las artimañas que hacen para proteger “su” dinero y privilegios se han descubierto innumerables veces, más recientemente en los Papeles de Panamá en 2016, seguidos por los Papeles del Paraíso en 2017.
Esta sociedad capitalista podrida ciertamente constituye un “paraíso” para los ricos, ya que ocultan su riqueza y evitan pagar impuestos, utilizando una combinación de cuentas bancarias exclusivas, fideicomisos y fundaciones en centros financieros extraterritoriales. En particular, muchas de estas medidas son perfectamente “legales” en el sentido formal. El sistema en sí está amañado a favor de los ricos, que buscan enriquecerse aún más.
En resumen: estos no son ejemplos aislados. Todos los estratos superiores de la sociedad capitalista están plagados de riquezas obscenas y secretos financieros poco fiables. Estas revelaciones llegan en un momento en el que el capitalismo nunca ha tenido nada menos que ofrecer a los trabajadores y jóvenes afectados por la peor parte de la crisis, mientras los ricos se relajan en una de sus muchas casas multimillonarias.
Gran Bretaña
El Reino Unido representa un punto de enlace en esta red de acumulación secreta de riqueza. Por ejemplo, las filtraciones detallan la venta de 1.500 propiedades británicas a través de empresas offshore. A través de este mecanismo, los inversores superricos han podido ocultar su riqueza, especular de forma anónima con la propiedad y construir sus carteras inmobiliarias. Para los ricos, el mercado inmobiliario de Londres representa un refugio para guardar el dinero que les sobra. Como demuestran las filtraciones, la City es un patio de recreo para oligarcas, criminales de lavado de dinero y políticos corruptos.
Estos incluyen figuras de alto perfil como miembros de la familia gobernante de Catar, que compraron dos de las casas más caras del mundo en Londres a través de compañías extraterritoriales y, por supuesto, ahorraron millones en impuestos.
Muchos de estos parásitos son las mismas personas que financian al Partido Conservador al mando del gobierno. Tomemos a Mohammed Amersi: un destacado donante conservador con una mansión en los Cotswolds y una casa adosada en la acaudalada Mayfair, Londres, ambas adquiridas a través de empresas extraterritoriales. Del mismo modo, Lubov Chernujin, exbanquera y esposa del ex viceministro de finanzas ruso, ha regalado a los conservadores más de £ 1.8 millones en donaciones desde 2012, mientras poseía una casa en Londres y una mansión en el campo.
Estas donaciones no son mera generosidad, sino un arreglo quid pro quo en el que los conservadores recompensan a sus compatriotas con políticas que los ayudan a mantener sus ganancias ilícitas, como tasas impositivas favorables y una supervisión financiera laxa. Sin mencionar la oportunidad de obtener lucrativos contratos gubernamentales para sus intereses comerciales. La clase capitalista y sus representantes en el gobierno están atados por mil hilos.
Varias figuras destacadas de los negocios británicos aparecen en las filtraciones, cuya flagrante mala gestión de sus empresas tiene poco que ver con sus opulentos estilos de vida. Por ejemplo, los Papeles de Pandora revelan que el magnate minorista Philip Green y su esposa tiraban la casa por la ventana en una propiedad de lujo, justo cuando su cadena minorista BHS quebró bajo la presión de enormes deudas y un enorme agujero en su fondo de pensiones. Mientras arreglaban los muebles en su nueva y elegante casa, 11.000 empleados de BHS se vieron empujados al desempleo y la precariedad.
Por supuesto, hicieron esta compra de forma anónima a través de un fondo extraterritorial, que los papeles remontan directamente a la respetable “Lady” y “Sir” Green. Un año después, compraron generosamente a su hija una casa de £ 10,6 millones, mientras que el grupo Arcadia (que era dueño de importantes puntos de venta, incluido Topshop) fue llevado a la liquidación en noviembre de 2020, nuevamente debido a enormes deudas y un déficit de pensiones gigante.
Los superricos parecen vivir en un universo diferente al resto de nosotros. Incluso cuando sus empresas colapsan, y condenan a miles de trabajadores a la indigencia en el proceso, estas enormes sanguijuelas continúan disfrutando del lujo.
No son solo los ricos donantes conservadores y los empresarios decadentes mencionados en las filtraciones. Haciendo honor a su reputación de figura corrupta de la clase capitalista, el exlíder del Partido Laborista Tony Blair también aparece en los Papeles de Pandora.
Él y su esposa Cherie han enfatizado que habían comprado una propiedad de varios millones de libras de forma “legal” y “nunca han utilizado estructuras extraterritoriales para ocultar transacciones o evitar impuestos”. Sin embargo, los papeles revelan que los Blair ahorraron 312.000 libras esterlinas al evitar el impuesto de timbre en su lujosa casa en Marylebone. Lo hicieron adquiriendo la empresa matriz de la propiedad, en lugar del edificio directamente. Para cualquier persona corriente de la clase trabajadora, está claro que no hay nada “normal” en planes como este.
La lista sigue y sigue. La escala de esta avaricia y codicia refleja en última instancia la profunda crisis del capitalismo. La clase burguesa no es capaz de hacer avanzar a la sociedad. Se han convertido en un obstáculo para el desarrollo humano a través de sus tendencias parasitarias: sentarse sobre enormes montones de dinero en lugar de invertirlo nuevamente en el desarrollo de la producción para el mejoramiento de la humanidad.
Caja de Pandora
Abogados, jueces y los llamados políticos “respetables” (es decir, aquellos que no se mencionan directamente en estas filtraciones) todos juegan su papel en este escándalo económico. El Estado no es un árbitro neutral por encima de la sociedad que lucha por la justicia y la igualdad, sino que está atado de pies y manos a los intereses de la clase capitalista.
Ocultan esto con falsa indignación. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, por ejemplo, se comprometió “gentilmente” a brindar transparencia al sistema financiero mundial. Desafortunadamente para él, Estados Unidos emergió en los Papeles de Pandora como un paraíso fiscal líder, ayudando enormemente a la clase capitalista al ofrecerles una manera de invertir su riqueza de manera secreta y segura. El Estado de Dakota del Sur, por ejemplo, permite a las personas evitar impuestos al poner su riqueza en fondos fiduciarios, lo que generó más de $ 367 mil millones en activos escondidos a fines de 2020.
El imperio de la ley burguesa facilita convenientemente este proceso al ofrecer una multitud de lagunas legales para lo que, para cualquier observador razonable, es claramente un fraude económico. Baker McKenzie, el bufete de abogados más grande de Estados Unidos, es un actor importante en la conducción de la riqueza hacia los paraísos fiscales, ayudando a los ricos a eludir impuestos e inspección, e incluso defendiéndolos si alguna autoridad los desafía.
El Estado capitalista es sin duda una caja de pandora llena de corrupción y escándalo. Esto no es un accidente. Es una decisión muy consciente por parte de los capitalistas utilizar todos los trucos a su disposición para maximizar sus privilegios. Está claro que no importa qué reglas y reformas se pongan en práctica contra los paraísos fiscales extraterritoriales y similares, los ricos siempre encontrarán una manera de escapar de la red.
La hipocresía que se muestra aquí es asombrosa. La clase capitalista y sus representantes políticos continuarán atacando a los pobres y la clase trabajadora mediante recortes, austeridad y privatizaciones, mientras que al mismo tiempo harán todo lo posible para proteger su propia riqueza y privilegios.
En el Reino Unido, por ejemplo, el Congreso del Partido Conservador se está llevando a cabo, donde el primer ministro Boris Johnson ha anunciado un recorte de £ 20 a la semana al Universal Credit (una especie de Ingreso Mínimo Vital, NdT) y declarado que este “el único responsable” de la subida de impuestos para financiar la atención médica. Sin duda, los conservadores evitarán discutir la lista de sus mayores donantes revelados como evasores de impuestos en estos documentos.
Los parásitos multimillonarios están quedando en ridículo estos días, pero al igual que en 2016 y 2017, esperarán a que pase el furor y luego continuarán como antes. No se puede permitir que esto permanezca en pie. Esta montaña de riqueza, producto del trabajo de los trabajadores, que es drenada por la burguesía mediante la explotación y acumulada o apostada mediante la especulación, debe ser expropiada y destinada a un uso productivo en una sociedad controlada por los trabajadores.
Solo derrocando al capitalismo podremos acabar con la inmensa corrupción y codicia de la pequeña minoría, que continúa con el empobrecimiento y el sufrimiento de la mayoría de la humanidad.
Para mis tíos Eugenio y Víctor, que me enseñaron a jugar.
El materialismo dialéctico es una filosofía revolucionaria que afirma que toda la realidad, en sus infinitos niveles, se encuentra en constante cambio, desarrollo y movimiento. Es una filosofía general del movimiento de la realidad en su conjunto: la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Cada nivel de la realidad contiene sus propias leyes de movimiento específicas, pero que en condiciones determinadas pueden transformarse, en otro tipo de fenómeno. Sostiene que el movimiento se da a través de la tensión de fuerzas opuestas y a través de etapas sucesivas y progresivas. La realidad es siempre concreta o es una síntesis específica de múltiples determinaciones.
En el ajedrez la dialéctica se expresa a su manera, sólo hay que saber mirar. “El cambio es el alma del ajedrez”[1], decía el ajedrecista alemán Kieninger. Interesantes procesos dialécticos los podemos encontrar en las 64 casillas de un tablero de ajedrez y por esto en “el juego ciencia” se pueden encontrar de forma peculiar ejemplos de comportamiento dialéctico. De hecho, el ajedrez está cruzado por todas las leyes de la dialéctica, incluso la unidad entre lo finito e infinito. Trataremos de demostrar esto.
¿Qué puede aportar el pensamiento dialéctico al ajedrez? Por supuesto que se puede ser un gran maestro de ajedrez sin conocer nada del materialismo dialéctico, de la misma forma que se puede ser un gran médico sin ser marxista. Pero nos parece que, en la filosofía dialéctica, mejor que en cualquier otra filosofía, se pueden integrar de forma armónica y coherente la teoría y los conocimientos del “juego ciencia”. Aunque no se sepa nada de dialéctica, un buen jugador sabrá reconocer que en el juego hay lucha de opuestos, tensiones, saltos bruscos y otros fenómenos interesantes que son propios de la dialéctica. Es posible que al jugador le resulte más significativos al considerarlos filosóficamente y llamen su atención sobre la vigencia del pensamiento marxista. Y para quien no ha aprendido a jugar ajedrez, tal vez este artículo sirva tanto para interesarle en el juego como en la filosofía revolucionaria.
El ajedrez como espejo de la historia y producto social
“Si para Boris Spassky el ajedrez es como la vida y para Victor Korchnoi el ajedrez es mi vida, para Bobby Fischer el ajedrez es la vida”[2]. Nosotros, como Spassky, creemos que el ajedrez es como la vida, en el sentido de que es un espejo de la historia. Es una ventana a la guerra en el mundo antiguo. En este sentido, es la plasmación idealizada de los choques más violentos de la humanidad. ¿Es necesario explicar su relación con la lucha de contrarios?
El origen más remoto del juego del que se puede estar seguro está en el “Chaturanga” de la antigua India, un juego de mesa cuyas primeras referencias datan del siglo III antes de nuestra era. En sánscrito –una de las lenguas más antiguas de la rama indoeuropea– significa “cuatro fuerzas”, de hecho “chatur” está emparentada con nuestra palabra “cuatro”. Tal vez el nombre estaba relacionado con el hecho de que era un juego que podía jugarse por cuatro personas a la vez (también podía jugarse entre dos). Es más probable que hacía referencia a los componentes básicos de los ejércitos en el lejano oriente: la infantería (los peones), los caballos, los carros de guerra (lo que ahora son las torres) y los elefantes (los alfiles). De hecho, el Mahabharata del siglo III a.C. llama Chaturanga a una formación de batalla, lo que refuerza esta segunda interpretación.
El Chaturanga podía jugarse con dados. Posiblemente estaba en el punto de transición de dejar de ser en parte un juego de azar para convertirse puramente en un juego de estrategia, donde lo único que cuenta es la inteligencia de los oponentes, característica esencial del ajedrez y de los juegos pertenecientes a esta familia. Los peones –de la palabra latina que significa pie y guarda relación con peatón– nunca retroceden, son la pieza de menor valor, pero son, al mismo tiempo, el alma del juego, como los buenos soldados lo son de un ejército. Son la representación del pueblo raso e históricamente son las piezas del juego que se han representado de forma más genérica y menos estilizada, de hecho ni siquiera son consideradas “piezas”. En el ajedrez las “piezas mayores” son la dama y la torre y las “piezas menores” el alfil y el caballo. Los prejuicios clasistas se expresan incluso en este juego. Los caballos son las únicas piezas capaces de saltar sobre el enemigo y son excelentes para maniobrar y frenar el avance de los peones, su movimiento excéntrico representa la caballería antigua. Los carros de guerra de la antigüedad no tenían ángulo de giro, era difícil desviarlos de la línea recta y por ello nuestras torres actuales avanzan en vertical y horizontal. Los elefantes cruzaban las líneas enemigas causando estragos y quizá como expresión de la destrucción en las líneas enemigas los alfiles podían originalmente saltar; de este cruce de las líneas enemigas sólo queda en los alfiles modernos el hecho de que corren en diagonal. “Fil”, en árabe, como “pil” en persa, significan elefante, con el artículo árabe “al” tenemos “alfil”, que literalmente significa “el elefante”. Originalmente la dama era el visir o consejero del rey y movía por pocas casillas, pues era una especie de guardaespaldas del rey. Evidentemente no existía una figura femenina en el chaturanga –no es de sorprender, debido a la marginación de las mujeres sobre todo en la guerra– y se cree que la dama fue introducida durante la Edad Media, en Europa, como un homenaje a “nuestra señora” o Virgen María pero alcanzó su movimiento a larga distancia en el Renacimiento, como representación de las poderosas reinas del despotismo ilustrado, como Isabel la Católica. Durante la Edad Media, los elefantes fueron sustituidos por obispos debido al peso de la iglesia católica (en inglés, alfil se dice “bishop”) y los carros de guerra fueron sustituidos por la representación de las torres medievales que determinaban los límites de los castillos, como también lo hacen en el juego. De la antigua India, el Chaturanga viajó a Persia, donde al juego se le llamo “shatrang”, palabra relacionada con el “sha” o emperador persa. De hecho, nuestra palabra “jaque mate” significa “el rey ha muerto” y está relacionada con la palabra “jeque” (anciano). No olvidemos que los reyes y jefaturas surgieron a partir de la democracia tribal, donde los ancianos tenían un peso muy importante.
De la India, el juego pasa al Imperio bizantino y a Persia, donde lo toman los árabes después de la caída del impero sasánida. Desde el siglo VII, los sabios musulmanes del ajedrez comenzaron a publicar interesantísimos problemas de ajedrez llamados “mansubat”; composiciones, sobre todo de mate forzoso, que aún sorprenden por su ingenio. Al publicar estos estudios y discutirlos, los árabes dieron un impulso de gigante al juego que se adelanta al impulso que se dará en occidente a través del Renacimiento y la imprenta. Como se sabe, los persas musulmanes llevaron el juego al norte de África y a España, especialmente Córdoba, durante el siglo X y de aquí al resto del mundo occidental. Los árabes solían agregar artículos a las palabras, llamando “ash-shatrang” al juego, palabra que fue transformada en castellano antiguo como “acedrex”. Debido a la peculiaridad de la evolución fonética del idioma la “x” final, que sonaba como “sh”, evolucionó en “j”, dando lugar a la palabra ajedrez.
El origen indio del ajedrez es el que ha generado más consenso entre los historiadores, pues el Chaturanga es el juego del que se puede rastrear de forma más documentada su evolución y relación con el ajedrez moderno. Parece ser que para la casta guerrera en la antigua india – los chatrias– el Chaturanga formaba parte de la estrategia de la guerra y representaba la lucha entre titanes y dioses, asuras y devas. El ajedrez habría tenido un profundo sentido dialéctico desde su surgimiento y en relación con la filosofía explícitamente dialéctica de las antiguas civilizaciones. Y, sin embargo, hay candidatos de su origen prácticamente en los extremos y los puntos intermedios más importantes de la ruta de la seda: desde Egipto hasta China – en Grecia, Roma, Mesopotamia y Persia– y con una antigüedad mucho mayor que el Chaturanga. La ruta de la seda, o las especias, fue fundamental, como vemos, para la formación y difusión del juego. Como sabemos, esta ruta no sólo fue importante en el desarrollo del ajedrez; también lo fue para el comercio y el intercambio cultural, en la formación de las lenguas indoeuropeas, la difusión del caballo y el propio desarrollo e historia del viejo mundo.
Hay pinturas en el antiguo Egipto, de más de tres mil años de antigüedad, donde se ve al faraón Ramsés o a otros personajes reales jugando un juego de mesa parecido al ajedrez. El propio Platón escribió en el Fedro: “Me contaron que cerca de Naucratís, en Egipto, hubo un Dios, uno de los más antiguos del país, el mismo al que está consagrado el pájaro que los egipcios llaman Ibis. Este Dios se llamaba Teut (Thot). Se dice que inventó los números, el cálculo, la geometría, la astronomía, así como los juegos del ajedrez y de los dados, y, en fin, la escritura”. En el original Platón no dice “ajedrez” pues la palabra no existía, dice “petteia” –que se puede traducir como guijarro, juego que también aparece en las obras de Polibio y Sófocles– y parece que era un juego más paracido a las damas chinas que al ajedrez, pero no se puede descartar a priori alguna relación “genética”. También se han encontrado juegos de mesa con tableros cuadriculados en la antigua Mesopotamia, con más de 3 mil años de antigüedad. También existe una leyenda según la cual fue el gran inventor griego Palamedes quien, para entretener a los soldados durante el sitio de Troya, habría creado algo parecido al ajedrez.
Por si fuera poco, también existe la versión de que el ajedrez fue inventado en China. El primer gran maestro chino, Liu Wenche, en su libro “La escuela china de ajedrez”, sostuvo: “En el siglo XX a.C. se creó un juego de astrología y fisonomía, con una función adivinatoria (fábulas de los cuerpos celestes de Shen Nongshi). Esto reflejaba el desarrollo de conocimientos religiosos y científicos, y la combinación de técnicas y brujería. […] La Historia de la dinastía occidental Jin, recopilada en la época de los Estados Guerreros, registra la fábula en la que ‘Yao enseña el danzhu‘, e informa de que el primitivo go fue inventado en torno al siglo XXV a.C. El tablero tenía 8×8 casillas. […] El Liu Bo y el Sai Xi son los antecedentes más antiguos del ajedrez documentados en los anales históricos chinos. En el transcurso de su desarrollo, las piezas negras y blancas fueron reemplazadas por los diseños del tigre y el dragón. Esto es un reflejo de la adoración totémica por el dragón y el tigre en la sociedad antigua. El uso de estos diseños introduce el fundamento para el modelo tridimensional de las piezas de ajedrez en tiempos posteriores. El desarrollo del Liu Bo se bifurcó más tarde en dos direcciones. Una línea de desarrollo dio origen a un juego de azar. La otra dio lugar al Xiang Qi, que absorbió la quintaesencia del juego de astrología y fisonomía, así como el ajedrez primitivo y otros juegos populares.”
Este punto de vista era apoyado por algunos historiadores soviéticos del ajedrez: “En enero de 1984, la revista Shajmaty URSS publicó un artículo titulado El origen del ajedrez, por el Dr. Chelevcour, un investigador del Instituto del Lejano Oriente, de la Academia Soviética de las Ciencias. En dicho artículo el autor afirmaba: No es coincidencia que las piezas del ajedrez se dividan en negras y blancas y que se sitúen en un tablero de 64 casillas. Parece que las formas del ajedrez provienen de antiguos símbolos chinos del Libro de los cambios, en el siglo IV a.C. Como vemos, a diferencia de la teoría principal, esta hipótesis considera inverso el recorrido expansivo del ajedrez, es decir, que desde la China se habría expandido a la India y luego a Persia. Liu Wenche concluye su exposición afirmando que el go, el Xiang Qi y el ajedrez proceden del juego-en-blanco-y-negro que existía hace 5.000 años, y que todos ellos son otras tantas manifestaciones del pensamiento filosófico reflejado en el Libro de los Cambios. Por último, que el proceso de transformaciones en el go y el ajedrez duró, en consecuencia, miles de años y que esos cambios siguieron distintas direcciones en dichos juegos”[3].
Pero quizás más interesante es la simbología dialéctica con la que explícitamente habría sido desarrollado el juego: “Blancas y negras representan dos tipos de fuerzas universales: la luz, factores activos y hermosos, por un lado; y la oscuridad, factores negativos y malvados, por otro (yin y yang). Según el Libro de los Cambios, el número 64 sintetiza todas las situaciones objetivas. En los 64 hexagramas todo tiene su símbolo: un diagrama que está compuesto por seis líneas compactas o rotas (yao), muchas de las cuales incluyen la idea de interconexión y apoyo mutuo”[4].
Sea como fuere, no cabe duda de que la interconexión económica y cultural que corría por las venas de la “ruta de la seda y las especias” fue un factor clave en el surgimiento de una familia de juegos, ya fuera que éstos surgieran inicialmente de forma independiente sin ninguna relación entre sí, o que esten realmente emparentados, pero sin que sepamos plenamente en qué dirección geográfica se dio esa influencia. Por ello, tal vez sea incorrecto pensar que alguien inventó el ajedrez en un momento puntual en el tiempo. Éste surgió como parte de un largo proceso de fusión intercultural, como un producto social. No hace falta mucha imagnación para visualizar a los comerciantes llevando y trayendo entre sus cargamentos extraños y misteriosos juegos de mesa, que se modificaban y se influían mutuamente según el tiempo y lugar. Así, por ejemplo, las piezas más antiguas que se conservan pertenecen a un ajedrez vikingo de los años 1150-1200, hecho de colmillos de morsa –los vikingos no sólo eran temibles guerreros sino al mismo tiempo comerciantes–. Una fiel representación de este ajedrez vikingo aparece en la película “Harry Potter y la piedra filosofal”.
Hasta el siglo X, la evolución del ajedrez aún era muy confusa, se jugaba de unas seis maneras distintas y en tableros de 4 a 12 casillas por fila y entre dos o cuatro personas. Pero por estas fechas se introdujo el patrón de cuadros en claro/oscuro que conocemos en la actualidad. Recordemos que el Chaturanga se jugaba sobre cuadros monocromáticos (aunque si es verdad la teoría de Liu Wenche habrían existido tableros en blanco y negro muchos siglos antes en China). Vemos que la evolución del juego no fue un asunto lineal, ni de una sola rama.
El ajedrez es un juego de mesa con reglas convencionales. Pero una vez que surgió –hace más de mil años– el juego, sus reglas y sus leyes adquirieron una dinámica propia que escapa a lo que llamamos convencional, si por esto entendemos el establecimiento arbitrario y acordado de reglas superficiales. Una vez que surgió el ajedrez, evolucionó y adquirió su propia lógica interna. Lo mismo sucedió –aunque obviamente con mayor complejidad– con el lenguaje humano y las matemáticas, que evolucionaron con leyes propias que escapan al control consciente de los seres humanos que las abstraemos y utilizamos. Es verdad que los seres humanos hemos puesto las reglas del juego, pero estas reglas y leyes son producto de la evolución del ajedrez. Así, por ejemplo, fue durante el Renacimiento y la Ilustración que las piezas adquirieron los movimientos definitivos que conocemos en la actualidad, pero esto se dio como una necesidad interna que pedía mayor dinámica. En esa época el ajedrez comenzó a jugarse entre sectores más amplios de la sociedad.
Durante miles de años había sido un juego de reyes –todavía se le llama “el juego de los reyes y el rey de los juegos”–, los cuales podían darse el lujo de jugar por horas un juego de mesa lento, en el cual los alfiles y lo que será la dama se movían pocas casillas. La relativa masificación del ajedrez exigía un dinamismo mayor. Así, durante el siglo XV, surgieron movimientos como las dos casillas iniciales del peón, el consiguiente “peón al paso” y el enroque –palabra que viene del persa “rukh” que significa “carro de guerra”, en referencia al movimiento de la torre que implica el enroque, pieza que originalmente representaba al carro de guerra–.“La razón de haber introducido el enroque era alejar al rey del centro, a fin de acelerar el juego, puesto que mientras el rey siguiese en el centro su seguridad requería mucha atención. En consecuencia, la apertura de líneas centrales tenía que postergarse hasta que el rey fuese conducido a un área más tranquila”[5]. Pero las reglas del enroque y la forma en que lo conocemos no surgieron sino hasta en plena ilustración. También surgieron los movimientos a larga distancia de reina y alfiles que adquirieron tanto poder que al juego se le conocía como “el ajedrez de la dama” para diferenciarlo de otras versiones. El Chaturanga y el ajedrez -más o menos como lo conocemos- se jugaban al mismo tiempo.
Si la versión más difundida del ajedrez es la versión europea, se debe no sólo al dinamismo del ajedrez moderno frente al relativamente lento Chaturanga sino a que serán los europeos los que impongan el dominio del capitalismo a nivel global y con éste la versión occidental del juego. El ajedrez y sus “parientes” (como el shogi japonés, el Xiang Qi chino o el makruk tailandés) son producto de una historia milenaria con una dinámica propia que se eleva, por así decirlo, al control directo de los jugadores individuales; es un producto social. El ajedrez es un simple juego de mesa, pero es mucho más que eso. Al ser un juego tan complicado e inagotable, en él surgen patrones y líneas que no se agotan u otras que se van descubriendo. El ser humano creó el ajedrez, pero éste escapó a su creador. No es un asunto místico, sino el salto cualitativo de un fenómeno que surge y adquiere su propia dinámica.
Dialéctica de lo finito y lo infinito
Vimos que no es posible establecer quién inventó realmente el ajedrez y que lo más seguro es que no fuera invención de un personaje en particular sino el resultado de la confluencia y evolución histórica de una serie de juegos similares. Aun así, conocida es la leyenda del Brahmán llamado Sissa -historia contenida en el libro de Al-Masudi del año 934-, que ya sea para entretener a un poderoso rey indio o para consolarlo por la muerte de su querido hijo, inventó el ajedrez. En recompensa el rey ofreció a Sissa que le concedería cualquier cosa que le pidiera. Se dice que el Brahmán hizo una petición aparentemente muy modesta: “Quiero un grano de trigo en la primera casilla del juego, y 2 en la segunda, y 4 en la tercera y así sucesivamente hasta la casilla 64…”. El rey se quedó sorprendido y después de un tiempo preguntó a sus consejeros si habían entregado el modesto regalo a Sissa, pero le respondieron: “Su majestad, no hay en el reino cantidad suficiente de trigo para pagar la deuda con el sabio Sissa”. La cantidad equivale a 18 446 744 073 709 551 615 (18,4 trillones) de granos de trigo. Era el quivalente a acumular todas las cosechas de trigo de todo el mundo por un lapso de 2 mil años. Para darnos una idea de lo que significa esta cantidad, Leontxo García, en su libro Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas, señala: “¿Cuántos barcos de 100.000 toneladas falta para transportar todo ese trigo? Pues nada menos que 3.689.348 barcos. ¿Y cuánto espacio ocuparían esos cargueros en el mar si los pusiéramos en fila, uno detrás de otro? Darían 17 vueltas al planeta. Aunque nos dedicaramos sin parar a contar grano por grano, a razón de uno por segundo, esa inmensa cantidad de trigo sólo contaríamos un metro cúbico a los seis meses, unos veinte metros cúbicos a los diez años y una parte insignificante durante lo que le quedase de vida. Algunos autores dicen que esa cantidad habría bastado para cubrir Gran Bretaña con una capa de 11,67 metros”[6].
Los 18 trillones son una cantidad asombrosa pero finita. El ajedrez contiene al infinito –al menos en términos de la vida del ser humano– y por ello es un juego inagotable. “Justo después de que los dos jugadores de ajedrez ejecuten su primer movimiento, se abren muchas posibilidades de juego. Concretamente, existen 400 posiciones posibles en el tablero. Después del segundo turno, hay 197.742 partidas posibles. Y después de tres movimientos, hay 121 millones. Para ponerlo en perspectiva, solo hay 1015 cabellos en total en todas las cabezas del mundo, 1023 granos de arena en el planeta Tierra y unos 1081 átomos en el universo”.[7] ¿Cuántas partidas diferentes se pueden jugar? El conocido matemático Claude Shannon hizo un cálculo del número total de partidas posibles, que formarían el árbol completo del juego del Ajedrez. Obtuvo la cifra de 10120, es decir, 1.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000. Un 1 seguido de 120 ceros, partidas de ajedrez distintas. Actualmente se estima que este número es “algo” mayor: 10 a la 123.
No omitimos señalar que como marxistas consideramos que el universo es realmente infinito y no existe un número limitado –por más grande que sea– de átomos en el universo. Pero aún siendo realmente finitas el número de partidas que se pueden jugar en un tablero de ajedrez, un 1 seguido de 120 ceros es para fines prácticos y humanos una cantidad infinita. Kasparov afirmó: “Se han jugado millones de partidas, escrito miles de obras y analizado diferentes aspectos del juego, pero hasta ahora no existe fórmula universal del ajedrez ni método que garantice el triunfo, no hay criterios matemáticos rigurosos de valoración, ni siquiera de una jugada, ya sin hablar de posiciones”[8]. Así, en las finitas 64 casillas de un tablero caben virtualmente infinitas posibilidades y por ello esas potencialidades se seguirán desarrollando y profundizando mientras exista humanidad para jugar.
Ajedrez e intelecto
“Los problemas de ajedrez recuerdan los ejercicios de matemáticas y el juego en sí mismo es como una sinfonía de melodías matemáticas” (G. Hardy, matemático y filósofo)
Decía Goethe que “el ajedrez es la piedra de toque del intelecto”[9]. El ajedrez involucra toda una serie de facultades intelectuales que muchas veces aparecen como contradictorias u opuestas. En un momento determinado implica el análisis y cálculo de la posición, pero es también la síntesis de teoría y de experiencia coagulada en forma de patrones. Es abstracción de lo fundamental en la posición, pero sin dejar de tomar en cuenta lo concreto o específico de la misma. El frío cálculo de variantes aprendidas, pero a la vez la imaginación que implica aplicar los patrones de forma creativa, es decir, la chispa de encontrar otros patrones o continuaciones desconocidas –algo que sólo los grandes jugadores pueden lograr–. Se requiere la lógica formal para elaborar juicios sobre la posición, del tipo: si mi caballo va a E5, entonces ocupará una casilla central, por ejemplo. Pero la lógica formal no es suficiente, porque existen modificaciones fundamentales en la posición que implican la necesidad de “cambiar de chip”, cambiar de planes o de tipo de dinámica de forma radical. Si cambia la naturaleza de la posición deben cambiar los planes y los juicios previos. Entonces la lógica formal queda subsumida en un pensamiento más complejo, el pensamiento dialéctico.
En la apertura domina la memorización de jugadas en función de la que hayamos elegido. En el medio juego comienza una mayor creatividad y la memorización suele jugar un papel menor. En el final domina la técnica sobre la memorización o la imaginación. Pareciera que en cada fase del juego suele imperar un aspecto del intelecto. Aunque, por supuesto, no de forma exclusiva. El ajedrez, como se ha dicho, es “deporte, arte y ciencia”. Ciencia porque implica el conocimiento de leyes y su relatividad, el reconocimiento de patrones, estructuras y teorías que yacen debajo de la superficie, la formulación de hipótesis y expresión del pensamiento racional. Arte porque entran en juego la imaginación y creatividad; sin duda existe belleza en un sacrificio brillante, o en uno de los cientos de problemas de ajedrez compuestos, por ejemplo, por Richard Reti. Puede que sea una forma menor de arte, pero muy bella para quien sabe apreciarla. Un gran maestro comentó sobre el gran juego de Alekhine: “Yo también puedo jugar las mismas combinaciones, pero sólo Alekhine puede conseguir las posiciones en que tales combinaciones son posibles”[10]. Esto implica creatividad. Uno de las mas bellas composiciones de Reti es la demostración de que en el tablero el camino más corto no es la línea recta, en palabras de Karpov “para el rey, la suma de los lados del triángulo rectángulo recorrido… ¡es igual a su hipotenusa! Este teorema matemático sólo se aplica a un tablero…”[11]. Es una de las paradojas más famosas del ajedrez y también la demostración de que el pensamiento lineal y formal no siempre es el correcto para encontrar las respuestas. En este video vemos el famoso problema de Reti:
Trotsky –quien era un ocasional jugador de ajedrez– hizo una interesante reflexión sobre el genio y el juego. “El verdadero genio en un campo presupone el fundamento de un cierto equilibrio de poderes espirituales. De no ser así, estaríamos en presencia de una persona dotada de talento, pero no de genio. Pero los poderes espirituales se distinguen por su plasticidad, persistencia y agilidad. La “genialidad” mostrada por los maestros de ajedrez es muy estrecha en su alcance y va de la mano con la estrechez o limitaciones en otros campos. Un genio de la matemática, como un genio de la música, ya no puede ser una persona de dimensiones estrechas en otras esferas. Parece lógico que eso se refiera en no menor medida a poetas de genio. Es necesario recordar que Goethe tenía poderes suficientes para convertirse en un gran experimentalista en el campo de las ciencias naturales. Una fuerza puede transformarse en otra, al igual que todas las fuerzas de la naturaleza”[12]. Estas palabras sobre la estrechez de miras nos recuerdan al genio de Bobby Fischer, quien lo era en ajedrez, pero también un impedido en casi todo lo demás.
Unidad y lucha de contrarios
Para el pensamiento dialéctico el desarrollo se da a través de la tensión de fuerzas opuestas. El ajedrez es una lucha de opuestos. El choque de dos planes que se enfrentan y modifican entre sí. El campo de batalla, las características, las debilidades y los puntos fuertes se crean y recrean durante el choque. Cada avance de peones puede ganar espacio, pero, al mismo tiempo, genera debilidades. Las blancas tienen el privilegio de la iniciativa, pero esto puede cambiar en cualquier momento. Y los buenos jugadores no sólo crean planes conforme se desarrolla la partida, también juegan, por así decirlo, dos veces al mismo tiempo: no sólo consideran sus propios planes sino también los del contrincante, hacen lo que los ajedrecistas conocen como “profilaxis” que consiste en considerar las amenazas y planes del enemigo. El gran jugador soviético Tigrán Petrosián era experto en frustrar los planes del enemigo incluso antes de que se materializaran, parecía que su único plan era evitar el plan del contrincante. Entonces, cuando dos maestros o grandes maestros se enfrentan en el tablero sucede que cada jugador juega dos planes en su mente. En resumidas cuentas, un buen plan debe concebirse como una unidad dinámica de opuestos.
El choque genera tensiones en el tablero, como cuando dos peones se atacan mutuamente, alguna pieza queda clavada o hay jaques a la descubierta latentes. Los maestros suelen mantener esas tensiones sin resolverlas prematuramente para que cuando “revienten” la posición sea favorable; muchas veces “la amenaza es mucho más poderosa que su ejecución”[13] –decía Tartakower– porque la amenaza suele paralizar al enemigo, o porque antes de ejecutar la amenaza hace falta “exprimir” la posición para sacar toda la ventaja que sea posible. Un jugador que prefiera la táctica o la dinámica procurará generar desequilibrios en el tablero, pues mientras más simétrica sea la posición es más probable que se trate de un juego “tranquilo”, más posicional. Los desequilibrios generan mayores tensiones y una partida más aguda. Pero una posición favorable puede convertirse en su contrario en cualquier momento, una amenaza táctica puede revertirse, por ejemplo, con una “jugada intermedia” del enemigo y el atacante se convierte de repente en víctima. David Bronstein afirmó: “Eso sí que es, probablemente, un misterio: discernir desde la distancia algo en la posición que pueda usarse para transformarla radicalmente mediante una sola jugada”[14]. El ajedrez está lleno de saltos de cualidad y cambios bruscos y repentinos, las pequeñas ventajas se acumulan hasta que explotan en combinaciones sorprendentes.
La pareja de alfiles –cuando uno de los jugadores pierde al menos un alfil y el otro bando conserva ambos– constituye una ventaja a largo plazo porque cada alfil por sí solo es “tuerto”: sólo controla las casillas de su color, pero juntas son como las Grayas mitológicas, que comparten su ojo para ser más poderosas, sobre todo conforme el juego avanza y se abren las diagonales. El jugador que tiene la pareja de alfiles tratará de potenciar el alfil que no tiene contrincante y se fortalecerá en las casillas del color que no puede controlar el alfil que ya no tiene el contrincante. Los alfiles son una poderosa unidad de contrarios, jamás se tocan, pues corren por colores opuestos, pero en conjunto tienen el potencial de controlar todas las casillas del tablero.
Las casillas por sí mismas son un factor estático –el campo de batalla siempre estará limitado a 64 casillas– pero cuyo valor cambia conforme transcurre la partida. Los peones –por su lenta movilidad y por el hecho de que nunca retroceden– son un factor relativamente estático que entra en contrapunto y tensión con las piezas pesadas y ligeras que son el factor dinámico. “Esta oposición entre peones y piezas –incluso la de un mismo bando– dimana esencialmente del hecho de que las primeras interceptan las líneas (columnas, diagonales, filas) que las segundas necesitan para activarse”[15].
Debido a la tensión que se genera –sobre todo en los formatos rápidos del ajedrez como blitz– y la concentración que implica el ajedrez de alto nivel, el juego ya es considerado un deporte por el Comité Olímpico Internacional desde el año 1999. “En estudios se ha demostrado que, por el esfuerzo mental, el trabajo del sistema cardiovascular y demás factores, un ajedrecista luego de un torneo importante o de larga duración puede disminuir entre 4 y 8 kilos en su peso”[16]. Las pulsaciones y la tensión arterial aumentan debido al choque de opuestos.
Saltos de cantidad y cualidad
Para la dialéctica, los rompimientos cualitativos se dan como resultado de los cambios cuantitativos, la cantidad se transforma en cualidad en un punto determinado. El ajedrez se desarrolla en fases, cada fase del juego tiene, por así decirlo, sus leyes generales que muchas veces son opuestas entre sí. A no ser que estemos frente a una miniatura –una partida que se decide en pocas jugadas– o que debido a un desastre en la apertura pasemos directamente a un final perdido, el juego suele desarrollarse a través de etapas: la apertura, el medio juego y el final. Mientras que, por ejemplo, suele ser muy mala idea que, en la apertura, saquemos al rey al campo de batalla, es lo que debe hacerse en un final; si sacar la dama en la apertura no es aconsejable, buscar su desarrollo en el medio juego puede ser oportuno. Y cada fase del juego está determinada principalmente por el número de piezas y su desarrollo, es decir que la cantidad determina la cualidad.
Hay principios generales para cada fase de la partida. En la apertura está el principio de priorización del desarrollo rápido de las piezas menores y el enroque rápido. En el medio juego está el principio estratégico de mejorar la peor pieza. Jonathan Rowson, en su libro “Los 7 pecados capitales del ajedrez” nos sugiere “hablar con nuestras piezas” para mejorar la posición de las mismas; ocupar las columnas abiertas o encontrar una buena casilla para nuestros caballos. En el final debemos activar nuestro rey, avanzar los peones pasados, ganar la oposición o buscar que el contrincante quede en zugzwang -situación donde las únicas jugadas posibles empeoran la posición-. Cada apertura y familias de apertura tienen sus planes típicos, su carácter y patrones frecuentes. Pero como en toda buena regla, existen innumerables excepciones. Por cosas como ésta el juego de ajedrez es tan complicado e interesante. Kasparov dijo que “hay que saber las reglas para saber cuándo romperlas”.
En ajedrez es importante la cantidad o el valor absoluto de las piezas que cada contrincante conserva. Se dice que el jugador que ha perdido una torre “perdió la calidad” porque la torre vale más que los alfiles o caballos. Este tipo de ventaja numérica es una ventaja estática, a largo plazo. Aunque ésta es importante y muchas veces se gana con calidad de más –o cantidad si tomamos como referencia el valor teórico de las piezas–, más importante puede ser la ventaja dinámica o “cualitativa”. Es decir, la coordinación de piezas es un factor más importante que el número y valor absoluto de piezas en el tablero. De poco sirve tener la calidad si las piezas que conservamos están “fuera de juego”: lejos del rey que hay que defender, sin poder desarrollarse o descoordinadas. En general, en el ajedrez, cuanta más la “cualidad” –entendida como coordinación de las piezas y su capacidad de actuar juntas– que la cantidad o el valor absoluto de las piezas existentes. El ajedrez es un juego de equipo entre las piezas. La cualidad supera la cantidad.
Un concepto muy interesante en ajedrez –que ha mencionado el maestro Fide Andrés Guerrero– es el de “evolución-revolución”. Las pequeñas ventajas se acumulan hasta que llega el momento de un salto decisivo de cualidad, un cambio dramático en la situación. Un ejemplo muy simple pero ilustrativo de este concepto se da en el “mate de Legal”: la ventaja de desarrollo frente al poco desarrollo del enemigo y su alfil indefenso se convierten de repente en una ventaja táctica decisiva, que implica el sacrificio de la dama y lleva directamente al mate:
Negación de la negación
Esta ley de la dialéctica nos dice que las sucesivas etapas de un proceso tienen un carácter progresivo, de complejidad creciente, pero que las nuevas etapas contienen a su manera a las etapas anteriores, aunque superadas. Algo así sucede en las distintas etapas del juego: En la apertura los principios generales nos dicen que debemos enrocar lo más pronto posible. Como sabemos, el enroque es una jugada especial de torre y rey que tiene un carácter defensivo. En el final es fundamental mover al rey nuevamente, pero para fines ofensivos. La pieza que inicialmente era la más vulnerable ahora es nuestra principal herramienta de ataque.
No es posible terminar una apertura sin movimientos de peones que permitan el desarrollo de alfiles o la dama, en el final los peones valen mucho más y el objetivo es promoverlos. En la apertura no conviene hacer demasiados movimientos de peones porque esto crea debilidades y permite un mejor desarrollo del oponente. En el final los peones pasados deben avanzarse.
En ajedrez no es posible “pasar” como en dominó o el juego de cartas, aunque sucede muchas veces que nos gustaría pasar el turno pues cualquier movimiento disponible empeoraría nuestra posición –se dice que estamos en zugzwang–. Pero en el final existe un sorprendente movimiento de rey que permite pasar el turno, conocido como triangulación. Consiste en mover el rey en forma de triángulo regresando exactamente a la posición original, pero con los turnos cambiados. Es la misma posición superada, negada gracias a la técnica.
Si en la apertura se trata, sobre todo, de desarrollar las piezas, en el medio juego se trata, sobre todo, de combinarlas, de procurar oportunidades tácticas, o si esto no es posible, de mejorar lentamente nuestra posición.
A pesar de que en los finales suele haber pocas piezas, se trata de una de las fases más complejas y técnicas que existen. Como hay pocas piezas, existe menos margen para el error. Paradójicamente, muchas veces sucede en ajedrez que al disminuir la cantidad aumenta la necesidad de técnica. Claro que esto no es absoluto, pues tanto existen finales muy simples de ganar como medios juegos terriblemente complicados.
Dialéctica del espacio y el contenido
Así como en la física el movimiento de un cuerpo se determina por sus coordenadas en el espacio y, al mismo tiempo (según la relatividad general de Einstein), las propiedades geométricas del espacio se determinan por la materia que la ocupa, en ajedrez el valor de las piezas y del espacio en el tablero se determinan recíprocamente. Las piezas de ajedrez tienen un valor absoluto (el peón vale 1, la dama vale 9), pero parte del valor relativo de cada pieza se determina por la casilla que ocupa. Así, por ejemplo, un caballo centralizado vale mucho más que un caballo situado en el borde del tablero, porque las casillas controladas en el primer caso por el caballo son 8, mientras que en una esquina sólo son 2. Esto quiere decir que parte del valor de una pieza está determinada por el espacio, pero dialécticamente también sucede lo contrario: el valor de una casilla está determinada por los peones; una casilla que no puede ser defendida por un peón es por definición una casilla débil y sucede que la casilla frente a un peón débil (un peón que no puede ser defendido por otro peón) también es una casilla débil. Un jugador experimentado debe tomar en cuenta esas debilidades.
Así como el espacio y el contenido se determinan recíprocamente, también sucede lo mismo con el tiempo y el espacio si entendemos al primero como desarrollo. “El centro es el lugar donde se inicia la acción. En ajedrez el centro es la cumbre de la apertura y el medio juego. A medida que las piezas se van cambiando, la importancia del centro disminuye. Cuando se alcanza el final y quedan pocas piezas, el centro pierde su importancia fundamental y pasa a ser un sector más del tablero”[17].
Dialéctica de estrategia y táctica
En ajedrez existe una relación dialéctica similar entre estrategia y táctica que la que existe entre lo abstracto y lo concreto. Con base en la práctica, la humanidad ha abstraído leyes generales en muchos niveles de la realidad, el conocimiento de estas leyes –por ejemplo, el conocimiento de las leyes del movimiento mecánico descubiertas por Newton– es fundamental para un físico, pero un ingeniero tendrá que tomar en cuenta todos los detalles concretos para que su obra tenga éxito; en este caso el conocimiento abstracto no es suficiente.
Entre estrategia y táctica sucede algo similar. Por lo general, si se observan los principios generales del ajedrez para cada fase de la partida se favorece la creación de oportunidades tácticas, es decir, combinaciones concretas donde es posible sacar algún tipo de ventaja. Karpov afirmó: “Hábiles acciones estratégicas permiten crear las premisas de una combinación. Por otra parte, es una idea táctica determinada la que remata una buena estrategia de combate, lo cual subraya una vez más la acción recíproca de estos dos elementos del juego”[18]. La estrategia es general y abstracta mientas que la táctica es más concreta. Se dice que la estrategia es un plan general a largo plazo mientras que la táctica es un microplan que lleva a una ventaja inmediata. Hay jugadores que se inclinan más por uno de estos dos polos, es decir, son más posicionales –buscan mejorar las piezas lentamente y ventajas a largo plazo– o aquellos que son más tácticos, buscando las combinaciones espectaculares y decisivas. Mijaíl Boltvinik fue principalmente un jugador posicional, mientras que Mijaíl Tahl fue un espectacular jugador táctico y de ataque. Pero estos grandes jugadores, por más que hayan tenido sus preferencias y estilos de juego, sabían jugar de ambas maneras –tanto estratégica como táctica– de acuerdo con la posición concreta que se les presentara en el tablero. El campeón del mundo Magnus Carlsen dijo: “tener preferencias es tener debilidades”, porque se debe jugar lo que pida la posición y no exclusivamente de acuerdo con nuestras inclinaciones personales.
De hecho, la estrategia y la táctica –aunque opuestas por su nivel de concreción– están dialécticamente unidas. Normalmente, una buena estrategia nos lleva a posiciones tácticas. Paul Morphy decía: “ayuda a tus piezas, que ellas te ayudarán”. Y al mismo tiempo, una buena táctica, cuando no lleva directamente al jaque mate, deriva en posiciones estratégicamente ganadas. La estrategia deviene en táctica y la táctica en estrategia.
“El juego combinatorio y el posicional no tienen que oponerse, sino más bien complementarse”[19]. Pero, aunque se compenetran y se convierten la una en la otra, táctica y estrategia son opuestas. Una oportunidad táctica, por ejemplo, puede violar principios estratégicos generales. Hay posiciones concretas que exigen el sacrificio de la dama, lo que viola el principio estratégico de cuidar la calidad. Pero la verdad es siempre concreta –primera ley de la dialéctica– y lo que importa y decide en última instancia es la posición concreta en el tablero, lo que importa es dar jaque mate. Normalmente, por ejemplo, tener un peón de más en el final suele decidir la partida. Pero hay situaciones especiales donde tener un peón de más en el final es horriblemente desafortunado. Es sabido que es imposible forzar un mate en un final de dos caballos contra un rey, pero si ese rey tiene un peón, y nuestro rey y caballos están cerca de un rey arrinconado, la cantidad se convierte en calidad, todo se convierte en su contrario: ahora sí que se puede dar mate incluso con un solo caballo. Ese peón de más del enemigo se convierte en un “peón traidor” que hace posible lo que en principio es imposible. Veamos los siguientes dos videos que lo ejemplifican:
En ajedrez, las jugadas aisladas no tienen sentido. Éstas forman parte de un plan estratégico o de una combinación. Una buena partida no es una suma mecánica de jugadas aisladas sino algo como una melodía a contrapunto. David Bronstein dijo: “¡Una sola jugada no transmite nada en absoluto! Una serie de jugadas, sí. Significa un plan. Es por lo que yo apoyo el ajedrez rápido. Cuando una persona juega de prisa, puedo ver de inmediato lo que piensa. Puedo ver cómo los oponentes intercambian con rapidez una serie de jugadas, a la manera de boxeadores que no asestan golpes aislados, sino que conectas series de golpes. En general, me parece extraño meditar cada jugada: las personas piensan por esquemas, no por jugadas individuales”[20].
La estrategia implica una serie de variantes que se mantienen como abanico abierto mientras se desarrolla el juego posicional, pero de repente aparecen las combinaciones tácticas y ese ancho mar de posibilidades se estrecha hasta quedar en pocas opciones e incluso jugadas forzadas que nos conducen a lo inevitable. La posibilidad estratégica se convierte en inevitabilidad táctica: “Esta es una de las paradojas asombrosas del ajedrez”[21], nos dice Kasparov.
Patrones debajo de la superficie
La táctica, aunque más concreta, es resultado de una serie de abstracciones que se plasman en patrones conocidos como “motivos tácticos”: ataque doble, clavada, enfilada, rayos X, jaque a la descubierta, jaque doble. La táctica en su máxima expresión resulta en patrones de mate que también son generalizaciones de la práctica: mate del pasillo, de la escalera, de Lucena, de la Cos, de Boden, etcétera. Decía Heráclito que a la verdad le gusta ocultarse. Si las leyes y patrones que yacen bajo la superficie de la realidad material fueran inmediatamente evidentes, la ciencia sería innecesaria. Lo mismo sucede, muchas veces, con los patrones y motivos tácticos. Estos con frecuencia se ocultan en la posición, no aparecen en su estado puro. Los motivos tácticos son depuraciones de gran cantidad de posiciones diferentes que comparten características comunes. Debido a estos patrones ocultos y planes latentes, el ajedrez es considerada una ciencia con sus leyes y dinámica propias. Así, por ejemplo, en el siguiente video de una trampa contra la apertura italiana se muestran multitud de figuras de mate que se ocultan en la posición:
Mucha gente piensa que el mejor jugador es el que calcula un gran número de jugadas por adelantado, pero en realidad los jugadores de élite sólo calculan cuando es necesario, en posiciones concretas y momentos decisivos. Aun aquí, los maestros no calculan todas las variantes posibles, sino que comienzan con las jugadas forzadas o poderosas (como jaques, capturas y amenazas) que obligan al enemigo a responder de cierta manera. Esto es así porque las variantes en cada posición son virtualmente infinitas y es imposible calcular sobre el infinito en ajedrez. Normalmente, los buenos ajedrecistas juegan a partir de patrones, de planes estratégicos, temas típicos, de motivos tácticos, de la teoría de las aperturas, etcétera. Pueden jugar rápidamente no porque piensen cada jugada, sino porque han introyectado, incluso en su intuición, gran cantidad de patrones y consideraciones posicionales que saben aplicar de forma concreta y casi automática. Mientras más teoría, patrones y técnica se tenga, y este conocimiento se aplique con ingenio e imaginación, tendremos un mejor jugador. Por esto el ajedrez es ciencia y arte, es decir, conocimiento e imaginación. Esos patrones y teoría son productos de la historia, de un aprendizaje acumulado, que constituyen en contenido del “juego ciencia”. El ex campeón mundial José Raúl Capablanca –el único campeón mundial de habla hispana que ha existido– decía: “El ajedrez es algo más que un juego; es una diversión intelectual que tiene algo de arte y mucho de ciencia”. El cálculo de variantes es sólo una de las cualidades de un buen jugador, quizá más importante es el reconocimiento de patrones que muchas veces están ocultos en la posición.
Dialéctica de ventaja estática y ventaja dinámica
Una relación similar a estrategia y táctica existe entre ventaja estática y ventaja dinámica. La ventaja estática es a largo plazo: estructura de peones, ventaja de calidad, pareja de alfiles, ventaja de espacio, principalmente. La ventaja dinámica es una ventaja a corto plazo: coordinación de piezas, desarrollo y vulnerabilidad del rey enemigo. Si esta última no se aprovecha de inmediato se esfuma y el enemigo suele quedarse con la ventaja estática o a largo plazo. Si, por ejemplo, no se aprovecha la vulnerabilidad de un rey no enrocado cuando tenemos una ventaja de desarrollo es casi seguro que ese rey se enrocará desapareciendo esa ventaja. La ventaja dinámica hay que aprovecharla de forma inmediata a través del ataque y la creación de amenazas. Si se aprovecha, la ventaja puede ser decisiva, si no lleva al mate se convierte en una ventaja a largo plazo (ganancia de calidad o un final favorable, por ejemplo). Cuando se tiene ventaja dinámica no funcionan los principios generales, la ventaja dinámica se debe aprovechar sin considerar el número absoluto de piezas en el tablero, sino sólo el número de piezas en el ataque y en la defensa. De nada sirve tener más piezas en el tablero si éstas no pueden entrar en acción o no pueden acudir a la defensa del rey, si no pueden evitar el mate.
La ventaja dinámica es un punto de transición entre la ventaja estratégica y la oportunidad táctica. La dinámica se convierte en táctica o una posición donde existe una combinación latente que suele emerger con un sacrificio brillante. El espíritu de los gambitos –el sacrificio de un peón o una pieza– es lograr una ventaja dinámica o de desarrollo que compensa muchas veces la pérdida de material. Mijaíl Tahl decía que frecuentemente sacrificaba los peones sólo porque estorbaban su camino.
Las ventajas en el ajedrez ya sean de espacio, de desarrollo o tiempo, de calidad, de pareja de alfiles, etcétera, suelen transformarse mutuamente. Si, por ejemplo, tenemos una pieza de más, puede ser buena idea, si lo amerita la posición, regresar esa ventaja para transformarla en un final favorable o en una ventaja dinámica. Pero los buenos jugadores saben transformar ésta y cualquier otra ventaja de acuerdo con la posición.
La pieza más insignificante es la más importante
En el tablero de ajedrez, la pieza con menor valor es el peón, pues en términos absolutos vale 1 (los caballos y alfiles valen 3 –los alfiles un poco más que los caballos–, las torres valen 5, la dama vale 9 y se dice que el valor del rey es infinito). Sin embargo, como decía, Philidor –el mejor jugador del mundo en el siglo XVIII– “los peones son el alma del ajedrez”[22]. Con esta concepción del juego se comenzó el estudio del ajedrez de una forma más científica. Esto es así porque la estructura de peones establece la “topología” del campo de batalla, determina en gran medida las debilidades y fortalezas en la posición; determina las diagonales, columnas y filas abiertas; en muchos casos el control estratégico del centro del tablero se realiza con los peones, el principal refugio del rey es su enroque con los tres peones que lo protegen; la salud de una posición se determina en gran medida por las cadenas de peones de los contrincantes; mientras más islas de peones más débil es la posición; los peones doblados, retrasados o aislados son –en la mayoría de los casos– debilidades. “Cuando una estructura de peones se modifica, los jugadores se ven obligados a reconsiderar su línea de pensamiento previo. O, al menos, eso deberían hacer”[23]. Lo anterior quiere decir que en gran medida las consideraciones estratégicas y los posibles planes se establecen en función de los peones. Por lo que la pieza más insignificante en el tablero es al mismo tiempo la más importante.
Además –en tanto tiene la posibilidad de promocionarse cuando llega a la octava fila– todo peón es una dama en potencia. Es en realidad un alfil, caballo, torre y dama en potencia. Aunque es la pieza más débil, potencialmente es la más fuerte. Y conforme avanza la partida y las piezas van desapareciendo del tablero, los peones van cobrando mayor valor. Decía Aaron Nimzowitsch –uno de los mejores jugadores del mundo durante los años 20s– que “El peón pasado es como un criminal, que debe mantenerse encerrado bajo llave. Medidas más leves como la vigilancia policial no son suficientes”. En la mayoría de los casos, los finales se ganan con el peón o los peones pasados. En tanto no pueden ser detenidos por ningún otro peón valen mucho más que un punto.
De hecho, en un momento determinado, pueden valer más que cualquier otra pieza. Un modesto peón que controla las casillas a donde un caballo restringido le gustaría desarrollarse vale al menos tanto como ese caballo, aquí la unidad del peón ya no nos sirve para determinar su valor sino su posición concreta y función estratégica. Una torre puede detener fácilmente a un peón pasado si éste no está apoyado, pero la cantidad se convierte en calidad si dos peones están ligados en la séptima fila. Dos peones en séptima ciertamente valen más que una torre (que teoricamente vale 5), porque la torre por si sola no puede evitar la promoción de uno de los dos peones, tal como se muestra en el siguiente video:
Incluso en posiciones determinadas, donde hay varios peones ligados, avanzados y apoyados, los peones –sólo con la amenza de promover– pueden neutralizar a las torres y la dama enemigas, o sea valer más que las piezas más importantes del tablero juntas. Como ejemplo tenemos esta espectacular partida:
Un solo peón puede ser decisivo en la partida. Muchos juegos y campeonatos se han ganado o perdido por un peón. Si, por ejemplo, no puede ser alcanzado por el rey enemigo –la regla del cuadrado del peón nos puede ayudar a saber cuando estamos en este caso– el peón gana la partida. En los finales de partida dos peones, si están ligados o separados por una columna (al defenderse entre sí) pueden superar al rey que teoricamente vale infinito. Por supuesto que hay muchos ejemplos teóricos y casos concretos en donde los peones superan a cualquier pieza o son decisivos para forzar un empate en situaciones aparentemente perdidas. No es posible agotar todos estos ejemplos, pero esperamos haber dejado claro que, así como David fue capaz de derrotar a Goliat, en el ajedrez, el aparentemente insignificante peón es el alma del juego y en muchos casos es decisivo.
Marx y el ajedrez
Por las memorias de Wilhelm Liebknecht –amigo y camarada de Marx–, sabemos que el fundador del socialismo científico era un gran aficionado al ajedrez. Tras el reflujo que llegó luego de la revolución europea de 1848, cuando Marx y su familia debieron exiliarse en Bruselas y luego en Londres, Marx solía jugar con camaradas refugiados. Reproducimos el testimonio de Liebknecht:
“Un día, Marx anunció triunfalmente que había descubierto un nuevo movimiento mediante el cual nos pondría a todos a cubierto. El desafío fue aceptado. Y realmente nos derrotó a todos uno tras otro. Poco a poco, sin embargo, aprendimos la victoria de la derrota y logré dar jaque mate a Marx. Se había vuelto muy tarde, y él exigió sombríamente venganza para la mañana siguiente, en su casa.
A las 11 en punto, muy temprano para Londres, estaba en el acto. No encontré a Marx en su habitación, pero estaría dentro de inmediato. La señora Marx era invisible, Lenchen no puso cara de amistoso. Antes de que pudiera preguntarle si había sucedido algo, entró Marx, se dio la mano y de inmediato fue a buscar el tablero de ajedrez. Y ahora comenzó la batalla. Marx había estudiado una mejora de su movimiento de la noche a la mañana, y no pasó mucho tiempo antes de que yo estuviera en un aprieto del que ya no podía escapar. Estaba en jaque mate y Marx estaba jubiloso: su buen humor había reaparecido de repente, pidió algo de beber y unos bocadillos. Y comenzó una nueva batalla, esta vez fui el ganador. Y así luchamos con suerte cambiante y humor cambiante sin tomarnos tiempo para comer, saciando nuestra hambre sacando apresuradamente de un plato que Lenchen nos había traído carne, queso y pan. La señora Marx permaneció invisible, ninguno de los niños se atrevió a entrar, y así la batalla se prolongó, subiendo y bajando, hasta que le di jaque mate a Marx dos veces seguidas, y llegó la medianoche. Insistió en jugar más, pero Lenchen, el dictador de la casa bajo la supremacía de la señora Marx, declaró categóricamente: “¡Ahora para!” Y me despedí.
A la mañana siguiente, cuando acababa de levantarme de la cama, alguien llamó a mi puerta y entró Lenchen.
“Biblioteca” –los niños me habían apodado así y Lenchen había aceptado este título, porque el título “Señor” no estaba en uso entre nosotros. “Biblioteca, la Sra. Marx ruega que no juegue más al ajedrez con Mohr por la noche. Si pierde el juego, es de lo más desagradable”. Y me contó cómo su mal humor se había desahogado con tanta severidad que la señora Marx perdió la paciencia. De ahora en adelante no acepté más invitaciones de Marx para jugar al ajedrez por la noche. Además, el ajedrez se vio obligado a pasar a un segundo plano en proporción a nuestra recuperación de ocupaciones habituales”[24].
A Marx se le atribuyen dos partidas. No es posible asegurar que son realmente de Karl Marx, pero de ser verídicas mostrarían a un jugador de primer nivel o, al menos, uno muy aplicado que se ha aprendido algunos trucos. Según el propio Liebknecht, “[…] le gustaba jugar al ajedrez, pero aquí su arte no valía mucho. Trató de compensar lo que le faltaba a la ciencia con celo, ímpetu de ataque y sorpresa”[25]. En la primera partida vemos a Marx jugando de la forma más dinámica y agresiva que es posible, el temible “gambito muzio”, del gambito de rey:
El gran revolucionario ruso, dirigente –junto a Trotsky– de la Revolución de Octubre fue, al igual que Marx, un gran aficionado al ajedrez y parece ser que lo jugaba a un nivel muy respetable. De su padre (Ilia Ulianov) y su hermano (Alejandro), Lenin adquirió el gusto por el “juego ciencia”. Con la ayuda de un viejo manual familiar los hijos superaron al progenitor. Alejandro llegó a sorprender a su padre cuando, vela en mano, “volvía del entresuelo llevando consigo el manual, con el evidente propósito de armarse un poco mejor para los futuros duelos”[26]. En el momento de la ejecución de Alejandro –quien fue condenado por sus actividades revolucionarias–, Vladimir –el futuro Lenin– tenía 16 años y hasta ese momento no había mostrado en absoluto algún interés por la política. La muerte del padre, según los testimonios, lo había convertido en ateo y dio rienda suelta a una rebeldía de adolescente –que molestaba, por su insolencia– a Alejandro. Sus intereses intelectuales estaban metidos de lleno en el ajedrez, la novela y la poesía. Alejandro era para Vladimir un ejemplo moral y su ejecución por el régimen zarista fue un factor decisivo para empujarlo a la trayectoria revolucionaria.
En sus años de juventud y de aprendizaje político, aun antes de que emprendiera el camino del marxismo, juega ajedrez en el club de Samara. Lenin es implacable como ajedrecista, lo mismo que lo será en política: “La observación de las reglas del juego era para él un elemento constitutivo del placer mismo del juego. La incomprensión y la negligencia deben castigarse, y no ser premiadas. El juego es una repetición de la lucha y en la lucha no se permite retractarse”. Entabla un duelo por correspondencia con Jardín, un abogado liberal que lo contratará como pasante de abogado tres años más tarde. “A Vladimir le pareció que con su última jugada había llevado a su adversario a una situación sin salida […]. Jardín replicó con una jugada tan inesperada que Vladimir cayó en una estupefacción que, después de cuidadoso análisis, se tradujo en una exclamación respetuosa: ‘¡Caramba, qué jugador, es una potencia del infierno!’” Siempre descubría la fuerza de otro, aun la del adversario, con satisfacción estética”[27]. Cuando más adelante se integra de lleno a la actividad revolucionaria y se percata que el ajedrez le consume mucho tiempo, lo abandonará sólo para practicarlo de forma esporádica. “El ajedrez absorbe todo el tiempo, es un obstáculo para el trabajo”[28]. Así hará con todo aquello que a su juicio lo distrae de su tarea principal; esa suerte correrá el patinaje, el latín y otros pasatiempos. Ya sólo jugará el ajedrez de forma esporádica y de mala gana.
Durante su destierro en Siberia (1897-1900), combatirá el tedio de esos tres años –junto con las tareas políticas que nunca abandona– con el patinaje (se organizan carreras), la caminata, cacería, el ajedrez por correspondencia, ¡y hasta con lucha libre![29] Todo solía llevarse a cabo mediante rutinas preestablecidas: tiempo para el paseo, para el juego, para la lectura, para la escritura, etc. Se obsesiona, otra vez, por el ajedrez y establece duelos por correspondencia. “Durante un cierto tiempo –recuerda Krúpskaia– el juego le absorbía hasta tal punto que llegaba a gritar en sueños: si pone el caballo aquí, yo pondré la torre allá”[30]. Lenin tiene un carácter obsesivo propio de alguien que está enfocado en un objetivo que no abandona y, evidentemente, el ajedrez no es lo único que lo absorbe: El libro de Bernstein “Problemas del socialismo” lo perturba. Bernstein –padre “teórico” del reformismo– disuelve la revolución socialista en pequeñas reformas que gradualmente –y sin que nadie se dé cuenta ni se sepa cómo– desembocarán, en un futuro indeterminado, en el socialismo (los reformistas actuales ya borraron ese objetivo, ya fantasmal en Bernstein).
Años depués, Gorki invitó a Lenin a su retiro en Capri, donde se encuentra Bogdanov, para intentar hacer las paces entre los dos. En el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso se libra una guerra fraccional en el que Lenin lucha contra las políticas sectarias de Bogdanov y su deseo de “renovar” el marxismo con la filosofía subjetiva de Mach y Avenarius. Para enfrentar esta batalla por las ideas, Lenin escribe “Materialismo e empiriocriticismo”. Lenin se resiste, pero finalmente acude y permanece en la isla italiana del 10 al 17 de enero de 1908. Gorki recuerda que lo primero que Lenin le dice al encontrarlo en el muelle es: “Sé, Alexei Maximovich, que esperas lograr mi reconciliación con los machistas, aunque en mi carta te digo que es imposible. ¡Por favor no lo intentes! “. Gorki no entiende la importancia del debate filosófico pues, según él, la filosofía es “como una mujer: podía ser muy simple, incluso fea, pero tan astuta y convincentemente disfrazada que podía pasar por una belleza”[31]. La burda, aunque ingeniosa comparación hizo reír a Lenin, pero sólo le reafirma la ingenuidad de su amigo para quien abstractas diferencias filosóficas no debían separar a excelentes personas. Lenin expresó claramente sus objeciones: “Schopenhauer dijo: ‘El que piensa claramente expone las cosas con claridad’. Eso es lo mejor que dijo, creo. Pero usted, camarada Bogdanov, expone las cosas de manera poco clara. Dígame, en dos o tres oraciones, qué le ofrece la sustitución a la clase trabajadora y por qué el machismo es más revolucionario que el marxismo. Bogdanov intentó explicarlo, pero en realidad era demasiado verborrágico y confuso. […] Jaurés, una vez dijo: “prefiero decir la verdad que ser ministro”; Yo agregaría: ‘o un machista’ “. De esta reunión existe una famosa foto de Lenin y Bogdanov jugando ajedrez. Ganó Bogdanov, por cierto. Lenin se molestó consigo mismo por haber perdido, como si el juego fuera una continuación del debate filosófico. “Como su risa sorprendente –escribió Gorki–, su enfado infantil no afectaba su integridad monolítica”.[32]
Se conserva una partida de esta visita donde Lenin pierde contra Gorki, pero ambos muestran un nivel bastante alto, que probablemente ronde los 1800 de Elo actual.
El ajedrez y la Unión Soviética
Garry Kasparov escribió en twitter en enero de 2019: “Siempre vale la pena señalar cómo las personas que nunca vivieron bajo el socialismo lo adoran, mientras que todos los que vivieron en él lo odian”. No debería soprender esta posición de un millonario que abona en sus abultadas cuentas bancarias las aportaciones de organizaciones liberales burguesas –como la Renew Democracy Initiative y la Human Rights Foundation– y que se describe a sí mismo como un “orador y autor empresarial”. Pero no cabe duda de que el indudable genio ajedrecístico de Garry Kasparov fue construido –además de su propia inteligencia– con la enorme inversión de ese “socialismo” que ahora detesta y de una escuela ajedrecística que fue impulsada de forma masiva. Sin ese enorme entramado social y colectivo Kasparov no hubiera llegado a ser campeón mundial de ajedrez. De hecho, Kasparov fue parte de la burocracia estalinista –fue integrante del Comité Central del Komosomol– pero se pasó al liberalismo de derecha junto a Yeltsin. Como muchos burócratas estalinistas, se cambió al barco capitalista con una facilidad asomobrosa y de repente se convirtió en “autor empresarial”. Kasparov ya había demostrado sus “credenciales democráticas” cuando afirmó en 1989, en una entrevista, que las mujeres eran débiles en el ajedrez y su deber era apoyar a sus maridos. La gran ajedrecista Judith Polgar le cerró la boca al ganarle, en el torneo de ajedrez rápido de Moscú del 2002, en 42 movimientos. Es necesario recordar cómo se construyó el poderio ajedrecistico de la Unión Soviética.
La Unión Soviética tuvo la total hegemonía en ajedrez desde 1948 hasta 1991, cuando colapsó el estalinismo, de los ocho campeones mundiales de ese período, siete fueron soviéticos. La excepción fue el norteamericano Bobby Fischer, pero incluso luego, los rusos siguieron dominando el campeonato mundial hasta 2007. Este dominio fue una expresión particular de la enorme inversión estatal en educación, deporte y ciencia. Antes de la Revolución rusa ya existía una fuerte tradición ajedrecística con figuras como Alaxander Petrov o Mijhail Chigorin, pero fue gracias a la revolución que el ajedrez se convirtió en parte de una política de Estado y una cultura realmente de masas y ya no sólo un entretenimiento de unos pocos aficionados, los zares y la aristocracia. Para darnos una idea: “En Rusia se gastaba cuatro veces más en educación por habitante que en Gran Bretaña”[33]. Y no sólo era un asunto de inversión, también de difusión y promoción tanto a nivel escolar, de cultura de masas y organización deportiva: “La Unión Soviética construyó un sistema “end-to-end” que lo convertiría en una potencia en el ajedrez durante décadas. Era una pirámide gigante, con millones de jugadores activos en el fondo y los grandes maestros de clase mundial en la cima. Hay abundantes fondos estatales a todos los niveles, lo que asegura que haya clubes de ajedrez en todo el país, desde Moscú hasta pequeñas aldeas en Siberia, en divisiones del ejército y en fábricas. Además, había todo un sistema de secciones de ajedrez en las “Casas de Pioneros”, que ayudaban a identificar y nutrir a jóvenes talentos. Por último, en los decenios de 1920 y 1930 se reactivaron las publicaciones de ajedrez, primero en ruso y posteriormente también en otros idiomas nacionales (georgiano, uzbeko, tártaro, etc.)”[34]. Esta enorme inversión y organización en el deporte y la cultura tuvo sus frutos –y no sólo en el ajedrez sino que fue la potencia olímpica de su época estando en el podio más alto en 14 de sus 18 apariciones–: “Si el primer Torneo Internacional de Moscú en 1925 fue fuertemente dominado por los maestros extranjeros, el Segundo Torneo Internacional de Moscú, celebrado diez años después, vio a la “nueva esperanza” del ajedrez soviético, Mijaíl Boltvinik (1911-1995), de 23 años, en la cima de la mesa del torneo”[35].
Las masas soviéticas jugaban ajedrez en las fábricas, en la escuela y hasta en la playa. La excelente serie “Gambito de Dama” refleja bien la pasión con que se jugaba al ajedrez en los parques públicos. Y todos estos logros se dieron partiendo de un nivel muy bajo, de un país que fue arrancado del oscurantismo feudal más espantoso. El propio Karpov gana sus primeros torneos siendo un niño de 7 años en los clubes de ajedrez que proliferaban en todas partes, un amigo “le lleva en 1958 al club de ajedrez de una fábrica metalúrgica, y en los torneos que allí se celebran Karpov, con siete años, obtiene la norma de tercera categoría. A los ocho ya ostentaba la segunda, a los nueve de primera, y a los diez era el participante más joven del campeonato escolar de la URSS”[36].
El padre de la escuela soviética de ajedrez fue el maestro Alexander Ilyin-Genevsky, quien había ganado al gran Capablanca en el torneo de Moscú de 1925 y logró tener un Elo de 2577. También fue un bolchevique, historiador, escritor y organizador militar. Fue hermano de Fiodor Raskolnikov, que fue una figura importante de la dirección bolchevique. Impulsó la idea de incluir la enseñanza del ajedrez dentro del Ejército Rojo y también organizó los primeros campeonatos y las primeras revistas soviéticas de ajedrez. Parece ser que murió durante un ataque aéreo nazi en el sitio de Leningrado, aunque otros afirman que también fue víctima de las purgas de Stalin, junto a toda la vieja guardia bolchevique.
Existe la leyenda de que Trotsky jugó con el cuarto campeón del mundo de ajedrez, Alexander Alekhine, de origen ruso. Éste fue integrante de una familia de grandes empresarios textiles y dueños de grandes tierras de Moscú que fue expropiada por la Revolución rusa. El propio Alekhine terminó en la cárcel en medio de la Guerra Civil, acusado de ser espía de los ejércitos blancos. Se dice que Trotsky vistó la cárcel donde se econtraba Alekhine y jugó una partida con él, partida que naturalmente ganó Alekhine. Supuestamente esta partida le valió ser liberado por orden del propio Trotsky. Sin embargo, no existe evidencia fiable de esta historia. Lo que sí es cierto es que Alekhine fue liberado y se le concedió la visa para salir a Francia, firmada por Lev Karajan, visceministro de la Comisaría del Pueblo de Asuntos Exteriores y que había trabajado con Trotsky. Karaján será ejecutado por Stalin en las purgas de los años treinta.
Tras la muerte de Alexander Ilyin-Genevsky , Mijaíl Boltvinik se convirtió en el patriarca de la escuela soviética, una escuela entre la que figurarán campeones mundiales como Mijaíl Tahl, Petrosian, Spassky, Karpov y Kasparov. Todos ellos con sus propios estilos: el posicional de Boltvinik, el de ataque feroz como el de Tahl o el de prevención como el de Petrosian. “Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, aparece la máquina de ajedrez soviética hasta ese momento desconocida en la escena mundial, y gana todos los eventos internacionales de ajedrez, desde Olimpíadas por equipos a campeonatos mundiales individuales masculinos y femeninos”[37]. Incluso el excéntrico Bobby Fischer aprendió ruso para leer libros soviéticos sobre ajedrez, por lo que gran parte de su maestría estaba fundada en el estudio de los jugadores soviéticos.
Tampoco debemos olvidar que el primer campeonato mundial de computadoras fue ganado por el programa soviético Kaisa, en 1974. Después de la caída de la Unión Soviética el dominio ruso duró una década –con figuras como Vladimir Kramnik– pero su hegemonía terminó colapsando al igual que la economía planificada que sostenía el asombroso sistema público de salud, educación, deporte y cultura. Desde 2004, la Rusia capitalista no ha podido impulsar ningún oro en las competencias internacionales en el deporte en el que dominó casi de forma absoluta durante décadas.
Los comentaristas burgueses que tratan de sepultar los innegables logros de la economía planificada señalan como única explicación del dominio soviético en el ajedrez la disciplina férrea y militar que el régimen burocrático ejercía sobre los deportistas. ¡Con esta postura reaccionaria los enormes logros de los deportistas se convierten en un logro de los burócratas! Pero en realidad las conquistas en el deporte, ciencia y cultura se dieron a pesar de la burocracia y no gracias a ella. Las presiones burocráticas eran una constante traba para un mejor desarrollo del ajedrez, del arte, de la ciencia y el deporte en general. La burocracia decidía quiénes debían competir en el extranjero y quiénes no, y excelentes jugadores como David Bronstein fueron marginados incluso cuando no eran disidentes del sistema –al menos no inicialmente–. Pero si el terror burocrático hace milagros, cómo explicar que la presión burocrática que ciertamente ejercía el gobierno estadounidense sobre sus propias promesas en el ajedrez no pudiera derribar al dominio soviético más que por excepción. No es un secreto que Nixon y su Secretario de Estado, Henry Kissinger, vieron en Fischer a un simple peón para retar al dominio soviético. Esto es algo que normalmente omiten los detractores de la escuela soviética del ajedrez.
Bobby Fischer, de héroe a paria
La enorme presión que significó para Fischer el haber ganado el campeonato del mundo frente al ruso Boris Spassky, en 1972, fue algo que su frágil equilibrio mental no pudo resistir. Se rehusó a defender el título mundial contra Anatoli Karpov en el campeonato de 1975, tratando de imponer bochornosas condiciones que equivalían a que Karpov ganaría el campeonato si obtenía 10 victorias mientras Fischer lo retendría con sólo 9 victorias. No obstante, pese a que la delegación soviética aceptó todas las otras condiciones de Fischer, éste se negó a jugar y nunca más volvió a disputar el campeonato. La enorme presión pública y de su gobierno lo terminó derrumbando mentalmente, con lo que prácticamente desapareció del mundo del ajedrez. En 1981 fue detenido por la policía de Pasadena caminando como indigente y dando mala imagen a la “respetable sociedad”: “Recorría las calles con la mirada algo extraviada, con andar desgarbado y cansino, las manos en el bolsillo de un pantalón mugriento, despeinado el rubio cabello ya no demasiado abundante, larga y descuidada la barba. Se detenía cada tres o cuatro pasos y se quedaba un instante inmóvil, como meditando en el sentido último de la vida, o como preguntándose dónde iba a dormir esa noche, o cómo mataría el hambre de varios días”[38]. Cuando los policías lo interrogaron y le preguntaron quién era y cómo se ganaba la vida contestó: “soy Boby Fischer campeón mundial de ajadrez”; y el policía contestó: “Y yo soy Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos” y se lo llevaron a la comisaría.
Fischer era un genio en ajedrez, hablaba muchos idiomas y sabía de algunas otras disciplinas, pero parecía un retrasado mental en casi todo lo demás. Una vez el ajedrecista argentino Oscar Panno le dijo, sorprendido por su ignorancia en temas ajenos al ajadrez: “Tendrías que ilustrarte. No puede ser que un muchacho como vos no sepa quién fue Napoleón”. Fischer hizo una pausa y le respondió: “¿Napoleón? Nunca jugué con él. ¿Qué torneo ha ganado?”[39].
Quizás debido a esas limitaciones, sumadas a sus problemas de estabilidad mental, Fischer reaccionó contra el gobierno norteamericano desde la extrema derecha. Se hizo un antisemita –a pesar de ser de ascendencia judía–, un abierto racista, lector de Nietzsche, de “Mi Lucha” de Hitler y de “Los protocolos de los sabios de Sión”; un posmoderno que rechazaba la medicina moderna y cuestionaba los avances científicos. Se hizo muy paranóico y se rehusaba a ir al dentista por temor a que los rusos le implantaran un transmisor. Tras lo ataques del 11 de septiembre, Fischer afirmó: “Quiero ver a Estados Unidos aniquilado. Aplaudo el acto. A la mierda con mi país. Estados Unidos se basa en las mentiras y el robo”[40]. También afirmó: “Estas son noticias maravillosas; donde las dan, las tomas. Alguien debía darles una patada en el culo a los norteamericanos”[41].
“Dos décadas después de su triunfo en Islandia se saltó el embargo comercial americano a Yugoslavia para jugar nuevamente contra Spassky –ya no estaban ambos en su mejor nivel–. Incumplió todas las normas, escupió en un documento oficial del Departamento de Estado Americano y, tras ganar nuevamente al jugador comunista nacionalizado francés, por cuya hazaña se llevó algo más de 2,5 millones de dólares, George Bush Sr. ordenó su captura a nivel internacional. Pedía diez años de prisión y una multa de 250.000 dólares”[42]. Fue detenido en Japón en el 2004 por usar un pasaporte inválido y permaneció nueve meses en prisión esperando ser extraditado a Estados Unidos. Se salvó al recibir la nacionalidad islandesa donde pasó sus últimos años. El héroe norteamericano se convirtió en un odiado paria. Murió de una enfermedad renal, que se negó a tratar con la medicina moderna, en el 2008.
El futuro del ajedrez
El ajedrez se ha convertido de nuevo en una actividad de élite. Es cierto que existe un gran número de aficionados en todo el mundo, pero las grandes masas, en general, rara vez tienen oportunidad de aprender y disfrutar del “juego ciencia”, al estar agobiadas con largas jornadas y salarios miserables. Mucho menos posible es acudir a torneos, inscribirse a clubes de ajedrez y ya no digamos participar en competiciones. Pero ésta es la situación del arte y la cultura en general en el capitalismo. Las masas están expropiadas de las grandes conquistas culturales de la humanidad, y –al mismo tiempo– el arte y la cultura están imposibilitadas de desarrollarse plenamente al estar secuestrados en manos privadas. No cabe duda de que los aficionados al ajedrez admiramos, disfrutamos e intentamos aprender de las partidas de la elite del ajedrez compuesto por grandes como Magnus Carlsen, Hikaru Nakamura, Fabiano Caruana y muchos otros del pasado y del presente. Pero se trata de un grupúsculo millonario, de una especie de druidas separados del mundo y de los mortales comunes y corrientes. Hablando sobre la Fide, y otras organizaciones del ajedrez como la PCA, el gran maestro y subcampeón del mundo David Bronstein afirmó unos años antes de morir: “¡Hasta ahora sólo han montado una organización elitista! Por ejemplo, Kasparov y Short vendieron su match a The Times por 3 millones de dólares. Pero ¿qué ganaron el resto de grandes maestros con esto? […] siempre hay alguien dispuesto a apoyar a otro. Pero al proclamarse profesionales, ellos, por así decirlo, están declarando por adelantado que son superiores. Esto produce un grupo de élite y los ratings son de gran ayuda, pues les permite admitir a algunos en su grupo y rechazar a otros y, de esta forma, mantener fuera a una enorme cantidad de jóvenes talentos […] Abajo, las personas jugarán el mismo ajedrez, pero los millones irán a los de arriba […]; los ajedrecistas se han encerrado en su minúsculo mundillo y se niegan a ver lo que desde hace mucho tiempo ha dejado de ser una torre de marfil y se ha convertido en una lata de hojalata vacía”[43].
Para alcanzar nueva cimas y nuevo impulso, el ajedrez debe masificarse nuevamente. Hemos visto el impulso que cobró con su relativa difusión durante el Renacimiento y en la Unión Soviética de la posguerra. El ajedrez es experiencia acumulada, producto de una experiencia colectiva, y mientras unos pocos lo jueguen esa experiencia permanecerá relativamente estancada y sin desarrollarse. Pero esto es sólo un pequeño ejemplo de lo que sucede con el arte, la ciencia y la cultura en general. Para que el ajedrez regrese a las escuelas, los parques y la vida de las masas es necesario que el arte, la cultura y el deporte sean propiedad colectiva. Y para esto necesitamos poner la enorme riqueza creada por los trabajadores en manos de los trabajadores, arrebatarla a las manos de la burguesía que la centraliza y acumula. Con estos enormes recursos expropiados en beneficio colectivo se podrá financiar la educación, el deporte, el esparcimiento y muchas cosas más. Tampoco aspiramos a regresar a una tutela burocrática e ignorante que pisoteó y utilizó cínicamente al deporte en sus estrechos cálculos políticos. El estalinismo es una lacra, una aberración histórica que no volverá a repetirse. La idea de Lenin era que todo cocinero fuera burócrata por turnos para que nadie fuera burócrata. En una sociedad que haya superado el capitalismo y cuyos asuntos se manejen de forma colectiva y democrática por parte de los propios trabajadores, renacerán el arte, la cultura y el deporte. Y como correlato suyo el milenario y fascinante juego de mesa que conocemos como ajedrez.
[1] Antonio López Manzano, José Monedero González, Ajedrez esencial, Barcelona, Paidotribo, p. 346.
Si existe un rubro al que no se le han hecho cambios sustanciales durante el actual régimen, es el económico. No solamente se ratificó la estrategia de crecimiento basada en las exportaciones del llamado sector secundario o dicho de otro modo el “modelo maquilador”, sino que así mismo se establecieron estrategias de desarrollo de infraestructura que lo sustenten para las próximas décadas. Nos referimos específicamente al proyecto del corredor del istmo.
La piedra angular de dicha estrategia es el nuevo tratado de libre comercio (México-Estados Unidos y Canadá) cuya vigencia ya va para dos años. No podemos engañarnos, es a los Estados Unidos a quien conviene mantener una fuente de mano de obra barata, para mantenerse vigente en la competencia mundial y así mismo, mantener un flujo estable de productos terminados y semiterminados. Uno de los elementos claves en la ecuación es el tipo de cambio el cual desde hace ya algunos años se ha mantenido estable, de hecho, existe un acuerdo entre el Banco de México y la Reserva Federal en el sentido de liberar los dólares que sean necesarios para mantener relativamente fijo el tipo de cambio. Una devaluación abrupta no sería conveniente para Estados Unidos, si pretende impedir que su déficit comercial se dispare con México.
La consecuencia práctica de los tratados de libre comercio en América del Norte, ha sido una paulatina sincronización de los ciclos económicos entre México y Estados Unidos. El mercado interno mexicano se ha mantenido estancado durante décadas, tan solo estimulado por el flujo de remesas de dólares y los ingresos del turismo. La parte dinámica de la economía es la que se vincula directamente con el comercio exterior, la cual crece significativamente ante un crecimiento de la economía norteamericana y decae profundamente cuando esta se estanca.
El año anterior, 2020, supuso una brutal caída de la economía mexicana del 8% del PIB. Los Estados Unidos cayeron en torno a un 3.4%, es decir, casi 500 mil millones de dólares. Si la debacle no fue del tamaño de la mexicana se debió a la inyección masiva de dinero, que por supuesto el gobierno no tiene. Tan solo este año el gobierno de Biden ha hecho aprobar un paquete de apoyos por 1.8 billones dólares, lo cual se convertirá en deuda pública. Con esto, su déficit para este año llegará al 14% del PIB.
Por el momento la economía norteamericana esta en plena recuperación, es como un adicto al que le acaban de suministrar su dosis y que para evitar la resaca tiene lista otra inyección. Por ahora hay una previsión de crecimiento cercana al 7%. Así, a costa de acumular una deuda ya impagable la economía norteamericana va bien, de momento.
La economía en México está totalmente vinculada a lo que acontece en los Estados Unidos. Para satisfacer el incremento de demanda norteamericana, en el primer semestre en México se realizó una inversión masiva en maquinaria y equipo. Si bien el crecimiento económico ronda en estos momentos el 2.4% total; el segundo trimestre de este año, comparado con el segundo del año anterior, contempla un incremento en el sector industrial de un histórico 28%. De esto corresponden un 17% en el sector servicios y un 6 % en el sector primario, con lo que entre trimestre y trimestre se dio un salto del 19%. Al final del año la mayoría de los analistas contemplan un crecimiento superior al 6%, también muy similar a los Estados Unidos.
Si la situación se sostiene este año el comercio con Estados Unidos superará los 700 mil millones de dólares y México tendrá una balanza positiva de mas de 100 mil millones de dólares. Si hubiese una devaluación este déficit se dispararía aún más, cuestión que por supuesto no es del interés de los Estados Unidos.
Aunado a esta circunstancia las remesas a México siguen implantando récords históricos, ya superan los 20 mil millones y pueden pasar este año los 50 mil millones.
Este incremento de la actividad económica ha significado una mayor recaudación. El incremento en este rubro es el 2.8%, de seguir las cosas así, el déficit de las finanzas públicas puede ser inferior al 2% del PIB. En este punto hay que decir que prácticamente todo el desequilibrio presupuestal del país desde hace 5 décadas se debe al pago de los intereses de diversos tipos de deuda, que a estas alturas le representan al presupuesto cerca de 700 mil millones de pesos.
Es real que una de las pocas diferencias de la estrategia económica actual, con respecto a la que se implementaba en años anteriores, ha sido la lucha por no incrementar el monto de la deuda, la cual de forma natural aumenta dado que las obligaciones en pago de intereses supera la recaudación. De cualquier modo, al menos en este gobierno, su variación no es significativa y, al menos en el caso de México, no significa un problema de corto plazo, aunque si es una traba histórica. Esos 700 mil millones que se pagan por intereses podrían duplicar la inversión pública del país. En tan sólo un lustro una inversión de este tipo podría eliminar la pobreza en México.
Perspectivas
La estrategia trazada para el crecimiento del país está basada en el sector secundario exportador, cuyo principal objetivo son los Estados Unidos. En este contexto podemos decir que, en este año, el crecimiento de la economía mexicana hará válidas las perspectivas que superan el 6% del PIB a finales del 2021. El único factor que podría impedir este crecimiento es tal vez uno de los más macabros del futuro inmediato de los trabajadores: la pandemia.
En lo que va de la administración Biden han muerto en Estados Unidos casi 120 mil norteamericanos y unos 20 mil en México entre mayo y agosto de este año. Es cierto que la vacunación proporciona una reducción de cerca del 90% de las muertes entre los inoculados, no obstante, en los Estados Unidos, aun con todas las campañas e incluso “exceso de vacunas”, tenemos que el 50% de la población total aún no está vacunada (al 5 de agosto del 2021). En México aún el 45% de la población no ha sido vacunada. En la mayoría de los casos es porque la velocidad de vacunación no ha sido suficiente, pero en otros se debe a que las campañas de los fanáticos antivacunas hacen preferir a la gente morir por coronavirus que inyectarse.
En este contexto podríamos suponer que la tercera ola podría significar un parón en las actividades económicas, lamentablemente esto no será así. La economía capitalista esta basada en las consideraciones de ganancia, no en las vidas humanas, de hecho, durante el 2020 paulatinamente se fueron reintegrando a sus actividades los trabajadores del sector productivo y de servicios, muchos de ellos nunca tuvieron la oportunidad de quedarse en casa. Las masas trabajadoras, empobrecidas por la precariedad, no podrían sostenerse sin ingresos por mucho tiempo y la necesidad de conseguir un sustento es de vida o muerte. Los grandes capitalistas, por su parte, ya están vacunados o ya tienen a su alcance procedimientos médicos que les aseguran salir al paso del “bicho”, así que por decirlo de algún modo la “elite” esta a salvo. Por tanto, forzarán a como dé lugar a los trabajadores a que preparen los pedidos y sostengan las ganancias.
Exceptuando una parte del sector servicios y del sector educativo, ya nadie está atendiendo el aislamiento social. Las presiones para que todos los sectores reanuden sus actividades normales irán aumentando.
Así pues, habrá crecimiento, pero ¿a que precio? ¿A costa de quién? Y sobre todo ¿Para quién?
Esas preguntas son importantes, especialmente cuando reflexionamos qué sentido tiene el defender a un sistema que está dispuesto a sacrificar a millones a cambio de unos dólares más en la cuenta de banco.
El anuncio de la próxima sustitución de Alejandro Diaz de León por Arturo Herrera en la presidencia del Banco de México, a finales de este año 2021, ha abierto la puerta para que el lugar de secretario de hacienda lo ocupe Rogelio Ramírez de la O, un antiguo amigo y asesor de López Obrador y según muchos, artífice de las ideas en materia económica que impulsan las iniciativas del presidente.
Rogelio Ramírez de la O, no es en algún sentido un economista contrario a las políticas llamadas neoliberales, López Obrador le llama política económica ortodoxa, la cual consiste en mantener un control de la inflación a partir de un equilibrio presupuestal, basado en la contracción del gasto público a excepción de ciertas obras de carácter estratégico. Para Ramírez de la O la iniciativa privada tiene el deber de generar riqueza y el gobierno la obligación de distribuirla.
Recientemente se realizó una reunión entre AMLO y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), en donde se dio a conocer un paquete de inversiones publico privadas, que mas bien es un plan económico de la burguesía avalado por el gobierno.
Así pues, en ese juego de varias pistas, el CCE se dedica a hacer negocios con el gobierno, mientras que la Coparmex se dedica a intentar derrocarlo, al final mientras no se rompa el tablero, siempre ganan.
En realidad, para ser estrictos durante la 4T, la presencia del sector privado se ha incrementado en términos porcentuales
De hecho, en el 2019, primer año del gobierno de AMLO, la inversión privada supuso alrededor del 20.6 % del PIB mientras que la pública fue de 2.6%; en el 2020 la relación fue 18.7% para el sector privado y 2.5% para el sector público. Ya en el 2021 el ritmo de inversión privada está creciendo entre el 19% al 21% pero la inversión pública se mantiene estancada en un 2.4%.
Este incremento de inversión se está concentrando especialmente en la formación bruta de capital fijo, la cual tuvo un incremento del 2% de febrero a marzo, pero destacando un incremento del 12.1% en un sólo mes en maquinaria y equipo, lo cual simplemente supone que los grandes capitales se preparan para incrementar sus ritmos de producción. Otro ejemplo de ello es la importación de bienes de capital la cual esta creciendo a ritmo de dos dígitos durante el segundo trimestre del 2021.
Obviamente el incremento de la demanda ha estimulado un aumento de la inflación de alrededor de un 6%, por lo cual el propio banco de México ha decidido incrementar los tipos de interés con el objeto de encarecer el crédito y así reducir el ritmo de crecimiento económico, una vieja receta que los neoliberales siempre aplican, bajo la suposición de que si se “ sobrecalienta la economía” se “generan desequilibrios” incontrolables, así que estos políticos ortodoxos prefieren ponerle freno elevando las tasas de interés, suponiendo que de ese modo retardarán un próximo colapso.
De cualquier modo, es un hecho evidente que un incremento de inversión de casi un 2% del PIB por parte de la burguesía, denota que en el segundo semestre veremos un indiscutible crecimiento de la economía, que podría llevarla a acercarse a los niveles precrisis.
No obstante, el otro factor clave en cualquier política económica “ortodoxa” se mantiene, este es el tema de la contención salarial, cuyos incrementos no rebasan el 5.2% y que representarían nuevamente una reducción del poder adquisitivo del salario.
Pese a la supuesta regulación del outsourcing el trabajo precario sigue siendo una constante incluso dentro del propio gobierno, como ya han ejemplificado los compañeros del movimiento 469.
No nos engañemos, la política económica ortodoxa es lo que se conoció en otras décadas como neoliberalismo y mientras se practique no habrá una disminución de las desigualdades y la pobreza.
Los cambios de personas en el ara económica afianzan la línea de crecer a costa del empobrecimiento de los trabajadores. Tanto Arturo Herrera como Rogelio Ramírez de la O, creen ciegamente que no hay otro camino y por lo tanto no podemos confiar en que de sus iniciativas surgirá una solución a la problemática de los trabajadores, de ahí la importancia de la organización y la movilización independiente.
¿Habrá crecimiento?
Si, pero no para los trabajadores, sino a costa de ellos y eso es algo que no podemos permitir, debemos organizarnos y luchar.
Compañero trabajador, no nos engañemos, el enemigo es tu patrón, y los patrones se unen para explotar mejor, los partidos que patrocina la burguesía son también nuestros enemigos, nosotros debemos unirnos para defendernos y luchar tanto por mejoras económicas como para obtener el poder político necesario para eliminar de raíz la fuente de las miserias de la sociedad actual: el capitalismo.
A finales del 2020 circulaba a nivel internacional una noticia impresionante; durante ese año se pusieron en circulación billetes de dólar por alrededor del 24 % de lo que había en el 2019. Se pasó de unos 15 billones de dólares a cerca de 20 billones de dólares. De hecho, de no ser porque tanto Japón como Europa están imprimiendo billetes con igual frenesí, ya se habría desatado un colapso de la moneda estadounidense. No obstante, un efecto colateral ha sido que ante una de las caídas mas espectaculares de la economía mexicana (más del 8 % del PIB) el tipo de cambio del peso mexicano del dólar se mantiene relativamente estable.
Pese a las fluctuaciones propias de la situación inestable, las cosas no van a variar en ese rubro, el gobierno de Biden ha anunciado un paquete de estímulos por 1.9 billones de dólares. Así que las impresoras de billetes amenazan con romper otro récord este año. La fórmula norteamericana es a la larga una auténtica locura, no obstante. Habrá múltiples consecuencias derivado de esta política, tal vez la más peligrosa es el nivel de deuda y quien la va a pagar. Una mayor circulación de dinero, si no se refleja en el aumento de las mercancías, por la caída del consumo privado a nivel mundial, se manifiesta ahora mismo en una burbuja especulativa enorme.
La economía norteamericana es como un drogadicto que acaba de recibir una buena dosis, por el momento siente que la cosa va bien, por supuesto el efecto será transitorio, luego necesitará más, pero por ahora todo bien.
Como sea este aumento de dinero circulante en Estados Unidos ha tenido otro efecto colateral y ha sido la disposición de los trabajadores mexicanos para enviar el histórico récord de cerca de 40 mil millones de dólares a México por vía de remesas, en este aspecto tenemos una auténtica guerra de clases, porque los burgueses mexicanos han sido fieles en la política de sacar el dinero del país nada mas sienten un poco de llovizna, de hecho durante los últimos dos años han sacado hacia Estados Unidos cerca de 20 mil millones de dólares. [1].
Así que, en resumen, la burguesía mexicana saca dólares a Estados Unidos y el proletariado mexicano en Estados Unidos los regresa al país, y en general esta situación es la que ha mantenido a flote la maltrecha economía mexicana.
De cualquier modo, el ambiente internacional enmarcado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha sido muy poco propicio para que los especuladores se apoyen en el dólar y puedan maniobrar quebrando países como México, mas bien lo contrario , prácticamente todo el mundo está buscando alternativas a un posible colapso de la moneda norteamericana, ello hace fortalecerse a los metales preciosos y a diversas materias primas, lo que también ha significado un punto a favor para los mexicanos.
Es posible que la subida de los precios de las mercancías, como el petróleo, pueda ir al alza, pero esto dependerá de la profundidad de la crisis de sobreproducción y de las medidas que adopten en la guerra comercial internacional.
Otro punto positivo es el progresivo avance de la vacunación que, aunque más lento de lo que todos podemos desear, tiene consecuencias en el hecho de que no veremos en los próximos años una paralización económica debido a la pandemia. Hay nuevas sepas que en algunos países de Europa ahora están causando una tercera ola de contagios y medidas restrictivas de los gobiernos. Es difícil saber si esto va a pasar o no en el país, de entrada, el gobierno no lo descarta. Aunque a mediano plazo esto se pueda estabilizar, es difícil predecir hasta donde va a estabilizarse de forma consistente.
Así mismo para los Estados Unidos el enemigo principal es China, geoestratégicamente sería imposible que eligieran, por ahora, confrontarse con México por tal o cual problema coyuntural arriesgándose a que un colapso lleve a millones de mexicanos a buscar escapar a Estados Unidos.
Por todo ello debemos ser claros, el escenario para la economía del país será de crecimiento, no tanto por las virtudes de la política económica de AMLO, sino por una combinación de factores de carácter externo. Algunos analistas están calculando que el crecimiento puede ser hasta del 5%. Seguramente esto dará algún alivio a las presiones del gobierno, pero será más bajo que la caída del año pasado
De hecho, uno de los pocos aspectos positivos de la política económica del actual gobierno ha sido el procurar no endeudarse, de esta manera la carga extra del pago de intereses en las finanzas públicas no será trascendente.
El otro tema que podría considerarse positivo es el revertir el desmantelamiento que se venía operando en la Comisión Federal de Electricidad y en PEMEX, en otro panorama político es probable que dichas empresas, a esta altura, ya no existirían, dejando al sector energético a expensas de la voracidad de la burguesía norteamericana y española, que ya succiona con particular ímpetu importantes beneficios de dichas industrias.
Así que tendremos crecimiento en el país, pero nos preguntamos ¿al servicio de quién?, el gobierno mexicano se retira de todos los frentes de inversión dejando todo a expensas de la “iniciativa privada”. Exceptuando los proyectos de carácter estratégico: tren maya, corredor transístmico, aeropuerto, todo ha quedado en manos de la oligarquía que se aprovecha y hace grandes negocios mientras sigue financiando el sabotaje al actual gobierno.
La desigualdad es patente, en el mas reciente censo de población se constató que el 99% de la población de Nuevo León cuenta con agua potable, mientras que en Chiapas tan solo hay una cobertura del 40%, al mismo tiempo aun hoy el 26% de la población no cuenta con servicios hospitalarios. Tan solo el 50% de la población del país tiene acceso a internet y solo el 25 % de las familias cuenta con computadoras.
El 65% de la población nació pobre y morirá pobre [3]. Según los datos más optimistas la pobreza abarca al 42% de la población y la extrema pasa del 7%. Se habla de un retroceso de 10 años en el rubro de la lucha contra la pobreza, como resultado de la crisis económica y la pandemia.
De no intervenir en una modificación estructural de la economía mexicana, estaremos ante el escenario de un estancamiento social en donde los apoyos sociales jugarían el papel de paliativos, capaces de ganar el favor de un voto, pero no de modificar la situación de pobreza ni de generar oportunidades para que esta desaparezca y mucho menos las desigualdades.
Está claro que la actual política de compromisos lleva, con el tiempo, al camino que desea la burguesía. No olvidemos que el estado mexicano es un estado burgués, toda la estructura jurídico política y la organización de la sociedad civil, está diseñada para promover un punto de vista capitalista en todos los ámbitos y en su esencia dicha estructura es irreformable.
Pongamos por ejemplo el sector minero, durante las últimas décadas se han otorgado concesiones de explotación a centenares de empresas privadas especialmente extranjeras (de hecho, con excepción del grupo México toda la industria está en manos extranjeras) de tal modo que mas del 30% del territorio nacional está concesionada (56 millones de hectáreas en 2014).
Del total de beneficios de la industria minera solo el 1.2%iba a parar a la hacienda pública[4], en el caso de algún intento de modificar la situación por la vía de alguna reforma legal, rápidamente todo un aparato de jueces esta dispuesto a interponer amparos y los recursos que el dinero pueda pagar, mientras que las personas, la tierra y el agua de nuestro país se degrada sin remedio.
El sector bancario es otro ejemplo, el 80% del sector esta en manos de extranjeros, lo cual representa una fuga de capitales permanente, por la vía de toma de utilidades. No hay manera de efectuar una reforma que altere esta situación sin la inmediata reacción de todo el aparato burgués en favor de la banca extranjera.
La única opción es la movilización, la ocupación de las empresas, su expropiación y su puesta en funcionamiento bajo el control democrático de los trabajadores, haciendo un llamado de clase a países como Canadá, Estados Unidos o España a que hagan lo propio.
Mientras esto no suceda seguiremos viviendo el circulo vicioso de que cuando hay crisis pagan los trabajadores, cuando hay crecimiento ganan los burgueses.
¿Habrá una recuperación en México este año? respondemos si, especialmente en el segundo semestre.
¿Habrá una devaluación importante de la moneda? Respondemos no, porque a EE UU no le interesa que un peso barato haga las exportaciones mexicanas mas competitivas y porque el propio dólar está en crisis.
¿Beneficiará a los trabajadores la recuperación? Absolutamente no, de hecho, es probable que nos pidan más sacrificios “para no poner en peligro la recuperación”.
No hay de otra, nada llegará por si solo, debemos movilizarnos, exigir aumentos a los salarios y al gasto social de manera realmente sustancial. Dinero hay, el problema es que está en las arcas de los grandes capitalistas y no están dispuestos a ceder nada a menos que se les obligue.
Fideicomisos y deuda estatal, el rostro de la podredumbre del sistema
El Congreso de la Unión ha aprobado el presupuesto del año 2021, en general no se efectuaron modificaciones con respecto del proyecto que se les presento en septiembre, al respecto habría que puntualizar sus principales características:
1.- Es consonante con una visión restrictiva de la economía, que prioriza el equilibrio presupuestal respecto al estímulo a la economía.
2.- Otorga a la iniciativa privada la responsabilidad de desarrollar la economía al mantener la inversión productiva del Estado a los mismos niveles (entre 3 y 4% del PIB), igual que desde hace 25 años.
3.- Si bien existe un incremento al presupuesto de la Secretaria de Salud para enfrentar la pandemia, éste apenas alcanza el 2.7% del PIB, muy lejos del 6% que la OMS recomienda. En realidad, se reduce el presupuesto al IMSS (-1.5%) y al ISSSTE (-1.8%) aunque se aumenta a los hospitales de Pemex en un 35%.
4.- En educación no hay aumentos reales, lo que sucede es que se incrementan los apoyos en becas, que pasan de 31 mil millones a 34 mil millones, cosa que esta muy bien, pero por otro lado se pierde de vista que instituciones como la UNAM o el IPN y en su conjunto todo el sistema público requiere de una gran inversión en la reconversión de sus instalaciones y equipo para enfrentar los nuevos tiempos, así como la necesidad de generar nuevas plazas y renovar la planta docente ya existente.
5.- Alrededor del 1% del PIB está destinado a programas de apoyo, no obstante, es absolutamente insuficiente para modificar las crecientes cifras de pobreza suscitadas por las crisis, recientemente se ha dado a conocer que alrededor de 7 millones de personas aún no han recuperado su trabajo desde el inicio de la pandemia.
En general subsiste la visión de que recortar los gastos del gobierno es algo bueno (austeridad) y en esa medida se busca llevar a su mínima expresión los gastos gubernamentales en todas las áreas.
Exigir mayor presupuesto sobre todo para la inversión y el gasto social es fundamental y debemos recalcar una y otra vez que salvo los apoyos a la población vulnerable y el combate a la corrupción, el presupuesto no es distinto al de otras épocas, la visión de fondo es la misma, aunque con nuevos matices “burguesía opulenta, gobierno austero y pueblo pobre”.
En este contexto se ha suscitado la polémica en torno a dos temas vinculados a la aprobación del presupuesto, uno es la eliminación de más de 100 fideicomisos, y el otro es la participación de los gobiernos estatales respecto del presupuesto federal.
Los fideicomisos
Ya hemos señalado que la visión de López Obrador es que todo lo que se ahorre es bueno, así que de forma acorde con a esa visión se ha procedido a disolver diversos fideicomisos en diversas áreas, como la cultura y la investigación, entre otras. Esto ha dado la impresión de que se está cortando los apoyos a las áreas ya citadas, cuando en realidad se trata de eficientizar el gasto. Nuestra critica no va en el sentido de eliminar estos fideicomisos, cosa que nos parece sana, sino en el sentido de que la inversión del Estado en educación, cultura, salud, etc., permanece estancada, no se ve, al menos en el futuro próximo que se vaya a incrementar en alguno de estos aspectos.
Aquí es donde la hipocresía de los defensores de los fideicomisos es evidente, no dicen “incrementen la inversión en investigación”, dicen “no me quiten el fideicomiso”.
En realidad, el mecanismo más ejemplar del funcionamiento de dichas estructuras de negocio se puede observar en “Juntos Podemos” de Josefina Vázquez Mota, a la cual se otorgaron recursos por millones de dólares y que no tiene forma de comprobar en que se los gastó, además de que los propios miembros de su junta directiva eran los proveedores, por medio de empresas que tampoco tenían los fines para los cuales era contratadas. Empresas sanguijuela que chupaban del presupuesto con el pretexto de brindarle un servicio.
En el caso del CONACYT hay ejemplos vergonzosos, como el otorgamiento de dinero a empresas trasnacionales, con el pretexto de impulsar la “innovación”. La derecha lo que critica es que se le quite un negocio, no que se quite un apoyo al desarrollo del pueblo, el PRI tuvo setenta años, y el PAN 12 y en ninguno de los casos hubo más dinero del que se otorga ahora. Lo que lamentamos es que el gobierno de la 4T en términos globales, exceptuando el tema de la corrupción, se comporte económicamente exactamente igual que sus antecesores.
Las participaciones federales y la bancarrota de las finanzas estatales
El ramo 28 del presupuesto federal está vinculado a la distribución a lo estados de una parte de lo recaudado a nivel federal. En el año de 2007 (bajo el gobierno del PAN) se estableció un porcentaje del ingreso federal que se destinaria a los estados bajo el rubro de Fondo General de Participaciones. La distribución se estableció en función de un acuerdo entre gobernadores (casi todos del PRI y del PAN) con el gobierno de Calderón. A partir de entonces se estableció un mecanismo para subir o bajar la participación de cada estado en función de los siguientes criterios.
* 60% corresponde al crecimiento del PIB per cápita por estado.
* 30 % al incremento de recaudación local de impuestos federales de los últimos tres años respecto a la recaudación a nivel nacional.
* 10% al incremento de la recaudación local.
Una ley que pasa por el Congreso y que si no es del agrado de los gobernadores hubieran podido lanzar una iniciativa en el periodo ordinario de sesiones y no ahora que al ver lo que les toca y compararlo con lo que tienen que gastar no les salen las cuentas.
Es verdad que se está empleando el tema de las participaciones federales de manera demagógica, ya que las variaciones no son sustanciales, respecto a otros años, lo que sucede es que a nivel estatal se han tomado decisiones en materia económica que amenazan con hacer estallar la economía de dichos estados.
Una de las medidas que se han tomado es el endeudamiento estatal, el cual se otorga sobre la garantía de las participaciones federales, de tal modo que en muchos estados el dinero de dichas participaciones pasara casi directamente a los acreedores.
La deuda de los estados suma 640 mil millones de pesos, tan solo en el primer trimestre del año Yucatán incrementó su deuda un 21%, Jalisco un 12%, Chihuahua un 10%, Guanajuato un 6%, Aguascalientes, Michoacán y San Luis Potosí poco más del 2% cada uno. Casi toda la deuda la tienen concertada con Bancomer, Banamex, Santander etc. Y como sabemos es muy bonito pedir prestado y muy feo pagar, y mas cuando los ingresos federales apenas servirán para pagar intereses.
Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Quintana Roo, Sonora, tiene un nivel de deuda superior entre un 100% y un 300% de lo que reciben de participaciones federales, Michoacán un 100%, Durango 85%, Jalisco un 60% ( https://ciep.mx/deuda-de-los-estados-al-cierre-de-2018/).
La crisis económica se expresa de manera cruda en las economías locales, muchas de las cuales como es el caso de Chihuahua y Coahuila, ambas afectadas con sendos casos de corrupción no tienen con que pagar las siguientes nóminas, de aquí que el transferir las responsabilidades al terreno federa es la salida más fácil, hipócrita y de omisión de sus responsabilidades.
Hace falta un giro a la izquierda
Las tensiones que provoca la crisis económica se irán recrudeciendo, los conflictos interburgueses seguirán profundizándose, y como siempre el pueblo pagará los platos rotos a no ser que nos organicemos y exijamos un cambio de rumbo, una auténtica política de izquierda y una definitiva ruptura con la oligarquía.
El día 30 de abril la situación del petróleo mexicano había llegado a un límite insostenible, rozando los 10 dólares por barril, una cifra cercana al mínimo histórico de 7 dólares que se vivió en 1998. No eran las únicas noticias, a finales de marzo, producto del pánico derivado del colapso de la economía mundial salieron del país alrededor de 3,400 millones de dólares y los inversionistas extranjeros se deshicieron de 120,000 millones de pesos de títulos de deuda del Estado, los últimos cálculos indicaban que en total los buitres extranjeros tienen alrededor de 2,073,000 millones de pesos de deuda que pueden seguir cambiando si no les gusta lo que ven.
Los especuladores, sedientos de rebajar aun más las condiciones de la economía mexicana, en un claro chantaje, procedieron a degradar las notas crediticias de México y Pemex, con el fin de encarecer todo intento de México para adquirir deuda , por supuesto, someter la deuda mexicana a intereses mas altos con el pretexto de que son “inversiones de riesgo” (El Economista, 27 de marzo de 2020). La crisis había llevado a comprar y vender dólares llevando hasta 25 pesos por dólar en la última semana de marzo.
Lejana quedó la época en la que los ingresos petroleros representaban el 40% del presupuesto, actualmente, a duras penas, rebasan el 10%, no obstante, el tamaño de la caída de los ingresos petroleros significa un desastre para Pemex mismo, cuyo precio de producción es de 14 dólares y ha tenido que vender el barril hasta 4 dólares menos que lo que cuesta producirlo.
En otras ocasiones hemos dicho que a los capitalistas norteamericanos no les interesa una devaluación brusca del peso, por ello la Reserva Federal de los Estados Unidos procedió a comprar el equivalente a 5,000 millones de dólares al Banco de México para que éste pudiera ofrecerlos a los especuladores para saciar su sed de divisa, no obstante, éstos contratacaron solicitando 6,320 millones de dólares. Como sea, el movimiento impidió que el dólar siguiera subiendo. En el momento de escribir este artículo se había fijado en 24.16, cuarenta centavos de peso menos respecto al máximo de la semana.
El gobierno norteamericano tiene listos 55,000 millones de dólares (conocido como Línea swap) para canjear con el Banco de México en el caso de que este lo solicite. En nuestra consideración se continuará pidiendo más y más dinero estableciendo un sometimiento más y más profundo entre las dos instituciones. En realidad, para efectos prácticos, la Reserva Federal Norteamérica opera ya como banco central del TMEC y el Banco de México ha terminado siendo una simple filial.
Es altamente probable que el precio del petróleo mexicano se recupere a mediados o finales de año, no obstante, si consideramos al menos tres meses de ingresos nulos debido a los bajos precios, podrían suponer una caída del 3% del total del presupuesto. Hacienda ya calcula que se perderán ingresos por 297,000 millones de pesos. Eso en realidad no es lo peor, el problema real para el país es la parálisis económica derivada de la pandemia que ha llevado a la propia Hacienda a estimar una caída de Producto Interno Bruto de 3.9%.
Al final de cuentas, lo realmente importante es la pérdida de empleos, la caída de la actividad económica, y la absurda creencia del Presidente en suponer que no gastar es ahorrar: entre febrero de 2019 a febrero del 2020 la inversión física cayó un 12%, no se están ejerciendo 65,700 millones de pesos de lo programado, mientras que el pago del servicio de la deuda aumentó, en ese mismo periodo, un 9.1% (La Jornada, 31 de marzo de 2020).
El efecto de la crisis, como en cualquier sistema capitalista, será el del desempleo, rebajas salariales y estancamiento de los programas sociales, que a duras penas estaban avanzando. Ya hay quienes hacen un llamado a un “pacto social” para salir de la crisis y apretarnos el cinturón por el bien de México.
Lo que ha demostrado esta crisis, como en las otras, es que la burguesía no tiene empacho en exigir condiciones para ganar más y más en épocas de bonanza, pero en épocas de estancamiento y de crisis piden rescates, así las ganancias se las llevan ellos y las pérdidas las paga el pueblo.
En nuestra opinión, el tema del precio del barril de petróleo se superará a la larga, el asunto del tipo de cambio se estabilizará, probablemente en torno a los 24 pesos por dólar, pero lo que no cambiará es el intento de la burguesía de hacer pagar a los trabajadores el costo de la crisis.
Un gobierno que estuviera verdaderamente al servicio de los trabajadores impondría leyes para establecer el control de las grandes industrias, los grandes comercios y la banca en beneficio de un plan integral para enfrentar la pandemia, para establecer criterios de crecimiento con desarrollo económico, uno de los cuales tendría que ser el desconocimiento de la inmensa deuda pública, la cual ya rebasa los 11 billones de pesos.
Lamentablemente, a estas alturas consideramos que el pueblo trabajador se encuentra en un dilema, por un lado, ha votado a un gobierno que no representa a la oligarquía, de hecho, la oligarquía lo detesta, pero lamentablemente eso no significa que represente al pueblo.
Los trabajadores debemos organizarnos por nuestras demandas, enfrentando de ser necesario al gobierno, pero dejando claro que para nosotros el problema principal son las 100 o 200 grandes familias que controlan como titiriteros los destinos de todos los trabajadores y de todo México.