En este episodio de El fantasma del comunismo Jorge Martín y Frank Josué Solar Cabrales, desde Santiago de Cuba, discuten el bloqueo imperialista en Cuba y las dificultades a las que se enfrenta la revolución y el impacto de las medidas de mercado adoptadas.
Este bloqueo no es tan sólo un hecho histórico, es una realidad actual del intento del imperialismo estadounidense de asfixiar al pueblo y la revolución cubana.
El 18 de octubre, Cuba sufrió un apagón masivo que dejó sin electricidad a más de 10 millones de personas. La crisis energética en Cuba es un resultado de las sanciones y bloqueos impuestos sobre Cuba, privándole de la infraestructura necesaria.
Para defender la revolución cubana hay que luchar por la revolución socialista mundial.
El 18 de octubre, Cuba sufrió un apagón masivo que dejó sin electricidad a más de 10 millones de personas. Dos días después, el huracán Oscar azotó la costa oriental de la isla, agravando la crisis. El apagón es consecuencia directa del embargo estadounidense, que sanciona a los barcos que transportan combustible a la isla y ha privado a Cuba de las divisas necesarias para importar combustible y piezas de repuesto para mantener la producción y distribución de energía. Para que el pueblo cubano pueda vivir, el embargo imperialista debe morir.
La situación en Cuba es grave. Muy grave. Dramática. Desde las 11 de la mañana del viernes 18 de octubre se vive un apagón eléctrico general por la caída de la planta Guiteras, una de las dos mayores plantas termoeléctricas del país. A la hora de publicar esta nota, a primera hora del sábado 19, apenas se ha empezado a restablecer el servicio.
La presión sobre el sistema eléctrico venía aumentando desde hace días, semanas, con apagones de 3, 6, 12 horas en diferentes partes del país. El jueves 17 de octubre por la noche compareció el primer ministro Marrero para anunciar que solo se iba a poder cubrir el 50% de las necesidades de generación de energía del Sistema Eléctrico Nacional (un déficit de unos 1600 MW de los 3.300 MW que se requieren en hora pico).
Se declaró el cierre de todo el sistema educativo desde el viernes hasta el lunes, y en varias zonas del país se llamó a todos los trabajadores a quedarse en su casa. El 50% de la producción industrial está parada.
¿Los motivos? Hay causas inmediatas y motivos más de fondo. Entre las primeras, la falta de combustible, agravada ahora porque Venezuela ha decidido priorizar los envíos de combustible a Repsol y Chevron que pagan en efectivo. Por otra parte, la mayoría de centrales eléctricas tienen más de 40 años y requieren reparaciones urgentes.
El combustible Cuba lo tiene que pagar en divisas y las reparaciones también requieren fuertes inversiones.
Obviamente, detrás de esto está también la agresión imperialista contra Cuba que ha arreciado en los últimos años (desde la presidencia de Trump) y una serie de otros golpes externos a la economía cubana que han tenido un fuerte impacto negativo: el fin de la revolución venezolan; la llegada al poder de Bolsonaro que cortó el convenio con los médicos cubanos; la pandemia que cerró los ingresos por el turismo durante casi un año entero; el aumento general de los precios del combustible a nivel internacional.
La crisis económica provocada por esta concatenación de golpes externos, además, impide a Cuba tener acceso a las divisas necesarias para importar todo lo que necesita (alimentos, combustible, maquinaria, equipos, etc).
Pero es necesario decir con responsabilidad que las políticas emprendidas por la dirigencia cubana para lidiar con esta grave situación, lejos de resolverla, la han empeorado.
El intento de introducir una serie de medidas de mercado, el ordenamiento monetario que destruyo todavía más el poder adquisitivo del salario, la apertura de micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), lo único que han logrado ha sido aumentar la diferenciación social y la penetración de la lógica del capital que está minando a marchas forzadas la economía planificada cubana.
Eso afecta incluso a la cuestión del consumo eléctrico. Por ejemplo hay negocios privados, bares, hoteles, empresas de servicios de todo tipo, que consumen energía de manera exorbitada (en aire acondicionado, iluminación, neveras, etc), algunas con sus propias plantas generadoras, otras del propio SEN.
Es un agravio comparativo. Mientras los habitantes de los barrios populares soportan apagones eléctricos (por no hablar del corte del suministro de agua, en parte relacionado), los bares privados siguen funcionando con la temperatura interior gélida, para clientes que tienen el dinero para consumir.
Mientras los servicios estatales (incluyendo la sanidad, una de las joyas de la corona de la revolución) se deterioran (dejando en la práctica de ser gratuitos), vemos la existencia de hospitales para los sectores privilegiados de la burocracia y para los que se lo pueden pagar.
Desaparecen progresivamente los productos de los módulos, sin ninguna explicación, y lo mismo los productos de la canasta básica. Pero al mismo tiempo hay Mipymes privadas que gestionan la importación de contenedores de alimentos para venderlos en mercados a precios que solo unos cuantos se pueden permitir.
Peor que todo esto, hay una sensación generalizada que el avance desbocado del mercado, del capitalismo para llamar a las cosas por su nombre, beneficia también a personas que han acumulado capital o que tienen conexiones por la posición que ocupan en la burocracia estatal y en el partido.
Algunos denuncian abiertamente que hay un plan no declarado para restaurar el capitalismo por parte de sectores de la dirigencia, y hacen comparaciones con la caída de la URSS, cuando los dirigentes del PCUS se convirtieron de la noche a la mañana en capitalistas, mediante el expolio y el robo de la propiedad estatal.
Los últimos cinco años en que se han acelerado las medidas de concesiones al mercado han sido años en que las condiciones de vida de la mayoría se han deteriorado a una velocidad de vértigo, mientras unos cuantos se han beneficiado.
Se piden sacrificios a la mayoría, pero los que los piden no se los aplican.
Los métodos burocráticos del aparato del estado y el partido empeoran todo. En marzo de este año se «liberó de su cargo» al viceministro de economía (y arquitecto del fallido Ordenamiento) por «graves errores». Se prometió una «investigación a fondo». Nunca más se supo ni se informó.
La sensación que se crea es que fue usado como cabeza de turco del desastre económico. Si era un corrupto se debería informar de la naturaleza y los detalles de sus delitos y del castigo que se le impuso. Si se anuncian «graves errores» pero no se informa de cuales son ni que consecuencias tuvieron, la impresión que se da es más bien, que se están encubriendo.
No hay transparencia, ni rendición de cuentas. Cuando se informa, lo que se dice no da credibilidad porque no se corresponde con la realidad, o las promesas de mejoras no se cumplen y nadie explica el porqué.
El argumento de que criticar, sacar los trapos sucios al aire, explicar las cosas tal y como son por dura que sea la realidad «da armas al enemigo» es ridículo. El enemigo sabe muy bien cuál es la situación real (ellos son en gran medida responsables de la misma, la crean deliberadamente y miden al detalle el impacto de sus medidas). En realidad, la falta de transparencia es lo que da «armas al enemigo», ya que destruye la legitimidad de las instituciones y de la dirigencia y de rebote mina el apoyo a la revolución.
Esto ha llevado a una situación de creciente hastío entre la población, de profunda pérdida de legitimidad de la dirigencia.
Después de cinco años de retrocesos y sin ninguna expectativa de que las cosas vayan a mejorar, cientos de miles emigran en busca de una vida mejor. Según datos oficiales han llegado a EEUU en dos años 850.000 cubanos. La cantidad de los que han salido del país es obviamente mucho mayor.
Las protestas del 11J del 2021 fueron un aviso. En los últimos días y en los últimos meses han salido también a protestar los habitantes de las zonas más humildes al grito de «queremos corriente» «queremos agua».
La introducción de medidas de mercado, en una situación de extrema debilidad de la economía planificada, y en un país pequeño, a cien millas de una potencia imperialista agresiva, rodeado de un mar de capitalismo, es algo que crea su propia dinámica de bola de nieve.
Pero ¿había alternativa? ¿Se podía haber hecho otra cosa?
En primer lugar, en lugar de presentar las medidas de mercado como la panacea que iba a «liberar las fuerzas productivas», hubiera sido necesario hablar claro. Algunos comparan estas medidas, para justificarlas, con la NEP de Lenin. Pero Lenin advirtió de los peligros, describió la NEP como un «retroceso necesario» y llamó a fortalecer el sector estatal de la economía y el control obrero. Justo lo contrario de lo que se hizo en Cuba.
Las dificultades a las que se enfrenta la revolución cubana se derivan de dos factores principales.
Uno, el aislamiento de la revolución. No hace falta explicar esto. El que tenga ojos que vea. Los dos períodos más boyantes para la economía de la revolución cubana fueron cuando existía la URSS (una relación económica que benefició enormemente a Cuba, aunque también introdujo importantes distorsiones políticas y de desarrollo económico), y en el auge de la revolución bolivariana (que aunque nunca llegó a abolir el capitalismo, proporcionó sin duda un balón de oxígeno, político y económico a la revolución cubana).
Una revolución victoriosa en cualquier país de América Latina serviría para reforzar la línea de flotación de la revolución cubana.
El segundo factor es interno: la existencia de una burocracia en el estado y el partido. O dicho de otra manera, la ausencia de la democracia obrera. El orígen de esta forma de gestión burocrática se puede trazar a la forma como triunfó la revolución, mediante una guerra de guerrillas dirigida por un pequeño grupo de hombres y mujeres. Las masas de trabajadores y campesinos apoyaron la revolución de manera entusiasta, pero no existieron organismos amplios a través de los cuales ejercieran el poder.
Por otra parte la influencia de la URSS estalinista, particularmente fuerte a partir de 1967-71, cuando se cierra el intento de extender la revolución internacionalmente y la dirigencia cubana decide echar su suerte con Moscú.
En Cuba hay muchas consultas, referendos y elecciones. Pero no existen mecanismo genuinos de participación con poder decisorio por parte de la clase obrera y el pueblo en la gestión de la economía ni el estado.
En Cuba la situación es grave. Muy grave. Dramática. No solo por la profundidad de la crisis económica, sino porque esta, combinada con la gestión burocrática del estado, ha llevado a una situación muy profunda de pérdida de esperanza y por lo tanto a la destrucción muy avanzada de la legitimidad de los mismos conceptos de la revolución y el socialismo.
Una derrota de la revolución cubana, la restauración del capitalismo en la isla después de décadas sería un desastre. Un desastre generalizado para las condiciones de vida de la mayoría y desde el punto de vista de la soberanía nacional. El capitalismo no sería el de un país capitalista avanzado como Suecia, sino el de una isla atrasada y dominada como Haití, o la República Dominicana. O como Puerto Rico donde la privatización eléctrica también ha llevado a apagones eléctricos y que es una colonia del vecino del norte. Sería también un desastre desde el punto de vista de la revolución internacional, un regalo a la propaganda contrarrevolucionaria imperialista y un factor de desmoralización de la lucha de los oprimidos de todo el mundo por su liberación.
El futuro de la revolución cubana se decidirá en la arena de la lucha de clases internacional. La tarea de los comunistas revolucionarios fuera de Cuba es la defender de manera incondicional (pero no acrítica) a la revolución cubana, denunciar las medidas tomadas por las potencias imperialistas para asfixiarla y sobretodo apresurar la construcción de una dirección revolucionaria que garantice el derrocamiento de las clases dominantes en nuestros propios paises.
La tarea de los comunistas revolucionarios en Cuba, y haberlos hay y más de los que algunos pudieran pensar, es organizar la lucha por la defensa de la revolución, amenazada tanto por la contrarrevolución imperialista, como por la contrarrevolución que representa la burocracia y las medidas de mercado.
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Para hacerse una idea aproximada de la situación, las discusiones y el estado de ánimo en Cuba hoy, recomiento la visualización de este documental-entrevista a jóvenes revolucionarios cubanos:
Todos conocemos las relaciones políticas entre Cuba y los Estados Unidos.
En el año 1959, que marca el triunfo de la revolución Cubana, el Comandante Fidel Castro junto con sus guerrilleros toman el poder en el país, apoyados en parte por la clase obrera en Cuba. Dos años después, la mayoría de la economía capitalista es expropiada y nacionalizada por Fidel, el analfabetismo se erradica por completo junto con la desnutrición, y la expectativa de vida sube a 79 años, mas larga que en el resto del Caribe y comparable con expectativas en países desarrollados.
Así comienza la larga historia de los Estados Unidos tratando de socavar la revolución además de restaurar su poder anterior sobre la isla.
Pero yo no vine hablar sobre la conexión estadounidense, sino sobre la conexión canadiense con la isla de Cuba. Una conexión que corre más profunda que la conspiración de que el primer ministro Justin Trudeau es el hijo de Fidel.
Lo primero que deberíamos preguntar es: Canadá y Cuba, ¿amigos o enemigos?
En oposición a sus vecinos, los Estados Unidos, el papel de Canadá en relación a Cuba ha sido como la relación entre policía bueno y policía malo.
Mientras los Estados Unidos por los próximos 60 años socava la revolución cubana a través de invasiones, un embargo que a durado más de 60 años, operaciones de espionaje, e intentos de asesinato del comandante Fidel Castro – Canada toma la ruta de formar lo que se vería como relaciones “diplomáticas” que apoyan al pueblo cubano en lugar de ahorcarlos.
Estas relaciones comienzan igual después del triunfo de la revolución, y aunque por los primeros años el estado de Canadá se sumaba a los esfuerzos de Estados Unidos en contra de la revolución, el país nunca rompió relaciones diplomáticas, y en 1976, con la visita de Pierre Elliot Trudeau, estas relaciones se hicieron aún más amigables.
Así serían las próximas dos décadas con varios primer ministros manteniendo la relaciones con la Isla, incluyendo primer ministro del Partido Conservativo de Canadá, Bryan Mulroney, y líder del Partido Liberal Jean Chretien que visita la isla en los 90s, que también marca el año cuando cae la Unión Soviética.
Inmediatamente, Canadá, y sus capitalistas toman la iniciativa de establecer operaciones económicas en Cuba, y aquí se comienza a exponer los motivos verdaderos del imperialismo canadiense.
Actualmente Canadá exporta $210 millones de dólares Americanos en mercancía, un número que a bajado de $500 millones en 2017, además de la exportación de turistas canadiense que aportan al sector económico más importante en la isla que también ha bajado en frecuencia de 410 mil llegadas anuales en 2020 a 68.9 mil llegadas en el 2021.
A pesar del impacto económico global después de la pandemia, el objetivo de Canadá en Cuba no ha cambiado y las negociaciones económicas continúan.
Mientras los Estados Unidos continúan votando en favor del embargo, Canadá se opone pero por la misma razón que quiere entrada libre a Cuba para imponer su poder imperialista y nunca tuvo su capital expropiado por la revolución. Canadá solamente ha decidido jugar el juego más largo, por la vía supuestamente neutral. Pero, Canadá en realidad ha sido menos que neutral en la operación de derrocar la revolución Cubana. Documentos desclasificados cuentan que había negociaciones entre Canadá y los EEUU en que este último país asesoraba a Canadá a que no rompiera relaciones diplomáticas con Cuba para poder usar la embajada canadiense en la isla como base de inteligencia y espionaje.
Con jugar el juego mas largo, el imperialismo canadiense ha hecho más para restablecer el capitalismo en Cuba que sus compañeros en los EEUU. Canadá tiene influencia en la industria minera, además de la turística, y piensa en crecer su influencia en Cuba lo más posible.
Históricamente Canadá jamás ha sido un jugador neutral en el gran juego del imperialismo. Desde sacar las tropas de Afganistán en último lugar, después de los americanos, a aplaudir a un fascista Ucraniano en la asamblea nacional, a apoyar el estado de Israel con armas, y recursos – el estado de Canadá y sus capitalistas comparten todo los mismos intereses de los imperialistas en otras partes del mundo. Para ellos, tomar poder en Cuba les daría una posición muy estratégica en el caribe y América Latina.
La solución en Cuba no es el restablecimiento del capitalismo mediante las conexiones de otros imperialistas para salvar las conquistas de la Revolución, ¡al contrario!
La única forma de que Canadá y otros países puedan defender la revolución cubana es ¡con más socialismo! Más revolución, especialmente en Canadá, donde el objetivo debería ser exponer la hipocresía del Estado canadiense a la clase obrera, jóvenes, y revolucionarios que sí desean defender honestamente la revolución Cubana.
Para los revolucionarios, nosotros tenemos la tarea de la defensa incondicional y crítica de la revolución cubana (defender sus éxitos tanto como aprender de sus errores para fortalecer el socialismo aún más en la isla) y de organizar a los trabajadores y jóvenes revolucionarios para derrocar el imperialismo canadiense.
¡Por el establecimiento de una Cuba totalmente comunista, y el establecimiento de una Federación socialista de las Américas!
En los últimos días se han hecho una serie de anuncios públicos acerca de inversiones de empresarios rusos en Cuba. «Nos están dando trato preferencial, el camino está allanado», declaró Boris Titov, el jefe de la delegación rusa en la clausura del Foro Económico Empresarial Cuba-Rusia. Las condiciones ofrecidas a los capitalistas rusos son muy favorables para estos: concesiones de tierra de 30 años, más largas que las que hasta ahora regían, la exención de impuestos en la importación de maquinaria y la repatriación de beneficios.
Pero esto no es todo. Los capitalistas rusos, encabezados por el oligarca Titov, cuyo título oficial en Rusia es Defensor de los Intereses de los Empresarios, exigen más, y así lo refleja una nota de la agencia de notícias rusa Interfax del 19 de mayo. En la nota el propio Titov, después de felicitarse por las condiciones ofrecidas ya, lo dice claro:
«Pero también nos gustaría ver nuevas medidas. Hasta ahora no se ha resuelto la cuestión de las preferencias fiscales, la política de personal independiente de los empleadores rusos en Cuba, incluido el derecho a la libre contratación y liberación de empleados, el acceso preferencial de las empresas rusas a la contratación pública de la República de Cuba (para una lista separada de bienes). Esperamos que en un futuro próximo se produzcan avances en estas cuestiones y todo el conjunto de preferencias quede consagrado por ley». (“Titov: investors from the Russian Federation plan to develop about 30 new projects in Cuba, including the assembly of UAZ”, Interfax RU, 19 de mayo))
Lean bien. Donde dice “preferencias fiscales”, hay que leer “no pagar impuestos, o pagar menos”. Donde dice “política de personal independiente”, quiere decir salirse del sistema actual en el que las empresas extranjeras contratan personal a través del estado cubano (que se queda con parte de los ingresos). Uno de los puntos más graves es cuando Titov y los capitalistas rusos exigen el “derecho a la libre contratación y liberación de empleados», es decir, están pidiendo el libre despido, sin derechos para los trabajadores. Y finalmente, cuando el Defensor de los Empresarios rusos habla de “acceso preferencial a la contratación pública” quiere decir que el estado cubano contrate solo (o preferentemente) con empresas rusas, garantizándoles así sus negocios. Todo esto, exige que esté “consagrado por ley”.
Son condiciones draconianas. Para hablar claro, son el tipo de condiciones que un país imperialista (y Rusia lo es, aunque con sus limitaciones) quisiera imponer a uno dominado.
Lo primero que hay que decir a la hora de comentar esta notícia es que Cuba tiene el derecho a comerciar con quien quiera comerciar con Cuba. Es escandaloso que la prensa gusana ahora ponga el grito en el cielo y se presente como defensora de la soberanía de Cuba, cuando ellos son los que quisieran que la patria estuviera de nuevo bajo la bota de Washington.
Ahora bien, desde el punto de vista de la clase obrera cubana, y desde el punto de vista de la clase obrera y los revolucionarios a nivel internacional es necesario e imprescindible, cuestionar y preguntarse acerca de estas y otras medidas tomadas por el gobierno cubano, que representan concesiones al capitalismo y al mercado, nacional e internacional. ¿Sirven para defender la revolución cubana? ¿Son necesarias estas concesiones? ¿Son el camino a seguir para salir de la crisis económica tan grave a la que se enfrenta la isla?
La situación económica en Cuba es grave. Muy grave. No hay duda. Los motivos son varios, estructurales y coyunturales, ya lo hemos explicado en detalle en otras partes (“¿Qué implica el Ordenamiento monetario en Cuba?”, Jorge Martín, 17 noviembre 2020). Tienen que ver por un lado con el bloqueo imperialista, el aislamiento de la revolución en un país atrasado, el impacto de la pandemia, de la crisis en Venezuela, la intensificación del estrangulamiento imperialista bajo Trump (que Biden ha mantenido en gran medida). Y además con la burocracia, la corrupción y el despilfarro que son consecuencia de lo anterior, pero que agravan la situación. Esto no es un análisis a fondo, sino una enumeración de factores.
Esta situación lleva a un agravamiento de la escasez, la inflación, el desespero, la erosión y el deterioro de las conquistas de la revolución en los terrenos de la salud, la vivienda, la educación, la falta de perspectivas, la migración masiva, etc.
Un compañero cubano hace unos días me decía: “la situación económica y social es tan desesperada y grave, se ha deteriorado tanto, que hasta yo vería con buenos ojos que al menos en el comercio interior, por vía de inversión extranjera, se llenara esto de tiendas rusas y chinas…Es que hay un desabastecimiento total, cero, no hay nada. Y no se vislumbra una esperanza de mejoría, que es lo peor”
Bien. Ante esta situación tan grave ¿se justifican estas medidas? ¿Acaso los bolcheviques bajo Lenin (y Trotsky) no aplicaron la NEP, dicen algunos?
Las concesiones pueden ser necesarias para atraer inversores y reactivar la economía. Se puede discutir cuántas concesiones y hasta dónde. Pero Lenin nunca planteó la NEP como una panacea, como el método milagroso para «liberar las fuerzas productivas». Los bolcheviques explicaron claramente que era un retroceso , un paso atrás, concesiones peligrosas al capitalismo que conllevaban grandes riesgos.
Y por lo tanto aplicaron una serie de medidas para contrarrestar sus efectos. Entre ellas fortalecer el monopolio estatal del comercio exterior, el poder obrero y la lucha contra la burocracia, además de dar una batalla ideológica para armar a obreros y campesinos, siempre con la perspectiva de la revolución internacional.
En lugar de esto, la perspectiva que parece que se está planteando en Cuba es una de ir por el camino de China y Vietnam que, vamos a estar claros, llevó a la restauración del capitalismo, el aumento brutal de las desigualdades sociales y la concentración extrema de la riqueza y el capital en unas pocas manos, además de la destrucción de muchas de las conquistas de la revolución en ambos países.
O peor, una vía rusa a la restauración capitalista. En algunas de las reuniones recientes entre Rusia y Cuba se ha hablado de aprender y aplicar las lecciones de la economía rusa a la economía cubana (!!). En otra nota de Interfax de enero de este año se anunciaba que:
Durante una reunión en La Habana entre el presidente cubano Miguel Díaz-Canel y Boris Titov, comisionado para los Derechos de los Empresarios del presidente de Rusia, titular del Consejo Empresarial Rusia-Cuba, se tomó la decisión de establecer conjuntamente un «Centro de Transformación Económica “, que preparará transformaciones económicas en Cuba basadas en el desarrollo de la empresa privada.
«El centro de expertos conjunto incluirá, por parte cubana, representantes de ministerios clave y el Banco Central, y por parte rusa, expertos del Instituto Stolypin para la Economía del Crecimiento, el Centro de Investigación Estratégica y el Instituto de Pronósticos Económicos de Rusia. Academia de Ciencias», se le dijo a Interfax en el servicio de prensa del defensor empresarial. (El Instituto Stolypin se convirtió en partícipe del programa de transformación de mercado de la economía cubana, Interfax RU, 19 de enero 2023)
“Transformaciones económicas en Cuba basadas en el desarrollo de la empresa privada”. Lean esto bien. Lo que se propone es usar el modelo de Rusia para transformar la economía cubana.
La restauración del capitalismo en la Unión Soviética fue un auténtico desastre. Una catástrofe en todos los aspectos; político, social, cultural, pero también económico. La economía sufrió una brutal contracción que provocó un colapso generalizado del nivel de vida, una disminución sin precedentes de la esperanza de vida, etc. Además del desmantelamiento de todas las ventajas sociales que la URSS garantizaba, a pesar del carácter estalinista y burocrático del régimen.
Por cierto, que ese proceso es la respuesta más clara a los que en su día defendían que la URSS era “capitalismo de estado” y que por lo tanto no había nada que defender, ya que la restauración capitalista no sería un “paso atrás”, sino un “paso al costado” de un tipo de capitalismo (“de estado”) a otro (“privado”), una alternativa ante la que, según ellos, la clase obrera no debía tomar partido. Lamentablemente parece existen hoy en Cuba algunos socialistas que afirman que lo que hay en la isla es “capitalismo de estado” una teoría que desarma a los revolucionarios e impide la defensa de las conquistas de la revolución.
El caos de la restauración capitalista en Rusia, dirigido y azuzado por los asesores del capitalismo mundial, fue acompañado por un proceso de saqueo de la propiedad estatal, un proceso violento en el que los antiguos burócratas del PCUS se convirtieron en propietarios de los medios de producción, de las empresas, de las concesiones energéticas, etc. A través de métodos mafiosos, de la eliminación física de adversarios empresariales, un proceso de acumulación de capital se abrió paso, en el que un puñado de oligarcas emergieron quedándose con el control de la economía rusa. La clase obrera pagó y sigue pagando un precio muy alto.
Quizás en Cuba algunos en la burocracia piensan que tiene algo que aprender de ese proceso. De cómo los antiguos dirigentes del partido “comunista” (Yeltsin, Chernomyrdin, Chubais, el propio Putin) se convirtieron en poderosos empresarios, gerentes y operadores políticos en la nueva Rusia capitalista.
La carrera del propio Boris Titov es un ejemplo de ello. Titov pasó de ser un alto funcionario del régimen estalinista (vinculado a la exportación de productos petroquímicos) y directivo de una empresa conjunta soviético-holandesa. Después de dos años en esa empresa estatal emergió misteriosamente como propietario de una empresa dominante en el sector de lubricantes y solventes. Defensor a ultranza del liberalismo económico y destacado político conservador, fundó el Instituto Stolypin. El Instituto toma su nombre del primer ministro zarista Pyotr Stolypin, que durante su mandato de 1906 a 1911, trató de aplicar reformas económicas capitalistas para reactivar la economía del Imperio Ruso al mismo tiempo que utilizaba las medidas más brutales para aplastar al movimiento obrero, que acababa de protagonizar la revolución de 1905.
Si la clase obrera y el pueblo trabajador cubano tienen algo que aprender de la restauración capitalista en Rusia, es el hecho de que fue un desastre absoluto para los trabajadores.
No es por casualidad que las declaraciones más atrevidas de Titov no han sido reproducidas en la prensa cubana y hay que buscarlas en la prensa rusa.
Es urgente abrir un debate en Cuba acerca de estas cuestiones y decir claro y alto: la democracia obrera y el internacionalismo proletario son la única manera de defender las conquistas de la revolución, defenderlas contra el cerco imperialista y el mercado capitalista mundial, y defenderlas también contra cualquier intento de restaurar el capitalismo por la vía china o vietnamita (o peor, la vía rusa).
Aquí el texto completo en español de la nota de Interfax:
«Titov: los inversores rusos planean desarrollar unos 30 nuevos proyectos en Cuba, incluido el ensamblaje de UAZ
19 de mayo. Interfax-Russia.ru – Alrededor de 30 proyectos manufactureros planean desarrollar los inversionistas rusos en Cuba, informó el servicio de prensa del Comisionado Presidencial ruso para la Protección de los Derechos de los Empresarios, Boris Titov, quien también es jefe del Consejo Empresarial Rusia-Cuba.
«Al margen de la comisión intergubernamental tuvo lugar el foro «Diálogo Empresarial Rusia – Cuba» organizado por nuestro consejo empresarial. En él participaron 46 empresas rusas. Y si antes del foro nuestra cartera constaba de 11 proyectos de inversión, después del foro fueron cerca de 30″, – el servicio de prensa cita las palabras del defensor de negocios después de la reunión de la comisión intergubernamental sobre la cooperación comercial, económica, científica y técnica entre Rusia y la República de Cuba celebrada el jueves en La Habana.
Según Titov, se discutió, por ejemplo, sobre la organización del montaje de vehículos UAZ en Cuba, sobre la venta de automóviles de fabricación rusa, sobre la creación de un centro de servicios para su reparación y mantenimiento.
«Se elaboraron proyectos para la construcción de una planta de energía solar, la reconstrucción de empresas de industria ligera, la organización de la producción de materiales de construcción, harina, zumos, bebidas alcohólicas, el procesamiento de torta de soja y caña de azúcar, que es especialmente importante para la economía cubana, a cambio de suministros de fertilizantes minerales de Rusia», dijo el comisario.
También hablaron de empresas conjuntas para desarrollar varias zonas hoteleras y turísticas. «Ya podemos ver formas concretas de abrir restaurantes, primero en La Habana y luego en otras ciudades cubanas. Por supuesto, el tema de interés para casi todos los participantes en el Consejo Empresarial es el establecimiento de una casa comercial ruso-cubana. Esto podría ser realmente un paso decisivo en el suministro de productos rusos al mercado cubano. Por supuesto, hay problemas logísticos, debemos trabajar en la reducción de los costes de flete, poner en línea buques rusos y cubanos», – dijo Titov.
También se refirió a la digitalización. Según él, Rusia tiene mucha experiencia en la creación de superservicios digitales, que ayudan a los empresarios a ponerse en contacto tanto con el Estado como entre sí con el mínimo esfuerzo. «Esto se aplica al registro de empresas, al pago de impuestos y a todo tipo de servicios financieros. La parte cubana ha confirmado su voluntad de adaptar tales productos. Además, los especialistas del centro bilateral de expertos sobre la transformación de la economía cubana, creado con nuestra participación, creen que la digitalización puede convertirse en un motor de las reformas del mercado, ayudar a Cuba a reducir el movimiento de dólares en efectivo y la economía sumergida en general», dijo Titov.
El comisario señaló que las autoridades cubanas están dispuestas a conceder condiciones especiales a los empresarios rusos: arrendamiento de tierras a largo plazo, importación libre de impuestos de maquinaria agrícola y apoyo a una casa comercial.
«Pero también nos gustaría ver nuevas medidas. Hasta ahora no se ha resuelto la cuestión de las preferencias fiscales, la política de personal independiente de los empleadores rusos en Cuba, incluido el derecho a la libre contratación y liberación de empleados, el acceso preferencial de las empresas rusas a la contratación pública de la República de Cuba (para una lista separada de bienes). Esperamos que en un futuro próximo se produzcan avances en estas cuestiones y todo el conjunto de preferencias quede consagrado por ley», resumió Titov.»
Publicamos, con permiso del autor, este texto del comunista cubano Léster Pro acerca de las contradicciones a las que se enfrenta la revolución cubana. Creemos que las reflexiones que hace merecen la máxima difusión.
Hace tiempo quería hacer este comentario-aldabonazo, pero estaba viendo cómo se desarrollaban los acontecimientos. Todavía estamos a tiempo.
Todo el mundo se queja de la crisis económica en Cuba, pero pocos analizan los porqués. ¿Qué más da?, si saber por qué la flauta de pan está a $120 no va a hacer que baje… o eso creen.
Lo cierto es que la goma de la economía nacional está atascada en un fango complicado y el carro no camina. El carro de las mayorías. Porque el otro, el del 1%, avanza feliz a todo dar.
Mirémoslo como un cuento:
Érase una vez un país subdesarrollado que, luego de superar una profunda crisis de 15 años, llevaba su crecimiento económico a buen ritmo. El terrible Período Especial, la mayoría nos acordamos bien de él. De un día para otro nos vimos friendo los huevos en hojas de plátano y lavando ropa con maguey.
Entonces existía un Estado Papá, que siendo pobre repartía lo que tenía, y que siendo menos pobre, también.
Pero hacía falta avanzar más y más rápido. Y un día le cambiaron el nombre a los estímulos morales al trabajador, que defendió el Che, y les llamaron “gratuidades indebidas”.
Y otro, la frase “Sin azúcar no hay país” dejó de tener sentido.
Y otro, las tiendas vendieron productos a ocho veces su precio.
Y otro, llenaron las escuelas de teleclases en piloto automático y valientes sin preparación pedagógica.
Y otro, un ministro dijo que el mercado se regulaba solo, en televisión nacional.
Y los directores se empezaron a llamar “gerentes”, y ya no se desvelan: ahora facturan.
Procesos paralelos.
La economía creció y mejoró la cosa, levantó su cerveza y sonrió, pero no vió lo que crecía en los cimientos.
Cuando llegó Irma, ya la grieta estaba allí. Su nombre: lucha de clases.
El huracán sopló miles de millones de sudor y lágrimas hacia el mar. Catastrófico.
Y vino otro, y otro más. Y llegó Trump (coño e’ su madre) con sus 243 medidas. Y la apocalíptica pandemia, que traía una crisis mundial que nadie podía calcular. Y la guerra en Ucrania, que desestabiliza mercados y suministros.
Y entonces decidió nacer la Tarea Ordenamiento.
Postergado su alumbramiento durante 10 años, ya no daba más, había que parir.
Ella traía las mejores intenciones, estaba bien hecha… pero incompleta. Le faltaba una pieza que conectara su grandeza con sus propios pies, y un antídoto contra la falta de divisas.
El resultado fue una terapia de choque, inevitable y cruda.
Se desataron a las empresas para que hicieran sus negocios. Le llamaron a eso autogestión. Autogestión de los gerentes, puesto que los trabajadores nada tienen que opinar, cuando una empresa decide inflar sus precios, derrochan indecentes cantidades de dinero en eventos, alojar sus directivos en hoteles, muebles de oficina, café de la chopi y llantas nuevas para el carro. O cuando pagan mil pesos a un contratista privado por clavar una puntilla sin licitación.
Y entonces el capitalismo, que por más de medio siglo esperó para meterse, se metió, bajo una piel de oveja llamada Mipyme.
Invirtió cuatro pesos en bares, restaurantes y hostales, administrados por personas con los vínculos y amiguitos correctos que envían por el Estrecho de La Florida las riquezas extraídas de cubanos bolsillos, mientras deja unas migajas en la mesa.
Pero bajo la alfombra donde nadie mira, la grieta crece. Las clases sociales luchan, pero no se escuchan las armas.
Cada vez que un anciano se queja de que su antigua placita socialista ahora vende un particular demasiado caro, suenan esas espadas.
Cuando ese mismo anciano debe hacer colas durante horas porque un burócrata no pudo o no quiso idear la forma de aliviarlas, cuando su nieto no alcanza matrícula en un Círculo Infantil, cuando debe comprar miles de pesos en regalos para un médico corrupto, cuando se levanta una mansión para algún jerarca pero no hay cemento para arreglar su vieja casa, cuando su hija desfallece por las largas jornadas de trabajo con el particular, cuando debe gastar su jubilación en medicamentos por la calle porque en la farmacia no hay, suenan y suenan.
Hay una crisis mundial. La inflación destruye hogares a lo largo y ancho de la Tierra y el Bloqueo esta de puya.
Pero en Cuba el pan de cuatro pesos ahora vale 120. Eso es 30 veces más. La carne de cerdo y el huevo subieron 25 veces. Y los salarios solo aumentaron en 5. Una megainflación brutal.
Porque ese pan de $120 ahora lo fabrica un particular, y le pone el precio que quiera. Sólo le importa SU ganancia a cualquier costo.
Porque ahora el pan de $5 estatal solo se vende una vez al mes, ya que no hay suficiente harina de trigo, pero la galleta y el pan particular carísimos no faltan.
Porque el motonetero quiere ganar más y sólo se mueve alquilado.
Porque el campesino con nueva mentalidad y sin contrato con un Acopio ya fantasmal, ahora no necesita sembrar una caballería de cultivos varios si puede ganar bastante con dos hectáreas de pimiento.
Porque la reventa de productos de las tiendas ahora es legal.
Porque hay miles de familias que aún no tienen libreta de abastecimiento.
Porque una empresa estatal sin supervisión decidió competir en precios con el privado y vende la cajita pequeña de jugo a $150 y el café a $180
Porque una comercializadora decidió gastar los escasos dólares del país en muebles, jacuzzis y jamón ibérico que fenecen en las tiendas en MLC… junto a cientos de artículos inútiles que casi nadie compra.
Porque donde se va retirando el Estado llega el privado con sus leyes y sus precios más salvajes que el peor neoliberalismo latinoamericano.
Porque Stolypin nos está enseñando a construir castillos en el aire.
Porque Marx ya no está en ese logotipo.
Porque la banda municipal sólo toca en la glorieta del Parque cuando hay visita.
El 10 de mayo, el director de la revista cubana Alma Mater, Armando Franco, que fue “liberado del cargo” el 26 de abril, habló por primera vez acerca de las circunstancias de su cese. Recordemos los hechos. El 26 de abril, el equipo editorial de Alma Mater publicó una escueta nota en sus redes sociales anunciando que el director de la revista había sido “liberado de su cargo” por decisión del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas. Al conocerse la decisión hubo un alúd de críticas y pronunciamientos públicos contrarios a lo que se interpretaba como un ataque a la línea política de periodismo crítico y veraz de la revista.
El director de Alma Mater recibió el respaldo público de figuras destacadas de la revolución, en la UPEC, el coordinador de los CDRs, etc. Y posteriormente en el 1º de Mayo, incluso por parte de la esposa del presidente Díaz-Canel. Finalmente se realizó una reunión con el responsable ideológico del CC del Partido Comunista, la secretaria de la UJC de la que salió un comunicado en el que se reconocía la valía de la labor de Armando Franco, se hablaba de errores cometidos con él y se prometía “depuración de responsabilidades” al respecto. El tema parecía cerrado. Armando Franco había sido destituido, pero su nombre y su labor quedaban libres de mácula. La UJC salvaba cara hablando de un “proceso natural de renovación”.
Hasta ayer. ¿Cual fue la explicación que dió Armando Franco acerca de su cese?: «Ante mi petición de explicaciones, ambos [un representante de la UJC y uno de la Editora Abril[ expusieron que ‘la decisión, aprobada el 20 de abril, era producto de continuos errores en el trabajo editorial de la revista’. Sobre la mesa estuvo todo el tiempo un documento que ambos consultaron indistintamente para listar esos ‘errores’.» … «La funcionaria de la UJC me interrumpió y entre otros criterios más bien groseros, que omito ahora por educación, dijo: ‘A tí debimos botarte hace mucho tiempo, no hay nada más que hablar, te estamos haciendo el favor de liberarte. Puedes hacer lo que quieras, es una decisión nuestra’.”
Esto confirma lo que comentamos desde el primer momento, el cese fue un acto de censura política de la línea editorial de la revista. Luego, ante el alud de quejas y reacciones contrarias, hubo que inventar un supuesto «proceso natural de relevo», en la explicación dada por la primera secretaria de la UJC. Ahora, al hacer pública su versión de los hechos, Armando Franco contradice esa versión y desafía el silencio burocrático que se le había impuesto.
El mismo día de la publicación las redes sociales de Alma Mater anunciaban dos cambios de personal. El director de la Editora Abril, Asael Alonso Tirado, que había participado en la reunión en la que se cesó a Armando Franco, era “liberado de sus funciones”, y se nombraba a un nuevo director de la Editora (proveniente del Periódico Girón, de Matanzas) y un nuevo director de Alma Mater, proveniente de Juventud Rebelde. Ambos nombramientos se interpretan como un espaldarazo a la línea editorial que Armando Franco había seguido en Alma Mater. El cese de Asael Alonso no se puede interpretar más que como una aplicación de la “depuración de responsabilidades” que se había anunciado en el comunicado de la secretaria de la UJC Aylín Alvarez.
Este caso revela una profunda lucha entre diferentes tendencias dentro de la oficialidad en Cuba, que en el caso del tratamiento de los medios se dirime entre un sector estalinista y burocrático que quiere cerrar filas o incluso retroceder al oscuro pasado del Quinquenio Gris de censura estalinista, y otros que quieren aires frescos, crítica e información veraz en los medios oficiales. La disputa no se limita obviamente a los aspectos de la libertad de discusión revolucionaria, sino que se extiende a todos los ámbitos de la discusión sobre el futuro de la revolución cubana, incluyendo el de la política económica.
La opinión de la Corriente Marxista Internacional sobre estas discusiones es clara y la hemos explicado en numerosos artículos. Estamos incondicionalmente por la defensa de la revolución cubana contra el bloqueo y la agresión imperialista. Pensamos que la defensa de la revolución cubana también implica la lucha contra la burocracia, que ahoga la iniciativa de la clase obrera y la juventud, es causa de ineficacia, corrupción y provoca desidia e indolencia, y solo se puede combatir con la más amplia participación y poder de decisión de la clase obrera en todos los ámbitos, es decir, una auténtica democracia obrera (que no democracia liberal burguesa). Para nosotros la defensa de la revolución cubana también pasa por combatir todas las tendencias que empujan hacia la restauración del capitalismo y el debilitamiento de las formas de propiedad que resultaron de la abolición del capitalismo y sobre las que se asientan las conquistas de la revolución, que aunque debilitadas todavía existen.
“Es que yo estoy segura que, como yo, muchos esperaron una letra al menos. Y yo no puedo admirar a quien haya decidido el silencio”, me escribió hace un par de noches una usuaria de AM.
En realidad, no le falta razón. Ni a ella ni a otros que a través de las redes o llamadas telefónicas nos reclamaron una explicación sobre lo sucedido con nuestro equipo en la revista Alma Mater. Ya habló un funcionario del PCC, la UPEC y la 1ra Secretaria de la UJC, pero nosotros no.
En cierto modo, el silencio nos/me hace cómplice de lo sucedido y sus posibles interpretaciones. Para algunos, mi mutismo ha sido una confirmación de que fue una decisión justa, de que algo hice o andaba mal, de que las organizaciones políticas no se equivocan y que, si así fueron las cosas, es porque así tenían que ser.
En este texto no dejo mi opinión. Esa la he reservado para espacios más fecundos, aunque hasta ahora no haya sido suficiente. Tras dos semanas de análisis, esperas y frustraciones, comparto algunos detalles desde mi perspectiva para saldar una deuda: conmigo mismo y con los lectores de AM.
¿Cuáles fueron las razones de mi salida de AM?
El martes 26 de abril me citaron a la oficina del director de la Editora Abril a las 7 y media de la mañana. Tres horas después tendría lugar un Consejo de Dirección Extraordinario cuyo objetivo desconocíamos sus miembros.
Allí Nislay Molina (Ideológica del Comité Nacional de la UJC) y Asael Alonso Tirado (director de la Editora Abril) me informaron que, por decisión de la Comisión de Cuadros de la UJC, había sido liberado.
Sin mayores detalles ni tiempo para el intercambio, la funcionaria del Comité Nacional expuso cómo sería el proceso de entrega a través del cual abandonaría la Editora en horas y esperaría en mi casa por una ubicación laboral.
Ante mi petición de explicaciones, ambos expusieron que “la decisión, aprobada el 20 de abril, era producto de continuos errores en el trabajo editorial de la revista”. Sobre la mesa estuvo todo el tiempo un documento que ambos consultaron indistintamente para listar esos “errores”.
Por razones éticas no incluyo los detalles de los trabajos señalados; en mi opinión, salvo un par de señalamientos válidos que en su momento fueron corregidos, el resto de los textos son probablemente los mejores resultados periodísticos de AM durante mi dirección.
En aquel encuentro intenté explicarles el sinsentido de lo que exponían. La funcionaria de la UJC me interrumpió y entre otros criterios más bien groseros, que omito ahora por educación, dijo: “A tí debimos botarte hace mucho tiempo, no hay nada más que hablar, te estamos haciendo el favor de liberarte. Puedes hacer lo que quieras, es una decisión nuestra”.
El director de la Editora se limitó a ratificar lo que decía la Miembro del Buró y a dejar claro todas las veces que me había “alertado sobre mis fallas”, con notable intención de librar responsabilidades.
Ese mismo día, a las 11 de la mañana, la funcionaria de la UJC informó la decisión tomada al Consejo de Dirección y desestimó los argumentos de algunos de los presentes en contra de la medida porque, una vez más, “se trata de una decisión tomada, solo vinimos a informar”.
¿Por qué la mayor parte del equipo pidió la baja de la revista?
El mismo martes 26, en horas de la tarde, me reuní con el equipo para informar lo sucedido. Después de ese encuentro, a raíz de una decisión colectiva, publicamos la nota (https://bit.ly/NotaAM1 ) con la medida tomada en donde utilizamos las mismas palabras con las que me lo habían dicho.
El comunicado fue solo un recurso para notificar lo ocurrido y la consecuente interrupción del trabajo de la revista pues, hasta ese momento, nadie había mencionado cómo continuaría funcionando y quién sería responsable.
El cronograma de entrega presentado por la funcionaria de la UJC incluía una reunión para informar al equipo de la revista el miércoles 27 a las 9 de la mañana y ahí estuvieron todos los de AM. Sin embargo, según palabras del director de la Editora a los dos subdirectores de la revista, “el Buró Nacional decidió que este encuentro no ocurriría, pues ya todo estaba dicho”.
La negativa a conversar con el equipo, la inconformidad con la “liberación” y la falta de explicaciones para esta, provocaron que algunos miembros de la revista solicitaran su baja. No existieron presiones ni condicionamientos. En cada caso, fue una decisión personal. Un periodista y la secretaria de la redacción decidieron mantenerse. El resto, todos jóvenes, buscan hoy otros destinos laborales.
¿Fue un proceso natural de renovación?
Aunque durante estas dos semanas se ha mencionado una y otra vez que la medida es producto de un proceso natural de renovación, cuesta creer que sea esa la razón.
La dirección de la UJC estaba al tanto de mis planes de dejar AM después del centenario de la revista el próximo noviembre, cuando cumpliría tres años como director. Para ello, ya habíamos iniciado una serie de transformaciones en las dinámicas de funcionamiento y la conformación del equipo que garantizarían continuidad llegado ese momento. Solo faltaban cinco meses.
No parece renovación natural un proceso que no incluyó ni ubicación laboral para mí ni un director para AM, que no garantizó el trabajo de la revista tras la liberación. Resulta incoherente realizar cambios en AM por razones “naturales”, mientras la editora vive una crisis de directivos y periodistas.
¿Qué sucedió con los canales de AM?
Aunque los canales y la dinámica editorial de AM no fueron prioridades durante el proceso de “liberación”, entregamos al subdirector de la Editora Abril, Yunyer Feliciano, todos los espacios donde se publicaban contenidos.
Se incluyen ahí una página en Medium, 25 grupos de WhatsApp y perfiles en Facebook, Telegram, Twitter, Instagram, Ivoox y Youtube.
Tras la nota de mi liberación, lo publicado y sobre todo, lo no publicado ante las emergencias informativas de los últimos días, no son responsabilidad del anterior equipo.
¿Qué dijo la FEU?
Según las explicaciones de Nislay Molina, “la presidenta de la FEU de Cuba, Karla Santana, participó en la Comisión de Cuadros y aportó elementos en contra de tu gestión. También te estamos liberando por la desatención de AM a la FEU”.
Ese es un argumento fácilmente desmontable. Quienes leyeron con frecuencia AM durante el último par de años fueron testigos de que para nosotros la cobertura a la vida de la FEU, las universidades y los universitarios cubanos fue prioridad. Por supuesto, desde la visión de nuestro equipo. Los múltiples contenidos publicados están ahí para demostrarlo.
Durante sus meses como Presidenta Nacional de la FEU, Karla Santana jamás nos comunicó alguna insatisfacción sobre el trabajo de la revista. Hasta el momento, la FEU no se pronunció sobre lo sucedido con AM.
Recibimos muestras de sorpresa y decepción de casi todos los miembros del Secretariado Nacional de la FEU, de muchos presidentes de Universidades y de estudiantes de varias facultades a lo largo del país. Valdría la pena preguntarse, ¿a los intereses de qué FEU no respondió AM?
¿Qué dijo la UJC?
El 28 de abril la Primera Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba – UJC, Aylin Álvarez, realizó una publicación en su perfil de facebook (https://bit.ly/post1UJC ) porque “en las últimas horas muchos han puesto su atención en el caso del joven periodista Armando Franco, lo que involucra a nuestra organización. Por ello, me parece necesario hacer las siguientes aclaraciones”
De los argumentos expuestos en dicho post, lo único exacto es lo referido a que los cargos directivos de los medios de la Editora Abril son competencia del Comité Nacional de la UJC y de su Comisión de Cuadros. El resto de las aclaraciones no son ciertas ni coincidentes con lo sucedido en mi caso.
Ese mismo día, en presencia de Rogelio Polanco, Jefe del Departamento Ideológico del CC-PCC, le expliqué a la Primera Secretaria cómo se desarrolló el proceso de “liberación” y lo expuesto por sus subordinados Nislay Molina y Asael Alonso.
Aylin Álvarez mostró sorpresa y los responsabilizó, de ser cierto lo dicho por mí, porque según ratificó, “se trataba de un proceso de renovación natural”. Además, mostró satisfacción por los resultados obtenidos por la revista y desconocimiento sobre los supuestos errores que me habían adjudicado.
Horas más tarde realizó una segunda publicación (https://bit.ly/post2UJC ) en donde dijo: “Recepcioné cada elemento señalado por él, con la encomienda de seguir profundizando en estas circunstancias y depurar responsabilidades. Coincidimos en lo inadecuado de algunas acciones hacia él y el colectivo de Alma Mater, que propiciaron la percepción de que había sido sancionado o expulsado de la revista, las que constituye un error de procedimiento a analizar”.
Además, menciona: “Su liberación, valorada en la Comisión de cuadros de nuestra organización, no tenía más propósitos que el de aprovechar su experiencia y conocimientos en otros proyectos de comunicación, que ya se le habían anunciado, avalado por sus resultados evidentes en Alma Mater”.
Es cierto que a mediados de abril la UJC me propuso dejar AM para incorporarme a un nuevo proyecto de comunicación pero, como sabía la Primera Secretaria, respondí que mi intención era mantenerme en la revista hasta noviembre.
De igual modo, se comprometió a reunirse con el equipo de la revista, algo que sucedió el martes 2 de mayo.
Para este encuentro solicitamos la presencia de Karla Santana, Nislay Molina y Asael Alonso, de modo que con todos los involucrados dilucidáramos lo acontecido y estableciéramos responsabilidades. A pesar de comprometerse con ello, la Primera Secretaria decidió a última hora que los mencionados no debían participar.
Durante la charla, Aylin Álvarez reconoció errores cometidos debido a que “afloraron cuestiones personales” y se comprometió a tomar medidas al respecto. Hasta el momento, no nos han notificado ningún resultado en este sentido.
¿Qué dijo el PCC?
Durante estos 15 días, sostuve un encuentro con el Funcionario Enrique Villuendas y tres con Rogelio Polanco, Jefe del Departamento Ideológico del CC-PCC. Este último me explicó que, aunque la decisión fue liberarme, se trataba de una promoción; no respondía a problemas con AM.
Durante los encuentros conversamos más acerca de lo inadecuado del cómo que sobre las razones del qué. En cada reunión manifesté que la decisión de liberarme en este momento me parecía desafortunada, sobre todo para la revista. De igual forma expuse mi deseo de que toda la situación fuera aclarada y se tomaran las medidas pertinentes con los presuntos responsables.
Durante el último intercambio, el pasado viernes, Rogelio Polanco me ofreció una ubicación laboral que gentilmente rechacé, a pesar de tratarse de una opción que mucho tiene que ver con mis intenciones profesionales.
¿Cuál es el contexto?
Omito en este texto menciones a otras cuestiones que gravitaron sobre AM y cada uno de sus miembros durante los últimos meses; aunque quizás incidieron en esta lamentable situación.
La gente de AM, a la que agradezco cada muestra de gratitud recibida antes y durante los días recientes, conoce muy bien el fuego desde todos los flancos al que estuvimos expuestos.
AM no fue mejor ni peor durante estos casi tres años. No pretendió serlo. Intentamos hacer periodismo y respetamos el criterio que tenga cada lector de nuestro trabajo. Nos gustaría que las próximas etapas de AM sean mucho mejores que la lograda por nuestro equipo.
Probablemente por ello nos duele tanto el estado actual de la revista. Intentamos entender cómo y por qué llegamos a este punto; cuáles son los siguientes pasos para cada uno de nosotros. De hecho, parte de nuestro equipo colaboró voluntariamente en la cobertura de algunos medios al fatídico suceso del Hotel Saratoga.
En los próximos días, semanas, meses, cada uno escogerá su camino dentro o fuera del periodismo cubano. Yo solo aspiro a volver a creer, a encontrar razones para seguir intentando.
La foto del día del encuentro del equipo de AM con Aylin Álvarez
A primeras horas de la tarde del 26 de abril se informaba de la destitución del director de la cubana Revista Alma Mater. La decisión ha causado enorme revuelo y conmoción en las redes sociales en la isla y más allá de las redes también.
La nota, muy escueta, de apenas 23 palabras, decía:
“Por decisión del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, Armando Franco Senén fue liberado de sus funciones como director de la revista.”
El motivo del revuelo causado es porque se ha interpretado universalmente que la decisión es una censura a la línea político-editorial de la redacción que presidía Armando Franco Senén.
Desde el punto de vista formal, la decisión no se podía haber tomado de peor manera. La revista Alma Mater (fundada en 1922 por Julio Antonio Mella) es la revista de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), pero la decisión fue tomada por el Buró de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba – UJC, así como para recordar que nada se hace sin el permiso de las altas instancias.
La nota que informa de la decisión no dice el motivo de la misma. No trata ni siquiera de ofrecer una justificación. Tampoco trata de explicar si la decisión fue de mutuo acuerdo. Esta opacidad no es casual. Quiere transmitir un mensaje claro: la burocracia es la que manda, el que se salga de la línea tiene que aceptar las consecuencias. En realidad habría que preguntarse ¿sabríamos siquiera de la decisión, sino fuera porque la redacción decidió publicar esa escueta nota en sus redes sociales?.
Algunos han salido en las redes a pedir cautela. No hay que precipitarse, no se puede comentar ni mucho menos criticar sin conocer los motivos, dicen. Bien, pero la pregunta es ¿quién es responsable de que no se conozcan los motivos? Los que tomaron la decisión pero optaron por no ofrecer explicaciones. Es decir, en este caso, el Buró de la UJC.
Ante esta falta de explicaciones es normal, justificado diría yo, interpretar que el cese (de esto se trata a pesar del uso del eufemismo “liberación”) de Armando Franco Senén, es una represalia política por la línea editorial de la revista que dirigía hasta ayer.
Alma Mater es una revista que se dirige a la juventud cubana, particularmente la juventud estudiantil. Para llegar a su público potencial, la revista había adoptado un estilo desenfadado e incluso en algunos aspectos crítico con la oficialidad.
Algunos ejemplos. Ya en el número de enero de 2021 (http://media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2021/01/AM592_Enero2021.pdf), después de los acontecimientos de la sentada del 27N y la Tángana de Trillo, Alma Mater preguntaba a varios jóvenes cómo veían el 2021. Entre las respuestas se encontraban estas observaciones bien agudas (énfasis nuestro):
“Prefiero pensar el 2021 como el año de los intentos. Un tiempo en que el optimismo crítico se imponga ante la norma dogmática, ante las soluciones chatas que ofrece el burocratismo ideológico, que funcione como puente de diálogo, y de paso logremos el reentronque, la profundización teórica y práctica del socialismo cubano partiendo siempre de las expectativas de nuestra gente.” (Yosvani Montano)
“Por otro lado, se ha hablado mucho de democracia socialista, y de su profundización. Pero se ha relacionado poco con un proceso que llegará próximamente: la autonomía empresarial. En un escenario social en que las empresas serán más autónomas en sus decisiones, ¿qué grado de participación tendrán los trabajadores en la toma de esas decisiones? La democracia obrera y laboral será una pieza clave de la profundización y el mantenimiento del socialismo en Cuba.” (Iramís Rosique)
El mismo número de la revista publicaba un artículo muy agudo de Fabio E. Fernandez Batista en el que entre otras cosa decía:
“Desde posiciones diversas se modelan diferentes proyectos de nación. Unos anclan en plataformas abiertamente conectadas con los intereses de la gran potencia que no nos soporta. Otros esbozan, generalmente con palabras bellas, los caminos de la restauración capitalista que nos llevarían a la dependencia. Frente a ambas proyecciones se erigen dos respuestas. La anclada a una lectura conservadora del socialismo y la que entiende que solo con la renovación del proyecto será posible vencer los retos actuales. Vale aclarar, desde el inicio, que construyo este texto a partir de los soportes de la última línea definida.
“Esta nueva manera asumir el hacer política en Cuba pasa por la superación de versiones cerradas y dogmáticas del socialismo que aún detentan importantes cuotas de poder. Una estructura burocratizada, ineficiente, conformista y acostumbrada al monólogo no puede comandar la batalla que se dirime en la hora actual.Los temores a reformar nuestro socialismo le hacen el juego a la agresión externa, crean condiciones para el avance de las fuerzas propulsoras del capitalismo y le fallan a la ciudadanía. De manera puntual, resulta apremiante romper con la inercia del campo mediático-informativo, acostumbrado a responder con tardanza y a pelear de riposta. Fallar en el terreno de los medios es entregar las llaves de la casa al enemigo.
“La derrota del socialismo anquilosado ha de conectar con el fortalecimiento de aquellas corrientes que postulan rejuvenecidas maneras de alcanzar el horizonte de emancipación gestado en las coordenadas del marxismo. Hoy coexisten en Cuba tendencias representativas de ese modo otro de encarar la construcción de un proyecto anticapitalista. Están dentro de la institucionalidad, pero sobre todo en diversos ámbitos de la sociedad civil.” (Coordenadas para hoy, Fabio E. Fernández Batista, Alma Mater 592, Enero – Febrero – Marzo 2021)
Los periodistas de Alma Mater estuvieron en las calles durante las protestas y contra-protestas del 11J, incluso uno de ellos fue detenido en las mismas. La revista hizo un intento por catalogar y analizar lo que había sucedido y publicó un extenso reportaje con cinco jóvenes cubanos (https://medium.com/revista-alma-mater/11j-7b492dbc4ec0) acerca de los acontecimientos, en el que se vertían opiniones críticas y diversas acerca de los mismos, con una discusión de los motivos que los causaron, la actuación de la policía, etc.
Esta línea editorial crítica le generó a Alma Mater todo tipo de ataques. Ya en noviembre de 2021, la revista denunciaba una serie de ataques y calumnias bastante serias (https://www.facebook.com/RevistaAlmaMater/posts/6847035611980919) se acusaba a la revista de haberse alejado de Mella e incluso de estar más cercana al dictador Machado (!). Claramente, a algunos sectores, estalinistas, de la burocracia, molestaba la línea editorial de la revista. Se acusaba a la redacción de “anexionistas y oportunistas que disfrazan sus discursos como izquierda crítica”. Algunos de los mensajes en las redes exigían justamente una depuración de la redacción.
En realidad, Julio Antonio Mella, fundador del primer Partido Comunista de Cuba, era una persona de ideas firmes y nunca rehuía la polémica ni la crítica. Eso le llevó a todo tipo de enfrentamientos durante su militancia tanto en el PCC como en Partido Comunista de México, incluyendo su expulsión del partido en 1926 a raíz de la huelga de hambre que realizó estando encarcelado. A los que decían que la redacción de Alma Mater no hacía honor a su fundador, muchos respondieron que los que hacían las críticas probablemente hubieran estado con los que expulsaron a Mella.
Los ataques arreciaron de nuevo hace unas semanas, cuando la revista se hizo eco de las burlas en las redes de la publicidad de la empresa alimentaria Prodal (https://medium.com/revista-alma-mater/viva-la-salchicha-9282c88f7b8f). El artículo en sí era inócuo, pero claramente molestó. Como también molestó una nueva sección de la revista que explicaban las diferentes definiciones de palabras comunes, incluyendo las acepciones soeces o populares de las mismas. Ese fue el último aviso, el 11 de abril (https://www.facebook.com/RevistaAlmaMater/posts/7696797350338070). En menos de quince días el director fue cesado.
Con estos antecedentes, y teniendo en cuenta la manera en que se anunció la decisión, es imposible no sacar la conclusión de que el motivo de la misma es la censura política fulminante de la línea editorial de Alma Mater por parte de la burocracia.
No hace falta estar de acuerdo con todo lo que la revista publica (por ejemplo el artículo post-11J sobre la economía entrevistaba a economistas que quieren ir más rápido hacia la “liberalización”). Lo que está claro es que la causa del socialismo y de la revolución cubana no se fortalece con decisiones de este tipo, sino todo lo contrario.
La arbitrariedad burocrática, el pensamiento único impuesto desde arriba, no tienen nada de revolucionario y su efecto es el de alienar a un sector creciente de la población, particularmente entre la juventud, de la tarea necesaria de la defensa de la revolución cubana. Y además fortalece a los medios de la contrarrevolución, si la gente no puede leer información veraz ni opiniones críticas en los medios del estado, algunos terminarán leyendo los medios pagados por Washington.
En un país en el que existe el monopolio estatal de la prensa, ésta debe abrir sus puertas a todas las corrientes de opinión dentro de la revolución. Que no se nos diga que la crítica revolucionaria mina la necesaria unidad de revolución cubana ante sus enemigos. Al contrario, la ausencia de crítica, el oficialismo gris y castrante es lo que la mina.
El período de 1959 a 1971 fue quizás el de mayor peligro para la revolución cubana, la invasión de Playa Girón, la crisis de los misiles, etc. Y ese período se caracterizó por las más amplias polémicas y debate de ideas en todos los campos (del arte y la literatura, de la estrategia revolucionaria, de la política económica y de la enseñanza del marxismo, entre otros).
Que no se nos diga que eso no es posible ahora, porque al final lo que sucede es que solamente las opiniones oficiales y las contrarrevolucionarias son las que tienen acceso a los medios (unas en los del estado, otras en los que financia el vecino del norte). Y entre las opiniones oficiales muchas se dedican a promover la propiedad privada, las mypimes, como salida a los desafíos económicos a los que se enfrenta la revolución, o a defender la burocracia, sus errores, y sus privilegios.
Lo que la defensa de la revolución cubana requiere en esta hora de dificultades y peligros es justamente la más amplia discusión y confrontación de ideas. La destitución del director de Alma Mater es por tanto un golpe a la revolución cubana.
Toda nuestra solidaridad con Armando Franco Senén y la redacción de Alma Mater.
Al final, la muy anticipada manifestación opositora del 15N en Cuba no se materializó. Los vínculos de los organizadores con Washington y con elementos contrarrevolucionarios y terroristas quitó cualquier legitimidad a la convocatoria.
La represión policial selectiva hizo el resto. Al final la cara pública del 15N Yunior García, después de desconvocar, terminó saliendo para Madrid. Pero quizás lo más significativo de esos días, y que ha sido silenciado por los medios de comunicación occidentales capitalistas, es el surgimiento del movimiento de los pañuelos rojos.
El fracaso total del 15N ha asestado un duro golpe a todos aquellos que esperaban y habían preparado un escenario de nutridas manifestaciones antigubernamentales, represión policial y cambio de régimen. Los EEUU habían lanzado advertencias de más sanciones si el gobierno cubano reprimía, utilizando la doble vara de medir imperialista que es ciega ante la brutal represión y los asesinatos policiales en su propio país. Diputados europeos trataron de desembarcar en la isla al grito de “queremos para Cuba lo mismo que tenemos en Europa”. Ellos se referían a los supuestos “derechos humanos”, pero la policía fronteriza polaca daba en estos mismos días una imagen muy diferente de la auténtica actitud hacia los derechos humanos por parte de la UE capitalista, usando gas lacrimógeno, alambre de púas y cañones de agua contra los refugiados que pedían asilo y acogida humanitaria.
Cometieron un grave error, el de subestimar el profundo sentimiento e instinto antiimperialista del pueblo cubano. El 11J unos pocos miles salieron a protestar en diversas ciudades de la isla. Sus motivaciones eran varias. A muchos les movía la protesta contra el deterioro de las condiciones de vida y la penuria diaria que tienen que sufrir. Una situación creada por el bloqueo de EEUU (que Trump incrementó sustancialmente y Biden ha dejado intacto), severamente agravada por la pandemia (que eliminó el vital ingreso turístico), y empeorada por las medidas del Ordenamiento aplicadas por el gobierno desde el 1 de enero. A todo esto se unen los problemas crónicos causados por la gestión burocrática de la economía planificada y el impacto negativo de las medidas de apertura al mercado capitalista.
Entre los que salieron a protestar contra el gobierno el 11J había también sectores de jóvenes descontentos con la arbitrariedad, la censura, la asfixia burocrática. Finalmente, sectores abiertamente contrarrevolucionarios y anexionistas también estaban presentes, y por virtud de ser los únicos que realmente estaban organizados y tenían ideas claras, dominaron políticamente las protestas.
Sin embargo, esa conjunción de factores no se repitió de cara al 15N. La plataforma Archipiélago convocante hizo su llamado exclusivamente en relación a los derechos democráticos de los presos y encausados por el 11J. No había ninguna referencia a la situación de penuria económica, ningún intento de conectar con los sectores más golpeados por la crisis, algunos de los cuales salieron a expresar su frustración el 11J.
Peor que eso, mientras que Archipiélago trataba de presentar una imagen de “no violencia frente a la represión del estado”, de “diálogo y consenso frente a la imposición”, en realidad muchos de los que salieron a apoyar públicamente la convocatoria eran elementos abiertamente contrarrevolucionarios e incluso terroristas. Ni Yunior García ni Archipiélago, se desmarcaron nunca de ellos. Al contrario, toda su estrategia se basaba en crear la más amplia unidad de acción contra el gobierno cubano. El soniquete de “ni de derechas, ni de centro, ni de izquierdas” resultó ser, como siempre sucede, “unidad con los sectores reaccionarios más repulsivos contra la revolución”.
Lo que terminó por desinflar la convocatoria del 15N fueron los vínculos probados de Yunior García con los multimillonarios esfuerzos de Washington por provocar una “transición” en Cuba, es decir, un cambio de régimen y la restauración del capitalismo, un plan que además tiene un claro componente anexionista.
El pueblo cubano tiene muchas críticas acerca de la situación a la que se enfrentan, y muchas de ellas están dirigidas, justificadamente, al gobierno y al estado. Estas críticas no son patrimonio exclusivo de aquellos que se consideran opositores, sino que también están muy extendidas entre los que apoyan abiertamente la revolución. Pero en Cuba, para cualquier movimiento de protesta o crítico, el aparecer vinculado al imperialismo estadounidense representa el beso de la muerte.
Una vez que esos vínculos eran públicos y notorios, la convocatoria del 15N no tenía posibilidad de prosperar. El propio Yunior García decidió desconvocarla. Alegando la potencial represión policial decidió no llamar a sus seguidores a salir a la calle el 15N. Para salvar un poco las apariencias anunció que saldría el 14N a caminar solo para llevar una flor blanca a la estatua de Martí en el Parque Central de la Habana y llamaba a la ciudadanía a salir a pasear, individualmente, el 15, vestidos de blanco y a cacerolear y aplaudir desde sus balcones. Nada de eso sucedió.
La represión selectiva con medidas como la detención de activistas conocidos en los días previos jugó un papel, sin duda. Pero lo más importante fue el descrédito político de los organizadores y sumado a eso su actitud ante el gobierno que pasó de ser desafiante a complaciente. El 14N Yunior García no salió de su casa, rodeada por un “acto de repudio” compuesto principalmente de mujeres y de policías de paisano. Es importante señalar que estos actos de repudio se han topado con la oposición y el rechazo por parte de muchos de los que apoyan la revolución que consideran que hay que dar una respuesta política y no una de acoso personal que retrotrae a los peores tiempos de la represión estalinista del quinquenio gris.
Ante esa situación, el Vaclav Havel cubano, en lugar de salir a marchar en solitario como había anunciado a sus seguidores, se quedó en su casa. Salir le hubiera provocado muy probablemente la detención, provocando un incidente que los medios de comunicación internacionales, Washington y Bruselas hubieran aprovechado para redoblar su campaña contra la revolución cubana. Pero él ya había tomado la decisión de abandonar la isla, mostrando el auténtico calibre de su liderazgo y el grado de su capacidad de sacrificio por la causa en la que cree. Obviamente, el lunes 15 de noviembre, las masas en las calles vestidas de blanco no se materializaron.
Otro factor significativo en el fracaso de la convocatoria es el hecho de que coincidió con el día en que el país volvía abrirse oficialmente al turismo y los niños y niñas volvían a las clases presenciales después de muchos meses de restricciones contra la pandemia. Eso ha sido posible por la impresionante campaña de vacunación masiva con vacunas propias, lo que ha llevado a Cuba, en un corto espacio de tiempo, a ser uno de los países con mayor porcentaje de población vacunada, que en este caso incluye a niños mayores de 2 años.
Es decir, la posibilidad de protestas callejeras se contrastaba directamente con el impacto negativo que eso podía tener sobre el turismo, que todo el mundo entiende que es crucial para la economía cubana, y sobre la educación, una de las conquistas más sentidas de la revolución.
El que crea que el factor principal del fracaso del 15N fue la prohibición oficial y las medidas policiales tomadas para implementarla no ha entendido nada. Basta observar otros países latinoamericanos (Chile, Ecuador, Colombia por mencionar algunos ejemplos recientes) dónde la más brutal represión policial, dejando no solo encarcelados sino muertos y mutilados, no ha logrado impedir protestas populares masivas.
La revolución cubana se enfrenta a dificultades muy graves y es obvio que hay un ambiente crítico entre sectores amplios de la población. Eso no quiere decir que los que son críticos se vayan a sumar a un proyecto claramente contrarrevolucionario, abiertamente en contraposición a las conquistas de la revolución y vinculado a la potencia imperialista que durante 60 años ha tratado por todos los medios aplastar la voluntad del pueblo cubano de decidir su propio futuro.
Por otra parte, el fracaso del 15N no significa que todo haya vuelto a la normalidad en Cuba. Los problemas a los que se enfrenta la revolución (la agresión imperialista, la inserción desigual en el mercado mundial, la burocracia, etc.) siguen ahí, son graves y hay que darles respuesta.
Los pañuelos rojos
Por eso, quizás el elemento más significativo de la tensión de los últimos días en Cuba, no por su importancia numérica, pero sí por su importancia política, ha sido la sentada de los pañuelos rojos, que no tuvo cobertura en ninguno de los medios internacionales que como buitres habían ido a la isla a buscar imágenes de la “caída del régimen”.
Poco después de las protestas del 11 de julio, un grupo de jóvenes revolucionarios cubanos decidieron hacer una convocatoria pública contra el bloqueo, en defensa de la revolución, pero por fuera de las instituciones oficiales. Finalmente, y después de retrasos en obtener el permiso, se convocó a una sentada de 48h en la estatua de Martí, del viernes 12 al domingo 14 de noviembre. Los convocantes se denominaron “los pañuelos rojos”. Activistas de varios grupos se sumaron, del Centro Martin Luther King, Cimarronas, La Tiza, el Proyecto Nuestra América, activistas LGBT en lucha por el nuevo Código de Familia, artistas, estudiantes universitarios, etc.
La sentada reunió a docenas de revolucionarios en actividades culturales, artísticas, musicales y discusiones políticas durante dos días, a pesar de las inclemencias meteorológicas. El carácter de la misma era análogo al de la Tángana en el Trillo, la actividad en defensa de la revolución que se organizó después de la concentración ante el Ministerio de Cultura del 27 de noviembre de 2020, y hay coincidencia en algunos de los participantes, aunque el núcleo inicial no era el mismo.
En aquél entonces, un grupo de jóvenes revolucionarios lanzaron la convocatoria a un acto revolucionario en el parque de Trillo dónde se encuentra la estatúa del patriota cubano negro Quintín Bandera. Rápidamente las instituciones oficiales (UJC, FEU, etc.) trataron de cooptar el evento, limando sus aristas más críticas para convertirlo simplemente en una fiesta musical, aunque no lograron desvirtuar completamente su contenido político.
La sentada de los pañuelos rojos contenía diferentes posiciones políticas, pero el hilo conductor era claramente la oposición al bloqueo imperialista, la defensa de la patria y la revolución, pero al mismo tiempo una postura crítica por la izquierda. Esto se reflejó en las discusiones políticas que tuvieron lugar en paralelo a las actividades artístico-culturales.
Una de las canciones que interpretó el trovador cubano Tony Ávila durante la sentada resume bien el espíritu político de la actividad. En “Mi casa.cu” Ávila habla de los cambios que su casa necesita, pero que estos cambios en ningún caso deben dañar los cimientos. En realidad no se trata solamente de que la revolución necesite cambios pero manteniendo las conquistas básicas (que se asientan sobre la propiedad estatal de los medios de producción), sino que la revolución y sus cimientos solamente se pueden defender haciendo esos cambios.
En una intervención muy significativa Luís Emilio Aybar, del Proyecto Nuestra América y La Tizza, en la que volvió a enfatizar una serie de ideas contenidas en sus recientes artículos. “Aquellos de nosotros que somos revolucionarios, comunistas, anti-imperialistas, somos conscientes de todo lo que está mal, porque somos parte del pueblo y sufrimos esos males que no se explican solo por el bloqueo, sino también porque muchas veces hacemos las cosas mal y también queremos combatir eso”. Aybar advirtió de manera clara contra las “falsas soluciones y falsas promesas”: “Si las empresas estatales no funcionan, se nos dice que hay que privatizarlas. Si nos bloquean, nos dice que hay que entregar el país para que no nos bloqueen.” Mencionando las recientes declaraciones del presidente Díaz-Canel acerca del poder popular, Aybar señaló: “El problema es que las cosas no pueden ser de todos sino no tenemos poder sobre ellas, poder para cambiarlas. El socialismo es sinónimo del pueblo empoderado, con capacidad para transformar su realidad, no del pueblo impotente”.
Claramente estas son cuestiones cruciales y apuntan en la dirección correcta. La economía planificada necesita de la democracia obrera como el cuerpo humano necesita el oxígeno. La planificación burocrática lleva al despilfarro, los privilegios, la corrupción y la desidia. Solamente la participación real y decisiva de la clase trabajadora en la gestión del estado y la economía es garantía para la defensa de las conquistas de la revolución.
“La mejor manera de combatir la contrarrevolución es hacer la revolución,” señaló Aybar que finalizó su intervención con una serie de consignas muy significativas, coreadas por el público entre las cuales resonaron:“Abajo el burocratismo, abajo la corrupción, abajo la desigualdad, abajo el capitalismo, abajo el machismo, abajo la homofobia” y su contraparte: “viva la revolución, viva Fidel y viva el socialismo carajo!”
Excelente la iniciativa de los @PanuelosRojos_ para defender la revolución cubana desde abajo y de manera autónoma. La conclusión de Luís Emilio Aybar de Nuestra America resume el carácter de la sentada de 48h de los #PanuelosRojospic.twitter.com/2rlPOUiO6t
Incluso más clara y contundente fue la intervención de Ariel Cabrera, un estudiante comunista de Santa Clara que no pudo trasladarse a la Habana pero dejó un mensaje de adhesión a los pañuelos rojos. Su declaración era claramente anti-imperialista, pero a la vez contra el burocratismo, contra cualquier intento de restauración capitalista (“venga de enemigos declarados o de los que se dicen amigos”), a favor del poder de los trabajadores en los centros de trabajo y los barrios y de la gestión obrera en las empresas estatales.Lo que plantea Cabrera es totalmente correcto. Y esos son justamente los cambios que necesita la casa.cu para combatir el embate imperialista y el peligro de restauración capitalista: el control obrero y la democracia obrera.
Como no podía ser de otra manera, al final de la actividad se presentó el presidente Díaz-Canel, justamente cuando Tony Ávila cantaba sobre las necesarias reformas de micasa.cu, y hubo un intento claro de la oficialidad de cooptar políticamente el evento. Salieron fotos y reportajes de la sentada de los pañuelos rojos en todos los medios oficiales, pero en ninguno hubo mención de los discursos y discusiones más punzantes que allí tuvieron lugar. Nada acerca de combatir el burocratismo, ninguna referencia al control obrero ni la participación decisoria de los trabajadores. Esto además plantea otra cuestión necesaria para la defensa de la revolución: los medios del estado deben estar abiertos a todas las corrientes de opinión revolucionarias.
El surgimiento de los pañuelos rojos es significativo de dos aspectos muy importantes: la organización autónoma de jóvenes comunistas revolucionarios y la discusión de ideas muy avanzadas acerca de cómo defender la revolución cubana. Saludamos la iniciativa, nos comprometemos a apoyarla en todo lo que sea necesario y nos ofrecemos a participar en el proceso necesario de discusión y clarificación política que ha empezado.
La postura de la Corriente Marxista Internacional es clara. Hay que defender la revolución cubana. Eso quiere decir en primer lugar oponerse al bloqueo imperialista y la defensa de la expropiación de los medios de producción sobre la que se asientan sus conquistas. Nos oponemos a la restauración capitalista y al control por parte de la burocracia de la economía y el estado que mina la revolución. La economía planificada requiere de la democracia obrera, la participación democrática de la clase trabajadora en todas las decisiones. La lucha por la defensa de la revolución cubana también se dirime en el terreno de la lucha de clases internacional. La democracia obrera tiene su corolario en el internacionalismo proletario, la lucha por el socialismo internacional que rompa el aislamiento de la revolución.
La manifestación convocada por la llamada Plataforma Archipiélago para el 15 de noviembre es claramente una provocación reaccionaria que sirve a los intereses del imperialismo. Cuba se enfrenta a una situación económica extremadamente grave. Los convocantes de la marcha del 15 de noviembre (cuyo permiso ha sido denegado por las autoridades) pretenden aprovecharse de la misma para poner en marcha un proceso que lleve al derrocamiento de la revolución cubana, la restauración del capitalismo y la destrucción de la economía planificada. Ante esta situación, nosotros nos colocamos de manera clara e inequívoca en el campo de la defensa de la revolución cubana.
No hay que escarbar mucho para demostrar el auténtico carácter político de la convocatoria del 15N. Bajo el disfraz de “ni de derechas ni de izquierdas”, “contra la represión”, “la solución de nuestras diferencias por vías democráticas y medios pacíficos”, se esconde un programa reaccionario claro.
¿Qué representa la convocatoria del 15N?
Veamos. El principal promotor de la plataforma Archipiélago es el dramaturgo Yunior García Aguilera. Recientemente fue incorporado al “consejo deliberativo” de Cuba Próxima, una de tantas organizaciones dedicadas a promover la restauración capitalista (“el estado de derecho”) en Cuba. Para que se hagan una idea del carácter de este cenáculo, participa en su “comité asesor internacional” Esperanza Aguirre, la reaccionaria política española del PP salpicada por varios escándalos de corrupción. Pero eso no es lo peor. Entre otras “joyas”, el “consejo deliberativo” de Cuba Próxima incluye a Orlando Gutiérrez-Boronat, dirigente del llamado Directorio Democrático Cubano y la Asamblea de la Resistencia Cubana, ambas organizaciones del exilio reaccionario en Miami que reciben millones de dólares de diferentes agencias gubernamentales de EEUU (NED, USAID, IRI), etc. El 12 de julio de este año, Gutiérrez-Boronat bramaba desde Miami exigiendo una intervención militar de EEUU en Cuba, algo que ya había pedido en diciembre del año 2020.
La protesta convocada por Archipiélago ha recibido también el apoyo del recién creado “Consejo Para la Transición Democrática en Cuba” (que por sus objetivos y los que lo componen debería realmente llamarse “Consejo para la restauración del capitalismo y la anexión de Cuba a EEUU”). La organización agrupa a diversas organizaciones de la oposición restauracionista y anexionista en Cuba, y su presidente es, como no, José Daniel Ferrer, de la notoria y mal llamada Unión Patriótica Cubana, UNPACU.
Para que no quede duda, el programa de 50 medidas anunciado por el Consejo es bien explícito: “El fin último … debe ser convertir a Cuba en una economía de mercado en la que el sector privado, las empresas de titularidad privada, sean el eje de la economía”, lo que se lograría mediante un “proceso de privatización abierta y transparente de empresas, organismos y activos estatales, incluyendo la tierra productiva”. A este paquete de medidas restauracionistas y monetaristas añaden un “plan especial a la compensación por las expropiaciones del período revolucionario” que permitiría “la mejora de las relaciones con Estados Unidos” (léase “subordinación vasalla”).
Yunior García y Archipiélago, que recordemos, nos dicen que no son “ni de derechas, ni de izquierdas, ni de centro”, no tienen problema en estar en la misma organización con elementos reaccionarios, y anexionistas pagados por el gobierno de EEUU, ni tampoco en recibir el apoyo para su marcha de aquellos que prometen abiertamente restaurar el capitalismo y hacer recaer todo el peso de la crisis sobre las espaldas de la clase obrera. Suele suceder con los ni-ni.
Nada de esto sucede por casualidad. Yunior García Aguilera, ya fue en su día uno de los principales promotores de la protesta del 27N de 2020 en el Ministerio de Cultura contra la censura y en solidaridad con el Movimiento San Isidro, y posteriormente era parte de un grupo que durante las protestas del 11J exigió acceso a la televisión pública. Pues bien, Aguilera había participado ya en 2018 y en 2019 en talleres en Madrid y Buenos Aires, convocados a través de tapaderas académicas financiadas por EEUU para discutir “la transición en Cuba” y específicamente “el rol de la Fuerza Armada Revolucionaria” en esta ansiada “transición”.
El llamado a la protesta del 15N ha ido acompañado por una serie de declaraciones provocativas de voceros del imperialismo estadounidense, amenazando con más sanciones “si hay represión”. Tremenda hipocresía ¿Acaso Washington aplicó sanciones contra Lenín Moreno cuando reprimió a sangre y fuego la insurrección de octubre de 2019 en Ecuador? ¿EEUU condenó la brutal represión de Piñera contra el estallido chileno? ¿Acaso los voceros de la Casa Blanca denunciaron al gobierno de Duque en Colombia por el uso de la fuerza militar contra el Paro Nacional?.
A esto se añade el llamado de Archipiélago a que los embajadores de la UE “acompañen” la marcha ilegal del 15N, lo cual sería un acto intolerable de injerencia imperialista, por parte de una Unión Europea que reprime a los demandantes de asilo en sus fronteras en violación de normas internacionales de derechos humanos.
Por estos motivos nos oponemos frontalmente a la manifestación del 15N que es una provocación reaccionaria, destinada a crear un incidente violento que justifique un nuevo asalto contra la revolución cubana.
La estrategia de Washington contra la revolución cubana
La política de Washington contra la revolución cubana tiene muchas facetas. Una de ellas es el asalto frontal, la financiación de actividades terroristas y las sanciones económicas y el bloqueo. Estas continúan, y de hecho se han endurecido bajo la administración Trump que aplicó 240 medidas diferentes para tratar de asfixiar la economía cubana, con un impacto brutal.
Pero esta agresión tiene también otras caras. En los últimos años, después de darse cuenta que los grupos contrarrevolucionarios directamente financiados por EEUU no lograban ningún apoyo, se dió un cambio sutil en la política de injerencia. Sin abandonar sus agentes tradicionales, se cambió el énfasis tratando de presentar – de manera totalmente hipocrita – una cara más “amable” de la contrarrevolución: los medios “independientes”, la “sociedad civil”, el activismo artístico y cultural, el diálogo y la inclusividad, e incluso han tratado de utilizar el activismo animalista, feminista, LGBT, el anti-racismo, como arietes contra la revolución.
Estos elementos tratan de presionar, tantear los límites, tratar de sobrepasarlos, y, utilizando las banderas de libertad de expresión y de creación como excusa, intentar crear una serie de incidentes que permitan crear un consenso social que la contrarrevolución nunca ha tenido en Cuba desde 1959. Esta estrategia ha tenido un cierto impacto y algunos éxitos. Los métodos de la burocracia, la censura, las arbitrariedades, el estalinismo, todo ello hace el juego a esta táctica del imperialismo y le permite agrupar a algunos sectores de la juventud descontenta.
Pero lo cierto es que no son las campañas del imperialismo y sus agentes pagados (que existen), ni el rechazo a la burocracia (que también existe) por sí mismos, los que provocaron las protestas del 11 de julio, aunque contribuyeron a las mismas. La cuestión central que sacó a la calle a un sector del pueblo a protestar contra el gobierno cubano fue el impacto de la crisis económica tan grave a la que se enfrenta la isla. Hay que precisar que ese sector fue pequeño, unas dos mil personas quizás en La Habana, pero sin embargo fue significativo. Sin duda. Era la primera vez que sucedía algo parecido desde el maleconazo de 1994.
Y lo más grave, esas protestas, que incluían a sectores golpeados y empobrecidos por la situación económica, estaban dominadas políticamente por consignas reaccionarias (patria y vida, abajo la dictadura, abajo el comunismo). No quiere decir que todos los que participaron las compartieran, pero el único sector político organizado presente fue abiertamente restauracionista y, por ser el único organizado, las dominó políticamente.
El 11J abre un debate necesario
Las protestas del 11J fueron por lo tanto un shock para todo el mundo, y también para los revolucionarios, muchos de los cuales salieron ese día también a las calles, llamados por el presidente Díaz-Canel, a defender la revolución.
La pregunta que muchos se hacen es la siguiente: ¿cómo es posible que esto haya pasado en Cuba? Quizás una de las expresiones más claras de este cuestionamiento es el artículo de Luís Emilio Aybar en La Tizza El día después no podrá ser el mismo, del 20 de julio. En el mismo, Aybar se pregunta cómo es posible que “una parte del pueblo, aquella a la que no le pagaron para manifestarse, ni pertenece a expresiones opositoras de articulación yanqui, asumió las consignas imperialistas durante las protestas.” Y la conclusión que saca es que “ lo sucedido este 11 de julio también se explica porque los comunistas y revolucionarios no combatimos con suficiente fuerza y eficacia las prácticas nocivas del Estado, defendimos la unidad de una manera que en realidad la perjudica, nos conformamos con plantear las cosas en el lugar correcto aunque la solución no llegara, acompañamos acríticamente a los líderes en lugar de rectificar el camino y nos dejamos disciplinar cuando lo que tocaba era pensar y actuar con cabeza propia.”
Es una crítica dura a la burocracia y sus métodos, y la conclusión que saca es bastante aguda: “Hay que comenzar a combatir con la fuerza popular a la contrarrevolución institucional” y añade que no hay que “temer a métodos más confrontativos o de agitación pública cuando sea evidente la falta de voluntad o la traba contrarrevolucionaria.” No solo es un llamado a la movilización desde la izquierda, sino que señala correctamente que la ausencia de la misma favorece a las fuerzas restauracionistas: “Ausentarnos de presionar al gobierno por la izquierda significa que la derecha llevará la iniciativa, erosionando la correlación de fuerzas a su favor, es decir, por más mercado y propiedad privada, menos educación y salud pública, y concesiones de todo tipo a las reglas de juego imperialistas.”
Las causas de la crisis económica
El análisis es justo en sus líneas generales: los elementos legítimos de la protesta han sido capturados por la derecha, porque la izquierda estaba ausente. Por lo tanto, es necesaria una crítica por la izquierda que no se limite a los límites de lo permitido sino que no tema en utilizar métodos “confrontativos” de “agitación pública”, es decir, que se movilice de manera decidida contra la restauración capitalista y contra la burocracia.
Los problemas a los que se enfrenta la revolución cubana son múltiples y tienen diferentes orígenes. Por una parte está el bloqueo y la agresión imperialista. A esto se añade el impacto tan fuerte de la pandemia en una economía altamente dependiente del turismo (Cuba habrá perdido el ingreso turístico completo de 12 meses o más, unos $3.000 millones, equivalente al 150% de las importaciones de comida en el mismo período).
Pero no es menos cierto (y lo señala en parte Aybar en su artículo), que a estos problemas graves hay que sumar el problema de la gestión burocrática de la economía, que genera ineficiencia, corrupción, desidia, apatía, desánimo y que representa la presión del mercado mundial capitalista sobre la revolución aislada en una pequeña isla con recursos limitados. Hay muchos ejemplos, algunos bastante graves, del impacto negativo de los métodos burocráticos, de arriba abajo sin ningún control por parte de los trabajadores, de planificación de la economía.
Y por último, es necesario señalar el impacto negativo del Ordenamiento, el conjunto de medidas económicas aplicadas por el gobierno a principios de año. La unificación monetaria y cambiaria y la introducción de incentivos salariales y mecanismos de mercado en la gestión de las empresas estatales en un contexto de fuerte contracción económica (el PIB ha caído un 13% en 2020 y la primera mitad de 2021)y de contracción brusca de la llegada de las remesas, llevó inevitablemente al aumento de la diferenciación social, golpeó a los sectores más vulnerables y provocó una inflación desatada y escasez de productos básicos a precios asequibles.
El Ordenamiento y otras medidas asociadas han acelerado el proceso de acumulación de capital privado a costa de la clase trabajadora, particularmente de los sectores más desprotegidos.
Defender la revolución – ¿cómo y contra quien?
La pregunta es ¿cómo se puede defender la revolución? ¿Con qué programa? Hay un sector importante en la dirigencia cubana (quizás mayoritario o dominante) que desde ya hace algún tiempo ha adoptado una estrategia “vietnamita”, es decir, la restauración del capitalismo a ritmo lento y controlada desde arriba, de tal manera que la burocracia se mantenga en el poder.
Está claro que hay resistencia a esta estrategia y eso ha hecho que las medidas que se han tomado en esa dirección sean muy lentas provocando la protesta impaciente de los medios burgueses. Las protestas del 11 de julio en la práctica tuvieron el efecto de acelerar algunas de ellas como, por ejemplo, la legalización de Micro, Pequeñas y Medianas Empresas, que pueden tener hasta 100 trabajadores. Es otro paso importante más en la dirección de la restauración del capitalismo y permite un cierto grado de acumulación de capital privado.
La combinación de medidas de mercado, que aumentan la desigualdad social y erosionan las conquistas de la revolución, con métodos burocráticos de gestión política y económica, es la peor de las recetas posibles. Por ese camino no solamente se ponen en marcha mecanismos que empujan inexorablemente hacia el capitalismo, sino que además se destruye la legitimidad y la base de apoyo social a la revolución, desbrozando los obstáculos para la restauración capitalista. La propia existencia de la burocracia lleva a la restauración capitalista. Los administradores de las empresas quieren convertirse en sus dueños, particularmente aquellos que están más en contacto directo con los socios capitalistas, por ejemplo en la industria turística.
¿Cómo se pueden defender las conquistas de la revolución entonces? En nuestra opinión, y lo hemos repetido muchas veces, los dos elementos clave son la auténtica democracia obrera y el internacionalismo proletario.
En un artículo anterior el propio Aybar apuntaba en esta dirección: “Es necesario adicionar, al control desde arriba, el control desde abajo sobre los cuadros intermedios y los dirigentes nacionales, con un mayor poder en manos del pueblo y la clase trabajadora, expresado en capacidad para vetar decisiones, revocar cargos, construir y plebiscitar programas de acción.” Nosotros diríamos que no se trata de “adicionar el control desde abajo”, no se trata de dar “un mayor poder”, sino que la auténtica democracia obrera se basa justamente sobre este principio, el de la participación democrática y vinculante de la clase obrera en la toma de decisiones, en la gestión de todos los asuntos comunes. Todo el poder debe de estar en manos de la clase trabajadora.
En realidad, no se trata de una cuestión puramente política sino sobre todo económica. La clase obrera sabe cómo se produce, conoce dónde están los problemas, los cuellos de botella, la ineficiencia burocrática. La participación directa de la clase obrera en la planificación democrática de la economía sería la única manera de “liberar las fuerzas productivas”, una consigna que en realidad se usa para justificar el dominio del mercado capitalista por encima de la planificación económica. Es la única manera de que los trabajadores sean realmente y se sientan dueños de los medios de producción, más allá de lo que diga en el papel la Constitución.
En la misma línea, en una intervención en un programa de televisión sobre socialismo y democracia, Luís Emilio Aybar señalaba dos cuestiones cruciales. Por una parte, el hecho de que la unidad, necesaria para defender la revolución, decía que esta no puede ser “unidad en torno al burocratismo, la corrupción, con la injusticia, sino para combatirlas”.
Y luego añadía la necesidad de confiar en el pueblo, por ejemplo, dando poder vinculante a los colectivos de trabajadores en las empresas:
Lenin, basándose en la experiencia de la Comuna de París establecía los principios de un estado obrero: la elección y revocabilidad en todo momento de los funcionarios públicos, que ningún funcionario tuviera un salario mayor al de un obrero cualificado, la rotatividad general de los cargos (si todos somos burócratas, nadie es burócrata) y el armamento general del pueblo.
Democracia obrera y socialismo internacional
Cuando hablamos de democracia obrera nos referimos a este tipo de democracia, como la de la Comuna y como la democracia soviética de los primeros años después de la revolución de octubre en Rusia. Nada que ver con la “democracia” burguesa liberal que nos prometen los abogados de la “transición”. En esa “democracia” son los dueños de los medios de producción los que deciden. Pero la economía planificada necesita de la participación democrática de los trabajadores como el cuerpo humano necesita del oxígeno, decía Trotsky.
El pueblo trabajador en los barrios conoce cuales son las dificultades y puede, de manera colectiva, organizar algunas soluciones. Dónde sea posible hay que llenar de contenido las organizaciones existentes, que a través de los CDR y mediante asambleas de masas se tome el control de la distribución de productos básicos y se lance un combate contra los especuladores, la corrupción y el mercado negro. Que no se dejen perder cosechas por errores burocráticos. Que se discuta abierta y públicamente qué inversiones son más necesarias y más importantes en el corto, medio y largo plazo, con los limitados recursos disponibles. Que se haga un inventario de recursos ociosos (tierras, terrenos, almacenes, parque motriz) y se pongan en funcionamiento bajo control y supervisión de los propios trabajadores en beneficio de la mayoría. Que se libere la capacidad creativa de la clase trabajadora para enfrentar esta crisis.
Pero debería ser obvio incluso para el observador más superficial, que incluso las medidas más avanzadas de control obrero no resolverían los graves problemas a los que se enfrenta la revolución cubana, aunque podrían aliviarlos parcialmente. En última instancia su destino se decidirá en el terreno de la lucha de clases internacional, por eso señalamos también la necesidad del internacionalismo proletario.
La revolución cubana no puede tener una postura meramente diplomática en el terreno internacional. Al contrario, debe promover activamente, sobre la base de su propio ejemplo, la revolución socialista, empezando por el continente americano. Cierto, el estado cubano, sometido al asalto imperialista, tiene el derecho y el deber de establecer relaciones diplomáticas y comerciales con todos aquellos que estén dispuestos. Pero al mismo tiempo, la revolución cubana debe de tener una política internacional revolucionaria. Los comunistas cubanos deben de participar en los debates acerca de la estrategia revolucionaria en otros países, con un punto de vista claramente de revolución socialista.
En un artículo muy interesante de Frank Josué Solar Cabrales en Granma acerca de la unidad latinoamericana, se explicaba claramente que “la revolución socialista es la condición en nuestro continente para el desarrollo y la solución a los problemas acuciantes de nuestros pueblos”. Añadía Frank que “no puede ser que el horizonte de las fuerzas revolucionarias sea únicamente llegar al gobierno para gestionar el capitalismo con una mayor redistribución de las riquezas.”
Es necesario que estos debates que se están dando entre los comunistas cubanos se profundicen. La hora es grave. La revolución cubana está en una encrucijada decisiva. Para defenderla es necesario abrir la discusión y rearmar ideológicamente la vanguardia, particularmente la juventud. Hay que exigir que todas las corrientes de opinión revolucionarias tengan cabida en los medios de comunicación públicos. Para enfrentar a la contrarrevolución es indispensable confrontar a la burocracia con “métodos confrontativos” y “de agitación pública”. Hay que pasar de las palabras a los hechos. No hay tiempo que perder.