El bloqueo durante una semana del Canal de Suez por parte del carguero Ever Given, ha tenido un gran impacto en la economía internacional: el precio del crudo subió, y hubo un significativo incremento en el coste del transporte de mercancías y en sus precios finales. Este acontecimiento podría tener consecuencias a más largo plazo, con una cadena de efectos difícil de calcular.
En el momento de escribir este artículo, el carguero Ever Given, propiedad de Shoei Kisen Kaisha y operado por Evergreen Marine, acababa de ser finalmente liberado tras encallar en las orillas del Canal de Suez.
El Ever Given es un gigante de los mares: 400 metros de largo, 59 de ancho y con una capacidad de carga de 220.000 toneladas. Encalló y quedó atravesado en el Canal de Suez el 23 de marzo, bloqueando el tráfico en esta crucial arteria logística durante aproximadamente una semana.
Según datos de Bloomberg, por el Canal de Suez pasa el 12% del comercio internacional y el 30% del comercio marítimo. Y todo ello se ha visto interrumpido por un solo buque. En el momento del desbloqueo, más de 300 barcos permanecían bloqueados en ambos extremos del canal. Transportan gas licuado, petróleo, cemento, alimentos, animales vivos, componentes diversos, automóviles y otros productos acabados.
Otros buques que tuvieron que utilizar el canal en los últimos días tomaron la decisión de desviarse hacia el Cabo de Buena Esperanza, circunnavegando África y prolongando su ruta en 9.000 kilómetros, y alargando los viajes al menos una semana.
El accidente
El martes 23 de marzo, el carguero Ever Given cruzó el Canal de Suez en uno de sus pasos más estrechos, en medio de una tormenta de arena, con vientos de más de 40 nudos. El casco se desvió, lo que hizo que el buque virara de lado y quedara encallado tanto a proa como a popa.
Los primeros intentos de liberar el barco resultaron infructuosos y el tráfico marítimo no tardó en desbaratarse. Muchos barcos se quedaron atascados en el propio canal, y muchos más se detuvieron en la boca del canal, tanto en el Mediterráneo como en el Golfo de Suez, lo que provocó enormes colas.
Si al principio el viento y la tormenta de arena parecían ser las principales causas del accidente, pronto empezaron a presentarse otras hipótesis. La velocidad y la potencia con la que el Ever Given chocó contra las orillas del Canal hacen pensar que este movimiento fue impulsado por los motores del propio barco.
Según Osama Rabie, jefe de la Autoridad del Canal de Suez, los vientos y las tormentas de arena no son las principales causas, lo que sugiere que pudo haber un fallo técnico o un error humano. Por supuesto, esto puede ser un intento de desviar la atención de los problemas con la infraestructura que él mismo gobierna.
Algunos han planteado la idea de que un ciberataque al sistema informático de la nave puede haber estado involucrado. No es de extrañar: las compañías navieras y de seguros se toman muy en serio este tipo de amenazas. El tamaño y la importancia de estos gigantes del mar podrían convertirlos en un objetivo atractivo para los ataques terroristas, aunque no es posible verificar esta hipótesis.
Según las estimaciones, el bloqueo del canal causó daños económicos equivalentes a 400 millones de dólares por hora. El valor de las mercancías que cruzan el canal cada día se calcula en 9.600 millones de dólares (5.100 millones hacia el este y 4.500 millones hacia el oeste).
Según una estimación de la revista especializada Lloyds’ List, el valor de las mercancías bloqueadas en el Canal equivale a 8.120 millones de euros, y es probable que se revise al alza.
Vulnerabilidad de los mercados internacionales
Sean cuales sean las causas del accidente, éste ha demostrado la facilidad con que un solo accidente puede sumir a los mercados mundiales en el caos. Un acontecimiento fortuito en uno de sus puntos más vulnerables puede tener consecuencias desastrosas.
Las consecuencias concretas de la falta de suministros fueron inmediatas. El gobierno sirio anunció el racionamiento de combustible vinculado a la no llegada de un cargamento de petróleo. Algunos armadores, como la danesa Maersk y la francesa Cma, desviaron algunos de sus barcos a Sudáfrica.
También han suscitado gran preocupación los buques que transportan animales, con recursos suficientes para alimentarlos e hidratarlos durante sólo unos días y un riesgo muy alto de desarrollar enfermedades y problemas de higiene, peligrosos tanto para los animales como para la tripulación. Además, es probable que los alimentos se pudran durante la espera.
Además, Ever Given estaba asegurado por sólo 3.100 millones de dólares, una cifra muy inferior a las pérdidas causadas a la infraestructura y a los barcos en espera. Se esperan batallas legales y una lucha a muerte por las indemnizaciones y enfrentamientos comerciales.
Probablemente se necesitará más de una semana para despejar el bloqueo creado en ambos extremos del canal, pero la repercusión en la logística internacional podría ser aún más importante.
El bloqueo ya ha provocado cuellos de botella en varios puertos. El “contenedorismo” es una ciencia compleja y la coordinación de las operaciones de carga y descarga de mercancías es un Tetris multidimensional en el que intervienen enormes recursos.
Por poner algunos ejemplos: el puerto de Génova se ha puesto en estado de prealarma. En el puerto de Trieste se estiman retrasos en unos 50.000 contenedores. Los problemas de congestión portuaria ya están presentes desde agosto tanto en Estados Unidos como en China, poniendo de manifiesto la grave y estructural falta de equipamiento. Por ejemplo, tres cuartas partes de los buques porta-contenedores que van de Asia a Europa llegaron con retraso en febrero. Es casi seguro que el bloqueo agravará los problemas.
El gigantismo naval y la insostenibilidad del capitalismo
Lo sucedido en el Canal en los últimos días desvela una tendencia del comercio naval que parece no tener límites: el gigantismo. En los últimos años, el tamaño de los buques comerciales ha aumentado exponencialmente y, con ellos, las infraestructuras portuarias han tenido que reajustarse también.
El proceso va de la mano de la centralización del comercio internacional en manos de unas pocas empresas multinacionales, y de una mayor tasa de explotación de la mano de obra. De hecho, muy pocas empresas son capaces de resistir en un mercado tan competitivo.
Unos pocos e inmensos barcos mueven miles de contenedores y se les encarga el control a un puñado de trabajadores por barco (a menudo menos de una docena), que son responsables de gestionar cientos de miles de toneladas que flotan en los océanos. La regulación internacional forma un laberinto anárquico y confuso, en el que se blanquean los capitales ilícitos.
Se crean empresas “Matrioshka” (las llamadas muñecas rusas) y se incumplen todas las normas mínimas de seguridad laboral y medioambiental. Todo el comercio internacional se basa en los cimientos de la corrupción y la explotación.
Si el accidente del 23 de marzo fue el más grave en cuanto a consecuencias, no es ciertamente el único, ni en Suez ni en los mares de todo el mundo. El Canal de Suez es atravesado constantemente por barcos que no pueden desplazarse con seguridad debido a su escasa profundidad. Evidentemente, los que gestionan el Canal, que no quieren perder los cuantiosos ingresos de los peajes, llevan la infraestructura del Canal más allá de sus límites.
Pero se trata de un problema que tiene importantes repercusiones en los puertos de todo el mundo, que se ven obligados a reajustar continuamente los muelles en cuanto a tamaño y profundidad.
Se ha llegado al punto de que las propias autoridades portuarias piden cada vez más que se ponga fin a este proceso perverso, esperando en vano que los mismos barones del transporte marítimo que se benefician generosamente del comercio a gran escala se autorregulen.
Consecuencias para las relaciones mundiales y el medio ambiente
Mientras tanto, este extraordinario acontecimiento ha reavivado la guerra comercial entre las principales potencias internacionales y plantea importantes cuestiones sobre las nuevas necesidades del comercio por mar.
Un artículo del New York Times (26 de marzo), titulado In Suez Canal, Stuck Ship Is a Warning About Excessive Globalization (En el Canal de Suez, el barco atascado es una advertencia sobre la excesiva globalización), revela bastante sobre las futuras estrategias de las potencias capitalistas:
“En las últimas décadas, los expertos en gestión y las empresas de consultoría han defendido la llamada fabricación justo a tiempo para limitar los costes y aumentar los beneficios. En lugar de malgastar el dinero almacenando bienes extra en los depósitos, las empresas pueden depender de la magia de Internet y de la industria del transporte mundial para convocar lo que necesitan cuando lo necesitan. (…) Sin embargo, como en todo en la vida, excederse en algo bueno puede traer consigo un peligro”.
Este sentimiento fue repetido en una entrevista con el director general de Maersk, Soren Skou:
“Estamos avanzando hacia una cadena de suministro just-in-case, no just-in-time. Este incidente [en el Canal de Suez] hará que la gente piense más en sus cadenas de suministro”. (Financial Times, 29 de marzo)
Cínicamente, añade:
“¿Hasta qué punto quieres ser just-in-time? Es estupendo cuando funciona, pero cuando no lo hace, pierdes ventas. No hay ningún ahorro de costes del just-in-time que pueda compensar lo negativo de perder ventas”.
Las empresas que han optado por cadenas de suministro cortas, y que no tienen grandes existencias de productos, serán las que más sufran el bloqueo. La producción “just-in-time”, que se convirtió en la norma de la economía mundial, ha mostrado sus límites estructurales, ya que es incapaz de satisfacer la demanda en cuanto se crean cuellos de botella a lo largo de la cadena de suministro.
La economía de mercado ya había demostrado plenamente sus límites con la incapacidad de responder adecuadamente a la pandemia generada por el COVID-19. En 2020, cuando se cerraron las fronteras y se interrumpieron las cadenas de suministro, las empresas que habían optado por los métodos “just-in-time” -es decir, por aumentar sus beneficios exprimiendo todas las “ineficiencias” a corto plazo- se vieron de repente sumidas en el caos. El afán de lucro a corto plazo había creado un sistema extremadamente frágil y propenso a los choques.
Hasta que no nos deshagamos de este sistema podrido, plagado de contradicciones e inestabilidad, estos accidentes tendrán un efecto cada vez más devastador. La anarquía del mercado capitalista y las divisiones nacionales impiden que los recursos se utilicen para el bien de la humanidad, coordinándolos lo mejor posible para evitar accidentes y asignándolos con la flexibilidad necesaria para responder a los imprevistos.
Pero la lección extraída del incidente del Canal de Suez y de la pandemia por los capitalistas será la necesidad de proteger “sus propias” cadenas de suministro, aumentando los métodos proteccionistas y deslocalizando las industrias estratégicas.
El coste de enviar un contenedor desde Asia a Norteamérica se ha duplicado con creces desde el pasado noviembre. Los precios de los fletes de Asia a Europa se han cuadruplicado. En medio de la mayor crisis de los últimos 100 años, la lucha por los mercados también consiste en defender los propios mercados internos.
El incidente del Canal de Suez ofrece una oportunidad tanto a Estados Unidos como a la Unión Europea para intentar limitar las exportaciones de China a sus mercados. No se da por sentado que vayan a tener éxito, pero sin duda abrirá un nuevo capítulo en la guerra comercial mundial.
Lo que es seguro es que los precios subirán y la factura la pagarán los “consumidores”, es decir, los trabajadores y sus familias. Además, “dejar de depender de proveedores únicos”, como sugiere Soren Skou, representará una declaración de guerra de clases a los trabajadores de los proveedores de componentes del sudeste asiático y otras partes del continente.
Luego está la búsqueda de rutas alternativas: un presagio de otros enfrentamientos en la escena mundial.
La primera opción, favorecida por los países mediterráneos, se refiere a una nueva modificación del Canal de Suez, con importantes obras para ampliar su tramo más estrecho y hacerlo mucho más profundo. Esta opción no es en absoluto sencilla, ya que tendría unos costes enormes y llevaría mucho tiempo su realización. Además, socavaría aún más el ya precario equilibrio medioambiental del Mediterráneo, generando un intercambio de agua con el Océano Índico de consecuencias inconmensurables.
El abandono o la reducción del tráfico a través del Canal de Suez tendría consecuencias inmediatas en Egipto. Los peajes de tránsito son una importante fuente de ingresos para Al-Sisi, con un total de 5.610 millones de dólares en 2020.
El régimen egipcio atraviesa una fuerte crisis económica. La libra egipcia se ha depreciado frente al dólar estadounidense en un 50 por ciento, y la deuda pública ha alcanzado el 96 por ciento del PIB en 2020. Un tercio de los egipcios vive ahora por debajo del umbral de la pobreza.
No es casualidad que la noticia del bloqueo del Canal de Suez haya sido ocultada por los medios de comunicación egipcios. Al-Sisi está sentado sobre un barril de pólvora que sólo mantiene bajo control mediante la represión más despiadada. Una reducción del Canal podría ser la chispa que desencadene una explosión.
Otra opción es el redescubrimiento del paso del Cabo de Buena Esperanza. Si el canal no adapta sus dimensiones a las nuevas necesidades comerciales, algunas empresas podrían preferir volver a la antigua ruta, la que recorre Sudáfrica, circunnavegando el continente africano. Esta elección se encuentra con importantes problemas para la navegación en términos de tiempos de viaje, costes y riesgos.
El desvío del tráfico marítimo en torno al cabo ha planteado un riesgo hasta ahora ignorado: la piratería. El problema de la piratería en la costa oriental de África, alimentado por la pobreza y la ruina que sufren los pescadores, es bien conocido. Pero ahora la piratería es cada vez más frecuente en las rutas de la costa oeste. De nuevo, la pobreza y el desempleo masivo entre los jóvenes que viven en la región nigeriana del Delta del Níger, rica en petróleo, están provocando un aumento de la piratería.
La última opción, fuertemente patrocinada por el gobierno ruso, es la apertura de la ruta del Ártico. Ésta podría resultar una opción muy competitiva para Rusia y China. De momento, la ruta sólo es viable de junio a noviembre con barcos especialmente equipados. Pero el aumento de las temperaturas y el mayor crecimiento del tamaño de los buques podrían hacerla viable todo el año en 2040, acortando el viaje entre China y los principales puertos del norte de Europa en unos 100 días.
Esta “alternativa”, con enormes consecuencias para la economía global y las relaciones mundiales, equivale a apostar por la catástrofe climática, y a alimentarla. Cualquier promesa de reducir las emisiones contaminantes para frenar el aumento de las temperaturas, ¡sólo sería mala para los capitalistas que apuestan por las rutas comerciales del Ártico!
Todas las “soluciones” de base capitalista conducen a consecuencias desastrosas, que no tienen nada positivo que ofrecer a la humanidad. Sólo el derrocamiento de este sistema enfermo y cruel puede garantizar una alternativa; sólo el uso armonioso y democrático de los recursos y la superación de las fronteras e intereses nacionales pueden ofrecer las soluciones que necesitamos.
Hoy, más que nunca, la lucha por el socialismo es la única respuesta a la barbarie capitalista. Cada día la anarquía del mercado muestra sus límites estructurales y nos acerca al abismo.
Acabemos con este sistema irracional que antepone el beneficio a corto plazo al bienestar de los seres humanos, al medio ambiente e incluso a su propia viabilidad a largo plazo.
Estamos en medio de la época más turbulenta de la historia de la humanidad, la crisis por el COVID-19 ha precipitado una crisis económica sin precedentes en la historia del capitalismo, algunos analistas dicen que es la crisis más profunda en los últimos 300 años.
Lo hemos dicho otras veces, la crisis económica no fue provocada por el COVID-19, sin embargo, éste sí jugó, y está jugando, un papel muy importante en el desenvolvimiento del proceso mundial.,
No es la clásica crisis de boom-recesión sobre la que se mueve el capital, es una crisis organiza del sistema, donde los medios actuales para salir de ella no están funcionando, donde la burguesía no puede hacer nada para sobrepasarla., No estamos diciendo que no habrá una recuperación, pero ésta no será al nivel de la caída del año pasado. Es decir, la tendencia general es a la baja, a pesar de las recuperaciones momentáneas que pueda haber.
Una muestra clara de que esta crisis no es común, es la nula capacidad que tiene la burguesía para poder salir de ella. No sabe cómo resolver el problema. Ha pedido a sus títeres en los gobiernos. que inviertan miles de millones de dólares y euros para salvar a los bancos y a las grandes empresas pero esto no resuelve absolutamente nada, solamente pospone la catástrofe.
Algo de este dinero que ha dado los diferentes gobiernos ha caído en la mesa de los trabajadores, pero la gran mayoría de esa cantidad ha quedado en los bancos y en los bolsillos de los grandes empresarios.
Lo que ha hecho la crisis actual es desnudar la cruel realidad de las relaciones en el sistema capitalista. Mientras un puñado ve cómo su fortuna crece por minutos, como ocurre con el dueño de Amazon, la gran mayoría de la humanidad tiene que salir a las calles a arriesgar la vida y la de su familia, bajo el peligro de contagiarse, porque no puede parar de trabajar. En este “detalle” podemos ver lo duro que es el capitalismo. Mientras que unos no arriesgan nada y ganan todo, la gran mayoría de la población mundial arriesgan la vida para no morir de hambre.
Para tratar de ocultar estas relaciones sociales que se engendran en esta sociedad, se está tratando de utilizar la llamada Unidad Nacional. Bajo esta bandera se intenta, por medio de los gobiernos y de la burguesía, hacer que todos asuman las pérdidas de la crisis, que todo se pongan la camiseta para trabajar y recuperar la economía de los diferentes países. Es decir, asumir las perdidas de la burguesía, y que aguantemos lo duro que será la recuperación.
Los grandes organismos económicos internacionales —como el FMI o el BM— hablan, eufóricos, de una recuperación económica. Dicen que el 2021 será un año de crecimiento y que superaremos lo que vivimos en el 2020. Sin embargo, no toman en cuenta que ninguna de las palancas de la economía a nivel internacional está mostrando síntomas de recuperación real y sostenida.
No estamos diciendo que no puede haber una recuperación económica. Le economía internacional y de los diferentes países ha caído tanto que una recuperación mínima es inminente, la va a haber, pero no a los niveles de la caída que ha sucedido el año pasado. Esta recuperación tendrá características particulares, la primera de ellas es que es muy complicado saber cuándo y qué tamaño tendrá si no se ha controlado del todo la situación del COVID-19. Puede suceder que todo el dinero de la clase media que no fue gastado durante todo este año de pandemia, en un momento determinado sea utilizado y esto también implique un crecimiento, sin embargo, éstos aspectos se verán opacados por un proceso en donde la deuda de los diferentes países va creciendo y donde los gobiernos comienzan a aplicar medidas de austeridad severas para tratar de recuperar todo el dinero que han dado a sus capitalistas.
El problema para la burguesía no sólo es económico, sino político. En diferentes países, la frustración de la clase obrera, al ver cómo se reducen sus ingresos y cómo tiene que exponer su vida y la de su familia al salir a buscar que comer, se contrapone con un cinismo de los gobernantes, un derroche en el gasto público, una corrupción imparable en los diferentes niveles de gobierno y, también, con el crecimiento de las enormes fortunas de algunos magnates internacionalmente.
Mientras que la clase obrera perdió, de abril a julio del 2020, aproximadamente 400 millones de empleos, un puñado de hombres han incrementado su fortuna casi al doble. Un solo personaje puede ganar por minuto lo que una persona normal puede ganar en toda su vida de trabajo. Esto no se puede esconder y acelera las contradicciones.
Otra de las características importantes de esta crisis es que es a nivel internacional, podemos hablar de un proceso de coordinación internacional, todos los países han caído, incluso el gigante asiático, China, ha tenido una profunda caída, aunque en los últimos meses del año se haya recuperado un poco gracias a la intervención activa del Estado.
La crisis económica está empujando a una inestabilidad política, en donde la burguesía está perdiendo el control de la situación y todos sus métodos habituales para salir de la crisis y para controlar la situación de desestabilidad están agotados. En paralelo, el ambiente entre las masas está fermentando rápidamente. La clase obrera puede sacrificar una parte de su vida y su tiempo para obtener algunos resultados, pero ahora no obtiene nada, solo ve la corrupción y el aumento de las grandes fortunas; no pueden seguir asumiendo su papel dócil y sin ningún tipo de acción. Éstas son las precondiciones para que un ambiente explosivo, incluso pre revolucionario en la sociedad.
Estamos en un punto de inflexión, en donde las situaciones se pueden transformar de un momento a otro y que estas asumen un carácter de lucha violenta contra el status quo. Uno de los mejores ejemplos lo podemos ver en los Estados Unidos, donde millones de personas han salido a las calles y hay un proceso de polarización y fermento político muy fuerte. Por supuesto que hay confusión y esa confusión sienta las bases para que la masa se mueva entre elementos reaccionarios y revolucionarios. Esto no plantea, como muchos otros dicen, el ascenso del fascismo, sino la posibilidad de una ruptura revolucionaria en el futuro.
En todas partes, bajo la superficie, hay un odio, coraje, rabia y frustración que se demuestra en un colapso de confianza en las instituciones, en los bancos, en los medios de comunicación, las leyes y la moral. Todo está en crisis; la gente ya no cree en los políticos y sus gobernantes y están decidiendo salir a las calles y tratar de solucionar sus problemas por sus propios medios.
Hasta hace algunos meses podríamos ver que la gente no se interesaba en la política, eso está cambiando. La política se reducía a la época de las elecciones, hoy las masas están comenzando a interesarse en la participación en la lucha, en las manifestaciones en las calles, en lo que sucede en los parlamentos, en lo que dicen las noticias. Se está dando un paso al frente este proceso de intervención de la gente en la política.
Si esta rabia no es capitalizada por la izquierda, es posible que la polarización sea capitalizada por demagogos de la derecha o incluso por una parte de los reformistas de izquierda. No hay un ascenso del fascismo. Las bases de masas en la cual se apoyó el fascismo en el pasado, como la pequeña burguesía, están en las calles luchando contra el capital. Lo que vemos es en estos giros bruscos, en estos cambios de humor de las masas, es una alternativa a los que están sufriendo. Como no existe ninguna alternativa revolucionaria, giran a la izquierda y la derecha.
El hecho de que los demagogos de derecha y reformistas de izquierda puedan, en un momento determinado, dirigir un movimiento de masas, es por el hecho de que la masa comienza a participar en la política, sin contar aún de preparación y de alternativas revolucionarias. Esto no significa un giro a la derecha, sino una búsqueda de alternativas.
Ni los demagogos derecha ni los reformistas de izquierda pueden resolver ningún problema de los que hay en la sociedad, porque el problema es el capitalismo y estas dos fuerzas en ningún caso lo quieren transgredir. Por eso es que los gobiernos demagogos de derecha como lo fue el gobierno de Trump, el de Bolsonaro o Bukele, pierden el apoyo de las masas. Este efecto lo estamos viendo también con los gobiernos de izquierda reformista, los llamados progresistas en América latina. Los gobiernos demagogos de derecha, como los progresistas de izquierda, pueden ser la base o el principio de una lucha revolucionaria.
Las plumas de la burguesía e intelectuales pequeñoburgueses aspiran a que todo este ambiente de rabia y frustración pueda irse desvaneciendo a lo largo de este año. Sin embargo, no hay ningún indicio que eso vaya a suceder, por el contrario, las contradicciones van a ir en ascenso.
China es el único país que tiene un crecimiento positivo del 2%, pero es basado a la interacción que tiene con los demás países a través de las exportaciones. Los demás países están en crisis y no van a aceptar de China que exporte su crisis hacia ellos. Esto va a fortalecer la guerra comercial y la endeble estructura del mercado mundial se va a ver amenazada.
La deuda pública de los diferentes países está por los cielos, es una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento y está en el corazón de la economía mundial. Sus efectos, una vez que estalle, va a ser devastadores.
Todo mundo dice que va a haber una recuperación económica, es posible que la haya, sin embargo, estará asentada sobre la deuda pública y sobre las medidas que van a tomar los diferentes gobiernos, como los recortes el gasto social, el aumento de impuestos y privatizaciones.
La pregunta clave en el próximo periodo es ¿Quién va a pagar la deuda? la burguesía piensa que los trabajadores tienen que pagarla, pero los trabajadores no se van a quedar con los brazos cruzados.
Cómo ya lo dijimos anteriormente, no estamos negando la posibilidad de una recuperación, pero esta será muy débil y se mantendrá sobre más impuestos, ataques a los derechos de los trabajadores y miseria, esto vendrá a reforzar el ambiente volátil que ahora hay.,
Las organizaciones tradicionales de los trabajadores, los sindicatos y partidos, sólo piden más sacrificio de la clase, no están dispuestos a encabezar una lucha revolucionaria para terminar con el sistema y todas las carencias que esto le atrae a nuestra clase. Por eso es que la clase obrera se ha alejado de sus de sus organizaciones, el enojo y la rabia de la clase obrera no cabe en las organizaciones tradicionales, los dirigentes de estas organizaciones tratan de frenar la lucha.
La crisis a la que nos enfrentamos va a ser prolongada, no va a durar un año o dos. Habrá altas y bajas, momentos en donde las masas se retraigan de la lucha y la burguesía y sus gobiernos tomen iniciativas para reprimir, sin embargo, eso solamente será el preludio para movilizaciones más duras.
La clave fundamental por la cual se prolongará este periodo es la falta de una dirección revolucionaria. Los próximos años serán de revolución y contrarrevolución, de lucha de clases, de derrotas duras y de aprendizaje amargo. Se abrirán amplias posibilidades de intervención para los marxistas revolucionarios. Tenemos que ser capaces de aprovechar este periodo y crear un partido de la clase obrera que tenga como meta la lucha por el socialismo
La inacción del gobierno de Giuseppe Conte frente a la crisis económica, política y social más profunda de Italia desde la Segunda Guerra Mundial se ha vuelto insoportable para las grandes empresas. Eso explica por qué la figura de Mario Draghi ha venido al rescate. Sin embargo, está claro que este tecnócrata burgués no tiene soluciones para los problemas a los que se enfrentan los trabajadores italianos.
Italia sufrió un declive económico del 8,8 % en 2020. El Banco de Italia pronostica un aumento del 60 % en las quiebras comerciales como resultado de este declive. Ha habido una pérdida de medio millón de puestos de trabajo (según las cifras oficiales), incluso con la congelación de despidos por parte del gobierno todavía en vigor. Uno de cada cuatro italianos corre el riesgo de caer en la pobreza cuando se levante esta congelación. Además de esta devastación económica, la pandemia, que está lejos de terminar, ya ha causado más de 90.000 muertes.
Una crisis tan trascendental no podía ser resuelta por un gobierno que se había mantenido en el poder durante meses apoyado por la “buena voluntad” de los políticos burgueses, que están en venta al mejor postor.
Después del primer gobierno de Conte, que siguió a la coalición entre el partido de ultraderecha Lega y el supuesto partido antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5S), y después del segundo gobierno de Conte, le tocó a los burgueses del Partido Democrático (DP) y del Partido Libre e Igual (LEU) formar una alianza con el M5S, momento en el que se hizo casi imposible formar una mayoría política en el parlamento.
Se acercaba inexorablemente el momento decisivo: la entrega del proyecto de plan de recuperación de Conte, que debía detallar cómo gastaría Italia su parte del fondo de subsidios y subvenciones de la UE para la recuperación posterior a la pandemia. Italia estaba destinada a recibir la parte más grande de este fondo: 209 mil millones de euros. Tal y como sucedió tras las elecciones generales de marzo de 2018 y en el verano de 2019, el presidente de la república, Sergio Mattarella, intervino para resolver el impasse.
En una república parlamentaria como Italia, el presidente fue considerado una figura simbólica durante décadas. Pero debido a la crisis del sistema político italiano, desde principios de los noventa el papel del presidente como árbitro en los enfrentamientos entre los partidos rivales se ha vuelto cada vez más importante. Por supuesto, las decisiones finales de Mattarella siempre sirven a los intereses de la clase dominante.
En un discurso contundente y claro, instó a los partidos a dejar de lado sus principios, les aseguró que no necesitaban “identificarse con ninguna fórmula política” y que simplemente debían elegir a la única persona que podría hacer viable un gobierno de unidad nacional en la situación actual: el expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi.
La posición de Draghi no es neutral. Entra en escena para proteger los intereses de la clase dominante: por una parte, los de la patronal Confindustria, que pidió enérgicamente un cambio de rumbo; por otra, los de la Unión Europea, que aplaudió el ascenso de su hombre al Palazzo Chigi (la residencia del Primer Ministro); y por último, los de los mercados bursátiles, que han celebrado el nombramiento y han reducido el diferencial entre los bonos alemanes e italianos a niveles inéditos.
“Super Mario”
Desde su nombramiento, la ciudadanía italiana se ha visto abrumada por una incesante campaña de glorificación de “Super Mario”, el verdadero “hombre de la providencia”. ¡Falta poco para que la televisión nos diga que Draghi es capaz de transformar el agua en vino!
También hay un discurso que revela el desprecio de clase de los medios de comunicación cuando hablan de la necesidad de crear un “gobierno de tecnócratas” o un “gobierno de los mejores y los más brillantes”: aquellos que asistieron a las escuelas y universidades más caras y exclusivas, y que están casi predestinados a gobernar a la gente común.
La histeria colectiva de los grandes medios de comunicación, que representan los intereses de la burguesía, revela cuán profunda es la crisis y cuán desesperada es su búsqueda de un salvavidas. Ante la enorme presión de la clase dominante, los partidos respaldaron uno tras otro este plan. Hay quienes pueden esperar muy poco de unas elecciones en el futuro cercano, como Forza Italia e Italia Viva, el nuevo partido de centro fundado por el ex primer ministro Matteo Renzi. Hay quienes vuelven a sacrificarse por el “bien de la nación”, como el Partido Demócrata. El M5S ha inclinado la cabeza una vez más para demostrar su “responsabilidad”, a costa de perder cada vez más diputados y relevancia (a pesar de ser el primer partido en el parlamento).
Pero el mejor ejemplo de la importancia de la voluntad de la clase dominante en los momentos decisivos es la Lega. Los capitalistas del norte, la parte más industrializada de Italia, han acorralado a su líder, Matteo Salvini, con declaraciones entusiastas sobre Draghi. “Todas las fuerzas políticas deben apoyar a Draghi, su credibilidad está en juego”, afirmó Carraro, presidente de la confederación patronal de la región de Veneto. La “Soberanía”, el principal lema de la Lega en los últimos años, ha sido archivada temporalmente ante la perspectiva de gestionar el plan de recuperación.
Solo Fratelli d’Italia (partido de ultraderecha heredero del partido fascista MSI, Movimento Sociale Italiano) no dará su voto de confianza a Draghi, pero su apoyo no es necesario para que el gobierno consiga la mayoría. El único grupo representado a la izquierda del PD en el parlamento es el LEU, que fue parte del segundo gobierno de Conte, y que con toda probabilidad se unirá al coro.
¿Cuál será el programa de Draghi?
El expresidente del BCE esbozó su programa en un célebre artículo del Financial Times en marzo del año pasado, así como en varios discursos. Draghi defiende completamente la idea de que la deuda pública debe aumentar. Frente a esta aguda crisis, cree que el gasto público debe absorber la deuda privada, y que la deuda debe volverse “productiva”. Declara que “en esta crisis no todas las empresas deben recibir apoyo público”, sino que el Estado solo debe intervenir para “evitar costos sociales excesivos”, y por supuesto, los bancos e inversores privados, “que tienen mucha más experiencia”, deben elegir en qué empresas debe invertir el Estado.
Pero ¿qué futuro tienen los trabajadores de estas empresas “zombis”, condenadas a la quiebra? Según Draghi, “las ayudas son para crear nuevos puestos de trabajo, no salvar los antiguos”. ¡Una perspectiva alentadora para quienes esperan que el nuevo gobierno intervenga a favor de los trabajadores tras el fin de la congelación de los despidos, prevista para el 31 de marzo!
La intervención estatal en la economía redundará, por tanto, en beneficio total de la clase dominante. El Estado necesita mejorar la competitividad de las empresas con sus fondos. Las reformas estructurales significarán recortes en el bienestar y flexibilidad total de los contratos y las condiciones laborales. Los desempleados obtendrán un subsidio temporal, pero con pocas posibilidades de reempleo, o en el mejor de los casos, en condiciones de precariedad laboral extrema.
En lo que respecta a la edad de jubilación, Draghi siempre ha abogado por ampliar la vida laboral de las personas. La “Cuota 100” (una reforma de las pensiones del primer gobierno de Conte, que establece que uno puede jubilarse si la suma de su edad y el número de años cotizados suman 100), por lo tanto, empeorará.
Aún así, los líderes del movimiento obrero tienen la ilusión de que el gobierno de Draghi representará un punto de inflexión positivo para los trabajadores. Según Maurizio Landini, secretario general de la federación sindical CGIL, Draghi “nos sacará de la eventualidad laboral gracias a su competencia y autoridad”. Es peligroso sembrar este tipo de ilusiones. Uno no puede servir a dos señores.
Detrás de la fachada de imparcialidad y “competencia”, los gobiernos de unidad nacional siempre han ido en detrimento de los intereses de los trabajadores, desde los de Ciampi y Amato en los años 90 hasta el de Monti hace 10 años. Hoy, la burguesía necesita políticas diferentes a las de la austeridad del pasado, pero las políticas del gobierno deben permanecer a su servicio.
La unidad nacional es una quimera que ha surgido ante las desigualdades, que han aumentado exponencialmente en estos 12 meses de pandemia, y que no se podrán resolver con una política que favorezca a la burguesía.
El nacimiento del gobierno de Draghi será una fuente de conflictos internos y divisiones en todos los partidos que lo apoyen. Los partidos de derecha, centro e izquierda saldrán más debilitados y desacreditados de esta experiencia.
En medio de esta crisis de gobierno, los intereses de nuestra clase, la de los trabajadores, que son la mayoría de la sociedad, no están representados. Esto contribuye a que la cortina de humo creada por los medios de comunicación sea aún más eficaz. Eliminar esa cortina de humo requerirá la acción de la lucha de clases y la entrada en escena del movimiento obrero y juvenil.
La tarea de quienes, como nosotros, somos firmes oponentes de los gobiernos burgueses, tanto nuevos como antiguos, es retomar y reorganizar el conflicto social bajo nuestras propias condiciones. La lucha de clases es la única salida a la crisis capitalista que están pagando los trabajadores y las clases oprimidas de este país.
Desde principios de año, un grupo de operadores de bolsa amateurs, organizados en Reddit, han estado jugando en el mercado contra importantes fondos de cobertura, que habían vendido acciones en corto para GameStop: un minorista de videojuegos con sede en EE. UU. Como resultado, los precios de las acciones de GameStop se han disparado y se tuvo que rescatar a un millonario fondo de cobertura por una suma de $ 2.750 millones.
Este circo expone a Wall Street como poco más que un garito de juego y revela un sistema capitalista asolado por la crisis enganchado a la especulación a corto plazo en lugar de un desarrollo productivo significativo.
Estrangulamiento de posiciones cortas (‘Short Squeeze’) de GameStop
La forma en que funciona la ‘venta en corto’ es la siguiente. Un fondo de cobertura apuesta a que las acciones de una empresa particular bajarán y las pondrán ‘en corto’: piden prestadas acciones de dicha empresa para venderlas inmediatamente, por ejemplo, a 20 dólares la acción. Esperan que el precio de las acciones baje y luego podrán comprar acciones a un precio más bajo (digamos $ 10) y devolver las acciones que tomaron prestadas. Eso les daría una buena ganancia de $ 10 por acción.
En otras palabras, los administradores de fondos de cobertura están jugando en la bolsa como en un casino y, en el proceso, pueden tener un impacto negativo en el destino real de las empresas, que traspasan las pérdidas a los trabajadores reales en forma de desempleo. A raíz de 2008, hubo una orgía de ventas en corto como buitres descarnando los huesos de empresas en quiebra.
A principios de este año, la gente se enteró de que había muchas apuestas en corto contra GameStop. Es raro ver posiciones cortas de más del 50 por ciento, lo que significa que más de la mitad de las acciones negociables de una empresa se han vendido en corto. En el caso de GameStop, ¡el interés en corto era del 140 por ciento! La mayoría de éstas estaban en manos del fondo de cobertura Melvin Capital.
Luego, operadores de bolsa amateurs organizados en el subreddit r/WallStreetBets, organizaron un ‘Short Squeeze’: y comenzaron a comprar acciones de GameStop con el objetivo de impulsar el precio hacia arriba. Y lo lograron. El precio de las acciones de GME subió de 17 dólares a 340 dólares.
¿Cuál fue la motivación de estos valientes operadores eventuales? Naturalmente, querían jugar contra el mercado y obtener ganancias. Muchos de ellos lo han hecho, y algunos se jactan de que sus carteras han entrado en territorio de siete cifras.
Pero también, curiosamente, si lee uno sus publicaciones, entre los redditors se desarrolló un sentimiento desafiante de “vamos a por estos cabrones”. Esto se convirtió en un estado de ánimo estimulante de: “¡juntos, podemos hundir a los canallas que dirigen estos fondos de cobertura!”
A medida que la situación se desarrollaba, los operadores del subreddit r/WallStreetBets estaban cada vez más decididos a aferrarse a sus acciones para dañar a los peces gordos de Wall Street lo más posible. El foro de Reddit está lleno de mensajes como “no vendas, espera, unidos podemos ganar”.
Podredumbre expuesta
Por supuesto, no fueron solo los operadores de bolsa amateurs los que participaron en la acción. Tan pronto como las acciones comenzaron a subir, quedó claro que jugadores más grandes estaban olfateando una oportunidad y comenzaron a invertir sumas más grandes.
Esto se ha convertido en una burbuja especulativa clásica y terminará como todas las demás. Los precios de las acciones en GameStop subirán porque muchos ahora están comprando, y muchos comprarán porque los precios suben. Hasta que llega un punto en el que la gente empieza a vender para hacer realidad sus ganancias, pensando que no pueden subir más, y luego otros empiezan a vender, lo que hace que los precios de las acciones bajen y la gente venda porque están bajando. La burbuja explotará y mucha gente perderá mucho dinero.
Pero hasta ahora, la banda amateur de operadores de bolsa ha derrotado a Melvin Capital, que se ha visto obligada a dejar de negociar acciones de GameStop, perdiendo un paquete en el proceso. Se han visto obligados a comprar acciones a un precio muy alto para poder devolver las acciones que tomaron prestadas a un precio muy bajo, perdiendo 3.750 millones de dólares como resultado. Los vendedores en corto que apostarón contra GameStop han perdido un total de $ 5.050 millones hasta ahora. Todos podemos sentir cierta satisfacción al ver a estos parásitos tragarse su orgullo.
Desde entonces, los operadores de Reddit han pasado a otras acciones, lo que ha obligado a otros inversores importantes con apuestas cortas en otras empresas a reducir sus pérdidas y a huir. Esto ha creado un espectáculo irónico de administradores de fondos e inversores institucionales, que han ganado miles de millones sobre la base de una especulación imprudente y se han beneficiado de la falta de regulación, y que ahora se quejan de la “manipulación del mercado” y exigen que los gobiernos y reguladores intervengan. De hecho, la administración Biden ha confirmado que está observando la situación.
Potencialmente, esto podría tener un impacto grave en el sistema financiero. Las empresas de fondos cobertura están respaldadas por bancos e instituciones financieras. Si algunos de los grandes colapsan como resultado de apuestas cortas fallidas, esto podría tener un efecto dominó en los bancos.
Recordemos que estos grandes apostadores de Wall Street apuestan a que una empresa se hunda y, a veces, hacen apuestas tanto a corto como a largo plazo, cubriendo todos los resultados posibles en la búsqueda de dinero rápido. Todo esto es un juego de azar: las consecuencias reales para los trabajadores reales no tienen sentido para ellos.
¡Abolir este sistema enfermo!
¿Cómo explicamos este incidente y qué nos dice sobre Wall Street y el sistema capitalista en general?
Esta agrupación de pequeños operadores de bolsa amateurs se ha visto facilitada por la aparición de aplicaciones comerciales (como RobinHood), que facilitan a novatos el acceso a la bolsa. Por supuesto, RobinHood toma una parte de cada intercambio. También se están volviendo extraordinariamente ricos en el proceso.
Además, la cantidad de personas que reciben consejos sobre la bolsa en los foros de Reddit aumentó durante la pandemia y la crisis. Muchas son personas que han sido despedidas o perdieron sus trabajos. Tienen tiempo en sus manos y, en algunos casos, folletos de estímulos en sus bolsillos. Están desesperados por ganar dinero rápidamente y no hay ofertas de trabajo.
De manera más general, el estancamiento a largo plazo de los salarios, que en los EE. UU. ha estado ocurriendo durante casi 50 años, ha empujado a algunos a tratar de obtener un mejor rendimiento de sus magros ahorros en la especulación bursátil.
Incluso antes de este último incidente, ya había un frenesí de especulación en la bolsa, con el índice bursátil FTSE 100 habiendo pasado de un mínimo de 5.100 en abril de 2020 a un máximo de 6.800 a principios de año a pesar de la fuerte contracción del economía en los EE. UU.
Esto refleja la enfermedad general del sistema capitalista. En un momento en que millones están perdiendo sus puestos de trabajo y decenas de miles de empresas están paralizadas, la bolsa, que supuestamente refleja la salud general de esas empresas, está subiendo. En realidad, los movimientos en la bolsa hace tiempo que se divorciaron de la evolución de la producción de bienes y servicios. Por supuesto, en un cierto punto debe haber un ajuste de cuentas.
Los cambios en los precios de las acciones reflejan la podredumbre del sistema. En un momento en que las tasas de interés son históricamente bajas (0 o negativas), la economía está inundada de liquidez. Una parte significativa del dinero de estímulo entregado por los gobiernos a las corporaciones en medio de la recesión provocada por la pandemia se ha convertido en especulación. Esta es también la explicación de la última burbuja de BitCoin, que ha visto a la criptomoneda pasar de valer un mínimo de $ 6.800 en abril de 2020 a un vertiginoso máximo de $ 40.000 la semana pasada.
En lugar de invertirlo en producción (el desarrollo de tecnología que aumentaría la productividad del trabajo), los capitalistas apuestan este dinero en la economía de casino, donde los rendimientos son mayores y más rápidos. Esta es una acusación del carácter parasitario del capitalismo en su estado de decadencia senil plagado por la crisis.
Todo este dinero, que actualmente se utiliza para la especulación sin una relación real con la producción real de bienes y servicios, podría utilizarse para satisfacer las necesidades apremiantes de cientos de millones por empleos, vivienda, educación y atención médica. ¿Cuántas dosis de las vacunas COVID-19 se podrían producir con los $ 3.500 millones que Melvin Capital ha desperdiciado en las últimas dos semanas? ¿Cuántas camas de UCI, respiradores, unidades de equipo de protección individual se pueden proporcionar con lo mismo?
Wall Street es un testimonio vivo de un sistema capitalista que está completamente podrido y necesita ser abolido: cuanto antes, mejor.
Alan Woods, editor de marxist.com, analiza el tumultuoso estado del mundo a principios de 2021. El capitalismo está en una profunda crisis. Mientras que un puñado de multimillonarios se enriquece, la gran mayoría está atrapada entre la pandemia del coronavirus y la pobreza. Pero los marxistas siguen siendo optimistas. La clase trabajadora y la juventud están empezando a estirar los músculos en preparación para las batallas que se avecinan.
“El que ríe aún no ha escuchado las malas noticias”. (Berthold Brecht)
“La esperanza brota eternamente en el pecho humano”. Las célebres palabras del gran poeta inglés del siglo XVIII Alexander Pope contienen una profunda verdad sobre la psique humana. En última instancia, es la esperanza lo que nos hace seguir adelante. Es lo que nos sostiene a través de las pruebas y tribulaciones de la vida.
Incluso en los momentos más oscuros, cuando nos sentimos abrumados por las dificultades de todos los lados, es esta obstinada creencia de que las cosas eventualmente mejorarán lo que nos proporciona la fuerza moral necesaria para seguir viviendo y luchando, incluso cuando todas las probabilidades parecen estar en contra nuestra.
Pero, ¿qué pasaría si se extinguiera toda esperanza? Un mundo sin esperanza sería ciertamente un lugar oscuro. Sería imposible vivir en un mundo así. Y si le quitas a la gente la esperanza de un futuro mejor, le quitas todo lo que queda de su humanidad y dignidad.
La eliminación de la esperanza deja solo una respuesta posible, y esa respuesta es la desesperación. Las personas pueden responder a la desesperación de diferentes formas. Básicamente, solo tienen abiertos dos caminos. Uno es el camino de la pasividad, la apatía y, en última instancia, la conclusión de que no vale la pena vivir la vida. Pero hay otro camino. Los seres humanos son criaturas muy tercas y no llegarán voluntariamente a la conclusión de que no hay salida. El segundo camino es el camino de la revolución.
¿Feliz año nuevo?
Con las campanadas de medianoche, cuando el 31 de diciembre se convierte en el 1 de enero, es costumbre desear a los amigos y familiares un feliz año nuevo. Este año no habrá sido diferente. El viejo Pope tenía razón: la esperanza brota eternamente en el pecho humano.
Así que, como de costumbre, levantamos nuestras copas y deseamos a todos un año feliz, saludable y próspero, con la esperanza de que 2021 sea mejor que 2020. Después de todo, ¡difícilmente podría ser peor!
Y aún así, aún así… en el fondo de nuestro corazón, ¿cuántos de nosotros realmente creímos en esta predicción optimista? A decir verdad, hay muy poca evidencia empírica que la justifique.
La pandemia todavía está descontrolada y somete a millones de personas sufrimiento y muertes innecesarios. El número total de casos de coronavirus a escala mundial al cierre de 2020 era de 82.421.447. Y el número total de muertes registradas era de 1.799.076.
Sin embargo, no hay duda de que estas cifras oficiales subestiman la situación real en una cantidad considerable. ¿Quién en su sano juicio puede creer las estadísticas oficiales de personas que han muerto a causa de esta terrible enfermedad, en la India por ejemplo?
Es suficiente señalar la flagrante falsificación de estadísticas para minimizar el número de muertes por COVID-19, en Gran Bretaña y otros países que se llaman avanzados, para subrayar el punto.
Y dado que los virus no respetan las fronteras nacionales, ni siquiera los Estados más ricos pueden evitarlos. Algunas de las peores estadísticas de todo el mundo se encuentran en los Estados Unidos, donde Florida es actualmente el epicentro de la epidemia.
Un hospital de Los Ángeles estaba tan abrumado con casos de COVID-19 que se vio obligado a atender a las víctimas de la enfermedad en la tienda de regalos. Tal es la situación real en el país más rico del mundo.
La pandemia todavía está fuera de control, sometiendo a millones de personas a sufrimiento y muerte innecesarios / Imagen: The Leader
Una cuestión de clase
Trotsky dijo en una ocasión, usando las palabras del gran filósofo Spinoza, que nuestra tarea es: “ni llorar ni reír, sino comprender”.
Constantemente se nos dice que debemos unirnos para enfrentarnos a un enemigo común: un enemigo despiadado, inexorable e invisible llamado COVID-19. “Estamos todos en el mismo barco”, esa es la falsa e hipócrita consigna con la que los ricos y poderosos tratan de desviar nuestra atención del hecho evidente de que la actual pandemia es también una cuestión de clase.
Simplemente no es el caso de que “estamos todos en el mismo barco”. En realidad es justo lo contrario. La pandemia ha servido para exponer las profundas divisiones entre ricos y pobres: la verdadera línea divisoria que divide a la sociedad entre los que están condenados a enfermarse y sufrir una muerte horrible, y los que no lo están.
Y pisándole los talones a la pandemia llegó la recesión económica más profunda de los tiempos modernos. La crisis económica mundial ha golpeado duramente a Estados Unidos. 40 millones de estadounidenses solicitaron los trámites para el seguro de desempleo durante la pandemia. Como siempre, son los pobres los que más sufren.
En 2019, la Reserva Federal informó que cuatro de cada diez estadounidenses no tenían suficiente efectivo en sus cuentas bancarias para cubrir un gasto inesperado de 400 dólares. Y en los primeros meses de 2020, la situación empeoró dramáticamente.
Alarmada por el peligro que representaba esta situación, la clase dominante se vio obligada a tomar medidas de emergencia. El Estado, que de acuerdo con la teoría del libre mercado, debería jugar poco o ningún papel en la vida económica, ahora se convirtió en lo único que apuntalaba al sistema capitalista.
En marzo, los legisladores estadounidenses aprobaron más de $2,4 billones (1,9 billones de euros) en ayuda económica para empresas y hogares, en un intento de mitigar las dificultades económicas que sufren millones de familias. En realidad, la mayor parte de este dinero se gastó en generosas donaciones a los ricos. Pero el dinero entregado a los desempleados sirvió sin duda para paliar los efectos de la crisis en la parte más pobre y vulnerable de la sociedad.
Pero las ayudas han ido disminuyendo desde el verano y varios programas clave, incluidas las prestaciones sociales para los trabajadores precarios y las personas sin trabajo durante más de seis meses, debían expirar a finales de diciembre. A medida que el gobierno ha retirado el apoyo, un número creciente de personas se quedan sin comida adecuada o se atrasan en el pago del alquiler y otras facturas.
Hambre en Estados Unidos
Muchas personas se encuentran ahora en una situación desesperada. Habiendo perdido repentinamente sus trabajos, se enfrentan a la pérdida de sus hogares. No tienen ingresos ni dinero suficiente para poner comida en la mesa. En el país más rico del mundo, millones de familias pasan hambre.
La inseguridad alimentaria se ha duplicado desde el año pasado, alcanzando el nivel más alto desde 1998, cuando se recopilaron por primera vez datos sobre la capacidad de los hogares estadounidenses para obtener alimentos suficientes. En el mes de noviembre, uno de cada ocho estadounidenses informó que algunas veces o con frecuencia no tenía suficiente comida, según una encuesta reciente del censo.
El Banco de Alimentos de San Francisco-Marin, que opera en algunos de los condados más ricos de EE.UU. – San Francisco y Marin – ha estado sirviendo a unos 60.000 hogares, el doble de su nivel anterior al Covid. El 14 de diciembre, la BBC News informó:
“Aunque el hambre no es nueva en Estados Unidos, la pandemia ha tenido un impacto importante. La inseguridad alimentaria se ha convertido en un problema nacional generalizado que no perdona ni siquiera a algunas de las regiones más ricas.
“Desde principios de noviembre, no lejos del Trump National Golf Club en Virginia, en un área que solía tener algunas de las tasas de hambre más bajas del país, Loudoun Hunger Relief alimentó entre 750 y 1.100 hogares por semana, un aumento promedio del 225% desde su promedio semanal pre pandémico.
“’Vimos gente que nunca antes había necesitado acceder a este tipo de recurso’, dice la directora ejecutiva Jennifer Montgomery.
“Era obvio que estaban a sólo uno o dos meses de salario de estar en serios problemas”.
“He perdido mi orgullo”
Miremos a Omar Lightner, un camionero de 42 años de Florida. Perdió su trabajo en febrero a causa de la pandemia. Desde entonces, vive de sus ahorros en un motel en Jacksonville con su esposa e hijos. Su dinero se está agotando rápidamente.
“Mis ahorros eran de $22.000 (18.100€) cuando vinimos a este motel”, dijo Lightner. “Esto nos costó unos 17.300 dólares. El resto lo gasté en cupones de alimentos. Eso ayudó mucho. Pero tenemos dos niños con autismo severo; hay medicamentos y terapias que pagar”.
Mientras Lightner continúa buscando trabajo, su preocupación más grande e inmediata es cómo asegurar un hogar para su familia. Se han retrasado cuatro semanas en el pago del alquiler y ahora se enfrentan al desahucio.
Como parte de la política de desalojo del motel, se pueden retirar de su habitación los artículos que se consideren no esenciales. Esta semana, ha sido la televisión, algo que la pareja necesita desesperadamente para calmar a Jamal, cuyo autismo implica no poder hablar.
“Somos una familia de cinco, no hay albergues disponibles a los que podamos ir en este momento”, dijo Lightner.
“He perdido el orgullo. Ahora somos prácticamente personas sin hogar. Y yo era un hombre que siempre tenía mucho orgullo. Trabajé toda mi vida. Siempre tuvimos una linda casa y buenos vehículos.
“Sé cómo crecí, tuve que trabajar para conseguir esas cosas. Y me lo han quitado por causas ajenas a mí.“
Ese es el rostro real y brutal del capitalismo en el siglo XXI. No existe otro. El primero de enero de 2021, para al menos 12 millones de ciudadanos estadounidenses, las palabras Feliz Año Nuevo tenían un sonido amargo y hueco.
Feliz año nuevo para los ricos
Pero, ¡eh…! No nos pongamos demasiado tristes. No todo fueron malas noticias. En medio de este mar interminable de miseria humana, sufrimiento, hambre y muerte, a algunos les fue muy bien.
Al mismo tiempo que más de 40 millones de estadounidenses solicitaban los trámites del desempleo, los multimillonarios vieron aumentar su riqueza en más de medio billón de dólares. Para esas personas, 2020 fue un año muy feliz. Y no hay absolutamente ninguna razón para dudar de que 2021 será aún más feliz.
Miremos el caso del propietario de Amazon, Jeff Bezos, que se convirtió en la primera persona con una riqueza total declarada de más de $200 mil millones. Desde principios de marzo, cuando Estados Unidos vio sus primeras muertes por coronavirus, la riqueza de Bezos aumentó en 74.000 millones de dólares. ¡Tiene motivos para celebrar!
Bezos ahora gana más dinero por segundo de lo que gana el trabajador estadounidense típico en una semana. Un hombre estadounidense promedio con una licenciatura ganará alrededor de $2,2 millones en su vida; Bezos gana alrededor de $2,2 millones en 15 minutos.
Con sus $200 mil millones, es tan rico que un estadounidense promedio que gasta $1 es comparable al CEO de Amazon cuando gasta $2 millones. Su fortuna es más del doble que la de toda la monarquía británica y es tan grande como el PIB de países enteros.
Y estaba solo en su buena suerte. El magnate de los casinos Sheldon Adelson vio aumentar su riqueza en $5 mil millones, mientras que la de Elon Musk aumentó en $17,2 mil millones. Al sumar las cifras, los multimillonarios en los Estados Unidos han aumentado su patrimonio neto total en $637 mil millones durante la pandemia de COVID-19 por ahora.
Como hemos señalado, una gran parte de su nueva riqueza provino directamente de las generosas dádivas del erario público. De la enorme cantidad de dinero entregada por el gobierno para contrarrestar la crisis, la mayor parte fue directamente a los bolsillos del uno por ciento más rico de la sociedad.
Las leyes fiscales favorables a los ricos y las lagunas legales mantienen a esos multimillonarios en la cima. Y esas son solo las vías legales que usan los ricos para evitar pagar impuestos. En 2017, los investigadores estimaron que alrededor del 10% del PIB mundial estaba escondido en paraísos fiscales en el extranjero. Un estudio realizado en 2012 reveló que las personas más ricas del mundo mantenían hasta 32 billones de dólares en paraísos fiscales.
La brecha que separa a los que tienen de los que no tienen se ha ensanchado hasta convertirse en un abismo infranqueable, profundizando la polarización social y política y creando un estado de ánimo explosivo en la sociedad. Este hecho fue subrayado sorprendentemente por los acontecimientos en Washington en los últimos días.
La última resistencia de Donald J. Trump
Obtener una visión racional del funcionamiento del intrincado cerebro de Donald Trump es una tarea digna de un intelecto mucho mayor que el que posee el autor de este artículo. Sin embargo, no es del todo imposible hacer una suposición fundamentada sobre sus motivos en el presente caso.
El Congreso había estado estancado desde el verano en un nuevo paquete de estímulo para el coronavirus que se suponía ayudaría a unos 12 millones de trabajadores que se enfrentaban a la retirada de las ayudas el 31 de diciembre.
Los Republicanos y Demócratas finalmente acordaron un proyecto de ley de compromiso que extendería la ayuda por desempleo hasta fines de marzo, entre otras medidas de alivio. Pero para sorpresa de todos, el presidente se negó a firmar. Trump ahora protestaba porque la cantidad de dinero que se les iba a dar a los destinatarios era demasiado tacaña, lo cual era evidentemente cierto, y que él estaba del lado de los estadounidenses pobres contra un Congreso tacaño, lo cual era evidentemente falso.
El hecho es que la miserable cantidad decidida fue el resultado de las tácticas de bloqueo de los Republicanos, es decir, del propio partido de Donald Trump. Si se oponía a esto, podría haber aclarado sus puntos de vista mucho antes, ahorrando así mucho tiempo y problemas. Pero no lo hizo.
De hecho, respaldó la propuesta original y guardó silencio hasta el último momento cuando el proyecto de ley aterrizó en su escritorio, solo unas semanas antes de que le entregaran una orden de desalojo para que abandonara la Oficina Oval. Las dos cosas claramente estaban relacionadas.
Aquí hay dos cosas muy claras. La primera es que Donald J. Trump está muy apegado a su posición como presidente de la mayor potencia del mundo y no tiene ninguna prisa por hacer las maletas. Al contrario, pretende aferrarse al poder hasta el último momento, con la misma desesperación con la que una persona desesperada se agarra a un clavo ardiendo.
Desafortunadamente, el suministro de clavos ardientes del presidente ha disminuido drásticamente en las semanas posteriores a las elecciones. En una acción desesperada de retaguardia, que recuerda a la última resistencia del General Custer, Donald Trump hizo sonar un último y desafiante toque de corneta para pasar revista a su tropa.
Para su inmenso disgusto, solo un puñado de senadores republicanos respondió a la llamada. Incluso sus partidarios más leales en la jerarquía del Partido Republicano, sopesando el equilibrio de fuerzas, llegaron a la conclusión lógica de que la discreción es la mejor parte del valor.
Para colmo de males, algún delator astuto (sus números se multiplican por día) publicó una grabación del presidente donde intentaba intimidar al Secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, para que “encontrara” 11.780 votos que anularan la victoria de Joe Biden allí. Ese fue probablemente un factor en la toma de decisiones de los senadores Republicanos. Lo abandonaron como las ratas huyen de un barco que se hunde.
Tales actos de deslealtad cobarde son profundamente ofensivos para un hombre que hace tiempo que no está acostumbrado a la insubordinación de ningún tipo. Imaginar que una traición de esta magnitud quedaría impune era absolutamente impensable. Y así, mientras otros estaban ocupados envolviendo sus regalos de Navidad, nuestro Donald estaba preparando una última sorpresa navideña para sus antiguos amigos y aliados, una que no olvidarían rápidamente.
Incluso si eso significara que millones de estadounidenses pobres pasarían hambre, él pasaría a la historia como el presidente que quería dar más dinero a los pobres. Eso era mentira, por supuesto, ya que este presidente ha elevado el arte de mentir a niveles completamente nuevos.
Pero lo principal no es lo que es verdad, sino lo que la gente cree que es verdad. Y lo que la gente cree resultará muy útil en las próximas elecciones presidenciales, cuando Donald J. Trump, a diferencia del general Custer, vuelva a cabalgar.
Uno puede imaginarse su sensación de júbilo malicioso cuando el presidente de repente retiraba la mano del documento ofensivo, lanzando así una granada de mano contra las conmocionadas filas de los Republicanos del Congreso.
“¡Aquí tenéis, mis buenos amigos! ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo! “
Donald J. Trump tuvo la satisfacción de saber que, aunque se viera obligado a salir de la Casa Blanca, lo habría hecho con una explosión, no con un quejido. La jugada causó consternación en el Congreso. Pero esto no era nada comparado con lo que estaba por venir.
El descontento que surge de la crisis del capitalismo puede ser aprovechado por demagogos de derecha sin escrúpulos del tipo de Donald Trump / Imagen: Tyler Merbler
La hora de la verdad
La democracia burguesa es una planta muy frágil, que solo puede florecer en ciertos suelos bien nutridos. Históricamente, es un privilegio que solo tienen las naciones capitalistas más avanzadas y prósperas, donde la clase dominante posee suficiente riqueza excedente para hacer concesiones a la clase trabajadora, desfilando así las agudas aristas de la lucha de clases y previniendo un conflicto abierto entre ricos y pobres.
Durante mucho tiempo, más de 100 años en el caso de países como Estados Unidos y Gran Bretaña, la clase dominante logró establecer un cierto grado de equilibrio político y social, gobernando no por el uso de la fuerza directa, sino por una especie de pacto de caballeros, un compromiso entre las clases antagónicas.
En el caso de Gran Bretaña, esto se logró mediante un sistema de dos partidos, los partidos Conservador y Laborista, que se alternaban en el gobierno a intervalos regulares, sin desafiar nunca el dominio del Capital. En Estados Unidos existía un arreglo similar con el reparto del poder entre republicanos y demócratas.
En realidad, este compromiso era una máscara que sirvió para ocultar las divisiones fundamentales de la sociedad y evitar un serio desafío al statu quo. En palabras del gran escritor estadounidense Gore Vidal: “Nuestra república tiene un partido, el partido de la propiedad, con dos alas de derechas”. Pero la crisis del capitalismo lo ha cambiado todo. La marcada y creciente división entre ricos y pobres ha provocado la ruptura del antiguo consenso.
En todas partes, bajo la aparente calma superficial, hay un descontento hirviente, que se revela en estallidos periódicos de ira popular contra el viejo orden, sus instituciones, sus partidos políticos, sus líderes, su moral y sus valores. Este descontento, es cierto, carece de una expresión política clara. Es confuso, incoherente y, en ocasiones, puede incluso adquirir un aspecto reaccionario.
Esta falta de claridad no es de extrañar. Es el resultado de la debilidad del factor subjetivo: el hecho de que las fuerzas del marxismo genuino han retocedido durante todo un período histórico, dejando el campo abierto a todo tipo de reformistas confusos y reformistas de izquierda que, como no tienen ideas propias claras, son orgánicamente incapaces de proporcionar soluciones a los problemas candentes que enfrentan las masas.
En su desesperación por encontrar una salida a la crisis, las masas buscan una expresión y una salida a su ira por las injusticias del actual orden social y político desacreditado. Este descontento puede ser aprovechado por demagogos de derecha sin escrúpulos del tipo de Donald Trump.
Pero en movimientos tan confusos y heterogéneos, es fundamental que aprendamos a distinguir lo reaccionario de lo que es reflejo de una protesta incoherente contra el statu quo, y no dejarnos desviar por factores secundarios y el impresionismo emocional.
Impresionistas superficiales como Paul Mason en Gran Bretaña y muchos otros de la llamada izquierda a nivel internacional solo ven los elementos reaccionarios en el trumpismo, que tontamente identifican con el fascismo, sin mostrar la más mínima comprensión de lo que realmente es el fascismo. Tal confusión no puede ayudarnos a comprender el significado real de los fenómenos importantes.
Estos disparates les llevan directamente al pantano de las políticas de colaboración de clases. Al promover la falsa idea del “mal menor”, invitan a la clase obrera y sus organizaciones a unirse con el enemigo de clase, los liberales burgueses que supuestamente defienden la “democracia”.
Peor aún, al insistir constantemente sobre el supuesto peligro del fascismo, potencialmente desarman a la clase trabajadora cuando se enfrenten a genuinas formaciones fascistas en el futuro. Como veremos, los estrategas serios del capital entienden lo que está sucediendo mucho mejor que los falsos izquierdistas ignorantes y ex-marxistas como Paul Mason.
Pero volvamos a los acontecimientos de Washington. En el fondo, lo que indican es el hecho de que la polarización en la sociedad ha llegado al punto crítico donde las instituciones de la democracia burguesa están siendo puestas a prueba hasta la destrucción. Es por eso que la clase dominante y sus representantes políticos en todas partes están horrorizados por la conducta de Donald J. Trump.
Como estratega político, a Trump no se le puede tomar en serio. Es un empirista ignorante, cuyo único objetivo en la vida es la auto proyección y aferrarse al poder y al prestigio. Esta es realmente una receta muy simple para un hombre que no tiene principios identificables de ningún tipo. Y aunque no es particularmente inteligente, su Creador le ha dotado de una dosis inalienable de astucia animal cretina.
Trump nunca se reconcilió con la idea de perder el cargo en algo tan vulgar como una elección. Ya había decidido de antemano que los resultados estaban amañados (¿qué otra posible explicación podría haber por el fracaso?) Sus acciones consiguientes eran, por tanto, completamente predecibles.
Sintiéndose traicionado por sus compañeros líderes republicanos (muchos de los cuales lo odian, pero todos le temen), recurrió a su único punto confiable de apoyo: su base de masas, que, a pesar de todo, permanece inquebrantablemente leal al hombre que ven como su portavoz y su única esperanza en un Washington irremediablemente corrupto y cínico.
Por lo tanto, no fue sorprendente que intentara movilizar esta base de masas en lo que probablemente sea la última jugada de un apostador desesperado. Sin duda, esto fue algo arriesgado, pero nuestro Donald, como todos los jugadores, parece crecerse con movimientos arriesgados, especialmente cuando hay mucho en juego.
Sin embargo, esto tiene consecuencias. El hombre que, con sus acciones, ha profundizado todas las grietas en la sociedad estadounidense y creado algo muy parecido a un estado de guerra civil entre demócratas y republicanos, ahora ha declarado la guerra a su propio partido, amenazando con dividir al partido republicano de arriba a abajo.
Sus discursos maníacos tenían claramente la intención de incitar a la multitud ya furiosa fuera de la Casa Blanca a atacar al Congreso y así (esperaba) evitar la confirmación de la victoria electoral de Joe Biden. Pero se notaba que su principal objetivo no eran los demócratas sino precisamente los republicanos en el Congreso, y en particular el vicepresidente Mike Pence, a quien instó a impedir que se llevara a cabo la sesión.
Para entonces, sin embargo, Pence y los demás líderes principales de los republicanos habían decidido que ya era suficiente. En efecto, rompieron con Trump, y Trump ha roto con ellos. Estas acciones han infligido profundas heridas al Partido Republicano, que no se curarán fácilmente. No es en absoluto descartable una escisión abierta de los republicanos.
Es difícil prever si Trump tiene otros ases debajo la manga antes de la investidura del nuevo presidente. Por su reacción inicial, parecería que ha perdido el equilibrio por el aluvión de ataques de todos los lados y está tratando retirarse rápidamente. Eso confundirá a su base, sin satisfacer a sus enemigos en el Congreso que exigen su destitución inmediata.
Una cosa está clara. A la clase dominante no le hizo gracia su última artimaña, para la que la policía (por razones que no están claras) parecía no estar preparada. Podemos estar bastante seguros de que el día de la investidura, las fuerzas del orden se movilizarán para garantizar que no se repita el caos de ayer, que cualquiera que intente aguar la fiesta será recompensado con una fractura de cráneo.
Donald Trump, al darse cuenta por fin de que el juego ha terminado, promete que se irá en silencio. Lo hace con plena conciencia de que la alternativa es ser escoltado fuera del edificio por los chicos de azul hasta el vehículo policial disponible más cercano. Siempre asumiendo que no haya sido cesado previamente por un nuevo juicio político, esta vez por la acusación más grave de “insurrección” contra la República.
Desde luego, esto no es el final del asunto. Al contrario, el verdadero drama apenas ha comenzado. Habiendo ganado dos escaños de Georgia en el Senado, Joe Biden ahora tendrá un control bastante seguro del Congreso. No tendrá excusa para no llevar a cabo las políticas que esperan sus seguidores.
Pero la profundización de la crisis económica, agravada por una deuda colosal, significa que la administración de Biden decepcionará muy rápidamente las esperanzas de aquellos millones que votaron por ella como “el mal menor”. Ahora se abrirá un nuevo y tormentoso período de lucha de clases, que transformará la sociedad estadounidense de arriba a abajo, abriendo el camino para desarrollos revolucionarios.
Los estrategas del capital sacan conclusiones
Las consecuencias de esto son cada vez más evidentes para los representantes más sagaces de la clase dominante, que tienen una comprensión mucho más clara de las perspectivas que los estúpidos e impresionistas “izquierdistas” que no pueden ver más allá de la punta de sus narices.
El Financial Times publicó el 29 de diciembre un artículo con el título: “Una mejor forma de capitalismo es posible”. Iba firmado por el comité de redacción y, por tanto, lleva el sello de aprobación editorial de una de las publicaciones más autorizadas de la burguesía. Por eso, vale la pena citar el artículo en profundidad.
En este editorial leemos lo siguiente:
“La tranquilidad de la época navideña es un momento para recordar cómo la historia de la Natividad describe a la familia de Jesús: enviada a la carretera por absurdas reglas administrativas, sin alojamiento y dando a luz en condiciones indignas.
“Podríamos notar lo bien que su precariedad también podría describir una clase marginal en las sociedades más ricas que la humanidad haya conocido. La pandemia ha arrojado una luz dura sobre las partes vulnerables de los mercados laborales de los países ricos.
“La mayoría de nosotros dependemos, a veces literalmente para nuestras vidas, de personas que abastecen estantes, entregan alimentos, limpian hospitales, cuidan a los ancianos y enfermos. Sin embargo, muchos de estos héroes anónimos están mal pagados, con exceso de trabajo y sufren oportunidades laborales impredecibles e inseguridad en el empleo.
“Un neologismo acuñado para describirlos – el ‘precariado’ – es apropiado. Durante las últimas cuatro décadas, el trabajo no ha logrado asegurar ingresos estables y adecuados para un número creciente de personas. Esto se manifiesta en salarios estancados, ingresos erráticos, amortiguadores financieros inexistentes para emergencias, baja seguridad laboral y condiciones de trabajo brutalizadas, hasta el punto de episodios tan grotescos como la mujer que da a luz en un cubículo de baño por temor a perder un turno.
“Muchos sufren un riesgo creciente de quedarse sin hogar y epidemias de enfermedades relacionadas con las drogas y el alcohol. Los sistemas de ayudas sociales pueden ayudar, pero también pueden atrapar a personas que ya son vulnerables en laberintos administrativos de círculo vicioso.
“Este es un problema de larga duración, pero se intensificó drásticamente en 2020. La mayoría de los empleos en el precariado requieren presencia física para trabajo de servicio manual, lo que deja a los trabajadores más expuestos tanto al contagio del coronavirus como a la pérdida de ingresos debido a los confinamientos”.
El problema central se plantea aquí con admirable claridad. Pero ¿cuál es la solución? El autor nos informa que:
“Es un imperativo moral ayudar a los más necesitados. Pero sacar a las personas de la precariedad económica también redunda en gran medida en el interés propio de los más pudientes”.
¡Sentimientos dignos de alabanza! Estas líneas recuerdan la famosa historia de Charles Dickens Cuento de Navidad: donde el capitalista misántropo y acaparador de dinero Scrooge es gradualmente convencido de enmendar su forma de vivir, compartir parte de su riqueza con los pobres y vulnerables y convertirse en general en un anciano caballero completamente agradable y amable.
Este final sentimental es, sin duda, la parte más débil de la historia y transmite sólo los deseos piadosos y las ensoñaciones del autor. La parte realmente valiosa es su comienzo, que describe con precisión la verdadera moralidad del capitalismo.
Los autores del artículo del Financial Times parecen incómodamente conscientes de la inutilidad de cualquier intento de apelar a la mejor naturaleza de la minoría obscenamente rica que domina la sociedad sobre la base de un supuesto “imperativo moral de ayudar a los más necesitados”.
Esto ya era evidente para Charles Dickens, quien describe los vanos intentos de personas bien intencionadas de obtener un donativo de Scrooge para una caridad navideña:
«¿Ya no hay cárceles?», preguntó Scrooge.
«Está lleno de cárceles», dijo el caballero volviendo a posar la pluma.
«¿Y los asilos de trabajo?», inquirió Scrooge. «¿Siguen en activo?»
«Sí, todavía siguen», afirmó el caballero, «y desearía poder decir que no». «Muchos no pueden ir; y muchos preferirían la muerte antes de ir».
«Si preferirían morirse, que lo hagan; es lo mejor. Así descendería el exceso de
población»..
Aquí tenemos la voz auténtica del capitalismo: la voz fría y calculadora de la economía de mercado, del reaccionario Malthus: la verdadera voz mezquina, codiciosa, egoísta y cruel de los hombres y mujeres del dinero, que ha permanecido inalterada desde la época de Dickens hasta la actualidad.
Al darse cuenta de la inutilidad de apelar a los instintos más nobles de los capitalistas, el editorial apela a sus propios intereses (su codicia y egoísmo). ¡Aquí estamos en un terreno más firme!
“No se trata solo de que los más acomodados tienen más que perder si la continua polarización económica conduce al rechazo del capitalismo. También tienen mucho que ganar abordandola”.
Pero ninguna cantidad de prédica moral tendrá ningún efecto en estas criaturas, al igual que no tuvo ningún efecto en Scrooge. Lo que lo hizo cambiar de opinión no fueron los imperativos morales, sino el miedo, el miedo y la ansiedad producidos por los fantasmas que Dickens envió para perseguirlo.
Por eso, el autor del artículo del FT toma la sabia decisión de asustar a los burgueses enfrentándolos a las inevitables consecuencias de la situación actual. Es una perspectiva mucho más aterradora que el Fantasma de la Navidad del Futuro:
“Los grupos que quedaron atrás por el cambio económico están concluyendo cada vez más que a los que están a cargo no les importa su situación o, peor aún, han manipulado la economía en su propio beneficio contra los marginados.
“Lento pero seguro, eso está poniendo en tensión el capitalismo y la democracia. Desde la crisis financiera mundial, este sentido de traición ha alimentado una reacción política contra la globalización y las instituciones de la democracia liberal.
“El populismo de derecha puede prosperar con esta reacción mientras deja los mercados capitalistas en su lugar. Pero como no puede cumplir sus promesas a los económicamente frustrados, es solo cuestión de tiempo antes de que se levanten las horcas contra el propio capitalismo y la riqueza de quienes se benefician de él“. (Mi énfasis, AW)
Oh, sí, los estrategas burgueses serios comprenden las implicaciones revolucionarias mucho mejor que los reformistas miopes. Pueden ver que los violentos giros de la opinión pública hacia la derecha pueden fácilmente ser la preparación de giros aún más violentos hacia la izquierda, que las masas descontentas (armadas con horcas, para sugerir analogías con la Revolución Francesa o la Revuelta Campesina de 1381) pueden girar en una dirección anti-capitalista.
El artículo continúa:
“La epidemia de empleos inseguros y mal pagados refleja una falla en la difusión de los métodos de producción más avanzados desde la frontera de la economía hacia su interior. La mera existencia de un precariado demuestra que se están desperdiciando recursos – humanos, físicos y organizativos -”.
“Una economía polarizada no solo es injusta, sino ineficiente”.
Sí, todo esto es perfectamente cierto. El sistema capitalista es, de hecho, derrochador e ineficiente. Esto lo sabemos desde hace mucho tiempo. Por lo tanto, debe ser reemplazado por un sistema diferente, uno que se base en una economía armoniosa y racionalmente planificada en la que la fuerza motriz sea la satisfacción de las necesidades de la mayoría, no la carrera loca por obtener riquezas obscenas para unos pocos.
Esa conclusión es absolutamente ineludible. Pero está completamente fuera del alcance de nuestro autor bien intencionado, quien concluye (sin aportar ninguna razón) que: “las alternativas son peores para todos”.
Nunca se explica por qué debería ser así. El autor no puede ver nada más allá del sistema capitalista existente y, por lo tanto, sueña con reformarlo para convertirlo en algo mejor. Pero el capitalismo no se puede reformar, como imaginan los estúpidos reformistas. Se consideran realistas. En realidad, son el peor tipo de utópicos.
Para salvar al capitalismo, dice, sus seguidores deben “limar sus aristas más ásperas”.
“Los vientos están cambiando”, anuncia triunfalmente:
“Los políticos desde Joe Biden hasta Boris Johnson tienen el mandato de ‘reconstruir mejor’; los guardianes de la ortodoxia económica han abandonado la idea de que la desigualdad es el precio del crecimiento. Se puede hacer que el capitalismo garantice la dignidad a todos”.
¡Qué foto más bonita!
Por tanto, todo se reduce a soñar con un tipo diferente de capitalismo: un capitalismo más agradable, más bondadoso y más humano, tal como Dickens soñó con un Scrooge más agradable, más bondadoso y más humano. No hace falta decir que un sueño es tan inútil y utópico como el otro.
Por qué somos optimistas.
“En conjunto, la crisis ha ido cavando por debajo de la superfície como el buen viejo topo que es”. Marx a Engels, 22 de febrero de 1858
La clase obrera se prepara para entrar en una contienda decisiva. Esto da esperanza y optimismo a los marxistas en el futuro de la humanidad / Imagen: Rosa Pineda
El sistema capitalista está enfermo, enfermo de muerte. Los síntomas de esto son muy claros. Por debajo de la superficie, en todas partes hay una rabia hirviente, ira, amargura y odio hacia el sistema existente y su moralidad hipócrita, injusticia, desigualdad intolerable e indiferencia hacia el sufrimiento humano.
Las viejas instituciones, que alguna vez fueron consideradas con respeto, ahora son vistas con total desprecio por las masas, que se sienten traicionadas y olvidadas. Los políticos, los jueces, la policía, los medios de comunicación, las iglesias, todos son considerados ajenos y corruptos.
Las instituciones de la democracia burguesa formal se basaban en el supuesto de que se podía contener dentro de límites manejables el abismo entre ricos y pobres. Pero el continuo crecimiento de la desigualdad de clases ha creado un nivel de polarización social sin precedentes en décadas que está poniendo a prueba los mecanismos tradicionales de la democracia burguesa hasta sus propios límites, y más allá de esos límites. Esto se vio muy claramente en los eventos en los Estados Unidos durante el último año.
Los levantamientos espontáneos que asolaron el país tras el asesinato de George Floyd y los sucesos sin precedentes que precedieron y siguieron a las elecciones presidenciales marcaron un punto de inflexión en toda la situación. Aquí, en embrión, tenemos el esquema de desarrollos revolucionarios en el futuro.
El año 2021 será un año como ningún otro. ¿Será un feliz año nuevo, como predicen los optimistas? Por supuesto, será un feliz año nuevo para esta pequeña minoría que tiene motivos para ser feliz: menos del 1% de la población que disfruta de un control ilimitado sobre la riqueza producida por la gran mayoría.
Pero para esa mayoría no se puede hablar de un feliz año nuevo. Para ellos, el futuro bajo el capitalismo solo puede ser sombrío. Sin embargo, seguimos siendo obstinadamente y desafiantemente optimistas en el futuro, no el futuro del sistema capitalista, sino el futuro de la lucha de clases revolucionaria que está destinada a derrocar el sistema de una vez por todas.
El camino hacia un futuro feliz depende de una ruptura fundamental con el pasado. El camino que tenemos ante nosotros será difícil. La clase trabajadora entrará en una escuela muy dura. Pero de esa escuela sacará las lecciones necesarias.
Después de un largo período de relativa inactividad, la clase obrera está estirando sus extremidades, como un atleta que se prepara para entrar en una contienda decisiva. Eso, y solo eso, nos da esperanza y optimismo en el futuro de la humanidad.
Publicamos aquí la transcripción de la charla sobre la crisis mundial del capitalismo y las perspectivas para la revolución que Alan Woods dio en la Universidad Marxista Internacional el 25 de julio de 2020.
Hay momentos en la historia del mundo que son momentos de cambios fundamentales. Actualmente estamos viviendo en un momento así. Siempre ocurre en esos momentos que la gente tiende a buscar paralelismos y analogías históricas. Ya sabes, es como en 1929, o es como en la Gran Depresión, o es como en 1917, o lo que sea. Sentimos una especie de confort psicológico cuando establecemos tales paralelismos. Sentimos que de alguna manera estamos parados sobre tierra firme. Desafortunadamente, ahora no estamos parados sobre bases sólidas en absoluto, porque no hay absolutamente nada en la historia de los últimos siglos que tenga el más mínimo parecido con la situación a la que ahora nos enfrentamos a escala mundial.
El Banco de Inglaterra dijo recientemente que esta es la crisis más profunda de los últimos trescientos años; eso es decir bastante. Tres siglos, es un tiempo bastante largo, se podría pensar. Pero incluso este es un paralelo insuficiente. Si buscas un paralelo histórico a la situación actual, tendrías que volver, en mi opinión, al siglo XIV, a la Peste Negra, que causó la muerte de casi la mitad de la población de Europa.
En ese momento, la gente debió creer que estaba viviendo una pesadilla. Era una pesadilla. Y mucha gente creía fervientemente que el fin del mundo había llegado, que el fin del mundo se acercaba. Creyeron esto. Ahora, en retrospectiva histórica, podemos decir que no era el fin del mundo lo que se acercaba. Era el colapso de un sistema socioeconómico particular llamado feudalismo. Y en realidad, la Peste Negra, no te puedes dar cuenta, pero la Peste Negra jugó un papel relevante en la aceleración de este proceso. Eso es perfectamente cierto.
Así que podemos decir que hay un cierto paralelismo, creo, aunque es cierto que no nos hemos acercado aún, al menos no todavía, a las cifras de muertos que parecidas a esas espantosas cifras de la Peste Negra, eso es cierto. Pero la pandemia de coronavirus supera a la Peste Negra, para empezar, por su colosal alcance global. Y en realidad, nadie sabe cuánta gente ha muerto de esta terrible enfermedad hasta ahora. Los gobiernos sistemáticamente mienten e interpretan las cifras y las distorsionan. Pero podemos estar seguros de que las cifras de muertes llegarán a más de un millón a finales de año. Eso es absolutamente cierto. Y la pandemia sigue virulenta y fuera de control, especialmente en África, Asia y América Latina, pero también en los Estados Unidos, que después de todo es el país más rico del mundo.
Ahora es importante señalar una cosa, que generalmente no se entiende. La pandemia de coronavirus no es la causa de la actual crisis económica, aunque sin duda ha complicado toda la situación y ha profundizado enormemente la crisis, y eso es correcto. Pero el sistema capitalista, si se observan las cifras, ya estaba en estado de crisis antes de que esta enfermedad se apoderara de él.
La desaceleración en China ya existía mucho antes de esto y en general había una disminución en todo tipo de índices económicos. Eso era bastante claro. La guerra comercial entre China y EE.UU. ya existía y estaba empeorando, así que el capitalismo ya se dirigía hacia una crisis, una crisis seria, mucho antes de esto. Pero por supuesto, la pandemia ahora se suma a esto de una manera muy importante.
Dialécticamente hablando, la causa se convierte en efecto y el efecto se convierte en causa, y eso es lo que ves. Ahora se está produciendo una enorme espiral descendente, que no pueden controlar. Y esta situación, como digo, es bastante única. No encontrarán nada como esto, nunca.
La primera diferencia con el pasado, que yo destacaría, es la enorme… la impresionante velocidad de los acontecimientos, la impresionante velocidad del colapso económico. Por ejemplo, después del colapso financiero de Wall Street en 1929, pasaron varios años para que el desempleo masivo se apoderara realmente de los Estados Unidos. Ahora, sólo se necesitaron 15 días para que el mercado de valores de EE.UU. cayera un 20%, lo que es el descenso más rápido jamás visto en la historia. Y en cuestión de meses o incluso semanas, el desempleo en los EE.UU. ya alcanzó la asombrosa cifra de cuarenta millones. Cuarenta millones de personas desempleadas en los Estados Unidos. Esta situación ha tomado a los estrategas del capital, empezando por los economistas burgueses, completamente por sorpresa. Están aturdidos. Los economistas han mostrado una completa -una vez más, no la primera ni la segunda vez, una vez más- han mostrado una completa incapacidad para entender lo que está ocurriendo, y mucho menos para dar una solución a la crisis. Los pronósticos económicos, así llamados, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial son completamente inútiles por la simple razón de que nadie puede predecir el resultado de la actual pandemia de coronavirus. Lo único que podemos predecir con absoluta confianza es que la situación irá de mal en peor. Eso es cierto.
En 1938, el gran marxista León Trotsky, se refirió a la clase dirigente del mundo, y cito “que se deslizan hacia el desastre con los ojos cerrados”, y esta es precisamente la posición que vemos en la actualidad. Y esto es algo diferente, si lo piensan, es algo bastante diferente. Es una situación diferente ahora.
En el pasado, incluso en momentos de profunda crisis, como las depresiones económicas o guerras, la gente sentía, al menos, que el gobierno si no controlaba exactamente la situación, al menos tenía algún tipo de plan para salir de la crisis. Ahora bien, hoy en día, es evidente que no es el caso. Sabes, hay un viejo dicho que está en inglés, de todos modos, no sé si existe en otros idiomas…: “La gente tiene el gobierno que se merece”. Eso no es correcto, pero lo que es perfectamente cierto es que en la actualidad, definitivamente, la clase dirigente del mundo tiene el gobierno que se merece.
Tenemos la Santa Trinidad, o la profana trinidad debería decir, de Donald Trump en los EE.UU., Boris Johnson en Gran Bretaña, y Bolsonaro en Brasil. ¿Qué representan estas personas? Son la personificación de la completa bancarrota intelectual y moral de la burguesía en esta etapa de su decadencia senil, eso es lo que representan. Es un cuadro muy pesimista al que se enfrenta la burguesía, pero para consolarse de alguna manera, los economistas predicen ahora que “no se preocupen porque después de que esta crisis termine, va a haber una poderosa recuperación, un rebote”, dicen. Esto es una completa ilusión. Es un sueño.
Veamos los hechos. Para evitar un colapso inmediato del sistema capitalista, los gobiernos han vertido billones de dólares en la economía sólo para mantenerla viva. Esto, por supuesto, ha tenido éxito, tenemos que admitir, en la prevención de un colapso inmediato, sí. ¿Pero a qué costo? ¿Y cuáles son los costos para el futuro? El efecto de esto es bastante claro. Están acumulando una montaña de deudas, y las deudas, lo creas o no, tarde o temprano deben ser pagadas. Y la pregunta es muy simple, ¿quién va a pagar? Esa es la pregunta que nadie quiere hacer, pero es la cuestión fundamental. Por cierto, es la misma cuestión, para hacer una analogía histórica, es la misma cuestión que inició la Revolución Francesa y la Revolución Inglesa. Enormes deudas públicas y la cuestión de quién va a pagar, cuando la nobleza y el clero se negaban a pagar. Los peces gordos se negaron a pagar entonces y estén seguros de que se negarán a pagar también ahora. Y así comenzó la revolución en Inglaterra y en Francia. Está bastante claro lo que va a pasar. Todo el peso de la crisis recaerá sobre los hombros de los menos capaces de pagar – los pobres, los viejos, los enfermos, los desempleados, la clase obrera y la clase media también serán golpeados. Y esta es una receta acabada para la lucha de clases, para la lucha de clases revolucionaria, para todos los países, para todos los países del mundo sin duda. Esa es la verdadera perspectiva. Es una perspectiva de la revolución mundial, sí.
¿Crees que estoy exagerando? Bueno, déjame llamar a un testigo de la defensa. Los representantes más pensantes de la clase dirigente ya están llegando a la misma conclusión que los marxistas. Podría dar muchos ejemplos. Llamemos a uno por falta de tiempo. Por favor, anoten esto. Hace un par de meses, el Financial Times escribió lo siguiente, y cito: “El regreso a la austeridad sería una locura, una invitación a la agitación social generalizada, si no a la revolución”. Repito: “si no a la revolución”. Lo tienen claro, y una bendición para los “populistas”, un regalo para los “populistas”. “Populista” es la palabra que usan para cualquiera que no les guste. En otras palabras, los representantes serios del capitalismo entienden que la revolución está implícita en toda la situación, y no se equivocan.
Karl Marx dijo, “el ser social determina la conciencia”, eso fue lo que dijo. Lo que vemos ahora es muy interesante, la velocidad de cambio de la conciencia. Esto se aplica a todas las clases de la sociedad, por cierto, empezando por arriba. Crisis de la burguesía, pesimismo negro de los estrategas del capital. Pesimismo también de la pequeña burguesía, expresado en esa otra pandemia, que tiene un efecto terrible en las universidades, que ha matado a todas las universidades del mundo. Es una enfermedad terrible. Nunca se encontrará una vacuna para esto. Se llama postmodernismo, pero dejaremos eso a un lado. Creo que se tratará en otras sesiones de esta escuela. Pero para los marxistas, por supuesto, el cambio de conciencia más importante es la conciencia de la clase obrera. Y esto, por supuesto, no ocurre en línea recta.
Durante mucho tiempo, se queda atrás de la situación objetiva que conocemos. Pero tarde o temprano, se pone al día, y se pone al día con una explosión. Y eso es precisamente lo que es una revolución y vemos que se está llevando a cabo ahora, al menos el inicio de la misma. Dondequiera que se mire, se ve un creciente descontento, ira, furia y odio a la orden del día. Dondequiera que se mire. Cuando digo todos los países, me refiero a todos los países y tenemos un ejemplo muy sorprendente que está teniendo lugar ahora mismo con las manifestaciones masivas que tienen lugar en las calles de Israel, y en todos los países.
Pero por supuesto, la expresión más gráfica es el movimiento que tuvo lugar y sigue teniendo lugar en los Estados Unidos de América. Y parece como si este movimiento viniera de la nada, como un rayo en un cielo azul claro, pero este movimiento no vino de la nada. Como dicen, nada viene de la nada. Fue el resultado de décadas y generaciones de explotación, opresión, pobreza, mala vivienda, racismo, violencia policial, etc. Fue desencadenado, como saben, por el brutal asesinato policial de George Floyd. Pero esa es una explicación que no explica nada. Hubo muchos asesinatos como ese que tuvieron lugar durante muchas décadas sin provocar ninguna protesta similar, pero la dialéctica nos enseña que hay un cierto punto en el que la cantidad se transforma en calidad. Para millones de pobres en los EE.UU., el asesinato de George Floyd fue la gota que colmó el vaso. El punto de inflexión, si se quiere usar esa expresión. Y lo que es absolutamente asombroso de la situación en los Estados Unidos es la velocidad del rayo con la que se desarrollaron los acontecimientos. Hubo una erupción, una reacción inmediata.
En Minneapolis, por ejemplo, donde todo comenzó, la policía se vio obligada a huir de una multitud de manifestantes furiosos que procedieron a quemar el recinto, la comisaría de la policía. No creo que haya habido nada remotamente parecido a esa escala en toda la historia norteamericana reciente. No lo creo. Y es casi como si hubiera una mano invisible gigante que de repente moviera manifestaciones similares por todo EEUU; simultáneamente, tal vez.
Esta es una prueba concreta de la dialéctica en acción, y es la respuesta final a todos esos miserables escépticos, pesimistas, cobardes y renegados, hay demasiados de ellos, que argumentan que la clase obrera nunca se movería, y menos aún, por supuesto, en los Estados Unidos. Tenemos el espectáculo del hombre más poderoso del mundo, Donald Trump, acurrucado en los sótanos de la Casa Blanca por miedo a los manifestantes. Pensó que entrarían en su escondite. Ahora, cree que puede controlar el movimiento enviando tropas, a pesar de que todos sus asesores, incluyendo el Pentágono, han advertido contra esto. Miren lo que está pasando ahora mismo en las calles de Portland. Manifestaciones violentas, enfrentamientos violentos con la policía. Es casi como una guerra civil en las calles. A veces pienso que deberíamos enviar un telegrama de felicitación a Donald Trump y agradecerle muy sinceramente por hacer nuestro trabajo con tanta eficacia. Para tranquilizarlos, eso es sólo una broma, por cierto, pero sigue siendo un hecho que Donald Trump ahora, le guste o no, inconscientemente está sirviendo como un agente que promueve la revolución muy eficazmente en los Estados Unidos. Ahora, no debemos exagerar. Nunca debemos exagerar, camaradas. Debemos mantener – siempre- la cabeza fría.
Si me preguntan, “¿Hay una revolución en los Estados Unidos hoy?”, respondo que no; por supuesto, no hay una revolución. Pero si me preguntan si algo fundamental está cambiando en los EE.UU., respondo enfáticamente que sí; oh, sí.
Este es un punto de inflexión. Un punto de inflexión en la historia de los Estados Unidos. Un punto de inflexión en la historia del mundo porque los EE.UU., amigos míos, no es un país cualquiera, ¿verdad? Es un país clave en el mundo. ¿Y qué muestran estos eventos en los EE.UU.? Les diré algo. Muestra el enorme poder de la clase trabajadora una vez que comienza a moverse. El poder de las masas, si quieren, porque no son sólo los trabajadores. Muchos sectores están involucrados. Por cierto, no sólo los negros, sino también los blancos. Y lo que esto muestra, lo que esto nos muestra, es que hay un poder en la sociedad que es más poderoso que el ejército o la fuerza policial estatal más poderosa.
Y por cierto, hay serias divisiones en la clase dirigente como resultado de esto. Escisiones serias; incluso con el ejército, serias divisiones. Y Lenin explicó que las escisiones en la clase dominante son la primera condición para una revolución, en realidad. Eso es cierto, pero hay un problema aquí, no sólo en los EE.UU., pero hay un problema general, y es un tema central que debe ocupar la mente de todos los camaradas que asisten a esta escuela hoy.
Por un lado, se ve el tremendo poder del movimiento espontáneo de las masas, eso es perfectamente cierto, y esa es la condición previa para todas las revoluciones, en realidad. El movimiento de las masas. Sí, pero por sí mismo el movimiento espontáneo de las masas no es suficiente para garantizar el éxito de la revolución. Nunca es suficiente. Lo que se necesita es una organización y una dirección capaz de mostrar el camino a seguir, y desgraciadamente, eso es precisamente lo que falta en los EE.UU., en Israel, en Gran Bretaña, en Francia; dondequiera que se mire, es la misma historia; en la India, etc., por supuesto. Sin embargo, la crisis es una profunda crisis global. Afecta a todos los países del mundo.
Tomemos a China como ejemplo. Hasta hace poco, China era una de las principales fuerzas motrices de la economía mundial en el último período, pero dialécticamente, las cosas se convierten en su contrario. China ya no es vista como parte de la solución, es una gran parte del problema. China ha construido una industria formidable con una gran capacidad productiva. Sí, pero la demanda interna de China no es suficiente para absorber esta colosal capacidad productiva. China debe exportar para sobrevivir, pero su éxito en el campo de las exportaciones, por ejemplo, empresas como Huawei, han provocado una respuesta furiosa, en particular de los EE.UU., donde Trump sigue su política de “América primero”. Su lema es “hagamos grande a América de nuevo”, pero se le olvidó añadir la segunda parte de la frase: “a expensas del resto del mundo”. Ahora ha impuesto severos aranceles contra China, contra Huawei, sí, pero también está en guerra, en ese sentido, con Europa. Y el nacionalismo económico, es ahora el nombre del juego. Esa es la tendencia predominante ahora. La guerra comercial entre EE.UU. y China es un síntoma de este fenómeno. Y este proteccionismo amenaza todo el delicado y frágil tejido del comercio mundial que fue dolorosamente armado en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Esto amenaza al sistema capitalista con una completa catástrofe. Una profunda caída mucho, mucho más grave que la depresión de los años 30. Esa es la verdadera perspectiva.
La consecuencia de esto, por supuesto, es muy grave para todos los países, incluso para los llamados países “más ricos”, pero para los países pobres de África, Asia y América Latina, es una absoluta pesadilla. Lenin dijo una vez que el capitalismo es “horror sin fin”. La veracidad de esa afirmación quedó demostrada recientemente en una declaración de la Organización Mundial de la Salud, en la que se advertía que más de 600 -perdón- 265 millones de personas se verán amenazadas de muerte por inanición a finales de este año, y eso es indudablemente cierto. Esa es la realidad de nuestro mundo en 2020.
La pandemia, por supuesto, tiene los efectos más terribles en estos países. América Latina es ahora uno de los puntos centrales. Se está extendiendo rápidamente en África y también en la India, donde hay una situación terrible. En la India, con una fuerza laboral de 471 millones, sólo el 19% está cubierto por la seguridad social; dos tercios no tienen empleo formal y al menos 100 millones son trabajadores migrantes. Y este reaccionario feroz Modi intenta resolver la pandemia expulsando a millones de personas que viven en las calles de Delhi, Mumbai y otras ciudades, enviándolas a sus pueblos natales y, por lo tanto, extendiendo la pandemia a los lugares menos capaces de resistirla. Nadie sabe cuántas personas han muerto en la India, pero la cifra real será absolutamente horrenda. No ha habido nada como esto desde la partición en 1947. Y en general, se ve la apestosa hipocresía de los burgueses llamados “expertos”. Tienen una solución muy simple, por supuesto: mantener el distanciamiento social, lavarse las manos regularmente. Lavarse las manos regularmente en países donde a veces 250 personas comparten un solo grifo. ¿Y cómo se mantiene el distanciamiento social en las favelas de Río de Janeiro, o de Mumbai, o de Karachi, o en cualquiera de esos lugares, pueblos de Sudáfrica, etc.? Es imposible. Y, por lo tanto, toda la situación es absolutamente imposible. Es imposible que las masas vivan.
Digámoslo de forma muy simple. Para que la gente viva, el capitalismo debe morir.
Y las masas están dispuestas a luchar. Lo han demostrado en un país tras otro; lo están mostrando en un país tras otro. El problema es de dirección, camaradas, es una cuestión muy simple.
A veces la gente dice, la gente inteligente me dice: “Oh, eres muy simplista. Es una solución simplista. No se puede reducir todo a la dirección”. Bueno, soy un hombre muy simple. Me gustan las ideas simples y las soluciones sencillas, y creo que es correcto lo que dijo Trotsky en 1938 cuando escribió que la crisis de la humanidad puede reducirse en última instancia a la crisis de dirección del proletariado.
Eso es un hecho. Y ahora se ve la completa bancarrota de todas las tendencias del reformismo, incluyendo a los antiguos estalinistas que son la peor clase de reformistas y traidores. Estas damas y caballeros, durante generaciones, han controlado a las masas, en la India en particular, pero también en otros países, en Italia, Francia, tenían el control; en Gran Bretaña, también. El Partido Laborista lo tienen bajo control, bien. Pero tengo noticias para los reformistas. La crisis del capitalismo es también inevitablemente su crisis, la crisis del reformismo. En todas partes se ve la misma tendencia.
Las masas están buscando desesperadamente una salida a esta crisis. ¡Claro! Y por lo tanto, en esta búsqueda de una salida, recurrirán a todo tipo de opciones. Una de las características de esta situación – se puede ver esto con bastante claridad, y debemos estar preparados para esto, debemos entender lo que significa – son los violentos cambios en el plano electoral a izquierda y a derecha, oh sí, oh sí. Es una expresión de los intentos de la gente de encontrar una salida a la crisis. No se les puede culpar por eso. Pero todas las tendencias y líderes políticos van a ser puestos a prueba, y eso se aplica especialmente a los reformistas, tanto de izquierda como de derecha.
Los reformistas de izquierda en particular han mostrado una completa bancarrota. A veces, bajo la presión de las masas, pueden adoptar una demagogia y retórica muy izquierdista. No debemos dejarnos engañar por esto, aunque les daremos un apoyo crítico contra la derecha, eso es evidente, pero debemos mantener la cabeza fría. Y lo que deben entender es que estos tipos, tienen mucho en común con la derecha, por supuesto. Ambos – ninguno de ellos, digamos, tiene ninguna perspectiva de abolir el capitalismo. Creen que el capitalismo puede ser reformado y hacerse más humano. Ya sabes, el capitalismo de rostro humano, y todo eso. Sí, y estos tipos tienen la desfachatez, la desfachatez de acusarnos de ser utópicos.
Mis queridos amigos, los marxistas son la única tendencia realista del mundo, la única tendencia que mira los hechos a la cara y dice la verdad. Los reformistas, particularmente de izquierda, en realidad, se han engañado a sí mismos y han tratado de engañar a los demás. Pero estas ilusiones serán expuestas claramente por el curso de los acontecimientos, como ya hemos visto en el caso de Tsipras en Grecia, o podría añadir incluso el caso de Jeremy Corbyn en Gran Bretaña y Sanders en los Estados Unidos.
Ahora, si miras la situación mundial, sólo mírala a través de los ojos de una persona ordinaria que no es marxista y ¿qué es lo que ves? En todas partes se ve una imagen de horror absoluto: desempleo masivo, hambre, inanición, enfermedad, guerras, sufrimiento, enfermedad y muerte. Y la gente que carece de una comprensión marxista científica de la historia podría ser excusada por sacar conclusiones pesimistas, y la mayoría de la gente saca conclusiones pesimistas. Pero ya ves, lo que estamos viendo aquí son síntomas. Son simplemente las manifestaciones externas de una enfermedad subyacente. No sirve de nada llorar y quejarse de los síntomas.
Imagínese si va al médico con síntomas particulares. No esperarás que el médico saque un pañuelo y empiece a llorar. No sería muy buen médico, ¿verdad? Y como un buen médico, debemos ser capaces de analizar los síntomas para explicar la causa subyacente.
Y aquí creo que sí, podrías buscar paralelismos históricos. Sí, creo que sí. Hemos visto los mismos síntomas antes. Por ejemplo, en la decadencia del Imperio Romano, que tuvo lugar durante un período de varios siglos, dos o tres siglos, y fue acompañado por la más espantosa degeneración económica, social, moral y filosófica. Oh, sí. En cambio, ese largo período de decadencia no se desarrolló en línea recta. Nunca lo hace, ya sabes, nunca lo hace. Hubo períodos de recuperación, así como un hombre moribundo a veces muestra los síntomas de recuperación, que son sólo el preludio de un nuevo e irrevocable colapso. Como la sociedad esclavista en el pasado, como el feudalismo también, el sistema capitalista ahora ha alcanzado un punto de declive irreversible. Ha sobrevivido a su papel histórico. Ya no es capaz de nada parecido al progreso.
Por eso, por cierto, los posmodernistas niegan la existencia del progreso en general. Sí, son incapaces de entender que el capitalismo es incapaz de progresar, eso es lo que no entienden, y por lo tanto niegan la existencia del progreso en general, lo cual es una suposición infantil. Y en el estado de su decadencia senil, el capitalismo presenta una seria amenaza, no sólo para la civilización, sino incluso para la existencia de la propia raza humana. Está envenenando el aire que respiramos, el agua que bebemos, los mares y los océanos, y por lo tanto, están poniendo en peligro el futuro de la vida en la Tierra, de hecho.
Sí, es un cuadro aterrador, y uno puede entender el pesimismo de la gente de clase media que se queja de esto o aquello, los Verdes, y así sucesivamente. Pero estas personas son todas pesimistas, ya sabes, completamente pesimistas, porque no pueden ver más allá de los síntomas. No entienden que debajo de los síntomas, los espantosos síntomas de la decadencia terminal, un nuevo mundo está luchando por nacer.
Y es nuestro deber, el deber de los revolucionarios, ¿hacer qué?, hacer que esta agonía mortal del capitalismo sea lo más corta posible, para lograr el nacimiento de un nuevo sistema, un nuevo mundo. Y, por lo tanto, ayudar a que el nacimiento ocurra lo antes posible y con el menor dolor y sufrimiento posible.
Verán, camaradas, los hechos hablan por sí mismos. Realmente no se necesita mucha más explicación que esa. El sistema capitalista, si se quiere, está en soporte vital. Está en un respirador. Depende del oxígeno, ¿en forma de qué?, de los billones de dólares entregados de dinero público, del Estado. Sí, pero un momento, por favor; sólo un minuto. Según todas las teorías de los economistas burgueses, de la economía de mercado, el Estado no debe jugar ningún papel en la vida económica, ese era el lema, ¿no? de todos estos economistas, Hayek y el resto de la banda, particularmente después de la caída de la Unión Soviética, que supuestamente mostraba la muerte del socialismo, según ellos, el fin de la historia, como afirmaba Francis Fukuyama, aunque observo que el Sr. Fukuyama ahora cambió su tono, ahora dice que no, que no es el fin de la historia en absoluto y que el capitalismo está ahora en crisis. Vaya, vaya; muchas gracias, Sr. Fukuyama.
Verán, la pregunta es muy concreta, ¿no? Es muy concreta y muy simple. Si el sistema capitalista no puede sobrevivir a menos que se apoye en las muletas del Estado, ¿por qué no abolirlo por completo y dejar que el Estado tome el control total de la economía para salvarla de caer en una bancarrota completa y absoluta? ¿Y por qué la clase obrera no puede tomar el control del Estado, si es que llega a eso, y arrebata el control de las manos de estos burócratas corruptos e inútiles que lo controlan ahora?
Ahora, parte de esta escuela, y creo que una gran parte de ella, se dirigirá contra esta miserable tontería del posmodernismo, que sostiene que no se puede entender la historia, que no hay leyes para la historia, que no hay ninguna lógica. Es simplemente una serie de acciones, eso es todo. Una idea mística, que rechazamos totalmente.
Por cierto, ni siquiera tiene sentido lógico. Parece que todo el universo está gobernado por leyes, desde las mayores galaxias hasta la más pequeña partícula subatómica. Según ellos, lo único que no está gobernado por leyes somos nosotros mismos. Un niño de seis años podría ver que es una afirmación absurda. La historia tiene sus propias leyes, que es nuestro deber entender. Sin esa comprensión, nunca alcanzaremos el nivel que exige la historia. La historia tiene una causalidad. La historia tiene sus propias leyes, su propia causalidad. Y en ese sentido, sí, somos deterministas históricos, oh sí, somos deterministas históricos. En el sentido de que entendemos que los procesos generales de la historia funcionan según leyes definidas.
A veces hay alguna confusión sobre esto, así que déjenme explicarles. El determinismo no es en absoluto lo mismo que el fatalismo. Es totalmente diferente. Marx explicó muchas veces que los hombres y las mujeres hacen su propia historia. Pero, sin embargo, cuando un sistema socioeconómico entra en una etapa de decadencia, las condiciones objetivas para la revolución social se ponen al orden del día. Pero si esa revolución tendrá éxito o fracasará no es una cuestión automática. Depende de la participación activa del factor subjetivo. En otras palabras, el partido revolucionario y su dirección.
Algunos de ustedes sabrán que he estado trabajando en una obra sobre la Revolución Inglesa. Estoy produciendo un libro. He hecho una serie de podcasts sobre ella. Es una cuestión muy interesante. Y en el siglo XVII, esa revolución, la primera revolución burguesa, si excluimos a Holanda, se luchó bajo la bandera de la religión, aunque fundamentalmente era una cuestión de clase, como he explicado.
Los puritanos creían que el fin del mundo se acercaba, y que el reino de Dios estaba próximo, algo que consideraban inevitable. Los calvinistas realmente creían en la predestinación, que todo estaba ordenado por la voluntad de Dios, que no podía ser cambiada. Sí. Pero esta convicción, que era una firme convicción, no redujo en ningún sentido su fervor revolucionario y su determinación de crear este nuevo mundo lo más rápido posible. Por el contrario, los impulsó a grandes hazañas de valentía y audacia revolucionarias.
Y lo mismo ocurre con nosotros hoy en día. Y debemos abordar la tarea de la revolución socialista con exactamente el mismo espíritu de determinación revolucionaria. La razón por la que digo estas palabras es que algunas personas dicen, “Ah bueno, ¿es inevitable el socialismo?”. Yo digo que sí, es históricamente inevitable. Bueno, en ese caso, ¿por qué no nos sentamos y esperamos a que suceda? Bueno, por supuesto, no funciona así. El sistema capitalista se está muriendo de pie. Me recuerda a esos monstruos, que recuerdan, en las viejas películas de terror. Está muerto, sí, está muerto, pero se niega a morir. Se aferra desesperadamente a la vida y al prolongar su vida en estas circunstancias, está condenando a millones de personas a un horrible destino.
El problema es que el sistema capitalista no se va a derrumbar bajo el peso de sus propias contradicciones, eso no va a suceder. Lenin explicó que no hay tal cosa como una crisis final del capitalismo. El sistema capitalista puede emerger incluso de la crisis más profunda, oh sí. ¿Puede salir de la crisis actual? Bueno, podría. Podría. Si no es derrocado, puede, oh, sí. Pero ese no es el punto. Si sale de esta crisis, ¿cuál será el resultado? Ya he dicho cuál será el resultado: décadas de sufrimiento, de austeridad, de opresión, etcétera, etcétera.
Los economistas hace unos años lo expresaron bastante bien, pensé. Decían, “la gente quiere volver a la normalidad”. Esto fue después de la crisis de 2008. Sí, la gente quiere desesperadamente volver a la normalidad. Ese es el caso ahora, ¿no? La gente quiere volver a la normalidad. Esa es en realidad la base principal de apoyo al reformismo. Es por eso que la mayoría de la gente aún no es revolucionaria, porque todavía esperan desesperadamente el regreso a ¿qué? Un retorno a la normalidad. Tienes que entender la psicología de las masas.
Pero los economistas dan una muy buena respuesta a eso. Dicen que sí, que tarde o temprano volveremos a la normalidad. Sí, pero se dice que será una “nueva normalidad”. Una nueva normalidad. Una terrible perspectiva de degeneración, decadencia, deterioro, muerte por inanición de millones de personas, destrucción de las conquistas de la clase obrera, y aun así, tarde o temprano, eso sólo provocará una caída aún más profunda, una depresión aún más profunda. Eso es todo.
Entonces, ¿qué conclusión podemos sacar? La línea de la historia ahora está entrando en – es una línea en declive. Puede haber esta o aquella recuperación temporal. Debemos estar preparados para eso también. Pero una recuperación seria, un serio repunte económico, está totalmente descartado. Está absolutamente descartado. Y, por lo tanto, debemos sacar conclusiones.
Si dices A, debes decir B, C y D. La tarea de esta escuela es explicar las ideas básicas del marxismo a la nueva generación en particular. Observo con enorme placer y orgullo que más de 6000 personas de más de 100 países se han inscrito en esta escuela, lo cual es un logro maravilloso, y les doy la bienvenida a todos, camaradas. Todos ustedes son nuestros camaradas y amigos. Ustedes son el futuro.
Y debemos usar esta escuela ¿para qué? Para afilar nuestras armas. Las armas que finalmente destruirán el sistema capitalista. ¿Cuáles son esas armas, en este momento? En este preciso momento, no lo hacemos con ametralladoras o granadas de mano. No estamos hablando de ese tipo de armas. No, hay un arma más poderosa que estas: el arma de las ideas.
Y Marx dijo que las ideas se convierten en una fuerza material cuando se apoderan de la mente de las masas. Camaradas, debemos utilizar esta escuela. Cada minuto de ella debe ser aprovechado al máximo para estudiar a fondo las maravillosas ideas del marxismo, el arsenal teórico del marxismo, para armar a la nueva generación de combatientes con las armas necesarias para garantizar la victoria de la clase obrera. Sólo así se podrá poner fin a esta pesadilla del capitalismo y preparar el nacimiento del nuevo mundo, que abrirá una nueva página, una gloriosa página de la civilización humana, utilizando toda la maravillosa maquinaria y tecnología que existe bajo el capitalismo, en un sistema económico genuinamente racional, democrático y científico, que suprimirá los males del desempleo, la falta de vivienda, la explotación y la opresión de la mujer, y abrirá una nueva y gloriosa fase en la historia de la humanidad.
Camaradas y amigos, esa es nuestra tarea. Es la única cosa por la que vale la pena luchar y sacrificarse en el siglo XXI.
El mundo vive la peor crisis económica desde 1929, los datos de caída de la producción son impresionantes, por ejemplo, la Unión Europea registra una disminución en el segundo trimestre de un promedio del 12%, destacándose España (-18.5%), Portugal (-14.1%) y Francia (-14.1%).
Los Estados Unidos no se quedan a la saga, estamos hablando de que a datos anualizados la caída de la producción norteamericana rondaría en el 32%, con decenas de millones de desempleados muchos de los cuales no tienen ya la esperanza de recuperar su antiguo empleo, esto a pesar de las masivas inyecciones al sistema bancario y a los propios particulares que suman ya los 3 millones de millones de dólares, lo cual ha disparado la deuda pública del 80% del PIB al 94% (Datos de El economista, 3/08/2020), con una deuda total que rebasa ya el 132% del PIB.
Todas la recetas de Keynes, todas las medidas contra cíclicas se han aplicado con creces sin resultado alguno, incluso la Reserva Federal mantiene el interés de sus créditos en un 0%, no obstante nada ha crecido salvo, la especulación a tal grado que Facebook, Apple, Amazon y Google han llegado a un valor en el mercado de 5 millones de millones de dólares, y por supuesto la bolsa vive días felices. Caos en México
En México la situación no es muy diferente, la caída del PIB en el segundo trimestre es de más del 18% y en cifras anualizadas casi todos los analistas coinciden en que se contraerá este año un 10%, el número de desempleados acumulados que reporta el IMSS es en torno a un millón de personas a los cuales habría que sumar tres millones más que viven en el subempleo y autoempleo, y cuyas opciones para llevar sustento al hogar se han reducido al mínimo.
El caos es una escalera
Sin embargo, no todo el mundo pierde. Para algunos sectores de la burguesía (el capital monopólico) como diría JR Martín “el caos es una escalera”, ese es el caso del Grupo Alfa cuyas acciones en la bolsa subieron en dicho periodo un 102%, o para la Tequilera José Cuervo con alza del 52%, para la aseguradora Quálitas que creció en acciones un 48%.
En ventas los monopolios de alimentos como GRUMA y Bimbo crecieron un 25% y un 20% respectivamente y la Tequilera José Cuervo un 24%. En utilidades todos los monopolios importantes tuvieron utilidades, aunque Bimbo supero el 100% de las mismas, seguido de Televisa con un 90%, José Cuervo otra vez con un 70%, la minera Grupo México con un 50%, American Móvil con un 40%, Gennoma Labb con un 48%.
Tampoco los banqueros la están pasando mal de hecho Santander a nivel internacional tuvo pérdidas por 12 mil millones de euros, pero aquí tuvieron ganancias por casi 10 mil millones de pesos, Bilbao Vizcaya cayó a nivel global 1.2 mil millones de euros, pero en México ganó casi 20 mil millones de pesos, y Citigroup ganó 7.5 mil millones de pesos. Ganancias que en todo el sistema representan más de 50 millones de pesos, no tan grandes como los 70 mil millones del año pasado, pero ganancias al fin, y en algunos casos representan la tabla de salvación de las trasnacionales españolas, no cabe duda que, como hace 500 años el dinero mexicano sigue sirviendo apreciables servicios a la “madre patria”.
En este caso el gobierno mexicano ha optado por esperar a que la “mano invisible” del mercado ponga las cosas en orden y encima, se oriente a buscar estimularlo por medio de sostener la política de subsidios a sectores vulnerables y trate de impedir que las industrias vinculadas al comercio exterior con Estados Unidos paren actividades, solo así nos explicamos que en plena debacle económica el Grupo México siga obteniendo ganancias históricas.
Pero como hemos demostrado, quién controla esa mano invisible es el monopolio, y mientras no se toque esa estructura de poder económico todo estimulo al “mercado” es un impulso a las ganancias de la oligarquía. Todos los caminos llevan a Slim y cia.
Veamos un ejemplo, el gobierno argumenta que el consumo ha crecido un 8%, pero al mismo tiempo se tiene el reporte del cierre de 150 mil pequeñas tiendas (de la esquina, como son comúnmente conocidas), mientras que los Monopolios GRUMA y Bimbo tienen ventas record o Wallmart y Kimberly Clark tienen los mejores resultados de la historia.
“El caos es una escalera” dirían también los especuladores, que han hecho que, durante este periodo trimestral de caída económica histórica, el Índice de cotizaciones de la bolsa se haya elevado un 9.15 %.
Por supuesto el Banco de México ha puesto su granito de arena poniendo a disposición de los bancos 300 mil millones de pesos a una tasa del 5%, para que los banqueros lo ofrezcan entre el 30% al 80% al público.
En suma, la crisis ha significado mayor poder de los monopolios, destrucción de micros y pequeños negocios, es decir más concentración y centralización de capital, mayor especulación y en general un poder cada vez mayor de esa “mano invisible” llamada mercado.
Otra medida clásica para enfrentar las crisis es el tema del gasto del gobierno, como hemos dicho en el caso de los Estados Unidos este ha crecido un 17% sin resultados. En el caso mexicano hay una situación diametralmente opuesta, hay un subejercicio de 50% del gasto gubernamental, es decir 7 mil 500 millones de pesos que no se han aplicado, esto es en casi todas las secretarias (La jornada 3/08/2020). Una vez más tenemos que decirlo no gastar en proyectos aprobados, programados y necesarios en actividades del gobierno no es ahorrar. Y si una necesidad no se cubre de una forma se cubre de otra, aquello que el gobierno no atienda será la base para que después el caos florezca.
¡Romper la rueda, expropiar ya!
Pero ¿cómo podría enfrentarse esta situación? Podríamos hablar de casí todos los sectores pero para dar un ejemplo pongamos a la industria farmacéutica; el gobierno señala que hay contubernio y corrupción en la adquisición de medicamentos, lo cual es cierto; también señala que hay un monopolio de unas cuantas empresas abastecedoras de medicinas para el sector público, lo cual también es cierto.
La alternativa que se ha impulsado, ha sido hacer a un lado las licitaciones abiertas priorizando las asignaciones directas con participación internacional y con supervisión de la ONU. Por supuesto es cierto que en el caso de la industria farmacéutica hay 3 o, cuando mucho, 4 empresas que tienen el control total, cualquier licitación implicaría el reparto de los recursos del estado a dichos monopolios dado que la “libre competencia” es una farsa.
Ahora bien, si se hace una adjudicación directa en el terreno internacional se estará transfiriendo recursos del presupuesto a empresas extranjeras o monopolios extranjeros provocando la ruina de miles de trabajadores de la industria farmacéutica mexicana.
El gobierno argumenta que hay corrupción y que las empresas mexicanas son monopolios, si esto es así lo que se tendría que hacer es castigar la corrupción como delincuencia organizada y proceder a la expropiación de las mismas, de esta forma se preservarían los puestos de trabajo y se podría establecer control de calidad y de costos para garantizar el precio más barato al gobierno. Poner la industria farmacéutica bajo el control de los propios trabajadores es una mejor opción que decidir si dar el dinero de los impuestos a un monopolio nacional o extranjero.
Medidas como estas implicarían la creación de toda una serie de empleos indirectos, tanto en la investigación, la producción y la distribución de medicamentos.
Podríamos extender escenarios semejantes en casi todos los rubros, no obstante, está claro que por ahora estas iniciativas no forman parte de las propuestas oficiales, tenemos que organizarnos y luchar por ellas y al mismo tiempo por un gobierno que las ponga en práctica.
Mientras no se impulse una política firmemente orientada a los intereses de los trabajadores, todo el esfuerzo económico del país terminará bajo el control de los que siempre ganan, los monopolios.
A medida que la sociedad comienza a reabrirse, la clase dominante espera una vuelta a la “normalidad”. Pero el futuro no se parecerá en nada al pasado. Se avecina una profunda depresión que amenaza con lanzarnos atrás hacia la década de 1930. Debemos luchar por la revolución.
Con la relajación del encierro, estamos en un período de aparente calma. Pero es una calma antes de la tormenta.
En el barullo de los acontecimientos, especialmente en este momento, es posible desconcertarse. Los acontecimientos se mueven tan rápido que apenas hay tiempo para recuperar el aliento. Por lo tanto, es importante dar un paso atrás ocasionalmente para ver la imagen más grande.
El Banco de Inglaterra ha declarado que la crisis actual es más profunda que cualquier cosa que hayamos presenciado durante 300 años. La economía de los Estados Unidos, el país capitalista más poderoso del mundo, cayó un fenomenal 52,8% en el segundo trimestre de 2020, según la Reserva Federal de Atlanta. La economía de China se contrajo un 6,8% en los primeros tres meses de 2020, la primera contracción de ese tipo registrada en el país. La economía del Reino Unido cayó un 20,4% solo en abril, después de una caída del 5,8% en marzo, un récord anterior.
El sistema capitalista está hecho un desastre. Por pura desesperación, los gobiernos y los bancos centrales han invertido billones de dólares en la economía para apuntalarla. La Reserva Federal de los Estados Unidos está ampliando su hoja de balance en $12 billones, el doble del nivel de 2008. Otros han seguido su ejemplo. El aumento en la relación de la deuda del gobierno del Reino Unido con el ingreso nacional es el más alto en 57 años: casi el 100% del PIB, y sigue aumentando.
Esto no tiene ningún precedente, y es completamente catastrófico. Esto representa un punto de inflexión decisivo en el Reino Unido y el mundo. El anciano Henry Kissinger, estratega del capital, advirtió sobre un “mundo en llamas”.
Causa y efecto
La pandemia no fue la causa, sino el desencadenante de esta desaceleración. Sin embargo, la magnitud del brote ciertamente ha agravado la crisis.
“La pandemia fue solo el detonante de una recesión que ya se acercaba”, declaró el Financial Times (3 de junio), en una admisión inusualmente franca.
Sin embargo, hay indicios de que una segunda ola llegará en el próximo período. La causa se ha convertido en efecto, y el efecto se ha convertido en causa.
Marx explicó que tan pronto como un sistema social no es capaz de desarrollar las fuerzas productivas, es decir, su economía, entra en crisis y se abre la era de la revolución social. Este es precisamente el período en el que hemos entrado.
Esta no es una crisis ordinaria, sino una crisis endémica, que refleja el agotamiento total del sistema capitalista. Lo que hemos entrado es una nueva depresión mundial, peor que la de 1930. Esto durará años, sin un final a la vista. Una guerra comercial también parece muy probable, ya que los países intentan exportar unos contra otros para salir de la crisis. “A menos que instituciones como el FMI y el BID [Banco Interamericano de Desarrollo] intensifiquen drásticamente sus préstamos, una nueva ola de impagos de la deuda podría recrear la década de 1930”, declara el Financial Times. Pero, en realidad, cualquier cosa que hagan estará mal.
“Esta es una perspectiva profundamente aleccionadora, ya que es probable que la crisis deje cicatrices duraderas y plantee importantes desafíos mundiales”, dijo Ceyla Pazarbasioglu, del Grupo del Banco Mundial.
Guerra de clases
En la década de 1930, la Gran Depresión, como se la conocía, solo fue “resuelta” por la devastación de la Segunda Guerra Mundial.
Una nueva depresión, más profunda que cualquier cosa que hayamos conocido, no puede terminar esta vez en na guerra mundial. Tal guerra, en la época actual de las armas nucleares, está descartada, ya que destruiría el planeta. Siendo ese el caso, todas las contradicciones de la crisis capitalista serán internalizadas. Por lo tanto, no es la guerra entre países, sino la guerra de clases lo que está en el orden del día.
Esta depresión significa desempleo masivo permanente. Ya en los Estados Unidos, 45 millones de trabajadores han sido expulsados de las empresas, alrededor del 25% de la fuerza laboral. En Reino Unido, más de 9 millones de trabajadores han recibido ERTEs. Millones en todas partes se enfrentarán a la pesadilla del desempleo y la austeridad. Pero no se quedarán de brazos cruzados.
Con esta agonía mortal del capitalismo, la austeridad despiadada y la caída del nivel de vida están a la orden del día. A medida que se agotan los ERTEs, la situación real quedará cada vez más expuesta.
La conciencia se está transformando sobre la base de estos acontecimientos, especialmente cuando las personas se dan cuenta de que no habrá retorno a la “normalidad”, como antes. El movimiento de masas en los Estados Unidos es un buen ejemplo. Millones se van a radicalizar y sacarán incluso conclusiones revolucionarias.
Por lo tanto, esta crisis plantea cuestiones vitales ante el movimiento sindical y laborista. La ‘normalidad’ del pasado ha quedado completamente desfasada. Necesitamos sacar todas las conclusiones de esta situación sin precedentes.
La clase dominante está preparando una enorme ofensiva contra la clase trabajadora, con recortes masivos, pérdida de empleos y ataques a los salarios y las condiciones de vida. Esto significa una plena guerra de clases, que representa una amenaza para todas las conquistas del pasado.
La catástrofe del capitalismo
La elección es clara: o nos inclinamos y aceptamos el sistema capitalista; o debemos luchar para derrocarlo. No hay camino intermedio. Está descartado un regreso a los “buenos viejos tiempos”. Los sindicatos y las organizaciones obreras deben convertirse en “lugartenientes obreros del capital”, o transformarse en organizaciones revolucionarias.
Debemos decirles a los trabajadores la verdad: sobre una base capitalista, no habrá nada menos que una catástrofe para los trabajadores. Es esencial que el movimiento adopte una perspectiva revolucionaria, o será aplastado.
Ante este asalto, debemos resistir cada ataque. Ante los despidos masivos, debemos luchar por repartir el trabajo sin pérdida de salario. Ante los cierres, debe haber ocupaciones de empresas, con el fin de que sean nacionalizadas bajo el control de los trabajadores. Debemos oponernos a todos los recortes salariales y luchar por un salario digno real.
Frente a esta depresión sin precedentes, la economía debería ser arrancada de las manos de los capitalistas y puesta en manos de la clase trabajadora. De esta manera podemos planificar racionalmente la economía para nuestras necesidades, y no para las ganancias de los bancos y monopolios.
Aprovechar la ocasión
La lucha también debe continuar eliminando a los arribistas del Partido Laborista y luchar por un programa socialista valiente, no para remendar el capitalismo, sino para derrocarlo. Esto puede parecer poco realista para muchos, pero vivimos en tiempos sin precedentes. Las cosas que parecen irrealizables un día se vuelven realizables al siguiente. Sobre todo, estamos en un período de cambios bruscos y repentinos.
En 1992, Ted Grant, quien ayudó a fundar Socialist Appeal, explicó que el colapso de la Unión Soviética fue un evento histórico importante. Pero afirmó que no sería nada comparado con el colapso del capitalismo. Esta predicción está realizándose ahora frente a nuestros propios ojos.
El llamamiento a rearmar el movimiento obrero debe ir de la mano con la construcción de las fuerzas del marxismo en el Reino Unido e internacionalmente. Como guía para la acción, las ideas del marxismo nunca han sido más relevantes.
El mundo está en llamas. Necesitamos aprovechar la ocasión y luchar para cambiar la sociedad.
1. En el mundo entero se vive uno de los momentos más interesantes y dramáticos en la historia de la humanidad. La crisis económica mundial y la COVID-19 han roto de forma abrupta la cotidianidad y está poniendo en la orden del día la lucha revolucionaria en país tras país. El capitalismo está en un callejón sin salida, no puede ofrecer nada a la mayoría de la población mundial. La receta que quiere aplicar es que los Estados rescaten a los grandes banqueros y multinacionales, después que la clase obrera y los sectores pobres de la sociedad paguen por ello con más recortes a educación, salud, apoyos sociales, sanidad, aumentando los años para jubilarse, etc. Por el lado de los trabajadores, hay una generación que creció bajo la sombra de la crisis del 2008, éstos jóvenes sólo conocen ataques, malos empleos, salarios miserables y brutalidad policial. Esta generación no va a esperar con los brazos cruzados a ver como el capitalismo les arrebata lo poco que les queda.
2. La pandemia ha tirado la cortina que ocultaba las relaciones de clase en la sociedad. Hoy ha quedado claro, para la mayoría de la población mundial, que a los ricos les importan sus beneficios y poco la vida de los trabajadores, también que, si nosotros no nos organizamos y defendemos nuestros derechos, nadie lo hará por nosotros. Se evidenció como los gobiernos del mundo desmontaron el sistema de seguridad social público porque consideraban que la salud de los pobres no era importante y ahora las consecuencias son brutales. En el país más poderosos del mundo, van más de 140 mil muertes por la COVID-19, porque la gente pobre no tiene para pagar un seguro privado. Aunque formalmente somos iguales todos, si no tienes dinero, no vales un carajo y puedes morir. Esta es la cruel realidad que viven millones.
3. México no es la excepción, el país está siendo sacudido por las nuevas y viejas calamidades. Es un momento extremadamente interesante, toda la vida política, económica y social está siendo sometida a fuertes presiones por las corrientes internacionales de la COVID-19 y la crisis económica, como por las contradicciones internas que se han generado, desde que AMLO llegó al gobierno, dos años atrás. El rasgo de mayor trascendencia es que la oligarquía nacional y el imperialismo han perdido el control directo del aparato estatal, muchas contradicciones se están generando por este hecho.
4. Las elecciones de 2018 fueron la continuidad de las luchas en la calle, que se extendieron durante el sexenio de EPN, teniendo como punto de quiebre el 2014 con la lucha por la aparición de los normalistas, que reflejó el descrédito de las instituciones estatales (empezando por la presidencia) y los partidos políticos. Estos movimientos se caracterizaron por una gran participación desde abajo, generando organismos de participación desde la base, en los momentos álgidos adquirieron un carácter insurreccional. El Estado en momentos estuvo a la defensiva y cuando quiso aplastar las luchas de forma violenta sólo animó a que el movimiento de masas respondiera. La ausencia de una dirección revolucionaria fue lo que impidió que el proceso avanzara a una situación abiertamente revolucionaria. Las elecciones se convirtieron en el escenario de ataque de las masas para manifestar su descontento y aspiraciones de cambio. AMLO llenó el vacío y vimos el tsunami electoral, con 30 millones de votos para el candidato de oposición, que no pudo ser frenado por los mecanismos de fraude tradicionales. La burguesía y sus partidos (PRI, PAN, PRD, PVEM y MC) recibieron un duro golpe del que aún no se recuperan.
5. El triunfo electoral no fue gracias a las alianzas sin principios que se organizaron desde la dirección de Morena, con la intención de sumar votos. Muchos de los candidatos y aliados en vez de sumar restaban por su trayectoria y sus abiertas políticas reaccionarias. El triunfo fue un ¡ya basta!, a todas las políticas reaccionarias y anti obreras que los diferentes gobiernos priístas y panistas habían aplicado, lo que significó hacer retroceder los derechos de los trabajadores y democráticos, décadas. El voto fue un no a más violencia, no a más cinismo de los gobernantes, no a más ataques a la educación pública, a los derechos laborales, etc.
6. Como no había nadie como referente a nivel nacional, que pudiese darles voz y vida a estas demandas, fue Andrés Manuel quién capitalizó toda esta rabia, enojo y frustración. Así, se convirtió en un referente para millones de pobres, que hasta el día de hoy le dan un respaldo masivo a sus conductas y políticas. Este hecho también lo convirtió en el blanco de los ataques de la derecha. Se puede decir que la derecha odia a AMLO porque no lleva adelante el programa de ataques directos contra los trabajadores, pero, sobre todo, porque representa, de una forma desvirtuada, la aspiración de millones de pobres para que la situación cambie. Por eso se ha ganado el odio de la burguesía, los capitalistas, racistas y demás.
7. El programa con el que llegó AMLO al gobierno y el cual está aplicando, no es, ni de lejos, un programa socialista o comunista. Cuando la derecha ataca a AMLO y lo acusa de ser comunista, lo que intenta es aglutinar a su entorno a los sectores más atrasados e ignorantes de la población, que movidos por prejuicios y desconocimiento se tienden a organizar para evitar los cambios, tachándolos como peligrosos para México, etc. Es una estrategia para recobrar algo de fuerza después de haber perdido su capacidad político-electoral en las elecciones del 2018. La derecha no tiene una amplia base social de apoyo lo cual le impide ir a una ofensiva directa contra AMLO, como quisiera. Busca, por el momento atacarle, boicotearle y desprestigiarle, con el objeto de hacerse de una base de apoyo con la cual ir a la ofensiva en el futuro.
8. El programa de gobierno retoma un poco de diferentes teorías y experiencias. Tiende a utilizar un discurso liberal, demagógico y nacionalista, en lo que respecta a lo económico plantea el keynesianismo como herramienta para recomponer la economía. En términos concretos podemos decir que el gobierno rechaza el neoliberalismo (entendiéndolo como privatizaciones, prioridad del mercado externo al interno, reducción del gasto social y una política de estado a favor del gran capital). La forma de combatirlo es aplicando una política keynesiana, una intervención importante del Estado en la economía para incentivar el consumo por medio de los programas sociales, dictaminar aumentos salariales para la recuperación el nivel adquisitivo del salario y con ello desarrollar el mercado interno, incentivar proyectos en la producción para que la empresa privada invierta con el abal del Estado -en muchos de esos proyectos el Estado asume las inversiones riesgosas para asegurar una ganancia a la gran burguesía-, etc. También se opone a las privatizaciones. Con estas medidas AMLO cree que el neoliberalismo ha sido derrotado.
9. La política del gobierno no implica un cambio profundo en la economía ni el destino del país, básicamente lo que cambia es la participación del Estado en el llamado proceso de distribución de la riqueza por medio de los programas sociales. Es decir, sigue existiendo el capitalismo, sus relaciones de producción donde el obrero es explotado para sacarle hasta la última gota de plusvalía; sigue manteniéndose el dominio del gran capital nacional y extranjero; sigue existiendo la pobreza y todos los demonios que ella contrae. Se quiere construir un capitalismo menos cruel y despiadado, más democrático e independiente, pero esto no se puede dentro de los límites del capitalismo.
10. Para financiar el gasto social el gobierno ha renunciado a cobrar más impuestos (en muchos países hay impuestos a las grandes fortunas) y a contraer más deuda -aunque en el último periodo ha dicho que eso es lo más deseable, pero si la cosa va mal, tendrá que hacerlo- ¿De dónde están saliendo los recursos para los más de 22 millones de apoyos que el gobierno da? El gobierno declaró una austeridad republicana para su gobierno, esto ha significado el adelgazamiento del Estado eliminando gastos innecesarios (muchos de estos, totalmente inútiles y ostentosos), aunque también está significando ataques a un sector de los trabajadores estatales. Solo por este concepto el gobierno ahorró en el 2019, 230 mil millones de pesos.
11. El otro punto de donde ha sacado el dinero para este gasto ha sido en su batalla contra la corrupción la cual ha implicado una lucha frontal contra el robo al petróleo, saqueos de los bienes nacionales, robo al presupuesto del Estado, etc. En febrero pasado se reportó que se habían recuperado más de 2 mil millones de pesos. Nosotros apoyamos estas medidas que ha tomado el gobierno, pero esto es insuficiente, no todos los años va a poder recortar más al Estado ni todas las veces se va a seguir juntando ese dinero de la corrupción. Esto pone en aprietos al gobierno, este no crea riqueza, no tiene demasiadas empresas estatales y las que aun le quedan (CFE y Pemex) trabajan con pérdidas. Antes, solo la empresa Pemex reportaba el 40% del total del ingreso nacional anual, ahora esto no sucede más. La única medida que podría resolver esto es renacionalizando la banca, las grandes empresas estatales, las mineras, las grandes empresas vendedoras de mercancías, las poseedoras de las pensiones, etc. Todos estos recursos los podría utilizar el Estado para desarrollar un plan nacional de inversión y desarrollo, estas son medidas socialistas que el gobierno no está dispuesto a asumir.
12. Lo que sí ha sucedido es que, en la lucha contra la corrupción, el gobierno ha tocado fibras muy sensibles a niveles de los gobiernos estatales, las grandes empresas, personajes políticos, partidos políticos y delincuencia organizada, ahora está saliendo a la superficie todo lo que ya se intuía. Durante los años del gobierno del PRI y del PAN se fueron tejiendo redes delincuenciales donde el Estado es parte importante de mafias estatales y nacionales. El narco cooptaba parte de la estructura estatal, financiaba partidos y candidatos para que todo funcionara para sus intereses, todos salían ganado económicamente y además se perpetuaba un dominio brutal, antidemocrático y criminal. En este caso la lucha contra la corrupción implica tocar intereses de esta mafia, la cual tiene dinero, poder de fuego y, a parte del Estado, metida en la nómina para resistir. Es lógico que estas estructuras criminales quieran sobrevivir y mantener sus negocios. Esta es una de las causas más importantes por las cuales la burguesía busca retomar el control del gobierno. Como ya lo mencionamos más arriba, seríamos unos pobres marxistas si nuestro análisis terminara con decir que AMLO es un burgués o que representa los intereses de la burguesía. Hay más en el análisis, comprender la forma en que los grupos políticos y criminales se confabularon para mantener su poder económico y político representa una negativa a poder tener un estado democrático. No necesitan la participación masiva del pueblo en el quehacer político, lo que quieren es que la “política” se reduzca a los acuerdos en lo obscurito, las negociaciones para que ellos mantengan su poder y eso implica excluir y reprimir cualquier iniciativa de la gente. Repelen a AMLO porque les está pisando los pies, los está exponiendo. Pero hay una cosa peor, les está negando la posibilidad de utilizar el Estado, su herramienta política para ejercer su poder, para hacer lo que les plazca.
13. El Estado no es, como AMLO y todos los reformistas lo piensan, un instrumento imparcial con el cual pueden amortiguar la lucha de clases. El Estado es la organización política de la clase económicamente dominante en la sociedad, sirve y funciona para mantener la explotación capitalista. Un Estado puede ser democrático, dictatorial, bonapartista u oligárquico, pero en todas las modalidades lo que mantiene a flote es la dictadura del capital, de un puñado de multimillonarios. El gobierno de Andrés Manuel tiene una peculiaridad, no se inclina a sostener la línea política que le dicta el gran capital, aunque eso tampoco implica que rompa con ellos, hay un divorcio entre estas dos fuerzas, aunque ambas son representantes del capital hay una divergencia sobre cómo mantenerlo a flote. La burguesía nacional, internacional y el crimen organizado -incluyendo la mafia política- necesita del resguardo estatal para existir, entonces necesita un Estado cómplice, esto implica deshacerse del actual gobierno.
14. Una de las consignas más mencionadas y que es una política rectora del gobierno actual es el “separar el poder político del poder económico”. Bajo esta idea el gobierno impulsa dos vertientes. Evitar que el Estado y sus recursos se muevan bajo los intereses de la burguesía y el gran capital, lo que implica que la burguesía odie al gobierno y quiera deshacerse de él. Esto genera simpatía del pueblo al gobierno. Tenemos que decir que está pelea por el control del Estado, no rebasa los límites del capital tampoco. Sin embargo, en más de una ocasión en la historia hemos podido ver como un conflicto en las alturas, entre fracciones de la burguesía, puede generar una coyuntura donde se exprese la lucha revolucionaria. Podemos dar un ejemplo cercano, todos sabemos que Madero no era un revolucionario socialista, quería y había pedido una negociación con el gobierno de Díaz para compartir el poder. El llamado “apóstol de la democracia” representaba a una nueva clase en formación, la burguesía nacional, que aspiraba a dirigir el aparato estatal, quería impulsar su política, pero la dictadura lo impedía. Tanto Díaz como Madero querían mantener y desarrollar el capitalismo, pero este conflicto dio la posibilidad de expresarse al movimiento de masas campesinas, que tenía demandas y asuntos pendientes con el poder. Esto, claramente puede suceder otra vez, ha sucedido muchas veces en diferentes países y circunstancias. La burguesía sabe de historia, pero su apuración en medio de la crisis por recuperar su brazo político la puede llevar a cometer estupideces que le pueden costar la cabeza. Y no por lo que AMLO pueda hacer, sino por lo que la clase obrera y los pobres del campo y la ciudad puedan lograr. Falta comentar el freno del estado a las reformas y el carácter de desarrollo de la burguesía parásita.
15. La otra idea que promueve el gobierno con respecto a la independencia del Estado y el poder económico, es darle el espacio a la burguesía para que esta siga explotando a los trabajadores, desarrollándose y acumulando capital. En pocas palabras, que su poder siga incrementándose. Cuando AMLO habla de esta separación plantea que el terreno económico de la producción debe ser para el capital privado. El Estado ha reducido la inversión en lo que respecta a inversión productiva, no invierte en construcción, no invierte en crear nuevas empresas estatales, no invierte en innovación tecnológica. Siguiendo la lógica del liberalismo, se abstiene en el terreno productivo -es decir en el terreno de la creación de riqueza a partir de la explotación a los trabajadores y la extracción de la plusvalía- para que este quede intacto para la burguesía nacional y extranjera. Paradójicamente, esta política reduce la capacidad del Estado frente a la burguesía y al final este terminará sometido.
16. El mismo gobierno de AMLO permite, así, que el poder económico de la burguesía no solo quede intacto, sino que se fortalezca. Los proyectos como el “Tren Maya” o el Tren Transístmico son planes donde el gobierno acepta invertir en los estudios de riesgo y le asegura a los grandes capitalistas nacionales una inversión sin perdida (pueden leer más sobre este tema aquí: https://marxismo.mx/ezln-tren-maya-y-capitalismo/). Aquí podemos ver claramente su proyecto, salvar o fortalecer al capitalismo. Las reformas a los trabajadores y campesinos, a las mujeres, son aspectos secundarios con respecto a la parte esencial. El gobierno ha dicho que no va a haber rescates económicos, en cambio deja libre el terreno de la inversión productiva para que la burguesía se sacie por si sola, como un buen liberal quisiera.
17. Si Andrés Manuel quisiera gobernar solo con el poder del Estado, se toparía -como pasa ahora- con que varios sectores de este aparato no le seguirían. El Estado heredado está prácticamente intacto, rechaza reformar su naturaleza y este organismo se opone también a que se reforme el sistema. Hay sectores que están en franca rebelión contra él (como algunos sectores del ejército, parte de las políticas estatales, gobernadores, el poder judicial, burócratas medios que no se sienten a gusto con él, etc.).
18. Las ultimas 4 décadas fueron un martirio para la clase obrera, la juventud y las mujeres. Las políticas que aplicó la derecha hicieron caer los niveles de vida de la población, terminaron con los derechos laborales, hundieron al país en una guerra civil que dejó decenas de miles de muertos, desaparecidos y desplazados de guerra. No es casualidad que el pueblo dé un respaldo masivo a AMLO, es el único que ha dado pequeñas concesiones y no permite que la burguesía abuse de él, como antes lo hacían. Esta simbiosis, AMLO- Pueblo, es utilizada para mantener a raya las ambiciones desmedidas de la burguesía oligárquica e imperialista. Siempre está la amenaza de que AMLO pueda llamar al pueblo para luchar si estos poderes fácticos se quieren pasar de listos. Pero siempre se queda en eso, simples amenazas. Un ejemplo reciente lo vimos cuando Javier Alatorre llamó a no hacer caso a las recomendaciones de Gatell, la gente se enfureció y se juntaron miles de firmas para quitar la concesión a TV Azteca, con esa presión AMLO dijo que no había que exagerar el error y llamó a TV Azteca a que moderara su ofensiva contra el gobierno.
19. AMLO aprovecha la mayoría que tiene en las cámara de representantes para legislar y derogar las reformas más agresivas contra los trabajadores, da apoyos económicos, trata de parecer un gobierno que se preocupa por ellos, todo esto para que no le retiren el apoyo, por el contrario, quiere ganarles a su política, pero al mismo tiempo él garantiza que no se exprese la lucha de clases, se convierte en un árbitro que media los conflictos y los soluciona a su modo. Una parte de este cometido se logra legislando a favor de ciertas medidas o consignas de los trabajadores y sectores pobres; la otra, ofreciendo prebendas, créditos y oportunidades a la burguesía.
20. A lo largo de los últimos años hemos podido ver como AMLO se comporta frente a las movilizaciones y demandas del pueblo. Él utiliza las instancias del Estado, su peso moral y político para solucionar -en el mejor de los casos-, o diluir las luchas determinadas. Presiona, ya sea al Estado o a sus seguidores, para que se acepte lo que él diga. Esto le da autoridad entre las masas. Además, le permite adueñarse de la independencia de ese movimiento, lo somete, de forma amistosa, para que la lucha no prospere, pero al mismo tiempo, da concesiones. En los casos en que se puedan desprender sectores organizados más radicalizados, el gobierno puede mediar y si bien no reprime directamente, si puede cruzar las manos frente al desgaste y la represión de la reacción, como ocurrió al final de la primer ola de huelgas en Matamoros. Se comporta como un árbitro entre las clases. Este proceso significa una perdida de independencia política de parte de las organizaciones obreras, campesinas y populares. Se acentúa su posición bonapartista. Situarse por encima de las clases, resolver a una, dando reveces a otra, pero al mismo tiempo abriendo oportunidades para que se recupere del sufrir. Una especie de maniobra, de balanceo entre una clase y otra, para mantener el régimen capitalista.
21. La influencia de AMLO sobre el movimiento de masas no la utiliza para transformar de raíz la situación y terminar con el capitalismo, sino para poner freno a la derecha como al movimiento, para que la lucha no explote. Se impide una actuación independiente de los trabajadores, no de forma violenta, sino por medio de las reformas. El movimiento de masas se ve como un medio de presión contra la derecha no de avance del proceso. Esta fuerza es utilizada para reforzar al capitalismo, para darle un nuevo respiro y que recobre su vitalidad, al igual de dar nuevamente credibilidad al Estado. La gran tragedia, fruto de toda la historia de corporativismo y falta de un partido revolucionario de la clase obrera, es que no existe una alternativa de masas a la izquierda del gobierno. Los grupos que existen son sectarios, no comprenden como las masas van sacando conclusiones a partir de su experiencia y se separan de ella. Para estos grupos el gobierno es burgués y todos lo que le apoyan son unos tontos que están siendo engañados, se ven como maestros que tienen la razón y los demás deberían entenderlos porque no hay mejor explicación que la que ellos dan.
22. Como la burguesía, los sectarios culpan de su fracaso al gobierno de AMLO y este es la presa preferida de sus ataques histéricos. Esto los pone a la altura de la burguesía, piden su caída, y apoyan cualquier campaña que pueda desgastar al gobierno, si no hay alguna en el momento, ellos la inventan. Esta política los aísla del movimiento de masas que apoya a AMLO, resulta contraproducente todo su actuar. Quieren ganar a la gente que apoya a AMLO, pero utilizan consignas y métodos que los identifica con la derecha, de esta forma nunca podrán abrir un debate de camaradas con la gente que apoya al gobierno, lograrán su desprecio y se lo tienen merecido. Lenin decía que la táctica para ganar a las masas es la explicación paciente, esto no quiere decir una actitud pasiva ni solapadora, sino ir comprendiendo como se produce la toma de conciencia de las masas, acompañar cada proceso donde los trabajadores, los jóvenes, las mujeres que hoy apoyan a AMLO se van dando cuenta que bajo su política no puede prosperar su liberación.
23. Morena está encerrada en un callejón sin salida. Su historia reciente nos hace recordar un dicho griego: “a quienes los dioses quieren destruir, primero los vuelven locos”. Pareciera que los dioses quieren volver locos a las dirigencias de Morena y a una buena capa de cuadros medios, los cuales solo ven los puestos de gobierno y la administración correcta del Estado como fórmula para “liberarnos”. La bancarrota de la derecha y el apoyo que aún goza AMLO llevará a Morena a ganar las siguientes elecciones de gobernadores y diputados -si no cometen suficientes errores y los efectos de la crisis no terminan con la popularidad del gobierno-. Esto, al mismo tiempo se convertirá en su tumba. El proceso de burocratización ha llegado a tales grados que lo ha convertido en un simple cero a la derecha en estos dos años. Sus peleas internas no se dan por un programa revolucionario o tratando de empujar al gobierno más a la izquierda, sino por personalidades más o menos a fines a AMLO. No decimos que ha dejado de haber buenos camaradas en su interior, que aspiran de forma apasionada a un mundo mejor, pero no han podido superar las limitaciones de su propia dirección, el peso de AMLO es demasiado para que alguien, ahora, se plantee como una alternativa a la izquierda. Podríamos preguntarnos ¿Esto sucederá? No puede haber una respuesta tajante a esto, hay muchas variables en la ecuación. Lo que sí podemos decir, es que muchos compañeros, conforme las contradicciones del gobierno y del partido se acentúen, saldrán decepcionados y buscarán una alternativa más radical, algunos otros se irán desmoralizados a su casa.
24. En las elecciones internas y del 2021, se abrirán espacios de participación de la militancia, donde la base se podrá expresar. La tendencia general será hacia un fortalecimiento de la burocracia, algunos sectores buscarán una alternativa más a la izquierda, pero es posible que del movimiento obradorista, dentro y fuera de Morena, pueda surgir una nueva expresión de organización distinta a Morena, frente a la parálisis como rechazo a los elementos más burocráticos y a la derecha.
25. A todas estas contradicciones que hemos explicado, por la naturaleza del gobierno, se suman las derivadas por la crisis económica y sanitaria mundial. La COVID-19 está significando el último clavo del ataúd de la frágil estabilidad capitalista. Aunque no ha sido la causa -la economía se venía desacelerando desde finales del 2018- ha sido la gota que ha desbordado la situación. Ahora el mundo está viviendo una de las peores crisis, tal vez la peor, de toda su historia. Se han roto las cadenas de producción internacional, se ha desplomado la exportación de petróleo por la sobreproducción que hay a nivel mundial, la producción y el consumo han caído, el turismo mundial se ha derrumbado.
26. La situación nacional no es más alentadora. Todas las palancas de desarrollo económico que había trasado el gobierno están sufriendo reveces muy profundos. Las exportaciones, el turismo, el petróleo, las inversiones, todo está revisándose a la baja. La última estimación del FMI da a conocer que la economía va a caer este año un 10%. En el sector de la construcción la caída anual puede llegar a un 15%, la inversión bruta está en puntos rojos. Los apoyos económicos que el gobierno ha planteado para hacerle frente a la crisis son totalmente insuficientes. Se habla de un cierre pasivo de pequeños negocios y de la economía informal.
27. La presión no solo está siendo para el gobierno sino para la burguesía. Ella planteaba que el gobierno se endeudara y las rescatara, o que pagara la mitad de los salarios de sus trabajadores. El gobierno se ha negado. Esto meterá mucha presión en las fábricas y pequeños talleres. La burguesía intentará poner en la espalda de la clase obrera la crisis por medio de despidos masivos, recortes salariales, pérdida de derechos, etc., la política del gobierno va a ser como hasta ahora en los conflictos laborales, evitar tomar postura y que gane el mejor (esto lo ha hecho con la huelga de las maquilas en Matamoros, la huelga del SITUAM en la UAM, con la de Chapingo, etc.). Conforme la presión siga subiendo para el empresariado, más necesario será quitar a AMLO del gobierno. Ya han hablado de varios planes que corren en paralelo -ganar las elecciones del 2021 con un frente de todos sus partidos para paralizar por la vía parlamentaria al gobierno; desgastar al gobierno con toda clase de campañas de desinformación, marchas o atentados para que en las elecciones de 2022 cuando se refrende el gobierno de AMLO, lo puedan vencer; organizar grupos de choque junto a la delincuencia organizada para desestabilizar, en última instancia un asesinato al presidente-. Ya desde hace meses existe una huelga de capitales contra el gobierno. Todo esto se va a acelerar de cara a la crisis económica.
28. Las presiones también se van a sentir del lado del imperialismo. La visita que ha hecho AMLO a Trump no se puede leer más que como el intento de suavizar cualquier tipo de presiones que pueda haber del imperialismo y la oligarquía al gobierno. Estas negociaciones implican aceptar el T-MEC y la política de subordinación y dependencia al imperialismo americano. AMLO ve una posibilidad de salir de la crisis ofreciendo el mercado mexicano, como ya lo hicieron los anteriores gobiernos, al imperialismo. Hay una diferencia ahora, el capitalismo está pasando por una gran crisis de sobreproducción, ¿para qué invertir en este momento? Solo se podría atraer capital que ya está invertido en otras regiones a costa de salarios más bajos, más “incentivos del gobierno” y recursos naturales ilimitados. Esto va en contra de lo que AMLO ha defendido hasta ahora (buenos salarios, respetar el medio ambiente y no perdonar impuestos). La necesidad de subirse a una tablita de salvación le va a llevar a aceptar esta política. Aunque el gobierno está haciendo todo lo posible por no confrontarse, no se podrán frenar los ataques del imperialismo.
29. Los gobiernos de los estados también van a sentir la crisis, ahora mismo, muchos de ellos funcionan a partir de deuda, son incapaces de recaudar impuestos para su funcionamiento. Hay deudas muy grandes -por la corrupción, robo o malversación de fondos- en las universidades públicas estatales, algunas de ellas se han declarado en bancarrota; el pago de las jubilaciones a trabajadores del estado no está asegurado, esto generará movilizaciones muy radicalizadas por parte de los trabajadores y jóvenes defendiendo sus derechos. Esta situación la utilizará la derecha para montarse en las luchas contra el gobierno federal, este será un tema recurrente y cada vez más violento. Nosotros tenemos que participar y luchar porque se cumplan las demandas y combatir a la derecha que se quiera infiltrar en las luchas legítimas.
30. La clase obrera también se opondrá a los inminentes ataques de capitalistas y patrones en medio de este contexto de crisis. En medio del desempleo masivo y ataques es posible que veamos un periodo de parálisis, pero las condiciones serán tan asfixiantes que tarde o temprano se desarrollarán protestas abiertas. El control corporativo nunca había sido tan débil, por lo que estas luchas pondrán sobre la mesa la democracia sindical y transformarán a los sindicatos.
31. La violencia viene aparejada de la pobreza, desigualdad y falta de oportunidades y una vida digna. La violencia es un verdadero cáncer que corroe todo el cuerpo nacional. AMLO no ha podido detenerlo, no lo puede resolver, para ello se necesita transformar de fondo la situación económica de los más pobres, dar armas al pueblo para que se defienda de forma organizada contra las bandas de matones, dar una batalla frontal contra el machismo, transformar radicalmente el sistema de justicia para que se ponga al servicio de las familias trabajadoras, etc.
32. Nada de esto va a hacer el gobierno. Por el contrario, sigue manteniendo, bajo las órdenes del imperialismo, la política de los gobiernos pasados, sacar al ejército a las calles, formar una guardia nacional, darles más dinero y control político, para que sean estos los que se encarguen de la lucha contra la delincuencia organizada. Frente a este problema vamos a ver a sectores movilizándose a la izquierda del gobierno: comunidades indígenas defendiendo su territorio de las guardias blancas de las empresas y del narco, a las mujeres luchando contra la violencia machista y del sistema.
33. Tarde o temprano la economía tenderá a recuperarse, como decía Lenin no hay una crisis final del capitalismo. La pregunta que nos tenemos que hacer es ¿Cuándo, a qué precio y quién pagará todo esto? AMLO se tendrá que enfrentar a todas estas contradicciones. Mientras que pueda, utilizará al Estado para sortear de mejor manera la crisis, sin embargo, el Estado tiene límites, como ya lo dijimos. La presión por parte de la oligarquía y el imperialismo tenderá a incrementare y lo mismo va a suceder por parte de los trabajadores y la juventud, los cuales lucharán por no dejar que se les arrebate lo poco que les queda. El gobierno se va a ver presionado entre estas fuerzas. Como ya lo mencionamos también, seguramente llamará a las calles, más que para dar un paso radical, para tratar de quitar presión a la lucha, negociar con el imperialismo y la burguesía e impedir que se formen tendencias a su izquierda. En medio de estas batallas la clase obrera y la juventud sacará sus propias conclusiones y seguramente se vislumbrarán organizaciones o frentes de lucha a la izquierda del gobierno. Hay mucha confianza en el gobierno de AMLO y eso implica que por un tiempo los trabajadores tolerarán al gobierno, sus movilizaciones se darán contra enemigos más claros, por ejemplo, los patrones o los charros sindicales.
34. No podemos descartar medidas más radicales del gobierno, como la nacionalización de algunas empresas, pero si esto no va acompañado de un plan de terminar con el capital, serán simples maniobras que son forzadas por las circunstancias para salvar a su gobierno y para salvar al capital de ser devorado por una lucha de clases más radical. En todo caso debemos de seguir cuidadosamente los acontecimientos, viendo cómo se desarrolla la conciencia e impulsando nuestras ideas para ganar a los sectores más avanzados.
35. En el próximo periodo se darán oportunidades muy importantes para nosotros los marxistas, si no cometemos muchos errores podremos capitalizar la bancarrota del capitalismo y las limitaciones del reformismo, las cuales quedarán expuestas de forma muy clara en los años siguientes. Tenemos que ayudar a que los sectores de vanguardia no se separen demasiado de la masa, explicar pacientemente y que no se nos tome como la muleta izquierda del reformismo, no tenemos por qué asumir como nuestra ninguna política del gobierno, apoyamos aquellas que ayuden a la clase obrera a sacar conclusiones de sus propias fuerzas y de sus tareas futuras, rechazaremos de forma abierta cualquier idea que intente plantear el reforzamiento del capitalismo y que las masas tengan que pagar esto. Nos opondremos a cualquier intento golpista de la derecha y del imperialismo, pero sin confundir nuestro programa con el de un gobierno que quiere mantener el capitalismo. Sabremos entrar en frentes únicos, al mismo tiempo que defendemos nuestra independencia de clase.
36. Para estar preparados en el momento donde todas las contradicciones sean insuperables, tenemos que crecer con un sentido de urgencia. Ahora somos una minoría y no podemos hacernos responsables de lo que pueda suceder, pero no podemos exagerar el hecho de que somos esa minoría y por eso paralizarnos asumiendo que no podremos jugar ningún papel. Debemos tener en la mira llegar a 200, después a 500 y mil. Si podemos conseguir esto rápidamente y educar a nuestros camaradas en el marxismo, estamos seguros que podremos jugar un papel importante en las futuras luchas. Con la teoría del marxismo, la ayuda de nuestra internacional, seremos la generación que pueda transformar esta sociedad de raíz.
El siguiente artículo fue escrito por un médico, que trabaja en la ciudad de São Paulo. El COVID-19 precipitó y agravó las condiciones de una crisis social y económica en Brasil, y a nivel internacional. La burguesía está confundida y dividida frente a un problema que no puede tolerar, pero que tampoco puede resolver.
La primera respuesta de los gobiernos fue ocultar o reducir al mínimo la posible gravedad de la pandemia, incluso después de que se dispusiera de información sobre la letalidad y la velocidad de transmisión. Ya se sabía y se reconocía que los obstáculos para controlar una epidemia (incluso en un contexto nacional) y reducir el número de víctimas aumentan cada día si la respuesta es débil o se retrasa. Sin embargo, las consideraciones de este tipo y cualquier medida que pueda interferir con la “libre circulación de mercancías” están subordinadas a la fragmentada perspectiva de la rentabilidad del capital individual. La pandemia está más allá de esos límites.
El virus del coronavirus, la crisis económica y la lucha de clases La magnitud de la emergencia pisoteó los cálculos políticos, la lógica económica y la estrecha mentalidad del mundo burgués. Para la burguesía, el virus no podía ser más inconveniente, dada la enorme deuda pública y privada, inflada por crisis anteriores; una guerra comercial en marcha; y el cielo de la especulación financiera amenazando con derrumbarse de nuevo. Los datos sobre la disminución de las ventas al por menor y el desempleo son alarmantes.
En vísperas de una nueva crisis económica mundial, aparece un monstruo microscópico de las entrañas de un mamífero asiático y obliga al Estado burgués a salvar al capitalismo del precipicio social, a interrumpir el curso habitual de los negocios, a recomendar e incluso a obligar a una gran parte de los trabajadores a quedarse en casa, distribuir dinero para evitar la revuelta de los desempleados y los trabajadores informales, para aliviar la casi completa parálisis del mercado, y para distinguir entre la producción esencial o superflua, incluso interviniendo directamente en algunas fábricas e incluso nacionalizando hospitales como ocurrió en España.1 Hasta cierto punto (horror de los horrores para el capital), el Estado burgués se ve obligado a subordinar el valor de cambio al valor de uso de las mercancías: invirtiendo parcialmente la lógica del capitalismo.
Pero no dudemos de la voluntad de la burguesía de extraer beneficios extraordinarios de esta inesperada “economía de guerra contra el enemigo invisible”, al mismo tiempo que ya está contando sus pérdidas para arrancar cada céntimo a los trabajadores, como decía Engels “mientras haya un músculo, un nervio, una gota de sangre que explotar”. El virus no es la “causa” de esta crisis social, política y económica, pero está haciendo que el círculo vicioso de las contradicciones del capitalismo gire más rápido y más visible.
Incluso en los países avanzados, la enorme concentración de ingresos es más evidente, y a las pocas semanas de la cuarentena, millones de trabajadores se quedaron sin dinero para sus gastos habituales, incluyendo la comida. La mayor parte de los billones de dólares que los gobiernos distribuyeron para los rescates va al gran capital, pero con la crisis crónica de sobreproducción de capital, y en el contexto de una pandemia, ese dinero no genera inversiones. E, hipócritamente, la burguesía quiere ” flexibilidad” para la ya limitada cuarentena capitalista, argumentando que “la economía también es vida”.
Impotente para impedir el desarrollo de la pandemia, la burguesía se verá obligada a declarar la guerra al enemigo visible que más teme: la clase obrera.
Los proletarios y los pequeños burgueses, incluidos los que todavía intentan taparse los ojos y mantener sus viejos prejuicios, incluidos los que todavía creen en los cuentos de hadas de la unión de “todos” contra el enemigo común, se verán obligados a abrir los ojos y a dejar de lado sus ilusiones sobre la naturaleza de la sociedad burguesa.
La incapacidad del capitalismo para resolver la crisis
Una pandemia, por definición, es un acontecimiento que va más allá de las fronteras nacionales, y desde esta perspectiva, la ventana de oportunidad inicial también se perdió debido a la completa falta de coordinación entre los Estados-nación (véase el sorprendente ejemplo de las naciones miembros de la Unión Europea). La Organización Mundial de la Salud (OMS) emite advertencias y recomendaciones y aplica medidas concretas, pero no puede hacer nada más que eso. El poder económico en el mercado mundial está controlado por las grandes empresas de los países avanzados, por lo que las relaciones internacionales están necesariamente condicionadas por una combinación de antagonismo y subordinación. Al mismo tiempo, la pandemia hace caso omiso de las fronteras nacionales, y ningún país puede desconectar su economía de la interdependencia de las fuerzas productivas a escala mundial
La cuestión del “colapso del sistema sanitario” es también una consecuencia natural del capital, que se ve exacerbado a gran escala por su crisis orgánica. En Europa, una de las regiones más ricas del planeta, la escandalosa disminución de camas de hospital en los últimos decenios (incluidas las camas de la UCI) es claramente una consecuencia directa de las políticas de austeridad impuestas para descargar el costo de esta crisis orgánica sobre las espaldas de la clase obrera.
El Estado burgués es incapaz de organizar el esfuerzo colectivo necesario para derrotar al nuevo virus, lo que exige una cuarentena rigurosa y, por consiguiente, una reducción general del consumo y la producción de bienes y servicios “no esenciales”.
La cuarentena es una condición no sólo para reducir el contagio, sino también para llevar a cabo las acciones que permitan eliminar el virus, en lugar de esperar pasivamente la llamada “inmunidad de rebaño”, a costa de millones de muertes innecesarias. Existen suficientes recursos materiales, ciencia y tecnología para superar esta pandemia, incluso si no se descubre una vacuna o medicina eficaz. Es posible comprobarlo, como veremos más adelante, analizando lo que ha ocurrido hasta ahora, en los primeros meses de la pandemia.
A nivel mundial, incluso en los Estados Unidos, en Europa, y también en Asia Oriental, el COVID-19 está recién comenzando. En cualquier país o región, si no se elimina el virus, la pandemia persiste, con o sin las fluctuaciones determinadas por las cuarentenas de eficacia parcial, hasta que la infección y la consiguiente inmunidad natural (o “inmunidad de rebaño”) alcance al menos al 70-90 por ciento de la población. Es la tasa de transmisión, pero no la mortalidad, la que disminuye a medida que la proporción de personas infectadas se acerca a este umbral.
En los Estados Unidos, donde la enfermedad ya ha causado 95.000 muertes, según las estimaciones más optimistas, sólo el 7% de la población ya ha sido infectada. Allí, la inmunidad de rebaño podría costar más de 800.000 vidas. En Italia, el porcentaje de la población que ya tiene inmunidad natural debería ser de alrededor del 10 por ciento, en Brasil está por debajo del 3 por ciento (esto teniendo en cuenta el enorme subregistro de muertes). En China no llegó al 0,5 por ciento (en la provincia de Hubei puede haber llegado al 2 por ciento). En el mundo, no es más del 1,5 por ciento.
Por lo tanto, incluso en los países que afirman que el “pico” de la enfermedad ha quedado atrás, la pandemia es un problema que dista mucho de estar resuelto “naturalmente”. La pandemia se desarrolla en oleadas sucesivas y, como vemos en Europa, puede ser más difícil salir del “encierro” sin desencadenar una nueva oleada, que entrar en él.
Las estimaciones preliminares, que se basan en datos nacionales oficiales, y también en estudios realizados en algunas ciudades –tanto en China como en Europa y los Estados Unidos– calculan una tasa de mortalidad real que, en promedio, se acerca al 0,7% en el contexto social de estas estimaciones. En la mortalidad influye en gran medida la proporción de ancianos en la población, que suele ser menor en los países menos adelantados, pero la mayor proporción de trabajo informal, viviendas precarias, enfermedades infecciosas crónicas (SIDA, tuberculosis, etc.) y sistemas de atención sanitaria más débiles, tienden a aumentar la mortalidad en esos países.
La pandemia ya ha entrado en una etapa más acelerada también en países como Brasil, México y Perú. La política “negacionista” del gobierno de Bolsonaro en Brasil es sólo una manifestación radical de la debilidad de la burguesía nacional en los países atrasados, donde la precariedad de las condiciones de vida acentúa aún más el carácter anárquico de cualquier cuarentena capitalista. Poco después de que se declarara la cuarentena en la India, cerca de 120 millones de trabajadores del sector informal abandonaron las ciudades, regresando a sus pueblos de origen, simplemente porque no tenían un hogar donde pudieran “aislarse”.
Lo que los datos de algunas naciones asiáticas revelan
Hasta ahora, un hecho notable es que más del 80% de todas las muertes se concentran en Europa y los Estados Unidos, en contraste con los países de Asia oriental, donde esta proporción es inferior al 3% y la población es mucho mayor. La razón principal fue el comienzo más temprano y también una mayor intensidad de las medidas de contención en Asia oriental. Esto es en parte fruto de una dura experiencia: la pandemia de coronavirus del SARS en 2003, que tuvo graves consecuencias económicas y afectó principalmente a China (87% de los casos), pero también a Taiwán, Vietnam, Singapur y, en menor medida, a otros países.
El primer anuncio público de un brote de neumonía, de causa desconocida, fue hecho el 31 de diciembre por un hospital de Wuhan (capital de la provincia china de Hubei, donde se produjeron los primeros casos). El nuevo coronavirus no se identificó en un laboratorio hasta el 7 de enero en China, donde la primera muerte confirmada con una prueba positiva se produjo el 11 de enero. El 5 de enero, todos los viajeros procedentes de Hubei ya estaban siendo vigilados en los puertos y aeropuertos de Taiwán, y poco después en otros países de la región, incluido el Japón.
El 23 de enero, cuando en China sólo se habían registrado 571 casos y 17 muertos, se aplicó en Hubei (57 millones de habitantes) un bloqueo, considerado sin precedentes en la historia, que interrumpió casi todos los transportes públicos y la mayor parte de la producción industrial. En Wuhan, casi 50.000 personas trabajaron para realizar pruebas de diagnóstico para detectar el mayor número posible de portadores asintomáticos y para garantizar que permanecieran aislados. En China en su conjunto, la movilización de recursos para controlar la pandemia ha sido y sigue siendo mucho más amplia que en cualquier otro país.
El desarrollo de la pandemia no es una fatalidad biológica, y la única razón por la que continúa, con consecuencias desastrosas para la humanidad, es la incapacidad de la clase dirigente para organizar una cuarentena efectiva sin desempleo y miseria masivos. La cuarentena capitalista, incluso cuando el Estado burgués se ve obligado a declararla para evitar el caos social, es constantemente saboteada por la propia burguesía. Precisamente para exponer claramente esta cuestión crucial, es necesario comprender la diferencia específica de la cuarentena capitalista china.
La gran dificultad para controlar y eliminar el nuevo coronavirus no es su agresividad biológica, sino su transmisión por personas asintomáticas que, sin embargo, puede detectarse mediante el uso masivo e inteligente de pruebas diagnósticas (la mayor agresividad del virus y la casi inexistencia de pacientes asintomáticos facilitó mucho el control del SARS en 2003). La combinación del uso de pruebas con otros métodos, especialmente una campaña educativa con información clara y sencilla; la inspección del aislamiento de los casos que dieron positivo; y el uso generalizado de máscaras, puede aumentar la eficacia relativa de la cuarentena.
La combinación de estos métodos con un número relativamente pequeño de pruebas es lo que caracteriza, como primer ejemplo, los sucesos de Taiwán (440 casos, 7 muertes), y de Vietnam (314 casos, sin muertes), países que pudieron detectar los primeros casos importados, y sus contactos, e impedir la propagación antes de que comenzara un aumento exponencial. Como segundo ejemplo, en Alemania y Portugal, la combinación del uso masivo de pruebas con estos métodos explica la eficacia relativamente mayor de la cuarentena en estos países. Corea del Sur, y en menor medida Japón, son instancias intermedias de estos dos ejemplos.
En una escala mucho mayor, China ha logrado y en gran medida sigue manteniendo una combinación de estos dos ejemplos, el segundo en Hubei y el primero en todas las demás provincias, hasta ahora con un resultado sin precedentes. La diferencia específica que lo hace posible, en un país capitalista, es que la burguesía nacional china está vinculada -no sólo en el sentido de estar protegida, sino también en el sentido de estar subordinada- a la burocracia del aparato estatal. Este régimen político bonapartista altamente centralizado, que mantiene un estricto control represivo sobre la clase obrera y, al mismo tiempo, es capaz de imponer una disciplina relativamente rígida a la burguesía nacional, tiene unas raíces históricas peculiares.
La Revolución de 1949 eliminó la propiedad privada de la tierra y las fábricas, estableció una economía planificada de alcance limitado por su propio carácter burocrático y por la debilidad de su industria, pero que sin embargo produjo enormes victorias sociales. El retorno al capitalismo se produjo bajo el mando de la burocracia estatal, que vio en ello una forma más segura de mantener sus prerrogativas y privilegios nacionales en este camino.
El gobierno chino anunció hace unos días que está preparando las condiciones para hacer pruebas a toda la población, varias veces si es necesario, con la intención de suspender completamente la cuarentena después de eliminar el virus dentro de sus propias fronteras. No será fácil, pero es claramente posible, siempre y cuando un control sanitario muy riguroso mantenga el virus fuera de sus fronteras, hasta que la “inmunidad de rebaño”, con millones de muertes innecesarias, acabe con la pandemia en el resto del mundo. Nadie sabe cuánto tiempo llevaría hacerlo, pero esto indica que el virus puede ser eliminado.
Y podría ser eliminado en todos los países si las relaciones internacionales no estuvieran condicionadas por el antagonismo y la subordinación entre ellos, inevitable hasta que el capitalismo sea derrocado. La clase obrera, incluida la de China, está aprendiendo mucho de esta amarga experiencia. La humanidad necesita el socialismo, sin una burocracia privilegiada, en todos los países.
El socialismo contra la barbarie
Esta crisis ha revelado la incapacidad global del capitalismo para organizar una respuesta racional y eficaz con los recursos científicos y la tecnología existentes. La mortalidad y la velocidad de propagación de la enfermedad a escala mundial se ven exacerbadas por los asentamientos urbanos y por la interdependencia internacional de las fuerzas productivas. En otras palabras, el desarrollo de las fuerzas productivas produce inevitablemente nuevas necesidades, que son reprimidas y distorsionadas en un grado cada vez mayor en el capitalismo en decadencia. Una relación más desarrollada entre la producción y las necesidades sociales ha superado el punto en que la falta de una economía planificada se ha convertido incluso en un problema de salud, una cuestión de supervivencia física para la humanidad.
El capitalismo con “características chinas” no puede superar el antagonismo y la subordinación de las relaciones internacionales, y mantiene la sumisión de la sociedad humana en su conjunto a los intereses privados del capital. En una economía planificada, a escala nacional e internacional, sería perfectamente posible llevar a cabo las acciones necesarias para eliminar la pandemia en todo el mundo. Bajo el socialismo, el coronavirus no sería un monstruo microscópico temible, sino un acontecimiento natural que se enfrentaría racionalmente con las armas de la ciencia y la tecnología, y se basaría en la verdadera fraternidad humana.