La publicación en México de la edición completa y revisada de la biografía crítica de Stalin de León Trotski ha tenido un amplio impacto tanto en el acto de presentación como en la cobertura periodística de la edición que ha corrido a cargo Fontamara editores.
“La honradez política- en el verdadero, en el profundo sentido de esta palabra-, la honradez consiste en saber renunciar a cualquier simpatía o antipatías personales en los enjuiciamientos y acciones políticas propias, no es inherente a todo el mundo, y quien la posee, no le surge fácilmente” [Krupskaia acerca de Lenin]
Lenin vive en Múnich de octubre de 1900 a abril de 1901. En marzo de 1901, después determinar su condena en Ufa, Krupskaia se reúne con Lenin y se vuelve la secretaria todopoderosa de Iskra –concentraba la correspondencia y toda la información de las personas, los círculos viejos, nuevos y por consolidar-. Lenin –que sabe que el destierro de Krupskaia está por terminar- le pide que traiga consigo el viejo álbum familiar, esa navidad en solitario no deja de afectarle y el clima londinense no le gusta –prefiere el invierno siberiano-.
El reencuentro con Lenin, a finales de febrero de 1901, es para Krupskaia toda una odisea que muestra las condiciones de clandestinidad: Krupskaia había enviado un telegrama cifrado para que la recogieran en Praga donde se suponía vivía Lenin con el apellido de Modratschek, cuando nadie pasa por ella toma un taxi y al tocar la puerta del tal Modratschek –según la dirección que se le había enviado- abre la puerta una rubia checa y luego un obrero que dice ser Modratschek. Cuando Krupskaia dice buscar a su marido el obrero le aclara que él es sólo un intermediario de las cartas del señor Rittmeyer que vive en Múnich y le da una dirección. Krupskaia se dirige a ésta pero se trata de una cervecería, en el mostrador pregunta por Rittmeyer y el señor regordete que atiende respode: “soy yo”. “No –balbucea Krupskaia- Rittmeyer es mi marido. Y nos miramos como dos imbéciles –continúa Krupskaia-. Al final llegó la esposa de Rittmayer, y, después de darme una ojeada, adivinó de lo que se trataba: ¡Ah! Seguramente es la mujer de herr Meyer, pues herr Meyer espera a su mujer, que debe llegar de Siberia. Venga usted conmigo […] se abre la puerta y alrededor de una mesa se hallan sentados Vladimir Ilich, Martov y Anna Ilinichna. Olvidándome hasta de dar las gracias a la dueña, empiezo a regañar: “¡Diablo! ¿Por qué no has escrito dónde te podía encontrar? […] Resultó que el individuo a cuyo nombre había sido mandado el libro con la dirección, se había quedado el libro para leerlo. No eran pocos los rusos que entonces viajaban por el mismo estilo. Chliápnikov la primera vez, en lugar de ir a Ginebra, se fue a Génova, y Bábuschkin en vez de ir a Londres, por poco va a parar a América”.1
La hermana de Lenin, Ana, instalada en Berlín, se involucra en la difusión de Iskra –de hecho, Dimitri y María sufrirán interminables encarcelamientos por sus actividades socialdemócratas y Dimitri participará en el II Congreso-. Del cuartucho de la cervecería -que pertenecía a un simpatizante socialdemócrata- donde vivió Lenin hasta la llegada de su esposa, ambos se mudan a un apartamento de tres habitaciones, dos de las cuales están ocupadas por un matrimonio obrero con 6 hijos. La pequeña habitación restante sirve simultáneamente de alcoba, estudio, sala de estar y concina. Es aquí donde, dando vueltas en la pequeña estancia y con una Krupskaia tratando, en esos momentos, de no interrumpir, Lenin escribe el “Qué hacer”- cuyo contenido ya hemos expuesto-. La situación económica de la pareja mejoró con los 250 rublos que Lenin recibe del editor de San Petersburgo y aunque Lenin pide a su madre que no lo haga, ésta atenta y maternal sigue enviándole dinero. Debieron mudarse de nuevo a Schwebing –suburbio de Múnich- cuando se muda con ellos la madre omnipresente de Krupskaia.
Dos personalidades. Lenin y Martov
En este apartamento se realizan las reuniones de redacción de Iskra a las que asisten –entre otros- Lenin, Krupskaia, Martov y Zasulich. La redacción se reúne en la mañana después del desayuno y terminaba a las siete u ocho de la noche, hora en la que todos se dispersan para comer.2
Cuando Krupskaia llega a Múnich, Lenin le describe a Zasulich de la siguiente manera: “cuando veas a Vera Ivánovna te convencerás de que es una persona tan limpia como el cristal”.3 Lenin veía una característica positiva en una persona y se aferraba a ella con entusiasmo buscando la manera de aprovechar esa característica en el desarrollo de la organización.
Vera Zasulich era una revolucionaria que pertenecía a otra época: con apenas 20 años –en 1869- comienza una vida de presidios y deportaciones muy duras. Participó en el movimiento “Tierra y libertad” como tipógrafa. En 1878 realiza –en solitario y para vengar los maltratos a los presos políticos- un atentado contra el odiado general Trepov que, sin pretenderlo, inaugura la ola terrorista de la “Voluntad del pueblo”. Su juicio se convierte en una tribuna política y en una derrota simbólica para el gobierno –que debe absolverla para ahorrarse el escándalo- a la que asiste el escritor Fiódor Dostoyevski -quien se inspira en ese juicio para su obra “Los hermanos Karamázov”-. “Pensadora con una gran agudeza, una amplia cultura, principalmente sobre historia, y una intuición psicológica poco común”- recuerda Trotsky-.4 Escribía con mucha dificultad y esfuerzo “lo que ella escribe –dijo Lenin al joven pluma (Trotsky)- no es una composición, es un mosaico”. En su tortuosa forma de escribir: “[…] extendía su texto sobre el papel frase por frase, iba y venía durante mucho tiempo por la sala, patinando y golpeando el suelo con sus pantuflas, fumaba sin cesar cigarrillos que ella misma había hecho, tirando las colillas a medio fumar en todas las esquinas, sobre los apoyo de las ventanas, sobre las mesas, esparciendo las cenizas por su vestido, sobre sus manos, los manuscritos, en su taza de té y, si la ocasión se presentaba, sobre su interlocutor. Era y fue hasta el final una vieja intelectual radical a quien la suerte le había infligido una inyección de marxismo […] En Vera Ivánova –dijo Lenin al joven Trotsky-muchas cosas reposan sobre la moral y los sentimientos”.5 Además, Vera no tenía más familia que el grupo político al que pertenecía –Lev Deutsch, su pareja, se va a vivir a París- así que en realidad era una persona solitaria. “[…] algunas veces hablaba de su soledad –recuerda Kruspaia- ´no tengo a nadie´, e inmediatamente se esforzaba por disimular su amargura con alguna broma: ´Ya sé que me quieren y que cuando muera me extrañarán a la hora del té”.6 Como intelectual radical -para quien “muchas cosas reposan en el sentimiento”- Vera no supo romper con los liberales radicales que, como Struve, habían tenido un pasado “cuasi-marxista” o habían colaborado con el grupo. Lenin –quien sabía romper implacablemente con ideas y personas cuando era necesario- les aplicaba a Zasulich y a Protresov, medio en broma y medio en serio, el calificativo de “Struve-freundliche Partei” [el Partido de los amigos de Struve]. Esta diferencia de carácter será, como veremos, importante en el curso de los acontecimientos.
Lev Deutsch
Martov, según observaba Lenin, era un periodista de mucho talento que escribía rápido y al vuelo, “para Iskra –dice Krupskaia-Martov era insustituible”7 Pero –como buen periodista enfocado en el presente, las polémicas del día, las últimas noticias y los chismes de emigrados- sus escritos carecen de la profundidad necesaria que da el estudio paciente y meticuloso. Martov fue un colaborador muy cercano a Lenin por cerca de 10 años –hasta el rompimiento de 1903- y fue de las pocas personas que Lenin “tuteó”. Pero sus personalidades no podía ser más diferentes y contrastantes: Martov era un bohemio muy leído y un tanto excéntrico, que gustaba de discutir caóticamente de todo y a toda hora, saltando de un tema a otro. “Martov –dice Trotsky- tenía innumerables y a menudo brillantes intuiciones, concebía hipótesis, hacía propuestas, que él mismo frecuentemente pronto olvidaba”.8
Las reuniones con Martov –cuya maratónica capacidad de conversación podía dar para cinco horas y más- desesperaban a Lenin pues degeneraban constantemente en chismes y habladurías que le irritaban. Pero “Martov–cuanta Krupskaia- no podía vivir sin esas conversaciones. Al salir de nuestra casa se iba con Vera Ivánovna [Zasulich], Dimka y Blumenfeld [secretaria de Iskra] al café, donde pasaban horas y horas”.9 Martov incluso disertaba sin parar en el momento de lavar los platos: “Según ella [Krupskaia], hacía muy concienzudamente su tarea [lavar los platos] y sólo protestaba cuando le hacían lavar la vajilla. Se quejaba entonces de la ´lentitud del progreso´ y pedía de todo corazón la llegada de una época en que se usara una vajilla que no necesitara ser lavada. Lenin, que también tenía que participar a veces en esos trabajos domésticos, lo consolaba lo mejor que podía, asegurándole que esa época seguramente llegaría. ´Mientras tanto –decía a modo de conclusión-, sigamos usando la vajilla tal como es.””10 Debido a esto, Lenin evita a todo lo que puede Martov –sin dejar de apreciar su talento admirable como periodista- y planifica su rutina para coincidir lo menos posible.
Un testigo recuerda la apariencia de Martov –muy en sintonía con su personalidad- durante los debates del II Congreso: “Los anteojos no se le sostenían sobre la nariz, los vestidos le colgaban como de una percha. De todos sus bolsillos salían manuscritos y folletos; encorvado, con un hombro más alto que el otro, tartamudeaba […], pero en cuanto se lanzaba a un discurso apasionado, ya no nos dábamos cuenta de su físico, no se veía más que brillante inteligencia y su inmenso conocimiento”.11
Lenin es todo lo contrario: un modo de vida estricto, con rutinas muy establecidas y con una forma austera pero pulcra de vivir y vestir. Las relaciones que establece –sin que exista un acuerdo tácito- son formales, prácticas; mientras que las ideas que transmite son transparentes, ordenadas y dirigidas siempre a un objetivo político, debido a esto le desespera discutir por discutir.
La discusión política para Lenin no es un pasatiempo, es una actividad seria orientada a la construcción revolucionaria. Un testigo recuerda que Lenin ponía sus condiciones al momento del esparcimiento: “[…] bebía con delectación un buen jarro de cerveza, recriminándome que prefiriera agua mineral a la cerveza estando en Múnich. Por último declaraba que se ponía a nuestra disposición y que estaba listo para ir a dar un paseo, si así lo deseábamos. Pero nunca olvidaba poner una condición, que aceptábamos con mayor o menor gusto: que no se hablase de política. […]”12 En lugar de hablar de política Lenin prefería descansar su mente y cantar las estrofas revolucionarias que se sabía.
Pero a la hora del trabajo Lenin exigía y esperaba la eficiencia que él mismo aplicaba en todo lo que hacía. Lidia Dan recuerda un incidente con la correspondencia clandestina: “Recuerdo una vez que me equivoqué en la clave y llegó una airada protesta de Rusia. No sabía dónde meterme, de la vergüenza que sentía…Lenin me recriminó duramente para terminar diciendo: ´¡Has echado todo a perder! Contigo, nunca llegaremos a hacer la revolución´ Yo estaba tremendamente abochornada, pero, al mismo tiempo, sentía la necesidad –entonces era muy joven- de cortar la reprimenda y, para lograrlo, le pregunté: ´¿Tendremos que esperar mucho tiempo todavía para hacerla?´ Lenin cambió súbitamente de tono para responder, tras un momento de reflexión: ´¡mucho tiempo, sí! Por lo menos, treinta años…´ esto ocurría a fines de 1901 o, tal vez, en los primeros días de 1902”.13
A pesar de contar con un sentido del humor irónico, por lo general, era Lenin el que rompía el tono serio. Valentinov, al respecto, recuerda: “Nadie se habría atrevido a bromear con él, ni a darle una palmada amistosa en las espalda. Había como una barrera invisible que lo separaba de los otros miembros del partido […] además era muy difícil de conocer ya que no daba nunca ocasión para ello […]. Nadie era admitido en lo que él consideraba su vida privada”.14 Sin embargo, no estamos ante “anacoreta” del marxismo. Aunque Lenin está muy alejado de la vida bohemia, cuando el trabajo está hecho, gusta visitar con los amigos la taberna, el teatro o la ópera. En estos momentos Lenin es burlón y se ría a carcajadas –echando el cuerpo para atrás-. Trotsky recuerda que una ocasión en que –en París- fueron a la ópera. Lenin al ver el estado lamentable del calzado de “Pluma” [pseudónimo de Trotsky en aquéllas fechas] regala a éste unas botas nuevas que a él no le quedan, Trotsky las estrena en la ópera pero al salir sufre por las botas que le aprietan “Vladimir Ilich me provocó, sin piedad, durante todo el camino –recuerda Trotsky-. En sus bromas, no obstante, había una cierta misericordia […]”.15
Debate sobre el programa
Incómodos ante el impacto que está teniendo Iskra en el interior de Rusia, los economicistas –agrupados en torno a la “Unión de Socialdemócratas Rusos” y al periódico “Rabotche Dielo”- maniobran para convocar un Congreso y aprobar su línea economicista, y convertir a su periódico en el oficial, dejando a Iskra en un simple periódico local. A Lenin le parece aún prematuro ese congreso pues quiere clarificar políticamente las diferencias de fondo. Con este objetivo está trabajando en su “¿Qué hacer?”, arma para ganar y convencer a los diversos círculos socialdemócratas del interior. Con este fin pide a los círculos cercanos a Iskra, mediante correspondencia clandestina escrita por Krupskaia, que hagan todo lo posible para posponer el Congreso hasta que no se escuche a las dos partes. Sin embargo, los economicistas convocan –de todas formas- a un congreso cuyo orden del día confirma la corta visión sindicalista que Lenin combate: el primer punto es “La lucha económica” y no se incluye nada sobre el programa político que es el único que puede vertebrar a una organización revolucionaria.
Afortunadamente a la cita del 20 de marzo de 1902 en Bielostok acuden tan pocos delegados –menos de 8- que en vez de Congreso deben conformarse–gracias a que Lenin envía a uno de los suyos (Fyord Dan) que va sin ser invitado- con celebrar una conferencia que resuelve crear un comité organizador del II Congreso del POSDR. Por un accidente histórico, los economicistas no van a poder conformar este comité organizador por la desafortunada razón de que casi todos los asistentes a esa conferencia son capturados por la policía zarista poco tiempo después, tal como años antes les había sucedido a los asistentes al I Congreso.
Un preludio de lo que vendrá se da en marzo de 1902. Con motivo de la redacción de un borrador de programa para presentar ante el comité organizador, Axelrod y Plejanov viajan a Múnich donde éste y Lenin discuten de forma acalorada. Plejanov presenta un proyecto que para Lenin es demasiado abstracto y académico. Lenin dice que el borrador de Plejanov habla del capitalismo en general pero no del capitalismo ruso y, por tanto, no sirve como instrumento para la acción. Plejanov impuso su peso personal sobre Zasulich y Axelrod, mostrando la dinámica de círculo familiar que Lenin quiere superar: “Vera Ivánovna [Zasulich] quería hacer objeciones a Plejanov, pero éste adoptó una actitud muy hermética, cruzó las manos sobre el pecho, miró de tal modo a Vera, que ésta perdió completamente los estribos. En el momento de la votación, Axelrod, que se había mostrado de acuerdo con Lenin en esta cuestión, declaró que tenía dolor de cabeza y quería dar una vuelta. Vladimir Ilich estaba muy agitado. ´así no se puede trabajar. Esto es todo menos una discusión práctica”.16
Pavel Axelrod
Las relaciones con Plejanov se tensan al máximo justo antes de la realización del Congreso. El borrador del programa –donde Lenin introducía la consigna de la nacionalización de la tierra- fue la oportunidad para que un quisquilloso Plejanov barruntara el texto de Lenin con subrayados, doble subrayados, signos de admiración y frases mordaces sobre el estilo casi en cada renglón, además pedía que cada cambio de estilo fuera votado por el comité de redacción –lo cual no tenía precedentes y estaba destinado sólo a humillar a Lenin-. Incluso Martov afirmó que “Plejanov había empleado contra Lenin frases y métodos reservados de ordinario para los enemigos”.17 Este tratamiento indigno sometió los nervios de Lenin a una máxima tensión. Estuvo a punto de romper relaciones con Plejanov y llevar el asunto a las bases del naciente Partido, pero se contuvo. Escribió: “Por supuesto no soy más que un caballo, uno de los caballos del cochero Plejanov, pero el hecho es que incluso el más paciente de los caballos derribará a un jinete excesivamente exigente”.18 Mientras que para Plejanov “El valor de una frase se medía por el efecto estético de su prosa. Lenin, en cambio, escribía con el único propósito de influir en la conducta de los hombres”.19
La intervención mediadora de Axelrod y Zasulich, quienes convencieron a Plejanov para disculparse, ayudó a que el conflicto de fondo –el hecho de que la vieja guardia se estuviera quedando rezagada ante la necesidad de dar un salto cualitativo-se aplazará un poco. Plejanov acepta el programa de la nacionalización de la tierra y el término “dictadura del proletariado”
Sin embargo, este incidente revela –una vez más- el carácter de ambos personajes: Plejanov no está conectado con el movimiento vivo, mientras Lenin quiere un programa para encabezar a las masas en la acción. Lenin introduce el tema de la nacionalización y restitución de tierra a los campesinos, como tarea inmediata para la revolución por venir, porque pretende quebrar el régimen de absolutismo feudal, ganar a los campesinos y desplazar a la burguesía mediante una alianza del proletariado y el campo pobre. Plejanov, sin rechazar la pertinencia de esta cuestión, la aplazaba para un futuro más o menos indeterminado.
Cuando Krupskaia trata de mostrar a Plejanov la correspondencia organizativa con los círculos rusos, la reacción de éste era el de un hombre que perdía el suelo bajo sus pies. Esta incapacidad para adecuarse a una nueva etapa en la organización puede explicar en buena medida el estado de constante irritabilidad en que Plejanov se encontraba en esta etapa. El comité de redacción de Iskra –de seis miembros- se dividían usualmente en 3: Lenin, Martov y Potresov –de una parte- y Plejanov, Zasulich y Axelrod –en la otra parte-. Se trata de un impasse que Lenin intentará romper.
A pesar de los enconos, nadie sospecha que entre estos compañeros de trabajo está cerca una escisión histórica. “Durante el periodo de Múnich no existía una grieta tan profunda en las relaciones personales entre Vladimir Ilich, Martóv, Potresov y la Zasulich. Todas las fuerzas se concentraban en un solo objetivo: la creación de un periódico para toda Rusia, la organización intensa de fuerzas alrededor de Iskra. Todos teníamos la sensación de que la organización crecía, de que el camino señalado para la creación del periódico era justo”.20
En Londres
El impresor de Iskra en Múnich pone cada vez más objeciones para sacar un periódico que pone en riesgo su negocio. Iskra debe mudarse. Plejanov Axelrod sugieren Suiza pero Lenin –que quiere mantenerse lejos de Plejanov- obtiene, apenas, una mayoría para llevar el periódico a Londres. Después de vender por 12 marcos sus escasos y modestos muebles, el 30 de marzo de 1902 Lenin y Krupskaia inician su viaje, poco después los alcanzarán Zasulich y Martov. … así como también la siempre presente suegra de Lenin.
Lenin y su familia se alojan en un piso de dos habitaciones en Hallford Square, muy cerca del Museo Británico y su magnífica biblioteca que Lenin va a visitar a diario por las mañanas. También muy cerca viven –en una especie de comuna- Martov, Zasulich y Postresov. Este lugar, que es bautizado por Plejanov como “la guarida”, es un “bazar” donde “reinaba un gran desorden” –dice Trotsky quien llegará poco después-. “Allí tomábamos café, sosteníamos largas pláticas, fumábamos, etcétera”.21 Lenin establece su dinámica de tal forma que evita este molesto desorden bohemio y procura salir hacia la biblioteca antes de que Martov llegue a su casa para enterarse de la correspondencia con Krupskaia. La casera metiche exige a la pareja poner cortinas en las ventanas pero cuando pide explicaciones de por qué Krupskaia no lleva anillo de matrimonio Lenin amenaza con demandarla. La casera mojigata los deja en paz.
En Londres Lenin y Krupskaia se percataron de las deficiencias de su inglés. A pesar de haber traducido a los Webb, no entendían una palabra. Para remediarlo Lenin observa el movimiento de los labios de los oradores en las plazas públicas e intercambia clases de ruso por clases de inglés. Lo aprende bien. De los museos –excepción hecha de un pequeño museo sobre la revolución de 1848 que lo cautiva- sólo se interesa realmente por la biblioteca del Museo Británico pero no tiene mucha paciencia para admirar antigüedades. Prefiere visitar el Londres vivo y bullicioso. Muy pronto conoce mejor que nadie las calles escondidas y los barrios obreros. Al observar el contraste pasmoso entre el Londres turístico y el marginal murmura a Krupskaia “two nations”. Frecuenta los lugares bulliciosos donde observa la vida: los mercados populares, los bares e incluso las iglesias. En algunas de éstas la religión se mezcla con ideas socialdemócratas, el agitador religioso habla de la revolución social: “¡Oh, Dios todopoderoso, haz que no haya más reyes ni ricos!”.22 Como en la Rusia rural sectas de este tipo abundan, Lenin va a proponer en el II Congreso una resolución sobre las sectas religiosas comunistas–que define como organizaciones contra el orden establecido- con el objetivo de establecer un trabajo político entre los sectores populares que las siguen. Lenin y Krupskaia gustan pasear por las fueras de Londres. Su destino favorito es Prime Rose Hill –el paseo más barato que cuesta seis peniques- desde esa colina se divisa todo Londres y, además, está cerca del cementerio donde reposa Marx, cuya tumba visitan a menudo. A fines de junio de 1902 Lenin se toma 15 días de vacaciones con su madre y su hermana Ana en una playa de la Mancha, en la costa norte de Francia. “A él le gustaba mucho el mar –dice Krupskaia- con su movimiento constante y su extensión ilimitada. En el mar descansaba”.23
Aún no existen diferencias políticas de fondo que vayan más allá de los contrastes personales y estilos de trabajo, sin embargo ya por esas fechas se prefigura Lenin como perteneciente a los “duros” y a Martov con los “blandos” de Iskra. Martov –dice Trotsky- ya no se sentía a gusto al lado de Lenin, ni Lenin confiaba demasiado en su antiguo y talentoso amigo y aliado: “La manifiesta fragilidad de las ideas de Martov obligaba más de una vez a Lenin a menear la cabeza con un gesto preocupado […] Lenin, que apreciaba mucho a Martov, lo consideraba desde una mirada crítica y desconfiada; Martov sentía esa mirada, se sentía molesto y con un tic nervioso, sacudía su hombro delgado. Cuando se encotraban y charlaban, ya no había entre ellos un tono amistoso, ni bromas […] Lenin no miraba a Martov cuando hablaba, y los ojos de éste se ocultaban bajo sus lentes, inclinados hacia adelante y siempre sucios. Y cuando Lenin me hablaba de Martov, su voz tenía un tono particular […] como si quisiera decir una advertencia: ´Es bueno sin duda, es bueno, incluso notable pero muy blando”.24 Martov no logra adaptarse a la vida en Londres y pocos meses después de su llegada se va a París para no volver a ver a Lenin sino hasta los preámbulos del II Congreso.
Axelrod fue el organizador en el viejo grupo de Plejanov, pero trágicamente fue un organizador exiliado en Suiza al que las circunstancias le impidieron desarrollar su talento –había pocas oportunidades de trabajo práctico real- y éste se estropeó lamentablemente. “Pavel Borísich perdió las tres cuartas partes de su capacidad de trabajo, se pasaba las noches en blanco, le costaba enormes esfuerzos escribir, durante meses enteros no podía terminar el artículo empezado, su letra era casi ilegible por la nerviosidad con la que escribía […] Más tarde, cuando el mismo Vladimir Ilich ya no podía escribir y ni siquiera pronunciar una sola palabra me preguntaba de lo que hacía Axelrod mostrándome su nombre en el periódico”.25
Lenin y la lucha fraccional
Desde Londres Lenin continuará la batalla política contra los economicistas. Si éstos hicieron su batalla fraccional, Lenin hará la suya a su manera. Los biógrafos burgueses de Lenin –como Robert Conquest o el menchevique David Shub- le reprochan a éste la “maquiavélica” obsesión y el “crimen” de formar un grupo político en torno suyo para preparar la configuración más favorable para sus posturas. Pero este reproche es absurdo pues implica condenar a un político por actuar políticamente en una organización cuya historia puede resumirse en la lucha de fracciones. Más hipócrita resulta esta acusación cuando los políticos de la burguesía se estructuran en facciones patrocinadas por los lobbies de las grandes empresas o por las burocracias corruptas de los Partidos del status quo, mientras que –en contraste absoluto- Lenin va a configurar sus fracciones en torno a lo que cree es la línea revolucionaria justa –y la mayoría de la veces los acontecimientos van a darle la razón-.
Para ganar la mayoría de los comités –varias decenas de grupos- Lenin establece una campaña–a través de camaradas como Radchenko- para fusionar a algunos círculos de San Petersburgo y Bielostok y presiona para que los cuadros de estos círculos vayan directamente a Londres para debatir. Radchenko hace eficientemente su tarea y el 15 de agosto se celebra una conferencia en casa de Lenin con los representantes de los círculos de San Petersburgo de donde surge el comité organizador del II Congreso. De esta manera Lenin asegura que de los 51 votos acreditados para el II Congreso 33 son de activistas que –al menos en teoría- están de acuerdo en que Iskra va a ser el periódico del POSDR.2Los economicistas responden a esta eficiente campaña con la esición de diversos círculos. Lenin está lejos de sospechar que ese Congreso tan larga y trabajosamente preparado, iba a causar una escisión en las propias filas de los “iskristas”.
Una madrugada de octubre de 1902 alguien toca de forma impertinente la puerta de la casa de Lenin, es un joven de 22 años, exacerbado por su reciente evasión de Siberia –conocido por sus talentos literarios como “Pero” [Pluma]- que Lenin espera por recomendación de iskristas de Samara. Se trata de Lev Davidovich Bronstein, mejor conocido como Trotsky. Éste cuenta el episodio en su autobiografía y las memorias de Krupskaia, aún no mutiladas por el estalinismo, confirman la versión: “Por el modo de llamar parecía que alguien quería vernos con urgencia –cuanta Krupskaia- y bajé corriendo las escaleras. Era Trotsky y le subí a la habitación. Vladimir Ilich acababa de despertarse y estaba todavía acostado […] Las apasionadas referencias de aquél ´aguilucho´ indujeron a Lenin a estudiar muy atentamente a su visitante durante aquella primera conversación”.27
Para continuar con el estudio de ese joven prometedor, Lenin lo lleva de paseo por algunos de los icónicos lugares de Londres: “¡Este es su famoso Westminster!…’ aquél ´su´, naturalmente, no se refería a los ingleses en general, sino a las clases dirigentes –recuerda Trotsky-. Este matiz, no enfatizado sino profundamente orgánico y reflejado principalmente en el timbre de voz, se encontraba siempre en Lenin cuando hablaba de algunos de los valores de la civilización o de recientes progresos […] La sombra de la clase dominante, imperceptible, parecía proyectarse frente a sus ojos sobre toda la cultura humana, y siempre era sensible a esta sombra, sin dudas, tan aparente como la luz del día”.28 Trotsky se convierte en un colaborador regular de Iskra –incluso escribe editoriales- y, no obstante el sobrecargado estilo del joven escritor –que no agrada mucho a Lenin-, éste lo propone –sin que Trotsky lo sepa- como séptimo miembro de un comité de redacción de Iskra que se encuentra empantanado por la división exacta de sus integrantes. Plejanov se opone de forma violenta. Dice a Lenin “no me gusta la pluma de tu Pluma” y muestra una gran antipatía contra el recién llegado. Sin duda Plejanov teme que Trotsky se va a posicionar con el grupo de Lenin –y éste, a decir verdad, confía en eso- tanto que el grupo de Plejanov lo apoda, en secreto, como “el garrote de Lenin”. Sin embargo, Trotsky –quien habita en el mismo edificio que la “comuna” de Martov, Zasulich y Potresov- establece relaciones de gran cercanía personal con éstos, mientras que con Lenin convive poco. Estos lazos personales –que tanta importancia tendrán en la forma inicial que cobrarán los acontecimientos- le impedirán comprender por un tiempo el verdadero significado de la escisión que está por suceder.
En noviembre de 1902 Lenin da una serie de conferencias en Suiza–rentables desde el punto de vista económico- sobre la cuestión agraria. Es uno de los primeros marxistas rusos en estudiar a profundidad en tema –lo hace en su “Desarrollo del capitalismo en Rusia”- esto no debería extrañar si consideramos que casi dos terceras partes de las familias rusas pertenecían al campesinado pobre. Era imposible una revolución sin ganar a la masa campesina al campo socialdemócrata. Con este objetivo escribe en marzo de 1903 un largo folleto titulado “A los pobres del campo”. A finales de febrero de 1903 profesores liberales emigrados invitan al escritor Ilín –un pseudónimo de Lenin- para que dicte tres conferencias sobre su libro “El desarrollo del capitalismo en Rusia” en la Escuela de Altos Estudios Sociales de París. Los profesores le advierten al conferencista que se abstuviera de discursos polémicos pero Lenin explica en sus charlas que el marxismo es polémico por naturaleza. Al final uno de los profesores dijo de Lenin “es todo un profesor, creyendo evidentemente que le otorgaba así el mayor de los elogios”.29 Es aquí donde Lenin se burla de Trotsky –quien también está en París para dictar charlas- y los zapatos que le aprietan, episodio al que ya referimos.
El II Congreso. Bolcheviques y mencheviques
Aprovechando la circunstancia de que los precios de las impresiones en Londres son elevados, que Martov odia Londres y que Potresov está casi siempre enfermo; a principios de abril de 1903 Plejanov logra la mayoría para trasladar la redacción de Iskra a Ginebra, Suiza. Esta decisión, que Lenin no tiene más que aceptar, enferma de nervios a éste. Sabe que la cercanía con Plejanov no puede traer más que conflictos y choques. Sufre un terrible salpullido –probablemente de origen nervioso (o eripsela como fue diagnosticado)-. “Entonces, armada con un frasco de yodo, Krupskaia se puso a fregar valerosamente el cráneo de su esposo. Este se dejó curar estoicamente, perdió casi todo el pelo que aún le quedaba y partió para Ginebra en ese estado”.30 Y vulnerable por la tensión nerviosa, después de instalarse en Secheron (barrio obrero de Ginebra), cae enfermo de gripa y permanece en cama por dos semanas.
Por fin, del 17 de julio hasta el 10 de agosto de 1903 se realiza el II Congreso del POSDR, primero en Bruselas y luego en Londres. Se congregan 43 delegados –otras fuentes hablan de 48- de los 57 que habían sido invitados, representando a 26 organizaciones locales con 51 votos acreditados -33 de éstos se suponían Iskristas-. Plejanov inaugura el Congreso con un emotivo e inspirado discurso explicando la importancia histórica de la reunión. Las primeras trece sesiones se desarrollan en diferentes locales sindicales facilitados gracias a Émile Vandervelde –dirigente de la socialdemocracia belga-. Una de las sesiones se desarrolla en una bodega de grano donde se improvisa una mesa de debate con rudas tablas mal clavadas. De repente los delegados se retuercen y rascan sin control y comienzan a abandonar la sala en tropel “¡Un ejército invisible de parásitos había derrotado al pleno del II Congreso del Partido obrero Socialdemócrata Ruso!”.31
Uno de los primeros temas importante a discutir fue el ingreso del Bund judío al Partido. Esta organización numerosa había jugado un papel importante en las etapas embrionarias de la organización, pero por sus fuertes prejuicios nacionalistas exigió al Congreso el monopolio absoluto para hablar en nombre del proletariado judío y una autonomía total con respecto al Partido. Lenin había explicado –por ejemplo en “Carta a un camarada”- que las organizaciones locales podían tener una amplia autonomía para impulsar el trabajo en los marcos de la línea política aprobada mayoritariamente – publicar material en sus propias lenguas, lanzar campañas específicas, etc.- pero ceder a los exigencias localistas hubiera significado que en lugar de un Partido se tuviera una federación laxa sin ninguna obligación mutua. Un Partido revolucionario –incluso un sindicato- sólo se puede crear y funcionar a partir de la unidad clasista de los trabajadores independientemente de la nacionalidad, la raza, las diferencias religiosas o de cualquier otro tipo. La mayoría de delegados vota por la disolución del Bund como organización autónoma al Partido y la conformación de un solo POSDR. Son unos 33 votos a favor de esta postura, contra 8 del bund y de los economicistas; el resto de votos pertenecía a los indecisos –unos 9 votos- que Lenin denominó “el pantano” o el “centro”.32 Al quedar en minoría, esos 8 delegados abandona el Congreso. El programa agrario propuesto por Iskra también es aprobado. También la consigna leninista del derecho de las naciones a la autodeterminación. Mientras Rosa Luxemburgo –que es polaca (nación oprimida)- rechaza esta consigna por considerar que significa el apoyo a la burguesía nacional, Lenin –por el contrario- entiende que el antiimperialismo de los pueblos oprimidos no puede equipararse al nacionalismo de las naciones opresoras, aquél tiene una semilla revolucionaria. En verdad, la Revolución Rusa hubiera sido imposible sin una aproximación correcta a esta cuestión pues la Gran Rusia era una verdadera cárcel de naciones, donde el 57% de la población eran “minorías” no rusas. Debido al acoso policiaco, las sesiones se trasladan a Londres.
Parecía que la sólida mayoría construida por Lenin con su ¿Qué hacer? y con sus innumerables cartas y discusiones estaba rindiendo los frutos deseados. La batalla política principal del Congreso parecía ganada. Sin embargo la escisión se dará por motivos inesperados: por cuestiones organizativas y estatutarias que sólo a posteriori se convirtieron en diferencias políticas de fondo. Como dijo Hegel “la necesidad hace uso de lo accidental”. El choque comenzó con el punto uno de los estatutos, relativo a quién debería ser considerado miembro del Partido. La propuesta de Lenin decía “Un miembro del POSDR es aquél que acepta su programa, apoya al Partido económicamente y participa personalmente en una de las células del Partido”. Martov -que estaba de acuerdo en que se aceptara el programa, se cooperara económicamente- abría la militancia a quien “diera regularmente al Partido su cooperación personal bajo la dirección de una de las células del Partido”.33 A primera vista parece una diferencia de matiz, incluso Lenin mismo escribirá –poco después de la escisión y tratando de evitarla- “no considero en absoluto nuestra discrepancia (respecto al artículo primero) tan esencial que de ella dependa la vida o la muerte del Partido. ¡No pereceremos, ni mucho menos, por un mal artículo en los estatutos!”34
Sin embargo, en esta pequeña diferencia se ocultan diferencias organizativas importantes: Lenin quiere un Partido de militantes activos cuyo compromiso pueda ser demostrado y controlado por la organización en su conjunto; Martov defiende una organización donde se desdibuja la diferencia entre simpatizante y militante y, por tanto, se expone a la organización a la influencia de clases y sectores ajenos. Lenin sabe que los simpatizantes pueden jugar un papel –más de una vez recibirá donaciones de esta gente- pero se niega a confundirlos con los militantes activos. En esta polémica agria e inicialmente sorpresiva para ambos bandos Plejanov se posicionó al lado de Lenin.
Cuando los historiadores burgueses acusan a Lenin de actuar fraccionalmente, se olvida convenientemente que los mencheviques hicieron lo propio. En el Congreso Vera Zasulich se enfrenta contra su mentor por única vez en su vida, ella siempre había sido muy apegada a los intelectuales liberales y el estatuto de Lenin les cierra la puerta. Martov intenta separar a Plejanov de Lenin utilizando las relaciones personales, pero sorprendentemente Plejanov resiste y les responde: “Napoleón tenía la manía de divorciar a sus mariscales de sus esposas, aunque las amaran. El camarada Akimov se parece en este aspecto a Napoleón. Quiere divorciarme de Lenin a toda cosa. Pero yo mostraré más fuerza de carácter que los mariscales del emperador. No me divorciaré de Lenin y espero que él tampoco espere divorciarse de mí”.35 En honor al “padre del marxismo ruso” hay que decir que su enorme capacidad teórica le permitió entender que en el fondo de las posiciones de Martov estaban los métodos de “trabajo” y presiones de la pequeña burguesía. Fue implacable en sus argumentos: “Aquí se ha dicho que algunos profesores que simpatizan con nuestras posiciones podrían encontrar humillante entrar en una organización local […] si algún profesor de egiptología considera que, como sabe de memoria los nombres de todos los faraones y todas las oraciones egipcios rezaban al toro Apis, entrar a la organización se encuentra debajo de su dignidad, no tenemos necesidad de ese profesor. Hablar del control del Partido sobre personas que están fuera de la organización es simplemente jugar con las palabras. En la práctica semejante control es imposible”.36No obstante, la propuesta de Martov gana con 28 votos frente a 23.
Pero la endeble mayoría del grupo de Martov se verá trastocada con el abandono del Bund y los economicistas, poco después de esta votación. Esto cambiará la correlación de fuerzas de forma precaria a favor de Lenin y Plejanov. Martov utilizará este cambio como un argumento para señalar que la mayoría de Lenin es artificial, meramente accidental, y se negará a aceptar las decisiones del congreso que no le convencen. Sin embargo –para Lenin- el abandono del Bund y los economicistas está lejos de ser casual: significa que no están dispuestos a formar parte del Partido y esto no puede considerarse causal en un Congreso que en la práctica es fundacional.
El Órgano Central (o comité de redacción), dadas las características de la emigración, tenía un peso muy importante al establecer la línea política cotidiana del periódico y con éste del conjunto de los círculos del interior. Para Lenin esta situación era práctica y necesaria pues era la redacción de Iskra en el extranjero el único centro estable mediante el cual se podía dirigir al periódico y, a través de éste, a la organización. El CC en el interior, por otro lado, no le sería posible mantener la línea editorial en las condiciones del totalitarismo zarista y sólo podría reunirse de forma esporádica. En la práctica era en casa de Lenin donde todos los hilos confluían para mantener comunicados y enlazados a los diversos círculos socialdemócratas rusos: “Krupskaia –relata Trotsky- era el centro de todo el trabajo de organización, recibía a los camaradas que llegaban desde lejos, introducía y acompañaba a los que partían, establecía los medios de comunicación, los lugares de las citas, escribía las cartas, las cifraba y las descifraba. Su cuarto olía a papel estufa para poder leerlas”.37 Sin embargo, Lenin sabe que las formas organizativas concretas y los pesos relativos de las distintas instancias del Partido no son siempre las mismas y no constituyen una receta acabada y eterna.
Si el debate del artículo primero será agrio, el debate sobre la composición del Órgano Central –o comité de redacción- será más intenso. Lenin propuso reducir éste órgano a tres miembros: Plejanov, Martov y él -con capacidad de cooptar nuevos integrantes de ser necesario-. El grupo de Martov propuso la simple reelección del viejo comité de redacción. Martov y su grupo pierden la votación relativa al OC y CC con 20 abstenciones frente 24 votos a favor de la propuesta de Lenin. Pero con la votación Martov pierde también los estribos, interviene de forma histérica negándose a acatar la decisión tomada: “La vieja Iskra ya no existe y, en buena lógica, su nombre debería ser cambiado […] En lo que a mí se refiere, agrego que sería una injuria ser presentado como candidato a esa función, y la simple suposición de que aceptaría trabajar la considero una mancha a mi reputación política”. Lenin, en un tono mucho más sereno, responde: “una votación no tiene nada que ver con una mancha en la reputación política”.38 En cualquier caso, desde entonces, al grupo de Lenin se le conocerá como Bolcheviques (de “bolshinstvo” o “mayoría”) y al del Martov Mencheviques (de “menshinstvo” o “minoría”). ¡Por poco y tal vez conoceríamos a estos grupos con los nombres opuestos!
Lenin quiere un comité de redacción profesional, que esté unido por el trabajo político y no por vínculos personales. En su propuesta incluye a Martov pues es un periodista muy talentoso, a Plejanov pues es una potencia teórica que ha impulsado –aun sea irregularmente- la revista teórica. La incorporación de Plejanov en la propuesta de Lenin demuestra que en sus cálculos no existe el elemento personal –las relaciones con éste habían sido una pesadilla-. Excluye de la redacción a Axelrod, Zasulich y Potresov pues casi nunca escriben realmente y su participación en el comité de redacción es mínima. Los hechos hablan por sí mismos: “En los 45 ejemplares de Iskra bajo seis editores, había 39 artículos escritos por Martov, 32 por Lenin, 24 por Plejanov, ocho por Potresov, seis por Zasulich y sólo 4 por Axelrod. ¡Esto en un periodo de tres años!”.39 Es verdad que para éstos se trata de un duro golpe a su amor propio, sus añejos lazos de amistad y a sus hábitos de trabajo. Axelrod se siente ofendido pues no entiende cómo han podido excluirlo del centro de organización de Iskra siendo él el viejo organizador del grupo. Para la vieja Zasulich la separación de Iskra significaba cortar todo vínculo con la Rusia que había abandonado hace mucho tiempo “Para ella no se trataba de una cuestión de amor propio, sino de vida o muerte”.40 El joven Trotsky se siente indignado por tan brutal trato a camaradas honestos y veteranos.“El garrote de Lenin” se vuelve contra éste. Con una gran perspicacia Trotsky percibe que el centralismo leninista puede degenerar en un centralismo burocrático –como sucederá efectivamente con la reacción estalinista-: “[…] eso métodos conducen […] a la organización del Partido a remplazar al Partido, al Comité Central a sustituir a la organización del Partido y, finalmente, a un dictador a remplazar al Comité Central”.41 Pero todo depende de que el centralismo democrático se aplique para llevara delante ideas y perspectivas con métodos correctos. Sin nivel político y con intereses burocráticos de por medio el centralismo democrático se convertirá en su contrario. Trotsky, después de su breve estancia en el campo menchevique, seguirá su propio camino y políticamente coincidirá con Lenin en los temas políticos fundamentales.
Potresov
Amargo boicot
A pesar de todos los desaguisados y exabruptos propios de un debate encendido, la escisión toma por sorpresa a Lenin y a todos los involucrados. De regreso en Ginebra Lenin se percata que su “mayoría” es endeble y que los comités del interior que habían votado a favor de su plan organizativo están lejos. La mayor parte de emigrados apoyan a Martov y a los mencheviques. En los hechos Martov y su grupo –en las semanas y meses siguientes a la escisión- boicotean y torpedean las decisiones del congreso: se niegan a entregar los artículos que les pide el comité de redacción –reducido a Lenin y Plejanov-, se reúsan a entregar los fondos del periódico, desconocen el Comité Central; forma una dirección paralela –llamada “Buró de la minoría”- con la que publican su propio material y periódico, además establecen una alianza con los economicistas que habían abandonado el Congreso. Lenin y Plejanov ofrecen las páginas de Iskra para que los mencheviques expongan sus diferencias, éstos rechazan la oferta. Todavía el 4 de octubre de 1903 se celebra una reunión que pretende la reunificación pero los mencheviques exigen la anulación de todas las decisiones del Congreso. Lenin no está dispuesto a esta rendición indigna.
Los críticos liberales suelen acusar a Lenin de autoritario pero fueron los mencheviques los que arbitrariamente se negaron a aceptar las decisiones congresuales. Lenin hace todo lo posible por conservar la unidad e incluso envía cartas que lindan con los ruegos donde –con tal de zanjar el abismo que se abre- se atribuye faltas que no son suyas. Escribe a un menchevique: “Reconozco que a veces actué en un estado de terrible exasperación y que me conduje con rabia [los testimonios, sin embargo, señalan que el exasperado y desgañitado era Martov]. Estoy dispuesto a reconocer ante quien sea esta falta mía, si es que hay que reconocer como falta las reacciones provocadas por la atmósfera general del Congreso, en la excitación de la lucha”.42 La confusión se generaliza y nadie comprende el amargo desenlace de un congreso del que todos esperaban tanto. Los bolcheviques en el CC quedan confundidos y presionan a Lenin para aceptar la unificación sin condiciones.
Para colmo, Plejanov no puede resistir la presión de romper con su viejo círculo –era un gigante teórico pero le faltaba la fuerza de voluntad para asumir la teoría hasta el fin- y claudica el 18 de octubre amenazando, en uno más de sus chantajes calculados, con dimitir del comité de redacción. Lenin se queda flotando en el vacío cuando incluso miembros de su grupo bolchevique vacilan y retroceden también. Lenin renuncia al comité de redacción. ¡El creador de Iskra se quedará 13 largos meses sin periódico! De inmediato Plejanov readmite a los mencheviques en la redacción y luego –en un Consejo realizado en enero de 1904- son readmitidos también en el CC. Las exigencias de Lenin para convocar otro congreso caen en oídos sordos, la nueva redacción se niega a publicar su carta donde explica su renuncia. En los hechos todo esto significó la anulación antidemocrática de todas las decisiones del II Congreso. Plejanov retrocede en todos los puntos frente a los mencheviques y se vuelve furioso contra Lenin declarando su muerte política en su habitual estilo hiriente: “dentro de pocas semanas Lenin sólo valdrá para ponerle como espantapájaros en un huerto […] Lenin está prácticamente acabado”.43 Su primer artículo para Iskra se titula “¿Qué no hacer?” y compara las ideas organizativas de Lenin con las del sha de Persia.
Lenin cayó en una especie de depresión nerviosa. Rosa Luxemburgo se hace eco de las ideas de los mencheviques –totalmente exageradas y fuera de proporción- y Kautsky se niega a publicar la réplica de Lenin al artículo de Luxemburgo. A pesar de la ruptura con Plejanov, Lenin por muchos años –según Krupskaia- conservó la esperanza de reencontrarse políticamente con su viejo maestro “Después de la escisión, escuchaba atento lo que decía Plejanov. Con qué alegría repetía las palabras de Plejanov ´No quiero morir oportunista”44 Todavía en 1914, al preparar un discurso contra la guerra para un mitin donde hablará Plejanov, se entusiasma “¿Es posible que no lo comprenda?”. Trágicamente Plejanov no lo comprenderá y aunque gira brevemente a la izquierda en 1909, apoyará a Rusia en la guerra y se perderá para siempre para la causa revolucionaria, ubicándose en la derecha más extrema del menchevismo. Un triste final político para un pionero marxista y sembrador de la semilla del bolchevismo, tutor de Lenin.
Es uno de los episodios más amargos en la vida de Lenin. “Pero el afecto a las personas no influyó nunca en su posición política” –dice Krupskaia-. Sin embargo esto no quiere decir que la división no le afecte. “Recuerdo que, cuando en el II Congreso se hizo evidente que la escisión con Axelrod, Zasulich, Martov y otros era inevitable, Lenin se sentía muy mal. Velamos toda la noche y temblábamos”. 45 El rompimiento con sus antiguos colaboradores a los que apreciaba y quería será muy duro personalmente pues “al romper políticamente con una persona, rompía con ella también personalmente; no podía ser de otro modo, cuando toda la vida estaba vinculada a la lucha política”.46 Supo romper con sus antiguos camaradas pero nunca dejó de apreciarlos por lo que aportaron y por lo que aprendió de ellos. Cuenta Krupskaia que poco antes de su muerte, Lenin preguntó por Axelrod, Potresov y Martov. “Dicen que Martov se está muriendo´, me dijo Vladimir Ilich poco antes de quedarse sin habla. Y algo tierno se percibía en sus palabras”.47
Lenin hizo todo lo que pudo para mantener la unidad, pero no estaba dispuesto a aceptarla a costa de claudicar ante métodos organizativos que condenarían al Partido a su inutilidad como instrumento revolucionario. De forma estoica resiste a la terrible marejada y la enfrenta tratando de aclarar políticamente lo que hay de fondo. Así se impondrá siempre en las adversidades: con claridad política. En mayo de 1904 un Lenin enflaquecido, físicamente irreconocible, con piel ceniza y con los párpados hinchados escribe “Un paso adelante dos pasos atrás” donde analiza a fondo y de forma pormenorizada los acontecimientos del II Congreso. Entiende que la actitud de los mencheviques responde a la resistencia al cambio, a aferrarse a un espíritu de círculo donde pesan mucho las relaciones personales y el influjo de la pequeña burguesía. Comprende que las diferencias son legítimas pero cuando los errores se convierten en sistema amenazan a la organización y no pueden dejarse pasar. “Toda pequeña discrepancia puede adquirir inmensa importancia si sirve de punto de partida para un viraje hacia ciertos conceptos equivocados y si a estos conceptos equivocados vienen a unirse, en virtud de nuevas discrepancias adicionales, actos anárquicos que llevan al partido a la escisión”.48 Finalmente, diagnostica el fondo político del asunto como “oportunismo en materia de organización”. Es de notar que aún no existen diferencias políticas formales, sino diferencias organizativas que no dejan de tener gran relevancia. Cualquier otra persona hubiera colapsado pero Lenin se aferró a las ideas y los principios.
La marejada fue terrible, pero –como señala Jacques Marie- Lenin es Lenin porque supo resistir a las presiones de sus propios camaradas, mantenerse firme donde otros claudicaron y construir en torno suyo a la futura fracción bolchevique que llevará a los trabajadores al poder. La escisión de 1903 es un acontecimiento decisivo. David Shub –que aunque menchevique demuestra en su libro destellos brillantes- escribe: “En vísperas del gran levantamiento de 1905, Lenin contaba con treinta y cuatro años de edad. Tras él quedaban más de diez años de ardua experiencia revolucionaria: arraigados hábitos conspirativos, encarcelamiento, exilio en Siberia y la agitada vida errante del emigré político. Cuatro años de agotador peregrinaje fuera de Rusia, en los cafés, hospedajes baratos y centros de reunión de Múnich, Bruselas, Londres, Ginebra, no habían hecho de Lenin un europeo al estilo occidental; se había limitado a aprender los idiomas de ese mundo foráneo, pero su talante anímico seguía siendo profundamente ruso”.49
Continuará…
1 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, pp. 41-42.
2 Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 85.
3 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 43.
4 Trotsky, Mi vida, Argentina, CEIP, 2012, p. 185.
5 Trotsky, “Lenin y la vieja Iskra”, en Lenin, Argentina, CEIP, 2009, pp. 223-224.
6 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 43.
Hoy 7 de noviembre, a las 18 horas, en la ciudad de México, en el auditorio de la casa museo León Trotsky, se ha celebrado la reunión en conmemoración de los 100 años de la gran revolución de octubre, con cerca de 100 asistentes. El tema de la charla fue; México y Rusia dos revoluciones del siglo XX. Como invitados para hablar en la reunión estaban: Cuauhtémoc Cárdenas; el embajador de la Federación Rusa en México, Eduard R. Malayan; el nieto de León Trotsky, Esteban Volkov y el dirigente de la Corriente Marxista Internacional Alan Woods.
Esta actividad se desarrolla en torno al ciclo de conferencias que el Museo León Trotsky, están realizando para celebrar los 100 años de la revolución de octubre.
El primero en hablar fue el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del General Lázaro Cárdenas, presidente de México que en los años 30 invitó a Trotsky a México, cuando todas las demás puestas de los países estaban cerradas; también dirigió una escisión de izquierda en el PRI en 1988, para formar el PRD y fue el primer alcalde de izquierda en la Ciudad de México.
Él habló sobre los logros que se tuvo con la revolución mexicana, por ejemplo el derecho de los campesinos a tener tierra, incluido el peón que vivía en condición de semi esclavitud. El derecho al trabajo, la exclusividad del petróleo para los mexicanos, la mexicanización de la banca, etc. Reconoció que la revolución mexicana fue el gran transformador de la sociedad y que la influencia de la revolución rusa fue grande en México, gobernadores y políticos de la época evocaban como ejemplo lo que en la Rusia soviética los bolcheviques realizaban.
El segundo a la palabra ha sido el embajador de la Federación Rusa en México, Eduard R. Malayan, quien, pese a la política nefasta de Putin, que el día de hoy ni siquiera celebró el aniversario de la revolución rusa, siempre ha sido un buen amigo del museo León Trotsky que está siendo visitado, cada vez más, por ciudadanos rusos, incluso ha traducido la guía del museo al ruso.
Desde el día anterior, en la apertura de la exposición “Rojos”, que muestra de forma gráfica algunos aspectos de la revolución rusa y su impacto en México, dijo:
“Hoy, en Rusia, no hay nadie que cuestione el papel de Lev Davidovich Trotsky en la revolución de octubre. Todo el mundo sabe que esta revolución fue dirigida por dos hombres: Lenin y Trotsky.”
En la exposición del aniversario de la revolución rusa, entre otras cosas mencionó que la influencia de la revolución fue mundial y que tuvo enormes consecuencias, no solo en Rusia, sino en el mundo; también dijo que la revolución nunca fue pensada, por Lenin y Trotsky, para encerrarla en los límites de las fronteras rusas, nunca se pensó que el socialismo se podría construir en un solo país.
Insistió que Trotsky ahora está reivindicado en Rusia, que se han publicado libros acerca él e incluso, en uno de los canales de la televisión rusa, el canal número uno en audiencia, se está trasmitiendo una serie sobre Trotsky.
Pero a continuación dijo que hoy la revolución de octubre causa “opiniones contradictorias”, citó algunos datos de una encuesta “oficial” según la cual solo una minoría tiene una opinión positiva lo que sucedió hace 100 años.
En su participación, Alan Woods le contestó al embajador citando un proverbio ingles que dice: “hay mentiras, malditas mentiras y encuestas”. Agregó que en México se sabe muy bien cómo las encuestas de opinión pública pueden ser manipuladas. Estaba claro que estas encuestas sirven los intereses del gobierno de Putin que ha suprimido de una forma escandalosa todas las celebraciones de la revolución de octubre.
Después del embajador tocó la palabra al nieto de León Trotsky, Esteban Volkov, director de la Casa Museo León Trotsky. Esteban ha dedicado toda su vida a preservar el legado de Trotsky contra la falsificación estalinista y por la verdad histórica.
Volkov comenzó describiendo la brutalidad del capitalismo en la actualidad y dijo que en este contexto la necesidad de la teoría marxista era fundamental. Y precisamente fue la revolución rusa, la primera revolución victoriosa, realizada por los explotados y oprimidos de siempre, quien demostró que la clase obrera del campo y la ciudad puede gobernar la sociedad.
Esteban recordó que fueron Lenin y Trotsky quienes dirigieron la revolución que fue cancelada por el proceso de degeneración burocrática. Comentó atinadamente que esta degeneración tiene su base en las condiciones materiales de un país atrasado, con un bajo nivel económico y cultural, y el aislamiento de la revolución rusa debido a la derrota de la revolución en Alemania. Todas estas condiciones acentuaron el cansancio de las masas y así es como la burocracia pudo hacerse del poder. El sello cruel que siguió a todo este proceso de degeneración se le debe a Stalin.
Fue una exposición llena de optimismo en la lucha por el socialismo.
El encargado de cerrar la ronda de intervenciones fue el marxista británico y dirigente de la Corriente Marxista Internacional, Alan Woods y editor de la popular página web marxist.com. Alan afirmó que la revolución bolchevique fue el acontecimiento más importante en la historia, que demostró la superioridad de una economía nacionalizada y planificada en el lenguaje concreto de acero, carbón y naves espaciales:
“La revolución rusa demostró que es posible administrar un país gigantesco sin terratenientes, banqueros y capitalistas y tener excelentes resultados”
Alan denunció la campaña de mentiras orquestada por los enemigos del socialismo como una burda falsificación de los acontecimientos de 1917. Arremetió contra toda la campaña que se ha desplegado en el último periodo queriendo distorsionar los acontecimientos con el fin de inhibir la participación de la juventud en la lucha por el socialismo. Dijo:
“Hay muchas mentiras que se han dicho sobre la revolución rusa, muchas de estas vienen de ex comunistas e intelectuales, incluido en Rusia, que hablar para prevenir a los jóvenes que no hagan la revolución”.
Alan explicó que es una burda mentira tratar de demostrar que la revolución no sirvió para nada, recordó que Rusia antes de la revolución era un país sumamente atrasado, a los niveles de Paquistán actualmente, y que fue gracias a la economía planificada –y a pesar de la burocracia- que la Unión Soviética se desarrolló a niveles sin precedentes, poniéndola a competir, en algunos rubros, con las potencias capitalistas como EEUU.
Después de las intervenciones se abrió una breve ronda de preguntas del público a los ponentes; estas fueron muy diversas, pero la mayoría estaba orientada a preguntar sobre la viabilidad de socialismo. Algunas otras participaciones hicieron preguntas específicas, por ejemplo, sobre el papel de Stalin en la revolución, o en la Segunda Guerra Mundial. Alguien preguntó a Alan sobre la relación que había entre la revolución mexicana y la revolución rusa.
Alan contestó de la manera siguiente: “la revolución mexicana fue una revolución burguesa que tenía un potencial de ir más lejos. Esta revolución fue traicionada por la burguesía, he ahí la gran diferencia con la revolución de octubre. Es un ejemplo clásico de la teoría de la revolución permanente de Trotsky.
“El pueblo mexicano tiene mucho que agradecer a su revolución, que quedó reflejada en la riqueza cultural: su arte, su literatura, su música y su arquitectura. Pero hay que decir que 100 años más tarde la burguesía podrida mexicana ha destruido al país.
“Este país tan hermoso, con tanta riqueza y tantas posibilidades ha sido expoliado y arruinado por una burguesía voraz, que a su vez está totalmente subordinada al imperialismo estadounidense. La única solución para los problemas de México es una nueva revolución mexicana que repita el mismo heroísmo que mostró el pueblo mexicano hace 100 años, pero a un nivel cualitativamente superior. Y el único modelo posible para la nueva revolución mexicana será, precisamente, la revolución bolchevique de 1917”
Esta fue una de las intervenciones más aplaudidas.
Así terminó la primera de las charlas sobre el aniversario de la gran revolución de octubre que seguirá a lo largo de la semana.
En octubre de 1917 la clase obrera tomó el poder en Rusia iniciando la revolución socialista. Existen muchas mentiras y distorsiones sobre este acontecimiento, pero lo cierto es que se estableció el régimen más democrático de la historia de la humanidad. Esta revolución abarcaría una sexta parte de la tierra y realizó una profunda transformación que sacudiría al planeta entero. El proletariado en Rusia se convertiría en el ejemplo de los explotados de un mundo donde las noticias viajaban lento pero se fueron abriendo camino para anunciar el nacimiento de esta nueva sociedad a los países vecinos hasta los lugares más recónditos. Cada uno de los países fue sacudido de una u otra forma por este acontecimiento. A esto hay que sumar que en América, México había vivido una revolución que también jugaría un papel de impulso de la lucha en Centroamérica. Las revoluciones son contagiosas.
Europa vivió una ola de revoluciones, otros países vieron escindir a sus organizaciones de masas para dar paso a la formación de partidos comunistas llenos de jóvenes obreros radicales que luchaban por la revolución mundial y en otros casos la revolución bolchevique inspiró la creación de los primeros sindicatos y partidos obreros que asumían la insignia de comunistas. Centroamérica vivía condiciones de atraso económico cuando se consumaron los acontecimientos en octubre de 1917, no existían casi organizaciones obreras y de hecho el proletariado aun no terminaba de configurarse y formarse plenamente, eso no impidió que la fuerza de la revolución proletaria impactara e impulsara la lucha de clases y las organizaciones obreras.
Atraso económico y desarrollo desigual
La independencia Centroamérica iría rompiendo los vestigios feudales pero teniendo poco desarrollo industrial, estableciéndose relaciones capitalistas en el campo. El desarrollo capitalista se vio coartado por la propia incapacidad de la burguesía que no pudio de llevar adelante las tareas de su propia revolución empezando por la unidad nacional. Aunque unida en su historia, la balcanización de Centroamérica llevaría a un desarrollo separado de sus inviables naciones que tuvo ciertas particularidades en cada país pero que, en general, no consiguió un gran desarrollo industrial ni salir de la economía agraria ya entrado el siglo XIX.
La independencia centroamericana fue capitalizada por los criollos y una capa de mestizos que fueron favorecidos y constituyeron las nuevas oligarquías locales que nunca lograron unificarse. La federación centroamericana se partió en 1840. Con la independencia cada estado tuvo ciertas particularidades en su desarrollo pero en general lo que vimos es el desarrollo de relaciones capitalistas en el agro; poca industrialización, derivado de la incapacidad de las oligarquías; un proceso de acumulación de capital de imperialistas y oligarcas; la inviabilidad de cada Estado y una subordinación, directa o indirecta, al imperialismo.
En Nicaragua fueron filibusteros aventureros como William Walker quienes iniciaron la tradición invasora de los imperialistas y empezaron a comerciar sin importar lo que dijeran los campesinos o el gobierno oligarca que siempre terminó subordinándose al capital norteamericano, eso llevaría a levantamientos armados contra los invasores, siendo el más importante y consecuente el de Augusto Cesar Sandino de los años 20. El imperialismo terminaría imponiéndose y construiría ellos mismos el Estado nicaragüense usando como instrumento a la dinastía de los Somoza. Nicaragua, sin embargo, sería de todos el país más atrasado económicamente y por eso ahí el impacto de la revolución rusa fue menos fuerte. Aunque hubieron combatientes comunistas actuando en este país como el salvadoreño Farabundo Martí y campañas internacionales de solidaridad hacia la lucha de Sandino de los comunistas.
Un punto de inflexión en el proceso de desarrollo económico fue la construcción del ferrocarril inter-oceánico en 1855 que sacaba por un lado del aislamiento a la región, generaría cambios importantes en las relaciones económicas y tendría consecuencias en la lucha de clases.
Capitalistas estadounidenses empezaron a saquear los recursos naturales y a explotar a la población en su beneficio. A partir de la fusión de dos grandes compañías agrícolas se fundó en 1899 la UnitedFruit Company que adquiriría una enorme fuerza en Costa Rica, Guatemala y Honduras, imponiendo su política y subordinando a los gobiernos en turno.
En Guatemala ya existía capital extranjero, como el alemán que se introdujo al sector cafetalero, pero fue la entrada de capital norteamericano lo que marcaría un punto de inflexión creándose un gobierno dictatorial títere dirigido por Manuel Estrada Cabrera (1998-1920) apoyado políticamente por el imperialismo. La economía se trasladó de la producción del café al banano. La burguesía estaba dividida en dos partidos: el liberal en el gobierno y el conservador en la oposición.
El caso salvadoreño fue un poco distinto púes, aunque hubo intromisión económica imperialista, la oligarquía local mantuvo las riendas de la sociedad y gran poder, aunque manteniendo su dependencia económica. Lo que Marx llama el proceso de acumulación originaria, después de la independencia, se dio con el control de grandes extensiones de tierra de la clase dominante que constituyó a la oligarquía, El Salvador tenía como mercancía principal al añil que su producción todavía podía convivir con la gran propiedad capitalista de la tierra, la pequeña propiedad y la tierras comunales de los pueblos indígenas. La burguesía decidió dar un giro hacia la producción cafetalera que veía más rentable, para ello uso al Estado controlado por ellos mismos bajo la dinastía Meléndez-Quiñonez para implementar leyes que promovían la producción del café y luego justificaban el arrebato de las tierras de pequeña propiedad y comunales. Sumado a ello se dieron leyes contra la vagancia para obligar a los campesinos que se les había arrebatado la tierra a trabajar la de los capitalistas.
Al convertir a El Salvador en una república del café se consiguieron algunos éxitos momentáneos que permitieron, con la producción y venta a gran escala de esta mercancía, desarrollar la economía, eso trajo como resultado también el crecimiento de algunas ciudades como San Salvador y el surgimiento del proletariado en las ciudades. Esto no se dio de forma inmediata, lo que predominó en un primer momento eran los talleres donde iban jóvenes buscando aprender un oficio. Se dio un tránsito desde el artesanado al proletariado. En esa etapa encontró la revolución rusa a Centroamérica.
Costa Rica y Honduras
Es un proceso natural que la clase obrera con su desarrollo ve la necesidad de organizarse. Al estar en un estado de gestación sus primeras organizaciones tuvieron un carácter mutualista, eran sociedades de apoyo para los trabajadores necesitados o caídos en desgracia, un caso conocido es el del primer tipógrafo costarricense, Pantaleón Abarca, quien murió en la pobreza y la enfermedad, fue ejemplo para crear este tipo de sociedades. El mutualismo por un lado promueven la colaboración de clases y puede ser apoyado e impulsada desde el Estado, pero por otro lado el trabajador aprende a organizarse dando paso al nacimiento de los sindicatos y partidos obreros. En 1917, ideológicamente, el naciente proletariado centroamericano no lograba asumir su propia independencia y estaba muy influido por tendencias burguesas pero el peso del bolchevismo impactará marcando su posterior desarrollo.
Las primeras organizaciones de artesanos y obreros centroamericanas apoyan comúnmente a alguna de las facciones de la burguesía. Este fue el caso de la Liga de Obreros de Costa Rica. Después de la revolución rusa el movimiento obrero costarricense se diferenció y pocos meses del triunfo del proletariado ruso, en junio de 1918, protagonizaron varias huelgas y para 1920 una huelga general por la reducción de la jornada laboral a 8 horas. Esta evolución daría paso a nuevas formaciones obreras y ya para 1929 se creó el Bloque de Obreros y Campesinos y dos años después el Partido Comunista.
Costa Rica no fue el único caso, con la revolución bolchevique el movimiento obrero en Honduras entro en ebullición y huelgas, éste se escindió en dos alas, una mutualista y otra que se abrazó a las ideas clasistas del comunismo. De acuerdo con una militante obrera de la década de los veinte, “fue en 1918 cuando los proletarios hondureños organizaron los primeros círculos de estudio marxista, ‘que fueron embrión del partido de los trabajadores’”. [1]
Se dio un intento de formar un Partido Comunista en Centroamérica, como detallaremos más adelante, en Honduras se formó una sección del mismo en 1922 pero en realidad este sólo sería un pequeño grupo, un embrión que conformaría el partido años después.
México había vivido su propia revolución y sus sectores avanzados fueron impactados también por la revolución bolchevique, ellos jugarían un papel en la organización comunista centroamericana. Lenin y Trotsky veían a la revolución rusa como el inicio de la revolución mundial y formaron una organización para impulsarla y dirigirla: la Internacional Comunista. Con ese internacionalismo revolucionario, comunistas radicados en México, incluyendo exiliados, viajarían a Centroamérica, empezando por Guatemala, para apoyar la organización de los comunistas de esta región.
Desde México se enviaron cuadros para apoyar el trabajo comunista, Russell Blackwell (Rosalío Negrete) se internó en 1925 en Honduras para ayudar a la organización comunista, pero sería capturado por el Estado y deportado, significando un duro golpe para la PCM. Años después Blackwell junto con Julio Antonio Mella se posicionarían a favor de las ideas de la Oposición de Izquierda de Trotsky frente al proceso de estalinización del partido.
Pese al golpe que significó la salida de Blackwell el trabajo se siguió desarrollando con los trabajadores hondureños. Existe un informe de Félix Lloveras, gerente del Banco Atlántida en la Ceiba, quien fue a Wachingtón donde relató al Departamento de Estado Estadounidense el ambiente de agitación entre los trabajadores:
“Las organizaciones en la Ceiba estaban completamente imbuidas con bolchevismo y los periódicos obreros a menudo citaban las obras deLenine (sic) y Trotzky (sic) y los tenían como ejemplos para el hombre trabajador… Los comunistas locales al presente, hasta dónde sabía, eran hondureños, pero sin duda estaban en correspondencia con comunistas en México y recibían instrucciones de estos últimos”. [1]
Años después, en 1927, se conformaría, a partir de una organización llamada Sociedad Leninista, el Partido Comunista de Honduras bajo la dirección de Manuel Cálix Herrera.
El Salvador
Las noticias de la toma del poder del proletariado ruso generaron un ambiente de ebullición entre el naciente proletariado en las ciudades. Miguel Mármol, un joven obrero zapatero de El Salvador, recuerda como las noticias de la revolución rusa llegaban de forma distorsionada: “la prensa nacional diría venía cargada de propaganda contraria a una revolución acaecida en un lejano país del cual yo apenas había oído hablar, pues sólo sabía de su participación en la gran guerra mundial: Rusia”. [2] Se hizo una moda, que él dice era para desprestigiar a la revolución, con productos estilo “bolchevique”, como caramelos bolcheviques, zapatos bolcheviques, etc. que se encontraban en el mercado.
El Estado creó un grupo paramilitar al que llamó La Liga Roja para tratar de confundir a los trabajadores y que reprimía abiertamente las manifestaciones de los trabajadores. Como diría Anderson: “Aunque aparentemente se trataba de una organización laboral, los fines de la Liga eran profundamente políticos, y a pesar de que parecía un organismo ligado al Partido Bolchevique, de hecho era un instrumento para manipular a las clases bajas en beneficio de la camarilla en el poder”. [3] En Rusia ocurrió años atrás algo similar, fue la misma policía zarista, con la dirección de Sergei Zubatov, quien organizó los primeros sindicatos con el fin de controlar a la clase obrera, la Liga Roja fue un experimento zubatovista salvadoreño.
La verdad encuentra su camino y las noticias de Rusia abren acalorados debates entre los trabajadores que comprenden que gente como ellos han tomado el poder y comenzado a construir una sociedad a favor de ellos mismos. Al mirarse en medio del régimen represor de los Meléndez-Quiñonez y en su condición de pobreza, los trabajadores buscan la forma de organizarse. Un periódico llamado El Submarino Bolchevique, proveniente desde Panamá, era leído en los talleres, donde el ambiente conspirativo crecía, se hacían reuniones clandestinas y se buscaba cómo dar la lucha contra el enemigo local.
Una muestra de ese ambiente electrizante se puede entender en las palabras de Mármol: “Todo aquello me inspiró una ardiente simpatía por eso que no pasaba aún de ser para mí una palabra que había que cuidar mucho, pronunciándola en voz baja: revolución”. [2]
En 1920-1921 ese ambiente se materializó en una serie de huelgas y en 1923-1924 se crearon los primeros sindicatos que surgieron sin protección legal pero sí como una necesidad de la clase obrera de organizarse.
La revolución rusa, además de animar a los trabajadores a luchar despertó un ambiente de unidad proletaria que llevó a la búsqueda de organización a nivel centroamericano. En 1924 se constituiría la Confederación Obrera Centroamericana (COCA) que sería conocida en El Salvador como La Regional.
Farabundo Martí, encontrándose en el exilio, formaría parte de la fundación del Partido Comunista Centroamericano, pero este partido en realidad no tendría un fuerte arraigo en El Salvador. En 1929 la Federación Regional de Trabajadores se incorporaría a la Confederación Sindical Latinoamericana, impulsada por los comunistas. Fueron los sectores más conscientes de los nacientes sindicatos quienes formarían en 1930, como parte de una evolución natural del movimiento obrero y una política consiente de cuadros comunistas, el Partido Comunista de El Salvador (PCS). Desde México fue enviado a Jorge Fernández Anaya para ayudar en la construcción de del PCS quien complementó esfuerzos junto a otros comunistas como el peruano Jacobo Hurwitz y el venezolano Ricardo Martínez.
La formación del PCS está marcado por un ambiente de radicalización del proletariado urbano y rural, después de la crisis de 1929 que llevó al país a la quiebra por la caída de los precios internacionales del café. En 1930, Farabundo Martí regresa al país y se convertiría en el indiscutible dirigente del movimiento comunista.
La revolución rusa se enfrentó a múltiples dificultades, empezando por la reconstrucción del país que se dificultó porque le fue impuesta una guerra civil por la invasión de 21 ejércitos extranjeros impulsado por la burguesía internacional para aplastar al Estado Obrero. El proletariado soportó eso y más, pero al final la revolución no se pudo extender, hubo derrotas revolucionarias debido a la traición de los reformistas de la segunda internacional y la inexperiencia de los Partidos Comunistas. Luchar contra el aislamiento era vital pues Rusia era un país atrasado económicamente con un proletariado e industria pequeñas. Las masas que combatieron con heroísmo cayeron en cansancio y desánimo y eso permitió el ascenso de la burocracia que aplastó con sangre la democracia obrera y dejó de pugnar por la revolución internacional defendiendo la bandera del socialismo en un solo país y la oportunista teoría de la revolución por etapas que se traduce en conciliación de clases. Esa nueva teoría y esos métodos, tan alejados del auténtico bolchevismo, fueron generalizándose en toda la internacional. Cuando nace el PCS fueron esas ideas distorsionadas del bolchevismo las que lo formaron.
Aun sin contar con una teoría adecuada no se puede negar que los fundadores del PCS eran abnegados revolucionarios que luchaban por el comunismo. Sin dinero, sometidos a condiciones de pobreza se echaron bajo sus hombros la construcción de esta organización, viajando de pueblo en pueblo caminando por kilómetros y kilómetros y agitando a favor de la revolución. Cuando un comunista caía víctima de la represión estatal las familias quedaban desamparadas. Fue necesario construir otra organización para ayudar a los combatientes revolucionarios y sus familias a la que le llamó el Socorro Rojo Internacional. Ésta sería menos dogmática y permitiría el desarrollo mayor de las fuerzas del comunismo. Fue Farabundo Martí, con el que Fernández Anaya y otros dirigentes del PCS mantuvieron críticas y diferencias, el principal dirigente del Socorro Rojo Internacional y del movimiento comunista salvadoreño.
Este joven Partido Comunista y el Socorro Rojo Internacional, con su inexperiencia, se vieron sumergidos en la vorágine de acontecimientos y a una insurrección revolucionaria en 1932 que terminaría en una masacre sangrienta, empezando con el asesinato de Martí junto con los estudiantes Luna y Zapata y la posterior fusilamiento de miles de campesinos indígenas. Esta derrota mostró el heroísmo de los combatientes comunistas y abonaría una tradición revolucionaria en este país.
Guatemala y el Partido Comunista Centroamericano
Como hemos visto, la revolución rusa sirvió como un catalizador de la lucha de clases en Centroamérica animando a los trabajadores a ir a la batalla quienes vieron en el ejemplo del proletariado ruso la forma de ajustar cuentas con la clase capitalista local y sus Estados autoritarios pero estos no solo no contaban con un partido bolchevique sino que ni siquiera contaban casi con organizaciones sindicales. Las ideas del marxismo no eran conocidas y después de octubre de 1917 llegaban a cuentagotas a través principalmente de México (El Machete, periódico del PCM, tenía importante distribución en Centroamérica) pero eran pocos los textos que llegaban de Lenin y Trotsky. La naturaleza abolió el vacío e inicialmente tendencias burguesas capitalizaron parte del descontento pero los obreros más avanzados buscaron la forma de construir organizaciones con independencia de clase que enarbolaran las ideas de la nueva sociedad que se anunciaba con el bolchevismo.
A finales de 1917 hubo terremotos que destruyeron varios edificios de Guatemala, la pobre respuesta del gobierno de Estrada Cabrera aumentó su desprestigio. El movimiento obrero estaba en estado de fermento, construía sindicatos y luchaba por su reconocimiento y fue avanzando en su unificación, sin embargo el descontento popular fue capitalizado por el ala burguesa conservadora que formó el Partido Unionista y realizó manifestaciones contra el gobierno de Estrada que derivarían en una lucha armada y su derrocamiento en 1920. El movimiento obrero fue arrastrado tras los unionistas pero pronto serían traicionados. Pese a todo esta lucha mostró a los obreros su propia fuerza y frente a la traición de la burguesía los trabajadores continuaron la lucha por sus propias reivindicaciones como lo eran los aumentos salariales que llegaron al corazón del proletariado de la UnitedFruit Company. Estas luchas eran impulsadas por organizaciones mutualistas y los sindicatos que comenzaban a formarse. La respuesta del nuevo gobierno fue la franca represión.
Un sector de los trabajadores claramente se identificó con las ideas del comunismo y ganarían la dirección del sector de panaderos y formaría, como una escisión a la izquierda del movimiento obrero, la Unificación Obrera Socialista el 1° de mayo de 1921 cuando se celebró la primera manifestación del día de los trabajadores realizada en Guatemala. De este grupo de obreros, dentro de los que ya se encontraba Obando Sánchez, el histórico dirigente comunista guatemalteco, se formaría la base que fundaría el Partido Comunista de Guatemala.
La revolución en México permitiría importantes reformas sociales para las masas pero donde sus sectores más consecuentes con los intereses de las masas, villistas y zapatistas, fueron derrotados y el ala burguesa se coronaría victoriosa. Pese a ello este fue un país de exilio y organización para los revolucionarios centroamericanos y de otros países. Pero también de exportación de revolucionarios. En 1921 un comunista estadounidense, Richard F. Phillips, y un anarquista español, Sebastián San Vicente, fueron expulsados de México hacia Guatemala y realizarían una importante labor de organización de los trabajadores y agitación revolucionaria. Edgar Woog (Alfred Stirner), el comunista suizo fundador del Partido Comunista Mexicano, mantendría discusiones con la USO combatiendo tendencias anarquistas y socialdemócratas en su seno y empujándolos a que se unieran a la Internacional Comunista.
Fue en 1923 que se formaría el Partido Comunista de Guatemala (PCG) el primero de toda Centroamérica que sería aceptado en la Internacional Comunista. Sus militantes tenían que lidiar con el allanamiento de su local, encarcelamientos como el caso de Alberto del Piñal y hasta asesinatos de sus militantes. Este partido sacaba proclamas haciendo llamados a la huelga general y a seguir el ejemplo del bolchevismo en Rusia. Es en medio de este ambiente represivo que en base al PCG y seguramente bajo la directriz del PCM se impulsa la creación del Partido Comunista de Centroamérica en 1925 que busca el establecimiento del socialismo por medio de la conquista del poder y la implantación de la dictadura del proletariado pugnando por su adicción a la Tercera Internacional. Si bien este partido no logra consolidarse si agruparía a personajes por demás influyentes como Farabundo Martí y sería impulsor de la construcción del Partido Comunista de Honduras.
El Partido Comunista de Guatemala, pionero de Centroamérica, sería desmantelado en 1932 en medio de lucha de clase intensa en la región y la ola reaccionaria que se abrió que significó la entrada de la dictadura de Jorge Ubico. Pero el primer PCG generó una tradición que sería ejemplo para la construcción del partido comunista fundado tras la revolución de octubre de 1944 en Guatemala.
Mantengamos en alto la bandera del bolchevismo
La revolución rusa arrastró tras de sí a lo mejor de la sociedad. En cada país de Centroamérica lo que nos encontramos entre los primeros comunistas es a militantes valerosos que se entregaron en cuerpo y alma a la causa del comunismo enfrentándose a todo tipo de adversidades materiales, de relativo aislamiento y represivas.
Algunas ideas de los principales dirigentes y teóricos de la revolución rusa, Lenin y Trotsky, fueron distribuidos y estudiados en Centroamérica pero de una forma limitada. Hoy tenemos la ventaja de que es mucho menos difícil acceder a esos materiales que en los años 20. La revolución rusa es importante no porque es algo de la historia y el pasado, sino porque nos sigue mostrando el camino para la emancipación de la clase obrera hoy. Desde los primeros círculos a la toma del poder en Rusia pasaron tres décadas, esto es un tiempo pequeño en la historia de la humanidad. Un revolucionario consecuente debe saber que no hay atajos y es necesaria la herramienta que permitió el triunfo del proletariado ruso: un partido revolucionario cimentado en la teoría del auténtico marxismo revolucionario. Vale la pena dedicar nuestra vida a construir el arma emancipadora de la revolución socialista.
La revolución rusa es el acontecimiento más glorioso realizado por una masa de explotados pero también el acontecimiento que más distorsiones históricas ha tenido. Así como en Centroamérica, hace 100 años, el naciente proletario encontraba el camino a la verdad, así nosotros lo debemos hacer. Tenemos una tradición de lucha revolucionaria gloriosa e inspiradora, pero debemos complementarla con el estudio a profundidad por parte de cada obrero, estudiante, ama de casa, desempleado y revolucionario de la teoría marxista y las lecciones de la revolución rusa. Para ello lo mejor es estudiar a profundidad directamente a Marx, Engels, Lenin y Trotsky y en particular la revolución rusa de 1917, traduciendo esas ideas en organización revolucionaria ligada al movimiento de masas de la clase trabajadora.
NOTAS
[1] Mario R. Argueta, Historia de los sin historia, Editorial Guaymuras.
[2] Roque Dalton, Miguel Mármol y los sucesos de 1932 en El Salvador, UCA editores.
El diario español El País publicó una amplia reseña (ver imágenes) de la nueva edición de STALIN, la biografía escrita por León Trotsky, que ha sido republicada recientemente con una gran cantidad de material nuevo omitido por los editores originales.
La reseña, que apareció prominentemente en el popular suplemento dominical de El País, incluye declaraciones del editor de la nueva edición, Alan Woods, también editor de www.marxist.com, así como de Esteban Volkov, el nieto de León Trotsky. El País es el periódico impreso de mayor circulación en España y el primer periódico digital en español en el mundo con más de 11 millones de lectores únicos cada mes. El artículo también se imprimió en la edición en portugués del periódico.
La traducción española del libro aparecerá en noviembre publicada en México por Fontamara y en España por Lucha de Clases.
“Sin teoría revolucionaria, no puede haber tampoco movimiento revolucionario”. (Lenin)
Durante el largo viaje de regreso desde el exilio siberiano Lenin se mostró de buen humor, entusiasmado por llevar adelante su plan para el relanzamiento del POSDR. Krupskaia recuerda: “Recorrimos 300 versetas en trineo por el Yenisei, día y noche, pues la luna brillaba magníficamente. Vladimir Ilich, en todas las estaciones, comprobaba cuidadosamente si mi madre y yo estábamos bien abrigadas, se aseguraba de que había olvidado nada. Bromeaba con Olga Alexándrovna, que estaba aterida de frío. Avanzábamos a toda marcha y Vladimir Ilich –que no llevaba “doji”, pues aseguraba que dicho abrigo le daría calor-, con las manos metidas en un manguito de mi madre, volaba con el pensamiento a Rusia, donde había posibilidades de trabajo ilimitadas”.1 Para impulsar su proyecto de un periódico para toda Rusia, Lenin va a establecer contactos y negociaciones con diversos círculos socialdemócratas: con militantes de Moscú, San Petersburgo, Riga, Samara, Syrzran, Nizhni Nóvgorod, Ufa y Smolensk. Encuentra disposición por parte de las bases para llevar adelante la empresa.
Krupskaia debía completar el año restante de su condena en Ufa y –por otra parte- se le prohibió a Lenin, por un periodo de tres años, instalarse en la capital o en cualquier ciudad que tuviera centros fabriles o universidades. Pero esto no será un obstáculo insalvable. Lenin pasa unos días en Ufa donde se entrevista con círculos locales. Después de dejar en buen resguardo a su esposa y suegra va a Moscú de manera clandestina. De igual manera va a San Petersburgo donde se entrevista con Vera Zasulich, emisaria de Plejanov, para discutir la publicación del periódico. Por su cercanía a San Petersburgo elige la ciudad de Pskov como lugar de residencia. Aquí, en mayo de 1900, se reúne con Martov y Potrésov –recién liberados igual que él- y con otros círculos socialdemócratas. Pretende ganar el acuerdo de los grupos para ir al encuentro de grupo de Plejanov con una posición representativa.
Casi de forma inmediata recibe del gobierno zarista respuesta a su petición para residir en el extranjero. La experiencia del primer congreso convenció a Lenin que la publicación de su proyectado periódico sólo se puede hacer desde el exilio. El régimen, por el contrario, pretende deshacerse de él y condenarlo al aislamiento, por eso permitirá su partida. Antes de salir de Rusia Martov y él se dirigen de forma clandestina a San Petersburgo, hace falta anudar más hilos, pero Lenin es aprehendido con su pasaporte y 2000 rublos que, para la publicación de Iskra, ha donado una simpatizante. Pasa tres largas semanas en una insalubre y piojosa cárcel en lo que el gobierno decide qué hacer con él. Una determinación adversa podía haber costado muy caro para los planes de Lenin y el futuro del Partido. El riesgo es muy alto pues en esas fechas el coronel Zubátov envía una carta a sus jefes informando que “hoy no hay nadie más importante que Ulianov en el campo de la revolución” y propone organizar su asesinato2. Afortunadamente para Lenin y el futuro de la revolución, el gobierno sigue pensando que Ulianov en el extranjero estará condenado a la impotencia –tal como considera está Plejanov- y lo libera con todo y pasaporte.
Choque con Plejanov
A mediados de julio de 1900 Lenin sale de Rusia, pasa por Stuttgart y Múnich donde solicita recursos para el periódico al Partido Socialdemócrata Alemán; en Zurich se entrevista con Axelrod y en Ginebra se encontrará con Plejanov.
Para unir a los diversos círculos Lenin comprende que debe existir flexibilidad táctica que permita el debate en el periódico mismo, con el fin de ir clarificando las posturas y ganar a una serie de círculos con posiciones socialdemócratas diversas –en aquél entonces “socialdemocracia” era sinónimo de marxismo, pero no había acuerdo ni en la táctica, ni en aspectos fundamentales de la teoría y la orientación-. Lenin consideraba que había un “núcleo duro” en torno suyo y de Plejanov que mantendría la línea editorial flexible pero firme en sus principios. En esta etapa inicial hay que ser muy pacientes si se quiere ganar a diversos círculos socialdemócratas con opiniones diversas.
En el borrador de proyecto para Iskra, Lenin escribe:
“Nosotros no pretendemos que nuestros puntos de vista representen íntegramente los puntos de vista de todos los socialdemócratas rusos, no negamos que existen diferencias, como tampoco intentamos pasar por encima de tales diferencias o ignorarlas. Al contrario, deseamos que nuestras publicaciones se conviertan en órgano para la discusión de toda clase de cuestiones por todos los socialdemócratas rusos de las más diversas opiniones”.3
Para ello incluso consciente la colaboración con el grupo de Struve –que tiene lazos con Bernstein-. Evidentemente Lenin tiene perfectamente claro el carácter oportunista de éste –recordemos que desde Siberia había escrito una postura de principios contra el oportunismo- pero estima positivo ganar la colaboración de escritores con talento y con recursos.
Cuando Lenin y Pótresov se entrevistan con Plejanov tienen la intención de fusionar el “triunvirato” compuesto por Martov, Pótresov y Lenin, con la troika de Plejanov, Zasulich y Axelrod. Lenin da por hecho que la dirección ideológica estaría en manos de Plejanov como un tributo a su innegable experiencia y capacidad teórica, pero entiende que las tareas prácticas de la redacción estarían en manos de él y su grupo, más en contacto con los círculos en Rusia. Evidentemente esperaba de Plejanov –por quién sentía una admiración superlativa- una respuesta favorable al proyecto, sin embargo la respuesta de éste –en una serie de reuniones- no sólo lo sorprende sino que literalmente quebranta el respeto que sentía por quien consideraba su tutor. Plejanov no sólo rechaza su proyecto editorial por “oportunista” –en tanto contempla a los grupos economicistas y a Struve- y menosprecia los talentos literarios de Lenin, sino que exige, mediante chantajes, un dominio personal sobre la línea editorial. “O Struve o yo” era su mensaje. Plejanov parecía ver a Lenin como una amenaza para el control de un proyecto editorial y un pequeño círculo que ha encabezado por muchos años.
Es verdad que Plejanov –de carácter irritable, hiriente e irónico- se encontraba especialmente exaltado por el debate con el economicismo y el revisionismo de Bernstein producto del cual su grupo se había escindido recientemente –Lenin mismo refiere esta circunstancia-.4 Pero en el fondo la desagradable reacción de Plejanov expresaba el espíritu de círculo y el aislamiento de su grupo con respecto al movimiento obrero. Esta grieta no fracturará a la organización sino hasta 1903, pero – en retrospectiva- este acontecimiento fue muy revelador. Lenin quería construir un verdadero Partido que unificara a los diversos círculos realmente existentes, Plejanov tenía en mente –más bien- un órgano que no escapara a su control para comentar desde fuera el movimiento obrero, como lo había hecho por más de una década. Trotsky escribió: “Plejanov hablaba como un observador, como un crítico, como un publicista poro no como un dirigente. Todo su destino le negó la oportunidad de dirigirse directamente a las masas de convocarlas a la acción y encabezarlas. Sus lados débiles provenían de la misma fuente que su mérito principal: era un precursor, el primer cruzado del marxismo en suelo ruso”.5 Plejanov influyó enormemente en los círculos socialdemócratas rusos pero no los aglutinó, ni los dirigió; esta será tarea de Lenin.
A pesar de la impresión demoledora y profundamente hiriente, Lenin fue capaz de utilizar la misma flexibilidad táctica con la que pretendía construir al Partido – ciertamente, ayudó mucho el ánimo de mediación y conciliación de Zasuluch y Axelrod quienes estaban visiblemente afectados por la actitud hostil de Plejanov-. El proyecto de periódico se salvó con un compromiso que fue muy amargo para Lenin: la troika de Lenin, Martov y Potrésov y la de Plejanov, Axelrod y Zasulich formarían el comité de redacción del periódico; pero ¡el voto de Plejanov contaría doble! Y en caso de desacuerdo el periódico tenía la obligación de publicar íntegras las posiciones del grupo de Plejanov. Además la revista teórica Zariá (Aurora) estaría bajo el control absoluto de éste. A cambio de estos privilegios denigrantes y antidemocráticos, el comité de redacción sería instalado en Munich –donde vive Lenin- y no en Ginebra. Estos compromisos sorprendentes demuestran que Lenin lejos de ser un dictador en la redacción del periódico, hizo todo lo que estuvo en sus manos para evitar una ruptura y sacar adelante la empresa.
Pocas son las veces en que Lenin se expresó de manera tan emocional sobre aquello que le afecta. Krupskaia cuenta que “a Vladimir Ilich le producía una impresión muy dolorosa todo altercado con Plejanov; no podía dormir por las noches, se ponía nervioso […]”.6 Una semana después del choque escribió una nota –a manera de diario- que tituló “De cómo casi se extinguió Iskra” que nunca fue hecha para ser impresa (se publicó por el régimen soviético hasta 1924) y que demuestra su desencanto por el personaje idolatrado. “Mi ““amor”” por Plejanov había desaparecido como por encanto –dice Lenin-; me sentía ofendido y amargado al extremo. Jamás, jamás en el curso de mi vida había experimentado por ningún hombre una estima y un respeto tan sinceros, tal veneración; ante nadie me había comportado con tal “humildad”; y jamás había recibido semejante “puntapié”. En realidad era eso lo que había ocurrido: nos había intimidado, nos había asustado como a niños, nos había amenazado con dejarnos solos, abandonados de los mayores, y cuando estuvimos bien asustados (¡qué vergüenza!) nos apartaron sin ceremonias”.7 Termina la carta diciendo que se “había roto una cuerda” pero “comenzaban a surgir esperanzas de que la “Chispa” se encendería de nuevo”.
La versión final del programa editorial quedó en términos tan duros que parecía excluir de facto toda colaboración con Struve y los economicistas (a los que la editorial menciona por su nombre acusándolos de oportunistas) – de todas formas, a decir verdad, la evolución a la derecha de éstos hará imposible muy pronto toda colaboración-. La orientación general quedaba enunciada así: “Antes de poder unirnos, y con objetivo de poder unirnos, primero debemos trazar firme y claramente las líneas de demarcación entre los distintos grupos”.8 Sería erróneo creer que Lenin estaba en desacuerdo con esta formulación de Plejanov –toda su trayectoria política puede resumirse en la implacable defensa del marxismo revolucionario- pero Lenin, a diferencia de su antiguo mentor, no era un doctrinario y sobre la base de la definición de principios podía impulsar toda serie de acuerdos y compromisos prácticos que favorecieran el desarrollo de la prensa y la organización. A decir verdad, es posible que el acuerdo con Struve fuera un exceso de tolerancia por parte de Lenin y que en este punto particular fuera Plejanov el que tuviera la razón. De hecho, Struve colaborará en los primeros números de Iskra pero no tardó en fundar su propio periódico liberal “Liberación” (Osvobozhdenie) y toda relación fue ya imposible. Lenin rompió con éste definitivamente. Sin duda, la formulación de Plejanov sobre la conformación de una tendencia política revolucionaria –trazar claramente las líneas de demarcación- sigue siendo un requisito indispensable para construir, de otra forma solo se siembran tempestades.
Lenin expone su concepción organizativa en un artículo, un libro y una carta: “Por dónde empezar”, “Qué hacer” y “Carta a un camarada”, respectivamente.
Qué hacer
Mucho tinta han derramado los críticos de Lenin afirmando que “el modelo de organización leninista” –una organización de vanguardia nucleada a partir de un periódico e ideas firmes- nada tiene que ver con las ideas organizativas de Marx. Pero en realidad fue Marx –desde la época de la Liga de los Justos- el que agrupó en torno suyo a un núcleo de correligionarios –con la intención de consolidar una dirección centralizada- y fundó publicaciones revolucionarias para influir en el movimiento e intentar orientarlo y consolidarlo –tal fue el papel, por ejemplo, de la “Nueva Gaceta del Rhin” en la revolución de 1848-. Sobre esa base -para entrar en contacto con los trabajadores y activistas (a partir de sus luchas concretas)- Marx y Lenin fueron capaces de mostrar una flexibilidad táctica extraordinaria.
Krupskaia recuerda el método de trabajo con el que fue escrito “¿Qué hacer?” y otros trabajos: “Cuando escribía, habitualmente se paseaba de un extremo a otro del cuarto y balbuceaba lo que quería escribir. Me había adaptado ya a su manera de trabajar. Cuando escribía no hablaba de nada con él, no le hacía ninguna pregunta. Después cuando salíamos a paseo me contaba lo que escribía, me hablaba de lo que pensaba. Esto se convirtió para él en algo tan necesario como recitar el artículo antes de escribirlo. Vagábamos por los alrededores de Múnich, escogiendo los sitios menos frecuentados”.9
En realidad Lenin -en libros como “Qué hacer”- establece una táctica y estrategia de construcción del Partido –adaptada a las condiciones de Rusia- que no pretendió nunca establecer un “Partido de nuevo tipo” como sostienen infundadamente los manuales estalinistas –con el objetivo de sacralizar el papel de una burocracia usurpadora que destruyó el Partido de Lenin-.10 Es verdad que en Lenin nos encontramos una profundización y desarrollo de las tácticas y estrategias de construcción de una organización revolucionaria –evidentemente marxista- pero no existe, más allá de ciertas exageraciones polémicas que Lenin mismo va a reconocer más adelante (como veremos), una diferencia fundamental con respecto a Marx y Engels.
En marzo de 1902, en una imprenta socialdemócrata de Stuttgart, sale a la luz –con una cubierta color chocolate- “¿Qué hacer?”. El título está inspirado en una obra del escritor Chernichevsky que Lenin admira mucho –incluso le envía una carta antes de la muerte del artista en 1890-. No sólo aquél le mostró las ideas dialécticas y materialistas, sino que en sus escritos define lo que para Lenin es la personalidad ideal de un revolucionario: “combinar la frialdad de la inteligencia y el calor, únicamente, de la voluntad”11.
“¿Qué hacer?” se escribe para combatir las ideas economicistas que reducían la lucha de los trabajadores a mejoras salariales y sindicales que por sí mismas no cuestionan la continuidad del sistema. Este grupo se denominaba “Rabócheie Dielo” (La Causa Obrera). El debate no era casual. Una nueva oleada huelguística sacudió a Rusia, la crisis económica que extendió sus consecuencias de 1900 a 1903 –cuando 3 mil fábricas cierran y unos 100 mil trabajadores son despedidos- fue acompañada de recortes salariales. El despertar de los obreros sacudió la universidades y a sectores de la intelectualidad y la pequeña burguesía, muchos de los cuales veían en el movimiento reivindicativo un fin en sí mismo. La consecuencia era dejar al proletariado a merced de la burguesía liberal. Lenin, por el contrario, ve en esta oleada la oportunidad para utilizar el periódico y desarrollar al Partido.
Lenin quiere demostrar la mezquindad de mutilar la lucha de clases al nivel tan básico y pedestre que pretenden los economicistas. Por esto –exagerando la nota- expone una tesis que no proviene de él, sino de Kautsky. Éste había escrito: “El portador de la ciencia no es el proletariado, sino la intelectualidad burguesa […] De modo que la conciencia socialista es algo introducido desde fuera en la lucha de clases del proletariado, y no algo que ha surgido espontáneamente dentro de ella”.12Lenin desarrolla la misma idea: “Hemos dicho que los obreros no podían tener conciencia socialdemócrata. Esta sólo podía ser introducida desde fuera. Las historia de todos los países atestigua que la clase obrera, exclusivamente con sus propias fuerzas, sólo está en condiciones de elaborar una conciencia traudenionista, es decir, la convicción de que es necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar del gobierno la promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc.”.13
La exageración polémica tiene, sin embargo, un objetivo claro y positivo: subrayar la necesidad de la teoría y la organización. Lenin fustiga al empirismo acéfalo que desprecia las ideas y la teoría, al culto a la espontaneidad que no eleva su mirada hasta los intereses generales de la clase y se “arrastra a la cola del movimiento”, etc. Su conclusión –que se ha convertido en toda una frase célebre- es que “sin teoría revolucionaria, no puede haber tampoco movimiento revolucionario”.14 Cuando más adelante –en los debates del III Congreso- esta idea –de que las ideas socialistas sólo pueden venir desde fuera del movimiento obrero- es usada por sus adversarios contra él, Lenin pondrá el asunto en sus justas proporciones: “Todos sabemos ahora que los economicistas se han ido al otro extremo. Para enderezar las cosas, alguien tenía que tirar en la otra dirección- y eso es lo que he hecho-.”15
Sin embargo, la tesis de Kautsky, que Lenin retoma, es equivocada: los trabajadores, en virtud de las experiencias de su propia lucha, son capaces de construir órganos de doble poder que rebasan en mucho el nivel sindical tal como lo demostrarán los soviets en la futura revolución de 1905, como lo había demostrado la Comuna de París o como, más recientemente, lo demostraron las Asambleas Populares en diversas regiones de México. El marxismo no es más que el desarrollo teórico y la memoria histórica de la lucha de los trabajadores y, por ende, surge del seno mismo del movimiento obrero. No obstante, es cierto que sin una dirección revolucionaria que unifique esas luchas dispersas es imposible enlazar a estos sectores avanzados con el conjunto de los trabajadores y sectores explotados del pueblo para llevar la revolución hasta el final. Es por esto que –a pesar de sus excesos polémicos- libros como el “Qué hacer” siguen siendo un referente obligado para todos los marxistas pero también es cierto que la errónea idea de que la consciencia socialista viene sólo desde fuera del movimiento sirvió a la burocracia estalinista como coartada para apuntalar el aparato y apartar a los trabajadores.
En un artículo bajo el título “Por dónde empezar” que había aparecido en el número 4 de Iskra –en mayo de 1901- Lenin explica su idea de cómo unificar a los diversos círculos socialdemócratas de toda Rusia. La oleada huelguística también había traído consigo un renacimiento de la acción terrorista que seguía formando parte de las tradiciones revolucionarias para muchos activistas y jóvenes. Así por ejemplo, “el 4 de febrero de 1901 un estudiante Social Revolucionario mata al Ministro de Instrucción Pública, Bogolepov”.16 Aunque, bajo determinadas circunstancias, Lenin no descarta el uso de la acción terrorista, en el momento actual –argumenta- la tarea es agrupar a los círculos revolucionarios bajo una publicación que los unifique y oriente. Afirma que el periódico Iskra –proyectado para todo el país- “[…] no es sólo un propagandista y un agitador colectivo, sino también un organizador colectivo”.17
Más adelante, en “Carta a un camarada” -que, al ser una respuesta a una carta de San Petersburgo firmada simplemente como “R. M.”, Lenin ignora si la dirige a un individuo aislado o a un grupo de propagandistas- expone el papel de Iskra en relación a la conformación de una organización centralizada: el periódico debe servir para enlazar a la organización con las luchas de los trabajadores –con este objetivo debe exponer sus preocupaciones y vincularlas con la lucha por el socialismo-, debe servir para conformar en torno suyo a círculos de debate que sirvan de puntos de reclutamiento para la organización, de obreros avanzados capaces de instruirse como cuadros políticos y conformar una dirección. Esto implica una red de corresponsales obreros que sean capaces de interpretar las luchas concretas de los obreros y, también, una red clandestina que introduzca el periódico desde el exilio. Se requiere una red de revolucionarios profesionales que conformen una dirección local y nacional clandestina que aglutine a los cuadros más experimentados en las ideas, en la lucha y en la organización. Esta organización debe combinar el debate más amplio posible con la centralización necesaria para llevar adelante la línea política colectivamente decidida “máxima libertad en la discusión, máxima unidad en la acción”, será el “axioma” del Centralismo Democrático.18 Aunque este término no será utilizado sino hasta los estatutos aprobados por el IV Congreso (1906), ya en “Carta a un camarada” Lenin explica, en esencia, esta forma dialéctica de vincular centralismo y democracia. Ésta garantiza –o debe garantizar- que la democracia de los militantes, lo que se ha aprobado como línea política y de acción, se lleve a la práctica mediante la centralización de la dirección y la coordinación de la organización en su conjunto.
Si Lenin subraya, con frecuencia, la centralización en su estrategia de construcción es sólo porque se enfrenta a un estado totalitario, con una red inmensa de policías políticos que obligan a la clandestinidad. Pero en otras condiciones de mayor democracia formal se entiende de suyo que la otra cara de la moneda -mayor énfasis en el debate democrático- cobrará mayor peso. Este último será el énfasis que Lenin pondrá en coyunturas de efervescencia y participación de las masas: el Partido debía abrirse a los trabajadores y el centralismo perder peso relativo. Debido al carácter concreto de la táctica y estrategia de Lenin nos parece exagerado hablar -en abstracto- de un modelo de organización leninista como se hace frecuentemente.
Una vez más, con respecto al legado de Marx no hay diferencia fundamental, ya Marx había luchado al interior de la Primera Internacional por una organización donde no hubiera derechos sin deberes y deberes sin derechos, y en donde existiera una dirección centralizada –objetivo que encontrará el boicot fraccionalista del anarquista autoritario, Bakunin-.
Iskra: la chispa que encenderá la llama
Pero estas ideas no son una simple discusión teórica. Con ellas se construyó una publicación y un Partido. Unos dos años antes de publicar ¿Qué hacer?, el 24 de diciembre de 1900, se imprime en delgado papel cebolla, en una imprenta clandestina de Leipzig, el primer número de Iskra (“Chispa”). Bajo el título se puede leer un epígrafe retomado de los viejos decembristas que se enfrentaron contra la autocracia: “¡La chispa encenderá la llama!”. Es para sus artículos de Iskra, a fines de 1901, que Vladimir firma públicamente sus trabajos bajo el pseudónimo Lenin por primera vez. Antes, en enero de 1901, había firmado una carta para Plejanov bajo el mismo sobrenombre –quizá sabiendo que Plejanov solía firmar como “Volguín” derivado del río Volga- Así pues, en otro homenaje a su mentor, Vladimir retoma el nombre del río Lena. Lenin se convertirá en el “verdadero nombre” de Vladimir, el que se conocerá internacionalmente dejando en el olvido los 148 pseudónimos que utilizó en toda su vida.
Ni siquiera el grupo Emancipación del Trabajo fue plenamente consciente del papel del periódico. En realidad el trabajo práctico de llevarlo adelante recayó en Lenin y Krupskaia, mientras Plejanov se concentró en la revista teórica Zaria (“Aurora”) de la que sólo se publicarán unas tres revistas. Plejanov tuvo que reconocer –con una sombra de reservas y objeciones- el arduo trabajo para la publicación de Iskra: “Nunca he dudado que Petrov (Lenin) fuera un buen compañero, y después del viaje a Múnich [para una reunión con los redactores], todavía menos. Es lamentable que el trabajo puramente administrativo le impida leer y escribir demasiado. No obstante, el segundo número de Iskra es, sin duda, muy bueno. Lo estoy leyendo con gran satisfacción”.19
Efectivamente, será el modelo de organización expuesto por Lenin el que unirá, desarrollará y creará al POSDR –recordemos que el congreso de 1889 no había trascendido-. Fue una tarea titánica que conectó mediante Iskra a decenas de grupos en el interior de Rusia cuyos hilos, nombres y correspondencia llegaban finalmente al cuartel general en el que se convirtió el domicilio de Lenin -primero en Múnich y luego en Londres-. Cómo hubiera podido saber la señora Yeo, casera de los “Richter” –nombre falso con el que Lenin y Krupskaia se instalarán en la Calle Grat Russell de Londres –, que “la sumisa y plácida Krupskaia, que tenía pasión por el gato de Yeo, al que enseñaba a dar la mano y a maullar los buenos días, fuese una magnífica conspiradora que se pasaba los días descifrando criptogramas o calentando cartas sobre una vela hasta que la tinta simpática se hacía legible, y que cuando salía por las mañanas llevaba ocultas en la bolsa de compra una serie de cartas destinadas a los centros revolucionarios de toda Rusia”.20La correspondencia clandestina, escrita con tinta invisible entre los renglones de libros, o la propaganda, nunca se enviaban directamente a sus destinatarios, sino por una serie de intermediarios.
Al principio fueron unos 10 corresponsales que de manera clandestina –primeramente en maletas de doble fondo- distribuían el periódico a diversos grupos socialdemócratas en el interior. El periódico se enviaba, a través de contactos, como la hermana de Lenin (Ana), desde Berlín, París, Suiza y Bélgica, por lo que la red clandestina no sólo incluía a los círculos del interior sino a personas y grupos de otras partes de Europa. Los círculos en Rusia se aglutinaban gracias al debate de las ideas expuestas por Iskra y éste era usado –al mismo tiempo- para intervenir en el movimiento huelguístico del que se sacaban nuevos reclutas. El periódico realmente conectaba con el ambiente en las fábricas y barrios; en sus páginas se combinaban armónicamente los artículos de coyuntura, de las luchas concretas de los trabajadores, sobre historia, teoría y asuntos internacionales. Un tejedor explica: “Mostré Iskra a muchos obreros y el ejemplar era leído hasta hacerse trizas: ¡cómo lo atesoramos! […] Iskra escribe sobre nuestra causa, sobre la causa de toda Rusia, lo cual no puede ser valorado en copecs ni medido en horas: cuando lees el periódico, puedes entender por qué los gendarmes y la policía tienen miedo de nosotros, los trabajadores, y los intelectuales a quienes seguimos”.21
Y este maravilloso periódico no sólo servía para educar y apoyar la agitación en las luchas obreras, también servía para generar nuevos comités que se formaban, al principio, como círculos de estudio en torno al periódico y sus ideas; los que despuntaban tendían a ser cooptados y convertido en nuevos revolucionarios profesionales, miembros del Partido. La tarea de introducir y difundir el periódico era, ya de por sí, un medio natural de reclutamiento de nuevos revolucionarios puesto que aquél que fuera atrapado por la policía zarista no podía esperar más que la cárcel y el destierro siberiano. Al principio eran sobre todo jóvenes estudiantes universitarios provenientes de la intelectualidad los que funcionaron como agentes y propagandistas. El de Lenin será llamado, con desprecio por los liberales y mencheviques, como el “Partido de los jóvenes” y su afición por la lectura hace que los acusen de ser “un club de sociología”.22 El núcleo duro bolchevique –aglutinado en torno a la revolución de 1905- no sobrepasa, en promedio, los veinte años.
En verdad, insistimos, el plan de Lenin vertebró de forma real y efectiva al POSDR. A la luz de este hecho cobra sentido la observación de Trotsky: “Marx es el profeta de las tablas de la ley y Lenin el más grande ejecutor del testamento, que no sólo dirigía a la elite proletaria como lo hizo Marx, sino que dirigía clases y pueblos en las ejecuciones de la ley, en las situaciones más difíciles que actuó, maniobró y venció”.23
La izquierda en las academias –siempre escolástica y formalista- suele criticar a Lenin el “pecado original” de la teoría de la “vanguardia” que –según dicen- mira con desprecio al conjunto de trabajadores no politizados para autonombrar “vanguardias” sectarias que se erigen como la “dirigencia” revolucionaria por excelencia. Pero esta crítica –que bien puede aplicarse a algunas sectas lunáticas- es un disparate cuando se dirige a Lenin y su Partido. Es evidente que para formar una organización de voluntarios –como lo es un Partido revolucionario- ¡primero se deben juntar los que están de acuerdo en el mismo objetivo! Y esta verdad de perogrullo aplica a los boy scouts y también a los clubs de ancianitas que se reúnen para tejer. Cualquier sindicalista medianamente inteligente sabe que no todos los trabajadores entienden la necesidad de la organización y participación sindical, y que integrar al resto de trabajadores constituye una necesidad y un reto. ¿Porqué habría de ser diferente este razonamiento en el caso de un Partido revolucionario?
Lamentablemente no todos los trabajadores extraen conclusiones socialistas, ni al mismo tiempo, ni con el mismo ritmo, ni bajo las mismas circunstancias –la conciencia se desarrolla de forma dialéctica y no lineal-. Si la conciencia avanzara de forma automática el Partido –como organización de personas con conciencia revolucionaria- no sería necesario, como tampoco los sindicatos ni ninguna otra organización obrera. Si todo mundo sacara conclusiones al mismo tiempo el socialismo sería impuesto de manera unánime por el solo impulso de las crisis capitalistas; pero esto no es así, evidentemente. La organización de vanguardia debe organizarse y “sumergirse” en la lucha de clases viva. No se trata de autonombrar vanguardias sino de que los sectores avanzados aprendan a ganar al resto de su clase a las ideas revolucionarias en base a la experiencia misma. ¡Esta fue precisamente la manera en que el Partido de vanguardia de Lenin se convirtió en organización de masas y fue capaz de llevar adelante la revolución de Octubre! Seguiremos esperando que esos profesores “inteligentes” muestren una alternativa que no sean los lloriqueos posmodernos y las frases vacías-que en el fondo ocultan el miedo a la revolución-. Después de todo fue el Partido de Lenin el que demostró en los hechos cómo ganar a millones de personas a las ideas socialistas. Los profesores quejumbrosos no han aportado nada.
Si existió una persona seria y honesta que objetó a Lenin en éste y otros temas fue Rosa Luxembrugo. Para entender el debate hay que considerar el contexto en que ambos revolucionarios –Lenin y Luxemburgo- escribieron. Lenin escribió para afrontar un contexto de dispersión absoluta, falta de organización y dirección del movimiento. Luchaba para crear un Partido. Luxemburgo luchaba contra la burocracia reformista de un partido –el Partido Obrero Socialdemócrata Alemán- que aplastaba la iniciativa de lucha de los trabajadores. A decir verdad, Rosa Luxemburgo tuvo razón sobre Lenin cuando advirtió sobre la degeneración del PSDA en un momento en que aquél aún veía a líderes como Kautsky como referentes teóricos a nivel internacional. Pero Lenin, sin duda, tuvo razón sobre Luxembrugo en subrayar la necesidad de organizar a los cuadros para intervenir y ganar la dirección de los movimientos espontáneos de los trabajadores, incluso para luchar a lo interno de un Partido ya establecido –esto fue lo que Lenin hizo a partir de 1903 cuando tuvo que oponerse a otra ala del POSDR-. Finalmente, este debate se resolvió por medio de crudos acontecimientos: después del asesinato de Luxemburgo y Liebknecht, el proletariado alemán quedó desarmado pues no hubo una corriente viable que ocupara su lugar –la Liga Espartaquista era joven, inexperta y dominada por tendencias sectarias- , Luxemburgo pagó el precio por no haber formado una organización de cuadros en torno suyo. Mientras que, en contraste, fue la organización leninista la que demostró lo indispensable de forjar un Partido de hierro. Sin embargo, se puede aprender mucho de Rosa Luxemburgo si se incorporan sus ideas al legado de Lenin.
Pero dejemos de lado las objeciones absurdas de los profesores universitarios y regresemos con temas más serios. Por más que el gobierno se empeñaba en confiscar el periódico, la organización –como si fuera un “virus” que lleva siempre la delantera a las “vacunas” más sofisticadas- encontraba nuevas maneras de salir adelante. Cuando el gobierno descubre que las maletas de doble fondo –que se mandan a hacer en serie para estos fines- son de un solo modelo y color, el movimiento se las arregla para construir imprentas clandestinas en la propia Rusia donde se reimprime Iskra–lo cual implica el desarrollo de un aparato de personas e infraestructura- y las maletas son diversificadas improvisadamente con dobles fondos de cartón o los periódicos cosidos a los abrigos y vestidos. Krupskaia relata que, en una ocasión, un paquete de folletos cosido al interior de una almohada fue enviado a un intermediario pero éste se negó a recibir la almohada en la oficina de correos; cuando los militantes le explicaron que en esa almohada iban folletos impresos en Rusia que debían ser reenviados a Lenin para su revisión, el intermediario –el Dr. Lemann- “declaró que en lo sucesivo tomaría todo lo que llegara a su nombre, aunque fuera un tren entero”.24
Para la difusión de volantes y propaganda no falta el ingenio: se dejan los volantes impresos en las fuentes, en los patios de las fábricas, en los baños. En las noches se esparcía el material en los pasillos concurridos por los obreros y el propagandista dejaba una marca en la pared, de esta forma se podía saber en la mañana qué calles había sido cubiertas. A este trabajo se le llama de “siembra”. Cuando la propaganda debía convertirse en agitación y el activista estaba seguro de poder encontrar una respuesta inmediata por parte de los trabajadores –y por tanto encontrar una especie de protección- se tomaban medidas más arriesgadas: Un obrero socialdemócrata aprovechaba alguna ocasión para comenzar una arenga o irrumpía en algún otro tipo de evento público: “[…] las manifestaciones más espectaculares de esta “guerra de tinta” tenían por escenario los grande teatros de Moscú, San Petersburgo, Jarkov, Kiev y Odessa. Grupos de tres agentes [militantes] tomaban sus localidades en el último piso y, en cuanto se apagaban las luces, volcaban su carga de octavillas sobre el patio de butacas, frecuentemente a los gritos de ¡Abajo la autocracia! y ¡Viva la libertad política!”.25
Los círculos solían organizar reuniones con trabajadores en lugares propicios como parques o, incluso, cementerios –disfrazados de inofensivos eventos literarios, “picnics” o fiestas de cumpleaños- . Se organizaba toda un red de protección: “A lo largo del camino desde la ciudad al punto señalado para la reunión secreta se desplegaba una patrulla de vigilancia que, por medio de un código de señales y consignas preestablecido, encaminaba a los participantes y se mantenía en sus puestos, alerta contra la aparición de espías o agentes de seguridad, durante todo el tiempo que durase el mitin. Si alguno de los vigilantes observa la presencia de algún elemento sospechoso, daba la alarma, que se transmitía oralmente de puesto en puesto hasta el lugar de reunión, y ésta se disolvía o se trasladaba a otro lugar. Si quienes aparecían eran los veloces jinetes cosacos, como este sistema de aviso resultaba demasiado lento, los centinelas deban la alarma por medio de pistoletazos”.26
Lenin vive en Múnich, donde dirige Iskra, de octubre de 1900 a abril de 1901. En marzo de 1901, después determinar su condena en Ufa, Krupskaia se reúne con Lenin y se vuelve la secretaria todopoderosa de Iskra y de Lenin –concentraba la correspondencia y toda la información de las personas, los círculos viejos, nuevos y por consolidar-. El reencuentro con Lenin es para Krupskaia toda una odisea que muestra las condiciones de clandestinidad, las cuales a veces propician situaciones cómicas: Krupskaia había enviado un telegrama clandestino para que la recogieran en Praga donde se suponía vivía Lenin con el apellido de Modratschek, cuando nadie pasa por ella toma un taxi y al tocar la puerta del tal Modratschek –según la dirección que se le había enviado- abre la puerta una rubia checa y luego un obrero que dice ser Modratschek. Krupskaia desconcertada dice buscar a su marido, el obrero le aclara que él es sólo un intermediario de las cartas del señor Rittmeyer que vive en Múnich y le da una dirección. Krupskaia se dirige a ésta pero se trata de una cervecería, en el mostrador pregunta por Rittmeyer y el señor regordete que atiende responde: “soy yo”. “No –balbucea Krupskaia- Rittmeyer es mi marido. Y nos miramos como dos imbéciles –continúa Krupskaia-. Al final llegó la esposa de Rittmayer, y, después de darme una ojeada, adivinó de lo que se trataba: ¡Ah! Seguramente es la mujer de herr Meyer, pues herr Meyer espera a su mujer, que debe llegar de Siberia. Venga usted conmigo […] se abre la puerta y alrededor de una mesa se hallan sentados Vladimir Ilich, Martov y Anna Ilinichna. Olvidándome hasta de dar las gracias a la dueña, empiezo a regañar: “¡Diablo! ¿Por qué no has escrito dónde te podía encontrar? […] Resultó que el individuo a cuyo nombre había sido mandado el libro con la dirección, se había quedado el libro para leerlo. No eran pocos los rusos que entonces viajaban por el mismo estilo. Chliápnikov la primera vez, en lugar de ir a Ginebra, se fue a Génova, y Bábuschkin en vez de ir a Londres, por poco va a parar a América”.27
En Múnich y luego en Londres, Lenin instala su cuartel de guerra, el comité de redacción de Iskra, en un ambiente que precede a la inesperada escisión de 1903. Pero sobre los personajes, los agrupamientos y las ideas de este acontecimiento histórico trataremos en la parte siguiente.
Continuará…
1 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 37.
2 G. Obychkin, et al; V. I. Lenin, Moscú, Progreso, 1969. p. 26.
3 Citado en: Baron, Samuel; Plejanov, el padre del marxismo ruso, España, Siglo XXI, 1976, p. 282.
4 Lenin “De cómo casi se exitnguió Iskra”, en Lenin, Obras Completas, México, Ediciones Salvador Allende, n/d, p. 341.
5 Trotsky, “Consideraciones hechas de paso acerca de Plejanov”, en: Perfiles de revolucionarios, México, Ediciones El Caballito, 1978, p. 94.
6 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 52.
7 Lenin “De cómo casi se exitnguió Iskra”, en Lenin, Obras Completas,Tomo 6, México, Ediciones Salvador Allende, n/d, pp. 348-349.
8 Citado en: Baron, Samuel; Plejanov, el padre del marxismo ruso, España, Siglo XXI, 1976, p. 287.
9 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 49.
10 Por ejemplo: G. Obychkin, et al; V. I. Lenin, Moscú, Progreso, 1969. p. 26.
11 Jean Jacques Marie, Lenin, POSI, Madrid, n/d, p. 30.
12 Citado en: Alan Woods, Bolchevismo, el camino a la revolución, México, Fundación Federico Engels, 2004, p. 105.
13 Lenin, ¡Qué hacer! Pekín, Ediciones en lenguas extranjeras, 1975, p. 39.
Antes de llegar a Siberia donde fue desterrado, Lenin pasa unos días en San Petersburgo –para arreglar asuntos familiares-. Es aquí, reunido con algunos integrantes de la Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera, donde es tomada la famosa foto donde Lenin aparece al centro, acompañado de seis camaradas, entre ellos, Martov.
Luego permanece unos días en Moscú en compañía de su madre- Llega a inicios de marzo de 1897 a Krasnoyarsk, provincia meridional del Yeniséi, donde estará del 9 de marzo al 30 de abril. A dos kilómetros de esta colonia de deportados existe una enorme biblioteca de 80 mil libros de un rico comerciante que le permite a Lenin estudiar libros de economía y estadística. En esto y en las largas caminatas para ir a la biblioteca consume su tiempo.
El gobernador de la región permite a Lenin, a petición de éste, continuar su condena en un poblado de clima más suave: Shushenskoye. Aquí permanecerá los tres años de su condena. Se trata de un pequeño pueblo que se levanta sobre la llanura y en el que para caminar hay que evadir montones de estiércol. A pocos kilómetros pasa el río Yeniséi donde Lenin se baña a diario. También cerca existe un bosque donde se puede practicar la caza de patos, zorros y liebres –con pobres resultados, pues Lenin es un tirador mediocre-. A su madre le informa que “[…] aunque sólo sea desde el punto de vista paisajístico, nuestro pueblecito es digno de mención”.1 Los días –al menos antes de la llegada de Krupskaia- son monótonos: “En el fondo los días sólo se diferencian en que hoy lees un papel y mañana otro; un día sales de la aldea por la derecha y al siguiente por la izquierda; hoy escribes un artículo y mañana otro. Precisamente hoy voy a ponerme a escribir uno”.2 El tedio de esos tres años se combatirá –además de las tareas políticas que nunca abandona- con el patinaje (se organizan carreras), la caminata, cacería en solitario y en grupos, el ajedrez por correspondencia y ¡hasta lucha libre!3 Todo solía llevarse a cabo mediante rutinas preestablecidas: tiempo para el paseo, para el juego, para la lectura, para la escritura, etc.
Vida familiar
Krupskaia es detenida ocho meses después y es condenada al destierro en Ufa, ciudad de los Urales. Dice ser novia de Lenin aprovechando una ley que da a los esposos el derecho de ser desterrados juntos. Lenin envía una carta a Krupskaia pidiéndole matrimonio. Ella responde lacónicamente: “si he de ser una esposa; así sea”.4
Krupskaia, como Lenin, es muy poco afecta a compartir asuntos privados –en sus memorias nunca expone sus sentimientos íntimos-; pero no cabe duda que a los novios no sólo los vinculaba el destino político y cierta conveniencia. En un comentario para una obra sobre Lenin, Krupskaia se permitió abundar acerca de la relación amorosa que los unía: “Éramos jóvenes, estábamos recién casados, nos queríamos apasionadamente; durante algún tiempo no existió otra cosa para nosotros. ¡Y este autor nos presenta consagrados sólo a traducir a Webb!” En otra ocasión dirá: “el hecho de que no haya escrito nada sobre este periodo en mis memorias de ningún modo quiere decir que no hubiera poesía y pasión juvenil en nuestra vida”.5 En efecto, traducirán un libro sobre sindicalismo de los Webb para allegarse de dinero extra, con el mismo fin Lenin publicará una docena de artículos y críticas de libros –sobre todo de economía y temas agrarios- que le pagan, más o menos, a 150 rublos. Pero también es evidente que hubo pasión amorosa en los recién casados.
Krupskaia, en compañía de su madre, se encuentra con Lenin el 7 de mayo. Elizaveta Krupskaia –madre de Nadiezhda- es una religiosa mujer que no aprueba la vocación revolucionaria de su hija y yerno, ante sus constantes reproches Lenin bromea y le dice: “¡El peor castigo de un bígamo es tener dos suegras!”6,Lidia con su suegra con humor y ella aprende a reírse de sus bromas. Al menos, Elizabeth Krupskaia amortiguará los reclamos ayudando a la pareja en las tareas domésticas. Por otro lado, la madre de Lenin recibe a su nuera y consuegra antes de partir a Siberia y las colma de pasteles y bocadillos para el viaje, además de libros para Lenin; pero Ana, la hermana de Lenin, es celosa y no puede evitar la grosería de escribirle a su hermano que su prometida es “delgada como una sardina”.7 La madre de Lenin –anticuada como sus tiempos- culpará a Krupskaia de la decisión de la pareja de no tener hijos.8 Así pues, ni Lenin ni Krupskaia pueden sustraerse a los típicos desaguisados familiares. La pareja se casa por la iglesia, no tanto por la presión de la piadosa madre de ella –como afirman las biografías oficiales- sino ¡simplemente porque no existe el matrimonio civil en la Rusia zarista! Rentan una casa más amplia por cuatro rublos en cuyo huerto se sembraban pepinos, zanahorias, acelgas, calabazas. “Yo estaba muy orgullosa de nuestra huerta” escribe Krupskaia.
A los paseos y a las excursiones de cacería –que se amenizan con cantos- y a los que se unen los dos obreros deportados del pueblo y un campesino (Sosipátich) –que hace siempre pequeños regalos a Lenin: una cigüeña, piñas de cedro, etc.- los acompaña un perro llamado Jenka a quien Lenin le enseña a “sostener objetos con el hocico, levantarse sobre las patas traseras y toda clase de cabriolas del saber perruno”.9 Lenin y Krupskaia discuten con los dos obreros el Manifiesto Comunista y El Capital. De entrevistas con Sósipatich y Jurávliev (otro campesino que, a decir de Lenin, era revolucionario por naturaleza) obtiene más detalles de la vida del campesino ruso. Jurávliev le contó cómo un campesino acomodado mató a un campesino pobre por robar una piel.
El ambiente familiar se iluminó con las visitas constantes del hijo de una pareja letona a la cual sólo les sobrevivió un hijo de los catorce que habían tenido. Minka era un dulce niño “tenía seis años –cuenta Krupskaia- y un rostro pálido y transparente, ojos claros y conversación seria. Acabó por venir a casa todos los días; apenas me levantaba y se oía un portazo; aparecía una pequeña figura con un gran gorro, una blusa de su madre y una bufanda. Declaraba alegremente: ““Ya estoy aquí””. Sabía que mi madre estaba loca por él, que Vladimir Ilich jugaba y bromeaba siempre con él”.10 Cuando termina el destierro, Minka se puso enfermo de tristeza. El niño muere después –no se sabe en qué circunstancias-. El padre solicitará, al futuro régimen soviético, tierra más allá del río Yeniséi.
Primer Congreso del POSDR
Fuera de las fronteras rusas, poco antes de que Krupskaia se encuentre con Lenin, nueve personas se reúnen en Minsk -área polaca y occidental de Rusia- un 1 de marzo de 1889, para llevar adelante lo que pasará a la historia como el I Congreso del Partido Socialdemócrata Ruso –el único llevado en territorio zarista-.11 Seis sesiones se llevaron a cabo durante tres días. Lenin, cuando estuvo en la cárcel de San Petersburgo, había escrito el proyecto de programa para este congreso con tinta de leche entre las páginas de un libro. El manifiesto aprobado fue escrito por Struve –que ya estaba girando a la derecha- poco antes de pasarse al campo del reformismo y el liberalismo burgués. Fue “su último servicio a la causa que pronto iba a traicionar”.12
El Bund judío era la organización más desarrollada, razón por la cual el congreso se realiza en el área polaca. Funcionaba más como un sindicato que como un Partido y su composición fundamental era de artesanos, mantiene a los intelectuales en grupos separados de los trabajadores y a éstos reducidos a reivindicaciones de corte gremial y económico. Debido a ello el Congreso hace concesiones al nacionalismo judío permitiendo que el Bund entre como organización autónoma al Partido y aceptando que las decisiones del Comité Central no tengan un carácter vinculante para los comités. El carácter centralizado del Partido –que no funcione como una federación sino como un organismo único- será un punto de debate muy relevante en el futuro. No obstante la importancia simbólica de este Primer Congreso, en realidad tuvo poca repercusión práctica pues menos de un mes después de llevarse a cabo cinco de los nueve participantes son aprehendidos. Pero su trascendencia consistió en que “el Partido existía por lo menos como un potencial, una bandera y un manifiesto”.13
Regresemos con la familia de Lenin en el exilio. Lenin, con el apoyo insustituible de Krupskaia, va a complementar los magros 8 rublos que el gobierno da a los deportados trabajando como abogado, articulista y traductor. La falta de vigilancia policial le permite improvisar un despacho jurídico que atiende los domingos. A diferencia de sus primeros juicios en Samara, aquí sí obtiene triunfos defendiendo a campesinos pobres y trabajadores: gana un juicio por despido de un trabajador de un yacimiento de oro, otro contra un campesino rico cuyo toro lastimó la vaca de un campesino pobre. Más que honorarios, de estos juicios Lenin obtiene un conocimiento de primera mano sobre la vida del campesino y trabajador siberianos que complementará –como siempre- con charlas y entrevistas informales.
“El Desarrollo del Capitalismo en Rusia”
Los artículos –preponderantemente económicos- que traduce y comenta son parte del estudio que había empezado desde la biblioteca de la cárcel de San Petersburgo, que continúa en la biblioteca de Krasnoyarsk y luego con los libros y periódicos que diligentemente le envía su madre y hermana a pedido de Lenin. “Está comprobado que en la preparación [del libro] utilizó Lenin más de seiscientos libros y materiales de primera mano”.14 Así, en marzo de 1899, sale a la luz, en una edición legal y bajo el nombre casi transparente de Vladimir Ilín, “El desarrollo del capitalismo en Rusia”. La policía política no ve ningún peligro en que se publique un enorme tomo –repleto de estadísticas- que lleva el subtítulo de “Proceso de formación del mercado interior por la gran industria”. Por este libro Lenin cobra 1,550 rublos que gasta casi todos en más libros enviados por su hermana.15
En “El desarrollo del capitalismo en Rusia” Lenin responde a la pregunta “cómo se forma el mercado interior para el capitalismo ruso [en la sociedad rusa posterior a la reforma]?”16 Y en torno a esta cuestión desarrolla las ideas de Marx acerca del desarrollo del mercado y la realización de la plusvalía, con el objetivo de refutar las románticas ideas populistas. Mientras los populistas aducían que el marcado interior ruso no tenía relación con la implantación del capitalismo, Lenin demuestra que el mercado interior está relacionado con la división social del trabajo que, a su vez, lo está con el desarrollo de relaciones de producción burguesas: la industria, la burguesía y polo opuesto: el proletariado. Mientras los populistas señalaban que la ruina del campesinado minaba el mercado interior, Lenin argumenta que la separación del campesino de sus medios de producción de simple subsistencia es el requisito para la conformación de un ejército de proletarios que sólo puede vender su fuerza de trabajo. La polarización entre capitalista y obrero no sólo se verifica en las grandes ciudades, sino incluso en el campo mismo: nace el capitalista rural que extrae la plusvalía al trabajador del campo. Al mismo tiempo que la agricultura de subsistencia va perdiendo peso en la economía global, el capitalista y el terrateniente se confunden y –por tanto- la burguesía conforma una oligarquía reaccionaria junto con las reminiscencias feudales que se tornan cada vez más injustas –estas ideas, por cierto, concuerdan con la “Teoría del desarrollo desigual y combinado” que Trotsky expondrá más adelante-. Estas tesis son demostradas con una montaña de datos estadísticos que las respaldan. Pero lo que interesa a Lenin es aclarar el papel revolucionario del proletariado en la futura revolución y su alianza necesaria con el campesinado pobre.
El régimen de deportación es bastante laxo, el gobierno se conforma con dejar que los exiliados vegeten en el aislamiento sin mucha supervisión. La autoridad del poblado –un campesino rico- se preocupa más de que los deportados le compren la carne de las terneras sacrificadas que de vigilarlos. La ventaja es que se recibe correspondencia dos veces por semana y, con los métodos clandestinos sabidos por Lenin y los deportados políticos, esto le permite seguir tejiendo hilos, entablando discusiones organizativas y políticas. “Recibíamos cartas de los sitios lejanos de la deportación –dice Krupskaia-: de Martov, que se hallaba en Turuján; de Potresov, que se encontraba en Orlov, en la provincia de Viatka. Pero de los que recibíamos más correspondencia eran de los compañeros diseminados por las aldeas vecinas. […] Hablábamos de todo: de las noticias de Rusia, de los planes para el futuro, de los libros, de las nuevas tendencias, de filosofía”.17 En algunas ocasiones, alagando motivos médicos, logra incluso algunos viajes a aldeas cercanas donde entabla discusiones sobre los círculos marxistas. En los círculos de emigrados abundan los chismes y mezquindades –producto del ocio, el aislamiento y la falta de perspectivas- que Lenin evita: “[…] no hay que dejarse influenciar por esas historias; el porvenir nos reserva mucho trabajo y no podemos malgastar las fuerzas”.18 También Lenin recibe en su cabaña visitas de otros emigrados que se convierten en todo un acontecimiento.
Contra Bernstein
Se obsesiona, por última vez, por el ajedrez y establece duelos por correspondencia. “Durante un cierto tiempo –recuerda Krupskaia- el juego le absorbía hasta tal punto que llegaba a gritar en sueños: si pone el caballo aquí, yo pondré la torre allá”.19. Lenin tiene un carácter obsesivo propio de alguien que está enfocado a un objetivo que no abandona y, evidentemente, el ajedrez no es lo único que lo absorbe: El libro de Bernstein “Problemas del socialismo” lo perturba. Bernstein –padre “teórico” del reformismo- disuelve la revolución socialista en pequeñas reformas que gradualmente –y sin que nadie se dé cuenta ni se sepa cómo- desembocarán, en un futuro indeterminado, en el socialismo (los reformistas actuales ya borraron ese objetivo que ya era fantasmal en Bernstein). Lenin sigue el debate entre Bernstein y Kautsky que retoma en los círculos de emigrados. Cuando, al finalizar su destierro, pasa a ver a Radchenko el debate de esas posturas es tan apasionado que las dos hijas pequeñas de Radchenko “se ponen enseguida a recorrer la habitación de un lado a otro con las manos detrás de la espalda, exclamando una: ““¡Bernstein!, replicando la otra: ““Kautsky””.20 Antes de esto, Lenin encuentra con quién entablar la batalla desde el exilio: combate a los representantes rusos de Bernstein –conocidos como “El Credo”- que señalan que la tarea de los marxistas rusos es limitarse a la lucha por las reformas al lado de la burguesía liberal. Indignado por esto, organiza a los deportados para dar a conocer un pronunciamiento titulado “Protesta diecisiete marxistas rusos”-entre los firmantes está Martov-. Sin embargo, le inquieta estar tan lejos del debate entre oportunismo (reformismo) y marxismo que cimbra a la socialdemocracia. Sabe que es trascendental para el destino de las fuerzas revolucionarias y esto le quita el sueño. “Vladimir Ilich no podía dormir, enflaquecía terriblemente”.21 Durante esas noches de insomnio va prefigurando detallados planes de organización que pondrá en el papel más tarde en su “Qué hacer” y en “Carta a un camarada”: unir a los dispersos círculos marxistas y construir el Partido con base a un periódico para toda Rusia.
Por fin el destierro de 3 años termina el 19 de enero de 1900. En medio del desorden y el desconcierto del pobre perro Jenka –a quien dejan con un amigo de la aldea-, empacan la media tonelada de libros y abandonan el pueblo el 29 de enero. Por delante está la tarea más importante de su vida: la construcción del Partido que llevará a los trabajadores al poder. Podía parecer, mirando desde esa gélida aldea donde Lenin vivió tres años, que la revolución se había congelado, pero pronto vendría el deshielo y él lo sabía.
“¿Los obreros leen a Marx? –exclamó Lafargue. – Lo leen -respondió Lenin- ¿Y lo comprenden? –Lo comprenden. –Pues se equivoca usted. ¡No comprenden nada! En nuestro país, en Francia, después de veinte años de propaganda socialista nadie comprende a Marx”.
Lenin llega a Ginebra, Suiza el 8 de mayo de 1895 y permanece allí dos semanas. Es su primer viaje al extranjero. Se desespera al no poder entender el alemán –a pesar de que puede leerlo-. Se entrevista con Plejanov quien al leer el artículo sobre economía que Lenin había publicado en la revista de Struve, afirma: “Usted vuelve la espalda a los liberales, y nosotros les tendemos la mano”.1 Poco después visita a Axelrod quien es de la misma opinión que Plejanov: “Pensamos –dijo Axelrod- que en la actual coyuntura histórica los intereses inmediatos de los trabajadores rusos son idénticos a los de otras fuerzas sociales progresistas. En Rusia, obreros y liberales se enfrentan con la misma necesidad: derrocar el absolutismo”.2 Por el momento esta argumentación convenció a Lenin –quien se consideraba un discípulo de ambos personajes-. Frente a ellos, en esta primera época, suele escuchar y aprender. Axelrod describió a Lenin como “un hombre joven, modesto, trabajador, serio, sin ninguna vanidad”.3
En realidad era claro que las tareas inmediatas de la revolución en Rusia tenían un carácter democrático burgués y las pequeñas fuerzas del marxismo aún no ponían sobre la palestra la cuestión de quién debería dirigir esa revolución que, todos estaban de acuerdo, debía derrocar al absolutismo para implantar las libertades democráticas pendientes. Será la revolución de 1905 la que obligará a las fuerzas revolucionarias a responder esa pregunta. Por el momento bastaban las perspectivas abstractas de Plejanov y Axelrod pues la tarea inmediata es construir una organización que sobrepase el círculo de propaganda. Axelrod y Lenin discuten durante días la manera de unificar a los pequeños círculos socialdemócratas en Rusia, empezando por los de San Petersburgo, para orientarlos hacia la construcción de un Partido Político. Esta nueva organización, a propuesta de Axelrod se llamaría “Liga para la Emancipación del Trabajo”. Lenin se compromete a la tarea de impulsar la unificación, crear una red de corresponsales que trabajen en acuerdo con el grupo en Suiza; también se propone publicar una revista y un periódico titulado “El Trabajador” (Robótnik). Estos planes, aún embrionarios, serán desarrollados y sistematizados por Lenin más adelante en su “Qué hacer”.
Lenin no pudo causar mejor impresión. Su actitud era la de un agente de negocios que tomaba con toda seriedad la tarea de desarrollar la organización. Sobre todo fue Axelrod [en la imagen] el que quedó impresionado pues era éste el que jugaba el papel de organizador en el grupo de Plejanov y tuvo la sensibilidad suficiente para ver en Lenin a alguien que sintetizaba una asombrosa capacidad teórica con un excepcional sentido práctico. Se dice que Axelrod afirmó: “Ahora tenemos al hombre; es Ulianov, futuro jefe del movimiento obrero”.4 Aunque ésta sea quizá una afirmación exagerada por la mirada retrospectiva es cierto que los planes para el recién llegado causaron una gran felicidad en el grupo encabezado por Plejanov pues significaban el fin de una década de aislamiento y la promesa de desarrollar un verdadero Partido de la clase obrera.
Es verdad que, en los próximos años, la transformación de un pequeño grupo de propaganda a un grupo de agitación, que realmente interviene en la lucha de clases viva, será una dura prueba que el círculo de Plejanov –junto con éste mismo- no logrará superar y todos ellos –Plejanov, Axelrod, Zasulich- se convertirán en adversarios de su antiguo pupilo. No obstante, el encuentro con el joven Lenin fue todo un acontecimiento para el grupo: “Aún después de haber llegado a detestar a Lenin –señala Baron-, describiría este primer contacto con él como uno de los momentos más felices y luminosos de la vida del grupo Emancipación del Trabajo”.5 Lenin abandona Suiza con un montón de literatura subversiva oculta, a la manera usual de la clandestinidad, en una maleta de doble fondo. Pero antes de regresar a Rusia le espera un periplo cuasiturístico de cuatro meses en Europa que se sostendrá por los recurrentes envíos monetarios de la madre de Lenin.
A principios de junio va a París donde se entrevista con el yerno de Marx y fundador del Partido Obrero Francés, Paul Lafargue [en la imagen]. Éste se muestra incrédulo sobre lo que Lenin afirma, la supuesta penetración de las ideas de Marx entre una capa de activistas rusos:
“Cómo, ¿Los obreros leen a Marx? –exclamó Lafargue. – Lo leen -respondió Lenin- ¿Y lo comprenden? –Lo comprenden. –Pues se equivoca usted. ¡No comprenden nada! En nuestro país, en Francia, después de veinte años de propaganda socialista nadie comprende a Marx”.6 ¡Difícilmente podía imaginar Lafargue –con su dejo de amable superioridad- que ese joven habría de demostrar, con la revolución más radical de la historia, lo bien que la vanguardia de los marxistas rusos habían comprendido a Marx! Lenin pasa un mes en París entrevistando socialistas franceses y caminando por los callejones; visita la ópera, teatros y museos pero prefiere pasearse por las fiestas populares. Se inscribe en la biblioteca real y redacta un sistemático resumen de La Sagrada Familia. Será una práctica constante. Durante toda su vida hará resúmenes de todos los libros de los que estima aprenderá algo: los exprime como un limón.
Oleada huelgística
Cuando en septiembre de 1895 Lenin regresa a San Petersburgo la policía le sigue los talones. De hecho la maleta de doble fondo es detectada por la policía pero ésta finge no haber visto nada pues la intención es detectar a dónde se dirige toda esa propaganda. Lenin sabe que la policía le sigue los pasos y se divierte. Un día detecta que una persona lo sigue con evidente falsa naturalidad, cuando se mete rápidamente a un portal el policía deja de fingir y lo persigue. “Me senté en la silla del portero –relató Lenin en una carta- donde nadie me podía ver desde la calle, pero desde donde yo podía verla a través de la ventana, y no pude contener la risa al observar el desconcierto del espía. Alguien que bajaba por las escaleras en aquél momento se quedó atónito al ver a un desconocido –yo- sentado en la silla del portero, riendo estrepitosamente a solas”.7
En San Petersburgo la clientela del abogado Lenin es muy magra y sus ingresos más que modestos, vive en un cuarto pequeño que está separado de los vecinos por un muro de tabiques muy delgados. Lenin escribe a su madre que “más de una vez he tenido que salir huyendo de la balalaika con la que mi vecino regala sus oídos a expensas del mío”.8
En abril estalla una importante huelga que arrastra a 4 mil obreros de la fábrica “Gran Manufactura Yaroslavl”. Poco después estalla, en noviembre, una huelga en la fábrica textil Tornton para la que Lenin escribe inspirados volantes producto de atentas entrevistas con los trabajadores –mismas que hemos señalado antes-. “Mientras en 1895 hicieron huelga en toda Rusia unos cuarenta o cincuenta mil obreros, en 1896 San Petersburgo fue escenario de una huelga en que participaron, sólo en ella, treinta y cinco mil obreros textiles”.9 En este contexto cobró importancia la diferenciación clásica hecha por Plejanov entre propaganda y agitación: “Un propagandista da muchas ideas a pocas personas [los folletos y libros marxistas representan gran cantidad de ideas que leen algunos activistas e intelectuales], mientras que un agitador proporciona pocas ideas a muchas personas [la agitación se orienta a grandes capas de las masas movilizadas a las que se les proporciona consignas que sintetizan sus reivindicaciones más sentidas]”.10 La oleada huelguística fue la oportunidad para una labor de agitación de los círculos marxistas rusos que no tenía precedentes. Los círculos tomaban las demandas de los trabajadores y las regresaban en forma de decenas de panfletos –para una sola huelga se llegaron a publicar más de treinta distintos- que no sólo reproducían lo que los obreros ya sabían, sino que intentaban elevar la consciencia de clase de los trabajadores.
La efervescencia huelguística y el trabajo político previo entre los círculos de los trabajadores fue el escenario ideal para impulsar la unificación de esas células marxistas en una sola organización: “Hacia 1895 el grupo de Lenin había construido una organización bastante sólida. Había un comité de 10 a 16 miembros, que organizaba el trabajo de círculos educativos de entre 20 y 30 obreros, con unos 100-150 contactos. El grupo estaba conectado a los círculos obreros mediante responsable de área. A finales de año estaba activo en prácticamente todos los distritos obreros”.11
Así, a mediados de octubre de 1895, el grupo de Lenin se fusiona con el grupo de Vilma quien posé una imprenta. 17 personas conforman la “Unión de Lucha por la Liberación de la Clase Obrera”. Entre los presentes se encuentran siete estudiantes, cinco ingenieros, un médico, una comadrona, Krupskaia, el obrero Babushkin –quien había participado en la huelga motivo del primer volante de Lenin-.12Son elegidos cinco personas para el Comité Central, entre ellos Lenin y Martov -como parte del grupo de Vilma-. Los militantes se repartirían en tres grupos de acción –asignados por las zonas estratégicas de influencia del grupo-, más una sección editorial dirigida por Lenin, encargada de sacar toda clase de material de agitación y propaganda.
Martov [en la imagen], cuyo verdadero nombre es Yuli Zederbaum, es un joven de 22 años que ya tiene a cuestas dos temporadas en prisión. Para disimular su tierna edad se deja crecer una desalineada barba. Igual que Lenin es expulsado de la universidad por tomar parte de protestas antigubernamentales. Luego forma y anima círculos marxistas en Vilma. A pesar de la diferencia de caracteres –Martov es un bohemio que gusta de discutir y discutir por horas, cosa que Lenin detesta (Lenin sólo debate con un fin político claro)- será un muy cercano colaborador de Lenin hasta su lamentable ruptura de 1903 que convertirá a Martov en un destacado dirigente menchevique. Martov fue un “escritor talentoso, un político ingenioso, una mentalidad penetrante y un graduado en la escuela del marxismo”. A pesar de que sus primeras reacciones políticas eran siempre revolucionarias –dice Trotsky- Martov tuvo una debilidad que le resultará fatal: “Desprovisto del resorte de la voluntad, el pensamiento de Martov dirige coherentemente toda la fuerza de su análisis a justificar teóricamente la línea de menor resistencia”.13
El grupo recién creado no sólo interviene con panfletos, retomando los acuerdos establecidos con el grupo de Plejanov, se prepara la publicación del periódico del grupo que cambia el nombre originalmente proyectado a “La Causa Obrera” (Raboche Dielo). El número está ya listo a inicios de diciembre cuando la pinza policiaca se cierra y el periódico no ve la luz. Lenin es aprendido el 8 de diciembre y las pruebas del periódico son confiscadas, un mes después detienen a Martov. Aproximadamente un centenar de personas son aprendidas, incluídos muchos de los cuadros más importantes del grupo.
Lenin. Ficha de su arresto en 1895
Sin embargo, la oleada huelguística no terminó con la aprensión de Lenin y las imprentas clandestinas siguieron su frenético trabajo. Lenin es confinado por más de 4 meses en la prisión de San Petersburgo –antes de ser desterrado a Siberia- pero se las arregla para orientar a sus camaradas desde la cárcel. Como el régimen carcelario le permite un acceso más o menos sin restricciones a libros, Lenin se comunica con sus camaradas por un método que había aprendido de los deportados narodnikis: puntea las letras adecuadas de los libros que le prestan del exterior. Incluso se vale de un juego de la infancia para crear correspondencia clandestina: hace tinteros de leche con el pan de la prisión, hace textos que no son visibles hasta que sus camaradas del exterior calientan el papel con una flama. De ser necesario no había más que comerse los tinteros para ocultar la evidencia: “Hoy me he comido seis tinteros”,14 decía en una carta. Este ardid servía incluso para comunicarse dentro de la cárcel pero en lugar de la flama de una vela se usaba el té caliente para sumergir las tiras de papel con los mensajes. Con este método –que parece de un “MacGyver” comunista- escribe panfletos que circulan masivamente en las huelgas.
Como dirigente político excepcional, las cartas de Lenin no sólo se ocupan de la agitación, también muestran preocupación por los camaradas presos, su situación y estado de ánimo. Esta será una característica del Lenin político, los lazos de camaradería están impregnados de una genuina preocupación por la persona. Lenin intenta animar, dar aliento –todo esto echa por tierra la leyenda negra de un Lenin psicópata para el cual sus camaradas no son más que fichas en un tablero- : “En las cartas que nos manada – dice Krupskaia- había siempre una serie de encargos relativos a los detenidos: al compañero tal que no le visita nadie, hay que buscarle una “novia”, a otro hay que decirle durante la visita de sus parientes que busque una carta en el libro tal de la biblioteca de la cárcel, a otro hay que procurarle botellas calientes”.15
Lenin no pierde el tiempo ni se deja deprimir por el cautiverio. Aprovechando la biblioteca de la prisión comenzará a escribir su famosa obra: “El Desarrollo del Capitalismo en Rusia”. Se impone a sí mismo una rigurosa rutina de ejercicios: todas las noches hace unas cincuenta repeticiones tocando el suelo con las manos sin doblar las rodillas. Incluso se da el lujo de idear “citas” con Krupskaia: a una hora establecida, cuando los presos eran sacados por un pasillo, se podía observar la calle desde una ventana. Lenin escribe a Krupskaia que se vean en una de esas oportunidades: “[…] me anduve varios días por allí durante largos ratos, pero sin resultado alguno –recuerda Krupskaia-. No me acuerdo por qué motivo el plan no se pudo realizar”.16
Finalmente, por decisión administrativa Lenin es condenado a tres años de destierro a Krasnoyarsk, pero terminará su condena en Shushenskoye, aldea de Siberia Oriental.
Continuará…
1 H. Baron, Samuel; Plejanov, el padre del marxismo ruso, España, Siglo XXI, 1976, p. 210.
2 Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 52.
3 Jean Jacques Marie, Lenin, POSI, Madrid, n/d, p. 42.
4 Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 52.
5 H. Baron, Samuel; Plejanov, el padre del marxismo ruso, España, Siglo XXI, 1976, p. 212.
6 Walter, Gerard; Lenin, Barcelona, Grijalbo, 1967, p. 44.
“Saber observar la vida en su diversidad, en sus manifestaciones originales, encontrar en ella las notas consonantes con las impresiones vivas, ¿acaso no significa gozar de la vida? ¿Acaso puede el asceta saber de esto?” [Krupskaia]
A finales de agosto de 1893 Lenin se muda a San Petersburgo, con el pretexto de ejercer como abogado, pero en realidad se dirige al epicentro del movimiento obrero, a uno de las ciudades más importantes de Rusia. Lo hace en una década en donde se construyen nuevas fábricas y líneas de ferrocarril, y en donde el proletariado comienza a agitarse en las fábricas. Son cerca de cinco años de labor de propaganda y esporádica agitación. Krupskaia explica la importancia de este periodo: “No se trataba de acciones heroicas, sino de la manera de establecer un contacto estrecho con la masa, de acercarse a ella, aprender a expresar sus mejores aspiraciones, hacerse comprender por ella y arrastrarla tras de sí. Pero fue precisamente en ese periodo de actuación petersbuguesa que Vladimir Ilich forjó su personalidad de dirigente de la masa obrera”.1 Si en el periodo anterior, el joven Lenin se hace marxista, en los barrio obreros de San Peterburgo aprenderá el virtuoso arte de aterrizar la compleja teoría marxista y las aparentemente áridas estadísticas económicas a un lenguaje comprensible para cualquier obrero inteligente y, a su vez, enriquecer la teoría con una fina sensibilidad para con las condiciones y necesidades inmediatas de las masas.
En esta ciudad se integra y anima a varios círculos de trabajadores en los barrios Nevski y Vyborg. En sus conferencias destaca sobre todo por la manera en que hace participar a los obreros, a la manera “socrática” de preguntas y cuestionarios de los que aprende y sabe extraer conclusiones generales. Lenin sabe conectar, como muy pocos, la teoría con la vida del trabajador común. En estos círculos Lenin brilla por sus conocimientos, por las estadísticas que maneja y con las cuales suele aplastar a populistas destacados que parecían imbatibles. Es en uno de esos debates donde la Ojrana –policía política zarista- pone su ojo en este recién llegado. En un informe policial de fecha del 20 de enero de 1894 leemos: “un tal Ulianof (casi seguramente el hermano del Ulianof que fue ahorcado) lanzó un fogoso ataque contra el escritor V.V.”.2
Pero no sólo es la Ojrana la que pone sus ojos sobre Lenin a partir de esos debates y charlas. También la que será su compañera para el resto de su vida: Nadiezhda Krupskaia. Hija de una familia noble arruinada que es desterrada por el régimen por las ideas radicales del padre (Constantin Krupski). El padre muere cuando Nadiezhda tiene 13 años. La adolescente apoya a la familia dando lecciones para niños y ayudando a su madre en una casa de huéspedes. Radicalizada por las circunstancias y la lectura de El Capital, será pionera del futuro sistema educativo soviético y jugará un papel irremplazable como consejera y adjunta administrativa de Lenin. Años antes de conocerlo había resumido en lenguaje popular, a pedido de la hija del gran escritor, “El conde de Montecristo” de Tolstoi. Ella pasará de educar a niños a alfabetizar obreros, no sólo como una labor educativa sino de politización de los trabajadores.
En el momento de conocer a Lenin, Krupskaia era maestra en una escuela para trabajadores que se convierte en un semillero para círculos clandestinos en los que Lenin dicta charlas. Al principio Lenin se burla de aquéllos que intentan luchar contra la autocracia alfabetizando al pueblo pues se opone a los que con “pequeñas obras” quieren desplazar la verdadera labor revolucionaria. Pero se convencerá que esas escuelas eran una plataforma táctica para la organización de los trabajadores. Krupskaia le mostrará a Lenin, por medio de su trabajo como alfabetizadora del pueblo, algunos caminos para conectar con las masas. A partir de aquí Lenin aprenderá a utilizar cada oportunidad táctica para desarrollar la organización y conciencia de clase. Toda rigidez en las formas desaparece, Lenin incluso asistirá a la iglesia para conocer a los obreros que siguen a curas con discursos radicalizados.
Es en este contexto donde Lenin afina su atención a los detalles particulares o accidentales, que –sin embargo-revelan lo general o lo necesario: “Vladimir Ilich se interesaba –dice Krupskaia- por cualquier cosa que caracterizara las condiciones de existencia de los obreros, se esforzaba por comprender, valiéndose de rasgos aislados, la vida del trabajador en su conjunto, encontrar el punto más apropiado susceptible de ser utilizado para enfocar mejor la propaganda revolucionaria entre los obreros”.3 En una nota muy profunda de sus memorias, Krupskaia nos descubre lo que para Lenin era el significado de saborear y disfrutar de la vida: “Saber observar la vida en su diversidad, en sus manifestaciones originales, encontrar en ella las notas consonantes con las impresiones vivas, ¿acaso no significa gozar de la vida? ¿Acaso puede el asceta saber de esto?”4 En este arte de conectar la teoría con la vida Lenin será un maestro, superior al erudito y asceta Plejanov. Esto, en parte, explica la bancarrota final de éste.
En mayo de 1894 Lenin publica de forma clandestina su primera obra importante: “Quienes son los amigos del pueblo y cómo luchan contra los socialdemócratas”. En este libro Lenin polemiza contra las ideas románticas de los representantes más destacados del populismo desde un punto de vista filosófico, histórico y económico, mostrando hasta qué punto había asimilado la teoría de Marx. Lenin se muestra como un polemista feroz que al tiempo que reproduce fielmente citas extensas de sus oponentes termina ridiculizándolos por una avalancha de rigor teórico, datos y análisis dialéctico. No hay nada personal en sus ataques polémicos, es la teoría misma la que se impone de forma apabullante. Al respecto de Lenin como polemista, Zasulich le dirá más tarde: “Georges (Plejanov) es un galgo. Muerde bien su presa pero al final siempre la suelta; pero tú (Lenin) eres un buldog: cuando muerdes, no la sueltas más”.5
Lenin explica en este libro que para el marxismo la teoría sirve para intervenir en el movimiento: “contribuir al desarrollo de la consciencia de clase del proletariado, organizándolo y agrupándolo estrechamente para la lucha política contra el régimen actual”.6 Los populistas, sin embargo, idealizan la pequeña propiedad campesina que en la realidad, por el contrario, se engarza en la lógica capitalista bajo las formas más despóticas de explotación. Quien quiera profundizar en el debate acerca de las limitaciones de los “caracoles” neozapatistas de la actualidad, debe leer esta obra de Lenin.
A finales de 1894 estalla una huelga donde participa un obrero integrante de los círculos donde Lenin interviene. Evidentemente para Lenin no se trata sólo de discutir en los círculos de formación, sino de prepararse para la acción. Redacta un volante para intervenir en el movimiento, es el primer volante escrito por Lenin. Éste toma con toda la seriedad posible los escritos de agitación, se preocupa por atender los detalles más sensibles que permitan hacer comprensibles las ideas de los obreros a los que la propaganda se dirige pero, al propio tiempo, elevar su visión más allá de sus reivindicaciones inmediatas. Krupskaia explica, por ejemplo, cómo Lenin recopilaba material para los volantes de la huelga en la fábrica Tornton-huelga que estallará más adelante, a su regreso de su primer viaje al extranjero-. Ella, junto con otros camaradas, visitaba los barrios obreros y recopilaba información directa, que trasmitía a Lenin, sobre la forma de vida de los trabajadores; además, Lenin entrevistaba directamente a los obreros. Para él “los datos eran muy valiosos, y en ellos Valdimir Ilich aprendió mucho. […] sólo a base del material recogido de esta forma escribía las correspondencias y las hojas. […] he aquí en qué época aprendió a prestar atención a las “nimiedades””.7 El impacto de la claridad de sus ideas es tan grande que su círculo de allegados le comienza a llamar “el viejo” aunque aún es un joven de 23 años. Los camaradas de Vladimir decían en broma que “tenía que haber nacido ya viejo y calvo”.8
Entra en contacto con un grupo de intelectuales –entre los que destaca Piotr Struve-, conocido en la historia como “marxistas legales”. Éstos utilizan el marxismo para analizar la realidad económica de Rusia pero lo hacen de forma escolástica y separada de la lucha de clases. Es un “marxismo” sin vida, rígido y formalista. En realidad se trata de liberales con ropaje radical a quienes el marxismo les viene bien para apuntalar teóricamente la introducción del capitalismo en Rusia. Lenin los combatirá en el futuro cercano pero por el momento aprovecha la tribuna de sus publicaciones para dar a conocer un artículo sobre economía rusa que firma con el pseudónimo de “Tulín” –como vemos las prosodia comienza a presagiar a “Lenin”-.
Con ese artículo bajo el brazo va a Suiza – viaje que el gobierno autoriza pues Lenin, tras una neumonía que contrae en marzo, alega motivos médicos -. Por otra parte, la Ojrana –la policía zarista- le permite el viaje para seguirle los pasos y detectar los hilos que le unen al extranjero. Sale de Rusia el 25 de abril de 1895. Su objetivo principal es encontrarse con el fundador del marxismo ruso: Gueorgui Valentinovich “Plejanov” y su grupo: Emancipación del Trabajo.
El Grupo Emancipación del Trabajo
“Nuevo tiempo, nuevo traje. Para el nuevo quehacer” [Heine citado por Plejanov]
El gran aporte de Gueorgui Plejanov a la historia del marxismo fue el de haber levantado la bandera del marxismo en un periodo de negra reacción –la década de los 80s- y haber aglutinado en torno suyo al primer círculo de propaganda marxista del cual surgirá el Partido Socialdemócrata Ruso (PSDR) y, eventualmente, el bolchevismo. Como el mismo Lenin afirmará: en tono a Plejanov y escritos como “El Socialismo y la Lucha Política” y “Nuestras Diferencias” se “educó a toda una generación de marxistas rusos”.9 Plejanov era un conocido veterano. Apenas con veinte años participa dentro de los jóvenes que van al pueblo bajo la bandera de Zemlia i Volia y participa en la organización de los obreros en Kazán. En la clandestinidad duerme en cualquier lugar con un revolver bajo su almohada y una nudillera de hierro en su puño.
Como hemos dicho, Zemlia i Volia es arrastrado por el impresionante acto aislado de una joven Vera Zasúlich quien dispara contra un represor. El terrorismo se vuelve una moda irresistible para la juventud impaciente. Las diferencias de Plejanov con los terroristas radicaban en dos puntos que –junto con su afán por la preparación teórica- le facilitaron su transición al marxismo: Plejanov –de acuerdo a las ideas de los primeros populistas de las década de los 70s- consideraba que la revolución sólo podía ser resultado de un movimiento de masas; en segundo lugar, como consecuencia de lo anterior, la actividad terrorista, aunque no descartable por completo, debía rechazarse como orientación general porque tendería a absorber a toda la organización desplazando el trabajo entre las masas –cosa que efectivamente sucedió-.
Sin embargo, aún dentro de los marcos “narodnikis”, Plejanov consideraba que las comunas campesinas eran el punto de referencia para la revolución socialista y mantenía el rechazo anarquista a la lucha política, aún cuando insistiera cada vez con mayor fuerza en la necesidad de organizar a los “campesinos de ciudad” (a los obreros fabriles) como un elemento auxiliar de la revolución campesina. Curiosamente, mientras la facción terrorista se hacía más extrema en sus métodos, se ablandaba en su programa: Mijailov, en los debates del congreso de 1879, había aceptado, ante los embates de Plejanov, que el objetivo del terrorismo era arrancar una constitución política. Posteriormente Plejanov reconocerá que los narodnikis, al poner en su bandera mayores libertades y un marco constitucional, fueron la primera organización política revolucionaria en Rusia. En realidad el “liberalismo” de los terroristas era la otra cara de la moneda de su desconfianza ante la capacidad de movilización de las masas.
Tras la escisión de Zemlia i Volia –en el congreso de junio de 1879- Plejanov funda la organización Cherni Peredel (“Reparto Negro”) con la perspectiva del populismo campesino y, por otra parte, la facción terrorista funda Narodnaia Volia. Curiosamente –pues es algo raro en una escisión- ambas organizaciones deciden repartir los fondos en partes iguales.
El terrorismo había sido el producto del callejón sin salida de la táctica “Id al Pueblo”. Los revolucionarios no encontraron eco a sus consignas socialistas entre las comunidades campesinas atrasadas y analfabetas. Si el terrorismo demostrará ser ineficaz, el populismo campesino no lo era menos y la organización de Plejanov no tuvo mayor éxito y sólo sobrevivió unos pocos meses. Sin embargo, Plejanov tenía una cualidad: sabía aprender y valoraba como pocos la teoría. Lee una obra de Orlov que lo llena de angustia pues demuestra la progresiva disolución de las comunas campesinas, dando lugar a elementos capitalistas. Plejanov emigra a Ginebra a inicios de los 80s para evitar la ola de detenciones que se abren tras una serie de atentados narodnikis y entra en contacto con literatura marxista que era casi imposible conseguir en Rusia. Pasará en el exilio los 37 años siguientes.
Lee los periódicos de la socialdemocracia alemana, el Anti-Düring, traduce –en 1882- el Manifiesto Comunista y se convence –finalmente- de la solidez teórica del marxismo y su pertinencia para los revolucionarios rusos. Bujarin –muchos años después- describirá la impresión que le producen las viejas ideas anarquistas a la luz de la teoría marxista –la impresión de Plejanov no fue diferente-: “las teorías de los socialistas revolucionarios me parecían una especie de papilla”.10 No obstante Plejanov es, en esos años de reacción, casi un profeta en el desierto. Incluso el puñado de camaradas que le siguen –no pasan de cinco- casi se ven arrastrados por el terrorismo cuando, en marzo de 1881, es asesinado el zar. Todo los exiliados festejan. La falta de dinero fue lo único que impidió a Deutsch regresar a Rusia para unirse a los terroristas. Vera Zasulich, pareja de aquél, era de la misma opinión y Axelrod desde Zurich escribe artículos favorables a los narodnikis. Plejanov describió el estado de ánimo de sus amigos con la siguiente frase: “Al margen de todo lo que podamos discutir, unámonos con Naródnaia Volia a toda costa”.11 Esto era algo que Plejanov no podía tolerar.
Plejanov fue, en aquella época, como una gran roca teórica en la que un puñado de militantes se aferraron para evitar el naufragio. Sin esta tenacidad el surgimiento del bolchevismo hubiera sido imposible. Plejanov insistió en la necesidad de la formación teórica y llegó con sus camaradas a una especie de compromiso: Plejanov colaboraría en algunas publicaciones narodnikis pero Deutsch y Zasúlich debían estudiar seriamente el marxismo… “gradualmente empezaron a adoptar los puntos de vista del marxismo”.12
Escribe en 1883 su primera obra marxista: “El Socialismo y la Lucha Política”. Originalmente iba a publicarse en un periódico de unificación de Narodnaia Volia y Cherni Peredel pero las diferencias hacen que naufrague el intento. El inexistente levantamiento popular que supuestamente ocurriría con el asesinato del zar –ni tan siquiera sucedió la promulgación de una Constitución- agudizó la decadencia política de la dirección de Narodnaia, Tijomírov –líder de la organización- afirmó que las tarea siguiente del movimiento consistía en la toma del poder por parte de un pequeño grupo de hombres decididos: era el retorno al blanquismo más crudo. Ante el fracaso de la unificación un pequeño grupo de cinco personas fundan en septiembre de 1883 el Grupo Emancipación del Trabajo Ruso: Plejanov, Axelrod, Vera Zasúlich, Lev Deutsh y Vasily Nikolaevich.
En “El Socialismo y la Lucha política” Plejanov explica que las comunidades campesinas no pueden servir de punto de partida para el comunismo moderno, que es necesario construir un Partido de los trabajadores y adoptar la lucha política en base a la movilización del pueblo y la lucha de clases del proletariado. Plejanov no se pronuncia abiertamente contra la táctica terrorista pues espera atraer con la solidez de sus argumentos a los sectores avanzados de los narodnikis. Plejanov- como viejo militante de la organización narodniki- no omitió rendir tributo a la organización populista: “[…] las divergencias particulares con determinados grupos socialistas no disminuyen en absoluto mi respeto hacia los que luchan sinceramente por la emancipación del pueblo”.13 Poco después escribe “Nuestras Diferencias” en donde pulveriza los puntos de vista populistas.
A decir verdad, estos escritos dejan lagunas importantes cuya resolución será el punto de quiebre político entre bolcheviques y mencheviques: si es verdad que el movimiento revolucionario no puede prescindir de las demandas democráticas para movilizar al pueblo, si es verdad que las tareas inmediatas de la revolución se enmarcan en la lucha contra el absolutismo feudal, ¿cuál es la clase social a la que le corresponde la hegemonía política? Plejanov estaba de acuerdo en que los trabajadores debían organizarse de forma independiente para impulsar la revolución, para presionar a los liberales con demandas cada vez más radicales –tal como Marx había recomendado en la ola revolucionaria de 1848-, pero no quedaba claro el tema de la dirección política del proceso. Con todo y sus ambigüedades, por el momento, el aporte de Plejanov era suficiente y fue toda una revelación pionera.
La influencia de estos escritos de la emigración fue mucho más poderosa que lo que se podía juzgar por el pequeño número y pequeñas fuerzas del Grupo Emancipación del Trabajo. Es el poder de las ideas en un terreno fértil. En torno a estos textos que llegaban a Rusia de forma clandestina cristalizaban los primeros grupos socialdemócratas. “Ya en la década de 1890, el Grupo empezó a disfrutar de una enorme autoridad ante ojos de un creciente número de jóvenes marxistas, y el nombre de Plejanov era conocido en cada círculo de propaganda en la clandestinidad y en cada comisaría de la policía”.14 Tan pronto como en 1884 surge en San Petersburgo el primer círculo marxista.15 Poco después, en Kazán, Fedoseyév organiza a un grupo de estudiantes que influyen en el círculo al que se integrará un Lenin en proceso de formación. Cuando en 1893 Lenin se incorpora en pleno a la lucha revolucionaria lo hará bajo la bandera del Grupo Emancipación del Trabajo y bajo la sombra poderosa del titán teórico Plejanov y cuando viaja por vez primera al extranjero –en 1895- lo hace, sobre todo, para entrar en contacto con el legendario grupo.
Continuará…
1Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 21.
2 Robert Payne, Vida y muerte de Lenin, en Grandes Biografías del Reader”s Digest, Madrid, 1970, p. 38.
3 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 16.
“Marx no tuvo mejor lector [que Lenin], más atento y fiel, ni mejor discípulo, más perspicaz y agradecido”.[Trotsky]
Casi al tiempo que Alejandro es ejecutado, Vladimir Ilich (Lenin) concluye sus estudios en el Liceo de Simbirsk, igual que su hermano, con medalla de oro –no fue incluido en el cuadro de honor para no premiar al hermano de un “criminal”-. Mientras tanto, Ana –hermana mayor de Lenin- es puesta, por disposición oficial, bajo confinamiento en la casa de sus familiares maternos en Kokúshkino, poblado cercano a Kazán. El director del Liceo, Fiodor Kerensky, intercede ante el gobierno para que Vladimir pueda presentar los exámenes para graduarse. El director es leal al zar pero trata de ser justo con el mejor estudiante de su generación. Ironías de la historia, Fiodor es el padre del futuro Alexander Kerensky, quien será derrocado por los bolcheviques.
Tras su expulsión de la universidad comienza un dilatado periodo de 6 años de “incubación”- en Kokúshkino, Kazán, Samara- donde Vladimir se convertirá en Lenin. Es cierto que a lo largo de su vida utilizará uno 148 pseudónimos y “Lenin” –derivado del río Lena- no lo usará por vez primero sino hasta 1901 -en una carta a Plejanov-, pero en cuanto a la formación del revolucionario “Lenin” –como marxista consumado- surge en este periodo. Como todo proceso de gestación, el desarrollo es lento, contradictorio y 1mayormente subterráneo. Las condiciones de semireclusión y disposición de tiempo libre le brindarán al joven un espacio propicio para el estudio y para la profunda reflexión, mientras que el periodo de reacción política impedirá que sus acercamientos iniciales a los focos narodnikis sobrepasen el límite de los pequeños círculos de propaganda (cierto es también que la ejecución del hermano hace que Vladimir sea más reflexivo y cuidadoso antes de comprometerse a fondo) pero –al mismo tiempo- la decadencia del movimiento populista se produce en un ambiente donde el movimiento obrero comienza a levantar cabeza en las pequeñas pero significativas huelgas de inicios de los años 80s. A finales de 1885 estalla, por ejemplo, una importante huelga en la fábrica Nikolskoye que arranca al gobierno una ley que limita el monto de las multas a los trabajadores.2 El giro al marxismo afecta, a inicios de los 90s, a un sector de la intelectualidad radical pero lo hace de forma ecléctica sin fronteras claras con el viejo populismo. En Vladimir este proceso no implica aún la ruptura con la herencia del hermano.
En octubre de 1887 Vladimir ingresa a la Universidad de Kazán para estudiar derecho. Pero a los pocos meses es expulsado por aparecer en primera fila, con los puños apretados, en una manifestación estudiantil contra la represión policial. No participa realmente como organizador –como afirman las biografías estalinistas- pero de entre los 37 estudiantes expulsados por el evento casi todos son readmitidos, excepto Vladimir sobre quien pesa la sombra del hermano. Son 6 meses de retiro forzado en Kokúshkino donde Vladimir lee de forma desordenada pero voraz la literatura progresista del librero del abuelo Blank, más lo que puede procurarse en la biblioteca pública de Kazán. Vladimir intenta continuar sus estudios pero todas las peticiones para permitir su reingreso a la universidad o para ir a estudiar al extranjero son denegadas sistemáticamente. Por lo menos, en octubre de 1888, la familia obtiene el permiso para mudarse a Kazán donde permanecerán hasta 1893. Son años de monotonía pero cruciales: son los años donde Vladimir estudia a Marx.
En Kazán Vladimir se integra a un círculo de Nardonaia Volia. Esto demuestra la afinidad que aún profesa para las ideas terroristas de su hermano. El círculo de Kazán está bajo la influencia del joven marxista Nicolás Fedoseev quien, apenas un año mayor que Vladimir, había hecho suyas las posturas del grupo Emancipación del Trabajo de Plejanov, a través del famoso ensayo “Nuestras Diferencias”. Pero en aquella época entre dos aguas –la del populismo y la socialdemocracia- los populistas rusos –creyentes en una vía campesina, propiamente rusa, al socialismo- reivindicaban a Marx a su manera –aunque sólo fuera por el hecho de que Marx condenara al capitalismo y, con esto según ellos, la vida en “occidente”- y, por otra parte, la mayoría de los marxistas socialdemócratas –sin excluir a Plejanov en su primera etapa- no rechazaban públicamente la heroica tradición terrorista.
Es aquí donde Lenin se encuentra con Marx por vez primera. Aunque Alejandro había llevado a casa el Tomo I de El Capital en aquel último verano que estuvo con la familia, el autor de este libro –si acaso el adolescente apolítico Vladimir se percató de su existencia- no salía de “ese limbo de indiferencia en donde reposan tantos nombres humanos”.3 Según Radek fue en el círculo de Narodnaia Volia de Kazán donde Lenin “por primera, vez, oyó hablar de Marx. El que hablaba era el estudiante Mandelstamm, futuro cadete, y desarrollaba las ideas del grupo Emancipación del Trabajo. Como a través de una bruma distinguió Ilich una potente teoría revolucionaria. Se procuró el primer tomo de El Capital, que le develó el mundo exterior”.4 Lenin –dice Trotsky- “[…] se incorporó a la universidad clandestina de Marx. ¡Y qué estudiante! El biógrafo daría mucho por contemplar, a través de la ranura, al joven Lenin en un rincón de la cocina de la casita de Kazán, sumergido en el primer capítulo de El Capital”.5 Sin embargo el joven Lenin aún no extrae todas las conclusiones políticas de ese libro y notablemente evita trabar relaciones personales con Fedoseev –según Trotsky- porque no se desprende todavía de su adhesión por las tácticas terroristas mientras que Fedoseev se encuentra entre los primeros marxistas rusos en hacerlo explícitamente. En otras palabras, Fedoseev lleva la delantera y el joven Lenin no quiere exponerse antes de estar preparado para la batalla teórica.
Un evento fortuito –el azar juega un papel en la historia- le da un tiempo más de gracia a Lenin en su periodo de incubación política. En 1989 la madre vende la casa de Simbirsk y compra una finca mediana en el pueblo de Alakaievka –cerca de Samara- en donde intenta convertir a Lenin en pequeño terrateniente. Justo en ese momento Fedosseiev y su círculo en Kazán son detenidos. El pionero y valiente marxista es condenado a 10 años de prisión y se suicida en la cárcel a los 27 años de edad. Más tarde Lenin afirmó: “Creo que hubiera podido ser arrestado fácilmente si me hubiese quedado en Kazán ese verano”.6 Mientras tanto, Lenin lee debajo de un tilo desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde, nada en el estanque y se ejercita con la barra (“reck”); curiosamente gusta de observar los números circenses de “alterofilia”. ¡Difícil imaginar a un Lenin fisicoculturista pero es cierto que estaba interesado en el tema!
Esta es su vida, de características nada románticas, desde 1888 a 1893. Si bien es verdad que Lenin participa ya en círculos radicales –y lee con dedicación El Capital-, su compromiso político aún no es definido ni definitivo. En verdad Vladimir intenta convertirse en pequeño terrateniente. Pero en una aldea miserable la única manera de explotar una finca modesta es por medio de la explotación brutal del campesinado. Lenin refiriéndose a este periodo relató “mi madre quería que en la aldea me dedicara a la agricultura. Empecé, pero vi que no era posible continuar, pues las relaciones con los campesinos se hacían anormales”.7 Lo que quiere decir que Lenin no quiso ni pudo convertirse en explotador. Las biografías estalinistas tratarán de ocultar este intento por convertirse en pequeño latifundista.
En octubre la familia se muda a Samara donde hay una comunidad de exiliados populistas. Vladimir asiste a los debates pero sobre todo escucha, pregunta y aprende. “Este joven –dice Trotsky- poseía la más rara de las cualidades: sabía escuchar. Todo lo que se refería a la lucha revolucionaria le interesaba: las ideas, las personas, los procedimientos conspirativos, la técnica de acción clandestina, los pasaportes falsos, el régimen penitenciario, los procesos ante los tribunales, las condiciones de la deportación y de las evasiones”.8 Mientras un oficial de policía visita su casa para asegurarse que el joven y la hermana no se salieran del caudal, lee Miseria de la Filosofía y el Antidüring e imparte clases privadas de latín, lengua y literatura. La mirada de un policía no puede prever, ni menos detener, los procesos subterráneos que se dan en la mente de un revolucionario en formación.
Juega ajedrez en el club de Samara. Lenin es implacable como ajedrecista lo mismo que lo será en política: “La observación de las reglas del juego era para él un elemento constitutivo del placer mismo del juego. La incomprensión y la negligencia deben castigarse, y no ser premiadas. El juego es una repetición de la lucha y en la lucha no se permite retractarse”. Entabla un duelo por correspondencia con Jardín, un abogado liberal que lo contratará como pasante tres años más tarde, en un muy breve ejercicio como jurista. “A Vladimir le pareció que con su última jugada había llevado a su adversario a una situación sin salida [….] Jardín replicó con una jugada tan inesperada que Vladimir cayó en una estupefacción que, después de cuidadoso análisis, se tradujo en una exclamación respetuosa: ““¡Caramba, qué jugador, es una potencia del infierno!”” siempre descubría la fuerza de otro, aun la del adversario, con satisfacción estética”.9 Cuando, más adelante, se integra de lleno a la actividad revolucionaria y se percata que el ajedrez le consume mucho tiempo lo abandonará. “El ajedrez absorbe todo el tiempo, es un obstáculo para el trabajo”.10 Así hará con todo aquello que a su juicio lo distrae de su tarea principal; esa suerte correrá el patinaje, el latín y otros pasatiempos. Ya sólo jugará el ajedrez de forma esporádica y de mala gana. Pero, digámoslo de pasada, la economía planificada que el Partido de Lenin impulsará con la Revolución de Octubre catapultará, entre otras muchas cosas, al ajedrez a niveles sin precedentes.
Los intentos por reingresar a la universidad continúan. No se ahorra, como estratagema, los chantajes maternales: María Alexandrovna escribe al ministro en 1890 que la existencia sin objetivo de su hijo: “debía, casi inevitablemente, conducirlo, incluso, al suicidio”.11 ¡Era claro que Vladimir no tenía temperamento suicida pero valía la pena intentarlo! Por fin, en mayo de 1890 las autoridades aceptan que Vladimir estudie derecho por la libre. Increíblemente logrará ser el primero entre 134 estudiantes, en apenas 11 meses, en un examen que realiza en San Petersburgo en 1891 sobre catorce engorrosas asignaturas–sin ningún tipo de apoyo más que la biblioteca de Kazán-, cuando una certificación aprobatoria les toma a los alumnos regulares un mínimo de 4 años de carrera. Vladimir desarrolló una implacable metodología de trabajo que tomó y desarrolló de su hermano y de su padre. Así, por ejemplo, aprendía una nueva lengua: “Hay que romperle los riñones desde el principio” (frase suprimida en la edición soviética de estos recuerdos). “Es necesario aprender todos los nombres, luego todos los verbos, todos los adjetivos, todos los adverbios y a continuación, todas las demás palabras, la etimología, los rudimentos de la sintaxis…y luego…practicar mucho la lengua”.12 De esta forma Lenin domina el alemán, francés e inglés. Su hermana Olga muere de tifus en mayo de 1891, exactamente cuatro años después de la ejecución de Alejandro. Vladimir la visita a diario en el hospital y aún así realiza la hazaña en los exámenes universitarios de la misma manera que había sido el primero en el Liceo en medio del dolor de la muerte de su hermano.
Lenin obtiene la licencia para ejercer en julio de 1892 e intenta ganarse la vida por medio de un título que le había costado tanto esfuerzo. Ejerce como ayudante en el despacho jurídico de su rival en ajedrez, el abogado Jardín quien era liberal pero no hostil a las ideas marxistas. Las biografías estalinistas presentan a un joven abogado infalible, que ganó todas sus causas. Pero en realidad Lenin interviene en 10 procesos judiciales ¡y los pierde todos excepto uno! Es difícil saber hasta qué punto se debía a su inexperiencia o al hecho objetivo que la defensa por pequeños robos de campesinos, obreros y pequeños propietarios -frente a demandas de personas influyentes- era simplemente una casusa casi perdida en un régimen como el zarista.
Pero el joven Lenin –quien según sus propios testimonios había sido ligeramente infectado por el marxismo en este periodo- se convencerá en esos días de que no existe mejor defensa de los oprimidos que la lucha colectiva y su compromiso con el marxismo, en estado líquido, se solidificará como roca volcánica. Un evento contribuyó a lanzarlo de manera definitiva al camino del revolucionario profesional, cristalizando un largo proceso de incubación. En 1891 se desata una hambruna provocada por una ola de calor que golpea a un campesinado sometido, por las condiciones económicas y políticas, a arañar la tierra sin medios técnicos de ningún tipo. El hambre provoca agitación política. Los liberales se orientan a las tareas de beneficencia pública y filantropía burguesa. Las circunstancias exigen un posicionamiento político. Si bien la familia de Lenin participa en las labores de ayuda, el joven Vladimir, junto a un pequeño grupo de marxistas “se pronuncian, no por cierto contra los socorros a los hambrientos, sino contra ilusiones tales como la de que era posible agotar, con la cuchara de la filantropía, el mar de indigencia”.13 Ahora el joven Vladimir ya no sólo escucha en los debates entre los populistas, ahora desenvaina la espada y rebate de forma implacable y con lógica apabullante, pues está convencido de que tiene la razón y del poder de las ideas marxistas que acaban de ganarle. Mientras hasta hace poco no se había atrevido a pronunciarse resueltamente contra las románticas ideas populistas, ahora le repele la falta de rigor teórico, el voluntarismo y el sentimentalismo –tan dado a sustituir la ciencia por el teatro y la poesía- que caracterizan al populismo de ayer y de hoy. Se declara abiertamente a favor del Grupo Emancipación del Trabajo y de los escritos de Plejanov que ya ha leído, donde se señala que la revolución debe ser obrera o no será.
Fue en 1893 donde comienza su actividad política como ocupación principal y sin retorno. Aunque habrá mucho camino por delante –y el sobrenombre de Lenin no lo usará sino hasta 1901- es justo decir que Lenin surge en ese año –como dice Trotsky- armado de pies a cabeza, listo para crear el instrumento –el Partido- capaz de llevar adelante la acción revolucionaria más radical en la historia de la humanidad. Y es así que el propio Lenin, en los futuros formularios del Partido, pone 1893 como año de inicio de su labor revolucionaria, refutando de plano el mito de las biografías estalinistas en las que Lenin siempre fue Lenin.
Continuará…
1 Jean Jacques Marie, Lenin, POSI, Madrid, n/d, p. 57.
2 Alan Woods, Bolchevismo, el camino a la revolución, México, Fundación Federico Engels, 2004, p. 60.
3 Trotsky, La juventud de Lenin, en Lenin, Argentina, CEIP, 2009, p. 140.