La UAEH y su irresponsabilidad ante la pandemia
El rector de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Adolfo Pontigo Loyola, informó mediante un comunicado que las actividades académicas van a seguir con normalidad hasta que el ciclo escolar concluya, dando a entender que este ciclo escolar va a terminar de manera virtual el 30 de mayo, en la que se suspenderá el periodo vacacional.
Esto genera varias problemáticas, siendo consecuencia de una serie de irresponsabilidades por parte de la dirección, las cuales son: la falta de calidad en las clases virtuales, programación de exámenes médicos para el proceso de admisión en días en los que la pandemia está en el pico más alto, incertidumbre ante varios temas que quedaron pendientes o explicados de una manera ambigua y también el continuar con la realización de los exámenes de selección de forma presencial.
Empezando por una de las quejas más importantes y recurrentes, la baja calidad de las clases en línea genera un descontento fuerte en la comunidad estudiantil, pues las actividades son reducidas a tareas sin una planificación u objetivo aparente, solamente con la intención de cumplir lo necesario en teoría para poder aprobar el curso y la materia.
A consecuencia de todo esto, la universidad ha decidido dar la oportunidad de descargar algunas materias que sean más esenciales para el tronco común de las carreras que ofrecen, dejando a consideración del alumno si el conocimiento que generó es el optimo para que pase al siguiente semestre.
Está de más decir que todas las medidas que está tomando la universidad se basan en satisfacer las necesidades económicas de la clase a la que sirven y los intereses privados que tiene. El retrasar el ingreso a la universidad o preparatoria y reiniciar el semestre, al darlo como perdido, representaría una perdida abismal de ingresos que se obtienen de los exámenes médicos, pago de las fichas, inscripciones y demás tramites que llegan a ser sumamente costosos si consideramos el carácter público que se supone tiene la universidad.
La solución propuesta por el rector, más que velar por la seguridad de los estudiantes, desnuda la filosofía positivista y conservadora que cimenta la estructura de la institución, con el “amor, orden y progreso” como lema; justifican el exponer descaradamente a la población hidalguense a un sinfín de riesgos que, aún en las fechas establecidas por el calendario escolar, siguen siendo puntos clave para que el virus COVID-19 pueda cobrarse la vida de muchos jóvenes, adultos y ancianos más, si es que no se guardan las medidas sanitarias pertinentes.
El problema no solamente es en contra de los estudiantes y los afecta a ellos, también lo hace a los trabajadores que tendrán que presentarse a laborar para reactivar el ciclo escolar. Maestros, personal de intendencia y trabajadores sociales se verán obligados a romper con la cuarentena para cumplir los trámites necesarios para el correcto funcionamiento de los institutos, siendo una cantidad inmensa de trabajadores los que se necesitan para mantener la gestión de las facultades y exponiendo también su vida, mientras la cúpula más alta de la universidad se encuentra resguardada y deja a la clase trabajadora realizar las tareas requeridas, para simplemente embolsarse las cuotas que sacan de los alumnos.
Pero todo esto no es casualidad, recordemos que la universidad ya ha realizado acciones similares en el pasado con el objetivo de defenderse económica y legalmente a costa de los alumnos, a los que ve como simple carne de cañón que puede usar a su antojo; convocándolos a marchas obligatorias en contra de auditorias fiscales y exagerando las consecuencias de esto mismo (aumento en la colegiatura, monetización del transporte escolar, cuotas para laboratorios) pero a su vez reprimiendo cuando estas protestas se interponen a sus intereses de clase. Citamos algunos ejemplos: el incidente que sucedió en la Escuela Superior de Apan, al no permitir la realización de una actividad en apoyo al Comité de Lucha Universitaria de Hidalgo (CLUH), el constante acoso a estudiantes del ICEA, ICBI e ICSA, las represalias que tuvo contra la Coordinadora Estudiantil y el privar a los alumnos de su libertad de manifestarse en concentraciones como la marcha por los 43 normalistas de Ayotzinapa, la marcha “Todxs volvemos a casa” y marchas en contra del Tuzobus.
Si la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo no vela por los derechos estudiantiles, mucho menos va a velar por su seguridad y salud. La brecha de clases acentuada por los esclavos del capital se hace cada vez más notoria y las masas estudiantiles están empezando a resentirla. Los movimientos estudiantiles en Hidalgo cada día van tomando más fuerza y con esta fuerza viene impregnada una conciencia de clases que parecía hasta el momento dormida en las masas estudiantiles hidalguenses. Cabe destacar que estos movimientos han conservado su carácter proletario y anticapitalista, poniendo como primer enemigo al capital y entendiendo a los burócratas universitarios como simples títeres sin vida guiados por mantener su clase como la dominante y prevalecer así.