El día de ayer, fuentes oficiales denunciaron un intento de magnicidio. Jorge Rodríguez, actual ministro de información aclaró que se trataba de drones con carga explosiva que se dirigían al presidente. Todo esto, mientras se trasmitía en cadena de radio y televisión un acto en conmemoración del 81 aniversario de la Guardia Nacional.
La versión oficial de los hechos es que se trataría de varios drones cargados con explosivos, los cuales habrían sido derribados por francotiradores, frustrando así el atentado.
Por su parte, entre miembros de la oposición se siguen demostrando profundas divisiones. Por un lado, hay quienes señalan que se trata de un “plan del G2 cubano” para desviar la atención del conflicto social inminente y para iniciar una ola de persecuciones a lo interno, por otro, señalan que se trató de un atentado desde dentro de las fuerzas armadas, operación cuyo comunicado fue leído por la periodista venezolana Patricia Poleo desde los EE.UU y que se denominaría “Fénix”.
Maduro, quién salió ileso del atentado, acusa a la derecha venezolana, al imperialismo norteamericano, a la oligarquía colombiana y a la derecha “mayamera” de planificar el hecho en el que además resultaron varios oficiales heridos.
Desde la Corriente Marxista, rechazamos categóricamente el atentado fallido contra Maduro. Cualquier golpe militar sería catastrófico para la clase obrera que se vería frente a un estado de excepción en el cual sus luchas serían aplastadas sangrientamente por un gobierno de “transición democrática” como el que se intentó imponer en 2002. Es obvio que tanto desde Bogotá, como desde Miami y Washington han estado complotando desde hace veinte años, y en el último ,sin embargo, el hecho de que a estas alturas todavía hayan complots militares responde al hecho de que la revolución no se completó el el aparato del Estado sigue siendo en su esencia burgués.
El atentado, viene a confirmar nuestro análisis de la situación, y uno de los escenarios que discutimos en nuestro VII congreso, como señalamos en nuestra página el 31 de julio:
“La inminente situación de inestabilidad política y social que nos espera, creará condiciones inéditas para que un sector de la oficialidad militar decida emprender un golpe de estado”1
La oposición ya ha demostrado su total incapacidad de conducir a las masas, sus profundas divisiones y su desmoralización, a lo que se suma su programa entreguista, no son alternativa para las masas trabajadoras, es por ello que recurre a conspiraciones con sectores reaccionarios dentro de las Fuerzas Armadas para promover una salida rápida del gobierno, sea a través de un golpe o por medio de actos terroristas como el magnicidio. Por su parte, el gobierno sólo ha logrado darle larga a la crisis, implementando políticas de liberalización de la economía para intentar congraciarse con los sectores empresariales, descargando el peso de la misma sobre los trabajadores.
Como vemos, ante la ausencia de alternativas de masas que logren movilizar el descontento popular, no faltarán aventureros que, desde dentro y fuera de las Fuerzas Armadas, intenten tomar el poder por cualquier medio para poner “orden” en la situación, mientras combaten a la izquierda chavista y se apoyan en la “comunidad internacional”, es decir, en el imperialismo y sus lacayos.
Para los marxistas, no hay tiempo que perder. Este atentado es una advertencia que demuestra el retraso que tienen las fuerzas socialistas en la construcción de una verdadera alternativa revolucionaria y el alto grado de inestabilidad de la situación. No se puede descartar un estallido social, así como tampoco la continuación de conspiraciones a lo interno de las FF.AA. ante la ausencia de organizaciones políticas fuertes.
Nosotros, rechazamos contundentemente las vías aventureras que de espaldas al pueblo pretenden hacerse con el poder para beneficio de los sectores burgueses pro-imperialistas. En Venezuela, lo que hace falta es una dirección revolucionaria que sea capaz de conducir a las masas al poder y llevar a cabo una revolución socialista, expropiando a la burguesía y a los terratenientes, y liquidando el Estado burgués. Las condiciones objetivas se pudren de maduras, la conciencia del pueblo ha sido demostrada en diversas oportunidades. No tenemos excusas, o nos organizamos y tomamos el poder nosotros, o lo hará la derecha por las vías que ha venido ensayando.
Para salir de la crisis, ¡construir una alternativa revolucionaria!
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Notas
1.- Romero, L. (2018). La lucha de clases en Venezuela: perspectivas para la revolución bolivariana – Lucha de Clases. Retrieved August 5, 2018, from https://luchadeclases.org.ve/?p=6439
El agravamiento de la crisis económica está haciendo que la vida se torne insoportable para los trabajadores en Venezuela. La destrucción del poder adquisitivo de los salarios se ha combinado con el colapso de toda la infraestructura básica (agua, electricidad y transporte público). Los trabajadores en diferentes sectores han comenzado a organizarse y protestar, exigiendo salarios más altos; mientras los campesinos luchan contra los intentos de destruir la revolución agraria de Chávez.
He visitado Venezuela cada año por los últimos 15 años, y en mi visita más reciente, el pasado mes de junio, quedé golpeado por el severo y agudo deterioro de las condiciones de vida.
La crisis económica en Venezuela entró en su cuarto año y, en lugar de mitigarse, está empeorando. La hiperinflación ha destruido el poder adquisitivo de los salarios -hasta el punto de que el nivel actual del salario mínimo, después de que el gobierno lo aumentó en junio a 5 millones de bolívares mensuales-, apenas puede comprar un kilo de carne, un pollo completo, o un poco más que un cartón de 30 huevos.
La escasez de billetes obliga a muchos trabajadores a pasar largas horas haciendo cola en las sucursales bancarias y en los cajeros con el fin de retirar la cantidad de dinero necesaria para pagar el transporte. Los propietarios de los autobuses que operan en las líneas regulares están exigiendo aumentos de tarifas abruptas para cubrir los precios exorbitantes de repuestos, cauchos, aceite de motor, etc. El gobierno ha permitido algunos aumentos, pero los propietarios de autobuses los consideran insuficientes, y han recurrido a negarse a operar o hacerlo sólo como “piratas”: deteniéndose fuera de las paradas reguladas y cobrando a los clientes precios mucho más altos. Los propietarios de camiones ahora han comenzado a reemplazar los autobuses como un medio de transporte público. Estos camiones abiertos no son seguros para el transporte de pasajeros y ya han causado varios accidentes.
Colapso de la infraestructura
La gente tiene que hacer cola durante largas horas antes de poder acceder a cualquier forma de transporte. En los barrios de los cerros de Caracas, el transporte casi ha desaparecido y la gente tiene que subir y bajar por las laderas empinadas que separan sus casas de las estaciones de metro. El Metro es casi la única forma de transporte que funciona, y desde agosto del año pasado se ha vuelto gratis, ya que los boletos cuestan más imprimirlos, que la tarifa que representan, así como el hecho de que ya no había monedas ni billetes de denominaciones suficientemente bajas para pagar las tarifas (que no habían aumentado con la inflación).
Sin embargo, ahora se supone que el Metro debe hacer frente al transporte de muchos más pasajeros que ya no pueden usar los autobuses, porque no pueden acceder al dinero en efectivo o porque los autobuses no están en funcionamiento. El sistema Metro también se ha visto afectado por la falta de mantenimiento, la mala administración, la falta de repuestos, el ausentismo laboral, etc. Los trenes son mucho menos frecuentes y se detienen durante largos períodos en cada estación, y como resultado están insoportablemente abarrotados.
Grandes partes del país, incluida la capital, Caracas, ahora sufren cortes regulares de agua, algunas áreas solo reciben agua corriente una o dos veces por semana, y en algunos casos cada 10 días. Los cortes de electricidad también son frecuentes, y en lugares como Maracaibo han provocado protestas callejeras ya que las personas no pueden soportar el calor y la descomposición de los alimentos en sus congeladores y refrigeradores. Las razones principales de este colapso en la infraestructura son la corrupción, la mala gestión y la falta de mantenimiento, recursos y trabajadores.
La hiperinflación también está deteniendo lentamente a toda la economía. Muchos trabajadores todavía están empleados en fábricas donde no se produce nada. A veces van a trabajar, sólo para mantener ése ingreso, pero únicamente por unas pocas horas, luego pasan el resto del día persiguiendo dinero en efectivo, comida o tal vez haciendo algunos negocios en el sector informal para complementar sus salarios, que ya no les permiten alimentar a sus familias.
Una camarada que labora en una imprenta dijo que no habían recibido ningún pedido durante seis meses. Las plantas de ensamblaje de automóviles en Carabobo no han ensamblado una sola unidad desde diciembre de 2016. Las empresas han ofrecido paquetes de despido de trabajadores (“cajita feliz”) y muchos, desesperados, los han tomado, aunque la cantidad que reciben en Bolívares pierde su valor en solo unos pocos meses.
En estas condiciones, muchos se han visto obligados a emigrar. Aunque las cifras están en disputa, estamos hablando de millones (quizás de 2 a 4 millones) que han abandonado Venezuela en los últimos años. Un fenómeno que originalmente afectaba principalmente a las capas medias y profesionales ahora se está extendiendo a las familias de clase trabajadora, que venden todos sus bienes a fin de enviar a uno o más miembros de la unidad familiar al extranjero para ganarse la vida y enviar unos dólares en remesas. Mientras que las clases medias se van en avión y van a Europa, Estados Unidos o Argentina, la clase trabajadora se va por tierra a través de Colombia hacia Perú, Bolivia o Chile. Allí enfrentan condiciones de explotación horribles, pero al menos pueden enviar quizás 50 dólares al mes de regreso a su país, lo que brinda un alivio bien recibido en un momento en que el salario mínimo equivale a aproximadamente US $ 1,50 en el mercado negro.
La cantidad de trabajadores que emigran está teniendo un impacto en muchas instituciones públicas, incluidas Corpoelec (electricidad), CANTV (telecomunicaciones), Movilnet (teléfonos móviles e Internet), etc., que se suma al colapso de la infraestructura. Incluso en la fábrica textil Heroínas de Aragua, ocupada y bajo control de sus trabajadoras, tres trabajadoras habían abandonado el país, de una fuerza de trabajo de menos de 50.
La crisis económica también está destruyendo una de las conquistas de la revolución: la educación universitaria gratuita. Tanto los maestros como los estudiantes están abandonando las universidades en grandes cantidades, ya que el poder adquisitivo de los salarios se ha destruido y los estudiantes se ven obligados a ganarse la vida para ayudar a sus familias o se sienten obligados a emigrar. En el Colegio Universitario de Caracas, compañeros me dijeron que en algunas carreras hasta el 80 por ciento de los estudiantes abandonaron sus cursos, antes de concluir el año lectivo.
Esto a pesar del hecho de que la universidad ofrece a los estudiantes tres comidas gratis por día. Aun así, para muchos estudiantes que provienen de familias de clase trabajadora en Los Valles del Tuy, no vale la pena continuar sus estudios ya que ni siquiera pueden obtener el efectivo necesario para pagar el transporte. Un camarada de la UCV dijo que 1,500 estudiantes han abandonado sus cursos este semestre solo en su facultad. La situación es similar en instituciones bolivarianas como la UBV, UNEFA y otras.
Las remesas de los migrantes venezolanos que trabajan en otros países proporcionan una de las válvulas de escape, que hasta ahora han impedido una explosión social. Se calcula que las remesas ascendieron a un total de US $ 2.000mn el año pasado y aumentarán a US $ 6.000mn este año.
La otra válvula de escape es proporcionada por el CLAP: paquetes de alimentos subsidiados vendidos por el gobierno. Estos se proporcionan una vez al mes o, en algunas áreas, cada 20 o 15 días, y contienen una cantidad de alimentos básicos (arroz, pasta, harina de maíz, aceite, etc.). Los productos en las cajas CLAP son principalmente importados (de México, Colombia, Turquía, etc.), lo que agrava el agotamiento de las reservas internacionales del país. El gobierno también implementó una política de bonos, que se pagan periódicamente a millones de familias para complementar salarios con los que no se puede vivir. Estos también se pagan imprimiendo dinero inorgánico.
También se debe subrayar el hecho de que a través de Misión Vivienda, la Revolución Bolivariana ha proporcionado 3 millones de hogares a familias de clase obrera que en general no pagan alquiler. El porcentaje de los salarios invertido en alimentos ha aumentado a casi el 100 por ciento: las personas casi se han dado por vencidas a satisfacer pequeños lujos como comprar ropa nueva, zapatos o salir a tomar algo. Además, cuando los trabajadores reciben sus salarios, tienen que gastar inmediatamente la cantidad total, generalmente comprando alimentos, ya que el dinero perderá su valor en cuestión de días o semanas.
Además de todas estas dificultades, el sistema de salud pública también se ha visto severamente afectado por la crisis. Los medicamentos son muy difíciles de encontrar y, cuando están disponibles, son muy caros. Si se tiene la desgracia de terminar en el hospital, debe proporcionarse su propio medicamento y, en muchos casos, también pagar los materiales e insumos médicos. La crisis no sólo está afectando a los hospitales, sino también a la Misión Barrio Adentro, una de las conquistas de la revolución.
La lucha de clases en el campo
En el campo, hay una ofensiva coordinada para desmantelar los “logros” de la reforma agraria que se llevó a cabo bajo Chávez con la expropiación de grandes extensiones de tierra, que fueron entregadas a las comunas campesinas. Los capitalistas terratenientes compran a los jueces locales, a los funcionarios del Instituto de Reforma Agraria (INTI) y a los oficiales de la Guardia Nacional para desalojar violentamente a los colectivos campesinos de las tierras que les habían sido otorgadas legalmente por el INTI. En algunos casos, los campesinos han sido arrestados por la Guardia Nacional, en otros amenazados o asesinados por matones contratados por los terratenientes (sicarios), que en algunos casos están conectados a la burocracia estatal y en otros a la oposición reaccionaria.
Los peores casos de esta contraofensiva, que los activistas revolucionarios describen como una “restauración del latifundio”, tienen lugar en la región al sur del lago de Maracaibo, pero también se encuentran ejemplos en Barinas, Apure, Yaracuy, Portuguesa, etc. A pesar de las solemnes promesas del presidente Maduro durante la campaña electoral, de que estos ataques a las tierras recuperadas por los campesinos iban a cesar, han continuado.
La guerra de baja intensidad contra la Comuna El Maizal es parte de esta contraofensiva. Recientemente, la burocracia de la empresa estatal Agropatria (dirigida por oficiales militares) les negó las semillas y el fertilizante necesarios para el ciclo de siembra. Cuando intentaron adquirirlos en el mercado negro (que se suministra directamente desde Agropatria), ¡fueron arrestados brevemente por cargos de compras ilegales! El movimiento campesino respondió tomando las instalaciones de Agropatria, exigiendo soluciones.
Otro ejemplo de cómo la burocracia, la corrupción y la mala gestión amenazan las conquistas de la revolución, es el caso de la granja de cerdos “Porcinos del Alba”, en el Estado Lara. La granja fue abandonada por el gerente designado por el Estado y los cerdos estaban muriendo. Recientemente los comuneros de El Maizal decidieron ocuparla y ponerla a producir ellos mismos.
Reacción
Toda esta situación se ha vuelto insoportable. El gobierno prometió medidas para lidiar con la guerra económica antes de las elecciones a la Asamblea Constituyente hace un año, pero no se ha hecho nada. Maduro prometió restablecer la “prosperidad económica” si ganaba las elecciones presidenciales del 20 de mayo, pero una vez más, nada ha sucedido realmente y las condiciones para los trabajadores han continuado deteriorándose.
Recientemente, el gobierno propuso la idea de negociar los precios de 50 productos alimenticios básicos con los capitalistas. Se prometió un anuncio pero nunca llegó. Está claro que los productores no aceptarán ninguna forma de control de precios en una situación de hiperinflación aguda. No tiene absolutamente ningún sentido comercial para ellos.
En las últimas dos semanas, un creciente número de intelectuales de izquierda chavistas han publicado artículos muy críticos, reprendiendo la inacción del gobierno en el campo económico y advirtiendo de la creciente rabia que se está acumulando entre las masas bolivarianas.
Los trabajadores y campesinos están cada vez más impacientes y están empezando a tomar las calles. La Plataforma de Lucha Campesina ha organizado una marcha a pie hasta la capital bajo el nombre de “la Marcha Campesina Admirable”, en defensa del “legado agrario de Chávez” y en contra del “sicariato” (asesinato selectivo de activistas campesinos).
Las enfermeras de hospitales a lo largo de todo el país han estado protestando durante semanas, algunas de ellas en huelga, otras sosteniendo piquetes fuera de los hospitales. Sus demandas se pueden resumir en lo siguiente: “queremos un salario decente, no queremos emigrar”. Cuando el gobierno les ofreció una entrega más regular de las cajas de CLAP y les pidió que hicieran sacrificios, respondieron que no querían caridad sino salarios con los que puedan vivir, y que harían sacrificios si pudieran ver a altos funcionarios y ministros del Estado sufriendo las mismas condiciones que la gente trabajadora común, en términos de salarios, transporte, etc.
Existe la amenaza de que si las demandas de las enfermeras no son satisfechas, habrá una renuncia masiva de trabajadores de la salud, lo que completaría el colapso del sistema.
Los trabajadores de CANTV, Movilnet, empresas cementeras, el Metro de Caracas y la compañía eléctrica han llevado a cabo protestas y manifestaciones, y amenazan con irse a la huelga. La situación está llegando a un punto de ebullición. Esta semana hubo protestas de los trabajadores de CANTV que fueron más allá de lo que los líderes sindicales habían pedido. Mientras querían una protesta controlada para entregar una carta a la gerencia de la empresa, los trabajadores ocuparon las oficinas centrales de la compañía y trancaron la vía pública.
Ahora, la federación de trabajadores de Corpoelec, Fetraelec, ha llamado a una huelga general nacional, que comenzará el 23 de julio. El estado de ánimo es tal que los trabajadores de CANTV, Movilnet y otros centros de trabajo podrían unirse. El comienzo de un movimiento genuino por parte de los trabajadores debe ser bienvenido y es una señal alentadora. De una situación de desesperación, desesperanza y desmoralización, nos estamos moviendo hacia una en la que los trabajadores se están moviendo hacia la acción colectiva en un intento de resolver sus problemas.
Política económica
Sin embargo, surge la pregunta: ¿De dónde vendrá el dinero para satisfacer las demandas salariales necesarias y justas de los trabajadores? Este es el problema crucial. Existe un agudo debate entre las diferentes tendencias del movimiento bolivariano acerca de los motivos de la crisis y qué políticas económicas deberían usarse para combatirla. Algunos, como el ex ministro Jesús Farías, argumentan a favor de un abandono total de los controles cambiarios, los cuales a su parecer no han funcionado. Otros, como el ex ministro Luís Salas y la economista Pascualina Curcio, dicen que la devaluación de la moneda es principalmente “inducida” por un ataque concertado al Bolívar, llevado a cabo a través de sitios web que actúan como indicadores del tipo de cambio en el mercado negro (como Dollar Today y otros).
Esto es incorrecto ya que confunde el síntoma con la causa. La existencia de un mercado negro de dólares no es el resultado de la existencia de un sitio web que dice que los dólares valen 3,5 millones de bolívares. Por el contrario, es la escasez de dólares en relación con la demanda lo que eleva su precio. Los capitalistas participan en una fuga de capital porque no tienen confianza en que invertir su dinero en bolívares en la economía local les garantizará lo que ellos consideran una tasa razonable de ganancia. En el fondo, la razón principal de esto es el hecho de que, en Venezuela, tuvo lugar una revolución que alentó a los trabajadores, entre otras cosas, a tomar las fábricas. También hubo expropiaciones por parte del gobierno en el pasado. Ningún capitalista sensato invertiría en tales circunstancias.
A esto se agrega el hecho de que el gobierno, al implementar el control de cambio, ha estado asignando una cantidad limitada de dólares a precios subsidiados para las importaciones. La economía venezolana, fuertemente distorsionada por la producción de petróleo, depende en gran medida de las importaciones. El mecanismo de dólares subsidiados para la importación, sin embargo, se convirtió en un canal para una transferencia masiva de la renta petrolera hacia el sector privado. Las empresas que necesitan importar (y otras que no), solicitan dólares preferenciales, que luego intercambian en el mercado negro, obteniendo ganancias masivas sin la necesidad de producir o importar nada. Cientos de miles de millones de dólares de la renta petrolera han sido entregados a los capitalistas de esta manera.
La crisis económica venezolana fue provocada por el colapso del precio del petróleo después de 2013, pero lo que la crisis reveló claramente es la imposibilidad de regular el capitalismo. Si se intenta hacerlo, al imponer controles de precios, controles de divisas, leyes estrictas de protección laboral, etc., se terminará con una fuga de capital y una huelga de inversiones de capital.
Por supuesto, la crisis económica venezolana se ve agravada por la corrupción, la mala administración, las sanciones imperialistas y el sabotaje económico deliberado. Pero estos son factores agravantes, no la causa principal de la crisis.
Farías y otros identifican parcialmente el problema de los controles. Su solución es levantar todos los controles y por lo tanto, permitir el funcionamiento “normal” del capitalismo. Esa es una posible salida, una en la que los trabajadores deberán pagar el costo de la crisis. Si se eliminan todos los controles de la economía y se permite que el capitalismo salga de la crisis utilizando sus propios métodos, sabemos muy bien cómo se hará todo ello. Habrá despidos masivos de trabajadores, cierre de fábricas, destrucción de las fuerzas productivas, privatización de empresas estatales, etc.
Sin embargo, las soluciones propuestas por el grupo de economistas en torno a Luís Salas y Pascualina Curcio, tampoco constituyen una solución. Básicamente proponen controles renovados, esto es, la política que ya ha fallado. Curcio propone enfrentar la devaluación de la moneda (que atribuye al papel pernicioso de un sitio web) mediante la creación de una nueva moneda respaldada por las reservas de oro en el banco central. Eso sin duda resolvería un problema. El Bolívar-Oro sería una moneda sólida, que ofrecería seguridad a los capitalistas. De hecho, dado que el oro se puede medir por su precio en dólares en el mercado mundial, lo que Curcio propone es la vinculación de la moneda con el dólar a un tipo de cambio dado.
El problema con esta propuesta, del que Curcio parece no darse cuenta, es que el gobierno no podría imprimir dinero para pagar el déficit fiscal, que actualmente asciende a alrededor del 20 por ciento del PIB. Eso significaría un recorte masivo en el gasto público, algo que Curcio ciertamente no defiende, pero que sería una consecuencia necesaria de la política que ella defiende. Por otro lado, si el gobierno imprimiera dinero sobre la base de la misma cantidad fija de oro, ello conduciría inevitablemente a la inflación, y nos colocaría de nuevo en la posición en la que estamos ahora.
Parece que el gobierno sigue una política a medio camino entre aquellos que defienden mantener los controles y aquellos que están a favor de levantarlos. Por ejemplo, el gobierno está de facto devaluando de forma controlada la moneda para acercar su precio a la tasa del mercado negro. Los controles de precio han dejado de existir en la práctica, en tanto los 50 precios acordados nunca fueron anunciados. El gobierno hace llamado tras llamado a los capitalistas privados a invertir, ante lo cual ellos exigen total liberalización (de precios, de cambio y del mercado laboral). Ahora el gobierno está llamando a los capitalistas turcos a invertir. Dados los extremadamente bajos salarios reales en Venezuela, quizás algunos se vean tentados a hacerlo. Ello no es una solución real, y en ningún caso, no corresponde a los intereses de los trabajadores venezolanos, que no pueden sobrevivir con sus salarios actuales.
En todo caso, la persistencia de la situación actual representa ya un paquete de ajuste masivo, que los trabajadores están pagando con la destrucción del poder de compra de los salarios.
¿Cuál es la solución entonces? La única salida a la crisis que beneficiaría al pueblo trabajador de Venezuela sería la expropiación de los capitalistas, banqueros y terratenientes, a fin de establecer una economía planificada democráticamente bajo control obrero. En los últimos 15 años, Venezuela ha demostrado numerosos ejemplos de la superioridad del control obrero tanto sobre la administración capitalista privada como sobre la administración burocrática en el sector público. Sin embargo, la burocracia estatal y el gobierno han asfixiado el control obrero, que en este momento se encuentra en su punto más bajo.
En mi última visita, tuve el privilegio de visitar Alina Foods, en Mérida, una fábrica de bocadillos (tostones) que ha estado funcionando bajo control obrero por dos años. Los trabajadores han defendido las instalaciones cuando los dueños huyeron (después de haber hecho un montón de dinero especulando con dólares preferenciales para importación), y después comenzaron a producir bajo su propio control. Ellos han tenido que enfrentar todo tipo de dificultades, incluyendo el sabotaje abierto por parte del anterior gobernador “bolivariano”, de viceministros, oficiales del ejército a cargo de otras empresas estatales, etc. No sólo han mantenido la producción sino que ahora han incorporado a nuevo turno completo de más de 30 trabajadores. Este es el ejemplo a seguir.
El gobierno de Maduro insiste en que hay una guerra económica contra la Revolución Bolivariana. ¿Por qué entonces está haciendo un llamado a aquellos que llevan adelante esta guerra a cambiar sus métodos e invertir productivamente para satisfacer las necesidades del pueblo? ¡No sólo eso, sino que en medio de esta guerra se le siguen dando al enemigo los dólares preferenciales para hacer la guerra!
Agresión imperialista y golpe militar
Claramente, la crisis económica es la amenaza inmediata y principal que enfrenta la Revolución Bolivariana, o, para ser más exactos, lo que queda de ella, que puede encontrarse en las comunas campesinas, en las fábricas bajo control obrero, en las comunidades urbanas organizando la distribución de alimentos, y en los trabajadores del sector público, que se mantienen en sus puestos de trabajo aún y a pesar de todas las dificultades.
Sin embargo, el imperialismo no ha desistido en sus intentos de poner punto final, de una vez por todas, a esta experiencia revolucionaria. Ahora ha dado a conocerse que en Agosto del año pasado, el presidente norteamericano Donald Trump, solicitó a sus asistentes organizar un plan para invadir a Venezuela. El usó los ejemplos de Panamá y Granada para demostrar que un plan de tal naturaleza podría funcionar. Sus asistentes insistieron que no era buena idea… no porque sería antidemocrático, o contra las leyes internacionales. ¡No! Eso nunca le ha preocupado al imperialismo norteamericano. Ellos argumentaron en contra del plan porque pensaban que sería contraproducente, y tienen razón. Cualquier intento de invasión militar por parte de los EEUU en Venezuela, generaría inmediatamente un movimiento armado de resistencia antiimperialista que involucraría a millones y tendría una reacción en cadena a través del continente y más allá.
Sin embargo ello no detuvo a Trump en cuanto a plantear la cuestión en una reunión con cuatro presidentes latinoamericanos en Septiembre. Podemos apostar que aquellos involucrados fueron los presidentes colombiano, mexicano, brasileño y argentino. Todos ellos tuvieron la misma opinión y se opusieron a la invasión. En cualquier caso, ello significa que la cuestión de una invasión militar ha sido discutida seriamente, lo cual es por sí mismo un absoluto escándalo. ¡Tan sólo imaginen a cualquier otro país en el mundo discutiendo sobre invadir a los EEUU porque no les gusta su presidente!
De hecho, los sectores más astutos del imperialismo norteamericano probablemente están discutiendo sobre una táctica que involucre incrementar las sanciones desde los EEUU y otros países en América Latina con el fin de poder lograr un “cambio de régimen” en Venezuela, a través de mecanismos de asfixia económica. No obstante, se trata de agresión imperialista, tan sólo que utilizando diferente instrumentos.
Lo que es aún más preocupante que eso son las recientes revelaciones sobre un plan de golpe dentro del ejército venezolano. De acuerdo a una investigación de Bloomberg, un grupo de oficiales (capitanes, coroneles y generales de los cuatro componentes del ejército) habían planeado un golpe militar que debió llevarse a cabo hace un año, durante la época de las guarimbas opositoras. El golpe, cuyo nombre clave era “Operación Constitución”, implicaba tomar el palacio presidencial de Miraflores y el Fuerte Tiuna, y llevar a juicio al presidente Maduro. Otra conspiración similar fue la que llevaba por nombre clave “Operación Armagedón”, e implicaba el asesinato del presidente Maduro durante un desfile militar.
Estos planes fueron retrasados en tanto el ejército frustró antes otra conspiración golpista. Los oficiales involucrados en la conspiración decidieron entonces retrasar la ejecución del plan hasta este año durante los preparativos de las elecciones presidenciales del pasado 20 de mayo. El reporte de Bloomberg dice que los oficiales militares efectuaron algunas de sus reuniones secretas en Colombia. Por supuesto, las agencias colombiana y estadounidense estaban al tanto de los planes golpistas, y aunque no les dieron apoyo abierto, se hicieron de la vista gorda ante los mismos. Podemos tener certeza de que el reporte de Bloomberg resta importancia al papel jugado por la inteligencia colombiana y de los EEUU. ¡Cualquier golpe militar de derecha en Venezuela, comenzaría por confirmar las opiniones de los EEUU y Colombia!
Estos reportes revelan que el malestar dentro de las fuerzas armadas es mucho más profundo que lo que el gobierno dice. El gobierno Maduro ha sido cuidadoso en mantener la lealtad del alto mando militar, dándole participación en la economía (a través de compañías como CAMIMPEG y AgroFANB), designando oficiales militares para dirigir empresas estatales (desde PDVSA hasta Aceites Diana), donde han sido notoriamente ineficientes y corruptos, y más recientemente, elevando los salarios de los oficiales de alto rango.
Sin embargo, si la situación de colapso económico continúa agudizándose y se combina con una ola de protestas obreras y campesinas, es probable que una sección de las fuerzas armadas pueda decidir intervenir y tomar el poder, bajo la excusa de tener que “enfrentar el caos económico con mano dura”.
Un golpe militar sería un desastre para el pueblo trabajador, en tanto sería utilizado ya sea directamente, o mediante una “transición tecnocrática”, para implementar el “ajuste necesario” que la clase dominante exige en Venezuela.
La situación en Venezuela es por lo tanto crítica. Al final, los trabajadores y los campesinos han empezado a moverse, ofreciendo un atisbo del camino a seguir. Sólo el pueblo trabajador de Venezuela puede ofrecer una salida a la crisis actual.
“¡PARA RESISTIR SE DEBE PRODUCIR!” es una de las principales consignas de los marchantes. Este 12 de julio arrancó desde Guanare estado Portuguesa una marcha de campesinos y trabajadores agrícolas con destino a Caracas, directamente a Miraflores para tratar de comunicarse con el presidente Nicolás Maduro. Los compañeros se dirigen a pie, se estima que la caminata tardará como mínimo cinco días en llegar a su destino.
En la medida que los compañeros pasan por pueblos y ciudades han sentido la solidaridad de muchos camaradas. En su camino se le van uniendo más compañeros que quieren manifestar su rechazo a las actuales políticas del gobierno.
Lo primero que los compañeros dejaron bien en claro es que los marchantes se identifican con la revolución bolivariana “Hoy estamos obligados a realizar los esfuerzos necesarios como el eslabón más primordial en la alimentación del pueblo venezolano. Nuestra marcha es profundamente chavista y en apoyo al presidente Maduro, pero con un sentido crítico porque estamos obligados a denunciar los hechos que atentan contra el sector campesino, incluso desde los propios organismos del Estado” manifestó uno de los organizadores (ver enlaces).
El problema del campo en Venezuela es un problema aún no resuelto, si bien es cierto que con el presidente Chávez se lograron muy importantes reivindicaciones, esta tarea quedó inconclusa. En Venezuela tenemos un gran número de tierras ociosas y por el otro lado tenemos campesinos sin tierras en una crisis alimentaria. El problema de las tierras si que es un freno para el desarrollo del país, sin la producción de alimentos sencillamente no se pueden desarrollar las demás ramas de la economía. ¡Sin la expropiación de los latifundios nunca se desarrollará Venezuela!
En el problema de las tierras, el estado burgués que hemos heredado de la “IV república”, ha demostrado una vez más su verdadera esencia, de nuevo vemos como los funcionarios del estado defienden los intereses de los ricos y sabotean las pequeñas reivindicaciones que los campesinos han alcanzado en el transcurso de los años. Una vez más nos confirma nuestra convicción de que “la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal y como está y servirse de ella para sus propios fines.” (Carlos Marx). Necesario es romper este estado burgués y formar un Estado obrero, que sirva verdaderamente al interés de los obreros, campesinos y pobres.
Así como vemos la alianza formada por burgueses-terratenientes-funcionarios, nosotros los obreros y campesinos debemos formar nuestras propias alianzas para la lucha en la ciudad y en el campo. Los únicos verdaderos amigos que puede conseguir el campesino pobre en la ciudad no son los burgueses ni los funcionarios sino los obreros.
Una de las principales reivindicaciones de los campesinos en marcha es pedir justicia por los compañeros caídos (Jesús León, Guillermo Toledo solo hace un mes), aunque el asesinato a los campesinos no es nada nuevo, cada vez la lista aumenta más y más. Todos los días vemos como los terratenientes “respetan” los derechos humanos y las leyes.
Los compañeros asesinados no serán olvidados y sus verdugos serán castigados tarde o temprano. Desde la Corriente Marxista Lucha de Clases, te decimos hermano campesino: solo confía en tus propias fuerzas.
Aunque para las clases “instruidas” los obreros y campesinos somos unos brutos, algo hemos aprendido de los terratenientes, y es que están todos los días dispuestos a hacer lo que sea necesario por defender sus intereses, tanto “legal” como ilegalmente, una de sus armas favoritas es el asesinato a los líderes campesinos. Aunque nos crean brutos estamos aprendiendo que las leyes son solo para los pobres, los ricos hacen lo que se les da la gana sin ningún castigo.
¡Para resistir se debe producir!
¡Por la defensa del legado agrario de Hugo Chávez!
¡Campesinos, obreros del campo y la ciudad, uníos!
Las elecciones en Venezuela el 20 de mayo fueron simplemente un episodio de una larga saga de agresión imperialista, crisis económica y deterioro de las condiciones de vida de la clase obrera y los pobres. El reelecto gobierno de Maduro ha continuado su política de hacer concesiones y llamados a los capitalistas. Si no fuera por las válvulas de escape del CLAP (cajas de alimentos subsidiados), la migración y la economía basada en el dólar, la situación habría llevado ya a una explosión social. El chavismo de base está cada vez más enojado y crítico con la dirección.
Tal y como había anunciado, el imperialismo se negó a reconocer los resultados de las elecciones presidenciales del 20 de mayo. Washington, Bruselas y el llamado Grupo Lima emitieron severas declaraciones a tal efecto. Ahora se ha sumado la Organización de Estados Americanos, que declaró en su Asamblea General el 5 de junio que las elecciones no eran “legítimas” y pidió a los países miembros “implementar… las medidas que consideren oportunas en los niveles político, económico, y financiero para ayudar a la restauración del orden democrático en Venezuela”. La resolución de la OEA no logró la expulsión de Venezuela del organismo, pero está claro que esto es lo que la administración estadounidense busca.
Ha habido mucha discusión sobre los resultados de las elecciones. Nuestros comentarios iniciales sobre los resultados han sido confirmados por los resultados finales detallados publicada por el Consejo Nacional Electoral (CNE). Maduro fue reelecto con 6.248.864 votos con una participación del 46.07%. Su rival más cercano, el candidato de la oposición Henri Falcón, recibió 1.927.958 votos, 20.93 por ciento de los emitidos.
Abstención
Los niveles de abstención se dividen agudamente en líneas de la clase, con las áreas de capas medias y altas en las grandes ausentandose en masa en masa, mientras que los barrios de clase obrera y pobres, así como los pobres rurales, salieron a votar y lo hicieron de forma aplastante por Maduro. Así, en las plazas fuertes de la oposición en al este de Caracas, la abstención fue muy alta. En Chacao, la participación fue del 13.8 por ciento, en El Hatillo y Baruta 15 por ciento mientras tanto, en los barrios obreros chavistas, la participación fue mucho más alto. En el 23 de Enero, un 53.6 por ciento (con centros de votación como La Piedrita donde la participación fue del 86 por ciento con un 92 por ciento por Maduro), Antímano 58.5 por ciento, San Agustín 52 por ciento y El Valle 51 por ciento. En Estados rurales, la participación también fue alta. En Cojedes, 62 por ciento, Delta Amacuro el 60%, Portuguesa 58%, Sucre el 55%, Monagas 52 por ciento y así sucesivamente.
Aunque el grueso de las abstenciones (descontando los que nunca participan en ninguna elección) estaba formada por la base de apoyo tradicional de la oposición en las áreas de clase media y alta, también es cierto que incluso una sección de los que tradicionalmente han votado Chávez y apoyaron a Maduro en 2013, en esta ocasión se quedaron en casa.
Esta capa es fácil de cuantificar. En comparación con 2013, Maduro perdió 1.338.715 votos, mientras que el registro electoral aumentó en 1.622.614. En 2013 voto por Maduro un 40 por ciento del padrón electoral, pero esta vez la cifra bajó al 30 por ciento. Lo que vimos fue la movilización del voto duro chavista para asestar un golpe contra la extrema derecha y el imperialismo. El principal problema es que estas capas ahora son menos capaces de movilizar a otras que hace cinco años, cuando Maduro fue elegido por primera vez. Esta es una tendencia muy preocupante, que refleja no sólo el impacto de la crisis económica sino sobre todo la percepción de que el gobierno es incapaz o no quiere tomar las medidas necesarias para resolverla.
Complots imperialistas
La reacción del imperialismo y sus aliados regionales era predecible: un aumento en la presión diplomática, más sanciones y más llamados a un golpe de estado. Cubren sus demandas con la hoja de parra de una supuesta “preocupación por la democracia” y de querer enfrentar a la crisis humanitaria’- pero no engañan a nadie. El coro de denuncia proviene de gobiernos como el de México (maestro en el arte del fraude electoral y con las manos chorreando de sangre de defensores de derechos humanos, sindicalistas y activistas sociales), Honduras (un régimen impuesto por un golpe de estado sangriento y confirmado en elecciones fraudulentas), Brasil (cuyo gobierno actual nunca ha sido elegido por nadie) y así sucesivamente. Sin dejar de mencionar, por supuesto, el que maneja las marioneta por detrás de todos ellos – Washington – con un largo historial de golpes militares, invasiones y bombardeos con drones de inocentes en el nombre de ‘paz’ y la ‘democracia’.
La administración Trump se apresuró a endurecer las sanciones contra Venezuela, incluso antes de que los resultados finales de la elección hubieran sido anunciados. Las sanciones existentes, dictadas por Trump en agosto de 2017 en base a una orden ejecutiva firmada por Obama, además de apuntar a altos funcionarios del estado venezolano, prohiben la renegociación de la deuda Venezolano. Las nuevas sanciones anunciadas el 21 de mayo prohíben a compañías o a ciudadanos de Estados Unidos “ comprar deuda o pagarés” del gobierno venezolano, incluyendo Petróleos de Venezuela, de la compañía petrolera gubernamental.
En la práctica, el gobierno de los E.E.U.U. desea asfixiar económicamente a Venezuela para obligarla a someterse. Estas sanciones son complementadas por medidas de un número de gobiernos latinoamericanos, y numerosas otras restricciones, que hacen cada vez más difícil el acceso de Venezuela al sistema financiero mundial.
El 6 de Junio, la revista estadounidense Foreign Policy explicaba claramente y sin subterfugio el objetivo de esta política: “Es hora de un golpe de estado en Venezuela”. El artículo estaba firmado por José Cárdenas, alguien que fue influyente en la política latinoamericana de la administración Bush y está muy bien conectado con los círculos reaccionarios del exilio cubano, que juegan un papel prominente en la administración actual de Trump. La idea es apretar los tornillos económicos hasta que una sección del ejército decida que la mejor opción es sacar de enmedio al gobierno de Maduro.
La crisis económica empeora
Mientras tanto, la crisis económica en Venezuela continúa su curso, agravada por las sanciones y la incapacidad del gobierno de acceder a fuentes de financiamiento frescas. Hay un deterioro grave de toda la infraestructura como resultado de años de la mala gestión y corrupción burocráticas, la carencia de fondos para la inversión, mantenimiento y reparaciones, y ahora, el éxodo de trabajadores del sector público que emigran a otros países huyendo del derrumbe del poder adquisitivo de los salarios.
Hay cortes de electricidad regulares y también del suministro de agua, que ahora afectan a millones de gente de manera regular, incluyendo en la Caracas capital, donde el presupuesto de Hidrocapital se ha reducido radicalmente, agravando el impacto de una sequía severa. Como consecuencia, hay zonas de la capital sin agua durante días o semanas, y la gente tiene que recurrir a todas las clases de trucos para lavarse, hacer la colada, conseguir el agua para beber y cocinar y así sucesivamente.
También hay un marcado deterioro del transporte público a medida que los dueños de las unidades exigen fuertes alzas en el precio del pasaje para cubrir el impacto de la hiperinflación en el precio del mantenimiento, las reparaciones y de las piezas de repuesto. En muchas áreas, se están utilizando vehículos de carga de mercancías (perreras) como unidades de transporte.
En algún momento a finales del año pasado, la inflación (de la que no hay cifras oficiales) se convirtió en hiperinflación, y esto ha pulverizado el poder adquisitivo de los salarios. El precio de un kilo de pollo entero pasó de 180.000 Bolívares al inicio del año a aproximadamente 1 millón en el Primero de Mayo, y se está vendiendo ahora en 2,7 millones ahora. Eso implicaría una tasa de inflación de 2.700 por ciento en apenas seis meses. Mientras tanto, el salario integral mensual (salario mínimo más tickets de alimentación) ha aumentado en apenas 220 por ciento en el mismo período. Para explicarlo de otra manera, al principio del año el salario mínimo mensual podia comprar 4.4 kilogramos del pollo, ¡ahora no alcanza para pagar ni siquiera un kilo!
Válvulas de escape temporales
la única razón por la que la crisis económica todavía no ha provocado explosión social (aunque estuvo cerca en diciembre-enero) es por la existencia de un número de factores que alivian esta situación, proporcionando una válvula del escape. Uno es el sistema de los cajas de alimentos subvencionados (CLAP) proporcionados por el gobierno, que por lo menos en la región capital alcanzan a una proporción grande de la población. La otra son los bonos regulares concedidos por el gobierno a diversos grupos de la población (trabajadores, familias, madres, la juventud). Ha habido once bonos en lo que va de año y su cuantía también ha aumentado.
Ni los CLAP ni los bonos son una solución real, aunque proporcionan sin duda un alivio ante el brutal impacto de la crisis en los trabajadores. El problema es que lo que estas medidas representan es que el gobierno imprime dinero (que no tiene) para proporcionar subsidios. Esto no hace más que agravar el déficit fiscal masivo, que representa entre el 15 y 20 por ciento del PIB (aunque tampoco de esto hay figuras oficiales disponibles). Es imposible que esta situación pueda prolongarse a largo plazo. Además, muchos de los productos que componen las cajas del CLAP son importados,de tal manera que no sólo reducen todavía más las ya magras reservas internacionales, sino que además son vulnerables a las sanciones de países como Colombia, Brasil, México y Argentina – que ahora tienen una postura extremadamente beligerante hacia Venezuela.
Otra válvula de escape es la migración. Este es un tema muy disputado y tampoco en esto hay cifras confiables, pero está claro que centenares de miles de venezolanos, principalmente jóvenes, han salido del país en busca de trabajos al extranjero, y están manteniendo a sus familias con los envíos de remesas. Hace algunos años, éste era principalmente un fenómeno que afectaba a familias de clase media y media-alta, y la destinación era Europa y los E.E.U.U. Ya no es así. Hay un número creciente de jóvenes de familias de clase trabajadoras que se van hacia Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y otros países de la región, donde son explotados brutalmente en los empleos peor pagados y en peores condiciones. Teniendo en cuenta que el salario mínimo mensual en Venezuela es el equivalente a 1,25 dólares (en el mercado negro), cualquier cantidad que estos migrantes puedan enviar ayuda a sus familias.
También hay una sección de la población que puede ofrecer servicios telemáticos y recibir pagos en dólares. Debido a la masiva devaluación del Bolívar, los salarios venezolanos están ahora entre los más bajos en la región. Incluso si nos basamos en el tipo de cambio oficial DICOM, el salario mínimo mensual equivale a 31 dólares.
Mercado negro y la especulación
Esto no es decir que todos en Venezuela sufran el impacto de la crisis económica. Como en cualquier situación de controles de divisas, hiperinflación y un enorme diferencial de precios en países vecinos, hay algunos que se benefician de la crisis. Están los que durante años recibieron divisas preferenciales para la importación (y los funcionarios a cargo de ese Sistema que se los concedieron) fueron capaces de hacer grandes fortunas jugando en el mercado negro. Hoy, a pesar de que la tasa preferencial ha sido abolida, el mercado negro del dólar continúa existiendo y es manejado por un pequeño número de personas cada vez más adineradas.
También están los que se enriquecen a través del contrabando de carne – y alimentos en general – gasolina e incluso billetes de banco, en la frontera con Colombia. La hiperinflación (que conlleva un aumento brusco en la velocidad de circulación del dinero) ha llevado a una aguda crisis de escasez de billetes, en la medida en que las imprentas del Banco Central no pueden mantenerse al día con el aumento de precios. El aumento de la liquidez monetaria en el año el primero de junio fue de 890%, pero la cantidad de billetes en circulación sólo subió en un 228% el porcentaje de billetes sobre el total de la liquidez monetaria es ahora apenas 1,8 por ciento, por debajo de 5.5 por ciento del principio del año, y del 10% que se considera necesario en Venezuela. Como consecuencia la venta de billetes de banco, a veces al 300 por ciento de su valor nominal, se ha convertido en un negocio muy lucrativo.
Los restaurantes de lujo en Caracas se llenan cada noche de la semana. Hay fiestas toda la noche en clubes nocturnos caros y exclusivos, donde los capitalistas se codean con funcionarios corruptos y oficiales del ejército a cargo de empresas estatales.
Esta situación claramente no puede durar. El estado ya ha entrado en impago selectivo en una serie de bonos de deuda pública y de PDVSA. La producción de petróleo se ha desplomado a 1,4 millones de barriles por día, el nivel más bajo en 33 años si se descuenta el lock-out petrolero de 2002-03 y significativamente por debajo de los 2 millones de barriles por día del año pasado. Los analistas de la industria petrolera Platts informaron que PDVSA había notificado a 8 de sus clientes que no podría cumplir con sus pedidos en junio. Los contratos eran por un total de 1,495 millones de bpd, pero PDVSA solo tiene capacidad para suministrar 695,000 bdp. PDVSA podría tener que recurrir a invocar causas de fuerza mayor para conseguir que sus clientes aceptaran un recorte en las entregas.
Parte de la razón fue la incautación temporal de refinerías en el Caribe por parte de ConocoPhillips como parte de un fallo sobre la expropiación de algunos de sus activos por parte de Venezuela hace una década. Esto impidió a PDVSA refinar el petróleo que luego podría exportar. El conflicto ha sido ahora, temporalmente, resuelto a favor de Venezuela, pero demuestra lo vulnerable que es PDVSA no sólo a sanciones, sino también a la acción concertada de tenedores de bonos PDVSA que exijan pago.
Maduro hace concesiones al capital
¿Y cuál ha sido la respuesta del gobierno a esta crisis que se agrava a todos los niveles? Inmediatamente después de las elecciones del 20 de mayo, Maduro reanudó su política de hacer concesiones y apelaciones tanto a la oposición como a los capitalistas.
En primer lugar, celebro una reunión de alto nivel con los representantes del capital financiero en la que básicamente pasó a aceptar todas sus exigencias: un retraso en la introducción del nuevo cono monetario, que estaba programado para entrar en vigor en junio, y un aumento de las tasas de interés máximas de las tarjetas de crédito. El retraso en la introducción de un nuevo sistema de moneda dará a los estraperlistas, los negociantes del mercado negro y especuladores tiempo suficiente para lavar sus ganancias mal habidas. El aumento en las tasas de tarjetas de crédito (hasta un máximo del 29 por ciento) afectará duramente a las familias trabajadoras, que las han estado utilizando para burlar la hiperinflación, pidiendo prestado hoy y pagando con dinero devaluado mañana.
Si se hacen más concesiones en este terreno eso podría llevar a una grave crisis de deuda en el sistema bancario ya que los clientes podrían pagar sus deudas.
Esta reunión enfureció a la base chavista. No era sólo el hecho de que, una vez más, el gobierno estaba dispuesto a reunirse con aquellos a quien acusa de ser responsables de la guerra económica, sino también la manera arrogante en que el Presidente de la Asociación Bancaria exigió concesiones de Maduro, en TV en vivo y la forma en la que él accedió. La actitud contrastaba poderosamente con la actitud arrogante que tuvo Maduro hacia un comunero días después.
Además de eso, la Corte Suprema de Justicia decidió poner en libertad (con medidas cautelares) a un número de personas encarceladas por su implicación en las violentas ofensivas de la oposición de 2014 y 2017. Son personas que son responsables de la muerte de decenas y que no se han arrepentido. Entre los liberados estaba el ciudadano de Estados Unidos Joshua Holt, un gesto de buena voluntad que fue respondido por Washington con una declaración severa de que no se levantarán las sanciones.
Escandalosamente, entre ésos lanzados estaba Angelis Gutiérrez, quien había sido encarcelada por su implicación en un fraude en el que recibió adelantos para la compra de vehículos que nunca entregó. Claramente, ella tiene amigos en altos lugares que estuvieron probablemente implicados en el fraude y logró obtener su libertad.
También fueron liberados un número de directivos del Banco BANESCO. Había sido detenidos justo antes de las elecciones, acusados de ser parte de la guerra económica contra la economía venezolana. La pregunta que hay que responder es: ¿fueron encarcelados justo antes de las elecciones para que pareciera que el gobierno tenía mano dura con los capitalistas?
Como una indicación del estado de ánimo entre los activistas chavistas, un video que contiene extractos de un discurso de Chávez durante su primera toma de posesión en febrero de 1999 ahora se ha vuelto viral. En una declaración contundente, que se adapta a la situación hoy en día como un guante, Chávez dice: “buscar consenso con quienes se oponen a los cambios necesarios es traición”. Parece como si Chávez estuviera respondiendo a las declaraciones de Maduro desde el 20 de mayo.
Contrarrevolución en el campo
Mientras tanto, el conflicto en el campo continúa enfrentando de un lado a los comuneros, que combaten el latifundio, y del otro a una coalición de funcionarios estatales, jueces locales, oficiales de policía y terratenientes ricos que han lanzado una amplia ofensiva contra la reforma agraria. En los últimos meses, comunas campesinas han sido expulsadas de la tierra que ocupaban legalmente. Al menos dos dirigentes campesinos han sido ejecutados por órdenes de terratenientes.
Unos días después de las elecciones, el portavoz de la comuna El Maizal, Ángel Prado y otros dos dirigentes comuneros fueron detenidos ilegalmente por agentes de la policía. Fueron acusados de comprar productos que necesitan para la siembra de fuentes ilegales en el mercado negro. Ellos respondieron que la empresa oficial propiedad del gobierno, Agropatria, se negaba a venderles los productos legalmente y que de hecho ¡eran los propios encargados en esta compañía (expropiada por Chávez) los que estaban implicados en el mercado negro de esos productos! Los dirigentes campesinos fueron liberados y ahora han lanzado una campaña que exige una solución a la crisis.
El campo se está convirtiendo rápidamente un campo de batalla entre la revolución y la contador-revolución, y en la mayoría de los casos el aparato del estado está, por acción u omisión, en el lado de la contrarrevolución.
La reelección de Maduro el 20 de mayo no ha solucionado nada, como ya advertimos. Ha pospuesto la vuelta de la oligarquía al poder, pero el pueblo trabajador está pagando el precio de la crisis económica, mientras las políticas del gobierno preparan las condiciones para la derrota.
Es difícil predecir cómo se resolverá esta situación. Lo que está claro es que se requiere urgentemente la entrada de los trabajadores y de los campesinos en la escena con su propia política independiente. No es una tarea fácil, ya que la crisis económica pesa como una losa sobre los trabajadores, absorbidos en una lucha desesperada por su supervivencia cotidiana. Sin embargo es necesaria y la única manera en que esta compleja situación puede tener una solución que beneficie a los trabajadores y los pobres de Venezuela, que han luchado y sacrificado tanto en los últimos 20 años.
Nicolás Maduro fue reelegido para otro mandato en las elecciones presidenciales de Venezuela el domingo 20 de mayo. Victoria obtenida frente a una oposición divida, con una abstención cercana al 54%, principalmente impulsada por los sectores de la derecha aglutinada en el FAVL, lo que le permitió una victoria holgada de 6.245.862 votos, (68%) frente 1.927.387 (21%) del candidato de la fracción de la derecha que decidió participar en las elecciones Henri Falcón, 996.073 por el sacerdote evangélico Bertucci (10 por ciento) y 34.614 por el poco conocido Quijada que se presentó como candidato chavista disidente (0,4 por ciento).
Hipocresía de la derecha
Las elecciones se llevaron a cabo en el marco de un ataque sostenido de la oposición reaccionaria y el imperialismo para impedir que se celebraran. Desde el día en que se convocaron, tanto EE. UU. como la UE anunciaron que no reconocerían su legitimidad y exigieron su suspensión. A ellos se unieron los países del Grupo de Lima, un grupo ad hoc de gobiernos derechistas latinoamericanos establecido para emitir declaraciones en línea con la política imperialista de Estados Unidos cuando no pueden obtener la mayoría en la Organización de Estados Americanos y otros organismos oficiales. La supuesta preocupación por las garantías democráticas de gobiernos como Argentina, Brasil, Colombia, México y Honduras es completamente hipócrita. Ninguno de estos gobiernos ha investigado la ejecución extrajudicial del activista de derechos indígenas Maldonado en Argentina; los cientos de miles de desplazados y desaparecidos en Colombia; la participación y encubrimiento del estado de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en México y el flagrante fraude electoral en Honduras hace apenas unos meses, por mencionar algunos casos.
Los reaccionarios partidos de oposición venezolanos, ahora agrupados en el llamado Frente Amplio Venezuela Libre (FAVL), que se pasaron seis meses el año pasado organizando una campaña violenta y terrorista para exigir elecciones anticipadas, ahora llamaron al boicot. La elección tuvo lugar exactamente un año después de que una turba de partidarios violentos de estas damas y caballeros rodearan a Orlando Figuera, un joven partidario chavista de tez oscura, y le pegaran fuego. Orlando murió como consecuencia de las heridas. Este incidente por sí mismo te dice todo lo que necesitas saber sobre el verdadero carácter de la oposición venezolana reaccionaria, oligárquica, proimperialista y racista.
La celebración de las elecciones se llevaron a cabo fue una respuesta clara a estas fuerzas reaccionarias. Sin embargo, la oposición venezolana recibió un duro golpe el año pasado y ahora está dividida y desmoralizada. Todos los intentos que hicieron para movilizar a la gente en las calles en el periodo previo al 20 de mayo fracasaron miserablemente. A medida que se acercaba el día de las elecciones, un número cada vez mayor de líderes de la oposición rompió filas con FAVL y pidió un voto para Henri Falcon, que fue respaldado por su propio partido además del MAS y COPEI.
Pero no lograron alentar a su propia base. La participación fue extremadamente baja en las áreas más ricas de las grandes ciudades, baluartes tradicionales de la oposición de derecha, donde la mayoría de los centros de votación no tenían colas o estaban completamente vacíos durante todo el día.
Por supuesto, Henri Falcón, fiel a la tradición de la oposición venezolana cada vez que pierde una elección, denunció un supuesto “fraude”, habló de 900 casos de irregularidades, dijo que no reconocía el resultado y llamó a convocar nuevas elecciones en octubre. Esto es ridículo. Para todos fue claro que no había sido capaz de movilizar la base de apoyo de la oposición, que siguió en gran medida la llamada de boicot emitida por la FAVL, siguiendo instrucciones de Washington.
Abstención
La primera lectura que consideramos pertinente realizar, a pesar de la aparente contundencia e incluso carácter épico que algunos miembros de la dirección del gobierno pretendan darle al resultado, es que el gobierno y la oposición no abstencionista no logro convencer de la importancia de participar ni siquiera a la mitad del registro electoral. Las convenientes comparaciones con los registros de otros países como Chile, Colombia, Perú, Estados Unidos obvian un detalle de carácter subjetivo que no podemos pasar por alto, en esos países no hubo una revolución y no gobernó un Hugo Chávez en su historia reciente. Si el gobierno no es capaz de analizar, identificar y reconocer, el reflujo en el movimiento de masas y su silente grito desesperado de la necesidad acuciante de solución a las problemáticas más urgentes que viven las grandes mayorías, la creciente desconfianza, no sólo en la revolución, en el gobierno, ya inclusive en la democracia burguesa como mecanismo para superar la crisis y se hace de oídos sordos de esta realidad y asume con soberbia y arrogancia la victoria, abrazados sólo 68% “inmenso y contundente” sin darnos cuenta del silencio del 54% de todo el registro electoral que optó por no participar, puede llevarlo a tomar medidas erradas por su desconexión con las aspiraciones más profundas de las masas.
La mayoría de la oposición reaccionaria, con el apoyo total de Washington, Bruselas y los gobiernos derechistas de la región , llamaron al boicot, lo que provocó en una participación muy baja en las zonas de clase media y alta de las principales ciudades, vemos como municipios dónde generalmente gana la derecha como Chacao, Baruta y el Hatillo, tuvieron una participación de apenas 13,87%; 15,67% y 15,16% respectivamente. Como reacción, muchos en los barrios de clase trabajadora y pobres salieron a votar como una forma de rechazar tal intromisión imperialista descarada. Sin embargo, incluso aquí la participación fue visiblemente menor que en elecciones anteriores.
Desde Lucha de Clases consideramos que no toda la abstención, muy alta para una elección presidencial en nuestra historia reciente, pueda o deba considerarse simpatizante de la derecha, ya que hubo una franja significativa de la misma que es parte del chavismo de base, descontento, desmoralizado y desmovilizado por la fuerte crisis económica e incrédulo en las promesas de prosperidad del Candidato Presidente, además de un 20% de abstención dura histórica, que incluso se abstuvo en las elecciones presidenciales de Chávez del 2012, cuando se registró la más alta participación de la historia del país.
A pesar de que los medios internacionales hablan de “irregularidades masivas” (BBC), de que “Maduro se reeligió” (El País), y de que fue una “farsa de elección” (Financial Times), las elecciones se llevaron a cabo en condiciones normales, sin incidentes y en presencia de observadores internacionales, incluido el ex presidente español Zapatero. La ONU y la UE también fueron invitados a enviar observadores, pero se negaron. Ahora afirmarán que hubo “numerosas irregularidades” a pesar del hecho de que no estaban sobre el terreno para presenciarlas.
Trabajadores y pobres votan en contra del imperialismo
La participación fue mayor en los barrios de clase trabajadora y pobres, que son la base tradicional de apoyo de la Revolución Bolivariana. Muchos aquí votaron para dar una respuesta clara a la campaña escandalosa del imperialismo y la oposición exigiendo que se cancelen las elecciones. Muchos también votaron para defender lo que queda de los logros de la revolución. Existe una comprensión clara de que si la oposición ganara las elecciones, destruirían todo y harían que los trabajadores y los pobres paguen el precio total de la crisis con un brutal programa de “ajuste” inspirado por el FMI. Aún así, la participación fue menor de lo habitual en los bastiones chavistas tradicionales. Hubo filas en muchos colegios electorales, que los medios internacionales deliberadamente ignoraron, pero estas no fueron tan largas ni tan persistentes como lo habían sido en elecciones anteriores. Esto fue a pesar de que el PSUV y el estado usaron sus aparatos para intentar movilizar el voto chavista de una manera sin precedentes. El voto de Maduro fue de alrededor del 30 por ciento del censo total, frente al 40 por ciento cuando fue elegido por primera vez en 2013. Perdió 1,3 millones de votos a pesar de que el censo se había ampliado en 2 millones.
Todavía hay un voto chavista duro, que sale en cada elección por lealtad a la Revolución Bolivariana y la lucha por el socialismo que Chávez representó. Pero cada vez es más difícil que este sector movilice a otras capas más amplias. En la izquierda del movimiento chavista hay una creciente crítica a la dirección y la burocracia, ya que han demostrado que no pueden lidiar con la situación económica y son un obstáculo para la iniciativa revolucionaria de las masas.
Uno de los principales puntos de conflicto ha sido el de las comunas rurales. En los últimos meses ha habido varios casos en que grupos de campesinos organizados en comunas – en tierras otorgadas oficialmente – fueron desalojados. Estos desalojos tuvieron lugar a manos de la policía local, la Guardia Nacional, jueces locales y funcionarios del Instituto Nacional de Tierras, y se llevaron a cabo en nombre de los propietarios, en muchos casos con estrechos vínculos políticos y comerciales con el aparato estatal.
En el periodo previo a las elecciones, altos funcionarios gubernamentales intervinieron para revertir esta tendencia e incluso Maduro prometió que ya no habría más desalojos. Una de las principales organizaciones campesinas revolucionarias, la CRBZ, convocó a votar por Maduro pero mantuvo todas sus críticas contra la burocracia y el aparato estatal. Lo mismo fue el caso en la Comuna El Maizal, en Lara, donde el estado todavía no ha reconocido la victoria electoral del vocero de la comuna Ángel Prado, contra el candidato oficial del PSUV en las elecciones municipales de diciembre y a pesar de todo, participaron masivamente el 20 de mayo en las presidenciales votando por Nicolás Maduro.
Somos Venezuela, aumento del voto nulo, descenso del PCV y PPT
El recién surgido Movimiento Somos Venezuela, a pesar de contar con un despliegue propagandístico inmenso, todas las prebendas asociadas al movimiento, entorno al carnet de la patria y sus bonos, una campaña con “caravanas de la esperanza” con autobuses nuevos color amarillo que recorrieron el país y la promoción de figuras del ámbito del espectáculo, empresarios y sectores de una especie de chavismo edulcorado, no logró convencer ni fracturar al chavismo de base de manera significativa al obtener apenas 374.862 votos. El PSUV sigue siendo, con sus 5.277.955 votantes, por mucho, el principal partido que atrae el voto chavista.
Dos hechos particulares vale la pena destacar del resultado electoral, primero, el voto nulo, que no tiene tradición en Venezuela y al cual ninguna organización llamó públicamente a impulsar, paso de 67.000 en las presidenciales del 2013 a 177.480 este domingo 20 de mayo. Lo cual interpretamos como la forma de expresarse de algunos sectores descontentos del chavismo, que no se sintieron representados por el Candidato Nicolás Maduro, pero que no estuvieron dispuestos a hacerle el juego a la derecha proimperialista y su llamado a la abstención. Y es curiosa esta cifra, ya que supera la votación obtenida por partidos a la izquierda del PSUV como PCV o PPT, quienes obtuvieron una votación de 171.043 y 91.547 respectivamente.
La pérdida de votos del PCV y PPT, si la comparamos con 2013 cuando obtuvieron 283.678 y 168.983 respectivamente o inclusive con las municipales de diciembre 2017 donde obtuvieron 271.686 y 208.404 cada uno podríamos interpretarla como un incremento en la desconfianza en su capacidad de presionar al Gobierno, su constante ambivalencia entre criticar y tolerar actitudes negativas del gobierno, sumado a la incomprensión de algunos sectores, que apoyaron con fuerza dichas tarjetas, al tener la audacia política de enfrentar al PSUV, a pesar de las presiones, en el municipio Libertador, postulando a Eduardo Samán, Angel Prado en Simón Planas, Regulo Reina en Temblador, entre otros, y a los cuales, o se le censuró y boicoteó la campaña (caso Samán) o simplemente no se les reconoció la victoria, (casi Prado y Reina).
La persistencia del PSUV en sus arbitrariedades, inclusive en periodo electoral, a pesar de haber firmado sendos pactos con PCV y PPT, incumplía de manera reiterada con parte de sus contenido, despidiendo trabajadores/as, reprimiendo protestas, permitiendo despidos masivos, autorizando calificación de despidos a dirigentes sindicales, manteniendo la bonificación salarial, entre otras cosas, aumentó la desconfianza en las masas en dichos partidos y permitió el descenso de su participación.
Nosotros abogamos por la unidad de la clase trabajadora y de los sectores revolucionarios del chavismo, dicha unidad pasa por la construcción colectiva de un programa revolucionario que permita superar la crisis sin cargarla en los hombros de las y los trabajadores. Consideramos que llego el momento de construir una alternativa revolucionaria para la clase obrera y popular.
Resolver la crisis con una alternativa revolucionaria
El problema es que, sobre la base de su historial, Maduro y la dirección bolivariana no pueden o no quieren implementar las medidas necesarias para enfrentar la crisis económica. En lugar de enfrentar la crisis de frente expropiando a los capitalistas, banqueros y terratenientes, el gobierno hace llamamientos constantes para que inviertan. Mientras ataca el papel que desempeñan en la “guerra económica”, el gobierno les otorga préstamos y acceso a dólares. En su discurso de victoria electoral, Maduro, una vez más, hizo un llamamiento a la oposición para que volviera a la mesa de negociaciones, un llamamiento que extendió al imperialismo estadounidense.
En las próximas semanas veremos una intensificación de la campaña imperialista contra el gobierno venezolano con mayores sanciones. El subsecretario de Estado de Estados Unidos, John Sullivan, hablando en Argentina, dijo que Washington estaba considerando sanciones petroleras, lo que tendría un impacto paralizante en la economía. Esperan derribar al gobierno exacerbando la crisis y asfixiando económicamente al país.
Para las masas bolivarianas, el problema principal será la profunda crisis económica, con hiperinflación, un colapso en el poder adquisitivo de los salarios y la consiguiente escasez de productos básicos. Maduro prometió lidiar con estos problemas después de las elecciones y aseguró que lograría “prosperidad económica”. Estas promesas no se cumplirán y las capas avanzadas de los trabajadores y los pobres se verán empujados a buscar una alternativa real, capaz de enfrentar al imperialismo pero al mismo tiempo avanzar hacia la solución de la crisis económica.
De hecho, solo hay dos soluciones posibles. Una, defendida por todas las alas de la oposición y que cuenta con el respaldo del imperialismo, es un brutal plan de ajuste que incluiría recortes al gasto social y estatal, levantamiento de subsidios, abolición de los alimentos subsidiados del CLAP, privatización de empresas estatales y recursos naturales y despidos masivos en empresas del sector público y privado. Eso sería un completo desastre para los trabajadores y estaría acompañado de un aplastamiento de los derechos democráticos.
La otra sería nacionalizar todas las palancas fundamentales de la economía bajo el control obrero democrático y usarlas para producir para satisfacer las necesidades del pueblo, no el beneficio del puñado de parásitos que componen la oligarquía.
La política a mitad de camino del gobierno de Maduro, con concesiones cada vez mayores a la clase dominante, solo lleva a la desmoralización, el escepticismo, un agravamiento de la crisis y, finalmente, de una forma u otra, a un plan de ajuste brutal que recaiga sobre las espaldas de la clase trabajadora.
Para romper con esta situación, la vanguardia revolucionaria debe fijarse el objetivo principal de construir una alternativa genuina y revolucionaria basada en un programa socialista que ofrezca una solución en beneficio de los trabajadores. Esa es la tarea más urgente, únete a Lucha de Clases e impulsemos la construcción de una alternativa revolucionaria.
Entramos al definitorio mes de mayo en un contexto seriamente atípico de cara a los venideros comicios presidenciales del día 20. Mientras el abstencionismo reina entre la mayoría de agrupaciones políticas opositoras (MUD–FAVL y SV), hecho que limita las posibilidades de triunfo de Henry Falcón; Nicolás Maduro se prepara para capitalizar la fragmentación de la derecha, esperando obtener un triunfo que lo habilite para un nuevo periodo constitucional, en medio de una cada vez más aguda situación económica y social que promete dar continuidad al clima de inestabilidad e incertidumbre hoy imperantes.
Venezuela afronta un contexto económico catastrófico: contracción de un tercio del PIB desde el 2013, hiperinflación de 4 dígitos (aunque algunos analistas sostienen que ya hemos saltado a los 5), déficit presupuestario del 21% del PIB, reservas internacionales situadas en 10 millardos de $ (sus cifras más bajas en 15 años), niveles enormes de endeudamiento externo y con múltiples “compromisos” vencidos, bloqueo a nuevas fuentes de financiamiento internacional, y caída de hasta un 50% en la producción de petróleo desde 2013, cuya renta aporta el 96% de los ingresos en divisas del país.
Los impactos en los niveles de vida de los trabajadores resultan dramáticos. Si solo medimos el desplome del poder de compra de los salarios, como consecuencia de la hiperinflación: el ingreso mínimo integral (sueldo base más bono de alimentación) situado en 2.555.500 Bs, solo supera en un 22% el costo de un kilogramo de carne, que para el martes 1 de mayo ya se ubicaba en 2.000.000 Bs en varios estados del país. La acelerada devaluación del Bolívar ha hecho que este salario sea canjeable por US$ 37 a la tasa Dicom (oficial), y por US$ 4 y fracción a la tasa de cambio paralela -la cual rige el comportamiento de los precios en el país-, es decir, 319 y 352 dólares por debajo del promedio latinoamericano, respectivamente. A lo anterior, deben sumarse los innumerables padecimientos cotidianos ante la escasez de bienes de primera necesidad, también de dinero efectivo –como producto de la reducción en la proporción de dinero físico con respecto al crecimiento de la liquidez y la hiperinflación–, y el colapso generalizado de los servicios públicos.
Las calamidades derivadas de la crisis estructural del capitalismo venezolano hoy someten al pueblo trabajador a una amarga lucha por la subsistencia cotidiana, que no deja espacio para atender temas de gran importancia como la política. Para las masas pobres, el entusiasmo, la disposición al combate, y la voluntad para confrontar ideas, tan características en campañas de otrora –desde el auge de la revolución bolivariana– hoy se ven mermadas como obra de la desmoralización y la desesperanza, que parten de la evidente descomposición económica y social, pero sobretodo, de la perspectiva de que nada mejorará en el futuro próximo, aunque se logre derrotar nuevamente a la derecha. Este creciente proceso de reflujo supone un peligro de muerte para la revolución.
Propinar una nueva derrota electoral a la derecha no será garantía de un futuro libre de turbulencias. A medida que recrudece la crisis económica, y con ella las tensiones sociales y políticas, los sectores abstencionistas de la burguesía buscan acumular fuerzas para intentar, en el mediano plazo, una nueva embestida insurreccional que intente, esta vez sí, quebrar la unidad entre la cúpula militar, y en consecuencia producir un golpe de Estado. La intervención imperialista, mediante presiones económicas y políticas –para las que también emplea a gobiernos serviles en la región– busca fomentar tal desenlace. Sin embargo, la fragmentación de la derecha tradicional en tres sectores supone el principal obstáculo a superar, por parte de la burguesía, para el alcance de tan nefastos objetivos.
“Venezuela Libre” y “Soy Venezuela”: las dos caras del abstencionismo opositor
Bajo el alegato de que “no existen garantías electorales claras”, el bando abstencionista mayoritario, donde se agrupan los partidos que aún permanecen en la MUD, trata de cubrir su bancarrota política y la enorme desmoralización de sus bases, tras el fracaso de las guarimbas del año pasado, que como sabemos, obedecieron a las vacilaciones del liderazgo opositor en los momentos decisivos y a la gran participación de las masas revolucionarias en la elección de la ANC. A pesar de que han transcurrido 10 meses desde tan ignominiosa derrota, sus fuerzas de calle no logran levantar cabeza, hecho que se comprueba con la última sucesión de convocatorias a marchar cada una menos concurrida que la anterior.
Con la idea de refrescar su imagen, este sector pro oligárquico ha conformado el llamado Frente Amplio Venezuela Libre, donde aparte de la MUD, se aglomeran asociaciones empresariales como Fedecamaras, organizaciones estudiantiles y juveniles, rectorados universitarios, ONG, sociedad civil, caras disidentes del chavismo, Conferencia Episcopal (que no podía faltar), representantes de iglesias protestantes, entre otros especímenes. Aunque el liderazgo del FAVL ha declarado estar evaluando propuestas de boicot para el 20M, el nivel tan bajo en que han caído sus fuerzas actuales, en principio, pudiera desestimar cualquier posibilidad de que puedan jugar un papel de relevancia, por lo menos hasta realizados los comicios. Este es, en gran medida, el motivo que explica su negativa a participar en las elecciones presidenciales y por qué su actividad ha estado fuertemente enfocada en el cabildeo internacional, demandando más sanciones a funcionarios públicos venezolanos, mayores presiones económicas y políticas, así como una “intervención humanitaria” que permita saciar el hambre del pueblo con misiles tomahawk. El sector mayoritario de la derecha venezolana requiere tiempo para reagrupar sus fuerzas y espera proveerse de los servicios de la crisis y del desgaste de la base social del gobierno para enfilarse hacia el poder en mejores condiciones.
Mientras tanto, desde el sector más derechista y pro yankee de la oposición venezolana: “Soy Venezuela”, que agrupa a organizaciones como Vente Venezuela de María Cocina Machado, Alianza Bravo Pueblo del convicto Antonio Ledezma y personalidades como Diego Arria, y cuyo nacimiento el pasado septiembre inició la fragmentación actual de la MUD; trata de influir desesperadamente en la palestra política nacional, paradójicamente desde una posición abstencionista pero aislacionista. Sus histéricos berridos radicales, que cuentan con una amplia difusión en medios internacionales, propugnan, de manera más abierta, una intervención humanitaria “con todas sus implicaciones”. La estridencia de sus gritos es inversamente proporcional a la capacidad que tienen para jugar algún papel destacado en la situación política del país. Sus bases de respaldo están concentradas fundamentalmente en ciertas zonas del este caraqueño y algunos minúsculos puntos de apoyo en el interior del territorio nacional. Aparte de exponer sus pergaminos contrarrevolucionarios a cada paso, desde su presentación en sociedad no han dejado de arremeter contra el viejo liderazgo de la MUD –hoy en el FAVL– por participar en mesas de diálogo con “la tiranía”, y más recientemente contra Falcón y sus adeptos por “hacerle el juego al régimen” al legitimar las venideras elecciones presidenciales con su participación.
Si bien, todo parece indicar que las dos cabezas del abstencionismo opositor estarán relegadas al mero rol de espectadoras, la volatilidad de la situación política nacional puede propiciar sucesos que alteren dramáticamente el actual estado de cosas. En el contexto actual, cualquier chispa podría iniciar un incendio. Cabe recordar los momentos previos al inicio de las guarimbas del año pasado: las bases derechistas se encontraban desmoralizadas y su cuestionada dirección poco cohesionada, tras no haber podido forzar la realización del referéndum revocatorio y no avanzar un milímetro en la promesa de retornar al poder luego de ganar la mayoría en la Asamblea Nacional. Bastó que se iniciara la controversia con respecto a las sentencias 155 y 156 del Tribunal Supremo de Justicia, y posterior denuncia de golpe de Estado por parte de la derecha, para que la situación virara radicalmente. El distanciamiento entre el FAVL y SV solo podría ser superado con la maduración de las condiciones para un nuevo llamado a la insurrección reaccionaria.
Es deber de todos los revolucionarios, en especial de aquellas capas activas, organizar comités de autodefensa en todo el país, a los fines de contrarrestar la amenaza fascista en proceso de gestación y cuyo resurgimiento no puede tomarnos por sorpresa. Para ello es necesario superar y trascender la resistencia de la dirección bolivariana, la cual ya ha dado suficientes muestras de no querer blindar la revolución con organización desde abajo, dejando a las masas en una situación de vulnerabilidad a medida que la reacción se fortalece, mientras se ciñe la defensa revolucionaria a los marcos institucionales y militares, siempre susceptibles de virar al campo del golpismo de un momento a otro.
¿Qué dicen las encuestas?
En Venezuela, dada la enorme y en ocasiones descarada parcialización de las encuestadoras, tanto hacia el bando oficial como al oposicionista, resulta complicado estudiar los verdaderos niveles de apoyo hacia los diversos contenedores. Por ejemplo, la firma Datanalisis, cuyo presidente no ha ocultado su apoyo irrestricto a la candidatura de Falcón, ubica a este último en la punta con un 41,4%, sobre un 34,3% de intención de respaldo para Maduro. Por su parte, el estudio más reciente de Hinterlaces (encuestadora presidida por el diputado por el sector empresarial de la ANC, Óscar Schemell) presenta a Maduro como el aventajado con un 47% de la intención de voto, sobre un 34% para Falcón y un 14% para Javier Bertucci, el reaccionario pastor evangélico que ha decidido incursionar en la política con su movimiento Esperanza por el Cambio.
Germán Campos, director de la firma Consultores 30.11, presentó hace pocos días el más reciente estudio de dicha encuestadora, donde se perfila un nivel de participación de alrededor del 65% dentro del país, reconociendo las dificultades de realizar mediciones del proceso electoral en el exterior, fenómeno que cobra inédita importancia para las venideras elecciones, dada la diáspora de cerca de 3 millones de venezolanos en los últimos años. El sondeo, finalizado el pasado 6 de mayo, presenta a Nicolás Maduro en la punta con un 48,4% de las intenciones de voto, seguido de Falcón con un 36,3% y Bertucci con un 11,7%. Ante una hipotética declinación de la candidatura de Bertucci en Favor de Falcón –posibilidad muy poco probable-, Campos sostiene que no es fácil prever los impactos de tal escenario, aunque una alianza de este tipo no necesariamente implica una sumatoria automática de votos entre ambas figuras, donde incluso existen ejemplos históricos en el país que ilustran repercusiones favorables al candidato que va en la punta.
En un sondeo de opinión realizado por la misma encuestadora en el mes de marzo, el 38,1% de los consultados atribuyó las causas de la crisis económica a las políticas gubernamentales, un 29,7% a la guerra económica y al bloqueo internacional, y un 18,9% a ambas razones. Llama la atención la consulta que refiere a los niveles de acuerdo sobre la propuesta del fallecido presidente Chávez de construir una Venezuela socialista, en la que un 50,5% se manifestó positivamente, mientras que un 29,1% expresó su desacuerdo. Es decir, según estos estudios, aún sigue existiendo una mayoría que se identifica con el legado revolucionario de Chávez, a pesar del enorme descontento con el desempeño del gobierno bolivariano tras la muerte del líder histórico de la revolución, y que no consiente la idea de que la derecha retorne a Miraflores.
La candidatura de Falcón
Como ya hemos señalado, las posibilidades de victoria de Falcon se hallan limitadas dada la negativa del grueso de la oposición a brindarle respaldo. Su candidatura fue inscrita por su partido Avanzada Progresista, un engendro fundado por exmiembros de Podemos y PPT que se fusionaron en una misma tarjeta a raíz de la nominación de Capriles a la presidencia en 2012. Además del reducido grupo de diputados de la AN y personalidades opositoras como chuo Torrealba, quienes han tratado de tender puentes entre Falcón y el FAVL; entre las agrupaciones que hasta los momentos se han plegado a su candidatura se encuentran: MAS, MOVEV y COPEI, partidos que actualmente no pasan de ser un simple relleno, a pesar de que en el caso de COPEI tratamos con una de las fuerzas políticas hegemónicos durante el periodo puntofijista.
Falcón ha tratado de posicionar un discurso que oscila entre la promesa de restauración plena de la economía de mercado, y elementos de demagogia populista y clietenlar. Apuntando hacia su derecha, el candidato ha vendido la dolarización de la economía como parte de un programa de ajuste y estabilización, del cual solo se atreve a mencionar la privatización de empresas antiguamente expropiadas y de la industria petrolera. Hacia su izquierda, ha prometido la elevación del salario mínimo mensual a 75$, así como el otorgamiento de subsidios mensuales dirigidos a familias necesitadas de 25$ por adulto y 10$ por niño, a través de la llamada “tarjeta solidaria”.
Sin resignarse a no contar con el apoyo de la mayoría del oposicionismo de base, apela a la necesidad de remontar el “ventajismo gubernamental” para “salvar a Venezuela” y lograr “la gran transformación”, tal y como ha denominado a su plan de gobierno. Sus referencias a la “reconciliación nacional”, así como la explotación de su pasado chavista, están orientadas a ganar para si las simpatías de los votantes independientes -los llamados “ni ni”-, pero sobretodo a aquellos sectores bolivarianos decepcionados con el accionar del gobierno en los últimos años. En este sentido, su oferta demagógica de subvenciones asistenciales en dólares busca competir con las asignaciones de bonos en bolívares, que de forma cada vez más recurrente el gobierno otorga, a través del carnet de la patria y las tarjetas hogares de la patria.
El candidato de AP aspira remontar una enorme cuesta para la jornada electoral, contando con el clima de descontento reinante entre la población. Sin embargo, descontento no necesariamente significa un apoyo automático mediante votos a su propuesta y figura. Por lo que hasta ahora puede intuirse de la situación general, y en parte debido a la atomización de la derecha, Falcón hasta ahora no logra convertirse en un fenómeno electoral capaz de amenazar a la maquinaria bolivariana, con todo y la desazón sentida por las bases chavistas ante la falta de determinación de sus dirigentes de cara a la solución de sus innumerables problemas.
¿Qué se esconde detrás de la propuesta de dolarización?
Siguiendo la argumentación del principal proponente de la dolarización, Francisco Rodríguez, economista–Jefe de la consultora Torino Capital, ex economista–Jefe del Bank of America Merrill Lynch para la región andina, y quien funge como asesor económico de Falcón: con la adopción del Dólar estadounidense como moneda de curso legal en Venezuela se detendría en seco la hiperinflación como principal beneficio a corto plazo, que, según él, superaría los costos a largo plazo, como la pérdida del control por parte del Estado sobre las políticas cambiarías y monetarias, el no poder incidir en el tipo de cambio y respaldar la competitividad de la producción nacional, el reducido tamaño del sistema financiero nacional, entre otras razones.
Rodríguez, al igual que todo el conjunto de economistas burgueses –que en su mayoría se han pronunciado en contra de la dolarización–, parte de la necesidad de que el país requiere un severo programa de contrarreformas y ajuste macroeconómico –que descargue todo el peso de la crisis sobre los hombros del pueblo trabajador– a los fines de que el Estado reduzca sus gastos y la oferta de dinero, y así detener el alza de precios. Plantea que para la ejecución de tal ajuste, mantener el Bolívar, y por ende, el control soberano sobre la política monetaria, supondría un riesgo de que el nuevo gobierno se vea tentado a ceder ante la inminente presión social, incurriendo en gastos generalmente financiados con mayor emisión de moneda. Nos intenta decir que si los capitalistas perciben que su gobierno no es capaz de ejecutar medidas antipopulares con la debida severidad, no dejarán de subir los precios. En su artículo Por qué Venezuela debería contemplar la dolarización, señala: “… Si la gente no está segura de que el proceso será exitoso, la primera inclinación de las empresas será continuar subiendo sus precios” (americasquarterly.org, 15/02/2018).
Lo que en realidad sucedería es que el Bolívar seguiría devaluándose, y como consecuencia el ascenso de los precios continuaría. Acá se evidencia nuevamente la estrechez de miras de los economistas burgueses al enfocar el análisis de la economía desde la psicología de los llamados “agentes económicos” y al mostrarnos una realidad fragmentada e incompleta, que no reconoce la interrelación dialéctica de todos los fenómenos implicados como totalidad estructurada.
La proposición de Rodríguez es bastante clara: la mejor forma de generar “credibilidad” entre el siempre exigente empresariado, consiste en que el Estado renuncie a sus atribuciones sobre las políticas monetarias como condición ineludible a la acogida del Dólar: “La dolarización –entendida en un sentido amplio como la adopción de una moneda sobre cuya política monetaria el país que la adopta carece de control– es la única estrategia de estabilización que resuelve de plano el problema de la credibilidad en la política monetaria. Los agentes pueden ser escépticos frente a una promesa de que los políticos van a dejar de imprimir dinero, pero definitivamente encontrarán creíble el compromiso de no imprimir dólares…” (Francisco Rodríguez, Dolarizar Venezuela: una guía para escépticos, eltubazodigital.com, 16/03/2018).
El Estado venezolano al perder el control sobre las políticas monetarias, estaría impedido de emitir o extraer dinero en la economía nacional, hecho que le mostraría a la burguesía la certeza de que al fin se acabará el relajo en las finanzas públicas. En otras palabras, al implementar la dolarización los gobiernos venezolanos en lo sucesivo estarán sometidos a las decisiones en política monetaria de la Reserva Federal estadounidense –y también a la inestabilidad de la economía mundial en crisis–, como una especie de camisa de fuerza que impedirá recaídas en la intención de aumentar el gasto social. De esta manera se aseguran condiciones para que el paquetazo se aplique hasta sus últimas consecuencias. Según la apreciación de Rodríguez, solo de esta manera se podrá abatir la hiperinflación en el corto plazo, como primera condición para lograr la recuperación económica de Venezuela.
Una solución al crónico problema inflacionario venezolano no solo depende de la eliminación abrupta de los niveles de liquidez monetaria, como los economistas de inclinación monetarista sostienen. Aunque los aumentos desproporcionados en las emisiones de los agregados monetarios suelen incidir en el alza de precios, esto no obedece a su acción autónoma al margen de los demás factores que influyen en el mercado, como la oferta de productos disponibles. Así, por ejemplo, en el año 2006 la liquidez había sido incrementada en más de un 100% con respecto al año anterior, pero la inflación acumulada no superó el 17%. Bajo la lógica monetarista, la proporción del incremento de los precios no se correspondía con los niveles de liquidez. Hay que recordar que en estos años, la abundancia de petrodólares permitió impulsar el insostenible dinamismo de una economía fuertemente dependiente de las importaciones, hecho que también Incidió en el crecimiento del PIB y la oferta de productos. No se puede estudiar de manera coherente el fenómeno inflacionario sino se determinan las interrelaciones, acoplamientos y la retroalimentación de todas las variables. Si bien, la liquidez monetaria juega un papel relevante en el tema, jamás debemos perder de vista el factor más importante en la economía, sin el cual todo lo demás pierde sentido: la producción de bienes. La dolarización pudiera resolver el problema del exceso de liquidez –aunque con nefastas consecuencias en otros factores–, pero al seguir cayendo la producción no se resuelve el problema de la inflación.
Como se sabe, la inversión en la economía real es el motor que propulsa el crecimiento. En los márgenes del sistema capitalista, garantizar la inversión productiva de quienes poseen los medios de producción –la burguesía– es tarea de primer orden para los gobiernos. Esto se traduce en la aplicación de todo tipo de medidas y estímulos que permitan acrecentar los márgenes de beneficios para la clase capitalista, en la misma proporción en que se imponen desmejoras en la calidad de vida y mayores niveles de explotación a la clase trabajadora. Acá se desprenden antagonismos irreconciliables entre los intereses de explotadores y explotados, que se hacen más evidentes en periodos de crisis. Para un gobierno de derecha en Miraflores, la ejecución del recetario de ajustes y contrarreformas se inscribe dentro de la necesidad de fomentar la inversión privada, hecho que resultaría en la profundización del terrible drama social que hoy se vive en Venezuela. En teoría, estas políticas de austeridad han de aplicarse por un periodo de tiempo bastante prolongado –que algunos han estimado en 10 años como mínimo– mientras las inversiones privadas surten el efecto esperado en la producción y hasta lograr la estabilización donde todos viviremos felices por siempre. Los aspectos que quedan fuera de tales análisis, son las consideraciones del periodo de gran estancamiento, inestabilidad y vulnerabilidad prolongada en que se encuentra el capitalismo a nivel mundial, y que nos hallamos en vísperas de un nuevo periodo de recesión global –que hasta economistas burgueses de renombre han vaticinado– el cual no dejará de impactar severamente a nuestra economía monoexportadora. Por otro lado, la respuesta social que vendrá por el ajuste generará la suficiente inestabilidad política como para ahuyentar inversiones y por tanto, el retraso de la estabilización y del abatimiento definitivo de la inflación.
Por otro lado, con la pérdida de las atribuciones cambiarias como resultado de la dolarización, el Estado no podrá manipular el tipo de cambio (devaluar, subvaluar o sobrevaluar) para ajustarlo a las necesidades de la economía del país. Este es uno de los puntos donde Rodríguez y economistas simpatizantes han encontrado mayor oposición, tanto desde el campo procapitalista como lamentablemente también desde la izquierda. Los comentaristas burgueses opositores a la dolarización alegan que la competitividad de la producción nacional (entiéndase de sectores de la burguesía) no podrá ser respaldada a largo plazo ante posibles abaratamientos de mercancías foráneas dada la imposibilidad del Estado para incidir en el valor del Dólar.
Tradicionalmente los Estados capitalistas recurren a devaluaciones para encarecer las importaciones y favorecer la competitividad de las empresas nacionales, haciendo que los salarios reales en dólares caigan para compensar las bajas en sus ingresos y estimular la producción. Sin duda, tratamos con un mecanismo con el cual se intentan mantener los altos niveles de beneficios para sectores específicos de la burguesía, haciendo pagar el costo de la situación desfavorable en el intercambio internacional a los trabajadores. Replicando a quienes se oponen a la propuesta de Falcón y Rodríguez en términos burgueses, al dolarizar la economía venezolana esta posibilidad quedaría descartada y la producción extranjera tendría las de ganar en el futuro en detrimento de la industria nacional. Pero esta preocupación surge de un supuesto: que al alcanzar la estabilización los sueldos en dólares sean demasiado altos y no puedan abaratarse –mediante una devaluación monetaria– gracias a la dolarización. Actualmente el salario mínimo integral (sueldo base más bono de alimentación), situado en 1.307.646 Bs equivale a 15$ a la tasa oficial (DICOM) y a 2$ y fracción a la tasa de cambio paralela (22 de abril). Gracias a los servicios brindados por la política de conciliación de clases para administrar la crisis estructural del capitalismo criollo, de aplicarse un programa de ajuste en este momento el trabajo en cuanto a abaratar los sueldos ya estaría hecho. Los señores que acogen esta inquietud reaccionaria se les olvida que para la ejecución de un paquete de austeridad exitoso para la burguesía –con o sin dolarización–, los aumentos sustanciales de sueldos no caben. Pensar que los ingresos de los trabajadores venezolanos podrán ser incrementados hasta alcanzar el promedio latinoamericano (356$), o incluso superarlo, en un contexto donde los empresarios invierten sin rechistar, es un contrasentido ilusorio e ignorante. Sin embargo, aunque Rodríguez reconoce que esta situación pudiera constituir un riesgo en el futuro (partiendo del mismo supuesto de sus interlocutores), insiste en que los beneficios a corto plazo al derrotar la hiperinflación, exceden todas las consecuencias a largo plazo. A todas luces, en tal apreciación descansan intereses muy marcados del imperialismo norteamericano para asegurarse de un mercado que no ofrecerá la más mínima competencia interna en múltiples sectores.
Cabe señalar que los marxistas no hacemos fetiches con respecto soberanía monetaria y cambiaria, en tanto herramientas que son empleadas por los Estados capitalistas para: 1) financiar sus déficits, haciendo que los trabajadores los paguen con caídas estrepitosas del poder adquisitivo, gracias a la inflación derivada; y 2) devaluar las monedas a conveniencia de los niveles de competitividad de sectores de la burguesía y a expensas de los ingresos reales de la clase obrera. Sin embargo, a pesar de lo dicho, nos negamos a que estas sean cedidas a la potestad de la Reserva Federal de EEUU. En el intento de privar al Estado venezolana del manejo monetario y cambiario se esconde un planteamiento profundamente reaccionario: reducir la posibilidad de que el Estado intervenga en la economía dejando a capitalistas, banqueros e imperialistas operar a sus anchas, en la tratativa de aumentar sus beneficios a costa de mayores niveles de explotación y desmejora sistemática de los niveles de vida de la clase trabajadora. A tales pretensiones debemos oponernos rotundamente.
Ahora bien, responsablemente debemos señalar que la emisión descontrolada de dinero –sin sustento en la producción y en las reservas de divisas– por parte del gobierno para financiar el déficit fiscal y respaldar su reciente deriva clientelar, ha sido el factor decisivo en el surgimiento y recrudecimiento de la hiperinflación. Desde abril del 2017 al mismo mes del presente año la liquidez monetaria ha aumentado en más de un 3.000%, y desde 2012 en un 60.000% aproximadamente (BCV). Si se contrastan tales subidas con el desplome de la producción nacional (desde 2013 el PIB se ha contraído en más de un 30%) y la brutal caída de las importaciones (82% desde 2012), nos encontramos con un panorama donde mucho dinero persigue a pocos productos y cada mercancía absorbe mayor cantidad de unidades monetarias, lo que se traduce en alzas de precios.
Con la entrega masiva de bonos y la bonificación salarial, con las que se inyectan enormes cantidades de dinero a la calle (en su mayoría electrónico, pues la proporción de efectivo con respecto a la liquidez es de apenas un 2,6%), en un mercado nacional signado por la escasez, el gobierno trata de apagar el fuego inflacionario con más gasolina, en la medida en que incrementa sus gastos sin respaldo en riqueza real que pueda financiarlos. Como consecuencia, vemos como la hiperinflación devora los bonos y los aumentos salariales antes de que el trabajador proceda a gastarlos. Hay que señalar que el déficit fiscal responde fundamentalmente a la caída de los ingresos petroleros, hecho que, en los limitados marcos del capitalismo en crisis, hace insostenible la preservación de ciertos alcances y conquistas sociales –como subsidios en los servicios públicos–. Coristas de la burguesía reclaman la eliminación de las subvenciones estatales a la gasolina, agua, electricidad, entre otras, anticipando sus intenciones de llegar al poder. La comprensión de la siguiente lección es fundamental: mientras pervivan las relaciones de propiedad burguesas, toda victoria o conquista parcial que mejore los niveles de vida de la clase trabajadora, tarde o temprano –especialmente cuando la crisis haga acto de presencia– será reducida a su mínima expresión, ya sea mediante la acción directa de políticos burgueses, o por obra de las leyes del mercado capitalista –tal y como ha venido ocurriendo en nuestro país–, que no hacen más que reflejar los intereses de la burguesía en una sociedad donde esta controla las palancas fundamentales de la economía.
Aunque los revolucionarios debemos luchar por conquistas que mejoren el nivel de vida de las clases oprimidas dentro del capitalismo, y esto supone mejores salarios y condiciones laborales, de sanidad, educación y transporte; nunca debemos olvidar que para asegurarlas, mantenerlas y superarlas con el tiempo, no basta con reformar el sistema. La solución última, pasa por el derrocamiento del orden social capitalista mediante la abolición de las relaciones de propiedad burguesas, para avanzar hacia la planificación racional de la producción y distribución, bajo control obrero, de cara a la satisfacción de las necesidades de la mayoría y no para el beneficio de un puñado de oligarcas. El que la dirección bolivariana nunca comprendiera tal verdad, hoy explica en gran medida la crítica situación actual.
Al contrastar las promesas de Falcón y Rodríguez sobre las asignaciones asistenciales en moneda norteamericana y la elevación del salario mínimo mensual, con la expectativa de que la dolarización licuará la inflación en el corto plazo; cabe señalar una consideración importante: dejando fuera de orden la pregunta ¿Con qué recursos podrán financiar tales políticas?, un hipotético aumento de sueldo a 75$, aun estando a 281$ por debajo del promedio latinoamericano, supondría un crecimiento sustancial del poder adquisitivo de los trabajadores tomando en cuenta los niveles actuales. Ni hablar de lo que significarían los subsidios en dólares para las familias que los reciban. Con la contracción de la producción nacional, relacionada con la caída estrepitosa de las importaciones, problemas que no podrán solucionarse en poco tiempo considerando la debacle de la producción petrolera y el parasitismo de nuestra burguesía –aunado a las razones que antes expusimos–; aumentar el poder adquisitivo en esas condiciones generaría una mayor demanda detrás de una oferta de productos reducida, lo que incidiría en la continuación de la tormentosa alza de precios, ahora en la economía nacional dolarizada. ¡Pero claro! Esto en el hipotético caso de que aumenten los salarios y se otorguen los subsidios prometidos, o cuenten con los recursos para tales fines.
Si la prometida estabilización de la economía depende del nivel de inversiones productivas que puedan realizar la burguesía nacional y las multinacionales imperialistas, estas pujarán por mantener los salarios en los niveles más bajos para así amasar enormes beneficios. En este sentido, de ser electo Falcón como presidente ¿Qué privará más? ¿Una promesa de campaña o las presiones de la clase dominante representada en el poder? La política burguesa, sobretodo en momentos de crisis, nos proporciona innumerables ejemplos que inclinan la respuesta hacia la segunda opción, aunque los resultados últimos también dependen de los niveles de presión que pueda ejercer la clase obrera en lucha. Si Falcón asumiera la presidencia, para mantener su “credibilidad” y generar “confianza” entre la burguesía y el imperialismo, posiblemente no cumpliría con su promesa de aumento salarial.
Dado el reducido tamaño del sistema financiero venezolano (no contemplando las enormes ganancias que genera) que resultaría de la dolarización con tan solo 3 millardos de dólares de nuestras reservas internacionales –tal y como propone Rodríguez–, se plantearía la necesidad de adquirir mayor endeudamiento externo, seguramente acudiendo al FMI. Algo que no mencionan los defensores de la dolarización, es que estos financiamientos solo podrían garantizarse, por un lado, a través de numerosas concesiones sobre los abundantes recursos energéticos, minerales y de biodiversidad del país –en mayor grado de las que el gobierno bolivariano ha venido otorgando en los últimos años–; y por otro, con el reforzamiento de las medidas de austeridad para asegurar las devoluciones de los préstamos.
Aunque el mismísimo Ricardo Hausmann considera que nuevos préstamos, en el escenario que presentan los dolarizadores, no son posibles de conseguir, ya se está hablando de un fondo de alrededor de 60.000 millones de dólares para una hipotética transición política, sobre la base del apoderamiento de los jugosos y cuantiosos recursos naturales venezolanos. Considerando las exigencias que se le impondrían al Estado venezolano para garantizar el cumplimiento de los llamados “compromisos de deuda”, en cuanto al recorte del gasto público, entre otras perlas; conviene preguntarnos: en un hipotético gobierno de Falcón ¿Podrá este cumplir con sus promesas de campaña?
Existe un punto de coincidencia entre los economistas burgueses que defienden la propuesta de dolarización y quienes se oponen a ella: sus alusiones a una posible recuperación, están supeditadas a las expectativas de que el paquete de medidas de ajuste sea exitoso al reactivar la productividad y el dinamismo del mercado al cabo de un tiempo, es decir, a largo plazo. Pero en palabras de John M. Keynes “a largo plazo todos estaremos muertos”. Como el lector ya habrá podido deducir, dicho éxito estaría sustentado en el asalto despiadado a todos los derechos y conquistas –o los que aún quedan– alcanzadas por el pueblo trabajador en revolución, el desmejoramiento sistemático de sus condiciones de vida, y la imposición de nuevos e insoportables niveles de explotación, hasta que se alcance el edén de la estabilización.
Para ser más precisos, con o sin la dolarización, la vía burguesa para superar la crisis en nuestro país plantea, para el gobierno prooligárquico y proimperialista que tome la batuta, el empleo de todos los medios disponibles para reducir el gasto público a través de recortes brutales en los subsidios al combustible, agua, electricidad, salud, educación, misiones sociales, entre otros. También, el avance sin contemplaciones hacia la privatización de PDVSA, las empresas básicas de Guayana, CANTV, MOVILNET, y demás empresas estatales –en especial las expropiadas– tal y como Falcón ya lo ha hecho saber. En el terreno laboral, la eliminación de la LOTTT para luego imponer una nueva legislación más acorde a los dictámenes de FEDECAMARAS y CONINDUSTRIA, donde el decreto de inamovilidad laboral será eliminado. A su vez, legalización de la ya impuesta de facto liberalización de precios, toda vez que tratarían de mantener los salarios en su nivel más bajo.
Podemos ver entonces que las diferencias entre el ajuste sin dolarización y el ajuste con dolarización, son análogas a la aceleración de un bólido hacia un precipicio y la aceleración hacia el mismo destino, con previa colocación de un yunque al acelerador y lanzamiento de las llaves por la ventana. Es necesario impedir por todos los medios que semejantes choferes tomen el volante. Sin embargo, debemos advertir que el transitar de quienes actualmente conducen el proceso revolucionario nos está llevando, aunque a una velocidad menor, hacia el mismo desastre que proponen los primeros: un ajuste. El día a día es la mejor evidencia de ello. Los retrocesos que hemos evidenciado durante los últimos años, como consecuencias de la política de conciliación de clases, abonan el terreno para que, en la medida en que las masas se desmoralicen y agoten, se fundan las defensas de la revolución en provecho de la reacción burguesa e imperialista.
Tuve la oportunidad de participar en la manifestación del 1º de Mayo del año pasado en Caracas que se dio en circunstancias bastante particulares. Estábamos en mitad de la ofensiva insurreccional de la oposición burguesa y pro-imperialista, con violentas manifestaciones en las calles. La marcha del 1º de Mayo se convirtió en una oportunidad para responder de manera masiva a esa ofensiva golpista cuya intención era la de derrocar al gobierno de Maduro por medios insurreccionales.
En el discurso de Maduro a esa manifestación anunció la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente y prometió, ante los gritos de los presentes de “congele los precios”, que la ANC serviría para tomar medidas económicas para resolver ese problema.
En aquél momento el salario integral (mínimo + bono de alimentación) había pasado de Bs 148.638,15 a Bs 200.021,04. El kilo de pollo entero que en Abril 2017 costaba Bs 4.500 pasó a costar Bs 8.500 en Mayo de ese año.
Un año más tarde, la situación política aparentemente ha mejorado. La ofensiva insurreccional terrorista de la oposición fue derrotada a principios de agosto 2017 y el PSUV pasó a ganar las elecciones regionales en octubre y las municipales en diciembre. La oposición está dividida, su base social totalmente desmoralizada y ha perdido importantes parcelas de poder que tenía hace un año.
Sin embargo, la situación económica ha empeorado sustancialmente. Se ha pasado de inflación a hiperinflación. La promesa de Maduro de que la ANC debería servir para tomar medidas económicas quedó en nada. La misma retórica se usó para las elecciones regionales y municipales: una victoria chavista abriría el camino para la paz y la estabilidad económica.
Sucedió justo lo contrario, en diciembre – enero se recrudeció la inflación. El salario integral aumentó de Bs 456.000 a Bs 797.000, pero el kilo de pollo entero había pasado de Bs 85.000 a Bs 180.000.
El mes de abril, después de una pequeña pausa, se volvió a disparar la hiperinflación. El kilo de pollo entero pasó de Bs 400.000 a más de Bs 950.000 en apenas cuatro semanas de ese mes.
En este contexto se celebró la marcha del 1º de mayo de este año. La participación fue sustancialmente menor a la del año pasado. Mientras que en 2017 se llenó la Av Bolivar, en esta ocasión ni siquiera se intentó y se llevó la marcha a la esquina del Calvario dónde apenas se llenó una cuadra.
De nuevo se anunció un aumento del salario integral de Bs 1.307.646 a Bs 2.555.500.
El discurso de Maduro fue breve. De nuevo la gente gritaba “congele los precios”, a lo que él respondió “denme 10 millones de votos para luchar contra la oligarquía” en referencia a las elecciones presidenciales del 20 de mayo. El problema de este discurso es que la gente ya lo ha oído antes. En el 1º de mayo del año pasado, antes de las elecciones regionales en octubre y antes de las municipales en diciembre. La credulidad de las masas se pone a prueba y muchos se preguntan ¿si Maduro tiene una política para resolver la situación económica, porqué no la aplica ANTES del 20 de mayo? Otros decían: “parece el discurso de un candidato, no de un presidente que ya está en el poder”.
Si hacemos un resúmen económico de este año, el precio del kilo de pollo entero ha pasado de Bs 4.500 a Bs 900.000, un 19.900%, mientras que el salario integral ha pasado de Bs 148.638,15 a Bs 2.555.500, un 1.620%. Por explicarlo de manera más gráfica, en abril 2017, un salario integral compraba 33Kg de pollo entero. En mayo 2018 un salario integral apenas compra un pollo de 2.8 Kg. El salario ha perdido más del 90% de su poder adquisitivo.
El dolar en el mercado negro estaba en mayo de 2017 en Bs 4.283, hoy en Bs 621.498,49, un aumento del 14.410% o una devaluación del 99.3%. El cambio oficial hace un año (SIMADI) era de Bs 718 y es ahora (DICOM) Bs 69.000, un aumento del 9.510%, o una devaluación del 98.95%.
La liquidez monetaria (M2) en el mismo período ha aumentado un 3.841%. La producción de petroleo ha colapsado de 2,08 millones de barriles por día a menos de 1,5 mbpd.
La situación es realmente bastante grave y el estrepitoso fracaso del gobierno Maduro a la hora de enfrentarse a la misma de manera efectiva incide directamente sobre el apoyo de las masas al proyecto bolivariano, como no podía ser de otra manera. Queda todavía un instinto muy profundo y sano entre el pueblo trabajador de rechazo frontal a la oposición burguesa oligárquica. Pero que duda cabe que ante la falta de ninguna otra alternativa que parezca viable, la propuesta de Falcón de dolarizar la economía y aumentar los salarios a US$75 debe de parecer atractiva a sectores crecientes del pueblo.
Esta crisis en realidad sólo tiene dos salidas, una en beneficio de los capitalistas (mediante un paquetazo brutal de ajuste) y otra que beneficie a la clase trabajadora (mediante la expropiación de los medios de producción, la banca y la tierra y el monopolio estatal del comercio exterior). La primera es la que propone la oposición en todas sus variantes (la “blanda” de Falsón, la dura de la MUD-FAVL). La segunda es la que no quiere aplicar Maduro.
Por eso, una victoria (improbable) de Falcón en las elecciones significaría “resolver” la crisis sobre las espaldas del pueblo trabajador y pobre. Pero una victoria de Maduro en las elecciones no resuelve nada sino que continúa preparando las condiciones para la victoria de la oligarquía y mientras tanto la situación de la clase obrera sigue empeorando.
La tarea del momento por lo tanto es una de clarificación política. Las preguntas que hay que hacerse son dos: ¿qué programa requiere la clase trabajadora? ¿qué fuerzas lo pueden llevar a cabo?
En vísperas a las venideras elecciones presidenciales, a celebrarse el 20 de mayo, nuestro país se adentra en un nuevo periodo marcado por la incertidumbre. La profunda depresión económica, la hiperinflación, el colapso generalizado de los servicios públicos, y como consecuencia, el auge en las luchas obreras y populares; enmarcan el explosivo contexto político nacional, donde la derecha se halla atomizada, el imperialismo norteamericano en plan ofensivo, y la dirección bolivariana cada vez mas divorciada de los intereses de la clase trabajadora y el pueblo en general.
Resulta necesario analizar los movimientos de los actores en pugna, para clarificar el desarrollo futuro de la lucha de clases, y en este sentido, establecer nuestro posicionamiento sobre la base de los intereses históricos de la clase obrera y demás capas oprimidas de la sociedad:
Recientemente, la administración Trump ha promulgado una orden de prohibición de transacciones con petros, dirigida a ciudadanos de EEUU, y residentes en dicho país. Esta medida viene a sumarse al conjunto de sanciones financieras, firmadas en agosto del 2017, que han restringido al gobierno venezolano la adquisición de nuevas fuentes de financiamiento internacional (endeudamiento), así como también la realización efectiva de numerosos intercambios comerciales. Todo esto, mientras aumenta el ruido sobre un posible bloqueo petrolero, el cual no ha sido implementado hasta ahora dada la evaluación de los imperialistas sobre los impactos contraproducentes que tendrían que afrontar las industrias de crudo norteamericanas.
Claramente, el imperialismo estadounidense busca estrangular financieramente al gobierno de Maduro, para acrecentar los ya muy graves problemas económicos que atraviesa el país, condimentando el caldo de inestabilidad social, y así precipitar un golpe de Estado.
Entretanto, la candidatura de Henri Falcón de AP, apoyada por los partidos MAS y COPEI, hasta el momento se muestra flácida y débil, debido a la negativa del grueso de la oposición reaccionaria a participar en los próximos comicios presidenciales. Mientras el minoritario sector extremista, conformado por VV de María Machado y ABP de Antonio Ledezma, se aíslan del resto de fuerzas opositoras al denunciarlas por su falta de determinación para la lucha; con el lanzamiento del Frente Amplio Venezuela Libre, los sectores más numerosos e influyentes de la derecha nacional tratan de recomponer sus ímpetus para preparar una nueva ofensiva insurreccional en el mediano plazo, esperando capitalizar el terrible deterioro de la situación económica, que deriva de las presiones imperialistas, el evidente sabotaje de la burguesía, como también de la política implementada por el gobierno (por acción y omisión).
Desde Lucha de Clases repudiamos todas las maniobras desestabilizadoras, golpistas e injerencistas, que, tanto la oligarquía como sus amos imperialistas, preparan en base a sus nefastos intereses. De lograr sus objetivos, aplicarían una política de recortes brutales al gasto público, eliminarían las misiones, y promoverían un asalto a las libertades democráticas del pueblo trabajador, acompañado de una ola de persecución a líderes comunitarios y sindicales.
Mientras tanto, la burocracia bolivariana trata de equilibrarse entre los antagonismos de clase existentes, por un lado, otorgando nuevas concesiones a la burguesía y el imperialismo, mediante la relajación de los controles en la economía (desmonte absoluto del control de precios, eliminación de la tasa de cambio Dipro y nuevas devaluaciones a través del Dicom), y la sanción de la Ley de Inversión Extranjera en Venezuela; mientras emplea, de forma descarada, una marcada política clientelar destinada a fidelizar votos entre las capas más humildes, ahora a través del recién creado partido Somos Venezuela. Resulta evidente que para el gobierno solo existe la necesidad de seguir controlando el poder como un fin en sí mismo.
El lanzamiento del Petro y la nueva reconversión monetaria, constituyen medidas limitadas y meramente coyunturales, que no plantean soluciones reales al drama económico que atraviesa el país, además de mostrar el agotamiento de las posibilidades de seguir administrando la crisis capitalista bajo términos burgueses. La venta de Petros se trata, en última instancia, de una maniobra financiera desesperada que respalda nuevas operaciones de endeudamiento con barriles de crudo no extraídos, a los fines de obtener divisas, y así poder cancelar los bonos de deuda externa y de PDVSA, en lugar de importar mayor cantidad de alimentos y medicinas.
Con base en lo anterior, la Corriente Marxista Internacional Lucha de Clases estuvimos agitando para que el PCV presentara, junto a otras organizaciones de la izquierda revolucionaria del chavismo, un candidato propio a las elecciones presidenciales con un programa clasista. Lamentablemente los camaradas firmaron un pacto con el PSUV que no resuelve nada. Esta posición irresponsable deja a los revolucionarios sin opción en estos comicios, y retrasa la necesaria construcción de una alternativa revolucionaria, demandada por las capas más avanzadas del movimiento. Obviamente no podemos votar por la oposición reaccionaria, pero votar por Maduro significa apoyar la continuación de las políticas que nos han llevado a este desastroso panorama actual.
Para nosotros, la única salida a la crisis, en favor de los trabajadores y pobres, se halla con la aplicación de un genuino programa revolucionario: creación de consejos de trabajadores socialistas en cada fábrica y centro de trabajo, como órganos del nuevo poder a establecer; expropiación de las grandes industrias, bajo control obrero; monopolio estatal sobre el comercio exterior, bajo control obrero y popular; expropiación de los latifundios, bajo control campesino; nacionalización de la banca y aseguradoras, para poner sus recursos a disposición de un plan nacional de inversión productiva, en empresas estatales y bajo control obrero; contraloría obrera y popular sobre el transporte y abastecimiento de alimentos y medicamentos; impago de la deuda externa; y llamamiento internacionalista a los obreros de Latinoamérica y el mundo.
La tarea crucial pues, es la de construir una alternativa revolucionaria lo suficientemente consecuente y tenaz como para impulsar las tareas históricas antes referidas, y enfrente la amenaza de la reacción con medios revolucionarios. Desde Lucha de Clases, invitamos a los sectores combativos del chavismo a que se sumen a esta necesaria labor.
El pasado 26 de febrero, desde la sede del comité central del Partido Comunista de Venezuela en el Edificio Cantaclaro, se firmaría el acuerdo unitario PSUV-PCV a la vez que la tolda del gallo rojo proclamaría a Nicolás Maduro como su candidato a la presidencia de la república. Días antes, el 21 de febrero, pero esta vez desde el teatro municipal de Caracas, el PPT haría lo propio, completando así los partidos del Gran Polo Patriótico que apoyarían la candidatura del PSUV. De esta manera, se cierran las consultas de ambas toldas a su militancia, tanto la Asamblea del PPT como la XIV Conferencia de los comunistas.
Desde la Corriente Marxista – Lucha de Clases (LdC), hemos venido siguiendo y estudiando los documentos que han servido de base a los debates de ambas toldas, a la vez que a lo interno, convocamos a toda nuestra militancia a dar un amplio debate sobre la situación actual y la candidatura presidencial en todos los organismos de base (células), asambleas locales, sindicatos, universidades y espacios de intervención, tomando como punto de partida nuestro documento ¿Requiere el chavismo un candidato alternativo?
A través de estos debates, a los que se suma un estudio marxista de todo el gobierno del Presidente Maduro, pero sobre todo de los últimos 10 meses, llegamos a la conclusión de que la tendencia general del gobierno y de la dirección psuvista es a la conciliación y pacto con la burguesía nacional, con el fin de salvaguardar el modelo rentista y permanecer en el poder, aún a costa del sufrimiento y las penurias del pueblo, tendencia que además es irreversible producto de la debilidad de un régimen que cada vez se apoya más en medidas coercitivas para contener el descontento.
Por ello, en fecha 9 de febrero, enviamos una carta al PCV, PPT y al resto de organizaciones y movimientos sociales que conforman el poder popular denominada “Volver a Chávez y Renovar la Esperanza, por una Alternativa Revolucionaria”, explicando nuestra resolución a construir una alternativa revolucionaria con un programa socialista, documento en el que además exponemos las contradicciones del gobierno y que recomendamos a todos aquellos que deseen profundizar en los argumentos que nos llevaron a tomar esa decisión. Esta carta fue acompañada además de una reunión bilateral entre una representación del Buró Político del PCV y del Comité Ejecutivo (CE) de nuestra corriente en la que expusimos nuestra línea política e hicimos el llamado a construir una alternativa revolucionaria.
Una concepción Etapista
Una de las principales razones que ambas toldas dan para el apoyo a otra candidatura de Maduro es la de la defensa de la “integridad territorial” frente a la arremetida imperialista que “pone en riesgo la perspectiva de liberación nacional”. El mensaje lo repitió Maduro cuando dijo: “En este momento no se trata de izquierda o derecha. Es la gran Venezuela la que está en juego. La Revolución es con todos y todas y aquí no sobra nadie”. Este argumento, núcleo de ambos acuerdos, no resiste sin embargo el más mínimo análisis marxista.
Consideramos que el error de estos partidos radica en una concepción etapista de la revolución, por la cual primero habría de resolverse la “contradicción principal” imperialismo-nación, lo que se logra con la “unidad de las fuerzas patrióticas”, y luego avanzar en la construcción socialista.
Desde Lucha de Clases reconocemos la real amenaza que representa el Imperialismo Norteamericano y condenamos todas las acciones abiertas y encubiertas que vienen desempeñando para derrocar gobiernos en todo el mundo y en especial en Venezuela, sin embargo, como hemos venido señalando, la política del gobierno, lejos de presentar una respuesta al imperialismo, es dócil ante las agresiones. ¿Se puede considerar antiimperialista a un gobierno que cede soberanía con la aprobación de la Ley Constitucional de Protección a la Inversión Extranjera? ¿Por qué se permite que el encargado de negocios norteamericano, Todd Robinson, conspire abiertamente en Caracas con toda la oposición y no se le echa a patadas del país? ¿Es acaso antimperialista reconocer una deuda de $1.032 millones con la Gold Reserve? Deuda además rechaza por el comandante Chávez, quien los expulsó del país y a quienes el actual gobierno abre nuevamente las puertas en una abierta traición al legado del Comandante.
En el mismo sentido, el pago de la deuda externa, de la que el gobierno se enorgullece, en realidad significa la entrega la renta petrolera a los buitres especuladores tenedores de bonos, a costa de las importaciones de alimentos y medicamentos. Eso no es una política anti-imperialista consecuente sino intentos por congraciarse con los capitalistas.
En Venezuela, país de economía dependiente cuya burguesía no tiene la capacidad de llevar por sí misma un proceso de emancipación y por lo tanto es dócil al imperialismo, todo proceso de liberación nacional debe ser conducido por el proletariado. El Che Guevara lo explicó en los años 60 con estas palabras: “En las actuales condiciones históricas de América Latina, la burguesía nacional no puede encabezar la lucha antifeudal y antiimperialista. La experiencia demuestra que en nuestras naciones esa clase, aun cuando sus intereses son contradictorios con los del imperialismo yanqui, ha sido incapaz de enfrentarse a éste, paralizada por el miedo a la revolución social y asustada por el clamor de las masas explotadas” y en otro discurso añadía: “las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo -si alguna vez la tuvieron- y sólo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución”. No hay por lo tanto sector de la derecha que se anti-imperialista. La defensa de la patria contra el imperialismo, si significa algo, no es que no sea “ni de izquierda ni de derecha”, sino que sólo se puede llevar a cabo mediante un programa anti-capitalista.
Solamente expropiando las palancas decisivas de la economía y planificándola a través del control democrático y transparente de los trabajadores se puede hacer frente a las agresiones, sabotajes y bloqueos imperialistas. En esto radica la teoría de la Revolución Permanente de Trostky.
Un gobierno realmente antiimperialista, ante una agresión como la actual, debe inmediatamente armar a los trabajadores y tomar medidas contra los especuladores y bachaqueros de que disminuyen la capacidad del pueblo de enfrentar una lucha de resistencia, por el contrario, el gobierno insiste en su política de despidos y judicialización de los trabajadores combativos, desmoralizando así a quienes son el verdadero sostén de cualquier proceso revolucionario.
El presidente, al llamar a la conformación de un frente amplio, en el que se encuentran por igual el patrón y el obrero, lo que haces es caer en esta errada concepción de etapas propias del menchevismo, relegando la lucha de clases y subordinando a los trabajadores a la burguesía “patriota” para defender la integridad nacional.
En realidad, la única manera efectiva de combatir al imperialismo es tomando medidas de expropiación contra la oligarquía, que es su agente dentro del país, como explicamos en nuestra declaración: Escalada de la agresión imperialista contra Venezuela – responder con medidas revolucionarias. No se pueden separar las tareas de la lucha contra el imperialismo de las tareas de la lucha contra la oligarquía (los capitalistas, banqueros y terratenientes).
¿Debilidad del pueblo o crisis de la dirección?
Otra de las justificaciones es que los acuerdos forman parte de una estrategia de acumulación de fuerzas. Lo que a su vez parte de una concepción según la cual el movimiento popular es débil, no está lo suficientemente maduro, está desarticulado o está alineado con el PSUV, lo que dificulta lanzar una candidatura alternativa.
Lo que realmente encubre este argumento es la profunda crisis de dirección, la ausencia de un partido revolucionario que logre presentarse como una verdadera alternativa. Es precisamente la fortaleza del pueblo la que garantizó la victoria de los Comuneros del Maizal y la de los Comunistas en los municipios Simón Planas de Lara y Libertador de Monagas, y es precisamente su dirección la que los ha llamado a la calma, es la fortaleza del pueblo la que no ha permitido que el proceso se pierda, la que rescató a Chávez en 2002, la que venció el paro petrolero y la que salió a votar contra la violencia de la ultraderecha (guarimbas) y por la profundización socialista de la revolución bolivariana que nunca llegó.
Como marxistas, debemos señalar que, en momentos de auge, las masas son capaces hasta de empujar a sus direcciones reformistas y burocráticas como se hizo durante el periodo de Chávez en el que se ocuparon empresas, sin embargo, en momentos de reflujo, en los que las masas no ven satisfechas sus necesidades y además se las golpea, éstas buscan una dirección de la cual asirse en su lucha defensiva.
Consideramos que si lo que se busca de verdad es acumular fuerzas, en vez de suscribir un pacto que el PSUV está incapacitado de cumplir (pue si quisiera ya habrían al menos liberado a Elio Palacios), lo que se debió hacer es deslindarse, confrontar las tendencias oportunistas, reformistas y entreguistas y disputar la Hegemonía del movimiento al PSUV, planteando al pueblo una alternativa revolucionaria, con un programa socialista para salir de la crisis. Por el contrario, se llegan a acuerdos que son en realidad cartas de buenas intenciones, pues no contemplan una sola medida revolucionaria como sería la nacionalización del comercio exterior, o de la banca, y en el caso por ejemplo de revertir la bonificación del salario o de aprobar una ley de consejos socialistas de trabajadores, no se dan términos ni plazos.
En su discurso, Oscar Figuera, secretario general del PCV, señalaba que “no toda la estrategia podía ponerse al alcance del enemigo”, lo que hace suponer que las negociaciones incluyeron medidas que no están presentes en el acuerdo. El problema aquí no es tanto el enemigo sino los militantes revolucionarios que se preguntan si las buenas palabras que se contienen en el acuerdo (a pesar de su carácter limitado) se van a poner en práctica o no. Lo que los militantes revolucionarios que hemos observado la política y las acciones de la dirigencia del PSUV en el último período queremos saber es ¿se van a reconocer a los camaradas que ganaron las elecciones en Simón Planas, Lara y en el Municipio Libertador en Monagas? ¿Se van a liberar a los sindicalistas presos y retirar los cargos a los acusados? Esas cosas no pueden ser negociadas “aparte” sino acordadas abiertamente y explicadas a la militancia obrera y revolucionaria. De lo contrario, la dirección del PCV nos está pidiendo que confiemos en las buenas palabras de la dirigencia del PSUV que como sabemos, no pasa de la mera retórica izquierdista. Como se suele decir “obras son amores, que no buenas razones”.
El acuerdo, que se presenta como un avance, como un paso al frente, es en realidad un retroceso en la línea, seguida con acierto, de construcción de una alternativa revolucionaria. Es más, a pocos días de firmado, el acuerdo y las buenas palabras que contiene, ya se están violando. El acuerdo por ejemplo habla de “fortalecer el salario y restituirlo como componente principal y mayoritario del ingreso de las y los trabajadores” y los camaradas del PCV han insistido, correctamente, en oponerse al hecho que los cestatickets cada vez representan un porcentaje mayor del ingreso, mientras se devalúa el salario en sí. En el último aumento anunciado por el presidente Maduro, sin embargo, se viola ese acuerdo, pues el salario aumentó un 58% mientras que los tickets de alimentación aumentan un 67%. El salario disminuye del 31% al 30% del total.
El acuerdo habla de “fortalecer y resguardar los derechos laborales” y promete “identificar y canalizar la restitución de los derechos infringidos a trabajadores y trabajadoras en casos ya planteados o que pudieran presentarse en entidades de trabajo públicas y privadas.” En realidad, lo que vemos es lo contrario. Los dirigentes sindicales de Lácteos Los Andes que fueron detenidos por protestar siguen teniendo cargos en su contra. El dirigente eléctrico Elio Palacios, detenido por el SEBIN por denunciar la grave situación del sector y la responsabilidad de la gerencia, sigue detenido. A estos casos se añade ahora la sentencia de la Inspectoría de Trabajo de Miranda del 1 de marzo, autorizando el despido de Denny Brazón, secretario de organización del Sindicato Bolivariano de Trabajadores de CONATEL (SINBTRACON), en un caso claro de represalias por su actividad sindical. La gravedad del caso es que además el camarada tiene fuero sindical.
Esta es la política real de la dirigencia del PSUV y del gobierno, más allá de palabras en un trozo de papel. Si el PCV quiere defender a la clase trabajadora y luchar contra el imperialismo, más pronto que tarde esa defensa va a entrar en contradicción con la política de la dirección psuvista.
En nuestra opinión lo más importante ahora mismo es clarificar con qué programa podemos realmente combatir al imperialismo y organizar sobre esa base una alternativa revolucionaria. Hacemos un llamado a los camaradas del PCV y de la JCV a reflexionar sobre esta cuestión.
Por nuestra parte, con nuestras fuerzas limitadas, seguiremos agitando sobre la necesidad de construir una alternativa revolucionaria que se base firmemente en un programa anti-capitalista, el único que puede combatir al imperialismo de manera eficaz.
Para ello, hemos puesto a disposición del chavismo revolucionario y socialista nuestra organización, para que a través de las ideas del marxismo, podamos ir a paso seguro formando una dirección que no sea freno de las luchas sino que las acompañe y desarrolle hasta sus últimas consecuencias: la destrucción del Estado Burgués.
¡Para combatir al imperialismo es necesario un programa revolucionario anticapitalista!
¡Únete a la Corriente Marxista, instrumento de Lucha de la Clase Trabajadora!
Han pasado cinco años desde la muerte de Hugo Chávez. Lo conocía desde hacía casi diez años y sentía un gran respeto por su valor, honestidad y dedicación en la lucha contra la opresión y la explotación. Por esto se ganó el odio de todas las fuerzas de la vieja sociedad: los banqueros, los capitalistas y terratenientes, los imperialistas, la CIA y, por supuesto, la llamada “prensa libre” que no es más que la boquilla servil del antigua orden.
La campaña mediática de difamación contra Chávez no tenía precedentes en la historia moderna. En consecuencia, fue difícil para las personas de otros países formarse una impresión veraz de él. Incluso durante mucho tiempo socialistas y comunistas en Europa occidental se dejaron influenciar por este aluvión de mentiras descaradas.
Lo que estas damas y caballeros nunca pudieron entender fue la intensa lealtad, amor y afecto que inspiró en las masas que lo adoraban. Este era el otro lado de la moneda del odio amargo de las clases poseedoras. En esencia, esta polarización extrema de las actitudes era un reflejo de la polarización de clase en la sociedad concentrada en una sola persona.
Durante décadas, Venezuela fue gobernada por una oligarquía corrupta y degenerada. Había un llamado sistema de dos partidos (el puntofijismo) en el que ambos partidos representaban los intereses de la oligarquía. Cuando Chávez fundó el movimiento bolivariano, trató de limpiar los pestilentes establos de Augías que eran la vida política venezolana. Este era un objetivo limitado y muy modesto, pero se encontró con la feroz resistencia de la oligarquía gobernante y sus sirvientes.
A los ojos de las masas, Chávez representó la revolución, su propio despertar a la vida política, la sensación de que, por primera vez, el pueblo trabajador y los pobres estaban a cargo. Fue el hombre que se enfrentó al imperialismo y la oligarquía e intentó crear una sociedad mejor, más justa y más igualitaria.
El papel del individuo en la historia
La personalidad de un individuo puede tener un impacto en los procesos de la historia. Para mí, lo que es interesante es la relación dialéctica entre sujeto y objeto, o, como lo habría expresado Hegel, entre lo particular y lo universal. Sería muy instructivo escribir un libro sobre la relación exacta entre Hugo Chávez y la revolución venezolana. No hay duda alguna que esa relación existe. Si eso es positivo o negativo dependerá del punto de vista de clase que uno defienda.
El 27 de febrero de 1989, los pobres que vivían en los barrios de “casas de cartón” en los cerros que rodean Caracas tomaron las calles en protesta por una nueva alza en los precios del transporte público. Se convirtió en un levantamiento nacional conocido como el Caracazo. El gobierno de Carlos Andrés Pérez envió tropas armadas para sofocar el movimiento en sangre. Las cifras oficiales indican que el número de víctimas mortales es poco menos de 300, pero otras estimaciones indican que hasta 3.000 fueron asesinados a balazos.
Rebelión popular conocida como el Caracazo en 1989
Sin el Caracazo no es imposible que Hugo Chávez hubiera permanecido como un oficial del ejército persiguiendo una carrera militar normal desconocida para el público.
El Caracazo y la reacción brutal que siguió tuvieron un profundo efecto entre sectores del ejército, incluidos algunos de los oficiales. Este descontento condujo a un levantamiento militar fracasado dirigido por Chávez en 1992. Fue encarcelado pero posteriormente liberado bajo la presión de las masas. Desde el punto de vista de los pobres y oprimidos, Hugo Chávez fue el hombre que los puso de pie y que los inspiró, con su indudable valor personal, a actos de heroísmo sin paralelo. El papel personal de Chávez fue decisivo. Actuó como un catalizador que, cuando todas las condiciones están presentes, produce un cambio dramático.
La relación entre Hugo Chávez y las masas fue muy compleja y dialéctica. Él despertó un entusiasmo colosal y devoción. Vimos las mismas emociones en las calles de Caracas los días previos y posteriores a su funeral. Tuve la oportunidad de ver esto por mí mismo muchas veces cuando asistí a los mítines masivos en los que se dirigió al pueblo.
Cuando Chávez hablaba a los trabajadores y campesinos, el efecto fue era eléctrico. En tales ocasiones, uno podía percibir un tipo de reacción química entre Chávez y las masas. No había duda de la intensa lealtad que sentían las masas pobres y oprimidas por este hombre. Hugo Chávez por primera vez dio a los pobres y oprimidos una voz y algo de esperanza. Ese es el secreto de la extraordinaria devoción y lealtad que siempre le demostraron. Él los despertó a la vida y se vieron a sí mismos reflejados en él. Para ellos, Hugo Chávez y la Revolución eran una y la misma cosa.
Escribí sobre mis impresiones cuando lo vi por primera vez en abril de 2004:
“Mientras hablaba podía observar la reacción de las masas en la gran pantalla situada detrás del presidente. Jóvenes y viejos, hombres y mujeres, la aplastante mayoría trabajadores, escuchaban atentamente, asimilaban cada palabra. Aplaudían, gritaban, reían e incluso lloraban. Esta era la cara de un pueblo despierto, un pueblo que es consciente de sí mismo como participante activo del proceso histórico, es la cara de la revolución.”
El proceso iba en ambos sentidos. Chávez sacaba su fuerza del apoyo de las masas, con quienes se identificaba plenamente. En su manera de hablar, espontánea y completamente ajeno a la rígida formalidad del político profesional, conectaba con ellas. Si a veces había falta de claridad, incluso esto reflejaba la etapa en que se encontraba el movimiento de masas. La identidad era completa.
Los enemigos de Chávez de derechas nunca pudieron entenderlo. No podían entenderlo porque son orgánicamente incapaces de comprender la dinámica de la revolución misma. La clase dominante y sus prostitutas intelectuales nunca pueden aceptar que las masas tengan una mente y una personalidad propias, que son una fuerza tremendamente creativa que es capaz no solo de cambiar a la sociedad sino también de administrarla. Nunca pueden admitir tal cosa porque hacerlo sería admitir su propia bancarrota y confesar que no son un agente social necesario e indispensable dotado de un derecho otorgado por Dios para gobernar, sino una clase superflua y parásita y un obstáculo reaccionario al progreso.
Pero no solo los burgueses eran incapaces de comprender lo que estaba ocurriendo en Venezuela. Muchos en la izquierda fueron igualmente incapaces de entender este fenómeno. Incapaces de colocarse en el punto de vista de las masas, adoptaron una actitud altanera, como si las masas cuyo nombre siempre invocaban fueran niños ignorantes que necesitaban ser educados por ellos. Desafortunadamente para estos “izquierdistas”, las masas no mostraron el más mínimo interés en estos aspirantes a educadores o sus lecciones.
La revolución bolivariana le dio al pueblo de Venezuela importantes reformas en el campo de la salud, la vivienda y la educación. Sin embargo, la conquista más importante de la Revolución fue una que es intangible, podríamos decir, moral. Le dio a las masas un sentido de su propia dignidad como seres humanos, les impartió un agudo sentido de la justicia, les dio un nuevo sentido de su propio poder, les dio una nueva confianza. Les dio esperanza para el futuro. Desde el punto de vista de la clase dominante y el imperialismo, esto representaba un peligro mortal.
Chávez y el imperialismo
La Revolución Bolivariana de Hugo Chávez fue una amenaza directa para el imperialismo estadounidense por el ejemplo que da a las masas oprimidas en el resto de América Latina. Desde que se anunció la Doctrina Monroe, los gobernantes de Estados Unidos han visto a América Latina como su propio patio trasero privado. Una oleada revolucionaria recorría todo el continente latinoamericano, y Hugo Chávez actuó como un poderoso catalizador del movimiento revolucionario en todo el continente. Esto lo convirtió en el enemigo público número uno de Washington.
Al principio, la oligarquía venezolana no sabía qué hacer con Chávez. Pensaron que sería como cualquier otro político venezolano. Es decir, que él estaba en venta. Tan pronto como se dieron cuenta de que no podían comprar a Chávez, pusieron en marcha planes para derrocarlo. El 11 de abril de 2002, organizaron un golpe. Detrás de él había fuerzas poderosas: los terratenientes, los banqueros, los capitalistas, los medios de comunicación, la Iglesia, los generales, los jefes de policía, los dirigentes sindicales corruptos y la CIA.
Chávez fue arrestado y secuestrado. Los conspiradores se instalaron en el palacio de Miraflores. Pero en 48 horas fueron derrocados por un levantamiento espontáneo de las masas. Las unidades del ejército leales a Chávez se pasaron a las masas, y el golpe colapsó ignominiosamente el 13 de abril. Por primera vez en la historia de Venezuela, las masas derrocaron un golpe. En realidad, el poder estaba en sus manos, pero trágicamente no eran conscientes del hecho.
Hugo Chávez
Después de la derrota del golpe, hubiera sido posible llevar a cabo una revolución socialista rápidamente y sin dolor. Desafortunadamente, se perdió la oportunidad y se permitió que los reaccionarios se reagruparan y organizaran un nuevo intento en la llamada “huelga” (en realidad, un paro patronal) que causó graves daños a la economía. El nuevo intento fue derrotado por los trabajadores, que tomaron el control de las fábricas y las instalaciones petroleras y echaron a los reaccionarios. Una vez más, existía la posibilidad de una transformación radical sin guerra civil. Y una vez más la oportunidad se perdió. El problema era un problema de dirección.
La oposición se quejó mucho de presuntos malos tratos, pero esas quejas no tenían ninguna base. Lejos de ser demasiado duro, el gobierno fue extraordinariamente indulgente. Durante años, los medios de la oposición se permitieron calumniar al presidente de la manera más escandalosa, exigir su derrocamiento e incluso su asesinato. RCTV, Globovisión, Venevisión, todos los canales de televisión de propiedad privada jugaron un papel muy activo en la organización del golpe de 2002.
¿Alguien piensa que alguna de estas cosas estaría permitida en los Estados Unidos, Gran Bretaña o cualquiera de los otros países que se jactan de su “democracia”? Si cualquier canal de televisión británico hubiera hecho una décima parte de lo que hicieron en Venezuela, se le retiraría su licencia antes de que pudiera decir “Theresa May” y sus dueños se verían enjuiciados bajo las Leyes Antiterroristas.
En Venezuela pasaron más de cuatro años para que se tomaran medidas contra cualquiera de estos declarados defensores del terrorismo y el asesinato. Incluso entonces, la indulgencia de las autoridades fue extraordinaria. Se denegó a RCTV la renovación de su licencia abierta, pero se le permitió continuar transmitiendo por cable.
Los rencorosos argumentos de los enemigos de la Revolución en el sentido de que Chávez era un dictador siempre fueron irónicos. No importa lo que pienses de Hugo Chávez, ciertamente no era un dictador. Ganó más elecciones y procesos electorales que cualquier otro líder político en el mundo.
La oposición que dice ser democrática nunca ha respetado la voluntad de la mayoría del pueblo. Durante años, ha utilizado las palancas económicas y el control de los medios para sabotear la voluntad democrática del pueblo y no ha dudado en usar la violencia y el terror en las calles siempre que les convenga.
El Chávez que conocí
El Chávez que conocí era un hombre de gran integridad personal y energía ilimitada. Una vez, cuando me pidieron que lo viera a la 1 de la madrugada en el Palacio Presidencial, le pregunté a qué hora terminaba su jornada laboral y me dijo “a las 3 de la mañana”. Yo dije: “¿y luego duermes?” Él respondió con una amplia sonrisa: “No, entonces leo”.
De hecho, era un lector voraz. De hecho, creo que Chávez debe haber sido el único estadista en el mundo que leyó libros. (Casi no se puede imaginar al actual ocupante de la Casa Blanca leyendo un comic). Una vez me dijo: “Me encantan los libros, todos los libros. Si son buenos libros, los quiero aún más. Pero incluso si son malos, todavía los amo “.
Por propia iniciativa del Presidente, se imprimieron y distribuyeron gratuitamente millones de ejemplares de libros como Don Quijote y Los miserables. No es sorprendente que bajo su Presidencia Venezuela fue declarada por primera vez libre de analfabetismo por la UNICEF.
Y Chávez tenía agallas. Denunció los crímenes del imperialismo estadounidense en los términos más enérgicos. El mundo entero recordará su discurso en las Naciones Unidas donde, hablando después de George W. Bush, dijo: “Ayer el diablo estuvo aquí. Ayer el Diablo vino aquí. Aquí. [se persigna] Y todavía huele a azufre “.
La “prensa libre” se escandalizó naturalmente por este discurso, que nadie más que Hugo Chávez se atrevió a hacer. Pero alegró los corazones de millones de personas que querían ver a sus dirigentes hacer frente a Washington y sus pretensiones imperiales.
¿Fue una revolución?
Hace algunos años, cuando estaba de gira por Italia, un periodista de izquierda de Il Manifesto me preguntó en un tono perplejo: “Pero Alan, ¿qué tiene la situación en Venezuela en común con el modelo clásico de la revolución proletaria? En respuesta, cité las palabras de Lenin: “Quien quiera ver una revolución ‘pura’ nunca vivirá para verla. Tal persona habla de revolución y no sabe lo que es una revolución “.
Una revolución es, en esencia, una situación donde las masas comienzan a participar activamente en la política y a tomar su destino en sus propias manos. Leon Trotsky, quien, después de todo, sabía algunas cosas sobre las revoluciones, responde de la siguiente manera:
“El rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos. En tiempos normales, el Estado, sea monárquico o democrático, está por encima de la nación; la historia corre a cargo de los especialistas en este oficio: los monarcas, los ministros, los burócratas, los parlamentarios, los periodistas. Pero en momentos decisivos, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, éstas rompen con las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean un punto de partida para el nuevo régimen. Dejemos juzgar a los moralistas si esto está bien o está mal. A nosotros nos basta con tomar los hechos tal como nos los brinda su desarrollo objetivo. La historia de las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos.” (L. Trotsky, La historia de la revolución rusa, Prefacio, mi énfasis)
Este fue ciertamente el caso en Venezuela. El despertar de las masas y su participación activa en la política es la característica más decisiva de la revolución venezolana y el secreto de su éxito.
Chávez y el socialismo
El desarrollo de las ideas políticas de Hugo Chávez representó una evolución en la que se involucraron muchos factores. Se desarrolló y creció en estatura junto con la Revolución. La Revolución misma es una escuela poderosa en la que millones de hombres y mujeres aprenden a través de su experiencia. Lenin, que fue uno de los más grandes teóricos marxistas, dijo una vez que para las masas una onza de práctica vale una tonelada de teoría.
En la campaña por el referendúm
Hugo Chávez jugó un papel muy importante en la reapertura del debate sobre el socialismo en un momento en que muchos lo habían finiquitado. El presidente frecuentemente recomendaba leer las obras de Marx, Lenin y Trotsky. Esto fue muy positivo.
Chávez era un verdadero internacionalista. Cuando denunció los crímenes del imperialismo estadounidense, siempre hizo una cuidadosa distinción entre la clase dominante y el pueblo común de los Estados Unidos, hacia quienes no albergaba ningún sentimiento de hostilidad, sino todo lo contrario. En el momento de su famoso discurso en la ONU, dio el paso sin precedentes de visitar el sur del Bronx, un barrio pobre y de clase trabajadora en Nueva York. Esa visita todavía es recordada por la gente. ¿Qué otro líder mundial haría tal cosa?
Cuando habló del socialismo, siempre habló de la necesidad del socialismo mundial. Chávez siempre habló en términos inequívocos sobre su compromiso con el socialismo, no solo en Venezuela y América Latina, sino a escala mundial. Por ejemplo, cuando en 2009 lanzó la idea de formar una Quinta Internacional, dijo: “Salvemos el mundo: venzamos al imperialismo; salvemos el mundo, venzamos al capitalismo. Rescatemos las palabras de Rosa Luxemburgo ‘socialismo o barbarie’ ”
El intento de fundar una nueva Internacional fue saboteado por la burocracia y los estalinistas que sabotearon muchas de las iniciativas revolucionarias lanzadas por Hugo Chávez. El sabotaje es lo que ha socavado la Revolución y ha puesto en peligro su futuro.
Mis relaciones con Chávez
Hace algunos años tuve una conversación interesante con un hombre en Carabobo. Le pregunté qué pensaba del gobierno bolivariano. Él respondió con una diatriba tan hostil que supuse que él era un miembro de la oposición contrarrevolucionaria. Luego descubrí que en realidad era miembro de una organización “trotskista” con sede en Argentina. Le pregunté si lo que él acababa de decir era lo que le estaba diciendo a los trabajadores venezolanos. Él respondió con orgullo que así era.
“¿Y qué respuesta obtienes?” Pregunté. Él respondió encogiéndose de hombros. “¿Pero los trabajadores apoyan a Chávez?” Pregunté. “¡Absolutamente!” Respondió sin vacilación. Luego le pregunté cuántos miembros tenía su grupo en Venezuela. Él respondió que doce (más tarde descubrí que esto era una exageración). Entonces le informé que estaba perdiendo el tiempo. “Si eres serio, debes unirte al movimiento y presentar tu programa”. No creo que él lo haya hecho nunca, y su grupo de hoy sigue siendo tan irrelevante como lo fue entonces.
A mí no me sorprende que estos mismos “izquierdistas”, cuya única participación en la revolución bolivariana ha sido gritar desde la barrera, me hayan escogido para los ataques más pintorescos por mi amistad con Hugo Chávez. Como decimos en el idioma inglés, los recipientes vacíos hacen más ruido. Los ultra izquierdistas a nivel internacional son bien conocidos por ser los más vacíos de todas las embarcaciones vacías, y por lo tanto, sin duda los más ruidosos. Hace mucho tiempo que dejé de prestarles la más mínima atención.
Durante muchos años he escrito muchos artículos y he pronunciado numerosos discursos sobre la revolución venezolana. Todos estos son de dominio público y cualquiera puede leerlos. Durante muchas visitas a Venezuela, me he dirigido a actos masivos de trabajadores y campesinos y he dado muchas entrevistas en la prensa y la televisión. Mis puntos de vista son, por lo tanto, bien conocidos y no necesito cambiarlos ahora. Para que no haya duda los resumiré aquí.
Consideré -y todavía lo considero- que era un deber elemental de todo trabajador consciente defender la revolución venezolana contra sus enemigos internos y externos: el imperialismo y la oligarquía. El 29 de abril de 2004 escribí:
“En un discurso tras otro en Venezuela -incluidas varias entrevistas en televisión- me preguntaron mi opinión sobre la revolución venezolana y respondí en el siguiente sentido: “Vuestra revolución es una inspiración para los trabajadores de todo el mundo; habéis conseguido milagros; sin embargo, la fuerza motriz de la revolución es la clase obrera y las masas, ahí está el secreto de su triunfo futuro. Sin embargo, la revolución no ha terminado aún y no terminará hasta que destruya el poder económico de los banqueros y los capitalistas. Para conseguirlo, las masas deben armarse y organizar comités de acción a todos los niveles. Los trabajadores deben tener sus propias organizaciones independientes y deben construir la Tendencia Marxista Revolucionaria'”.
Creo que estas líneas son lo suficientemente claras. Si hoy hay personas malintencionadas que quieren distorsionar mis ideas y tergiversar mi actitud hacia la revolución bolivariana, ese es su problema. Debo agregar que ni uno de mis críticos de “izquierda” jugó el más mínimo papel en la revolución venezolana, ni pudieron entenderla en absoluto. No es sorprendente. Para un hombre que usa lentes sectarios es difícil ver nada, excepto la punta de su propia nariz.
“Burocracia contrarrevolucionaria”
En su último discurso al Consejo de Ministros, Chávez mostró su impaciencia por la lentitud del desarrollo de las comunas como órganos del poder popular que él veía como un medio para promover la participación de las masas. Uno a uno, sometió a los ministros a una crítica fulminante por su falta de compromiso con este objetivo:
“Si tú preguntas, ¿cuáles son las que llaman comunas en construcción? Estoy seguro de que en la mayoría de esos grandes o medianos o pequeños proyectos que estamos adelantando, desde viviendas, ciudades nuevas, polos de desarrollo científicos, polos de desarrollo agrícolas, como allá en la Planicie de Maracaibo, allá en el municipio Mara, hasta por allá por el estado Sucre, donde está la gran planta procesadora de sardinas que inauguramos hace poco, una planta grandísima, hasta las empresas del vidrio que expropiamos, la Faja del Orinoco, no existen las comunas. ¿Dónde las vamos a buscar, en la Luna? ¿O en Júpiter?
“Permítanme ser lo más duro que pueda, y que deba, en esta nueva autocrítica sobre este tema, compañeros y compañeras. Rafael Ramírez, por ejemplo, ya debería tener allá en la Faja del Orinoco unas 20 comunas, con Pdvsa, pero Pdvsa cree que eso no es con ellos. El problema es cultural, compañeros. Y digo Pdvsa, con todo el reconocimiento a esa gran industria”.
No es difícil ver en estas palabras que Hugo Chávez estaba extremadamente frustrado y consternado por la falta de avance de la causa de la revolución. Pero también es posible deducir de ellas una falla fundamental en la comprensión de cómo se lleva a cabo una revolución. Los órganos genuinos de poder obrero (es una cuestión de indiferencia si se les llama comunas o soviets) nunca pueden establecerse desde arriba, por las acciones de los ministros del gobierno. Son el resultado de la iniciativa de las masas revolucionarias desde abajo. Al pedirle a los ministros bolivarianos que realizaran esta tarea, le estaba pidiendo peras al olmo.
Años antes de su muerte, el presidente Chávez me dijo: “Hay demasiados gobernadores y alcaldes que, después de ser elegidos, se rodean de hombres ricos y bellas mujeres y se olvidan del pueblo”. En más de una ocasión se refirió a la burocracia contrarrevolucionaria. Esta burocracia constituye una Quinta Columna burguesa dentro de la Revolución. Es un cáncer que roe las entrañas de la revolución y la destruye desde adentro.
La burocracia “bolivariana” no tiene el más mínimo interés en promover comunas o cualquier clase de control obrero. Por el contrario, los burócratas que dirigen el cogollo en PDVSA y otras industrias nacionalizadas (muchos de los cuales son oficiales del ejército sin ninguna conexión con el socialismo o la clase trabajadora) ven estas cosas como un peligro mortal y una amenaza a sus intereses.
Chávez siempre tuvo una gran confianza en las masas. Atacó repetidamente lo que describió como la burocracia contrarrevolucionaria. En una ocasión, el presidente me invitó a unirme a él en su automóvil, pasando por calles llenas de entusiastas seguidores. Les señaló y dijo: “Es hora de que este pueblo tome el control de la Revolución”.
En un video grabado en un acto en Bolivia para marcar la segunda inauguración de Evo Morales en enero de 2010, Chávez dijo lo siguiente:
“La transformación de la estructura social no se va a lograr nunca sino transformamos las estructuras económicas, … la transformación del estado … Estaba recordando a ese gran bolchevique, … Vladimir Ilich Lenin, y aquella obra maravillosa El Estado y la Revolución, … el estado burgués tenemos que terminar de desmontarlo, el estado burgués tiene que extinguirse y tiene que nacer el nuevo estado, proletario, socialista, solo así lograremos las grandes metas que nos hemos trazado”.
Al comentar sobre el Plan de la Patria (junio de 2012), que fue el programa electoral de su última campaña electoral y se considera su testamento político, dijo:
“No nos llamemos a engaño: la formación socio-económica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista”.
“Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una nueva sociedad … Esto pasa por pulverizar completamente la forma Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política”.
“Este es un programa que busca traspasar “la barrera del no retorno” “Para explicarlo con Antonio Gramsci, lo viejo debe terminar de morir definitivamente, para que el nacimiento de lo nuevo se manifieste en toda su plenitud”.
Foto: Karel Fuentes
Pero en Venezuela este objetivo nunca se logró. La Revolución se detuvo a mitad de camino y fue empujada hacia atrás. El estado burgués no fue destruido. Los viejos burócratas fueron parcialmente reemplazados por una nueva casta burocrática de funcionarios arribistas que han secuestrado la revolución en su propio interés. Esta burocracia contrarrevolucionaria que fue repetidamente denunciada por Chávez, constituye una quinta columna burguesa que ha traicionado la revolución, la ha socavado desde adentro y preparado el camino para la contrarrevolución.
Es necesario un balance honesto
Cinco años después de la muerte de Hugo Chávez es necesario hacer un balance de la experiencia de la revolución bolivariana, para analizar sus características positivas y negativas. Las características negativas ahora son claras para todos, incluidos los amigos más leales de la Revolución. Pero como dice el proverbio alemán, uno no debe arrojar al bebé con el agua sucia del baño.
En su punto culminante, la revolución venezolana proporcionó un poderoso estímulo para el crecimiento de las tendencias izquierdistas y revolucionarias tanto en América Latina como a nivel internacional. En un momento en que las ideas del socialismo y el marxismo estaban siendo atacadas por todos lados, alentaba a aquellos que luchaban por la causa del socialismo a escala mundial. Los logros de la Revolución Bolivariana en los campos de la salud, la vivienda y la educación contrastaban marcadamente con los atroces ataques contra los niveles de vida que se aplicaban a los trabajadores de Europa y otros países en nombre de la austeridad capitalista.
La Revolución Bolivariana hizo avances significativos al nacionalizar partes de la economía. Los trabajadores de Venezuela respondieron magníficamente, introduciendo el control obrero en las fábricas y exigiendo la extensión de la nacionalización. Toda la historia muestra que es imposible hacer media revolución. Al no destruir el poder económico de la oligarquía, la Revolución se colocó a merced de una campaña sistemática de sabotaje económico que crea las condiciones para una ofensiva contrarrevolucionaria.
Poco después de mi primer encuentro con Chávez, escribí: “Más pronto de lo que muchos esperan, se tendrá que enfrentar a una dura elección: o liquida el poder económico de la oligarquía o se enfrentará a la derrota”. Eso fue escrito en 2004. Los eventos posteriores mostraron que mis primeras impresiones estaban bien fundadas.
El destino de la revolución bolivariana
En muchas ocasiones durante las últimas dos décadas los trabajadores de Venezuela pasaron a la acción para establecer el control obrero. Durante el intento contrarrevolucionario de sabotaje de la industria petrolera, los trabajadores se hicieron cargo de las instalaciones y las gestionaron, expulsando a la vieja administración. ¿Pero qué sucedió? La burocracia tomó control y liquidó el control obrero. Y esto se hizo con el apoyo total de los ministros, los mismos ministros a quienes Chávez dirigió su último llamado en Golpe de Timón.
La verdad es que muchos de estos ministros nunca estuvieron convencidos de las ideas de Chávez sobre el socialismo. Menos aún, compartieron su fe en la posibilidad de que los trabajadores manejen la industria y la sociedad. Muchos de ellos fueron educados en la escuela del estalinismo y han mantenido una concepción estalinista y burocrática del “socialismo”. Otros no creen en el socialismo en absoluto.
El instinto de Chávez siempre fue ir con los trabajadores y los campesinos. Pero se enfrentó a una burocracia hostil, que continuamente frustró sus planes, bloqueó sus decretos y saboteó la Revolución. Si se le puede criticar por algo, es por ser demasiado tolerante con estos elementos por mucho tiempo. Creo que lo hizo porque temía divisiones en el movimiento que pudieran socavar la Revolución. Ese fue un error fatal. Lo que socava la revolución es la corrupción y el arribismo.
Como Chávez me dijo, hay personas en cargos públicos, gobernadores, alcaldes, dirigentes del PSUV y el movimiento bolivariano que juran por Chávez cada vez que abren la boca, que usan camisa roja pero en realidad son oportunistas, arribistas y elementos corruptos que no tienen nada que ver con la revolución. Estos elementos han estado bloqueando la iniciativa revolucionaria de las masas y saboteando la revolución desde el principio. El deseo ardiente de las masas se ha visto frustrado constantemente por la resistencia de aquellos elementos conservadores y reformistas que instan constantemente a la cautela y que, en la práctica, quieren echar el freno a la revolución.
Comuna “El Maizal”
La izquierda chavista, que refleja las aspiraciones revolucionarias de las masas, desea seguir adelante con la Revolución, vencer la resistencia de la oligarquía y armar al pueblo. La derecha (reformistas y socialdemócratas), en la práctica, desea detener la revolución, o al menos frenarla y llegar a un compromiso con la oligarquía y el imperialismo. El destino de la Revolución depende de la solución de esta contradicción.
Para defender la revolución y empujarla hacia delante, debe enfrentarse a sus enemigos y barrer todos los obstáculos. Pero el mayor obstáculo en el camino de la revolución es la burocracia contrarrevolucionaria. Los trabajadores y campesinos de base deberían tomar una gran escoba y barrer toda esta basura del movimiento y tomar el control. Mientras eso no se haga, la revolución siempre estará en peligro.
Para avanzar al socialismo, primero hay que romper el poder económico de la oligarquía que lo utiliza para sabotear el proceso revolucionario. Esto significa mano dura con el sabotaje económico, el acaparamiento, la fuga de capitales y la especulación. La única forma de resolver los problemas económicos es nacionalizando la tierra, los bancos y las principales industrias bajo control obrero.
Una auténtica economía planificada es imposible mientras los puntos clave de la economía permanecen en manos privadas. Puedes tener una economía de mercado capitalista o una economía planificada socialista, pero no puedes tener ambas a la vez. No puedes planificar lo que no controlas y no puedes controlar lo que no posees.
Ningún compromiso es posible con los enemigos de la Revolución, del mismo modo que no se puede mezclar el aceite con el agua. Toda la lógica de la situación se está moviendo en la dirección de una confrontación abierta entre las clases. Del desenlace de este conflicto depende el destino de la Revolución.
Ahora corresponde a los trabajadores y campesinos, la verdadera fuerza motriz de la Revolución Bolivariana, llevar a cabo esta tarea hasta el final. Lo contrario sería una traición al legado de Chávez. Lo que se necesita no son discursos sentimentales y demagógicos, sino poner en práctica el programa socialista que Chávez siempre defendió: la abolición del capitalismo a través de la expropiación de banqueros, terratenientes y capitalistas. Ese es el auténtico legado de Hugo Chávez. Debemos combatir para aplicarlo. Nos comprometemos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para intensificar la lucha por el socialismo en Venezuela y en todo el mundo. Esa es la única forma de avanzar; la única forma de honrar la memoria de Hugo Chávez.