Poco antes del amanecer del 30 de abril, la oposición venezolana lanzó otro intento de golpe militar. Al final del día, el fallido intento de golpe de estado parecía haber fracasado, con uno de sus líderes buscando refugio en la embajada española, 25 de los soldados implicados solicitando asilo en la embajada brasileña y Juan Guaidó escondido o huyendo.
El golpe comenzó a las 5:46 de la mañana con un mensaje en vídeo de Guaidó, que se proclamó presidente en ejercicio el 24 de enero en un mitin callejero, pero que desde entonces no se ha acercado ni un centímetro al Palacio de Miraflores. En el video, apareció frente a la base aérea militar de La Carlota, al este de Caracas, junto con un pequeño grupo de soldados del ejército. También estuvo presente Leopoldo López, líder de la oposición bajo arresto domiciliario por su papel en los mortales disturbios de la guarimba del 2014. Al parecer, había sido liberado por los agentes de inteligencia del SEBIN encargados de vigilarlo.
El mensaje de Guaidó fue claro: “Estoy con las principales unidades militares de nuestras Fuerzas Armadas iniciando la fase final de la ‘Operación Libertad'”. Esta era la batalla final contra la “usurpación”. La presencia de López era un apoyo poderoso. Sin embargo, como quedó claro en las horas siguientes, sus afirmaciones de contar con el apoyo de las “principales unidades militares” eran mentiras. No tenía el control de ninguna unidad o base militar, no había comandantes de su lado. De hecho, a pesar de las afirmaciones en sentido contrario, no estaba dentro de la base de La Carlota, sino fuera de ella. No había tomado el control de ninguna estación de radio o televisión.
Guaidó llamó a la gente a salir a las calles en todo el país. Algunos se le unieron en el este de Caracas y se enfrentaron con la Guardia Nacional que protegía la base aérea. En un momento dado, los cientos de alborotadores, entre los que se encontraban algunos soldados, lograron romper el perímetro exterior, pero fueron repelidos con disparos de gas lacrimógeno. No es lo que uno esperaría de un golpe militar “apropiado”.
Mientras tanto, en el otro extremo de Caracas, miles de personas se habían reunido en las afueras del Palacio de Miraflores tras un llamamiento hecho por Maduro en Twitter poco después de las 10 de la mañana, donde también dijo que se había puesto en contacto con los jefes de todas las unidades militares y que todos ellos eran leales a su gobierno. Algunos altos funcionarios bolivarianos hablaron, particularmente Diosdado Cabello, pero aparte de eso el escenario fue entregado a representantes de la izquierda chavista y de organizaciones de base, que nunca aparecen en las manifestaciones oficiales. El ambiente era de determinación, había un espíritu de resistencia.
Apoyo imperialista
Por supuesto, los EE.UU. se apresuraron a apoyar el golpe en Venezuela con tweets y declaraciones de Trump, Pompeo, Elliot Abrams, Marco Rubio y otros, seguidos por los presidentes de Brasil, Colombia, Chile e incluso el Parlamento Europeo. El secretario general de la Organización de Estados Americanos, Almagro, también se unió al coro.
Durante el día, Pompeo y Bolton hicieron todo tipo de declaraciones e insinuaciones en un intento de reforzar el esfuerzo de Guaidó. Pompeo insinuó que altos funcionarios de Venezuela habían acordado en conversaciones con los EE.UU. remover a Maduro. Bolton mencionó específicamente al Ministro de Defensa Vladimir Padrino, a la contrainteligencia militar (DGCIM) y al jefe de la Guardia Presidencial, Iván Hernández, y al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Maikel Moreno. Las “figuras clave del régimen” han estado “hablando con la oposición durante estos últimos tres meses”, dijo, y les hizo un llamamiento para que “cumplan con sus compromisos de lograr la transferencia pacífica del poder de la camarilla de Maduro”. Más tarde, Bolton declaró que Maduro tenía un avión listo para partir hacia Cuba pero que había sido disuadido por los rusos. A pesar de toda esta jactancia y presión psicológica, Padrino salió en un discurso televisado expresando, una vez más, su lealtad al gobierno.
Las cosas sobre el terreno en Venezuela no iban bien. Algunos de los soldados de Guaidó aprovecharon la primera oportunidad para desertar, alegando que habían sido engañados. Uno de ellos explicó cómo los oficiales les habían dado armas en el Helicoide, el cuartel general de SEBIN, y les dijeron que iban a poner fin a una fuga masiva.
Después de ser repelido en La Carlota, y cuando se hizo evidente que el golpe de estado se estaba apagando, Guaidó intentó otro truco. Dirigió a algunos miles de sus partidarios, incluyendo algunos de los soldados que tenía en su video por la mañana, hacia el oeste, hacia el Palacio de Miraflores. Este fue un intento de repetir el guión del golpe de 2002, cuando los líderes de la oposición marcharon con sus partidarios al palacio presidencial, donde serían atacados por francotiradores contratados para crear una justificación para un golpe militar. Como dijo Marx, la historia se repite, primero como una tragedia y luego como una farsa.
Guaidó no contaba con los cientos de miles de personas que la oposición comandó en abril de 2002, y su marcha triunfal fue rápidamente bloqueada por la Guardia Nacional. Rápidamente se retiró a la plaza de Altamira en el este.
Una derrota lamentable
Al amanecer en Caracas, Leopoldo López y su familia se habían escondido en la embajada de Chile y 25 soldados pedían asilo en la embajada de Brasil. Hubo un anuncio de que Guaidó se iba a dirigir a la nación a las 6 de la tarde, pero el momento llegó y se fue, y no pasó nada. El golpe de estado parecía haberse esfumado por completo. Más tarde, López y su familia se mudaron a la embajada española.
Trump estaba tan frustrado que amenazó aún más a Cuba:
“Si las tropas y milicias cubanas no cesan inmediatamente las operaciones militares y de otro tipo con el fin de causar la muerte y la destrucción de la Constitución de Venezuela, se impondrá un embargo total y completo, junto con sanciones de alto nivel, en la isla de Cuba”.
Esto es completamente absurdo. La razón por la que los intentos de cambio de régimen de Estados Unidos en Venezuela han fracasado hasta ahora no es por las “operaciones” de las “tropas cubanas” para causar la “destrucción de la Constitución”, sino por la combinación de la estupidez y los errores de cálculo de la oposición venezolana y sus amos en Washington, la resistencia y el espíritu antiimperialista de una gran parte del pueblo venezolano, y el apoyo que Rusia y China están dando al gobierno. De hecho, ¡son las sanciones de los Estados Unidos, la confiscación de bienes venezolanos y otras medidas imperialistas las que ciertamente están causando muerte y destrucción!
Está claro que Trump piensa que, al ejercer presión sobre la Revolución Cubana, podrá romper la espalda del gobierno de Maduro. Estados Unidos ya ha endurecido las sanciones contra Cuba, incluyendo la aplicación, por primera vez, de una cláusula en la ley Helms-Burton que permite a los ciudadanos estadounidenses demandar a empresas de terceros países que utilizan propiedades en Cuba que les fueron expropiadas durante la revolución. Este es un acto escandaloso de agresión imperialista, que puede tener un impacto muy negativo en la ya frágil economía cubana.
Finalmente, a las 20.24 horas, Guaidó lanzó un delirante video mensaje en Twitter. En lugar de admitir el fracaso de su intento, anunció que “mañana [1 de mayo] continuaremos con la aplicación de la Operación Libertad”, agradeció a las Fuerzas Armadas por su “apoyo” e insistió en que “Maduro no tiene el control de las Fuerzas Armadas”.
El problema para Guaidó y Trump es que ya han impulsado el “día del juicio final” dos veces, el 24 de enero y el 23 de febrero, y han fracasado en ambas ocasiones. Muy pronto, si la situación no cambia hoy a favor de Guaidó, empezaremos a ver la fractura de la oposición entre recriminaciones mutuas y puñaladas por la espalda. Las filas de la oposición, principalmente de clase media y media-alta, se sentirán decepcionadas y traicionadas por sus propios líderes, una vez más, como fue el caso de las guarimbas de 2014 y 2017.
¿Por qué fracasó el golpe?
El fallido golpe de ayer (30 de abril) plantea una serie de interrogantes. Este fue un intento completamente fallido: el golpe no controló ninguna base ni unidad militar, no contó con el apoyo de ningún comandante, no se tomó ninguna emisora de radio o televisión y fue dispersado con gas lacrimógeno, así que, ¿por qué lo lanzaron?
¿Esperaban un apoyo que no se materializó? ¿Creían sus propias mentiras sobre el apoyo masivo de la población y un ejército que estaba listo para romperse y que todo lo que se necesitaba era una chispa en forma de acción? ¿Fue pura desesperación por su falta de éxito? ¿Por qué no esperaron hasta el 1 de mayo, cuando anunciaron manifestaciones masivas? ¿Temían que el resultado no fuera masivo?
El gobierno, por su parte, parece haber actuado de manera muy indecisa. Nada de declaraciones televisivas de Maduro durante 15 horas, ningún uso del ejército para aplastar el golpe, ningún oficial de alto rango del gobierno en el mitin en Miraflores. ¿Fue un intento de evitar el derramamiento de sangre en un enfrentamiento militar abierto, como dijo Maduro en su discurso de anoche en la televisión? ¿El gobierno no sabía hasta dónde había llegado la conspiración? ¿No estaba seguro de que podía contar con unidades militares para usarlas contra el golpe?
Algunos dicen que el golpe contó con el apoyo de oficiales de alto rango de la SEBIN, la DGCIM y otras unidades, pero que fue lanzado prematuramente, y que estaba previsto para el 2 de mayo, después de las previstas manifestaciones de la oposición del 1 de mayo. Esto explicaría de alguna manera los acontecimientos un tanto extraños de hoy, y sería una señal preocupante para el futuro, ya que significaría que los comandantes militares estarían involucrados, pero retrocedieron en el último minuto. Por lo que sabemos, había elementos en el SEBIN involucrados en el golpe. Algunos de los soldados participantes declararon que habían recibido armas en el cuartel general del SEBIN. Aparentemente, el director del SEBIN, Manuel Christopher Figuera, fue removido de su cargo y arrestado.
Desde el principio hemos dicho que la lucha contra el golpe no puede dejarse en manos de los generales del ejército. Tienen sus propios intereses y eso es lo que defenderán. Mientras crean que son mejor defendidos por el gobierno de Maduro, seguirán siendo leales. Si piensan que este gobierno va a caer y ya no es capaz de proteger sus intereses, intentarán intervenir para garantizarlos a corto, medio y largo plazo.
La continuación de la crisis económica, agravada por las sanciones, junto con la presión internacional, podría, en un momento dado, empujar a los actores clave dentro de las Fuerzas Armadas a querer salvar su propio pellejo eliminando a Maduro.
Incluso ahora, la situación no está completamente bajo control. Guaidó ha liderado un verdadero intento de golpe de estado, con tropas, y aún no ha sido arrestado. López tampoco ha sido arrestado y sigue estando libre para ir de una embajada a otra.
La CMI y los camaradas venezolanos de Lucha de Clases en Venezuela han argumentado desde enero que Guaidó debería ser arrestado, la Asamblea Nacional disuelta y se deberían tomar medidas enérgicas contra los golpistas, incluyendo el armamento y desarrollo de las milicias y la expropiación de las propiedades de los golpistas y del imperialismo. Además, estuvimos en contra de trasladar a Leopoldo López de la cárcel al arresto domiciliario. Los acontecimientos de ayer son una demostración más de que teníamos razón.
Hoy es el Primero de Mayo, y habrá manifestaciones de la oposición y de los chavistas en Caracas y en toda Venezuela. El hecho de que los intentos de golpe de estado de Washington hayan sido hasta ahora infructuosos no significa que vayan a abandonar sus objetivos. Ayer Yahoo News publicó un informe sobre la propuesta de la compañía mercenaria privada Blackwater de crear un ejército mercenario de 5.000 efectivos para intervenir en Venezuela. Las sanciones estadounidenses y la confiscación de activos venezolanos están teniendo un impacto paralizante en una economía ya debilitada por cinco años de recesión.
Nuestro deber es oponernos a esta agresión imperialista, como lo hemos hecho constantemente desde que comenzó este último intento el 24 de enero. Al mismo tiempo, debemos señalar los únicos métodos que pueden garantizar la victoria sobre la contrarrevolución. Los compañeros venezolanos de Lucha de Clases estuvieron ayer frente al Palacio de Miraflores. En una declaración, presentaron las siguientes consignas: Encarcelar a Guaidó, disolver la Asamblea Nacional golpista, fortalecer y extender las milicias bolivarianas, responder a la confiscación de bienes venezolanos expropiando a las multinacionales imperialistas, expropiar a la burguesía golpista, el control obrero de la producción, acabar con la burocracia, completar la revolución con la organización desde la base.
Desde tempranas horas de las mañana, Juan Guaidó, acompañado de Leopoldo López y un grupo superior a una veintena de militares, anunciaron la ejecución de la llamada “Operación Libertad” , llamando a las guarniciones castrenses en todo el país a sublevarse, y a las bases de la oposición reaccionaria para que se movilizaran en respaldo a tales acciones a nivel nacional, especialmente en Caracas.
Guaidó, en un video difundido a través de sus redes sociales, apuntó:
“Fuerza Armada Nacional han tomado la decisión correcta, cuentan con el apoyo del pueblo de Venezuela, con el aval de nuestra constitución, con la garantía de estar del lado correcto de la historia. A desplegar las fuerzas para lograr el cese de la usurpación” .
Más adelante, expresó:
“Pueblo de Venezuela, es necesario que salgamos juntos a la calle, a respaldar a las fuerzas democráticas y a recuperar nuestra libertad. Organizados y juntos movilícense a las principales unidades militares. Pueblo de Caracas, todos a la Carlota”.
El Ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, confirmó en su cuenta en la red social twitter la noticia, comentando los esfuerzos del gobierno para rendir al grupo de militares sublevados:
“Informamos al pueblo de Venezuela que en estos momentos estamos enfrentando y desactivando a un reducido grupo de efectivos militares traidores que se posicionaron en el Distribuidor Altamira para promover un Golpe de Estado contra la Constitución y la paz de la República”.
Inmediatamente, diversos voceros del gobierno bolivariano llamaron al pueblo revolucionario a concentrarse en las inmediaciones del Palacio de Miraflores, lo que, como de costumbre ante cada amenaza de la reacción, fue respondido con una nutrida presencia de militantes chavistas de base en el lugar. La Vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez, comentó:
“¡La democracia bolivariana se basa en el protagonismo del pueblo! ¡Descanse en la gloria de nuestros Libertadores, de Chávez! ¡Los traidores y los fascistas nunca torcerán el destino de la libertad que Venezuela ha marcado! ¡Dejen que las personas valientes vayan a Miraflores para defender la paz!”
Por medio del reporte de la periodista de Telesur, Madeleín García, se pudo conocer que los militares insurrectos (los cuales portan brazaletes azules) robaron dos tanquetas, sustraídas de alguna guarnición no precisada, y que los mismos se encontraban no en el interior de la Base Aérea La Carlota, sino en el distribuidor Altamira, a pocos metros de la base. En el reportaje, el Mayor General Alexis Rodríguez Cabello, Comandante de la REDI (Región de Defensa Integral) del Distrito Capital, desmintió la supuesta toma de la Base Aérea La Carlota y reafirmó la lealtad del personal que opera en la guarnición con el gobierno de Nicolás Maduro y la Constitución. El Mayor General también comentó que buena parte de los supuestos efectivos insurrectos se habrían comunicado con éste a tempranas horas de la mañana para notificar que habrían sido engañados y en las horas posteriores se sumaron al personal militar que se mantiene leal a Maduro dentro de la instalación militar. Esta información fue replicada por Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, quien también comentó, al rededor de las 11:15 am en la concentración bolivariana en Miraflores, que los militares sublevados habrían abandonado las cercanías de la base aérea La Carlota.
Juan Guaidó ha planteado a periodistas de diversos medios nacionales e internacionales, que cuenta con respaldo de todos los componentes de las Fuerzas Arnadas y prometió que durante las próximas horas se efectuarán pronunciamientos de generales y destacamentos completos. Sin embargo, el Ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, declaró en su cuenta de Twitter:
“La FANB se mantiene firme en defensa de la Constitución Nacional y sus autoridades legítimas. Todas las unidades militares desplegadas en las ocho Regiones de Defensa Integral reportan normalidad en sus cuarteles y bases militares, bajo el mando de sus comandantes naturales”.
Leopoldo López, quien se supone que estaba cumpliendo con una condena de 13 años en carácter de arresto domiciliario, líder del partido de Guaidó: Volntad Popular, comentó que habría sido liberado por efectivos militares que decidieron, según él, “ponerse del lado de la Constitución” :
“Venezuela: ha iniciado la fase definitiva para el cese de la usurpación, la Operación Libertad. He sido liberado por militares a la orden de la Constitución y del Presidente Guaidó. Estoy en la Base La Carlota. Todos a movilizarnos. Es hora de conquistar la Libertad. Fuerza y Fe”.
Como era de esperarse, los pronunciamientos internacionales no tardaron en aparecer: el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, refirió en su cuenta en twitter que la administración Trump “apoya absolutamente al pueblo venezolano en su búsqueda de la libertad y la democracia”, o en otras palabras, respaldan el nuevo intento de golpe de estado reaccionario seguramente ideado en Washington. Por su parte, Mike Pence, Vicepresidente de EEUU, manifestó su total apoyo a las fuerzas golpistas afirmando: “¡estamos con ustedes!” . Los lacayos regionales de EEUU ya han comenzado a hacer su parte, como el secretario de la OEA, Luis Almagro, el cual ya se ha pronunciado saludando el golpe de estado en marcha; y también Iván Duque, quien está convocando una reunión extraordinaria del Grupo de Lima.
En pocas horas, opositores que atendieron al llamado de Guaidó se agolparon hasta el distribuidor Altamira para intentar tomar la base Aérea La Carlota, recurriendo a las conocidas guarimbas o piquetes, lo que ha sido respondido con bombas lacrimógenas desde el interior de la base militar. Se pudo conocer que un convoy con efectivos de la Guardia Nacional se había trasladado hasta el este de Caracas, específicamente al epicentro de los acontecimientos, para someter a los amotinados. Se han podido escuchar detonaciones de armas de fuego en el lugar. En imágenes mostradas por medios internacionales se pueden ver a encapuchados tratando de violentar la entrada a la base militar, cuyo portón principal habría sido derrumbado, pero sin que ésto haya significado un avance sustancial en cuanto a los objetivos de quienes participaron de dicha acción.
La derecha venezolana ha decidido mostrar los dientes nuevamente en lo que es sin duda el comienzo de un nuevo repunte en su ofensiva interna por tratar de recuperar el poder. Ésto viene luego de su ignominioso fracaso del pasado 23 de febrero al intentar introducir la supuesta “ayuda humanitaria” por la frontera colombo-venezolana, el colapso del sistema eléctrico nacional (probablemente detonado por medio de ataques coordinados desde EEUU), y la imposibilidad del imperialismo yankee de conformar una coalición militar entre países miembros del Grupo de Lima, especialmente con Colombia y Brasil, para intervenir militarmente a Venezuela (por ahora).
Al momento de escribir estas líneas, el “llamado Centro de Comunicación Nacional” , creado por la Asamblea Nacional opositora, ha difundido a las 12:50 pm que Guaidó, junto a los militares insurrectos, se estaban movilizando hacia el oeste de la Capital, sin precisar un destino específico, lo que invita a pensar que se intenta dirigir una marcha opositora hacia el Palacio de Miraflores, donde se encuentra la manifestación bolivariana. Ésto constituye una clara provocación que intenta reeditar lo ocurrido el 11 de abril del año 2002. La derecha demanda acrecentar las tensiones en las calles con enfrentamientos armados y sangre. No dudamos que entre sus planes se contemple el intento de echar mano de grupos de mercenarios y francotiradores para producir las muertes que requiere la derecha y así elevar el conflicto a un nivel superior. Los riesgos de que tales acciones provoquen una confrontación bélica cívico-militar están a la orden del día.
Desde Lucha de Clases, Corriente Marxista Internacional, repudiamos el nuevo intento golpista promovido por el imperialismo estadounidense y la burguesía nacional. Los trabajadores del país deben movilizarse en las calles del país para impedir que la reacción pueda concretar sus objetivos golpistas. Un gobierno burgués encabezado por Guaidó se regiría por la necesidad de terminar de aplastar al movimiento de masas y a la clase obrera, a sangre y fuego, como condición política para implementar un severo programa de ajuste macroeconómico, que diferiría del que el gobierno bolivariano ejecuta en la actualidad, en cuanto a una mayor celeridad en la destrucción de las conquistas alcanzadas durante la primera década de la revolución bolivariana. Se aceleraría y expandiría el proceso de privatizaciones en las empresas estatales presente, sobretodo enfocado en las explotaciones petroleras, minerales y gasíferas. Se impondría un brutal ajuste laboral, que eliminaría innumerables beneficios, garantías de seguridad y acrecentaría los despidos en masa. Asimismo, se suprimirían los subsidios al agua, la electricidad, la salud y a la educación, sacrificando a las masas ante el altar del FMI y su típico recetario. Todo lo anterior está planteado en el llamado «Plan País» de Guaidó, para todo aquel que desee profundizar en el programa de la derecha.
Desde comienzos del conflicto, hemos insistido en el imperativo de apresar a Guaidó y en la disolución de la Asamblea Nacional golpista, para cortar de un solo tajo la cabeza al plan golpista. Señalamos que esperar demasiado en este cometido suponía exponer el futuro de la revolución a nuevas y más amenazantes ofensivas reaccionarias en el futuro. Hoy, lamentablemente, los riesgos resurgen sin ninguna necesidad. Asimismo, en su momento criticamos la flexibilixación de la pena a Leopoldo López con la concesión del beneficio procesal de casa por cárcel. Hoy, nuevamente debemos demandar el cese de la impunidad para los principales operadores del imperialismo en el país.
La tensa actualidad demanda acciones contundentes, la incansable voluntad de diálogo del gobierno de Maduro, campeón en los llamados a la conciliación, han sido una ofrenda de vacilación y debilidad ante los que esperan hundir en sangre al movimiento de masas.
Responsablemente, los revolucionarios debemos movilizarnos para derrotar la amenaza golpista, pero también exigiendo medidas que solucionen el problema de raiz. La raiz de todo el conflicto yace en la existencia del capitalismo mismo. La negativa de la dirección bolivariana a completar la revolución, demoliendo el Estado burgués y expropiando, bajo control obrero y popular, la totalidad de la banca y las aseguradoras, los monopolios industriales, los latifundios, y estableciendo un monopolio estatal del comercio exterior; ha desatado todo el caos económico actual y cocinado todas las contradicciones sociales que hoy afrontamos.
Debemos exigir la confiscación de las multinacionales norteamericanas y europeas que hacen presencia en el país, en reciprocidad a la confiscación de cuantiosos activos del estado venezolano en dichas latitudes. También, en aras de la coherencia política, debemos esgrimir la revisión y suspensión de todos los contratos y concesiones otorgados por el gobierno a los capitales rusos, turcos y chinos, en detrimento de los intereses nacionales y de la clase trabajadora en si. Por otra parte, nuestra movilización debe reclamar respuestas ante la opacidad de las instituciones respecto a la fuga de capitales de la década de los altos precios petroleros (2004 – 2014), que desangró el país en favor de la burguesía parásita criolla y un puñado de burócratas corruptos.
No podemos cesar en nuestra exigencia de que se fortalezcan las unidades de milicias bolivarianas, para su despliegue efectivo en todo el territorio nacional. ¡Toda nuestra desconfianza hacia las cúpulas militares! En más de una ocasión hemos recalcado la amenaza que representa para la revolución el depositar su defensa en los márgenes de la institucionalidad militar tradicional. El tenso día de hoy es una nueva confirmación de tal aseveración. Quien piense que la lealtad de las cúpulas castrenses hacia el gobierno permanecerá inalterable, al margen del control que éste pueda mantener de la situación nacional, no comprende un ápice de la historia de los cuerpos armados estatales en el capitalismo.
Al pueblo revolucionario consecuente y combativo le proponemos combatir el golpe con organización desde abajo. En última instancia, nuestra lucha no puede estar circunscrita a la idea de defender el miserable estado general de cosas actual, al cual el imperialismo, la burguesía, y el carácter conciliador del gobierno, con sus “empresarios patriotas” y su ilusoria “burguesía revolucionaria” ; nos han condenado. Debemos luchar por construir una nueva sociedad donde valga la pena vivir y defender hasta con la vida. Para lograr ésto, se hace perentoria la construcción de una alternativa revolucionaria, que pueda agrupar y dirigir toda la combatividad del movimiento chavista, bajo fines revolucionarios.
Esta situación no debió llegar a este punto. Ya es hora de derrotar el golpe, pero esta vez con medidas revolucionarias.
¡Cárcel a Guaidó!
¡Disolución de la AN golpista!
¡Fortalecimiento y despliegue de las milicias bolivarianas!
Ante el secuestro de nuestros activo: ¡Expropiación de las multinacionales imperialistas!
¡Expropiación de la burguesía golpista!
¡Control obrero de la producción! ¡No más control burocrático!
¡Completar la revolución con organización desde abajo!
En días pasados, se abrió un debate con motivo a la denuncia hecha por el ex ministro Elías Jaua, sobre la detención de diez comuneros que habrían ocupado y reclamado la propiedad social de la Estatal Arroz del Alba, ubicada en el estado Portuguesa, y cuyos activos habían sido entregados a la compañía privada Agroinlaca para su administración.
El portal La Tabla, señaló a través de su cuenta twitter que además de la entrega de la Planta en Portuguesa, en 2015 ya se había entregado la planta de alimentos balanceados ABA, perteneciente a la Corporación Venezolana de Alimentos S.A (CVAL), a ésta misma compañía privada, cuyos propietarios habrían obtenido suficientes beneficios como para “construir o adquirir inmuebles como una sede de lujo en la Zona Industrial II de Barquisimeto y un condominio de más de 1 millón de dólares en Miami”.
La compañía Agroinlaca no sólo recibió en “alianza estratégica” la planta de arroz de Píritu, propiedad de Arroz del Alba, sino la planta ABA Turén, perteneciente a CVAL, desde finales de 2015. No hay información pública sobre el mecanismo de “privatización” de ambos complejos pic.twitter.com/K6yPbTFtjG
Volviendo sobre la detención de los comuneros, Elías Jaua señaló en su denuncia las razones para la ocupación de la empresa por parte de la Comuna Agua de Dios:
“¿Qué demanda la Comuna Agua de Dios, en ejercicio de sus competencias legales en el ámbito comunal?: Que se respete la propiedad social, que se expliquen las condiciones legales bajo las cuales se entregaron activos nacionales a un privado, que se garantice la estabilidad y condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras, que se reciba la producción de arroz de la zona, que un porcentaje de la distribución sea vendido en la comunidad. Nada de lo cual cumple en este momento el operador capitalista”1
Como vemos, los ocupantes sólo estaban respondiendo ante el saqueo por parte de los capitalistas, que desvían la producción para la exportación, amasan fortunas, adquieren propiedades y todo esto sobre las espaldas de los trabajadores y campesinos, que son quienes realmente están produciendo.
Solamente después de que el caso provocó un escándalo entre la izquierda chavista y cuando ya los comuneros llevaban 70 días detenidos, estos fueron liberados.
¿Caso aislado o política de Estado?
Lamentablemente, el caso al que acabamos de referirnos no está aislado, sino que es parte de una política cada vez más evidente, que bajo el argumento de la “participación del sector privado”, avanza hacia la privatización, parcial o total, de empresas que fueron nacionalizadas o inauguradas en revolución. Además, este proceso de reversión de las conquistas no sólo se da en el sector industrial, sino que abarca desde la tierra hasta el turismo, desde la recolección de la basura hasta el cambio de composición accionaria de empresas estratégicas de hidrocarburos…
Uno de los mayores escenarios de conflicto por la propiedad desde el comienzo de la revolución bolivariana ha sido el de la tenencia de la tierra. El propio golpe de Estado de abril de 2002, tuvo entre sus motivaciones el revertir la Ley de Tierras, promulgada vía habilitante en 2001 por el presidente Chávez, y que permitiría un proceso de socialización y entrega de tierras no productivas a campesinos2. Hoy, se está efectuando un proceso inverso, despojando de las tierras a los campesinos y comuneros para entregarla en manos de los latifundistas.
Estas acciones terrófagas se dan bajo la sombra protectora del flamante ministro que acuñó la célebre categoría de “burguesía revolucionaria” y que todos conocemos. El despojo de los campesinos se hace en favor de antiguos “propietarios” que puedan pagar, pero también a favor de burócratas, civiles y militares, cercanos al “zar” de la tierra, por esta razón, se usan todos los medios para expulsar a los campesinos, desde la presión y cerco institucional, hasta el amedrentamiento por parte de efectivos militares, paramilitares y sicarios.
Todo esto, motivó a un grupo de campesinos del estado Portuguesa a emprender lo que se denominaría la “Marcha Campesina”, una travesía a pie desde dicho estado hasta Caracas con el fin de reunirse con el presidente y plantear sus problemas. Esta marcha generó una gran movilización de solidaridad de toda la izquierda en el país y, sin embargo, fueron recibidos por los cuerpos de seguridad. Días después de su estancia en Caracas, los campesinos lograron reunirse con el presidente, que en cadena nacional les escuchó e hizo todo tipo de promesas. Pero desde entonces, los avances han sido pocos y las muertes se han seguido sucediendo, llegando al número de 19 dirigentes campesinos asesinados hasta la fecha3.
A la par de los asesinatos, también se han dado detenciones arbitrarias y los intentos de desalojo, en los que se han llegado a quemar casas y escuelas de las comunidades campesinas. En Mérida, por ejemplo, se detuvieron a 32 campesinos (entre ellos 11 mujeres, una de ellas lactante) por la supuesta invasión de la finca La Magdalena, donde según el portal La Tabla, venían sembrado con permiso del Instituto Nacional de Tierras (INTI4. Otro caso de detención arbitraria sería el caso de Wiston Olivero, vocero del rescate de tierras en hato Gavilán-La Chaqueta en Portuguesa junto a otros nueve campesinos, a quienes se les habrían “sembrado” escopetas y uniformes militares para hacerlos pasar por paramilitares5. Mientras que, en el mismo estado, pero esta vez en El Consejo Campesino Guasimal Los Caribes, del municipio Papelón, bandas armadas quemaron varias viviendas, un tractor y destruyeron los cultivos de la comunidad.
También en el sector industrial se ha venido avanzando en esta política de privatización acompañada de la persecución de trabajadores. Un caso emblemático fue la detención por parte del CICPC de tres dirigentes sindicales de la empresa Lácteos los Andes en febrero del año pasado. Los trabajadores de esta empresa, que fue nacionalizada por Chávez en 2008, denunciaban que más del 80% de la planta en Cabudare estaría paralizada producto de la corrupción y la falta de inversión en materia prima, lo que, según ellos, se corresponde al desvío de recursos destinados a la empresa para posteriormente justificar su entrega en manos privadas6.
En Café Fama de América, la historia no es muy diferente, nacionalizada en 2009 como parte de una lucha contra los monopolios (Fama de América y Café Madrid contaban con el 80% del mercado), permanecería poco tiempo bajo control de sus trabajadores. Ahora, controlada por la burocracia, la empresa pasa la mayor parte del tiempo sin materia prima. Los trabajadores en este caso también denuncian en proceso de quiebra, pues mientras en ellos anaqueles se observan productos “gourmet”, a la empresa no entra “café verde”, siendo que el encargado de formar las guías de transporte es el coronel José Alfredo Mora, presidente de la Corporación Venezolana del Café7.
La comuna también ha sido blanco de los ataques de la burocracia, y en este particular, se han superado en cuanto a su cinismo. La Comuna El Maizal es un ejemplo claro de cómo entre mayor es el éxito de la organización popular, mayor es el ensañamiento de la burocracia, veamos a que nos referimos.
Recientemente el presidente Nicolás Maduro anunció a través de su cuenta en Twitter la “reactivación”, en conjunto con la empresa privada, de la Granja Porcina “José Leonardo Chirinos”, ubicada en el municipio Iribarren del estado Lara, y que era una de las cuatro plantas de la empresa mixta Porcinos del Alba.
Reactivamos la Granja Porcina “José Leonardo Chirinos”, en el municipio Iribarren del estado Lara. Es una alianza con el sector privado para la cría de cerdos bebes que producirá para diciembre de 2019, un total de 6 millones de piezas de pernil. ¡Fuerza Productiva Nacional! pic.twitter.com/4yCR2HUEss
Para nadie es un secreto que dicha empresa mixta jamás pudo producir en manos de la burocracia. Sin importar el tamaño de las inversiones hechas para levantar la producción, sus instalaciones se convirtieron en cementerios de cerdos hasta que una de sus plantas (también del estado Lara) fuese ocupada por los comuneros del Maizal en conjunto con los trabajadores, para levantar la producción bajo un régimen de propiedad social. El éxito de la comuna quedó demostrado cuando en enero de 2018, mientras en distintos rincones del país se exigían los perniles prometidos por Maduro (y que nunca llegaron), las comunidades aledañas podían adquirirlo a precios solidarios.
Como señalamos antes, los éxitos de la comuna son para la burocracia inaceptables, pues no sólo demuestran su incapacidad, sino que además dejan en evidencia las mentiras que son usadas para la privatización. Por esta razón, la burocracia emprendería el asedio de la experiencia, negando los alimentos necesarios para mantener a los cerdos, tal como sería denunciado por uno de los dirigentes de la Comuna Ángel Prado cuando se anunciaba la venta de los cerdos a los campesinos para evitar que muriesen de hambre.
“No vamos a entregar nuestra granja que fue quebrada por la mala gerencia de Porcinos del Alba dejando un cementerio de animales como se conoce el caso y peor aún en tiempos de crisis. Con los trabajadores y las comunidades organizadas tomamos la empresa, con ellos la venimos levantando y con ellos saldremos adelante, pero claudicar jamás.”8
Este sería apenas uno de los tantos ataques que sufre la comuna, pero deja ver con claridad el cinismo con el que se habla de “recuperar” una empresa cuando en realidad éstas han sido quebrada por la burocracia, asfixiando toda experiencia exitosa de control obrero con el fin de entregarlas en manos de los capitalistas.
Las alianzas “estratégicas” con la burguesía no se quedan sólo en la entrega de empresas nacionalizadas a los nuevos capitalistas amigos del gobierno, sino que también incluye a multinacionales de todo el mundo, desde la Gold Reserve, a quién Chávez expulsó del país, hasta empresas turcas y chinas vinculadas con casos de corrupción en sus respectivos países.
En la mayoría de los casos, el gobierno ha intentado guardar las apariencias. Sabiendo que por años el discurso de Chávez fue contra las privatizaciones en la cuarta república, los burócratas tratan de ir levantando todos aquellos decretos que durante el gobierno de Chávez ponían un margen de máximo 40% de participación de capitales extranjeros en la composición accionaria de las empresas mixtas. En este sentido, la Ley de Inversión Extranjera, sancionada por la Asamblea Nacional Constituyente, ha sido un duro golpe a la soberanía nacional ya que no sólo nos pone a merced de los buitres y multinacionales, sino que además permite el saqueo a través de las regalías. Esto sin mencionar los convenios contra la doble tributación ya suscritos por el gobierno y que eximen del pago de impuestos al país a compañías extranjeras.
En el caso de la Gold Reserve, el gobierno de Maduro ha pactado el pago de indemnizaciones por un monto de 1.032 millones de dólares para disculparse por la expropiación que hiciera Chávez9. Con ello, Maduro lograría que la empresa invirtiese en la construcción de dos plantas para extraer oro y cobre, una de ellas por valor de 295 millones de dólares (mucho menos de lo que estamos pagando), a través de la creación de una empresa mixta en la que el 45% pertenecería a esta empresa canadiense10.
“En el caso turco, por ejemplo, el intercambio comercial ha crecido aceleradamente, pasando de los 803,6 millones de dólares en el periodo 2013-2017, a 892,4 millones de dólares en los primeros 5 meses de 2018, monto que se divide en 52,2 millones de importaciones venezolanas en harina, trigo, arroz, pasta, jabón, mármol y materiales de construcción, y exportaciones por un monto de 834,2 millones en diamantes, metales preciosos, hierro, acero y perlas
[…]
Respecto a China, destacan entre los últimos acuerdos el de convertir la Ferrominera del Orinoco en una empresa mixta, otorgar 9,9% de las acciones de Petrosinovensa (empresa mixta del área petrolera) a China, lo que elevaría la parte accionaria asiática a 49,9% (violando leyes introducidas por el presidente Chávez); convenios en materia de extracción de gas con la Corporación Nacional de Explotación del Gas de China (CNODC), de extracción aurífera con la Yankuang Group y de hierro con la Railway Engineering Corporation, además de convenios para la extracción y procesamiento de coltán”11.
El problema para el gobierno, es que esta nueva “apertura” no ha logrado atraer grandes inversiones para el desarrollo de las fuerzas productivas, sino que se ha concentrado en la industria extractivista, por lo que en realidad representan una entrega de recursos naturales para salvar el moribundo modelo rentista.
El discurso de la derecha en la boca de la burocracia
Para tratar de justificar esta política, no es raro escuchar de boca de la derecha que el control obrero no funciona, que la industria en manos del Estado fracasa y que la misma debe estar en manos privadas para que el mercado trabaje equilibradamente.
En vida de Chávez, muchos burócratas (que todavía ocupan puestos), pensaban de esta manera, pero, frente al auge de masas y las luchas de los trabajadores, se callaban (lo que no les impedía torpedear todos los intentos de organización y gestión obrera). Ya en 2012, y aprovechando el tratamiento del presidente Chávez en Cuba, la burocracia destruyó el control obrero en las empresas de la CVG, destituyendo a los presidentes obreros de SIDOR y Alcasa. Ahora, estos cobardes que pasaron años actuando como una quinta columna dentro del proceso revolucionario, aprovechan una situación de crisis que los fortalece para poder cacarear sus argumentos. Hablan de “recuperar” empresas improductivas o paralizadas de la mano con el sector privado, mientras abiertamente señalan que el control obrero fue un fracaso.
Sin embargo, a cualquier persona cuya conciencia no esté adormecida por la propaganda de estos charlatanes le vendría a la cabeza una pregunta bastante lógica… ¿por qué estas empresas que estaban produciendo cuando fueron nacionalizadas ahora están paralizadas? Seguramente se nos dirá que la culpa fue de los trabajadores, o peor aún, se aludirá a una supuesta cultura del venezolano que lo hace flojo por naturaleza, sin embargo, ninguno de estos mitos “culturales” se corresponde con un análisis de los hechos.
Estos prejuicios esgrimidos como argumentos no resisten el más mínimo escrutinio. ¿Es que acaso los trabajadores antes de la nacionalización no son los mismos que después? ¿y no son los mismos que antes de ser nuevamente privatizada? En efecto lo son, pues si algo se mantiene prácticamente invariable en cada transición es precisamente la fuerza de trabajo, que es la que realmente produce valor. Por otro lado, como vimos en el caso de Lácteos los Andes o de Fama de América, no se puede culpar de la debacle de esas empresas a los trabajadores cuando estos no sólo están fuera de la administración de la empresa, sino que además son quienes están denunciando los dudosos manejos de los burócratas a cargo.
Es más, se puede demostrar con datos y cifras que todas aquellas empresas que fueron nacionalizadas y en las que se implantó el control obrero, producían más que bajo control privado y pasaron rápidamente a tener dificultades en la medida en que la burocracia aplastó el control obrero y pasaron a ser gestionadas por burócratas (en su mayoría militares).
Durante dos días, varias organizaciones sociales promovimos las etiquetas en Twitter de #PrivatizarEsTraicionar y #LibertadParaLosComuneros que lograron ser tendencia por varias horas. Aquí, pudimos constatar la mentalidad de los burócratas, quienes, en muchos casos escudados por el anonimato de las redes sociales, aprovecharon para mostrar de qué lado están en la lucha de clases que vive el país. El golpe fue tal que los “Bots” del gobierno se activaron con otra etiqueta: #EmpresasMixtasConChinaYRusia, lo que demuestra lo sensible que es la burocracia con la crítica y los débiles que son en el campo del debate de ideas, por lo que una táctica acertada sería impulsar la primera para lograr traerlos a nuestro terreno, en el que expondrán sus verdaderas ideas y no el discurso panfletario que los caracteriza y que tanto daño hace al socialismo.
La razón fundamental para privatizar es bastante obvia, no tiene que ver con las necesidades del pueblo, pues como vimos en el caso que abre este artículo, los alimentos (para ellos mercancía) no van al consumo interno; tampoco tiene que ver con una necesidad de Estado, porque la riqueza generada no va al gobierno. El verdadero motivo detrás de las privatizaciones es el interés personal, el propio lucro de la venta o concesión de la propiedad del Estado.
Saludamos la intervención clara y valiente de Elías Jaua en el caso de Arroz del Alba. Lo que es increíble es que de no ser porque el le dio publicidad al caso, dos meses después de producirse, nadie hubiera tenido conocimiento del mismo. La burocracia actúa con nocturnidad y alevosía pues sabe que sus acciones serían rechazadas ampliamente si fueran conocidas. Sin embargo, Elías Jaua no saca todas las conclusiones necesarias. Su propuesta de una “economía mixta”, un arroz con mango entre capitalismo y socialismo, no funciona ni puede funcionar. Como respondimos al propio Elías en el artículo El reformismo contra las cuerdas de la historia,
“Un modelo de economía mixta, en el marco del desarrollo del capitalismo en Venezuela, no es más que otra forma de transferencia estatal de renta petrolera por distintos medios (corrupción, subsidios, importaciones, sobrevaluación monetaria, etc.) en favor de las clases dominantes, claramente atadas al atraso y subdesarrollo de nuestro país”12.
Lo que vemos es precisamente la consecuencia de no llevar la revolución hasta sus últimas consecuencias, de no expropiar a la burguesía y de no haber destruido el Estado burgués. Volver a un pasado “progresista” no sólo es imposible en las condiciones de crisis capitalista actual, sino que significa, como señalamos en dicho artículo, ponerse contra las cuerdas de la historia para recibir un nocaut.
¿De burócratas a burgueses?, una transición basada en el despojo
Estamos ante una total degeneración burocrática de la dirección política del proceso bolivariano, algo que no se puede describir de ninguna otra manera sino como una traición a la revolución bolivariana. Esto, no es producto de plan maligno de algún dirigente ni nada parecido, es producto de las condiciones objetivas y de los intereses de clase de quienes ostentan el poder ante el estancamiento de la revolución. Una paráfrasis bastante extendida de Spinoza y usada por Trotsky reza: “Ni reír ni llorar, sino comprender” comprendamos entonces cómo hemos llegado a este punto.El propio Chávez, denunció en varias oportunidades que incluso durante la constituyente del ´99, había diputados que alteraban la redacción que se había debatido en la cámara para favorecer a los intereses de los capitalistas. La ley del trabajo actual, que contempla ciertamente progresos para la clase trabajadora (al igual que la constitución), también deja ver cómo la burocracia iba creando un marco legal para servirse de él con una mentalidad patronal al restringir el derecho a huelga, interponiendo para su ejercicio la solicitud de un permiso -como si para ejercer un derecho se deba tener una autorización-.
Los ejemplos legales sirven para ilustrar la cuestión, sin embargo, la mayor demostración de este vínculo entre la burocracia y la burguesía, no es otro que el flagelo de la corrupción que carcome nuestra sociedad y que se agrava producto del asqueroso modelo rentista que el gobierno insiste en salvaguardar. Las coimas que se pagan por un buen contrato, caen en los bolsillos de la burocracia, eso es cierto, pero salen de las carteras de compañías como Odebrecht, una relación ganar-ganar en la que perdemos nosotros.
Hasta ahora, hemos visto la esencia de la burocracia, también las condiciones materiales en la que ésta se fortalece, pero ¿qué pasa cuando las coimas ya no caben en sus bolsillos?
Debido a la oscuridad que cubre al proceso de privatización, y la imposibilidad en muchos casos de rastrear (por ahora) a los personajes que están detrás de un gran número de empresas de maletín, medir la cantidad de acciones, empresas y tierras en manos directamente de la burocracia es una tarea bastante difícil. Sin embargo, la historia nos demuestra que, dadas las condiciones de estancamiento revolucionario y fortalecimiento burocrático, la tendencia es a que la burocracia y sus allegados intenten hacerse con la propiedad los medios de producción que gestionan.
En nuestro país, aunque no se expropió a la burguesía en su totalidad, como sí se hizo en Rusia o Cuba, sí hubo un proceso de nacionalizaciones (en el que para colmo se indemnizó a la burguesía) empujado por el auge de masas. Esto da a la burocracia características bastante particulares, ya que el Estado siguió conservando su carácter eminentemente burgués, pero a su vez, la burocracia contaba con un poder económico bastante grande -recordemos que estaba al frente de empresas del Estado en diversos sectores de la economía, monopolizando algunos (hidrocarburos), o siendo competidor en otros (banca, seguros, agroindustria, servicios, etc).
Así, se puede constatar un desarrollo de la burocracia, del simple parasitismo en el que favorecía los intereses de la burguesía y se apropiaba mediante coimas y sobornos de la renta, a una etapa de fortalecimiento y expropiación del poder político producto de la crisis y del reflujo del movimiento de masas, hasta el punto en el que nos encontramos, en el que avanza hacia una abierta política de privatización, que es a todas luces contrarrevolucionaria, y de la que posiblemente se esté beneficiando directamente (aunque por ahora sea en áreas marginales de la economía).
La debilidad de la burocracia venezolana, y las características particulares de nuestro capitalismo rentista, ha moldeado el proceso de privatizaciones. De esta forma, observamos como en los sectores estratégicos de la industria extractivista, la burocracia no ha podido hacer frente al capital extranjero, por lo que las privatizaciones se hacen a favor de sus “aliados estratégicos”, mientas que, en sectores de la mediana industria, se favorece a los pequeños capitalistas nacionales agrupados en Fedeindustria. Sin embargo, es en la repartición de la tierra donde la burocracia (civil y militar) ha sido un actor protagonista de este proceso de apropiación.
Debemos recordar que una política del gobierno, incluso desde Chávez, ha sido la de tratar de crear una “burguesía patriota” a través del apoyo financiero a sectores de la mediana industria, con el fin de desarrollar las fuerzas productivas. Esto sólo serviría para engordar a sectores de la burguesía afines a la burocracia, pero también a burócratas que decidieron “emprender” por su cuenta y aprovechar su poder político. Presenciamos como se paraliza el proceso de expropiaciones -sustituyéndose por un procedimiento de ocupación en el que la propiedad sigue siendo del capitalista, pero es administrada por la burocracia, cuando los primeros deciden cerrar13– para proteger la propiedad burguesa, pero se avanza sobre la propiedad y los derechos colectivos, es decir, sobre la tierra de los campesinos y comuneros, sobre las empresas de producción social o las empresas del Estado, y sobre la entrega de nuestros recursos naturales.
Defender nuestras conquistas y luchar por el socialismo
En muchas oportunidades, Chávez alertó sobre el papel contrarrevolucionario de sectores de la burocracia y de su actuación como una quinta columna dentro de la revolución bolivariana. Sin embargo, hoy esta burocracia ha perdido el miedo a las masas, aunque en algunos casos sigue usando verborrea seudo-socialista, y que avanza decididamente contra nuestras conquistas, aplicando, aunque gradualmente, un programa burgués.
Hace algún tiempo, en nuestra polémica con Elías Jaua, plateamos tres preguntas que creemos conveniente reproducir aquí, ¿cuál es la tendencia general del gobierno que observan?, ¿existe aún la posibilidad de que la dirección gobernante pueda dar un giro a la izquierda?, y en caso contrario, ¿qué esperamos para conformar una gran corriente de izquierda que plantee el socialismo como horizonte estratégico, y la genuina defensa de los intereses de los trabajadores y oprimidos en general?
Sobre la tendencia general del gobierno, ya vemos cuál es, es una tendencia a acabar con las conquistas de la revolución, haciendo concesiones crecientes a la burguesía, para sostenerse en el poder. Por otro lado, sobre la posibilidad de que sea el propio gobierno quien dé un giro hacia la izquierda, cabe señalar las palabras de propio Jaua, que señaló que sectores de la burocracia son ahora sectores burgueses y que esos sectores tienen un gran poder político y “pretenden comportarse como la vieja burguesía” negando cualquier avance (siquiera lento) hacia el socialismo, por lo que esperar una revolución encabezada por contrarrevolucionarios sería como esperar peras del olmo. Todo esto, nos lleva a responder a la tercera pregunta: Es momento de avanzar hacia la construcción de una alternativa revolucionaria.
Ciertamente, no estamos en las mejores condiciones. La burocracia se ha hecho con un gran poder sobre la vida de las masas, ha atado por mil y un nudos clientelistas los sectores más oprimidos y explotados de la sociedad, a la vez que ha debilitado económicamente a la vanguardia de la clase trabajadora, sea a través de la reducción en los hechos del poder adquisitivo, como a través del desvío de recursos y el boicot de experiencias comunales. Sin embargo, aún con todos estos golpes, vemos que el movimiento popular está lejos de sufrir una derrota definitiva y por el contrario insiste en luchar.
En el momento actual, urge trabajo de construcción de una alternativa revolucionaria, que denuncie la deriva contrarrevolucionaria del gobierno y luche contra el proceso actual de privatizaciones y por el control obrero de todas las empresas nacionalizadas, pero que, a su vez, sea capaz de articular estas luchas con las demandas de los oprimidos y explotados, salario digno, servicios de calidad y seguridad, para avanzar hacia un programa socialista.
Ante la situación actual de agresión imperialista observamos una cierta tendencia a cerrar filas incluso por parte de sectores críticos con el gobierno o algunas de sus políticas. Nuestra postura es clara: rechazamos y combatimos el intento de golpe de Trump-Guaidó pero sin por eso suspender nuestra crítica al gobierno. Esto es necesario puesto que las políticas del gobierno, de concesiones a la burguesía y de desmantelamiento de conquistas de la revolución, no sirven para enfrentar al imperialismo sino al contrario: al minar la revolución y vaciarla de contenido, preparan el terreno para la victoria de la contrarrevolución imperialista.
Algunos llegan a decir que cualquiera que critique al gobierno es un “quinta columna”, tratando de acallar así el creciente clamor contra políticas entreguistas como las privatizaciones y los ataques a las comunas campesinas. Nosotros respondemos, en una fortaleza sitiada ¿quién es “quinta columna”? ¿el que critica a los generales que abren boquetes en la muralla y entregan torretas al enemigo o aquellos que denuncian estas actividades traidoras?
Hoy es más necesario que nunca empezar el proceso de construcción de una alternativa revolucionaria. Esto pasa en primer lugar por entender que al imperialismo solo se le puede enfrentar con medidas revolucionaria: cárcel para Guaidó, disolución de la asamblea nacional golpista, armamento de las milicias, expropiación de las propiedades y activos de los golpistas bajo control obrero. En segundo lugar, hay que levantar un frente común de todos los revolucionarios en defensa de las conquistas, contra las privatizaciones, en defensa de la tierra y las comunas, por el salario. Pero en última instancia, hay que pasar de una lucha defensiva a una lucha ofensiva, recuperar el legado de Chávez que en sus últimos discursos planteó la necesidad de avanzar a una economía socialista y pulverizar el estado burgués. La Corriente Marxista Lucha de Clases estamos comprometidos con esta lucha, decididos a impulsarla y dentro de este frente común defenderemos nuestras posturas de que solo con la expropiación de la burguesía y con un plan democrático de producción bajo control de la clase trabajadora podemos empezar a resolver los acuciantes problemas que enfrentamos.
¡Defendamos nuestras conquistas, luchemos por el socialismo!
¡Abajo la burocracia y el reformismo, construyamos una alternativa revolucionaria!
¡Privatizar el traicionar, recuperemos y defendamos el legado de Chávez!
2.- Este proceso se llevó a cabo a través de varias modalidades, otorgando tierra directamente a campesinos, a cooperativas, y más recientemente, a empresas de producción social vinculadas a las comunas.
13.- Al respecto, recomendamos el apartado, El control burocrático o la violación del artículo 149, del artículo Elementos legales del cierre y ocupación de fábricas, disponible en https://luchadeclases.org.ve/?p=6567
El golpe en Venezuela parece estancado, la oposición pierde su empuje y las divisiones internas resurgen. El imperialismo no ha logrado por ahora su objetivo de colocar a Guaidó en el poder, pero eso no impide que multiplique las sanciones y siga promoviendo más bloqueos. Mientras todo esto pasa, el gobierno venezolano comienza una tímida ofensiva, como tanteando cada paso, esperando la reacción del imperialismo. Y en medio de todo este caos, un pueblo que, sin servicio eléctrico, sin agua y en medio de una feroz crisis económica, se niega a rendirse.
Balance del golpe imperialista
Ya para nadie cabe la duda de que el golpe de Estado en Venezuela fue organizado por el imperialismo norteamericano, incluso sus socios ya lo reconocen públicamente como consta de la declaración del Ministro de Exteriores español Josep Borrell, quien en una entrevista ha dicho: “no me cabe ninguna duda, y supongo que, a nadie, de que EE.UU. ha estado propiciando lo que ha ocurrido desde el día 10 de enero”. Entre esas cosas que ha estado “propiciando” el imperialismo podemos enumerar varias: la autoproclamación el 23 de enero del diputado Guaidó como presidente encargado, los intentos de vulnerar la frontera el 23 de febrero con el pretexto de la ayuda humanitaria -confirmándose más tarde por una investigación del New York Times que la misma había sido incendiada por ellos mismos-, los continuos llamados a las Fuerzas Armadas para que desertaran y se pasasen al lado colombiano de la frontera -para luego ser abandonados a su suerte-, y el gran apagón que dejaría a más de la mitad del país sin energía eléctrica. Acciones consecutivas y planificadas de una agresión.
En un artículo anterior, Los acuerdos de la AN para promover un quiebre institucional y más bloqueos, analizábamos los frentes en los que pretendía avanzar el plan de la oposición: un frente interno, en el que se buscaría promover un quiebre de las Fuerzas Armadas y de la burocracia, mientras en el frente externo se promoverían mayores sanciones y bloqueos contra el país, además de los intentos de vulnerar la soberanía tras el pretexto humanitario. Para que el plan opositor tuviese éxito, era indispensable contar con el apoyo de un sector de altos oficiales de las fuerzas armadas que respaldasen al títere Guaidó, sin embargo, este tan esperado “quiebre” no llegó y los oficiales siguieron respaldando al presidente Maduro.
Este no fue un simple error de cálculo, sino que tiene que ver con la propia psicología de quienes durante años ha evitado reconocer al chavismo como una legítima fuerza política del país. Así, su discurso de “somos el 90% de país”, los llevaría luego a asegurar que contaban con el 90% de las Fuerzas Armadas, quedando atrapados en sus propias mentiras. Ahora, en vez de enfrentarse a la realidad tal como es, argumentan que el quiebre no se ha producido “por culpa de los miles de asesores cubanos insertos en la cadena de mando”. Pero esa reacción era de esperarse, si las cosas no salen bien, entonces la culpa es de Cuba.
En el frente internacional, y una vez demostrado que sin importar los ofrecimientos de amnistía o las amenazas del imperialismo no podrían quebrar la institucionalidad armada, Trump intentaría escapar de la trampa hacia adelante, imponiendo sanciones a Cuba para justificar el discurso opositor, pero también presionando a los países del grupo de Lima para construir una coalición que interviniese militarmente Venezuela. Para su desgracia, su homólogo y admirador brasileño, Jair Bolsonaro, sería uno de los primeros en decir que no contaran con él, y no porque no lo quisiera, sino porque tanto su propio ministro de la defensa como su vicepresidente, se han negado [1].
Ante la frustración que debió significar que los sátrapas latinoamericanos no hiciesen lo que él como emperador les ordenaba, se orquestaría un primer ataque contra el ya débil y vulnerable sistema eléctrico nacional. Ciertamente, al igual que cuando señalamos que la supuesta ayuda humanitaria había sido quemada por los seguidores de Guaidó, todo parece indicar que el gran apagón de marzo fue provocado por el imperialismo, sin embargo, hay que señalar que lo que para la Capital fue algo inesperado, en el interior del país ya se habían venido sucediendo apagones durante más de un año, y esto debido a la falta de mantenimiento e inversión, producto de la corrupción que carcome a las instituciones y que en más de una oportunidad había sido denunciada por los trabajadores. En todo caso, si bien se produjo el ataque, también debe abrirse una investigación para que los responsables del estado del sistema eléctrico asuman parte de las consecuencias.
Por si fuese poco, el senador Marco Rubio, enemigo acérrimo de la revolución bolivariana ha amenazado en varias oportunidades a Maduro con la muerte, llegando a señalarle a Gadafi como ejemplo, lo que demuestra una vez más que la defensa de la democracia es para ellos una mera excusa para asesinar impunemente.
Si es verdad que al comienzo del golpe la oposición logró movilizar a una gran cantidad de personas a sus concentraciones, esto se debía en gran medida a su vieja táctica de prometer “la salida” del gobierno en poco tiempo. Sin embargo, tras los sucesivos fracasos, al intentar generar un “quiebre” en las Fuerzas Armadas o intentar ingresar la supuesta ayuda humanitaria, las movilizaciones también han ido menguando.
Por su parte, el ala más radical de la oposición liderada por María Corina Machado (MCM), quienes presionaban a Guaidó para que se juramentase como presidente, una vez visto que con la autoproclamación no se producía su tan cacareado “quiebre”, ahora presionan a la Asamblea Nacional para que se pida una intervención extranjera por medio de una mala interpretación del artículo 187 de la Constitución Nacional
Esta posición demuestra lo apátrida de la oposición, cuyos dirigentes además tienen a sus familiares en el extranjero y seguramente ellos mismos frente a una agresión imperialistas se pondrían a resguardo mientras el pueblo es asesinado. Así mismo, estos llamados a una intervención extranjera lo que evidencian es la poca capacidad de movilización con la que cuenta la oposición.
Ellos argumentan que el régimen no tiene apoyo, ni popular, ni militar, pero la culpa de no poder sacarlo es de los cubanos y por ello requieren de la intervención. Si todo eso fuese verdad, si Maduro no contase con apoyo popular y militar, entonces su caída sería inminente. Su discurso ni siquiera concuerda con casos históricos, para no ir muy lejos, la propia caída de Marcos Pérez Jiménez en enero del ‘58, demuestra que la historia la escriben las masas que cuando despiertan a la lucha política directa en repudio de cualquier régimen, un pequeño puñado de policías y burócratas no pueden detenerlas.
Ayer, no obstante, MCM recibiría una mala noticia de parte de sus amos norteamericanos, pues Elliot Abrams anunciaría que le parecía “prematuro” la solicitud de una intervención por parte de la Asamblea Nacional. Esto sería, en palabras del periodista de PanAmPost, Orlando Avendaño un “torpedo” contra Guaidó y la dirigente opositora.
La declaración de Elliot Abrams se vuelve un torpedo gigante contra el presidente Juan Guaidó y contra María Corina Machado. La expectativa que giraba en torno a Trump era la misma que cubría a Guaidó. Y ahora colaboran con desinflar el fenómeno y lo exponen débil ante Maduro.
Sin embargo, Machado está lejos de aceptar un NO como respuesta. Ante las declaraciones de Abrams, ha respondido que la misma demuestra que “los tiempos de nuestros aliados pueden diferir de los nuestros […] Hoy, con más razón, debemos presionar para q el auxilio internacional a Venezuela se acelere. Por eso, el 187.11”
La declaración d Elliot Abrams demuestra q los tiempos d nuestros aliados pueden diferir d los nuestros.
El tiempo d los venezolanos es el del hambre,éxodo y la muerte.
Hoy,con más razón,debemos presionar para q el auxilio internacional a Venezuela se acelere.
Por eso, el 187.11
El desconcierto ha cundido hasta sus más acérrimos seguidores. Erik del Búfalo, p. ej., quien es uno de sus más cercanos asesores, ante la negativa de Abrams a invadir Venezuela (por ahora) se preguntaría si Bolsonaro estaría dispuesto, tal cual niño cuando le es negado el permiso por uno de sus padres y recurre entonces al otro.
Sin embargo, y como hemos señalado arriba, tanto el vicepresidente como el ministro de la defensa brasileños han repetido en varias oportunidades que no está abierta la posibilidad de una intervención. Las palabras de su vicepresidente, textualmente han sido: “Vamos manter a linha de não intervenção, acreditando na pressão diplomática e econômica para buscar uma solução. Sem aventuras” [2].
El gobierno contrataca
La posición del gobierno ante el golpe ha sido defensiva. Desde el inicio, Maduro hizo continuos llamados a Trump para poder dialogar, además de dejar en evidencia que incluso desde antes de la autoproclamación de Guaidó, altos dirigentes del PSUV se estaban reuniendo con éste.
Esta línea de negociación no podía conducir sino a una escalada de las agresiones, como vimos posteriormente, sin embargo, el gobierno sabe que el tiempo es un aliado, pues cada día que se mantiene en el poder desmoraliza a la oposición interna y dificulta a los países de “occidente” que mantienen relaciones con Venezuela que no lo reconozcan, por lo menos fácticamente.
Además, una táctica del gobierno ha sido la de convocar a marchas institucionales para demostrar su capacidad de movilización, marchas que ante la arremetida imperialista se nutrieron de militantes de base, pero que a medida que la oposición se desinfla y la amenaza inminente se pierde del horizonte cercano, vuelven a convertirse en movilizaciones desde la institucionalidad.
Recientemente, el gobierno ha tomado la iniciativa. En primer lugar, la Contraloría de la República ha inhabilitado a Guaidó para el ejercicio de cargos públicos por 15 años, al no declarar la procedencia del dinero con los cuales realizó su gira suramericana. Luego, el Tribunal Supremo de Justicia solicitó a la Asamblea Nacional Constituyente que se allanase la inmunidad parlamentaria, lo que fue acordado en la sesión del martes 2 de abril, y que abre la puerta para que el diputado pueda ser enjuiciado por el TSJ.
Esto no cae del cielo, sino que es producto de la presión de las masas, pero sobre todo de la vanguardia del chavismo, para quienes la libertad de Guaidó sigue representado un insulto. Sin embargo, el gobierno actúa con cautela, esperando la reacción del imperialismo a cada acción.
Ahora que Guaidó no cuenta con inmunidad parlamentaria y que además los norteamericanos han bajado de la mesa (por ahora) la intervención militar, hoy más que nunca es el momento para apresar a Guaidó y hacerlo pagar por sus crímenes, sin embargo, no descartamos que estas medidas sean para provocar su huida del país más que para detenerlo. De resultar detenido, sería más como consecuencia de la presión de las bases del chavismo y de la negativa de Guaidó de salir del país, más que de la propia iniciativa del gobierno.
Maniobrando con sus alianzas internacionales, el gobierno ha permitido la entrada de dos aviones rusos con soldados y pertrechos, además de recibir un primer cargamento de ayuda proveniente de China que sería distribuida por la Cruz Roja. La primera acción, se presenta como una demostración por parte de Maduro de sus apoyos foráneos, golpeando de esta manera a la oposición interna desmoralizándola aún más (ya que, en vez de venir los gringos, los que realmente llegaron fueron los rusos). Mientras que el ingreso de la ayuda china sirve para reforzar su argumento de que la escasez de medicamentos es producto del bloqueo norteamericano.
¿Dónde queda el pueblo?
Ante todo esto, la situación del pueblo no ha dejado de empeorar. Si antes del golpe de Estado la situación económica era la principal preocupación de los venezolanos, con una hiperinflación que llegó a estar por sobre el millón por ciento, ahora se le suma la crisis eléctrica y la falta de agua.
En primer lugar, debemos señalar que las medidas para detener la hiperinflación fueron totalmente liberales, ninguna fue revolucionaria. La estabilización del tipo de cambio se logró liberándolo, y la estabilización de los precios se alcanzó estrangulando la capacidad de compra, tal como señalaría Jorge Martín.
El dólar no ha variado mucho desde hace tiempo, tampoco los precios. ¿Milagro económico o la sobre explotación tocó un límite? ¿Se pueden incrementar los precios al infinito? ¿Dónde quedó el ingreso de los trabajadores?… 6$ mensuales.
Todas estas medidas hechas en el marco del capitalismo, terminan colocando el peso de la crisis en los hombros de los trabajadores en lugar de avanzar definitivamente hacia la expropiación y la puesta en marcha de una economía bajo control obrero y democrático de os trabajadores.
Respecto a la crisis de los servicios, el gobierno recientemente ha destituido al que fuese ministro de Energía Eléctrica, el Mayor General Motta Domínguez, sin embargo, hasta ahora no se ha anunciado una investigación para determinar su responsabilidad en el deterioro del sistema. Por el contrario, la solución del gobierno ha sido la aplicación de un plan de racionamiento (llamado de “administración de carga”), en el que se excluye a la capital, pero se condena al interior del país a interminables apagones para mantener el suministro eléctrico en la Gran Caracas.
Estados como el Zulia (que tiene uno de los niveles más altos de consumo), han venido sufriendo constantes apagones por más de un año. Con el mega apagón de marzo, su situación se ha hecho crítica. Según el plan de racionamiento, al estado le corresponderían entre 4 y 6 horas de servicio eléctrico, es decir, entre una sexta o cuarta parte del día. ¡Una situación insoportable!
Respecto al tema del agua, la crisis eléctrica ha afectado el ya comprometido servicio, ya que el no poder encenderse las bombas hidráulicas, también se corta el suministro (que ya estaba racionado). Nuevamente, se requiere, pero no se ha anunciado, una investigación para dar con la causa de la escasez de agua. Incluso, durante los apagones, el servicio de agua mediante cisternas se estaba cobrando en dólares, por lo que sólo los que podían pagar tenían acceso.
Ante esta situación el gobierno ha hecho poco. No se ha visto a los alcaldes, gobernadores, diputados, constituyentes o concejales electos por el PSUV apoyando, o por lo menos acompañando, a quienes en los barrios de las grandes ciudades se están organizando para resistir colectivamente a la debacle.
Como vemos, el gobierno no está considerando el potencial revolucionario del pueblo para solventar la debacle a través de su auto organización, ni tampoco para enfrentar el golpe de Estado.
Desde nuestra perspectiva, derrotar definitivamente el golpe de Estado solo es posible adoptando medidas revolucionarias firmes y basándose en la movilización revolucionaria de la clase trabajadora y el pueblo pobre. En primer lugar, resolver la crisis económica en términos socialistas, esto es, expropiando a la burguesía, reduciría los apoyos de la oposición a lo interno. Por otro lado, el control obrero de las instituciones y ministerios, como primer paso en la demolición del aparato estatal burgués y la edificación de un nuevo poder, evitaría la corrupción que ha llevado a los servicios públicos al deplorable estado en el que se encuentran. Por último, un llamado al pueblo a participar activamente en el combate al golpe de Estado, armando a las milicias populares y organizando a la población para tomar las empresas y espacios de los que conspiran contra la república debería ser prioridad antes que las negociaciones ocultas y los pactos con la derecha.
Una verdadera salida a la crisis sólo se logrará de la mano del pueblo. No serán los rusos o los chinos los que mantengan la estabilidad en el país para el beneficio de los intereses soberanos de Venezuela. Si este proceso se ha mantenido por el estoicismo de un pueblo que sigue luchando día a día y se niega a rendirse, a pesar de tener una dirección vacilante y en muchos casos contrarrevolucionaria.
Nuestro llamado es a la organización con autonomía e independencia de clase, para la defensa de los intereses de las grandes mayorías de trabajadores y jóvenes. A la lucha por impulsar la construcción de una alternativa revolucionaria que haga frente al imperialismo, a la burguesía, a sus títeres de derecha, y también a la quinta columna que está traicionando al proceso bolivariano desde dentro. Todo esto, para disputar el poder, establecer un gobierno obrero y completar la revolución.
El fracaso de la provocación de “ayuda humanitaria” del 23 de febrero en la frontera con Venezuela fue un duro golpe para el intento de golpe de estado de Trump. Provocó recriminaciones mutuas entre el autoproclamado Guaidó, el presidente colombiano Duque y el vicepresidente de Estados Unidos Pence. Estados Unidos no pudo obtener un consenso de sus propios aliados del Cártel de Lima a favor de una intervención militar.
El golpe estaba perdiendo impulso. Luego, el 7 de marzo, apenas unos días después del regreso anti-climático de Guaidó a Caracas, el país se hundió en un apagón nacional del cual aún no se ha recuperado por completo. ¿Qué lo causó? ¿Cómo se relaciona con el intento de “cambio de régimen”? Y, lo que es más importante, ¿cuáles son los planes del imperialismo y cómo se pueden combatir?Se suponía que el 23 de febrero iba a ser el día D del golpe. La idea nunca fue entregar realmente “ayuda humanitaria” al país, sino crear un momento de “poder popular”, donde grandes multitudes de partidarios de la oposición en ambos lados de la frontera desafiarían a las fuerzas armadas venezolanas, que, al verse enfrentadas a una gran multitud de manifestantes pacíficos, cambiarían de bando y se unirían al títere de Trump, Juan Guaidó. Sin embargo, cuando llegó el día, las cosas no fueron de acuerdo con el plan de Washington. Las masas de partidarios de la oposición no se materializaron en los números esperados. Los camiones de “ayuda” no cruzaron la frontera y al final del día, Rubio, Abrams y Guaidó se quedaron compuestos y sin novia.Trataron de crear una historia acerca de que “Maduro había quemado los camiones de ayuda” en el puente de Santander en la frontera con Colombia. Los funcionarios estadounidenses incluso insistieron que eso justificaba una intervención militar en virtud de la Convención de Ginebra. Dejando de lado el detalle de que la Convención solo se aplica en casos de guerra, el hecho es que el camión de ayuda que fue ardió en realidad fue incendiado por un partidario de la oposición “pacífico” que lanzó un cóctel molotov a los guardias fronterizos de Venezuela. Varios medios de comunicación (TeleSur, RT) y periodistas independendientes en el lugar de los hechos explicaron desde el principio lo que había ocurrido e incluso produjeron secuencias de video para demostrarlo. Eso no impidió que funcionarios de Estados Unidos como Marco Rubio y John Bolton culparan a Maduro y que el coro de los medios de comunicación burgueses de todo el mundo repitiera la mentira:
Each of the trucks burned by Maduro carried 20 tons of food & medicine. This is a crime & if international law means anything he must pay a high price for this. #23FAyudaHumanitariahttps://t.co/IrGzrOUX09
Masked thugs, civilians killed by live rounds, and the burning of trucks carrying badly-needed food and medicine. This has been Maduro’s response to peaceful efforts to help Venezuelans. Countries that still recognize Maduro should take note of what they are endorsing. pic.twitter.com/KlSebd2M5a
La admisión por el NY Times, aunque es poco probable que se le de la amplia cobertura que tuvieron los falsos informes iniciales, es muy importante. Sabíamos que Estados Unidos estaba mintiendo, desde el principio, ya que había pruebas. Ahora se han visto obligados a admitirlo. Esto debería ser una lección saludable para la próxima vez que los Estados Unidos o su oposición venezolana hagan afirmaciones escandalosas sobre el “régimen de Maduro”. La lección es: “cuestione todo lo que Washington y los medios de comunicación le dicen sobre un gobierno al que quieren derrocar”.
Esa misma noche, como parte del mismo plan, la operación de redes sociales de la oposición venezolana comenzó a utilizar la etiqueta #IntervencionMilitarYA con el objetivo de presionar a los Estados Unidos y sus aliados para lanzar una intervención militar en el país. La campaña es muy reveladora en cuanto al carácter de la oposición (proimperialista y traidora a su propio país), pero también en cuanto a la moral de sus filas (no creen que ellos mismos sean los agentes del “cambio” sino que ponen todas sus esperanzas en Trump).
Tras la derrota del 23 de febrero, la reunión del Grupo de Lima en Bogotá el lunes siguiente representó un nuevo revés. Recordemos que el Grupo de Lima (más conocido como el “Cartel de Lima”) es un grupo ad-hoc de países creado con el objetivo explícito de derrocar al gobierno venezolano cuando los Estados Unidos no pudieron obtener suficientes votos para sus resoluciones belicosas contra Venezuela en la Organización de los Estados Americanos. Antes de que comenzara la reunión, hubo declaraciones públicas de Chile, Brasil y Paraguay descartando explícitamente la opción de una intervención militar.
El caso de Brasil es notable porque hay una gran división dentro del gabinete de Bolsonaro, y entre él y las Fuerzas Armadas. Bajo la presión de los generales y de su propio vicepresidente, el general Hamilton Mourão, el presidente de extrema derecha se ha visto obligado a retractarse de varias de sus declaraciones públicas; específicamente, el apoyo para el traslado de la embajada de Brasil en Israel a Jerusalén y la cesión al ejército de EE.UU. a la base militar de Alcántara en Brasil. Cuando el Grupo de Lima decidió en enero interrumpir todo contacto con las fuerzas armadas venezolanas, los militares brasileños mantuvieron abiertas las líneas de comunicación. El ejército brasileño fue tan lejos como para vetar la presencia de soldados estadounidenses en la frontera con Venezuela como parte de la operación de “ayuda humanitaria” el 23 de febrero.
Contrariamente a la actitud del estado colombiano, que hizo la vista gorda e incluso apoyó a los opositores en la frontera con Venezuela, los brasileños los contuvieron e impidieron los enfrentamientos. La razón no es que los generales brasileños sean progresistas de ninguna manera, ni que apoyen en el principio de la soberanía de las naciones, sino que entienden que cualquier conflicto importante en Venezuela, incluida la posibilidad de una guerra civil, podría tener un gran impacto en Brasil, con la que comparte una frontera grande e inhóspita. Lo último que quieren los generales brasileños es verse implicados de manera accidental en un importante conflicto armado en Venezuela, algo que saben que no sería un asunto simple.
Ante tal renuencia, la reunión de Bogotá celebrada el 25 de febrero finalizó con una declaración que usó palabras fuertes de condena y emitió amenazas sin especificar, pero que no contenía ningún compromiso serio ni concreto con los próximos pasos en la operación de “cambio de régimen”. Estados Unidos anunció la inclusión de algunos otros funcionarios venezolanos en su lista de sanciones, incluidos tres gobernadores regionales. Muy lejos de la “intervención militar YA” que exigía la oposición.
Según informes de algunos medios de comunicación Mike Pence (que había interrumpido su viaje a Corea del Sur para asistir a la reunión) cruzó duros reproches con Guaidó. Según el informe, Pence le dijo a Guaidó que “todo lo que estaba fallando en la ofensiva contra el régimen chavista. El mayor reclamo fue por la continuidad de la adhesión de las fuerzas armadas a Maduro”. Aparentemente, Guaidó le había prometido a los EE. UU. “que si la mayoría de los líderes del mundo lo reconocían como la máxima autoridad de Venezuela, al menos la mitad de los oficiales iban a desertar,” algo que no sucedió “. La otra crítica principal fue con respecto a la evaluación de la oposición venezolana de que “la base social de Maduro está desintegrada. La crisis reveló que en efecto el apoyo de su Gobierno menguó, pero no es inexistente.”.
Por supuesto, uno debería tomar dichos informes con una pizca de sal, ya que no se citan las fuentes. Sin embargo, la frustración general de los Estados Unidos con el golpe venezolano es muy real y hace que este informe en particular sea plausible. Otro informe en el Wall Street Journal hablaba de que el presidente chileno Piñera y el presidente colombiano Duque también estaban enojados con Guaidó en la reunión:
“La oposición había vendido públicamente el plan al prometer que se uniría un gran número de venezolanos en ambos lados de la frontera. Las fuerzas de seguridad de Maduro retrocederían y entrarían camiones llenos de ayuda para los venezolanos hambrientos. “Creo que crearon expectativas que no se llevaron a cabo”, dijo un operativo de la oposición que estaba familiarizado con las discusiones. “Aseguraron que iba a haber más ayuda, que entraría. Y que los militares se alzarían”. Y no sucedió de esa manera “.
El artículo del WSJ es bastante detallado:
” ‘Con el paso del tiempo, [Piñera] siguió preguntando a Guaidó ¿dónde están las personas que vienen del otro lado?’ dijo la fuente. Las respuestas no fueron satisfactorias, agregó. “Todo fracasó: coordinación, información, organización”, dijo un alto funcionario latinoamericano.”
El cuadro que se muestra aquí es de un intercambio muy aspero en el que todos culparon a Guaidó. En realidad Washington es responsable de todo el diseño del golpe. Los funcionarios estadounidenses a cargo del golpe estaban tan frustrados que iniciaron una polémica completamente ridícula contra los medios de comunicación (incluida la CNN), porque estaban describiendo a Guaidó como “autoproclamado” o “líder de la oposición” en lugar de darle el título de “presidente interino”, un título que Washington había trabajado tan duro para crear:
Must watch exchange betwee @StateDeputySPOX Palladino who complains media calls Guaidó “self-appointed” or “opposition leader” instead of “interim president”, and @APDiploWriter who points out only 50 countries out of the UN’s 190 have recognised him pic.twitter.com/g0iIJzPnGR
Los halcones en la administración de Trump (Bolton, Pompeo y Abrams) cometieron una serie de errores de cálculo fatales. Primero, asumieron que Maduro no tenía ningún apoyo, subestimando la fuerza del sentimiento antiimperialista ante un intento de golpe de Estado de los Estados Unidos, y el hecho de que, si bien el apoyo al chavismo ha disminuido, aún logró obtener más del 30 por ciento del censo en las presidenciales del año pasado. Además, en las últimas semanas, ha habido una serie de impresionantes manifestaciones de masas antiimperialistas dirigidas por Diosdado Cabello en todos los estados del país.
En segundo lugar, pensaron que la oposición sería capaz de movilizar a un gran número de manifestantes dispuestos a ir hasta el final en un enfrentamiento abierto con el gobierno. De hecho, los filas de la oposición, después de haber sido traicionados por sus propios dirigentes en 2017 y derrotados en sus intentos anteriores en 2013 y 2014, desconfían de los líderes de la oposición y son escépticos acerca de su propia capacidad para derrocar el gobierno que odian. Las bases opositoras han puesto todas sus ilusiones y esperanzas en una intervención militar liderada por Estados Unidos y ese es un estado mental que puede producir una gran manifestación (por ejemplo, el 23 de enero) pero no una movilización sostenida para derrocar a Maduro.
El fracaso del 23 de febrero dejó además a Guaidó en el extranjero, en Colombia. Cuando cruzó la frontera ilegalmente pensó que iba a regresar victorioso, al frente de un convoy estadounidense de “ayuda humanitaria”, pero se encontró habiendo violando una orden judicial de no abandonar el país y varado en Bogotá. Comenzó una breve gira por América Latina, a bordo de un avión colombiano, pero pronto Estados Unidos lo llamó al orden. Tuvo que abandonar la idea de continuar su gira en Europa y le dijeron en términos inequívocos que tenía que regresar a Venezuela porque “estaba perdiendo impulso”.
Una vez más, Abrams, Bolton y Rubio intentaron construir el regreso de Guaidó como otro Día D, provocando a Maduro que lo arrestara a su llegada para construir un casus belli para la intervención extranjera. Todo quedó en otro fracaso. Guaidó regresó el 4 de marzo, los embajadores de la UE reunidos lo recibieron en el aeropuerto y luego fue a un mitin en el este de Caracas … Pero para su decepción y la de sus cuidadores en los Estados Unidos, no fue arrestado, aunque en realidad sobraban los motivos.
Apagón
Luego vino el apagón. A partir del jueves 7 de marzo, justo antes de las 5:00 pm, una falla de energía importante afectó a 18 de los 24 estados del país. En Caracas, el metro dejó de funcionar y decenas de miles tuvieron que caminar hasta sus casas, en la oscuridad. Después de unas horas, quedó claro que se trataba de un incidente importante y que la electricidad no se restablecería rápidamente. El gobierno decretó el viernes feriado nacional.
La principal generadora de electricidad del país, la central hidroeléctrica Simón Bolívar, conocida como Presa El Guri, había caído. El Guri produce alrededor del 80 por ciento de la electricidad del país y su restauración es una operación delicada. Ya han pasado más de cuatro días desde el incidente inicial y la electricidad se está restaurando lentamente en muchas partes del país. Durante el fin de semana, en varias ocasiones, se restableció el suministro en diferentes partes del país, pero volvió a caer.
La situación es grave. El gobierno ha decretado otro día festivo para hoy, 11 de marzo. Los generadores de electricidad de respaldo mantienen el suministro de energía a instalaciones esenciales, como hospitales, pero existen serios problemas con el transporte público. Las tiendas no aceptan pagos con tarjeta y muchas han aumentado los precios y han recurrido a solo aceptar pagos en efectivo dólares. También hay problemas con el suministro de agua, las telecomunicaciones (teléfono e internet) son muy intermitentes, y los alimentos almacenados en refrigeradores y congeladores corren el riesgo de perderse, etc.
[NOTA: este artículo se escribió el 11 de marzo. Esa misma noche quedó restablecido el servicio eléctrico a todos los estados, aunque tardó un poco más en llegar a todas las localidades]
El gobierno ha culpado del apagón a un sabotaje en El Guri y, por supuesto, Washington y la oposición se apresuraron a rechazar tal idea, culpando del corte de energía a un incendio que habría afectado la línea de alta tensión de 765 Kv entre El Guri y la subestación de Malena. El incendio habría tumbado la línea eléctrica lo que a su vez provocó un paro de seguridad en la planta hidroeléctrica El Guri. Sin embargo, la oposición no ha presentado ninguna evidencia real de tal incendio y el corresponsal del New York Times, Anatoly Kurmanaev, que fue al sitio de los hechos, ha rechazado esta hipótesis:
San Geronimo B is not working because it’s not getting sufficient (if any) current from Guri. That’s the scariest part. It provides evidence that the government is far from successfully restarting its turbines.
La afirmación del gobierno es que hubo un ataque cibernético contra el sistema que controla las turbinas El Guri y regula la generación de energía y el suministro a través de la línea de 765 Kv a Malena. El gobierno también declaró que, cuando se restableció la corriente el sábado 9 de marzo, hubo otro ataque de ese tipo, y que estos ataques fueron llevados a cabo por el imperialismo estadounidense.
Para aquellos tentados a rechazar estas acusaciones como una “teoría de la conspiración”, veamos los siguientes hechos. Primero, los Estados Unidos y los medios de comunicación mintieron descaradamente sobre la quema del camión de “ayuda” hace solo dos semanas. Además, ¿qué credibilidad tiene Marco Rubio? Ayer, tuiteó que hubo una explosión en una “Presa alemana” (“German Dam”), cuando en realidad era un periodista de la oposición venezolana llamado Germán Dam el que había informado de una explosión en una subestación eléctrica.
De manera mucho más repugnante, Rubio “informó” que 80 neonatos habían muerto en un hospital en Maracaibo debido al apagón, pero inmediatamente fue corregido por el jefe del buró de América del Sur del Wall Street Journal: el hospital no había registrado muertes neonatales. Ninguna. Cero. Ninguna ¿Por qué deberíamos creer nada de lo que dicen?
and another one: @marcorubio denounces 80 babies have died in a hospital in Venezuela due to the blackout … to be corrected by the head of the Wall Street Journal Latin America: no babies died, none #HandsOffVenezuelapic.twitter.com/oseVKcrLZB
En segundo lugar, un ataque de ese tipo es factible y se ha llevado a cabo anteriormente, incluso en los Sistemas de Control de Supervisión y Adquisición de Datos (SCADA) que no están conectados a la red. Los que estén interesados, busquen información acerca del virus Stuxnet fabricado en Estados Unidos e Israel, que se usó para atacar el programa de energía nuclear de Irán en 2010. Ese virus atacó específicamente los sistemas de control de Siemens, justamente algunos de los cuales operan las turbinas El Guri.
[El periodista venezolano Luigino Bracci ha publicado un artículo muy detallado explicando los aspectos técnicos de la hipótesis del ataque cibernético como causa del apagón. Los compañeros de 15 y Último también han discutido el tema en detalle]
Un artículo en Forbes. escrito por un especialista admite:
“En el caso de Venezuela, la idea de que un gobierno como los Estados Unidos interfiera de manera remota en su red eléctrica es en realidad bastante realista… Dada la preocupación del gobierno de los Estados Unidos con el gobierno de Venezuela, es probable que los Estados Unidos ya mantienen una presencia profunda dentro de la red de infraestructura nacional del país, lo que hace que sea relativamente sencillo interferir con las operaciones de red. La obsoleta infraestructura de internet y energía del país presenta pocos desafíos formidables para tales operaciones y hace que sea relativamente fácil eliminar cualquier rastro de intervención extranjera. Los apagones generalizados de energía y conectividad como el que Venezuela experimentó la semana pasada también son directamente del moderno libro de jugadas cibernéticas” [mi énfasis].
Si bien el artículo al final dice que es altamente probable que el apagón fuera causado por un escenario diferente, no obstante, destaca “la incapacidad de descontar definitivamente la intervención de Estados Unidos u otra intervención extranjera”.
En tercer lugar, está la cuestión del momento en que se produjo. El golpe se estancaba. Guaidó había regresado al país pero claramente estaba perdiendo impulso. ¿Qué mejor momento para implementar un ataque importante en la red eléctrica, para demostrar que el gobierno no tiene el control, poner a la población en contra del gobierno e intensificar aún más la propaganda sobre la “crisis humanitaria” y el “caos”? Minutos después de que se informó de la interrupción del servicio, Rubio, Bolton y Guaidó ya estaban acusando furiosa y cruelmente al gobierno y se regodeaban por el sufrimiento de la gente. El apagón también se produjo unos días antes de la llegada de la misión del Grupo de Contacto Internacional de la UE, que pretende investigar in situ si existe o no una “crisis humanitaria”. ¡Que conveniente!
Por supuesto, a cualquier explicación del apagón, su severidad y su naturaleza prolongada, debemos agregar varios otros factores.
Uno es el hecho de que la red venezolana ha estado privada de inversiones y mantenimiento durante varios años, algo que el ala izquierda del movimiento bolivariano ha discutido abiertamente. EE.UU. se apresura a señalar esto como la causa principal, olvidando convenientemente que uno de los motivos de la falta de inversión es que las sanciones estadounidenses han impedido que el país renegocie su deuda externa, que ha absorbido una cantidad cada vez mayor de las reservas extranjeras del país. Debemos agregar que el gobierno de Maduro ha optado por pagar la deuda externa y entregar dólares preferenciales a los capitalistas en lugar de utilizar estas reservas de manera diferente. Esto significa que se está produciendo un sabotaje en un sistema que ya se ha debilitado y, por lo tanto, puede dañarse más fácilmente.
Otro factor es el hecho de que miles de trabajadores han abandonado sus empleos en la industria como resultado de la crisis económica que ha destruido completamente el poder adquisitivo de los salarios. Los primeros en irse fueron los más experimentados y altamente calificados, precisamente aquellos que más se necesitarán ahora cuando se trata de restablecer el servicio en un sistema muy delicado y precisamente equilibrado. Este proceso de abandono se agravó después de la última conversión de moneda en agosto de 2018, cuando el gobierno destruyó la negociación colectiva y las tablas salariales en el sector público.
Un tercero es que algunos de estos problemas se hubieran aliviado, o quizás prevenido, si los trabajadores de la industria hubieran mantenido los niveles de control obrero introducidos durante el gobierno de Chávez. No olvidemos que, en un momento dado, los trabajadores de la electricidad estuvieron en la vanguardia de la lucha por el control obrero, que fue destruido por la burocracia.
Finalmente, las sanciones más recientes de EE.UU. a PDVSA han impedido que Venezuela importe y produzca el combustible necesario para las plantas termoeléctricas que deberían haber provisto un respaldo de seguridad cuando cayó El Guri.
¿Qué sigue para el imperialismo?
La situación en Venezuela depende en gran medida de factores que se están desarrollando detrás de escena. Es imposible decir lo que realmente está sucediendo en los cuarteles militares y entre los altos oficiales. Toda la política del imperialismo estadounidense está diseñada para presionarlos, haciendo que la situación en el país sea insoportable, de modo que los generales quizás lleguen a la conclusión de que sus intereses podrían ser mejor servidos sacando a Maduro del poder. Esto se logra mediante sanciones diseñadas para dañar la economía. El último desarrollo en este frente son las amenazas emitidas por Bolton y Abrams de sanciones no solo a las empresas estadounidenses que comercian con PDVSA o el gobierno venezolano, sino también a instituciones financieras en terceros países. El objetivo es claro: estrangular completamente a la economía venezolana hasta que el gobierno se quede sin oxígeno y se rinda. Esta es una política criminal que está perjudicando a los pobres y trabajadores de Venezuela en primer lugar, desacreditando completamente la idea de que a Washington lo que le preocupa es una supuesta “crisis humanitaria”.
En cuanto a la posibilidad de una intervención militar, está claro que a los Estados Unidos les gustaría que los países latinoamericanos fueran los que se tomaran la iniciativa o al menos aparecieran al frente, pero el Grupo de Lima no tiene ganas de aventuras militares, que pueden resultar costosas y perjudiciales. Esto deja a los Estados Unidos con muy pocas opciones, la principal es aumentar la presión, a través de sanciones, sabotajes, provocaciones, etc. Elliot Abrams admitió esto en una conversación con dos bromistas rusos cuando pensó que estaba hablando con el presidente suizo.
Dijo: “Creemos que tácticamente es un error darles un sinfín de garantías de que nunca habrá una acción militar estadounidense. Pero puedo decirles que no es lo que estamos haciendo. Lo que estamos haciendo es exactamente lo que ven, la presión financiera, presión económica, presión diplomática “.
A esto debemos agregar las ideas que probablemente algunos de los miembros de la administración de los Estados Unidos albergan sobre la creación de un “Ejército Venezolano Libre” y que su “presidente” obtenga el control de algún territorio (preferiblemente cerca de la frontera, tal vez en Táchira), en una repetición de operaciones utilizadas en Siria y Libia. Un artículo en Bloomberg reveló que el ex general venezolano Cliver Alcalá tenía un grupo de 200 hombres armados en Colombia listos para cruzar la frontera el 23 de febrero, pero fue detenido por los colombianos. Rubio también ha exagerado el tema de los desertores militares y Guaidó se reunió con un grupo de ellos en Cúcuta, los elogió por “desertar” y advirtió que “tendremos que volver”.
También hay un sentido de urgencia por parte de Bolton, Pompeo, Abrams, Rubio y los demás. Ellos esperaban una resolución rápida en este impulso para el “cambio de régimen” en enero, pero fracasaron. Probablemente calculan que necesitan una resolución mucho antes de la elección de 2020 en los Estados Unidos. La frustración y la impaciencia solo los hacen más peligrosos y más dispuestos a implementar trucos que aún no han utilizado.
Como hemos argumentado anteriormente, este intento de golpe de estado imperialista en curso solo puede ser combatido con medidas revolucionarias, asestando golpes a los golpistas en Venezuela y sus titiriteros en el extranjero. Eso significa arrestar y llevar a juicio a Guaidó y disolver la asamblea nacional.
Expropiar la oligarquía conspiradora, así como las multinacionales. Sobre todo, la organización revolucionaria del pueblo desde abajo debe fortalecerse armando y desarrollando las milicias en todos los barrios obreros, introduciendo el control obrero en todas las fábricas y lugares de trabajo y, en general, desatando la iniciativa revolucionaria de las masas.
A nivel internacional, debemos continuar y fortalecer la campaña contra nuestros propios gobiernos imperialistas en los Estados Unidos, la UE y los países del Grupo de Lima, todos los cuales, en un grado u otro, están involucrados en esta trama reaccionaria.
El episodio de crisis social del que fuimos testigos durante los últimos días como consecuencia de la caída abrupta del suministro eléctrico en todo el país desde el pasado jueves, ha sido el más severo en los últimos 15 años, desde el paro petrolero y sabotaje patronal que llevó adelante la burguesía nacional junto al imperialismo para derrocar al camarada presidente Hugo Chávez en diciembre de 2002.
La interrupción total del suministro eléctrico ha generado un impacto devastador sobre la vida cotidiana de la gente. En Caracas por ejemplo, la interrupción del servicio de transporte por parte del Metro de Caracas, paralizó por completo la ciudad. Los únicos medios de transporte disponibles eran las busetas y autobuses, que ya de por sí han mermado en cantidad durante los últimos años. Si bien desde el día viernes la empresa METRO puso a disposición su flota de los llamados metrobuses para proveer un servicio temporal de transporte, evidentemente no es suficiente para atender la demanda poblacional de transporte que existe en la ciudad capital.
Por otro lado, al no contarse con servicio eléctrico, las plataformas de comunicación prácticamente colapsaron, y ello hizo casi imposible la compra de alimentos, medicinas y cualquier otro bien durante los últimos días, cada vez que había una caída del suministro. Aunque algunas cadenas de supermercados contaban con plantas eléctricas para mantenerse funcionando, al no haber líneas telefónicas en funcionamiento, cada vez que se cortaba el suministro no había forma de pagar electrónicamente en los comercios, abastos y demás establecimientos. Si bien era posible pagar también con efectivo, está siendo -otra vez- cada vez más escaso y difícil de conseguir para la gente. Asimismo, ciertas cadenas de supermercados, tiendas de lujo y otros establecimientos comerciales, estaban aceptando dólares, cosa que sólo podían hacer pocos elementos integrante de la burguesía y pequeña burguesía, y que además refleja el rápido avance de la eliminación del control de cambio.
Por otra parte, la crisis de agua se agudizó tanto en Caracas como en otras zonas del país, casi a un nivel de colapso total del servicio. La caída abrupta del servicio eléctrico hizo imposible lógicamente bombear agua hasta la ciudad de Caracas, o desde los embalses correspondientes hacia las zonas urbanas en el caso de ciudades del interior. No obstante, el deterioro del servicio de agua ha sido progresivo durante los últimos años, y no simplemente un hecho aislado durante los últimos días. Al igual que ha ocurrido con la mayoría de las empresas estatales y nacionalizadas, la ausencia de un control obrero genuino, de una planificación consciente y democráticamente discutida y aprobada de las inversiones en las mismas, la corrupción y el flagelo terrible de la burocracia, han venido dando al traste también con la capacidad de servicio de las hidrológicas del país. En Caracas por ejemplo la gente ha acudido masivamente a las quebradas y tomas de agua provenientes del cerro el Ávila. Como si se tratara de la Semana Santa, la gente ha aprovechado a asearse y bañarse en los ríos, lavar ropa y cargar agua para llevar a sus hogares.
En las noches, ha habido guarimbas y protestas en varias ciudades del país. Nuevamente, hemos sido testigos de esa combinación particular constituida cada vez más por protestas populares espontáneas, como respuesta a la situación país o al deterioro de las condiciones de vida de las masas por un lado, y por el otro, la acción de grupos organizados y pagados por la derecha, de jóvenes de clase trabajadora o de sectores lumpenizados, socialmente de la sociedad para derrocar al gobierno. En el supermercado Luvebras ubicado en La Florida en Caracas por ejemplo, no hubo destrozos en el establecimiento comercial, por lo que sigue funcionando, pero además quienes ingresaron al establecimiento comercial, aunque se llevaron artículos de higiene y algunos comestibles, saquearon sobre todo el área de licorería.
Los saqueos y protestas, no han sido generalizados sino focalizados. En el Zulia y en Carabobo, también se han reportado saqueos.
Hoy martes 12 de marzo, el servicio eléctrico y de telecomunicaciones se ha mostrado más estable tanto en el oriente del país como en la zona central, si bien hay zonas de cada estado y ciudad en los que no se reconecta el servicio desde hace más de 100 horas, como es el caso de La Dolorita en Petare, Caracas, y zonas donde aún no hay suministro estable, como la ciudad de Maracay.
En lo que respecta al occidente del país, varios estados permanecen sin servicio. Mérida por ejemplo, cuenta con más de 100 horas continuas sin servicio eléctrico. En el Estado Zulia, el servicio se ha ido restituyendo de forma progresiva desde la noche de ayer, pero diversas zonas de la ciudad de Maracaibo aún no tienen luz.
El gobierno ha señalado que la interrupción del servicio eléctrico se debió en primer lugar a acciones de sabotaje externo contra el cerebro informático de Corpoelec. Es cierto que el imperialismo norteamericano ha llevado a cabo acciones de este tipo en el pasado, como la acción de ataque informático efectuada contra Irán hace casi diez años, mediante un virus – después llamado Stuxnet- que fue introducido en la red de computadores que controlaban las centrales nucleares en ése país.
Ahora bien, por otro lado, como hemos señalado más arriba, con Corpoelec ha ocurrido lo mismo que con cientos de empresas estatales y nacionalizadas. Antes de la interrupción brusca del servicio eléctrico el pasado jueves, estados como Mérida y Zulia, han venido sufriendo apagones constantes –a veces incluso muy prolongados- durante los últimos años, y ellos son consecuencia del papel nefasto y contrarrevolucionario que ha jugado la burocracia dentro de las empresas eléctricas, a pesar de mil y un denuncias y movilizaciones de trabajadores de base del sector eléctrico, organizados en sindicatos, consejos de trabajadores, así como delegados de prevención, etc. En consecuencia, tampoco es falso que existe un deterioro progresivo y agudizado del servicio eléctrico en el país.
Sin embargo, es público incluso internacionalmente que la administración Trump está decidida por todos los medios posibles –incluso la intervención militar- a llevar adelante un golpe de Estado contra Nicolás Maduro para terminar de derrotar y enterrar de forma definitiva a las masas trabajadoras de Venezuela y al legado de la Revolución Bolivariana.
Pues bien, ante un enemigo tan poderoso y decidido no se le puede enfrentar, bajo ningún concepto, con medias tintas. Hacerlo es preparar la propia derrota, ya sea que esta llegue tarde o temprano.
Por ejemplo, la burguesía venezolana ha sido siempre, tanto económica como políticamente, un simple enclave del imperialismo yanqui en nuestro país. Los últimos 20 años de conspiraciones, sabotaje e intentos de golpe así lo demuestran.
El gobierno ha dicho durante los últimos años, una y mil veces, que la burguesía ha venido ejerciendo una guerra económica contra el pueblo, ha desviado o simplemente robado las divisas que le han sido entregadas para la importación de alimentos y otros bienes de primera necesidad, ha acaparado y contrabandeado productos a Colombia, especulado con los precios de venta y saboteado la producción de bienes, y no obstante, la política del gobierno en los últimos años ha sido precisamente de colaboración de clases con esta misma burguesía que ha golpeado con toda su fuerzas a las condiciones de vida de los trabajadores.
El gobierno de Maduro les ha entregado más dólares, y al mismo tiempo ha terminado de levantar – si bien progresivamente- el control de cambio. De la misma forma, los controles de precio, así como las acciones de los organismos encargados de supervisar su cumplimiento –la Sundee-, parecieran ser hoy simplemente un recuerdo del pasado. Hay una liberación tácita y de facto de los precios de los bienes de primera necesidad que golpea en primer lugar a la clase trabajadora.
Asimismo, en medio de esta última ofensiva intervencionista del imperialismo, y meses antes también, el presidente Maduro ha llamado a la administración Trump al diálogo. Y es sabido que representantes del gobierno venezolano mantienen negociaciones con sectores del imperialismo, a través de un grupo de senadores republicanos y demócratas, con los que hace muchos años se estableció el llamado “grupo de Boston”. ¿Puede tener sentido alguno el diálogo o la conciliación con el primer enemigo de la clase obrera venezolana? Cualquier acuerdo con el imperialismo, a la larga sólo puede contribuir a la derrota de la revolución y de los trabajadores. Alguna vez el cantor del pueblo, Alí primera, nos dijo “el yanqui teme a que tú te levantes, américa latina obrera por qué no lo haces, el yanqui teme a la revolución”, al parecer la burocracia bolivariana olvidó hace mucho tiempo las palabras de nuestro querido Alí.
En consecuencia, ante la grave y decisiva crisis que vive el país en estos momentos, los jóvenes, militantes de base y trabajadores organizados en Lucha de Clases, sección venezolana de la Corriente Marxista Internacional, sostenemos:
– Sólo con medidas radicalmente revolucionarias podremos poner fin de una vez por todas a la conspiración golpista, dirigida internacionalmente por el imperialismo norteamericano y encabezada nacionalmente por Juan Guaidó y la dirigencia de la oposición de derecha. Es necesario derrotar la ofensiva reaccionaria parando la acción de sus cabezas. Por esto, ordenar la detención y encarcelamiento del golpista Guaidó y del resto de dirigentes de la conspiración, es una acción no sólo urgente, sino necesaria e imprescindible para derrotar el golpe. Cárcel para Guaidó, disolución de la Asamblea Nacional golpista.
-Una emergencia nacional como la que se ha vivido en el país durante las últimas horas, exige medidas contundentes contra los capitalistas, que no han dejado de sabotear y especular, para poner todos los medios producción de alimentos y bienes de primera necesidad, así como las cadenas de distribución de los mismos al servicio de las necesidades de la sociedad, por demás, absolutamente urgentes y apremiantes durante los últimos días. Expropiación de las multinacionales y de la oligarquía bajo control obrero. Confiscación de la cadena de producción y distribución de alimentos bajo control obrero y de las comunidades.
-No es primera vez que ocurre una acción de sabotaje contra la industria eléctrica, si bien esta ha sido la más grave en la historia. La única posibilidad de blindar a Corpoelec, pero también al resto de las industrias primordiales del país, contra cualquier acción de sabotaje, es permitiendo que se desarrolle el control obrero genuino dentro de estas empresas. La participación activa y realmente protagónica de los trabajadores en la toma de decisiones en materia de inversión y de gestión, así como el control efectivo por parte de éstos de todo el proceso productivo y de los procesos de trabajo y en las demás ramas de la indústria, incluyendo la administración de estas empresas, es la única garantía real de defensa contra cualquier ataque, interno o externo que se quiera ejercer contra las mismas. Control obrero de la producción.
– La primera respuesta de la gente ante el corte eléctrico ha sido resguardarse en sus casas, y tratar de conseguir provisiones y agua para sobrellevar los días sin suministro. Estas acciones deben pasar de la esfera netamente familiar a una de carácter colectivo, comunitario. Estas experiencias populares que ya se están llevando cabo, como fogatas comunitarias, compartir comida, tomas de agua colectivas, debemos ampliarlas y organizarlas a un nivel superior, sobre la base de los organismos políticos y sociales ya existentes –CLAP, consejos comunales y otros-, y debemos usarlos como instrumentos para garantizar las necesidades básicas del pueblo trabajador –seguridad, alimentación, agua y energía- en los barrios y comunidades. Organizar en todos los barrios Comités Revolucionarios de Abastecimiento y Defensa. Todo el poder al pueblo trabajador.
– Organismos de este tipo, que funcionen democráticamente, con delegados elegidos por cada comité y organismo en cada barrio o sector, articulados a nivel local, regional y nacional, podrían sentar las bases para la reconstrucción de un poder popular genuino – o llamándolo por su nombre correcto, un Estado obrero- cuyos gérmenes, expresados en los consejos comunales, comités de agua, salud y otros, han sido severamente golpeados por la crisis económica y social por un lado, pero también, torpedeados y desarticulados por el Estado burgués y la burocracia contrarrevolucionaria que existe dentro de las esferas dirigentes movimiento bolivariano. Esta es una tarea esencial, si las y los revolucionarios queremos realmente dar al traste con quienes han venido asesinando a la revolución desde adentro, y plantear la lucha de la destrucción del Estado burgués de una vez por todas. Combatir la contrarrevolución y el imperialismo con medidas revolucionarias
En Rusia en febrero de 1917, tras una serie de protestas que llevaron a la abdicación del Zar Nicolás II, se daría paso al gobierno provisional de Gueorgui Lvov y después de Kerenski (militante del Partido Social Revolucionario, de origen campesino, aunque con tendencias liberales). Una de las principales exigencias del pueblo ruso era la retirada de Rusia de la guerra imperialista que había comenzado en 1914. Para ese momento, Rusia era una nación atrasada con un relativamente bajo nivel de desarrollo económico, mayoritariamente agrícola, y con niveles altos de pobreza extrema causantes de innumerables hambrunas.
En el ideario de las amplias masas populares se extendió la necesidad de llamar a una Asamblea Constituyente y generar una nueva constitución. Para los reformistas, especialmente los mencheviques, esto significaba dar pasos hacia la formación de una economía capitalista y un Estado burgués de corte liberal, para que a futuro se pudiera avanzar al socialismo. Este planteamiento no era bien visto por los bolcheviques, quienes entendieron que la postura anterior suponía la vía de la conciliación de clases, y por tanto, planteaban una revolución proletaria.
La incapacidad del gobierno de Kerenski para cumplir muchas de las propuestas que las masas exigían, además de haber dado continuidad a la guerra contra Alemania -enviando tropas mal equipadas al frente, se sumarían al hambre extendida entre amplios sectores de la población. Esto, generaría una situación de inestabilidad que sería enfrentada por el gobierno a través de la represión de los obreros y campesinos que protestaban en las calles, y la persecusión de los más importantes dirigentes bolcheviques, como Vladimir Uliánov “Lenin”. El gran lider marxista, quién habría ingresado al país en abril de 1917, agitó con un programa revolucionario conocido hoy como las “Tesis de Abril” y bajo la consigna “todo el poder a los Soviets”, para con esto ganar la mayoría en el partido bolchevique y enrumbarlo hacia conquistar a las masas y luego hacer la revolución.
El intento de golpe de estado del general Kornilov
El fracaso de la ofensiva militar de julio, que evidenció el deplorable estado del ejercito ruso en la guerra y detonó en la profundización de la polarización social, precipitó el nombramiento del general Kornilov como comandante en jefe de las fuerzas armadas. Sobre la base de las dudas de Kerenski, Kornilov, que era un general de extrema derecha y muy allegado a el Zar, fue tomando atribuciones por cuenta propia sin consultar al gobierno provisional, tales como perseguir a los Soviets por considerarles culpables de la desmoralización de las tropas, lo que supuestamente llevó, según el juicio de la burguesía, a la derrota de la ofensiva de julio. También, impulsó el fusilamiento de todos los desertores del frente de batalla.
Tras las jornadas de julio, donde el movimiento revolucionario se radicalizó hacia la izquierda y amenazó la estabilidad del régimen de Kerensky, la reacción ya comenzaba a plantearse un gobierno militar dirigido por Kornilov. Para sus partidarios, Kurnilov era el salvador destinado a devolver el orden al país, restaurar la disciplina en el frente y eliminar la influencia política de la izquierda radical, especialmente la de los bolcheviques. De haber triunfado su intento golpista, el régimen resultante sin duda hubiese aplastado las conquistas de febrero y hubiese hundido en sangre al movimiento revolucionario.
En agosto, se le solicitó a Kerenski que detuviera a la extrema izquierda y que implantara la pena de muerte a los traidores, algo que no fue aceptado por el gobierno provisional. Kerenski temía la reacción de los obreros, soldados y de los soviets que los representaban. Ante la posibilidad de que el anuncio de las medidas llevase a una ruptura con los Soviets, un enfrentamiento civil y la instauración de un gobierno a merced de los militares, Kerenski vacilaba.
Así, convencido de que el gobierno provisional no acataría las órdenes impartidas por su mando, Kurnilov envió tropas a la Capital llamando a ahorcar a los “agentes y espías alemanes” encabezados por Lenin. Animado por los empresarios, y aclamado por los dirigentes de derecha, en una conferencia se le solicitó a Kornilov que diera un golpe de estado. Los bolcheviques rechazaron esta conferencia y de inmediato llamaron a una huelga en la ciudad de Petrogrado. El 28 de agosto se dio el alzamiento militar y al día siguiente Kerenski acude a solicitar apoyo de los soviets para detener el golpe. Los bolcheviques, quienes hasta ese momento eran objeto de persecusión por parte del gobierno, organizaron voluntarios revolucionarios para combatir a los soldados de Kurnilov y derrotar el golpe, mientras exigieron armas. El gobierno provicional no tuvo más opción que cederlas.
El éxito de la rápida acción bolchevique y del Comité fue rotundo. Obreros rusos incluso impidieron que los trenes con los militares golpistas se trasladaran hacia la Capital. Se detuvo el golpe de Kurnilov sin disparar ni un solo tiro. Lo más interesante de esta posición de los bolcheviques es que en un principio, un sector de éstos era partidario de no defender el gobierno de Kerenski, ya que éste había arremetido en contra de los Soviets, mientras otros eran partidarios de plantear una defensa acrítica del gobierno; pero la posición de Lenin, que fue la que dominó, era derrotar el golpe de estado de extrema derecha y luego recrudecer el combate contra Kerensky hasta hacer la revolución. Esto no supuso en ningún momento dejar de desenmascarar las debilidades de Kerensky durante el golpe ante las masas, sino precisamente lo contrario. Al mostrar la mayor disposición de combatir el golpe, exigiendo armar a los obreros en petrogrado para pararlo, las vacilaciones del gobierno provicional quedaron claramente expuestas.
Luego de derrotar el golpe de estado, el gobierno provisional quedó en una extrema vulnerabilidad, ya que sus bases sociales comprendieron sobre la base de los hechos la debilidad de éste para emprender medidas decididas contra las clases dominantes, para parar sus amenazas y para romper definitivamente con las mismas. Ante las masas quedó en evidencia el compromiso de Kerensky con el imperialismo, que impediría que con su gobierno Rusia saliera de la guerra; el compromiso con las clases acomodadas del campo, que obstaculizaría el reparto de la tierra; y finalmente su servilismo a la burguesía rusa. Esta correcta posición elevo el nivel de simpatía de las masas hacia los bolcheviques y permitió que éstos ganaran la mayoría en los Soviets, para así luego emprender la revolución de octubre.
El intento de golpe en Venezuela
Es importante tomar en cuenta el nivel de conflictividad que existe actualmente en Venezuela. El gobierno de Nicolás Maduro atraviesa una severa crisis económica, con hiperinflación desde noviembre de 2017, y para solventarla ha venido impulsado medidas económicas en el marco del capitalismo, con reformas que al final terminan de descargar el peso de la crisis sobre los hombros de los trabajadores.
Por otro lado, el gobierno ha impuesto un tabulador salarial precario en una situación de pulverización del poder de compra de los sueldos producto de la hiperinflación, sobretodo en las instituciones y empresas dependiente del Estado. Esto ha llevado a protestas de trabajadores en las calles, que han sido en algunos casos reprimidas, con detenciones para sus dirigentes. Igualmente, el deterioro de los servicios básicos (agua, electricidad, telecomunicaciones y gas) ha llevado a los sectores más pobres a protestar en las calles.
Con este panorama Maduro fue a una reelección en mayo de 2018, las cuales ganó, pero con un alto nivel de abstención (53%), que no se observaba desde las elecciones presidenciales de 1993, donde hubo una abstención del 40%. Al ser convocadas estas elecciones por la Asamblea Nacional Constituyente, elegida en 2017 pero desconocida por la derecha nacional y sus apoyos internacionales, éstos han desconocido como consecuencia también la elección presidencial.
El gobierno paralelo de Guaidó
Esta situación derivó en que el presidente de la Asamblea Nacional, que se encuentra en desacato desde 2016 por un dictamen del Tribunal Supremo de Justicia, se haya autoproclamado presidente interino de la república -auspiciado desde Washington, siendo reconocido de inmediato por los EE.UU, la “Comunidad Europea” y algunos países de América Latina. Otros países si bien no llegan al punto de aceptarlo como presidente interino, llaman a nuevas elecciones generales, por lo que tampoco aceptan a Maduro como presidente. Otros como China, Rusia, Nicaragua, México, Bolivia y el Caricom han reconocido la legalidad del gobierno de Maduro.
Paralelamente, el gobierno de Trump ha impuesto una serie de medidas económicas y políticas en contra del gobierno de Maduro, que se suman a las que desde el 2017 se vienen practicando, éstas últimas han tenido la intención de restringir el ingreso de dinero e incluso la venta de petróleo a Estados Unidos. Este bloqueo se hace con la excusa de que los ingresos petroleros y los activos en el exterior han sido congelados para estar disponibles para el gobierno de transición que encabezaría Guaidó, pero que en realidad sería un gobierno títere de los EE.UU. Todo esto, mientras se hacen continuos llamados y amenazas a las fuerzas armadas para que depongan al gobierno.
Maduro, al igual que Kerenski, vacila en su posición y ha puesto toda su confianza en los militares, los cuales en los últimos años han tenido todo tipo de concesiones que no se le otorgan al pueblo, algo muy peligroso, ya que como es explicado por Lenin en el Estado y la Revolución, los militares son el lado represivo del Estado burgués, y por lo tanto, lo defenderán. En pocas palabras, los militares acompañarán a Maduro mientras no se trastoquen sus intereses o mientras este sea el principal garante de los mismos.
La posición de la izquierda en Venezuela
A diferencia de los bolcheviques, que enfrentaron el golpe de la reacción encabezado por Kornilov exigiendo medidas revolucionarias como el armamento de los Soviets, un sector de la izquierda no solo ha expresado una posición vacilante ante la situación, sino que además ven en leyes burguesas la solución a un conflicto que ya toma un carácter internacional, de una pugna imperialista mundial en las que las principales potencias se reparten el mundo a sus anchas, sabiendo que esta confrontación dejó de ser legal para pasar a ser política e incluso bélica. Nos referimos a la Plataforma en contra de la Guerra que impulsa la realización de un referendum.
Este sector, llega incluso al extremo de sentarse con Guaidó reconociéndolo de esta manera, algo extremadamente peligroso. Por su parte, los sectores más atrasados del movimiento dan un apoyo acrítico al gobierno de Maduro, sin tomar en cuenta que parte de la crisis se debe al mal manejo de los ingresos y la corrupción, que ha sido en algunos casos tan escandalosa, que al gobierno no le ha quedado otra que denunciarla hipócritamente. Este último sector, olvida la política perjudicial hacia la clase trabajadora que impulsa el gobierno. Piensan, que la solución es ganar espacio en el tren ministerial, sin olvidar que la crisis es consecuencia de la estructura burguesa del Estado, y que ocupar un cargo en un ministerio no resolverá en nada la situación.
Desde nuestra posición, y sin olvidar el papel que ha jugado el gobierno de Nicolás Maduro, consideramos que no es tiempo de vacilaciones. No se nos puede acusar de ser débiles ante el gobierno, porque hemos criticado y nos hemos opuesto a su política conciliadora frente al capital mundial, pero en este momento, existe aun una diferencia al comparar los bloques, ya que el Gobierno de Maduro ciertamente ha impuesto medidas en contra del pueblo, pero un gobierno de la derecha, respaldado por Estados Unidos y el FMI, impondría medidas aún más severas para descargar la crisis sobre los más desprotegidos, sin ningún tipo de subsidio o ayuda que busque paliar su situación. Sin dejar de oponernos a la poítica gubernamental, que aplica decisiones burguesas contradictorías que nos llevan hacia un ajuste capitalista a paso lento, debemos combatir el golpe imperialista que de triunfar no depararía nada bueno para la clase trabajadora y el pueblo.
Al igual que los bolcheviques en agosto del 17, debemos exigir las armas para combatir el golpe ante una posible confrontación violenta o intervención norteamericana. Hablamos de armamento con completa autonomía de los cuerpos militares del Estado burgués para fortalecer los cuerpos combatientes de las milicias populares en las fábricas y en el campo, que permitan, luego de un triunfo contra el golpe, tomar esas armas para expropiar los medios de producción y los latifundios, así como la banca e imponer un Estado obrero, bajo control democrático de la clase obrera, donde podamos tomar medidas económicas y políticas a favor del pueblo. Si el gobierno sigue vacilando y poniendo sus esfuerzos en negociar con su enemigo, así como toda su confianza en los militares, vamos al fin del proceso que lleva 20 años, pero no será porque los revolucionarios consecuentes vacilamos en nuestro rol, sino una demostración más del fracaso de los reformistas.
El 23 de febrero vino y se fue. Este fue el día que Estados Unidos y sus títeres locales calificaron como el “Día D”, cuando se suponía que la “ayuda humanitaria” ingresaría al país contra la voluntad del malvado Maduro, algo que, como incluso admitió el corresponsal de la BBC, casi nada tenía que ver con la ayuda y mucho que ver con desafiar la autoridad del presidente Maduro.
En su locura, Guaidó (“White Dog”, Perro Blanco, como lo llaman los venezolanos) se dirigió a las Fuerzas Armadas de Venezuela, ¡y se asignó el título de “comandante en jefe”! ¿Qué sigue? ¿Papa? ¿Ganador del Premio Nobel?
Los eventos comenzaron el viernes 22 con el concierto de Branson en el puente Tienditas en la frontera entre Venezuela y Colombia. Sí, este es el puente que Marco Rubio afirmó que había sido bloqueado por el “régimen de Maduro”, a pesar de que el puente nunca se había inaugurado ni abierto al tráfico. Los medios, por supuesto, repitieron esta mentira hasta el final, y solo CBC se tomó la molestia de retractarse. Se suponía que el concierto de música “Venezuela Live Aid” de Branson atraería a medio millón de personas, pero al final fue un asunto bastante insignificante, con un máximo de 20.000 asistentes.
Los artistas que nunca han levantado ni un dedo por los pobres y los que sufren violaciones de los derechos humanos en sus propios países se unieron para ayudar a los venezolanos pobres, cientos de miles de los cuales supuestamente están a punto de morir si no llega la ayuda, transportada por el Ejército de los EE.UU., según Guaidó.
Ya, el viernes, hubo un incidente fatal, al cual el circo mediático del mundo se aferró de inmediato. En un enfrentamiento armado en Kumarakapay, Estado de Bolívar, uno o quizás dos pemones* resultaron muertos. Los medios de comunicación capitalistas publicaron de inmediato el titular: “dos muertos cuando Maduro abre fuego contra el convoy de ayuda”, o palabras por el estilo. Una completa mentira. ¡CBC en Canadá incluso habló del incidente involucrando tanques! Lo que realmente sucedió aún no está completamente claro, pero lo que sabemos es que algunas personas de la etnia Pemón de la ciudad local (que está a 80 km de la frontera con Brasil) intentaron detener un convoy de autobuses (no tanques) de la Guardia Nacional de camino a la frontera. En el enfrentamiento, dos personas murieron, según afirma la oposición, debido a los disparos de la Guardia Nacional.
Más tarde, Guaidó afirmó que un camión de ayuda había cruzado la frontera desde Brasil. Esto resultó ser otra completa mentira. Guaidó y sus niñeras, que se habían reunido todos en Cúcuta (no Cucutá, como lo llaman los periodistas extranjeros), estaban desesperados por mostrar alguna señal de éxito en un día que no se desarrolló conforme al plan.
La reunión en Cúcuta fue aturdidora. Piñera, el presidente chileno (y admirador del general Pinochet); el secretario general de la OEA, Almagro; el acusado culpable y violador de los derechos humanos Elliot Abrams; el jefe de la mafia cubana de Miami, Marco Rúbio … todos estaban allí para incrementar la presión e incluso, quizás, buscando una oportunidad para levantar su imagen ante la caída de un dictador. Estaban decepcionados, y no solo con los “artistas” que Branson había contratado.
El viernes lograron obtener una “deserción” de un alto perfil, la del “Pollo” Carvajal: un ex oficial de alto rango militar y de la inteligencia venezolana. Los pequeños detalles que la entrevista del New York Times no dijo, son que ya se había unido a las filas de la oposición en agosto de 2017, por lo que no fue en absoluto una deserción, y en segundo lugar, fue acusado por la DEA y el departamento del Tesoro de EEUU de todo tipo de delitos (narcotráfico, colaboración con las FARC, ser un agente de Hezbollah) y que probablemente esta sea su motivación ahora para acusar a los funcionarios del gobierno venezolano de esas mismas cosas.
La verdad es que el elemento clave en este intento de golpe de Estado, un quiebre en las Fuerzas Armadas, no se ha materializado, y Guaidó (a pesar de sus delirios de grandeza), no es un presidente, sino un diputado de la oposición (como incluso CNN y la BBC lo han llamado en estos días).
Guaidó estaba tan desesperado por participar en la acción que cruzó la frontera ilegalmente y asistió al recital de Branson, donde recibió una bienvenida de héroe. Tal vez el presidente colombiano Duque estaba un poco preocupado de que Guardó, al ver a la multitud, decidiera proclamarse presidente… ¡de Colombia! El problema del “presidente a cargo” de Trump será ahora que la frontera se ha cerrado y, por lo tanto, se ha convertido en un “presidente en el exilio”, o tal vez esa fue su forma elegante de abandonar un plan que no fue según lo planeado.
El intento de forzar la “ayuda” a través de la frontera no tuvo éxito, para decepción de los dignatarios reunidos. Por la mañana, dos guardias nacionales de Venezuela se apoderaron de dos vehículos blindados y los embistieron contra las cercas de uno de los puentes fronterizos. Hirieron a una mujer policía y a una periodista chilena. Saltaron de los vehículos y corrieron hacia la frontera con Colombia, donde los políticos de la oposición venezolana los recibieron.
Uno de los políticos había sido liberado de la cárcel como parte de los intentos del gobierno de Maduro para apaciguar a la oposición, a pesar de haber sido acusado de disturbios violentos. Eso nos dice todo lo que necesitamos saber sobre los intentos de apaciguar a la oposición. Al final, de los tres guardias nacionales que desertaron, uno trabajaba en la cocina y otros dos en tareas administrativas. Esto no significa un golpe militar en absoluto.
Más tarde en el transcurso del día, vimos imágenes de Guaidó en el costado de un camión articulado que llevaba paquetes de USAID, la agencia estatal de ayuda de EEUU. Hizo una pose heroica para las cámaras, pero cuando el convoy de camiones se acercó al cruce de la frontera, desapareció silenciosamente, dejando el verdadero trabajo heroico de pasar por las líneas de la policía a sus seguidores. Lo intentaron, pero todo lo que se requería para dispersar a esta multitud eran unas cuantas latas de gas lacrimógeno y balas de goma.
Además de la Guardia Nacional, también protegieron la frontera venezolana cientos de civiles que habían llegado de diferentes partes del país, incluido un contingente de la Corriente Revolucionaria Bolívar Zamora de Apure con sus Brigadas de Defensa de los Pueblos Hugo Chávez.
Frustrados por su falta de progreso e incapacidad para atravesar las líneas policiales, los partidarios de la oposición incendiaron uno de los camiones de ayuda. ¡Parece que la ayuda no era tan preciosa después de todo! Por supuesto, ahora están tratando de culpar a los guardias fronterizos venezolanos por la quema del camión. Las imágenes aéreas muestran cómo los guardias se encontraban a cierta distancia del camión y las imágenes en primer plano muestran a los partidarios de la oposición venezolana prendiéndolo en llamas. No esperamos un informe verídico de este incidente tampoco.
En total, a lo largo del día, una docena de guardias nacionales venezolanos cruzaron la frontera. El ministro colombiano de asuntos exteriores afirma que eran 60, pero podemos tomar esa afirmación como insignificante.
El saldo principal del día se puede encontrar en este subtítulo de CNN en español: “la entrega no se logró”. De hecho, en su conferencia de prensa matutina, la pandilla reunida ya tenía dudas y anunció una nueva reunión el lunes en la que impondrían más sanciones.
Mientras tanto, en Caracas, tuvo lugar una gran marcha chavista para rechazar la intervención imperialista.
Esta fue una manifestación considerable, que demuestra cómo la amenaza del imperialismo está provocando una reacción en la cual, incluso muchos de los que están desilusionados o críticos con Maduro, están cerrando filas contra la agresión de los EE.UU. ( Ver este informe de PBS para tener una idea de esto). En el mitin, Maduro anunció que rompía todas las relaciones diplomáticas con Colombia.
El corresponsal del New York Times en la frontera resumió el día con estas palabras: “Hay un sentimiento de que el impulso se está perdiendo en el puente. La sensación de la movilización de ayer se ha ido y el puente se parece más a una conferencia de prensa con líderes regionales frustrados”.
Frustración es la palabra clave. Hoy el imperialismo no logró sus objetivos, y eso es una victoria a nuestro favor.
* NdT: Pemón: pueblo amerindio que habita en la cuenca del río Caroní, en la región sureste del Estado venezolano de Bolívar.
El golpe de Estado en Venezuela se ha seguido desarrollando conforme al plan trazado por el imperialismo norteamericano, y esto no debe sorprendernos, pues siguen un manual preestablecido y aplicado con anterioridad en distintas partes del mundo.
La primera fase, consistía en fabricar a un líder para la oposición venezolana. Esto, lo han conseguido con dificultad pues el estado en el que se encontraba la derecha hace solo unas semanas era deplorable. Dividida sobre casi todos los temas nacionales, y acosada por una minoría de radicales seguidores de María Corina Machado, la oposición no conseguía movilizar siquiera a las doñas del cafetal, quienes veían a todos los dirigentes como colaboracionistas o agentes del gobierno. Sin embargo, el imperialismo logró convertir la propia debilidad de la oposición (que no se presentó unificada a las elecciones presidenciales) en un argumento para promover su golpe de estado.
Así, el que un sector importante de la oposición jugara a la abstención y al desconocimiento del arbitro electoral (aunque tuvieron la oportunidad de cambiarlo en 2016), fue la clave para que el 23 de enero un diputado poco conocido de la derecha se autoproclamara Presidente Encargado de Venezuela, siendo reconocido inmediatamente por el gobierno de Trump y sus satélites en el mundo.
Guaidó autoproclamándose presidente el pasado 23 de Enero
En varios de nuestros artículos anteriores hemos explicado la evolución de este golpe imperialista. En una primera instancia, la Asamblea Nacional (AN) proimperialista dictó una serie de acuerdos con la finalidad de promover un quiebre de la institución castrense, llamando a los militares a deponer al gobierno de Maduro, cosa que hasta ahora no ha ocurrido. Además de llamar al congelamiento de cuentas y activos venezolanos en el extranjero. Hasta ahora, el plan imperialista, seguramente vendido en Washington por la oposición como un plan de acción rápida, ha venido fracasando. Así, en vez de tener victorias tempranas, el imperialismo se ha quedado con un títere al que sólo reconocen los sátrapas de Trump, por lo que la mayor fortaleza del gobierno paralelo ha sido el que las potencias imperialistas hayan congelado las cuentas del país, para así tratar de agravar la crisis económica de Venezuela. Por su parte, el gobierno de Maduro ha tratado de sortear los efectos de las brutales sanciones norteamericanas recientes comercializando el petróleo que antes compraba EEUU (al rededor de 600.000 barriles diarios) a la India, a cambio de medicamentos y productos de primera necesidad.
La “ayuda humanitaria”
La administración de Trump ha intentado dar a la injerencia imperialista una fachada democrática cubriéndola con algunos apoyos de miembros de la Unión Europea. Entre ellos, destaca el expirado ultimátum hecho por Pedro Sánchez a Maduro de 8 días para que éste último pusiese fecha a las elecciones. Sin embargo, curiosamente ha sido el líder del PSOE quien ha terminado convocando a a nuevas elecciones.
Fracasado también en este intento (pues hasta un niño puede darse cuenta de las verdaderas intenciones del golpe y de su promotor), Trump ahora intenta arremeter con el viejo truco de la “ayuda humanitaria”, y para ello, designó a un viejo perro de guerra: Elliott Abrams. Lo primero que hay que señalar de esta maniobra es el alto grado de cinismo con el que se ejecuta, pues se coloca como responsable de “ayudar”, a quien había sido ya juzgado y condenado por enviar armas a los Contras en Nicaragua en cargamentos de supuesta ayuda humanitaria y dirigir a los escuadrones de la muerte en El Salvador y Guatemala. Cabe recordar que este personaje fue indultado por el gobierno de George W. Bush.
El criminal de Guerra Elliot Abrams
Por otro lado, cuando de ayuda humanitaria se trata, los norteamericanos tienen un historial bastante largo. Las invasiones a Irak, Afganistán, y recientemente Libia y las diversas formas de intervención directa e indirecta a Siria apenas son la punta del iceberg. Sin embargo, y para entrar ya en otros temas, baste decir que, si los yankees quisieran de verdad portarse humanitarios, deberían cesar los bloqueos económicos contra Cuba y Venezuela, y proponer a sus democráticos socios europeos parar la asistencia y el apoyo conjunto al reaccionario régimen saudí, quien actualmente lleva a cabo un genocidio en Yemen con el silencio de la “comunidad internacional”, de la que tanto habla la oposición venezolana.
En el caso específico venezolano, denunciamos que esta supuesta ayuda sería un intento de generar caos en la frontera colombo-venezolana y una provocación al gobierno nacional para así justificar una escalada en las agresiones, como en efecto ocurrió durante la jornada del 23.
El 23 de febrero, otra fecha límite para la caída de Maduro
Si en algo la oposición venezolana se ha vuelto experta ha sido en ponerle fecha a la caía de Maduro. Para cada gran movilización o festividad nacional, la oposición tiene su héroe, su plan y su día para augurar el “quiebre” y la salida del “régimen”, y como no podía ser de otra manera, el 23 de febrero fue vendido como un día histórico en el que su héroe (Guaidó), ejecutaría su plan maestro (introducir la “ayuda humanitaria”) y así harían huir al dictador. Veamos cómo transcurrió la jornada:
Desde la mañana, las tensiones en la frontera se hicieron sentir con grupos que intentaban retirar las barricadas de seguridad en los pasos fronterizos y el establecimiento de guarimbas en ciudades y poblados tachirenses como Ureña. Aproximadamente a las 9:00 de la mañana, tres guardias nacionales desertaron y se dirigieron a la frontera colombo-venezolana donde rindieron las armas y se entregaron a la migración colombiana. El hecho, inmediatamente tuvo una repercusión mundial, pues, aunque se trataba de apenas tres funcionarios de bajo rango, la oposición lo vendía como si se tratase de tres regimientos.
A propósito de estas deserciones, Freddy Bernal, quien funge como protector gubernamental del Estado Táchira, señaló que los funcionarios habrían lesionado a una reportera chilena y a una funcionaria de la Policía Nacional Bolivariana en su huida, siendo recibidos por el diputado opositor José Manuel Olivares del lado colombiano, quien en medio de la confusión gritaba “son de nosotros”.
Las deserciones, para frustración de la oposición, apenas alcanzaron a 60 funcionarios (según reportes de migración colombiana), produciéndose de forma aislada en distintos puntos de la frontera, 52 en el departamento del Norte de Santander y 8 en el departamento de Arauca. Esto, mientras el grueso de las fuerzas armadas permanece firme en apoyo al gobierno de Maduro y resguardaba la frontera.
Es importante señalar que, para la ejecución del plan imperialista, la oposición debía generar un quiebre en la oficialidad de las Fuerzas Armadas Bolivarianas. A ello iba específicamente dirigida la Ley de Amnistía y por ello los voceros norteamericanos, incluido el propio Trump, han dirigido una gran cantidad de amenazas a los militares para que depongan a Maduro. El propio Guaidó hizo del 23 de febrero una fecha tope para que el ejército lo reconociera. Ahora, tras lo acontecido, sigue hundiéndose en el descrédito al no poder ejecutar ninguna orden dentro del país hasta ahora.
Una vez producidas las deserciones, Guaidó señaló a través de su cuenta de Twitter que “En mi condición de Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, dadas las circunstancias excepcionales que vive la República, dejó sin efecto la calificación de Traidores a la Patria, para efectivos militares que crucen la frontera”
En mi condición de Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, dadas las circunstancias excepcionales que vive la República, dejo sin efecto la calificación de Traidores a la Patria, para efectivos militares que crucen la frontera.#23FAvalanchaHumanitaria
Aproximadamente a las 2:00 pm, los opositores comenzaron la movilización de los camiones con la supuesta “ayuda humanitaria” a través del puente Francisco de Paula Santander, en el que se generaron disturbios y enfrentamientos entre “brigadistas” opositores del lado colombiano y la Guardia Nacional venezolana. Durante los disturbios, Guaidó señaló que ya uno de los camiones había cruzado al lado venezolano. En realidad, sólo quería responsabilizar a la Guardia Nacional de la quema del mismo por parte de los “brigadistas”, montando así un falso positivo.
¡Atención Venezuela!
Anunciamos que los camiones de la ayuda humanitaria provenientes de Colombia ya están en territorio venezolano.
El régimen usurpador está impidiendo su paso.
No podrán con nuestra decisión irreversible de vivir en libertad.
En otro de sus tuits, Guaidó hizo alusión al protocolo de Ginebra, en el cual se señala como crimen de lesa humanidad la destrucción de ayuda humanitaria.
Seguimos recibiendo el respaldo de la comunidad internacional, que ha podido ver, con sus propios ojos, como el régimen usurpador viola el protocolo de Ginebra, donde se dice claramente que destruir la ayuda humanitaria es un crimen de lesa humanidad.
Aquí es importante señalar que incluso la Cruz Roja ha acotado en varias oportunidades que la supuesta ayuda norteamericana no podía considerarse como tal por no cumplir los tres supuestos definidos por la institución: imparcialidad, neutralidad e independencia, es decir, que no se use con fines políticos como claramente ocurre con los cargamentos que se intentan introducir en Venezuela. Así mismo, durante la jornada voceros de este organismo señalaron que se estaban usando sus símbolos y logotipos en las fronteras de Brasil y Colombia con Venezuela.
Por su parte, el senador Marco Rubio, jefe de la mafia anticomunista de Miami, intentaba fabricar su propio casus belli al señalar que “Las naves de combate de Maduro amenazan con disparar a un barco que navega desde #PuertoRico, que se encuentra en aguas internacionales con 300 toneladas de alimentos y medicinas y al menos 6 ciudadanos estadounidenses a bordo”. Haciendo referencia al intento de una embarcación de ingresar a aguas territoriales venezolanas.
Maduro gunships are threatening to fire on a ship sailing from #PuertoRico which is in international waters with 300 tons of food & medicine & at least 6 U.S. citizens on board. #barcopuertorico
Como vemos, la jornada del 23 de febrero estuvo llena de provocaciones con el pretexto de la ayuda humanitaria. El imperialismo, contaba con la desintegración de la FANB con un aumento de las tensiones, pero hasta ahora, el tan anhelado y prometido “quiebre” no se ha producido, ni por las amenazas, ni por el ofrecimiento de amnistía. Sin embargo, la arremetida no ha cesado. La continuación y profundización de la ofensiva imperialista puede transformar las cosas en su contrario. La única fuerza que puede defender al país de las amenazas externas es el pueblo trabajador organizado en los barrios y fábricas y comunas, a quien hay que armar de inmediato mediante el fortalecimiento y despliegue de las milicias bolivarianas.
Movilizaciones en Caracas
La capital no estuvo exenta de movilizaciones. Guaidó, días antes había convocado a los opositores a dirigirse a los comandos de las fuerzas armadas el 23 de febrero para hacerles nuevamente llamados a rendir las armas y a que reconocieran su falsa autoridad. Mientras, el gobierno invitaba a una marcha por la paz y la defensa de la soberanía en Caracas.
La manifestación opositora, lejos de ser una movilización a todos los comandos, fue una concentración frente a la base aérea de la Carlota. La misma, tenía como objetivo convencer a los oficiales para que reconocieran a Guaidó y desde allí hacer llamados para que fuese violado el espacio aéreo venezolano con el envío de la “ayuda” a la base. Este objetivo no fue alcanzado. Sin embargo, los que sí hicieron acto de presencia en la manifestación fueron unos manifestantes con disfraces de los Advengers, demostrando el grado de alienación de los seguidores de Guaidó.
Maduro por su parte, durante la marcha convocada por el gobierno, anunciaría el cierre total de la frontera colombiana, además de romper relaciones con Colombia y dar un plazo de 24 horas para que los funcionarios diplomáticos de ese país se retirasen de Venezuela.
La decisión de romper las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno de Colombia, se sustenta en las intolerables provocaciones que pretenden desestabilizar nuestra Patria. Su personal diplomático y consular tiene 24 horas para salir de Venezuela. pic.twitter.com/frcbiydnam
La jornada del 23 de febrero ha dejado un amargo sabor de boca para la oposición. Las expectativas generadas por sus dirigentes han vuelto a ser defraudadas. El gobierno de Maduro sabe que el tiempo juega a su favor, ya que desmoraliza a las masas opositoras, pero eso no quiere decir que le garantice la victoria finalmente.
Elliot Abrams, en sus declaraciones del día, señalaba que seguirían intentando violentar las fronteras con el pretexto de la ayuda humanitaria y que seguirían presionando con más sanciones económicas. Guaidó por su parte, señaló que el lunes se reuniría con los miembros del grupo de Lima y con el vicepresidente de los EE.UU, Mike Pence, para discutir más sanciones. Además, pide que se mantengan todas las cartas sobre la mesa, como una clara amenaza de llamar a una intervención contra el país.
Ante estas amenazas, los marxistas venezolanos hemos venido agitando con un programa claro para combatir el golpe de Estado promovido por el imperialismo. Exigimos: Cárcel a Guaidó y a los golpistas, como también la disolución de la Asamblea Nacional proimperialista. De haberse ejecutado esta acción, el conflicto no hubiese escalado hasta el punto en el que se encuentra hoy día. Sin embargo, el haber retrasado estas acciones “por no ser el momento” o “porque eso es lo que quiere el imperio” han dado más fuerzas a los golpistas para actuar con total impunidad, promoviendo una intervención extranjera libremente.
Agitación de distintas fuerzas revolucionarias exigiendo medidas contundentes para detener el golpe de Estado imperialista.
Así mismo, exigimos que sean confiscados inmediatamente los bienes de las multinacionales y de los burgueses implicados en el golpe, poniéndose los mismos bajo control obrero y democrático de los trabajadores. Mientras el imperialismo congela cuentas y activos venezolanos en el extranjero, el gobierno debe actuar recíprocamente y confiscar los bienes imperialistas en el país.
Por otro lado, señalamos que no se debe colocar la confianza en otras potencias imperialistas como Rusia o China, quienes en última instancia defenderán sus propios intereses; o en las fuerzas armadas, cuyos dirigentes han recibido innumerables prebendas y puestos de dirección en empresas del Estado, sino que la confianza debe estar sobre los trabajadores y campesinos, ampliándose y armándose a los cuerpos combatientes de la milicia bolivariana, única garantía de defensa de la soberanía.
Por último, deben tomarse medidas económicas para hacer pagar la crisis capitalista a los capitalistas y no a los trabajadores, como ha venido ocurriendo. Es necesario expropiar la propiedad burguesa y planificar la economía en favor de los trabajadores, así como entregar la tierra a los campesinos, hoy asesinados impunemente por los terratenientes.
La revolución bolivariana ha sido duramente golpeada por el flagelo de la corrupción y el burocratismo que son inseparables del reformismo. En este sentido, solo medidas revolucionarias, que eleven a la moral del pueblo, pueden garantizar el triunfo definitivo de la revolución, lo contrario: el dialogo y la conciliación con los imperialistas y la oligarquía, son una sentencia de muerte para el proceso.
Fabricio Ojeda, haciendo referencia a la revolución cubana señaló que “La transición del gobierno democrático-burgués al régimen socialista fue consecuencia directa de la radicalización popular frente a la agresión imperialista y producto de la firmeza de los nuevos gobernantes encabezados por Fidel Castro”. Esa radicalización, es la misma que se hizo sentir en la marcha convocada por el gobierno de Maduro cuando el pueblo gritaba ¡Cárcel a Guaidó!, demostrando lo acertada de nuestras consignas y nuestra línea política. Sin embargo, a diferencia de la revolución cubana, la radicalidad de las masas choca en Venezuela un muro de contención de reformistas y conciliadores.
Es hora ya de construir una alternativa revolucionaria, una dirección que sea capaz de retomar el rumbo perdido y luche con un claro programa revolucionario. Esto no será fácil, pero ya hemos comenzado.
¡Combatir al imperialismo con medidas revolucionarias!
¡Cárcel para Guaidó y sus cómplices!
¡No más impunidad para los golpistas!
¡Disolución de Asamblea Nacional pro-imperialista!
¡Armamento y despliegue de las milicias bolivarianas!
¡Confiscación de las multinacionales imperialistas y monopolios nacionales implicados en el Golpe!
“Estáis arriesgando vuestro futuro y vuestras vidas”, así se dirigía Trump a los oficiales militares venezolanos en un discurso belicista en Miami el 18 de febrero. “No encontrareis un puerto seguro, ni una salida fácil o escapatoria. Lo perderéis todo”, agregó, tal vez frustrado de que hasta el momento no haya habido grietas significativas en las fuerzas armadas venezolanas, un mes después del inicio de la tentativa de golpe de Estado que planea Estados Unidos.
La presión aumenta a medida que se acerca el 23 de febrero: fecha que el títere estadounidense Guaidó se ha fijado para que la “ayuda humanitaria” ingrese al país.Un mes después de que se proclamara “presidente encargado”, Guaidó todavía no tiene el poder real. No ha habido levantamiento en el ejército. Salvo un par de oficiales estacionados en EE. UU. y un oficial de la Fuerza Aérea sin mando de tropas, las fuerzas armadas venezolanas permanecen leales al presidente Maduro. Incluso la BBC ha vuelto a llamar a Guaidó “el líder de la oposición”. El presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, ha estado recorriendo el país organizando grandes manifestaciones antiimperialistas en las principales ciudades. Las más recientes en Mérida (en la frontera con Colombia) y en Bolívar (el estado que limita con Brasil).
El Wall Street Journal se vio obligado a admitir que el cambio de régimen de Trump en Venezuela no va de acuerdo con el plan:
“Muchos de los opositores de Venezuela y sus partidarios de Estados Unidos pensaron que el régimen del presidente Nicolás Maduro se derrumbaría rápidamente después de que Washington apoyara un plan diseñado para socavar su apoyo militar y estimular su salida. No ha sucedido de esa manera “.
Luego citó a un “ex funcionario de alto rango de los Estados Unidos” que dijo que “las personas que diseñaron [el golpe] en Caracas y lo vendieron aquí [en Washington], lo vendieron con la promesa de que si Guaidó iniciaba un movimiento y [los países de América del Sur] y EE. UU. lo secundaban, los militares se rebelarían y Maduro dimitiría, pensaron que era una operación de 24 horas”.
La ayuda humanitaria: una estratagema para la provocación
Por esta razón, y para no perder el impulso, los conspiradores del golpe tenían que dar un paso audaz, galvanizando sus fuerzas y aumentando la presión sobre el ejército. La excusa que se está utilizando es la “ayuda humanitaria”, que desempeña el mismo papel que las “armas de destrucción masiva” en el período previo a la invasión de Irak. La fecha se ha fijado para el 23 de febrero.
Juan Guaidó ha dicho, repetidamente, que hay 300,000 personas a punto de morir por inanición a menos que se permita la ayuda. Una mentira en toda regla. La crisis económica en Venezuela es muy grave y ha tenido un impacto masivo en el nivel de vida de las personas, pero la afirmación de Guaidó es completamente falsa, al igual que las “armas de destrucción masiva” que representaban una “amenaza inminente” en el caso de Irak.
Estados Unidos ha concedido gentilmente 20 millones de dólares en ayuda, luego de haber incautado 7 mil millones en activos venezolanos. El Reino Unido se ha unido con unos “generosos” 8 millones de dólares, que se vuelve insignificante si se considera que el Banco de Inglaterra está reteniendo el oro venezolano por un valor de 1.200 millones de dólares.
De hecho, cualquiera puede ver que esto no tiene nada que ver con la ayuda ni con ninguna preocupación humanitaria. En la región colombiana de la Guajira, más de 4000 niños han muerto de desnutrición. En Haití hay una grave crisis humanitaria y un gobierno corrupto que usa el poder del Estado para sofocar una rebelión en masa. No ha habido llamadas de Washington para un cambio de régimen en Colombia ni en Haití, ni tampoco una campaña en los medios de comunicación masiva sobre la ayuda humanitaria. Naturalmente, estos dos países ya tienen regímenes que cumplen con los Estados Unidos.
Se identificaron tres lugares separados como puntos de entrada para la ayuda “humanitaria”: uno en la frontera con Brasil, otro en la isla holandesa de Curazao (frente a la costa de Venezuela) y un tercero (el más importante) en Cúcuta, en Colombia. Se han entregado toneladas de ayuda en aviones militares. En la última semana, el jefe del Comando Sur de los Estados Unidos visitó Colombia, Brasil y Curazao, donde también ofreció unas provocadoras y amenazadoras declaraciones dirigidas a los oficiales del ejército venezolano. El presidente colombiano, Duque, pieza clave del rompecabezas, estuvo en Washington para conversar. El senador republicano Marco Rubio, uno de los jefes políticos de la reaccionaria mafia de exiliados cubanos de Miami, ya se encuentra en Cúcuta para coordinar las operaciones. El presidente chileno de derecha, Piñera, también está en camino.
El gobierno cubano, que es el objetivo secundario de la agresión contra Venezuela, como Trump y otros funcionarios estadounidenses han explicado abiertamente, emitió una declaración con una fuerte redacción en la que advirtió sobre los aviones de transporte militar estadounidenses que habían estado volando a varias islas del Caribe.
Agresión imperialista
Es claro, por lo tanto, que ésta es una escalada muy seria en las provocaciones imperialistas contra Venezuela.
Como parte de la portada “humanitaria” para la agresión imperialista, el millonario británico Richard Branson organizó un concierto (“Venezuela Live Aid”) en la frontera. La oposición venezolana afirma haber contratado a decenas de voluntarios para traer la ayuda. Guaidó ha emitido un ultimátum a las fuerzas armadas: “tienen tres días para cumplir con la orden del presidente encargado y ponerse del lado de la Constitución”. Añadió: “el día 23 iremos al cuartel militar para exigir la entrada de ayuda humanitaria”.
La idea es crear una provocación en la frontera donde “civiles desarmados” intenten traer la “ayuda humanitaria” y sean detenidos por la “represión y violencia” por parte de las “fuerzas armadas de la dictadura”. El imperialismo estadounidense y sus aliados regionales están creando presión, calculando que esto empujará al menos a una parte del ejército venezolano a rebelarse y mover ficha para eliminar a Maduro, o que Maduro renunciará él mismo.
Además de las provocaciones en la frontera, en Costa Rica, el “embajador” designado por Guaidó y un grupo de matones vinculados al ex gobernador de Guárico Manuitt, se hicieron cargo de la embajada de Venezuela y están impidiendo el acceso de los legítimos embajador y personal diplomático. El consulado de Venezuela en Guayaquil también fue atacado.
Trump y otros funcionarios estadounidenses han dicho que “todas las opciones están sobre la mesa”: la implicación es que no se descarta una invasión militar estadounidense. El propio Guaidó, en un acto que sólo puede tildarse de traición, dijo en una entrevista con AP que no descartó “autorizar la intervención militar extranjera” en Venezuela.
Probablemente ésta no sea la primera opción contemplada por Washington. La agresión militar directa contra Venezuela sería costosa, tanto en términos de vidas como de consecuencias políticas. Más de 15 años después de las invasiones de Irak y Afganistán, Estados Unidos aún no ha podido irse. Una invasión de Venezuela requeriría un gran número de tropas, que ciertamente enfrentarán una fuerte resistencia armada. También tendría consecuencias importantes en toda América Latina, donde hay un sentimiento antiimperialista profundamente arraigado.
Lo más probable es que los planificadores estadounidenses calculen que la combinación de sanciones económicas contundentes, el aislamiento diplomático y la presión de la amenaza de una acción militar serán suficientes para expulsar a Maduro del poder, de una forma u otra. Esto no se descarta, pero sigue siendo una lucha de fuerzas vivas y el resultado no se decide de antemano.
Trump jugando con fuego
La bravuconada de Trump también está en parte dirigida al público estadounidense. Tiene un ojo puesto en las próximas elecciones presidenciales y está tratando de asegurarse el apoyo de la derecha republicana atacando a Venezuela y Cuba. En su discurso en Miami, destacó que el socialismo es una ideología fallida “que nunca permitiremos que llegue a las costas de Estados Unidos”, un comentario que apuntaba claramente a Sanders y los demócratas en general.
Está jugando con fuego. Las personas clave involucradas con Venezuela (Bolton, Cruz, Abrams, Rubio) son rabiosos anticomunistas que no dudarían en utilizar todos los medios a su disposición para aplastar las revoluciones bolivariana y cubana, independientemente de las consecuencias. Si bien la intervención militar directa podría no ser la opción más inteligente para el imperialismo estadounidense desde el punto de vista de un frío análisis de costo-beneficio, hay muchos que no piensan necesariamente de esta manera en el régimen de Trump.
La situación es muy grave. Debemos oponernos a esta agresión imperialista con todas las fuerzas a nuestra disposición. Algunos de la izquierda han intentado tomar una posición de “ni Maduro ni Guaidó”. Ese es un punto de partida completamente erróneo. Primero, porque no se trata de Guaidó, sino de los planes y ambiciones de Trump en Venezuela. Durante la lucha para oponerse a la agresión imperialista en Irak, todos los antiimperialistas consistentes tomaron una posición clara, independientemente del hecho de que Saddam Hussein fue un dictador asesino que había masacrado a su propio pueblo (como aliado del imperialismo). El caso aquí es aún más claro. Uno de los objetivos de la agresión estadounidense es precisamente aplastar la Revolución Bolivariana, o lo que queda de ella. No se necesita apoyar a Maduro y su gobierno para adoptar una postura intransigente de oposición a la agresión imperialista de Estados Unidos y su títere Guaidó.
Si Estados Unidos tiene éxito en este intento de golpe de Estado, no sólo se destruirán los logros restantes de la revolución, sino que también se destruirán sin piedad las organizaciones y cuadros de trabajadores, campesinos y pobres revolucionarios. Cualquiera que no pueda ver las implicaciones que esto conlleva no merece llamarse de izquierda.
¿Ni Maduro ni Guaidó?
De hecho, las consecuencias prácticas de esta posición de “ni, ni” se pueden ver en un ejemplo reciente. Un grupo de ex ministros chavistas han establecido la Plataforma para un Referéndum Consultivo. No representan a nadie más que a sí mismos y anhelan una solución “democrática” y “constitucional” a la crisis. ¡Como si pudieras convencer al imperialismo de detener la agresión imperialista agitando una copia de la Constitución! El 5 de febrero, este grupo se reunió con Guaidó con el objetivo de plantearle sus demandas. Como era de esperarse, fue Guaidó quien ganó capital político con eso, diciendo: “mira, incluso los ex ministros de Chávez están en contra de Maduro, tenemos puntos en común”.
De manera escandalosa, también estuvo presente en esta reunión Gonzalo Gómez, un miembro destacado de Marea Socialista (una sección simpatizante de la llamada “Cuarta Internacional”). Justificó su presencia en la reunión argumentando que “debemos hacer todo para evitar la guerra”. Bueno, seguramente, nadie quiere la guerra, pero lo que estamos tratando aquí es la agresión imperialista abierta y un intento de golpe de Estado. ¿Lo impides entablando un diálogo con el agente local de Trump? ¿Esperas convencerlo? ¿O haces un llamamiento a los trabajadores y campesinos para que se organicen y se armen (políticamente y con las armas) para luchar contra el imperialismo? Parece que el camarada Gonzalo elige la primera opción.
¿Significa esto que suspendemos las críticas al gobierno de Maduro? De ningún modo. Todo lo que significa es que tenemos que plantear la pregunta en términos de qué medidas se requieren para luchar realmente contra el plan de golpe de Estado imperialista.
Los compañeros de Lucha de Clases en Venezuela están haciendo precisamente eso. A iniciativa suya, una serie de organizaciones revolucionarias en Caracas han organizado un mitin el viernes 22 de febrero con los siguientes eslóganes: “¡Prisión para Guaidó y sus cómplices! ¡No más impunidad para los golpistas! Disolución de la Asamblea Nacional golpista ya! ¡Armas para las milicias bolivarianas ahora! ¡Confiscación de las transnacionales imperialistas y monopolios nacionales involucrados en el golpe! ¡No más concesiones a la burguesía parasitaria! ¡Que los capitalistas paguen por la crisis!
Varias organizaciones y colectivos revolucionarios se han sumado a la convocatoria y también se ha planteado en los lugares de trabajo y en los sindicatos. Las organizaciones más grandes como el PPT no han firmado la declaración, pero han prometido participar en la manifestación. El Partido Comunista y otros colectivos del Frente Popular Antifascista y Antiimperialista han emitido una declaración pública que apunta en la misma dirección, aunque tampoco han firmado el llamamiento del 22 de febrero.
Otras sectores de entre las filas chavistas también están comenzando a entrar en acción por su cuenta. En la región de Apure, en la frontera con Colombia, la Corriente Revolucionaria de Bolívar Zamora ha revivido las Fuerzas de Defensa del Pueblo de Hugo Chávez.
La idea central que los compañeros están proponiendo es que un serio intento contrarrevolucionario imperialista como este sólo puede combatirse eficazmente con medidas revolucionarias, enfrentándose a las multinacionales y los capitalistas locales que están detrás de la trama y confiando en el ímpetu revolucionario y entusiasmo de la clase obrera y de las masas pobres.
La posición de la Corriente Marxista Internacional es clara: