El Sindicato Obrero de Amazon (ALU, según sus siglas en inglés) ha conseguido su primera victoria contra el gigante tecnológico en la planta de Amazon conocida como JFK8 en el distrito de Staten Island, Nueva York. Tras meses de lucha, los trabajadores lograron una victoria electrizante en la votación para sindicalizarse.
Los trabajadores de un almacén más pequeño, conocido como LDJ5, realizaron una votación similar poco después, pero ALU perdió con 380 votos a favor y 618 votos en contra. Más de un tercio de los trabajadores no votaron. Esta planta tiene como obstáculo un mayor porcentaje de empleados a tiempo parcial. No obstante, ALU ha tenido un éxito del 50% en sus intentos de sindicalización, lo cual es impresionante ya que está tratando de sindicalizarse a través de la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB, en sus siglas en inglés) cuyas reglas favorecen abrumadoramente a la empresa.
Jeff Bezos fundó Amazon para vender libros en Internet. Se convirtió en un gigante corporativo que vende todo tipo de bienes de consumo en línea e incluso ha comprado supermercados como Whole Foods. Nada de esto hubiera sido posible sin el trabajo de millones de trabajadores durante todos estos años. Amazon emplea, solo en EE. UU., a 1,1 millones de trabajadores, entre ellos los cientos de miles que operan más de mil centros de distribución. Sin trabajadores para abastecer los almacenes, empaquetar los pedidos y entregarlos a los clientes, Amazon no existiría.
Como todas las empresas bajo el capitalismo, cuanto más obliga Amazon a trabajar a sus empleados, y cuanto menos paga en salarios, mayores son las ganancias. Karl Marx explicó que los trabajadores que no están organizados colectivamente para luchar contra el empresario son simplemente materia prima para la explotación. Las condiciones de los trabajadores de Amazon son duras y era inevitable que se defendieran.
El importante papel que jugó Chris Smalls
Como muchos otros empleados de Amazon, Chris Smalls ya había tenido suficiente. En una entrevista con Socialist Revolution, explicó el trato diario al que están sometidos los trabajadores en los almacenes, que funcionan como fábricas gigantes. Cuando el COVID comenzó a propagarse en 2020, Amazon podía imaginar que sacaría más beneficios en un momento en que la mayoría de las personas se encontraban confinadas en su casa. Para ello, y para aumentar las ganancias, necesitaban más producción de sus trabajadores. Pero los protocolos de seguridad de COVID, como el periodo de cuarentena requerido en caso de dar positivo por COVID, iban a afectar los niveles de producción, ralentizar la producción o hacer aumentar los costos de funcionamiento de la operación. Chris Smalls fue despedido por denunciar la falta de protección de los trabajadores tras el brote de la covid-19 en su almacén en Staten Island.
Tras perder su trabajo, Chris no se dio por vencido. Creó una organización activista llamada “El Congreso de Trabajadores Esenciales”. Continuó manteniéndose en contacto con sus antiguos compañeros de trabajo y sus luchas. También visitó Bessemer, Alabama, para apoyar el esfuerzo de RWDSU para sindicalizar a los trabajadores de Amazon en ese almacén. Finalmente, él y algunos de los trabajadores de Amazon en Staten Island fundaron ALU, el 20 de abril de 2021.
El impulso para organizarse en Staten Island
Después de décadas de ataques de las grandes empresas, los trabajadores estadounidenses buscan formas de mejorar sus condiciones, lo que se refleja en un creciente apoyo a los sindicatos. Según cifras recientes de un sondeo de opinión (Gallup), el 68% de los estadounidenses apoyan a los sindicatos, la cifra más alta desde 1965. Según esta encuesta, incluso el 47% de los que se consideran a sí mismos Republicanos apoyan a los sindicatos. Según informa The New York Times, incluso entre los graduados universitarios, el apoyo a los sindicatos aumentó del 55% en la década de 1990 a alrededor del 70% en la actualidad.
Es en este contexto, en el que se desarrolló la campaña de Bessemer y se fundó ALU. Sus organizadores estuvieron en contacto con sus compañeros de trabajo siempre que pudieron, incluso organizando comidas al aire libre. Amazon gastó millones de dólares en la lucha contra este sindicato, pero no surtió el efecto esperado. Los trabajadores del almacén sabían quiénes lo componían.
Esto condujo a la victoria en el almacén más grande de Staten Island, donde trabajan más de 8.000 personas. Y aunque la instalación más pequeña de LDJ5, con alrededor de 1.500 trabajadores, no votó a favor del sindicato, está claro que una parte de los trabajadores quiere luchar. El siguiente paso es luchar por un convenio colectivo con mejores salarios y condiciones de trabajo. No será fácil, ya que JFK8 es solo una de los cientos de plantas de Amazon, y la empresa está tratando de impugnar la votación ante la NLRB.
¿Cómo se puede derrotar a Amazon?
Chris Smalls y ALU son ejemplos heroicos e inspiradores. Sin embargo, luchar contra un gigante como Amazon requiere recursos reales. Muchos trabajadores quieren luchar, pero entienden que hay mucho en juego. En un país donde el 64% de las personas vive al día, la amenaza de perder el trabajo no puede tomarse a la ligera. Los trabajadores no lucharán a menos que tengan una posibilidad seria de ganar.
La lucha de ALU es la lucha de toda la clase obrera. Una victoria contra una empresa como Amazon ayudaría a todos los trabajadores, incluidos los de empresas como Starbucks, Wal-Mart, Target, Apple, etc. Asimismo, una derrota sería un golpe a todo el movimiento obrero.
La clase trabajadora no puede igualar los millones de dólares que empresas como Amazon gastan en campañas antisindicales. La dirección puede organizar reuniones de “audiencia cautiva” para intimidar a los trabajadores y difundir mentiras antisindicales. Los trabajadores que luchan por organizarse no tienen la misma influencia ante sus compañeros de trabajo. El Estado capitalista, y sus apéndices como la NLRB, nunca son un árbitro neutral en las luchas sindicales y, en última instancia, se pondrán del lado del enemigo de clase.
¡La situación está lejos de ser desesperada! La inmensa fuerza de la clase obrera, su concentración en las grandes ciudades y lugares de trabajo, y su papel indispensable en la producción y distribución son ventajas decisivas en la lucha contra Amazon y otros monstruos corporativos. Pero estas ventajas sólo pueden ejercerse sobre la base de un alto grado de unidad de clase, solidaridad y combatividad.
Muchos representantes sindicales y políticos asistieron a la manifestación del domingo 24 de abril en Staten Island para apoyar a ALU. Pero ha habido muy pocas acciones concretas. El Consejo Laboral Central de la Ciudad de Nueva York (CLC) tiene 300 locales sindicales con 1,3 millones de afiliados, pero no hizo ningún esfuerzo serio por movilizar a sus bases para unirse a la manifestación de Staten Island. Los sindicalistas que asistieron lo hicieron por iniciativa propia. La lucha de ALU ha cautivado a muchos trabajadores y jóvenes en todo el mundo, pero no ha habido otras manifestaciones de solidaridad en la ciudad de Nueva York.
¿Qué hubiera pasado si la CLC hubiese organizado mítines masivos para apoyar a ALU en los cinco distritos de la ciudad? Si hubiera mostrado su pleno apoyo con acciones, el resultado de la votación del LDJ5 podría haber sido diferente. Pero, Incluso si la votación hubiera fracasado, tal efusión de solidaridad de la clase trabajadora podría haber dado a los trabajadores de otros almacenes de Amazon la confianza para unirse a la lucha e intentar organizarse en sus propios centros de trabajo.
ALU debe usar su “micrófono nacional” para hacer un llamamiento a todos los trabajadores y activistas sindicales de Amazon en todas partes. También deben estar dispuestos a romper la camisa de fuerza antiobrera de las “relaciones laborales” tradicionales. Deben explicar que en sus negociaciones con Amazon buscarán representar a todos los trabajadores de JFK8 y a cualquier trabajador de la empresa que se una a su sindicato. Solo a través de la participación masiva pueden obtener la influencia necesaria para forzar a Amazon a hacer concesiones. Además, ALU debe dejar claro a los trabajadores organizados que necesita su respaldo con números y acciones reales, y que los trabajadores de base deben pedir cuentas a sus líderes.
Si ALU y los trabajadores quieren tener éxito, solo pueden confiar en sus propias fuerzas y en la clase trabajadora en su conjunto. No deben confiar ni hacerse ilusiones en los Demócratas ni en el gobierno capitalista. El jueves 5 de mayo, Chris Smalls y otros activistas sindicales fueron invitados a la Casa Blanca. El gobierno pretende mantenerlos dentro de los parámetros establecidos por su sistema legal. Precisamente debido a estas reglas, los líderes sindicales han presidido una caída significativa en la proporción de la fuerza laboral organizada —de casi el 35% en la década de 1950 a menos del 11% en la actualidad—y los sindicatos se han visto obligados a aceptar convenios cada vez más deteriorados.
¿Qué podemos hacer ahora?
La batalla de ALU es el episodio más reciente de una larga historia de lucha y el precursor de confrontaciones de clase aún más intensas por venir. De cara al futuro, los trabajadores debemos aprender las lecciones del pasado. La principal de ellas es que las luchas sindicales no existen en el vacío. Las grandes victorias obreras de las décadas de 1930 y 1940 hubieran sido imposibles sin la participación de militantes con conciencia de clase en organizaciones como el Partido Comunista o los trotskistas. La formación de tales cuadros es tan vital hoy como lo fue entonces.
Se necesitarán más que palabras y pequeñas victorias para derrotar al Imperio Amazon, por muy significativas que sean esas victorias. Debemos construir una red de luchadores y organizadores clasistas en todo el movimiento obrero, para que los sindicatos puedan luchar contra las grandes empresas con políticas revolucionarias, las únicas que pueden conducir a victorias sustanciales. Junto a los sindicatos que luchan por salarios más altos y mejores condiciones, los trabajadores necesitan su propio partido para luchar por el poder político. Para lograr la victoria final sobre la patronal, la clase obrera necesita una dirección marxista armada con un programa para la revolución socialista. Cualquier persona inspirada por ALU debería considerar unirse a la Corriente Marxista Internacional para ayudarnos a construir esta dirección.
La crisis de Ucrania ha creado una tormenta inflacionaria perfecta. La guerra, las sanciones occidentales a Rusia, la pandemia, el proteccionismo y el cambio climático están deshaciendo décadas de bajos precios de las materias primas en una crisis que no hace más que profundizarse.
Esta concatenación de factores sin precedentes está preparando una catástrofe, como resume un análisis aleccionador de Pascal Lamy, ex director general de la Organización Mundial del Comercio:
“Francamente, cuando veo las cosas que se avecinan, estoy bastante horrorizado, y he estado en temas internacionales durante, ¿cuánto?… 30, 40 años de mi vida. Creo que nunca vi un periodo en el que los riesgos fueran tan altos con esta acumulación de impactos por el COVID en la economía mundial, especialmente en los países en desarrollo; la crisis alimentaria; la crisis de los precios de la energía; la crisis de la deuda, que se avecina en muchas partes de los países en desarrollo; el impacto de esto en el sistema financiero. Veo que los riesgos se acumulan. Y, por supuesto, ya sabes, la invasión de Ucrania es una especie de gota que realmente podría colmar el vaso, y estoy mucho más preocupado de lo que he estado en las últimas décadas, por desgracia”. (Le Pen, los patriotas y el movimiento antiglobalización, Financial Times)
La industria alimentaria en crisis
La invasión rusa de Ucrania ha provocado un enorme conjunto de problemas para la economía mundial. En primer lugar, Ucrania y Rusia son responsables de una gran parte del suministro de alimentos del mundo. Juntos producen el 12% de las calorías comercializables del mundo, pero entre los dos sólo tienen el 2% de la población mundial. Sus exportaciones de grano, en particular, son un salvavidas crucial para los países de Oriente Medio, pero la crisis está repercutiendo en los precios de todo el mundo.
Las cosechas de Ucrania se están viendo muy afectadas por la guerra. Gran parte de la cosecha del año pasado sigue atascada en los almacenes, y la de este año se verá obstaculizada por la guerra de numerosas maneras: algunas partes del país están ocupadas por Rusia, y hay una importante destrucción de las infraestructuras, ya sea por las bombas o para ser utilizadas por los militares. También hay escasez de mano de obra, ya que muchos hombres han sido reclutados por el ejército.
Mientras tanto, Rusia ha prohibido las exportaciones de alimentos para garantizar su propio abastecimiento. Sus exportaciones también están restringidas por las sanciones occidentales.
Como resultado, los precios del trigo han aumentado un tercio, lo que supone un gran salto, y se prevé que aumenten otro tanto antes de que acabe el año. Esto tendrá consecuencias devastadoras para quienes dependen del pan como principal fuente de calorías. Pero también tendrá inevitablemente efectos en cadena sobre otros productos alimenticios, ya que la gente pasará a comer arroz, patatas, etc.
La cuestión del cambio climático también es un factor en la ecuación. Por ejemplo, la reciente ola de calor en la India afectó mucho a la producción de trigo, y la previsión de la cosecha de trigo de este año es de un 5 por ciento menos. Esto constituye otro golpe para el mercado mundial del trigo, que no puede permitirse más sobresaltos en la oferta.
Los precios de los alimentos en general en el mercado mayorista han subido un 55% desde 2020, y un 17% desde principios de año. Esto está teniendo un gran impacto en los pobres de todo el mundo. El África subsahariana, por ejemplo, importa el 85% de su trigo, y los alimentos representan el 40% del gasto de los consumidores de la región. En un intento de aliviar la tensión, la actual directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, se dirigió recientemente al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, para pedirle que tome medidas para aumentar la producción de alimentos. “Estoy muy preocupada por la crisis alimentaria que se avecina y por las medidas que debemos tomar”, dijo a los periodistas en Washington. (Las prohibiciones a la exportación de alimentos hacen subir los precios mundiales, New York Times, 2 de mayo)
Para empeorar las cosas, el precio de los fertilizantes se ha duplicado desde el año pasado. Rusia era el mayor exportador de fertilizantes del mundo, y ahora ha prohibido las exportaciones. Además, el gas natural es un componente clave en la producción de fertilizantes, y los precios del gas, como es bien sabido, se han disparado.
Sin embargo, la guerra no hace más que intensificar los problemas que ya existían. Los precios de la urea aumentaron un 50% entre marzo y octubre del año pasado, lo que llevó a China a introducir barreras a las exportaciones de fertilizantes. Intentan mantener los precios en el mercado chino por debajo de los del mercado mundial.
Anecdóticamente, la combinación del aumento de los costes de la energía y los fertilizantes está causando estragos en la producción de alimentos en los invernaderos. Los productores no pueden ganar dinero con la venta de sus cosechas y cierran la producción para no tener pérdidas. Por supuesto, esto añadirá más tensión a los mercados de alimentos, que ya se encuentran bajo presión.
Proteger el suministro de alimentos
Bajo la presión de la crisis de la industria alimentaria, varios países han optado por proteger a sus propios consumidores del aumento de los precios del mercado mundial.
La guerra sacó del mercado los suministros de aceite vegetal de Rusia y Ucrania. Pero esto también empujó al gobierno indonesio a hacer lo mismo para garantizar que los precios internos se mantuvieran bajos. Esto ha hecho que el 40% del suministro mundial de aceite vegetal sea ahora de muy difícil acceso. Como consecuencia, los precios han aumentado un 150%.
Los problemas de la cosecha en la India han llevado a especular con la posibilidad de que el gobierno de ese país decida restringir sus exportaciones, algo que el gobierno ha negado hasta ahora. Si esto se convierte en una perspectiva más seria, a los comerciantes les preocupa que se genere pánico en los mercados mundiales de trigo. (El proteccionismo alimentario alimenta la inflación y el hambre en el mundo, Financial Times)
Otros países han tomado medidas para prohibir la exportación de cereales, lo que contribuye a aumentar los precios en el mercado mundial. Esto creará dificultades a los productores nacionales, ya que tendrán que hacer frente a los mayores costes del combustible, etc., pero no pueden exportar y, por tanto, no pueden aprovechar los mayores precios del mercado mundial para sus productos para compensar.
También socava la confianza en el sistema de comercio mundial. Si no pueden confiar en el mercado mundial para alimentar a sus poblaciones, significa que los países se verán empujados a introducir aranceles y otras barreras a la exportación para apoyar a sus propios sectores agrícolas. Inevitablemente, esto significará productos más caros. Lo mismo ocurre con los comerciantes, que tendrán que considerar todo tipo de riesgos adicionales antes de decidir de dónde abastecerse.
La crisis especial del capitalismo británico
La situación es mala en todas partes, pero Gran Bretaña se enfrenta a la peor inflación de Europa occidental. Para ser un país con una importante industria petrolera y de gas propia, se ha visto muy afectado por las subidas de los precios de la energía.
El gobierno introdujo un tope de precios de la energía en 2019, pero tuvo un impacto limitado en sus primeros años de existencia, ya que la mayoría de los hogares tenían contratos por debajo del tope. Ahora, sin embargo, el tope de precios se ha convertido en el precio que paga prácticamente todo el mundo. Y subió un 54% en abril, y se espera otro aumento del 30% en octubre.
Con muchos hogares ya en la pobreza y tratando de llegar a fin de mes, Keith Anderson, director ejecutivo de Scottish Power, dijo: “Cuando llegue octubre, [la situación] va a ser horrible, realmente horrible”. El gigante energético francés EDF afirma que los clientes vulnerables de Gran Bretaña pasarán a gastar en su energía de 1 libra por cada 12 que ganaban a 1 libra por cada 6 que ganen este año. La patronal CBI dijo que poner libras en los bolsillos de las personas vulnerables “no debería retrasarse”.
Y las dificultades no se limitan a la energía, el Banco Central espera que la inflación alcance el 10% antes de que acabe el año, a pesar de que la tasa de crecimiento ha descendido. El director del Banco de Inglaterra afirma que están caminando por una “línea muy, muy fina” entre el fracaso de mantener la inflación a raya y el riesgo de crear una profunda recesión, ya que la economía se ve afectada por el aumento de los tipos de interés, además de que el poder adquisitivo de los consumidores se ve socavado por la inflación. (Bailey advierte del riesgo de inflación persistente por la solidez del mercado laboral británico, Financial Times)
De hecho, Bailey acaba de predecir que la inflación alcanzará el 10% en el Reino Unido antes de que termine el año, pero dijo que el Banco de Inglaterra no puede hacer nada al respecto.
Los Bancos Centrales, impotentes ante la amenaza de la estanflación
Las presiones inflacionistas están obstaculizando seriamente la recuperación post-COVID. Durante la pandemia, los Bancos Centrales inyectaron billones de dólares en la economía para mantenerla a flote. Este dinero está ahora alimentando la actual espiral inflacionaria. En un intento de frenar la inflación, los Bancos Centrales se ven obligados a subir los tipos de interés y a retirar (“ajustar”) el dinero puesto en circulación. Sin embargo, al hacerlo, están echando agua fría a la economía.
La preocupación es que, no sólo no logren frenar la inflación, sino que hundan la economía de nuevo en un crecimiento cero o incluso a una recesión. Esto es ciertamente lo que ha insinuado el Director del Banco de Inglaterra. Es lo que llaman “estanflación” (estancamiento e inflación al mismo tiempo).
El aumento de los tipos de interés y del coste de la vida, si no se combina con un aumento de los salarios, socavará el poder adquisitivo de la clase trabajadora. Por lo tanto, pondrá un gran freno al consumo.
Los economistas más previsores comprenden los peligros implícitos en estas condiciones. En el New York Times, Victoria Greene, de G Squared Private Wealth, afirma:
“Definitivamente hay muchos riesgos abiertos y no cuantificados que se avecinan. […] La economía estadounidense vive y muere por el consumidor, tan pronto como éste empiece a frenarse. Creo que eso golpeará duramente a la economía”. (La caída del mercado refleja el temor al dolor que se avecina, 2 de mayo de 2022)
Por su parte, Joe Hayes, economista de S&P Global (la agencia de calificación), se pronunció de forma similar en el Wall Street Journal:
La advertencia más dura vino del ex director general de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, quien advirtió a las empresas que se preparen para la recesión. En una entrevista con Bloomberg dijo que había un “riesgo muy, muy alto” de recesión, citando el estímulo gubernamental, los problemas de la cadena de suministro, los confinamientos chinos y la guerra en Ucrania como creadores de enormes obstáculos para que los Bancos Centrales controlen la inflación. Según Blankfein, hay un “camino muy estrecho” para evitar la recesión. (El exconsejero delegado de Goldman dice que la posibilidad de recesión es un “factor de riesgo muy alto)
La realidad es que los bancos centrales están entre la espada y la pared. No pueden dejar que la inflación se dispare, pero tampoco pueden reducirla realmente, porque provocarían una recesión. E incluso una recesión podría ser insuficiente para frenar la inflación.
La crisis de la logística
Lo que quizá sea aún peor que el impacto que la crisis está teniendo en los precios al consumo es el aumento de los precios en las escalas superiores de la cadena de producción. El aumento de los costes en este ámbito es mucho mayor que en el de los mercados de consumo, y tendrá inevitablemente un efecto en cadena en todo el sistema.
Durante la pandemia se inició una grave crisis en la logística, ya que el coste del transporte marítimo y de mercancías aumentó drásticamente. Los cambios en los patrones de consumo, combinados con la anarquía del mercado, crearon cuellos de botella en el suministro que aumentaron masivamente los precios del transporte. Estos se han suavizado en el último mes, pero los costes subyacentes han aumentado al mismo tiempo.
El precio del diésel en Europa, especialmente afectada, ha aumentado en torno al 63% en comparación con los niveles anteriores a la pandemia. Esto se debe al aumento del precio del petróleo, pero también a la gran dependencia de Europa de las exportaciones de combustible ruso.
Además, el coste de los neumáticos y las piezas de recambio se ha duplicado en muchos casos. Los palets también se han visto afectados por una gran escasez. Alrededor del 25% del suministro europeo de madera blanda, utilizada para fabricar palets, es inaccesible a causa de la guerra y las sanciones. Además, el suministro anual de 20 millones de palets procedentes de Ucrania y Rusia es inaccesible, lo que ha provocado que el coste de los palets casi se triplique, pasando de 9€ a 23€ (La guerra de Ucrania está afectando al suministro de palets en Europa, y el ejército ruso también puede sufrir las consecuencias, Euronews).
La guerra en Ucrania está afectando seriamente al transporte de varias maneras. Independientemente de la disminución de los precios del transporte en el último mes, es posible que el aumento de los costes de las empresas de logística se transmita al sistema.
Coste de las materias primas
Y no es sólo en el transporte donde la industria tiene dificultades. El precio de todo tipo de materias primas para la producción está subiendo. Rusia es una de las fuentes más importantes de minerales, muchos de los cuales se utilizan en la producción moderna, y con la pérdida de gran parte del suministro de Rusia, los precios están aumentando.
El CEO de Tesla, Elon Musk, se quejó de esto en una llamada a sus accionistas en abril: “Creo que las cifras oficiales subestiman la verdadera magnitud de la inflación”, dijo. Y añadió que la inflación continuará al menos durante el resto del año, y que los proveedores están pidiendo aumentos de entre el 20% y el 30% para las piezas.
Y no es sólo Tesla. Los precios de producción alemanes de los productos industriales subieron un 30,9%, lo que supone la mayor tasa de aumento desde 1949. Las industrias alemanas se enfrentan a un aumento de los precios de la energía en un 84%, con los precios del gas natural subiendo un 145%. El aumento de los precios llevó al FMI a recortar su previsión de crecimiento para la economía alemana en 1,7 puntos porcentuales.
La crisis en China
China ya se encuentra en una fuerte desaceleración debido a los confinamientos por el COVID, que se calcula que afectan a unos 300 millones de personas. La producción industrial cayó un 2,9% y las ventas al por menor descendieron un 11% en abril. La producción de automóviles bajó un 41% y la construcción de nuevos edificios un 44%. (China: peor, Financial Times) Esto repercutirá en toda la economía mundial.
El Banco Central y el gobierno intentan estimular el gasto de los consumidores aumentando el crédito. Pero las medidas están teniendo poco impacto. China está en plena crisis inmobiliaria, empezando por Evergrande. La semana pasada, otra empresa, Sunac, dejó de pagar su deuda. Las medidas, similares a las llevadas a cabo en Occidente hace dos años, tendrán poco impacto ahora y preparan una crisis peor en el futuro.
En el último mes, gran parte de la producción manufacturera de China se ha visto obstaculizada por las estrictas medidas anti-COVID en Shanghai, el mayor puerto del mundo. Esto ha provocado una reducción de los costes de transporte, pero un aumento de los precios de todo lo demás.
La ralentización de la producción en China eliminará el suministro de todo tipo de materias primas y bienes de consumo, presionando aún más los precios del mercado mundial. Por supuesto, en un momento dado se levantarán los bloqueos, pero como hemos aprendido en los últimos dos años, cuando se levantan los cierres surgen todo tipo de cuellos de botella. El capitalismo, por su naturaleza anárquica, es sencillamente incapaz de planificar tales acontecimientos, y la intervención gubernamental es una herramienta poco eficaz para resolver estos problemas.
Una amenaza para el comercio mundial
Con todas estas diferentes presiones que surgen sobre los precios, los Bancos Centrales serán incapaces de contener la situación. Y lo que es más preocupante, la pandemia y las crecientes tensiones entre las potencias mundiales, con la guerra de Ucrania como colofón, están haciendo retroceder la globalización.
Larry Fink, el consejero delegado de la mayor gestora de activos del mundo, BlackRock, lo advertía en una reciente carta a los accionistas: “La invasión rusa a Ucrania ha puesto fin a la globalización que hemos vivido en las últimas tres décadas”.
Desde los años 70, la inflación se ha mantenido a raya en parte gracias a la globalización, ya que la creciente división internacional del trabajo ha reducido los costes. Lenin y Trotsky explicaron que hay dos barreras para el desarrollo de la economía (fuerzas productivas) en el capitalismo: la propiedad privada y el Estado nacional. Este último fue parcialmente superado precisamente por la globalización. Las enormes fábricas, como las que se han construido en Asia Oriental, que tienen un nivel de productividad muy alto, han hecho bajar los precios de los bienes de consumo.
La globalización ha bajado el precio de la maquinaria y ha hecho más rentable la inversión en mecanización y otros dispositivos que ahorran trabajo. El FMI considera que la reducción de los aranceles y otras barreras comerciales son responsables del 60% de la reducción de los costes de la maquinaria en comparación con los productos de consumo.
Así pues, aunque la productividad del trabajo no haya crecido tanto como en el pasado, habría sido aún peor sin la expansión del comercio mundial. La apertura del comercio mundial, lo que los comentaristas burgueses denominaron “globalización”, fue esencial para mantener el crecimiento de la economía, y la inflación a raya, durante las últimas décadas, pero esto ha llegado a su fin.
El fin de la globalización
Con el retroceso de la globalización, las empresas se están dando cuenta de que sus cadenas de suministro son muy vulnerables a lo que llaman “riesgos geopolíticos”. Es decir, los conflictos en los que están implicadas las principales potencias imperialistas.
Así, nos encontramos, por ejemplo, con que la industria automovilística alemana tuvo que cerrar algunas líneas de producción por falta de los juegos de cables que se producían en Ucrania. Esto afectó a Volkswagen, BMW y al fabricante de camiones MAN.
La UE y Estados Unidos intentan desesperadamente encontrar fuentes alternativas de petróleo, diésel y gas natural. Pero es muy difícil y va a significar un combustible mucho más caro en el próximo período.
Aunque toda la atención se centra en este momento en Rusia, el verdadero adversario de la burguesía estadounidense es China. La clase dominante estadounidense se ha dado cuenta de que algunos componentes clave se producen casi exclusivamente en China y sus alrededores, y está tomando medidas para reducir su dependencia de estos suministros. Pero este proceso de “desvinculación” de los materiales producidos en China no es fácil ni barato.
El imprescindible litio
Mientras todo el mundo intenta pasarse a los coches eléctricos, se plantea un gran interrogante sobre cómo conseguir los componentes para las baterías, que es la parte más difícil de producir del vehículo.
En la actualidad, China produce el 80% del hidróxido de litio para baterías, que es el componente clave de éstas. Aunque el litio suele extraerse en otros lugares, el refinado se realiza mayoritariamente en China.
La pregunta que se hacen las empresas automovilísticas y otras es: ¿qué pasaría si Estados Unidos impusiera sanciones a China como lo está haciendo ahora con Rusia? ¿Cómo se las arreglarían todos los fabricantes que dependen de las baterías de litio?
Ante esta incertidumbre, las empresas occidentales están desarrollando sus propias capacidades de producción de hidróxido de litio. Una de las nuevas refinerías se está construyendo en Australia, en la zona minera de litio de Kwinana. Hacer el refinado en Australia protegería la producción de Kwinana del riesgo geopolítico.
Un operador de Redpoint Investment Management comentó al Financial Times:
“El hecho de que algunos de estos materiales vayan a ser tan importantes significa que se necesita diversidad de suministro. No se puede tener el riesgo de que provenga de un solo lugar”.
Y continuó:
“Tendrán que llevar a cabo las operaciones bajo el gobierno australiano. [Así que] si tiene su sede en Australia, te libras del riesgo geopolítico”.
Esta misma semana se han anunciado los planes de otra planta en el Reino Unido, como complemento a la construcción de nuevas fábricas de baterías en Europa.
¿Quién controla los microchips?
Otro ejemplo es la producción de semiconductores, el 75% de los cuales se producen ahora en Asia Oriental, con Taiwán y Corea del Sur a la cabeza, pero también cada vez más en China. Sólo Taiwán produce el 90% de los microchips más avanzados.
A medida que China afirma cada vez más su control sobre el Mar de la China Meridional, también afirma su control sobre las rutas comerciales más importantes para los semiconductores. Cualquier sanción seria o guerra comercial entre China y Estados Unidos podría cortar el suministro de semiconductores, que es esencial para todos los productos de línea blanca, la electrónica y los vehículos.
Esto ha llevado a los gobiernos occidentales a intentar desarrollar su propia industria de microchips. Estados Unidos promulgó una “Ley de chips” el año pasado, y la UE está siguiendo su ejemplo este año. Como declaró recientemente el director general de Intel, Pat Gelsinger, “pretendemos reconstruir toda la cadena de suministro en suelo estadounidense”. (Archivo Cspan)
Esto es proteccionismo, puro y duro, y va a causar estragos en los mercados mundiales. Por supuesto, algunos de estos sectores se enfrentan a la escasez de todos modos, pero al poner barreras y conceder subvenciones a las empresas nacionales, los gobiernos y las empresas están aumentando el coste de producción.
La remodelación de las cadenas de suministro conducirá inevitablemente a precios más altos a largo plazo. Es una de las consecuencias de la guerra comercial con China que comenzó bajo el mandato de Trump, y que continúa hasta hoy. Pero se amplificó primero con la pandemia y ahora con la guerra de Ucrania y las sanciones resultantes.
Al alejar sus cadenas de suministro de Rusia y China, las empresas las encarecen. Sin embargo, en medio de unas relaciones internacionales cada vez más convulsas, no tienen muchas opciones.
El coste de la guerra
En todo esto, la clase dirigente está diciendo solemnemente a los trabajadores que es nuestro deber hacer lo correcto y mantener las sanciones a Rusia. Tanto Biden como la secretaria de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Truss, sugirieron que habrá que pagar un precio, pero que es un precio que vale la pena pagar. Por supuesto, no lo pagarán ellos mismos.
Se les pedirá a los trabajadores que paguen las decenas de miles de millones de dólares en armas que se están vertiendo en Ucrania en algún momento. Se les pedirá que paguen el aumento masivo del gasto militar interno. No existe el almuerzo gratis, como los comentaristas capitalistas siempre están dispuestos a señalar.
Pero la cosa no acaba ahí. La expansión masiva del gasto militar sólo empeorará la inflación. En lugar de utilizar los recursos para elevar los niveles de educación, o invertir en nueva maquinaria, mejor transporte público o incluso carreteras, el gobierno ejercerá aún más presión sobre los tensados mercados de materias primas para producir armas muy caras. En el mejor de los casos, estas armas no son más que piezas de chatarra muy caras; en el peor, se utilizarán para matar a trabajadores y agricultores, y para destruir fábricas y granjas. Lejos de resolver los problemas de la economía, sólo empeoran la situación.
En un llamativo artículo en el Financial Times, Martin Sandbu expone lo que la clase dirigente está pensando, pero tiene el buen sentido de no decirlo demasiado alto. Menciona que la gente no podrá comprar comida saludable para sus hijos, no podrá pagar su energía y que podríamos tener que racionar algunos bienes esenciales. Sugiere que los políticos expliquen el dolor que se avecina y que se debe a la guerra (entre otras cosas), y luego dice que este es el “precio de la libertad… pagado por los ucranianos en primer lugar, pero también por muchos de ustedes”. (Los líderes occidentales deben preparar al público para una economía de guerra)
Con declaraciones tan solemnes, muchos trabajadores se preguntarán si alguien va a pedirles su opinión. ¿Es realmente la salud de sus hijos algo a sacrificar en el altar de las ambiciones imperialistas de la OTAN? Los comentaristas y los políticos vuelven a hablar de que “estamos todos juntos en esto” y de que “los hombros más anchos deben contribuir más”, pero en realidad la carga no está ni mucho menos repartida. Está muy claro que el precio de las luchas de poder imperialistas la pagan los trabajadores y los pobres, y nadie más, y el precio es cada vez más alto.
La nueva normalidad
“El presidente Jay Powell ha enfatizado la importancia de un ‘aterrizaje suave’. Patrick Harker, de la Reserva Federal (Fed) de Filadelfia, advierte que la Fed no debe “arruinar la economía” siendo “demasiado agresiva” con la inflación. La presidenta de San Francisco, Mary Daly, dijo que la Fed debería realizar una subida tal que la inflación cayera al 2%, dentro de cinco años, lo que implica que se conforma con que se mantenga por encima del objetivo del Banco Central durante media década”. (La Fed ha cambiado su mensaje, pero no de la manera que usted piensa, Financial Times Alphaville)
Los burgueses están ahora seriamente preocupados por la perspectiva de una inflación que no pueden controlar. La perspectiva ahora no es la de un rápido retorno a la inflación del 2% más o menos, sino que esta mayor inflación durará años y posiblemente décadas.
Esto tiene serias implicaciones para la lucha de clases. Una inflación de entre el 5% y el 10% consumirá rápidamente los salarios y reducirá los ingresos reales. Será una transferencia muy rápida de dinero de los trabajadores, que recibirán menos por sus salarios, a las empresas, que cobrarán precios más altos.
No todas las empresas se beneficiarán, principalmente serán los grandes monopolios. Pueden controlar los precios de los proveedores y pueden fijar los precios para los consumidores sin correr el riesgo de que otras empresas les rebajen el precio. Los perdedores serán la clase trabajadora, a menos que luchen por defender el poder adquisitivo de sus salarios. La inflación es, pues, una receta acabada para la lucha de clases.
Es sintomático del periodo que se avecina que la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, tuviera que enviar un correo electrónico a los empleados del BCE argumentando en contra de vincular los aumentos salariales a la inflación (una escala móvil de salarios). Dijo que “una indexación de los salarios a la inflación no es deseable ni está prevista”. Al parecer, el sindicato que representa a estos trabajadores había pedido precisamente esa indexación. (Lagarde rechaza la petición del personal del BCE de una subida salarial ligada a los precios)
Lagarde sabe que es una cuestión explosiva. No tiene el menor interés en dar ejemplo a los demás, porque este tipo de exigencias son inherentes a la situación. ¿De qué sirve acordar un aumento salarial del 3, 4 o 5 por ciento si la inflación resulta ser del 8%? Los trabajadores tendrán que estar constantemente en guardia o verán desaparecer el poder adquisitivo de sus salarios.
Estas presiones inflacionarias obligarán a responder, no sólo a los trabajadores de los países avanzados, sino a los miles de millones de pobres de los antiguos países coloniales, que apenas pueden permitirse comprar alimentos. Los movimientos en Sri Lanka y Kazajstán fueron desencadenados por el aumento espectacular del coste de la vida. Estos países no serán los últimos en los que veamos este tipo de acontecimientos.
La inflación persistente es una señal de que el sistema capitalista está en una profunda crisis, de que no puede encontrar un equilibrio. Ahora, muchos países se enfrentan a la perspectiva poco atractiva tanto de una alta inflación como de una recesión. Los imperialistas occidentales, tan entusiasmados por hacer sangrar a Rusia en Ucrania, llegarán a lamentar sus acciones. La continuación de la guerra está haciendo que la situación vaya de mal en peor. La inflación actuará como el topo que socava los ya inestables sistemas políticos de todo el mundo.
Este 12 de mayo, el mismo día que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que la inflación de abril fue del 6%, llevando el registro interanual al mayor valor en 30 años con un 58%, llegados de todo el país, cientos de miles de compañeras y compañeros protagonizaron la Marcha Federal de la Unidad Piquetera que desbordó la Ciudad de Buenos Aires y copó la Plaza de Mayo, para denunciar el hambre y la pobreza, así como para reclamar por trabajo y salarios.
Desde el 10 de mayo se fueron dando actos y caravanas de norte a sur que se hicieron sentir en las principales ciudades y provincias del país como Córdoba, Rosario, Jujuy, Bahía Blanca, Salta y Mar del Plata para confluir en el Centro Porteño y realizar un acto de cierre frente a la Casa Rosada con más de 100.000 personas.
La masividad de las convocatorias de los movimientos sociales está directamente relacionada con la concentración de la riqueza en un polo, el de los empresarios, banqueros y terratenientes y la acumulación de la miseria en el polo opuesto, el de los trabajadores, las trabajadoras y el pueblo pobre. Mientras la pobreza alcanza a 17,1 millones de personas de las cuales 3,8 millones son indigentes, siete empresarios argentinos (Marcos Galperin, Paolo Rocca, Gregorio Pérez Companc, Alberto Roemmers, Alejando Bulgheroni, Eduardo Costantini y Eduardo Eurnekian) están entre los más ricos del mundo.
En el medio de la crisis capitalista más profunda en décadas los grandes ricos del país aumentan sus ganancias a costa del empobrecimiento de la mayoría de la clase trabajadora, dejando en evidencia que los intereses de los empresarios y los de la clase trabajadora son antagónicos e irreconciliables. Los ricos florecen sobre nuestra miseria.
La imposibilidad de acceder al trabajo, la comida y la vivienda ha colocado a los movimientos de trabajadoras y trabajadores desocupados en el centro de la escena política, pero la inflación que devora los salarios empuja también al movimiento de trabajadores ocupados hacia la lucha económica presionando para mejorar sus ingresos ante la resistencia de la burocracia sindical que busca maniobrar con aumentos que siempre quedan por debajo de la inflación. El ajuste en marcha hizo que la pobreza deje de ser una condición que golpea solo a las personas desempleadas, sino que también golpea a quienes cuentan con un empleo formal ya que tres de cada diez trabajadores en la Argentina son pobres.
La gran Marcha Federal representa un paso adelante para el movimiento piquetero. Pero la tarea de primer orden es impulsar la unidad y la coordinación entre el movimiento piquetero y el movimiento obrero. Si el movimiento piquetero lograra enlazar su lucha a los comités de fábrica, las juntas internas y a los delegados de base, la fuerza del movimiento adquiriría una escala cualitativamente superior. Es necesario lanzar una convocatoria desde Unidad Piquetera a conformar comités de base que unan a ocupados y desocupados, llamando a los trabajadores y trabajadoras a saltar por encima de sus direcciones burocráticas y traidoras, y conformar un espacio de discusión común que se conforme como un comité por una Huelga General Política acompañada de una enorme movilización. Esto sin duda tendría un impacto enorme para la clase trabajadora, ocupada y desocupada, en nuestro país que necesita una referencia clara para luchar ante la pasividad de las centrales obreras.
La conflictividad social en el país no para de aumentar ante la magnitud de la crisis. En lo que va del año se han registrado 2.592 cortes o piquetes. Una suba del 73% en relación al mismo cuatrimestre del año pasado. Es el momento de dar un paso al frente en pos de unificar todas las luchas y golpear como un solo puño. Estamos ante una gran oportunidad para unir a los trabajadores ocupados, desocupados y precarizados, convocando también a los centros de estudiantes de las escuelas y universidades a sumarse a la lucha común, ya que en última instancia todas y todos los de abajo estamos padeciendo los golpes de un ajuste cada vez más fuerte.
Ni los empresarios, ni los banqueros o los pools de siembra son capaces de sacar al país de la debacle en que se encuentra y menos sus representantes políticos. El Frente de Todos solo puede ofrecer lo que vemos, ajuste, caída del salario y pobreza y la oposición de derecha, en cualquiera de sus variantes, busca incluso profundizar la velocidad del ajuste con una política de shock que arrase con todo. El nudo gordiano de la clase dominante esta justamente en que no puede restablecer el equilibrio económico sin poner en riesgo el equilibrio social y político. La dirigencia patronal ve con preocupación como la crisis capitalista mundial acrecienta «la insatisfacción democrática».
Ante este escenario los trabajadoras y trabajadores, ocupados y desocupados, debemos dar un nuevo paso al frente. La exitosa Marcha Federal debe ser el preludio para impulsar la autoorganización en las fábricas, los barrios y los lugares de trabajo en la perspectiva de construir desde abajo una huelga general que ponga sobre la mesa la cuestión de quién manda si la inmensa mayoría de la población, como lo somos los trabajadores y trabajadoras, o una ínfima minoría de ricachones y sus representantes políticos. Esto pondría en discusión la necesidad de un gobierno propio que represente nuestros intereses de clase.
La crisis de nuestro país no es una crisis aislada, sino que forma parte de la crisis orgánica del capitalismo a nivel mundial que viene siendo descargada sobre los hombros de la clase obrera en todo el mundo en un marco de guerra y pandemia que poco a poco arrastra a la economía global hacia una nueva recesión dejando en evidencia la inviabilidad del capitalismo para la clase obrera.
Basta ya de Gobiernos que hacen más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. La clase trabajadora tiene que tomar el poder y gobernar en la perspectiva de liquidar al sistema capitalista que nos ha arrastrado a la actual penosa situación. El Socialismo es la única salida viable ante décadas de ajuste y explotación. Los trabajadores y nuestras familias merecemos una vida distinta. ¡La palabra la tenemos los de abajo!
¡Por la unidad de trabajadoras y trabajadores ocupados y desocupados junto al movimiento estudiantil!
¡Hacia una Huelga General Política!
¡Por un Gobierno de Trabajadores!
“No estamos en guerra solo para apoyar a los ucranianos. Estamos fundamentalmente en guerra con Rusia, aunque de algún modo a través de un tercero, y es importante que ganemos”, dijo el representante de EE. UU. Seth Moulton durante una aparición en Fox News. Quizás estaba siendo más franco que otros, pero el mensaje de los representantes oficiales de la Administración de Biden ha llegado alto y claro.
Cuando se le preguntó qué consideraría Estados Unidos un éxito en la guerra, el secretario de Defensa de Biden, Lloyd Austin, dijo que “queremos ver a Rusia debilitada”.
Desde el principio, el imperialismo estadounidense consideró esto como una guerra indirecta contra Rusia. Primero pensaron que Rusia lograría sus objetivos rápidamente, de ahí el retiro de la embajada de EE. UU. y los planes para sacar a Zelensky del país. Luego, cuando la situación se estabilizó y las fuerzas ucranianas opusieron una feroz resistencia (ayudadas por la inteligencia y los suministros occidentales), comenzaron a ver la oportunidad de intensificar la guerra para asestar un golpe a Rusia.
En las últimas semanas se han mostrado más abiertos al respecto y esto ha ido acompañado de una escalada de la ayuda militar a Ucrania para estar a la altura de ese objetivo. La firma del proyecto de ley Lease and Lend permite a Washington abastecer al ejército ucraniano sin pasar por la burocracia y un escrutinio directo. Ahora aprobaron un proyecto de ley que permite $ 40 mil millones en ayuda a Ucrania, incluso más que los $ 33 mil millones que Biden había pedido originalmente. Esto se suma a los 13.000 millones de dólares ya entregados en los últimos dos meses y representa un aumento masivo del esfuerzo bélico por parte de EE. UU.
Para poner estas cifras en perspectiva, el presupuesto total de defensa de Ucrania en 2021 fue de poco menos de $ 7 mil millones, y el presupuesto total del país para el mismo año fue de solo $ 40 mil millones. La mayor parte de este último paquete de “ayuda” votado por los EE. UU. (con el respaldo unánime de los Demócratas, incluido el “escuadrón” –squad en inglés– los congresistas Demócratas de “izquierda” respaldado por los Socialistas Demócratas de América, DSA) se destina directamente a ayuda y suministros militares, con solo $ 8.8 mil millones en apoyo económico y $ 900 millones en ayuda a los refugiados ucranianos en los EE.UU.
No se trata solo de aumentar la cantidad de dinero, también hay un aumento cualitativo en el tipo de armas suministradas, incluidas piezas de artillería más potentes y de mayor alcance, y drones de ataque antitanques de alta gama, algunos de ellos que ya están sobre el terreno en Ucrania. La idea es que estas piezas de artillería, incluidos los obuses M777 suministrados por los EE. UU., radares, etc. permitirían al ejército ucraniano hacer frente a la superior artillería rusa, y los drones Switchblade compensarían la destrucción casi total de la fuerza aérea ucraniana.
La reunión del 26 de abril en la base aérea estadounidense de Ramstein en Alemania, en la que participaron 40 países, incluidos 14 que no forman parte de la OTAN, tenía como objetivo precisamente establecer un mecanismo centralizado y coordinado para el suministro de armas a Ucrania.
El objetivo de estas entregas masivas es socavar la ventaja que posee Rusia sobre la base de su fuerza aérea, tanques y artillería en el campo de batalla. Sin embargo, no está claro de inmediato qué nivel de impacto puede tener este armamento recién entregado en el curso real de la guerra. Este tipo de armas requieren que los soldados ucranianos entrenen para poder usarlas y también necesitan mantenimiento. Cientos de soldados ucranianos están siendo entrenados actualmente por EE. UU. y el Reino Unido en el uso de estas armas. Además, Rusia apunta cada vez más a las líneas de suministro ucranianas, lo que dificulta que los nuevos equipos lleguen al frente. El asesor presidencial Arestovich ha declarado que no será hasta junio cuando Ucrania podrá hacer pleno uso de este nuevo armamento “para lanzar una ofensiva”.
Ya a mediados de abril, el Pentágono organizó una reunión con los ocho mayores fabricantes de armas del país para asegurarse de que tenían la capacidad de satisfacer la mayor demanda procedente de Ucrania. La producción de misiles antiaéreos Stinger y armas antitanque Javelin se está incrementando, duplicándose en algunos casos. Como siempre, los fabricantes de armas se frotan las manos ante la perspectiva de un conflicto más prolongado. “La guerra es terrible, terriblemente lucrativa”, como comentó irónicamente Lenin durante la Primera Guerra Mundial.
No es solo Estados Unidos el que está escalando la intervención en la guerra de Ucrania. Gran Bretaña se hace eco de la nueva desfachatez de Washington, por sus propias razones. Aparte de la actitud servil tradicional del caniche a este lado del Atlántico, tenemos un Primer Ministro que quiere desesperadamente desviar la atención de los problemas en casa y está feliz de dar vueltas por Europa en busca de oportunidades para tomarse fotografías. Un día está en Kiev, apuntalando la determinación de Zelensky, al día siguiente está en Suecia y Finlandia ofreciendo garantías de seguridad a ambos países antes de sus intentos de unirse a la OTAN. A eso debemos agregar una ministra bitánica de Relaciones Exteriores que desea desesperadamente ser Primera Ministra y está tratando de superar el belicismo de Boris, prometiendo que la guerra no terminará hasta que Crimea vuelva a estar en manos de Ucrania, algo a lo que Zelensky ya había renunciado.
Como parte de este cambio de estrategia, Estados Unidos también se ha vuelto más descarado en el grado en que ha estado involucrado en esta guerra desde el principio, jactándose de compartir inteligencia con el ejército ucraniano y cómo esto les permitió atacar a los generales rusos. El intercambio de inteligencia, afirma Estados Unidos, también desempeñó un papel en el hundimiento del crucero ruso Moskva hace unas semanas.
Lo que tenemos es una guerra en la que el imperialismo estadounidense (con la ayuda de sus aliados europeos) brinda asesoramiento militar (probablemente incluso al nivel de coordinar partes del esfuerzo bélico en sus niveles más altos), inteligencia, dinero, recursos, armas, entrenamiento… pero deja que alguien más, en este caso los ucranianos, proporcione la carne de cañón y sufra la destrucción. El Republicano de Texas Dan Crenshaw lo expresó sin rodeos y con cinismo al justificar su voto por el paquete de ayuda de 40.000 millones de dólares de Biden: “invertir en la destrucción de las fuerzas armadas de nuestro adversario, sin perder una sola tropa estadounidense, me parece una buena idea”. El imperialismo estadounidense está dispuesto a luchar contra Putin hasta la última gota de… ¡sangre ucraniana!
Desde el principio, el imperialismo estadounidense ha estado profundamente involucrado en la guerra, pero está claro que ahora calculan que pueden usarla para debilitar decisivamente a Rusia, una potencia rival que se había atrevido a desafiarlos. En el proceso, EE. UU. está ejerciendo una enorme presión sobre Europa para que se rearme, de modo que pueda actuar como la vanguardia del poder militar de EE. UU. en Europa. Algunos estrategas estadounidenses también calculan que rearmar a Europa y debilitar a Rusia pondría entonces a Washington en una mejor posición para hacer frente a su principal rival en el escenario mundial: China.
Como parte de esta nueva etapa de la guerra, se ha ejercido una fuerte presión sobre los ucranianos para que rechacen cualquier negociación. En este sentido, el diario ucraniano Ukrainska Pravda ha desvelado el papel que ha jugado la visita de Boris Johnson a Kiev a principios de abril.
Según el periódico: “La parte rusa… estaba realmente lista para la reunión Zelensky-Putin”, algo que Zelensky había estado exigiendo. Pero luego, según UP, que cita “fuentes cercanas a Zelensky… el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson… apareció en la capital casi sin previo aviso, trajo dos mensajes simples. La primera es que Putin es un criminal de guerra, se le debe presionar, no negociar con él. Y la segunda es que incluso si Ucrania está lista para firmar algunos acuerdos sobre garantías con Putin, ellos [Occidente] no lo están” (énfasis nuestro).
Aquí la posición real se revela claramente para que todos la vean. Es el imperialismo occidental, en este caso Boris Johnson actuando como enviado de Washington, el que decide si puede haber negociaciones o no, y si los ucranianos se atreven a firmar un acuerdo con Putin, basado en que otros países ofrezcan garantías de seguridad, ¡Occidente lo saboteará! ¡Y nos dijeron que esta guerra se estaba librando para defender la soberanía ucraniana!
El punto quedó subrayado a principios de mayo cuando Zelensky insinuó que para llegar a un acuerdo de paz no insistiría en el tema de Crimea, pero al día siguiente el secretario general de la OTAN, Stoltenberg, subrayó que si bien las negociaciones eran un asunto de Ucrania, “los miembros de la OTAN nunca aceptarán la anexión ilegal de Crimea”.
Claramente, EE. UU. ha utilizado la invasión rusa de Ucrania para intentar someter a sus aliados europeos a una dominación mucho más estrecha. La guerra se ha utilizado para justificar un aumento cualitativo del gasto militar en Alemania –y muchos otros países europeos– así como el envío de armas a Ucrania, algo a lo que los alemanes se habían mostrado reacios anteriormente. También ha servido como una excusa conveniente para la solicitud de Suecia y Finlandia de unirse a la OTAN.
Por cierto, ahora parece que Erdogan ha dado un vuelco al oponerse a la pertenencia de Suecia y Finlandia a la OTAN, con la excusa de que estos Estados “albergan organizaciones terroristas” (una referencia al PKK y al DHKP-C). Dado que la OTAN, al igual que la UE, toma decisiones como ésta por consenso, Turquía podría vetar a estos dos nuevos candidatos. Probablemente Erdogan solo esté tratando de usar su influencia para obligarlos a expulsar y prohibir a estas organizaciones. También probablemente le esté mostrando a Putin que puede ser un aliado útil y de esa manera tratar de obtener algunas concesiones de Rusia para mejorar su papel en el conflicto ucraniano.
Cualesquiera que sean sus motivaciones, parece que el ingreso rápido en la OTAN de Suecia y Finlandia no será tan fácil como anticipó Washington. Orban de Hungría también es muy capaz de plantear objeciones por sus propios motivos, también como una forma de obtener algo a cambio.
Divisiones en la UE
Sin embargo, el panorama está lejos de ser claro. La guerra ha sacado a la superficie las tensiones entre las potencias centrales de Europa (Alemania y Francia) y el imperialismo estadounidense y sus agentes directos (particularmente Gran Bretaña y Polonia). Este es especialmente el caso cuando se trata de la cuestión del boicot al gas y al petróleo rusos. El intento de introducir una prohibición en toda la UE sobre la importación de petróleo ruso ha sacado a la luz estas contradicciones. Para introducir tal medida, la UE requeriría un voto unánime por parte de sus 27 miembros, y ya varios de ellos han expresado sus reservas o su oposición abierta, incluidos Hungría, Eslovaquia, la República Checa y Croacia, todos ellos países que dependen en gran medida del petróleo de Rusia, en un 90 por ciento en el caso de Croacia, por ejemplo. Los países que dependen del petróleo ruso en más del 50 por ciento de sus importaciones totales incluyen Bulgaria, Polonia, Lituania, Finlandia y Letonia. Una prohibición total del petróleo ruso también afectaría gravemente a la industria naviera griega, que representa la mitad del transporte total de petróleo ruso con bandera de la UE.
Hasta ahora, es Hungría la que retrasa la votación. Los burócratas de la UE están tratando frenéticamente de encontrar una forma de eludir el veto, ofreciendo dinero, concesiones, demoras y exenciones a los países más afectados. Esto revela un problema más profundo dentro de la propia Unión Europea. La política exterior y los intereses económicos de los distintos países no necesariamente coinciden, y por lo tanto la unión económica sin unión política no puede ser sostenible en el tiempo.
La guerra ha sacado a la superficie las tensiones entre las potencias centrales en Europa, especialmente en el tema del boicot al gas y al petróleo rusos / Imagen: Samuel Bailey
Ahora, tanto el presidente francés, Emmanuel Macron, como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Layen, han sugerido reformar la constitución de la UE para abolir el derecho de veto (que es lo que representa en la práctica el consenso obligatorio en la toma de decisiones cruciales). Pero tal movimiento requeriría… unanimidad, que es muy poco probable que obtengan, por razones obvias. Si Alemania y Francia continúan avanzando por este camino, a largo plazo corren el riesgo de la ruptura real de la UE.
De hecho, la disputa sobre nuevas sanciones a Rusia por parte de la UE muestra desunión en lugar de unidad por parte de los aliados de Washington en el continente. La razón por la que están discutiendo una prohibición del petróleo en primer lugar es porque los países europeos dependen aún más de Rusia para el gas, en particular de Alemania, cuya clase dominante es la que realmente manda en Europa.
La tan cacareada perspectiva de que Ucrania se una a la UE está más lejana que nunca. Después de decir que el proceso podría llevar décadas, Macron propuso que, mientras tanto, Ucrania podría unirse a una especie de “comunidad europea paralela”. Esta propuesta ridícula fue rechazada de plano por Zelensky.
Al entrar en esta guerra, Putin calculó que Europa dependía demasiado del gas y el petróleo rusos para cortar por completo sus fuentes de financiación, y que esto lo ayudaría a sobrellevar la avalancha de sanciones. La guerra en Ucrania ya ha tenido un efecto en cadena importante, en todo el mundo, en el precio de la energía y también en los cereales y otros productos agrícolas. Es probable que Putin ahora calcule que está en una mejor posición para sostener una guerra prolongada y que el dolor económico en algún momento obligará a los europeos a apostar por la paz. No olvidemos que los acuerdos originales de Minsk se negociaron en el llamado formato de Normandía, con el patrocinio de Alemania y Francia.
En su discurso del Día de la Victoria [9 de mayo], Macron dijo que “Europa no está en guerra con Rusia”. En rueda de prensa conjunta con el canciller alemán Sholtz añadió: “Lo que queremos lograr es un pronto alto el fuego que permita poner fin a las negociaciones iniciadas entre las delegaciones de Rusia y Ucrania para lograr la paz y una retirada sostenible de las tropas rusas. Ese es nuestro objetivo”. Esto está claramente en desacuerdo con los objetivos declarados de EE. UU., que son utilizar la guerra en Ucrania para debilitar decisivamente a Rusia.
La situación en el campo de batalla
En el terreno de la guerra en sí, está claro que no se reanudarán las conversaciones de paz mientras ambas partes piensen que pueden ganar más sobre el terreno. En esta nueva fase de la guerra, Rusia está concentrando todas sus fuerzas en apoderarse de las fronteras administrativas completas de los oblasts de Lugansk y Donetsk.
En este punto, la resistencia ucraniana en Mariupol se ha reducido a un puñado de neonazis endurecidos del regimiento de Azov (y tal vez algunos otros, incluidos los guardacostas y la infantería de marina). ¡Están librando una ruidosa campaña para presionar a Zelensky y Occidente para que de alguna manera los salven, a través de un intercambio de prisioneros o tal vez la intervención divina del Papa! Lo lógico sería rendirse, ya que están completamente rodeados y sin forma de reabastecerse. Pero no pueden, ya que sería un duro golpe para la moral de los nacionalistas ucranianos de extrema derecha en general, pero también por el trato que probablemente reciban de las milicias de Donetsk y Lugansk, que estarían dispuestas a vengarse completamente por los últimos ocho años de terror infligido a la población local por estas bandas.
En esta nueva fase de la guerra, Rusia está concentrando todas sus fuerzas en apoderarse de las fronteras administrativas completas de los oblasts de Lugansk y Donetsk / Imagen: MoD UK, Wikimedia Commons
Zelensky ya ha dicho que no hay forma militar de ayudarlos. Esto es fácticamente cierto, pero también podría implicar cierto grado de cálculo político. Sabe que, en algún momento, tendrá que firmar un acuerdo con Rusia y que la eliminación de una gran parte de las fuerzas neonazis de Azov debilitaría un posible elemento de oposición a dicho acuerdo. Incluso ahora, tiene que manejar esta situación con cuidado, ya que los partidarios de Azov están tratando de agitar a la opinión pública ucraniana contra el gobierno, incluidas amenazas personales contra el asesor presidencial Arestovich.
Para apaciguar a la opinión de extrema derecha, Zelensky ha insinuado que se están llevando a cabo negociaciones para permitir la extracción de los refugiados en la planta de Azovstal. Turquía ha propuesto que podrían ser llevados a su país bajo la garantía de que no regresarían a Ucrania para luchar durante un período de tres meses. Pero los rusos ya se han negado a considerar la propuesta.
La situación en Mariupol y la retirada de Kiev y del Norte ha permitido a Rusia trasladar algunas de sus fuerzas a lo que ahora considera el principal teatro de operaciones, el Donbás. A diferencia de la ofensiva fallida para rodear Kiev, aquí las líneas de suministro rusas son mucho más cortas y fáciles de defender. Es cierto que las fuerzas ucranianas están fuertemente fortificadas y han construido sus posiciones durante los últimos 8 años de guerra, pero claramente corren el riesgo de quedar aisladas y rodeadas. El avance ruso avanza a paso de tortuga, pero sin embargo avanza.
En este momento, la principal línea natural de defensa ucraniana en el Donbás es el caudaloso río Siverskyi Donets, que los rusos han intentado cruzar en varios puntos. Hasta ahora han sido repelidos, pero empujando la línea en diferentes puntos lo conseguirán tarde o temprano. Severodonetsk ya está rodeado por tres lados y solo queda un camino fuera de él hacia el territorio controlado por Ucrania. Es probable que este camino ya esté bajo control de fuego ruso, o lo estará muy pronto, lo que significa que las fuerzas ucranianas en la ciudad no pueden retirarse fácilmente. Los rusos parecen estar concentrando todo su poder en este sector del frente, así como en el área al oeste de Donetsk (alrededor de Avdeevka), mientras mantienen la línea en Jersón y Zaporiyia.
Los avances ucranianos al norte de Jarkov hacia la frontera rusa son el resultado de la retirada de las fuerzas rusas bajo presión en posiciones que ya no consideran cruciales. El objetivo estratégico clave para las fuerzas rusas en esa región son las líneas de suministro desde Belgorod hasta Izyum, que deberán defender y fortificar detrás de la línea natural del río Siverskyi Donets, que fluye de norte a sur.
Mientras tanto, la artillería rusa continúa atacando la infraestructura, las líneas de suministro, los depósitos de combustible y las rutas de entrega de la ayuda militar occidental en todo el territorio de Ucrania. También están fortaleciendo su posición en la Isla de las Serpientes, repeliendo un ataque ucraniano, ya que esto les permite controlar y cortar las líneas de envío dentro y fuera de Odesa.
La moral de las tropas y la opinión pública
Otro factor importante es el estado de ánimo, tanto de los soldados que combaten como de la opinión pública en general.
En Ucrania ya hay algunos signos de cansancio de guerra, que se expresa en divisiones entre el gobierno y el alto mando. El 17 de marzo, el periódico israelí Haaretz (fuente que no puede ser acusada de ser prorrusa) publicó un informe muy interesante, que ofrecía una ventana a la actitud de la población ucraniana hacia la guerra. El periodista, Nir Gontarz, viajó en automóvil desde Kiev hasta la frontera polaca, deteniéndose en varios puntos, y durante el trayecto trató de entablar conversación con la mayor cantidad de personas posible. Por lo tanto, lo que informa es puramente anecdótico y no puede tomarse como una muestra científica. No obstante es muy interesante. Muchas de las personas con las que habló, aunque inicialmente dijeron que apoyaban a Zelensky, más tarde en la conversación agregaron que podían entender los motivos de Putin y culparon de la guerra a las provocaciones ucranianas.
Para dar solo una de las muchas conversaciones informadas en el artículo, esto es lo que la dueña de un lavadero de autos y sus hijos dijeron:
“‘Zelensky se está comportando con mucho descaro. Por supuesto que entiendo al presidente Putin. No entiendo por qué no podemos estar satisfechos con nuestra democracia tal como es. ¿Por qué tenemos que pincharlo en el ojo y hablar constantemente sobre unirse a la UE y una alianza militar con Estados Unidos? Ella solo dice estas cosas después de una larga conversación en la que participan su hermano y su hijo. Al principio, los tres expresan un apoyo incondicional a Zelensky. Pero una vez que se ha establecido un poco de confianza, el hijo dice: “Si Ucrania no hubiera tratado de cortejar a los países europeos como una gata en celo, Putin no habría comenzado esta guerra y no habría dañado a los ucranianos”.
Claramente, la invasión rusa habría creado un ambiente patriótico entre amplias capas de la sociedad ucraniana y muchos se ofrecieron como voluntarios para unirse a las Defensas Territoriales. Pero a medida que avanza la guerra, muchos también comenzarán a hacerse preguntas. Si la guerra termina mal, con Ucrania obligada a hacer concesiones territoriales a Rusia (todo el Donbás, Jersón y gran parte de Zaporiyia, por ejemplo) y el compromiso de no unirse a la OTAN, muchos se preguntarán si todo el sufrimiento y la destrucción valieron la pena cuando un acuerdo antes de la guerra no hubiera sido mejor.
En los últimos días ha habido protestas de familiares de soldados y de los propios soldados, por el envío de conscriptos al frente sin la formación adecuada ni el equipamiento necesario. Así, en Just, Transcarpacia, el 29 de abril, mujeres irrumpieron en la oficina de alistamiento militar (ver VIDEO) protestando por el envío al frente de sus maridos, miembros de las Defensas Territoriales.
“Al comienzo de la guerra, los hombres se inscribieron en masa para la defensa. Se les aseguró que sus deberes solo incluirían la defensa de su región. Y ahora van a ser enviados al frente. Ahora, quieren llevarse a casi quinientos hombres que no han recibido el entrenamiento al este de Ucrania. También se puede ‘evadir’ por 3.000-3.500 dólares”, dijo Irina Sayan de Just a los reporteros de Strana.
El 9 de mayo, soldados de la Brigada de Defensa Territorial 101 (de Transcarpacia) dieron el paso de publicar un video para denunciar su situación. “Esta brigada fue enviada al frente, enviada absolutamente desprevenida. El 90% de ellos son así. La gente realmente no sabe cómo manejar una ametralladora, y fueron conducidos directamente a las trincheras. Dos días después de recibir la convocatoria, ya estás en el Donbás”, explicó el científico social Yury Romanenko a Strana, al tiempo que señaló que también se habían producido protestas de soldados en Uyhorod.
En un informe separado, Strana cita a la esposa de un soldado de la misma Brigada 101:
“Inna Salautina, la esposa de uno de los soldados de la brigada 101, dice que las personas, de hecho, fueron engañadas desde el principio, diciendo que servirían y realizarían tareas en su región, es decir, en Transcarpacia.
“‘¿Sobre qué base se inscribió y envió al frente a personas no capacitadas que no pasaron un examen médico? Específicamente: mi esposo después de un infarto, con un corazón que no funciona y que requiere un trasplante’, nos reclama Salautina”.
La situación es similar en la Brigada 57 según el mismo informe:
“‘Desde el primer día de la guerra, han estado defendiendo nuestra Patria sin descanso. Sin armas, sin refuerzos. Hay un infierno, y nuestros muchachos están parados con una ametralladora. Nadie nos escucha. Se llevaron a los muchachos sin examen médico, sin experiencia, sin estudios. Están agotados. Todos los días llegan bombardeos del cielo y de todos lados”, nos dice la esposa de uno de los soldados, Tatiana Primachenko.
“La hermana del soldado Vadim Sidorenko de la misma brigada se queja de que también lo enviaron al frente sin el entrenamiento adecuado y sin tener en cuenta su mala salud.
“Ha estado en medio de esto durante días, luchando bajo constantes bombardeos. Se ordena a los comandantes que vayan a la línea del frente en las mismas trincheras derribadas por el enemigo. Los soldados están desmoralizados, sobrevivieron milagrosamente bajo los bombardeos y no son soldados profesionales, solo siguen órdenes. Los muchachos necesitan refuerzos urgentes y apoyo de la tropa’, se queja la mujer”.
Esto revela síntomas significativos de desmoralización y cansancio entre las tropas ucranianas. También se está acumulando resentimiento por la corrupción y cómo eso está relacionado con la falta de equipos para las tropas de primera línea. Los lugareños de Just informan que se ha visto a funcionarios de las oficinas de reclutamiento y alistamiento conduciendo automóviles extremadamente caros, que dicen que son el resultado de sobornos pagados por hombres para evitar la movilización. Además, “muchos están perplejos por qué los soldados aún, con toda la asistencia multimillonaria de Occidente, deben buscar su propio equipo”.
La situación claramente preocupa a las autoridades ucranianas, al punto que el asesor presidencial, Alekséi Arestovich, “dijo que hay muchas dudas sobre el hecho de que los soldados son enviados al frente no con ocho años de experiencia, sino con epilepsia y sarcoma”. Arestovich lo llamó “excesos que me enfurecen”. Se pronunció a favor de “revisar a toda la gente (en el frente) por razones médicas y desmovilizarlos o trasladarlos a posiciones de no combate… Cada vez hay más interrogantes, no lo voy a dejar así. Estoy comenzando mi pequeña Yihad. Estoy furioso”, dijo Arestovich.
La situación en Transcarpacia tiene sus propias peculiaridades. La región es el hogar de una importante minoría húngara y, aunque votó por Zelensky en las elecciones presidenciales, hubo un nivel de abstención muy alto. La gente se levantó en armas contra las nuevas leyes lingüísticas, que consideraban un ataque a las lenguas minoritarias, incluido el húngaro. La región limita con Eslovaquia y Hungría y alberga redes de traficantes que ahora están ocupadas organizando el cruce de hombres que quieren evitar la movilización. La región ya fue sede de protestas contra la guerra y resistencia contra la movilización durante la primera fase de la guerra en el Donbás en 2014, la llamada Operación Antiterrorista. Pero incluso teniendo en cuenta estas circunstancias específicas, estos informes son muy significativos y ciertamente han llamado la atención de las autoridades.
Todo esto ha llevado a enfrentamientos abiertos y divisiones en la parte superior de la cadena de mando. Por ejemplo, hay rumores de que el Alto Mando del Ejército pidió una orden para evacuar las tropas de Severodonetsk y retirarlas a una posición defensiva de reserva para evitar su cerco. La historia es que Zelensky rechazó la propuesta. Ahora las tropas están siendo rodeadas.
También hay tensiones sobre el destino de los combatientes del Regimiento Azov en Azovstal, con recriminaciones públicas de que los líderes militares y civiles no hicieron lo suficiente para asegurar una línea de reabastecimiento. Al mismo tiempo, Zelensky desconfía de dar la orden de rendición a estas tropas, ya que esto podría conducir a un desafío abierto.
El 8 de mayo, el asesor presidencial Arestovich concedió una entrevista en la que se preguntó por qué el sur cayó tan fácilmente en manos rusas al comienzo de la guerra. La implicación fue que hubo errores por parte de la dirección militar: “Porque, dónde está la incompetencia, dónde está la traición, esta es la pregunta más importante. Lo detectan y definitivamente evaluarán a todos, a todo el contingente, tanto de manera personal como criminal, a todo el mundo”. Esta fue su forma de desviar las críticas al presidente y su conducción de la guerra.
La respuesta llegó al día siguiente de Taras Chmut, director de la Fundación Come Back Alive (Que vuelvan vivos) de quien se dice que es cercano al jefe del general de las Fuerzas Armadas Valeri Zaluyni. En un comentario mordaz en su página de Facebook, dijo: “Cuanto más lejos de la guerra estás en Kiev, más juegos políticos aparecen. Algunos comienzan a ‘buscar a los culpables’ y se preparan para la nueva temporada política, mientras que otros, los ‘tiradores’, intentan, como se espera, traducir la responsabilidad de todos los errores en el ejército”. Luego le recordó a Arestovich que el Ejército está siguiendo las órdenes del presidente y que si alguien es el responsable es él. “En caso de que alguien lo haya olvidado, les recuerdo que cientos de hombres y mujeres muertos y heridos le brindan un delicioso café en la soleada Kiev todos los días. Todos los días. Y hoy, buscar culpables entre ellos no es en absoluto la mejor idea. Los culpables no están en el ejército, aunque hay algunos, y para qué preguntar, culpables en altos gabinetes que formaron presupuestos, políticas y con apellidos identificados en puestos clave”.
Mientras Zelensky pueda presentar una imagen de que la guerra va bien, seguirá siendo popular. Pero si la guerra se vuelve más prolongada y los rusos avanzan en la batalla por el Donbás, la fachada de unidad nacional puede colapsar rápidamente en recriminaciones mutuas.
Mientras tanto, en Rusia, la guerra de Putin sigue siendo muy popular. Ha habido incidentes aislados de ataques con bombas incendiarias contra oficinas de reclutamiento militar y también sabotaje contra instituciones científicas vinculadas al complejo industrial militar. Esto refleja el estado de ánimo de ira entre una capa de la juventud, el sector entre el cual el apoyo a la guerra es más bajo, aunque probablemente la mayoría todavía la respalde. Por supuesto, en condiciones de fuerte censura y represión de cualquier punto de vista disidente, es difícil evaluar la situación real.
La escalada de participación abierta del imperialismo estadounidense en la guerra es un regalo a la propaganda de Putin, quien siempre ha sostenido que se trataba de un movimiento defensivo contra la agresión de la OTAN. Sin embargo, si la guerra se prolonga, las tropas rusas se atascan y las bolsas para cadáveres comienzan a acumularse, esto también puede dar lugar a un estado de ánimo de ira y descontento. Esta guerra es un asunto existencial para Putin. Todo su régimen depende de ello y por ello utilizará todos los recursos a su alcance para asegurarse de que puede obtener un resultado que pueda presentar como un éxito.
De la guerra a la lucha de clases
A medida que avanza la guerra y las consecuencias económicas amenazan con llevar a la economía mundial a una nueva recesión, esto puede tener un impacto en la lucha de clases. Claramente, este debe ser un elemento crucial detrás de las declaraciones de Macron sobre la necesidad de negociaciones, que representan una ruptura pública con la estrategia de Biden. Es un presidente débil que se enfrenta a un pueblo francés enojado y le vendría bien cualquier tipo de tregua en el frente de los precios de la energía. No es el único que puede encontrarse en la misma situación en los próximos meses.
Las consecuencias económicas de la guerra y la profundización de la crisis del capitalismo finalmente tendrán un impacto incluso en la opinión pública de los Estados Unidos también. Justo cuando el Congreso aprobaba $ 40 mil millones para la guerra en Ucrania, el país se vio afectado por una escasez nacional de leche maternizada para bebés. Conforme el impacto económico de la guerra se haga sentir en una severa crisis del costo de la vida, los trabajadores comunes de EE. UU. (y en otros lugares) se preguntarán con razón, ¿por qué podemos gastar decenas de miles de millones en una guerra en un país lejano, en beneficio de fabricantes de armas, cuando ni siquiera podemos alimentar ni albergar a nuestra gente? Esta es una receta acabada para la lucha de clases y para la oposición a los objetivos bélicos imperialistas en Occidente.
En esto la posición de la llamada Izquierda en la mayoría de los países ha sido repugnante. Todos los gobiernos ‘socialdemócratas’ en el poder han ido por detrás del imperialismo estadounidense en esta guerra. Tanto en Suecia como en Finlandia, los primeros ministros “socialdemócratas” están liderando la campaña a favor de ingresar en la OTAN. En Gran Bretaña, el líder laborista Keir Starmer intentó superar en belicismo a los conservadores y amenazó con expulsar del partido a cualquiera que cuestione el papel de la OTAN. Esto era de esperarse, después de todo, no olvidemos que la guerra en Irak fue dirigida conjuntamente por Bush y Blair. Los reformistas de derecha siempre defienden los intereses de su propia clase dominante imperialista cuando se trata de ello.
Lo que es más escandaloso es la posición de los reformistas de izquierda en todas partes. En el pasado habrían tenido una posición pacifista (“que intervenga la ONU”, “respetar el derecho internacional”). Esta era una posición desesperada, ya que cuestiones fundamentales como la guerra y el imperialismo no pueden resolverse apelando a las instituciones internacionales, solo mediante una lucha de clases antiimperialista decisiva. Pero aun así, ofrecía una apariencia de oposición. Ahora incluso el pacifismo mal hablado ha sido arrojado por la borda.
En los EE. UU., todos los congresistas respaldados por los DSA votaron a favor del último paquete multimillonario de ayuda militar para Ucrania. El senador Bernie Sanders también votó y habló a favor del imperialismo estadounidense: “Creo que cada día cuenta, y creo que tenemos que responder con la mayor fuerza y vigor que podamos”. En España, la ministra (afiliada al Partido Comunista), Yolanda Díaz, respaldó la decisión del Gobierno de enviar armas a Ucrania, muchas de las cuales acabaron en manos del regimiento neonazi Azov. En Gran Bretaña, cuando se les amenazó con la expulsión del grupo parlamentario, los parlamentarios de la Campaña Socialista retiraron sus firmas de una declaración crítica con la OTAN. En Finlandia, la Alianza de Izquierda, que forma parte de la coalición gobernante, está dividida sobre la cuestión de la pertenencia a la OTAN. Por lo general, sus ministros están a favor, aunque algunos de sus diputados están en contra. Pase lo que pase, la Alianza de Izquierda ya ha dicho que no romperá la coalición.
Esta situación, por supuesto, se refleja en el lado de la guerra, con el Partido Comunista de la Federación Rusa, que había sido atacado por el régimen por su semi-oposición antes de la guerra, se pronunció firmemente a favor de la aventura imperialista de Putin en Ucrania.
La posición de algunos grupos de extrema izquierda no es mejor. En Gran Bretaña, unos cientos de sectarios marcharon bajo el lema “¡Armar a Ucrania!”, ¡como si Boris Johnson no estuviera haciendo precisamente eso! Esa es también la posición de la llamada “Cuarta Internacional”, que pide “sanciones contra Rusia, armas para Ucrania” añadiendo en relación a la cuestión de oponerse a la OTAN que “ese no es el tema del momento”. Llevando esta posición proimperialista a su evidente conclusión, Murray Smith declaró: “Hablar de la disolución de la OTAN como un objetivo inmediato, como todavía lo hace parte de la izquierda occidental, no tiene sentido. Es incluso irresponsable, porque dejaría a los países del Este, pero también a los países escandinavos, indefensos… En ausencia de una alternativa creíble, debemos aceptar el statu quo”. Ahí lo tienen, según el camarada Smith, ¡los socialistas deben apoyar a la OTAN! ¡Qué farsa!
El apoyo, por acción u omisión, de los reformistas de izquierda a su propia clase dominante imperialista, es un completo escándalo en un momento en que lo que se requiere es una oposición firme. En la actualidad, tenemos una situación en la que, en algunos países, son los demagogos de derecha los únicos que se oponen a la guerra, por sus propias razones reaccionarias.
La tarea de los revolucionarios es exponer las verdaderas razones detrás de los objetivos imperialistas de la clase dominante, atravesando la niebla de mentiras y propaganda con las que se justifica la guerra. La cuestión de la guerra debe vincularse a la cuestión del nivel de vida. En un momento en que el costo de la vida está aumentando, los gobiernos están arrojando miles de millones a la hoguera del gasto en armas, mostrando claramente dónde están sus prioridades. Tal posición puede no ser muy popular al principio, pero tarde o temprano la niebla de la guerra comenzará a disiparse. Aquellos que mantuvieron una posición de principios desde el principio estarán mejor ubicados una vez que se desarrolle la oposición masiva a la guerra y a los gobiernos capitalistas que la libran.
El 10 de mayo, el director de la revista cubana Alma Mater, Armando Franco, que fue “liberado del cargo” el 26 de abril, habló por primera vez acerca de las circunstancias de su cese. Recordemos los hechos. El 26 de abril, el equipo editorial de Alma Mater publicó una escueta nota en sus redes sociales anunciando que el director de la revista había sido “liberado de su cargo” por decisión del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas. Al conocerse la decisión hubo un alúd de críticas y pronunciamientos públicos contrarios a lo que se interpretaba como un ataque a la línea política de periodismo crítico y veraz de la revista.
El director de Alma Mater recibió el respaldo público de figuras destacadas de la revolución, en la UPEC, el coordinador de los CDRs, etc. Y posteriormente en el 1º de Mayo, incluso por parte de la esposa del presidente Díaz-Canel. Finalmente se realizó una reunión con el responsable ideológico del CC del Partido Comunista, la secretaria de la UJC de la que salió un comunicado en el que se reconocía la valía de la labor de Armando Franco, se hablaba de errores cometidos con él y se prometía “depuración de responsabilidades” al respecto. El tema parecía cerrado. Armando Franco había sido destituido, pero su nombre y su labor quedaban libres de mácula. La UJC salvaba cara hablando de un “proceso natural de renovación”.
Hasta ayer. ¿Cual fue la explicación que dió Armando Franco acerca de su cese?: «Ante mi petición de explicaciones, ambos [un representante de la UJC y uno de la Editora Abril[ expusieron que ‘la decisión, aprobada el 20 de abril, era producto de continuos errores en el trabajo editorial de la revista’. Sobre la mesa estuvo todo el tiempo un documento que ambos consultaron indistintamente para listar esos ‘errores’.» … «La funcionaria de la UJC me interrumpió y entre otros criterios más bien groseros, que omito ahora por educación, dijo: ‘A tí debimos botarte hace mucho tiempo, no hay nada más que hablar, te estamos haciendo el favor de liberarte. Puedes hacer lo que quieras, es una decisión nuestra’.”
Esto confirma lo que comentamos desde el primer momento, el cese fue un acto de censura política de la línea editorial de la revista. Luego, ante el alud de quejas y reacciones contrarias, hubo que inventar un supuesto «proceso natural de relevo», en la explicación dada por la primera secretaria de la UJC. Ahora, al hacer pública su versión de los hechos, Armando Franco contradice esa versión y desafía el silencio burocrático que se le había impuesto.
El mismo día de la publicación las redes sociales de Alma Mater anunciaban dos cambios de personal. El director de la Editora Abril, Asael Alonso Tirado, que había participado en la reunión en la que se cesó a Armando Franco, era “liberado de sus funciones”, y se nombraba a un nuevo director de la Editora (proveniente del Periódico Girón, de Matanzas) y un nuevo director de Alma Mater, proveniente de Juventud Rebelde. Ambos nombramientos se interpretan como un espaldarazo a la línea editorial que Armando Franco había seguido en Alma Mater. El cese de Asael Alonso no se puede interpretar más que como una aplicación de la “depuración de responsabilidades” que se había anunciado en el comunicado de la secretaria de la UJC Aylín Alvarez.
Este caso revela una profunda lucha entre diferentes tendencias dentro de la oficialidad en Cuba, que en el caso del tratamiento de los medios se dirime entre un sector estalinista y burocrático que quiere cerrar filas o incluso retroceder al oscuro pasado del Quinquenio Gris de censura estalinista, y otros que quieren aires frescos, crítica e información veraz en los medios oficiales. La disputa no se limita obviamente a los aspectos de la libertad de discusión revolucionaria, sino que se extiende a todos los ámbitos de la discusión sobre el futuro de la revolución cubana, incluyendo el de la política económica.
La opinión de la Corriente Marxista Internacional sobre estas discusiones es clara y la hemos explicado en numerosos artículos. Estamos incondicionalmente por la defensa de la revolución cubana contra el bloqueo y la agresión imperialista. Pensamos que la defensa de la revolución cubana también implica la lucha contra la burocracia, que ahoga la iniciativa de la clase obrera y la juventud, es causa de ineficacia, corrupción y provoca desidia e indolencia, y solo se puede combatir con la más amplia participación y poder de decisión de la clase obrera en todos los ámbitos, es decir, una auténtica democracia obrera (que no democracia liberal burguesa). Para nosotros la defensa de la revolución cubana también pasa por combatir todas las tendencias que empujan hacia la restauración del capitalismo y el debilitamiento de las formas de propiedad que resultaron de la abolición del capitalismo y sobre las que se asientan las conquistas de la revolución, que aunque debilitadas todavía existen.
“Es que yo estoy segura que, como yo, muchos esperaron una letra al menos. Y yo no puedo admirar a quien haya decidido el silencio”, me escribió hace un par de noches una usuaria de AM.
En realidad, no le falta razón. Ni a ella ni a otros que a través de las redes o llamadas telefónicas nos reclamaron una explicación sobre lo sucedido con nuestro equipo en la revista Alma Mater. Ya habló un funcionario del PCC, la UPEC y la 1ra Secretaria de la UJC, pero nosotros no.
En cierto modo, el silencio nos/me hace cómplice de lo sucedido y sus posibles interpretaciones. Para algunos, mi mutismo ha sido una confirmación de que fue una decisión justa, de que algo hice o andaba mal, de que las organizaciones políticas no se equivocan y que, si así fueron las cosas, es porque así tenían que ser.
En este texto no dejo mi opinión. Esa la he reservado para espacios más fecundos, aunque hasta ahora no haya sido suficiente. Tras dos semanas de análisis, esperas y frustraciones, comparto algunos detalles desde mi perspectiva para saldar una deuda: conmigo mismo y con los lectores de AM.
¿Cuáles fueron las razones de mi salida de AM?
El martes 26 de abril me citaron a la oficina del director de la Editora Abril a las 7 y media de la mañana. Tres horas después tendría lugar un Consejo de Dirección Extraordinario cuyo objetivo desconocíamos sus miembros.
Allí Nislay Molina (Ideológica del Comité Nacional de la UJC) y Asael Alonso Tirado (director de la Editora Abril) me informaron que, por decisión de la Comisión de Cuadros de la UJC, había sido liberado.
Sin mayores detalles ni tiempo para el intercambio, la funcionaria del Comité Nacional expuso cómo sería el proceso de entrega a través del cual abandonaría la Editora en horas y esperaría en mi casa por una ubicación laboral.
Ante mi petición de explicaciones, ambos expusieron que “la decisión, aprobada el 20 de abril, era producto de continuos errores en el trabajo editorial de la revista”. Sobre la mesa estuvo todo el tiempo un documento que ambos consultaron indistintamente para listar esos “errores”.
Por razones éticas no incluyo los detalles de los trabajos señalados; en mi opinión, salvo un par de señalamientos válidos que en su momento fueron corregidos, el resto de los textos son probablemente los mejores resultados periodísticos de AM durante mi dirección.
En aquel encuentro intenté explicarles el sinsentido de lo que exponían. La funcionaria de la UJC me interrumpió y entre otros criterios más bien groseros, que omito ahora por educación, dijo: “A tí debimos botarte hace mucho tiempo, no hay nada más que hablar, te estamos haciendo el favor de liberarte. Puedes hacer lo que quieras, es una decisión nuestra”.
El director de la Editora se limitó a ratificar lo que decía la Miembro del Buró y a dejar claro todas las veces que me había “alertado sobre mis fallas”, con notable intención de librar responsabilidades.
Ese mismo día, a las 11 de la mañana, la funcionaria de la UJC informó la decisión tomada al Consejo de Dirección y desestimó los argumentos de algunos de los presentes en contra de la medida porque, una vez más, “se trata de una decisión tomada, solo vinimos a informar”.
¿Por qué la mayor parte del equipo pidió la baja de la revista?
El mismo martes 26, en horas de la tarde, me reuní con el equipo para informar lo sucedido. Después de ese encuentro, a raíz de una decisión colectiva, publicamos la nota (https://bit.ly/NotaAM1 ) con la medida tomada en donde utilizamos las mismas palabras con las que me lo habían dicho.
El comunicado fue solo un recurso para notificar lo ocurrido y la consecuente interrupción del trabajo de la revista pues, hasta ese momento, nadie había mencionado cómo continuaría funcionando y quién sería responsable.
El cronograma de entrega presentado por la funcionaria de la UJC incluía una reunión para informar al equipo de la revista el miércoles 27 a las 9 de la mañana y ahí estuvieron todos los de AM. Sin embargo, según palabras del director de la Editora a los dos subdirectores de la revista, “el Buró Nacional decidió que este encuentro no ocurriría, pues ya todo estaba dicho”.
La negativa a conversar con el equipo, la inconformidad con la “liberación” y la falta de explicaciones para esta, provocaron que algunos miembros de la revista solicitaran su baja. No existieron presiones ni condicionamientos. En cada caso, fue una decisión personal. Un periodista y la secretaria de la redacción decidieron mantenerse. El resto, todos jóvenes, buscan hoy otros destinos laborales.
¿Fue un proceso natural de renovación?
Aunque durante estas dos semanas se ha mencionado una y otra vez que la medida es producto de un proceso natural de renovación, cuesta creer que sea esa la razón.
La dirección de la UJC estaba al tanto de mis planes de dejar AM después del centenario de la revista el próximo noviembre, cuando cumpliría tres años como director. Para ello, ya habíamos iniciado una serie de transformaciones en las dinámicas de funcionamiento y la conformación del equipo que garantizarían continuidad llegado ese momento. Solo faltaban cinco meses.
No parece renovación natural un proceso que no incluyó ni ubicación laboral para mí ni un director para AM, que no garantizó el trabajo de la revista tras la liberación. Resulta incoherente realizar cambios en AM por razones “naturales”, mientras la editora vive una crisis de directivos y periodistas.
¿Qué sucedió con los canales de AM?
Aunque los canales y la dinámica editorial de AM no fueron prioridades durante el proceso de “liberación”, entregamos al subdirector de la Editora Abril, Yunyer Feliciano, todos los espacios donde se publicaban contenidos.
Se incluyen ahí una página en Medium, 25 grupos de WhatsApp y perfiles en Facebook, Telegram, Twitter, Instagram, Ivoox y Youtube.
Tras la nota de mi liberación, lo publicado y sobre todo, lo no publicado ante las emergencias informativas de los últimos días, no son responsabilidad del anterior equipo.
¿Qué dijo la FEU?
Según las explicaciones de Nislay Molina, “la presidenta de la FEU de Cuba, Karla Santana, participó en la Comisión de Cuadros y aportó elementos en contra de tu gestión. También te estamos liberando por la desatención de AM a la FEU”.
Ese es un argumento fácilmente desmontable. Quienes leyeron con frecuencia AM durante el último par de años fueron testigos de que para nosotros la cobertura a la vida de la FEU, las universidades y los universitarios cubanos fue prioridad. Por supuesto, desde la visión de nuestro equipo. Los múltiples contenidos publicados están ahí para demostrarlo.
Durante sus meses como Presidenta Nacional de la FEU, Karla Santana jamás nos comunicó alguna insatisfacción sobre el trabajo de la revista. Hasta el momento, la FEU no se pronunció sobre lo sucedido con AM.
Recibimos muestras de sorpresa y decepción de casi todos los miembros del Secretariado Nacional de la FEU, de muchos presidentes de Universidades y de estudiantes de varias facultades a lo largo del país. Valdría la pena preguntarse, ¿a los intereses de qué FEU no respondió AM?
¿Qué dijo la UJC?
El 28 de abril la Primera Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba – UJC, Aylin Álvarez, realizó una publicación en su perfil de facebook (https://bit.ly/post1UJC ) porque “en las últimas horas muchos han puesto su atención en el caso del joven periodista Armando Franco, lo que involucra a nuestra organización. Por ello, me parece necesario hacer las siguientes aclaraciones”
De los argumentos expuestos en dicho post, lo único exacto es lo referido a que los cargos directivos de los medios de la Editora Abril son competencia del Comité Nacional de la UJC y de su Comisión de Cuadros. El resto de las aclaraciones no son ciertas ni coincidentes con lo sucedido en mi caso.
Ese mismo día, en presencia de Rogelio Polanco, Jefe del Departamento Ideológico del CC-PCC, le expliqué a la Primera Secretaria cómo se desarrolló el proceso de “liberación” y lo expuesto por sus subordinados Nislay Molina y Asael Alonso.
Aylin Álvarez mostró sorpresa y los responsabilizó, de ser cierto lo dicho por mí, porque según ratificó, “se trataba de un proceso de renovación natural”. Además, mostró satisfacción por los resultados obtenidos por la revista y desconocimiento sobre los supuestos errores que me habían adjudicado.
Horas más tarde realizó una segunda publicación (https://bit.ly/post2UJC ) en donde dijo: “Recepcioné cada elemento señalado por él, con la encomienda de seguir profundizando en estas circunstancias y depurar responsabilidades. Coincidimos en lo inadecuado de algunas acciones hacia él y el colectivo de Alma Mater, que propiciaron la percepción de que había sido sancionado o expulsado de la revista, las que constituye un error de procedimiento a analizar”.
Además, menciona: “Su liberación, valorada en la Comisión de cuadros de nuestra organización, no tenía más propósitos que el de aprovechar su experiencia y conocimientos en otros proyectos de comunicación, que ya se le habían anunciado, avalado por sus resultados evidentes en Alma Mater”.
Es cierto que a mediados de abril la UJC me propuso dejar AM para incorporarme a un nuevo proyecto de comunicación pero, como sabía la Primera Secretaria, respondí que mi intención era mantenerme en la revista hasta noviembre.
De igual modo, se comprometió a reunirse con el equipo de la revista, algo que sucedió el martes 2 de mayo.
Para este encuentro solicitamos la presencia de Karla Santana, Nislay Molina y Asael Alonso, de modo que con todos los involucrados dilucidáramos lo acontecido y estableciéramos responsabilidades. A pesar de comprometerse con ello, la Primera Secretaria decidió a última hora que los mencionados no debían participar.
Durante la charla, Aylin Álvarez reconoció errores cometidos debido a que “afloraron cuestiones personales” y se comprometió a tomar medidas al respecto. Hasta el momento, no nos han notificado ningún resultado en este sentido.
¿Qué dijo el PCC?
Durante estos 15 días, sostuve un encuentro con el Funcionario Enrique Villuendas y tres con Rogelio Polanco, Jefe del Departamento Ideológico del CC-PCC. Este último me explicó que, aunque la decisión fue liberarme, se trataba de una promoción; no respondía a problemas con AM.
Durante los encuentros conversamos más acerca de lo inadecuado del cómo que sobre las razones del qué. En cada reunión manifesté que la decisión de liberarme en este momento me parecía desafortunada, sobre todo para la revista. De igual forma expuse mi deseo de que toda la situación fuera aclarada y se tomaran las medidas pertinentes con los presuntos responsables.
Durante el último intercambio, el pasado viernes, Rogelio Polanco me ofreció una ubicación laboral que gentilmente rechacé, a pesar de tratarse de una opción que mucho tiene que ver con mis intenciones profesionales.
¿Cuál es el contexto?
Omito en este texto menciones a otras cuestiones que gravitaron sobre AM y cada uno de sus miembros durante los últimos meses; aunque quizás incidieron en esta lamentable situación.
La gente de AM, a la que agradezco cada muestra de gratitud recibida antes y durante los días recientes, conoce muy bien el fuego desde todos los flancos al que estuvimos expuestos.
AM no fue mejor ni peor durante estos casi tres años. No pretendió serlo. Intentamos hacer periodismo y respetamos el criterio que tenga cada lector de nuestro trabajo. Nos gustaría que las próximas etapas de AM sean mucho mejores que la lograda por nuestro equipo.
Probablemente por ello nos duele tanto el estado actual de la revista. Intentamos entender cómo y por qué llegamos a este punto; cuáles son los siguientes pasos para cada uno de nosotros. De hecho, parte de nuestro equipo colaboró voluntariamente en la cobertura de algunos medios al fatídico suceso del Hotel Saratoga.
En los próximos días, semanas, meses, cada uno escogerá su camino dentro o fuera del periodismo cubano. Yo solo aspiro a volver a creer, a encontrar razones para seguir intentando.
La foto del día del encuentro del equipo de AM con Aylin Álvarez
El Sinn Féin se ha convertido en el primer partido de Irlanda del Norte en las elecciones a la Asamblea provincial. Con un notable 29% de los votos de primera preferencia frente al 21,3% del unionista DUP, la brecha fue aún más amplia de lo previsto. A las pocas horas del cierre de las urnas, #UnitedIreland [#IrlandaUnida, NdT] era tendencia en Twitter.
Este es otro golpe devastador al prestigio del imperialismo británico y otro desgarro en el tejido deshilachado del llamado “Reino Unido”.
Los comentaristas hablaron de un “terremoto político” en 2017, cuando los partidos unionistas perdieron su mayoría colectiva en Stormont, y el Sinn Féin quedó solo a 1.200 votos de primera preferencia detrás del partido más grande, el DUP. Ahora, el Sinn Féin ha obtenido más de 66.000 votos de primera preferencia más que el DUP.
En el mismo momento en que Boris Johnson se enorgullece como una rana toro por la guerra de Ucrania, sermoneando a una potencia mundial sobre por qué es malo arrebatarle pedazos a naciones soberanas, una votación en una provincia arrebatada a otra nación soberana por el imperialismo británico hace un siglo, ha desinflado estas pretensiones.
El Reino Unido se encuentra en un avanzado estado de descomposición y el gobierno de Westminster no está en posición de sermonear a nadie. Ni siquiera tiene autoridad en lo que considera su propio “patio trasero”.
La BBC se delata
A raíz de esta elección histórica, nos sorprendió encontrar pistas sobre por qué el resultado fue tan histórico en los lugares más improbables. La BBC, portavoz del imperialismo británico, explicó con franqueza a sus televidentes:
“El Sinn Féin, un partido nacionalista, ha encabezado la elección. Eso nunca había sucedido antes en los 101 años de historia de la existencia de Irlanda del Norte. Irlanda del Norte fue literalmente diseñada, sus fronteras fueron diseñadas para que eso no sucediera, para que hubiera una mayoría unionista incorporada”. (Énfasis nuestro)
Aquí está de la boca del caballo: los imperialistas diseñaron Irlanda del Norte como “un estado protestante para un pueblo protestante”. Y 36 elecciones consecutivas en los últimos 101 años hicieron del partido unionista el partido más grande. La elección 37 ha cambiado todo eso.
Las fronteras de este Estado se trazaron sin otra lógica en mente que retener la parte más industrializada de Irlanda y retener dentro de ella a una mayoría protestante duradera. La importante minoría católica fue retenida como rehén, una minoría subyugada sin derechos ni representación.
Los católicos fueron privados de sus derechos; se les negaba la vivienda y los empleos, se los mantuvo fuera del poder; y se los sometió a todo tipo de represión. Mientras tanto, los protestantes fueron incitados constantemente contra sus vecinos católicos.
Los protestantes eran advertidos constantemente por un establishment unionista de los horrores que se producirían si sus vecinos, naturalmente resentidos, les tomaban la delantera. Se les animó a participar en desfiles anuales de intimidación: marchas y hogueras que supuestamente celebraban los triunfos del “Rey Billy” del siglo XVII [Guillermo de Orange, NdT]. Estas marchas (que hoy se llaman ‘cultura’) tenían la intención de enviar un mensaje a los católicos: “Recordad, vosotros estáis abajo y nosotros, los protestantes, arriba”.
¡Así que la BBC (por una vez) acertó! Esto literalmente no estaba destinado a suceder. Es una ruptura total con el diseño sectario del imperialismo británico. En la parodia de la democracia que es Irlanda del Norte, un partido nacionalista irlandés nunca debía ganar.
Y ahora que ha ganado, se avecina una crisis constitucional para el pequeño Estado; y una crisis psicológica para un unionismo ya en crisis.
¿Dama de honor del Sinn Féin? “¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca!”
Formalmente hablando (¡pero sólo formalmente hablando!) esta elección cambia poco.
Gane quien gane, todos los partidos están obligados a formar una coalición por ley. Luego se forma un ejecutivo mediante la cooperación entre los partidos nacionalistas y unionistas. El partido con más votos de cualquiera de ambos campos sectarios nomina al Primer Ministro, y el partido más grande del otro campo nomina al Viceprimer Ministro; si ninguno de los dos nombra a sus representantes, el Ejecutivo no se puede formar. Ah, y a pesar de los nombres, ambos representantes tienen exactamente los mismos poderes.
Tal configuración favorece el statu quo. Otorga al unionismo el poder de veto sobre la legislación. El Acuerdo del Viernes Santo siempre dejó las llaves de la casa en manos de los unionistas.
Entonces, ¿cuál es el problema para los unionistas?
Con algo de persuasión, los unionistas podrían aceptar permitirle al Sinn Féin un asiento al pie de la mesa como “vice” del Primer Ministro unionista. ¿Pero ser un “vice” unionista mientras un primer ministro nacionalista del Sinn Féin se sienta a la cabeza de la mesa? ¡Tal sugerencia es una abominación! ¡Es una ofensa a la dignidad del unionismo!
Ninguno de los partidos unionistas estaría de acuerdo con tal cosa. Jim Allister del TUV expresó la actitud unionista más claramente que el resto: “Puedo decirles que este partido nunca será la dama de honor del Sinn Féin”.
Tales demostraciones de desprecio desenfrenado por la población nacionalista/católica por parte de los políticos unionistas llevaron a muchos más católicos a los colegios electorales de los que hubiéramos visto en otras circunstancias. Estaban decididos a fastidiar a estas criaturas arrogantes.
Con esto no decimos que todo sea color de rosa en el jardín del Sinn Féin. Los candidatos de la izquierda, como el IRSP y People Before Profit (PBP. La Gente antes que los Beneficios), han sido barridos, al igual que el nacionalista SDLP, pero Gerry Carroll de PBP aún retuvo su escaño en el oeste de Belfast, un escaño ganado en un baluarte del Sinn Féin al calor de la rabia creciente contra la austeridad en 2016.
Aunque enmascarado por la polarización sobre la cuestión nacional, existe una ira real contra el parlamento provincial de Stormont, en general, por no haber hecho nada para resolver la desesperada crisis del NHS (sistema público de salud) o la crisis del nivel de vida.
En su mayor parte, la campaña del Sinn Féin fue muy silenciosa. Hubo mucha gente besándose y un lenguaje de estadista sobre “trabajar en sociedad con otros” a cargo de su candidata Michelle O’Neill, pero no mucho más.
Pero el Sinn Féin no necesitaba una campaña agresiva. Como dijo una vez Napoleón: “Nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error”. Y esta elección tenía que ver con la autodestrucción del unionismo, que ha cometido todos los errores de libro.
El Protocolo de Irlanda del Norte
“Al DUP le ha ido extremadamente bien en esta elección”, comentó el líder del partido DUP, Jeffrey Donaldson. “El unionismo se ha mantenido firme. El voto unionista se mantiene fuerte… Tenemos bases sólidas y seguimos construyendo sobre ellas”.
¡Hablando de poner una cara valiente en una mala situación! Esta elección fue una catástrofe absoluta para el DUP.
Al entrar en esta elección, el partido se encontró en una situación bastante complicada. Ya había pasado por tres líderes en un año; lo último fue ser humillado públicamente por intentar cambiar de barco a la UUP, justo antes de convertirse en líder del DUP; y el partido se enfrentaba a la ira de quienes lo culpan por el Protocolo de Irlanda del Norte.
En los últimos cinco años, el DUP se ha excedido enormemente. Habiendo ayudado a apuntalar el gobierno Tory de Theresa May después de 2017, rechazaron su Brexit suave que habría impedido una frontera terrestre o marítima entre el Reino Unido y cualquier parte de Irlanda. Luego agasajaron a Boris Johnson, quien procedió a darles un Brexit con… ¡el Protocolo de Irlanda del Norte y una frontera marítima irlandesa!1
A Johnson lo último que le importaba era la situación fronteriza en Irlanda, siempre que pudiera llegar al poder. El Protocolo le permitió “Hacer Brexit” en un instante.
Ahora, los Partido Conservador y Unionista están pagando con intereses los juegos practicados con Irlanda del Norte. Han dejado a los unionistas heridos con una sensación de traición y han acelerado un proceso de polarización y fragmentación en su campo.
Inmediatamente antes de las elecciones, el DUP se vio atrapado entre dos banquillos: por un lado, el partido unionista emergente Traditional Union Voice (TUV) de extrema derecha exigía el colapso del Ejecutivo hasta que se desechara el Protocolo. Por otro lado, la UUP más moderada apoyó mantener un gobierno en el Norte.
El DUP estaba perdiendo votantes en ambas direcciones. En el último momento derrumbaron el Ejecutivo, y se volcaron hacia la TUV en un intento de atrapar a sus votantes de línea dura, participando en las protestas antiprotocolo en zonas protestantes como parte de su campaña electoral. Ahora están siendo arrastrados por la corriente de un movimiento airado que está tomando una lógica propia.
Traidores y Lundies
En una protesta contra el Protocolo de Irlanda del Norte en Lurgan en el período previo a las elecciones, Jeffrey Donaldson y el líder de TUV, Jim Allister, fueron vistos quitando un cartel bastante siniestro antes de que comenzaran los discursos. Personas desconocidas habían cogido un cartel electoral del líder de la UUP, Doug Beattie, y lo habían atado con una soga en forma de horca.
Después de hacer su inquietante hallazgo, los dos líderes del partido unionista subieron al escenario e hicieron un poco de ruido sobre el Protocolo de Irlanda del Norte. Habiendo terminado, otro orador atacó al Sr. Beatie ausente, denunciándolo como un “traidor” y un “Lundy”.
“No soy Lundy y no soy un traidor”, respondió Beattie enojado cuando se enteró de los epítetos que se usaban para describirlo en estas protestas masivas.
Para aquellos que no están familiarizados con el término, “Lundy” se remonta a cierto teniente coronel del siglo XVII llamado Robert Lundy, cuya memoria ha sufrido un destino poco envidiable.
En 1689, durante las guerras guillermitas, cuando la ciudad de Derry estaba sitiada por los partidarios del rey católico James II, se alega que el teniente coronel Lundy hizo todo lo posible para socavar las defensas de la ciudad desde adentro.
Este no es el lugar para evaluar el papel de Robert Lundy, y si el hombre ha recibido su merecido en los libros de historia. Sea cual sea la verdad, la leyenda de Lundy se ha ganado un lugar en la mitología unionista. Cada año la efigie del Teniente Coronel es conducida hasta el lugar donde fue quemado: el epítome de un traidor contra un pueblo sitiado.
Ahora, afirman los Lealistas, la historia se repite. La población protestante vuelve a estar sitiada, rodeada de enemigos, y sus políticos, como Lundy, preparan una traición. El Protocolo de Irlanda del Norte es el primer paso. El siguiente paso es una Irlanda Unida.
El monstruo del sectarismo protestante de Frankenstein, después de haber sido azotado por el imperialismo británico, está ahora fuera de control. Se está alimentando de una sensación entre los protestantes de clase trabajadora, que sienten que sus comunidades están en declive, que sienten que la vida se vuelve cada vez más difícil, que han sido abandonados: por el gobierno de Westminster y por los políticos que los representan.
Se están alimentando estos sentimientos y usándolos para crear y reforzar una mentalidad de asedio. En décadas pasadas, la burguesía unionista podía darse el lujo de dar ciertos beneficios materiales relativos a los trabajadores protestantes. Pero cuanto más escasas son las migajas, menos pueden ofrecer los políticos unionistas a los trabajadores protestantes, y más fuertemente deben aferrarse a este único tablón de apoyo que tienen debajo: la mentalidad de asedio y el fanatismo sectario que han venido azuzando.
Subiendo la temperatura política
“Necesitamos elevar políticamente la temperatura”, dijo el bloguero lealista Jamie Bryson en la misma manifestación “… pacífica y legalmente”, agregó en voz baja. “Y debemos garantizar la máxima inestabilidad política y social”.
Los demagogos lealistas del norte de Irlanda entienden que la región está llena de material inflamable. Es posible que los unionistas no tengan la mayoría que necesitan para votar en contra del Protocolo de Irlanda del Norte, pero podrían crear una situación en las calles que el Estado británico no pueda soportar, obligándolo a deshacerse del Protocolo de esa manera.
Los paramilitares lealistas, que operan con impunidad en el norte de Irlanda, sin duda entendieron el mensaje de “elevar la temperatura” en esta elección. Desafortunadamente, no captaron la parte de hacerlo “pacífica y legalmente”.
En la campaña electoral, los sectarios hicieron exactamente lo que uno esperaría cuando eran azuzados por la turba de agitadores lealistas y políticos unionistas.
La candidata de People Before Profit, Hannah Kenny, fue objeto de un brutal asalto mientras hacía campaña en el este de Belfast, cuando tres hombres la acorralaron, la agarraron por el brazo y la garganta y la sometieron a una diatriba verbal. Mientras tanto, una candidata del SDLP vio cómo le quitaban los carteles y la insultaron y la llamaban “bastarda republicana” mientras ella perseguía a los vándalos por Ormeau Park.
Incluso el Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI) hizo su parte para “elevar la temperatura política”. El Partido Socialista Republicano Irlandés (IRSP), que presentó candidatos a la Asamblea por primera vez en West Belfast y Foyle, encontró a sus candidatos y equipos sujetos a una campaña de acoso absoluto por parte del Estado.
Polarización
El endurecimiento de actitudes entre un sector de unionistas es sólo una cara de la moneda. Este estado de ánimo se endurece a medida que la ira se acumula en las comunidades obreras protestantes y son mal dirigidas por los explotadores políticos de esas comunidades.
Pero la otra cara de ese proceso de polarización se refleja en el abandono de todos los partidos unionistas por otra capa.
Los partidos unionistas no solo se fracturaron, contrariamente a la afirmación de Jeffrey Donaldson de que “el unionismo se mantuvo firme”, sino que sus votos conjuntos de primera preferencia en realidad cayeron en cuatro puntos porcentuales.
Quizás no por coincidencia, esta fue casi la misma cantidad en la que subió el Partido Alliance (Alianza). Este extraño partido liberal, que oficialmente no se describe a sí mismo como “unionista” ni “nacionalista”, subió al 13,5%, lo que lo convirtió en el tercer partido en la política de Irlanda del Norte, por delante de la UUP (11%) y el SDLP (9%).
Algunas capas de clase media que votaron por permanecer en la UE y que no están preocupadas por el Protocolo y quieren estabilidad política y el statu quo sin duda votaron por el partido por esa razón.
Pero, sin duda, también hay una capa de jóvenes protestantes que se están radicalizando hacia la izquierda; que están hartos de la intolerancia de los partidos establecidos; y que no tienen nada que los represente políticamente. Dada la forma al revés en que la política se refracta a través de Stormont, sin duda muchos de estos jóvenes votaron por Alliance por falta de algo capaz de expresar sus aspiraciones políticas.
Su turno, Mr. Johnson
La Asamblea de Irlanda del Norte se encuentra ahora en un callejón sin salida. El DUP lo ha dejado claro: no se rebajarán a la indignidad de servir como Viceprimer Ministro hasta que Westminster elimine el Protocolo de Irlanda del Norte.
Al menos si consiguen eso, pueden entrar en Stormont con aire de suficiencia con la seguridad de que reina la supremacía unionista, sea o no el partido más grande de la provincia un partido unionista.
Siendo rehenes de la base unionista más fanática sobre la que descansan, sin duda les resultará difícil acceder al poder en Stormont sin ver primero el Protocolo muerto y enterrado en la tumba. Hacer lo contrario sería su suicidio político
¿Significa esto el final del Acuerdo de Viernes Santo y del poder compartido? Posiblemente así sea. La pelota está ahora en el tejado de Boris Johnson.
En el próximo período, Johnson se verá obligado a revocar el Protocolo o revisar el Acuerdo del Viernes Santo. En opinión de un comentarista de The Spectator, que parece estar bien conectado con el gabinete tory, no es seguro que los tories no revoquen el Protocolo y se arriesguen a una guerra comercial total con Europa:
“En el discurso de la reina de la próxima semana, se anunciará un proyecto de ley notablemente controvertido en el lenguaje más anodino. El gobierno legislará para proteger el acuerdo del Viernes Santo de Belfast en su totalidad. Estas palabras serán una amenaza codificada para la Unión Europea de que el Reino Unido está preparado para romper unilateralmente partes del acuerdo Brexit relacionadas con Irlanda del Norte”.
Si esto pretende ser una amenaza codificada, el miembro de The Spectator en el gabinete Tory lo decodificó para nosotros:
“‘Pensamos que la UE reconocería que nos conviene a ambos no tener el Protocolo de Irlanda del Norte como fuente de controversia’, dice un miembro del gabinete. Ahora vuelven los fantasmas de los 80. Sabemos cómo termina esta película y no podemos quedarnos sentados y mirar’”.
Como hemos explicado antes, es imposible que la UE se comprometa en la cuestión de la frontera. La integridad del Mercado Común depende del control de las mercancías que pueden entrar y salir. Anular el Protocolo de Irlanda del Norte bien puede hacer que la UE responda con una guerra comercial total, tal vez colapsando el acuerdo del Brexit y el reemplazo de una frontera marítima con una frontera terrestre. “¿Se arriesgaría Johnson a eso?” Pregunta el columnista de Spectator. Y respondiendo a su propia pregunta:
“Hay señales de que lo haría. El primer ministro también tiene sus propios cálculos políticos. Sus momentos de máxima potencia política llegaron cuando reunió las fuerzas del Brexit: pensemos en el referéndum del Brexit de 2016 y en la campaña dominada por el asunto del Brexit en las elecciones generales de 2019”.
¿Boris Johnson se arriesgaría a una guerra comercial con Europa y a un daño catastrófico para los intereses del capitalismo británico? La respuesta a esa pregunta bien puede depender de la fortuna momentánea de la carrera de Boris Johnson.
Ciertamente ha demostrado ser capaz de hacerlo en el pasado, y ahora que se encuentra en una situación política complicada, bien podría estar listo para encender otro cartucho de dinamita en los cimientos del capitalismo británico para mantener su carrera un poco más.
Es una acusación contra el imperialismo británico que, para beneficio a corto plazo de sus representantes políticos, toda la Unión ha estado en peligro. ¡Y no hay razón para suponer que el cortoplacismo siga con nosotros a largo plazo!
¡Por una Irlanda Unida Socialista!
La victoria del Sinn Féin ha sido un duro golpe para el imperialismo británico y su Unión. Durante décadas, el imperialismo británico trató de aplastar al IRA y, con él, a toda la población católica. Empleó los medios más brutales y fracasó. Ahora, solo 28 años después de que el IRA declarara un alto el fuego, el imperialismo británico y la Unión han sido humillados por el Sinn Féin.
Esta derrota ha encendido tremendas esperanzas. La idea de que un Primer Ministro del Sinn Féin en el Norte salude a un taoiseach del Sinn Féin en el Sur dentro de unos años ha aumentado las expectativas de que la unificación irlandesa ahora podría estar tentadoramente cerca. Michelle O’Neill ha hablado sobre la reunificación en un plazo de 5 a 10 años.
Es hora de sentar las bases y preparar la lucha por la unificación irlandesa. Pero sería una tontería suponer que la clase dominante británica permitirá que la unidad irlandesa entre en los libros de historia como si hubiera triunfado mediante una votación legal y pacífica. Johnson y los conservadores aún pueden bloquear un camino pacífico hacia la unificación solo por sus propios intereses superficiales y de corto plazo, como demuestran las citas mencionadas anteriormente.
Y el sectarismo lealista, producto del legado del colonialismo británico que se alimenta de la alienación en las comunidades protestantes, tampoco se quedará de brazos cruzados mientras la unificación irlandesa triunfa pacíficamente. Sus representantes preferirían incendiar toda la región.
Para socavar a los fanáticos sectarios y construir un frente para la unificación irlandesa que vaya más allá de una comunidad, se debe encontrar un programa que atraiga a los trabajadores de ambas comunidades.
En el sur, el ascenso del Sinn Féin ha tenido menos que ver con la cuestión nacional que con la cuestión de clase. Se ha basado en la retórica de izquierda en torno a la vivienda, la atención médica y hacer que los ricos paguen (aunque a través de impuestos moderados sobre las corporaciones y los bancos). Tal programa podría tener un impacto en el Norte. Pero el Sinn Féin difícilmente puede presentar incluso un programa de izquierda manso en el Norte con mucha credibilidad. ¡Después de todo, ha estado en el gobierno durante una década, llevando a cabo la austeridad!
Lo que se necesita es precisamente un programa de clase. La unidad de clase solo se puede forjar a través de la lucha de clases: en la lucha contra la crisis del costo de la vida, por salarios más altos y mejores condiciones, los trabajadores católicos y protestantes comenzarán a ver quiénes son sus verdaderos aliados y sus verdaderos enemigos: la clase capitalista.
A través de la lucha de clases, los trabajadores de todas las comunidades pueden romper la sospecha que los separa y realmente abrir el camino hacia la unificación. Ese camino pasa por la revolución socialista y termine con la formación de una Irlanda Unida Socialista como parte de la revolución socialista mundial.
1El Protocolo de Irlanda del Norte y la frontera marítima irlandesa
En una fase muy temprana de las negociaciones del Acuerdo de Retirada de la UE (el Bréxit), tanto el Reino Unido como la UE reconocieron la situación excepcional de la isla de Irlanda. Reconocieron la necesidad de salvaguardar el Acuerdo del Viernes Santo que puso fin a la actividad del IRA, evitando una frontera física en la isla de Irlanda entre la República de Irlanda (sur) e Irlanda del Norte (en posesión del Reino Unido). Con eso se pretendía evitar una revuelta de la parte católica y proirlandesa de la población de Irlanda del Norte.
La solución encontrada fue el llamado Protocolo sobre Irlanda e Irlanda del Norte, que rechaza el unionismo, e implica:
evita una frontera física entre Irlanda e Irlanda del Norte, posibilitando en los hechos el funcionamiento de la unidad económica de la isla y el libre paso de personas y mercancías, protegiendo el Acuerdo de Viernes Santo;
La frontera aduanera del Reino Unido con la UE no empezaba en la República de Irlanda ni en Irlanda del Norte, sino en las fronteras del Reino Unido sin Irlanda del Norte, es decir en la misma isla de Gran Bretaña
No hace mucho, el régimen del Partido Comunista Chino (PCCh) alardeaba con orgullo de sus éxitos en la contención de la pandemia de COVID-19, en comparación con gran parte del resto del mundo. Ahora, sin embargo, uno de sus principales centros económicos, Shanghai, está sufriendo una oleada de la variante Ómicron, agravada por los errores burocráticos.
Estos acontecimientos están exponiendo a los trabajadores de Shanghai y de China en general ante las mismas contradicciones capitalistas que sus hermanos y hermanas de clase experimentaron en todo el mundo, lo que tuvo el efecto de alargar la pandemia y profundizar sus efectos. Estas experiencias pueden llevar a millones de personas a cuestionar el sistema como nunca antes.
¿”Covid cero” en un solo país?
Desde marzo, en Shangai, la propagación del virus entró en pleno apogeo y el gobierno no mostraba signos de relajar sus nuevas y duras medidas de bloqueo en el momento de escribir este artículo. Mientras que a principios de marzo los nuevos casos eran de un solo dígito, en abril el número de nuevos casos diarios llegó a ser de 25.173.
Aunque China, inicialmente, pudo evitar el virus gracias a sus rápidas, oportunas y severas medidas de aislamiento, a pesar de ser el país más poblado del mundo, mientras siga siendo parte integral de la economía mundial no puede estar al margen de un virus que ha arrasado al resto del planeta.
Como hemos advertido muchas veces, el virus no puede ser derrotado en ninguna parte hasta que sea eliminado en todas partes, lo que sobre una base capitalista se ha demostrado imposible. Esta fue la misma razón por la que Nueva Zelanda, que también llevó a cabo inicialmente una política de “Covid Cero” en gran medida exitosa, tuvo que admitir finalmente el fracaso de esta estrategia de eliminación y abandonarla. Para Shanghái, una ciudad portuaria crucial que comercia con más de 200 países y alberga las sedes de 758 empresas multinacionales, siempre fue una cuestión de tiempo tener que enfrentarse a un brote de Ómicron.
Sobre la base de la competencia capitalista, la especulación y el Estado-nación, ningún país puede resolver eficazmente las crisis de carácter mundial, como una pandemia o el cambio climático. El régimen del PCCh, a pesar de su nombre, está comprometido con el mantenimiento del sistema capitalista que ha demostrado ser tan perjudicial para la lucha contra la pandemia, dividiendo y enfrentando a los países entre sí.
Burocratismo: una enfermedad mortal
La rápida propagación del virus obligó al gobierno de la ciudad de Shanghai a cambiar su enfoque original de “pruebas selectivas” por un confinamiento total. El cierre, a su vez, causó enormes problemas en el suministro de alimentos y en la prestación de servicios sanitarios básicos. El cierre de los mercados y del tráfico, a su vez, impidió el transporte de alimentos. A pesar de los incesantes esfuerzos del Estado por mostrar a las masas que todo está bajo control, el aumento vertiginoso de los precios de las verduras, la carne y muchos suministros esenciales, así como todo tipo de dificultades en la vida cotidiana de las masas, acabaron rápidamente con estas ilusiones.
Xi Jinping, presidente de la RPC y secretario general del PCCh. Imagen: Pang Xinglei
En los últimos dos años, el Estado del PCCh afirmó sin cesar que el relativo éxito de China en la contención del virus se debía a la fuerza de su política interna de “socialismo con características chinas”. Esto, a su vez, se utilizó para avivar el patriotismo reaccionario entre las masas y distraerlas de la crisis en ciernes del capitalismo. La situación en Shanghái se opone directamente a la narrativa oficial del Estado, y no es casualidad que los medios de comunicación nacionales sigan minimizando la realidad de la situación del país.
Pero el contagio del virus no es la única fuente de la crisis actual. La rigidez y el autoritarismo de la burocracia política de Shanghái han conducido a resultados caóticos y, en última instancia, ineficaces.
En la primera fase del brote del virus, la solución de los dirigentes fue decretar simplemente la realización de pruebas masivas de PCR. Sin embargo, con la falta de personal y equipos, los propios centros de pruebas de PCR se convirtieron en focos de transmisión. Se ordenó a la población que hiciera colas serpenteantes, atendidas por sólo dos o tres médicos, lo que hizo que las pruebas tardaran horas en completarse. La mala distribución del personal a veces obligaba a los médicos a recorrer grandes distancias para atender las colas de personas que esperaban sus pruebas.
La decisión de los dirigentes de aislar a todos los que dieran positivo en instalaciones de cuarentena improvisadas también provocó muchos problemas. En respuesta al rápido aumento del número de casos, se construyeron a toda prisa un gran número de “hospitales Fancang”, u hospitales improvisados. Pero la escasez de personal y de recursos médicos en general llevó a que algunos de estos hospitales improvisados sólo fueran administrados por uno o dos médicos. Por supuesto, los trabajadores médicos no fueron recompensados con ningún tipo de aumento de salarios y beneficios a pesar de la mayor carga de trabajo.
El confinamiento ha provocado un recorte en la prestación de servicios sanitarios regulares, no relacionados con el virus. Desde finales de marzo, casi todos los hospitales de Shanghái han visto cerrados sus servicios de urgencias. La estricta orden de encierro de la población en sus casas bloqueó aún más su acceso a la atención médica esencial, lo que retrasó el acceso al tratamiento. En los primeros días del confinamiento, hubo ocasiones en que las personas que necesitaban diálisis no pudieron acceder a ella debido a las restricciones de movimiento.
Los medicamentos se volvieron mucho más difíciles de adquirir y, por ello, muchas personas tuvieron que enfrentarse a las consecuencias físicas de retrasar o terminar prematuramente sus esquemas de tratamiento. Y lo que es peor, muchos de los que necesitaban atención de urgencia no la recibieron debido a la mala gestión del aislamiento, por lo que perdieron la vida, entre ellos la madre del famoso economista Lang Xianping. Según un informe de la agencia de noticia china Caixin, aunque la escasez de medicinas para enfermedades crónicas se ha paliado un poco, las de tratamientos contra el cáncer y las enfermedades mentales permanecen.
Estos problemas reflejan las contradicciones del sistema sanitario chino que ya se estaban gestando mucho antes de la pandemia y que, en definitiva, son consecuencia del propio capitalismo. La restauración del capitalismo en China dio lugar a problemas de larga data que están en la raíz inmediata de por qué las políticas de “Covid Cero” se tambalean frente a una variante más contagiosa del COVID-19:
El incesante esfuerzo del Estado por privatizar los hospitales y el sistema de seguros de salud, que condujo a una escasez de recursos otorgados a los hospitales públicos y a una mala asignación de recursos entre las distintas regiones;
Desde la mercantilización del sistema sanitario iniciada en los años 90, el Estado ha acumulado grandes deudas en el ámbito del gasto sanitario público;
La necesidad de equilibrar el presupuesto de salud condujo a la reducción de los salarios de los médicos que trabajan en los hospitales y centros públicos. El bajo salario y las condiciones de trabajo intensivo para los médicos hicieron que, en general, disminuyera el interés por la profesión, lo que provoca una disminución general de los médicos capacitados;
El nacionalismo de las vacunas que el PCCh avivó a nivel nacional, confiando casi exclusivamente en las vacunas fabricadas en China y restringiendo el acceso a las vacunas fabricadas por otros países.
Precios desorbitados
La subida de los precios de los alimentos y los productos cotidianos se produjo inmediatamente después del confinamiento. Los estantes de las tiendas están vacíos desde hace tiempo, por lo que las dos formas principales de conseguir alimentos y productos en Shanghái son las compras en grupo por Internet o la distribución directa de los distintos gobiernos de distrito.
Pero esto último suele ignorarse, ya que las masas nunca saben cuándo los gobiernos van a distribuir realmente los recursos. Incluso cuando lo hacen, la calidad de los alimentos y bienes que reciben suele ser deficiente. La disponibilidad de bienes varía mucho entre los distintos distritos. A menudo es difícil saber si la escasez de bienes se debe a una verdadera interrupción de la logística o a que los burócratas de algún nivel deciden acaparar los bienes y se niegan a distribuirlos.
La compra en grupo sigue siendo la única forma viable de conseguir los recursos que tanto se necesitan, pero los vendedores aprovechan la oportunidad para subir los precios y obtener enormes beneficios. Por ejemplo, un vendedor del distrito de Chongming vendía un paquete de verduras de 5 kg por más de 280 RMB (unos 42 dólares). Otro vendedor vendía pollos de 1,5 kg por 160 RMB (unos 24 USD). Estos son los precios por unidad para la compra en grupo, y los vendedores suelen exigir al menos 10 unidades por compra para poder entregar los alimentos.
La crisis de los precios de los productos básicos causada por la escasez de oferta y el alza de precios revela fundamentalmente la naturaleza del “mercado” que el PCCh considera sacrosanto. Un brote viral no cambia el hecho de que las mercancías seguirán siendo producidas y vendidas con el único propósito de generar beneficios, y durante un confinamiento en el que la demanda aumenta repentinamente, lo “racional” que debe hacer cada vendedor individual es subir los precios y maximizar sus beneficios. Sólo una economía planificada, que el PCC destruyó en China por sus propios medios, podría haber evitado que se produjera tal caos.
La economía atada de pies y manos
Quizá la mayor contradicción de la situación radique en la insistencia en encerrar a la población, mientras se abre la economía. En los últimos años, la pandemia mundial ya causó importantes reveses a la economía china. Aunque consiguió recuperarse más rápidamente que la mayoría de los países occidentales, esto fue percibido en gran medida por la clase dirigente, mientras que las masas siguen lidiando lentamente con las secuelas de los golpes iniciales. Ahora, el brote de Shanghái vuelve a ensombrecer a China.
Pruebas PCR en Shanghái. Imagen: gov.cn
El peso de los costes económicos de la pandemia recae naturalmente sobre los hombros de los trabajadores. El cierre de Shanghái llevó a muchos a perder directamente sus empleos, ya que se les impidió trabajar. Sin embargo, al mismo tiempo se espera que la gente siga pagando el alquiler y las hipotecas, además de tener que pagar las necesidades diarias a un precio mucho mayor. Aunque algunas empresas han podido pagar a sus empleados durante el aislamiento, otros trabajadores no tienen tanta suerte.
Los pequeños vendedores, los camioneros, los repartidores, los trabajadores temporales de los mercados, los obreros de la construcción que cobran por día, así como los empleados en las fábricas como mano de obra subcontratada, están abandonados a su suerte.
Restricciones y represión
A medida que la situación se hace cada vez más insoportable para las masas populares, la burocracia sigue reprimiendo cualquier expresión de descontento en Internet, el único ámbito en el que los chinos suelen expresar su descontento en un entorno muy restrictivo. Los principales portales de mensajes y foros dan prioridad a los mensajes que expresan puntos de vista aprobados por el gobierno, a menudo piezas de sollozo que expresan sentimientos vacíos como “¡Estoy con Shanghái!”, y “¡Gracias gobierno y trabajadores médicos por vuestro duro trabajo!”
Cualquier opinión que se aleje de la línea aprobada se ocultaría de la vista del público o se denunciaría como “rumorología”. Esto es especialmente cierto para los informes o discusiones sobre enfrentamientos físicos entre personas y burócratas locales. En los alrededores de Shanghái se han producido disturbios a pequeña escala, y muchos de ellos han sido filmados y subidos a Internet para mostrar la situación real que se vive, sólo para ser censurados poco después.
Algunas filmaciones consiguieron alcanzar una cantidad significativa de visitas antes de ser retiradas, pero han atraído demasiada atención como para ser simplemente ignoradas. El Estado siempre las acusa de ser falsificaciones y rumores. Así fue como las imágenes de una importante revuelta, subidas el 24 de marzo, fueron desestimadas por los medios de comunicación estatales. ¿Quiénes serían los culpables de la producción de estas “imágenes falsificadas y de rumores”? La respuesta, por supuesto, son las “ciberfuerzas extranjeras hostiles” de Taiwán.
Pero por mucho que el régimen intente silenciar el descontento, éste existe y se está gestando. Las masas desconfían cada vez más de la propaganda oficial, y nada detendrá esta tendencia mientras siga existiendo el capitalismo, con toda la miseria y las contradicciones que crea.
Crisis en los escalafones inferiores de la burocracia
Significativamente, el caótico mandamiento de la cúpula de la burocracia también está creando una crisis en los estratos inferiores del Estado, y de los trabajadores públicos. La corriente cruzada de presiones, tanto de arriba como de abajo, en la situación es sencillamente demasiado fuerte. Muchos de los comités vecinales de Shanghái, que en realidad son la burocracia del gobierno a nivel de barrio, han dimitido en masa. También se han difundido grabaciones de audio de trabajadores gubernamentales frustrados que admiten con lágrimas en los ojos, ante llamadas desesperadas pidiendo ayuda, que no pueden hacer nada debido a las directivas de arriba.
Los trabajadores que han sido movilizados por el Estado para contener el brote en Shanghái también están en el punto de mira. Muchos de ellos fueron trasladados apresuradamente desde otras partes del país, pero no tienen su alojamiento en Shanghái debidamente preparado. Al mismo tiempo, se les impone inmediatamente un horario de trabajo extremadamente exigente para levantar hospitales improvisados. Muchos de ellos acaban contrayendo el virus y son encerrados en las tiendas de cuarentena que ellos mismos construyeron.
Socialismo o barbarie
La pandemia ha revelado la horrible naturaleza del gobierno burgués chino, arrancando su máscara de hipocresía. Las palabras vacías de los políticos no pueden llenar las barrigas de los habitantes de Shanghái, no pueden proporcionar recursos médicos oportunos a quienes necesitan tratamiento, no pueden proporcionar a las personas que han perdido sus empleos e ingresos dignos, pero pueden defender y mantener el sistema capitalista inhumano impulsado por el beneficio para la clase dominante.
La crisis de Shanghái echa más leña al fuego de la economía china, que ya estaba sumida en la desaceleración y el endeudamiento. Sólo Shanghái es responsable de un tercio de todo el comercio exterior de China, y es la segunda ciudad que más impuestos paga al gobierno central. Una crisis en Shanghái de la envergadura de la que estamos presenciando hoy supondrá sin duda otro foco de presión para la economía. Además, lo que ocurra en este importante centro cultural y político de China puede tener un impacto enorme en la conciencia de las masas. Esto, sin mencionar el impacto recíproco en la economía mundial, golpeada por una crisis inflacionaria y los efectos de la guerra en Ucrania.
El viejo mundo, al que pertenece la China capitalista, está en crisis, y la nueva generación espera un nuevo comienzo. La humanidad se enfrenta hoy a una elección entre la destrucción de la barbarie o un futuro socialista, y el caos de Shanghái es una ilustración más de cómo podría ser la barbarie. Como hemos explicado en artículos anteriores, sólo una economía planificada, la democracia obrera y el internacionalismo pueden poner fin definitivamente a la pandemia y a todos los horrores de la sociedad capitalista. Y estas ideas son por las que lucha la Corriente Marxista Internacional.
Otra bomba sin precedentes ha sacudido el ya polarizado mundo de la política estadounidense y la lucha de clases. Según la filtración de un borrador interno escrito por el juez del Tribunal Supremo, Samuel Alito, una mayoría de ese cuerpo reaccionario estaría a favor de derogar la histórica sentencia de 1973 que otorgaba el derecho al aborto, con el famoso caso de ‘Roe contra Wade’.
Esa sentencia dictaminó que la Constitución de los EE. UU. protegía la libertad de una mujer embarazada de optar por un aborto sin restricciones gubernamentales excesivas.
Estamos pues ante las maniobras cínicas de un segmento de la clase dominante para desviar la lucha de clases hacia la llamada “guerra cultural”, que intenta destruir sin contemplaciones lo que debería ser un derecho democrático fundamental.
El argumento de Alito es simple. Dado que la cuestión del aborto no se enumera explícitamente como un poder federal en la Constitución, es una cuestión de derechos de los Estados. ‘Roe contra Wade’ es, por lo tanto, “atroz”, “excepcionalmente débil” y, sobre todo, inconstitucional, independientemente de las opiniones personales de los jueces a favor o en contra del aborto. ¡Se acabó el precedente legal!
El hecho de que una opinión tan celosamente guardada fuera filtrada por personas desconocidas es una expresión gráfica de las profundas divisiones en la cúpula de la sociedad, mientras la clase dominante se desgarra a sí misma buscando la forma de cuadrar el círculo de las contradicciones inherentes a su sistema. Esta es una señal de debilidad, no de fortaleza por parte de los defensores del statu quo capitalista. Pero eso no cambia el hecho de que, prácticamente de la noche a la mañana, decenas de millones de mujeres que viven en la mayoría de los Estados de EE. UU. se podrían ver empujadas a la barbarie de un siglo anterior.
Sin la protección federal de este derecho básico, las mujeres embarazadas que elijan abortar se verán obligadas a depender de clínicas precarias y no reguladas, arriesgando sus vidas, ahorros y medios de subsistencia para acceder a esta intervención. Por supuesto, las mujeres ricas podrían encontrar una manera de interrumpir su embarazo, viajando fuera del Estado o fuera del país si fuera necesario para pagar médicos privados de alta calidad. Pero para las mujeres pobres y trabajadoras, es otra historia completamente diferente. Esta es la sombría realidad a la que se enfrentan miles de millones de mujeres en todo el mundo. En el país más rico del mundo, las fuerzas de la reacción capitalista amenazan con arrastrar a la sociedad a una era oscura.
Si bien este es un ataque particularmente atroz contra las mujeres trabajadoras, es fundamentalmente un ataque contra todos los trabajadores y todos los derechos básicos. Nada en absoluto está garantizado para la mayoría trabajadora si dejamos nuestro destino en manos de una clase incompatible con la nuestra. Es hora de sacar algunas lecciones duras y volver a la premisa básica del movimiento obrero: ¡el ataque a un sector de nuestra clase es un ataque al conjunto de la clase trabajadora!
A pesar de su postura sobre la cuestión de los derechos de las mujeres, los Demócratas han jugado un papel pernicioso al permitir el retroceso del derecho al aborto y del acceso al mismo durante las últimas décadas. Por ejemplo, en 1973, Biden declaraba que no creía que “una mujer tuviera el derecho exclusivo de decir qué debe pasar con su cuerpo”. Y en 1977, usó su peso político para bloquear la financiación federal de abortos específicamente en casos de violación e incesto. Durante sus campañas electorales, tanto Obama como Biden, prometieron que convertirían en ley el derecho al aborto, pero no cumplieron incluso cuando los Demócratas controlaban la Cámara, el Senado y la Casa Blanca.
Después de décadas de “seguir las reglas”, debería quedar muy claro que el juego estaba manipulado desde el principio. Que ‘Roe contra Wade’ esté en peligro de ser derogada debería hacer añicos cualquier ilusión en el Tribunal Supremo, la Constitución, los Demócratas y toda la estructura de la democracia burguesa estadounidense. Estas son las instituciones de una clase explotadora y opresora cuyos intereses son diametralmente opuestos a los de los trabajadores. Este es el resultado de confiar en la legalidad burguesa en lugar de la lucha de clases. Este es el fruto del “mal menor” y de la colaboración de clases. ¡La respuesta no es luchar por “menos” males para la clase obrera, sino acabar con todos los males de la sociedad de clases! El camino a seguir no es a través de la colaboración entre las clases, sino a través de la independencia de clase y la formación de un partido obrero de masas.
El derecho a elegir lo que uno hace con su cuerpo es un derecho democrático básico. En ese sentido, defendemos Roe contra Wade. Pero tal derecho no debería depender de jueces, tribunales y otros funcionarios no elegidos, o de la interpretación subjetiva y cambiante de un documento redactado hace más de 200 años por ricos propietarios varones blancos para acomodar a una minoría de propietarios de esclavos. Además, queremos más que el “derecho” al aborto. El “derecho” a conducir 12 horas hasta el centro de interrupción del embarazo más cercano para pagar un procedimiento costoso después de perder salarios o, incluso tu trabajo, no es un “derecho” real. Es por eso que la CMI lucha no solo por los plenos derechos reproductivos, entre los que se incluye el aborto, sino por el acceso universal a dichos servicios si se eligen, en condiciones seguras, en hospitales, gratuitos, como parte de un sistema de atención de salud nacional socializado.
¿Deberíamos salir a la calle a protestar y dar rienda suelta a nuestra indignación? ¿Deberían los líderes sindicales movilizar a sus miembros para apoyar a nuestras hermanas de clase que están bajo ataque? Inequívocamente, sí. Pero protestar no será suficiente. En última instancia, los derechos son tan buenos como el papel en el que están impresos, a menos que estén respaldados por la fuerza, en este caso, por la clase trabajadora movilizada que luche por el poder político y económico. Si fueran realmente serios en defender a sus miembros y al resto de la clase trabajadora, los dirigentes sindicales convocarían una huelga general y pondrían todos sus recursos en juego para hacerla realidad. Desafortunadamente, esto no va a suceder pronto. Sin embargo, es la perspectiva por la que debemos luchar.
La noticia de la posición mayoritaria del Tribunal Supremo es una severa llamada de atención para todos los trabajadores. Esta es la “nueva normalidad” de la vida bajo el capitalismo, en realidad, un regreso a la “vieja normalidad”, agravada por las convulsiones de un sistema con una enfermedad terminal que puede contrarrestar temporalmente su descenso solo recuperando todas las conquistas obtenidas por la lucha de clases anterior. Entonces sí, debemos protestar, pero sobre todo debemos prepararnos para la lucha de clases, la guerra de clases y la revolución socialista. El camino no será fácil, pero no hay mayor causa y no hay alternativa.
Una ola de sindicalización en los Estados Unidos está entusiasmando e inspirando a los trabajadores de EEUU y todo el mundo. El primer almacén de Amazon en Staten Island, Nueva York, ahora está representado por el sindicato independiente Sindicato Obrero de Amazon, Amazon Labor Union (ALO). Ahora vemos el mismo proceso de sindicalización en decenas de cafeterías de Starbucks y su inicio en tiendas de Apple, entre otros establecimientos.
“En principio, las condiciones económicas habían transformado la masa del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado en esta masa una situación común, intereses comunes. Así, esta masa viene a ser una clase frente al capital, pero todavía no para sí misma. En la lucha… esta masa se reúne, constituyéndose en clase para sí misma. Los intereses que defienden se convierten en intereses de clase. Pero la lucha de clase contra clase es una lucha política”.
Karl Marx, Miseria de la Filosofía. 1847
Una ola de sindicalización en los Estados Unidos está entusiasmando e inspirando a los trabajadores de todo el mundo. El primer almacén de Amazon en Staten Island, Nueva York, ahora está representado por el sindicato independiente Amazon Labor Union. Cada semana, docenas de cafeterías Starbucks inician los trámites para unirse a Starbucks Workers United. Lo mismo vemos en un primer grupo de trabajadores de una tienda Apple para unirse a Communication Workers of America. Ha habido 589 solicitudes sindicales a la Junta Nacional de Relaciones Laborales en lo que va de 2022, el doble en comparación con los primeros cuatro meses de 2021.
Estas luchas por organizarse son todas parte del mismo proceso. La crisis del capitalismo está aplastando a los trabajadores y están comenzando a contraatacar. Comprenden cada vez más que solo pueden confiar en sus propios medios.
Estados Unidos es la nación capitalista más poderosa del mundo. El socialismo no puede finalmente lograr la victoria sin el éxito de la clase obrera estadounidense. Las luchas que estamos viendo ahora son solo el comienzo del despertar de este coloso que cambiará el curso de la historia.
Nada sale de la nada
Los trabajadores estadounidenses han sufrido reveses constantes durante décadas. Mientras que la productividad creció un 70 por ciento entre 1979 y 2019, los salarios sólo crecieron un 12 por ciento durante el mismo período. No es sorprendente que esto coincida con un declive del movimiento sindical. La afiliación sindical ha caído del 20,1 por ciento en 1983 a un magro 10,5 por ciento en 2018. Los trabajadores están cada vez más explotados, mientras que las principales organizaciones a través de las cuales se defienden han disminuido.
La juventud lleva la peor parte de la crisis. Los “Millennials” y la “Generación Z” –los nacidos en los últimos 40 años– no han conocido nada de la edad de oro del capitalismo. Los trabajos precarios son la norma. Las casas son imposibles de comprar y los alquileres están subiendo. La tasa de sindicalización es más baja entre los jóvenes: 9,4 por ciento entre los de 25 y 34 años, y un exiguo 4,2 por ciento entre los de 16 a 24 años.
El COVID-19 golpeó a una clase trabajadora ya exprimida como un limón. Las ventas en línea se dispararon con la pandemia, poniendo a los trabajadores de Amazon bajo una enorme presión: los empleados tenían que orinar en botellas para mantener el ritmo. Los trabajadores de servicios de repente se convirtieron en “héroes”, “trabajadores esenciales”, pero se quedaron con salarios de hambre y empeoramiento de sus condiciones. Los trabajadores estadounidenses se encuentran entre los más estresados del mundo: el 57 por ciento informa estar estresado a diario, en comparación con un promedio mundial del 43 por ciento.
Agreguemos a eso la tasa de inflación actual, que alcanzó un enorme 8.5 por ciento en los EE. UU., un máximo histórico en décadas. Por lo tanto, cualquiera que no obtenga un aumento salarial del 8,5 por ciento está experimentando un recorte salarial. ¡Y mientras tanto, los directores ejecutivos recibieron bonos récord de $ 14.2 millones de dólares en 2021!
Este cóctel de caída de salarios, empeoramiento de las condiciones, inflación y aumento de la desigualdad estaba destinado a provocar una explosión tarde o temprano.
Cambio de conciencia
Un cambio en la conciencia de los trabajadores y jóvenes en los Estados Unidos ha sido evidente durante algún tiempo. Hemos comentado muchas veces en los últimos años las numerosas encuestas que muestran el creciente interés por el socialismo y el comunismo en EE.UU.
Pero un fenómeno relacionado es el aumento de la popularidad de los sindicatos. A pesar de la baja densidad sindical, la aprobación a los sindicatos es del 68 por ciento, el nivel más alto desde mediados de la década de 1960. Entre los de 18 a 34 años, la cifra es del 77 por ciento.
No es sorprendente que el entusiasmo por las recientes campañas de sindicalización también sea alto. En el caso de Amazon Labor Union (ALU), un inmenso 75 por ciento de los estadounidenses está de acuerdo en que los trabajadores de Amazon necesitan un sindicato. ¡Ese número aumenta al 83 por ciento entre las personas de 18 a 34 años, e incluso llega al 71 por ciento entre los partidarios de Donald Trump! El entusiasmo alcanza a todos los estratos de la clase trabajadora, más allá de la habitual división partidista de la política estadounidense. También muestra que muchos partidarios de Trump podrían verse atraídos por las políticas basadas en la clase, si existiera un verdadero partido de los trabajadores en los EE. UU. para defender tales políticas.
Las recientes campañas de organización demuestran lo que los marxistas han estado diciendo durante mucho tiempo. ¿Cuántas veces hemos escuchado que la política de clase está muerta porque “la clase obrera ha cambiado”, o peor aún, que ya no existe? ¿Que sí, en la época de Marx había obreros fabriles, mineros, pero que hoy “es diferente”? Por supuesto, no hace falta mucha perspicacia para darse cuenta de que la clase trabajadora ha cambiado mucho en 150 años. El sector de los servicios, el comercio minorista y el entretenimiento en particular, se ha disparado en las últimas décadas.
Pero la misma vieja dinámica de la lucha de clases se ha abierto camino también en estos sectores. Trabajadores de restaurantes, trabajadores del retail, trabajadores de almacenes, trabajadores en tecnología, todos venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario, la plusvalía se extrae de sus espaldas y comienzan a darse cuenta de la necesidad de defenderse de la codicia de sus patrones. Esto es lo que estamos viendo ahora. Para citar a Karl Marx, así es como los trabajadores pasan de ser una clase “en sí” a una clase “para sí”.
Lo que está pasando en Estados Unidos desmiente a todos los cínicos que habían abandonado a la clase trabajadora. Algunas personas dijeron que los trabajos en la industria de comida rápida eran imposibles de sindicalizar, por ejemplo. Las estadísticas parecen darles la razón a los pesimistas, ya que la tasa de sindicalización en los servicios de alimentos es solo del 1,2 por ciento. Además, las principales federaciones sindicales parecen haber abandonado a estos trabajadores, buscando organizar en su mayoría centros de trabajo grandes y, al hacerlo, generar grandes cantidades de cuotas sindicales.
Y, sin embargo, la campaña Starbucks Workers United va viento en popa. Más de 200 centros de trabajo están en proceso de votación sindical desde la primera victoria en Buffalo ¡Todo lo que se necesitó fue un buen ejemplo para poner la pelota en movimiento!
La lucha en Amazon es particularmente emblemática de la versión del siglo XXI de la lucha de clases. Aquí tenemos a Jeff Bezos, el segundo hombre más rico de la historia de la humanidad, frente a una campaña sindical independiente encabezada por Chris Smalls, un exempleado de Amazon despedido en 2020 por realizar una huelga para protestar por la falta de protección contra el COVID-19. Incluso se había revelado que los ejecutivos de Amazon querían que Chris Smalls se convirtiera en la cara del esfuerzo de sindicalización de Amazon porque pensaban que “no era inteligente ni elocuente”. Su desprecio fracasó espectacularmente.
Aquí, también, se nos hizo creer que la sindicalización de Amazon no era posible. The Washington Post dijo el año pasado, luego de la fallida campaña de sindicalización en el almacén de Bessemer:
“Los trabajadores de hoy pueden venir en automóvil desde una hora de distancia y no es tan fácil llegar a ellos. La misma productividad que hace que Amazon sea económicamente atractiva para organizarse deja poco tiempo para que los trabajadores hagan una pausa y se hagan amigos de sus compañeros de trabajo, construyendo redes sociales que los sindicatos puedan aprovechar.
Esas son desventajas estructurales a las que el sindicato puede enfrentarse en cualquier instalación de Amazon a la que se dirija. Entonces, si bien el nombre de la ciudad puede ser diferente en futuras campañas de organización, el resultado puede ser muy similar.”
El Sindicato de Trabajadores de Amazon ha demostrado que todos los pesimistas y escépticos estaban equivocados. ¡Como resultado, más de 50 almacenes se han puesto en contacto con ALU desde la victoria de Staten Island!
Estos grandes acontecimientos están teniendo repercusiones más allá de las fronteras de los Estados Unidos. Un Starbucks de Calgary, en Canadá, está tratando de unirse a United Steelworkers. Los miembros de Unifor han distribuido folletos para organizar los almacenes de Amazon en Columbia Británica, Ontario y Quebec, también en Canadá, haciendo referencia explícita a la victoria de Staten Island. Actualmente, Canadá va a la zaga de la radicalización de izquierda en la clase trabajadora estadounidense. Pero no se equivoquen: la inflación y la erosión salarial, el aumento de los alquileres y la desigualdad también se están abriendo paso en el país vecino. Y la clase obrera también se movilizará en Canadá, tarde o temprano.
Lecciones
No es solo el hecho mismo de la sindicalización en Amazon, Starbucks y similares lo que interesa a los marxistas. Más que eso, es la manera en que se logran estos resultados lo que debe ser asimilado por los activistas obreros.
Los trabajadores de Amazon sufrieron una derrota el año pasado en Bessemer, Alabama. Pero la campaña organizativa no incluyó demandas concretas. En estas condiciones, no sorprende que cientos de trabajadores se mostraran escépticos.
La misma dinámica parece haber sido replicada en la campaña de organización de Amazon en Alberta el año pasado por Teamsters Local 362. Los trabajadores informaron que era difícil encontrar organizadores sindicales para responder a sus preguntas, y el vicepresidente local incluso dijo: “No estamos aquí para obtener vuestros $30. Estamos aquí para ayudar a mejorar el lugar de trabajo, ver si podemos negociar aumentos salariales más altos… No podemos garantizarles nada”. ¡Hemos visto mejores ejemplos de inspiración!
La campaña de Staten Island contrastó drásticamente con este enfoque. La ALU presentó abiertamente demandas audaces: un salario de, precisamente, $ 30 por hora, y dos descansos pagados de 30 minutos y una hora de almuerzo pagada. Así que la campaña ofreció la promesa de resultados tangibles, en lugar de centrarse simplemente en conseguir un sindicato. Contrariamente a un concepto erróneo común, exigir cambios pequeños y “razonables” no es más realista. Por el contrario: los trabajadores no se arriesgarán y gastarán tiempo y esfuerzo en la lucha por cambios pequeños y sin sentido. Pero lucharán por demandas audaces que valgan la pena.
Lo que también distingue a la campaña ALU es su naturaleza de base. El presidente del sindicato, Chris Smalls, el ex trabajador despedido por intentos previos de organizarse, acampó cerca del almacén JFK8 de Staten Island durante 10 meses. Él y Derrick Palmer, un empleado del almacén, dedicaron todo su tiempo para hablar con los trabajadores, involucrarlos y responder a sus preguntas. La campaña fue financiada a través de una campaña de solicitud de fondos en internet, GoFundme, que recaudó $ 120,000 de dólares, en comparación con los $ 4 millones que Amazon invirtió en combatir a la ALU. Un artículo de The City hace un buen trabajo al explicar cómo los dos líderes construyeron el movimiento:
“Mientras que Smalls pasa la mayor parte de sus días fuera de JFK8 o en la parada de autobús, Palmer continúa trabajando dentro del edificio de cuatro pisos, hablando con los trabajadores y dirigiéndose a la sala de descanso durante su tiempo libre para medir el apoyo cuando no está trabajando en el departamento de embalaje…
Ambos hombres, y un puñado de otros organizadores, han pasado las últimas semanas llamando por teléfono a todos los trabajadores de JFK8 que son elegibles para que votaran en las próximas elecciones sindicales: aproximadamente 8.300 empleados.
Algunos de los trabajadores contactados por teléfono han pedido reunirse con los organizadores en persona para discutir el esfuerzo de sindicalización. Aquellos trabajadores que tienen preguntas, generalmente se centran en las cuotas sindicales y cómo funcionan, dijo Smalls.
“Una vez que respondemos a sus preguntas, es fácil convencerlos porque entienden que Amazon les está dando información falsa”.”
Los trabajadores no aceptaron simplemente las tácticas antisindicales de Amazon. En las reuniones antisindicales obligatorias, los trabajadores interrumpieron a los consultores para desacreditar sus argumentos mentirosos. ¡Los trabajadores incluso recopilaron información sobre los consultores y distribuyeron octavillas que los identificaban con fotos para que los trabajadores no hablaran con ellos! Los trabajadores se negaron a ser presionados y respondieron cada golpe con métodos creativos que tomaron por sorpresa al empresario y sus agentes antisindicales altamente pagados.
El propio Smalls dice que su campaña fue muy diferente de las campañas sindicales habituales: “A ellos [los sindicatos tradicionales] les gusta organizarse de manera diferente a lo que estamos haciendo. Estamos más presentes. No vas a encontrar otro presidente sindical que acampe durante 10 meses”.
Con demasiada frecuencia, las campañas sindicales se llevan a cabo de manera burocrática, sin involucrar a las bases y sin confrontar las tácticas sucias del empresario de frente. Casi parece como si los líderes sindicales no confiaran en los trabajadores. Y como hemos visto, muchas veces se enfocan solo en la sindicalización en sí misma, sin vincularla a demandas reales que puedan inspirar a los trabajadores.
Lo que muestra la campaña de ALU es que el movimiento obrero necesita desesperadamente revivir los métodos de la democracia obrera. En las huelgas, en los piquetes, en las campañas dentro del movimiento obrero, debe haber el máximo espacio para que los trabajadores tomen las cosas en sus propias manos. El impulso de ALU muestra lo que se puede lograr cuando se implica a la base y se deja que los trabajadores expresen su creatividad, y cuando no se tiene miedo de plantear reivindicaciones valientes.
“La revolución está aquí”
Tales fueron las palabras de Chris Smalls tras la victoria de ALU. Compartimos plenamente el entusiasmo de estos activistas que han logrado lo que mucha gente pensaba que era imposible. Los líderes de los principales sindicatos tienen mucho que aprender de los métodos de lucha utilizados en esta primera victoria en Amazon.
Con las huelgas de maestros en 2018 y 2019, el movimiento de masas más grande en la historia de los EE. UU. Tras los sucesos alrededor de George Floyd en mayo-junio de 2020, y el aumento de las huelgas el otoño pasado (“Striketober”), la impresionante ola de sindicalización es una continuación del regreso de la clase trabajadora estadounidense. También ocurrirán acontecimientos similares en Quebec y Canadá.
No será una línea recta, pero la experiencia misma del sistema capitalista empujará a los trabajadores a la lucha. La inflación, que no va a desaparecer, hará que a cientos de miles de trabajadores les resulte cada vez más difícil pagar sus facturas.
No hace falta decir que los patrones no dejarán que los trabajadores se organicen y luchen sin resistencia. Se están gestando luchas de clases de proporciones épicas. Estamos sólo al comienzo de un proceso que llevará a más y más personas a la conclusión de que el capitalismo mismo debe irse y dar paso a una sociedad socialista donde los trabajadores se hagan cargo de la misma, en lugar de una minoría de ricos.
Dejaremos la última palabra a un artículo de la revista estadounidense Newsweek, que llega a la misma conclusión que los marxistas:
“Los salarios, el precio de comprar una casa o alquilar, los costes de los alimentos y la batalla por abaratar costos entre los empresarios y el destino de las empresas más pequeñas contra los oligopolios, serán los temas definitorios. La política de clase que durante mucho tiempo ha dominado Europa ahora está aquí para vengarse, y se quedará hasta que se aborde.
Debajo de su lápida en Hampstead Heath, Karl Marx debería estar sonriendo”.
Hace un año, inició el paro general del 2021, posiblemente el evento más importante en la historia reciente de Colombia. Durante tres meses de lucha en 23 ciudades, cientos de miles obreros, campesinos y jóvenes enfrentaron la maquinaria del estado colombiano y obtuvieron importantes concesiones de una clase dominante cuya historia no es de negociación sino de represión abierta.
Estos eventos definirán la conciencia de los colombianos por años. La brutalidad policiaca, la gestión criminal de Duque y la crisis económica por un lado, y por el otro, el heroísmo de las masas, con la juventud a la vanguardia, lista para crear un mejor país en sus propias manos. Sin embargo, como marxistas, nuestro análisis debe ser sobrio y entender por qué es que el paro general no terminó con la caída de la clase dominante de este país.
Dinamita en los cimientos
El 28 de abril de 2021, inició una manifestación popular masiva en contra de la infame reforma tributaria de Iván Duque. Esta reforma tributaria estaba escrita para incrementar la capacidad de recaudo del estado colombiano a través de la subida de impuestos sobre los bienes consumidos por la mayoría de la gente. En otras palabras, un abierto saqueo del bolsillo de los obreros, campesinos y jóvenes colombianos de parte del estado colombiano para pagar la crisis económica que ellos mismos habían causado.
Si bien las protestas del 28 fueron pacíficas y de carácter casi rutinario (convocadas por las centrales obreras como un evento de un solo día), su desarrollo no lo fue. Para el final del día, el asesinato de un manifestante en Cali se difundiría en redes sociales. Su cadáver, desangrándose en la calle, fue visto por varios manifestantes. Y la furia que definió la insurrección de Septiembre de 2020 se adueñó de las masas después de otro vívido recordatorio de la violencia del estado colombiano.
Mientras que las protestas subieron en intensidad, los manifestantes reconocieron la necesidad de una defensa organizada. Siguiendo el ejemplo de las manifestaciones en Chile y Ecuador, se crearon primeras líneas: órganos de defensa del paro. Hombres y mujeres usando escudos para proteger a aquellos que la policía estaba dispuesta a atacar. Mientras esto ocurría, el infame ESMAD no tuvo problema con usar tanques y armamento pesado para atacar a la juventud. Videos en redes sociales mostraron a los policías celebrando cada disparo de su tanque hacia los protestantes.
Después de 5 días, el gobierno de Iván Duque retiró la reforma tributaria que había motivado a la gente a salir, en espera de que esta concesión terminará haciendo que todos fueran a sus casas. Pero el paro general no se trataba sólo de la reforma tributaria. Como explicamos en su momento:
“El paro general ocurría por la brutalidad policiaca, como el asesinato policial de Javier Ordoñez en Septiembre del 2020. Ocurrió por el hecho de que el sueldo mínimo colombiano apenas llegaba a 1.000.000 de pesos (223.26 euros) mientras que el costo de la canasta familiar (lo mínimo necesario para sobrevivir de mes a mes para una familia) estaba calculado entre 177 euros a 672 euros. Ocurrió por los 72,235 muertos por el Covid-19 a eso de Abril 28, al igual que por la gestión criminal de la pandemia de parte del gobierno de Duque, que tomó más de un mes para establecer medidas de aislamiento solo para iniciar una “reapertura inteligente” en Junio 2020, tirando a los obreros y a la juventud en foso de enfermedad para tratar de reiniciar la producción.”
En semejante situación, donde las masas estaban luchando por sus vidas y reconocían que el gobierno de Duque significaba la muerte de sus seres queridos, la retirada de la tributaria no fue vista como una concesión lo suficientemente grande para justificar irse a las casas. Más bien, fue confirmación de que los métodos correctos habían ganado el día, y de que la tarea era convertir este avance en una victoria definitiva.
La primera línea, los bloqueos y las centrales
La valentía de la primera línea y la juventud en general durante estos meses no se puede subestimar. Para el 26 de Junio, 4687 casos de brutalidad policiaca fueron reportados por la ONG Temblores. Casos de violencia sexual, despariciones y el uso reportado de más de un centro comercial como centro de detención y tortura fueron la norma durante este periodo. Sin embargo, la juventud no dejó de marchar. En el punto más alto de las protestas, decenas de miles llenaron las calles de Bogotá con el punto de concentración siendo la plaza de Bolivar.
La retirada de la reforma tributaria y la renuncia de su autor, el ministro de hacienda Alberto Carrasquilla, significó un punto de inflexión en el paro general. Las masas decidieron seguir marchando hasta que se concedieran más demandas consideradas clave, como la renuncia del ministro de defensa Diego Molano, la retirada del proyecto de ley 010 (efectivamente una ley continuando la consolidación y monopolización del sector salud) y la matricula 0. Pero lo más importante es el cambio de perspectiva de las masas. Durante estos dos meses, los obreros, campesinos y jóvenes colombianos pasaron de sentirse impotentes a sentir exactamente cuánta fuerza tienen.
Durante los meses de Mayo y Junio una dinámica tomó forma. Se formaron bloqueos previniendo el tránsito libre de bienes, mientras que la policía trataba de dispersar las marchas por cualquier medio necesario, incluyendo la fuerza. Más de 10 billones de pesos se reportaron en pérdidas por las grandes empresas. El proceso de inflación que se había iniciado con la reducción de la tasa de interés y la política monetaria de los últimos diez años fue acelerado gracias al paro. Estos bloqueos, sin embargo, fueron la herramienta más fuerte del movimiento ya que le permitió golpear a la clase dominante exactamente en donde les duele: en el bolsillo.
Sin embargo, el hecho de que esta fuera la herramienta más fuerte del movimiento era diciente del problema central: la desconexión entre las centrales sindicales y el movimiento en las calles. La perspectiva de las centrales sindicales (quienes formaron el comité nacional del paro para tratar de ganarse la dirección del paro) fue clarificada desde el primer día cuando su respuesta a la intensificación de las manifestaciones en el 28 fue la de pedirle a los manifestantes ir a sus casas y continuar las protestas a través de mítines de zoom. Por otro lado, el movimiento en las calles, al no estar arraigado en el punto de producción, sólo podía detener la distribución de los bienes producidos por los ricos. El problema con esto es que evita la posibilidad de que la clase obrera y los campesinos tomen control de la producción y la coordinen. En otras palabras, remueve el poder de la huelga general de la ecuación: la capacidad de demostrar a toda la sociedad que la clase obrera y el campesinado son quienes de verdad hacen posible a la sociedad.
Aun con esto, el paro general logró poner la cuestión del poder en la agenda del día y fue la prueba más contundente de la desacreditación de la derecha colombiana. Aquella derecha que había dominado la política por las últimas dos décadas y había obtenido un apoyo popular tan contundente que le había protegido de los escándalos como los 6402 muertos por falsos positivos o la operación fénix (el bombardeo de una base de las FARC en la frontera con ecuador, que terminó con la muerte de cuatro civiles) de repente se encontraba con el repudio completo de las masas.
El reflujo del paro general
Tristemente, el movimiento se encontró con el obstáculo más grande en una insurrección: su propia espontaneidad. Si bien la espontaneidad es necesaria en cualquier revolución, está puede pasar de ser la chispa inicial que coge al estado y a la clase dominante por sorpresa a ser el freno que evita que los obreros, campesinos y jóvenes tomen el poder ya que no tienen una organización revolucionaria lista para reconocer el momento histórico y las tareas necesarias.
En este caso, la tarea era organizar una asamblea que reuniera delegados entre los cabildos y crear un programa político que pusiera la disputa por el poder como el ímpetu principal del movimiento. Semejante asamblea se intentó crear, para mediados de Junio. Pero tristemente, en este punto, el desgaste se empezó a sentir. Las masas habían estado en pie de lucha por un mes y medio. En algún momento, el costo del día a día se reafirma sobre las vidas de las personas. No se puede postergar el hoy por un mejor mañana de manera infinita, especialmente si no hay un plan de llegar a ese mejor mañana.
El comité nacional del paro aprovechó este desgaste para llamar a la desmovilización del paro en Junio 15. Si bien el comité no representaba a todos aquellos que marchaban, si representaba a las centrales sindicales y por consiguiente a los elementos más organizados. La juventud intentó mantener la lucha en las calles y hubo otros episodios heroicos, como la tumba de la estatua de Cristóbal Colón en Barranquilla. Pero para Julio 20, cuando el comité de paro llamó a nuevas protestas, el desgaste fue más que visible. Los números fueron una fracción de la cantidad que atendió durante los últimos meses. Efectivamente, esto marca el final del paro general, ya que la vía electoral se convirtió aquí en la perspectiva general del movimiento.
Lecciones del paro general
Si bien el paro general no terminó con la caída del gobierno de Duque, la eventual caída de este sistema no se podrá lograr sin sacar un balance claro de explosiones sociales como esta. La impopularidad del gobierno de Duque (efectivamente la impopularidad del establecimiento representado por Uribe y sus compinches) continúa en aumento, llegando al 82%. El apoyo social sobre el que descansaba el Uribismo ha sido efectivamente revertido.
En cambio, el paro general, en su punto alto, tenía el apoyo de las masas. De acuerdo a CELAG, el 72% de los colombianos apoyaron las manifestaciones. La misma encuesta mostró que el 80 por ciento de la población en Colombia cree que la gente rica ha obtenido su riqueza debido a la corrupción o a su herencia. A día de hoy, la encuesta más reciente de la misma institución no pinta un panorama tan abiertamente cuestionante de la clase dominante, pero sin embargo hay apoyo al desafío de la misma. El 44,8% de la población considera la corrupción el problema principal del país, el 63,7% considera necesario limitar las ganancias de los bancos privados y el 53,7% considera necesario limitar impuestos a los más ricos.
Estos cambios de opinión reflejan el hecho que las guerrillas ya no sirven como el espantapájaros que la derecha colombiana podía usar para poder justificar sus tácticas de represión en contra de la izquierda. Si bien la represión todavía existe, ya no tiene el apoyo social de antes. Esta falta de apoyo y debilidad es lo que impulsa a la represión, que no es una maniobra de un gobierno en control de la situación, sino de un gobierno débil e impopular. La desmovilización de las guerrillas tiene el efecto opuesto sobre la izquierda también. Ahora que las guerrillas ya no son las protagonistas de la lucha contra el estado, la juventud, los obreros y los campesinos están abiertos a organizarse y luchar, en vez de tratar de continuar un conflicto armado asimétrico donde las condiciones están a favor de un estado apoyado por los EE.UU y armado hasta los dientes.
Todo esto refleja el hecho de que este es un estado con pies de barro, que puede caerse, con la debida organización. Pero es necesario una dirección lista a luchar por la caída del estado y que reconozca la oportunidad. Tristemente, aquí es donde vemos uno de los grandes límites del movimiento: el liderazgo sindical durante el último año ha comprobado que no tiene ninguna perspectiva más allá de negociar con el estado y usar el movimiento de masas (cuando este erupte) para obtener reformas. El comité nacional del paro desmovilizó a sus miembros marchantes en nombre de avanzar su pliego de demandas. La oportunidad de luchar por la sindicalización de los jóvenes y obreros bajo la bandera de las centrales se ignoró por completo en favor de tratar de poner presión sobre el congreso.
Al final del paro general, el comité decidió aplazar para el día de las elecciones lo que debía hacerse hace más de 10 meses: el fin del gobierno de Duque. Esta debilidad del liderazgo se extiende al reformismo parlamentario. Si bien Petro y el Pacto Histórico representan las aspiraciones de millones de colombianos de obtener mejores condiciones de vida y trabajo, vale la pena recordar las declaraciones de Petro en el calor del momento, pidiendo la desmovilización del paro y la continuación del gobierno de Duque para que terminé la tarea de vacunar a la población y la recuperación. Si bien la campaña de vacunación del gobierno de Duque fue un relativo éxito (con todas las características de la vacunación a nivel internacional con una gran desigualdad entre las ciudades y las regiones, entre los pobres y los ricos, etc),, la recuperación económica solo la han visto los ricos.
Esta decisión de Petro es un reflejo de su característica más débil y peligrosa para el movimiento detrás de él: su naturaleza conciliadora con la clase dominante de este país y su implacabilidad con aquellos que están a su izquierda. En los últimos cuatro años, Petro ha moderado su programa para satisfacer a la clase dominante de este país, exaltando el valor de ciertos empresarios y ricos, defendiendo las pequeñas y medianas empresas, prometiendo no expropiar (y creando campañas mediáticas alrededor de esta consigna, como los diez mandamientos y la firma en la notaría). No solo esto, pero su coalición actual (Pacto Histórico) intenta albergar tanto a aquellos obreros, trabajadores y campesinos que luchan por el cambio como a aquellos que se han beneficiado de la explotación y corrupción, como Armando Benedetti y Roy Barreras.
Esta moderación no prevendrá la reacción de la clase dominante, que hasta ahora, ha cerrado filas y concentrando su fuego en contra de la campaña de Petro. Desde los pronunciamientos del General Zapateiro hasta el montaje de Caracol Noticias que sugería que el “Pollo” Carvajal había confirmado que Petro fue financiado por Venezuela, pasando por los ataques constante del antiguo presidente Alvaro Uribe y las intervenciones en las elecciones de parte del presidente actual Iván Duque, es claro que la clase dominante de este país está dispuesta a hacer todo lo que pueda hacer para evitar una presidencia de Petro.
La presión enorme del latifundio y la burguesía sobre un posible gobierno de Petro solo puede ser contraatacada con el movimiento en las calles, dispuesto a defender un programa socialista y a luchar a como de lugar para ponerle fin al dominio de la clase dominante de este país que ha vivido de la explotación y la tortura de la mayoría de la gente.
Las tareas de los marxistas
La naturaleza conciliatoria de Petro, la presión de la clase dominante colombiana y la presión del mercado mundial son una receta perfecta para la capitulación del Pacto Histórico y la traición de las demandas del movimiento. Es aquí donde la capa más avanzada del movimiento del paro general tiene que usar las lecciones aprendidas desde este evento histórico para ir a la ofensiva.
La dirección del Pacto Histórico usará argumentos como su falta de mayoría en el congreso para justificar retrocesos en sus políticas. La tarea de los revolucionarios será ir donde esta dirección no se atreva: a marchar a las calles, organizar a la clase obrera y tratar de orquestar manifestaciones masivas, huelgas, mítines, etc. para poder avanzar todas y cada una de las demandas necesarias.
Para poder organizar semejante defensa de las demandas iniciales que le dieron combustible al paro, es necesario crear una organización que recoja y reviva las tradiciones del paro general, sobre un nivel más alto, habiendo aprendido las lecciones correctas de cada lucha. Hay toda una capa de jóvenes que ha pasado por la escuela de los ultimos cinco años, viviendo los paros generales del 2019 y el 2021, al igual que la insurrección de Septiembre del 2020 causada por el asesinato de Javier Ordoñez. Esta capa tiene sed de lucha y necesita ideas serias para orientar esta lucha. La mejor manera de dilucidar qué tácticas, métodos y estrategia son necesarios para cada instancia de lucha es con una organización en donde todos los luchadores de diferentes regiones puedan organizarse y conocer las luchas de cada país.
Esta es nuestra tarea en el futuro cercano: la creación de un partido obrero que pueda unir las luchas de los obreros, los campesinos, la comunidad LGBTQ, las comunidades indígenas y las comunidades afro-descendientes de este país, al igual que la juventud en general. Un partido que reconozca que solo una ruptura con el capitalismo será suficiente para ponerle fin a la crueldad de este sistema, formado por aquellos veteranos de las luchas anteriores y los nuevos reclutas que quieran unirse.
Nosotros reconocemos que nada de esto es fácil. Semejante solución, a la hora de ser implementada, requerirá gran paciencia, una perspectiva a largo plazo y el reconocimiento de que habrá altibajos y retrocesos. Pero hay causa para ser optimista. Los últimos cinco años demuestran que tan rápido puede evolucionar la conciencia de clase.
Los escépticos se basan sobre el lado debil de la clase obrera, sobre el hecho de que la clase obrera es inicialmente educada por la clase dominante a aceptar el sistema. Los marxistas nos basamos sobre lo que la clase obrera es, sobre su potencial revolucionario y sobre su lugar en el sistema de producción como la clase productiva y explotada. Esto la lleva a la necesidad de luchar para mejorar sus condiciones y eventualmente para sobrellevar el sistema que la explota y restringe su potencial.
Es cierto que hoy, a un año del paro general, las masas todavía no están listas para iniciar otro paro general. Pero esto nos da más razón para usar este tiempo para formarnos, organizarnos y crear una organización que pueda ganarse la confianza de la clase obrera con ideas socialistas dentro del movimiento. Solo con semejante organización podremos jugar un rol positivo en el momento en el que las masas se decidan a moverse.
Los últimos años han visto todo tipo de explosiones sociales en todo tipo de países, desde Sri Lanka y Myanmar (países que han vivido al yugo del capitalismo mundial, explotados por el imperialismo) hasta el vientre de la bestia en sí, en donde 26 millones de personas se alzaron contra el gobierno Estadounidense, quemando los precintos de policía y confrontando a la policía. Líbano tumbó a dos primeros ministros en un año. Perú tumbó a dos presidentes en un mes. Explosiones sociales las hay y las van a haber en el futuro cercano. Como individuos, no tendremos ninguna manera de jugar un papel en estos eventos. Pero con una organización, podemos medirnos a la altura de la ocasión y jugar el papel histórico que tenemos que jugar.
Creemos que el mejor resumen de la situación y nuestra perspectiva fue concedido por León Trotsky en su “Manifiesto de la IV Internacional”:
El mundo capitalista no tiene ninguna solución, a menos que una muerte prolongada se considere como una solución. Es necesario prepararnos para años e incluso décadas largas de guerras, alzamientos, periodos de paz, seguidos por más guerras y más alzamientos. Un partido joven revolucionario debe basarse en esta perspectiva. La historia le proveerá con suficientes oportunidades para probarse a sí mismo, acumular experiencia y madurar. Entre más rápido las bases de este partido se endurezcan, más corto será el periodo de conclusiones sangrientas y menos destrucción sufrirá el planeta. Pero el gran problema histórico no será resuelto hasta que un partido revolucionario este a la cabeza de la clase obrera. La cuestión de los tiempos e intervalos es de gran importancia. Pero esto no altera la perspectiva general histórica ni la dirección de nuestra política. La conclusión es simple. Es necesario continuar el trabajo de educar y organizar a los mejores elementos de la clase obrera y hacer esto a la decima potencia de nuestra energía.