Una sola llamada telefónica la semana pasada marcó la muerte de la llamada alianza occidental y el colapso del sistema de relaciones mundiales que ha prevalecido desde la Segunda Guerra Mundial. Esa llamada telefónica fue, por supuesto, entre Trump y Putin. No fue una mera apertura formal de diálogo. Según ambos, fue una llamada extremadamente cordial. Durante una hora y media, ambos hablaron con calidez sobre la historia común de cooperación de sus naciones, que se remonta a la Segunda Guerra Mundial, y sobre su deseo mutuo no solo de avanzar hacia la paz, sino también hacia la normalización de las relaciones económicas y políticas.
La llamada de Trump fue seguida de otra, mucho más breve, para «informar» a Zelensky de los hechos: que Estados Unidos iniciaría negociaciones para poner fin a la guerra de Ucrania… y que ni los europeos ni los ucranianos estarían presentes. No está claro cuán cordial fue esa llamada.
Solo con estos actos, Trump ha desenmascarado de un plumazo la mentira de que esta guerra no era más que una guerra indirecta entre Occidente y Rusia. Si la guerra de Ucrania es, como han repetido constantemente los liberales, una guerra puramente defensiva de una pequeña nación que lucha contra un gran agresor, y no una guerra entre representantes, ¿cómo se puede explicar que su final se negocie sin siquiera la presencia de uno de los beligerantes?
Al menos Zelensky recibió una llamada telefónica. Las clases dirigentes de Europa, por otro lado, parecen haber sido completamente tomadas por sorpresa. Apenas unas semanas antes, el enviado especial de Estados Unidos para Ucrania, Keith Kellogg, había estado yendo y viniendo entre Kiev y las capitales europeas, escuchando a los principales diplomáticos y primeros ministros, asintiendo pensativamente a sus sugerencias y prometiendo sanciones más duras a Rusia.
Ahora está claro… ¡a los europeos los han tomado por tontos todo el tiempo! Trump no tenía tales intenciones, y si las conversaciones de Kellogg sirvieron para algo, fue para convencer a Trump de que el lugar para los europeos está lo más lejos posible de la mesa de negociaciones.
Tras su amable intercambio, Trump y Putin se pusieron inmediatamente manos a la obra en lo que respecta a las negociaciones. Mientras Kellogg corría por Europa, otro enviado de Trump, Steve Witkoff, había estado secretamente en Moscú negociando el gesto amistoso de un intercambio de prisioneros. Después de que se anunciara, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, expuso públicamente la posición negociadora de Estados Unidos. En esto consiste:
Ucrania tendrá que hacer concesiones territoriales, y el «objetivo poco realista» y la «meta ilusoria» de volver a las fronteras anteriores a 2014 para Ucrania tendrán que ser abandonados. Las futuras fronteras tendrán que basarse en «una evaluación realista del campo de batalla»;
Las futuras «garantías de seguridad» para Ucrania en el futuro no incluirán tropas estadounidenses sobre el terreno. En su lugar, tendrían que intervenir tropas europeas, aunque no estarían cubiertas por el artículo 5 de la OTAN.
Una futura fuerza de mantenimiento de la paz también incluirá tropas no pertenecientes a la OTAN, lo que de facto significaría que las fuerzas aliadas de Rusia estarían estacionadas en Ucrania.
Que no se trata de la expansión hacia el este de la OTAN para incluir a Ucrania.
Esta es solo la posición inicial de Estados Unidos en las negociaciones, y Trump ya ha cedido todos los principales objetivos de guerra de Rusia: sus objetivos territoriales y, lo que es más importante, el fin de la expansión de la OTAN hacia el este.
Esta es una guerra en la que Trump simplemente no está interesado, una guerra en la que Occidente ha sufrido una derrota absolutamente humillante. Los ucranianos están derrotados ahora. Su ejército carece de tropas y está desmoralizado. Nuevos batallones mecanizados se han desintegrado uno tras otro tan pronto como han entrado en el campo de batalla. Las cosas están tan mal que se está enviando a pilotos expertos al frente para luchar como soldados de infantería. Rusia está apretando el cerco.
Pero esto es mucho más que una simple derrota de Occidente en Ucrania. Es el fin de «Occidente» como tal. Trump ha señalado que no le preocupa la influencia rusa en Europa del Este, ni el destino del continente en su conjunto. Sin embargo, todo el propósito de la OTAN como alianza militar está precisamente dirigido a Rusia, a evitar que Rusia ejerza influencia sobre Europa.
Con Estados Unidos alejándose de esta guerra, mientras que la OTAN todavía posee su capa exterior, de facto ha dejado de funcionar.
No estaba destinado a terminar así
No podría haber un contraste más marcado entre cómo está terminando realmente esta guerra y cómo los liberales habían soñado una vez que terminaría. Se suponía que terminaría con Rusia paralizada, incluso con la caída de Putin y la desintegración de la Federación Rusa. En lugar de eso, ¿qué estamos viendo? El final de esta guerra se ha convertido en el final de todo un orden mundial que ha estado vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Se está cerrando el telón de una relación de décadas entre Estados Unidos y Europa, en la que Estados Unidos apoyó política, económica y culturalmente a sus aliados europeos como parte de un «orden basado en reglas» liberal bajo cuya bandera el imperialismo estadounidense se impuso en todo el mundo.
Trump no podría haber sido más claro sobre su política: América primero. Los intereses estadounidenses en Europa son pequeños en comparación con otras partes del mundo y, sin embargo, aquí están los estadounidenses, mientras que la deuda federal está en su punto más alto, subvencionando los sistemas sanitarios y de prestaciones de Europa, permitiéndoles aprovecharse del poder militar estadounidense bajo el paraguas de la OTAN, ¿y para qué? Este es el pensamiento de Trump. La industria europea, la «seguridad» militar europea pueden irse a pique porque a Trump le da igual. De hecho, es mucho mejor llegar a un acuerdo con Putin para impulsar la producción de gas y petróleo, reduciendo así los precios de la energía y cumpliendo las promesas de Trump de reducir la inflación.
Por lo tanto, Trump no solo ha roto la alianza transatlántica que ha sostenido a Europa durante 80 años, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, sino que, en esencia, ¡se está asociando con Putin contra Europa!
Los europeos están sufriendo un ataque de nervios colectivo, lo cual es bastante comprensible. Tras la impactante noticia de la llamada telefónica entre Trump y Putin, esperaban recuperar algo del protagonismo y abrirse camino a codazos hasta la mesa de negociaciones haciendo alarde de los «valores compartidos entre Estados Unidos y Europa» en la Conferencia de Seguridad de Múnich la semana pasada.
En respuesta a eso, el vicepresidente de Trump, JD Vance, les dio más de lo que esperaban, declarando de hecho la guerra a todo el establishment liberal gobernante de Europa.
«La amenaza que más me preocupa con respecto a Europa no es Rusia, no es China, es la amenaza desde dentro», dijo Vance. ¡También podría haber señalado a su audiencia y haber dicho: «¡ustedes son la amenaza!»
Aunque envuelto en una retórica de guerra cultural, el contenido de su discurso fue claro: la alianza transatlántica ha terminado, y no habrá forma de ocultarse bajo la bandera de los «valores comunes» para mantenerla unida. Criticó duramente la hipocresía de los llamados «valores democráticos» de la Unión Europea. Y hubo más que un indicio de burla cuando se dirigió a la Comisión Europea por anular las elecciones en Rumanía: «Si vuestra democracia puede ser destruida con unos pocos cientos de miles de dólares de publicidad digital de un país extranjero», incitó, «entonces no era muy fuerte para empezar».
Todo el discurso estaba lleno de desprecio, especialmente hacia los alemanes, y Vance dejó claro el apoyo de la administración Trump a Alternativa para Alemania en las elecciones de este fin de semana.
En lugar de terminar con una muestra de fuerza política por parte de los europeos, la conferencia terminó con el presidente rompiendo a llorar.
Europa intenta una demostración de fuerza
Las negociaciones ya han comenzado en Riad. En el primer día de negociaciones, los rusos y los estadounidenses han acordado «abordar los irritantes» en sus relaciones bilaterales… lo cual es una forma bastante descortés de referirse a Zelensky, Starmer, Macron y el resto de la pandilla, que están siguiendo el desarrollo de las negociaciones como el resto de nosotros: a través de la prensa.
Sin duda, los ucranianos y los europeos se han vuelto irritantes, ¡poco más pueden hacer! Zelensky intentó, sin éxito, colarse en el evento. Al no conseguirlo, ha empezado a hablar con la prensa desde Turquía.
Trump le respondió diciéndole claramente a Zelensky que no debería sorprenderse de no haber sido invitado a las conversaciones, dado que tenía años antes de 2022 para negociar con los rusos, ¡cosa que no hizo! Si quería darle a Ucrania una voz legítima que pudiera hablar en su nombre, Trump le aconsejó que empezara por convocar elecciones, que han sido suspendidas durante toda la guerra.
Mientras tanto, en un intento de hacer oír su voz por parte de estadounidenses y rusos, Macron convocó una conferencia de emergencia de las potencias europeas en el Palacio del Elíseo… no todas las potencias europeas, fíjese, sino solo aquellas con más probabilidades de acordar una posición común. No se invitó, por ejemplo, a Orban de Hungría ni a Fico de Eslovaquia.
¿Y cómo fue esta muestra de «unidad»? De manera absurda. Ha puesto de manifiesto la fractura y la impotencia totales del continente europeo.
Los estadounidenses habían pedido a los europeos que intervinieran como fuerzas de paz para garantizar la seguridad de Ucrania vigilando las nuevas fronteras, pero los europeos ni siquiera pudieron acordar una posición común sobre este punto. La italiana Meloni llegó tarde. El alemán Scholz expresó su irritación por el hecho de que se estuviera discutiendo esto… antes de irse temprano. Incluso los belicistas polacos expresaron su aversión a enviar fuerzas de paz.
Solo Macron y Starmer fueron lo suficientemente estúpidos como para expresar su voluntad de enviar tropas. Pero esto es solo palabrería, dado que Starmer condicionó su promesa a que los estadounidenses enviaran tropas como «respaldo», algo que Trump ya ha descartado.
El hecho es que el ejército británico está en un estado tan lamentable que es dudoso que Starmer pudiera enviar tropas aunque quisiera. Los generales británicos retirados han señalado que tal operación requeriría al menos 30 000 soldados británicos, pero dado que Gran Bretaña solo tiene 70.000 militares en el Ejército británico, y muchos de ellos son personal de oficina, ¡eso significa estacionar a la mayor parte del Ejército británico en Ucrania!
Lavrov ha dejado muy claro que no aceptaría ninguna clase de tropas europeas estacionadas en Ucrania después de la guerra, y dado que los europeos ni siquiera pueden ponerse de acuerdo entre ellos sobre esta cuestión, han facilitado mucho que los estadounidenses acepten sus condiciones.
Todos los europeos acordaron, por supuesto, que aumentarán el gasto en armamento, algo que Trump lleva mucho tiempo exigiendo. Pero incluso aquí todo se está desmoronando. Macron ha estado presionando para que la deuda europea común financie el rearme, algo que la clase dirigente alemana no está dispuesta a pagar.
Mientras tanto, ¿de dónde saldrían las armas? Ahora está claro que los europeos no pueden depender de que sus intereses se alineen con los de Estados Unidos. La única solución sería construir una industria aeroespacial autónoma, independiente de los estándares, el software y la asistencia técnica estadounidenses. Esa es la propuesta de Macron. Otros europeos no están tan interesados. Trump ha dejado claro que eso no tiene sentido: si saben lo que les conviene, comprarán armas fabricadas en Estados Unidos, las comprarán en grandes cantidades y, por lo tanto, seguirán atados a la industria de defensa estadounidense.
Se acabó el juego para Europa
¿Qué significa todo esto? El vertiginoso ritmo de los acontecimientos de las últimas semanas, que están rehaciendo el mundo, es la culminación de procesos que han estado en curso durante décadas.
El sistema capitalista ha ido dando tumbos de crisis en crisis desde 2008, cuando el Estado intervino para sostener el sistema tras el colapso total provocado por la crisis financiera. Se han acumulado deudas enormes e insostenibles. Nuevas crisis, como la pandemia de COVID-19, se han sumado a esta enorme carga que no ha dejado de crecer. El maldito día en que habría que devolverla se pospuso una y otra vez, aparentemente de forma indefinida.
Mientras tanto, el imperialismo estadounidense también ha ido perdiendo terreno gradualmente, sufriendo un largo proceso de declive relativo, a medida que nuevos rivales como Rusia y China emergen y lo desafían.
Estos procesos pueden continuar durante mucho tiempo sin parecer causar ningún cambio fundamental. Pero, finalmente, todo estalla a la vez. Se alcanza un punto de inflexión. Estamos viviendo un profundo punto de inflexión en este momento.
Trump ha dado un vuelco completo a la política establecida del imperialismo estadounidense, que durante muchos años ha tenido un aire de irrealidad. El «orden basado en normas» liberal, la apariencia bajo la cual el imperialismo estadounidense intentó imponerse simultáneamente en todo el mundo, se había vuelto completamente inviable.
Trump defiende la reducción y el aislacionismo. Con ello llega la retirada del apoyo al capitalismo europeo, que se ha convertido en una nota a pie de página en los intereses del capital estadounidense. La seguridad, la economía, la política e incluso la cultura de Europa han girado durante 80 años en torno al apoyo de Estados Unidos. Ya no. Estados Unidos tiene asuntos más importantes que atender en otros lugares que en Europa. Sin ese apoyo, como hemos explicado en otras ocasiones, el continente europeo ha quedado totalmente expuesto.
Aunque no está muerta, la OTAN es ahora un cascarón. Y así, los europeos pretenden endeudarse más aún para financiar un rearme febril, buscando desesperadamente una salida. Pero solo los últimos días han puesto de manifiesto lo que fundamentalmente obstaculiza el capitalismo europeo: aquí tenemos un mosaico de pequeñas economías, poco competitivas a escala mundial, sin influencia, con intereses nacionales diferentes que divergen rápidamente sin el apoyo externo de Estados Unidos. Estas pequeñas naciones serán empujadas en diferentes direcciones a medida que avancemos.
En el pasado, la UE, el BCE y demás se adelantaron para rescatar a los países que se enfrentaban a la bancarrota con el fin de mantener unida a la UE. Lo vimos durante la crisis de la deuda de la zona euro. Más recientemente, lo vimos en el programa de recuperación tras la pandemia de COVID-19. Se canalizaron enormes cantidades de dinero en efectivo a Italia, por ejemplo, para mantenerla en la UE, ya que Italia era uno de los miembros de la UE más cercanos a la bancarrota, mientras que Hermanos de Italia se acercaba al poder.
Pero, ¿podrán o podrán repetir eso? Entre las clases dirigentes de Europa se está desarrollando la idea de que primero deben rescatarse a sí mismos, a expensas del resto del continente si es necesario: podemos ver a Alemania primero, Francia primero, y así sucesivamente, ganando en el futuro. Los próximos años podrían incluso ver la ruptura completa de la Unión Europea.
Mientras Trump habla de levantar las sanciones a Rusia, no ha abandonado su amenaza de aranceles a Europa. Sin los estadounidenses, los rusos son ahora la gran potencia militar en el borde de Europa, y ellos también cobrarán un precio por ello. Estos pequeños países serán eliminados por las grandes potencias, por Estados Unidos, China y Rusia.
Europa es el continente donde nació el capitalismo. Ahora, en medio de la agonía de muerte del capitalismo, Europa se encuentra en el centro de la tormenta, siendo devorada, sin futuro bajo este sistema.
Todo esto tiene enormes consecuencias sociales para el continente. Está sumido en una crisis de deuda, incluso antes de que se añadan nuevos gastos militares a la pila. La clase dominante sabe lo que hay que hacer: tienen que atacar brutalmente a la clase trabajadora. Pero Macron está más o menos acabado, el Partido Reform está en lo más alto de las encuestas en Gran Bretaña, y el AfD parece dispuesto a ocupar el segundo lugar en Alemania. Lo mismo ocurre en muchos otros países.
El auge de estos partidos no es un mero síntoma de un «giro a la derecha» en la sociedad. Es una expresión de enormes estados de ánimo de ira que se acumulan en la sociedad contra toda la clase dirigente y el establishment. La ausencia de una alternativa de izquierdas, o más bien, las traiciones absolutas de la izquierda, que se ha unido a los liberales desde 2008, han hecho esto posible. Pero esto preparará el terreno para nuevos y aún más agudos virajes a la izquierda en todo el continente, y para explosiones revolucionarias que sacudirán los cimientos del capitalismo en Europa, cimientos que se están resquebrajando y astillando en este mismo momento.
La siguiente es la tercera de una serie de tres partes de un discurso sobre las perspectivas mundiales, pronunciado el martes 28 de enero en una reunión del Comité Ejecutivo Internacional de la Internacional Comunista Revolucionaria.
La primera parte, que puede leerse aquí, examina la agitación en las relaciones mundiales causada por la presidencia de Trump. La segunda parte examina específicamente el efecto de Trump en Ucrania y Oriente Medio.
La forma en que Trump habla abiertamente y sin subterfugios sobre los intereses del imperialismo estadounidense está teniendo un impacto importante en la conciencia. La mayoría de la gente en el mundo puede ver ahora cómo es realmente el mundo, y cómo funciona realmente el imperialismo. Estos cambios de conciencia se han visto acelerados masivamente por la guerra contra Gaza.
Hemos hablado del declive relativo del imperialismo estadounidense y del ascenso de China y Rusia como potencias imperialistas en la escena mundial, pero estos procesos van de la mano del declive a largo plazo de las potencias imperialistas europeas, que ahora se ha acelerado enormemente. Lo hemos explicado en varios artículos, incluido nuestro artículo sobre el informe de Mario Draghi sobre la «competitividad europea», y nuestro reciente artículo sobre la crisis de la industria automovilística europea .
Europa está sumida en una profunda crisis, de la que no puede salir. No tiene medios para salir de ella. Alemania lleva ya dos años en recesión, y algunos economistas burgueses dicen que la recesión continuará durante todo 2025. Eso no tendría precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.
Este proceso se ha acelerado masivamente como resultado de la guerra de Ucrania y las sanciones europeas a Rusia. Estas no han impedido el esfuerzo bélico ruso, sino que han perjudicado sobre todo a Europa, y en particular a Alemania.
Sólo para dar algunas cifras que ilustren el proceso: La producción industrial alemana ha bajado un 7% desde 2021, ¡pero en las industrias intensivas en energía ha bajado un 20%! Alemania es obviamente el país más afectado de Europa, ya que era el que más dependía del suministro de energía barata rusa.
Pero otros países no se quedan atrás. En Gran Bretaña, la producción industrial ha sufrido un declive prolongado. Sin embargo, las cifras que muestran el colapso de la producción desde que comenzó la guerra de Ucrania son estremecedoras: la producción manufacturera ha bajado un 9 por ciento desde 2021, los metales un 35 por ciento, los productos químicos un 38 por ciento, el cemento un 39 por ciento, y los equipos eléctricos ¡un increíble 49 por ciento! Es un baño de sangre absoluto.
Lo que esto refleja, más allá del impacto de las sanciones energéticas a Rusia, es un proceso subyacente más profundo que se explica claramente en el informe Draghi. La competitividad de Europa va a la zaga de la de Estados Unidos y China. El capitalismo se basa en la reinversión de la plusvalía para hacer avanzar la técnica productiva y desarrollar los medios de producción, con el fin de producir de manera más eficiente.
Mientras que en el último periodo se han producido algunos aumentos de la productividad del trabajo en Estados Unidos, Europa se está quedando muy, muy atrás. El informe Draghi explica muy bien que el nivel de integración económica de Europa no es suficiente para competir con las enormes economías de escala y los mercados de capitales de China y Estados Unidos.
La idea original de la integración europea fue un intento de las clases dirigentes europeas de mantenerse unidas por miedo a que las colgaran por separado. Sin embargo, los diferentes regímenes reguladores, los mercados de capitales separados, etc., impiden la movilización de la fuerza combinada de las diferentes clases capitalistas europeas en un esfuerzo europeo conjunto en cualquier ámbito. Hay muy pocas excepciones a este fenómeno. Airbus es una de las pocas.
Hoy, en un periodo de crisis y de creciente competencia global entre bloques, Europa, en lugar de permanecer unida, se ve arrastrada en todas direcciones. Y así será cada vez más.
Es el caso, por ejemplo, de Austria, cuya clase capitalista tiene muchos intereses en Rusia. Por tanto, está siendo arrastrada en esa dirección. Otros países se ven arrastrados hacia EEUU. Como resultado, cualquier intento de una política europea conjunta para hacer frente a esta crisis fracasará.
No pueden ponerse de acuerdo sobre los aranceles a los vehículos eléctricos chinos, porque los distintos países europeos tienen intereses diferentes. Los vehículos eléctricos chinos se consideran una amenaza para la industria automovilística europea, que emplea a millones de trabajadores. Pero siguen sin ponerse de acuerdo sobre los aranceles, ya que algunos países están cortejando a las empresas chinas para que instalen plantas de vehículos eléctricos o baterías en su país, en lugar de en otros.
El auge de los demagogos
Esta crisis polifacética está en el origen del auge de los demagogos de derechas en toda Europa. No se trata de un fenómeno exclusivo de Estados Unidos, aunque la victoria electoral de Trump ha acelerado masivamente el auge de las formaciones demagógicas de derechas en Europa. Esto ya existía antes.
Aunque hay diferencias -cada una de estas formaciones está moldeada por características nacionales ligeramente diferentes, historia, peculiaridades nacionales, etc.-, el proceso es, en líneas generales, el mismo y las causas son comunes.
Vemos, por ejemplo, el ascenso de la AfD en Alemania, que, además de culpar a los migrantes, se monta en la ola de ira antiestablishment, en particular en torno a la oposición a la guerra en Ucrania y el impacto económico en Alemania de las sanciones a Rusia.
Ya en las elecciones generales británicas de julio de 2024, hubo ciertos avances para el partido de Farage, Reform. Pero ahora los sondeos de opinión lo sitúan al mismo nivel que los laboristas. Uno de los sondeos le daba incluso dos puntos de ventaja.
Musk está alimentando este proceso. Intervino con un estilo similar al de Trump, atacando a Starmer, Macron y Scholz, y apoyando abiertamente a la AfD al aparecer a través de un enlace de vídeo en su congreso nacional.
Su intervención fue incendiaria. Pidió al rey Carlos que destituyera al Gobierno británico y que el pueblo se levantara contra el Gobierno de Starmer, ya que, según Musk, estaba protegiendo a bandas de grooming y «encubriendo el mayor crimen de la historia de Gran Bretaña».
Por supuesto, sus intervenciones son desquiciadas, pero no es sólo el multimillonario propietario de una plataforma de medios sociales. Es, al mismo tiempo, alguien que tiene un cargo oficial en la administración de Trump. Por cierto, un cargo oficial, pero directamente vinculado al despacho presidencial y ajeno a la estructura del Estado.
Está atacando abiertamente a los jefes de Estado europeos, sin ninguna consideración por la diplomacia o el protocolo, así como utilizando su riqueza y su alcance en las redes sociales para impulsar este mensaje.
Los liberales y la izquierda están en estado de pánico. Alertan sobre la desinformación en las redes sociales y el «efecto polarizador de los algoritmos», y exigen «regulación».
Sí, por supuesto, hay mucha desinformación en las redes sociales. Pero lo que hay que preguntarse es: ¿están los «medios tradicionales» llenos de información veraz? La respuesta es no. Algunos de nosotros todavía recordamos las «armas de destrucción masiva» de Sadam. En segundo lugar, ¿por qué la gente tiende a creer la desinformación en las redes sociales? Porque existe un alto grado de desconfianza en los medios de comunicación tradicionales. Han estado mintiendo y defendiendo el sistema durante mucho tiempo, y ahora la gente puede ver a través de ellos.
Los liberales se vuelven y dicen que las elecciones presidenciales rumanas fueron manipuladas a través de mensajes de TikTok financiados por Rusia y que eso es lo que llevó a la victoria de Georgescu. Esto es completamente ridículo, y todavía no han aportado ninguna prueba de ello, pero el Tribunal Supremo ya ha anulado el resultado de la primera vuelta basándose en estas acusaciones.
De hecho, si fuera tan sencillo, ¿por qué los liberales no organizaron ellos mismos una campaña en TikTok? La cuestión no es el medio a través del cual se difundió la campaña. La pregunta que hay que hacerse es: ¿cuál era el contenido de la campaña? La campaña de Georgescu se basaba en la oposición a la guerra de Ucrania, contra la OTAN, y planteaba la siguiente pregunta: ¿por qué gastamos tanto dinero en la guerra de Ucrania cuando nuestra propia gente tiene que emigrar a Europa occidental porque en Rumanía no hay trabajo? Y esto, obviamente, resonó en millones de rumanos.
Este caso expone realmente la naturaleza de los liberales. Lo que están diciendo es que, si el candidato equivocado gana las elecciones -equivocado desde el punto de vista de la OTAN, Bruselas, etc. – entonces simplemente cancelamos las elecciones. Esa es la suma total del apego de los liberales a la democracia y al «derecho al voto» del que no paran de hablar, y que dicen que está amenazado por los demagogos de derechas.
Si nos fijamos en Europa, en todas partes se observa el mismo fenómeno. Le Pen está subiendo en Francia y podría llegar a ser presidenta. Farage ya supera en las encuestas a los laboristas en Gran Bretaña y podría convertirse en primer ministro a la cabeza de algún tipo de coalición reformista-tory. El FPÖ podría convertirse en el principal socio de una coalición de derechas en Austria. En Alemania, vemos el ascenso de la AfD tirando de los conservadores hacia sus posiciones o dividiéndolos. Meloni ya está en el poder en Italia.
Llevamos años discutiendo la crisis de legitimidad de la democracia burguesa, de todas sus instituciones, de todos sus partidos establecidos. Eso está causado por la crisis del capitalismo, y se ha acelerado desde 2008. Como resultado, tenemos un creciente estado de ánimo anti-establishment, que ahora se refleja en el ascenso de los demagogos de derechas.
Cambios de conciencia
El ascenso de los demagogos de derechas puede explicarse por estos dos factores: el estado de ánimo antiestablishment, pero también el colapso, el fracaso, la bancarrota total de la llamada «izquierda».
¿Cuál es la respuesta por defecto de la llamada «izquierda» ante esta situación? «Debemos unirnos todos en defensa de la República, debemos unirnos todos para defender la democracia liberal y la libertad de expresión», etc. Esta es la peor respuesta posible y, de hecho, ayuda a los demagogos de derechas. Luego pueden darse la vuelta y decir: «Mira. Son todos iguales. Todos defienden el sistema». Y de hecho, lo hacen.
Este es el sistema que está destruyendo puestos de trabajo, que es responsable del alto coste de la vida, etc. Por supuesto, los demagogos de derechas añaden a su argumento un intento de convertir a los inmigrantes en chivos expiatorios de estos problemas.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué va a pasar cuando estas formaciones lleguen al poder? Trump ya está en el poder en EEUU. Ha hecho muchas promesas. Se está montando sobre las expectativas de millones de personas que piensan que realmente va a Hacer América Grande de Nuevo.
¿Qué significa esto para un sector importante de la clase trabajadora? Para ellos, hacer que América vuelva a ser grande significa empleos decentes y bien pagados. Significa que puedan llegar a fin de mes sin verse obligados a trabajar en dos o tres empleos diferentes, o tener que vender plasma para llegar a fin de mes.
Esto no va a ocurrir. Desde luego, esto no va a suceder. Hay fuertes ilusiones entre millones de personas en Estados Unidos de que Trump traerá de vuelta los «buenos viejos tiempos» de la posguerra. Esto está completamente descartado.
Piensan que las políticas de Trump traerán tiempos mejores.
No se descarta que, durante un breve periodo de tiempo, algunas de estas medidas -por ejemplo, los aranceles, que promoverán el desarrollo industrial en Estados Unidos a expensas de otros países- puedan tener un pequeño impacto. Mucha gente también le concederá el beneficio de la duda durante un periodo de tiempo. También puede utilizar el argumento de que es el establishment, el «Estado profundo», el que no le permite llevar a cabo sus políticas.
Pero una vez que la realidad se asiente y estas ilusiones se disipen, asistiremos a un desplazamiento igualmente brusco y violento del péndulo hacia la izquierda. El arraigado estado de ánimo anti-establishment que impulsó a Trump al poder se expresará en el lado opuesto del espectro político.
Hay un artículo de Trotsky titulado Si Norteamérica se hiciera comunista, donde habla del temperamento estadounidense que describe como «enérgico y violento»: «Sería contrario a la tradición americana hacer un cambio importante sin elegir bandos y romper cabezas».
El trabajador estadounidense es práctico y exige resultados concretos. Está dispuesto a pasar a la acción para conseguir cosas.
Farrell Dobbs, el dirigente de la gran huelga de los Camioneros de Minneapolis en 1934, pasó directamente de ser republicano a dirigente trotskista. En su relato de la huelga, explica por qué. Para él, los trotskistas eran los que ofrecían las soluciones más prácticas y eficaces para abordar los problemas a los que se enfrentaban los trabajadores.
Las tareas de los comunistas
Terminaré con esta pregunta. Llevamos tiempo hablando de cómo se está produciendo un cambio de conciencia, sobre todo entre los jóvenes. Así era incluso antes de que lanzáramos el giro «¿Eres comunista?» Hay una capa de la juventud que está sacando conclusiones muy radicales, algunos de los cuales se consideran comunistas.
Por cierto, no debemos exagerar esta cuestión. No es más que una capa. Pero en términos numéricos, la cantidad de jóvenes que se consideran comunistas es bastante grande para una organización pequeña como la nuestra.
Hay un nuevo sondeo de opinión en Gran Bretaña que muestra que el 47% de los jóvenes está de acuerdo con la afirmación: «hay que cambiar radicalmente toda la forma en que está organizada nuestra sociedad mediante la revolución». En realidad, es una forma muy tajante de plantear una pregunta, y aun así obtuvo el apoyo del 47% de los jóvenes.
La encuesta también arroja otros resultados interesantes. La mayoría de los jóvenes cree que lo que hace falta es un dirigente fuerte que no esté sujeto al Parlamento. Por supuesto, también hay mucha confusión y rechazo a los políticos podridos del parlamento. Sin embargo, el hecho de que el 47% de los jóvenes piense que es necesaria una revolución que ponga patas arriba todo el sistema político tal y como está organizado hoy en día es extremadamente significativo.
Como decía al principio, vivimos tiempos extremadamente turbulentos. Parece que el resto de la izquierda está sumida en la desesperación y en un oscuro pesimismo. Pero nosotros somos optimistas. Somos optimistas porque entendemos los procesos subyacentes en juego.
Estos procesos conducirán a enfrentamientos masivos en la lucha de clases. Lo que es evidente es que a los gobiernos les resultará cada vez más difícil aplicar las políticas que la clase capitalista necesita para hacer frente a la crisis. No pueden obtener una mayoría parlamentaria para aplicar más recortes de austeridad y más profundos, ya que cualquier partido que votara a favor de ellos sería derrotado en las elecciones.
El Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, dio un discurso ante el Parlamento Europeo hace unos días en el que dijo que tienen que aumentar el gasto en defensa, y que el objetivo anterior del 2 por ciento del PIB no es suficiente. Ahora piden el 4% o incluso el 5% del PIB. De hecho, ¡muchos de los países de la OTAN ni siquiera alcanzan actualmente el 2 por ciento!
Rutte añadió que, para ello, tendrán que recortar el gasto en otras áreas. En concreto, mencionó el gasto social, las pensiones, la educación, la sanidad, etc. Dijo a los diputados europeos que era una decisión difícil que debían tomar, pero que si no lo hacían bien podrían empezar un «curso de ruso o emigrar a Nueva Zelanda».
Por supuesto, está exagerando el peligro ruso para impulsar su agenda de aumento del gasto militar. Hay un elemento de alarmismo. Rusia no está a punto de invadir Europa. Pero la política es clara: aumentar el gasto en defensa y recortar el gasto social. Esto se suma a la ya difícil situación a la que se enfrenta la clase trabajadora.
Esta es la situación real en la que nos encontramos, una situación que ya está provocando una radicalización política masiva, parte de la cual se expresa ahora de forma muy distorsionada.
Nuestras modestas fuerzas no nos permiten todavía intervenir de manera decisiva en los acontecimientos. Somos demasiado pequeños. Hace falta una cierta urgencia en la construcción de nuestras fuerzas. Si conseguimos llegar a una organización de 5.000 o 10.000 miembros en un país capitalista avanzado -una organización de cuadros, con raíces entre la juventud y la clase obrera- antes de que estallen acontecimientos masivos -como ocurrirá-, entonces estaremos en el negocio.
Y esto es perfectamente posible también, si llevamos a cabo nuestro trabajo de una manera paciente y sistemática, si no perdemos la cabeza y si somos capaces de conectar con un pequeño porcentaje de esta capa de jóvenes muy radicalizados que buscan una alternativa seria para luchar contra este sistema capitalista podrido y senil.
Gracias al apoyo del Partido Socialista (PS) y de la Agrupación Nacional (RN), François Bayrou, dirigente del Movimiento Democrático liberal, ha tenido éxito donde fracasó el gobierno del anterior primer ministro Michel Barnier: han aprobado un presupuesto.
En su contenido de clase, este presupuesto no difiere del preparado por Barnier. Es un programa de austeridad severa, con ataques a los oprimidos y explotados, todo en beneficio de los grandes capitalistas.
Para justificar su voto, los dirigentes del PS y RN afirman haber obtenido «concesiones» e incluso haber conseguido «victorias». Esto es ridículo. En comparación con el presupuesto que fue rechazado el pasado diciembre, el presupuesto de Bayrou simplemente ha robado a Pedro para pagar a Pablo. A veces simplemente se trata de desplumar a Pablo de una manera diferente. Por ejemplo, el ataque a la baja por enfermedad en la función pública ha cambiado de forma, pero no de contenido: a los funcionarios enfermos se les seguirá pagando un 10 % menos. Todo lo demás es igual.
El carácter de este presupuesto es tan flagrante que los dirigentes del PS y del RN prefieren insistir en una justificación más fundamental de sus acciones: han elegido la «estabilidad» política. Al hacerlo, están en sintonía con la clase dirigente francesa, que también sueña con la estabilidad política, siempre que garantice la defensa de sus intereses de clase. Eso es exactamente lo que está haciendo el actual gobierno —el enésimo gobierno de los ricos—, con el apoyo del PS y del RN.
El papel de los dirigentes sindicales
Fuera de la Asamblea Nacional, el gobierno de Bayrou también cuenta con el apoyo decisivo de los dirigentes nacionales de los sindicatos. En lugar de organizar la lucha contra este gobierno, los dirigentes sindicales están trabajando para asegurar su supervivencia.
Esto queda muy claro en el caso de Marylise Léon, secretaria general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT). En una entrevista con France Info el 4 de febrero, ella también dio la bienvenida a la «estabilidad» política. Aunque se vio obligada a admitir que «socialmente, es un presupuesto injusto», no obstante: «es bueno que haya continuidad política», «estabilidad» y «que por fin podamos salir de este estancamiento, porque hay enormes expectativas en el mundo laboral», expectativas para las que «todavía no hay respuestas», lo que ha generado «mucha impaciencia».
Resumamos las etapas de esta lamentable retórica: 1) los trabajadores están «impacientes» por obtener respuestas a sus «expectativas»; 2) el presupuesto de Bayrou no solo no cumple con estas «expectativas», sino que es «socialmente injusto»; 3) lo esencial, sin embargo, es la «estabilidad», la «continuidad política», gracias a la cual los trabajadores pueden esperar que el mismo gobierno burgués satisfaga sus «expectativas» en el futuro, en lugar de satisfacer las de la clase dominante.
Si esta eminente burócrata sindical hace comentarios tan absurdos y contradictorios, es porque la crisis del régimen la obliga a hacerlo. Está contra la pared, obligada a defender el régimen capitalista, aunque eso signifique decir tonterías.
La posición de la dirección de la Confederación General del Trabajo (CGT) no está tan abiertamente en consonancia con los intereses de la clase dominante. En general, Sophie Binet y sus compañeros evitan ensalzar públicamente las virtudes de la «estabilidad» política. Pero al aceptar participar en la farsa del «cónclave» para debatir la reforma de las pensiones, de la que nada positivo puede salir para nuestra clase, la dirección de la CGT está desempeñando un papel nada desdeñable en la (relativa) estabilización de la situación política, en beneficio de los capitalistas.
Es cierto que, en un comunicado de prensa publicado el 4 de febrero, la dirección de la CGT «pide que se multipliquen las luchas para invertir la relación de fuerzas y obligar al gobierno a abandonar sus planes nefastos». Pero esto es muy general y no nos compromete a nada concreto.
En el contexto actual, el papel de la dirección de la CGT no es pedir vagamente «más luchas», antes de encerrarse durante tres meses en un «cónclave» con los cardenales del sindicato patronal, Medef. Su papel debería ser proponer un plan de acción serio para construir movilizaciones masivas, en las calles y en los lugares de trabajo, con el objetivo de derrocar al gobierno de los ricos, que se han repartido 100.000 millones de euros en dividendos solo en 2024, y sustituirlo por un gobierno de los trabajadores.
Los límites de La France Insoumise
Jean-Luc Mélenchon, dirigente de La France Insoumise (FI), tiene, por tanto, razón al denunciar la «colaboración activa» de «toda la oficialidad mediático-político-sindical», sin la cual «Macron no duraría ni ocho días». Pero la dirección de FI también tiene cierta responsabilidad en la situación actual.
El PS no estaría en condiciones de apoyar al gobierno de Bayrou si Olivier Faure (PS) y otros no se hubieran salvado de un naufragio electoral total gracias a Mélenchon y sus camaradas. El PS se benefició de las coaliciones con la FI tanto en las elecciones de mayo de 2022 como en las de julio de 2024. Sin el salvavidas de la coalición electoral con La Francia Insumisa, el PS habría visto aniquilada su representación parlamentaria. Como siempre, el reformismo de izquierdas (La Francia Insumisa) ha demostrado ser incapaz de romper con el reformismo de derechas (PS, Los Verdes y el Partido Comunista). El primero necesita al segundo, como vínculo intermedio, si no quiere romper con la propia clase capitalista.
Además, no basta con criticar el apoyo de la «burocracia sindical» al gobierno de Bayrou, de pasada, en una entrada de blog. Debemos sacar conclusiones prácticas. En lugar de encerrarse en el Palacio Borbón y confinar su «lucha» contra el gobierno a la Asamblea Nacional, los dirigentes de la FI deberían explicar sistemáticamente a los trabajadores que no tienen nada bueno qué esperar del parlamento. Los trabajadores deben prepararse para grandes luchas fuera del parlamento, y los activistas sindicales deben presionar a sus dirigentes para que sigan estas tácticas.
Al mismo tiempo, la dirección de la FI debería actuar sin esperar el permiso de Marylise Léon y Sophie Binet. Jean-Luc Mélenchon y sus camaradas deberían poner toda su fuerza y autoridad en preparar una movilización masiva de trabajadores y jóvenes.
En cambio, los dirigentes de la FI se están preparando… ¡para las elecciones municipales de marzo de 2026! Dada la urgencia de la situación, y en particular los 300.000 puestos de trabajo amenazados en la industria y el comercio minorista, la campaña electoral y preelectoral de los dirigentes de la FI es en gran medida irrelevante. Así lo demostró la enorme tasa de abstención en las elecciones parciales de Villeneuve-Saint-Georges, en las que el 60 % de los votantes registrados no acudieron a las urnas, a pesar de la prominencia mediática de estas elecciones.
A pesar de todos sus errores, la Izquierda Unida conserva una base de apoyo masivo entre los sectores más explotados y oprimidos de la población. Sus reuniones, como la que se celebró recientemente en la Universidad Jean Jaurès de Toulouse, atraen a miles de personas. El potencial de la Izquierda Unida es considerable, pero sus dirigentees lo están desperdiciando al negarse a romper con el ala derecha del reformismo y a participar en una verdadera lucha, fuera del parlamento, contra el régimen capitalista francés. Esta es una de las contradicciones centrales de la situación actual.
En esta etapa, el Partido Comunista Revolucionario no tiene las fuerzas necesarias para compensar la perjudicial moderación de los dirigentes de la FI y la CGT. Pero sí tenemos el programa firme y las ideas del marxismo revolucionario. Esta es nuestra ventaja decisiva y la garantía de nuestro éxito futuro. La experiencia de la lucha de clases acabará convenciendo a millones de jóvenes y trabajadores de que la única manera de poner fin al declive social, la pobreza, el desempleo, la opresión y todos los flagelos del capitalismo es derrocar el sistema, expropiar a los grandes capitalistas y reorganizar la sociedad según líneas socialistas. Por eso hacemos un llamamiento a la creciente capa de personas que ya lo han entendido para que se unan a nosotros.
En este episodio de El Fantasma del comunismo, Rafael Zabalaga del Núcleo Comunista Revolucionario, introduce la Revolución boliviana de 1952, una de las revoluciones más profundas y proletarias de la historia del continente americano. Un suceso lleno de lecciones para los comunistas en toda América Latina.
El Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Elon Musk ha alimentado a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el organismo federal responsable de la prestación de ayuda exterior, «a través de una trituradora de madera». Los demócratas y el establishment liberal están en pie de guerra. Pero, aunque los comunistas reconocemos los cínicos motivos de Donald Trump para desmantelar USAID, lo que su congelación de fondos ha puesto de manifiesto es la verdadera naturaleza de este frente «humanitario» de la CIA para impulsar el «poder blando» del imperialismo estadounidense.
Durante semanas, Musk había presagiado el destino de USAID, calificándola de «irreparable» y no simplemente de «manzana con un gusano», sino de «bola de gusanos».
A última hora del viernes 31 de marzo, envió un equipo de ataque de «jóvenes ingenieros engreídos» de DOGE para tomar el control de los sistemas informáticos y los datos clasificados de USAID. La Casa Blanca confirmó que Musk actuó con su bendición; mientras que el secretario de Estado, Marco Rubio (que ha sido nombrado director en funciones de USAID), justificó la limpieza alegando que la agencia era un desperdicio de dinero y que su personal era culpable de «insubordinación manifiesta».
Los demócratas han denunciado la «toma de poder» de Musk, y el senador de Nueva Jersey Andy Kim (que trabajó anteriormente para la agencia) publicó en las redes sociales:
«[USAID] es una herramienta de política exterior con orígenes bipartidistas que es fundamental en este peligroso entorno global. Destruirla significa destruir nuestra capacidad para competir y mantener a Estados Unidos a salvo» [el énfasis es nuestro].
Curiosa formulación para una organización que supuestamente tiene objetivos humanitarios. El senador de Vermont y autodenominado socialista democrático Bernie Sanders, que condenó la operación de Musk, respaldó tales pretensiones:
«Elon Musk, el hombre más rico del mundo, está desmantelando USAID, que alimenta a los niños más pobres del mundo… Esto es la oligarquía en su peor expresión».
Sanders (quien también votó para confirmar al notorio reaccionario Rubio como Secretario de Estado) tergiversa por completo el verdadero propósito de USAID. Él y otros demócratas están defendiendo una herramienta de intromisión imperialista estadounidense. La repentina crisis de financiación a la que se enfrentan los medios de comunicación «independientes» y los llamados grupos de la «sociedad civil» en muchos países está poniendo de manifiesto este hecho.
Medios de comunicación independientes: pagados por el Tío Sam
Según un memorando filtrado, USAID financió a 6200 periodistas, 707 medios de comunicación no estatales y 279 organizaciones de la sociedad civil del sector de los medios de comunicación en 2023. En una declaración, Reporteros sin Fronteras (RSF) protestó por el hecho de que la eliminación de USAID «crearía un vacío que beneficiaría a los propagandistas y a los Estados autoritarios» [énfasis nuestro].
Según RSF, cuando USAID da dinero a los periodistas, no está pagando por propaganda, sino simplemente promoviendo el «libre flujo de información». Da la casualidad de que las plataformas «independientes» de la cartera de USAID impulsan la agenda de política exterior de Washington y avivan la disidencia contra sus enemigos.
Por ejemplo, el 90 % de los medios de comunicación ucranianos sobreviven, según se informa, gracias a subvenciones, en su mayoría de USAID, lo que plantea la pregunta de cómo pueden considerarse «independientes». Según Detector Media, «el organismo de control del periodismo», la congelación de la ayuda de Trump ha puesto en peligro «tres décadas de trabajo y las crecientes amenazas a la condición de Estado de Ucrania, a los valores democráticos y la orientación prooccidental» (el subrayado es nuestro).
Del mismo modo, los medios de comunicación de la oposición rusa se han visto sumidos en el caos. Según uno de esos medios (The Bell): «La mayoría de las ONG y medios de comunicación rusos en el exilio dependen de subvenciones como su principal —y a veces única— fuente de financiación, y una parte importante procede de Washington». Aquí tenemos la confirmación, de primera mano, de que la oposición liberal rusa es un títere pagado por el imperialismo estadounidense.
USAID también es un importante patrocinador de la prensa contrarrevolucionaria gusano, que ahora ha recibido un duro golpe.
Por ejemplo, CubaNet, con sede en Miami (que recibió 500.000 dólares de USAID en 2024 para atraer a «jóvenes cubanos de la isla a través de un periodismo multimedia objetivo y sin censura») y Diario de Cuba, con sede en Madrid, se han visto obligados a publicar cartas de mendicidad en línea, en las que piden donaciones a los lectores para mantenerse a flote.
Muchos de estos sitios web se verán obligados a cerrar. El Miami Herald, portavoz del exilio cubano partidario de Trump, expresó su agudo sentimiento de traición ante el ataque a USAID, escribiendo que: «Los recortes de ayuda exterior de Trump son una bendición para los dictadores de China, Venezuela y Cuba».
Evidentemente, estas plataformas no se oponen a la propaganda en sí, sino a la idea de que los propagandistas pro-estadounidenses pierdan su liderazgo en el mercado.
Las ONG, la «sociedad civil» y el poder blando
Como instrumento del «poder blando» estadounidense, USAID ha invertido mucho en «organizaciones no gubernamentales» (ONG) a lo largo de los años. Estos organismos aparentemente benignos, que hacen hincapié en los «derechos humanos», la «democracia» y otras virtudes similares, se enfrentan al colapso ahora que Trump ha cortado los hilos de sus marionetas.
Según un informe del 5 de febrero en el sitio web (financiado por el estado estadounidense) Voice of America, USAID destinó 211 millones de dólares a Venezuela (que sigue sometida a fuertes sanciones estadounidenses que matan de hambre a los trabajadores y a los pobres), incluidos 33 millones de dólares para grupos de vigilancia de la «democracia, los derechos humanos y la gobernanza».
El líder de uno de esos grupos (que recibió el 75 % de su financiación de EE. UU.) se quejó de que: «Trump está haciendo lo que Maduro no ha podido hacer: asfixiar a la sociedad civil».
Utilizar el dinero de los contribuyentes para construir una «sociedad civil» (es decir, una base de oposición antigubernamental) es una política imperialista de larga data en América Latina. El hecho de que muchos de estos grupos se encuentren ahora sumidos en una crisis pone de manifiesto precisamente que estos grupos «democráticos», de clase media y de la sociedad civil son, en general, poco más que vectores de los intereses imperialistas estadounidenses. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador emitió una carta pública en 2023 en la que exigía al entonces presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que retirara los fondos de USAID a los grupos subversivos que trabajaban contra su gobierno. No se trataba de mera paranoia.
Por ejemplo, de 1996 a 2003, USAID concedió a la empresa de «desarrollo sostenible» Chemonics International un contrato de 15 millones de dólares para implementar un programa de «Desarrollo Democrático y Participación Ciudadana» en Bolivia, con el fin de conseguir apoyo para el presidente pro-estadounidense Gonzalo Sánchez de Lozada.
Al mismo tiempo, trató de socavar el apoyo de los trabajadores y campesinos opuestos a la explotación de las ricas reservas minerales de Bolivia por parte de corporaciones internacionales al partido Movimiento al Socialismo (MAS).
Tras la victoria en 2006 del presidente Evo Morales y el MAS en Bolivia, el número de ONG patrocinadas por USAID en el país se triplicó de 600 a 2000 y de repente se interesaron mucho por el historial de Bolivia en materia de derechos humanos y medio ambiente. Morales (con toda razón) expulsó a USAID en 2013 por inmiscuirse en los asuntos del país.
USAID también tiene sus tentáculos enredados en Europa del Este, donde las ONG patrocinadas por Occidente crecieron como la espuma tras la caída de la URSS. Ahora todas están en pánico porque el dinero se está agotando.
Por ejemplo, la Asociación Promo-LEX, una «ONG pro democracia y de derechos humanos» de Moldavia, afirma que los fondos de la USAID representan entre el 75 y el 80 por ciento de sus proyectos, que incluyen la supervisión de elecciones, la financiación política y la supervisión parlamentaria para combatir la «injerencia rusa».
Su director, Ian Manole, advirtió a ABC que comprometer sus operaciones podría conducir a «[un] gobierno antioccidental [que] podría afectar la trayectoria europea de Moldavia y… desestabilizar significativamente a toda Europa del Este y la región del Mar Negro».
Valeriu Pasa, presidente del grupo de expertos WatchDog, con sede en Chisináu, señaló que Estados Unidos se beneficia «de que seamos más democráticos y desarrollados, lo que garantiza que no nos convirtamos en una colonia rusa o china».
En otras palabras: por favor, no detengan la buena clase de interferencia política, ¡o terminaremos con la mala clase de interferencia política! La capacidad de las ONG para ejercer presión en Europa del Este (con la excusa de combatir la «injerencia rusa») quedó patente el año pasado en Rumanía. La ONG Context, financiada por USAID, difundió la afirmación de que las publicaciones en redes sociales manipuladas por el Kremlin llevaron a la victoria de Călin Georgescu (un populista antinato) en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del año pasado.
Basándose en estas endebles acusaciones, el Tribunal Constitucional anuló los resultados, aparentemente en nombre de la democracia.
Muchas ONG patrocinadas por USAID ocultan su verdadero propósito tras la política de identidad, profesando su apoyo a los derechos de la mujer, los derechos de las minorías, los derechos de las personas LGBT, etc. Esto se ha aprovechado ahora para justificar el desmantelamiento de la agencia, con Trump prometiendo erradicar el gasto «despierto» y Musk ridiculizando a USAID como un «nido de víboras de marxistas de izquierda radical [sic]».
De hecho, la apariencia de liberación no es más que un caballo de Troya que oculta el cabildeo proimperialista de USAID; por no mencionar que embota la oposición a los regímenes pro-estadounidenses al canalizar la ira de los trabajadores y la juventud radical hacia operaciones «apolíticas» y monotemáticas que dependen del dinero occidental, dinero que invariablemente corrompe a los jóvenes activistas.
Como el sociólogo James Petras escribe sobre la explosión de ONG extranjeras en los años 80 y 90:
«A medida que el dinero externo se hizo disponible, las ONG proliferaron, dividiendo a las comunidades en feudos en guerra que luchaban por obtener una parte de la acción. Cada «activista de base» acorraló a un nuevo segmento de los pobres (mujeres, jóvenes de minorías, etc.) para crear una nueva ONG […]. Cuando millones de personas pierden sus empleos y la pobreza se extiende a importantes sectores de la población, las ONG se dedican a la acción preventiva: se centran en «estrategias de supervivencia» y no en huelgas generales; organizan comedores sociales y no manifestaciones masivas contra los acaparadores de alimentos y […] el imperialismo estadounidense».
¿Caridad o chantaje?
Los defensores de USAID señalan que la agencia es responsable del 42 por ciento de toda la ayuda mundial para la atención sanitaria, el suministro de agua, las infraestructuras, etc., que ahora se ha visto sumida en el caos. Esta es la justificación para que los «izquierdistas» como Sanders se alineen con los liberales para defender USAID y su supuesta misión «benevolente». Sin embargo, la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, con sede en Washington, afirma abiertamente la cínica lógica que sustenta esta política «humanitaria»:
«La idea de que la ayuda exterior de EE. UU. ha sido una especie de festival de generosa caridad desconectado de los intereses de EE. UU. es ridícula. Basta con mirar la lista de los mayores receptores de ayuda estadounidense: no es casualidad que casi todos sean socios de seguridad o países de interés para la seguridad».
Esto se presenta como una defensa de la labor de la agencia positiva y pragmática.
Históricamente, USAID se ha utilizado como palanca para obligar a los países pobres y dependientes de la ayuda a apoyar la agenda de Washington. Por ejemplo, un estudio de la ONU de 2006 demostró que el apoyo de USAID se correlacionaba con los votos del Consejo de Seguridad en línea con la política estadounidense. Y cuando el régimen yemení votó en la ONU en contra de una intervención liderada por Estados Unidos en la Guerra del Golfo, el embajador estadounidense Thomas Pickering se acercó al embajador yemení y le dijo: «Ese ha sido el voto en contra más caro que jamás haya emitido». Inmediatamente, USAID cesó sus operaciones y financiación en Yemen.
Lo que preocupa al ala liberal del imperialismo no es que la gente sufra como resultado del recorte de USAID, sino que los enemigos de Estados Unidos puedan beneficiarse políticamente al tratar de intervenir para aliviar ese sufrimiento. Esto se explicó en un artículo delNew York Times:
«Es probable que las consecuencias de la congelación de la ayuda tengan repercusiones geopolíticas, dando a los rivales estadounidenses, como China, una oportunidad para presentarse como un socio fiable».
La mayor parte del tiempo, el humanitarismo de USAID equivale a un chanchullo imperialista. En Irak, Afganistán, Haití, Etiopía y otros lugares, USAID ha subcontratado cada vez más proyectos humanitarios a «socios del sector privado» como Coca-Cola, Bechtel y DuPont (que creó el arma química Agente Naranja utilizada en Vietnam en la década de 1970).
Estos delincuentes se han fugado con miles de millones de dólares de los contribuyentes obtenidos de USAID. Según un informe de WikiLeaks, en 2022 solo el 10 % de la financiación de USAID permaneció en los países a los que se suponía que debía ayudar. El resto volvió directamente a EE. UU., y la mayoría acabó en las cuentas bancarias de grandes empresas de Washington.
El guante de terciopelo y el puño de hierro
Nada de esto es nuevo, ni siquiera especialmente secreto. USAID fue fundada en 1961 por el presidente John F. Kennedy «para contrarrestar la influencia de la antigua Unión Soviética durante la Guerra Fría» (según el Miami Herald) y desde hace mucho tiempo está vinculada a la CIA.
El método de USAID para desarrollar el «poder civil» se desarrolló intensamente en América Latina en la década de 1960, donde se apoyó a organizaciones de la sociedad civil patrocinadas por Estados Unidos (incluidos sindicatos, grupos religiosos y organizaciones de derechos de la mujer) para mantener a los partidos de izquierda fuera de los cargos públicos.
Tras el derrocamiento de Salvador Allende en Chile en 1973, en un golpe de Estado respaldado por la CIA, las ONG, fundadas aparentemente para aliviar el sufrimiento de la gente, se utilizaron para mitigar y desviar la oposición radical a la junta militar de Pinochet.
Esto coincidió con la Operación Cóndor: una ola de terror de derecha patrocinada por Estados Unidos que se desató contra la izquierda en todo el continente. Durante este período, USAID presuntamente se asoció con la Oficina de Seguridad Pública de la CIA, que entrenó a la policía extranjera en técnicas de tortura, según un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de 1976.
Desde entonces, USAID ha seguido siendo un bastión del «poder blando» estadounidense en América Latina. Por ejemplo, en 2010, agentes de USAID intentaron fomentar un cambio de régimen en Cuba lanzando de forma encubierta una plataforma de redes sociales (ZunZueno), con el objetivo de fomentar el derrocamiento del gobierno cubano.
La operación fue un fracaso estrepitoso, al igual que el posterior intento de USAID de infiltrarse en la comunidad hip-hop clandestina de Cuba, con el contratista con sede en Washington Creative Associates International (con un acrónimo bastante similar a «CIA») financiando a artistas críticos con el gobierno de Raúl Castro con la esperanza de provocar un «cambio social».
USAID también trabajó para socavar al presidente Hugo Chávez en Venezuela, como parte de la campaña de Washington contra la Revolución Bolivariana.
USAID desplegó su Centro de Solidaridad, alineado con la AFL-CIO, para organizar a los burócratas sindicales de derecha en apoyo del golpe de Estado de 2002 contra Chávez; y un informe de WikiLeaks de 2013 reveló una estrategia, encabezada por USAID, de «penetrar en la base política de Chávez», «dividir al chavismo» y «aislar a Chávez internacionalmente».
Muchas de estas operaciones (y la actividad antes mencionada en Bolivia) se han llevado a cabo bajo la Oficina de Iniciativas de Transición (OTI) de USAID, que anteriormente tenía un presupuesto de cientos de millones de dólares y operaba en más de una docena de países, entre ellos Haití, Libia, Kenia, Líbano y Sri Lanka.
En su declaración de misión, la OTI afirma piadosamente que, aunque «no puede crear una transición ni imponer la democracia […] puede identificar y apoyar a personas y grupos clave comprometidos con una reforma pacífica y participativa» [el énfasis es nuestro].
O en lenguaje llano: no podemos derrocar directamente a los gobiernos y establecer otros nuevos en líneas favorables a Estados Unidos… pero podemos dar dinero y ayuda a quienes estén dispuestos a intentarlo. Por último, durante la guerra civil siria, USAID financió a los Cascos Blancos: una ONG «humanitaria» que en realidad es un frente de propaganda que ignoró las atrocidades cometidas por los grupos yihadistas anti-Assad en los que estaba integrada, como el Frente Al Nusra.
Hay muchos otros ejemplos que podríamos utilizar para ilustrar que cualquier ayuda genuina que USAID proporcione a las personas que sufren la guerra, la pobreza y las enfermedades es secundaria y accesoria a su papel como vector del imperialismo estadounidense, que en última instancia es el principal responsable de este sufrimiento para empezar.
¿Por qué ha hecho esto Trump?
Oficialmente, solo un acto del Congreso puede liquidar USAID, pero el organismo se ha convertido en un cadáver. Una directiva de cese de actividades ha puesto a miles de sus empleados en licencia administrativa, y solo quedan 300. Trump sugirió que ni siquiera sería necesaria la aprobación del Congreso, ya que USAID estaba plagada de «fraude» y dirigida por «lunáticos radicales».
No nos hacemos ilusiones de que Trump, Rubio o Musk estén motivados por sentimientos antiimperialistas. Debemos recordar que durante un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en Bolivia en 2019 (que es rica en litio, fundamental para las baterías de vehículos eléctricos), Musk se jactó en Twitter: «¡Daremos un golpe de Estado a quien queramos! ¡Aceptadlo!».
Por un lado, la deuda del gobierno de EE. UU. es exorbitante. Musk ha hecho mucho ruido sobre la destrucción de la burocracia federal para reducir costes. En el trato, él y Trump están jugando con la base de MAGA cerrando USAID como un golpe a los «bienhechores liberales».
A diferencia del enfoque totalmente entusiasta de Musk, Rubio dio marcha atrás en la retórica agresiva, diciendo que los proyectos de USAID críticos para la seguridad nacional de EE. UU. y la ayuda para salvar vidas se mantendrían bajo el Departamento de Estado. Es decir, entiende el valor de estas operaciones para la política exterior de EE. UU., especialmente en América Latina, y tiene la intención de preservar aquellos programas que son más importantes para los intereses del imperialismo estadounidense. Sin embargo, se alineó con la posición básica de Trump y Musk de «América primero»:
«Cada dólar que gastamos, cada programa que financiamos y cada política que aplicamos debe justificarse con la respuesta a tres preguntas sencillas. ¿Hace más segura a Estados Unidos? ¿Hace más fuerte a Estados Unidos? ¿Hace más próspera a Estados Unidos?»
En una franca entrevista, explicó cómo el cambio de la situación mundial ha influido en la política de Trump:
«No es normal que el mundo tenga simplemente una potencia unipolar. Eso fue una anomalía, fue producto del final de la Guerra Fría… Pero, con el tiempo, íbamos a volver a tener un mundo multipolar, con varias grandes potencias en diferentes partes del planeta. Nos enfrentamos a eso ahora con China y, hasta cierto punto, con Rusia».
Tras la bravuconería, Trump reconoce que el declive relativo del imperialismo estadounidense significa que ya no puede permitirse ni vigilar ni financiar al mundo. En opinión de Trump, malgastar miles de millones en lo que él llama «países de mierda» va claramente en contra de su mandato.
Esta es la mitad de la lógica que hay detrás de la liquidación de USAID. La otra mitad tiene que ver con la guerra de Trump contra las instituciones federales que limitaron su último mandato. Ha aprendido la lección y está imponiendo la ley con decisión. ¡Imagínese si alguno de los políticos y movimientos de izquierda que surgieron en la última década estuviera preparado para actuar con tanta determinación! Su incapacidad para canalizar y aprovechar la enorme ira de los trabajadores estadounidenses hacia el establishment ha permitido a Trump captar parte de este estado de ánimo, aunque a su manera reaccionaria.
A diferencia de los liberales y reformistas de frac, los comunistas no lamentamos la USAID. Que vaya a la trituradora de madera. No es tarea de los comunistas lamentar las instituciones liberales que Trump está demoliendo, sino luchar por su derrocamiento en una auténtica revolución socialista, no en esta «revolución de palacio» de un ala rival de la clase dominante como estamos viendo con Trump.
El siguiente es el segundo de una serie de tres partes de un discurso sobre perspectivas mundiales, pronunciado el martes 28 de enero en una reunión del Comité Ejecutivo Internacional de la Internacional Comunista Revolucionaria. La primera parte, que puede leerse aquí, analiza la convulsión en las relaciones mundiales, provocada por la presidencia de Trump.
Incluso antes de asumir el cargo, Trump había logrado un acuerdo de alto el fuego en Gaza. Biden no logró hacer eso. Esto tiene muchas implicaciones importantes.
La primera es que esto no tiene precedentes, porque la persona que presionó a Netanyahu para que firmara el acuerdo, el enviado de Trump a Oriente Medio, Steve Witkoff, es un hombre de negocios. También procede del sector inmobiliario, como el propio Trump, y en el momento en que estaba dando vueltas por Oriente Medio, era un ciudadano particular. No tenía ningún cargo oficial. Trump aún no estaba en el cargo. Sin embargo, fue él quien presionó a Netanyahu y lo obligó a firmar el acuerdo de alto el fuego.
Este mismo acuerdo de alto el fuego había estado sobre la mesa desde, como mínimo, en mayo del año pasado. Hamás ya lo había aceptado en julio de 2024. Biden lo estaba impulsando, pero Netanyahu empezó a inventar todo tipo de excusas y pretextos para sabotear el acuerdo.
Una de sus principales excusas fue que Israel tenía que mantener el control del corredor de Filadelfia, que es una estrecha franja de tierra que separa Gaza de Egipto. Netanyahu insistió, en julio del año pasado, y luego en septiembre del año pasado, en que se trataba de una cuestión crucial para la seguridad nacional israelí. Las Fuerzas de Defensa Israelí no podían retirarse de él bajo ninguna circunstancia, ya que de lo contrario Hamás podría cruzar a Egipto, de un lado a otro, y utilizarlo como línea de suministro.
El acuerdo dice precisamente lo contrario. Las Fuerzas de Defensa Israelí se están retirando del corredor de Filadelfia, y también del corredor de Netzarim, creado por las Fuerzas de Defensa Israelí para dividir la franja de Gaza por la mitad. Eso le da una indicación de que todas las protestas y sabotajes de Netanyahu no tenían nada que ver con los rehenes, ni con cuestiones serias de seguridad nacional, sino más bien con mantener la guerra para poder mantenerse en el poder.
Las negociaciones sobre el alto el fuego se reanudaron en diciembre, pero a medida que se acercaba la fecha de la toma de posesión de Trump, estaba claro que estaban a punto de fracasar. Trump había dicho: «Quiero un acuerdo antes de mi toma de posesión». ¿Qué pasó en ese momento? El periódico sionista liberal israelí Haaretz lo describió de la siguiente manera:
Witkoff estaba en Doha, donde se estaban llevando a cabo estas negociaciones, y en cierto momento se dio cuenta de que los negociadores israelíes estaban perdiendo el tiempo, que no tenían ni la intención ni la autoridad para firmar o acordar nada.
Así que Witkoff llamó a la oficina de Netanyahu y dijo: «Quiero reunirme con usted mañana, sábado». La oficina de Netanyahu intentó retrasar todo el proceso, argumentando que no era posible reunirse el sábado porque era el sabbat, que la reunión tendría que posponerse, etc.
Según Haaretz, Steve Witkoff dio una respuesta «fría», dejando claro que no le importaba si era el Sabbath, el día de descanso judío, y que la reunión iba a tener lugar de todos modos. No sabemos qué pasó en esa reunión, pero Witkoff debió de dar un golpe en la mesa y conseguir que Netanyahu firmara este acuerdo.
La firma del alto el fuego dejó a Biden completamente expuesto. Ha quedado claro que Estados Unidos tenía sin duda el poder de presionar a Netanyahu para que cambiara su política. La política de Biden de pleno apoyo a la campaña genocida de Israel en Gaza no dio a Washington ninguna influencia sobre Netanyahu, sino más bien al contrario.
El acuerdo de alto el fuego ha provocado una gran crisis en Israel, o más bien, la aceleración de la crisis política en Israel. Uno de los dos partidos de extrema derecha que forman parte de la coalición de Netanyahu ha abandonado el gobierno, y el otro ha amenazado con hacerlo.
Hace unos meses, Netanyahu incorporó a otro partido a la coalición, el de Gideon Sa’ar, para no depender tanto del apoyo de Smotrich y Ben Gvir, los líderes de los dos partidos de extrema derecha.
El alto el fuego también ha puesto aún más de manifiesto que uno de los principales intereses de Netanyahu a lo largo de la guerra era mantener el conflicto e incluso intensificarla, para poder mantenerse en el poder. Su propia supervivencia política personal jugó un papel importante. Esta es una de las razones por las que ahora está intentando provocar una guerra abierta en Cisjordania.
Un acuerdo de alto el fuego no le interesa y, por lo tanto, no es seguro que este acuerdo de alto el fuego se mantenga. Netanyahu también ha dicho públicamente que ha recibido garantías de Biden y Trump de que, tras la primera fase de este alto el fuego, podrá reanudar la guerra en Gaza.
En los últimos días, el alto el fuego en el Líbano estuvo a punto de romperse. La administración de Trump intervino de nuevo para asegurarse de que no se rompiera por completo.
En cualquier caso, está claro que el acuerdo de alto el fuego no puede describirse como una victoria para Israel. No ha logrado ninguno de sus objetivos de guerra, que eran liberar a los rehenes por la fuerza militar y destruir Hamás.
El ejército israelí es uno de los más poderosos, si no el más poderoso, de Oriente Medio, con acceso a tecnología muy avanzada, fuentes de inteligencia, armas de alta tecnología, armas de baja tecnología, amplios suministros de artillería, etc. Sin embargo, las Fuerzas de Defensa Israelí no han podido rescatar a los rehenes y, lo que es más importante, no han podido aplastar a Hamás, que era el verdadero objetivo de la guerra.
Según algunos informes de inteligencia estadounidenses de los últimos días, Hamás ha reclutado a 15 000 nuevos miembros desde el inicio de la guerra, que es más o menos la misma cantidad de personas que los israelíes dicen haber matado. Obviamente, sin embargo, estas personas no serán entrenadas o integradas en las estructuras militares en el mismo grado que los muertos por Israel. Hamás ha sido claramente debilitado por esto, pero ciertamente no ha sido destruido todavía.
¿Qué hemos visto en los últimos días? ¿Qué sucedió tan pronto como se retiraron las Fuerzas de Defensa de Israel? Las estructuras de Hamás han tomado el control. Ayer, en la plaza principal de la ciudad de Gaza, había agentes de policía de Hamás por todas partes, con uniformes limpios y bonitos, preparando un escenario para los rehenes que iban a ser liberados, con un gran número de hombres armados que mostraban de forma muy demostrativa que todavía tienen el control. Esto ocurrió en la plaza principal de la ciudad de Gaza, el lugar que las Fuerzas de Defensa de Israel habían peinado minuciosamente para asegurarse de que Hamás no estuviera en ningún sitio.
Esto es bastante extraordinario. Los combatientes de Hamás han pasado meses escondidos en túneles. Cortaron todas sus comunicaciones entre ellos por miedo a ser interceptados. Y ahora salen, habiendo reclutado a miles de nuevos miembros, y controlan la Franja de Gaza de nuevo.
Toda esta serie de acontecimientos: el ataque de Hamás del 7 de octubre; el fracaso de la campaña de Israel en Gaza; la actitud cínica de Netanyahu hacia los rehenes: tarde o temprano todas estas cosas deben tener un impacto en la conciencia de la clase trabajadora israelí.
Durante décadas, la clase dirigente sionista ha movilizado a la población israelí en torno a sus políticas con el argumento de que la única forma de garantizar la seguridad y el sustento de los judíos en Israel es mediante un Estado fuerte que venza a todos sus enemigos. El mito de su invencibilidad se ha roto. Con el tiempo, debe imponerse la idea de que no puede haber paz mientras no se resuelvan las aspiraciones nacionales del pueblo palestino.
Vale la pena preguntarse: ¿cuál es la política de Trump para Oriente Medio?
[Nota: este discurso se pronunció dos semanas antes de la visita de Netanyahu a la Casa Blanca y del anuncio de Trump de su planpara que Estados Unidos se haga cargo de Gaza]
Me parece que lo que quiere es un acuerdo de alto el fuego que conduzca a la reanudación de los Acuerdos de Abraham, es decir, a la normalización de las relaciones entre Arabia Saudí e Israel. En su publicación en las redes sociales en la que reivindicaba la responsabilidad del acuerdo, mencionó los Acuerdos de Abraham y el hecho de que Gaza ya no debería ser un «refugio para terroristas».
Por lo que sé, probablemente piensa que si consiguen crear crecimiento económico en la región, todos los problemas se resolverán y todo el mundo será feliz.
Esto no es todo lo que dijo. Ahora pregunta: «¿Por qué no trasladamos a toda la gente de Gaza a Jordania y Egipto? Podemos construirles casas en un lugar donde puedan vivir en paz».
En su mente, esto tiene sentido. Gaza ha sido completamente destruida. Llevará años reconstruirla, limpiar los escombros, construir nuevas viviendas e infraestructuras. Estamos hablando de décadas de reconstrucción que costarán mucho dinero. Básicamente, está pensando: «¿por qué no paga alguien más por esto?».
Y al mismo tiempo, probablemente esté pensando: «De esta manera puedo mantener contenta a la extrema derecha sionista. Quieren expulsar a los palestinos de Gaza. Así que vamos a darles eso también». Puede que quiera que los saudíes y los Estados del Golfo pongan el dinero. Ya se pueden ver los contornos de un plan así.
Sin embargo, es poco probable que el enfoque práctico y empresarial de Trump hacia la política funcione en Oriente Medio, o en cualquier otro lugar, para el caso.
No creo que Arabia Saudí pueda aceptar un acuerdo de normalización con Israel mientras no exista algún tipo de Estado palestino, aunque sea un pequeño Estado sin poder. No porque los gobernantes saudíes se preocupen por las aspiraciones nacionales de los palestinos, sino porque les preocupa ser derrocados si se considera que han traicionado a los palestinos de una manera aún más clara.
Además, si quieren tener un Estado palestino, ¿cómo van a lograrlo en las circunstancias actuales sin que Hamás controle Gaza? Los israelíes acaban de intentar durante 15 meses deshacerse de Hamás con una campaña brutal, y no han podido conseguirlo. Este es realmente un problema insoluble dentro de los límites de las soluciones capitalistas. Esa es la única conclusión que se puede sacar de ello. Y la situación se complicará más para Trump a medida que pase el tiempo.
El colapso del régimen de Assad
Quiero hablar brevemente sobre Siria, porque este es otro acontecimiento importante que ha ocurrido en las últimas semanas de una manera muy sorprendente y repentina.
Ya hemos analizado la caída del régimen de Assad en varios artículos. Esto fue parte de la situación mundial general que describimos anteriormente. Rusia estaba ocupada en Ucrania; Irán se había debilitado en el Líbano por la campaña de Israel.
Turquía tenía una especie de asociación con Rusia que se forjó en el transcurso de los reveses sufridos por Turquía, en la primera fase de la guerra civil siria. Pero Turquía y Rusia no son realmente aliadas. Así que, viendo el relativo debilitamiento de otras potencias que apoyaban a Assad, Turquía decidió que iba a hacer un movimiento.
Comenzaron presionando a Assad para llegar a algún tipo de acuerdo, que implicaría un mayor control por parte de los representantes turcos en Siria, permitiendo el regreso de un gran número de refugiados sirios que se encuentran actualmente en Turquía.
Assad, por alguna razón, decidió no llegar a un acuerdo. También estaba en conversaciones con otros países, incluidos los cataríes, y estaba bajo la presión de los israelíes. No quería llegar a un acuerdo con Erdogan.
Como resultado, Turquía lo presionó, y tan pronto como empezaron a presionar, todo el edificio se derrumbó. El régimen de Assad estaba tan podrido que no quedaba nada.
A veces tienes un armario de madera que ha sido devorado por las termitas. No se puede ver el daño desde fuera, pero un día vas y abres la puerta y todo se derrumba.
La situación que ha surgido tras el colapso del régimen de Assad es una en la que Turquía es mucho más predominante, pero aún no controla todo el país. Lo que vemos es el reparto de Siria entre diferentes potencias regionales.
Israel se ha aprovechado de esto para aumentar el territorio que controla en el sur, junto a los Altos del Golán, con vistas al sur del Líbano. Turquía controla el norte, el noroeste y la capital, Damasco. Los drusos controlan la esquina sur. Los kurdos controlan el noreste, pero su posición es muy frágil.
Aquí hay una lección. Los kurdos de Siria se unieron al imperialismo estadounidense y ahora dependen totalmente del apoyo de este para sobrevivir. Por eso el líder de las Unidades de Defensa del Pueblo Kurdo (YPG) acaba de enviar una carta servil a Trump, diciendo en efecto: «Podemos ser amigos. Somos los mejores defensores de sus intereses en esta región».
De manera camaraderil, deberíamos discutir esta lección con aquellos anarquistas e izquierdistas de Occidente, que tuvieron una actitud completamente acrítica hacia Rojava. Al fin y al cabo, los derechos de las naciones pequeñas son solo monedas sueltas en las maquinaciones de las grandes potencias.
La guerra en Ucrania
Luego llegamos a la guerra en Ucrania. Creo que Occidente y la OTAN han perdido la guerra en Ucrania. Creo que no hay forma de que puedan cambiar el rumbo de esta guerra. Rusia avanza a lo largo de la línea del frente, y el ritmo de avance se acelera.
En cada una de las coyunturas de esta guerra, el intento de Estados Unidos de proporcionar «armas maravillosas» que cambiaran el curso de la guerra ha fracasado por completo. Primero, tuvimos los tanques Leopard, luego los HIMARS, luego los F16, luego los misiles ATACMS. Más recientemente, se concedió permiso para utilizar misiles ATACMS para atacar objetivos dentro del territorio ruso. Cada vez ha fracasado en revertir el curso de la guerra.
El factor decisivo actualmente es la superioridad de Rusia en mano de obra y la incapacidad de Ucrania para reclutar más hombres para el frente.
Hay otros factores involucrados, por supuesto, como el agotamiento de las existencias de armamento en Occidente y los límites de la industria militar occidental para seguir abasteciendo a Ucrania, en comparación con la capacidad de la industria militar rusa para abastecer a sus propias tropas.
Por cierto, hay un punto interesante que se debe mencionar en relación con esta pregunta. Hace unos meses, cuando Occidente mantenía conversaciones con contratistas militares, los jefes de las industrias de armamento decían: «Sí, podemos producir más. Podemos invertir en nuevas plantas para producir más proyectiles y equipo militar, pero solo si nos dan un contrato a largo plazo. Si se trata solo de aumentar la producción durante los próximos seis meses, no vamos a invertir masivamente en capital fijo que no estamos seguros de poder utilizar más adelante». Así es como funciona la inversión capitalista.
Este no es el caso de Rusia, donde el Estado tiene ahora una política intervencionista en la economía, para asegurarse de ganar la guerra. El Estado dice que estas fábricas van a trabajar las 24 horas del día, los 7 días de la semana, y que van a suministrar el material necesario para el ejército. Ya sean fábricas estatales o privadas, ahora están bajo el control del Estado.
Este es un ejemplo que demuestra que la planificación estatal, de una forma u otra, es muy superior a la anarquía de la economía de libre mercado, incluso cuando se trata de suministrar armas para la guerra.
Este es un punto que Ted Grant planteó durante la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento, Gran Bretaña estableció consejos industriales a través de los cuales se decía a las fábricas y a los propietarios privados de capital: «Debéis producir esto en tal fecha y en tal cantidad». Esto era efectivamente una forma de planificación estatal. Cuando se trata de cosas importantes, los propios capitalistas no lo dejan en manos del libre mercado.
La idea de que las sanciones occidentales iban a dañar la economía rusa hasta el punto de impedir o dificultar el esfuerzo bélico ha demostrado ser completamente falsa. La economía rusa está creciendo y está produciendo lo suficiente para sostener esta guerra.
Cuando se tienen en cuenta todos estos otros factores, el factor crucial es la incapacidad de Ucrania para reclutar suficientes hombres para luchar. Este ha sido el caso durante meses. Alguna información se ha filtrado en artículos de los medios de comunicación occidentales, pero la situación real es completamente desastrosa.
Muchas personas se ofrecieron como voluntarias para luchar al comienzo de la guerra. En ese momento, se veía como una guerra de defensa nacional y hubo una ola de patriotismo. Estas personas han estado en el frente durante años sin ninguna rotación. Están completamente agotadas. Pero al menos son tropas entrenadas y aguerridas que saben un poco sobre cómo luchar.
Pero lo que tenemos ahora son formas cada vez más autoritarias y violentas en las que el Estado está intentando reclutar a un gran número de personas en el ejército por la fuerza a través del servicio de reclutamiento y movilización, TCC. Recientemente hubo un escándalo en el parlamento ucraniano en el que un miembro del parlamento del partido gobernante de Zelensky dijo: «Esto no puede seguir así, los oficiales de reclutamiento en Járkov actúan como un ejército de ocupación, incluso estableciendo puntos de control de filtración». Buscan a hombres en edad militar, los meten en furgonetas y los envían directamente al frente. Los están secuestrando, en contra de su voluntad.
Esto ha generado resistencia y reacciones violentas. Desde hace meses, los oficiales de reclutamiento han estado utilizando furgonetas sin distintivos, porque la única forma de atrapar a la gente es por sorpresa.
Hubo una entrevista en el Daily Telegraph en Gran Bretaña sobre un día en la vida de un oficial de reclutamiento ucraniano. Al final del artículo le preguntaron: «¿Por qué haces esto?». Él dijo: «Creo que es mejor trabajar para TCC que esconderse de ella». ¡Su única motivación es que es mejor perseguir a la gente que ser perseguido! Ser oficial de reclutamiento al menos significa que no está en el frente, donde casi con toda seguridad moriría. Este es el verdadero estado de ánimo que existe ahora en Ucrania.
Otro ejemplo: Zelensky, con su estilo inimitable en el que todo lo que hace está subordinado a las necesidades de las relaciones públicas para mantener a Occidente de su lado, decidió que se iban a formar ocho nuevas brigadas. Serían entrenadas por Occidente según los mejores estándares de la OTAN.
Una de ellas fue la 155.ª Brigada Mecanizada. Hay 3500 hombres en una brigada. Fueron enviados a Francia para recibir un entrenamiento de alta calidad. Esto también fue una maniobra propagandística de Macron, quien, como sabemos, se enfrenta a muchas dificultades en casa y quería mostrarse como un hombre fuerte.
La 155.ª Brigada fue entrenada y luego regresó a Ucrania, donde fue enviada al frente en Pokrovsk, una de las zonas más calientes de la línea del frente, que los rusos han estado rodeando progresivamente durante meses. ¿Qué pasó? La brigada se deshizo antes de disparar su primer tiro. Unos 1700 hombres desertaron, ausentándose sin permiso. Unos 50 de ellos ya habían desertado en Francia.
Zelensky no quiere oír la verdad, por lo que los generales que le rodean no le dicen la verdad sobre la situación real. Cuando los comandantes sobre el terreno, que se supone que deben informar de cualquier cambio o problema en su sector, no lo hacen, resulta imposible planificar nada.
Digamos que una unidad es empujada hacia atrás desde la posición que ocupa. Esto no se informa a la cadena de mando por miedo a que sean sancionados. Así que no hay información veraz. La unidad que está al lado de esta piensa entonces que la posición sigue siendo ucraniana. Entonces, de repente, están completamente rodeados por las fuerzas rusas.
¡El número total de soldados ucranianos que se han ausentado sin permiso podría llegar a los 200 000! Más de 90 000 han sido acusados oficialmente de deserción desde 2022, la gran mayoría de ellos en 2024, lo que significa que la tasa se está acelerando. Se trata de personas que un día deciden que ya no quieren estar en primera línea y se van, o se les da licencia médica y nunca vuelven a sus unidades.
El último escándalo en Ucrania es que ahora están enviando especialistas de la Fuerza Aérea al frente como soldados de infantería. Se trata de personas que han sido entrenadas en el uso de drones, en la detección de misiles entrantes y demás, para la defensa aérea. Son personal altamente capacitado y especializado que ahora está siendo sacado de la Fuerza Aérea y enviado al frente. Desde un punto de vista militar, esto es un completo desperdicio de habilidades.
Me parece que esta situación no puede prolongarse mucho más. Somos dialécticos. Llegará un punto en el que estas pequeñas pérdidas incrementales podrían convertirse en un colapso total del frente.
La desmoralización en el ejército, que es un reflejo de la desmoralización en la sociedad, se ha acelerado con la llegada de Trump al poder. Ha dicho que pondrá fin a la guerra en veinticuatro horas y que llegará a un acuerdo con Putin. ¿Cuál cree que será el impacto de esto en Ucrania para los líderes políticos, los líderes militares y los hombres en el frente?
Algunos informes en los medios de comunicación occidentales sobre la opinión de las tropas dicen que los soldados ucranianos apoyan a Trump, ya que quieren poner fin a la guerra. Un exministro ucraniano fue citado por el diario Politico hablando del impacto de Trump en la guerra: «Puede que no sea bueno, pero será mucho mejor que con Biden… [él] gestionó la guerra como una crisis: pensó que si aguantaba lo suficiente, la tormenta pasaría. Pero no está pasando. Trump adopta la perspectiva de que tenemos que detener la tormenta. No le preocupa cómo se detendrá».
Esta parece ser la táctica de Trump: poner fin a la guerra. No está claro cómo pretende lograrlo, ni siquiera si será posible para él lograrlo. Lo que está claro es que si Trump dijera que Estados Unidos se retira de esta guerra, que es lo que está tratando de lograr, entonces la guerra terminaría.
La situación actual es una en la que la guerra ya se ha perdido, pero no ha concluido. Si EE. UU. se retira y detiene el suministro de ayuda militar, armas, suministros, etc., entonces habrá terminado.
Una derrota de la OTAN en Ucrania tendrá un gran impacto en la situación mundial. No será como cuando EE. UU. se vio obligado a abandonar Afganistán, incapaz de derrotar a lo que en efecto es un país muy atrasado. Estamos hablando de una gran guerra indirecta entre la OTAN y Rusia.
Rusia saldrá de esta guerra como la única potencia imperialista con un ejército que ha participado y probado los métodos de la guerra moderna. La guerra de Ucrania ha servido, como todas las guerras, de campo de pruebas para los métodos más modernos de guerra, el uso de drones, el uso de la guerra electrónica para contrarrestarlos, nuevos tipos de misiles, etc.
¿Cómo terminará la guerra de Ucrania?
¿Se puede llegar a un acuerdo para poner fin a la guerra? Diré que la única forma de llegar a un acuerdo es en los términos de Putin. Está ganando la guerra en el campo de batalla y cuanto más dure, más territorio ganará.
¿Cuáles son sus condiciones? En primer lugar, se quedará con todo el territorio que ha tomado. También quiere un compromiso escrito en piedra de que Ucrania nunca se unirá a la OTAN y seguirá siendo un país neutral. Eso también implica una reducción del tamaño del ejército ucraniano.
Lo que Putin estaba diciendo en el período previo a la guerra en diciembre de 2021 era: «Queremos una nueva arquitectura de seguridad en Europa». Lo que esto significa es: «Queremos que Europa y Estados Unidos reconozcan que Rusia es una potencia, y que dejen de entrometerse en nuestro patio trasero y de hacer movimientos agresivos contra Rusia».
En los debates que mantuvimos sobre la guerra en Ucrania cuando comenzó, algunos camaradas argumentaron que Occidente no podía permitir que se perdiera esta guerra. Argumentaron que, para Occidente, esta guerra es una importante cuestión de prestigio y que, por lo tanto, continuarían suministrando armas durante el tiempo que fuera necesario.
En aquel momento pensé que la guerra en Ucrania terminaría mucho antes con un acuerdo. Pensé que Occidente estaría dispuesto a reconocer la situación real mucho antes. Creo que argumenté que habría un acuerdo alrededor del otoño de 2022. Si recuerdan, se estaba discutiendo un acuerdo en Turquía, pero luego Boris Johnson se apresuró a ir a Kiev y les dijo que no firmaran y que Occidente los apoyaría «el tiempo que fuera necesario», hasta que se lograra la victoria sobre Rusia.
Me equivoqué y esos camaradas tenían razón.
En contra de su mejor juicio, Occidente ha seguido acumulando armas en una guerra que, como estaba claro desde hacía mucho tiempo, no podía ganarse. En gran medida, fue por razones de prestigio. Habiéndose embarcado en esta guerra, Occidente no puede ser visto perdiéndola. El error que cometí fue sobreestimar la capacidad del imperialismo occidental para actuar de forma lógica y racional.
Sin embargo, existen límites definidos (financieros, físicos y políticos) a la capacidad de Occidente para continuar suministrando armas. Estos límites se han alcanzado en gran medida.
En cuanto a esta cuestión de prestigio y al impacto que tendrá la pérdida de prestigio de EE. UU. en las relaciones mundiales, tal vez Trump piense que puede salirse con la suya porque puede echarle la culpa a Biden.
«Esta no es mi guerra, esta no es mi humillación, esto es un error o incluso un crimen cometido por Biden. Y nos estamos alejando de esto. Ya han muerto demasiadas personas». Esto es lo que está diciendo.
Trump también es un narcisista. ¡Algunos han dicho que quiere el Premio Nobel de la Paz! Esto no sería inusual para el comité del Nobel; ya han otorgado el premio a muchos personajes desagradables.
Así que, desde el punto de vista de Trump, probablemente piensa que si pudiera sentarse con Putin, a través de su encanto personal y sus relaciones personales, podría llegar a un acuerdo beneficioso para todos.
Este fue el contenido de la publicación de Trump en las redes sociales: «Me gustan los rusos. Los rusos nos ayudaron mucho en la Segunda Guerra Mundial. La economía rusa está en mal estado y le haré un favor a Putin si llegamos a un acuerdo».
Pero, obviamente, Putin no es idiota. Es muchas cosas, pero no un idiota. Y sabe cuál es la situación real, tanto de la economía rusa (que está en auge) como de la situación militar.
Trump cree que la guerra en Ucrania es un error, una pérdida de dinero y una pérdida de tiempo, y quiere ponerle fin. Pero la vida real es más complicada que las intenciones de Trump por sí solas.
Sin duda, tiene mucha influencia sobre Ucrania. Trump considera a Zelensky una molestia. Querrá embarcarse en negociaciones directamente con Putin y luego darse la vuelta hacia Zelensky y decirle: «Debes aceptar esto».
Se informó de que el jefe del servicio de seguridad de Ucrania, Budanov, dijo en una reunión a puerta cerrada con líderes de facciones parlamentarias y líderes militares que, a menos que entablen negociaciones serias, en seis meses Ucrania se enfrentaría a «una amenaza existencial». Zelensky también ha dicho que la prohibición de cualquier negociación con Putin, que él mismo promovió hace meses, no se aplica a él y que está dispuesto a sentarse a la mesa. Está claro que el gobierno ucraniano se ve obligado a reconocer la realidad. Intentarán sacar todo lo que puedan de estas negociaciones, pero no tienen mucha influencia.
¿Qué pasa si los europeos se oponen a las negociaciones o a los términos de un posible acuerdo? Trump dirá: «De acuerdo, esta es vuestra guerra. Adelante. Nosotros nos retiramos». Europa no está en condiciones de continuar la guerra indirecta contra Rusia sin Estados Unidos, ni desde un punto de vista económico, político o militar. Estos son los rasgos generales de la situación.
Trump rompe el manual de reglas imperialistas
¿Qué significa todo esto? Ha habido un cambio importante en las relaciones mundiales. También es un cambio en la forma de actuar de Estados Unidos.
The Economist publicó un editorial en el que afirmaba que Estados Unidos tiene ahora, «por primera vez en más de un siglo… ¡un presidente imperialista!». Estoy seguro de que mucha gente en Vietnam, Irak, Chile, Venezuela y Cuba se va a sorprender. Obviamente, todos los presidentes estadounidenses han sido imperialistas durante mucho tiempo. Más de un siglo, sin duda.
Pero The Economist podría estar en lo cierto, y es lo siguiente. En todo el período desde el final de la Segunda Guerra Mundial, o tal vez incluso antes, el imperialismo estadounidense mantuvo la pretensión de actuar en nombre de los derechos humanos, difundir la democracia y el «orden basado en normas», defender el «principio sagrado de la inviolabilidad de las fronteras nacionales», etc.
Actuaban a través de instituciones internacionales «multilaterales», aparentemente neutrales, en las que todos los países tenían voz y voto: las Naciones Unidas, la OMC, el FMI, etc.
En realidad, esto era solo una hoja de parra. Siempre fue una farsa. O bien los intereses del imperialismo estadounidense se expresaban a través de estas instituciones, o bien las ignoraban por completo.
La diferencia ahora es que a Trump no le importan en absoluto estas pretensiones. Parece decidido a romper todas las reglas y expresar las cosas más abiertamente, tal como son en realidad. Cuando dice que el Canal de Panamá y Groenlandia forman parte de los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos, está expresando el punto de vista de la clase dirigente estadounidense, sin ninguna escapatoria.
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Publicaremos la tercera y última parte de esta transcripción la semana que viene.
Como lo había anunciado antes de tomar la presidencia, Trump ratificó que el 5 de febrero entraría en vigor el cobro de aranceles de 25% a todas las mercancías que entraran a su país desde México y Canadá —exceptuando su petróleo que sería del 10%—, y el 10% para las mercancías de China. Esto se aplazó por un mes debido a las intensas negociaciones por parte de todos los involucrados. El gobierno mexicano se ha anotado una pequeña victoria, pero ¿a qué costo y cuánto va a durar?
Una nueva realidad bajo la era Trump
Trump es impredecible, si esta característica fuera la de una persona común y corriente simplemente no se le tomaría en serio, el problema es que él está sentado en la cúspide de la potencia imperialista más fuerte que jamás haya existido en la historia. Sus tonterías rápidamente pueden hacer entrar en pánico a inversionistas, presidentes y parlamentos.
Pero, como decía Shakespeare, en su locura hay un método. Sus comentarios y principalmente sus acciones van dejando una estela que nos permite ver hacia donde se mueven sus intenciones. Pero antes de entrar en esto podemos decir algunas palabras sobre su estilo o método de hacer política.
Trump no está hecho a imagen y semejanza de la burocracia gobernante tradicional, está formado en la dura batalla del sector inmobiliario de Nueva York. Es un empresario acostumbrado a negociar duro para conseguir sus objetivos. El gabinete de su gobierno está integrado por personajes como él, burgueses que están acostumbrados a mandar, reducir gastos, hacer “eficientes” a sus empresas y tener la última palabra en todo, cueste lo que cueste. No están acostumbrados a los trámites burocráticos ni a la diplomacia tradicional. Sus “métodos” de hacer política, a más de uno le están haciendo caer de la silla, porque rompen con todas las formalidades tradicionales y porque no les interesa seguir procedimientos administrativos para implementar sus propuestas. Esto le agrega una dosis de desequilibrio a todo el mundo y el periodo en que nos encontramos.
Más importante que esto es ver lo que hay de fondo en su política. Podría parecer desconcertante que, a diferencia de Biden, él esté planteando el alto a la guerra en Ucrania, forzó la negociación para frenar la masacre sionista en Gaza —aunque ahora dice que Gaza le va a pertenecer a los EEUU—, está retirando el apoyo a Europa y, en cambio, está planteando una ofensiva por recuperar el Canal de Panamá, disputar Groenlandia a Dinamarca y abrir una guerra comercial contra sus dos aliados más cercanos, México y Canadá.
En términos generales podemos decir que todo esto está relacionado con la idea de “hacer América más fuerte”. Estás acciones son un reconocimiento del declive relativo que ha sufrido el imperialismo norteamericano en el último periodo y se da cuenta que la forma de entrar en la batalla en las nuevas condiciones, —donde hay nuevas potencias disputando el mercado mundial, especialmente China—, es fortaleciéndose internamente para estar a la altura de los nuevos retos, no importa quien tenga que pagar por ello.
La manera en la que consiga estos objetivos es lo de menos, por ejemplo, no le importa destruir una relación comercial con sus socios más cercanos —México y Canadá— la cual se ha construido en los últimos 31 años, para Trump es más útil hacer que regresen las empresas a EEUU, que aprovechar las cadenas de producción que se han establecido durante todo el último periodo.
También es muy sintomático lo que está haciendo con Europa, la cual había sido una aliada incondicional a Biden y sus desastrosas ideas en la guerra de Ucrania. Ahora Trump les está amenazando con imponer aranceles, salirse de la OTAN y hacer que ellos paguen por el gasto militar en Ucrania. La burguesía europea está desconcertada y arruinada, impotente frente a las nuevas medidas.
La nueva política también está impactando a lo interior de los EEUU y tendrá grandes efectos. No estamos hablando de la política racista y antiinmigrante solamente, está atacando a la estructura del Estado desmantelando instituciones, ofreciendo retiros voluntarios, ajustando presupuestos, limitando derechos democráticos a las personas género diversas, etc. A mediano plazo todo esto va a tener consecuencias políticas y económicas.
Ya los inmigrantes se han organizado y movilizado, principalmente en las calles de Los Ángeles están llevando adelante un boicot a empresas como Coca Cola y Walmart. Ha habido algunas inconformidades de los trabajadores del Estado, pero aún no ha sido significativo. Está claro que lo que pretende es darle una rasurada profunda al Estado para ahorrar recursos y también para deshacerse de enemigos incómodos. Este plan de ajuste también llegará a la clase media y los trabajadores. Sus medidas económicas, como el destruir las cadenas productivas y regresar empresas a EEUU e intensificar las redadas contra trabajadores migrantes repercutirán en los bolsillos de la clase obrera norteamericana.
Trump y la amenaza contra los carteles mexicanos
El anuncio de los aranceles vino envuelto en una serie de ataques y amenazas contra el gobierno de Claudia Sheinbaum, diciendo que el gobierno era cómplice de los grupos del narcotráfico. Esto se suma al decreto firmado donde declara a los carteles de la droga organizaciones terroristas. Estas acusaciones tienen dos propósitos, por un lado, utilizan el gran problema de salud pública estadounidense —la gran cantidad de gente que está muriendo y siendo envenenada por las drogas— como argumento de fuerza para negociar a su favor frente al gobierno mexicano. La segunda, es para lavarse las manos olímpicamente, echando la culpa a México por esa situación tan brutal que se vive en los EEUU.
La negociación para que no impusieran los aranceles el 1 de febrero implicó que el gobierno mexicano movilizara 10 mil elementos de las fuerzas armadas a la frontera norte. Se puede decir que este es un costo menor que el de los aranceles. Si el argumento es económico seguramente es menos el mandar a la Guardia Nacional a la frontera. El problema es cómo va a afectar en la seguridad del resto del país la movilización de estos elementos a la frontera. Claudia ha dicho que no tendrá ningún efecto porque se han sacado de lugares donde no hay muchos problemas, pero esto no se puede creer.
La situación de violencia y descomposición social que afecta a estados como Sinaloa, Sonora, Zacatecas, Tamaulipas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Michoacán, Guerrero, Chiapas, Tabasco, Veracruz y Estado de México, no es poca. Son estados completos, desangrados por el conflicto entre bandas del narco y donde la presencia de la Guardia Nacional o el ejército atenúan un poco los delitos. Seguramente esta movilización a la frontera tendrá consecuencias y lo veremos a corto plazo.
El problema del tráfico de fentanilo no va a disminuir en un mes por la presencia militar en la frontera, porque es un problema que tiene muchas aristas. Esta medida podrá tener un efecto a mediano plazo, pero mientras exista la demanda en el mercado gringo, las drogas van a llegar por uno u otro lado.
Como lo hemos dicho antes, el problema del tráfico y consumo de droga es un problema complejo y resolverlo implicaría cerrar el tráfico de armas estadounidenses; incautar en el sistema bancario de ambos países cantidades ingentes de dinero provenientes del tráfico; detener a políticos y gente que trabaja en el Estado, de ambos países, que tienen vínculos con el tráfico —dentro de ellos estarían gente de la DEA, la CIA, guardias fronterizos y miembros del ejército mexicano y estadounidense—; detener y expropiar a banqueros, etc. Pero no se está hablando nada de esto. En este sentido, la lucha contra el fentanilo es un cuento, una moneda de negociación sobre otros temas.
Trump ha pedido a su gabinete que se revise a fondo la estrategia de seguridad nacional y antinarcóticos e implemente un “cambio fundamental en la mentalidad y el enfoque” y conseguir la “eliminación total” de los carteles. En un memorándum que había firmado el 5 de febrero se explica este llamado, propone que se juzguen en “fast track y de forma prioritaria a todos los capos del crimen organizado y lideres de las organizaciones delictivas para sentenciarlos a pena capital.” Estas medidas podrían tener cierto impacto en EEUU, pero en México no.
Una intervención armada de parte de EEUU traería serias consecuencias y no se ve como una probabilidad. El sentimiento nacional es muy vigente entre los trabajadores y campesinos pobres y no se quedarían con los brazos cruzados frente a un intento de intervención. Y esto no es porque exista una simpatía a los narcos, sino porque no van a estar dispuestos a permitir que el país imperialista entre y haga lo que a ellos les convenga. Este sentimiento nacional se complementa con un sentimiento antiimperialista que se vive en la juventud.
No podemos predecir hasta qué punto va a llegar Trump, pero sí podemos pensar que el problema del narcotráfico lo utilizará como un garrote para dar en la cabeza del gobierno continuamente y mantenerlo amenazado. Si decide dar un paso al frente, la situación cambiará radicalmente el estado de ánimo y provocará un movimiento que no se podrá mantener en los límites establecidos.
Las deportaciones de migrantes
En estas dos semanas que Trump ha estado en el poder, la Secretaría de Gobernación reporta que han sido deportados 8 mil mexicanos a territorio nacional, algunos más de otras nacionalidades. Ahí no para la cosa porque aviones de EEUU han salido a países como Venezuela, Colombia, Guatemala, El Salvador, Honduras y Panamá con más deportados. Además, ya se ha reportado el primer vuelo de inmigrantes a Guantánamo.
8 mil es una cantidad insignificante si tomamos en cuenta la cantidad de inmigrantes mexicanos que viven en los EEUU, los cuales se cuentan por millones. Es de esperarse que en las siguientes semanas y meses la cantidad siga creciendo y con ello incrementándose los problemas para el gobierno mexicano. Trump no está contento con la cantidad de deportados y ha pedido que se incrementen las detenciones.
Aparte de los deportados, Claudia debe lidiar con otro problema que está íntimamente relacionado a la política migratoria estadounidense. Tomemos en cuenta que en los primeros 8 meses del 2024 se reportaron que entraron al país 925,085 migrantes, la mayoría de ellos estacionados en estados como Tabasco y Chiapas. Los migrantes que buscaban llegar a los EEUU ahora buscarán refugio en México.
Nosotros los comunistas estamos de acuerdo que el gobierno mexicano dé asilo a todo migrante que lo requiera, nuestra política de principios es que no debería existir ningún límite migratorio para nadie. Una vez dicho esto, una cantidad importante de inmigrantes que ya no buscarán salir del país y las cifras que se siguen acumulando de deportados, meterá fuertes presiones al gobierno actual.
Hasta ahora se han habilitado 10 grandes centros de atención a migrantes en la frontera. El gobierno ha dicho que dará una tarjeta con 2 mil pesos a cada deportado para que pueda regresar a su lugar de origen. También ha facilitado asesorías legales en los consulados en EEUU, así como otorgado tarjetas que, en caso de ser detenidos les permita mantener sus ahorros.
En términos concretos un gobierno reformista como el mexicano no puede brindar una alternativa real a los inmigrantes. Solo liberando las fuerzas productivas de la propiedad privada se podría emplear a todo mundo reduciendo la jornada laboral sin reducción salarial, sin embargo, dentro del capitalismo esto está descartado.
Esta medida de parte del gobierno de Trump no es muy popular entre empresarios y granjeros estadounidenses, los salarios de los inmigrantes empujan a la baja los salarios de todos los demás; hay trabajos, principalmente en la agroindustria, que los trabajadores norteamericanos no quieren realizar, por lo pesado que son. Seguramente lo que se buscará es incrementar la cantidad de trabajadores temporales que se van a EEUU, con permisos delimitados y con un trabajo determinado. Aun así, tendrá un impacto negativo en la economía norteamericana.
La única razón por la cual se está impulsando esta política racista es para mantener una base de apoyo —la extrema derecha racista— motivada y en expectativa. La economía de los EEUU depende del trabajo de los migrantes legales e ilegales, algunos medios dicen que el 4% del PIB norteamericano proviene de los migrantes ilegales. Mientras sean expulsados más migrantes, mayores serán las contradicciones en la economía norteamericana y latinoamericanas que están recibiendo deportados.
El problema de los aranceles
A pesar de que la negociación dio como resultado el aplazamiento de la imposición del 25% de aranceles durante un mes, no está claro que se dé marcha atrás de forma definitiva. Este arancel va a tener un impacto brutal en la economía mexicana: las cifras nos dicen que entre el 80 y 90% de las exportaciones totales de México van a parar al vecino del norte.
México es el principal socio comercial de los EEUU, el intercambio entre ambos países es de 839 mil 900 millones de dólares anuales. Esto representa un aumento de 5.2% con respecto al año 2023. Estos son datos impresionantes y reflejan lo amalgamada que está la economía mexicana a la norteamericana, así como la dependencia que México tiene de esas exportaciones a los EEUU, las cuales representan un 40% del PIB.
Esta amenaza de imposición de aranceles, el trato a los migrantes ilegales y las amenazas con respecto al narcotráfico debe ser asumida por lo que son: un ataque imperialista contra el país. El gobierno imperialista de los EEUU, pensando en sus intereses, quieren deshacer esa integración que ellos mismos forzaron desde 1994, cuando se firmó el Tratado de Libre Comercio y ahora su continuación del T-MEC.
La economía mexicana desde esa fecha se fue organizando a partir de lo que el imperialismo fue dictando, creándose miles de armadoras, maquiladoras, aprovechando la mano de obra y los recursos naturales baratos —así como todas las facilidades de excepciones de impuestos y demás— para abaratar sus productos y ser competitivos en el mundo entero.
Principalmente las armadoras de automóviles fueron las grandes beneficiadas. Se montaron empresas de uno y otro lado de la frontera y vías férreas por las cuales pasar las mercancías varias veces al día. Las empresas se aseguraron de que los trabajos que tocaban al lado mexicano fueran los menos cualificados y más repetitivos, con poco valor agregado.
Miles de empresas invadieron la franja fronteriza y estados como Querétaro, Aguascalientes, Jalisco, Puebla, etc. Esto se vendió, por parte de los gobiernos priistas como un logro y se llegó a decir que nos iba a colocar en el primer mundo, sin embargo, después de 31 años nada de gloria hay en aquellas medidas. El proceso de industrialización se dio bajo la lógica de las necesidades imperialistas, no para solucionar los problemas fundamentales que vive la clase obrera de este país.
La gran paradoja es que el gobierno de AMLO y ahora el de Sheinbaum lejos de romper este esquema económico de subordinación, impulsaron una integración y dependencia mayor. El desarrollo de los grandes proyectos de infraestructura durante el gobierno anterior tenía ese fin, atraer a los grandes capitales estadounidenses que pudieran invertir en México. Lo que se estaba anunciando el año pasado como el “Milagro Mexicano” fue básicamente una coyuntura que el gobierno estaba aprovechando, el llamado nearshoring, un reacomodo del gran capital por la guerra comercial entre China y EEUU buscó un lugar seguro para que sus mercancías pudiesen entrar en el mercado estadounidense. Quien mejor aprovechó esto fue la burguesía china, principalmente las armadoras de autos eléctricos.
Desde el 2017, el año en que Trump comenzó a imponer aranceles a mercancías chinas, en su primer periodo presidencial, las inversiones del país oriental comenzaron a incrementarse en México. Del total de las inversiones chinas en México el 77% se dieron entre el 2018 al 2024. Son 1069 empresas chinas quienes registran los flujos de inversión extranjera directa. Aunque la cantidad invertida desde el 2006 al 2024 es de 2549 mdd —aún es poca en comparación con la estadounidense—, están orientadas en sectores claves, como lo es el automotriz, principalmente coches eléctricos. Además, entre instituciones educativas y ciertas instancias del gobierno se piensa que hay un subregistro de las inversiones chinas, las cuales pueden ser entre 6 y 9 veces mayores, esto porque hay mucho capital chino que no viene directo de China, sino de paraísos fiscales e incluso de EEUU —empresas que han salido de allá para plantarse aquí—.
Además de estos datos, que son muy relevantes para entender qué es lo que hay detrás de la amenaza de aranceles, debemos decir otra cosa, desde el 2000 al 2024 el valor del intercambio comercial entre China y América Latina se incrementó en 35 veces, pasando de 14 mil mdd a 500 mil mdd. China exporta a América Latina 22% del total de sus exportaciones y absorbe el 13% de las importaciones de los países latinoamericano. Si se quita a México de la lista, el porcentaje sube exponencialmente. Solo en países como México, Centroamérica y Colombia, Estados Unidos es dominante con respecto a la comercialización. En el resto del continente es China quien domina como socio comercial.
EEUU entiende perfectamente que la batalla central en estos momentos es con China, lo ha dejado claro en varias ocasiones, esto es lo que motiva su intención por Groenlandia y su interés renovado por el Canal de Panamá, país que ya dio un giro significativo al salir de la ruta trazada por China como prioritaria, por las amenazas imperialistas de los gringos. Trump también ha dicho claramente que es por México donde entran mercancías chinas al mercado estadounidense, aprovechando el tratado comercial. Esta es la razón de la exigencia del gobierno norteamericano a revisar el T-MEC este año.
La finalidad del gobierno de Trump al imponer aranceles a México y Canadá, son dos, por un lado proteger su mercado de mercancías chinas, principalmente de automóviles eléctricos. Por otro lado, quiere forzar a las empresas norteamericanas y demás capitales extranjeros a regresar a los Estados Unidos para aumentar su capacidad industrial.
No es posible saber hasta dónde va a llegar Trump con esto, pero no es muy seguro que vaya a dar marcha atrás en sus ideas de hacer “América más fuerte”. Es posible que dentro de las negociaciones para evitar aranceles y la revisión al T-MEC vengan fuertes exigencias como el evitar que el gobierno mexicano vete la utilización de maíz transgénico, que toda inversión a México tenga que ser aprobada por un comité binacional donde EEUU tenga poder de veto y decidir quién invierte en el país e incluso que se impongan aranceles diferenciados a algunas mercancías en específico o que el monto de estos no sea del 25 sino del 10%.
Tenemos que ir siguiendo el transcurso de las negociaciones que hay entre el imperialismo y el gobierno mexicano. El mercado mundial es el reflejo de la inutilidad de los Estados nacionales, la integración económica mundial no es errónea en sí, pero bajo el capitalismo y el dominio imperialista, esta integración sirve para mantener el control de unos pocos burgueses encima de millones y millones de seres humanos. Los comunistas no queremos una economía aislada, sino aspiramos a una federación de repúblicas socialistas de América donde puedan colaborar armoniosamente para solucionar la pobreza y cuidar el medio ambiente. Para lograr esto necesitamos terminar con el capitalismo en México, EEUU y todo el mundo.
Lo que Trump tiene en mente es una economía nacional fuerte, por eso no le interesa mucho mantener la integración económica anterior, solo si le es útil a sus planes la mantendrá. El gobierno reformista de México no tiene un plan serio para salir del atolladero, incluso sustituir importaciones dentro del capitalismo es limitado, y tomemos en cuenta que ahora México no tiene las capacidades para hacerlo.
Una política revolucionaria frente a los ataques imperialistas implicaría expropiar las empresas de capital norteamericano y nacional, y ponerlas a funcionar bajo control de los trabajadores. Este debería de ser el primer paso para una economía planificada donde la prioridad sean necesidades de la gente, al tiempo que luchamos por extender la revolución a los EEUU.
Está muy lejos de esto lo que plantea el gobierno de Claudia Sheinbaum. El Plan México estaba ofreciendo integrarse aún más a los EEUU, sustituir las exportaciones chinas por mexicanas y mantenerse cómodo bajo el ala imperialista. El problema es que ahora, para Trump este modelo ya no es funcional. Alguna otra idea tendrá que proponer el gobierno mexicano, pero siempre bajo las márgenes capitalistas.
Una posición antiimperialista y anticapitalista
La vieja izquierda nacional —reformistas de todo tipo y supuestos socialistas— tenían la demanda de terminar con el Tratado de Libre Comercio y aspiraban a regresar a los buenos tiempos del nacionalismo priista, cuando el Estado capitalista y burocrático tenía el control de empresas claves y daba trabajo a millones de trabajadores. Su principal demanda es: contra el neoliberalismo, en otras palabras, por un capitalismo nacional. Es por esto que defienden con uñas y dientes la política del gobierno de AMLO y ahora el de Sheinbaum, que plantea un nacionalismo de palabra, aunque en términos económicos dependa de los EEUU.
Lógicamente que estos sectores cierran brecha ahora con la presidenta frente a los ataques imperialistas, pero no critican absolutamente nada sobre los errores que estos gobiernos han cometido, como por ejemplo el Plan México y su intención de aumentar la dependencia económica con los EEUU o la posibilidad de más concesiones para empresas mineras.
Nosotros los comunistas denunciamos estos ataques imperialistas y creemos que debemos de levantar una gran movilización para defendernos, incluso pasar a la ofensiva expropiando las empresas, como ya lo mencionamos. El llamado que está haciendo el gobierno de “defensa de la soberanía nacional” lo tomamos con cuidado, porque hay una diferencia entre cómo entiende un trabajador y como lo entiende este gobierno y la burguesía nacional.
Para los trabajadores defender la soberanía implica sacudirnos el yugo imperialista, nacionalización de empresas de capital gringo, agitar sobre la independencia económica y que todo ello se refleje en los niveles de vida de nuestra clase.
Para la burguesía y para este gobierno la defensa de la soberanía nacional implica un pacto entre los burgueses nacionales y todos los que apoyan este gobierno, un Frente Unido, que defienda los intereses de la burguesía nacional: darles facilidades para que inviertan, por ejemplo, que paguen menos impuestos o que el gobierno les financie sus ‘inversiones de riesgo’ sin que ellos tengan que arriesgar nada.
Pensamos que el sentimiento nacionalista de la clase obrera es progresista en el sentido que repudia el ataque imperialista, pero solo es medio camino, el restante es la necesidad de oponernos firmemente al imperialismo americano pero tomando medidas anticapitalistas: organizarnos en las empresas, fábricas maquiladoras de la frontera norte y del país para evitar un posible cierre, en caso de que los dueños quieran sacar su producción del país: organizar a la clase obrera en ambos lados de la frontera para detener las redadas de migrantes y cuidarles de ataques racistas; no debemos de pensar en una industria nacional sino internacional pero sobre bases socialistas, donde la prioridad de la producción sean las necesidades de la gente y el cuidado del medio ambiente, no el interés imperialista o de la burguesía nacional.
Debemos organizarnos y agitar contra el imperialismo y contra el capitalismo a los dos lados de la frontera, entre los trabajadores, los jóvenes y las mujeres, en defensa de nuestros derechos como lo puede ser: emigrar con libertad y seguridad, un empleo digno, salarios suficientes, sanidad pública de calidad, respeto a los derechos democráticos de las mujeres como el aborto y por los derechos de la comunidad género diversa, etc. Estas consignas son importantes para organizar a los diferentes sectores en lucha, pero quedarían inconclusas si no planteamos también la lucha contra el capital.
Te invitamos a organizarte con nosotros y luchar por un programa antiimperialista y anticapitalista contra los ataques de Trump.
Goma, la ciudad más grande del este del Congo, ha caído en manos del grupo rebelde «M23». En el momento de redactar este informe, no está claro cuanto de la ciudad está bajo control rebelde, pero, según se informa, el sonido de los disparos que había llenado la ciudad ha amainado.
[Puede encontrar más material sobre la violencia en el Congo aquí: «Crisis en el Congo» (2024)]
Circulan vídeos de las tropas del M23 patrullando las calles, mientras los soldados congoleños son acorralados o buscan refugio en el recinto de la ONU en la ciudad. Se ha cortado el suministro de agua y electricidad a esta ciudad de 2 millones de habitantes. Los trabajadores sanitarios informan de que los hospitales están abarrotados de heridos, violadas y moribundos. Las calles están llenas de cadáveres.
La mayor parte de la provincia de Kivu del Norte, de la que Goma es la capital, está ahora en manos del M23. El grupo rebelde está trabajando ahora para establecer una administración permanente en Goma, tras haber matado al gobernador de Kivu del Norte la semana pasada.
La noticia de la caída de Goma ha provocado manifestaciones masivas en ciudades congoleñas en apoyo del ejército congoleño (las FARDC) y contra la vecina Ruanda, que es ampliamente conocida por apoyar a los rebeldes. En Kinshasa, se han prohibido las manifestaciones después de que los manifestantes asaltaran diez embajadas extranjeras, entre ellas las de Ruanda, Uganda, Estados Unidos y Francia.
El presidente congoleño Félix Tshisekedi ha desestimado los llamamientos a un alto el fuego, procedentes de la ONU, la Unión Africana y una serie de jefes de Estado, y ha prometido recuperar todo el territorio perdido. Mientras tanto, los combates continúan, y se informa de que el M23 se está dirigiendo ahora hacia la ciudad de Bukavu, en la provincia de Kivu del Sur.
Estos acontecimientos marcan un punto de inflexión en un conflicto que ya ha devastado millones de vidas y amenaza con una catástrofe inimaginable para la población del Congo y de los Grandes Lagos africanos.
Guerra sin fin
El conflicto actual forma parte de un ciclo interminable de violencia que comenzó con las guerras del Congo, que siguieron al genocidio de Ruanda en 1994. Desde entonces, más de 120 grupos armados han infestado el este del Congo, alimentándose de la enorme riqueza mineral que se encuentra bajo el suelo.
El M23 surgió por primera vez en 2012. Compuesto en gran parte por tutsis congoleños, es ampliamente conocido por tener estrechos vínculos con el régimen tutsi de Ruanda y su aliado Uganda. Hoy en día es, con diferencia, la fuerza de combate mejor armada y más disciplinada del este del Congo. Se sabe que tiene misiles tierra-aire, artillería pesada y bloqueadores de GPS, y ha demostrado ser capaz de utilizarlos con gran eficacia.
La ONU ha confirmado en repetidas ocasiones que entre 3000 y 4000 soldados ruandeses también participan directamente en los combates, junto con el M23, y que sus operaciones están dirigidas por el ejército ruandés. Esta afirmación no ha sido confirmada ni desmentida por Paul Kagame, presidente de Ruanda.
Aunque se niega a reconocer la presencia de Ruanda en el Congo, Kagame afirma que actúa «a la defensiva», con el fin de proteger a los tutsis que viven en la RDC de los extremistas hutus que huyeron al Congo tras el genocidio ruandés. En realidad, está mucho más interesado en la riqueza mineral del Congo, en particular en su oro y coltán, que es esencial para la producción de teléfonos móviles y baterías de vehículos eléctricos.
El año pasado, Ruanda se convirtió en el mayor exportador mundial de coltán, a pesar de que tiene muy pocas minas de coltán en su territorio. De hecho, se estima que el 90 % del coltán de Ruanda procede de minas de la República Democrática del Congo, que luego se vende como «libre de conflicto» a multinacionales de Estados Unidos, China y Alemania.
La última vez que el M23 avanzó en el este del Congo fue en 2012. Cuando el grupo tomó Goma por primera vez en noviembre de ese año, los estados occidentales aplicaron inmediatamente sanciones al estado ruandés y una gran fuerza de la ONU llevó a cabo una contraofensiva contra el M23, que pronto se vio obligado a esconderse.
Esta vez, sin embargo, las únicas medidas adoptadas han sido sanciones selectivas contra un puñado de comandantes individuales tanto en Ruanda como en el Congo, y la suspensión de la ayuda militar. Estas modestas sanciones se impusieron en agosto y octubre de 2023, más de un año después de que el M23 comenzara a avanzar en la primavera de 2022.
La hipócrita inacción por parte de la llamada «comunidad internacional» refleja los cambios fundamentales en las relaciones mundiales que han tenido lugar en los últimos años. En 2012, Estados Unidos y sus aliados eran los únicos que contaban. Las naciones pequeñas, como Ruanda, que dependían en gran medida de la ayuda occidental, no tenían más remedio que ceder a la presión occidental.
Hoy en día, esto ya no es así. Como ha demostrado la guerra de Ucrania, los Estados que incurren en la ira de EE. UU. y sus aliados pueden eludir las sanciones comerciando con otros países. Desde 2012, Ruanda ha establecido vínculos comerciales y de inversión con China, los Emiratos Árabes Unidos, Catar y la India.
Además, el imperialismo occidental sigue confiando en el ejército ruandés para proteger sus intereses en otros países africanos menos estables. En noviembre pasado, la UE acordó enviar 20 millones de euros a Ruanda para apoyar su despliegue como «fuerza de mantenimiento de la paz» en el norte de Mozambique, donde la multinacional francesa TotalEnergies tiene un importante proyecto de gas.
En otras palabras, el imperialismo occidental se encuentra entre la espada y la pared. Aunque piden a Kagame que retire sus tropas, los líderes occidentales saben que si ejercen una presión seria, podrían perder al último aliado estable que tienen en la región.
Esta es una cuestión existencial para Kagame. Aunque afirma defender la protección de los tutsis ruandeses y congoleños, su única prioridad es la estabilidad de su propio régimen.
Si el crecimiento que ha experimentado la economía ruandesa en el último período se revirtiera, es probable que las viejas cicatrices comienzan a abrirse. La clase dirigente ruandesa reconoce que, si quiere mantener la estabilidad de su gobierno, debe desarrollar su economía, independizarse de la ayuda exterior y, finalmente, desempeñar un papel más importante en la región. La ruta hacia este desarrollo pasa directamente por las minas de oro y coltán del este del Congo.
Por lo tanto, Kagame no dará marcha atrás. Su llamamiento a un «alto el fuego inmediato» equivale a exigir que el gobierno congoleño reconozca el actual equilibrio de fuerzas y negocie directamente con el M23, dejando a su proxy el control de gran parte de Kivu del Norte.
Multipolaridad
El declive relativo del imperialismo estadounidense y el auge de potencias rivales, como Rusia y China, es algo que ha sido bien recibido por muchos gobiernos africanos. Esperan que, al equilibrarse entre las grandes potencias, las naciones más débiles puedan desempeñar un papel más independiente.
En la práctica, esto no significa progreso y desarrollo pacíficos, sino mayor inestabilidad, guerra y sufrimiento para los pueblos de África. En la región de los Grandes Lagos, vemos la anexión de facto de una parte del este del Congo por parte de Ruanda. Pero este es solo un ejemplo.
Hay que recordar que las fronteras de las naciones africanas son completamente arbitrarias e irracionales, ya que fueron trazadas deliberadamente por las potencias coloniales para dejar reivindicaciones territoriales, enclaves y conflictos nacionales entre un mosaico de Estados africanos débiles.
En lugar de comprometerse a abolir estas fronteras coloniales, la Organización para la Unidad Africana introdujo el principio de la «inviolabilidad de las fronteras nacionales» en su carta fundacional en 1963. Esto se hizo por la sencilla razón de que si se modifican las fronteras de un país, podría desencadenarse una reacción en cadena de disputas, guerras e incluso genocidios en todo el continente.
Sin duda, habrá varios líderes africanos que estén siguiendo los acontecimientos en el este del Congo y se pregunten si esta también podría ser su oportunidad de imponerse. El horror que se está desarrollando en este momento en el este del Congo solo subraya el hecho de que mientras el capitalismo sobreviva en África, la unidad africana seguirá siendo una utopía.
Al borde del abismo
El Congo está al borde de la catástrofe. Ya se está produciendo un desastre humanitario a una escala inimaginable. Según un portavoz del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, «las carreteras están bloqueadas, los puertos cerrados y los que cruzan el lago Kivu arriesgan sus vidas en botes improvisados».
Más de 5 millones de personas en Kivu del Norte y las provincias circundantes de Ituri y Kivu del Sur están actualmente desplazadas, viviendo en campamentos superpoblados y con escasos recursos. Ahora, los combates en Goma y sus alrededores han impedido la entrega de alimentos y ayuda, lo que significa que el hambre se cierne sobre millones de hombres, mujeres y niños.
Los trabajadores humanitarios también advierten de un mayor riesgo de propagación de enfermedades como el cólera y la viruela porcina en Goma y alrededores. La Organización Mundial de la Salud ha advertido de una «pesadilla» para la salud pública si continúan los combates.
La crisis también se está agravando por la inestabilidad interna del Estado congoleño. Tshisekedi ha pedido a los jóvenes que «se organicen en grupos de vigilancia» y se alisten en las fuerzas armadas. Según se informa, los jóvenes se están ofreciendo voluntarios en gran número para derrotar a Ruanda y «defender la república».
Pero estos reclutas sin entrenamiento y mal armados serán enviados a una pesadilla. Contra una fuerza bien equipada y disciplinada, serán dirigidos por un ejército que ha demostrado en muchas ocasiones ser irremediablemente corrupto, y casi indistinguible de las diversas milicias locales que asolan el este del Congo. Incluso antes de la toma de Goma, la desmoralización y la deserción abundaban en el ejército congoleño. La afluencia de miles de combatientes al este del Congo podría desestabilizar aún más la región.
Al mismo tiempo, una parte de la clase dirigente congoleña se ha manifestado públicamente en contra de Tshisekedi. Corneille Nangaa, antiguo aliado de Tshisekedi en el gobierno, se unió al M23 en diciembre de 2023 para liderar su frente político, la Alianza del Río Congo, que está reuniendo a grupos de la oposición de fuera de las zonas tutsis. Ha dejado claro que su objetivo es el «cambio de régimen» en la República Democrática del Congo. Y no es el único que desearía que esto sucediera.
Tshisekedi puede esperar que su movilización bélica fortalezca su posición en el Estado. También podría provocar fácilmente una guerra civil en todo el país.
Pero no solo el pueblo de la República Democrática del Congo se enfrenta a una catástrofe. Existe un riesgo muy real de que la guerra en el este se convierta en una repetición de las guerras del Congo, que afectaron a un total de nueve estados africanos y provocaron la muerte de más de cinco millones de personas entre 1996 y 2003.
Miles de soldados de la vecina Burundi ya están luchando junto a las tropas congoleñas contra el M23 y el ejército ruandés. Se sabe que Uganda tiene vínculos con el M23, pero al mismo tiempo ha estado enviando tropas al este del Congo como parte de una operación conjunta con la RDC.
Toda la región es un polvorín. Una sola chispa podría ser todo lo que se necesita para encender una conflagración que eclipsaría el horror y la destrucción de Gaza. Cuanto más tiempo continúen los combates, mayor será la probabilidad de que se cumpla este escenario del peor de los casos.
Acabar con el capitalismo
El capitalismo ha creado un infierno en la tierra en el este del Congo. Mientras tanto, todas las grandes potencias, que han explotado al pueblo y los recursos del Congo durante más de un siglo, no ofrecen más que hipocresía, insultos y más explotación.
El Occidente «democrático» preferiría dejar que el Congo se quemara antes que cortar sus lazos con la dictadura militar de Ruanda. Pero ¿qué pasa con China, que reconoce oficialmente a la República Democrática del Congo como un «socio estratégico integral»? El gobierno chino ha estado aún más callado que Occidente, mientras ha seguido comprando coltán a Kagame.
Es muy comprensible, entonces, que Tshisekedi diga:
«El pueblo congoleño ve la pasividad del mundo, rayana en la complicidad. La RDC no será humillada ni aplastada. Lucharemos y triunfaremos».
Pero esto no cambia el hecho de que ni Tshisekedi ni ninguna otra parte de la corrupta y degenerada clase dirigente congoleña pueden llevar al pueblo del Congo a la paz, el progreso o la libertad.
Solo una revolución puede poner fin a la carnicería. Los trabajadores y los jóvenes del Congo deben tomar las riendas de la tierra y la riqueza del país. Sobre esta base, podrían tender la mano a los trabajadores de los países vecinos, que tienen exactamente el mismo interés en poner fin al horror y barrer a los estados reaccionarios de la región.
Pero los comunistas de todo el mundo deben reconocer que el sufrimiento del pueblo congoleño está ligado por mil hilos a los banqueros y capitalistas que se sientan en lujosas oficinas de Nueva York, Londres y Pekín. Debemos golpear el corazón putrefacto del mercado mundial, que sigue alimentándose de la sangre de África. La lucha por la libertad en África es inseparable de la lucha por el comunismo en todo el mundo.
¡Abajo el imperialismo!
¡Abajo los regímenes capitalistas reaccionarios de los Grandes Lagos africanos!
¡Solo los trabajadores y campesinos de África pueden poner fin a la crisis, en alianza con los trabajadores del mundo!
Hace apenas una semana, Donald Trump reunió a algunos de sus jóvenes amigos tecnológicos para anunciar el Stargate, un plan colosal respaldado por el gobierno para gastar 500.000 millones de dólares en IA e infraestructura asociada. Esto, anunció Trump con confianza, era «el mayor proyecto de infraestructura de IA en la historia con diferencia», cuyo propósito era mantener «el futuro de la tecnología» en EE.UU.
El orgullo precede a la caída, como suele decirse. Tras su rotunda victoria, con los capitalistas haciendo cola para «besar el anillo», Trump sintió que podía caminar sobre las aguas. Rápidamente trató de poner el mundo en orden en una demostración de fuerza ante China. Poco sabían él o sus colegas de tecnología que China podría cambiar las reglas del juego tan rápidamente.
DeepSeek, una empresa tecnológica china de reciente creación de la que nadie en Occidente había oído hablar hasta hace unos dos días, lanzó de repente un «modelo extenso de lenguaje» de IA que hizo explotar instantáneamente todas las verdades aceptadas sobre la IA y el dominio de la misma por parte de EE.UU.
China no solo parece haber alcanzado a Estados Unidos en este campo de vanguardia, sino que lo ha hecho a pesar de las aplastantes restricciones tecnológicas basadas en la suposición de que para entrenar la IA más avanzada, se necesitaba tener la mayor cantidad de los chips más rápidos del mundo. Se informa de que DeepSeek puede haber logrado sus resultados con una inversión de solo 6 millones de dólares, en comparación con los miles de millones que se están invirtiendo en los gigantes estadounidenses.
Por lo tanto, esto supone un doble golpe para el sector tecnológico estadounidense y los costosos planes de Trump en el mismo. China ha alcanzado y superado a Estados Unidos en muchos campos importantes de la tecnología, pero había un campo, el más crucial, en el que Estados Unidos mantenía el dominio: los microprocesadores y la IA que se basa en ellos.
Trump y Biden han gastado enormes cantidades de dinero y han puesto todo tipo de impedimentos a sus competidores en forma de restricciones comerciales y aranceles, en un intento de «construir un foso» alrededor de su ventaja tecnológica y mantener a China a raya. Si China puede construir una IA igual de buena con una menor cantidad de chips más antiguos, entonces la ventaja tecnológica de EE.UU., no solo en IA sino también en microprocesadores, amenaza con desaparecer.
Lo interesante del plan Stargate es que el gobierno de EE.UU. ha puesto todos sus huevos en la cesta de OpenAI, que es el único socio del proyecto en el lado del software. Google, Meta y todos los demás fueron excluidos. El gobierno ha apostado a que esta empresa seguirá siendo la mejor en su campo.
Y, sin embargo, OpenAI no obtiene beneficios. Ha admitido que pierde dinero con cada suscripción a «ChatGPT Pro», aunque cuesta 200 dólares al mes. Todavía tiene que demostrar cómo sus servicios generarán algún beneficio. Son populares, sí, pero principalmente porque son gratuitos y entretenidos. No está claro cómo se utilizará realmente esta tecnología para ganar dinero.
ElFinancial Times señala que «Las diez mayores empresas representan casi dos quintas partes del S&P 500. Esta concentración no tiene precedentes en los tiempos modernos». Ocho de ellas, y las siete primeras, son empresas tecnológicas (Nvidia, Apple, Google, etc.). Aunque muchas de estas empresas son realmente muy rentables, la escala de la concentración de capital a su alrededor refleja el hecho de que existe una enorme burbuja de IA.
Por esta razón, el «shock de la IA de China» provocó una enorme caída en el mercado de valores estadounidense. Se eliminaron de un plumazo alrededor de 1 billón de dólares, aunque parte de esta cantidad se ha recuperado. Solo Nvidia cayó alrededor de 600.000 millones de dólares, la mayor pérdida individual en un día en la historia del mercado de valores estadounidense. El director ejecutivo de Nvidia, Jensen Huang, vio caer su patrimonio neto en casi 21.000 millones de dólares. El director de Oracle, también participante en Stargate, perdió 27.600 millones de dólares. Las empresas de infraestructura tecnológica menos conocidas perdieron más, en proporción a su valor.
La pregunta que todos se hacen es: ¿valen la pena los cientos de miles de millones de gastos previstos para la IA en 2025 y más allá? ¿Acaban de demostrar las empresas chinas que todo el modelo de esta vasta industria es una tontería?
Este sentimiento se ve reforzado por el hecho de que no solo DeepSeek ha logrado de repente lo impensable. Bytedance (la empresa detrás de TikTok), Alibaba y las startups Moonshot y Zhipu han lanzado recientemente modelos que, de una forma u otra, desafían la superioridad estadounidense en IA.
Todo esto acelera las preguntas ya inminentes sobre la viabilidad económica de la IA de «modelos de lenguaje extensos», como los chatbots como ChatGPT. No hay duda de que la IA generativa (la categoría más amplia de tecnología detrás de los modelos de lenguaje extensos) tiene un enorme potencial: puede utilizarse para automatizar la traducción, crear nuevos medicamentos y hacer que la producción de todo tipo de cosas sea mucho más eficiente. Pero el dinero se está invirtiendo en los modelos de lenguaje extenso que generan tanta atención. No está claro cómo, o incluso si, estos modelos pueden mejorarse mucho más, ni qué uso económico tienen realmente.
Estas preguntas ya estaban presentes. DeepSeek y otros las han planteado con mucha más urgencia. ¿Qué van a aportar estas enormes inversiones? ¿Son siquiera necesarias?
Parece que Estados Unidos ya ha perdido su ventaja tecnológica. En tal escenario, es muy posible que OpenAI, a la que Trump se ha unido tan públicamente y a tan alto costo, pueda quebrar. DeepSeek ya se ha convertido en la aplicación gratuita número uno en las tiendas de aplicaciones de Apple y Google, por delante de ChatGPT. Puede permitirse ofrecer suscripciones «profesionales» mucho más baratas a las empresas. ¿Qué impide que un gran número de personas y empresas eliminen ChatGPT en favor de DeepSeek?
Quizás Trump ya esté tramando prohibir la aplicación de DeepSeek. Pero la Ley CHIPS de Biden de 2022 se diseñó precisamente para evitar esta eventualidad, prohibiendo la venta a China de chips de alta gama utilizados para la IA. Parece que ha tenido un efecto espectacularmente contraproducente al obligar a las empresas chinas a innovar con chips más baratos y menor cantidad de los mismos. Así, no solo no logró impedir que China tuviera acceso a IA avanzada, sino que dio a China una ventaja en forma de IA más barata y eficiente.
Lo que este desarrollo muestra sobre todo es que es imposible para EE.UU. aislar y frenar el capitalismo chino. Los recursos del capitalismo chino son demasiado grandes. La economía mundial está demasiado integrada, la tecnología en la que se basa es demasiado compleja e interdependiente, y el conocimiento es desarrollado y compartido por demasiadas personas como para que una economía del tamaño de la de China pueda ser aislada y obstaculizada. De hecho, DeepSeek ha hecho que la tecnología que hay detrás de su aplicación sea de código abierto, lo que significa que cualquiera puede tener acceso a ella.
También revela el colosal despilfarro del capitalismo en la época actual. Se están gastando billones de dólares en estas empresas de IA, y puede que ni siquiera sea necesario para lograr sus objetivos, como ha demostrado DeepSeek. Puede que estos objetivos (de una IA superinteligente) ni siquiera sean realizables o deseables. La energía utilizada en los centros de datos para este esfuerzo colosal supone un importante revés para el objetivo de la sostenibilidad energética. Lo que tenemos es una camarilla de vendedores de IA y estafadores que están inflando una burbuja para sus propios fines.
El rápido desarrollo de la IA china también es un presagio de lo difícil, contraproducente y lleno de crisis que será el proteccionismo de Trump, tanto para el mundo como para Estados Unidos. Tarde o temprano, su aura se evaporará. Habrá muchos estadounidenses enfadados que se habrán dado cuenta de que Trump no puede y no hará que Estados Unidos vuelva a ser grande.
Para poder entender las raíces, el ADN, que marca desde su surgimiento la impronta especialmente brutal y reaccionaria de la burguesía y el capitalismo español, hay que remontarse al período en que, surgiendo de las entrañas de la vieja sociedad feudal en disolución, se empieza a abrir camino el dominio del capital y el régimen burgués.
España y la llamada “acumulación originaria del capital”
Marx en el último apartado del Volumen I de El Capital, aborda la llamada acumulación originaria. En el primer párrafo de ese apartado, sintetiza algunas de las conclusiones centrales analizadas en los capítulos previos y describe:
“Hemos visto cómo se convierte el dinero en capital, cómo sale de éste la plusvalía y cómo la plusvalía engendra nuevo capital. Sin embargo, la acumulación de capital presupone la plusvalía, la plusvalía la producción capitalista y ésta la existencia en manos de los productores de mercancías de grandes masas de capital y fuerza de trabajo. Todo este proceso parece moverse dentro de un círculo vicioso, del que sólo podemos salir dando por supuesta una acumulación “originaria” anterior a la acumulación capitalista -acumulación previa- la denomina Adam Smith; una acumulación que no es resultado sino punto de partida del régimen capitalista de producción.
«Esta acumulación originaria viene a desempeñar en economía política el mismo papel que juega en teología el pecado original. Al morder la manzana, Adán engendró el pecado y lo transmitió a toda la humanidad».
Abordando el análisis de cuáles fueron los factores y hechos objetivos que facilitaron y aceleraron esa acumulación primigenia, tenemos la versión edulcorada y laudatoria de los economistas burgueses, que presentan la acumulación previa como la merecida recompensa a un pequeños grupo de chicos buenos y ahorradores, dedicados en cuerpo y alma al trabajo cual laboriosas hormigas. De esa idílica manera, esos hombres de bien, pudieron guardar para el futuro y el capital brotó de su esfuerzo, tan limpio y reluciente como una patena.
Frente a este bonito cuento oficial, Marx generalizando la experiencia histórica de todo el desarrollo social, afirma que fue a través de la fuerza como se realizó el proceso de acumulación previa: “La violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva. Es por sí misma una potencia económica.
Haciendo gala de su extraordinaria capacidad de síntesis, partiendo del estudio del conjunto de hechos particulares que marcan los albores del dominio del capital, aplicando el método del materialismo dialéctico, Marx deduce hacia dónde apunta la dinámica histórica general. Extrayendo las leyes que de ella se derivan, analizando la génesis del Capitalista Industrial, explica:
“La Edad Media había legado dos formas de capital, que alcanzan su sazón en los más diversos tipos de sociedad y que antes de llegar la era de producción capitalista son considerados como el capital por antonomasia». El capital usurario y el capital comercial.
«El régimen feudal en el campo y en la ciudad el régimen gremial, impedían al dinero capitalizado en la usura y el comercio convertirse en capital industrial.
«Dichas barreras desaparecieron con el licenciamiento de las huestes feudales y con la expropiación y desahucio parciales de la población campesina. Las nuevas manufacturas habían sido construidas en los puertos marítimos de exportación o en lugares del campo alejados de las antiguas ciudades y de su régimen gremial.
«El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata en América, la cruzada de exterminio, esclavización y enterramiento en las minas de la población aborigen, el comienzo y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión de África en un cazadero de esclavos negros.
«Son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista.
«Estos procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria. Tras ellos pisando sus huellas, viene la guerra comercial de las naciones europeas, cuyo escenario fue el planeta entero. Rompe el fuego con el alzamiento de los Países Bajos, sacudiendo el yugo de la dominación española, cobra proporciones gigantescas en Inglaterra con la guerra anti jacobina, sigue ventilándose en China en las guerras del opio….”
“Las diversas etapas de la acumulación originaria tienen su centro por orden cronológico más o menos preciso, en España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. Es en Inglaterra donde a fines del siglo XVII se resumen y sintetizan sistemáticamente en el sistema colonial, el sistema de la deuda pública, el moderno sistema tributario y el sistema proteccionista”.
Y concluye: “El Capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza”
Monarquía absoluta, conquista y expolio colonial: del sueño de El Dorado a la lenta y prolongada pesadilla de un régimen putrefacto
España tuvo, por así decirlo, la ventaja de la primogenitura histórica de ser el país donde la monarquía absoluta se desarrolló en su forma más acusada y con anterioridad a los demás estados feudales, sobre la base material de la unión de los reinos de Aragón y Castilla y la conquista de Granada bajo el reinado de los Reyes Católicos. Esto, unido al casi simultáneo y casual descubrimiento de América, empujados por la búsqueda de un mejor acceso al comercio de Especias con las Indias –frente a la ruta africana controlada por Portugal se buscaba otra hacia el Indico–, conforman el escenario que en los comienzos del siglo XVI otorgaron a la monarquía española la superioridad sobre el resto de Europa y el dominio de América del Sur.
En su primer artículo de la serie “La España Revolucionaria”, publicado en el New York Daily Tribune el 09-09-1854, analizando este proceso Marx sintetiza:
“Fue en el siglo XVI cuando se formaron las grandes monarquías, que se erigieron en todas partes sobre la base de la decadencia de las clases feudales en conflicto: la aristocracia y las ciudades. Pero en los otros grandes Estados de Europa la monarquía absoluta se presenta como un centro civilizador, como la iniciadora de la unidad social. Allí era la monarquía absoluta el laboratorio en que se mezclaban y trataban los distintos elementos de la sociedad; hasta permitir a las ciudades trocar la independencia local y la soberanía medievales por el dominio general de las clases medias y la común preponderancia de la sociedad civil. En España por el contrario, mientras la aristocracia se hundía en la decadencia sin perder sus privilegios más nocivos, las ciudades perdían su poder medieval sin ganar en importancia moderna.
“Si después del reinado de Carlos I la decadencia de España, tanto en el aspecto político como en el social, ha exhibido todos los síntomas de ignominiosa y lenta putrefacción que fueron tan repulsivos en los peores tiempos del imperio turco, en los de dicho emperador las antiguas libertades fueron al menos enterradas en un sepulcro suntuoso. Eran los tiempos en que Vasco Núñez de Balboa hincaba la bandera de Castilla en las costas de Darién, Cortés en México y Pizarro en el Perú; en que la influencia española tenía la supremacía en Europa, y la imaginación meridional de los íberos se encandilaba con la visión de El Dorados, de aventuras caballerescas y de una Monarquía Universal. Entonces desapareció la libertad española en medio del fragor de las armas, de los ríos de oro y de los tétricos resplandores de los autos de fe”.
“El descubrimiento de América. que al principio fortaleció y enriqueció a España, se volvió pronto contra ella» / Dominio público
Efectivamente, como Marx resalta, la práctica eliminación de los dos pilares del viejo poder de las ciudades medievales españolas –los Ayuntamientos y las Cortes– proceso que se aceleró de manera decisiva tras la derrota de los comuneros en Villalar el 23 de abril de 1521, fue el síntoma prematuro de lo que estaba por llegar.
En poco menos de un siglo, los mismos factores que impulsaron los éxitos iniciales del imperio español se convirtieron en su contrario. Estos condujeron a un período de decadencia, que hasta hoy mismo sigue marcando la impronta del capitalismo y la burguesía española.
En su artículo “La Revolución española y las tareas de los comunistas” (24-01-1931), Trotski explica el enorme atraso del capitalismo español en el contexto europeo de comienzos de los años 30 del siglo pasado, y siguiendo la estela de los artículos de Marx sobre la España revolucionaria del siglo XIX, comenta:
“El descubrimiento de América. que al principio fortaleció y enriqueció a España, se volvió pronto contra ella. Las grandes rutas comerciales se apartaron de la península ibérica. Holanda enriquecida tomó la delantera a España. Después de Holanda fue Inglaterra quien adquirió una posición aventajada sobre el resto de Europa. Era la segunda mitad del siglo XVI. España se aproximaba a la decadencia Después de la destrucción de la Armada Invencible (1588) esta decadencia revistió -por así decirlo- un carácter oficial. Nos referimos al advenimiento de ese estado de feudalismo burgués que Marx llamó la putrefacción lenta y sin gloria.
«Las viejas y las nuevas clases dominantes -la nobleza latifundista y el clero católico mediante la monarquía, las clases burguesas mediante sus intelectuales- intentaron tenazmente mantener sus viejas pretensiones, pero ¡Ay! sin sus antiguos recursos. En 1820 las colonias de América del Sur se separaron definitivamente. Después de la pérdida de Cuba en 1898, España quedaba sin posesiones coloniales. Las aventuras de Marruecos no supusieron más que la ruina del país y la intensificación del descontento del pueblo”.
Siglo XIX, la revolución burguesa en España, el papel de las últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas
Si hubiera que elegir dos tesis que se muestren como norma, en toda la experiencia acumulada de la humanidad desde el mismo momento en que surgen las clases, estas sin duda serían: la lucha de clases y que ninguna clase dominante abandona voluntariamente la escena de la historia. La primera, se expresa como fuerza motriz que, inicialmente de forma acumulativa, y una vez se han alcanzado los límites de una sociedad dada, de forma revolucionaria, hace girar las ruedas de la historia, instaurando un nuevo marco social que niega lo viejo y encaja con las nuevas capacidades productivas y necesidades de la sociedad. La otra tesis constantemente reiterada, estrechamente ligada con este carácter histórico y por tanto finito de cualquier régimen social, es que ninguna clase dominante en la historia se ha podido reconciliar nunca con la idea de que el régimen social que garantiza su poder y privilegios esté destinado a desaparecer.
Esta verdad incuestionable, de que ninguna clase dominante abandona voluntariamente la escena de la historia, resalta la importancia en la lucha de clases del campo de batalla ideológico, y permite entender el sesgo de clase de las llamadas ciencias sociales. Este proceso se agudiza más aún, como es el caso hoy, en períodos de crisis orgánica del sistema que muestran ante los ojos de millones la bancarrota del capitalismo y el riesgo que su supervivencia implica para el futuro de la humanidad.
En este sentido, no es de extrañar que para la burguesía cuando se trata de abordar el pasado, el fomento de la desmemoria, unido al ocultamiento y la distorsión, sean la norma. Esto es así, incluso cuando se trata de explicar cómo se realizó su propio ascenso histórico, por no hablar de las luchas obreras revolucionarias que han cuestionado su sistema-.De esta forma, cuando el gran historiador escoces Thomas Carlyle escribe en 1795 -sólo 150 años después de los hechos- su libro “Cartas y discursos de Oliverio Cromwell”, para recuperar la figura histórica del que fue máximo dirigente de la revolución inglesa, tuvo que desenterrarla, en sus propias palabras, de debajo de un montón de perros muertos. ¡Qué decir del pavor indisimulado de la burguesía gala, para evitar por cualquier medio el recuerdo de su infancia revolucionaria!. Y si esta es la norma general en todo el mundo burgués, no por casualidad, en el caso del parasitario capitalismo hispano, la norma adquiere el carácter de una necesidad obsesiva e inquebrantable, que ningún grupo político o social que acepte el juego institucional puede romper.
Los patrióticos dirigentes hispanos, tras la imagen que venden de una España de ”glorioso” pasado -la tan falsa y manida hispanidad- y de un más que prometedor presente y futuro, lo que pretenden en realidad es ocultar bajo siete velos su auténtico rostro, la historia real de una burguesía parasitaria y reaccionaria, incapaz de hacer avanzar la sociedad. El cuadro real de la sociedad española a la que ellos representan, tiene mucho más que ver, con la descripción que ya hace 4 siglos hacía Cervantes en sus Novelas Ejemplares de la situación del país: la imagen del “caballero” que, bajo su capa de curtido cuero, ocultaba sus harapos y junto con él nos presentaba a esa cofradía de truhanes, ladrones y criminales que se reunían en el patio de Monipodio.
Si algo caracteriza al largo proceso de alumbramiento del dominio de la burguesía en España -que prácticamente abarca todo el siglo XIX-, es su inconsistencia, su incapacidad de llegar hasta el final rompiendo definitivamente con toda la basura feudal y clerical. Otro elemento decisivo que marca con su impronta todo el período, y cuya alargada sombra llega hasta nuestros días, es el importantísimo peso que en la acumulación originaria de capital tiene el dominio colonial de Cuba y en mucha menor medida los de Puerto Rico y Filipinas.
Lejos de romper con el viejo régimen, lo que se produjo fue la fusión de la aristocracia terrateniente con la nueva clase burguesa ennoblecida, bajo la tutela de la rapaz monarquía borbónica y con el asfixiante peso de una intocable Iglesia Católica. Todo ellos garantizado, sobre todo a partir del final de la Guerra de Independencia, por un Ejército y una judicatura, elementos centrales del Estado burgués, que intervienen como “árbitros” en los momentos de ruptura del equilibrio social o político, aglutinados en torno a la reaccionaria figura del monarca.
Todo este entramado que vincula y une a las viejas y nuevas fortunas, fusionadas estrechamente con el Estado, en cuyo vértice se coloca el Rey, sólo tiene como único objetivo seguir exprimiendo hasta la última gota de la riqueza creada en las colonias de ultramar y en la península por el trabajo de las masas populares.
En el último tercio del siglo XIX fracasa el intento de los sectores revolucionarios de la pequeña y mediana burguesía republicana de modernizar el país, con el fin del denominado sexenio revolucionario y de la efímera 1ª República 1868-1874. Junto con la restauración de la monarquía, en la figura de Alfonso XII, un nuevo y decisivo actor, la clase obrera, irrumpe con fuerza en la escena de la historia, anticipando el rol decisivo que la lucha obrera tendrá en el futuro del país, desde los inicios del siglo XX hasta hoy.
Azúcar y Esclavistas
El ejemplo de la independencia de Estados Unidos de la corona británica, fruto de la primera revolución americana, seguido por el triunfo de la Revolución Francesa en 1789 y dos años después por la victoria de los llamados jacobinos negros en su guerra de liberación nacional, en la isla de Santo Domingo controlada por Francia, que condujo a la independencia de Haití[1], animaron de manera decisiva el movimiento pro independencia en las colonias españolas de América. Este proceso fue favorecido a su vez por la crisis dinástica en la península. Esta crisis, que tras la denominada abdicación de Bayona donde Carlos IV cede el reino a Napoleón, conduce a la invasión francesa y a la Guerra de independencia de 1808-1814.
Frente a la pasividad sumisa del monarca, de su corte aristocrática y las élites dominantes, son la insurrección y resistencia popular, canalizada a través de las juntas revolucionarias que se forman a nivel local y provincial, junto a las Cortes que se convocan en Cádiz en 1812, los artífices de la derrota de Napoleón. Tras la salida de las tropas invasoras, la restauración del trono en la persona del infausto Fernando VII pone fin a los aires de cambio. Gran parte de los avances constitucionales se revierten y con ello se impulsa de manera imparable la lucha por la independencia americana. En menos de dos décadas 1810-1825, todas las colonias continentales han conquistado su independencia y el imperio queda reducido a las islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Ciertamente, el expolio y exterminio inicial de las poblaciones indígenas en las colonias de las grandes potencias ascendentes, también viene acompañado desde el siglo XVI y hasta finales del XIX, por la conversión de África en un cazadero de seres humanos, donde obtener la abundante mano de obra que exigían las nuevas plantaciones en América. Entre 12 y 15 millones de negros son esclavizados y trasladados forzosamente atravesando el Atlántico hasta América -desde Rio de Janeiro al Sur hasta la bahía de Chesapeake al Norte-, para que los que llegan vivos -se estima que al menos 2 millones murieron en el viaje- trabajen hasta la extenuación, sacrificados en el altar de la rápida acumulación de capitales. Esto, a su vez, engrasa y acelera la creación de un mercado cada vez más global que absorbe una demanda cada vez mayor de mercancías, impulsando a su vez el desarrollo de la manufactura y la industria.
La importancia que adquieren las plantaciones esclavistas de azúcar, café, tabaco y, más tarde, desde finales del XVIII las de algodón destinadas a satisfacer la demanda de la industria textil inglesa, impulsan el llamado Tráfico Triangular que se inicia en el siglo XVI y extiende sus vértices entre Europa, África y América, conformando un factor muy importante en el impulso de esta etapa germinal del capitalismo.
En los siglos XVII y XVIII el comercio de esclavos se incrementa enormemente y de los 300.000 que se estiman llegaron a América en el siglo XVI -de manera especial hacia las plantaciones brasileñas-, la cifra asciende a más de 1,5 millones en el XVII y supera los 6,5 millones en el XVIII. Durante esos 200 años la trata la dominan los ingleses, holandeses y franceses.
En el caso de las antiguas colonias españolas de la América continental, la esclavitud africana aunque significativa, no alcanzó las cifras del Brasil o de las Islas tropicales bajo el control de las principales potencias. Con escasas excepciones, la esclavitud africana sobrevivió a las independencias hispanoamericanas, para extinguirse en las repúblicas que allí se proclamaron durante la segunda mitad del siglo XIX.
Coincidiendo con el declive colonial, es precisamente en los ochocientos, cuando en lo que resta del dominio imperial español, sobre todo en Cuba y en menor medida en Puerto Rico, se produce un salto cualitativo, iniciándose el imparable proceso de implantación en los suelos vírgenes de las dos grandes islas caribeñas del modelo exitoso de la gran plantación anglo-francesa y holandesa.
En el impulso inicial de todo el proceso, se combinan la disponibilidad del capital ya atesorado en la isla y la península, y la “liberalización” por la corona en 1789 de la importación de esclavos africanos en todos los territorios hispanoamericanos. Todo ello, poco antes de que se produzca el hundimiento de la mayor productora de azúcar del mundo, que era la isla de Santo Domingo, como consecuencia de la revolución de los negros y esclavos que dio lugar a la segunda nación independiente en América con el nombre de Haití.
Como explica detalladamente el historiador José Antonio Piqueras Arenas en sus textos: La esclavitud en las Españas enero (2012) y Negreros (2021):
“Las islas del Caribe español, Cuba de forma destacada, Puerto Rico a considerable distancia, constituyen en el Siglo XIX los fundamentos del imperio español que sobrevive a las emancipaciones americanas de 1810-1825. Es un imperio que se caracteriza por su inequívoca impronta esclavista. La capacidad de las colonias de generar beneficios explica la ausencia de independencia política de las islas, la posición de potencia media que España conserva en el contexto internacional y una prodigiosa acumulación de capitales a ambos lados del Atlántico, en manos criollas y en manos de españoles de toda condición, desde el aventurero sin escrúpulos hasta la familia real, bien representada por María Cristina de Borbón, madre de Isabel II y durante los primeros años de minoría de esta Reina Gobernadora. Tan estrecho y fructífero resultó el vínculo colonial, que los sucesivos gobiernos ignoraron los tratados internacionales que España suscribió, por los que se prohibía el comercio de africanos a partir de 1820 y se “perseguía su contrabando” hasta con la horca para quienes fueran sorprendidos en su tráfico. Entonces comenzó el período de la trata clandestina que hasta su cese “regular” en 1867- todavía en 1873 fue sorprendido en Cuba un Alijo- llevó a las Antillas a entre 468.000-530.000 y hasta 875.000 esclavos, contraviniendo los acuerdos suscritos y la legislación penal española”.
En base al trabajo esclavo, Cuba en pocas décadas se convirtió en el primer productor de azúcar del mundo / La Jiribilla
Según la estimación media en los distintos estudios demográficos que se han publicado, en Cuba se pasa de menos de 200.000 habitantes a finales del XVIII a más de 1.000.000 en 1840-41, de los que al menos 600.000 son esclavos negros.
Teniendo en cuenta el carácter penoso e insano del trabajo en los ingenios azucareros, por las difíciles condiciones climáticas, lo que sumado a las jornadas agotadoras y a los frecuentes latigazos y malos tratos, provocaban una tasa de mortandad de hasta un 7% anual. Todo ello unido a que la elevada tasa de beneficios hacía más rentable sustituir las bajas con la compra de nuevos esclavos varones. Esto hace que diferentes expertos estimen que las cifras reales de la esclavización forzosa africana en Cuba y Puerto Rico hasta 1898, pudo afectar a entre 1,5 y 2 millones de seres humanos.
Marx, en el capítulo ya citado de El Capital sobre los orígenes de la acumulación originaria, pone el ejemplo de los efectos del tratado de Utrecht en Liverpool. En concreto, Marx se refiere a cómo tras el Tratado de Utrecht de 1713-1715 -que pone fin a la llamada guerra de sucesión española e inaugura el reinado de los Borbones- Luis XIV en premio por el apoyo de Inglaterra a las pretensiones de su nieto Felipe V –pese a que inicialmente apoyaba al candidato de los Austrias-, además de las cesiones territoriales -Gibraltar entre otras-, sobre todo les promete la concesión del “Tratado de Asiento de negros”, promesa que una vez su nieto llega al trono se hizo efectiva otorgando a la compañía británica South East Company la autorización para el envío durante 30 años de 4.800 esclavos anuales a la América española; esto es, 144.000.
Dice Marx: “Liverpool se engrandeció gracias al comercio de esclavos. Ese fue su método de acumulación originaria”, y da las cifras. En 1730 eran 15 los barcos dedicados al comercio de esclavos y en 1792 la cifra asciende a 132. Como conclusión, refiriéndose al auge de la industria algodonera inglesa -que se basó inicialmente en la mano de obra de niños que sacaban de los hospicios y orfanatos para explotarlos hasta la extenuación-, apostilla:
«A la par que implantaban la esclavitud infantil, la industria algodonera servía de acicate para convertir el régimen más o menos patriarcal de la esclavitud en los EE.UU en un sistema comercial de explotación.
«En general, la esclavitud encubierta de los obreros asalariados en Europa exigía, como pedestal la esclavitud sin disimulo en el Nuevo Mundo”.
Los datos más que esclarecedores que detalla en su último libro -Negreros- el ya citado Francisco Piqueras corroboran la tesis de Marx:
”Nunca se transportaron más esclavos de África a América que en el lapso comprendido entre 1750 y 1850. En 1860 se alcanza el máximo de esclavos africanos y afro descendientes en América. En sólo dos países EE.UU y Brasil, más las colonias españolas de Cuba y Puerto Rico y las Neerlandesas de Antillas y Surinam, la cifra supera los 8 millones de esclavos. La producción de estas regiones trabajadas por esclavos se encuentran a la cabeza de las exportaciones americanas y estrechamente ligadas con los mercados más desarrollados y los procesos productivos y tecnologías más avanzados Textiles, Refino y consumo masivo de dulces y bebidas estimulantes… empleándose en su producción, transporte, financiación y comercio los medios más sofisticados que se disponía».
Comparativamente al número de navíos negreros de Liverpool, para hacernos una idea del peso de la esclavitud en la acumulación capitalista originaria española, estas son las estimaciones de Piqueras:
“El número de embarcaciones que participaron en la trata clandestina española, por la proporción que puede establecerse entre navíos capturados y viajes realizados, superó los 2000 y pudo acercarse a los 2.500. Multiplíquese por la marinería precisa para atender los navíos, de 20 a 50 por barco, los capitanes y pilotos, los comerciantes que corresponden a esas cifras, las mercancías necesarias para los intercambios y la industria naval movilizada en el mantenimiento y la construcción de bajeles. Sólo para esta época de trata ilegal y clandestina, hablamos de decenas de miles de personas involucradas de manera activa”.
En base al trabajo esclavo, Cuba en pocas décadas se convirtió en el primer productor de azúcar del mundo. Los datos del estudio La Industria azucarera de Cuba durante el siglo XIX, del mexicano Julio le Riveren resultan esclarecedores:
Año
CubaTns. Azúcar
% Mercado Mundial
LouisianaTns. Azúcar
BrasilTns. Azúcar
1853
322.000
21,8%
225.000
138.000
1855
392.000
27,2%
116.000
106.000
1857
355.000
21,8%
157.000
88.000
1859
536.000
28,2%
181.000
120.000
Teniendo en cuenta que, según diversos cálculos, el valor actualizado de un peso cubano de mediados del XIX equivaldría hoy a 70,49€.
Los capitales generados para la oligarquía azucarera que a su vez engrasaban todo el entramado negrero, alcanzaron cifras desorbitantes. Así teniendo en cuenta el precio de venta medio de una libra de azúcar-0,454 kg- en 1855 de 0,05 pesos, el valor de la producción de ese año sumó 43.178.800 pesos, el equivalente a 3.044 millones de euros de hoy. En 1860 con igual precio medio por libra de azúcar y una producción de 447.000 toneladas, el valor alcanzado fue de 49.237.050 pesos cubanos es decir el equivalente a 3471 millones de euros.
Tras décadas de explotación, se hace necesario trasladar las plantaciones desde la costa occidental hacia el centro de la Isla, lo que encarece el transporte y sumado a los gastos dedicados a la importación de la maquinaria más moderna y a los de la “reposición de esclavos”, hace que se dupliquen los costes del capital necesario para instalar y hacer funcionar un ingenio, y a pesar de ello los beneficios siguen siendo fabulosos. Cuba es la Perla de las Antillas, según muchos autores, constituye una de las colonias más rentables del mundo y como prueba de ello, en 1860, los ferrocarriles y líneas férreas cubanas para el transporte del azúcar son más numerosos que los que existen en toda la América Latina.
Para estimar el peso económico de las colonias en el conjunto de la economía española de mediados del XIX, basta con revisar los datos del artículo de Catalina Guarner: “Economía española entre 1850 y 2015” publicados en ICADE nº10- revista cuatrimestral de las facultades de derecho y ciencias económicas- Según sus propias estimaciones, actualizando a euros de 2010, el PIB total de España ascendía en 1855 a 22.000 millones de euros, y en 1860 la cifra estimada era de 24.000 millones.
Negreros, la representación más acabada del mito del “Indiano”
Según el relato histórico oficial, la figura del Indiano está unida indisolublemente con esa imagen idealizada y nunca mejor dicho “edulcorada”, de hombres emprendedores y audaces, que partiendo de casi nada, gracias a su audacia y habilidad en los negocios en unos años de trabajo duro en las Américas, labraron su fortuna. Sus cronistas ensalzan que fue su importante contribución al engrandecimiento de España y al crecimiento de la economía nacional, lo que les hizo acreedores de los mayores honores y dignos merecedores de la justa concesión “Real” de los títulos que reconocían su innata nobleza.
Hoy, escondiendo el genuino y sangriento origen de sus fortunas, siguen siendo recordados como mecenas, que han dejado su impronta en los hermosos edificios que mandaron construir, en los cuadros expuestos en museos, en bellas estatuas de mármol y rotulados en los nombres de muchas calles de pueblos y ciudades.
Juan Güell y Antonio López López eran dos perfectos exponentes del “Negrero cubano” / Wikimedia Commons
Como ejemplo esclarecedor de lo que nos referimos: ¿Quién no conoce y admira la obra de Gaudí? Lo que es menos conocido es que Juan Güell, padre del que fue mecenas de Gaudí[2], y otro de sus clientes importantes Antonio López López, que le encargó el palacete del Capricho en Comillas, eran dos perfectos exponentes del “Negrero cubano” que se hicieron inmensamente ricos, con la trata y la esclavitud.
Hay una prueba fehaciente del compromiso inquebrantable de todos los políticos del régimen del 78 para no poner en cuestión el relato y con ello la pervivencia de los elementos centrales que garantizan el mantenimiento del sistema burgués. Escenificando la condena formal y por supuesto “unánime” del parlamento a la esclavitud y la trata de africanos, en 2009 se presentaron para su debate en el Congreso de Diputados dos propuestas del PP y el PSOE de Proposición no de Ley “Sobre memoria de la esclavitud, reconocimiento y apoyo a la comunidad negra africana y de afro descendientes en España”. En ninguna de ellas reconocían la responsabilidad española en la trata y el trabajo esclavo, ni se aludía a una reparación simbólica. El 26 de febrero de 2010 se recogía en el Boletín oficial de las Cortes, el texto finalmente aprobado. En el mismo, aparte de la condena genérica del esclavismo, nada quedó sobre retirar los nombres en las calles y otros homenajes a personas “ilustres” que hubieran tenido relación con la trata y la esclavitud. La explicación que dio el portavoz del PP a la enmienda -aprobada por supuesto con el respaldo del PSOE- por la que se suprimía la petición del cambio de nombres de las calles, era que eliminar esos nombres podría generar situaciones complicadas e incómodas que es lo que ninguno queremos que se produzca.
Sus señorías -y más aún los oligarcas del capital cuyos intereses defienden- conocen de primera mano que el capitalismo español, entre otras raíces, hunde una vigorosa y profunda, en el sangriento sustrato de la esclavitud americana. Más aún, son plenamente conscientes que el rastro de los capitales negreros, igual que el más reciente de quienes incrementaron sus fortunas previas o directamente se hicieron ricos con el franquismo. Como textos de referencia para conocer en detalle las viejas y nuevas fortunas bajo Franco: Ricos por la Guerra de España, Los Ricos de Franco y La Familia Franco S.A, todos ellos del periodista y escritor alicantino Mariano Sánchez Soler.
Este rastro nos conduce hasta hoy, donde el mismo viejo entramado de poder adaptado al siglo XXI y los mismos apellidos y títulos nobiliarios de ayer, siguen siendo parte integral de la casta dominante.
Aun siendo numerosos los estudios y textos que diferentes especialistas han dedicado a tratar de forma más o menos acertada lo que supuso la trata y el esclavismo en Cuba, son los dos libros ya citados de José Antonio Piqueras, los primeros que de manera detallada y valiente, además de llamar a las cosas por su nombre, establecen el hilo conductor que vincula la historia de ayer con la situación actual. Dice Piqueras en su introducción a su libro Negreros: españoles en el tráfico y en los capitales esclavistas:
“Una parte del mundo que crearon los negreros desapareció con ellos, otra porción puede ser identificada sin dificultad en la posición y fortuna transmitida por generaciones, reconocible en las élites económicas, políticas y aristocráticas que 200 años después de haberse suprimido la trata legal, 135 años más tarde de ser suprimida la esclavitud en Cuba, se mantienen activas. En algunos pasajes, a modo de un almanaque de Gotha, las páginas que siguen enlazan el pasado oculto con nombres actuales de la alta sociedad, las finanzas, la política y la vida pública. Es su historia no contada. Si se trae aquí esa relación es con la finalidad de dar visibilidad a un pasado español negado o minimizado”.[3]
El indeleble vínculo que en su libro describe Piqueras, entre los negreros de ayer y sus poderosos herederos hoy, es la razón de fondo que explica las “reticencias” parlamentarias a recordar esa verdad histórica.
De hecho, no por casualidad, las situaciones complicadas e incómodas a las que aludía nuestro ínclito parlamentario popular al pedir el voto a su enmienda, fueron perfectamente entendidas y asumidas por la bancada socialista y por la de los distintos grupos de la derecha nacionalista.
Se trataba de otro ejemplo más, del mismo pacto de hierro, que desde 1977, tras casi 50 años de “democracia”, sigue garantizando la total impunidad de los torturadores y asesinos franquistas. Mantiene como intocable el Punto y Final, impuesto en la Ley de Amnistía, que imposibilita la admisión a trámite de cualquier denuncia o reclamación judicial de las víctimas de la dictadura contra los jueces, policías o militares partícipes directos de la represión fascista.
La historia que ayer fue tragedia, continúa como una cruel farsa
El texto de El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Marx lo inicia diciendo:
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.
“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”.
El alumbramiento del capitalismo español, coincidió con el canto del cisne del dominio colonial directo en América. El nuevo régimen se había ido gestando en la etapa final del largo proceso de lenta decadencia que se venía dando en el Estado español desde el siglo XVII. Del antiguo peso del país en la escena internacional sólo quedaba una tenue sombra, y frente a las grandes potencias del Siglo XIX España jugaba un papel insignificante y totalmente subordinado.
En este contexto histórico, los capitales obtenidos por los “Negreros” en Cuba y Puerto Rico, extrayendo hasta la última onza de oro del sudor y la sangre de cientos de miles de esclavos, fueron los fórceps necesarios para traer al mundo la nueva criatura que desde su nacimiento vino lastrada por la carga hereditaria de sus progenitores.
El proceso de simbiosis entre los nuevos capitales y los preexistentes, empieza uniendo a familias de hacendados y traficantes y, rápidamente, las uniones comerciales y conyugales se trasladan a la península donde los capitales negreros se orientan a todas las ramas productivas: compra de tierras, navieras y especialmente a las nuevas industrias y al sector financiero.
Mantener cueste lo que cueste el río de oro que llega desde las Antillas, rápidamente se convierte en el objetivo prioritario del Estado burgués y de toda su estructura política y militar (Monarquía, gobierno, ejército, Iglesia). De hecho, la parte del león del aluvión de dinero que financia el aparato estatal fluye desde las colonias antillanas, empezando por el ejército que en ese momento absorbía 1/3 del presupuesto total, legalmente a través de la carga fiscal y más importante aún de manera extraoficial mediante los sobornos o directamente con una participación en los negocios.
Sobre cómo se fue desarrollando todo el entramado de poder dice Piqueras:
“A partir de 1823 la complicidad de las autoridades españolas en Cuba y Puerto Rico con la esclavitud era tan estrecha, que se convirtieron en sus mayores y más útiles protectores. El general Miguel Tacón, gobernador de Cuba entre 1834-1838, militar que hizo y perdió las guerras continentales, de independencia e hispano americana, llegó a la conclusión de que la trata no era sólo un elemento sobre el que se sostenía la plantación y, en consecuencia, el comercio y los ingresos fiscales españoles; sino que creaba las condiciones apropiadas para disuadir a los criollos más audaces de la inconveniencia de un movimiento de rebeldía contra España.
“La trata creaba una masa importante de esclavos, un desequilibrio demográfico de tal magnitud, que los criollos blancos tenían motivos para temer una situación en la que no fuera posible, al ejército y a los peninsulares, contener a los esclavos si tenían que emplearse contra los insurrectos cubanos, dando lugar a que se reprodujeran las escenas de Haití, con una guerra racial pintada con los colores más tenebrosos. Leopoldo O’Donnell ratificó esa misma visión en la década siguiente”.
Desde la opuesta perspectiva del campo rebelde: “Les daba la razón el reformista y expatriado José Manuel Mestre cuando escribe desde New York al plantador criollo Cristóbal Madén el 12-12-1871: Nada puede haber más favorable para la causa de la revolución cubana que la abolición de la esclavitud. En ésta -la esclavitud- estriba todo el poder español en sus colonias antillanas y comprendiéndolo así los peninsulares residentes en Cuba se oponen y opondrán con todas sus fuerzas a todo cambio en la nefasta institución».
Continuar la tradición, de intentar conquistar y mantenerse en la cúspide del poder a cualquier precio, marca como un sello grabado a fuego a los Borbones, desde su acceso al trono español. En el momento mismo en que se implantan las primeras grandes haciendas esclavistas, la Corona se convierte en garante y por supuesto directo partícipe del negocio. Tras ella se agolpa el resto de los estamentos del Estado. Empezando por los ministros y presidentes de los gobiernos peninsulares, los capitanes generales y gobernadores coloniales, el ejército, la judicatura, la Iglesia y una multitud de políticos, intelectuales y periodistas…, todos ellos bien pagados con el oro negrero para defender hasta sus últimas consecuencias el status quo.
El tinglado del poder se estructura de arriba abajo, como los engranajes de una máquina bien engrasada. Las enormes tasas de plusvalía que se arrancan de la explotación inmisericorde de los esclavos, se comparte entre Negreros y Hacendados. Éstos, una parte la re invierten en la Isla y en la península, generando nuevos negocios y beneficios, y el resto se destina al pago de las tasas fiscales y sobre todo a lubricar todo el mecanismo “extraoficial”. En una perfecta simbiosis, el enorme caudal de dinero sucio se distribuye de forma piramidal. Empezando desde el Rey y respetando escrupulosamente el escalafón, todos reciben su parte.
Las autoridades en las Colonias y la Metrópolis, mientras que oficialmente suscriben y acatan todos los tratados internacionales que prohíben y castigan La Trata y, más tarde, el trabajo esclavo, no sólo lo permiten, sino que lo respaldan e impulsan abiertamente. Entre 1820 y 1867 se estima que entre 350 y 500 barcos dedicados al tráfico con destino a Cuba y Puerto Rico, fueron apresados sobre todo por barcos ingleses, en bastantes casos se confiscaba el barco y también la carga, pero no hubo ni una sola condena penal, ni a las tripulaciones, ni por supuesto a quienes financiaban y dirigían el tráfico.
Con muy pocas excepciones, los Capitanes Generales que dirigían el gobierno cubano abandonaban la isla con los bolsillos repletos.
La norma reflejada -en múltiples informes sobre el tráfico esclavista- la ejemplifica Piqueras con los datos de un informe de 1844:
“El informe estaba en condiciones de precisar que el desembarco de cada uno de los “esclavos frescos”, iba acompañado del desembolso de 27,50 pesos, repartidos de la siguiente forma: 16 iban al gobernador, 4 al oficial superior de la fuerza naval,7 al recaudador de aduanas y 0,50 pesos a los guardias que les custodiaban. En un sólo barco el capitán general podía recaudar 6.400 pesos”.
El ya citado general Miguel Tacón y Rosique, tras ejercer durante 5 años como gobernador de la Isla, abandona Cuba con una fortuna estimada en 400.000 pesos – o el equivalente hoy a 31.720.500€-
Otro ejemplo vivo de las bases materiales que sustentaban los intereses Negreros, lo encarna el destacado militar y político español, Leopoldo O’Donnell -Conde de Lucena y Duque de Tetuán, varias veces ministro y durante 6 años presidente del Gobierno español-. Entre 1843 y 1848 ejerce como Capitán General y Gobernador de Cuba. En su mandato, según fuentes del entonces cónsul británico en la Habana, en algunos desembarcos el pago al gobernador por “pieza”-como denominaban también los negreros a cada africano desembarcado-, subía hasta los 51 pesos. En sólo 6 años O’Donnell abandona la isla con un capital estimado en 500.000 pesos-35.245.000€ de hoy-.
La familia real, haciendo gala del papel decisivo de la corona y en fiel correspondencia con la grave responsabilidad que implicaba su posición a la cabeza de la Nación, son de los primeros en participar del Negocio. Empezando con el más lucrativo de la Trata, la regente María Cristina de Borbón se asocia con uno de los mayores negreros -el político y traficante Julián Zulueta- y junto a su segundo esposo Fernando Muñoz, no hay negocio lucrativo que no aborden.
La trama de control oligárquico, como la Hidra de Lerna extiende sus cabezas tentaculares por todos los estamentos sociales. Periódicos, diputados, ministros, jueces, obispos forman parte o están en nómina de su entramado. Es vox populi -como refleja Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales– el descarado dominio que ejercen sobre los mecanismos decisivos del poder.
Mientras, en la España real crece el clamor popular que denuncia el contraste entre la miseria de la mayoría laboriosa y la ostentosa riqueza de la élite, personificada en el bochornoso espectáculo de corrupción sin límite de la Casa Real.
También en Cuba crece el descontento, sobre todo entre sectores criollos del oriente cubano, que decepcionados por la negativa de la metrópoli de conceder una amplia autonomía a la isla, empiezan a defender la idea de la independencia, en frontal oposición a los intereses de los grandes hacendados habaneros y de la provincia de Matanzas en el Occidente isleño, que conforman el núcleo duro del llamado partido peninsular.
La expulsión de la corrupta Isabel II, inaugura el sexenio revolucionario (1868-1873) en la península y también detona el inicio de la 1ª guerra cubana de 1868-1878.
La expulsión de la corrupta Isabel II, inaugura el sexenio revolucionario en la península y también detona el inicio de la 1ª guerra cubana de 1868-1878 / Dominio público
El movimiento revolucionario a favor de la República federal, huérfano de una dirección consecuente, se dispersa en multitud de luchas locales descoordinadas- movimiento cantonal- y en pocos meses los monárquicos encabezados por Cánovas del Castillo retoman el control y traen de vuelta a los Borbones. El fracaso republicano, que inicialmente parece estabilizar al régimen, en realidad supone la ruptura definitiva con los sectores reformadores cubanos, y a pesar de la derrota inicial de los insurgentes en la denominada Gran Guerra, realmente marca el destino de Cuba y de los restos del Imperio Colonial.
En 1895 los revolucionarios cubanos inician la que José Martí definió como la Guerra Necesaria durante 4 años de lucha encarnizada, los 270.000 efectivos de las tropas españolas y de cubanos pro peninsulares, se enfrentan a 54.000 guerrilleros insurrectos. Transcurridos tres años desde su inicio, la entrada en la Guerra de los EE.UU, que en pro de sus propios intereses imperialistas se enfrenta a España apoyando a los insurrectos, en pocos meses cambia el curso bélico del conflicto. El 3 de julio los 17.000 efectivos del cuerpo expedicionario norteamericano desembarcados en el sudoeste de la Isla, cercan por tierra Santiago de Cuba. La flota española que desde hacía un mes se encontraba bloqueada en la Bahía Santiaguina, se tiene que hacer a la mar y, enfrentada a la flota norteamericana, es totalmente destruida. La derrota es inapelable, el decrépito imperialismo hispano cede el paso a la entonces ascendente potencia de las barras y estrellas.
El imperio colonial hispano acabó, igual que cuando inició su andadura, con la marca indeleble del oro y la sangre. En una orgía de muerte y destrucción, además de los más de 80.000 beligerantes muertos, entre 200.000 y 400.000 civiles murieron hacinados en los Campos de Reconcentración impuestos por el ejército colonial.
La crisis de 1898 certificó de manera abierta, la realidad de un capitalismo débil, totalmente irrelevante en la permanente lucha imperialista por la hegemonía mundial. España comienza el Siglo XX como una de los países más pobres de Europa. Dirigido por una burguesía rapaz y parasitaria incapaz de modernizar y hacer avanzar al país. Para mantener su control y dominio, -frente a una joven y combativa clase obrera-, en cada una de las crisis que rompen o ponen en riesgo de manera decisiva su control político y que como puntos de inflexión jalonan el nuevo siglo, su respuesta es el recurso a la represión abierta y como último eslabón al Ejército.
La alargada sombra del pasado y la lucha por el futuro
Dice el refrán popular que aquellos polvos nos trajeron estos lodos. En los últimos 50 años de “democracia” – producto del descarrilamiento por su dirección del magnífico movimiento de lucha huelguística y política de la clase obrera contra la Dictadura y el dominio del capital- se produce la plena incorporación del ya maduro capitalismo hispano a la rueda del imperialismo europeo y occidental.
El cambio de la correlación de fuerzas entre las clases, que implica el mayoritario peso cuantitativo de los asalariados en el conjunto de la sociedad española y el enorme poder potencial de la clase obrera, impone temporalmente al capital adaptar las formas políticas de su dominio a los procedimientos de la Democracia formal.
Eso sí, desde el mismo momento en que a finales de los 70, ya es imparable “el cambio”, convenientemente camuflados con el ligero barniz del centro y con la imprescindible e impagable ayuda que representa la traición de los máximos líderes del PCE y PSOE. De esta manera, los representantes políticos directos de la burguesía garantizaron el mantenimiento intacto de todos los elementos centrales del Estado, fieles garantes de su poder. La monarquía, el aparato militar y policíaco, la judicatura y una gran parte del viejo aparato político de la dictadura, ungidos con el mágico óleo del Consenso de la modélica “Transición”, renacen como garantes inmaculados del nuevo orden constitucional.
Es el viejo método, de cambiar lo secundario para que lo decisivo siga igual. Requiere, y más cuando el tinglado es relativamente reciente y reiterativo, de una alta dosis de Amnesia inducida y a ser posible permanente, que oculte la verdad.
Su problema es, que la verdad histórica no puede ocultarse a todo el mundo ni durante todo el tiempo. Hay un hilo rojo conductor que recorre la historia del capitalismo español, desde la acumulación colonial y esclavista primitiva hasta llegar al dominio monopolista de los oligarcas del Ibex 35 y la política imperialista española de hoy. Aparece, negro sobre blanco, en toda la nomenclatura de apellidos y títulos nobiliarios que hoy, igual que hace generaciones, sigue figurando en sus filas y que de manera exhaustiva detalla José Antonio Piqueras en su libro Negreros.
El vínculo que mejor refleja el papel del imperialismo español en el pasado y en el presente, salta a la luz analizando la evolución de la oligarquía financiera hispana.
Analizando el árbol genealógico de la enorme concentración del sector bancario, que través de un imparable proceso de absorciones y fusiones, conduce a la formación del BSCH (Banco de Santander) y el BBVA. Uno comprueba, con la excepción de Argentaria, que todas las entidades financieras que los integran (Santander, Central, Hispano Americano, Bilbao y Vizcaya) nacen vinculados a los grandes capitales negreros y al comercio con las colonias.
El dominio colonial directo, mediante la trata y las plantaciones esclavistas generaron la plusvalía, que se aportó como capital para fundar los principales bancos españoles. Hoy en el siglo XXI en la época del moderno dominio imperialista, y en una nueva vuelta de tuerca de la historia, a través de la exportación de capital y del comercio desigual, esos mismos bancos siguen obteniendo una parte decisiva de sus escandalosos beneficios en America Latina y lo mismo sucede con Telefónica, Repsol y otros grupos monopolistas.
En 2023, de los 8019 millones de euros del resultado atribuido al BBVA, 5.953 el 74% procedían de América Latina. En el mismo ejercicio, el BSCH, del total de 11.076 millones de beneficio neto, 4.592 (el 44%) tienen el mismo origen. Mantener los súper beneficios extraídos del pueblo latinoamericano, ese y no otro es el contenido real que se esconde tras el señuelo de la “Hispanidad”.
Hace años que está agotado el período prolongado, durante el que, con este o aquel traspiés, la casta dominante pudo mantener todo el entramado de su poder: en el terreno político a través de la alternancia entre las derechas e izquierdas oficiales, y en el de la lucha huelguística a través del Pacto Social con las direcciones sindicales mayoritarias de UGT y CC.OO. Golpeados por la crisis de un sistema que no tiene nada que ofrecernos, salvo un futuro de guerra, destrucción medioambiental y miseria creciente, cada día que pasa la radicalización crece y son millones los que sienten la necesidad imperiosa de acabar con el capitalismo. La idea del comunismo se abre camino en la mente y los corazones de miles de jóvenes y proletarios en todo el mundo.
Lo que se necesita con urgencia, es que cada camarada que se sienta comunista, comprenda que de nada sirve quedarse aislado. Desde la OCR os decimos que deis un paso adelante, vuestro puesto está con nosotros, ven a engrosar las filas de la sección de la ICR en el Estado español. Y afrontemos juntos la tarea de organizar y formar a los cuadros revolucionarios, que armados con las ideas científicas del marxismo y fusionados con nuestra clase, podamos derrocar a la burguesía y a su Estado, tomar el poder y construir un mundo nuevo socialista, en el que por primera vez en la historia la Humanidad accederá plenamente al reino de la Libertad.
[1] Texto de referencia para conocer en detalle el desarrollo de la revolución haitiana de 1791, “Los jacobinos negros -Toussaint LÖuverture y la Revolución de Haití, de CLR James
[2] Su hijo Eusebi, 2º conde de Güell, promotor de alguno de sus trabajos más conocidos, entre otros el Parque y la Colonia a los que da nombre, que incluyen la capilla que a Gaudí le sirvió como ensayo para su emblemática obra de la Sagrada Familia.
[3] Añade Piqueras, curándose en salud, para evitar posibles demandas judiciales: “No es nuestra pretensión atribuir la posición de la que gozan en la actualidad a los orígenes que afloran en los archivos, en la misma medida que sería inadecuado sostener que las ventajas adquiridas en el pasado son ajenas por completo a tal posición, o que la acumulación de capital proporcionado por la trata o la propiedad sobre personas esclavas fue indiferente en el proceso de enriquecimiento -en alguna de sus fases- de educación y de acumulación de capital social que los ha situado en la cadena de reproducción de las élites”.