Durante su discurso televisado del 17 de abril, Macron intentó pasar página a la reforma de las pensiones prometiendo la luna a todos aquellos que se han movilizado en las calles y en huelga desde el 19 de enero.
Ya no hay mucha gente que preste atención a las promesas y otros compromisos “solemnes” del Jefe del Estado. Sin embargo, el discurso también contenía amenazas apenas veladas contra los jóvenes y los trabajadores. Hay que tomárselas muy en serio.
Desvío
Como era de esperar, se prepara una nueva ofensiva contra los inmigrantes. Macron apuntó tanto a la “inmigración ilegal” como al “fraude social“. Derramó lágrimas de cocodrilo sobre la suerte de los trabajadores afectados por la inflación que no reciben ninguna “ayuda” del Estado, entiéndase: “a diferencia de todos los defraudadores sociales a los que se ayuda para que estén ociosos”. Al día siguiente, en BFM-TV, el ministro de Economía Bruno Le Maire estableció el vínculo entre inmigración y fraude social: «Nuestros compatriotas están legítimamente hartos del fraude. Están hartos de ver cómo personas que pueden recibir ayudas (…) las devuelven al Norte de África o a otros lugares cuando no tienen derecho a ellas.»
Esta maniobra clásica de división y desviación se combinará con una ofensiva brutal contra el derecho a la RSA (Renta Mínima de Inserción), con el objetivo de realizar recortes presupuestarios, por un lado, y empujar a los parados a aceptar empleos extremadamente mal pagados, por otro. Fue Gérald Darmanin, el ministro del Interior, quien, al día siguiente del sermón presidencial, se encargó de aclarar este punto: “A los que reciben la RSA, si están en vías de integración, si muestran esfuerzo, hay que ayudarles. Pero si no quieren volver a trabajar, es normal que les impongamos sanciones.” Todo esto es en beneficio de los más ricos, por supuesto.
Waterloo y la Bastilla
Resumamos la situación general. Macron, que no ha dado marcha atrás en la reforma de las pensiones, pasa a la ofensiva contra los más pobres, los más explotados y los más oprimidos, a los que señala para la ira popular en un contexto en el que la inflación, que sigue siendo muy alta, socava constantemente los salarios reales de todos los trabajadores. Es lo que él llama una política de “apaciguamiento”, que supuestamente durará “100 días”, es decir, hasta el 14 de julio. Recordemos que los famosos “100 días” de Napoleón en 1815 acabaron muy mal para él, en Waterloo. Recordemos también que el 14 de julio es el aniversario del asalto a la Bastilla, al comienzo de la Gran Revolución Francesa de 1789-94. ¿Intentan sugerirnos algo el Jefe del Estado y sus consejeros?
En el momento de escribir estas líneas, el “apaciguamiento” no va bien. Cada vez que un miembro del gobierno viaja a cualquier parte del país hay protestas. Algunos desisten y modifican su agenda en el último momento. Las manifestaciones del 1er de mayo serán sin duda muy potentes, tal vez incluso de proporciones históricas. Una cosa es cierta: la cólera que se ha manifestado a gran escala en los últimos tres meses está lejos, muy lejos, de ser “aplacada”. Al contrario: será alimentada sin cesar por la inflación, que devora cada mes el poder adquisitivo de millones de jóvenes y asalariados.
¿Qué programa?
¿Qué hacer con las enormes reservas de combatividad que se han expresado desde principios de año? Esta es la cuestión central a la que se enfrentan hoy la izquierda y el movimiento sindical. Si se permite que Macron gane y nos inflija una nueva campaña de propaganda racista, al tiempo que ataca a los beneficiarios de la RSA, se corre el riesgo de favorecer a Marine Le Pen -que como siempre ha permanecido al acecho en la sombras, tocando su partitura demagógica, mientras el pueblo luchaba en las calles y en las empresas.
¿Cuál debe ser el objetivo de la lucha en el periodo venidero? Lo hemos dicho una y otra vez: la consigna de derogar la reforma de las pensiones no basta por sí sola, porque es demasiado limitada. Por supuesto, debemos seguir luchando contra esta reforma y por la vuelta a la jubilación a los 60 años. Pero para alentar la movilización de nuevas capas de jóvenes y trabajadores, debemos luchar por un programa mucho más amplio y radical, por un programa que abra la perspectiva de poner fin a todos los males que llueven sobre la inmensa mayoría de la población.
Tomemos la cuestión de la inflación. En su discurso, Macron la mencionó, sólo para dirigir inmediatamente nuestra atención hacia los “defraudadores sociales” y los inmigrantes. El movimiento obrero debe responder situando el coste de la vida en el centro de la lucha. Debemos luchar por un aumento general de los salarios y de todas las prestaciones sociales, por un lado, y por otro por su indexación a la inflación. La cuantía de la inflación debe ser calculada por representantes electos de los trabajadores, no por economistas burgueses.
Dado el papel de la energía y la alimentación en el deterioro de nuestro poder adquisitivo, el movimiento obrero debe luchar por la nacionalización, bajo control democrático de los asalariados, de los grandes grupos de estos dos sectores clave de la economía. Como sabemos, TotalEnergie está dando dinero a sus accionistas gracias a la inflación. Pero todas las grandes multinacionales de los sectores de la energía y la alimentación -incluida la distribución- alimentan a sus accionistas: Francia es el campeón europeo de los dividendos. Para acabar con este escándalo y organizar el control de los precios, hay que expropiar a los gigantes parásitos propietarios de estas empresas.
Son necesarias otras medidas programáticas, como la nacionalización de la banca y de la industria, la contratación masiva de funcionarios, la derogación del Parcoursup (el sistema de acceso a la universidad), de las leyes laborales y de todas las contrarreformas de los últimos veinte años. ¿Quién llevará a cabo este programa? Ni Macron ni Le Pen, evidentemente. Sólo un gobierno al servicio de los trabajadores podría llevarlo a cabo. En consecuencia, este programa debe estar vinculado al objetivo de acabar con Macron y su camarilla. Esta perspectiva despertaría el entusiasmo de todos aquellos, muchos de ellos, que aprietan los dientes con rabia ante la mera idea de soportar este gobierno durante otros cuatro años.
¿Qué estrategia?
Una vez elaborado este programa, la lucha para aplicarlo no debe consistir en una sucesión de “jornadas de acción”, cuyos límites se han demostrado muchas veces. Es necesario popularizar este programa en cada empresa, en cada barrio, en cada universidad. Este trabajo debe implicar a todas las fuerzas militantes de la juventud y del movimiento obrero, a través de miles de Asambleas Generales y reuniones públicas en todo el país.
El equilibrio de poder necesario, en la calle y en las empresas, debe explicarse claramente desde el principio. Las grandes manifestaciones no bastarán por sí solas. Tendrán que desarrollarse huelgas sólidas y renovables en un número creciente de sectores económicos. Esto es precisamente lo que ha faltado en los últimos meses: los sectores movilizados han permanecido aislados. Esto no es culpa de los trabajadores, sino de la dirección de la intersindical, que no ha hecho absolutamente nada para intentar desarrollar el movimiento de huelgas renovables. Debemos aprender todas las lecciones de esto. Hay que elaborar un plan de batalla. Hay que planificarlo todo, en sentido ascendente, para que la movilización de los sectores más combativos lleve tras de sí a los demás sectores.
Emmanuel Macron, cuya arrogancia roza tan a menudo la temeridad, ha proclamado “100 días de apaciguamiento”. Tomémosle la palabra, pero con un cambio radical de objetivo. 100 días es un buen momento para elaborar un programa ofensivo, popularizarlo masivamente y empezar a aplicarlo sobre la base de un sólido plan de batalla. Si el movimiento obrero lanza todas sus fuerzas en esta dirección, el 14 de julio podríamos estar en una buena posición para recordar al gobierno y a la clase dominante el profundo significado histórico de esta fecha.
El año pasado, Arkaitz Rodríguez, secretario general de Sortu (el partido mayoritario de la coalición EH Bildu) calificó al grupo de ‘reaccionario’. Pero justo después afirmó que GKS es una mera mosca en la sopa, y que la dirección no había dedicado “ni siquiera medio minuto” a sus desarrollos.
Si bien esta afirmación altisonante parece bastante improbable, ahora queda claro que la izquierda nacionalista está prestando toda su atención. En febrero, Sortu envió una circular a sus militantes en la que buscaba aclarar políticamente su posición con respecto a GKS. Esto equivalía a vender las mentiras que los medios vascos han propagado (describiendo a los militantes del GKS como “matones” y “violentos”); y, lo que es más sorprendente, el uso de políticas de identidad para atacar a la juventud comunista.
La ‘aclaración’ de Sortu fue un ataque apenas velado; un reconocimiento consciente de que su actitud hasta ahora había fallado. Aunque afirme que GKS “debilita los proyectos transformadores”, el momento en que Sortu rompió públicamente su silencio es bastante revelador.
Precisamente, la circular siguió a otra magnífica movilización de 7.000 personas organizada por GKS en Bilbao e Iruña el pasado 28 de enero. La manifestación resonó con combatividad, con consignas que incluían “hagamos frente a la ofensiva burguesa” y “la venganza de los trabajadores: revolución socialista”. Aunque el tamaño era el mismo que el año pasado, estaba claro que sus consignas valientes y comunistas están obteniendo el apoyo de sectores de la juventud vasca.
La circular afirma que detrás de la “retórica revolucionaria y radical” de GKS encontramos una “incapacidad para influir en la sociedad y cambiar las cosas”. Pero lejos de ser un relámpago, GKS y el Movimiento Socialista en general son una fuerza a la que la izquierda nacionalista debe tener en cuenta.
Contraponen el reformismo y las mezquinas ofertas de la izquierda nacionalista con la agitación y la propaganda revolucionarias. No sorprende que se hayan convertido en un punto de referencia, en Euskal Herria y más allá.
Una línea política en bancarrota
Como hemos explicado anteriormente, GKS surgió de un debate dentro de la izquierda abertzale, con el objetivo explícito de denunciar el “fracaso histórico” de la estrategia utilizada para lograr la independencia vasca, así como criticar su papel subordinado al gobierno de Madrid. Esto es algo que Sortu no puede tolerar, especialmente con su lamentable trayectoria en el parlamento.
EH Bildu forma parte de la mayoría de apoyo al gobierno central cuyo voto es necesario para que la coalición PSOE-UP se mantenga en el poder en Madrid. Ha habido muchos acuerdos escritos entre Bildu y el PSOE. Y así, la trayectoria de este gobierno, que ha terminado defendiendo los intereses de la clase dominante en todas las cuestiones decisivas, se refleja en ellos mismos.
Por ejemplo, ha habido un puñado de casos de retroceso en las promesas electorales desde que la inestable coalición llegó al poder. Hubo un acuerdo escrito entre el PSOE y Bildu sobre la derogación de la reforma laboral del Partido Popular. A la hora de llevar a la práctica este acuerdo, el PSOE se negó a aplicarlo, aprobando sólo una reforma parcial de la legislación del PP, dejando intactos los elementos más reaccionarios. Bildu protestó, presentando su propia propuesta alternativa…pero al final, se mantuvo fiel al gobierno de PSOE-UP.
Lo mismo pasó con la reaccionaria Ley Mordaza, también introducida por el gobierno del PP para limitar los derechos democráticos. El gobierno de PSOE-UP había prometido derogarla. Luego se conformaron con modificarla ligeramente. Bildu protestó, se negó a votarla…pero siguió apoyando al gobierno.
Además, sería un error pensar que EH Bildu simplemente protesta contra el gobierno y luego se calla. Han votado a favor de la reforma del Código Penal, que incrementa la represión sobre quienes luchan contra las injusticias.
Solo para dar otro ejemplo del tipo de gobierno que la izquierda nacionalista está apoyando en Madrid: recientemente, un policía involucrado en la tortura y ejecución extrajudicial de Mikel Zabalza en 1985, un conductor de autobús vasco, ha sido ascendido a la jefatura de la Guardia Civil. Esta es la realidad de ser la muleta izquierda del régimen en Madrid.
Con las elecciones acercándose, lo intentan todo haciendo promesas para asegurar sus escaños. Pero al igual que el resto de su “resistencia”, esto equivale a nada más que palabras, palabras y palabras.
Aunque EH Bildu finja una mezcla de sorpresa y decepción con el gobierno, le continúa brindando un apoyo crucial. Además, su “camino constitucional” hacia la independencia es una ilusión. La liberación nacional de Euskal Herria no está ni un centímetro más cerca desde que EH Bildu se acomodó con el PSOE en Madrid y en el Parlamento de Navarra.
Los hechos hablan claro, el gobierno de PSOE-UP en Madrid, a pesar de su pretensión de ser “el gobierno más progresista de la historia”, está firmemente comprometido con la gestión de la crisis del capitalismo en interés de los patrones. Son lealmente serviles al imperialismo estadounidense en la política exterior, incluido el apoyo a la OTAN en su guerra con Rusia en Ucrania.
El apoyo de EH Bildu muestra a la juventud vasca dónde están sus lealtades. Son una fuerza completamente sometida y políticamente en bancarrota. En verdad, a estos nacionalistas pequeñoburgueses solo les preocupaba tener un asiento en la mesa.
Su trayectoria en casa no es mejor. En Euskal Herria, se involucran en las tácticas estalinistas de campañas de desprestigio, haciéndose eco de los ataques que se acumulan diariamente en la prensa burguesa contra el Movimiento Socialista. Han intentado estrangular financieramente a GKS expulsando a los comunistas de las txosnas, que es una forma instrumental de recaudar dinero para sus proyectos. Podríamos preguntar: con compañeros como estos, ¿quién necesita enemigos?
En su circular, Sortu arremete contra el GKS “reaccionario” por “las prácticas más dañinas que se han visto en la izquierda”. ¡Vaya ironía! La dirección de la izquierda nacionalista debería mirarse en el espejo.
Políticas de identidad
Sin nada que ofrecer a los trabajadores y jóvenes, excepto más del statu quo, Sortu se ha disfrazado con el lenguaje de las políticas de identidad. Como escriben:
“En el camino hacia una Euskal Herria unificada, independiente, socialista, feminista y euskalduna, GKS no aporta nada. Al contrario. Además, no hay posibilidad de colaboración, porque tenemos diferentes proyectos y estrategias, porque rechazan esa posibilidad y, sobre todo, porque actúan de forma excluyente y agresiva”.
Una parte de ese párrafo es realmente cierta: no puede haber colaboración entre dos proyectos y estrategias opuestos, pero eso es precisamente que el Movimiento Socialista está en contra del capitalismo y por el socialismo, mientras que los líderes de Sortu defienden firmemente una estrategia reformista de gestión de la crisis económica del sistema dentro de los estrechos límites del capitalismo.
Continúa la circular argumentando que GKS se siente “incómodo” con las luchas de la comunidad LGBT, el feminismo, etc. Por ejemplo, calumnian a Itaia, la coordinadora de mujeres de GKS. De una manera habitualmente condescendiente, afirman que este grupo corrompe la mente de las jóvenes militantes. Con estos grandes trazos, Sortu pretende pintar a GKS como un grupo fanático que está en contra de la justicia social; completamente al margen de cualquier otra cosa que no sea el comunismo.
Esta es una crítica falsa. La lucha de los auténticos comunistas tiene como objetivo conectar todas las diversas luchas. Los revolucionarios deben tratar de unir a los estratos oprimidos y explotados de la sociedad y canalizar las energías colectivas para construir un partido revolucionario capaz de derrocar al capitalismo. Prestar mucha atención a todas las injusticias del capitalismo y agitar contra ellas es un requisito previo para construir. Y solo sobre esta base podremos desarraigar toda discriminación y prejuicio que aqueja a la sociedad.
Después de todo, es el sistema que defiende Sortu a través de su reformismo el que se basa en estas divisiones para gobernar. Y por eso no sorprende que recurran a los argumentos de las políticas de identidad.
Las políticas de identidad afirman que la principal división en la sociedad es la de la identidad subjetiva. Separan la lucha por la liberación de la mujer de la lucha contra el sistema capitalista, complaciendo las ideas de moda que sirven para confundir y desorientar a la juventud. No sorprende que este desacreditado partido reformista hable en ese lenguaje; ¡enarbolar la bandera de la justicia social en meras palabras es la más barata de todas las reformas!
Estos ataques son cínicos y egoístas. Una vez más, vemos la opresión genuina a que se enfrentan las mujeres, utilizadas como arma arrojadiza por un partido que, en primer lugar, no tiene ningún interés serio en luchar contra ella. GKS ha rechazado esta tontería.
Sortu se queda en una larga tradición de partidos reformistas que recurren a un lenguaje que suena radical para mantener las apariencias. Vemos esto también en Escocia, donde el Scottish National Party se ha beneficiado de ser más “progresista” que el rabioso partido Tory en Gran Bretaña, mientras se mantiene firme dentro de los límites del sistema capitalista.
En todos los casos, si rascas la superficie, encontrarás políticas reformistas que no ofrecen ningún camino a seguir para las masas.
En verdad, el enfoque en la “identidad”, la “nacionalidad”, etc., y la relegación de la importancia de la independencia y los métodos de clase, ha tenido consecuencias desastrosas. Lenin comentó una vez que la cuestión nacional es en el fondo una cuestión de pan. Eso es absolutamente correcto. En un período caracterizado por recortes y contrarreformas, los problemas de vivienda, seguridad y empleo seguirán aumentando. No hay manera de resolver la cuestión nacional sobre la base del capitalismo.
Internacionalismo
Notamos que es desde una posición de debilidad, no de fuerza, que Sortu ha atacado a los militantes de GKS. Esto tendrá un doble propósito. Con elecciones a finales de este año, Sortu pretende desviar la atención de sus fracasos. También intentarán consolidar su grupo juvenil, Ernai, que se ha quedado atrás tras esta explosión de combatividad.
A pesar de toda la grandilocuencia en su circular de que GKS está “en contra de la liberación nacional vasca”, los dirigentes de Sortu no se han dado cuenta de que la juventud está empujando más allá de los límites del nacionalismo, con un éxito rotundo. Esto está ocurriendo no sólo en Euskal Herria. Hay otros desarrollos prometedores similares en Catalunya con la formación de Horitzó Socialista.
En todo el mundo vemos una capa de jóvenes de familias trabajadoras, radicalizados por la experiencia de la crisis capitalista, la amenaza al clima, la guerra y la destrucción, volviéndose hacia ideas de un cambio radical, rechazando este sistema podrido y volviéndose hacia las ideas del comunismo. GKS es sin duda el ejemplo más avanzado de esto hasta la fecha. Pero el potencial para desarrollos como este existe en todo el mundo. El internacionalismo debe ser el alma del movimiento comunista para que tengamos éxito en las tareas que nos proponemos.
GKS ha mostrado el camino a seguir por la juventud desilusionada con el reformismo y el nacionalismo. El camino a seguir es la lucha de clases y el comunismo. Aplaudimos los esfuerzos de GKS por el ejemplo que han dado. Y nos solidarizamos plenamente con ellos frente a los ataques y calumnias que continúan enfrentando.
Las políticas y estrategias estériles de los partidos reformistas han sido puestas a prueba. Sus carencias han quedado expuestas. El papel de los comunistas es exponer las debilidades de estas blandas políticas institucionales y educarnos en las ideas del socialismo científico. El marxismo es nuestra arma más afilada para entender el mundo y transformarlo. Con más crisis inminentes, no tenemos ni un minuto que perder.
El 53º Congreso de la CGT, realizado a fines de marzo, marcó un punto de inflexión en la historia de esta confederación sindical. Los 942 delegados se polarizaron entre una izquierda y una derecha, que se enfrentaron durante cuatro días. Sobre todo, la izquierda parecía más fuerte y ofensiva que nunca, aunque la derecha logró mantener el control de la dirección y colocar a una de las suyas, Sophie Binet, como secretaria general.
El primer día del Congreso, el 27 de marzo, muchos delegados utilizaron el podio para exigir procedimientos más democráticos que los propuestos por los organizadores del Congreso. El tono quedaba establecido. Pero un rayo golpeó el segundo día: después de un debate muy animado, el “Informe de gestión” de la dirección saliente, el documento que detalla su balance de los acontecimientos recientes, fue rechazado por el 50,3 por ciento de los votos.
Esto no tiene precedentes y es un enorme rechazo al secretario general saliente, Philippe Martinez, y a toda la dirección saliente de la CGT. Pero fue sobre todo una advertencia muy clara a la dirección entrante, que no difiere fundamentalmente de la anterior. La polarización interna de la CGT no terminará pronto. Por el contrario, se intensificará en los próximos meses y años, ya que es consecuencia de la creciente polarización de clases en la sociedad en general.
Estancamiento estratégico
El rechazo al informe de la dirección saliente es una confirmación de que, con excepción de la lucha contra el ‘Contrato de Primer Empleo’ en 2006, la CGT solo ha conocido derrotas a nivel nacional en los últimos 20 años. Estas derrotas incluyeron, en particular, las luchas contra las reformas de la edad de jubilación en 2003; contra la reforma de pensiones en 2010 y 2014; contra las nuevas reformas laborales de 2016 y 2017; y contra los recortes a los derechos de los trabajadores ferroviarios en 2018.
En 2020, fue la crisis de la pandemia –y no las acciones de la CGT– lo que impidió que Macron implantara un sistema de jubilación ‘basado en puntos’. La lucha contra esta reforma había decaído claramente en enero de 2020, ya que la huelga reconducible de los trabajadores ferroviarios (huelga indefinida que se renueva diariamente) había quedado aislada.
Para explicar esta larga serie de derrotas, el Informe de Gestión denuncia la “división sindical”, deplora “la marginación y el desmoronamiento del sindicalismo” y, en pocas palabras, atribuye toda la responsabilidad al ala izquierda de la CGT. En resumen, la dirección de la CGT elude toda responsabilidad, mientras que el problema central obviamente está mucho más cerca de casa. De hecho, el problema es la moderación extrema y el estancamiento estratégico impuesto por la dirección de la CGT a todos los movimientos importantes.
Resumamos este problema. En el contexto de la crisis general del capitalismo mundial, el capitalismo francés vive su propio declive relativo, que afecta desde hace muchos años a todos los sectores de la economía. Como resultado, la clase dominante francesa necesita objetivamente contrarreformas drásticas, como el actual sabotaje de las pensiones. Por esta razón, la clase dominante no está dispuesta a retroceder ante meros “días de acción”, por masivos que sean.
Hacer retirar una importante contrarreforma requerirá un fuerte movimiento de huelgas reconducibles, que abarque un número creciente de sectores clave de la economía. Esto es obvio. Lamentablemente, esto no aparece en ninguna parte del Informe de Gestión ni del Documento Político del 53º Congreso de la CGT. La dirección prefiere hablar de “división sindical”. En todas las demás cuestiones, la dirección de la CGT no se mueve: necesitamos grandes “jornadas de acción”, etc.
Este impasse estratégico se combina con un programa extremadamente moderado. La dirección nacional de la CGT no pretende el derrocamiento del capitalismo, sino sólo “un reparto diferente de la riqueza… una sociedad más justa, respetuosa con el medio ambiente y un mundo en paz”.
El problema aquí es que sobre una base capitalista, la desigualdad solo puede aumentar, la injusticia empeorar, la crisis ambiental se puede intensificar y las guerras imperialistas solo se pueden multiplicar. Un número creciente de activistas de la CGT entienden esto y exigen que su dirección nacional defienda un programa mucho más radical de ruptura con el orden establecido. Esto se reflejó en el Congreso en enmiendas que buscaban radicalizar el Documento Político. Varias de estas enmiendas se adoptaron en contra del consejo de los líderes salientes.
“Unité CGT”
Como hemos dicho, la izquierda del Congreso salió con fuerza y a la ofensiva. La primera razón de esto es el creciente descontento entre las bases de la CGT. Pero también está relacionado con el hecho de que la izquierda se está organizando cada vez más. Desde diciembre de 2019, figuras destacadas de esta izquierda, entre ellas Olivier Mateu, secretario regional de Bouches-du-Rhône; y Emmanuel Lépine, secretario del sindicato de trabajadores químicos, que forma parte de la CGT, han formado una tendencia organizada, ‘Unité CGT’.
De cara al Congreso, Unité CGT defendió la candidatura de Olivier Mateu al puesto de Secretario General de la Confederación. También apoyaron una propuesta mucho más radical que el Documento Político de la dirección saliente. En particular, defienden la idea de una “doble tarea” a la que se enfrenta la CGT, que “requiere trabajar día a día para mejorar la vida de los trabajadores (horarios laborales, salarios, condiciones de trabajo, etc.) y, al mismo tiempo, vincular esta lucha a la emancipación de los trabajadores, a través de la expropiación de los capitalistas”. Este documento especifica que es necesario luchar por la nacionalización de varios sectores clave de la economía: “banca, transporte, energía, industria farmacéutica y grandes sectores industriales”.
El pasado mes de febrero publicamos un comentario crítico sobre este documento. En particular, subrayamos que las “dos tareas” no están articuladas con suficiente claridad. Sin embargo, los compañeros de Unité CGT han vuelto a poner en la agenda la necesidad de luchar por la expropiación de los capitalistas. Este es un acontecimiento muy positivo y muy importante para el futuro de la lucha. También es destacable que, sobre esta base, las candidaturas de Olivier Mateu y Emmanuel Lépine a la Comisión Ejecutiva de la CGT obtuvieran el 36,5 por ciento de los votos de los delegados al Congreso. No fue suficiente para obligar a la dirección saliente a incluir a estos dos compañeros en la dirección ejecutiva, pero es un indicio del enorme potencial de Unité CGT en el próximo período.
El argumento ‘feminista’
Antes del Congreso, los compañeros de Unité CGT organizaron más de una docena de debates en todo el país. Muchos activistas sindicales participaron. Varios de estos debates fueron filmados y publicados por Unité CGT. No estamos de acuerdo con todas las ideas defendidas por Olivier Mateu, pero cualquiera que observe estos debates podrá comprobar que eran de buen nivel político y centrados en el fondo del asunto. No se puede decir lo mismo de los argumentos escogidos por Philippe Martinez y la dirección saliente para criticar la candidatura de Olivier Mateu y a los compañeros de Unité CGT en general.
Durante meses, Philippe Martinez y su séquito defendieron la candidatura de Marie Buisson –que finalmente fue rechazada a favor de Sophie Binet, durante el Congreso– mediante un argumento repetido hasta la saciedad: “ella es una mujer”. Acusaron públicamente a Olivier Mateu y a sus compañeros de descuidar la lucha contra la opresión de las mujeres. En fin, la dirección saliente de la CGT recurrió al peor argumento posible, que no tiene absolutamente nada que ver con la lucha contra la opresión de la mujer; un ‘argumento’ que de hecho es solo una maniobra cínica destinada a desacreditar a bajo precio al ala izquierda en favor del ala derecha, de la cual Marie Buisson es parte.
Muchos militantes, incluidas varias mujeres, protestaron enérgicamente contra esta maniobra. Pero es un hecho: una vez más, los argumentos “feministas” han jugado un papel totalmente reaccionario dentro del movimiento obrero. Y lamentablemente, parte de la ‘izquierda radical’ cayó en la trampa, empezando, por supuesto, por el NPA, que tuvo a bien denunciar “las tradiciones machistas del sindicalismo”.
Ya tenemos una mujer al frente de la CGT: Sophie Binet. ¿Es esta una buena noticia? Quienes apoyan a Macron así lo creen, no porque sea mujer, por supuesto, sino porque proviene del ala derecha de la CGT. Así, tras su elección, el diputado macronista Marc Ferracci vio en ella “una buena noticia para el diálogo social”. Entiéndase: buenas noticias para la “negociación” de las contrarreformas por venir. El diputado Paul Christophe, también macronista, dijo por su parte: “Nadie puede esperar que el radicalismo se imponga en la CGT”, precisó. “Solo podemos alegrarnos de ver a una reformista al frente de la CGT”. Etcétera.
En resumen: desde el punto de vista de la burguesía –que pretende continuar con su ofensiva contra la clase trabajadora, incluidas las mujeres trabajadoras– la elección de Sophie Binet es una noticia mucho mejor de lo que hubiera sido la de Olivier Mateu. Desde nuestro punto de vista, es todo lo contrario. No es una cuestión de género, sino de clase.
Conclusión
Por falta de espacio, no podemos abordar aquí la cuestión ambiental, que ocupó un lugar importante en el enfrentamiento entre la izquierda y la derecha durante el Congreso. Vamos a volver a esto más adelante.
A falta de una alternativa, el Documento de Orientación de la Gestión Saliente fue adoptado por el 73 por ciento de los votos. Pero desde el punto de vista del equilibrio de poder dentro de la CGT, el rechazo al Informe de Gestión es mucho más significativo. También asestó el golpe de gracia a la candidatura de Marie Buisson.
Por cierto, Olivier Mateu desveló, en pleno Congreso, que hace tres semanas le había propuesto una alianza a Céline Verzeletti, que se presentaba como alternativa a Marie Buisson. Este planteamiento de Olivier Mateu tomó por sorpresa a muchos compañeros. Sobre todo, no se basó en un análisis concreto de la posición de Céline Verzeletti en los debates internos de la CGT. Es más, ella ni siquiera respondió a la propuesta de Olivier Mateu.
Dicho esto, lo principal es que Unité CGT sale bastante fortalecida de este histórico Congreso. En este sentido, llama la atención que la gran mayoría de las organizaciones de “extrema izquierda” en Francia no se pronuncien sobre este evento. Esta es una ilustración más del hecho de que la “extrema izquierda” en cuestión está desconectada del movimiento obrero real.
Révolution, por su parte, seguirá participando, dentro de los límites de nuestras fuerzas, en la lucha por darle a la CGT una orientación revolucionaria. De ello depende el futuro del movimiento obrero francés y el éxito de la lucha para llevar a los trabajadores al poder en este país.
El martes (28 de marzo) se llevó a cabo otro día de acción para oponerse al podrido régimen de Macron, que la semana pasada forzó un aumento de la edad de jubilación en Francia. La lucha sigue siendo fuerte, evidenciada por los millones de personas que salieron a las calles
Pero para que los trabajadores y la juventud salgan victoriosos de sus batallas contra Macron, los viejos métodos fallidos de los líderes sindicales no serán suficientes. Nuestros camaradas franceses de Révolution hacen un balance de la última movilización y señalan el camino a seguir.
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La jornada del 28 de marzo contra la reforma de las pensiones fue rica en enseñanzas. He aquí algunas.
1) Con más de 2 millones de personas en las calles a nivel nacional, la movilización sigue siendo muy fuerte, más teniendo en cuenta que fue el décimo día de acción organizado desde el 19 de enero. A modo de comparación, la CGT reclamó la misma cantidad de manifestantes durante el décimo día de acción del poderosísimo movimiento social en otoño de 2010.
Estas enormes reservas de ira y combatividad aterrorizan a la clase dominante. Sobre la base de una estrategia y consignas mucho más ofensivas, las direcciones del movimiento sindical podrían movilizar plenamente estas reservas e infligir una gran derrota al gobierno, o incluso derrocarlo. En cambio, la intersindical está llamando a un undécimo día de acción el 6 de abril, nueve días después.
Esta estrategia es obviamente contraproducente. ¿Qué mensaje se envía a los trabajadores que actualmente están en huelgas renovables? ¿Se supone que durarán hasta el 6 de abril? El comunicado de prensa de la intersindical no dice una palabra sobre las huelgas renovables. Simplemente dice que apoya “las huelgas que se vienen haciendo desde enero”. Sin embargo, solo el desarrollo de paros renovables puede hacer retroceder al gobierno.
El hecho es que los líderes de la intersindical están al menos tan aterrorizados como la clase dominante. Su nota de prensa de la noche del 24 deploraba “una situación de tensión en el país que nos preocupa mucho”, como si el recrudecimiento de la lucha de clases no implicara un cierto desarrollo de “tensiones”. La misma nota de prensa se alarma ante el “riesgo de explosión social”. Y mientras el gobierno se dedica a una brutal represión policial de manifestaciones y piquetes, la intersindical le pide cortésmente que “garantice la seguridad y el respeto al derecho de huelga y manifestación”. Sería gracioso si no fuera tan serio.
2) La juventud estuvo muy presente en las manifestaciones. El uso de la 49.3 estimuló claramente la movilización de estudiantes y estudiantes de secundaria, que hasta entonces habían estado relativamente pasivos. Es lógico: la juventud vivió el 49.3 como un insulto a los más elementales principios democráticos. No solo se está movilizando contra la reforma de las pensiones, sino contra un régimen brutal, autoritario y reaccionario. Lucha por una transformación radical de la sociedad.
Esta movilización de la juventud confirma lo que venimos explicando desde el inicio del movimiento: si las direcciones sindicales ampliaran el objetivo de la lucha, si llamaran al pueblo a movilizarse contra toda política del gobierno -y por un programa de ruptura con todas las políticas de austeridad- favorecerían la entrada en acción de nuevas capas de jóvenes y trabajadores.
Este punto de vista es compartido en amplias capas del movimiento. Por ejemplo, en la Asamblea General de inter-facultades en Toulouse el lunes por la noche, los activistas de Revolución defendieron la siguiente moción, que fue aprobada por votación de los 800 estudiantes y trabajadores presentes: “La asamblea general de inter-facs de Toulouse une a los trabajadores en la lucha actual contra la reforma de las pensiones. Sin embargo, el uso de 49.3 marcó un punto de inflexión en el curso de esta lucha. Ahora, en la mente de un número creciente de jóvenes y trabajadores, la lucha contra la reforma va acompañada de una lucha contra el gobierno de Macron y todas sus políticas. Para contribuir al éxito del movimiento, la dirección de la intersindical ya no debe contentarse con exigir únicamente la retirada de la reforma. Debe adoptar un programa ofensivo que defienda los intereses de los trabajadores y la juventud. Esto contribuirá al desarrollo del movimiento de huelgas renovables, que es lo único que puede garantizar nuestra victoria. »
3) Lo hemos dicho: la burguesía está aterrorizada por el poder de este movimiento. Pero no está menos decidida a imponer esta contrarreforma (y muchas otras), porque está en juego la competitividad del capitalismo francés, es decir, lo que la gran burguesía tiene más querido del mundo: sus ganancias.
En los últimos días, por tanto, se han multiplicado las maniobras -tanto del lado del gobierno como del lado de los dirigentes de la intersindical- para tratar de apagar el volcán social. Toma la forma de un vodevil muy malo. Macron ha ofrecido a los líderes de la intersindical reunirse con ellos para hablar de lo que quieran, excepto de la reforma de las pensiones. Por su parte, los dirigentes de la intersindical han propuesto designar una “mediación” -entre ellos y el gobierno- para hablar de la reforma de las pensiones. A lo que el gobierno respondió que no necesitaban “mediación” para hablar entre ellos (sobre todo lo que quieren, excepto la reforma de las pensiones). Al mismo tiempo, la intersindical anunció que iba a “escribir” nuevamente a Macron. Y por su parte, la Primera Ministra Elisabeth Borne escribió a los dirigentes de la intersindical para ofrecerles una “entrevista”; Laurent Berger (CFDT) dijo que iba a ir allí para hablar con la Primera Ministra sobre lo que ella no quiere escuchar.
Todo ello con el objetivo de desmovilizar a los trabajadores y renovar el llamado “diálogo social”, es decir, la “negociación” de las contrarreformas por parte de las direcciones sindicales. La juventud y los trabajadores no tienen nada bueno que esperar de estas discusiones entre el gobierno y los líderes sindicales que se comprometerían allí. Deben depender únicamente de sus propias fuerzas y de la organización democrática de base de la lucha.
4) El estancamiento de la estrategia de las direcciones confederales, desde hace muchos años, encontró el 28 de marzo, durante el Congreso de la CGT, una expresión espectacular y sumamente significativa. Como novedad, el “Informe de Actividades” de la gestión saliente fue rechazado por el 50,3% de los delegados. Este es un gran revés para Philippe Martinez y la gerencia saliente en general. La polarización interna en la CGT ha traspasado oficialmente un nuevo umbral.
El Congreso de la CGT continuará hasta el viernes 31. Seguramente habrá fuertes réplicas al terremoto del día 28. Revolution reitera su apoyo a la izquierda de la CGT (Unite CGT) y a su candidato a la Secretaría General de la Confederación, Olivier Mateu.
Volveremos más extensamente sobre este Congreso de la CGT, que marca un punto de quiebre en la evolución de esta Confederación. Para concluir, citemos un extracto de la declaración del 19 de marzo de Unite CGT, que contrasta con la extrema moderación de los dirigentes de la intersindical:
“Estamos en un punto de inflexión. Al tirar demasiado de la cuerda, [Macron y su gobierno] la rompieron. Así que digamos las cosas: ahora, el tema no es solo el rechazo de 64 años. El tema es la vuelta a los 60 años de la jubilación. Es el salario mínimo a 2000 euros. Es la renacionalización/expropiación de carreteras, industrias, y demás bienes del pueblo saqueados. Es la derogación de los decretos de paro, es el fin de las ayudas empresariales, es la respuesta a todas nuestras necesidades sociales. Es un cambio de régimen. Este orden social ha durado demasiado. »
El pasado fin de semana del 24-26 de marzo celebramos en Madrid el Congreso de la Corriente Marxista Internacional en el Estado español. Fue, en opinión de todos los presentes, una reunión magnífica, con un ánimo excelente y un elevado nivel de discusiones. Todos salimos conscientes de nuestras tareas y con más ganas que nunca de construir la organización.
Contamos con la presencia de decenas de compañeros procedentes de la Comunidad de Madrid, Catalunya, Euskal Herria, Andalucía, Aragón, País Valencià, Murcia, y Mallorca. También recibimos una representación de cuatro camaradas de Portugal, además del representante de la CMI a nivel internacional, el compañero Jorge Martín.
Jorge Martín
Perspectivas mundiales
La primera sesión tuvo lugar el viernes 24 de marzo por la tarde con la discusión de perspectivas mundiales, a cargo del compañero Jorge Martín, a lo que siguió un apasionante debate. El compañero Jorge Martín hizo un recorrido por todas las contradicciones que están socavando la estabilidad del capitalismo, como la reciente crisis bancaria que está lejos de terminar, el estancamiento económico prolongado y la espiral inflacionista, la guerra de Ucrania, la crisis climática, las desigualdades crecientes, la crisis política en EEUU y Europa y, sobre todo, la ola de agitación social que está sacudiendo todo el planeta, con especial énfasis en los acontecimientos de Francia. Se están preparando explosiones sociales en todas partes, como reconocen los propios estrategas del capitalismo. Así, en el informe introductorio del Foro Económico de Davos, celebrado en enero, y que reúne a lo más “exquisito” de la oligarquía mundial, se concluye:
“La creciente frustración de los ciudadanos por las pérdidas en el desarrollo humano y la disminución de la movilidad social, junto con una brecha cada vez mayor en los valores y la igualdad, plantean un desafío existencial a los sistemas políticos en todo el mundo”.
¿Qué es esto, sino el reconocimiento y el pánico al peligro de explosiones revolucionarias en todas partes en los próximos años? Esto debe llenarnos de confianza y optimismo en nuestras ideas, en la capacidad revolucionaria de la clase obrera internacional, y en el desarrollo que espera a la CMI en los años venideros.
Después de este punto, el mismo compañero Jorge dio un breve informe del trabajo de la Corriente Marxista Internacional. Pese a las limitaciones de tiempo fue un informe vibrante. La CMI ha casi duplicado el tamaño que tenía antes de la pandemia, durante la cual significativamente, tuvo un desarrollo acelerado. La CMI desarrolla trabajo en 60 países de los 5 continentes, con 32 secciones nacionales conformadas, otros 13 países con grupos en formación, y militantes individuales y contactos serios (incluidos grupos enteros) en otros 15 países. 14 secciones nacionales superan el centenar de miembros, en números que abarcan entre 100 y 800 militantes, incluyendo grupos con más de 600, 400 o 300 militantes. Muchas de estas secciones, y otras más pequeñas, han duplicado e incluso triplicado su militancia durante la propia pandemia y hasta la fecha.
La clave de este éxito ha sido la orientación a la juventud y la atención seria a la teoría marxista y la formación política de cuadros marxistas.
Por falta de tiempo, el compañero se centró en unas pocas secciones, como la británica (815 militantes) que ha aprobado en su reciente congreso el objetivo de llegar a 1.000 militantes al final del año, la pakistaní con cerca de 700 miembros, la italiana con más de 400, o las secciones estadounidense y canadiense a punto de alcanzar los 400. En Brasil, nuestro grupo supera ampliamente los 200 militantes, marca que también ha conseguido la sección austriaca, con un rango de secciones oscilando entre los 100 y 200 (Suiza, Suecia, Alemania, México, Francia, Rusia y la sección española). Pero todas otras secciones se aproximan rápidamente al centenar de miembros. Se destacó especialmente el caso de Sudáfrica, donde solo teníamos un camarada a comienzos de 2020 y ahora son más de 60. Desde la pandemia nuevos grupos están desarrollándose en Chile, Perú, Sri Lanka, India, Bangla Desh, el norte de África, entre otros. Precisamente, la semana anterior tuvimos una escuela de formación marxista telemática en lengua árabe con participantes del norte de África y del resto del mundo árabe con 254 inscritos.
Nuestra revista teórica internacional In Defence of Marxism se distribuye en decenas de países en inglés y castellano con una venta por número de 4.000 ejemplares. Una conquista colosal será la adquisición de nuestro local internacional a lo largo de este año en Londres, para lo cual hemos reunido la impresionante cantidad de 1,6 millones de libras los últimos 4 años.
El libro de “La Historia de la Filosofía. Una perspectiva marxista” de Alan Woods, que acabamos de publicar en castellano, ha vendido 3.000 ejemplares en su edición inglesa.
El año que viene conmemoraremos el centenario de la muerte de Lenin para el cual organizaremos actividades en todos los países y publicaremos una biografía en inglés.
Estamos poniendo las bases para la construcción de corrientes marxistas en cada país, con cientos y miles de cuadros, para que intervengan en el desarrollo futuro de movimientos políticos de masas en el próximo período, que será la condición para emerger de ahí como partidos marxistas revolucionario de masas que estén en condiciones de dirigir a la clase obrera a la toma del poder en la mayor cantidad posible de países y en todo el mundo.
Perspectivas para el Estado español
En la segunda sesión del sábado por la mañana tuvimos la discusión del documento de perspectivas para el Estado español, introducida por el camarada David Rey. Este punto tuvo una amplia participación con cerca de 20 intervenciones de los delegados al congreso. La discusión se centró en el carácter del gobierno PSOE-UP, la debilidad orgánica del capitalismo español, la pujanza creciente de la movilización social y la creciente radicalización política de amplias capas de la juventud, como muestra la emergencia del Movimiento Socialista en diferentes zonas del Estado. Una eventual victoria de la derecha en las elecciones de finales de año (que no es segura) no reflejaría un incremento de la base social de la derecha sino que se debería a una elevada abstención en la izquierda por el desencanto con la política de medias tintas del gobierno y sus concesiones a la burguesía y al reaccionario aparato del Estado. Pero, en un contexto de movilización social creciente como el que estamos viendo, solo prepararía una feroz reacción desde abajo ante las políticas antiobreras de la derecha. A medio plazo habrá una vuelta al frente político con el surgimiento de un nuevo movimiento de izquierda de masas radical. Nuestra capacidad de incidir decisivamente en él dependerá de nuestra habilidad para haber construido una corriente comunista de cientos o mil cuadros insertados en empresas, barrios y centros de estudio. Y esa es nuestra tarea más apremiante.
Crecimiento y balance del trabajo
La sesión del sábado por la tarde fue muy variada. Comenzó con el informe del balance del trabajo, destacando los avances habidos en el trabajo de crecimiento y en la formación teórica. También se hizo un repaso de las principales actividades realizadas el último año. Hubo un informe específico sobre el trabajo juvenil, como principal actividad de la organización, y que nos ha proporcionado la gran mayoría de los contactos y nuevos reclutados. Camaradas de Euskadi y Barcelona intervinieron sobre el desarrollo del Movimiento Socialista en sus zonas, y de la recepción amistosa y fraternal con que ha sido recibida por muchos de sus militantes nuestra aportación al debate sobre determinadas posiciones de este movimiento, con nuestra firme colaboración para impulsarlo hacia delante. Compañeros de Sevilla hablaron de su participación en la plataforma vecinal Barrios Hartos de Sevilla, que están impulsando desde la primera fila, y que se ha ganado un lugar preferente con un gran impacto social por su denuncia de la marginación de los barrios obreros sevillanos, la falta de infraestructuras, los cortes de luz, etc. Otros compañeros hablaron de su trabajo sindical, como la intervención en la huelga de Mercedes Benz en Vitoria-Gasteiz el verano pasado, o en luchas de Call Centers en Valencia, así como la solidaridad llevada a piquetes de huelga con entrevistas en nuestra revista y nuestra web para darles la máxima difusión.
También se presentaron y aprobaron los balances de la prensa y la librería, así como los de finanzas, donde se aprobaron diversos objetivos para fortalecer y extender los recursos de nuestra organización.
“La historia de la filosofía. Una perspectiva marxista”
El Congreso aprobó lanzar una campaña de presentaciones públicas del libro, comenzando por las universidades donde estamos interviniendo, antes del final de curso, y también en librerías y locales sociales en todo el Estado. Estamos seguros de la gran acogida que recibirá este libro, un nuevo aldabonazo teórico de nuestra corriente, que recomendamos a todos los activistas y revolucionarios adquirir y leer para elevar su nivel político y de conocimientos sobre la historia del pensamiento humano y de filosofía marxista en particular.
La construcción del partido revolucionario
La sesión del domingo fue dedicada a debatir la construcción del partido revolucionario. Fue introducida por el camarada Jorge Martín. La discusión contó con la participación de numerosos compañeros que hicieron contribuciones excelentes, abordando todos los aspectos de este tema apasionante. La introducción incluyó un repaso histórico del desarrollo del marxismo en el movimiento obrero mundial, desde la intervención de Marx y Engels en la Liga de los Comunistas a fines de la década del 40 del siglo XIX, hasta la actualidad. En esencia, fue una reivindicación de los métodos bolcheviques y leninistas de la construcción del partido, basado en una organización de cuadros en una primera etapa, con militantes interesados por el conocimiento más elevado posible de la teoría marxista en todos sus aspectos (filosofía, economía e historia), la construcción de un aparato propio basado en el esfuerzo y sacrificio de la militancia, y con un funcionamiento interno basado en el centralismo democrático. Sobre este último se dejó clara nuestra delimitación tanto con la caricatura de centralismo burocrático que practican grupos estalinistas, reformistas y sectarios, como del asamblearismo estéril de las corrientes anarquistas y movimientistas. En cualquier caso, una dirección leninista debe basarse siempre, como regla general, en el convencimiento político y no en la imposición.
También se abordó el vínculo de la organización con el movimiento de masas para huir de cualquier enfoque sectario, debemos participar en él, a través de políticas de frente único, incluso en movimientos políticos de masas, sin esconder nunca nuestras ideas ni nuestra organización. Nuestra organización crecerá a saltos, con la integración, en una determinada etapa, de la corriente marxista de cuadros con el movimiento de masas que busca el camino de la revolución.
Finalmente, el congreso fue clausurado muy emotivamente con la interpretación de una breve pieza musical, con viola y violín, compuesta por un joven camarada músico, e interpretada por él y otro compañero, y que culminaron con las notas finales de La Internacional, la cual fue cantada posteriormente a coro por todos los presentes.
Antes de la clausura celebramos nuestra tradicional colecta para conseguir fondos extras para la organización, en la que conseguimos cerca de 5.000 euros entre los presentes.
El Congreso también fue muy exitoso en la venta de material, consiguiendo otros 1.200€ con la venta de material político, rifas y café.
Reiteramos el gran éxito de este Congreso y los camaradas quedamos emplazados para el próximo a celebrar en 2024, que estamos seguros será aún mucho más exitoso.
Desde el comienzo del año, ha habido más huelgas en Alemania que durante mucho tiempo. Primero los trabajadores postales, luego los trabajadores del sector público, y ahora los trabajadores ferroviarios han tomado medidas. Las razones de esto son obvias: la crisis económica, el aumento masivo de los precios y las pérdidas en los salarios reales de los últimos años.
El 27 de marzo tendrá lugar una gran huelga, organizada por ver.di (el segundo sindicato más grande de Alemania) y el sindicato de ferrocarriles y transportes (EVG). Esto involucrará a conductores de autobuses y trenes, así como a trabajadores de autopistas y aeropuertos.
Los sindicatos que hacen huelga son sindicatos que crecen
Las huelgas están teniendo un efecto. Ver.di ha registrado 63.000 nuevos miembros desde el comienzo del año — nunca en los 22 años de historia del sindicato se han afiliado tantas personas en los primeros tres meses del año. En todas partes se exigen salarios más altos y éstos están más que justificados en todos los sectores de la economía.
Para dar algunas cifras e ilustrar la gran disposición de los trabajadores a luchar: 42.000 de un total de 160.000 trabajadores postales organizados por ver.di han estado recientemente en huelga. Alrededor de 70.000 trabajadores de la educación salieron a las calles en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora (8 de marzo). En los días de huelga nacional del 14 al 15 de marzo, 30.000 huelguistas estaban en las calles de Alemania. Y en Marburgo y Giessen, un informe de ver.di afirma:
“Listos para negociar, listos para la huelga, 800 huelguistas en Giessen y el Hospital Universitario de Marburgo están discutiendo las demandas. El único hospital universitario privatizado de Alemania o bien acepta un convenio colectivo para mejorar las condiciones y la seguridad laboral para el 24 de marzo, o habrá una huelga seria para avanzar en nuestras demanda”.
En todo el país, las cosas se han detenido: muchos trabajadores, especialmente jóvenes profesionales y aprendices, están en huelga por primera vez en sus vidas / Imagen: ver.di, Twitter
En todo el país, las cosas se han detenido: muchos trabajadores, especialmente jóvenes profesionales y aprendices, están en huelga por primera vez en sus vidas. Se ha despertado un estado de ánimo militante. Los trabajadores están tomando su destino en sus propias manos y aventurándose en los sindicatos, que durante mucho tiempo habían estado estancados. Entienden que tienen que unirse para tener algún poder de combate significativo.
La colaboración social comienza a desmoronarse
Incluso las burocracias sindicales están empezando a agitarse. La dirección, que antes acostumbraba a las componendas con los jefes, se enfrenta a nuevos desafíos que debiesen inspirarla a actuar. Por primera vez en años vuelven a estar en la agenda nuevas medidas como la votación y las llamadas huelgas forzadas (a diferencia de las huelgas simbólicas, corrientes en el pasado). Sin embargo, la perspectiva de una huelga general, cuya base sería una huelga de trabajadores de infraestructura y servicios públicos, está causando pánico en ver.di y la EVG.
Los firmes lazos de colaboración social han unido a los líderes sindicales con los patrones y han asegurado la paz y el orden dentro de la clase trabajadora durante décadas. Anteriormente, los sindicatos perseguían demandas de negociación colectiva para alcanzar cifras bajas de un dígito y huelgas simbólicas para llamar la atención pública. Los patrones y los sindicatos ejercitaban sus músculos y al final llegaban a un acuerdo en la mesa de negociaciones. Una y otra vez, la clase obrera sacaba la peor parte.
Pero el 2023 es diferente. Los trabajadores han estado ebullendo bajo la tapa de la burocracia durante algún tiempo, sufriendo las presiones del COVID-19, la guerra y la inflación. Cuanto peor es la crisis, mayor es la ira de la clase obrera y más profundo es su deseo natural de organizarse.
Esto ejerce presión sobre ambos lados, tanto sobre los patrones como sobre la burocracia sindical. Ver.di trata de permitir que los trabajadores liberen vapor a través de acciones locales y huelgas aisladas en las que sólo se permite la huelga a los trabajadores de zonas o áreas específicas.
La otra parte confía en las provocaciones. El Gremio de Asociaciones de Empleadores Municipales (VKA), la contraparte de los sindicatos, aún no ha hecho ninguna oferta que no sea la ya rechazada por los negociadores de ver.di. El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) gobernante muestra claramente su posición. Karin Welge, alcaldesa del SPD de la ciudad de Gelsenkirchen, es la presidenta de la VKA desde el año pasado. Nancy Faeser (SPD), Ministra Federal del Interior, también está del lado de los empleadores y ya ha cancelado su participación en la próxima ronda de negociaciones colectivas de la administración pública, que tendrá lugar del 27 al 29 de marzo. Por lo tanto, un acuerdo en la negociación colectiva se está alejando cada vez más.
Cuanto peor es la crisis, mayor es la ira de la clase trabajadora y más profundo es su deseo natural de organizarse / Imagen: EVG, Twitter
Sin embargo, ver.di quiere llegar a un acuerdo en esta tercera ronda de negociaciones para evitar una posible solución a través del arbitraje y todos los riesgos que ello implicaría, o incluso una votación de huelga y una posterior huelga “forzada”. El hecho de que el SPD se oponga a la cooperación abierta con ver.di amenaza con dañar los vínculos del partido con las estructuras de la confederación sindical alemana. Sin embargo, la burocracia sindical se aferra a la colaboración social con todas sus fuerzas. Están tratando de mantener el status quo.
¡Adelante con la mega-huelga!
BILD, el periódico sensacionalista más vendido de Alemania, describió recientemente lo que significa para los trabajadores de infraestructura de la nación estar en huelga: “¡Revolución de marzo! Mega-huelga planificada: trenes, transporte local y vuelos afectados. El 27 de marzo una huelga amenaza con paralizar a todo el país”.
Esta huelga es una oportunidad importante para llevar la lucha de clases en Alemania a un nuevo nivel. Una huelga nacional coordinada que ponga al transporte público, el tráfico aéreo e incluso a las autopistas parcialmente fuera de servicio es una clara demostración del poder de la clase trabajadora. Sobre todo, es un excelente punto de partida para intensificar la lucha y ganar aumentos salariales para los trabajadores del sector público y todos los trabajadores ferroviarios y del transporte.
Una huelga indefinida en el sector público, que afecte a todos los servicios públicos, pondría a la VKA de rodillas / Imagen: BUNDjugend, Twitter
La tercera ronda de negociaciones en el sector público debe, o bien terminar con una clara victoria para los trabajadores, o comenzar los preparativos en ver.di para una votación de huelga. Una huelga indefinida en el sector público, que afecte a todos los servicios públicos, pondría a la VKA de rodillas. Este es el siguiente paso lógico en la lucha por mejores salarios, la que debe ser ganada.
Las excusas sobre los escasos fondos de huelga ya no aplican. El dinero para la lucha se puede recaudar del propio movimiento de huelga y a través de llamamientos de solidaridad de la clase obrera. Los trabajadores del sector público bien remunerados y los servicios públicos bien financiados y desarrollados benefician a toda la clase trabajadora. Sobre esta base, se pueden llenar las arcas para la huelga y se puede construir un amplio movimiento de solidaridad entre la clase trabajadora a través de la acción colectiva durante las huelgas.
¡No más huelgas económicas aisladas – una mega-huelga conjunta el 27 de marzo es el primer paso para demostrar el poder de la clase obrera a los capitalistas, la VKA y el gobierno!
¡No a un acuerdo por debajo de las demandas de los trabajadores!
No más componendas – nuestra consigna es: ¡lucha de clases, no a la colaboración social!
Algunas corrientes feministas argumentan la idea de que la noción de prostitución debe ser abandonada y reemplazada por la de “trabajo sexual”. Es decir, la prostitución sería equiparable a cualquier otra forma de trabajo y debería ser reconocida como tal. Según la activista feminista Morgane Merteuil (entre otras), la prostitución sería incluso una herramienta en la lucha contra el capitalismo y para la emancipación de las mujeres.
En este artículo, queremos dar una respuesta a estas ideas, desde un punto de vista marxista.
Los orígenes de la prostitución
La prostitución es uno de los componentes de la opresión que las mujeres sufren, y siempre han sufrido, en las sociedades de clase. Para analizar concretamente qué es la prostitución, hoy en día es útil volver a los orígenes y la evolución histórica de la opresión de las mujeres, para mostrar cómo se formó el vínculo orgánico entre esta opresión y la prostitución.
Contrariamente a la creencia popular, la opresión de las mujeres no siempre ha existido. Esta opresión apareció en correlación con la aparición de la explotación de clase, que tampoco siempre ha existido. Esta tesis marxista, brillantemente desarrollada por Friedrich Engels (el gran amigo y camarada de Marx) en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884), ha sido confirmada por la investigación de arqueólogos y antropólogos durante más de un siglo.
Durante decenas de milenios, hombres y mujeres han vivido en sociedades de cazadores-recolectores relativamente igualitarias. Engels hablaba de “comunismo primitivo”. En estas sociedades no había propiedad privada, ni clases sociales, ni Estado, ni opresión de las mujeres. Ciertamente, había una división del trabajo entre hombres y mujeres, en particular debido a las necesidades relacionadas con el embarazo y la lactancia. La caza tendía a ser una actividad masculina, mientras que las mujeres se ocupaban de la recolección y el mantenimiento del hogar, que entonces era una tarea colectiva. Sin embargo, esta “división sexual del trabajo” no implicó la opresión de un sexo por otro. Las mujeres participaron en el trabajo colectivo y la recolección jugó un papel importante en la alimentación del grupo. Hoy en día, disponemos de materiales arqueológicos que demuestran que las mujeres también participaron en la producción de arte rupestre, una tarea que todos los historiadores describen como muy importante, en estas sociedades. Además, en la medida en que no involucró ninguna relación de poder, la división sexual del trabajo no era estricta. Algunas mujeres participaron en la caza y algunos hombres en la recolección o el mantenimiento del hogar.
En cuanto a las relaciones amorosas y sexuales, estas sociedades estaban marcadas por una relativa libertad e igualdad de género. La familia y el matrimonio monogámicos aún no existían; fueron precedidos por diversas formas de matrimonio “en grupos”. En estas condiciones, los linajes se basaban en la ascendencia materna, ya que era la única filiación conocida con certeza. Esto tuvo consecuencias en la transmisión de los bienes. Si aún no existía el tipo de propiedad privada que se desarrollará en las sociedades de clase, un cazador tenía sus armas, un artesano sus herramientas, etc., y las legaban a la familia de su madre.
Dicho esto, estas sociedades no deben ser idealizadas. Este “comunismo” estaba sobre todo dictado por una necesidad implacable. El muy bajo nivel de productividad laboral y la ausencia de cualquier excedente hacían a los grupos extremadamente vulnerables; esto hacía que la solidaridad y la igualdad fueran imperativos de supervivencia.
Esta situación cambió radicalmente con el Neolítico, hace unos diez mil años. La aparición de la ganadería, luego de la agricultura, permitió a las comunidades producir un excedente de alimento, que podía almacenarse o intercambiarse con otras comunidades. El comercio comenzó a desarrollarse. A partir de entonces, se planteó la cuestión de la propiedad de estos nuevos recursos, que podrían convertirse en mercancías, así como de los medios para producirlos. La propiedad privada de las tierras y los rebaños apareció, al mismo tiempo que la esclavitud y las desigualdades sociales. Habían nacido las primeras sociedades de clases.
En la medida en que la agricultura y la ganadería eran actividades realizadas principalmente por los hombres, ahora tenían una gran ventaja: era su trabajo el que traía la mayoría de los productos necesarios para la comunidad, y casi todo lo que se podía intercambiar, como mercancía. Esta evolución provocó un trastorno en las relaciones familiares, que Engels llamó “la derrota histórica del sexo femenino”. Con el control de los recursos económicos, los hombres más ricos quisieron dejarlos a sus hijos, y ya no a la familia de sus madres. Por lo tanto, la filiación matrilineal fue reemplazada por una filiación patrilineal. Y para asegurarse de que los niños fueran los de su padre oficial, la monogamia se impuso a las mujeres (y solo a las mujeres).
Anteriormente un lugar de trabajo colectivo, el hogar doméstico se convirtió en una finca privada y una prisión para las esposas. Las mujeres fueron expulsadas de la producción social, confinadas al papel de madres y esclavos domésticos (y sexuales). Fueron reducidas al rango de mercancías: podían ser vendidas como esclavas por sus maridos o sus padres. Sus familias podían regalarlas o venderlas como esposas sin consultarlas. Fue entonces cuando apareció la prostitución. Apartadas de la esfera productiva, las mujeres de las clases sociales más pobres se vieron obligadas, para sobrevivir, a vender la única mercancía que tenían: sus cuerpos. Además, como señaló Engels, si bien la monogamia forzada de las mujeres generalmente se aplicaba estrictamente, la prostitución era uno de los medios por los que se mantenía de facto la poligamia de los hombres.
En Occidente, la historia vio cómo se sucedían las sociedades esclavistas de la antigüedad, luego el feudalismo y finalmente el capitalismo, sin que se eliminara la opresión de las mujeres. La prostitución también persistió, ya que se derivaba orgánicamente de las estructuras familiares. En la Edad Media y el Renacimiento, la condena hipócrita de la prostitución por parte de la Iglesia no la hizo desaparecer. De hecho, los Papas y Cardenales de Roma o Avignon estaban entre los mejores clientes de las prostitutas, cuando no eran ellos mismos proxenetas. En todas las sociedades basadas en la explotación de clases, las mujeres fueron oprimidas y la prostitución fue una de las formas de esta opresión.
Capitalismo y opresión
El capitalismo ha introducido un cambio importante en la situación de las mujeres. En la Europa del siglo XIX, la necesidad de mano de obra en la floreciente industria arrancó a algunas de las mujeres más pobres del ámbito doméstico, para hacerlas partícipes de la producción social. Ahora como parte integral de la clase obrera, participaron en la lucha de clases y en el desarrollo del movimiento obrero. Por ejemplo, las trabajadoras ocuparon las primeras filas durante la Comuna de París (1871) y la Revolución Rusa de 1917.
Fue durante este período que se establecieron gradualmente, en Occidente, las bases de la legislación “liberal” sobre la igualdad de género: la independencia económica -al menos formal- de la mujer de su marido, la libertad de residencia, matrimonio y divorcio, pero también el derecho al voto, la igualdad formal ante los tribunales o incluso el derecho al aborto. Cabe señalar que ninguno de estos derechos fue generosamente ofrecido a las mujeres por la burguesía. Todos tuvieron que ser arrancados en luchas masivas, que fueron sistemáticamente luchas de clase. El ejemplo de la Revolución Rusa es esclarecedor: después de la conquista del poder por parte de los bolcheviques, las mujeres de Rusia ganaron, en pocos meses, la igualdad jurídica y política completa con los hombres así como el derecho al divorcio y al aborto, todas conquistas que no se obtuvieron, en la mayoría de los países occidentales, hasta décadas después. Los derechos de las mujeres solo progresaron como resultado de las movilizaciones masivas. En Francia, por ejemplo, el derecho al aborto fue conquistado a raíz de la gigantesca huelga general de mayo del 68.
Sin embargo, a pesar de todos estos avances, la opresión de las mujeres no ha desaparecido. La burguesía tiene muchas razones para perpetuar esta opresión. Como todas las sociedades de clase que le precedieron, el capitalismo se basa en última instancia en la propiedad privada y la herencia, que también han sido la piedra angular de la familia patriarcal desde el Neolítico. A esto se suma la necesidad de dividir a la clase trabajadora para evitar que se una, tome conciencia de su fuerza y amenace el dominio de la burguesía. El sexismo y la opresión de las mujeres, como el racismo, la homofobia y todas las formas de opresión, forman parte del arsenal de la burguesía para enfrentar a los trabajadores unos contra otros.
La prostitución también se ha perpetuado. En una sociedad donde el cuerpo de las mujeres es una mercancía, una fracción de las mujeres más pobres se ven obligadas a venderse para sobrevivir. A finales del siglo XIX, el socialista alemán August Bebel señaló que la mayoría de las prostitutas se reclutaban entre las trabajadoras más pobres, y especialmente las de la industria textil, ya que estaban particularmente mal pagadas. Como Marx y Engels antes que él, Bebel subrayó la hipocresía de la burguesía, que condenaba oficialmente la prostitución, pero reinaba sobre una sociedad que la hacía inevitable. Además, la burguesía abogaba por la fidelidad conyugal, mientras mantenía ejércitos de amantes y cortesanas.
El concepto de “trabajo sexual”
En las décadas de 1960 y 1970, una ola de movilizaciones masivas arrasó el mundo. Hubo, entre otras cosas, mayo del 68 en Francia, las olas de huelgas en Italia (1968-1969), la revolución portuguesa de 1974, la revolución chilena de 1970-73 y la caída de las dictaduras militares en Grecia y España.
Sin embargo, debido a la traición de los líderes reformistas, estas movilizaciones revolucionarias no dieron lugar al derrocamiento del capitalismo. Luego siguió una ola de reacción: hubo golpes militares (Chile, Argentina, etc.), la llegada al poder de líderes conservadores como Reagan o Thatcher, pero también una amplia ofensiva ideológica contra las ideas del marxismo. Durante este período, las teorías “postmodernas” se desarrollaron, con el apoyo de la clase dirigente. Fue en este contexto general que surgió, dentro del movimiento feminista, una nueva teoría sobre la prostitución, recalificada como “trabajo sexual”.
Según los promotores de esta teoría, deberíamos abandonar los conceptos de “prostitución” y “prostitutas” en favor de “trabajo sexual” y “trabajadoras sexuales”. En otras palabras, la prostitución no sería un componente de la opresión de las mujeres, sino un trabajo “como cualquier otro”, por lo que habría que rechazar y combatir todas las connotaciones negativas asociadas a ella, pero también y sobre todo el objetivo de acabar con la prostitución. Así, en 2013, la activista “afro-feminista” Rokhaya Diallo afirmó que la prostitución era una cuestión de elección individual que, para las mujeres afectadas, dependía de la “libre disposición” de sus cuerpos.
Para justificar esta posición, algunas feministas incluso recurren a argumentos supuestamente “marxistas”: al vender sus cuerpos, las prostitutas se encontrarían en la misma situación que los trabajadores asalariados. Conclusión: no debemos luchar por la desaparición de la prostitución, sino por su “reconocimiento” como un trabajo en sí mismo, que las mujeres eligen hacer “libremente”.
Algunas activistas, como Morgane Merteuil, van incluso más allá y afirman que el reconocimiento del trabajo sexual sería un paso indispensable en la lucha contra el capitalismo, ya que fomentaría el reconocimiento de la relación sexual en general como un “trabajo”, lo que permitiría cuestionar el patriarcado. Otras afirman que la prostitución sería en sí misma revolucionaria, ya que fomentaría la libertad sexual de las mujeres. ¡Por lo tanto, el patriarcado financiaría su autodestrucción a través del “trabajo sexual”!
La realidad de la prostitución
Las ideas de estas feministas ignoran, más o menos voluntariamente, la realidad de la prostitución para la mayoría de las personas que son sus víctimas. Empecemos por la cuestión de la trata de personas y su papel en la prostitución. En un artículo de 2016, Morgane Merteuil consideró que, sobre esta cuestión, era necesario “ir «más allá» de estos intercambios de cifras y experiencias”.
A riesgo de molestar a Morgane Merteuil informemos de algunos “números” y “experiencias” para dar una idea general de la situación. Ese mismo año 2016, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó que 40 millones de personas en todo el mundo habían sido víctimas de la trata de personas, en el contexto de matrimonios forzados, esclavitud, redes de prostitución o tráfico de órganos. La participación de la prostitución, en este fenómeno, es abrumadora. En 2018, según el Informe Mundial de la ONU sobre la Trata de Personas, el 70% de las víctimas de la trata eran mujeres, de las cuales el 83% eran con fines de explotación sexual.
Contrariamente a lo que dicen los partidarios de la legalización de la prostitución, este fenómeno también afecta a países como Alemania y los Países Bajos, donde se ha legalizado la prostitución. En estos dos países, se estima que entre el 75 y el 80% de las prostitutas, en los burdeles, han sido víctimas de la trata de personas. Lejos de eliminar la trata, la legalización de la prostitución la facilita al permitir a los traficantes exponer a sus víctimas a la luz del día, en los escaparates de los burdeles de Hamburgo o Ámsterdam.
Área de prostíbulos en Amsterdam.
En Europa y en todo el mundo, las mujeres víctimas de la trata de personas viven un verdadero infierno. Sus pasaportes suelen ser confiscados por los traficantes. Constantemente amenazadas y frecuentemente golpeadas o violadas, viven una situación que no es en absoluto comparable al trabajo asalariado, y que más bien es una esclavitud pura y simple. Estas mujeres se reducen al estado de mercancías en beneficio de las redes criminales. Además, su condición de inmigrantes clandestinas les impide muy a menudo buscar cualquier tipo de asistencia de los servicios del Estado burgués (que a su vez las oprime). Atrapadas entre la violencia de los proxenetas y la de la policía, a menudo les resulta imposible hacer oír su voz, lo que permite a las “activistadas feministas” hablar en su nombre.
Cuando afirman que la prostitución sería sinónimo de una mayor libertad de las mujeres con respecto a su cuerpo, las feministas del tipo de Rokhaya Diallo quedan en perfecto acuerdo con los principios del capitalismo y el libre mercado, principios según los cuales el salario sería el resultado de un contrato celebrado “con total libertad” entre un patrono y un trabajador. En realidad, este nunca es el caso, y mucho menos cuando se trata de prostitución.
Bajo el capitalismo, las personas no son iguales y no todos tienen los mismos medios. La gran mayoría de la población se divide en dos categorías: por un lado, aquellos que poseen medios de producción (fábricas, empresas, etc.) y viven de la explotación del trabajo de los demás; por otro, la masa de asalariados que solo poseen su propia fuerza de trabajo. La mayoría de la gente pertenece a la segunda categoría. Por lo tanto, no son en absoluto “libres” de elegir trabajar o no; se ven obligados a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario.
En este contexto, una pequeña fracción de las mujeres que no tienen medios de producción y no encuentran empleo (debido al desempleo masivo) se ven obligadas a prostituirse para sobrevivir. El ejemplo de Grecia lo muestra de una manera esclarecedora. Después de la crisis de 2008, cuando el desempleo golpeó casi el 25% de la población griega, el número de prostitutas aumentó un 7%. Las mismas causas económicas y sociales han llevado al aumento del fenómeno de las “camgirls”, o incluso a las campañas publicitarias de prostitución dirigidas a las estudiantes. Lejos de reconocer una “libre elección”, la legalización de la prostitución solo legitimaría el hecho de que las mujeres pobres se ven reducidas al estado de objetos, mercancías y obligadas a abandonar sus cuerpos a sus clientes y proxenetas.
Se nos podría objetar que la prostituta siempre es libre de rechazar las ofertas que considere degradantes o que la hagan sentir incómoda. Pero en realidad, esta libertad es a menudo ficticia. Por un lado, una negativa expone a la prostituta a una reacción violenta por parte de su explotador (cliente o proxeneta). Por otro lado, en una economía de mercado, la ley de la competencia se impone. Una prostituta que rechaza ciertos clientes o algunas de sus peticiones corre el riesgo de perder su sustento. Por lo tanto es empujada, por la competencia, a aceptarlo todo.
La prostitución afecta a las mujeres en general, pero afecta especialmente a las personas transgénero. Debido a la opresión de la que son víctimas y al desempleo que les golpea de manera desproporcionada, muchos de ellos se ven obligados a prostituirse para vivir. No es casualidad que la reivindicación del “reconocimiento del trabajo sexual” esté a menudo vinculada a llamamientos a apoyar los derechos de las personas transgénero, con el fin de legalizar la actividad a la que varias de ellas se ven obligadas a participar. Es completamente contraproducente: en lugar de combatir los prejuicios y luchar contra la opresión y la marginación de las personas transgénero, este enfoque refuerza los prejuicios insinuando, y a veces incluso afirmando, que la prostitución sería la única actividad adecuada para éstas.
A veces se pone el ejemplo de mujeres ricas que se prostituirían “por elección”, por atracción por la “profesión”. El reconocimiento de la prostitución ayudaría a protegerlas, se dice. Pero en realidad, si estas mujeres están realmente a salvo de la necesidad, no necesitan una protección especial, porque bajo el capitalismo los ricos ya están “protegidos”, de facto. Por lo tanto, sus hábitos sexuales están dentro de su ámbito privado y no deben afectarnos ni entrar en este debate sobre todo porque, como ya hemos demostrado, estos pocos casos representan solo una proporción insignificante de las personas que se dedican a la prostitución. Las “prostitutas ricas”, estos casos extremadamente raros y completamente atípicos, sirven como hoja de parra para ocultar la sórdida y brutal realidad de la prostitución.
También escuchamos con frecuencia el caso de las prostitutas “autónomas”, que serían las verdaderas “trabajadoras sexuales” y vivirían una situación muy diferente a las que ejercen bajo la dependencia de proxenetas. Una vez más, según la mayoría de las encuestas estadísticas, se ha establecido que la mayoría de las prostitutas están subordinadas a proxenetas, es decir, a delincuentes que exigen porcentajes exorbitantes de sus víctimas, bajo la amenaza de violencia física y psicológica. Las prostitutas “independientes” forman una minoría.
Las prostitutas “independientes” forman una minoría…
Pero además, ellas mismas son víctimas de un sistema de opresión, porque tienen medios muy limitados para abandonar la prostitución. Además, su entrada al “trabajo” rara vez se ha hecho sin problemas. En 2014, un informe del Parlamento Europeo señaló que “el 80-95% de las prostitutas sufrieron alguna forma de violencia antes de entrar en la prostitución (violación, incesto, pedofilia)”, que “el 62% de ellas declaran haber sido violadas”, y que “el 68% sufre de estrés postraumático, un porcentaje similar al de las víctimas de la tortura”. Estas estadísticas por sí solas son suficientes para revelar la hipocresía de quienes ondean la bandera de la “libertad” para defender la prostitución.
El mismo informe señala que las prostitutas “se enfrentan a una tasa de mortalidad superior a la media de la población”, en particular porque con frecuencia sufren “adicción al alcohol y a las drogas”, o porque “muchos compradores de servicios sexuales piden relaciones sexuales comerciales sin protección, lo que aumenta el riesgo de un efecto perjudicial en la salud”. Esta es la realidad de la prostitución, lejos de las elucubraciones de algunas feministas sobre el “trabajo sexual”.
¿Cómo luchar contra la prostitución?
Ninguna ley concebida por las democracias burguesas puede erradicar la prostitución. Por ejemplo, las leyes estrictamente represivas de los países escandinavos, o de Francia, no han puesto fin a la prostitución ni a la trata de personas. De hecho, las leyes adoptadas por los gobiernos burgueses solo agravan la opresión sufrida por las prostitutas.
Apoyada por asociaciones reformistas como Osez le féminisme (Atrévete al feminismo), una ley aprobada por la Asamblea Nacional Francesa en 2016, penaliza a los clientes y los hace punibles con una multa. Lejos de ayudar a las prostitutas, esta ley las ha empujado a los rincones más oscuros y peligrosos de nuestras ciudades. Como hemos visto, la prostitución no es una “elección”, por lo que las prostitutas tuvieron que seguir a sus clientes a lugares menos concurridos, donde tenían menos riesgo de ser detenidas, pero donde estaban mucho más expuestas a la violencia y el abuso. Además, esto proporcionó un nuevo pretexto a la policía para perseguirlas.
Este ejemplo es característico del abolicionismo reformista, que quiere abolir la prostitución en el marco del capitalismo, pero que al final proporciona sobre todo a los políticos burgueses oportunidades para mostrar su llamado “humanismo”.
Sin embargo, la solución al problema es obvia: si a todas las personas prostitutas, independientemente de su situación o origen, se les ofreciera apoyo financiero, acceso a vivienda, apoyo psicológico, formación profesional, y si los indocumentados víctimas de la trata fueran todos regularizados, ¿cuántos elegirían seguir prostituiéndose?
Se nos dice que es imposible de lograr. De hecho, bajo el capitalismo es imposible, no porque no hubiera suficiente riqueza para eso, sino porque estas riquezas son acaparadas por una minoría, en detrimento del resto de la población. Como muchos otros males de la sociedad, la prostitución crece en el terreno de la pobreza y el desempleo, que obligan a las personas a vender sus cuerpos con la esperanza de sobrevivir o huir de su país en condiciones abominables, a riesgo de caer en redes de explotación mafiosa. Esta explotación se agrava por la desigualdad de género, el racismo y las guerras imperialistas.
Sin embargo, se podrían implementar medidas serias de inmediato para luchar contra la prostitución, atacando todas las bases económicas sobre las que se basa la prostitución. Estas son las medidas que se tomaron durante los primeros años de existencia de la Rusia soviética. La lucha contra la prostitución consistió entonces en organizar servicios de atención para las mujeres desempleadas antes de darles acceso a un empleo, en establecer guarderías públicas y dormitorios para las mujeres sin hogar. Una red de clínicas públicas ofrecía tratamiento para las enfermedades de transmisión sexual (ETS), al mismo tiempo que se organizaban campañas de sensibilización que explicaban la relación entre la propagación de la prostitución y las ETS. En colaboración con organizaciones de masas principalmente femeninas, el nuevo gobierno soviético dio acceso a oportunidades concretas para abandonar el “trabajo”.
Al mismo tiempo, el gobierno bolchevique prohibió cualquier forma de regulación de la prostitución. El Código Penal no castigaba a las prostitutas, sino que preveía penas severas para los proxenetas y propietarios de burdeles. Debido a las inmensas devastaciones causadas por la guerra mundial y la guerra civil, la prostitución no fue completamente erradicada, por supuesto. Sin embargo, al dirigirse a sus causas económicas y sociales, por un lado, y por otro, a sus aprovechadores, estas medidas permitieron reducirla significativamente.
Esta política fue completamente abandonada por la contrarrevolución estalinista, lo que provocó una rápida regresión de la condición de las mujeres. La prostitución reapareció como un fenómeno de masas durante la década de 1930. En cuanto al nuevo Código Penal estalinista, retomó los métodos burgueses atacando nuevamente a las prostitutas.
Estamos a favor de la aplicación de medidas democráticas similares a las adoptadas por los bolcheviques en los primeros años del régimen soviético. Por supuesto, estamos luchando para que se implementen ahora mismo. Sin embargo, somos conscientes de que ningún estado capitalista los implementará. Para los marxistas, la lucha contra la prostitución está, por tanto, estrechamente ligada a la lucha contra el capitalismo. La prostitución se basa en la opresión de las mujeres y en la miseria generada por una sociedad dividida en clases. Mientras el capitalismo no sea derrocado, ninguna elección será verdaderamente libre, y la opresión de las mujeres, en todas sus formas, nunca será completamente erradicada.
La utilización por el gobierno del 49.3 el 16 de marzo marcó un punto de inflexión en el desarrollo de la lucha contra la reforma de las pensiones. Esta aprobación por la fuerza por parte de la Asamblea Nacional fue visto, con razón, como un insulto y una provocación más -e incluso intolerable- por gran parte de la población.
Sabíamos que Macron y su gobierno despreciaban las encuestas, que indican todas que una abrumadora mayoría de la población -¡incluyendo más del 90% de los trabajadores! – se opone a la reforma de las pensiones. También sabíamos que el gobierno despreciaba las numerosas manifestaciones masivas y huelgas organizadas contra esta reforma desde el 19 de enero. El uso del 49.3 subrayó que Macron y su camarilla también desprecian la llamada “representación nacional”, elegida el pasado mes de junio.
Para colmo, la misma “representación nacional” ni siquiera fue capaz de responder al insulto del gobierno adoptando una moción de censura que lo habría derribado. Todas las instituciones políticas están así desacreditadas a los ojos de las masas.
En consecuencia, a la crisis social se suma ahora una profunda crisis democrática y política, es decir, un creciente cuestionamiento -en las conciencias y en las calles- del propio régimen. Esta crisis del régimen no es nueva, pero hoy estalla a la luz pública.
En este sentido, es significativo que el 49.3, y luego el rechazo de la moción de censura, hayan estimulado claramente la movilización de la juventud estudiantil y de los institutos, que hasta entonces se había mostrado relativamente pasiva. Las decenas de miles de jóvenes que se movilizan cada día desde el 16 de marzo en las principales ciudades del país no sólo exigen la retirada de la reforma de las pensiones. Exigen respeto y un futuro digno de ese nombre, que este gobierno, y sobre todo el sistema que defiende: el capitalismo, no pueden proporcionar.
Por su parte, Macron y su gobierno están muy debilitados por los acontecimientos de los últimos días. La popularidad del jefe del Estado, que no era muy alta, sigue cayendo. Elisabeth Borne y sus ministros son zombis políticos. El gobierno no tiene otra baza que la represión brutal de las huelgas y manifestaciones.
En este contexto, la responsabilidad de las organizaciones de izquierda y del movimiento sindical es colosal. Su acción debe desplegarse en al menos tres líneas:
1) Deben organizar seriamente las manifestaciones diarias y sus servicios de orden, en todas las ciudades del país, aunque sólo sea para proteger a la juventud movilizada de la represión policial y de las detenciones que se intensifican desde el 16 de marzo.
Para que las manifestaciones espontáneas no acaben en innumerables palizas y detenciones, como ocurre ahora cada noche, las organizaciones del movimiento obrero deben organizar y proteger las manifestaciones. Al mismo tiempo, esto permitirá que estas manifestaciones sean mucho más masivas y unan a jóvenes y trabajadores en la acción.
2) La izquierda y el movimiento obrero deben ampliar las consignas de lucha. No basta con exigir únicamente la retirada de la reforma de las pensiones. Para fomentar la movilización de nuevas capas de jóvenes y trabajadores, hay que plantear una serie de reivindicaciones ofensivas, coronadas por el objetivo de derrocar al gobierno de Macron -que sirve a los intereses de un puñado de grandes capitalistas- y sustituirlo por un gobierno al servicio de los trabajadores.
Como escribieron los compañeros de Unité CGT el 19 de marzo: “Estamos en un punto de inflexión. Al tirar demasiado fuerte de la cuerda, ellos [Macron y su gobierno] la han roto. Así que digámoslo: a partir de ahora, la cuestión no es sólo el rechazo de los 64 años. La cuestión es la vuelta a los 60 años de jubilación. Es el salario mínimo a 2000 euros. Es la renacionalización/expropiación de las autopistas, de las industrias, de los bienes expoliados al pueblo. Es la derogación de los decretos anti desempleados, es el fin de las ayudas a las empresas, es la respuesta a todas nuestras necesidades sociales. Es un cambio de régimen. Este orden social ha durado demasiado.” Tienen toda la razón.
3) Sobre esta base, la izquierda y el movimiento sindical deben lanzar todas sus fuerzas en la organización de Asambleas Generales, lo más masivas posible, en las empresas, para poner en el orden del día huelgas reconductibles. Tan pronto como sea posible, deben celebrarse Asambleas Generales interprofesionales para, por ejemplo, organizar movilizaciones contra las requisas y los ataques de los CRS antidisturbios contra los piquetes de huelga. En las universidades, las AG estudiantiles deben ponerse a disposición del movimiento obrero para contribuir a la defensa de los piquetes y a la extensión de las huelgas reconductibles.
Los sectores que están a la vanguardia del movimiento de huelga -en particular los trabajadores del petróleo- no podrán resistir indefinidamente sin una rápida extensión de estas huelgas a otros sectores clave de la economía. Por el contrario, si se produce esta extensión, el país entrará en una nueva fase de lucha que pondrá en el orden del día no sólo la retirada de la reforma de las pensiones, sino el derrocamiento del gobierno de los ricos, la derogación de todas las contrarreformas de los últimos veinte años – y la instauración de un gobierno al servicio de los trabajadores y de todas las capas oprimidas de la población.
El jueves 16 de marzo, por undécima vez en 10 meses, la primera ministra Élisabeth Borne invocó el artículo 49.3 de la Constitución francesa para forzar la odiada reforma de las pensiones de Macron sin una votación parlamentaria. Esto, sin embargo, no pasó desapercibido. En las horas posteriores al anuncio de la Primer Ministra, miles de personas se concentraron en la Plaza de la Concordia de París para denunciar la maniobra.
También se realizaron concentraciones espontáneas en otras ciudades.
Los principales medios de comunicación y la oposición parlamentaria subrayan que se trata de un gran “fracaso” de Macron, que hubiera preferido una votación formal en la Asamblea Nacional sobre su reforma de las pensiones. Es un fracaso, sí, pero que lógicamente sigue a otro fracaso, o mejor dicho, a una debacle: la del partido de Macron (LREM) en las elecciones legislativas de junio pasado. Macron no tiene mayoría en la Asamblea Nacional. De ahí la utilización del artículo 49.3, considerada una ‘opción nuclear’.
A principios de la próxima semana, se someterán a votación mociones de censura en la Asamblea Nacional. Si una de ellos gana la mayoría, Macron probablemente no podrá simplemente reorganizar su gobierno: tendrá que disolver la Asamblea Nacional. Pero precisamente por esta razón, es poco probable que una moción de censura obtenga una mayoría. Un número significativo de diputados de la oposición no quiere elecciones parlamentarias anticipadas.
En noviembre pasado, escribimos:
“Los diputados Republicanos [el tradicional partido burgués de derecha] no tienen nada bueno que esperar de las elecciones anticipadas, en el futuro inmediato. Los diputados de la Agrupación Nacional [formalmente Frente Nacional, encabezado por Marine Le Pen] se presentan como los partidarios fanáticos de la moción de censura, pero en realidad tienen todo el interés en dejar que la situación se siga pudriendo para sacar los máximos beneficios cuando llegue el momento. Incluso en las filas de la NUPES [la oposición de izquierda encabezado por Jean-Luc Mélenchon de La Francia Insumisa], varios diputados de los Verdes, del PS [Partido Socialista] y del PCF [Partido Comunista Francés] se dicen a sí mismos, desde sus asientos de terciopelo: ‘Estoy dentro ahora, así que ¡Me quedo!’ Como resultado, todas estas personitas se están organizando, antes de las mociones de censura, para asegurarse de que no pasen”.
Es cierto que, bajo la presión del movimiento de masas contra la reforma de las pensiones, y dada la profunda crisis interna de los Republicanos, no se puede descartar totalmente un “accidente” que resulte en la adopción de una moción de censura. Pero este no es el escenario más probable. Por ejemplo, vale la pena señalar que, entre los diputados Republicanos que se ‘oponen’ firmemente a la reforma de las pensiones, varios son mucho más evasivos acerca de las mociones de censura. Asimismo, algunos de los elementos más moderados de la izquierda parlamentaria pueden abstenerse.
La dirección del movimiento
Entre los trabajadores involucrados en el movimiento de huelga de dos meses contra la contrarreforma, el ambiente es de mucha rabia. Manifestaciones improvisadas tuvieron lugar en París y otras ciudades el día que el gobierno invocó el artículo 49.3. El viernes 17 de marzo, los trabajadores de la refinería Total Normandie, la más grande del país, votaron a favor del cierre de la planta. El sindicato CGT Energía hablaba de cortes de luz. Claramente, los líderes sindicales están bajo mucha presión de las bases que ven la necesidad de una acción inmediata.
¿Puede el uso del artículo 49.3 tener el efecto de revivir la lucha extraparlamentaria contra la reforma de las pensiones – y en particular la participación de los trabajadores en el movimiento de huelgas indefinidas? Los próximos días lo dirán. Sin embargo, ya podemos subrayar dos cosas:
En primer lugar, la utilización del artículo 49.3 no cambia en nada las graves deficiencias de la estrategia de las direcciones sindicales desde el inicio de esta lucha. Antes y después de la aplicación del artículo 49.3, la estrategia de las “jornadas de acción” no puede hacer retroceder al Gobierno.
En lugar de convocar a una escalada debidamente organizada del movimiento huelguístico hacia una huelga general total, la Intersindical se reunió y acordaó… convocar otro día de acción el jueves 23 de marzo, después de que se discuta la moción de censura en el Parlamento el lunes.
La jornada de acción del próximo jueves, por fuerte que sea, no cambiará nada en este sentido. Además, tanto antes como después de la aplicación del artículo 49.3, el carácter estrictamente defensivo de la única consigna lanzada por las direcciones sindicales -la “retirada de la reforma de las pensiones”- es un obstáculo para el desarrollo de huelgas indefinidas, pero también para la movilización masiva de la juventud. Lo explicamos en detalle en nuestros editoriales de enero, febrero y marzo.
En segundo lugar, a raíz del artículo 49.3, una serie de líderes de izquierda y del movimiento sindical insisten cada vez más en la perspectiva de luchar contra la reforma de las pensiones mediante un “referéndum de iniciativa compartida” – ¡o incluso con un llamamiento al Consejo Constitucional! Esto solo puede debilitar las huelgas indefinidas. Muchos trabajadores se dirán a sí mismos: “¿de qué sirve hacer huelga si hay otras formas de lograr el mismo resultado?”
Hasta ahora, el movimiento huelguístico continuo no ha ganado el impulso necesario para hacer retroceder al gobierno. Los sectores más movilizados –y en particular los basureros, estibadores y petroleros- no podrán resistir indefinidamente sin una extensión del movimiento. Pero a raíz del artículo 49.3, la dirección de izquierda y del movimiento sindical no están haciendo nada para extender la lucha. Este es un hecho, que corre el riesgo de tener un impacto mucho más significativo que la indignación que provoca el artículo 49.3.
La tragedia de la situación es que no existe una dirección. Todos los sindicatos han firmado la declaración conjunta en la que piden una “acción calmada y decidida”, cuando lo que se necesita es una iniciativa audaz. Lo que se requeriría ahora son Asambleas Generales propiamente dichas y masivas en los centros de trabajo, coordinadas a través de una red de delegados electos y revocables, para tomar las riendas del movimiento. La clase obrera tiene un poder inmenso y la clase obrera francesa ha demostrado, una y otra vez, su voluntad de lucha. Lamentablemente, sus dirigentes sindicales y políticos no han estado a la altura. Se necesita una dirección revolucionaria.
El gobierno ha presentado su última propuesta de reforma de las jubilaciones, pactada con la Comisión Europea. Tiene el apoyo de los sindicatos UGT y CCOO y el rechazo de la patronal CEOE. Aunque se introducen algunas mejoras, tiene otros aspectos regresivos y, en cualquier caso, deja abierta la puerta a medio plazo para una reducción de las pensiones.
Aunque se retira la propuesta de incrementar el periodo de cálculo de la pensión hasta 30 años trabajados, se introduce un sistema dual durante 10 años (hasta 2044). Por un lado, se mantienen los actuales 25 años de cotización como base para calcular la pensión; y, por otro, se introduce una opción voluntaria de aumentarla a 29 años, eliminando los dos años con peores salarios entre los 25 y los 29 años cotizados. En este caso, se incrementa realmente de 25 a 27 los años cotizados para hacer el cálculo de la jubilación. De manera que en 2044 los 27 años cotizados regirían para todos. Esto es un claro paso atrás que significará una reducción futura de las pensiones ya que, como reconoce el propio Banco de España, cada año de aumento del periodo de cálculo ha supuesto un 0,5% de reducción de la pensión. Nuestra posición es volver a la situación anterior a la reforma de 2011, de 15 años cotizados.
La reforma introduce algunas mejoras en compensar los años no cotizados de trabajadores precarios y eventuales, que afecta sobre todo a mujeres, aunque las bases de cotización no igualan las de los trabajadores comunes.
En lo referente al incremento de los ingresos del sistema de jubilación, se aumenta la cotización de los trabajadores para las pensiones de un 4,7% de la base imponible en 2022 a un 4,9% en 2029; y para las empresas, del 23,6% de la base imponible del trabajador en 2022, al 24,6% en 2029.
También se elimina el tope de cotización que existe a los salarios más altos, con un incremento progresivo que alcanzará el 1,2% de la base imponible de estos trabajadores en 2029, más el IPC. Por último está la introducción de la llamada “cuota de solidaridad” que abonarán las empresas por aquellos trabajadores que superen el tope máximo de cotización y se empezará a pagar en 2025, a razón de un 1% ese año y 0,25 puntos más cada año hasta llegar al 6% en 2045.
¿Qué hay detrás de todo esto? Actualmente, el gasto en pensiones alcanza el 12% del PIB. El gobierno ha logrado un pacto con la Comisión Europea para que el gasto de las pensiones futuras no supere en ningún caso el 15% del PIB. Así, el gobierno espera recaudar con estas medidas 15.000 millones de euros adicionales y gastar 2500 millones de euros más en pensiones anualmente.
Pero el acuerdo es claro en un punto, que tanto el gobierno como Unidas Podemos y los sindicatos, que apoyan esta reforma, han tratado de hacer pasar desapercibido. Y es que, cada 3 años, habrá una revisión de la situación del gasto. De manera que si el gasto en pensiones amenazara con superar el 15% del PIB, el texto de la reforma indica que esto se puede evitar mediante “un aumento de las cotizaciones” o con “otra fórmula alternativa de incrementar los ingresos o una reducción del gasto” (las cursivas son nuestras).
Es por esta razón que rechazamos los aspectos regresivos de esta reforma y exigimos jubilación a los 65 años con el 100% del salario y una jubilación mínima de 1080 euros, como viene exigiendo el movimiento pensionista.