En este episodio de El fantasma del comunismo Jorge Martín y Frank Josué Solar Cabrales, desde Santiago de Cuba, discuten el bloqueo imperialista en Cuba y las dificultades a las que se enfrenta la revolución y el impacto de las medidas de mercado adoptadas.
Este bloqueo no es tan sólo un hecho histórico, es una realidad actual del intento del imperialismo estadounidense de asfixiar al pueblo y la revolución cubana.
El 18 de octubre, Cuba sufrió un apagón masivo que dejó sin electricidad a más de 10 millones de personas. La crisis energética en Cuba es un resultado de las sanciones y bloqueos impuestos sobre Cuba, privándole de la infraestructura necesaria.
Para defender la revolución cubana hay que luchar por la revolución socialista mundial.
El 18 de octubre, Cuba sufrió un apagón masivo que dejó sin electricidad a más de 10 millones de personas. Dos días después, el huracán Oscar azotó la costa oriental de la isla, agravando la crisis. El apagón es consecuencia directa del embargo estadounidense, que sanciona a los barcos que transportan combustible a la isla y ha privado a Cuba de las divisas necesarias para importar combustible y piezas de repuesto para mantener la producción y distribución de energía. Para que el pueblo cubano pueda vivir, el embargo imperialista debe morir.
La situación en Cuba es grave. Muy grave. Dramática. Desde las 11 de la mañana del viernes 18 de octubre se vive un apagón eléctrico general por la caída de la planta Guiteras, una de las dos mayores plantas termoeléctricas del país. A la hora de publicar esta nota, a primera hora del sábado 19, apenas se ha empezado a restablecer el servicio.
La presión sobre el sistema eléctrico venía aumentando desde hace días, semanas, con apagones de 3, 6, 12 horas en diferentes partes del país. El jueves 17 de octubre por la noche compareció el primer ministro Marrero para anunciar que solo se iba a poder cubrir el 50% de las necesidades de generación de energía del Sistema Eléctrico Nacional (un déficit de unos 1600 MW de los 3.300 MW que se requieren en hora pico).
Se declaró el cierre de todo el sistema educativo desde el viernes hasta el lunes, y en varias zonas del país se llamó a todos los trabajadores a quedarse en su casa. El 50% de la producción industrial está parada.
¿Los motivos? Hay causas inmediatas y motivos más de fondo. Entre las primeras, la falta de combustible, agravada ahora porque Venezuela ha decidido priorizar los envíos de combustible a Repsol y Chevron que pagan en efectivo. Por otra parte, la mayoría de centrales eléctricas tienen más de 40 años y requieren reparaciones urgentes.
El combustible Cuba lo tiene que pagar en divisas y las reparaciones también requieren fuertes inversiones.
Obviamente, detrás de esto está también la agresión imperialista contra Cuba que ha arreciado en los últimos años (desde la presidencia de Trump) y una serie de otros golpes externos a la economía cubana que han tenido un fuerte impacto negativo: el fin de la revolución venezolan; la llegada al poder de Bolsonaro que cortó el convenio con los médicos cubanos; la pandemia que cerró los ingresos por el turismo durante casi un año entero; el aumento general de los precios del combustible a nivel internacional.
La crisis económica provocada por esta concatenación de golpes externos, además, impide a Cuba tener acceso a las divisas necesarias para importar todo lo que necesita (alimentos, combustible, maquinaria, equipos, etc).
Pero es necesario decir con responsabilidad que las políticas emprendidas por la dirigencia cubana para lidiar con esta grave situación, lejos de resolverla, la han empeorado.
El intento de introducir una serie de medidas de mercado, el ordenamiento monetario que destruyo todavía más el poder adquisitivo del salario, la apertura de micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), lo único que han logrado ha sido aumentar la diferenciación social y la penetración de la lógica del capital que está minando a marchas forzadas la economía planificada cubana.
Eso afecta incluso a la cuestión del consumo eléctrico. Por ejemplo hay negocios privados, bares, hoteles, empresas de servicios de todo tipo, que consumen energía de manera exorbitada (en aire acondicionado, iluminación, neveras, etc), algunas con sus propias plantas generadoras, otras del propio SEN.
Es un agravio comparativo. Mientras los habitantes de los barrios populares soportan apagones eléctricos (por no hablar del corte del suministro de agua, en parte relacionado), los bares privados siguen funcionando con la temperatura interior gélida, para clientes que tienen el dinero para consumir.
Mientras los servicios estatales (incluyendo la sanidad, una de las joyas de la corona de la revolución) se deterioran (dejando en la práctica de ser gratuitos), vemos la existencia de hospitales para los sectores privilegiados de la burocracia y para los que se lo pueden pagar.
Desaparecen progresivamente los productos de los módulos, sin ninguna explicación, y lo mismo los productos de la canasta básica. Pero al mismo tiempo hay Mipymes privadas que gestionan la importación de contenedores de alimentos para venderlos en mercados a precios que solo unos cuantos se pueden permitir.
Peor que todo esto, hay una sensación generalizada que el avance desbocado del mercado, del capitalismo para llamar a las cosas por su nombre, beneficia también a personas que han acumulado capital o que tienen conexiones por la posición que ocupan en la burocracia estatal y en el partido.
Algunos denuncian abiertamente que hay un plan no declarado para restaurar el capitalismo por parte de sectores de la dirigencia, y hacen comparaciones con la caída de la URSS, cuando los dirigentes del PCUS se convirtieron de la noche a la mañana en capitalistas, mediante el expolio y el robo de la propiedad estatal.
Los últimos cinco años en que se han acelerado las medidas de concesiones al mercado han sido años en que las condiciones de vida de la mayoría se han deteriorado a una velocidad de vértigo, mientras unos cuantos se han beneficiado.
Se piden sacrificios a la mayoría, pero los que los piden no se los aplican.
Los métodos burocráticos del aparato del estado y el partido empeoran todo. En marzo de este año se «liberó de su cargo» al viceministro de economía (y arquitecto del fallido Ordenamiento) por «graves errores». Se prometió una «investigación a fondo». Nunca más se supo ni se informó.
La sensación que se crea es que fue usado como cabeza de turco del desastre económico. Si era un corrupto se debería informar de la naturaleza y los detalles de sus delitos y del castigo que se le impuso. Si se anuncian «graves errores» pero no se informa de cuales son ni que consecuencias tuvieron, la impresión que se da es más bien, que se están encubriendo.
No hay transparencia, ni rendición de cuentas. Cuando se informa, lo que se dice no da credibilidad porque no se corresponde con la realidad, o las promesas de mejoras no se cumplen y nadie explica el porqué.
El argumento de que criticar, sacar los trapos sucios al aire, explicar las cosas tal y como son por dura que sea la realidad «da armas al enemigo» es ridículo. El enemigo sabe muy bien cuál es la situación real (ellos son en gran medida responsables de la misma, la crean deliberadamente y miden al detalle el impacto de sus medidas). En realidad, la falta de transparencia es lo que da «armas al enemigo», ya que destruye la legitimidad de las instituciones y de la dirigencia y de rebote mina el apoyo a la revolución.
Esto ha llevado a una situación de creciente hastío entre la población, de profunda pérdida de legitimidad de la dirigencia.
Después de cinco años de retrocesos y sin ninguna expectativa de que las cosas vayan a mejorar, cientos de miles emigran en busca de una vida mejor. Según datos oficiales han llegado a EEUU en dos años 850.000 cubanos. La cantidad de los que han salido del país es obviamente mucho mayor.
Las protestas del 11J del 2021 fueron un aviso. En los últimos días y en los últimos meses han salido también a protestar los habitantes de las zonas más humildes al grito de «queremos corriente» «queremos agua».
La introducción de medidas de mercado, en una situación de extrema debilidad de la economía planificada, y en un país pequeño, a cien millas de una potencia imperialista agresiva, rodeado de un mar de capitalismo, es algo que crea su propia dinámica de bola de nieve.
Pero ¿había alternativa? ¿Se podía haber hecho otra cosa?
En primer lugar, en lugar de presentar las medidas de mercado como la panacea que iba a «liberar las fuerzas productivas», hubiera sido necesario hablar claro. Algunos comparan estas medidas, para justificarlas, con la NEP de Lenin. Pero Lenin advirtió de los peligros, describió la NEP como un «retroceso necesario» y llamó a fortalecer el sector estatal de la economía y el control obrero. Justo lo contrario de lo que se hizo en Cuba.
Las dificultades a las que se enfrenta la revolución cubana se derivan de dos factores principales.
Uno, el aislamiento de la revolución. No hace falta explicar esto. El que tenga ojos que vea. Los dos períodos más boyantes para la economía de la revolución cubana fueron cuando existía la URSS (una relación económica que benefició enormemente a Cuba, aunque también introdujo importantes distorsiones políticas y de desarrollo económico), y en el auge de la revolución bolivariana (que aunque nunca llegó a abolir el capitalismo, proporcionó sin duda un balón de oxígeno, político y económico a la revolución cubana).
Una revolución victoriosa en cualquier país de América Latina serviría para reforzar la línea de flotación de la revolución cubana.
El segundo factor es interno: la existencia de una burocracia en el estado y el partido. O dicho de otra manera, la ausencia de la democracia obrera. El orígen de esta forma de gestión burocrática se puede trazar a la forma como triunfó la revolución, mediante una guerra de guerrillas dirigida por un pequeño grupo de hombres y mujeres. Las masas de trabajadores y campesinos apoyaron la revolución de manera entusiasta, pero no existieron organismos amplios a través de los cuales ejercieran el poder.
Por otra parte la influencia de la URSS estalinista, particularmente fuerte a partir de 1967-71, cuando se cierra el intento de extender la revolución internacionalmente y la dirigencia cubana decide echar su suerte con Moscú.
En Cuba hay muchas consultas, referendos y elecciones. Pero no existen mecanismo genuinos de participación con poder decisorio por parte de la clase obrera y el pueblo en la gestión de la economía ni el estado.
En Cuba la situación es grave. Muy grave. Dramática. No solo por la profundidad de la crisis económica, sino porque esta, combinada con la gestión burocrática del estado, ha llevado a una situación muy profunda de pérdida de esperanza y por lo tanto a la destrucción muy avanzada de la legitimidad de los mismos conceptos de la revolución y el socialismo.
Una derrota de la revolución cubana, la restauración del capitalismo en la isla después de décadas sería un desastre. Un desastre generalizado para las condiciones de vida de la mayoría y desde el punto de vista de la soberanía nacional. El capitalismo no sería el de un país capitalista avanzado como Suecia, sino el de una isla atrasada y dominada como Haití, o la República Dominicana. O como Puerto Rico donde la privatización eléctrica también ha llevado a apagones eléctricos y que es una colonia del vecino del norte. Sería también un desastre desde el punto de vista de la revolución internacional, un regalo a la propaganda contrarrevolucionaria imperialista y un factor de desmoralización de la lucha de los oprimidos de todo el mundo por su liberación.
El futuro de la revolución cubana se decidirá en la arena de la lucha de clases internacional. La tarea de los comunistas revolucionarios fuera de Cuba es la defender de manera incondicional (pero no acrítica) a la revolución cubana, denunciar las medidas tomadas por las potencias imperialistas para asfixiarla y sobretodo apresurar la construcción de una dirección revolucionaria que garantice el derrocamiento de las clases dominantes en nuestros propios paises.
La tarea de los comunistas revolucionarios en Cuba, y haberlos hay y más de los que algunos pudieran pensar, es organizar la lucha por la defensa de la revolución, amenazada tanto por la contrarrevolución imperialista, como por la contrarrevolución que representa la burocracia y las medidas de mercado.
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Para hacerse una idea aproximada de la situación, las discusiones y el estado de ánimo en Cuba hoy, recomiento la visualización de este documental-entrevista a jóvenes revolucionarios cubanos:
Todos conocemos las relaciones políticas entre Cuba y los Estados Unidos.
En el año 1959, que marca el triunfo de la revolución Cubana, el Comandante Fidel Castro junto con sus guerrilleros toman el poder en el país, apoyados en parte por la clase obrera en Cuba. Dos años después, la mayoría de la economía capitalista es expropiada y nacionalizada por Fidel, el analfabetismo se erradica por completo junto con la desnutrición, y la expectativa de vida sube a 79 años, mas larga que en el resto del Caribe y comparable con expectativas en países desarrollados.
Así comienza la larga historia de los Estados Unidos tratando de socavar la revolución además de restaurar su poder anterior sobre la isla.
Pero yo no vine hablar sobre la conexión estadounidense, sino sobre la conexión canadiense con la isla de Cuba. Una conexión que corre más profunda que la conspiración de que el primer ministro Justin Trudeau es el hijo de Fidel.
Lo primero que deberíamos preguntar es: Canadá y Cuba, ¿amigos o enemigos?
En oposición a sus vecinos, los Estados Unidos, el papel de Canadá en relación a Cuba ha sido como la relación entre policía bueno y policía malo.
Mientras los Estados Unidos por los próximos 60 años socava la revolución cubana a través de invasiones, un embargo que a durado más de 60 años, operaciones de espionaje, e intentos de asesinato del comandante Fidel Castro – Canada toma la ruta de formar lo que se vería como relaciones “diplomáticas” que apoyan al pueblo cubano en lugar de ahorcarlos.
Estas relaciones comienzan igual después del triunfo de la revolución, y aunque por los primeros años el estado de Canadá se sumaba a los esfuerzos de Estados Unidos en contra de la revolución, el país nunca rompió relaciones diplomáticas, y en 1976, con la visita de Pierre Elliot Trudeau, estas relaciones se hicieron aún más amigables.
Así serían las próximas dos décadas con varios primer ministros manteniendo la relaciones con la Isla, incluyendo primer ministro del Partido Conservativo de Canadá, Bryan Mulroney, y líder del Partido Liberal Jean Chretien que visita la isla en los 90s, que también marca el año cuando cae la Unión Soviética.
Inmediatamente, Canadá, y sus capitalistas toman la iniciativa de establecer operaciones económicas en Cuba, y aquí se comienza a exponer los motivos verdaderos del imperialismo canadiense.
Actualmente Canadá exporta $210 millones de dólares Americanos en mercancía, un número que a bajado de $500 millones en 2017, además de la exportación de turistas canadiense que aportan al sector económico más importante en la isla que también ha bajado en frecuencia de 410 mil llegadas anuales en 2020 a 68.9 mil llegadas en el 2021.
A pesar del impacto económico global después de la pandemia, el objetivo de Canadá en Cuba no ha cambiado y las negociaciones económicas continúan.
Mientras los Estados Unidos continúan votando en favor del embargo, Canadá se opone pero por la misma razón que quiere entrada libre a Cuba para imponer su poder imperialista y nunca tuvo su capital expropiado por la revolución. Canadá solamente ha decidido jugar el juego más largo, por la vía supuestamente neutral. Pero, Canadá en realidad ha sido menos que neutral en la operación de derrocar la revolución Cubana. Documentos desclasificados cuentan que había negociaciones entre Canadá y los EEUU en que este último país asesoraba a Canadá a que no rompiera relaciones diplomáticas con Cuba para poder usar la embajada canadiense en la isla como base de inteligencia y espionaje.
Con jugar el juego mas largo, el imperialismo canadiense ha hecho más para restablecer el capitalismo en Cuba que sus compañeros en los EEUU. Canadá tiene influencia en la industria minera, además de la turística, y piensa en crecer su influencia en Cuba lo más posible.
Históricamente Canadá jamás ha sido un jugador neutral en el gran juego del imperialismo. Desde sacar las tropas de Afganistán en último lugar, después de los americanos, a aplaudir a un fascista Ucraniano en la asamblea nacional, a apoyar el estado de Israel con armas, y recursos – el estado de Canadá y sus capitalistas comparten todo los mismos intereses de los imperialistas en otras partes del mundo. Para ellos, tomar poder en Cuba les daría una posición muy estratégica en el caribe y América Latina.
La solución en Cuba no es el restablecimiento del capitalismo mediante las conexiones de otros imperialistas para salvar las conquistas de la Revolución, ¡al contrario!
La única forma de que Canadá y otros países puedan defender la revolución cubana es ¡con más socialismo! Más revolución, especialmente en Canadá, donde el objetivo debería ser exponer la hipocresía del Estado canadiense a la clase obrera, jóvenes, y revolucionarios que sí desean defender honestamente la revolución Cubana.
Para los revolucionarios, nosotros tenemos la tarea de la defensa incondicional y crítica de la revolución cubana (defender sus éxitos tanto como aprender de sus errores para fortalecer el socialismo aún más en la isla) y de organizar a los trabajadores y jóvenes revolucionarios para derrocar el imperialismo canadiense.
¡Por el establecimiento de una Cuba totalmente comunista, y el establecimiento de una Federación socialista de las Américas!
En los últimos días se han hecho una serie de anuncios públicos acerca de inversiones de empresarios rusos en Cuba. «Nos están dando trato preferencial, el camino está allanado», declaró Boris Titov, el jefe de la delegación rusa en la clausura del Foro Económico Empresarial Cuba-Rusia. Las condiciones ofrecidas a los capitalistas rusos son muy favorables para estos: concesiones de tierra de 30 años, más largas que las que hasta ahora regían, la exención de impuestos en la importación de maquinaria y la repatriación de beneficios.
Pero esto no es todo. Los capitalistas rusos, encabezados por el oligarca Titov, cuyo título oficial en Rusia es Defensor de los Intereses de los Empresarios, exigen más, y así lo refleja una nota de la agencia de notícias rusa Interfax del 19 de mayo. En la nota el propio Titov, después de felicitarse por las condiciones ofrecidas ya, lo dice claro:
«Pero también nos gustaría ver nuevas medidas. Hasta ahora no se ha resuelto la cuestión de las preferencias fiscales, la política de personal independiente de los empleadores rusos en Cuba, incluido el derecho a la libre contratación y liberación de empleados, el acceso preferencial de las empresas rusas a la contratación pública de la República de Cuba (para una lista separada de bienes). Esperamos que en un futuro próximo se produzcan avances en estas cuestiones y todo el conjunto de preferencias quede consagrado por ley». (“Titov: investors from the Russian Federation plan to develop about 30 new projects in Cuba, including the assembly of UAZ”, Interfax RU, 19 de mayo))
Lean bien. Donde dice “preferencias fiscales”, hay que leer “no pagar impuestos, o pagar menos”. Donde dice “política de personal independiente”, quiere decir salirse del sistema actual en el que las empresas extranjeras contratan personal a través del estado cubano (que se queda con parte de los ingresos). Uno de los puntos más graves es cuando Titov y los capitalistas rusos exigen el “derecho a la libre contratación y liberación de empleados», es decir, están pidiendo el libre despido, sin derechos para los trabajadores. Y finalmente, cuando el Defensor de los Empresarios rusos habla de “acceso preferencial a la contratación pública” quiere decir que el estado cubano contrate solo (o preferentemente) con empresas rusas, garantizándoles así sus negocios. Todo esto, exige que esté “consagrado por ley”.
Son condiciones draconianas. Para hablar claro, son el tipo de condiciones que un país imperialista (y Rusia lo es, aunque con sus limitaciones) quisiera imponer a uno dominado.
Lo primero que hay que decir a la hora de comentar esta notícia es que Cuba tiene el derecho a comerciar con quien quiera comerciar con Cuba. Es escandaloso que la prensa gusana ahora ponga el grito en el cielo y se presente como defensora de la soberanía de Cuba, cuando ellos son los que quisieran que la patria estuviera de nuevo bajo la bota de Washington.
Ahora bien, desde el punto de vista de la clase obrera cubana, y desde el punto de vista de la clase obrera y los revolucionarios a nivel internacional es necesario e imprescindible, cuestionar y preguntarse acerca de estas y otras medidas tomadas por el gobierno cubano, que representan concesiones al capitalismo y al mercado, nacional e internacional. ¿Sirven para defender la revolución cubana? ¿Son necesarias estas concesiones? ¿Son el camino a seguir para salir de la crisis económica tan grave a la que se enfrenta la isla?
La situación económica en Cuba es grave. Muy grave. No hay duda. Los motivos son varios, estructurales y coyunturales, ya lo hemos explicado en detalle en otras partes (“¿Qué implica el Ordenamiento monetario en Cuba?”, Jorge Martín, 17 noviembre 2020). Tienen que ver por un lado con el bloqueo imperialista, el aislamiento de la revolución en un país atrasado, el impacto de la pandemia, de la crisis en Venezuela, la intensificación del estrangulamiento imperialista bajo Trump (que Biden ha mantenido en gran medida). Y además con la burocracia, la corrupción y el despilfarro que son consecuencia de lo anterior, pero que agravan la situación. Esto no es un análisis a fondo, sino una enumeración de factores.
Esta situación lleva a un agravamiento de la escasez, la inflación, el desespero, la erosión y el deterioro de las conquistas de la revolución en los terrenos de la salud, la vivienda, la educación, la falta de perspectivas, la migración masiva, etc.
Un compañero cubano hace unos días me decía: “la situación económica y social es tan desesperada y grave, se ha deteriorado tanto, que hasta yo vería con buenos ojos que al menos en el comercio interior, por vía de inversión extranjera, se llenara esto de tiendas rusas y chinas…Es que hay un desabastecimiento total, cero, no hay nada. Y no se vislumbra una esperanza de mejoría, que es lo peor”
Bien. Ante esta situación tan grave ¿se justifican estas medidas? ¿Acaso los bolcheviques bajo Lenin (y Trotsky) no aplicaron la NEP, dicen algunos?
Las concesiones pueden ser necesarias para atraer inversores y reactivar la economía. Se puede discutir cuántas concesiones y hasta dónde. Pero Lenin nunca planteó la NEP como una panacea, como el método milagroso para «liberar las fuerzas productivas». Los bolcheviques explicaron claramente que era un retroceso , un paso atrás, concesiones peligrosas al capitalismo que conllevaban grandes riesgos.
Y por lo tanto aplicaron una serie de medidas para contrarrestar sus efectos. Entre ellas fortalecer el monopolio estatal del comercio exterior, el poder obrero y la lucha contra la burocracia, además de dar una batalla ideológica para armar a obreros y campesinos, siempre con la perspectiva de la revolución internacional.
En lugar de esto, la perspectiva que parece que se está planteando en Cuba es una de ir por el camino de China y Vietnam que, vamos a estar claros, llevó a la restauración del capitalismo, el aumento brutal de las desigualdades sociales y la concentración extrema de la riqueza y el capital en unas pocas manos, además de la destrucción de muchas de las conquistas de la revolución en ambos países.
O peor, una vía rusa a la restauración capitalista. En algunas de las reuniones recientes entre Rusia y Cuba se ha hablado de aprender y aplicar las lecciones de la economía rusa a la economía cubana (!!). En otra nota de Interfax de enero de este año se anunciaba que:
Durante una reunión en La Habana entre el presidente cubano Miguel Díaz-Canel y Boris Titov, comisionado para los Derechos de los Empresarios del presidente de Rusia, titular del Consejo Empresarial Rusia-Cuba, se tomó la decisión de establecer conjuntamente un «Centro de Transformación Económica “, que preparará transformaciones económicas en Cuba basadas en el desarrollo de la empresa privada.
«El centro de expertos conjunto incluirá, por parte cubana, representantes de ministerios clave y el Banco Central, y por parte rusa, expertos del Instituto Stolypin para la Economía del Crecimiento, el Centro de Investigación Estratégica y el Instituto de Pronósticos Económicos de Rusia. Academia de Ciencias», se le dijo a Interfax en el servicio de prensa del defensor empresarial. (El Instituto Stolypin se convirtió en partícipe del programa de transformación de mercado de la economía cubana, Interfax RU, 19 de enero 2023)
“Transformaciones económicas en Cuba basadas en el desarrollo de la empresa privada”. Lean esto bien. Lo que se propone es usar el modelo de Rusia para transformar la economía cubana.
La restauración del capitalismo en la Unión Soviética fue un auténtico desastre. Una catástrofe en todos los aspectos; político, social, cultural, pero también económico. La economía sufrió una brutal contracción que provocó un colapso generalizado del nivel de vida, una disminución sin precedentes de la esperanza de vida, etc. Además del desmantelamiento de todas las ventajas sociales que la URSS garantizaba, a pesar del carácter estalinista y burocrático del régimen.
Por cierto, que ese proceso es la respuesta más clara a los que en su día defendían que la URSS era “capitalismo de estado” y que por lo tanto no había nada que defender, ya que la restauración capitalista no sería un “paso atrás”, sino un “paso al costado” de un tipo de capitalismo (“de estado”) a otro (“privado”), una alternativa ante la que, según ellos, la clase obrera no debía tomar partido. Lamentablemente parece existen hoy en Cuba algunos socialistas que afirman que lo que hay en la isla es “capitalismo de estado” una teoría que desarma a los revolucionarios e impide la defensa de las conquistas de la revolución.
El caos de la restauración capitalista en Rusia, dirigido y azuzado por los asesores del capitalismo mundial, fue acompañado por un proceso de saqueo de la propiedad estatal, un proceso violento en el que los antiguos burócratas del PCUS se convirtieron en propietarios de los medios de producción, de las empresas, de las concesiones energéticas, etc. A través de métodos mafiosos, de la eliminación física de adversarios empresariales, un proceso de acumulación de capital se abrió paso, en el que un puñado de oligarcas emergieron quedándose con el control de la economía rusa. La clase obrera pagó y sigue pagando un precio muy alto.
Quizás en Cuba algunos en la burocracia piensan que tiene algo que aprender de ese proceso. De cómo los antiguos dirigentes del partido “comunista” (Yeltsin, Chernomyrdin, Chubais, el propio Putin) se convirtieron en poderosos empresarios, gerentes y operadores políticos en la nueva Rusia capitalista.
La carrera del propio Boris Titov es un ejemplo de ello. Titov pasó de ser un alto funcionario del régimen estalinista (vinculado a la exportación de productos petroquímicos) y directivo de una empresa conjunta soviético-holandesa. Después de dos años en esa empresa estatal emergió misteriosamente como propietario de una empresa dominante en el sector de lubricantes y solventes. Defensor a ultranza del liberalismo económico y destacado político conservador, fundó el Instituto Stolypin. El Instituto toma su nombre del primer ministro zarista Pyotr Stolypin, que durante su mandato de 1906 a 1911, trató de aplicar reformas económicas capitalistas para reactivar la economía del Imperio Ruso al mismo tiempo que utilizaba las medidas más brutales para aplastar al movimiento obrero, que acababa de protagonizar la revolución de 1905.
Si la clase obrera y el pueblo trabajador cubano tienen algo que aprender de la restauración capitalista en Rusia, es el hecho de que fue un desastre absoluto para los trabajadores.
No es por casualidad que las declaraciones más atrevidas de Titov no han sido reproducidas en la prensa cubana y hay que buscarlas en la prensa rusa.
Es urgente abrir un debate en Cuba acerca de estas cuestiones y decir claro y alto: la democracia obrera y el internacionalismo proletario son la única manera de defender las conquistas de la revolución, defenderlas contra el cerco imperialista y el mercado capitalista mundial, y defenderlas también contra cualquier intento de restaurar el capitalismo por la vía china o vietnamita (o peor, la vía rusa).
Aquí el texto completo en español de la nota de Interfax:
«Titov: los inversores rusos planean desarrollar unos 30 nuevos proyectos en Cuba, incluido el ensamblaje de UAZ
19 de mayo. Interfax-Russia.ru – Alrededor de 30 proyectos manufactureros planean desarrollar los inversionistas rusos en Cuba, informó el servicio de prensa del Comisionado Presidencial ruso para la Protección de los Derechos de los Empresarios, Boris Titov, quien también es jefe del Consejo Empresarial Rusia-Cuba.
«Al margen de la comisión intergubernamental tuvo lugar el foro «Diálogo Empresarial Rusia – Cuba» organizado por nuestro consejo empresarial. En él participaron 46 empresas rusas. Y si antes del foro nuestra cartera constaba de 11 proyectos de inversión, después del foro fueron cerca de 30″, – el servicio de prensa cita las palabras del defensor de negocios después de la reunión de la comisión intergubernamental sobre la cooperación comercial, económica, científica y técnica entre Rusia y la República de Cuba celebrada el jueves en La Habana.
Según Titov, se discutió, por ejemplo, sobre la organización del montaje de vehículos UAZ en Cuba, sobre la venta de automóviles de fabricación rusa, sobre la creación de un centro de servicios para su reparación y mantenimiento.
«Se elaboraron proyectos para la construcción de una planta de energía solar, la reconstrucción de empresas de industria ligera, la organización de la producción de materiales de construcción, harina, zumos, bebidas alcohólicas, el procesamiento de torta de soja y caña de azúcar, que es especialmente importante para la economía cubana, a cambio de suministros de fertilizantes minerales de Rusia», dijo el comisario.
También hablaron de empresas conjuntas para desarrollar varias zonas hoteleras y turísticas. «Ya podemos ver formas concretas de abrir restaurantes, primero en La Habana y luego en otras ciudades cubanas. Por supuesto, el tema de interés para casi todos los participantes en el Consejo Empresarial es el establecimiento de una casa comercial ruso-cubana. Esto podría ser realmente un paso decisivo en el suministro de productos rusos al mercado cubano. Por supuesto, hay problemas logísticos, debemos trabajar en la reducción de los costes de flete, poner en línea buques rusos y cubanos», – dijo Titov.
También se refirió a la digitalización. Según él, Rusia tiene mucha experiencia en la creación de superservicios digitales, que ayudan a los empresarios a ponerse en contacto tanto con el Estado como entre sí con el mínimo esfuerzo. «Esto se aplica al registro de empresas, al pago de impuestos y a todo tipo de servicios financieros. La parte cubana ha confirmado su voluntad de adaptar tales productos. Además, los especialistas del centro bilateral de expertos sobre la transformación de la economía cubana, creado con nuestra participación, creen que la digitalización puede convertirse en un motor de las reformas del mercado, ayudar a Cuba a reducir el movimiento de dólares en efectivo y la economía sumergida en general», dijo Titov.
El comisario señaló que las autoridades cubanas están dispuestas a conceder condiciones especiales a los empresarios rusos: arrendamiento de tierras a largo plazo, importación libre de impuestos de maquinaria agrícola y apoyo a una casa comercial.
«Pero también nos gustaría ver nuevas medidas. Hasta ahora no se ha resuelto la cuestión de las preferencias fiscales, la política de personal independiente de los empleadores rusos en Cuba, incluido el derecho a la libre contratación y liberación de empleados, el acceso preferencial de las empresas rusas a la contratación pública de la República de Cuba (para una lista separada de bienes). Esperamos que en un futuro próximo se produzcan avances en estas cuestiones y todo el conjunto de preferencias quede consagrado por ley», resumió Titov.»
Publicamos, con permiso del autor, este texto del comunista cubano Léster Pro acerca de las contradicciones a las que se enfrenta la revolución cubana. Creemos que las reflexiones que hace merecen la máxima difusión.
Hace tiempo quería hacer este comentario-aldabonazo, pero estaba viendo cómo se desarrollaban los acontecimientos. Todavía estamos a tiempo.
Todo el mundo se queja de la crisis económica en Cuba, pero pocos analizan los porqués. ¿Qué más da?, si saber por qué la flauta de pan está a $120 no va a hacer que baje… o eso creen.
Lo cierto es que la goma de la economía nacional está atascada en un fango complicado y el carro no camina. El carro de las mayorías. Porque el otro, el del 1%, avanza feliz a todo dar.
Mirémoslo como un cuento:
Érase una vez un país subdesarrollado que, luego de superar una profunda crisis de 15 años, llevaba su crecimiento económico a buen ritmo. El terrible Período Especial, la mayoría nos acordamos bien de él. De un día para otro nos vimos friendo los huevos en hojas de plátano y lavando ropa con maguey.
Entonces existía un Estado Papá, que siendo pobre repartía lo que tenía, y que siendo menos pobre, también.
Pero hacía falta avanzar más y más rápido. Y un día le cambiaron el nombre a los estímulos morales al trabajador, que defendió el Che, y les llamaron “gratuidades indebidas”.
Y otro, la frase “Sin azúcar no hay país” dejó de tener sentido.
Y otro, las tiendas vendieron productos a ocho veces su precio.
Y otro, llenaron las escuelas de teleclases en piloto automático y valientes sin preparación pedagógica.
Y otro, un ministro dijo que el mercado se regulaba solo, en televisión nacional.
Y los directores se empezaron a llamar “gerentes”, y ya no se desvelan: ahora facturan.
Procesos paralelos.
La economía creció y mejoró la cosa, levantó su cerveza y sonrió, pero no vió lo que crecía en los cimientos.
Cuando llegó Irma, ya la grieta estaba allí. Su nombre: lucha de clases.
El huracán sopló miles de millones de sudor y lágrimas hacia el mar. Catastrófico.
Y vino otro, y otro más. Y llegó Trump (coño e’ su madre) con sus 243 medidas. Y la apocalíptica pandemia, que traía una crisis mundial que nadie podía calcular. Y la guerra en Ucrania, que desestabiliza mercados y suministros.
Y entonces decidió nacer la Tarea Ordenamiento.
Postergado su alumbramiento durante 10 años, ya no daba más, había que parir.
Ella traía las mejores intenciones, estaba bien hecha… pero incompleta. Le faltaba una pieza que conectara su grandeza con sus propios pies, y un antídoto contra la falta de divisas.
El resultado fue una terapia de choque, inevitable y cruda.
Se desataron a las empresas para que hicieran sus negocios. Le llamaron a eso autogestión. Autogestión de los gerentes, puesto que los trabajadores nada tienen que opinar, cuando una empresa decide inflar sus precios, derrochan indecentes cantidades de dinero en eventos, alojar sus directivos en hoteles, muebles de oficina, café de la chopi y llantas nuevas para el carro. O cuando pagan mil pesos a un contratista privado por clavar una puntilla sin licitación.
Y entonces el capitalismo, que por más de medio siglo esperó para meterse, se metió, bajo una piel de oveja llamada Mipyme.
Invirtió cuatro pesos en bares, restaurantes y hostales, administrados por personas con los vínculos y amiguitos correctos que envían por el Estrecho de La Florida las riquezas extraídas de cubanos bolsillos, mientras deja unas migajas en la mesa.
Pero bajo la alfombra donde nadie mira, la grieta crece. Las clases sociales luchan, pero no se escuchan las armas.
Cada vez que un anciano se queja de que su antigua placita socialista ahora vende un particular demasiado caro, suenan esas espadas.
Cuando ese mismo anciano debe hacer colas durante horas porque un burócrata no pudo o no quiso idear la forma de aliviarlas, cuando su nieto no alcanza matrícula en un Círculo Infantil, cuando debe comprar miles de pesos en regalos para un médico corrupto, cuando se levanta una mansión para algún jerarca pero no hay cemento para arreglar su vieja casa, cuando su hija desfallece por las largas jornadas de trabajo con el particular, cuando debe gastar su jubilación en medicamentos por la calle porque en la farmacia no hay, suenan y suenan.
Hay una crisis mundial. La inflación destruye hogares a lo largo y ancho de la Tierra y el Bloqueo esta de puya.
Pero en Cuba el pan de cuatro pesos ahora vale 120. Eso es 30 veces más. La carne de cerdo y el huevo subieron 25 veces. Y los salarios solo aumentaron en 5. Una megainflación brutal.
Porque ese pan de $120 ahora lo fabrica un particular, y le pone el precio que quiera. Sólo le importa SU ganancia a cualquier costo.
Porque ahora el pan de $5 estatal solo se vende una vez al mes, ya que no hay suficiente harina de trigo, pero la galleta y el pan particular carísimos no faltan.
Porque el motonetero quiere ganar más y sólo se mueve alquilado.
Porque el campesino con nueva mentalidad y sin contrato con un Acopio ya fantasmal, ahora no necesita sembrar una caballería de cultivos varios si puede ganar bastante con dos hectáreas de pimiento.
Porque la reventa de productos de las tiendas ahora es legal.
Porque hay miles de familias que aún no tienen libreta de abastecimiento.
Porque una empresa estatal sin supervisión decidió competir en precios con el privado y vende la cajita pequeña de jugo a $150 y el café a $180
Porque una comercializadora decidió gastar los escasos dólares del país en muebles, jacuzzis y jamón ibérico que fenecen en las tiendas en MLC… junto a cientos de artículos inútiles que casi nadie compra.
Porque donde se va retirando el Estado llega el privado con sus leyes y sus precios más salvajes que el peor neoliberalismo latinoamericano.
Porque Stolypin nos está enseñando a construir castillos en el aire.
Porque Marx ya no está en ese logotipo.
Porque la banda municipal sólo toca en la glorieta del Parque cuando hay visita.
A finales de julio se anunciaron en Cuba una serie de medidas económicas, entre las cuales se encuentra la apertura del comercio a la inversión extranjera y la introducción de un nuevo tipo de cambio oficial. Para entender tanto el significado de estas medidas como su posible impacto y consecuencias, es necesario entender el contexto de la grave situación económica de la isla.
El conjunto de 75 medidas económicas que se han anunciado autoriza por primera vez, desde la abolición del capitalismo en los años 60, las inversiones extranjeras en el comercio interior minorista y mayorista. En el caso del comercio mayorista, las nuevas normas autorizan tanto las empresas mixtas con empresas cubanas como las empresas de propiedad totalmente extranjera. En el caso del comercio minorista, la inversión extranjera se realizará a través de empresas conjuntas con empresas locales, tanto privadas como estatales. A algunas empresas cubanas del sector privado se les permitirá participar directamente en el mercado extranjero “bajo el control del Ministerio de Comercio Exterior”.
Esta es una medida que se encamina a otorgar más concesiones tanto al capital privado cubano como al capital extranjero, que hasta ahora estaba excluido del sector minorista. También representa un debilitamiento relativo del monopolio estatal del comercio exterior.
El otro eje de las medidas económicas anunciadas fue la creación de un nuevo tipo de cambio, mediante el cual el Estado compraría dólares del público a una tasa mucho más alta que la oficial. Para empezar, el Estado compraría a 120 pesos por dólar, cuando la tasa oficial es de 24 pesos. La expectativa es que, al ofrecer una tasa parecida a la del mercado negro de divisas, el Estado podrá recuperar los dólares que circulan en el sector informal, procedentes tanto de las remesas como de los turistas. Por ahora, el Estado sólo comprará dólares, no los venderá.
Ambas medidas representan un intento de abordar los problemas creados por el “Ordenamiento Monetario” de enero de 2021. En ese momento, las dos monedas separadas de Cuba y los dos tipos de cambio (uno para las empresas y otro para los particulares) se fusionaron en una sola moneda y un solo tipo de cambio mediante una fuerte devaluación. El tipo de cambio para las empresas de 1 CUP (peso cubano) por 1 CUC (peso convertible – equivalente a 1 USD) se equiparó al tipo de cambio para los particulares de 24 CUP por 1 CUC (ó 1 USD). El peso convertible (CUC) se suprimió y en adelante el dólar estadounidense valía 24 pesos cubanos.
Para equilibrar esta fuerte devaluación, los salarios y las pensiones aumentaron considerablemente. Uno de los problemas fue que esto aumentó la masa monetaria sin aumentar al mismo tiempo la oferta de bienes. Esto condujo inevitablemente a la inflación, la especulación, las ganancias ilícitas, el mercado negro y la devaluación de la moneda. Según las cifras oficiales del gobierno, la inflación en 2021 fue del 73% y se prevé que en 2022 sea del 28%. Estas cifras reflejan los precios de los productos regulados. El problema es que muchos de éstos padecen una grave escasez, lo que empuja a la gente a comprar productos básicos en el mercado informal como única alternativa, donde los precios subieron entre un 500 y un 700 por ciento.
Cuando se produjo el Ordenamiento, para intentar recaudar las tan necesarias divisas, el gobierno estableció tiendas que vendían productos importados en MLC (Moneda Libremente Convertible). La MLC se creó como una moneda virtual, utilizada a través de tarjetas en las que la gente podía depositar dólares a una tasa de 1 USD = 1 MLC. La idea era que quienes recibieran dólares en remesas pudieran gastarlos para comprar productos en las tiendas estatales. Así, el Estado recuperaría parte de los dólares que circulan en el sector informal de la economía y los utilizaría para importar bienes básicos, que luego vendería a precios subsidiados en pesos. Esto no funcionó realmente como se esperaba. En lugar de que sólo se vendieran ciertos productos de gama media-alta en las tiendas de MLC, a las que sólo puede acceder una parte de la población, lo que ocurrió fue que todos los productos disponibles acabaron vendiéndose en estas tiendas, mientras que las tiendas normales en pesos se quedaron con los estantes vacíos. Esto contribuyó a empeorar aún más las condiciones sociales de las capas más pobres, que no tienen acceso a los dólares.
Situación peligrosa para la revolución
Nada de esto puede entenderse sin examinar la situación de la economía cubana en su conjunto. Desde que se abolió el capitalismo en Cuba en los años 60 después de la revolución, la isla ha estado sometida a una implacable campaña de agresión imperialista por parte de Estados Unidos, uno de cuyos componentes clave es el bloqueo económico. Durante casi tres décadas, la estrecha y favorable asociación económica entre Cuba y la URSS permitió que la isla sobreviviera (aunque esa asociación tuvo también un coste político negativo, fortaleciendo el estalinismo y la burocracia). El colapso del estalinismo en el periodo entre 1989-91 acabó con esa relación, provocando una crisis económica masiva, conocida como el Periodo Especial. La revolución sobrevivió, pero finalmente se vio obligada a hacer concesiones al capitalismo, sobre todo en forma de inversiones extranjeras en el sector turístico y la dolarización parcial de la economía. El ascenso de la Revolución Bolivariana en Venezuela en la década de 2000 supuso un nuevo alivio para Cuba gracias a una serie de acuerdos económicos favorables. La profunda crisis económica de Venezuela, a partir de 2014, volvió a poner a la Revolución cubana en una situación muy peligrosa.
Como si no bastaran los muy desiguales relaciones de intercambio entre Cuba y a economía capitalista mundial y el constante bloqueo estadounidense, en 2017 llegó Trump al poder. Y procedió a apretarle aún más la soga a la economía cubana, revirtiendo todas las concesiones hechas por Obama e introduciendo 243 medidas adicionales de bloqueo económico. Estas tuvieron un impacto severo en la economía cubana, limitando el turismo y las remesas, dos de las principales fuentes de ingresos en divisas del país.
Luego, en el 2020, la pandemia de Covid se desató, paralizando casi por completo el turismo y asestando un fuerte golpe a la economía del país. En 2019, Cuba había recibido 4,1 millones de turistas, la cifra se desplomó a poco más de un millón en 2020 y se redujo aún más a 570.000 en 2021. Para entender lo que esto representa para la economía cubana, en 2019 el turismo había aportado 3.000 millones de dólares. Ese mismo año, las importaciones de alimentos representaban unos 2.000 millones de dólares.
Ahora, cuando parecía que el mundo se abría de nuevo al turismo, el cierre del espacio aéreo a las aerolíneas rusas como represalia por la guerra de Ucrania ha secado parcialmente uno de los principales mercados emisores del turismo cubano.
Esta combinación de factores condujo a una fuerte contracción económica, del 10% en 2020, además de un déficit fiscal sumamente elevado, del 17%.
Las recientes medidas económicas, tanto las anunciadas en julio/agosto de este año como el Ordenamiento Monetario de enero de 2021, deben considerarse como respuestas a estos choques, así como a los problemas más a largo plazo a los que se enfrenta la economía cubana, y se tomaron en un momento en el que el margen de maniobra se había visto drásticamente restringido.
El objetivo de las medidas recientes es atraer la inversión extranjera, en el caso de estas últimas medidas hacia el sector comercio, y al mismo tiempo recuperar parte de los dólares que ya circulan, para que puedan ser utilizados en el mercado mundial. Como ha sucedido antes, estas medidas son acogidas con beneplácito por los economistas y comentaristas pro-capitalistas, aunque éstos protestan que no son suficientes. Omar Everleny, que fue hasta 2016 una de las principales figuras del Centro de Estudios de la Economía Cubana en La Habana, pero que ahora se ha trasladado a Colombia, dijo: “Es un paso en la dirección correcta, pero demasiado pequeño y demasiado tarde”.
Al mismo tiempo, las medidas adoptadas no abordan la cuestión clave de aumentar la producción, pero al mismo tiempo tienen el efecto de aumentar la cantidad de dinero en circulación, en pesos. Por lo tanto, es probable que tengan un efecto inflacionario y que conduzcan a una mayor devaluación de la moneda.
Asimismo, Cuba se ha enfrentado a una serie de problemas serios para generar electricidad, lo que ha provocado apagones extensos, que han afectado no sólo a las provincias sino también a la capital, La Habana. Una serie de accidentes, incluido el reciente incendio masivo de los gigantescos tanques de combustible en Matanzas, han agravado la situación, pero en el fondo el problema es la falta de mantenimiento y reparación de las plantas generadoras de electricidad, así como el fuerte aumento del precio del combustible en el mercado mundial.
Los apagones han puesto de manifiesto un grave dilema al que se enfrenta el gobierno cubano. Se ha criticado mucho el hecho de que una gran parte del gasto gubernamental se destine a inversiones directa o indirectamente relacionadas con la industria turística, incluso en un momento en el que había una gran escasez y una baja ocupación de los hoteles. ¿Por qué no se utilizó ese dinero para importar alimentos y otros productos básicos? Ahora bien, la situación no es tan sencilla, ya que sin las inversiones necesarias, la industria turística no podrá atraer a los turistas en su reapertura. También se plantea otro dilema aún más grave. ¿Deben utilizarse los escasos dólares generados en Cuba para comprar alimentos o para adquirir los repuestos y equipos necesarios para reparar y renovar los sistemas de generación de electricidad?
Todos estos factores (la intensificación del bloqueo, la pandemia de Covid, la escasez, los apagones) son los que crearon el caldo de cultivo para las protestas del 11 de julio de 2021 en Cuba y varias protestas locales por los apagones en los últimos meses. La contrarrevolución aprovechó políticamente las protestas del año pasado y las encabezó con consignas reaccionarias, pero ciertamente el hecho de que muchos de los que salieron a la calle fueran de barrios obreros y pobres sólo puede explicarse por el creciente descontento ante la situación económica.
La combinación de la escasez y las largas filas para adquirir productos básicos con los apagones han creado la sensación entre un sector creciente de la población de que no hay salida. El optimismo creado por el deshielo parcial de Obama se ha evaporado. Muchos han decidido marcharse y una gran parte de ellos son jóvenes. Según las cifras de Estados Unidos, desde octubre de 2021, 180.000 cubanos han entrado ilegalmente en Estados Unidos a través de México y otros 8.000 lo han hecho desde julio en barco. Se trata de una cifra asombrosa, teniendo en cuenta que la población de la isla es de poco más de 11 millones de habitantes.
¿Qué hacer?
Las limitaciones a las que se enfrenta la economía cubana imponen decisiones y elecciones muy difíciles. Dentro de estos límites, ¿qué se puede hacer? Esta pregunta ha provocado una serie de debates que se remontan a hace 10 años, cuando el Congreso del Partido Comunista aprobó los Lineamientos Económicos. Estos representaban un intento de resolver los gravísimos problemas a los que se enfrentaba la economía cubana mediante concesiones controladas al capital privado, nacional y extranjero. Evidentemente, una parte de la dirección cubana estaba y está deslumbrada por el “modelo chino” o, como a veces se suele preferir en Cuba, por el “modelo vietnamita”. En ambos casos, razonan, la restauración del capitalismo ha conducido, aparentemente, a un crecimiento económico, a una reducción de la pobreza, al tiempo que el Partido “Comunista” sigue en el poder. Se puede entender por qué ese modelo es atractivo para un sector de la burocracia.
Por supuesto, la idea de que China es un modelo a seguir, ignora las consecuencias de la restauración del capitalismo: la enorme explotación de los obreros por parte de las multinacionales extranjeras, el enorme crecimiento de la desigualdad social, la destrucción de los antiguos sistemas de bienestar social, etc. Aparte de eso, hay algunas diferencias entre estos ejemplos y Cuba. China y Vietnam podían ofrecer una gran reserva de fuerza laboral barata al mercado mundial, lo que los hacía atractivos como destinos para la inversión extranjera. En comparación, Cuba es una isla caribeña muy pequeña con muchas menos oportunidades para las inversiones extranjeras.
Otros no están necesariamente de acuerdo en que el destino sea, como en China, la restauración del capitalismo bajo el control de una élite dirigente, que han pasado de ser burócratas que gestionan la economía a convertirse en propietarios capitalistas de los medios de producción. Pero, sin embargo, sostienen con entusiasmo que para “liberar las fuerzas productivas” es necesario hacer cada vez más concesiones al capitalismo: la abolición de las prestaciones universales, en favor de subsidios específicos, y la privatización de gran parte de las empresas estatales, supuestamente porque la gestión privada es “más eficaz”. Se promueve el uso del látigo del mercado para disciplinar a las empresas estatales, a través de primas vinculadas al rendimiento y a las ganancias, y mediante la clausura de las empresas deficitarias del sector estatal.
Independientemente de la intención de quienes proponen estas medidas, tanto si quieren restaurar el capitalismo conscientemente como si no, la lógica inevitable de su aplicación conduce al fortalecimiento del proceso de acumulación capitalista en el sector privado y al nacimiento de una clase capitalista, así como a la dominación del capital extranjero. Ya existen entre 4 y 5.000 empresas privadas en el país. Si bien la mayoría de ellas son pequeñas o incluso microempresas, que emplean cantidades muy pequeñas de trabajadores asalariados, algunas de ellas están creciendo, inevitablemente.
Pero, ¿hay otra alternativa? Es obvio que ciertas concesiones al capital privado son necesarias para intentar atraer la tan necesaria inversión de capital. Muchos en Cuba utilizan el ejemplo de la Nueva Política Económica (NEP introducida en la Unión Soviética en 1922). Pero hay algunas diferencias muy importantes entre las políticas que se están introduciendo en Cuba y la NEP.
En primer lugar, Lenin y Trotsky consideraban la NEP como un mal necesario, como un retroceso temporal plagado de riesgos. En cambio, en Cuba, estas medidas se fomentan como el camino a seguir para construir un “socialismo sostenible” y “una sociedad justa”.
En la Unión Soviética, la introducción de la NEP fue acompañada de una serie de medidas para fortalecer el poder de la clase obrera y luchar contra la burocracia, e incluso allí esto no fue suficiente para evitar el ascenso de la burocracia y la abolición de la democracia obrera. El proceso de burocratización de la revolución rusa se basó en gran medida en las fuerzas pequeño burguesas y capitalistas que la NEP desató, tanto en la ciudad como en el campo.
En Cuba se están desencadenando fuerzas igualmente poderosas; quizás más poderosas, ya que estamos hablando de una pequeña isla con recursos limitados, rodeada por el capitalismo mundial. Pero en Cuba esto se presenta como un proceso positivo a través del cual se está construyendo “un país mejor”. En lugar de un debate político serio sobre estos peligros, lo que vemos es una complaciente promoción de las virtudes del sector privado o, a veces, una represión de cualquier crítica contra la burocracia.
Sin embargo, sí existe una alternativa a esto. Lo más importante es entender que las victorias de la Revolución Cubana se basan en el carácter nacionalizado y planificado de la economía, es decir, en la abolición del capitalismo. Estas conquistas siguen existiendo (en los ámbitos de la educación, la salud, la vivienda, la soberanía nacional), aunque estén debilitadas por el bloqueo y la crisis económica, y es necesario defenderlas. Si se restaura el capitalismo en Cuba, la isla estará condenada a una enorme desigualdad social, a la subyugación al imperialismo y a un fuerte deterioro del nivel de vida. Una Cuba capitalista no se parecería a la Suecia capitalista, sino más bien al Haití capitalista o a la República Dominicana capitalista, o incluso a un Puerto Rico capitalista colonia de EEUU.
Cualesquiera que sean las concesiones al capital privado que puedan ser necesarias, estas deben estar limitadas por el contrapeso de un auténtico poder obrero. La burocracia conduce inevitablemente a la ineficacia, la mala gestión y la corrupción. Desempeña un papel contrarrevolucionario al desmoralizar a los trabajadores y fomentar el cinismo, el escepticismo y la apatía. La burocracia sólo puede combatirse mediante la democracia obrera y el control obrero. Para liberar las fuerzas productivas, la clase obrera necesita sentir que realmente tiene el control, que puede tomar todas las decisiones.
Hay muchos cuellos de botella en la economía cubana que podrían resolverse o aliviarse si se pusieran todos los asuntos en manos de los propios obreros y productores. Eso podría hacerse a veces a través de cooperativas, sobre todo en la agricultura, aunque éstas no están exentas de riesgos. La producción nacional podría aumentar si se aprovechara al máximo la iniciativa de la propia clase obrera. Pero para ello es necesario que los trabajadores comprendan que son ellos los que mandan y que si hay que hacer sacrificios, que éstos se realicen proporcionalmente por todos. Esto significa la eliminación de todos los privilegios de la burocracia, materiales y económicos.
La democracia obrera no resolvería todos los problemas de la noche a la mañana, ya que Cuba seguiría estando a merced del mercado mundial y sometida al bloqueo económico del imperialismo, pero contribuiría en cierta medida a incrementar la producción nacional.
Por la democracia obrera y el internacionalismo
Por supuesto, la burocracia surge como consecuencia del aislamiento de la revolución cubana. Es necesaria una política internacionalista proletaria, tanto para movilizar la solidaridad y el apoyo de los obreros, los campesinos y la juventud del mundo a la revolución cubana y contra el imperialismo, como porque, en última instancia, el destino de la revolución cubana se dirimirá en la arena de la lucha de clases mundial.
Una revolución socialista exitosa en un país latinoamericano (por ejemplo, Ecuador, Chile, Colombia, todos los cuales han sido testigos de levantamientos masivos de trabajadores, campesinos y jóvenes en los últimos años), proporcionaría un balón de oxígeno vital para la revolución cubana. Los vínculos económicos y políticos con la revolución venezolana (aunque esa revolución nunca llegó a completarse) proporcionaron un atisbo de lo que sería posible.
Una revolución socialista exitosa en Estados Unidos o en un país capitalista avanzado de Europa tendría un impacto aún más poderoso, permitiendo la transferencia de tecnología y bienes de capital a una escala mucho mayor.
¿Acaso esta idea es algo descabellado? ¿Está descartada? El sistema capitalista mundial se encuentra en un período de profunda crisis senil, que particularmente después de la crisis económica de 2008 ha provocado una serie de movimientos de masas, un proceso de radicalización política e incluso acontecimientos revolucionarios en un país tras otro, incluso en los propios Estados Unidos. La Revolución Cubana debe formar parte de este proceso revolucionario mundial. Su futuro no está en las maniobras geopolíticas (por más que la diplomacia sea necesaria para una isla bloqueada), sino en el ascenso revolucionario de la clase obrera mundial, el único aliado fiable del que dispone la revolución.
El martes 27 de septiembre llegó a Cuba el huracán Ian, de categoría 3, azotando la isla durante siete horas con vientos que llegaron a ráfagas de 200 km/h. El ojo del ciclón estuvo por hora y media sobre la ciudad de Pinar del Río capital de la província homónima que fue la más afectada por el huracán, que dejó escenas de devastación.
Antes de salir de la isla rumbo a la Florida, fortalecido a categoría 4 y con vientos de hasta 250km/h, Ian azotó también otras provincias occidentales de la isla con fuertes vientos que causaron caída generalizada de arbolado en la capital Habana,
El impacto de la tormenta, que muchos describen como la más fuerte en 20 años, dejó a toda la isla sin suministro eléctrico a partir de la noche del martes.
Cuba, blanco frecuente de tormentas tropicales de todo tipo, tiene un eficaz sistema de defensa civil para prevenir los daños, y ha sido reconocida por la ONU como “un modelo en gestión de riesgos por huracanes”. Según un estudio estadístico del Instituto de Meteorología de Cuba, un estadounidense tiene 10 veces más posibilidades de morir cuando es afectado por un huracán que un cubano. En esta ocasión, 50.000 personas fueron evacuadas antes de la llegada de la tormenta, principalmente en Pinar del Río.
Gracias a estas medidas, la pérdida de vidas fue mínima, dos muertos se reportan hasta el momento, aunque los daños materiales fueron muy extensos, particularmente en Pinar del Río, afectando viviendas, locales comerciales, empresas, la cosecha de tabaco y otras, etc. Brigadas de todo el país se trasladaron a la provincia para colaborar en las tareas de desescombro y recuperación.
Pero lo cierto es que Ian azotó a Cuba en un momento de particular debilidad. Los cortes eléctricos se venían agravando en los últimos meses y habían provocado protestas esporádicas en varios barrios humildes de La Habana. ¿El motivo? Una combinación de la edad de los equipos de generación y suministro eléctrico, casi todos ellos ya al final de su vida útil, y que no pueden ser reemplazados por la falta de divisas para importarlos; y además la falta de combustible, que está relacionada también con la falta de divisas para importarlo en un momento en que los precios del mismo han subido bruscamente.
A todo esto hay que añadir el estado de deterioro de la infraestructura en general en Cuba, incluyendo la situación precaria de gran cantidad de viviendas en la capital. Todo esto es el resultado de la falta de inversión, debido a la falta de divisas para adquirir los materiales y equipos necesarios. Con los recursos necesarios sería posible también renovar la red de distribución eléctrica, por ejemplo enterrando parte del cableado, modernizando las subestaciones, adquiriendo más generadores de emergencia para los servicios básicos, etc.
Si seguimos tirando del hilo, veremos que la falta de divisas para importar del mercado mundial, en este caso equipos de generación eléctrica y combustible para los mismos, tiene que ver con otros shocks que han golpeado la isla en los últimos años. Se pueden citar por lo menos tres: el endurecimiento del bloqueo por parte de Trump (que Biden no ha revertido), el impacto de la pandemia del Covid sobre el turismo, y el impacto de las sanciones a Rusia y el cierre del espacio aéreo a aviones rusos sobre el turismo en Cuba.
A esto hay que sumar factores que venían de antes, como la crisis económica en Venezuela que limita la ayuda que la revolución bolivariana ofreció a Cuba en un momento, y la llegada de Bolsonaro al poder en Brasil que significó la expulsión de los médicos cubanos (la exportación de servicios médicos es una de las principales fuentes de ingreso del país).
Para hacer un chiste fácil se podría decir que con el huracán Ian llovía sobre mojado.
Obviamente a todos estos factores hay que sumar la burocracia, con lo que conlleva de ineficiencia, mala gestión, despilfarro, corrupción y privilegios para unos pocos a costa de la mayoría.
No es de extrañar pues que el jueves 29, cuando el apagón se prolongaba ya por 72h, se produjeran protestas en algunos barrios de la capital, como en Cerro, Arroyo Naranjo, Playa entre otros y según algunos reportes también en focos aislados en Holguín y Matanzas. Además del problema del apagón general, la situación en la Habana fue agravada por la caída de numerosos árboles que dañaron el tendido eléctrico. En algunos casos se restablecía el suministro pero volvía a caer por cortocircuitos provocados por daños en la red. El viernes 30 se repitieron las protestas.
Las protestas reflejan la frustración por la situación inmediata de falta de luz y en muchos casos también de agua (por la falta de suministro a las plantas de bombeo) y el impacto que eso tenía sobre la vida diaria, por ejemplo el daño a la comida en los congeladores en una situación previa de desabastecimiento general, la imposibilidad de usar ventiladores en las calurosas noches, el cierre generalizado de abastos, etc.
Pero las protestas también reflejaban hastío con la acumulación de problemas que venía de antes (cortes de electricidad, desabastecimiento, inflación) y que ha empujado una de las mayores olas migratorias de la historia del país (unos 180.000 cubanos han llegado a EEUU en un año).
Hay que poner las protestas en su justa magnitud. Estamos hablando de grupos de decenas, a lo sumo un centenar de personas, en algunos casos cortando las calles y golpeando cacerolas exigiendo suministro eléctrico.
La situación durante un par de días era muy confusa. Sin suministro eléctrico no había manera de usar los medios para informar a la población del avance del proceso de restaurar el sistema eléctrico nacional. Todo eso contribuyó a las protestas. Pero no es menos cierto que hay un sector de la población, entre ellos algunos en los barrios más humildes de la capital, que ha perdido toda confianza en que el gobierno sea capaz de resolver los problemas.
Al contrario, la situación se ha ido agravando y para muchos no tiene visos de solución. Las medidas económicas del gobierno, como el Ordenamiento Monetario de enero 2021, no han hecho más que empeorar la situación.
Este fue el caldo de cultivo en el que se desarrollaron las protestas del 11J del año pasado, que fueron capitalizadas políticamente por la contrarrevolución, aunque partían, en parte, de un descontento legítimo de un sector de la población que incluye a muchos en los barrios más castigados por la crisis.
En las protestas de los últimos dos días, la gente gritaba principalmente “que pongan la luz”, pero también en algunos casos “¡Libertad!” y algunos coreaban la consigna de la contrarrevolución “Patria y vida”, aunque esto no era lo más generalizado. El mismo jueves, funcionarios del estado se acercaron a ofrecer explicaciones y las protestas se calmaron, en otros casos fueron acallados por los gritos.
Refiriéndose a las protestas, el secretario del Partido en la Habana, Luís Antonio Torres Iribar declaró: “Tuvimos que enfrentar situaciones aisladas en la provincia donde hubo reclamos populares ante la situación del agua, ante la situación de la electricidad, y ante la pérdida de los alimentos por falta de fluido eléctrico. Esos reclamos los consideramos justos”.
Las protestas, hasta el momento, no parecen ir a más y su número es bastante reducido. El viernes ya se había restablecido el suministro eléctrico al 59% de los usuarios en la capital, y se espera que la situación se normalice completamente el fin de semana.
Magnificar el alcance de las protestas, como hace la contrarrevolución y los medios capitalistas internacionales (que ignoran sistemáticamente por ejemplo a las decenas de miles que protestan en Haití) sería un error. Pero sería también un grave error infravalorarlas. El peligro es, que ante una situación grave de deterioro económico y escasez, el descontento legítimo de un sector de la población sea capitalizado por la contrarrevolución e instrumentalizado para forzar un movimiento que lleve a la restauración capitalista en Cuba.
Seamos claros. Una Cuba capitalista no sería un país soberano capaz de proveer en abundancia a sus ciudadanos.
Al contrario, una Cuba capitalista sería un país colonizado de facto por el imperialismo de EEUU, en el que crecerían masivamente las desigualdades, en el que se destruirían los logros de la revolución en terrenos como la vivienda, la educación y la salud, y en el que el problema del desabastecimiento para los más humildes, se agravaría.
No hay más que mirar a otras islas del Caribe para comprenderlo. Veamos Puerto Rico. Hace apenas unos años, el huracán María provocó en la isla un apagón generalizado, del que solo se recuperó completamente en 11 meses. El reciente huracán Fiona (de potencia menor a Ian) provocó también apagones que duraron una semana.
Entre las causas agravantes está la privatización del servicio eléctrico a la multinacional LUMA, el despilfarro del dinero de los fondos de reconstrucción controlados por EEUU, el bloqueo de un tanquero de combustible por violar la colonial ley Jones (que obliga a que todo el tráfico entre EEUU y PR se realice solamente con barcos de bandera estadounidense), etc.
Una Cuba capitalista sería una mezcla entre Puerto Rico, Haití y la República Dominicana: dominio imperialista, pobreza masiva, desigualdad enorme, destrucción del sistema de salud y educación públicos, migración masiva.
¿Cuál es la solución? Los problemas a los que se enfrenta la revolución cubana tienen un orígen: el aislamiento de la revolución en un país de atrasado. Incluso la burocracia, en última instancia, es el resultado de este aislamiento (como lo fue el auge de la burocracia en la URSS).
En Cuba los revolucionarios deben combatir a la burocracia, porque su propia existencia es una amenaza para la revolución y porque sectores importantes de la misma empujan en la dirección de la restauración del capitalismo “a la china” o “a la vietnamita”.
Pero por encima de todo es necesario adoptar un punto de vista internacionalista. El destino de la revolución cubana está vinculado al avance de la revolución socialista, en primer lugar en América Latina, pero también en los países capitalistas avanzados de Europa y EEUU.
Alguien podría decir que eso es utópico, que se necesitan soluciones “realistas” “aquí y ahora”. ¿Concesiones al mercado? ¿Apertura a la inversión extranjera? ¿Desarrollo del sector privado? Algunas de estas medidas pueden ser necesarias, como un retroceso obligado, pero inevitablemente corroen las entrañas de la economía planificada y minan los cimientos de la revolución.
¿Pero acaso es utópico hablar de revolución socialista hoy? Estamos en un período de crisis senil del capitalismo, el mundo capitalista está entrando de nuevo en una recesión profunda que desde ya está espoleando la lucha de clase. El reciente estallido en Sri Lanka, los procesos insurreccionales de finales de 2019 en Ecuador y Chile, el paro nacional en Colombia hace un año, el paro nacional en Ecuador hace unos meses, el heróico movimiento de las masas en Haití que continúa. Las masas han demostrado una y otra vez estar dispuestas a luchar y sacrificarse por poner fin a la explotación.
Pero no solo en los países dominados por el imperialismo. Estamos presenciando un proceso de organización sindical en EEUU, una oleada huelguística en el Reino Unido y por todas partes vemos una acumulación de descontento y una polarización política (sí, a derecha, pero también a izquierda).
¿Qué es lo que falta? En todos estos procesos el factor que estaba ausente era el de una dirección revolucionaria a la altura de las circunstancias que pudiera llevar a nuestra clase a la victoria.
La revolución cubana debe unirse a esta amplia corriente internacional. Lamentablemente, la política exterior de la dirigencia cubana parece inspirada más bien por la geopolítica y el amorfo “anti-neoliberalismo” que por la idea de revolución socialista. En el caso de Venezuela era necesario llamar a emular el ejemplo de la propia revolución cubana, es decir la necesidad de abolir el capitalismo como única vía a la auténtica liberación nacional.
Lamentablemente se hizo lo contrario.
Finalmente, es necesario señalar que el hecho de que haya fenómenos meteorológicos cada vez más extremos se debe también al cambio climático provocado por la sed capitalista de beneficios a corto plazo. Si no acabamos con el sistema capitalista este va acabar con el planeta.
No tenemos todo el tiempo del mundo. Es necesario un sentido de urgencia. Defender la revolución cubana es un deber y esa defensa es incondicional. Hay que combatir la agresión imperialista y los intentos de restauración capitalista, vengan de donde vengan. Pero al mismo tiempo debemos decir claramente que la salida a los problemas a los que se enfrenta la revolución pasa por combatir la burocracia con democracia obrera y el aislamiento con internacionalismo proletario.
El 10 de mayo, el director de la revista cubana Alma Mater, Armando Franco, que fue “liberado del cargo” el 26 de abril, habló por primera vez acerca de las circunstancias de su cese. Recordemos los hechos. El 26 de abril, el equipo editorial de Alma Mater publicó una escueta nota en sus redes sociales anunciando que el director de la revista había sido “liberado de su cargo” por decisión del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas. Al conocerse la decisión hubo un alúd de críticas y pronunciamientos públicos contrarios a lo que se interpretaba como un ataque a la línea política de periodismo crítico y veraz de la revista.
El director de Alma Mater recibió el respaldo público de figuras destacadas de la revolución, en la UPEC, el coordinador de los CDRs, etc. Y posteriormente en el 1º de Mayo, incluso por parte de la esposa del presidente Díaz-Canel. Finalmente se realizó una reunión con el responsable ideológico del CC del Partido Comunista, la secretaria de la UJC de la que salió un comunicado en el que se reconocía la valía de la labor de Armando Franco, se hablaba de errores cometidos con él y se prometía “depuración de responsabilidades” al respecto. El tema parecía cerrado. Armando Franco había sido destituido, pero su nombre y su labor quedaban libres de mácula. La UJC salvaba cara hablando de un “proceso natural de renovación”.
Hasta ayer. ¿Cual fue la explicación que dió Armando Franco acerca de su cese?: «Ante mi petición de explicaciones, ambos [un representante de la UJC y uno de la Editora Abril[ expusieron que ‘la decisión, aprobada el 20 de abril, era producto de continuos errores en el trabajo editorial de la revista’. Sobre la mesa estuvo todo el tiempo un documento que ambos consultaron indistintamente para listar esos ‘errores’.» … «La funcionaria de la UJC me interrumpió y entre otros criterios más bien groseros, que omito ahora por educación, dijo: ‘A tí debimos botarte hace mucho tiempo, no hay nada más que hablar, te estamos haciendo el favor de liberarte. Puedes hacer lo que quieras, es una decisión nuestra’.”
Esto confirma lo que comentamos desde el primer momento, el cese fue un acto de censura política de la línea editorial de la revista. Luego, ante el alud de quejas y reacciones contrarias, hubo que inventar un supuesto «proceso natural de relevo», en la explicación dada por la primera secretaria de la UJC. Ahora, al hacer pública su versión de los hechos, Armando Franco contradice esa versión y desafía el silencio burocrático que se le había impuesto.
El mismo día de la publicación las redes sociales de Alma Mater anunciaban dos cambios de personal. El director de la Editora Abril, Asael Alonso Tirado, que había participado en la reunión en la que se cesó a Armando Franco, era “liberado de sus funciones”, y se nombraba a un nuevo director de la Editora (proveniente del Periódico Girón, de Matanzas) y un nuevo director de Alma Mater, proveniente de Juventud Rebelde. Ambos nombramientos se interpretan como un espaldarazo a la línea editorial que Armando Franco había seguido en Alma Mater. El cese de Asael Alonso no se puede interpretar más que como una aplicación de la “depuración de responsabilidades” que se había anunciado en el comunicado de la secretaria de la UJC Aylín Alvarez.
Este caso revela una profunda lucha entre diferentes tendencias dentro de la oficialidad en Cuba, que en el caso del tratamiento de los medios se dirime entre un sector estalinista y burocrático que quiere cerrar filas o incluso retroceder al oscuro pasado del Quinquenio Gris de censura estalinista, y otros que quieren aires frescos, crítica e información veraz en los medios oficiales. La disputa no se limita obviamente a los aspectos de la libertad de discusión revolucionaria, sino que se extiende a todos los ámbitos de la discusión sobre el futuro de la revolución cubana, incluyendo el de la política económica.
La opinión de la Corriente Marxista Internacional sobre estas discusiones es clara y la hemos explicado en numerosos artículos. Estamos incondicionalmente por la defensa de la revolución cubana contra el bloqueo y la agresión imperialista. Pensamos que la defensa de la revolución cubana también implica la lucha contra la burocracia, que ahoga la iniciativa de la clase obrera y la juventud, es causa de ineficacia, corrupción y provoca desidia e indolencia, y solo se puede combatir con la más amplia participación y poder de decisión de la clase obrera en todos los ámbitos, es decir, una auténtica democracia obrera (que no democracia liberal burguesa). Para nosotros la defensa de la revolución cubana también pasa por combatir todas las tendencias que empujan hacia la restauración del capitalismo y el debilitamiento de las formas de propiedad que resultaron de la abolición del capitalismo y sobre las que se asientan las conquistas de la revolución, que aunque debilitadas todavía existen.
“Es que yo estoy segura que, como yo, muchos esperaron una letra al menos. Y yo no puedo admirar a quien haya decidido el silencio”, me escribió hace un par de noches una usuaria de AM.
En realidad, no le falta razón. Ni a ella ni a otros que a través de las redes o llamadas telefónicas nos reclamaron una explicación sobre lo sucedido con nuestro equipo en la revista Alma Mater. Ya habló un funcionario del PCC, la UPEC y la 1ra Secretaria de la UJC, pero nosotros no.
En cierto modo, el silencio nos/me hace cómplice de lo sucedido y sus posibles interpretaciones. Para algunos, mi mutismo ha sido una confirmación de que fue una decisión justa, de que algo hice o andaba mal, de que las organizaciones políticas no se equivocan y que, si así fueron las cosas, es porque así tenían que ser.
En este texto no dejo mi opinión. Esa la he reservado para espacios más fecundos, aunque hasta ahora no haya sido suficiente. Tras dos semanas de análisis, esperas y frustraciones, comparto algunos detalles desde mi perspectiva para saldar una deuda: conmigo mismo y con los lectores de AM.
¿Cuáles fueron las razones de mi salida de AM?
El martes 26 de abril me citaron a la oficina del director de la Editora Abril a las 7 y media de la mañana. Tres horas después tendría lugar un Consejo de Dirección Extraordinario cuyo objetivo desconocíamos sus miembros.
Allí Nislay Molina (Ideológica del Comité Nacional de la UJC) y Asael Alonso Tirado (director de la Editora Abril) me informaron que, por decisión de la Comisión de Cuadros de la UJC, había sido liberado.
Sin mayores detalles ni tiempo para el intercambio, la funcionaria del Comité Nacional expuso cómo sería el proceso de entrega a través del cual abandonaría la Editora en horas y esperaría en mi casa por una ubicación laboral.
Ante mi petición de explicaciones, ambos expusieron que “la decisión, aprobada el 20 de abril, era producto de continuos errores en el trabajo editorial de la revista”. Sobre la mesa estuvo todo el tiempo un documento que ambos consultaron indistintamente para listar esos “errores”.
Por razones éticas no incluyo los detalles de los trabajos señalados; en mi opinión, salvo un par de señalamientos válidos que en su momento fueron corregidos, el resto de los textos son probablemente los mejores resultados periodísticos de AM durante mi dirección.
En aquel encuentro intenté explicarles el sinsentido de lo que exponían. La funcionaria de la UJC me interrumpió y entre otros criterios más bien groseros, que omito ahora por educación, dijo: “A tí debimos botarte hace mucho tiempo, no hay nada más que hablar, te estamos haciendo el favor de liberarte. Puedes hacer lo que quieras, es una decisión nuestra”.
El director de la Editora se limitó a ratificar lo que decía la Miembro del Buró y a dejar claro todas las veces que me había “alertado sobre mis fallas”, con notable intención de librar responsabilidades.
Ese mismo día, a las 11 de la mañana, la funcionaria de la UJC informó la decisión tomada al Consejo de Dirección y desestimó los argumentos de algunos de los presentes en contra de la medida porque, una vez más, “se trata de una decisión tomada, solo vinimos a informar”.
¿Por qué la mayor parte del equipo pidió la baja de la revista?
El mismo martes 26, en horas de la tarde, me reuní con el equipo para informar lo sucedido. Después de ese encuentro, a raíz de una decisión colectiva, publicamos la nota (https://bit.ly/NotaAM1 ) con la medida tomada en donde utilizamos las mismas palabras con las que me lo habían dicho.
El comunicado fue solo un recurso para notificar lo ocurrido y la consecuente interrupción del trabajo de la revista pues, hasta ese momento, nadie había mencionado cómo continuaría funcionando y quién sería responsable.
El cronograma de entrega presentado por la funcionaria de la UJC incluía una reunión para informar al equipo de la revista el miércoles 27 a las 9 de la mañana y ahí estuvieron todos los de AM. Sin embargo, según palabras del director de la Editora a los dos subdirectores de la revista, “el Buró Nacional decidió que este encuentro no ocurriría, pues ya todo estaba dicho”.
La negativa a conversar con el equipo, la inconformidad con la “liberación” y la falta de explicaciones para esta, provocaron que algunos miembros de la revista solicitaran su baja. No existieron presiones ni condicionamientos. En cada caso, fue una decisión personal. Un periodista y la secretaria de la redacción decidieron mantenerse. El resto, todos jóvenes, buscan hoy otros destinos laborales.
¿Fue un proceso natural de renovación?
Aunque durante estas dos semanas se ha mencionado una y otra vez que la medida es producto de un proceso natural de renovación, cuesta creer que sea esa la razón.
La dirección de la UJC estaba al tanto de mis planes de dejar AM después del centenario de la revista el próximo noviembre, cuando cumpliría tres años como director. Para ello, ya habíamos iniciado una serie de transformaciones en las dinámicas de funcionamiento y la conformación del equipo que garantizarían continuidad llegado ese momento. Solo faltaban cinco meses.
No parece renovación natural un proceso que no incluyó ni ubicación laboral para mí ni un director para AM, que no garantizó el trabajo de la revista tras la liberación. Resulta incoherente realizar cambios en AM por razones “naturales”, mientras la editora vive una crisis de directivos y periodistas.
¿Qué sucedió con los canales de AM?
Aunque los canales y la dinámica editorial de AM no fueron prioridades durante el proceso de “liberación”, entregamos al subdirector de la Editora Abril, Yunyer Feliciano, todos los espacios donde se publicaban contenidos.
Se incluyen ahí una página en Medium, 25 grupos de WhatsApp y perfiles en Facebook, Telegram, Twitter, Instagram, Ivoox y Youtube.
Tras la nota de mi liberación, lo publicado y sobre todo, lo no publicado ante las emergencias informativas de los últimos días, no son responsabilidad del anterior equipo.
¿Qué dijo la FEU?
Según las explicaciones de Nislay Molina, “la presidenta de la FEU de Cuba, Karla Santana, participó en la Comisión de Cuadros y aportó elementos en contra de tu gestión. También te estamos liberando por la desatención de AM a la FEU”.
Ese es un argumento fácilmente desmontable. Quienes leyeron con frecuencia AM durante el último par de años fueron testigos de que para nosotros la cobertura a la vida de la FEU, las universidades y los universitarios cubanos fue prioridad. Por supuesto, desde la visión de nuestro equipo. Los múltiples contenidos publicados están ahí para demostrarlo.
Durante sus meses como Presidenta Nacional de la FEU, Karla Santana jamás nos comunicó alguna insatisfacción sobre el trabajo de la revista. Hasta el momento, la FEU no se pronunció sobre lo sucedido con AM.
Recibimos muestras de sorpresa y decepción de casi todos los miembros del Secretariado Nacional de la FEU, de muchos presidentes de Universidades y de estudiantes de varias facultades a lo largo del país. Valdría la pena preguntarse, ¿a los intereses de qué FEU no respondió AM?
¿Qué dijo la UJC?
El 28 de abril la Primera Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba – UJC, Aylin Álvarez, realizó una publicación en su perfil de facebook (https://bit.ly/post1UJC ) porque “en las últimas horas muchos han puesto su atención en el caso del joven periodista Armando Franco, lo que involucra a nuestra organización. Por ello, me parece necesario hacer las siguientes aclaraciones”
De los argumentos expuestos en dicho post, lo único exacto es lo referido a que los cargos directivos de los medios de la Editora Abril son competencia del Comité Nacional de la UJC y de su Comisión de Cuadros. El resto de las aclaraciones no son ciertas ni coincidentes con lo sucedido en mi caso.
Ese mismo día, en presencia de Rogelio Polanco, Jefe del Departamento Ideológico del CC-PCC, le expliqué a la Primera Secretaria cómo se desarrolló el proceso de “liberación” y lo expuesto por sus subordinados Nislay Molina y Asael Alonso.
Aylin Álvarez mostró sorpresa y los responsabilizó, de ser cierto lo dicho por mí, porque según ratificó, “se trataba de un proceso de renovación natural”. Además, mostró satisfacción por los resultados obtenidos por la revista y desconocimiento sobre los supuestos errores que me habían adjudicado.
Horas más tarde realizó una segunda publicación (https://bit.ly/post2UJC ) en donde dijo: “Recepcioné cada elemento señalado por él, con la encomienda de seguir profundizando en estas circunstancias y depurar responsabilidades. Coincidimos en lo inadecuado de algunas acciones hacia él y el colectivo de Alma Mater, que propiciaron la percepción de que había sido sancionado o expulsado de la revista, las que constituye un error de procedimiento a analizar”.
Además, menciona: “Su liberación, valorada en la Comisión de cuadros de nuestra organización, no tenía más propósitos que el de aprovechar su experiencia y conocimientos en otros proyectos de comunicación, que ya se le habían anunciado, avalado por sus resultados evidentes en Alma Mater”.
Es cierto que a mediados de abril la UJC me propuso dejar AM para incorporarme a un nuevo proyecto de comunicación pero, como sabía la Primera Secretaria, respondí que mi intención era mantenerme en la revista hasta noviembre.
De igual modo, se comprometió a reunirse con el equipo de la revista, algo que sucedió el martes 2 de mayo.
Para este encuentro solicitamos la presencia de Karla Santana, Nislay Molina y Asael Alonso, de modo que con todos los involucrados dilucidáramos lo acontecido y estableciéramos responsabilidades. A pesar de comprometerse con ello, la Primera Secretaria decidió a última hora que los mencionados no debían participar.
Durante la charla, Aylin Álvarez reconoció errores cometidos debido a que “afloraron cuestiones personales” y se comprometió a tomar medidas al respecto. Hasta el momento, no nos han notificado ningún resultado en este sentido.
¿Qué dijo el PCC?
Durante estos 15 días, sostuve un encuentro con el Funcionario Enrique Villuendas y tres con Rogelio Polanco, Jefe del Departamento Ideológico del CC-PCC. Este último me explicó que, aunque la decisión fue liberarme, se trataba de una promoción; no respondía a problemas con AM.
Durante los encuentros conversamos más acerca de lo inadecuado del cómo que sobre las razones del qué. En cada reunión manifesté que la decisión de liberarme en este momento me parecía desafortunada, sobre todo para la revista. De igual forma expuse mi deseo de que toda la situación fuera aclarada y se tomaran las medidas pertinentes con los presuntos responsables.
Durante el último intercambio, el pasado viernes, Rogelio Polanco me ofreció una ubicación laboral que gentilmente rechacé, a pesar de tratarse de una opción que mucho tiene que ver con mis intenciones profesionales.
¿Cuál es el contexto?
Omito en este texto menciones a otras cuestiones que gravitaron sobre AM y cada uno de sus miembros durante los últimos meses; aunque quizás incidieron en esta lamentable situación.
La gente de AM, a la que agradezco cada muestra de gratitud recibida antes y durante los días recientes, conoce muy bien el fuego desde todos los flancos al que estuvimos expuestos.
AM no fue mejor ni peor durante estos casi tres años. No pretendió serlo. Intentamos hacer periodismo y respetamos el criterio que tenga cada lector de nuestro trabajo. Nos gustaría que las próximas etapas de AM sean mucho mejores que la lograda por nuestro equipo.
Probablemente por ello nos duele tanto el estado actual de la revista. Intentamos entender cómo y por qué llegamos a este punto; cuáles son los siguientes pasos para cada uno de nosotros. De hecho, parte de nuestro equipo colaboró voluntariamente en la cobertura de algunos medios al fatídico suceso del Hotel Saratoga.
En los próximos días, semanas, meses, cada uno escogerá su camino dentro o fuera del periodismo cubano. Yo solo aspiro a volver a creer, a encontrar razones para seguir intentando.
La foto del día del encuentro del equipo de AM con Aylin Álvarez
A primeras horas de la tarde del 26 de abril se informaba de la destitución del director de la cubana Revista Alma Mater. La decisión ha causado enorme revuelo y conmoción en las redes sociales en la isla y más allá de las redes también.
La nota, muy escueta, de apenas 23 palabras, decía:
“Por decisión del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, Armando Franco Senén fue liberado de sus funciones como director de la revista.”
El motivo del revuelo causado es porque se ha interpretado universalmente que la decisión es una censura a la línea político-editorial de la redacción que presidía Armando Franco Senén.
Desde el punto de vista formal, la decisión no se podía haber tomado de peor manera. La revista Alma Mater (fundada en 1922 por Julio Antonio Mella) es la revista de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), pero la decisión fue tomada por el Buró de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba – UJC, así como para recordar que nada se hace sin el permiso de las altas instancias.
La nota que informa de la decisión no dice el motivo de la misma. No trata ni siquiera de ofrecer una justificación. Tampoco trata de explicar si la decisión fue de mutuo acuerdo. Esta opacidad no es casual. Quiere transmitir un mensaje claro: la burocracia es la que manda, el que se salga de la línea tiene que aceptar las consecuencias. En realidad habría que preguntarse ¿sabríamos siquiera de la decisión, sino fuera porque la redacción decidió publicar esa escueta nota en sus redes sociales?.
Algunos han salido en las redes a pedir cautela. No hay que precipitarse, no se puede comentar ni mucho menos criticar sin conocer los motivos, dicen. Bien, pero la pregunta es ¿quién es responsable de que no se conozcan los motivos? Los que tomaron la decisión pero optaron por no ofrecer explicaciones. Es decir, en este caso, el Buró de la UJC.
Ante esta falta de explicaciones es normal, justificado diría yo, interpretar que el cese (de esto se trata a pesar del uso del eufemismo “liberación”) de Armando Franco Senén, es una represalia política por la línea editorial de la revista que dirigía hasta ayer.
Alma Mater es una revista que se dirige a la juventud cubana, particularmente la juventud estudiantil. Para llegar a su público potencial, la revista había adoptado un estilo desenfadado e incluso en algunos aspectos crítico con la oficialidad.
Algunos ejemplos. Ya en el número de enero de 2021 (http://media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2021/01/AM592_Enero2021.pdf), después de los acontecimientos de la sentada del 27N y la Tángana de Trillo, Alma Mater preguntaba a varios jóvenes cómo veían el 2021. Entre las respuestas se encontraban estas observaciones bien agudas (énfasis nuestro):
“Prefiero pensar el 2021 como el año de los intentos. Un tiempo en que el optimismo crítico se imponga ante la norma dogmática, ante las soluciones chatas que ofrece el burocratismo ideológico, que funcione como puente de diálogo, y de paso logremos el reentronque, la profundización teórica y práctica del socialismo cubano partiendo siempre de las expectativas de nuestra gente.” (Yosvani Montano)
“Por otro lado, se ha hablado mucho de democracia socialista, y de su profundización. Pero se ha relacionado poco con un proceso que llegará próximamente: la autonomía empresarial. En un escenario social en que las empresas serán más autónomas en sus decisiones, ¿qué grado de participación tendrán los trabajadores en la toma de esas decisiones? La democracia obrera y laboral será una pieza clave de la profundización y el mantenimiento del socialismo en Cuba.” (Iramís Rosique)
El mismo número de la revista publicaba un artículo muy agudo de Fabio E. Fernandez Batista en el que entre otras cosa decía:
“Desde posiciones diversas se modelan diferentes proyectos de nación. Unos anclan en plataformas abiertamente conectadas con los intereses de la gran potencia que no nos soporta. Otros esbozan, generalmente con palabras bellas, los caminos de la restauración capitalista que nos llevarían a la dependencia. Frente a ambas proyecciones se erigen dos respuestas. La anclada a una lectura conservadora del socialismo y la que entiende que solo con la renovación del proyecto será posible vencer los retos actuales. Vale aclarar, desde el inicio, que construyo este texto a partir de los soportes de la última línea definida.
“Esta nueva manera asumir el hacer política en Cuba pasa por la superación de versiones cerradas y dogmáticas del socialismo que aún detentan importantes cuotas de poder. Una estructura burocratizada, ineficiente, conformista y acostumbrada al monólogo no puede comandar la batalla que se dirime en la hora actual.Los temores a reformar nuestro socialismo le hacen el juego a la agresión externa, crean condiciones para el avance de las fuerzas propulsoras del capitalismo y le fallan a la ciudadanía. De manera puntual, resulta apremiante romper con la inercia del campo mediático-informativo, acostumbrado a responder con tardanza y a pelear de riposta. Fallar en el terreno de los medios es entregar las llaves de la casa al enemigo.
“La derrota del socialismo anquilosado ha de conectar con el fortalecimiento de aquellas corrientes que postulan rejuvenecidas maneras de alcanzar el horizonte de emancipación gestado en las coordenadas del marxismo. Hoy coexisten en Cuba tendencias representativas de ese modo otro de encarar la construcción de un proyecto anticapitalista. Están dentro de la institucionalidad, pero sobre todo en diversos ámbitos de la sociedad civil.” (Coordenadas para hoy, Fabio E. Fernández Batista, Alma Mater 592, Enero – Febrero – Marzo 2021)
Los periodistas de Alma Mater estuvieron en las calles durante las protestas y contra-protestas del 11J, incluso uno de ellos fue detenido en las mismas. La revista hizo un intento por catalogar y analizar lo que había sucedido y publicó un extenso reportaje con cinco jóvenes cubanos (https://medium.com/revista-alma-mater/11j-7b492dbc4ec0) acerca de los acontecimientos, en el que se vertían opiniones críticas y diversas acerca de los mismos, con una discusión de los motivos que los causaron, la actuación de la policía, etc.
Esta línea editorial crítica le generó a Alma Mater todo tipo de ataques. Ya en noviembre de 2021, la revista denunciaba una serie de ataques y calumnias bastante serias (https://www.facebook.com/RevistaAlmaMater/posts/6847035611980919) se acusaba a la revista de haberse alejado de Mella e incluso de estar más cercana al dictador Machado (!). Claramente, a algunos sectores, estalinistas, de la burocracia, molestaba la línea editorial de la revista. Se acusaba a la redacción de “anexionistas y oportunistas que disfrazan sus discursos como izquierda crítica”. Algunos de los mensajes en las redes exigían justamente una depuración de la redacción.
En realidad, Julio Antonio Mella, fundador del primer Partido Comunista de Cuba, era una persona de ideas firmes y nunca rehuía la polémica ni la crítica. Eso le llevó a todo tipo de enfrentamientos durante su militancia tanto en el PCC como en Partido Comunista de México, incluyendo su expulsión del partido en 1926 a raíz de la huelga de hambre que realizó estando encarcelado. A los que decían que la redacción de Alma Mater no hacía honor a su fundador, muchos respondieron que los que hacían las críticas probablemente hubieran estado con los que expulsaron a Mella.
Los ataques arreciaron de nuevo hace unas semanas, cuando la revista se hizo eco de las burlas en las redes de la publicidad de la empresa alimentaria Prodal (https://medium.com/revista-alma-mater/viva-la-salchicha-9282c88f7b8f). El artículo en sí era inócuo, pero claramente molestó. Como también molestó una nueva sección de la revista que explicaban las diferentes definiciones de palabras comunes, incluyendo las acepciones soeces o populares de las mismas. Ese fue el último aviso, el 11 de abril (https://www.facebook.com/RevistaAlmaMater/posts/7696797350338070). En menos de quince días el director fue cesado.
Con estos antecedentes, y teniendo en cuenta la manera en que se anunció la decisión, es imposible no sacar la conclusión de que el motivo de la misma es la censura política fulminante de la línea editorial de Alma Mater por parte de la burocracia.
No hace falta estar de acuerdo con todo lo que la revista publica (por ejemplo el artículo post-11J sobre la economía entrevistaba a economistas que quieren ir más rápido hacia la “liberalización”). Lo que está claro es que la causa del socialismo y de la revolución cubana no se fortalece con decisiones de este tipo, sino todo lo contrario.
La arbitrariedad burocrática, el pensamiento único impuesto desde arriba, no tienen nada de revolucionario y su efecto es el de alienar a un sector creciente de la población, particularmente entre la juventud, de la tarea necesaria de la defensa de la revolución cubana. Y además fortalece a los medios de la contrarrevolución, si la gente no puede leer información veraz ni opiniones críticas en los medios del estado, algunos terminarán leyendo los medios pagados por Washington.
En un país en el que existe el monopolio estatal de la prensa, ésta debe abrir sus puertas a todas las corrientes de opinión dentro de la revolución. Que no se nos diga que la crítica revolucionaria mina la necesaria unidad de revolución cubana ante sus enemigos. Al contrario, la ausencia de crítica, el oficialismo gris y castrante es lo que la mina.
El período de 1959 a 1971 fue quizás el de mayor peligro para la revolución cubana, la invasión de Playa Girón, la crisis de los misiles, etc. Y ese período se caracterizó por las más amplias polémicas y debate de ideas en todos los campos (del arte y la literatura, de la estrategia revolucionaria, de la política económica y de la enseñanza del marxismo, entre otros).
Que no se nos diga que eso no es posible ahora, porque al final lo que sucede es que solamente las opiniones oficiales y las contrarrevolucionarias son las que tienen acceso a los medios (unas en los del estado, otras en los que financia el vecino del norte). Y entre las opiniones oficiales muchas se dedican a promover la propiedad privada, las mypimes, como salida a los desafíos económicos a los que se enfrenta la revolución, o a defender la burocracia, sus errores, y sus privilegios.
Lo que la defensa de la revolución cubana requiere en esta hora de dificultades y peligros es justamente la más amplia discusión y confrontación de ideas. La destitución del director de Alma Mater es por tanto un golpe a la revolución cubana.
Toda nuestra solidaridad con Armando Franco Senén y la redacción de Alma Mater.