La guerra de Israel contra Gaza tiene todo el potencial para convertirse en un conflicto mucho más grande, con frentes abriéndose en la frontera con el Líbano y en Cisjordania, y agitación extendiéndose por toda la región. Tal escalada tendría un gran impacto, no solo en todo el Medio Oriente sino en toda la situación mundial. El actual bombardeo masivo en Gaza ya está sacudiendo al mundo, política, económica y socialmente.
Todos los planes del imperialismo estadounidense en la región ahora están hechos jirones, y están tratando desesperadamente de volver a unir las piezas. Pero no hay manera de que puedan volver a la situación precaria que existía antes de los acontecimientos del 7 de octubre.
Es una situación sin precedentes que se refleja en el hecho de que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, sintió que era necesario usar toda la autoridad de su posición como líder del país imperialista más poderoso del mundo para tratar de recuperar algo de control, apresurándose a visitar directamente a Netanyahu y su gabinete de guerra.
El dilema que enfrenta el imperialismo estadounidense en la región es: ¿cómo respaldar completamente a Israel en su sangrienta embestida contra Gaza y, al mismo tiempo, proteger los intereses estadounidenses en todo el Medio Oriente, que ahora están en riesgo? Para comprender este dilema, es necesario describir brevemente el cambio en el equilibrio de fuerzas entre las principales potencias tanto a nivel mundial como dentro del propio Medio Oriente.
El primer factor es el declive relativo del imperialismo estadounidense, y enfatizamos la palabra “relativo”, ya que sigue siendo, con mucho, la fuerza imperialista más poderosa del planeta, con la maquinaria de guerra más poderosa que la historia haya visto. Estados Unidos gasta más en defensa que los siguientes 10 países combinados. Por lo tanto, desde un punto de vista militar, nadie puede igualar la potencia de fuego de los EE. UU. El siguiente país con mayor gasto armamentista es China, pero está muy por detrás de Estados Unidos.
Sin embargo, la potencia de fuego por sí sola no es suficiente. También hay que considerar la capacidad de usar esa potencia de fuego y la capacidad de los Estados Unidos para mantener económicamente un esfuerzo de guerra durante un período prolongado de tiempo. Ahí es donde su debilitamiento relativo parece más evidente. En comparación con otros países, el músculo económico de EE. UU. ha disminuido significativamente en términos relativos. Hubo un tiempo en que Estados Unidos producía la mitad del PIB mundial. Ahora se ha reducido a una cuarta parte.
El debilitamiento relativo del imperialismo estadounidense significa que no puede desempeñar el papel de policía mundial indiscutible como solía hacerlo en el pasado. Su humillante salida de Afganistán en 2021, después de 20 años de intentar reforzar a sus títeres locales en el país, fue un claro ejemplo de esto. Su limitado margen de maniobra en la crisis siria, donde Rusia jugó un papel mucho más importante, fue otro ejemplo.
Este debilitamiento relativo del imperialismo estadounidense ha ido acompañado de la creciente fuerza e influencia de otras potencias: en primer lugar, la de China, que ha aumentado masivamente su gasto militar, y la de Rusia, que ha reafirmado su posición en Oriente Medio, como vimos en Siria, y más recientemente en Ucrania.
En este escenario, varias potencias más pequeñas han estado flexionando cada vez más sus músculos, desde Irán hasta Turquía, desde India hasta Arabia Saudita. Israel, aunque sigue siendo el único aliado confiable de los Estados Unidos en el Medio Oriente, también se ha librado parcialmente del control de los Estados Unidos y está procediendo con su propia política.
La ‘normalización’ hecha jirones
Incluso más importante desde el punto de vista de los intereses estadounidenses en la región han sido las maniobras de Irán para bloquear el llamado proceso de “normalización”, mediante el cual Israel ha establecido relaciones diplomáticas con varios países árabes. Israel ha tenido durante mucho tiempo acuerdos de paz tanto con Egipto (desde 1979) como con Jordania (desde 1994). Y durante la presidencia de Trump, como consecuencia de los Acuerdos de Abraham de 2020, Baréin y los Emiratos Unidos reconocieron a Israel, y más tarde se les unieron Sudán y Marruecos.
Arabia Saudita, sin embargo, nunca tuvo relaciones diplomáticas con Israel, pero antes del reciente giro dramático de la situación, se habían celebrado reuniones de alto nivel, con ministros israelíes visitando a sus homólogos saudíes. El objetivo era añadir a Arabia Saudí a la lista de países con “relaciones normalizadas”. La crisis actual ha puesto fin a eso.
La administración estadounidense tiene un interés activo en establecer relaciones normales entre Israel y Arabia Saudita, quienes han sido considerados como aliados en la región por Washington. Estados Unidos está tratando de establecer relaciones entre varios países de la región que serían beneficiosas para sus intereses, haciendo retroceder la creciente influencia tanto de Irán como de Rusia, pero también de China.
Este proceso se desarrolla a expensas de los palestinos, que han sido prácticamente cancelados de la ecuación. Mientras Netanyahu procedía con las negociaciones con los saudíes, indicó muy claramente que no se haría ni una sola concesión a los palestinos.
De hecho, Netanyahu, al frente de una coalición gubernamental que incluye a fanáticos de extrema derecha, ha estado promoviendo sistemáticamente cada vez más anexiones de tierras palestinas en Cisjordania. Ha promovido asentamientos de algunos de los más fanáticos colonos sionistas ultra-fundamentalistas, están armados y respaldados por el ejército israelí, y que han estado aterrorizando sistemáticamente a las comunidades palestinas en Cisjordania.
Los funcionarios saudíes, al tiempo que se disponen a llegar a un acuerdo con Israel, han seguido, por supuesto, refiriéndose en público a los derechos nacionales de los palestinos, pero sin mover un dedo para ayudarlos a lograrlos. Este acercamiento inminente entre Israel y Arabia Saudita fue descrito como un potencial “cambio tectónico” que serviría para hacer retroceder la creciente influencia de Irán en la región. El problema es que Irán había “normalizado” sus relaciones con Arabia Saudí en marzo de este año, en un acuerdo negociado por China.
Aquí vemos una clara expresión del cambiante equilibrio de poder e influencia. China ha estado promoviendo sus intereses económicos en la región, ya que intenta mantener su propia estabilidad. Rusia tiene interés en abrir un corredor directamente al Golfo Pérsico a través de Azerbaiyán e Irán, y está presionando por un alto el fuego con el objetivo de estabilizar la región.
En un intento por eludir las sanciones estadounidenses (reforzadas bajo Trump), Irán ha estado tratando de extender su influencia por toda la región. El restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los saudíes fue parte de este proceso.
Los propios gobernantes saudíes reaccionarios se han estado moviendo hacia una posición más independiente de los EE. UU. Durante la Primavera Árabe de 2011, Arabia Saudita observó con horror cómo Washington abandonaba a Mubarak, su fiel aliado durante más de tres décadas. Estados Unidos no tenía otra opción, ya que la alternativa era una revolución en Egipto que podría haber barrido no solo al odiado Mubarak, sino que habría amenazado la propia existencia del capitalismo en el país.
La camarilla gobernante saudí llegó a una conclusión clara: Estados Unidos no es un aliado confiable y no nos defenderá hasta el final. Decidieron tratar de equilibrarse entre Estados Unidos, Rusia y China para adquirir una posición un poco más independiente. Esto se ha expresado en el período reciente en la política de Arabia Saudita de recortar el suministro de petróleo de la OPEP, manteniendo así los precios del petróleo, en beneficio de Rusia, una política que enfureció a Washington.
Es en este contexto que tenemos que entender la alianza del imperialismo estadounidense con Israel. Este último sigue siendo su único aliado estable, el único con el que puede contar en última instancia. Estados Unidos ha seguido respaldando a Israel no solo con palabras, sino también con la melodía demiles de millones de dólares de ayuda militar. Y cuando lo considera necesario, como en la crisis actual, puede aumentar masivamente ese nivel de ayuda, con el envío de más armas.
Los EE. UU. también han enviado dos portaaviones a las proximidades de Israel, el USS Gerald R. Ford y el USS Dwight D. Eisenhower, junto con otros ocho buques de guerra estadounidenses, lo que hace un total de 10 buques de guerra con aproximadamente 12.000 efectivos a bordo, y más de 130 aviones de combate, en caso de que sean necesarios. No tienen la intención de involucrar directamente al personal militar estadounidense en ningún combate, sino que están tratando de disuadir a cualquier otra potencia, en particular a Irán, de intervenir contra Israel.
La guerra podría ampliarse
Lo que el gobierno de Estados Unidos teme en este momento es que el conflicto actual pueda extenderse más allá de Gaza. Ya hay señales de que eso es posible. Las fuerzas de Hezbolá han lanzado cohetes contra Israel, alcanzando puestos del ejército israelí y otros objetivos. Israel a su vez ha respondido disparando contra el Líbano.
Durante la última semana hubo una serie de incidentes de este tipo, lo que confirma que podría surgir un conflicto más amplio, especialmente en el caso de una invasión terrestre de Gaza. Miles de personas que viven en la región fronteriza del Líbano han huido hacia el norte por temor a tal conflagración, mientras que Israel ha comenzado a evacuar a habitantes de la frontera con el Líbano.
En 2006, 1.000 libaneses murieron en los combates entre las fuerzas israelíes que invadieron el sur del Líbano y los combatientes de Hezbolá. Desde entonces, Hezbolá ha aumentado significativamente su poderío de fuego, con la ayuda de Irán. Cabe señalar que la aventura de 2006 terminó en una derrota táctica para Israel, que se vio obligado a retirarse sin haber logrado sus objetivos.
El líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, afirma que ahora tiene 100.000 combatientes a su disposición. Estados Unidos estima que también tiene alrededor de 150.000 cohetes almacenados. El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, ha respondido a la posible amenaza de guerra de Hezbolá amenazando con “…devolver el Líbano a la Edad de Piedra”. Sin embargo, un tono tan beligerante apenas enmascara la preocupación subyacente de que la apertura de un segundo frente representaría una grave amenaza para Israel.
Según un artículo del 16 de octubre del New York Times: “Los funcionarios israelíes y estadounidenses actualmente evalúan que el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, no quiere una guerra total con Israel, por temor al daño que haría a su grupo y al Líbano”. Pero luego añade de inmediato que “los funcionarios estadounidenses dijeron que la evaluación podría cambiar a medida que se recopile más información de inteligencia y se desarrollen los acontecimientos”.
Sin embargo, los acontecimientos se están desarrollando, entre ellos: la invasión terrestre que Israel está preparando en Gaza. El asesinato de 500 civiles en el Hospital Al-Ahli Arab y sus alrededoreses otro evento que ha causado conmoción en todo el Medio Oriente y más allá, y es algo para lo que los estadounidenses no se habían preparado.
Los gobiernos de Estados Unidos e Israel temen una escalada del conflicto, que significaría que el ejército israelí tendría que luchar en al menos dos frentes, si no más, al mismo tiempo, y podría conducir a la intervención directa de las fuerzas estadounidenses, al menos en términos de ataques aéreos desde los buques de guerra estacionados en el área.
Los recientes intercambios de disparos entre las fuerzas de Hezbolá y el ejército israelí han sido los más graves desde 2006, y la evacuación de Israel de la frontera norte, junto con el envío de unidades militares adicionales a la zona, indican que, a pesar de sus evaluaciones, su temor de que se abra un conflicto en la frontera norte de Israel es real. Tal escenario obligaría a Israel a mover las fuerzas que necesita en Gaza y dificultaría cada vez más la vigilancia de la situación cada vez más inestable en Cisjordania.
Mientras tanto, Al-Sisi, el presidente de Egipto, ha advertido a Israel que no obligue a los palestinos a salir de Gaza y entrar en la península del Sinaí, ya que esto inevitablemente convertiría el área en una base palestina desde la cual golpear a Israel, de manera similar a la situación en el sur del Líbano. Esto abriría el escenario de que las fuerzas israelíes bombardearan el territorio egipcio en el futuro, llevando así a Egipto a la guerra con Israel.
La ira de los pueblos árabes
La invasión terrestre de Gaza por parte de Israel conduciría inevitablemente a la muerte de un número aún mayor de palestinos, y esto calentaría masivamente toda la región. Los pueblos árabes, a diferencia de sus líderes políticos, sienten genuinamente la difícil situación de los palestinos, al que ven como hermanos y hermanas. Si el derramamiento de sangre a gran escala en Gaza, mucho más allá de lo que hemos visto hasta ahora, continúa dominando las pantallas de televisión, esto inevitablemente radicalizará a la población árabe en todo el Medio Oriente, comenzando por los jóvenes.
El domingo 15 de octubre tuvo lugar una enorme manifestación en Rabat, Marruecos, en solidaridad con los palestinos.
Esto es muy significativo, dado que el régimen marroquí fue uno de los últimos en firmar un acuerdo de normalización con Israel en 2020. Las opiniones de las masas marroquíes son claramente muy diferentes a las de la élite gobernante. En Jordania, hemos visto a manifestantes marchando hacia la frontera con Cisjordania en apoyo de los palestinos.
También estallaron protestas masivas en Ammán, la capital de Jordania. Protestas similares se han visto en Irak, así como en Egipto. Algunos han estimado que las protestas que han estallado en Túnez son las más grandes desde la Primavera Árabe en 2011.
Cualquier gobierno de la región que parezca apoyar de alguna manera a Israel, o incluso aparecer como cercano a los Estados Unidos, corre el riesgo de ser derrocado por su propio pueblo. Esta es precisamente la razón por la que Abbas, el presidente de la Autoridad Palestina, junto con el rey de Jordania y el presidente egipcio, se vieron obligados a cancelar su cumbre con Biden después de la carnicería del bombardeo del hospital de Gaza.
Inestabilidad económica y revolución
Más allá de la ira masiva y la radicalización que el conflicto ya está provocando, también existe el temor real de los efectos económicos de una guerra prolongada en Gaza. El Financial Times publicó un artículo, “La Guerra entre Israel y Hamás genera nerviosismo en los mercados de deuda de sus vecinos”, que explica que los costos de los préstamos para Jordania y Egipto están aumentando en la medida que los inversores se vuelven más cautelosos a la hora de mantener su dinero en estos países. Esto sin mencionar la situación en el Líbano, que se declaró insolvente de su deuda hace solo tres años.
Todo esto se produce después de la guerra de Ucrania, que ha provocado una grave crisis alimentaria debido a las interrupciones del suministro y al aumento de los precios de los productos agrícolas básicos. Algunos países de Oriente Medio se han visto directamente afectados debido a su alta dependencia de las importaciones procedentes tanto de Rusia como de Ucrania. El Líbano es extremadamente vulnerable económicamente, y Egipto se enfrentaba al riesgo de un creciente malestar masivo incluso antes de que estallara el conflicto actual en Gaza. Este país depende en gran medida de las importaciones de alimentos, en particular del trigo.
Lo que estamos viendo aquí es el riesgo real de agitación social y revolución en Egipto. Ya tuvimos un anticipo de lo que las masas egipcias son capaces de hacer en 2011, y tal movimiento está destinado a repetirse a medida que las condiciones de los trabajadores de Egipto continúen deteriorándose.
Esto sin mencionar el impacto en los mercados energéticos, que ya se habían enfrentado a una inflación vertiginosa debido a la guerra de Ucrania. Como escribe el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales:
“Los ataques de Hamás contra Israel tendrán repercusiones en el mercado petrolero si el conflicto se amplía para incluir a Hezbolá o Irán. Es probable que haya llamados para aumentar la aplicación de sanciones a las exportaciones de petróleo iraní, que han aumentado en los últimos seis meses. Las conversaciones de normalización entre Arabia Saudita e Israel podrían suspenderse en medio de la profundización del conflicto israelo-palestino, cerrando una importante vía de cooperación entre Estados Unidos y Arabia Saudita”.
Los aumentos de los precios de la energía y los alimentos han sido un factor importante para provocar una lucha revolucionaria en el pasado, particularmente en Oriente Medio, África del Norte y Asia.
La situación de inestabilidad en el Líbano y Egipto se replica en toda la región. Túnez se enfrenta a problemas similares; sin mencionar a Yemen, que está sacudido por un desastre humanitario; junto con Sudán, que está envuelto en una guerra civil entre las alas de la contrarrevolución militar, y varios otros países.
La amenaza de Irán
Las declaraciones de los líderes del régimen iraní no han servido para calmar los nervios de los inversores en la región. El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amirabdollahian, ha amenazado con una “expansión de los frentes de guerra” si la guerra en Gaza no se detiene. Añadió que “Irán no puede quedarse de brazos cruzados y ver cómo se desarrolla esta situación”. El gobierno iraní ha declarado que el envío de Estados Unidos de dos portaaviones a la región es en sí mismo una escalada del conflicto, y tiene razón.
Hezbolá es considerado un representante de Irán en la región y está fuertemente respaldado por el régimen iraní. Eso explica por qué los líderes de Hezbolá han amenazado con atacar las posiciones estadounidenses en el Medio Oriente si Estados Unidos se involucra directamente en el conflicto actual. The Times of Israelha citado a un portavoz de Hezbolá diciendo: “Si Estados Unidos interviene directamente, todas las posiciones estadounidenses en la región se convertirán en objetivos legítimos del eje de resistencia y enfrentarán nuestros ataques. Y ese día no habrá línea roja”.
Todo esto explica por qué el secretario de Estado de los Estados Unidos, Blinken, fue enviado corriendo por todo el Medio Oriente para reunirse con los líderes de Egipto, Baréin, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Israel, Jordania y Arabia Saudita. El objetivo declarado de su visita era precisamente evitar que estallara una guerra más amplia en la región. Está claramente preocupado de que Irán y los grupos respaldados por Irán puedan involucrarse. El hecho de que, inmediatamente después de la visita de Blinken, la administración estadounidense pensara que era necesario enviar a Biden a tener conversaciones directas con Netanyahu, es una indicación de cuán grave consideran la situación.
Una guerra que se amplíe para incluir el frente norte y Cisjordania, donde hasta ahora 79 palestinos han sido asesinados por las fuerzas de seguridad israelíes, y varios por colonos, desde el ataque del 7 de octubre, tendría efectos enormemente desestabilizadores, no solo en la región en sí, sino mucho más allá. Llevaría a conflictos internos desde Jordania hasta Marruecos, con el riesgo de la caída de los regímenes.
La región sigue siendo extremadamente importante para la economía mundial. Casi el 30 por ciento de la producción mundial de petróleo se encuentra en la región, incluido el segundo mayor productor del mundo, Arabia Saudita. Aquí también se produce una gran cantidad de gas. Como se señaló: una guerra prolongada, especialmente si absorbe a otros países en el conflicto, podría afectar los precios globales, precisamente en un momento en que estos ya habían subido después del inicio de la guerra de Ucrania. En el periodo más reciente, parecía que la inflación de los precios había empezado a bajar un poco. Pero hoy, la incertidumbre reina una vez más.
Justo cuando se acerca el invierno en Europa y la demanda de combustible aumenta, podríamos ver nuevas subidas de precios y la presión sobre millones de hogares podría continuar, lo que se suma al estado de ánimo de descontento que existe en todo el continente.
Estados Unidos camina por la cuerda floja
Las preocupaciones del imperialismo estadounidense y sus socios europeos se pueden ver en el lenguaje que utilizan. Inicialmente se trataba de que “Israel tiene derecho a defenderse”. Esta cantinela continúa, por supuesto, pero ahora tenemos advertencias sobre “proteger a los civiles”.
Su repugnante hipocresía clama al cielo. No les preocupan los civiles palestinos. Más bien, les preocupa que las escenas de sangre y destrucción, la barbarie que las fuerzas armadas israelíes son capaces de desatar a la vista del público, puedan desestabilizar toda la región y amenazar catastróficamente sus intereses imperialistas en la región y potencialmente mucho más allá.
La visita de Biden a Oriente Medio nunca tuvo la intención de ayudar a los palestinos. Por el contrario, fue en primer lugar para expresar solidaridad con Israel, como se demostró cuando prometió “… asistencia militar adicional, incluidas municiones e interceptores para reponer la Cúpula de Hierro”. Mientras tanto, para las víctimas del bombardeo del Hospital Al-Ahli en Gaza, Biden ofreció sus “condolencias”, mientras usaba su posición para afirmar que Israel no era responsable del ataque.
El imperialismo estadounidense está caminando sobre una cuerda floja, y cualquier cosa podría inclinarle hacia el abismo. Por un lado, ven que sus intereses estratégicos fundamentales los obligan a respaldar a Israel. Pero también se dan cuenta de que no tienen un control total sobre la situación. Hagan lo que hagan, Estados Unidos ha recibido un golpe histórico en la región, algo que tendrá repercusiones globales.
Eso explica por qué tanto Blinken como Biden han comenzado a hacer gestos verbales de “preocupación” sobre los civiles palestinos, y afirmar que Israel debería llevar a cabo su “derecho legítimo a defenderse” dentro de los parámetros del llamado “derecho internacional”. Blinken realizó visitas diplomáticas a varios países para involucrar a los líderes locales en el trabajo para evitar que la guerra se extendiera, en las que discutió la creciente crisis humanitaria. Planteó la necesidad de asistencia humanitaria y una vía segura para aquellos que desean salir de Gaza, mientras que Biden presionó para que se permitiera la entrada de ayuda humanitaria a Gaza.
Todo esto, por supuesto, es mera palabrería. Están discutiendo sobre permitir la entrada de unos míseros 20 camiones de ayuda en el enclave asediado, al tiempo que prometen 10 mil millones de dólares en ayuda militar a Israel. Si se tomaran en serio su “asistencia humanitaria”, usarían su poder e influencia para detener la guerra. Pero eso es lo último que van a hacer. Por el contrario, Estados Unidos acaba de vetar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para permitir una “pausa humanitaria” en el ataque de Israel para permitir la ayuda a Gaza (con la abstención de Gran Bretaña y Rusia).
La potencia imperial más poderosa del planeta apoyará a Israel para aplastar a los palestinos. Pero al mismo tiempo, se preocupan por los efectos de todo esto. Y tienen muchas razones para preocuparse, porque el mundo está preñado de revolución, incluso en casa, donde a millones de jóvenes les repele la política imperialista estadounidense y simpatizan instintivamente con los palestinos. La vida de millones de personas se ha vuelto insoportable.
Guerra: continuación de la política por otros medios
Las mismas tensiones que preparan la guerra entre las naciones, producen la guerra entre las clases. Es el callejón sin salida del capitalismo a nivel mundial lo que ha preparado la barbarie actual a la que nos enfrentamos. Es la clase capitalista la que tiene interés en las guerras depredadoras. En este caso, tenemos a la clase capitalista de Israel, respaldada por las clases capitalistas de Estados Unidos y Europa, promoviendo sus intereses a través de la guerra.
En 1917, refiriéndose a la Primera Guerra Mundial, Lenin planteó la cuestiónde “…qué causó esa guerra, qué clases la están librando y qué condiciones históricas e histórico-económicas la provocaron”.
Y explicó que: “La guerra es una continuación de la política por otros medios. Todas las guerras son inseparables de los sistemas políticos que las engendran. La política que un estado dado, una clase dada dentro de ese estado, siguió durante mucho tiempo antes de la guerra es inevitablemente continuada por esa misma clase durante la guerra, cambiando solo la forma de acción”.
Durante décadas, desde la creación de Israel, la clase dominante sionista ha estado arrebatando cada vez más territorio al pueblo palestino. Esto es evidente para cualquiera que se tome el tiempo de estudiar un mapa de Cisjordania. Está claro que la política del gobierno israelí en “tiempos de paz” ha sido presionar sistemáticamente a los palestinos. Su política en tiempos de guerra es la misma.
Ya no hay un territorio palestino contiguo digno de tal nombre. Cisjordania ha sido dividida por el creciente número de asentamientos judíos. En 1972, había poco más de 10.000 colonos dispersos por todo el territorio palestino. Desde entonces, esa cifra se ha disparado a alrededor de 750.000.
Volviendo a las palabras de Lenin: “Esto me lleva a la última pregunta, la de cómo poner fin a la guerra”. Y respondió muy claramente: “Solo una revolución obrera en varios países puede derrotar esta guerra [la Primera Guerra Mundial]. La guerra no es un juego, es algo espantoso que afecta a millones de vidas, y no se va a terminar fácilmente “.
El mismo principio se aplica hoy en día. Mientras la clase dominante capitalista sionista esté en su lugar en Israel, y mientras en los países circundantes el poder permanezca en manos de las élites burguesas, la guerra actual no será la última. Mientras el pueblo palestino permanezca sin hogar propio, no habrá paz duradera. Incluso si Netanyahu, a través de una brutal campaña militar con gran cantidad de bajas, reduce temporalmente la capacidad de Hamás para atacar a Israel, la barbarie actual está acumulando un gran resentimiento entre los palestinos, en particular entre los jóvenes, que encontrarán formas de defenderse y el conflicto continuará.
La única fuerza que puede ayudar a los palestinos a lograr su objetivo histórico de una patria que puedan llamar suya son las masas de la clase trabajadora y los pobres de todos los países de Oriente Medio. Eso significa una lucha revolucionaria internacional para derrocar a todos los regímenes capitalistas de la región, junto con las potencias imperialistas que los respaldan. Por lo tanto, si queremos detener la guerra, debemos eliminar del poder a esa clase que se beneficia de la guerra: los capitalistas de todos los países.
“Si permitimos que un país grande intimide a otro más pequeño, que simplemente lo invada y tome su territorio, entonces abriremos la temporada de caza, no sólo en Europa sino en todo el mundo”. En estos términos denunció el Secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken la invasión rusa de Ucrania en agosto del año pasado. Sin embargo, el jueves 12 de octubre -mientras el imperialista Israel, dotado de armas nucleares, seguía reduciendo a escombros un minúsculo enclave empobrecido- Blinken estuvo al lado de Netanyahu en una conferencia de prensa conjunta y prometió solemnemente: “Puede que seáis lo bastante fuertes por vosotros mismos para defenderos, pero mientras exista Estados Unidos nunca, nunca tendréis que hacerlo”. Sí, es ‘temporada de caza” en Palestina.
En Ucrania, los imperialistas occidentales se hacen pasar por defensores de una pequeña nación. Hoy, en Palestina, las mismas damas y caballeros envían portaaviones para proteger a Israel mientras masacra a un pueblo en gran medida indefenso. En Ucrania, cada misil ruso que alcanza una infraestructura civil es denunciado como un “crimen de guerra”. Hoy, el arrasamiento de barrios enteros en Gaza y el bombardeo de escuelas y hospitales es legítima “autodefensa”.
“Todo debe hacerse dentro del derecho internacional”, explicó ese lacayo de la clase dirigente británica, Sir Keir Starmer, “pero no quiero alejarme de los principios básicos de que Israel tiene derecho a defenderse.”
Ah, sí, el “derecho internacional”, el “orden internacional basado en normas”. Éstas marcan la delgada línea que separa al Occidente civilizado de nuestros bárbaros enemigos, una línea que Rusia, según se nos dice, viola descaradamente y con frecuencia en Ucrania.
En esa guerra, los políticos occidentales contabilizaron todas las violaciones cometidas por los rusos -reales o imaginarias- y las recopilaron en un pliego de cargos para llevarlo al Tribunal Penal Internacional. Según el fiscal general ucraniano, el número de esos crímenes supera los 65.000.
Los tribunales burgueses de todo el mundo se basan en la llamada “doctrina del precedente”. Pues bien, seguramente ningún defensor de los “valores liberales” pondrá objeciones si utilizamos la doctrina del precedente y el pliego de cargos redactado contra Putin para ver cuál es la posición de Israel en relación con su “orden internacional basado en normas” y su “derecho internacional”.
O tal vez descubramos, como sospechamos, que todo lo que se dice de “normas”, “derecho internacional”, “valores liberales” y demás es una máscara hipócrita de las políticas más viles y depredadoras del imperialismo.
Crímenes de guerra
A medida que se desarrollaba la guerra de Ucrania, los políticos occidentales y la prensa no tardaron en tachar a Putin de criminal de guerra. Lo primero en la lista de acusaciones: que los rusos atacaron deliberadamente a civiles, una práctica prohibida por la Convención de Ginebra de 1949. El Secretario de Estado estadounidense enumeró los siguientes presuntos crímenes:
“Las fuerzas rusas han destruido edificios de apartamentos, escuelas, hospitales, infraestructuras críticas, vehículos civiles, centros comerciales y ambulancias, dejando miles de civiles inocentes muertos o heridos. Muchos de los lugares atacados por las fuerzas rusas eran claramente identificables como lugares utilizados por civiles.”
Eso fue un mes después del inicio de la guerra de Ucrania.
Sin embargo, a las pocas horas de la campaña israelí, el segundo edificio más alto de la ciudad de Gaza -un bloque de apartamentos residenciales- fue arrasado. Esto no fue más que el preludio de la destrucción de barrios enteros.
Según informó el New York Times el 10 de octubre -cuando sólo habían transcurrido dos días de bombardeos-, los ataques aéreos israelíes habían demolido mezquitas, alcanzado al menos dos hospitales, dos centros gestionados por la Media Luna Roja Palestina y dos escuelas donde se hacinaban los refugiados.
Tras sólo dos noches de bombardeos, 187.000 palestinos habían sido desplazados, casi uno de cada diez de los 2 millones de habitantes de Gaza. 130.000 de ellos están alojados en escuelas, el resto con amigos. No conocemos la cifra más reciente.
Sin duda, el número de desplazados habría sido muy, muy superior si los habitantes de Gaza tuvieran adónde ir. Netanyahu aconsejó enfermizamente a los gazatíes que huyeran, pero las Fuerzas de Defensa Israelí ya habían establecido un bloqueo total de la Franja de Gaza, sin que entrara ni saliera nada. Se había cortado el suministro de combustible, alimentos y agua.
Y mientras la gente intentaba huir por el paso fronterizo de Rafah hacia Egipto, las FDI respondieron bombardeando el paso.
“La depravación de todo esto es alucinante”, denunció el embajador estadounidense Michael Carpenter. “Primero aceptaron abrir un corredor humanitario […] pero luego bombardearon el camino de salida justo cuando los civiles estaban huyendo. Es pura maldad”.
Sí, arremetió contra el bombardeo de un corredor humanitario… para salir de Mariúpol el año pasado. Cuando Mariúpol estaba sitiada, cuando los puertos ucranianos del Mar Negro estaban sitiados, el imperialismo occidental formó un coro único de denuncia. El Secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, el jefe de política exterior de la UE y muchos, muchos otros, denunciaron estos hechos como “crímenes de guerra”.
La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, explicó en un tuit que “los ataques de Rusia contra las infraestructuras civiles, especialmente la electricidad, son crímenes de guerra”. Pero un día después de que la única central eléctrica de Gaza se haya quedado sin combustible a causa del bloqueo, y de que se haya ido la luz y empezado a estropearse la comida… la Presidenta de la CE está en viaje de “solidaridad” con el pueblo israelí y aún no ha tuiteado ni una palabra sobre la difícil situación de los gazatíes. No es que no haya tenido tiempo de conectarse a Twitter, ya que el 10 de octubre tuvo tiempo de tuitear que “condenaba enérgicamente cualquier acto de destrucción de infraestructuras críticas”… ¡Refiriéndose a una fuga en un gasoducto entre Estonia y Finlandia!
En vano se buscaría en Twitter y en los periódicos la condena de los atroces crímenes contra los palestinos por parte de secretarios de Estado, embajadores y presidentes de la CE estadounidenses.
Y sin embargo, jurídicamente hablando, la tarea del fiscal debería ser mucho más sencilla en el caso de Israel.
Siempre es más difícil que las acusaciones prosperen cuando la parte acusada las niega. Los rusos siempre han negado haber atacado intencionalmente objetivos civiles o haber matado de hambre a civiles. El gobierno israelí, por el contrario, ha sido muy claro al respecto: están atacando a todos los habitantes de Gaza, ¡y no se disculpan por ello! Como explicó el ministro israelí de Energía:
“¿Ayuda humanitaria a Gaza? No se encenderá ningún interruptor eléctrico, no se abrirá ninguna boca de riego ni entrará ningún camión de combustible hasta que los secuestrados israelíes sean devueltos a sus hogares. Humanitario por humanitario. Y nadie nos predicará la moral”.
Esto está bastante claro, ¿no? Gaza está sitiada y sus 2 millones de habitantes son rehenes. Sus vidas están en peligro y la cuenta atrás irá avanzando hasta que mueran de hambre (si no los matan antes los misiles), hasta que los 200 israelíes secuestrados sean liberados.
El ex primer ministro Naftali Bennet planteó la cuestión en términos bastante descarados en su entrevista, bastante díscola, con un presentador de Sky News. Refiriéndose al corte de electricidad a Gaza, su entrevistador le preguntó: “¿Qué pasa con los bebés en incubadoras en Gaza a los que se les ha cortado el soporte vital porque los israelíes han cortado la electricidad?”.
Bennet replicó: “¿En serio preguntas por los civiles palestinos? ¿Qué te pasa?”.
Gritando por encima de su entrevistador, que se atrevió incluso a plantear la cuestión de si deberíamos considerar la posibilidad de perdonar vidas palestinas inocentes, Bennett comparó la campaña israelí con el famoso bombardeo de Dresde, cuando la Royal Air Force británica utilizó deliberadamente artefactos incendiarios para crear una tormenta de fuego que devoró la ciudad y se cobró 25.000 vidas de civiles.
Y hablando de armas incendiarias, en la semana transcurrida, Israel ha utilizado fósforo blanco en zonas densamente pobladas – y sí, eso también es un crimen de guerra.
Más tarde, el Presidente de Israel, Isaac Herzog, dejó muy clara su actitud hacia los palestinos de Gaza. Son colectivamente culpables y, por tanto, se enfrentarán a un castigo colectivo:
“No es cierta esa retórica de que los civiles no [están] al tanto, no participan. Es absolutamente falsa. Podrían haberse sublevado, podrían haber luchado contra ese régimen malvado que se apoderó de Gaza en un golpe de Estado”.
Mientras se escriben estas líneas, el castigo colectivo que se está imponiendo al pueblo palestino se intensifica exponencialmente. Hoy, el gobierno israelí ha dado a todo el millón de residentes en el norte de Gaza -el 50% de toda la población del enclave- un plazo: evacúen al sur en 24 horas o arriesguen su vida. Estados Unidos ha dado todo su apoyo a los israelíes que, como ven, están desplazando a todo un pueblo sólo para salvar vidas.
Es difícil encontrar siquiera un precedente de tales delitos.
El peor crimen de guerra de todos
En un ensayo de 2001, la historiadora belga Anne Morelli describió lo que denominó los “diez mandamientos” de la propaganda de guerra. El tercero de su lista reza así: “El líder de nuestro adversario es intrínsecamente malvado y se parece al diablo”.
Para conseguir apoyo público para su guerra a distancia en Ucrania, Occidente no consideró suficiente acusar a Putin y a Rusia de “crímenes de guerra”. No, de conformidad con este “mandamiento”, con el fin de hacer que Putin pareciera un verdadero demonio, lo acusaron de cometer el peor crimen de guerra, el que supera a todos los demás e invoca comparaciones hitlerianas: el genocidio.
Esa acusación en particular ha ocupado un lugar destacado en la propaganda de Occidente. Como dijo Biden en abril de 2022: “Lo llamé genocidio porque cada vez está más claro que Putin está intentando eliminar la idea de ser ucraniano”.
La afirmación de genocidio está respaldada por la referencia a las justificaciones de Putin para la guerra, en las que afirma que rusos y ucranianos son un solo pueblo, que no existe una nación “ucraniana” separada, que fue una invención bolchevique. Según Biden, esto constituye un genocidio.
Es más, se ha citado a funcionarios rusos refiriéndose a los funcionarios del gobierno ucraniano como “cucarachas”. Este lenguaje, se nos dice, es “deshumanizador”, y por tanto, aparentemente, “genocida”. Francamente, sería difícil argumentar en contra de la descripción rusa, que podría extenderse para describir a los funcionarios occidentales. Estos últimos, mientras tanto, no parecen tener ningún problema con que el ejército y el gobierno ucranianos describen a los soldados rusos como “orcos”.
Pero si quieren un lenguaje deshumanizador realmente colorido, remitimos a nuestros lectores al ministro de Defensa israelí Yoav Gallant, que el primer día del bombardeo israelí de Gaza declaró: “Estamos luchando contra animales humanos”. Y una vez más, por supuesto, no se ha formulado la más mínima objeción en Occidente, donde las clases dirigentes han reiterado a cada paso su pleno e imperecedero apoyo al desenfreno israelí.
Pero dejemos a un lado las palabras duras y fijémonos en la intención, que en los tribunales penales representa la línea divisoria entre homicidio involuntario y asesinato, y entre asesinato en masa y genocidio.
El régimen israelí ha dejado bien claro cuál es su objetivo. Se trata de venganza: venganza colectiva contra todo el pueblo palestino. Un portavoz oficial de las FDI explicó al Canal 13 de Israel cuál iba a ser el resultado: “Gaza se convertirá en una ciudad de tiendas de campaña”.
Mientras tanto, un miembro del Knéset (Parlamento) del partido Likud, Revital Gotliv, sugirió utilizar armas nucleares para arrasar Gaza. ¿Dónde está el alboroto entre nuestras damas y caballeros democráticos de Occidente? ¿Dónde está la preocupación por la humanidad que expresaron con tan aparente sentimiento en Ucrania, cuando los legisladores del partido gobernante israelí proponen eliminar a millones de personas con bombas nucleares?
Escuchemos los planes de genocidio, más fríos y cuidadosamente pensados, del actual Ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich.
En 2017, este encantador caballero propuso un “plan decisivo” para abordar el problema palestino, un plan que en todos los aspectos se parece a la política del actual gobierno del año pasado. En primer lugar, apoyar plenamente una agresiva política de asentamientos en Cisjordania. En segundo lugar, imponer violentamente esta política. Sobre esta base, Smotrich hizo una predicción: “Los esfuerzos terroristas árabes no harán sino aumentar”. Pero estos “esfuerzos” deben ser bienvenidos, porque Israel aplastará a los palestinos sin piedad, y la desesperación se apoderará de ellos.
“La afirmación de que el anhelo árabe de expresión nacional en la Tierra de Israel no puede ser ‘reprimido’ es incorrecta”. La solución de los dos Estados ha fracasado, explicó, porque “no hay espacio en la Tierra de Israel para dos movimientos nacionales en conflicto.”
Las aspiraciones nacionales del “pueblo” palestino (las comillas son de Smotrich) pueden, serán y deben ser aplastadas.
Se mire por donde se mire, se trata de un llamamiento al genocidio mucho más descarado que cualquier cosa que haya salido de los labios de Putin, y constituye la ideología central de los elementos de extrema derecha y fascistas que apuntalan el gobierno de Netanyahu.
¿Dónde está la denuncia de “genocidio” por parte del Occidente civilizado? Esperen sentados.
Una mirada a Nagorno-Karabaj, que en los últimos meses ha sido testigo de una completa limpieza étnica de su población armenia por parte de Azerbaiyán, nos dice todo lo que necesitamos saber sobre la actitud de los gobiernos occidentales ante tales crímenes contra la humanidad… cuando son llevados a cabo por nuestros “aliados”.
En una cosa, sin embargo, tenemos que estar de acuerdo con Smotrich: sobre la base del capitalismo, no puede haber una “solución” a la cuestión Israel-Palestina que no implique la limpieza étnica y la destrucción del pueblo de Palestina. Una parte significativa de la clase dominante sionista quiere claramente una nueva Nakba y está trabajando con ese fin.
Sólo una intifada que se extienda mucho más allá de Palestina -una revolución socialista para establecer una federación socialista de Oriente Medio, derrocando al Estado sionista y a sus aliados regionales y patrocinadores imperialistas internacionales- puede salvaguardar los derechos nacionales del pueblo palestino.
Una broma de mal gusto
Dejemos pues de hablar aquí del “orden internacional basado en normas”. Es una broma de mal gusto por parte de las potencias occidentales, y lo que está ocurriendo actualmente en Gaza no es ninguna broma.
Todo esto apesta a hipocresía. Los acontecimientos que se están desarrollando en Gaza deberían dejar claro a todos, excepto a los que deliberadamente cierran los ojos, que los imperialistas occidentales no se inmutan ante la violación de los derechos de las “naciones pequeñas” y la masacre de civiles inocentes. Todas sus afirmaciones de justicia no son más que hojas de parra para cubrir la vergüenza de sus intereses imperialistas.
Su justa furia contra Putin es relativamente reciente. Hubo un tiempo en que los imperialistas occidentales pensaban que podían manipular al hombre del Kremlin, como manipularon a su predecesor, Yeltsin. Pero el gran “crimen” de Putin ha sido hacer valer los intereses de la clase dominante rusa frente a los del imperialismo occidental: en Georgia, en Siria y en Ucrania.
En ese conflicto, el régimen ucraniano es una mera marioneta, y el pueblo ucraniano mera carne de cañón, como los propios imperialistas occidentales han declarado explícitamente. En palabras del ex candidato presidencial republicano Mitt Romney: “Apoyar a Ucrania debilita un adversario, aumenta nuestra ventaja en seguridad nacional y no requiere derramamiento de sangre estadounidense”.
También dejaremos de hablar de cualquier punto de comparación entre la guerra de Ucrania y lo que está ocurriendo en Gaza. No hay comparación, aunque Zelensky insertó una broma de mal gusto de las suyas en una reunión de la OTAN el lunes: que hay una equivalencia entre Ucrania e Israel y entre Rusia y Hamás: “la esencia es la misma”.
En este cuento de hadas, Ucrania e Israel se enzarzan en una lucha maniquea entre el Bien y el Mal. Lo único que tienen en común Ucrania e Israel es que ambos son puestos avanzados del imperialismo occidental: los dos están armados hasta los dientes por Estados Unidos y la OTAN, pero mientras que uno está librando una guerra regular contra un poderoso competidor del imperialismo occidental, el otro está librando una guerra unilateral de venganza contra un pueblo indefenso y empobrecido, sin ejército, marina ni fuerza aérea, sin una economía de la que hablar, con sólo los medios más primitivos de autodefensa a su disposición.
Israel es importante para Occidente como bastión seguro para los intereses del imperialismo estadounidense en una región de importancia estratégica histórica. Los imperialistas nunca han dejado de intervenir en la región, mientras Estados Unidos luchaba por establecer un firme dominio, creando un infierno para millones de seres humanos. Y sin embargo, a pesar de sus sangrientos esfuerzos, ha sufrido un revés tras otro en los últimos años. Cada revés le obliga a apoyarse cada vez más en su aliado, Israel.
Por ello, las masas de la región consideran la lucha del pueblo palestino por su liberación como una prolongación de su propia lucha contra el imperialismo. Por eso la causa palestina goza de una simpatía tan abrumadora entre los pueblos oprimidos de Oriente Medio y de todo el mundo. Una victoria para los palestinos sería una victoria para todos aquellos que, durante generaciones, han sufrido la opresión, la muerte y la destrucción a manos de la fuerza más reaccionaria del planeta: El imperialismo estadounidense y sus aliados regionales.
Pocas veces la historia de la humanidad ha conocido una barbarie tan asimétrica como la que estamos presenciando. Cuando el ejército ruso lanzó su ofensiva inicial en febrero de 2022, lo hizo con 200.000 soldados repartidos en un frente de 1.000 km de longitud. En Israel, se ha llamado a filas a 380.000 reservistas, además de los 200.000 soldados ya desplegados, para una guerra contra un enclave del tamaño de Filadelfia.
Este vasto ejército -uno de los más avanzados del mundo- se enfrenta a 40.000 hombres, armados con armas ligeras y primitivos artefactos improvisados. En sólo seis días, Israel ha lanzado 6.000 bombas sobre Gaza. Son tantas como las que Estados Unidos lanzó en todo un año durante la guerra de Afganistán.
La maquinaria propagandística occidental puede intentar todo lo que quiera convertir esto en una guerra de “autodefensa”, pero ni siquiera ella es capaz de hacer milagros. Millones de personas ya se han dado cuenta. Millones más lo verán a medida que aumente la barbarie de las FDI en Palestina.
Antes de esta invasión, una persona ingenua pero quizá bienintencionada podía hablar de la necesidad de “diplomacia” para resolver el conflicto entre Israel y Palestina, de que la “comunidad internacional” ejerciera “presión” sobre Israel para que respetara el “derecho internacional”.
Pero ahora, la hipocresía y la falsedad que rodean estas palabras dejan un sabor amargo en la boca. En cuanto a la “comunidad internacional” de gobiernos imperialistas occidentales: a estas alturas debería estar bastante claro que son tan culpables, si no más, del caos actual que el propio Estado de Israel.
Para los partidarios de la causa de la liberación palestina en Occidente, la lucha revolucionaria contra nuestra propia clase dominante representa el único medio que puede aportar alguna ayuda a la lucha del pueblo palestino. Corresponde a la clase obrera dictar sentencia contra nuestras propias clases dominantes criminales.
El siguiente documento fue aprobado en el Congreso Mundial 2023 de la Corriente Marxista Internacional (TMI). En él ofrecemos nuestra perspectiva y análisis de las principales tendencias que están configurando la política mundial y la lucha de clases en este dramático periodo de agonía del capitalismo.
Estamos viviendo un período dramático en la historia mundial. En muchos sentidos es realmente único. Los estrategas del Capital lo saben muy bien. Como de costumbre, los más astutos llegan a conclusiones similares a las de los marxistas, aunque con cierto retraso y sin una comprensión real de la naturaleza de los problemas que describen, y mucho menos de las soluciones.
Un buen ejemplo de esto es Larry Summers, un economista estadounidense que se desempeñó como el 71 Secretario del Tesoro de los Estados Unidos de 1999 a 2000 que describió el estado de la economía mundial de la siguiente manera:
“Puedo recordar momentos anteriores de igual o incluso mayor gravedad para la economía mundial, pero no recuerdo momentos en los que hubiera tantos aspectos separados y tantas contracorrientes como las que hay ahora.
“Mire lo que está pasando en el mundo: un problema de inflación muy importante en gran parte del mundo, y ciertamente en gran parte del mundo desarrollado; un importante ajuste monetario en marcha; un enorme shock energético, especialmente en la economía europea, que es tanto un shock real, obviamente, como un shock inflacionario; creciente preocupación por la formulación de políticas chinas y el desempeño económico de China y, de hecho, también preocupación por sus intenciones hacia Taiwán; y luego, por supuesto, la guerra en curso en Ucrania”. (Financial Times, 6 de octubre de 2022).
Estas líneas describen adecuadamente la situación actual, que no ha cambiado sustancialmente desde que fueron escritas. Los ejemplos pueden repetirse a voluntad. Reflejan fielmente el sentimiento general de pesimismo y desesperación que se ha apoderado de los estrategas del Capital, quienes pueden ver el desastre que se avecina pero no tienen una idea clara de cómo evitarlo.
De hecho, sería un ejercicio inútil buscar en los economistas burgueses algún tipo de explicación para esto. No pudieron predecir ni una recesión ni un auge. Nunca entendieron el pasado, entonces, ¿por qué deberían entender el presente y menos aún el futuro?
En la situación actual, sólo se puede llegar a una intuición racional mediante el método del pensamiento dialéctico: el método del marxismo. Eso nos da una ventaja colosal, diferenciándonos de cualquier otra tendencia en la sociedad. Es lo que nos hace únicos. De hecho, es lo único que nos da derecho a existir como una tendencia separada y distinta en el movimiento obrero.
Sobre los puntos de inflexión
La actual crisis mundial representa claramente un punto de inflexión en toda la situación. Pero se podría decir que 2008 también fue un punto de inflexión. Eso es bastante correcto, tal como lo fue 1973: la primera recesión mundial desde la Segunda Guerra Mundial.
De hecho, hay muchas situaciones que pueden caracterizarse como puntos de inflexión, y podemos correr el peligro de convertir esta frase en algo sin sentido por la repetición irreflexiva.
Y, sin embargo, el concepto está muy lejos de carecer de sentido. Al contrario, contiene una idea muy profunda. Es realmente una forma de expresar la noción de Hegel de la línea nodal de desarrollo, en la que una serie de pequeños cambios (cuantitativos) llega a un punto crítico, donde se produce un cambio cualitativo.
Cada punto de inflexión tiene características comunes con el pasado, pero también tiene sus propias peculiaridades. Lo que es necesario es resaltar las particularidades de la situación y explicar los cambios concretos que surgen de ella.
La crisis de 2008 tomó por sorpresa a los inútiles economistas burgueses. Para evitar un colapso en las líneas de 1929, la burguesía gastó enormes sumas de dinero público para rescatar a los bancos. Inyectaron enormes cantidades de dinero en la economía. Las medidas de pánico que tomaron en ese momento fueron necesarias para salvar el sistema. Pero tuvieron consecuencias imprevistas y desastrosas.
El advenimiento de la globalización fue una expresión del hecho de que el crecimiento de las fuerzas productivas ha sobrepasado los estrechos límites del Estado-nación / Imagen: In Defence of Marxism
La política de la llamada flexibilización cuantitativa aseguró que las tasas de interés se mantuvieran extremadamente bajas. Pero esta inyección masiva de capital ficticio en el sistema creó inevitablemente toda una serie de presiones inflacionarias.
Esto, sin embargo, no se hizo evidente de inmediato como resultado del colapso generalizado de la demanda, incluyendo el consumo familiar, la inversión empresarial y el gasto gubernamental. La caída de los salarios y el aumento del desempleo estrangularon la demanda, que ya no podía contrarrestarse con crédito, ya que la gente ya estaba enormemente endeudada.
Sin embargo, las presiones inflacionarias se expresaron en el auge del mercado inmobiliario y particularmente en un estallido de especulación descontrolada en las bolsas de valores, junto con fenómenos como las criptomonedas, los NFT y otros timos especulativos.
Los límites de la globalización
Para comprender la situación actual es necesario partir de las cuestiones fundamentales. Siempre debemos tener presentes los dos principales obstáculos que impiden el pleno desarrollo de las fuerzas productivas: por un lado, la propiedad privada de los medios de producción y, por otro, los límites asfixiantes del estado nacional.
Sin embargo, el sistema capitalista es un organismo vivo, que puede desarrollar ciertos mecanismos de defensa para perpetuar su existencia. Marx explica en el tercer volumen de El Capital las formas en que la burguesía puede combatir la tendencia a la caída de la tasa de ganancia. Una de las principales formas es profundizando y ampliando el mercado a través del aumento del comercio mundial.
Hace más de 150 años, el Manifiesto Comunista apuntaba al aplastante dominio del mercado mundial. Esta es ahora la característica más importante de la época moderna.
El advenimiento de la globalización fue una expresión del hecho de que el crecimiento de las fuerzas productivas ha sobrepasado los estrechos límites del estado nación. Ayudó a los capitalistas a superar, al menos parcialmente, los límites del mercado nacional durante un tiempo.
Esta tendencia recibió un poderoso impulso con el colapso de la URSS y la entrada de China en la arena del mercado mundial capitalista. Otros países, no solo los antiguos satélites soviéticos en Europa del Este, sino también India, que había estado equilibrándose entre la Unión Soviética y los EE. UU., también se alinearon
Así, de golpe, cientos de millones de personas se enredaron en la economía mundial capitalista, abriendo nuevos mercados y campos de inversión.
Esto (junto con una expansión del crédito sin precedentes) ha sido una de las fuerzas motrices más poderosas que han impulsado la economía mundial en las últimas décadas. El espectacular aumento del comercio mundial tuvo como corolario un aumento del PIB mundial.
Sin embargo, la globalización no eliminó las contradicciones del capitalismo. Solo las reprodujo en una escala mucho mayor. Y ahora esto claramente ha llegado a sus límites.
El rápido crecimiento de la producción se basó en la expansión aún más rápida del comercio mundial. Ahora, la globalización claramente se está estancando y vemos el proceso contrario. Y a lo que nos enfrentamos son las consecuencias de esta marcha atrás. El comercio mundial solo crecerá un 1 por ciento en 2023, según la Organización Mundial del Comercio.
En lugar de la libre circulación de bienes y servicios, estamos asistiendo a un rápido descenso hacia el nacionalismo económico. Y ese es un paralelo muy alarmante con la década de 1930. Fue precisamente el aumento de las tendencias proteccionistas, el aumento de los aranceles, las devaluaciones competitivas y políticas similares de empobrecimiento del vecino la verdadera causa de la Gran Depresión. No se excluye en absoluto que una situación similar pueda volver a ocurrir.
Distorsiones del mercado
En una economía capitalista de mercado, en último análisis, las fuerzas del mercado deciden. Las acciones de los gobiernos pueden distorsionar y retrasar las fuerzas del mercado, pero nunca podrán eliminarse. La verdad es que las economías capitalistas avanzadas nunca se recuperaron de la crisis capitalista global de 2007-09.
La inversión privada siguió siendo débil y el crecimiento económico fue raquítico. Por otro lado, la inflación era baja y los bancos centrales mantuvieron las tasas de interés en niveles bajos sin precedentes, extendiendo el control del capital financiero sobre la vida económica. Esto proporciona la clave para entender la crisis actual.
En vísperas de la pandemia, la Reserva Federal, el BCE y el Banco de Japón tenían la asombrosa cantidad de $15 billones en activos financieros, frente a los $3,5 billones de 2008. A esto agregaron otros $6 billones durante la pandemia en un intento por mantener la economía a flote.
Gran parte de esto era deuda del gobierno que los bancos centrales habían comprado para mantener bajos los costos de endeudamiento del gobierno. El nivel de endeudamiento, que ya era bastante insostenible, aumentó enormemente a medida que los gobiernos tomaban prestadas grandes sumas para pagar las medidas para enfrentar la crisis.
Este estímulo gubernamental sin precedentes (rescates) y las cuarentenas, segaron temporalmente los patrones de demanda de los consumidores provocando caos en las cadenas de suministro, al mismo tiempo que avivaba el fuego de la inflación. Las implicaciones inflacionarias de todo esto deberían haber sido visibles para el más ciego de los ciegos. Pero lo ignoraron, sobre la base del principio de que:
“Donde la ignorancia es felicidad, es una locura ser sabio”.
Así como un adicto a las drogas se vuelve cada vez más dependiente de las sustancias que ofrecen una sensación inmediata de euforia, los gobiernos, las empresas y las familias se engancharon a la perspectiva de interminables tasas de interés cercanas a cero.
Las distorsiones creadas por la intervención estatal sólo sirven para agudizar las contradicciones, que finalmente se desencadenarán con fuerza y violencia redoblada.
Eso es justo lo que estamos presenciando en este momento. En un acto de desesperación, los gobiernos intentaron resolver, primero la crisis de 2008, luego la pandemia de Covid y ahora la crisis energética gastando grandes cantidades de dinero que no poseían, contribuyendo a la actual situación caótica de la economía mundial.
El regreso de la inflación
Esto significa la desaparición de un sistema financiero que se ha habituado a bajas tasas de inflación y tasas de interés. Y los efectos son dramáticos y dolorosos. Al igual que el drogadicto, privado de las drogas de las que dependía, ahora los gobiernos se encuentran repentinamente conmocionados al enfrentarse al elevado costo de los préstamos.
Dado que no tienen absolutamente ninguna comprensión de la auténtica teoría económica, los burgueses buscan desesperadamente a alguien a quien culpar por su difícil situación, y encuentran un chivo expiatorio adecuado en Vladimir Putin. Pero la guerra en Ucrania no fue la causa de la catástrofe inflacionaria. Solo agregó aún más leña al fuego.
Dialécticamente, la causa se convierte en efecto y el efecto, a su vez, se convierte en causa. Aunque la guerra no provocó la crisis, es cierto que ha exacerbado enormemente el problema de la inflación y perturbado el comercio mundial.
Aunque la guerra no causó la crisis, ha agravado el problema de la inflación y perturbado el comercio mundial / Imagen: Socialist Appeal
Clausewitz hizo la famosa afirmación de que la guerra es sólo la continuación de la política por otros medios. Pero el imperialismo estadounidense ha introducido una ligera modificación a esa definición profundamente correcta. Ha convertido el comercio en un arma, castigando deliberadamente a cualquier país que no se doblegue a su voluntad
En los lejanos días en que Britania gobernaba las olas, el imperialismo británico resolvía sus problemas enviando una cañonera. Actualmente, Washington envía una carta del Departamento de Comercio. De modo que, en las condiciones modernas, el comercio se convierte simplemente en la continuación de la guerra por otros medios.
Rusia, uno de los mayores exportadores de combustibles fósiles, fue deliberadamente excluida de sus mercados occidentales por las sanciones impuestas por el imperialismo estadounidense y aprobadas por la UE. Esto provocó instantáneamente una crisis energética, lo que dio un nuevo impulso al aumento de los precios.
Como veremos, las sanciones impuestas por el imperialismo estadounidense fallaron notablemente en su objetivo, que era paralizar la economía rusa y socavar sus operaciones militares en Ucrania. Pero dieron un nuevo y poderoso giro a la espiral inflacionaria en todo el mundo. E, irónicamente, como un boomerang incontrolable, esto también golpeó duramente a Estados Unidos, trastocando así todos los cálculos de Biden, mientras Putin se embolsaba silenciosamente las ganancias derivadas de los altos y crecientes precios del petróleo y el gas.
Todos los caminos conducen a la ruina
Los bancos centrales se enfrentan a un agudo dilema. Subieron los tipos de interés para frenar la demanda y por lo tanto (eso esperan) reducir la inflación. Esa fue la teoría que indujo a la Reserva Federal de EE. UU. a subir los tipos, lo que obligó a la mayoría de las autoridades monetarias a hacer lo mismo.
Tales medidas, en sí mismas, no pueden proporcionar una cura segura para la sífilis de la inflación, pero seguramente harán que la recesión sea inevitable. Eso significa empresas en bancarrota, cierres de fábricas, pérdidas de empleos y recortes salvajes en los niveles de vida.
Esa es una receta acabada para una intensificación de la lucha de clases y una feroz reacción política. Significa saltar de la sartén a un fuego muy caliente.
Además, una vez que la economía entre en la pendiente resbaladiza de la recesión, será difícil detener la espiral descendente de causa y efecto que termina en una profunda depresión, de la cual les resultará muy difícil salir.
El mundo entero se enfrentará así a un período prolongado de estancamiento económico y de caída del nivel de vida, con consecuencias sociales y políticas explosivas. En otras palabras, bajo el sistema capitalista todos los caminos conducen a la ruina.
Leña al fuego
Es imposible precisar el ritmo de los acontecimientos. Hay demasiados elementos accidentales en esta ecuación. Pero hay una serie de cosas que podemos decir con certeza. En particular, todo esto inevitablemente tendrá un impacto en la conciencia.
Ese es sobre todo el caso de la crisis del costo de vida. Para muchas personas, esta es una cuestión de vida o muerte. Ese es particularmente el caso en África, Asia y América Latina. Pero estos efectos no se limitan de ninguna manera a los países atrasados. Se sienten cada vez más en los países capitalistas avanzados de Europa y América del Norte.
De repente, las masas en Europa en particular se encuentran frente a una verdadera pesadilla de colapso de los niveles de vida: los salarios, que estaban contenidos en niveles muy bajos, han sido llevados a nuevos mínimos sin precedentes por la inflación rugiente. Las pensiones y los ahorros se han devaluado rápidamente. Las familias se enfrentan al doloroso dilema de elegir entre calentar sus hogares o alimentar a sus hijos.
Los ancianos, los enfermos y las personas más vulnerables de la sociedad están ahora en peligro mortal en la medida que los gobiernos recortan los gastos en servicios sociales. Y por primera vez en muchas décadas, la clase media se enfrenta a la ruina.
Las pequeñas empresas están siendo llevadas a la bancarrota por una combinación venenosa de inflación, aumento de las tasas de interés, alquileres y pagos de hipotecas. Y a medida que se afiance la recesión, el cierre de fábricas significará un fuerte aumento del desempleo y una caída de la demanda, lo que provocará más quiebras.
La crisis que enfrentan los capitalistas es demasiado profunda, las contradicciones demasiado grandes para ser resueltas sobre una base capitalista. No pueden repetir las políticas monetarias del período anterior.
Han gastado todas sus municiones intentando resolver la última crisis. Además, esas tácticas son las responsables de crear la enorme montaña de deuda que se cierne sobre el mundo como una avalancha amenazante.
Ahora se verán obligados a dar bandazos de una crisis a otra, sin las armas necesarias para hacerles frente. De una forma u otra, tarde o temprano, las deudas tienen que ser pagadas. Y la factura se presentará a los que menos pueden pagar.
Pero esto, a su vez, está echando gasolina al fuego de la lucha de clases. Tras un largo período de caída de los niveles de vida, la paciencia con la austeridad se ha agotado y los intentos de imponer nuevas medidas de austeridad provocarán una resistencia feroz.
Todo esto presenta un panorama alarmante para la clase dominante. Ya se ha iniciado un fermento generalizado y un cuestionamiento general del orden establecido. Existe el potencial no solo de una reacción violenta de los trabajadores en todas partes, sino también de una reacción masiva contra el mercado, el sistema capitalista y todas sus obras entre amplias capas de la sociedad.
Economía mundial
Durante muchos meses las páginas de la prensa financiera se han llenado de los pronósticos más pesimistas. Crece la sensación de que el orden mundial se está poniendo patas arriba a medida que la globalización se convierte en su opuesto y la vieja estabilidad se fractura por la guerra en Ucrania y el caos resultante en el mercado energético.
Los temores de los estrategas del capital quedaron reflejados en un discurso pronunciado en la Universidad de Georgetown por Kristalina Georgieva / Imagen: Manuel López
Los temores de los estrategas del capital quedaron reflejados en un discurso en la Universidad de Georgetown pronunciado por Kristalina Georgieva, actualmente directora gerente del FMI. Advirtió que:
“El viejo orden, caracterizado por la adherencia a las reglas globales, bajas tasas de interés y baja inflación, está dando paso a uno en el que ‘cualquier país puede ser desviado de su curso más fácilmente y con mayor frecuencia’.
“Estamos experimentando un cambio fundamental en la economía global, de un mundo de relativa previsibilidad … a un mundo con más fragilidad: mayor incertidumbre, mayor volatilidad económica, confrontaciones geopolíticas y desastres naturales más frecuentes y devastadores”.
Los mercados financieros del mundo ofrecen una indicación clara de la profundidad de la crisis. Según The Economist:
“Los alborotos en los mercados son de una magnitud que no se ha visto en una generación. La inflación mundial es de dos dígitos por primera vez en casi 40 años. Habiendo tardado en responder, la Reserva Federal ahora está aumentando las tasas de interés al ritmo más rápido desde la década de 1980, mientras que el dólar está en su punto más fuerte durante dos décadas, causando caos fuera de Estados Unidos. Si tienes una cartera de inversiones o una pensión, este año ha sido espantoso. Las acciones globales han caído un 25 por ciento en dólares, el peor año desde al menos la década de 1980, y los bonos del gobierno están en camino de su peor año desde 1949. Junto con unos 40 billones de dólares de pérdidas, existe la sensación de malestar de que el orden mundial se está desmoronando a medida que la globalización da marcha atrás y el sistema energético se fractura después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia”.
Este nerviosismo en los mercados es un barómetro certero del hundimiento de la confianza de los inversores, que ven cómo los nubarrones se ciernen sobre la economía mundial.
Imparable subida del dólar
Gran parte del problema es la imparable subida del dólar. Más que una expresión de confianza en la solidez de la economía estadounidense, esto es una indicación del grado de pánico que se apodera de los mercados.
El dólar ha subido considerablemente, en parte porque la Fed está subiendo las tasas, pero también porque los inversores se están alejando del riesgo. Los inversionistas nerviosos buscan un refugio seguro para su dinero e imaginan que lo han encontrado en el todopoderoso dólar.
Pero el dólar en alza es en sí mismo un factor en la crisis de los mercados monetarios del mundo, aplastando a todos los demás en su abrazo de hierro. Es fuera de Estados Unidos donde los efectos financieros del endurecimiento monetario de la Fed tienen sus efectos más severos y dañinos. Como el Financial Times señaló
“Lo llamemos como lo llamemos, las víctimas del dólar fuerte tienen un culpable en mente: la Reserva Federal”.
De hecho, la Reserva Federal de EE. UU., hasta el último momento, tuvo una indiferencia relajada, más bien se podría decir supina, hacia la inflación, que, de acuerdo con la norma aceptada, supuestamente había sido vencida.
Pero cuando la luz roja comenzó a parpadear violentamente, la Reserva Federal se vio repentinamente presa del pánico, impulsando un aumento de tipo de interés tras otro, a pesar de que esto equivalía a pisar bruscamente los frenos del automóvil.
Las subidas de tipos de la Fed estaban empujando a la propia economía estadounidense a una recesión. Esa era precisamente la intención. Todos los indicadores son negativos. Los precios de la vivienda están cayendo, los bancos están despidiendo personal y FedEx y Ford, dos referentes económicos, han emitido advertencias sobre ganancias. Es solo cuestión de tiempo antes de que la tasa de desempleo comience a aumentar.
La subida irresistible del dólar estadounidense se convierte inmediatamente en un importante factor desestabilizador. Los inversionistas internacionales están alarmados ante la perspectiva de que la Reserva Federal de los Estados Unidos aumente las tasas de interés de manera tan agresiva que la economía más grande del mundo caiga en recesión Esto agravará la recesión a la que otras economías importantes ya se enfrentan y arrastrará también al resto del mundo.
Sus temores están bien fundados. En todo el mundo, la subida del dólar está elevando el costo de las importaciones, así como el de los pagos de la deuda de los gobiernos, las empresas y los hogares que han tomado préstamos denominados en dólares. Todos los demás países se ven obligados a marchar al paso de la Reserva Federal de EE. UU., aumentando las tasas de interés a los niveles dictados por ella.
En toda Asia, los gobiernos se vieron obligados a aumentar los intereses y gastar sus reservas para resistir la depreciación de sus monedas. India, Tailandia y Singapur han intervenido en los mercados financieros para respaldar sus monedas. Excluyendo a China, las reservas de divisas de los mercados emergentes han caído más de 200.000 millones de dólares en el último año, según el banco JPMorgan Chase, la caída más rápida en dos décadas.
Esto tiene serias repercusiones, no solo económicas sino también políticas. China respondió proyectando su propia moneda como un medio alternativo de comercio, especialmente en el petróleo.
Enormes deudas gubernamentales
Las economías endeudadas de la eurozona han sido empujadas implacablemente al borde de la bancarrota. Ahora se encuentran en una posición aún peor que la que existía en la crisis de la deuda soberana hace una década.
Josep Borrell, jefe de política exterior de la UE, advirtió que la Fed estaba exportando la recesión de la misma manera que los dictados de Alemania posteriores a 2008 impusieron la crisis del euro.
“Gran parte del mundo está ahora en peligro de convertirse en Grecia”, se lamentó.
En Europa, la situación empeoró mucho cuando Gran Bretaña echó gasolina al fuego con una política fiscal temeraria, que provocó inmediatamente el pánico en los mercados financieros.
La necesidad se reveló a través de un accidente. La crisis en Gran Bretaña y las medidas de reducción de impuestos de la efímera administración Truss en octubre de 2022 actuaron como un catalizador, provocando el pánico en los mercados financieros, que fácilmente podría haberse extendido a todo el sistema monetario mundial.
Esto fue recibido con una mezcla de ira, incredulidad y alarma por parte de los mercados monetarios internacionales. En efecto, Liz Truss arrojó una granada de mano sobre un barril de TNT que estaba a punto de explotar a la menor sacudida.
El FMI lanzó un ataque mordaz contra el plan del Reino Unido de implementar 45.000 millones de libras esterlinas de recortes de impuestos financiados con deuda. Funcionó. El gobierno de Truss se vio obligado a una humillante retirada. El ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, fue despedido y todo su presupuesto fue desechado. Poco después, la propia Truss fue expulsada de su cargo y los mercados se estabilizaron temporalmente. Pero el daño ya estaba hecho.
Una vez perdida, la credibilidad financiera es bastante difícil de restaurar, y la reputación de Gran Bretaña como potencia mundial ahora está en la alcantarilla. El Reino Unido, que anteriormente disfrutó de una calificación crediticia ejemplar, ahora ha sido degradado y se considera en el mismo nivel que Italia, agobiada por la deuda y propensa a las crisis.
Pero ese fue el resultado menos importante de este asunto. Las implicaciones se extendieron mucho más allá de las costas británicas.
El alarmante paralelo con de la década de 1930
Brexit fue la indicación más clara de las consecuencias del nacionalismo económico. Y la conducta del gobierno británico en este asunto sirvió como advertencia de sus peligrosas consecuencias.
El breve y ruinoso mandato de Liz Truss en Gran Bretaña demostró que pedir prestado mucho dinero en un momento de inflación y aumento de las tasas no es una opción. Pero, ¿Cuál es la alternativa?
Larry Summers, cuya alarma ante la situación actual ya mencionamos, fue citado en el Financial Times diciendo:
“La desestabilización provocada por los errores británicos no se limitará a Gran Bretaña”.
Y ese es el punto. Los precios de los bonos en países tan diferentes como EE. UU. e Italia se desviaron violentamente en respuesta a cada vuelta de tuerca de la intrincada historia que salía de Londres.
En efecto, Liz Truss lanzó una granada de mano sobre un barril de TNT a punto de explotar / Imagen: Número 10, Flickr
Eso no fue un accidente. Un colapso financiero en Londres, que, a pesar del declive de Gran Bretaña, sigue siendo uno de los centros financieros más importantes del mundo, podría haber tenido el mismo efecto que la crisis de 1931, solo que en una escala mucho mayor.
Aunque generalmente se olvida ahora, la Gran Depresión en Europa fue provocada por el colapso del banco Creditanstalt de Viena en mayo de 1931, que inició un efecto dominó que se extendió rápidamente por los mercados financieros de Europa y más allá.
Este fue el detonante de la gran espiral deflacionaria en Europa entre 1931 y 1933. Y la historia puede repetirse fácilmente, sobre todo porque la economía mundial está mucho más integrada e interdependiente que entonces.
El factor ucraniano
La guerra en Ucrania se ha convertido ahora en un factor importante en las perspectivas mundiales. Sin embargo, para tener una idea clara de los problemas involucrados y cómo podrían desarrollarse, es necesario concentrar nuestra atención en los procesos fundamentales y no distraernos con la ruidosa guerra informativa o las inevitables vicisitudes en el campo de batalla.
Los principales medios de comunicación han repetido constantemente afirmaciones sobre la derrota de Rusia. Pero eso no encaja bien con los hechos conocidos.
El punto más importante es que esta es una guerra indirecta entre Rusia y el imperialismo estadounidense. Rusia no lucha contra un ejército ucraniano sino contra un ejército de la OTAN, es decir, el ejército de un Estado que no es formalmente miembro de esa alianza, pero que está financiado, armado, entrenado y equipado por la OTAN, que también le proporciona apoyo logístico e información vital.
“Política por otros medios”
Como se ha señalado, la guerra es sólo la continuación de la política por otros medios. La guerra actual terminará cuando se satisfagan los fines políticos de los actores clave o cuando uno o ambos bandos estén agotados y pierdan la voluntad de seguir luchando.
¿Cuáles son estos objetivos? Los objetivos bélicos de Zelensky no son ningún secreto. Dice que se no conformará con nada menos que la expulsión completa del ejército ruso de todas las tierras ucranianas, incluida Crimea.
Zelensky dice que no se conformará con nada menos que la expulsión completa del ejército ruso de todas las tierras ucranianas / Imagen: ZUMAPRESS.com
Este punto de vista ha sido apoyado con entusiasmo por los halcones de la coalición occidental: los polacos, los suecos y los líderes de los Estados bálticos -que tienen sus propios intereses en mente- y, por supuesto, los chovinistas y belicistas de cabeza dura de Londres, que imaginan que Gran Bretaña, incluso en su actual estado de bancarrota económica, política y moral, sigue siendo una potencia importante a escala mundial.
Estas damas y caballeros trastornados han estado presionando a los ucranianos para que vayan aún más lejos, mucho más allá de lo que les gustaría a los estadounidenses. Su deseo más ardiente es ver al ejército ucraniano expulsar a los rusos, no solo del Donbás sino también de Crimea, provocando el derrocamiento de Putin y la derrota total y el desmembramiento total de la Federación Rusa (aunque no suelen hablar de esto en público).
Aunque hacen mucho ruido, ninguna persona seria presta la menor atención a las payasadas de los políticos de Londres, Varsovia y Vilnius. Como líderes de estados de segunda categoría que carecen de peso real en la balanza de la política internacional, siguen siendo actores de segunda categoría que nunca pueden desempeñar más que un papel menor en este gran drama.
Los Estados Unidos son los que pagan las cuentas y dictan todo lo que sucede. Y al menos los estrategas más sobrios del imperialismo yanqui saben que todo este delirio no es más que palabrería. Bajo ciertas condiciones, estados imperialistas menores pueden jugar un cierto papel en el desarrollo de los acontecimientos, pero en última instancia Washington es quien decide.
A pesar de todas las demostraciones públicas de bravuconería, los estrategas militares serios han entendido que es imposible que Ucrania derrote a Rusia. El general Mark A. Milley es el vigésimo presidente del Estado Mayor Conjunto, el oficial militar de más alto rango de los EE. UU. Por lo tanto, sus opiniones deben tomarse muy en serio cuando dice:
“Entonces, en términos de probabilidad, la probabilidad de una victoria militar ucraniana definida como expulsar a los rusos de toda Ucrania para incluir lo que definen o lo que el reclamo es Crimea, para – la probabilidad de que eso suceda pronto no es alta, militarmente”.
El punto más importante a comprender es que los objetivos de guerra de Washington no coinciden con los de los hombres en Kiev, que hace mucho tiempo entregaron su llamada soberanía nacional a su Jefe al otro lado del Atlántico, y que ya no decide nada por sí mismo.
El objetivo del imperialismo estadounidense no es, y nunca ha sido, defender una sola pulgada del territorio ucraniano o ayudar a los ucranianos a ganar una guerra, ni de ninguna otra manera.
Su objetivo real es muy simple: debilitar militar y económicamente a Rusia; para desangrarla y dañarla; matar a sus soldados y arruinar su economía, para que Rusia ya no ofrezca ninguna resistencia a la dominación estadounidense de Europa y el mundo.
Fue este objetivo el que los indujo a empujar a los ucranianos a un conflicto completamente innecesario con Rusia sobre la pertenencia a la OTAN. Habiendo empujado este conflicto, se sentaron y observaron el espectáculo de los dos bandos luchando, a una distancia segura de varios miles de millas.
Independientemente de todas sus protestas públicas, los hipócritas imperialistas son totalmente indiferentes a los sufrimientos del pueblo de Ucrania, a quienes consideran meros peones en el tablero de ajedrez local de su lucha por el poder con Rusia.
Y debe tenerse en cuenta que, hasta el día de hoy, Ucrania no ha sido admitida como miembro de la UE ni de la OTAN, que se suponía que era la cuestión central de todo el asunto. Esto no es un accidente.
El conflicto actual conviene a los intereses de Estados Unidos de muchas maneras. Ayuda a su objetivo de abrir una brecha entre Europa y Rusia, lo que pone a la primera aún más bajo su dominio. En este sentido, la guerra ya ha logrado algunos resultados. Los vínculos económicos de la UE y Rusia, en particular en relación a la energía se han roto de manera muy importante, lo que golpea significativamente la mayor economía de la UE, Alemania. El tráfico de gas natural a través del Báltico es ahora físicamente imposible por la voladura del gaseoducto Nord Stream por parte de agencias estatales. El alza de los costes energéticos permite a los EEUU presionar todavía más la industria de la UE, sobre todo la alemana. Los EEUU tienen el lujo de involucrar a su enemigo en una guerra en la que no participan soldados estadounidenses (al menos, en teoría), y todos los combates y las muertes corren a cargo de otros.
Si Ucrania fuera miembro de la OTAN, esto significaría que las tropas de combate estadounidenses terminarían en una guerra europea, luchando contra el ejército ruso. Por otra parte, importantes países europeos no tienen ni el interés ni la posibilidad de admitir a Ucrania en la UE. Esto significaría el equilibrio económico y político de la Unión, ya de por sí extremadamente frágil. No, mucho mejor dejar las cosas como están.
Cuando Zelensky se queja de que sus aliados occidentales no le envían todas las armas que necesita para ganar la guerra, no se equivoca. Los estadounidenses le envían las armas suficientes para que la guerra continúe, pero no las suficientes para lograr algo que se asemeje a una victoria decisiva. Esto está completamente en línea con los verdaderos objetivos de guerra de Estados Unidos.
Las sanciones han fracasado
Las sanciones impuestas a Rusia tras la invasión de Ucrania han sido un fracaso espectacular. De hecho, el valor de las exportaciones rusas creció desde el comienzo de la guerra.
Aunque el volumen de las importaciones de Rusia se desplomó como resultado de las sanciones, varios países (China, India, Turquía, pero también algunos que forman parte de la UE, como Bélgica, España y los Países Bajos) han aumentado su comercio con Rusia. Además, los altos precios del petróleo y el gas han compensado los ingresos que Rusia perdió debido a las sanciones. India y China han estado comprando mucho más de su crudo, aunque a un precio de descuento.
Así, la pérdida de ingresos resultante de las sanciones se ha visto compensada por el aumento del precio del petróleo y el gas en los mercados mundiales. Vladimir Putin continúa financiando sus ejércitos con las ganancias, mientras que Occidente se enfrenta a la perspectiva de inestabilidad energética en los próximos años, con facturas de energía altísimas y una creciente ira pública.
Debilitamiento del apoyo
La pregunta es: ¿qué bando se cansará primero de la guerra? Está claro que el tiempo no está del lado de Ucrania, ni desde el punto de vista militar ni político. Y en última instancia, este último pesará más en la balanza.
Entre bastidores, Washington ha estado presionando a Zelensky para que negocie con Putin / Imagen: kremlin.ru
El invierno, en el que Europa sufrió una grave escasez de gas y electricidad, ha debilitado el apoyo público a la guerra en Ucrania. El clima más cáldio no será un alivio, ya que la atención se centra ahora en el problema imposible de volver a llenar las reservas de gas a tiempo para el próximo invierno, sin poder contar con el suministro ruso. Cada mes que continúan las sanciones, la preocupación por el siguiente invierno crece. El apoyo estadounidense tampoco puede darse por sentado. En público, los estadounidenses mantienen la idea de su apoyo inquebrantable a Ucrania, pero en privado no están nada convencidos del resultado. Entre bastidores, Washington ha estado presionando a Zelensky para que negocie con Putin.
En la práctica, sin embargo, el éxito de la ofensiva ucraniana de septiembre de 2022 y la retirada rusa de Kherson complicaron la situación en el tablero diplomático.
Por un lado, Zelensky y las fuerzas rabiosamente nacionalistas y abiertamente fascistas en el aparato del estado estaban hinchados con sus inesperados logros y deseaban llegar mucho más lejos. Por otro lado, los reveses militares representaron un golpe humillante para Putin, que llegó a la conclusión de que tenía que intensificar su “operación militar especial”. Así pues, ninguna de las partes está dispuesta a negociar nada significativo por el momento. Pero eso cambiará.
La demagogia de Zelensky, repitiendo constantemente que nunca cederá ni una pulgada de tierra, está claramente diseñada para presionar a la OTAN y al imperialismo estadounidense; insistiendo en que los ucranianos lucharán hasta el final, siempre a condición de que Occidente siga enviando enormes cantidades de dinero y armas.
A Biden le gustaría prolongar el conflicto actual para debilitar y socavar a Rusia. Pero no a cualquier precio, y menos si ello implica un enfrentamiento militar directo con Rusia. Mientras tanto, encuesta tras encuesta muestran que el apoyo de la guerra en Ucrania en la opinión pública occidental, está declinando lentamente.
¿Guerra nuclear?
La insinuación de Putin de que podría considerar el uso de armas nucleares fue casi con toda seguridad un farol, pero causó alarma en la Casa Blanca. En un discurso en un acto de recaudación de fondos en Nueva York, Biden afirmó que el presidente ruso “no bromeaba” sobre el “posible uso de armas nucleares tácticas o armas biológicas o químicas porque su ejército está, podría decirse, significativamente por debajo de sus posibilidades”.
A raíz de la amenaza nuclear, empezaron a celebrarse negociaciones secretas entre Washington y Moscú. Esto fue el beso de la muerte para el bando ucraniano, que cada vez estaba más desesperado y buscaba cualquier excusa para llevar a cabo una provocación con la que esperaban arrastrar finalmente a la OTAN a participar directamente en la guerra.
Esto subraya los peligros implícitos si se permite que la guerra continúe. Hay demasiados elementos incontrolables en juego, que podrían dar lugar al tipo de espiral descendente que podría desembocar en una guerra real entre la OTAN y Rusia.
El peligro de este tipo de acontecimientos se puso de manifiesto en noviembre de 2022, cuando el mundo quedó conmocionado al escuchar la declaración del presidente de Polonia de que su país había sido alcanzado por misiles de fabricación rusa, y los medios de comunicación occidentales afirmaron que Rusia estaba detrás de ello.
Esa mentira quedó pronto al descubierto cuando el propio Pentágono reveló que el misil que alcanzó una instalación de grano polaca en una granja cercana al pueblo de Przewodow, cerca de la frontera con Ucrania, fue disparado por el ejército ucraniano.
La OTAN y los polacos se apresuraron a explicar que todo había sido “un lamentable accidente”. Pero a pesar de que el proyectil era un misil anti aéreo S-300 con un alcance muy limitado que difícilmente podía haber sido disparado por Rusia, Zelensky mintió descaradamente e insistió que había sido un ataque deliberado desde Rusia. Esperaba que le diera dado una poderosa palanca para exigir más armas y dinero. Y en el mejor de los casos (desde su punto de vista) podría empujar a la OTAN a tomar medidas de represalia contra Rusia, con interesantes consecuencias.
Si ese incidente hubiera servido para empujar a la OTAN a actuar contra Rusia, podría haber desencadenado una imparable cadena de acontecimientos que podría haber desembocado en una guerra total. No cabe la menor duda de que a Zelensky le vendría muy bien que la OTAN entrara en guerra y sacara así sus castañas calientes del fuego.
Una conflagración general europea habría sido una pesadilla para millones de personas. Pero para Zelensky y su camarilla habría sido la respuesta a todas sus plegarias. Naturalmente, sería imposible que los americanos se mantuvieran al margen, calentándose las manos en las llamas.
Tendría que haber tropas americanas sobre el terreno. Excelente noticia desde el punto de vista del régimen de Kiev, pero en absoluto desde el de la Casa Blanca y el Pentágono. ¡Se suponía que eso no formaba parte del guión!
Los estadounidenses no tienen ninguna intención de llevar las cosas tan lejos. Una confrontación directa entre la OTAN y Rusia, con todas sus implicaciones nucleares, será evitada a toda costa por ambos bandos. Precisamente por eso, los estadounidenses tienen abiertos varios canales, para evitar cualquier posibilidad de que se produzcan acontecimientos tan incontrolados. De hecho, se esfuerzan por poner límites definitivos a la guerra actual y abrir el camino hacia las negociaciones.
Estados Unidos pide conversaciones
A los estrategas militares serios de Washington no se les escapa la realidad de la situación. El general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, llamó a Zelensky a que iniciara conversaciones con Rusia.
Milley dijo que puede haber una oportunidad de negociar el fin del conflicto siempre y cuando las líneas del frente se estabilicen durante el invierno:
“Cuando haya una oportunidad de negociar, cuando se pueda alcanzar la paz, aprovéchenla”, dijo Milley. “Aprovechen el momento”.
Pero si las negociaciones nunca llegan a materializarse o fracasan, Milley afirma que Estados Unidos seguiría armando a Ucrania, aunque la victoria militar absoluta de cualquiera de los dos bandos parece cada vez más improbable.
“Tiene que haber un reconocimiento mutuo de que la victoria militar es probablemente, en el verdadero sentido de la palabra, tal vez no alcanzable por medios militares, y por lo tanto hay que recurrir a otros medios”, dijo.
Esta es la auténtica voz del imperialismo estadounidense. Y esto, y no las declaraciones retóricas de Zelensky, es lo que determina en última instancia el destino de Ucrania.
Washington siempre se ha mostrado reacio a suministrar a Kiev el tipo de armamento avanzado que ha estado solicitando. Su intención es enviar una señal a Moscú de que Estados Unidos no está dispuesto a suministrar armas que podrían intensificar el conflicto, creando la posibilidad de un enfrentamiento militar directo entre Rusia y la OTAN.
También es una advertencia a Zelensky de que había límites definitivos a la voluntad de EE.UU. de seguir pagando la factura de una guerra cara sin un final claro a la vista.
Cansancio ucraniano
Durante el primer mes de guerra, los ucranianos se mostraron dispuestos a negociar con Rusia. Desde entonces, Zelensky ha rechazado por completo la idea de negociar. Ha dicho en repetidas ocasiones que Ucrania solo está dispuesta a entablar negociaciones con Rusia si sus tropas abandonan todas las partes de Ucrania, incluidas Crimea y las zonas orientales del Donbás, controladas de facto por Rusia desde 2014, y si los rusos que han cometido crímenes en Ucrania se enfrentan a juicio.
La sucesión de éxitos en el campo de batalla animó a Zelensky a creer en la posibilidad de una “victoria final” / Imagen: Mando de Instrucción del 7º Ejército, Flickr
Zelensky también dejó claro que no mantendría negociaciones con los actuales dirigentes rusos. Incluso firmó un decreto en el que especificaba que Ucrania solo negociaría con un presidente ruso que haya sucedido a Vladimir Putin.
Estas desafiantes declaraciones causaron gran irritación en Washington. El Washington Post reveló que funcionarios estadounidenses han advertido en privado al gobierno ucraniano de que la “fatiga ucraniana” entre los aliados podría empeorar si Kiev sigue sin negociar con Putin.
Los funcionarios declararon al periódico que la postura de Ucrania en las negociaciones con Rusia está cansando a los aliados, preocupados por los efectos económicos de una guerra prolongada.
En el momento de redactar este artículo, Estados Unidos había concedido a Ucrania 65.000 millones de dólares en ayudas y estaba dispuesto a dar más, afirmando que apoyaría a Ucrania “todo el tiempo que fuera necesario”. Sin embargo, los aliados en algunas partes de Europa, por no hablar de África y América Latina, están preocupados por la tensión que la guerra está ejerciendo sobre los precios de la energía y los alimentos, así como sobre las cadenas de suministro. “La fatiga por Ucrania es algo real para algunos de nuestros socios”, afirmó un funcionario estadounidense.
Naturalmente, los estadounidenses no pueden admitir públicamente que estén presionando a Zelensky. Al contrario, mantienen una apariencia de firme solidaridad con Kiev. Pero en realidad, están apareciendo serias grietas en la fachada.
Para los dirigentes ucranianos, la aceptación de la petición estadounidense significaría una humillante retirada tras tantos meses de retórica beligerante sobre la necesidad de una derrota militar decisiva contra Rusia para garantizar la seguridad de Ucrania a largo plazo.
La sucesión de éxitos en el campo de batalla, primero en la región nororiental de Kharkiv y después con la toma de Kherson, animó a Zelensky a creer en la posibilidad de una “victoria final”. Pero los estadounidenses conocen mejor la realidad y saben muy bien que el tiempo no está necesariamente del lado de Ucrania.
¿Corre Putin peligro de ser derrocado?
La maquinaria propagandística occidental repite constantemente que Putin será derrocado pronto por el pueblo ruso, cansado de la guerra. Pero eso no son más que ilusiones. Se basan en un error fundamental. De hecho, Putin ha utilizado con éxito la guerra para atajar la creciente lucha de clases y el descontento de las masas. Junto con el aumento de la represión, esto ha proporcionado al régimen un respiro temporal. En la actualidad, Putin sigue contando con una amplia base de apoyo, que ha alcanzado nuevos niveles en los últimos meses. No corre peligro inmediato de ser derrocado.
No existe un movimiento antibelicista significativo en Rusia y el que hay está liderado y dirigido por los elementos burgueses-liberales. Esa es precisamente su principal debilidad. Los trabajadores echan un vistazo a las credenciales pro occidentales de estos elementos y se apartan, maldiciendo.
La guerra cuenta con el apoyo de la mayoría, aunque algunos tengan dudas. La imposición de sanciones y el flujo constante de propaganda antirrusa en Occidente, y el hecho de que la OTAN y los estadounidenses estén suministrando armas modernas a Ucrania, confirma la sospecha de que Rusia está siendo asediada por sus enemigos. Algo que el régimen utiliza para unir a la población en torno a sí.
En su propaganda de guerra, Vladimir Putin intenta invocar el recuerdo de la lucha soviética contra la Alemania nazi y el odio que el pueblo ruso siente desde hace mucho tiempo por el imperialismo occidental, que mezcla con el reaccionario chovinismo gran ruso. Enmarca la guerra de Ucrania como una guerra contra el imperialismo occidental, por la desnazificación del régimen de Kiev y por la defensa de la minoría rusoparlante de Ucrania. Todo esto es, por supuesto, pura demagogia.
No hay absolutamente nada progresista en el régimen de Putin. No es ni antiimperialista, ni antifascista, ni amigo de los trabajadores. No es ningún secreto, por ejemplo, que unidades con claras simpatías neonazis y de extrema derecha operan abiertamente como parte del ejército ruso, en particular en la PMC Wagner.
Con el partido comunista ruso adoptando una postura traicionera, nacionalista y patriótica y proporcionando una cobertura de izquierdas al nacionalismo gran ruso de Putin, los trabajadores rusos no encuentran ninguna alternativa política que represente sus intereses en oposición al régimen y su guerra.
La única presión sobre Putin no procede de ningún movimiento antibélico, sino, por el contrario, de los nacionalistas rusos y otros que quieren que la guerra prosiga con mayor fuerza y determinación. Sin embargo, si la guerra se prolonga durante algún tiempo sin pruebas significativas de un éxito militar ruso, eso puede cambiar.
A principios de noviembre, más de 100 reclutas de la república rusa de Chuvash organizaron una protesta en Ulyanov Oblast porque no habían recibido los pagos prometidos por Putin.
Un pequeño síntoma, sin duda. Pero si el conflicto actual se prolonga, podría multiplicarse a una escala mucho mayor, lo que supondría una amenaza, no sólo para la guerra, sino para el propio régimen.
Un síntoma aún más significativo son las protestas de las madres de los soldados muertos en Ucrania. Éstas son todavía de pequeño tamaño y se concentran principalmente en repúblicas orientales como Daguestán, donde los altos niveles de desempleo hicieron que un gran número de jóvenes se presentaran voluntarios para el ejército.
Si la guerra continúa y aumenta el número de muertos, es posible que veamos protestas de madres en Moscú y Petersburgo, que Putin no podrá ignorar y será incapaz de reprimir. Esto marcaría sin duda un cambio en toda la situación. Pero aún no se ha materializado.
Las reservas de Rusia
Al oponerse a la guerra desde su inicio, los marxistas rusos han adoptado una postura de principios en condiciones extremadamente difíciles de represión y bajo un aluvión de propaganda estatal. Su tarea es, ante todo, desenmascarar la demagogia de Putin, que no es más que una tapadera de los intereses reaccionarios de los oligarcas capitalistas, el principal enemigo de los trabajadores y los pobres rusos.
Al mismo tiempo, deben oponerse al imperialismo occidental, así como a los liberales expatriados pro-Kiev y a los llamados medios de comunicación independientes que actúan como sus portavoces en Rusia. Ir contra la corriente y mantener una posición de clase independiente hoy preparará a los marxistas rusos para dar enormes pasos adelante una vez que la marea empiece a cambiar.
Aunque la revolución está inmediatamente en el orden del día, la guerra está sin duda agitando las cosas en lo más profundo del proletariado y preparando enormes convulsiones sociales en el futuro.
El objetivo declarado de Rusia era “impedir el ingreso en la OTAN y desmilitarizar y desnazificar Ucrania”, también Putin quería un gobierno neutral o prorruso en Kiev. En efecto, eso significaría eliminar a Ucrania como Estado nacional independiente.
Pero Putin claramente calculó mal y los rusos no tenían fuerzas suficientes para lograr estos objetivos. Incluso la tarea de mantener sus avances en Donbás resultó difícil, como demostró claramente la ofensiva ucraniana de principios de septiembre.
Pero los fracasos en el frente actuaron como el estímulo necesario para reajustar. Se tomaron medidas para movilizar las fuerzas necesarias.
Rusia llevó a cabo una movilización masiva. El envío de 300.000 soldados rusos frescos al frente cambiará drásticamente el equilibrio de fuerzas.
El argumento frecuentemente repetido de que a los rusos les faltan municiones es totalmente falso. Rusia tiene una industria armamentística grande y poderosa. Dispone de considerables reservas de armas y municiones.
El envío de 300,000 soldados rusos frescos al frente cambiará drásticamente el equilibrio de fuerzas / Imagen: Отдел информационной политики Администрации города Ялта
Es cierto que sus reservas de los misiles más modernos de precisión milimétrica son limitadas y se agotarán. Pero no hay escasez de otros misiles, que son perfectamente adecuados para actividades normales en el campo de batalla.
Mientras tanto, los rusos siguen pulverizando con artillería, cohetes, drones y misiles objetivos en toda Ucrania, destruyendo centros de mando militar, nudos de transporte e infraestructuras, lo que dificultará seriamente el movimiento de tropas y armas hacia el.
¿Ahora que?
El dicho de Napoleón de que la guerra es la más compleja de todas las ecuaciones conserva toda su fuerza. La guerra es un cuadro en movimiento con muchas variantes imprevisibles y escenarios posibles.
El éxito de la ofensiva ucraniana en septiembre de 2022 y, posteriormente, la retirada rusa de la parte occidental de Kherson parecieron confirmar la variante que la maquinaria propagandística occidental ha presentado con confianza desde el comienzo de las hostilidades.
Sin embargo, debemos cuidarnos de las conclusiones impresionistas extraídas de un número limitado de acontecimientos. El resultado de las guerras rara vez se decide en una sola batalla, o incluso en varias.
La pregunta es: ¿esta victoria, o ese avance, alteraron materialmente el equilibrio subyacente de fuerzas, que es lo único que puede determinar el resultado final? Estas cuestiones fundamentales aún están por determinar. Son posibles diferentes resultados, dependiendo de cómo se desarrollen las condiciones tanto en Rusia como en Ucrania y entre sus amos occidentales.
Rusia ha estado acumulando fuerzas en el Este, reforzando su presencia militar en Bielorrusia e intensificando sus bombardeos aéreos tanto sobre objetivos militares como sobre la ya debilitada infraestructura ucraniana.
Esta degradación de las infraestructuras ha llegado al punto de que incluso se habla de evacuar las principales ciudades -incluida Kiev-, que se están volviendo inhabitables como consecuencia de la interrupción del suministro de energía y agua.
Es difícil determinar en qué momento esta destrucción empezará a minar la voluntad de resistencia. La experiencia histórica indica que los bombardeos aéreos por sí solos nunca pueden ganar guerras.
De hecho, a corto plazo, tendrá el efecto contrario, acentuando el odio al enemigo y aumentando el espíritu de resistencia. Pero todo tiene un límite. A partir de cierto punto, se instala un sentimiento general de cansancio de la guerra y se debilita la voluntad de seguir luchando.
Hasta ahora, los ucranianos han demostrado un notable nivel de resistencia. Pero no está claro cuánto tiempo podrá mantenerse la moral tanto de la población civil como de los soldados en el frente.
Pero tan pronto como comience un clamor por la paz, estallarán serias divisiones en la capa dirigente de Kiev entre los nacionalistas de derechas, que desean luchar hasta el amargo final, y los elementos más pragmáticos, que ven que una mayor resistencia sólo conducirá a la destrucción total de Ucrania y que algún tipo de acuerdo negociado es la única salida.
Cualquiera que sea el resultado, no se puede hablar de una vuelta al statu quo en Europa. Ha nacido un nuevo período de extrema inestabilidad, guerras, guerras civiles, revoluciones y contrarrevoluciones.
Relaciones mundiales
El mundo está experimentando cambios que se asemejan a los dramáticos desplazamientos de las placas tectónicas en geología. Estos desplazamientos siempre van acompañados de terremotos.
Estos cambios políticos y diplomáticos tienen el mismo efecto. Ya antes de la guerra, el retroceso de la globalización y el consiguiente auge del nacionalismo económico habían provocado la agudización de los conflictos entre las distintas potencias.
El mundo está experimentando cambios que se asemejan a los dramáticos desplazamientos de las placas tectónicas en geología / Imagen: In Defence of Marxism
Pero el conflicto ucraniano exacerbó enormemente todas las tensiones y profundizó todas las contradicciones. Como consecuencia de todo ello, estamos asistiendo a un profundo cambio en las relaciones mundiales.
El signo más evidente de ello es el hecho de que China se ha acercado mucho más a Rusia, ya que ambas compiten con el imperialismo estadounidense. El papel de China en la guerra de Ucrania se ha enmascarado bajo el pretexto de abogar por una “paz negociada”. Para la clase dominante china, esta guerra es una perturbación inoportuna de las beneficiosas relaciones comerciales que ha construido durante los últimos 30 años, ya que no se siente preparada todavía para enfrentarse frontalmente a su rival estadounidense.
Sin embargo, detrás de este supuesto pacifismo hay una clara línea roja: la inadmisibilidad de una desestabilización de la Federación Rusa como resultado de una derrota militar. Tal derrota ampliaría la influencia del imperialismo estadounidense y haría perder a China un valioso socio en su conflicto estratégico con Estados Unidos y sus aliados. Está claro que sin la ayuda china para eludir las sanciones occidentales, Rusia se encontraría en una situación mucho peor en lo que respecta a la conducción de la guerra.
Rusia
Rusia es una potencia imperialista regional. Pero su posesión de enormes reservas de petróleo, gas y otras materias primas, su sólida base industrial y su avanzado complejo militar-industrial, junto con su poderoso ejército y su arsenal de armas nucleares, se combinan para darle un alcance mundial que la pone en colisión con el imperialismo estadounidense.
Históricamente, Ucrania estaba plenamente integrada en la economía de la Unión Soviética. Tras la restauración capitalista, estos vínculos económicos se mantuvieron, convirtiendo a Ucrania en un activo económico clave para el capitalismo ruso. También existen vínculos culturales y geográficos que forman parte integrante de la ideología reaccionaria del chovinismo gran ruso. Los oligarcas rusos ven en el control occidental del régimen de Kiev una amenaza económica, política y militar directa. Detrás de la propaganda estatal rusa, la camarilla del Kremlin esconde su estrecho interés en retomar el control sobre Ucrania y subyugarla para sus propios fines.
Washington ve a Rusia como una amenaza para sus intereses globales, especialmente en Europa. El antiguo odio y recelo hacia la Unión Soviética no desapareció con el colapso de la URSS. Joe Biden es un excelente ejemplo de la generación de rusófobos que quedó de los años de la Guerra Fría.
Tras el colapso de la URSS, los estadounidenses aprovecharon el caos de los años de Yeltsin para afirmar su dominio a escala mundial. Intervinieron en zonas antes dominadas por Rusia, algo que nunca se habrían atrevido a hacer en la época soviética.
Primero intervinieron en los Balcanes, acelerando la desintegración de la antigua Yugoslavia. Las criminales invasiones de Irak y Afganistán fueron seguidas de una intervención infructuosa en la guerra civil siria, que les hizo chocar con Rusia.
Todo el tiempo, continuaron expandiendo su control sobre Europa del Este, ampliando la OTAN mediante la inclusión de antiguos satélites soviéticos como Polonia y los Estados bálticos. Esto supuso un incumplimiento directo de las promesas hechas en repetidas ocasiones por Occidente de que la OTAN no se expandiría “ni una pulgada” hacia el este.
Esto llevó a una alianza militar hostil hasta las mismas fronteras de la Federación Rusa. Pero al intentar atraer a Georgia a la órbita de la OTAN, cruzaron una línea roja. La clase dominante en Rusia se sintió humillada y amenazada y utilizó la fuerza militar para disciplinar a los georgianos.
La invasión de Ucrania pretendía mostrar a los estadounidenses que Rusia estaba mostrando sus músculos y respondía al imperialismo estadounidense y a la OTAN.
Estados Unidos y Europa
Estados Unidos está utilizando el conflicto de Ucrania para perseguir su objetivo de obligar a los europeos a cortar sus lazos con Rusia y reforzar así el control del imperialismo estadounidense sobre toda Europa.
Antes de esto, la clase dominante alemana estaba, de hecho, utilizando sus vínculos con Rusia como palanca para asegurar al menos una independencia parcial frente a los EE.UU..
Estados Unidos utiliza el conflicto de Ucrania para reforzar el dominio del imperialismo estadounidense sobre toda Europa / Imagen: Defense of Ukraine
Su otra palanca principal era su dominio de facto de la Unión Europea, que esperaba construir como un bloque de poder alternativo, capaz de perseguir sus propios objetivos e intereses en un escenario global.
Las tensiones entre Estados Unidos y Europa son cada vez mayores, y de hecho se han visto exacerbadas por la guerra de Ucrania, aunque ésta solo podía tapar las grietas temporalmente. Estas tensiones han vuelto a salir a la superficie en la reciente ley proteccionista de infraestructura de los EEUU, que aumenta la presión sobre la producción industrial en la UE.
Las tensiones de Estados Unidos con Europa no son nuevas. Surgieron durante la guerra de Irak y, más recientemente, en torno a las relaciones con Irán. Los líderes de Francia y Alemania siempre desconfiaron de las estrechas relaciones de Estados Unidos con Gran Bretaña, a la que consideraban, con razón, un caballo de Troya estadounidense dentro del campo europeo.
Los franceses, que nunca ocultaron sus propias ambiciones de dominar Europa, fueron tradicionalmente más elocuentes en su retórica antiestadounidense. Los alemanes, que en realidad eran los verdaderos amos de Europa, se mostraban más circunspectos, prefiriendo la realidad del poder a la fanfarronería vacía.
Los estadounidenses no se dejaron engañar. Consideraban a Alemania, y no a Francia, como su principal rival, y Trump en particular no ocultaba su extrema desconfianza y aversión hacia Berlín.
Para asegurarse su independencia de Washington, los capitalistas alemanes entablaron una estrecha relación con Moscú. Esto enfureció a sus “aliados” al otro lado del Atlántico, pero les proporcionó considerables beneficios en forma de suministros baratos y abundantes de petróleo y gas.
Privarse de estos suministros es un precio muy alto a pagar por mantener contentos a los estadounidenses. Con Angela Merkel, Alemania preservó celosamente su papel independiente. Hizo falta una guerra en Ucrania para que Alemania se alineara, al menos por el momento.
Los burgueses Verdes se han desenmascarado como los más fervientes defensores del imperialismo estadounidense.
Pero tras la fachada de “unidad frente a la agresión rusa”, las diferencias persisten. Eso quedó claro en una caricatura que circula sobre dos mujeres, una estadounidense y otra europea. La segunda anuncia orgullosa a la primera: “Estaré encantada de morir congelada para ayudar a Ucrania”, a lo que la estadounidense responde con una sonrisa: “¡Y yo también estaré encantada de que te congeles!”.
En realidad, Estados Unidos está utilizando el pretexto de la guerra para reforzar su control sobre Europa. De momento, lo ha conseguido. Pero no está nada claro cuánto durará la paciencia de los alemanes y otros europeos. Las contradicciones que esto genera sólo se pondrán de manifiesto cuando se resuelva el asunto ucraniano.
Los EE.UU. y China
En la década de 1920, en una brillante predicción, Trotsky afirmó que el centro de la historia mundial había pasado del Mediterráneo al Atlántico, y estaba destinado a pasar del Atlántico al Pacífico. Esta predicción se está convirtiendo en un hecho ante nuestros propios ojos.
El conflicto entre Estados Unidos y Rusia se desarrolla principalmente (aunque no del todo) en Europa. Pero el conflicto entre China y Estados Unidos se desarrolla principalmente en el Pacífico. A largo plazo, esta última región desempeñará un papel mucho más decisivo en la historia mundial que los Estados de segunda fila de Europa, que han entrado en un largo periodo de declive histórico.
Los acontecimientos en el campo de batalla del Pacífico tendrán sin duda importantes repercusiones mundiales en el futuro. Las tensiones entre ambos países son cada día mayores. Tanto Demócratas como Republicanos no ocultan que consideran a China su principal y más peligroso adversario.
Estados Unidos está en un camino que conduce a una guerra comercial con China. Ha endurecido aún más sus restricciones a la exportación de tecnología a China.
Los estrategas burgueses especulan con que China se separará de Rusia. Pero eso no son más que ilusiones. En las condiciones actuales, no hay manera de que China se aleje de Rusia, o viceversa, porque se necesitan mutuamente para hacer frente al poder del imperialismo estadounidense.
El difícil equilibrio actual, entre China, Estados Unidos y Taiwán, se mantendrá durante algún tiempo / Imagen: Kevin Harber
En la actualidad, el conflicto entre EE.UU. y China se centra en la cuestión de Taiwán. La guerra en Ucrania tuvo inmediatamente el efecto de colocar la cuestión de Taiwán en la agenda de la política internacional. Hace tiempo que Pekín dejó claro en términos inequívocos que considera a Taiwán parte inalienable de China.
Pero al apoyar a las fuerzas nacionalistas taiwanesas, reforzar la ayuda militar y obstaculizar el acceso de China al mercado taiwanés, los estadounidenses están aumentando las tensiones en torno a la isla. Al mismo tiempo, sin embargo, Estados Unidos mantiene una política de “ambigüedad estratégica”, es decir, preserva el apoyo al status quo en Taiwán porque sabe que alejarse del mismo podría desembocar en una desastrosa confrontación militar.
La visita no oficial de Nancy Pelosi a la isla fue un acto extremadamente insensato, una provocación sin sentido que fue vista con consternación por los representantes más serios del imperialismo estadounidense y por aliados de los EEUU en Asia, que no quieren verse obligados a elegir bandos en una guerra comercial, y mucho menos en una guerra real.
Incluso Joe Biden, que no es famoso por su perspicacia intelectual, podía ver que provocaría una respuesta inmediata de China. Y así fue. Pekín intensificó la presión con maniobras navales y aéreas alrededor de la isla. La guerra verbal entre los dos países fue subiendo de tono.
Pero, en realidad, ninguna de las partes está ansiosa por llegar a un enfrentamiento militar. Una intervención armada de EE.UU. se enfrentaría a enormes problemas logísticos, y Xi Jinping está más preocupado por mantener la estabilidad interna que por involucrarse en aventuras militares. Después de haberse asegurado la ‘reelección’ en el 20 congreso del PCCh, Xi ha adoptado un tono más conciliatorio en relación a Taiwán y los EEUU.
Sólo una crisis muy grave dentro de China, que amenazara con derribar el régimen, o una declaración de independencia taiwanesa respaldada por EE.UU., podrían inclinar la balanza a favor de una aventura de este tipo. Pero eso no es algo que esté inmediatamente en el orden del día.
Así pues, el difícil equilibrio actual entre China, Estados Unidos y Taiwán se mantendrá durante algún tiempo, con sus inevitables altibajos. Pero la lucha titánica por la supremacía entre EE.UU. y China crecerá hasta abarcar toda Asia, con las consecuencias más trascendentales para todo el planeta.
Estados Unidos, Arabia Saudí y Rusia
La guerra de Ucrania también abrió conflictos entre EE.UU. y países que antes se consideraban aliados cercanos. Estados Unidos está enfadado porque muchas naciones siguen comerciando con Rusia, socavando así las sanciones impuestas por Estados Unidos. China está desobedeciendo abiertamente los deseos de Estados Unidos, y no se puede hacer mucho para impedirlo.
Pero India, que se supone que es amiga de Estados Unidos, también está comprando enormes cantidades de petróleo ruso a precios de saldo y vendiéndolo a Europa con un lucrativo margen de beneficio. Joe Biden echa humo y Modi se limita a encogerse de hombros. Después de todo, el petróleo ruso es tan barato…
Puede que sea barato para India y China, pero la escasez mundial de petróleo ha hecho subir los precios del mercado, lo que beneficia a Rusia, como ya hemos explicado.
Por eso han aumentado las tensiones entre Arabia Saudí, el mayor exportador de crudo del mundo, y Estados Unidos, el mayor consumidor mundial. Haciendo caso omiso de la petición de Biden de aumentar la producción de petróleo para hacer bajar los precios mundiales del crudo, Riad llegó a un acuerdo con Moscú para introducir recortes en la producción destinados a frenar la caída de los precios.
La cooperación de Arabia Saudí con Moscú es fuente de tremenda exasperación e indignación en la Casa Blanca. La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, declaró a los periodistas que estaba “claro” que la OPEP+ se estaba “alineando con Rusia”.
La disputa entre los saudíes y Estados Unidos es sintomática del creciente deseo de los gobiernos de Asia, África y América Latina de aprovechar el conflicto mundial entre Rusia, China y Estados Unidos para hacer valer sus propios intereses, haciendo equilibrios entre ambos bandos. La conducta de Erdogan en Turquía es otro ejemplo de ello.
¿Un mundo multipolar?
Los reajustes a los que nos hemos referido han dado lugar a muchas especulaciones sobre un mundo “multipolar”. Se supone que el ascenso de China como potencia económica y militar desafiará la posición de liderazgo del imperialismo estadounidense.
Durante décadas se ha comentado el declive de EE.UU. en relación con China. Sin embargo, hay que subrayar que se trata de un declive relativo. En términos absolutos, EE.UU. sigue siendo el Estado militar más rico y poderoso del planeta.
En la década de 1970, se especuló de forma similar sobre el ascenso de Japón, que algunos predijeron que superaría a la economía estadounidense en unas décadas. Pero eso nunca se materializó.
El crecimiento explosivo de la economía japonesa alcanzó sus límites y Japón entró en un prolongado periodo de estancamiento económico. Ahora hay indicios de que China puede estar acercándose a un punto similar.
Los límites del llamado modelo chino se manifiestan en una brusca ralentización del crecimiento económico. En un futuro previsible, EE.UU. mantendrá su posición como principal potencia imperialista. Pero eso traerá sus propios problemas.
En el siglo XIX, el imperialismo británico dominaba una parte enorme del globo terrestre. Su flota dominaba los mares, aunque se veía cada vez más desafiada por el creciente poder de Alemania, y el imperialismo estadounidense estaba aún en sus primeras fases de desarrollo.
En aquella época, Gran Bretaña consiguió enriquecerse a costa de sus colonias y de su papel dominante en el comercio mundial. Su poder se vio socavado por dos guerras mundiales, y Estados Unidos heredó el papel de Gran Bretaña como policía mundial. Pero ganó esa posición en un periodo de declive imperialista. Y el papel de policía mundial está resultando muy oneroso.
A pesar de su colosal riqueza y poder militar, EE.UU. sufrió su primera derrota militar en las selvas de Vietnam. Anteriormente, la guerra de Corea terminó en empate y sigue sin resolverse. Las aventuras militares en Afganistán, Irak y Siria acabaron todas en humillación y en la pérdida de miles de millones de dólares.
Ahora, la guerra de Ucrania -en la que se supone que no participa activamente, aunque, en la práctica, sí lo hace- se ha convertido en una nueva sangría colosal de sus recursos. Como resultado, existe una poderosa reacción por parte de la opinión pública estadounidense contra las aventuras militares extranjeras. Esto actúa como un fuerte factor que limita su potencial para hacer la guerra.
Las humillantes derrotas sufridas en Irak y Afganistán están grabadas a fuego en la conciencia del pueblo de Estados Unidos. Están hartos de las intervenciones y guerras extranjeras, y este es un poderoso factor que limita el margen de maniobra tanto de Biden como del Pentágono.
Por otra parte, el ala Trump del Partido Republicano muestra una fuerte tendencia en la dirección del aislacionismo, que tradicionalmente ha sido un poderoso factor en la política estadounidense.
La inestabilidad general en el mundo amenaza constantemente con inflamar la inestabilidad política dentro de la sociedad estadounidense. Eso es lo que quería decir Trotsky cuando predijo que EE.UU. emergería como la potencia mundial dominante después de la Segunda Guerra Mundial, pero tendría dinamita incorporada en sus cimientos.
El ala Trump del Partido Republicano muestra una fuerte tendencia en la dirección del aislacionismo / Imagen: Gage Skidmore Flickr
Guerra y paz
El periodo en el que hemos entrado se caracterizará por una creciente inestabilidad y fricciones entre las diferentes potencias y bloques. Los reformistas de derechas han adoptado plenamente el programa y la retórica (“defender la democracia”) de la agenda imperialista de la burguesía. La “izquierda” no cesa de entonar conmovedores himnos a la Paz y a la Fraternidad Humana, que imaginan salvaguardadas por la Carta de las Naciones Unidas.
Sin embargo, en los cerca de 80 años transcurridos desde su fundación, las llamadas Naciones Unidas nunca han evitado ninguna guerra. Entre 1946 y 2020, ha habido aproximadamente 570 guerras, que han causado al menos 10.477.718 muertes civiles y militares. La ONU no es más que una tertulia que da la impresión de poder resolver problemas.
En realidad, en el mejor de los casos, a veces puede resolver pequeñas cuestiones, que no afectan a los intereses fundamentales de las grandes potencias. En el peor de los casos, como en la guerra de Corea en los años cincuenta, la del Congo en los sesenta y la primera guerra de Irak en 1991, sirve de cómoda hoja de parra para disfrazar los designios imperialistas.
En el pasado, las tensiones existentes ya habrían desembocado en una gran guerra entre las Grandes Potencias. Pero las condiciones cambiantes han eliminado esto de la agenda, al menos por el momento. Durante las últimas siete décadas no ha habido ninguna guerra mundial, aunque, como hemos señalado, hubo muchas pequeñas.
Los capitalistas no hacen la guerra por patriotismo, democracia o cualquier otro principio altisonante. Hacen la guerra para obtener beneficios, para capturar mercados extranjeros, fuentes de materias primas (como el petróleo) y para ampliar sus esferas de influencia.
Una guerra nuclear no significaría nada de esto, sino sólo la destrucción mutua de ambas partes. Incluso han acuñado una frase para describir esto: MAD (Destrucción Mutua Asegurada). Una guerra de ese tipo no beneficiaría a los banqueros y capitalistas.
Otro factor decisivo -ya mencionado- es la oposición masiva a la guerra, particularmente (pero no exclusivamente) en los Estados Unidos de América. Según una encuesta de opinión, sólo el 25% de la población estadounidense estaría a favor de una intervención militar directa en Ucrania, lo que significa que la inmensa mayoría se opondría.
Es esto, y no ningún amor por la paz, y desde luego ningún respeto por las Naciones (Des)Unidas, lo que ha impedido a Estados Unidos enviar tropas a un enfrentamiento directo con el ejército ruso en Ucrania.
Por supuesto, no faltan generales estadounidenses estúpidos o incluso desequilibrados que piensan que la guerra con Rusia o China, o mejor aún con ambas, sería una buena idea, y que si eso significara la aniquilación nuclear del planeta, sería un precio necesario a pagar.
Pero a esta gente la mantienen a raya, de la misma manera que un hombre que tiene un perro guardián feroz para defender su propiedad y se asegura de que está atado con una cadena. Y a menos que tengamos la perspectiva de la llegada al poder de un Hitler estadounidense, nadie se sentirá inclinado a firmar una nota de suicidio colectivo en nombre del pueblo estadounidense.
Aunque una guerra mundial en las condiciones actuales está descartada, habrá muchas guerras “pequeñas” y guerras a distancia como la de Ucrania. Esto se sumará a la volatilidad general y echará leña al fuego del desorden mundial.
EE.UU.
En EE.UU., la estabilidad del statu quo se basaba en la división del poder entre dos partidos burgueses, los Republicanos y los Demócratas. Durante más de 100 años, estos dos gigantes políticos se alternaron en el gobierno con la regularidad del péndulo de un viejo reloj.
Todo parecía funcionar a la perfección. Pero ahora, la regularidad anterior ha dado paso a las turbulencias más violentas.
Los años de Trump se caracterizaron por una imprevisibilidad extrema. Su negativa a aceptar el traspaso de poderes, o incluso a admitir que pudiera llegar a perder unas elecciones, creó las condiciones para el asalto del 6 de enero de 2021 al Congreso por una turba de sus partidarios furiosos. Estos acontecimientos fueron el heraldo de un nuevo periodo de violentas convulsiones en la sociedad estadounidense.
Todos los comentaristas económicos serios predicen que Estados Unidos entrará en recesión en 2023. La tasa de inflación anual de Estados Unidos supera ya el 8%, la más alta de los últimos 40 años. Como se ha dicho, la Reserva Federal ha estado aumentando gradualmente los tipos de interés, llevando los tipos hipotecarios a su nivel más alto en 15 años, acercándose al 7 por ciento, frente a poco más del 3 por ciento en 2021.
Al mismo tiempo, la deuda nacional estadounidense ha superado la marca de los 31 billones de dólares. Con la fuerte subida de los tipos de interés, esto ejercerá una gran presión sobre las finanzas públicas estadounidenses. La creación de empleo también se ha ralentizado, y el desempleo empieza a aumentar.
Esto se suma a un declive relativo a largo plazo, que ha provocado el estancamiento o la caída del nivel de vida de millones de estadounidenses. Los salarios reales llevan estancados desde los años setenta. Durante décadas se han destruido millones de puestos de trabajo bien remunerados en el sector manufacturero.
Esto explica el declive de la popularidad de los demócratas, antes considerados “amigos de los trabajadores”, y también por qué una figura como Trump podría aprovechar el resentimiento contra el establishment de una capa de la clase trabajadora.
Sin embargo, las elecciones de mitad de mandato de 2022 no produjeron la victoria del trumpismo que muchos esperaban, a pesar de los bajos índices de aprobación de Biden. Muchos de los candidatos de Trump fueron derrotados. Una de las principales razones fue la reacción contra la anulación de Roe vs Wade por el Tribunal Supremo, que anteriormente protegía el derecho al aborto.
Queda por ver si Trump gana la nominación presidencial del Partido Republicano, o si puede ser empujado por alguien como Ron DeSantis, el gobernador de Florida, que se ha posicionado como el candidato del “trumpismo sin Trump”. El escenario puede estar preparado para una escisión en el Partido Republicano, si Trump no se sale con la suya.
Descontento profundo
Existe un descontento generalizado y profundamente arraigado, que se expresa encuesta tras encuesta.
Más de la mitad de los estadounidenses cree que “en los próximos años habrá una guerra civil en Estados Unidos”, según una encuesta de la Universidad de California en 2022.
Según otra encuesta, el 85 por ciento de los estadounidenses cree que el país va por “mal camino”. El 58 por ciento de los votantes estadounidenses “cree que su sistema de gobierno no funciona…” y así sucesivamente.
Este arraigado estado de ánimo de descontento encontró su expresión más llamativa en el movimiento Black Lives Matter [Las Vidas Negras Importan] en 2020, que contó con el apoyo del 75 por ciento de la población. Pero esta radicalización se ha visto parcialmente desorientada por las llamadas políticas de la identidad.
Lo que se conoce como “guerras culturales” son utilizadas habitualmente tanto por políticos de extrema derecha como por liberales para incitar a sus partidarios. Se trata de un veneno que sólo puede combatirse con la política de clases.
La cuestión de clase
El resurgimiento de la cuestión de clase se expresa en la oleada de campañas de sindicalización en empresas como Amazon y Starbucks, pero también en las oleadas de huelgas que han afectado a Estados Unidos, como el “striketober” [octubre de huelgas] de 2021. Y la actividad huelguística sigue creciendo.
El resurgimiento de la cuestión de clase en Estados Unidos se expresa en las campañas de sindicalización en centros de trabajo como Amazon y Starbucks / Imagen: Socialist Revolution
Las últimas cifras revelan que el 71% de los estadounidenses apoyan a los sindicatos, su nivel más alto desde los años sesenta. Y entre los jóvenes esta cifra es aún mayor. Incluso entre el grupo de 18 a 34 años que apoya a Trump, el 71 por ciento simpatiza con las campañas sindicales en Amazon.
El movimiento hacia la sindicalización de los trabajadores precarios, principalmente jóvenes, es el primer indicio real de un renacimiento de la lucha de clases. Estas campañas de sindicalización están impulsadas por trabajadores de base jóvenes y radicales con poca conexión con el movimiento sindical tradicional. Forman parte de una nueva generación de combatientes de clase que se está formando en Estados Unidos y que se mueve rápidamente hacia la izquierda.
Sin embargo, existe una profunda y creciente desconfianza hacia todos los partidos existentes, especialmente los Demócratas. Es esta situación la que explica la crisis de la presidencia de Biden. Se le considera incapaz de resolver ninguno de los acuciantes problemas a los que se enfrentan la clase trabajadora y la juventud, desde la inflación a la guerra de Ucrania, desde el creciente y devastador impacto del cambio climático a la escasez de viviendas asequibles.
Es este sentimiento general de malestar el que explica la desconfianza generalizada hacia Biden y los demócratas entre una amplia capa de la población. La evolución ulterior de la lucha de clases abrirá el camino, en un momento dado, a la aparición de un tercer partido, basado en la clase obrera. Eso representará un cambio fundamental en toda la situación.
China
China era antes una de las principales fuerzas motrices que impulsaban la economía mundial. Pero ahora ha alcanzado sus límites y se está convirtiendo en su contrario. Los economistas burgueses observan la evolución de China con creciente alarma.
En los mercados libres de Occidente, las crisis financieras pueden estallar de repente, cogiendo por sorpresa a gobiernos e inversores. Pero en China, donde el Estado sigue desempeñando un papel importante en la economía, el gobierno puede desplegar capital político y financiero en un grado mucho mayor, con el fin de mitigar o posponer una crisis.
Esto da una apariencia de estabilidad, pero es una ilusión. Puesto que China ha optado por seguir el camino capitalista y ahora está completamente integrada en el mercado mundial capitalista, está sujeta a las mismas leyes de la economía de mercado capitalista.
Uno de los factores clave que han salvado a la economía china y mundial de una grave crisis después del crack del 2008 han sido las enormes cantidades de dinero inyectadas en la economía por el Estado chino.
Esto ascendió a cientos de miles de millones de dólares, la mayor parte de los cuales se canalizó hacia proyectos de infraestructura y desarrollo. Lo que estamos presenciando ahora es el fin de ese modelo. La economía china se está ralentizando. El escaso 2,8% de crecimiento de 2022 fue el nivel más bajo desde 1990. En 2021 la tasa se situó en el 8,1 por ciento.
Gran parte de esa inversión se dedicó a los LGFV (instrumentos de financiación de los gobiernos locales), que han acumulado una enorme montaña de deudas de 7,8 billones de dólares que amenaza la estabilidad de toda la economía china. Una gran parte de estas deudas están escondidas, como parte del semi-legal sector bancario en la sombra, en el que las empresas estatales y bancos están fuertemente implicados.
Esa deuda equivale a casi la mitad del PIB total de China en 2021, o aproximadamente dos veces el tamaño de la economía de Alemania. Con la disminución de los ingresos de los gobiernos locales, parece cada vez más probable un devastador dominó de impagos.
La intervención estatal sólo sirve para distorsionar el mecanismo del mercado, pero no puede eliminar sus contradicciones fundamentales. Puede retrasar una crisis, pero cuando ésta finalmente surja – que, tarde o temprano, deberá hacerlo – tendrá un carácter aún más explosivo, destructivo e incontrolable.
Una crisis financiera en China tendría un impacto devastador en el conjunto de la economía mundial. También crearía una situación muy explosiva dentro de China.
Siempre se ha supuesto que China necesita una tasa de crecimiento anual de al menos el 8% para mantener la estabilidad social. Una tasa de crecimiento del 3% es, por tanto, totalmente insuficiente. Y una gran crisis económica, desencadenada por un colapso del mercado inmobiliario, prepararía el terreno para grandes convulsiones sociales.
China se enfrenta a una explosión social
En este contexto hay que situar el congreso del Partido “Comunista” Chino de 2022, en el que Xi Jinping se afianzó en el poder. Según las antiguas reglas del Partido, Xi debería haber dimitido como líder en ese congreso, pero en su lugar aspira a ser líder vitalicio.
No es casualidad que Xi haya concentrado todo el poder en sus manos. China es un Estado totalitario que combina la economía de mercado capitalista con elementos de control estatal, heredados del antiguo Estado obrero deformado.
En un Estado totalitario, donde todas las fuentes de información están estrictamente controladas y todas las formas de oposición son despiadadamente reprimidas, es extremadamente difícil saber lo que ocurre bajo la superficie, hasta que de repente todo estalla.
No es casualidad que Xi haya ido concentrando todo el poder en sus manos / Imagen: 中国新闻网
Pudimos verlo en la lucha de los trabajadores de la mega fábrica de Foxconn en Zhengzhou y en las protestas nacionales contra los confinamientos de noviembre de 2022. Estallando aparentemente de la nada, estos movimientos adoptaron una forma explosiva y, en el caso de las protestas contra los confinamientos, se extendieron a cientos de localidades de todo el país en cuestión de horas. Estos acontecimientos señalan el comienzo de la ruptura del equilibrio social en China.
Sin embargo, la élite gobernante es muy consciente de ello. Cuenta con un poderoso aparato represivo y una enorme red de espías e informadores que están presentes en cada fábrica, oficina, bloque de apartamentos, escuela y universidad.
China gasta ahora más cada año en seguridad interna que en defensa nacional, y está aumentando ambos gastos. Xi y su camarilla son muy conscientes de los enormes peligros de la agitación popular y están tomando medidas para anticiparse a ella. Sin embargo, su régimen altamente sofisticado de censura online fue incapaz de impedir que se extendiera la información sobre las protestas recientes, aunque estas implicaron apenas unos cientos de personas en cada ciudad. Un movimiento de masas de la clase obrera paralizaría totalmente este sistema.
En gran medida, eso explica el aplastamiento del movimiento masivo de protesta en Hong Kong en 2019. De lo contrario, pronto se habría extendido al continente.
El magnífico alcance de ese movimiento -antes de que fuera secuestrado y conducido a un callejón sin salida por la élite liberal pro-occidental- da una ligera idea de cómo será una revolución proletaria en China, sólo que será a una escala mucho mayor.
Se dice que Napoleón Bonaparte dijo: “China es un dragón dormido. Dejemos que China duerma, porque cuando despierte sacudirá al mundo”. Hay mucho de cierto en ese dicho. Pero deberíamos introducir un pequeño cambio.
El proletariado chino es el más grande y potencialmente el más fuerte del mundo. Es como un dragón dormido que está a punto de despertar. Y cuando eso ocurra, ciertamente sacudirá al mundo.
En China se está preparando una enorme explosión social, aunque es imposible decir cuándo ocurrirá. Pero una cosa sí se puede predecir con absoluta certeza. Ocurrirá cuando menos se espere.
Y una vez que comience, no habrá quien la pare. Ninguna represión o intimidación será suficiente. Al igual que cuando el río Yangtsé se desborda, arrasará con todo.
Europa: tendencias centrífugas
La unidad de la UE podía darse por sentada mientras duraran las condiciones de boom. Pero esas condiciones favorables han desaparecido y punto. Y el inicio de las turbulencias económicas y financieras provocará más proteccionismo y nacionalismo económico.
El frágil tejido de la unidad europea será puesto a prueba hasta su destrucción en condiciones de profunda recesión económica. Las tendencias centrífugas resultantes acelerarán el alejamiento de la globalización y la mayor fragmentación de Europa y de la economía mundial en general.
El sur de Europa es el eslabón más débil de la cadena y está maduro para sufrir graves trastornos políticos e inestabilidad. La continua debilidad financiera de Grecia e Italia puede desencadenar el colapso de la unión monetaria europea. Pero incluso las naciones más fuertes están siendo socavadas. Estas tendencias se fortalecerán inevitablemente, ejerciendo una inmensa presión sobre el frágil tejido de la unidad europea.
Divisiones en Europa
La crisis ha puesto de manifiesto las profundas fisuras que existen entre los distintos Estados miembros de la UE. Incluso antes de la guerra en Ucrania y la pandemia, la economía europea se estaba desacelerando y las tensiones entre los países de la UE crecían. El indicio más evidente de ello ha sido la salida de Gran Bretaña, que ha dejado muchos problemas sin resolver. Pero las relaciones con Gran Bretaña no son la única fuente de fricciones en la UE.
Como resultado de la guerra en Ucrania y la amenaza al suministro de gas ruso a Europa, la UE se ve amenazada por una catástrofe económica. Los capitalistas de cada Estado europeo luchan por tomar medidas en su propio interés.
La solidaridad europea no entra en esta ecuación. Es un caso muy simple de “sálvese quien pueda y que sea lo que Dios quiera”.
La guerra de Ucrania ha abierto serias divisiones en la UE. Como ya se ha dicho, Polonia y los países bálticos son los más vociferantes entre los halcones. Pero el húngaro Victor Orban ha criticado abiertamente las sanciones de Occidente contra Rusia, y Hungría mantiene excelentes relaciones con el hombre del Kremlin. En consecuencia, Hungría tiene ahora los precios del gas más bajos de Europa.
Orban comentó con una fuerte dosis de ironía: “En la cuestión de la energía, somos enanos y los rusos son gigantes. Un enano sanciona a un gigante y todos nos asombramos cuando el enano muere”. Sus comentarios escandalizaron a los jefes de la UE. Pero no iban muy desencaminados.
El paquete alemán de ayudas a las empresas energéticas provocó de inmediato una dura reacción de varios países de la UE, que exigen una respuesta conjunta de la UE a la crisis energética. El Primer Ministro húngaro advirtió de que el paquete de ayudas previsto por Alemania equivale a “canibalismo” y amenaza la unidad de la UE en un momento en que los Estados miembros sufren graves tensiones económicas a causa de la guerra en Ucrania.
El húngaro Victor Orban ha criticado abiertamente las sanciones de Occidente contra Rusia / Imagen: EPP Flickr
Un alto asesor de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, declaró: “Es un acto, preciso, deliberado, no acordado, no compartido, no comunicado, que socava las razones de la Unión”. Emanuel Macron fue más diplomático, pero fue al fondo de la cuestión al decir: “No podemos ceñirnos a las políticas nacionales, porque eso crea distorsiones dentro del continente europeo”.
Sin embargo, el ministro alemán de la economia, Robert Habeck, defendiendo el paquete de medidas de alivio energético del país, contraatacó con una severa advertencia: “Si Alemania sufriera una recesión realmente profunda, arrastraría consigo a toda Europa”.
Alemania y los países capitalistas más ricos del norte de Europa no están dispuestos a pagar la factura de las economías capitalistas más pobres del sur y el este.
Sin embargo, hay indicios de un creciente descontento con esta postura. El Financial Times publicó un artículo con el siguiente titular: “Los alemanes de a pie pagan: las protestas contra la guerra se extienden por Europa central”. En él se informaba de un alarmante crecimiento de las manifestaciones antibelicistas y prorrusas en Alemania y otros países de Europa del Este.
Por el momento los participantes se contaban por centenares. Pero a medida que sigan bajando las temperaturas, aumentará la ira de mucha más gente. Las tensiones sociales resultantes amenazarán el delicado tejido político de Alemania.
También en la República Checa, el 3 de septiembre de 2022, entre 70.000 y 100.000 personas se manifestaron en la Plaza de Wenceslao de Praga, pidiendo la dimisión del gobierno de coalición de derechas pro-OTAN del Primer Ministro Petr Fiala. Entre otras reivindicaciones, los manifestantes corearon eslóganes contra la crisis del coste de la vida y la participación checa en la guerra a distancia de la OTAN contra Rusia.
El apoyo italiano a la guerra tampoco puede darse por sentado. Mientras que Meloni adoptó inmediatamente la postura “responsable” pro-occidental respecto a la guerra, sus socios de coalición Salvini y Berlusconi han tocado una melodía diferente, con Salvini pidiendo el fin de las sanciones a Rusia y Berlusconi alardeando abiertamente de su amistad con Vladimir Putin.
Alemania
La crisis mundial del capitalismo está alcanzando a Alemania. La guerra de Ucrania ha supuesto para la clase dominante alemana un duro despertar a la fragilidad real del imperialismo alemán.
Alemania fue durante décadas la potencia industrial de Europa. Bajo el timón de Angela Merkel, canciller durante 16 años, el capitalismo alemán logró exportar su salida de la crisis de 2008.
Su competitividad se había visto impulsada a costa de la clase trabajadora por las contrarreformas laborales Hartz IV y la precarización de las relaciones laborales, aplicadas en 2004 por el Gobierno socialdemócrata de Gerhard Schroeder.
La clase dominante alemana también aprovechó la restauración capitalista en Europa del Este para expandir su influencia hacia el este, lo que le proporcionó una reserva de mano de obra cualificada barata.
Esto, combinado con el acceso fácil e ilimitado a los suministros de petróleo y gas baratos de Rusia, dio a los capitalistas alemanes una ventaja competitiva adicional sobre sus rivales. El resultado fue un auge de las exportaciones al resto de la UE, Estados Unidos y China durante la década siguiente, con lo que Alemania reforzó su posición como superpotencia comercial mundial.
Un nivel relativamente bajo de deuda estatal, el control del euro y su posición destacada en las instituciones de la UE dieron a la clase dirigente alemana márgenes de maniobra para preservar la estabilidad social interna, a expensas del resto de Europa.
Sin embargo, todos los puntos fuertes del “modelo alemán” se están transformando en su contrario. El deterioro del comercio mundial en 2019, exacerbado por el impacto de la pandemia y la consiguiente dislocación de la cadena de suministro de materias primas, componentes, chips y el aumento de los costes de envío, socavó la producción y las exportaciones alemanas de automóviles, maquinaria y productos químicos.
La guerra de Ucrania supuso para la clase dominante alemana un duro despertar a la fragilidad real del imperialismo alemán / Imagen: Sergey Guneev
El impacto de la guerra de Ucrania puso de relieve el hecho de que Alemania no tiene el suficiente músculo económico o militar para perseguir sus propios intereses estratégicos cuando se enfrenta a potencias económicas y militares mayores.
El paquete de 100.000 millones de euros de gasto militar adicional anunciado por el canciller alemán Olaf Sholz fue un reconocimiento de esta realidad, pero sólo aumentará los beneficios del complejo industrial-militar.
La implacable presión del imperialismo estadounidense obligó a los capitalistas alemanes a desprenderse de la red cuidadosamente elaborada de lazos comerciales, empresas mixtas e inversiones directas ruso-alemanas, con un coste catastrófico.
A pesar de los intentos alemanes de dar largas al asunto y eludir medidas que habrían implicado una confrontación directa con Rusia, la dinámica de la guerra expuso inevitablemente la vulnerable y dependiente economía alemana a las severas represalias rusas mediante la estrangulación y posterior corte total del suministro energético.
Esta situación, unida a la explosión de la inflación, está llamada a tener profundas consecuencias sobre la estabilidad política y social del capitalismo alemán. El próximo período pondrá inevitablemente de manifiesto agudas contradicciones de clase, que socavarán la política de colaboración de clases de la socialdemocracia y de los dirigentes sindicales.
Ante el rápido deterioro del nivel de vida, bajo el martillo de la inflación galopante y el aumento de los costes energéticos, la clase obrera se verá obligada a contraatacar. Todo intento de la burocracia sindical de aferrarse a los viejos métodos de concertación social socavará aún más su autoridad.
Los intentos de movilizar a la clase obrera en apoyo de la clase capitalista, como las palabras del ex presidente federal Joachim Gauck llamando a los alemanes a “congelarse por la libertad” ya suenan huecas. En este contexto, las manifestaciones contra la guerra que hemos mencionado son una seria advertencia. En este contexto está implícita la inevitable tendencia a la ruptura de la colaboración social y a la explosión de la lucha de clases, ya que la clase dominante se está quedando sin opciones.
Italia
La llegada al poder del gobierno archiconservador de Meloni fue un acontecimiento profundamente preocupante para la burguesía italiana y el imperialismo.
Italia, ya en recesión, con la inflación en su nivel más alto en casi 40 años, tiene una enorme carga de deuda de 2,75 billones de euros, el 152 por ciento del PIB, que corre el riesgo de convertirse en una carga aún mayor con el aumento de los tipos de interés.
El éxito electoral de Meloni se debió a que se situó al margen del Gobierno de Mario Draghi. Draghi era el hombre de la burguesía, pero el problema fue que todos los partidos de su coalición sufrieron fuertes pérdidas en las elecciones.
Meloni hizo todo lo que pudo para asegurar a los mercados financieros europeos que se puede confiar en ella / Imagen: In Defence of Marxism
Meloni es una racista, una fanática y una reaccionaria extrema, pero no hay un “retorno al fascismo” en Italia. Más bien hay una creciente desconfianza hacia todos los partidos, como confirma el 40% de abstención.
Los votos totales a la coalición de derechas no subieron, pero un gran número de votos se desplazó de Berlusconi y la Lega a Fratelli d’Italia. Sólo uno de cada seis electores votó realmente a Fratelli d’Italia.
Inmediatamente después de las elecciones, Meloni hizo todo lo posible para asegurar a los mercados financieros europeos que se podía confiar en ella y que continuaría más o menos con las mismas políticas que Draghi. La financiación de la UE para estabilizar la economía italiana está condicionada a que el Gobierno imponga medidas de austeridad.
La crisis actual, con una inflación galopante, bajos salarios, alto desempleo, junto con políticas reaccionarias en cuestiones como el derecho al aborto, la inmigración, etc., es una receta acabada para una explosión de la lucha de clases y las protestas de los trabajadores y la juventud.
Francia
Como en todos los grandes países capitalistas, el gobierno francés gastó enormes sumas para evitar una crisis mayor durante la pandemia, pero ahora alguien tiene que pagar, y claramente va a ser la clase obrera francesa.
Pero los burgueses franceses se han enfrentado a una respuesta combativa de los trabajadores cada vez que se ha hecho un intento serio de eliminar las conquistas del pasado. Cuando Macron fue elegido por primera vez, se enfrentó al movimiento de los Chalecos Amarillos al año de asumir el cargo. Pero ahora es aún más débil.
Su apoyo activo real en la primera vuelta fue de apenas el 20% del electorado total de Francia. En lugar de un fortalecimiento del centro, se está produciendo una fuerte polarización hacia la izquierda (Mélenchon), y hacia la derecha (Le Pen).
La creciente inestabilidad se puso de manifiesto en las elecciones parlamentarias celebradas pocos meses después, en las que Macron no consiguió la mayoría absoluta en el Parlamento. El resultado es un gobierno débil, basado en un parlamento fracturado, bajo una enorme presión para cumplir el programa exigido por la clase capitalista.
Esto se produce en un momento de profundización de la crisis económica, con una inflación que sigue aumentando, con subidas de los tipos de interés que elevan los costes hipotecarios para millones de familias, y la amenaza de un aumento del desempleo a medida que la crisis mundial del capitalismo impacta en Francia.
Un indicio del cambio de estado de ánimo se pudo observar en la huelga de los trabajadores de las refinerías de octubre de 2022, que duró semanas y estuvo dirigida por la FNIC, la más izquierdista de las federaciones que componen la CGT. El gobierno intentó introducir medidas para derrotar la huelga, pero los trabajadores del petróleo contaban con el apoyo de la inmensa mayoría de la población, a pesar de la escasez de combustible provocada por la huelga.
Los dirigentes sindicales convocaron jornadas de acción para soltar presión y evitar así lanzar una lucha sin cuartel contra el gobierno. La misma táctica se ha utilizado en la lucha contra la reforma de las pensiones. Esto permitió al gobierno impulsar su reforma, a pesar de la movilización de millones de trabajadores y jóvenes, en varias ocasiones.
La dirección sindical no podrá frenar indefinidamente el movimiento. La huelga de los trabajadores del petróleo, el movimiento masivo contra la reforma de las pensiones y el desarrollo de una oposición de izquierda en la CGT: estas son anticipaciones de lo que podemos esperar en el próximo periodo a una escala mucho mayor. Una capa cada vez mayor de la clase trabajadora comprende el punto muerto de los “días de acción”. En las manifestaciones, la consigna de “huelga general” fue más visible que nunca. La repetición de mayo de 1968 está implícita en toda la situación.
Gran Bretaña
El inversor multimillonario Warren Buffet dijo en una ocasión que “sólo cuando baja la marea descubres quién ha estado nadando desnudo”. Esta descripción se ajusta admirablemente a la situación actual de Gran Bretaña.
No hace tanto tiempo. Gran Bretaña era vista como el país más estable política y socialmente, y probablemente el más conservador de Europa. Ahora se está convirtiendo en su opuesto.
Rishi Sunak fue “elegido” líder cuando Liz Truss fue expulsada, tras la debacle financiera. Entró en el número 10 de Downing Street prometiendo “arreglar” los “errores” de su predecesora.
Pero la urgente necesidad de equilibrar las cuentas y eliminar el enorme agujero de las finanzas públicas significa inevitablemente que el pueblo británico se enfrenta a un nuevo periodo de austeridad, recortes y ataques al nivel de vida.
Millones de hogares británicos se ven obligados a elegir entre mantener las luces encendidas o poner comida en la mesa. La flagrante diferencia entre ricos y pobres nunca ha sido tan evidente como ahora. Y esto aviva el fuego del resentimiento y la ira.
Hay muchos indicios de un cambio de conciencia en Gran Bretaña, como el hecho de que el 47% de los votantes tories estén a favor de nacionalizar el agua, la electricidad y el gas, lo que contradice directamente las políticas de libre mercado del gobierno Tory.
Tras muchos años de ataques sin precedentes contra los salarios y el nivel de vida, los trabajadores no están de humor para aceptar más imposiciones. Las contradicciones entre las clases se agudizan cada día.
Los Tories están divididos en varias líneas y cada vez más desmoralizados, volviéndose unos contra otros a medida que se acumulan las presiones de la crisis / Imagen: Socialist Appeal
La indignación se refleja en un número cada vez mayor de huelgas: ferroviarios, estibadores, carteros, basureros e incluso abogados penalistas ya se han declarado en huelga. Y les siguen otros como los profesores y las enfermeras.
Cada vez se habla más de la coordinación de la acción sindical. ¿Habrá una huelga general en Gran Bretaña? Es imposible predecirlo. Lo único que se puede decir con cierto grado de certeza es que ni el gobierno ni los dirigentes sindicales la desean, pero como se dan todas las condiciones objetivas para que se produzca, podrían caer en ella.
La reactivación de la lucha económica es un acontecimiento importante. Pero tiene sus limitaciones. Trotsky señaló que incluso la huelga más tormentosa no puede resolver los problemas más fundamentales de la sociedad, por no hablar de las que son derrotadas.
Incluso cuando los trabajadores consiguen un aumento salarial, éste queda rápidamente anulado por nuevas subidas de precios. Por lo tanto, en algún momento, el movimiento tendrá que adquirir una expresión política. Pero, ¿cómo conseguirlo?
Los laboristas y los conservadores
Durante un tiempo, el Partido Laborista había virado bruscamente a la izquierda bajo Jeremy Corbyn. En realidad, la clase dominante había perdido el control de los dos grandes partidos: de los laboristas a los reformistas de izquierda y de los tories a los chovinistas de derechas partidarios del Brexit.
Como resultado de la vergonzosa capitulación de la izquierda, la derecha ha logrado recuperar el control del Partido Laborista, algo que incluso los observadores burgueses más optimistas consideraban casi imposible.
Ahora los Tories están desacreditados y en crisis. Están divididos en diferentes líneas y cada vez más desmoralizados, atacándose unos a otros a medida que las presiones de la crisis se acumulan, precisamente cuando la clase dominante necesita un gobierno unificado para llevar adelante sus ataques a la clase obrera.
Las políticas del nuevo gobierno representan una combinación de recortes y subidas de impuestos que afectará no sólo a los trabajadores sino a amplias capas de la clase media. Es una receta acabada para la lucha de clases. Y cualquier cosa que hagan ahora los Tories será un error.
La nueva administración tory está intentando evitar convocar elecciones porque saben que serían aniquilados. Los laboristas llegarían al poder, no gracias a Starmer, sino a pesar de él.
Por su parte, Starmer no está muy entusiasmado con la idea de encabezar un gobierno laborista mayoritario, ya que eso le privaría de cualquier excusa para no llevar a cabo políticas en interés de la clase trabajadora. Su política consiste en amortiguar las expectativas y prometer lo menos posible.
Ni siquiera se excluye que pueda haber una escisión abierta en el Partido Tory, con la facción de derechas separándose para formar un nuevo partido Brexiteer, posiblemente junto con Nigel Farage. Eso podría llevar a la formación de un “gobierno de unidad nacional”, con una alianza de los laboristas con los liberales y los tories moderados.
De una forma u otra, la clase obrera tendrá que volver a aprender algunas lecciones dolorosas en la escuela de Sir Keir y la camarilla derechista que ahora controla el Partido Laborista, que son políticos burgueses en todo menos en el nombre.
La derecha ha llevado a cabo una purga a fondo del Partido, con el fin de evitar cualquier posibilidad de que se repita el asunto Corbyn. Pero una vez que los laboristas estén en el gobierno, estarán bajo la presión tanto de las grandes empresas como de la clase obrera.
Como fiel servidor de los banqueros y capitalistas, Starmer no dudará en llevar a cabo políticas en su interés. Pero cualquier intento de aplicar una política de recortes y austeridad provocará una explosión de ira, que acabará por encontrar una expresión dentro del Partido Laborista, empezando por los sindicatos, que, a pesar de todo, siguen manteniendo su vínculo con el partido. Serán necesarios grandes acontecimientos para obligar a la gente a aceptar el hecho de que ya no es posible volver a lo que había antes.
En Escocia, el laborismo perdió su bastión hace mucho tiempo. El Partido Nacional Escocés – el partido más grande de Escocia – se encuentra en un estado de turbulencia, habiendo perdido 30.000 miembros desde 2021 debido al estancamiento estratégico sobre la cuestión nacional. Sin embargo, la clase trabajadora y, en particular, los jóvenes, la mayoría de los cuales apoyan la independencia, no están volviendo al laborismo en números significativos, sino que están buscando un camino a seguir. En estas condiciones se abrirán grandes oportunidades para la tendencia marxista.
Crisis de la clase dominante
La clase dominante tiene los dirigentes que se merece. No es casualidad que en todas partes haya una crisis de liderazgo de la clase dominante, demostrada por las escisiones abiertas en la cúpula, en EEUU, en Gran Bretaña, en Brasil, en Pakistán.
Pero las razones de esta crisis de liderazgo están enraizadas en la propia situación. La crisis actual es tan profunda que prácticamente excluye cualquier margen de maniobra en la cúpula. Como observó Lenin, un hombre al borde de un precipicio no razona. Incluso a los dirigentes más inteligentes y capaces les resultaría imposible salir airosos de este marasmo.
Aun así, la calidad de la dirección sigue desempeñando un papel importante. En una guerra, a veces un ejército se ve obligado a retirarse. Pero con buenos generales, un ejército puede retirarse en buen orden, conservando la mayoría de sus tropas para combatir otro día, mientras que los malos generales convertirán una retirada en una desbandada.
Basta señalar a Gran Bretaña en la actualidad para demostrar lo acertado de esta afirmación.
Crisis de la democracia burguesa
Nuestra época -la época del imperialismo- se caracteriza sobre todo por la dominación del capital financiero. Todos los gobiernos, nada más entrar en funciones, son informados de que el ministro de finanzas debe ser “aceptable para los mercados”.
La experiencia del efímero gobierno de Truss en Gran Bretaña sirvió para ilustrar la naturaleza totalmente ficticia de la democracia burguesa formal en la época actual. En el caso de Gran Bretaña, los mercados eligieron tanto al ministro de finanzas como al primer ministro, evitando así al pueblo británico la dolorosa necesidad de elegir a nadie.
Tras la sonriente máscara del liberalismo se esconde el puño de hierro del capitalismo monopolista y la dictadura de los banqueros. Este puede ser usado en cualquier momento para destruir cualquier gobierno que no obedezca los dictados del Capital.
Eso se aplica obviamente a los gobiernos de izquierda, como en el caso de Grecia. Pero también puede aplicarse a los de derechas, como pronto descubrió la Sra. Truss a su costa. Un gobierno que aplicaba políticas que no gustaban a los burgueses fue destituido sin contemplaciones.
Aquí tenemos una prueba muy clara de quién manda realmente. El mercado manda. El resto es puro engaño y tomadura de pelo. Esto es perfectamente natural. Incluso en las condiciones más favorables, la democracia burguesa siempre fue una planta muy frágil.
Sólo podía existir allí donde la clase dominante era capaz de otorgar ciertas concesiones a la clase obrera que, hasta cierto punto y durante un periodo limitado, servían para mejorar las condiciones de las masas y, por tanto, para embotar el filo de la lucha de clases e impedir que sobrepasara ciertos límites.
Tras la máscara sonriente del liberalismo, se esconde el puño de hierro del capitalismo monopolista y la dictadura de los banqueros / Imagen: In Defence of Marxism
Las “reglas del juego” debían ser aceptadas por todos, y las instituciones existentes (el parlamento, los políticos, los partidos, el Estado, la policía, el poder judicial, la “prensa libre”, etc.) gozaban de cierta autoridad y respeto.
Durante mucho tiempo, en los países capitalistas avanzados de Europa y Norteamérica, este modelo tuvo éxito en lo esencial. Pero ahora las condiciones han cambiado y todo el edificio de la democracia burguesa formal está siendo puesto a prueba hasta su destrucción.
Dondequiera que se mire, se ven pruebas claras de la agudización de las contradicciones de clase que están desgarrando el tejido de la sociedad. Las tendencias centrífugas se manifiestan en la esfera política en el hundimiento del centro político, que es la expresión más clara de la polarización social.
América Latina
Toda América Latina parece un volcán a punto de estallar. Sus economías están siendo castigadas por la revalorización del dólar estadounidense, que encarece el coste de la deuda existente y hace más onerosa la financiación adicional.
Esto puede desembocar en una crisis generalizada de la deuda como la de los años ochenta. Quizás la más vulnerable de las economías latinoamericanas sea ahora Argentina. Pero varios países están ya al borde del impago.
América Latina fue la región del mundo más afectada por el impacto social y económico de la pandemia de Covid-19, que golpeó tras un periodo de estancamiento económico. Antes de la pandemia asistimos a movimientos de masas en varios países que adquirieron proporciones insurreccionales en varios de ellos, especialmente en Ecuador y Chile en octubre y noviembre de 2019.
El confinamiento por la pandemia cortó parcialmente ese proceso, pero ahora las cuestiones fundamentales se están reafirmando de nuevo. Vimos el movimiento histórico del paro nacional en Colombia en 2021 y luego otro paro nacional en Ecuador en 2022.
Las masas volvieron a las calles en gran número en Haití y otros países. Si la clase obrera no tomó el poder en Chile, Ecuador y Colombia fue sólo por la ausencia de una dirección revolucionaria.
En el período anterior, durante el auge de las materias primas, Evo Morales, Correa, Néstor Kirchner e incluso Chávez, fueron capaces hasta cierto punto de aplicar políticas sociales. Pero eso se acabó en 2014 con la desaceleración de China.
Ahora, gobiernos políticamente afines se enfrentarán en cambio a una profunda crisis económica del capitalismo. Su margen de maniobra será mucho menor. Este será también el caso del Gobierno de Lula en Brasil.
Brasil
El desempleo en Brasil se sitúa oficialmente en torno a los 11 millones de personas, pero el número real de desocupados es mucho mayor. Las últimas cifras muestran que alrededor del 30% de la población vive en la pobreza, un fenómeno que aumentó significativamente durante la pandemia. Y con una inflación creciente – que ronda ahora el 8% – esta situación está destinada a empeorar.
La población está extremadamente polarizada, con una pobreza creciente en un extremo y la concentración de la riqueza en manos de una pequeña minoría de superricos en el otro. Esta polarización se refleja en la situación política. En las elecciones de 2022, las comunidades más pobres del norte y el noreste votaron masivamente a Lula, mientras que en el centro y el sur, más ricos, se impuso Bolsonaro.
Sin embargo, debido a la posición abiertamente colaboracionista de clase de Lula, y a su giro a la derecha durante la campaña electoral, Bolsonaro pudo captar una capa significativa del electorado de clase trabajadora.
Ya en 2018, fue la austeridad de Dilma la que preparó la victoria de Bolsonaro, que pudo presentarse demagógicamente como el candidato del “pueblo”. Este elemento estuvo presente en las elecciones de 2022, y también explica por qué Bolsonaro sacó resultados mucho mayores de lo que los encuestadores predijeron en un principio.
La campaña de Lula carecía de cualquier contenido que pudiera atraer seriamente a los trabajadores y a los pobres sobre una base de clase.
Los trabajadores aprovecharon las elecciones para librarse del odiado Bolsonaro. Pero estas esperanzas se verán frustradas por la dura realidad de la crisis del capitalismo en Brasil. Una vez que tengan la experiencia de Lula en el poder en un período de grave crisis capitalista, empezarán a sacar la conclusión de que tienen que empezar a tomar las cosas en sus propias manos, con huelgas, protestas callejeras y movimientos juveniles, como hemos visto en muchos otros países.
Fracaso de los gobiernos “progresistas
Los gobiernos de “izquierda” y “progresistas” en el poder han revelado crudamente sus limitaciones en un periodo de grave crisis económica del capitalismo. Es el caso del gobierno de Fernández y Kirchner en Argentina, que ha firmado un acuerdo con el FMI que implica severas políticas de austeridad.
En Chile, Boric ha continuado con la política de militarización de las zonas mapuche y ha llevado a cabo una política fiscal de recortes para reducir el déficit. En México, López Obrador ha hecho todo tipo de acuerdos con EE.UU. sobre migración, ha sacado al Ejército a la calle para ocuparse de la seguridad, etc.
En Perú, Castillo hizo una concesión tras otra a la clase dominante y a las multinacionales. Esto sólo sirvió para minar su propio apoyo, sin apaciguar a la clase dominante, le destituyó de una vez por todas.
Todos estos gobiernos tenían una idea común, la del “anti-neoliberalismo”. Esta es la noción utópica de que se puede gobernar en interés de los trabajadores y los campesinos dentro de los límites del capitalismo. Pero el “neoliberalismo” no es una opción política, sino simplemente la expresión del callejón sin salida del capitalismo actual a escala mundial.
En Perú, Castillo hizo una concesión tras otra a la clase dominante y a las multinacionales / Imagen: Presidencia de la República del Perú
No es posible aplicar un conjunto diferente de políticas sin desafiar la dominación de la clase dominante y del imperialismo. Esa es la debilidad fatal de todos estos gobiernos supuestamente progresistas. Es esta contradicción central la que prepara el terreno para nuevas explosiones sociales de masas en América Latina. Los levantamientos revolucionarios están a la orden del día.
Cuba en la encrucijada
Cuba se enfrenta a la situación más difícil desde la revolución de 1959. Desde el punto de vista económico, vemos los golpes combinados del endurecimiento de las sanciones estadounidenses por parte de Trump, el impacto de Covid en el turismo, los altos precios de la energía, todo lo cual se suma al bloqueo estadounidense de décadas, y la mala gestión e ineficiencia del gobierno burocrático.
La situación se agrava aún más por las políticas pro capitalistas de la burocracia cubana, que, desesperada por encontrar una salida al estancamiento, mira hacia China y Vietnam.
Este es el telón de fondo en el que pueden desarrollarse las protestas antigubernamentales. Después de 10 años de discutir las reformas económicas, la situación no ha mejorado, sino que ha empeorado.
Una parte de la población ha perdido toda esperanza, decenas de miles emigran y otros han perdido toda confianza en el gobierno y la burocracia. En este contexto se han producido protestas, las mayores desde 1994. Sin embargo, es necesario analizar el contenido de estas manifestaciones.
En ausencia de una dirección revolucionaria consciente, el comprensible descontento de las masas puede presentar un caldo de cultivo favorable para un apoyo popular a la contrarrevolución capitalista.
Por otro lado, hay un sector importante de la población que apoya la revolución, tiene un fuerte sentimiento antiimperialista y rechaza la contrarrevolución. Entre esta capa también crece la crítica contra la burocracia.
Nuestra tarea es explicar pacientemente, a los elementos más avanzados entre ellos, que el único camino para la defensa de la revolución es la lucha por la democracia obrera y el internacionalismo proletario.
África
Amplias zonas de África viven actualmente un periodo de extrema turbulencia e inestabilidad. De los 60 países que el FMI considera “sobreendeudados o en peligro de sobreendeudados”, 50 es en África. Alrededor de 278 millones de personas -aproximadamente una quinta parte de la población total- pasaron hambre en 2021, un aumento de 50 millones de personas desde 2019, según cifras de la ONU. Sobre la base de las tendencias actuales, se prevé que esta cifra aumente a 310 millones en 2030.
Este es el telón de fondo de la inestabilidad social y política general y de las turbulencias que se han extendido por todo el continente. Se han producido movimientos de masas, golpes de Estado, guerras y guerras civiles en Mali, Níger, Burkina Faso, Chad, Sudán, Etiopía, Guinea-Bissau, Guinea y toda la zona del Sahel.
Estos conflictos han impulsado en parte la cifra récord de 100 millones de personas obligadas a abandonar sus hogares hasta el 2022. Los conflictos en Ucrania, Myanmar, Yemen y Siria también han contribuido a esta cifra. Sin embargo, el problema de la migración forzosa es especialmente grave en el África subsahariana debido a la crisis medioambiental. Según un informe reciente, dos tercios de los 27 países que se enfrentan a “amenazas ecológicas catastróficas” se encuentran en esta parte del mundo, y todos menos uno de los 52 países del África subsahariana sufren “estrés hídrico extremo”. Las presiones combinadas de la crisis medioambiental, los conflictos y las migraciones forzosas tendrán un efecto cada vez más desestabilizador, en todo el continente y más allá.
Nigeria
Nigeria, la mayor economía del continente, no está en absoluto al abrigo de esta inestabilidad. A pesar de sus inmensos recursos petrolíferos y minerales, 70 millones de personas siguen viviendo en la extrema pobreza.
La corrupta y degenerada élite gobernante es completamente incapaz de resolver ninguno de los problemas del capitalismo nigeriano. Los dos principales partidos del país, el gobernante All Progressives Congress Party y el principal partido de la oposición, el PDP, están totalmente desacreditados entre amplias capas de la sociedad.
En 2020, el país se vio sacudido por el movimiento juvenil de masas “EndSARS”. Este maravilloso movimiento, liderado en gran medida por los jóvenes, comenzó como reacción al asesinato de un joven en eñ Ughelli Delta a manos de la Brigada Especial Antirrobo (SARS) de la policía nigeriana.
En 2020, Nigeria se vio sacudida por el movimiento juvenil masivo “Acabemos con el SARS” / Imagen: Kaizenify
El movimiento se extendió como la pólvora a casi todos los estados del sur del país. Este movimiento expresaba la ira, la frustración y el descontento acumulados de la juventud nigeriana, que ha sido la más afectada por la crisis del capitalismo.
Pero aunque el movimiento acabó por extinguirse, ninguno de los problemas subyacentes que lo originaron se ha resuelto. La crisis económica mundial, el aumento de la inflación y el hecho de que millones de personas más vayan a engrosar las filas de los pobres, preparan el escenario para nuevas oleadas de lucha de clases a un nivel aún más alto.
Sudáfrica
Sudáfrica es el país clave del continente africano. Tiene una economía relativamente bien desarrollada y una infraestructura avanzada. Es uno de los mayores exportadores de minerales del mundo. También cuenta con sectores manufactureros, financieros, energéticos y de comunicaciones bien establecidos. Sobre todo, desde un punto de vista marxista, tiene un proletariado numeroso y poderoso con una maravillosa tradición de lucha.
Todos los elementos necesarios para la creación de un país próspero están presentes. Sin embargo, la mayoría de la población vive en la precariedad. El desempleo real asciende a la escalofriante cifra de 10,2 millones de personas y la mitad de la población vive en la pobreza.
Durante décadas, el ANC fue un pilar de estabilidad para el capitalismo sudafricano. Pero años de escándalos de corrupción y ataques a la clase trabajadora han corroído su autoridad y lo han sumido en la crisis más profunda de su historia.
Mientras su apoyo ha ido disminuyendo, internamente ha descendido a interminables guerras de desgaste entre diversas facciones burguesas que están dividiendo al partido, al tiempo que lo separan cada vez más de las masas que solían verlo como suyo.
El desarrollo particular de la lucha de clases y el desarrollo de las fuerzas políticas en Sudáfrica históricamente, significa que la clase dominante no tiene un segundo partido en el que apoyarse.
A medida que las condiciones económicas preparen un nuevo auge de la lucha de clases, a la clase dominante le resultará más difícil utilizar el peso de los dirigentes del ANC para frenar el movimiento.
Pakistán
Pakistán se enfrenta a una aguda crisis financiera y corre el riesgo de impago de su deuda externa de 130.000 millones de dólares. Las reservas de divisas han caído a uno de los niveles más bajos de la historia. La inflación está en su nivel más alto desde la independencia. La inflación de los alimentos y el combustible supera el 45%.
Y encima tenemos el impacto de las inundaciones más catastróficas de la historia de la nación. Millones de personas viven una situación dramática de hambre, falta de agua potable, falta de vivienda y pobreza abyecta.
El primer ministro Sharif ha recurrido al FMI para obtener paquetes de rescate, pero los graves daños infligidos por las inundaciones generalizadas hacen que ni siquiera los préstamos del FMI sean suficientes para tapar el agujero de las finanzas pakistaníes.
Mientras tanto, el régimen está dividido y en crisis, con facciones rivales que luchan entre sí como gatos en un saco, mientras el poder real sigue firmemente en manos de los generales.
El gobierno actual, dirigido por Shahbaz Sharif, está preocupado principalmente por eliminar al partido de Imran Khan de las asambleas provinciales y reforzar su propio control del poder.
El desesperado intento de Khan de restablecer su posición fue bloqueado por los militares, que intentaron eliminarlo de la escena por el simple expediente de un asesinato (fallido).
Esto ha provocado la desconfianza generalizada del grueso de la población hacia todos los partidos, a los que ven correctamente como otros tantos gángsters. Teniendo en cuenta todos estos factores, no se puede descartar en absoluto un estallido de protestas masivas como las de Sri Lanka en 2022.
El intento desesperado de Khan de restablecer su posición fue bloqueado por el ejército / Imagen: Instituto Estadounidense de la Paz, Wikimedia Commons
Comentando la catastrófica situación actual, el propio Khan dijo: “Durante seis meses he sido testigo de cómo una revolución se apoderaba del país… [La] única pregunta es si será una revolución suave a través de las urnas o una revolución destructiva a través del derramamiento de sangre”.
Sus palabras pueden resultar más proféticas de lo que él mismo cree.
La razón se convierte en sinrazón
Cuando la mayoría de la gente contempla la situación actual, llega a la conclusión de que el mundo se ha vuelto loco. Las masas sienten en su corazón y en su alma que algo va mal, que algo no funciona, que “el tiempo está fuera de quicio”, por citar a Hamlet de Shakespeare. Pero no saben de qué se trata.
Lo que quieren decir con esto es que no pueden encontrar ninguna explicación racional a lo que está ocurriendo. En cierto sentido, cuando atribuyen todo a una especie de locura colectiva, no se equivocan. Pero es la locura la que está incorporada en el ADN del sistema capitalista. En palabras de Hegel, la Razón se convierte en Sinrazón.
Pero en otro sentido, más profundo, están equivocados. Creen que lo que está ocurriendo no se puede entender y se desesperan.
Pero, como el universo en general, todos los procesos que observamos tienen una explicación racional y pueden ser comprendidos. Para adquirir tal comprensión, es necesario poseer un método adecuado. Y ése sólo puede ser el método del pensamiento dialéctico: el método del marxismo.
Conclusiones
Lo descrito aquí no son más que las manifestaciones externas de una crisis existencial del capitalismo.
El sistema capitalista ya no es capaz de utilizar todas las fuerzas productivas -incluida la fuerza de trabajo de la clase obrera- que ha creado. Esto es un indicio de los límites a los que ha llegado el sistema capitalista.
Esto no significa que el sistema capitalista esté a punto de derrumbarse. Lenin explicó que los capitalistas siempre encontrarán una salida incluso a la crisis más profunda. La cuestión es: ¿a qué precio para la humanidad, y para la clase obrera en particular?
Una profunda recesión haría que el desempleo alcanzara proporciones históricas. Esto tendría las más profundas implicaciones revolucionarias. Esto ya lo entienden los estrategas del Capital.
A finales de septiembre pasado, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, advirtió a los líderes internacionales de un inminente “invierno de descontento global” en un mundo acosado por múltiples crisis, desde la guerra de Ucrania hasta el calentamiento del clima.
“La confianza se desmorona, las desigualdades estallan, nuestro planeta arde”, dijo Guterres al inaugurar la Asamblea General anual. Era una valoración justa de la situación mundial. Pero no fue el único que llegó a una perspectiva sombría. La consultora de riesgos Verisk Maplecroft escribió en un informe el 2 de septiembre de 2022:
“El mundo se enfrenta a un aumento sin precedentes de los disturbios civiles a medida que los gobiernos de todo tipo lidian con los impactos de la inflación en los precios de los alimentos básicos y la energía”.
“Para los gobiernos incapaces de gastar para salir de la crisis, es probable que la represión sea la principal respuesta a las protestas antigubernamentales”, se lee en el informe de Verisk Maplecroft.
“Pero la represión conlleva sus propios riesgos, pues deja a las poblaciones descontentas con menos mecanismos para canalizar su disidencia en un momento de creciente frustración con el statu quo. En los países donde hay pocos mecanismos eficaces para canalizar el descontento popular, como medios de comunicación libres, sindicatos que funcionen y tribunales independientes, es probable que baje el umbral para que la población salga a la calle.”
¿Son imposibles las reformas?
Objetivamente hablando, el sistema capitalista ya no puede permitirse garantizar las reformas que conquistó la clase obrera en las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial.
La burguesía se enfrenta ahora a un problema insuperable: ¿cómo conseguir que la clase obrera acepte la liquidación de esas conquistas? Eso está resultando tan difícil que la clase dominante se ve obligada a seguir sosteniendo un sistema que es insostenible.
Pero, ¿es correcto decir, como hacen algunos, que las reformas son ahora imposibles? No. Eso es incorrecto. Si se ve amenazada con perderlo todo, la clase dominante no dudará en conceder reformas, incluso reformas que “no puede permitirse”.
Durante el período de posguerra la burguesía de los países capitalistas avanzados pudo permitirse hacer concesiones porque había acumulado una capa de grasa. Se podría recurrir a esas reservas en tiempos de crisis, cuando la supervivencia del sistema esté en peligro.
E incluso si eso resulta insuficiente, pueden recurrir al endeudamiento, creando deudas masivas, que pueden hacer recaer sobre los hombros de las generaciones futuras para que las paguen. Y eso es justo lo que hicieron durante la pandemia, porque estaban aterrorizados por las posibles consecuencias sociales y políticas de un colapso económico general.
Así que recurrieron a los métodos keynesianos, que los economistas habían relegado previamente al basurero de la historia. Durante la pandemia gastaron sumas exorbitantes. Pero se quedaron con deudas enormes que tarde o temprano tendrán que pagar. Y así sigue siendo.
Lo que sí se puede decir es que la burguesía no puede permitirse hacer ninguna reforma significativa y duradera. Lo que dan con una mano, lo recuperan con la otra. La inflación anula rápidamente cualquier aumento salarial. Y la acumulación de deuda no hace más que acumular contradicciones aún mayores para el futuro.
La inflación provocará una oleada de huelgas y una intensificación de la lucha económica.
Por el contrario, una profunda recesión llevaría a una reducción de la actividad huelguística, pero la amenaza de cierres de fábricas puede llevar a ocupaciones, y habría un giro hacia el frente político.
No se puede descartar que al final, ante la oposición de las masas a la austeridad, los burgueses se vean obligados a retroceder, optando en su lugar por un ataque indirecto.
Tanto la inflación como la deflación son ataques contra la clase obrera. La diferencia es que la inflación es un ataque indirecto, mientras que la deflación (desempleo) es un ataque directo. Desde el punto de vista de los trabajadores, se trata de elegir entre una muerte lenta en la hoguera o una muerte rápida en la horca. Ninguna de las dos es aceptable. Y ambas conducirán a una explosión de la lucha de clases.
Desigualdad
En un informe reciente, el Banco Mundial predijo que, a menos que se produjera un fuerte repunte de la economía mundial, se calcula que 574 millones de personas, o alrededor del 7% de la población mundial, seguirían viviendo con sólo 2,15 dólares al día en 2030, la mayoría en África.
Los obscenos beneficios de los ricos, en un momento en que millones de personas luchan por sobrevivir, provocan sentimientos de profunda y duradera injusticia / Imagen: Wikimedia Commons
En cambio, los ricos son cada vez más obscenamente ricos. En un reciente artículo de Bloomberg se hablaba de las perspectivas de un nuevo fenómeno llamado “bebés del fondo fiduciario del billón de dólares”, que seguramente aparecerá en la próxima década. Se trata de hijos de superricos que serán más ricos que algunos países pequeños desde su nacimiento.
“¿Cómo se puede hablar de igualdad de oportunidades”, señalaba el artículo, “cuando algunas personas heredan fortunas que superan las dotaciones de universidades enteras? ¿Y cómo se puede alabar la ética del trabajo cuando tenemos una clase ociosa permanente en constante expansión?”.
La realidad es la que Marx describió en El Capital: “La acumulación de riqueza en un polo es al propio tiempo, pues, acumulación de miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, ignorancia, embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto, esto es, donde se halla la clase que produce su propio producto como capital.”
Los obscenos superbeneficios anunciados por Shell y otras grandes empresas energéticas, precisamente en un momento en que millones de personas luchan por sobrevivir, provocan sentimientos de profunda y duradera injusticia y amargura.
Las masas toman nota de estas flagrantes contradicciones, avivando el fuego ardiente del resentimiento y el odio hacia los ricos parásitos que, a su vez, alimentará la lucha de clases. Toda la situación está preñada de implicaciones revolucionarias. Ya podemos ver claras pruebas de ello.
Sri Lanka
Si quieres ver cómo es una revolución, sólo tienes que mirar la insurrección popular espontánea en Sri Lanka. Aquí vimos el colosal poder potencial de las masas. Y golpeó sin previo aviso, como un rayo caído de un cielo azul despejado.
Si alguien dudaba de la capacidad de las masas para hacer una revolución, ésta fue una respuesta rotunda. Los acontecimientos de Sri Lanka demostraron que, cuando las masas pierden el miedo, no hay represión que pueda detenerlas.
Sin dirección, sin organización y sin un programa claro, las masas tomaron las calles y derrocaron al gobierno con la facilidad con la que un hombre aplasta a un mosquito. Pero Sri Lanka también nos muestra algo más.
El poder estaba en las calles, esperando a que alguien lo recogiera. Hubiera bastado con que los líderes de las protestas dijeran: “Ahora tenemos el poder. Somos el gobierno”.
Pero esas palabras nunca se pronunciaron. Las masas abandonaron en silencio el palacio presidencial y se permitió el regreso del antiguo poder. Los frutos de la victoria se devolvieron a los viejos opresores y a los charlatanes parlamentarios.
El poder estaba en manos de las masas, pero se permitió que se les escapara de las manos. Es una verdad desagradable. Pero es la verdad.
La conclusión es ineludible. Sin una dirección correcta, la revolución sólo puede triunfar con gran dificultad y, la mayoría de las veces, no puede triunfar en absoluto.
Irán
La inspiradora revuelta revolucionaria de Irán ha sido otra sorprendente confirmación de lo anterior. Se produjo tras la muerte bajo custodia policial de Masha Amini, una mujer kurda de 22 años, detenida por la odiada policía de la moralidad supuestamente por “no llevar correctamente el hiyab”.
Pero no fue un hecho aislado. Ha habido muchas muertes de este tipo en Irán. En esta ocasión, sin embargo, se alcanzó un punto crítico en el que la cantidad se transformó en calidad.
La explosión que siguió se extendió inmediatamente a todas las grandes ciudades, llegando incluso a pequeños pueblos y aldeas que nunca antes habían sido testigos de ninguna manifestación. Los manifestantes eran en su inmensa mayoría jóvenes, y una gran parte eran chicas, no sólo de las universidades sino también de las secundarias.
Las fuerzas de seguridad respondieron con una represión brutal, cada vez más dura a medida que crecía el movimiento. En los numerosos y violentos enfrentamientos entre la juventud y las fuerzas de represión, murieron cientos de personas y miles más fueron detenidas.
En respuesta, las huelgas estudiantiles se extendieron a más de cien universidades y muchas escuelas. El aspecto más sorprendente de estas protestas fue la total falta de miedo por parte de la gente muy joven, especialmente de las chicas muy jóvenes.
El aspecto más sorprendente de las protestas en Irán fue la total falta de miedo por parte de gente muy joven / Imagen: Darafsh
Las alumnas de Irán empezaron a agitar sus pañuelos en el aire y a cantar contra las autoridades clericales. ¡Qué inspiración! Sus cánticos tenían a menudo un contenido abiertamente revolucionario, pidiendo el derrocamiento del régimen y “¡Muerte al Líder Supremo!”.
La brutal reacción del régimen no sólo ha radicalizado a la juventud, sino también a las organizaciones de trabajadores, y muchas se han declarado en huelga. Esta lista incluye a los camioneros, el Consejo para la Organización de Protestas de los Trabajadores de Contratas Petroleras, los trabajadores de Haft Tappeh, los trabajadores de la Compañía de Autobuses de Teherán, el Comité Coordinador de Profesores, entre otros.
Se crearon comités juveniles revolucionarios en todo el país, junto con llamamientos a la huelga general, que han sido apoyados por las organizaciones citadas anteriormente, así como por la mayoría de los sindicatos independientes. Hubo una serie de oleadas huelguísticas de los pequeños comerciantes, los bazaríes, que en el pasado fueron uno de los pilares más sólidos del régimen. Pero los obreros industriales aún no se han movido de forma decisiva, y éste es el talón de Aquiles del movimiento.
Todo esto es muy similar a los movimientos que se produjeron antes de la convulsión revolucionaria de 1979. Pero no está claro si el movimiento actual pasará a una fase superior.
Los trabajadores muestran gran simpatía y apoyo por la rebelión de la juventud, Pero si el levantamiento permanece aislado en la juventud, no puede tener éxito.
Un movimiento como éste no puede permanecer como está durante mucho más tiempo sin alcanzar el punto crítico en el que, o bien logrará derrocar al régimen, o bien sufrirá una derrota. Como en Sri Lanka, la cuestión más decisiva es el factor subjetivo: la dirección revolucionaria.
El factor subjetivo
La intensificación de la lucha de clases se deriva de este análisis con la misma inevitabilidad que la noche sigue al día. Pero el resultado de la lucha de clases nunca puede predecirse de antemano, porque se trata de una lucha de fuerzas vivas.
Como hemos explicado anteriormente, existen muchas analogías entre la guerra entre las clases y la guerra entre las naciones. En ambos casos intervienen factores objetivos y subjetivos. Y el factor subjetivo suele desempeñar un papel decisivo.
Nos referimos a cosas como la moral y el espíritu de lucha de las tropas y, sobre todo, la calidad de la dirección. El período actual se caracterizará por la intensificación de las luchas de clases y los levantamientos de masas. Pero lo que falta es una dirección revolucionaria.
El factor subjetivo es tan importante en las revoluciones como en cualquier guerra. ¿Cuántas veces en la historia de las guerras una gran fuerza de soldados decididos y valientes ha sido llevada a la derrota por oficiales cobardes e incompetentes cuando se ha enfrentado a una fuerza mucho menor de soldados profesionales disciplinados y entrenados dirigidos por oficiales audaces y eficaces?
Es este factor el que falta, o es extremadamente débil en la actualidad. Las fuerzas del marxismo genuino han retrocedido durante décadas por factores históricos que no necesitamos explicar aquí. Y la degeneración de los dirigentes reformistas y ex estalinistas ha alcanzado un punto bajo que habría parecido impensable en el pasado.
Por lo tanto, aunque podemos predecir con absoluta confianza que los trabajadores se levantarán en revuelta en un país tras otro, no podemos expresar el mismo grado de confianza con respecto al resultado de estas luchas.
El fracaso de la izquierda
Tomemos algunos ejemplos, empezando por Sanders en EEUU y Corbyn en Gran Bretaña. Estaban muy confundidos y obviamente tenían muchas limitaciones. Eso estaba muy claro para los marxistas desde el principio. Pero lo que está claro para nosotros no está necesariamente claro para las masas.
Sin embargo, desde nuestro punto de vista, ambos tuvieron un gran significado sintomático. Revelaron algo muy importante. Ambos actuaron como un catalizador que sacó a la superficie un profundo estado de ánimo de descontento con el establishment político y la sociedad existente que existía en las masas, pero que permanecía sólo latente porque carecía de un punto de referencia.
Los discursos de Sanders y Corbyn, que sonaban radicales, actuaron como un poderoso imán que permitió que los incoherentes y embrionarios instintos revolucionarios se expresaran de forma organizada. Este es un hecho muy importante, que tiene importantes implicaciones para el futuro.
El cuestionamiento general del sistema capitalista salió a la superficie y la palabra socialismo volvió al orden del día, algo muy positivo. Sin embargo, a fin de cuentas, se trató sólo de figuras accidentales que se toparon con sus propias limitaciones y fueron destruidas por ellas. Como resultado, los movimientos de masas que surgieron a su alrededor están ahora muertos.
Se podría decir lo mismo de Hugo Chávez, aunque fue más lejos que ellos y consiguió mucho más. Si hubiera podido evolucionar más de no haber muerto prematuramente es una pregunta que nunca podrá responderse. Pero también en su caso, la falta de claridad política jugó un papel fatal, como han revelado claramente los acontecimientos posteriores en Venezuela.
Los casos de Podemos en España y Syriza en Grecia proporcionan ejemplos aún más claros del desastroso papel de la llamada izquierda en la política. Cuanto más se acercan estos líderes al poder, más tímidos, cobardes y traicioneros se vuelven.
Los casos de Podemos en España y Syriza en Grecia ofrecen ejemplos aún más claros del desastroso papel de la llamada izquierda en política / Imagen: fair use
Su retórica radical sólo sirve para encubrir el hecho de que en realidad nunca cuestionan la existencia del sistema capitalista y, por lo tanto, cuando se encuentran en el gobierno, se ven obligados a operar sobre la base de sus leyes.
El resultado inevitable es la traición y la desmoralización de sus bases. La conclusión es evidente. Con los actuales dirigentes, habrá una derrota tras otra.
Pero eso es sólo una cara del proceso. Poco a poco, empezando por las capas más avanzadas, en particular la juventud, los trabajadores aprenderán de sus derrotas. Empezarán a comprender el verdadero papel del reformismo de izquierdas y se esforzarán por superarlo.
En muchos países hemos visto el surgimiento espontáneo de grupos de jóvenes que se autodenominan comunistas. Se trata de una evolución muy significativa, a la que debemos prestar mucha atención.
Similitudes y diferencias
Las condiciones económicas del próximo periodo se parecerán mucho más a las de los años 30 que a las que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Pero hay diferencias importantes, principalmente porque la ecuación social ha cambiado.
Las reservas sociales de la reacción son mucho más débiles que entonces, y el peso específico de la clase obrera es mucho mayor. El campesinado ha desaparecido en gran medida en los países capitalistas avanzados, mientras que amplias capas de la antigua clase media (profesionales, trabajadores de cuello blanco, maestros, profesores universitarios, funcionarios, médicos y enfermeras) se han acercado al proletariado y se han sindicado.
Los estudiantes, que en el pasado proporcionaron las tropas de choque al fascismo, han virado bruscamente a la izquierda y están abiertos a las ideas revolucionarias. Sobre todo, la clase obrera, en la mayoría de los países, no ha sufrido derrotas graves desde hace décadas. Sus fuerzas están prácticamente intactas.
Además, la clase dominante se quemó los dedos con el fascismo en el pasado y no es probable que siga ese camino fácilmente. Lo que vemos es una creciente polarización política, hacia la derecha, pero también hacia la izquierda. Hay muchos demagogos de derechas e incluso algunos llegan al poder. Sin embargo, eso no es lo mismo que un régimen fascista, que se basa en la movilización de masas de la pequeña burguesía enfurecida, utilizada como ariete para destruir las organizaciones obreras.
Esto significa que la clase dominante se enfrentará a serias dificultades cuando intente hacer retroceder las condiciones de vida y eliminar las conquistas del pasado. La profundidad de la crisis significa que tendrán que intentar recortar y cortar hasta el hueso. Pero eso provocará explosiones en un país tras otro.
Mujeres y jóvenes
De este caos está surgiendo un nuevo nivel de conciencia. Hay un sentimiento instintivo entre la gente corriente, especialmente entre los jóvenes y las mujeres, de que “algo va mal en esta sociedad”, de que “vivimos en un mundo injusto”.
Hasta cierto punto, es el caso entre los trabajadores en general. Se ha ejercido una presión despiadada sobre los trabajadores para que aumenten la cantidad producida y reduzcan el tiempo necesario para producirla. Los salarios han ido siempre a la zaga de los aumentos de productividad. En Estados Unidos, los salarios reales no habían aumentado hasta hace poco durante un periodo de unos 40 años. Y con el retorno de la inflación, los salarios reales en los EEUU están de nuevo en declive.
Pero esta conciencia es más evidente, y más avanzada, en el caso de los jóvenes y las mujeres, que son quienes deben soportar la peor parte del peso de la crisis del capitalismo. Son las capas más explotadas y oprimidas de la clase.
En un país tras otro se han producido grandes movilizaciones de mujeres contra la prohibición del aborto / Imagen: Ogólnopolski strajk kobiet
En un país tras otro, se han producido grandes movilizaciones de mujeres contra la prohibición del aborto, desde EEUU hasta las católicas Polonia e Irlanda. Argentina y Chile también han visto movimientos de masas por el derecho al aborto. En México, donde el trato inhumano y bárbaro a las mujeres ha alcanzado proporciones epidémicas, también ha habido movimientos masivos para protestar contra la violencia contra las mujeres. Este ha sido también un factor de radicalización política en el Estado español.
En este contexto, las consignas democráticas más elementales pueden adquirir rápidamente un contenido abiertamente revolucionario.
La expresión más clara de la revuelta de las mujeres se produjo en Irán, donde el movimiento de un enorme número de chicas jóvenes pasó rápidamente de las protestas contra el uso obligatorio del hiyab a la exigencia del derrocamiento revolucionario de un régimen monstruosamente opresivo.
Eso indica que se está produciendo el inicio de un nivel de conciencia totalmente nuevo. En estas circunstancias, existe una profunda sensibilidad entre estas capas ante cualquier manifestación de injusticia. Esto incluye la cuestión del racismo y la brutalidad policial, como vimos con el levantamiento de Black Lives Matter.
En todos los países, la juventud está al frente de la lucha. No es casualidad. Los acontecimientos han demostrado que un número cada vez mayor de jóvenes está dispuesto a salir a la calle para luchar contra el capitalismo.
De nuevo sobre la conciencia
Sería un error fundamental suponer que la mayoría de los trabajadores ven las cosas de la misma manera que nosotros. Ver todo el proceso histórico es una cosa, pero cómo las masas entienden ese proceso es otra, totalmente diferente.
La conciencia de la clase obrera está poderosamente influida por los cambios en la situación objetiva. Trotsky lo explicó brillantemente en un importante artículo titulado “El tercer período de los errores de la Comintern”.
Para algunos sectarios esta cuestión simplemente no se plantea. Para ellos, la clase obrera siempre está dispuesta a rebelarse. Eso es para ellos una constante que nada tiene que ver con los cambios en las condiciones objetivas. Pero no es así en absoluto.
Trotsky criticó duramente la idea planteada por los estalinistas en el tristemente célebre “Tercer Periodo”, y que todavía hoy repiten algunos insensatos ultraizquierdistas, de que las masas siempre están dispuestas a rebelarse, y que son sólo los aparatos burocráticos conservadores del movimiento obrero los que se lo impiden.
Trotsky criticó duramente la idea presentada por los estalinistas en el famoso “Tercer Periodo” / Imagen: dominio público
Trotsky desprecia esta idea y vale la pena citar extensamente sus palabras:
“La radicalización de las masas aparece descrita como un proceso continuo: las masas son hoy más revolucionarias que ayer, mañana serán más revolucionarias que hoy. Semejante mecanicismo no corresponde al verdadero proceso de desenvolvimiento del proletariado ni de la sociedad capitalista en su conjunto…
“Los partidos socialdemócratas, sobre todo en la preguerra, vislumbraban un futuro con un continuo incremento de votos socialdemócratas, que aumentarían sistemáticamente hasta el umbral de la toma del poder. Para un pensador vulgar o un seudorrevolucionario, esta perspectiva mantiene toda su vigencia; sólo que en vez de hablar de un continuo incremento de los votos, habla de la continua radicalización de las masas. Esta concepción mecanicista se apoya también en el programa Stalin-Bujarin de la Internacional Comunista.
“Demás está decir que, desde la perspectiva de nuestra época de conjunto, el proletariado sigue un proceso que avanza hacia la revolución. Pero no se trata de una progresión ininterrumpida, como no lo es el proceso objetivo de agudización de las contradicciones capitalistas. Los reformistas sólo ven el ascenso del capitalismo. Los “revolucionarios” formales sólo ven sus bajas. Pero el marxista contempla el proceso en su conjunto, con todas sus alzas y bajas coyunturales, sin perder jamás de vista su dinámica principal: las catástrofes bélicas, las explosiones revolucionarias.
“El estado de ánimo político del proletariado no cambia automáticamente en una misma dirección. La lucha de clases muestra alzas seguidas de bajas, marejadas y reflujos, según las complejas combinaciones de las circunstancias ideológicas y materiales, tanto nacionales como internacionales. Un alza de las masas que no es aprovechada o es mal aprovechada se revierte y culmina en un período de reflujo, del que las masas se recuperan tarde o temprano bajo la influencia de nuevos estímulos objetivos.
“La nuestra es una época que se caracteriza por fluctuaciones periódicas extremadamente bruscas, por situaciones que cambian de manera muy abrupta, todo lo cual configura, para la dirección, responsabilidades muy arduas en lo que hace a la elaboración de una orientación correcta.
“La actividad de las masas propiamente dicha se manifiesta de distintas maneras, según las circunstancias. En algunas épocas se puede observar a las masas empeñadas por entero en la lucha económica, demostrando muy poco interés por las cuestiones políticas. O bien, luego de una serie de derrotas en la lucha económica, las masas pueden dirigir abruptamente su atención a la política. En ese caso -tal como lo determinen la situación concreta y la experiencia anterior de las masas-, su actividad política puede manifestarse en la lucha exclusivamente parlamentaria o en la extra-parlamentaria.” (León Trotsky, Escritos, 1930)
Estas líneas son extremadamente importantes porque muestran que a partir de afirmaciones generales sobre la época es imposible deducir la etapa en que se encuentra la conciencia del proletariado o el movimiento concreto de la clase. Vemos aquí muy claramente el método de Trotsky, que no parte de fórmulas abstractas (“la nueva época”) sino de hechos concretos.
Todo tipo de cosas se combinan para dar forma a la conciencia de las masas en los países capitalistas avanzados, no sólo la situación actual o incluso la situación en la última década, sino el tipo de condiciones que se crearon durante un período de décadas después de la Segunda Guerra Mundial. Esto es particularmente cierto en el caso de la generación de edad más avanzada. La mentalidad de los jóvenes es otra cuestión. Ese es un debate aparte.
La conciencia de los trabajadores en Europa y EE.UU. ha sido moldeada durante décadas por lo que fue al menos un periodo de relativa prosperidad. El 15 de noviembre de 1857, Engels se quejaba en una carta a Marx:
“Las masas deben haberse vuelto condenadamente letárgicas después de una prosperidad tan larga”. Y añadía: “Es necesaria una presión crónica durante un tiempo para calentar a las poblaciones. El proletariado golpeará entonces mejor, con mejor conciencia de su causa y más unido…”
La clase obrera en general posee una colosal capacidad de aguante. Tolera incluso malas condiciones durante bastante tiempo antes de que se vuelvan absolutamente intolerables. Se necesita tiempo para que la cantidad se convierta en calidad. Y la conciencia, que es inherentemente conservadora, tarda un tiempo en ponerse al día con la realidad cambiante.
Durante todo un periodo, la inflación fue baja, lo que significaba que, aunque la tasa de explotación aumentaba, los salarios de los trabajadores podían comprar más que antes. Los trabajadores pudieron comprar coches, grandes televisores y otras mercancías, cuyo precio estaba bajando gracias a los avances tecnológicos y al aumento de la productividad del trabajo.
Los bajos tipos de interés también produjeron una expansión sin precedentes del crédito. Millones de personas pudieron comprar cosas que en realidad no podían permitirse, pero sólo endeudándose cada vez más.
Viendo lo mal que están las cosas ahora, y echando la vista atrás, es demasiado fácil tener una falsa percepción de lo bien que estaban las cosas en los viejos tiempos. Pero todo eso está amenazado ahora. Y eso es lo que está empezando a provocar un cambio fundamental en la conciencia.
El proceso molecular de la revolución
La cuestión de la inflación es un elemento clave para cambiar la actitud de la generación de más edad. Si bien es cierto que la juventud es la capa más radicalizada y más abierta a las ideas revolucionarias, se está desarrollando un estado de ánimo cada vez más airado entre todo tipo de personas. La gente que hasta hace poco pensaba que las cosas estaban bien y que la vida era estable y predecible, ahora se está llevando un buen susto.
Todo se está convirtiendo en lo contrario. Las condiciones de vida han empeorado repentinamente, y eso está cambiando la perspectiva de la gente. De repente, todo el mundo se queja. No consiguen llegar a fin de mes.
Antes, en Occidente, la patronal y los líderes sindicales llegaban a acuerdos de aumentos salariales anuales del uno o el dos por ciento, apenas a la par de la inflación, y los imponían a los trabajadores. Hoy en día, esos acuerdos supondrían importantes reducciones de los salarios reales. Cada vez más trabajadores tienen claro que, para mantener su nivel de vida, tendrán que organizarse y luchar. En todas partes se observa un notable aumento de las huelgas, que a menudo terminan con la victoria de los trabajadores.
En Gran Bretaña, cientos de miles de trabajadores de muchos sectores se han declarado en huelga; en Grecia, Bélgica y Francia hemos asistido a huelgas generales; en Estados Unidos, nuevos estratos, como los trabajadores de Starbucks, Apple y Amazon, están luchando por sindicarse y han emprendido acciones de huelga, y también tuvimos el conflicto de los ferroviarios. Por último, también vimos en Canadá cómo los ataques de Doug Ford contra los trabajadores de la educación de Ontario llevaron a una huelga ilegal y a los líderes sindicales a amenazar con una huelga general que derrotó la legislación de vuelta al trabajo, algo inédito en la historia canadiense. En todas partes, la clase trabajadora está empezando a despertar bajo el impacto de la crisis del coste de la vida.
La inflación también está teniendo un enorme impacto en los pequeños negocios, muchos de los cuales se ven abocados a la quiebra, y a los ancianos, que ven cómo el valor de sus pensiones se erosiona día a día. Ya ha habido manifestaciones masivas de pensionistas en España. Y gran parte de la volatilidad social que vemos en países como Italia es un fenómeno estrechamente relacionado.
En todas partes se observa un notable aumento de las huelgas, que a menudo terminan con la victoria de los trabajadores / Imagen: Socialist Appeal
Hay un sentimiento general de inseguridad y miedo al futuro que exacerba enormemente la inestabilidad política y social. Esto plantea grandes peligros a la clase capitalista, lo que explica por qué se ve obligada a tomar medidas muy arriesgadas en un intento de impedir desarrollos revolucionarios.
Cuando personas que antes no mostraban ningún interés por la política de repente empiezan a hablar de política en la parada del autobús o en el supermercado, es el comienzo de lo que Trotsky llamó el proceso molecular de la revolución.
Es cierto que carecen del análisis elaborado y científico que poseen los marxistas. Su comprensión de la política es algo elemental, tosco y subdesarrollado. Pero está guiada por un sentido elemental de injusticia, un sentimiento de que algo no funciona en la sociedad y de que algo tendrá que cambiar.
Es una conciencia de clase elemental que es el primer embrión de una conciencia revolucionaria. El elemento más importante de este cambio es el económico. Pero no es el único factor.
El desastre medioambiental
El sistema capitalista está conduciendo al mundo hacia una catástrofe medioambiental que se cierne sobre la mente de muchas personas. Para algunos, se trata de un problema existencial. Para naciones enteras, su futuro está en peligro.
En un extremo, está el problema de la sequía y la desecación de los ríos, que está teniendo un efecto devastador en las cosechas y en la producción de alimentos y, por tanto, en el aumento de la inflación.
En el otro, hay tormentas devastadoras, huracanes y terribles inundaciones, como hemos visto en países como Bangladesh y Pakistán, donde 33 millones de personas se vieron directamente afectadas.
En países como Somalia, han muerto más de tres millones de animales, lo que ha destruido los medios de subsistencia de millones de personas. En Brasil, la destrucción criminal de la Amazonia ha alcanzado niveles récord. Entre enero y junio de 2022 se talaron en la región unos 3.988 kilómetros cuadrados (1.540 millas cuadradas) de tierra. En el mismo periodo se destruyeron 3.088 kilómetros cuadrados de selva tropical.
También en los países capitalistas avanzados hay pruebas evidentes de condiciones meteorológicas más extremas. Muchas personas viven con el temor constante de que su casa se inunde o sea barrida.
En las grandes ciudades, el aire está envenenado con gases tóxicos, los ríos se ahogan con residuos químicos de fábricas, granjas y efluentes humanos, y los océanos se contaminan con toneladas interminables de plástico y otras basuras.
La explotación minera de los fondos marinos, antaño algo confinado a la ciencia ficción, se está convirtiendo en una realidad, con previsibles consecuencias catastróficas para el equilibrio ecológico del planeta y la biodiversidad. Y en todos los países el ritmo de extinción de especies vegetales y animales ha alcanzado niveles alarmantes.
Todas estas cosas remueven la conciencia de millones de personas, especialmente de los jóvenes. Pero la indignación moral y las manifestaciones airadas son totalmente insuficientes porque sin un diagnóstico correcto es imposible ofrecer ninguna solución.
Los burgueses han llegado, tarde, a la conclusión de que hay que hacer algo. Pero en el capitalismo todo está subordinado al afán de lucro y a los intereses de los monopolios. Por ejemplo, disfrazan con retórica ecologista políticas destinadas a proteger la industria estadounidense o europea frente a las mercancías procedentes de países con una legislación medioambiental “menos estricta” (China en primer lugar).
Fundamentalmente, todas sus políticas intentan descargar los costes de la crisis medioambiental sobre la clase trabajadora y los sectores más pobres de la sociedad. Mientras las multinacionales de la energía sigan obteniendo beneficios récord, las familias de la clase trabajadora se verán obligadas a pagar precios más altos por el combustible y también a sustituir sus coches y calderas. Al mismo tiempo, tendrán que pagar las cuantiosas subvenciones a las grandes empresas a través de impuestos más elevados.
Como resultado, a los ojos de una parte de la clase obrera, la “lucha contra el cambio climático” podría asociarse cada vez más con la austeridad capitalista y la crisis del coste de la vida. Esto podría hacer el juego a las fuerzas reaccionarias que niegan la existencia del calentamiento global antropogénico y promueven los combustibles fósiles. Para luchar contra esto, se necesita una política revolucionaria.
La catástrofe medioambiental es un claro resultado de la locura de la economía de mercado. Hay que subrayar que la existencia del capitalismo representa hoy una amenaza clara y actual para el futuro de la civilización humana.
Si el movimiento ecologista se limita a una política de gestos vacíos, se condenará a la impotencia. La única manera de alcanzar sus objetivos es adoptar una posición revolucionaria clara e inequívocamente anticapitalista. Debemos esforzarnos por llegar a los mejores elementos y convencerles de ello.
El papel de los marxistas
Principalmente como resultado de la debilidad del factor subjetivo, la crisis actual no tendrá una resolución rápida. Este retraso es ventajoso para los marxistas, porque nos dará el tiempo que necesitamos para reforzar nuestras fuerzas y construir una base sólida en la clase obrera y el movimiento obrero.
La crisis se prolongará en el tiempo, y habrá muchos flujos y reflujos de la lucha de clases. A momentos de euforia seguirán otros de cansancio, apatía e incluso desesperación. Pero en todos los casos, la clase siempre se levantará, dispuesta a renovar la lucha, no por razones mágicas, sino simplemente porque no tiene otra alternativa que luchar.
La clase obrera en su conjunto no aprende de los libros, sino de la experiencia. Pero aprende, tanto de las derrotas y los reveses como de las victorias. Ahora mismo está aprendiendo sobre las limitaciones del reformismo de izquierdas. Engels dijo una vez que los ejércitos derrotados aprenden bien sus lecciones. A lo que Lenin comentó: “Estas espléndidas palabras se aplican en mucha mayor medida a los ejércitos revolucionarios”.
Pero se trata de un aprendizaje muy largo y serán necesarias muchas experiencias futuras antes de que la clase deseche finalmente sus ilusiones en el reformismo (especialmente en su disfraz de “izquierda”) y llegue a comprender la necesidad de una revolución social total.
Nuestro papel no es dar lecciones a la clase obrera desde la barrera, sino participar activamente en la lucha de clases. Es tarea de los marxistas acompañar este proceso junto con la clase obrera, luchar hombro con hombro con los trabajadores y ganarse así su respeto y confianza.
Sin embargo, si éste fuera el único contenido de nuestra actividad, seríamos meros activistas y no tendríamos razón de existir como tendencia separada en el movimiento obrero.
Nuestro papel no es dar lecciones a la clase obrera desde la barrera, sino participar activamente en la lucha de clases / Imagen: Fightback
Nuestro papel más importante es ayudar a los trabajadores y a la juventud, empezando por la capa más avanzada, a sacar las conclusiones necesarias de su experiencia y a demostrar en la práctica la superioridad de las ideas marxistas.
Esto llevará algún tiempo, y debemos aprender las virtudes de la paciencia revolucionaria. No hay camino fácil. La búsqueda de atajos acaba invariablemente en graves desviaciones, ya sean de tipo oportunista o ultraizquierdista.
Recordemos que en 1917, en plena revolución, Lenin lanzó la consigna: ¡Explicar pacientemente! Tenemos las ideas correctas, que son las únicas que pueden señalar el camino de la victoria en la lucha de clases.
No se puede predecir el ritmo real de los acontecimientos. Pero el potencial para una intensificación explosiva de la lucha de clases existe en muchos países. No podemos decir dónde empezará. Puede ser Francia o Italia, o Irán, o Brasil. Indonesia, Pakistán, Argentina o incluso China.
Ya veremos. Pero lo principal es que abrirá nuevas posibilidades para la tendencia marxista, siempre que seamos capaces de aprovecharlas. Y eso depende de una sola cosa: de nuestra capacidad para hacer crecer nuestras fuerzas hasta el punto crítico en que seamos físicamente capaces de intervenir.
Eso, a su vez, depende del trabajo que hagamos ahora. Eso es lo que tenemos que hacer comprender a cada camarada. Nuestra consigna debe ser: todas las fuerzas en el punto de ataque. Y eso significa, precisamente, construir nuestras fuerzas.
Debemos trabajar incansablemente para construir las fuerzas que serán necesarias para llevar estas ideas a cada fábrica, a cada agrupación sindical, a cada escuela y universidad. Sólo así podrá construirse la futura dirección revolucionaria del proletariado.
Durante mucho tiempo hemos luchado contra la corriente. Nuestros cuadros se han endurecido y fortalecido en esa lucha. Estamos empezando a ganar el respeto de los obreros y jóvenes más avanzados. La autoridad política y moral de nuestra Internacional nunca ha sido tan alta.
¡Son conquistas colosales! Pero aún nos queda un largo camino por recorrer. Es un camino largo y difícil, y no todo será fácil. A momentos de euforia seguirán otros de decepción e incluso de desesperación. Debemos aprender a convivir con las dificultades y aceptar con la misma ecuanimidad alegre tanto las derrotas como los éxitos.
Pero la marea de la historia ha cambiado y ahora empezamos a nadar con la corriente, no contra ella. Los trabajadores y la juventud están mucho más abiertos a nuestras ideas que en cualquier otro momento. Todo el proceso se acelerará.
Nuestra Internacional se enfrentará a inmensas oportunidades mucho antes de lo que cabría esperar. Se abrirán muchas puertas. De nosotros depende aprovechar al máximo todas las posibilidades y demostrar que estamos a la altura de las grandes tareas que nos impone la historia.
A principios de febrero de 2023, a los ciudadanos de Estados Unidos, “tierra de los libres y hogar de los valientes”, se les anuncia una nueva amenaza que temer. ¿Es un dron sigiloso con armas nucleares? ¿Un robot asesino que invadirá los hogares? ¿O un ciberataque que va a quitarnos nuestros ahorros y robarnos la identidad? La verdad es mucho más aterradora:¡Un globo aerostático chino!
Durante semanas, un globo espía blanco y brillante, visible a simple vista desde el suelo, vuela sobre el imperio más poderoso del mundo. Siguiendo el ejemplo de la Casa Blanca, la política mundial se tambaleaba aterrorizada bajo su terrible sombra.
Es difícil subestimar lo absurdo de la ola de histeria provocada por un globo (y, más tarde, otros ‘objetos voladores no identificados’), alimentada por las potencias imperialistas occidentales y su maquinaria mediática en las semanas siguientes.
Una historia llena de agujeros
El globo llamó la atención por primera vez mientras flotaba sobre Montana. El gobierno y los medios estadounidenses enviaron mensajes disonantes: no sabían qué era, por qué estaba allí, qué datos estaba recopilando,¡pero sabían que este globo chino era una amenaza para la seguridad nacional!Los pretextos de la era Bush para la invasión de Irak –la amenaza, como la denominó Donald Rumsfeld, de lo “conocido desconocido”– resonaban de nuevo. Esta vez, fue el turno de la administración demócrata de Joe Biden de defender el Mundo Libre.
La Fuerza Aérea de EE. UU. finalmente neutralizó la amenaza enviandoun avión de combate F-22 de $ 200 millones, que perforó su objetivo con un misil de $ 380,000 . Pero la preocupación no remitió. Días después, se avistaron y derribaron más objetos voladores no identificados. Las muchas preguntas sin respuesta obligaron a la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierrea desmentirqueestos objetos fueran de origen extraterrestre.
No es ningún secreto que todas las naciones capitalistas se espían entre sí. China seguramente está espiando a EE. UU. en un grado u otro, a menudo a través de los disidentes que operan en el extranjero. Tampoco es un secreto que la China moderna tiene todo tipo de tecnologías a su disposición para recopilar información sobre sus adversarios. Puede usar satélites, espionaje cibernético, tecnología de drones de despliegue rápido (se anunció un avance reciente sobre un dron que puedeoperar en el aire y bajo el agua) Si se cuentan con estos equipos secretos, ¿por qué un globo de color brillante, del ancho de tres autobuses, sería el instrumento elegido?
Arthur Holland Michel, del Consejo Carnegie para la Ética en Asuntos Internacionales, uno de los principales grupos de expertos en política exterior, ofrece unaopinión verdaderamente desconcertante :
“Es posible que ser descubierto fuera de lo que se trataba. China podría estar usando el globo para demostrar que tiene una capacidad tecnológica sofisticada para penetrar el espacio aéreo de EE. UU. sin correr el riesgo de una escalada grave. En este sentido, un globo es una elección bastante ideal”.
¡Por supuesto! ¡Se han lanzado globos espía de un tamaño considerable con la intención de que sean identificados! ¡Verdaderamente un gran avance en el espionaje moderno!
Siestos globos flotaron intencionalmente en el espacio aéreo de EE. UU., es difícil creer que esto fuera una demostración tecnológica. Se podría creer tal vez que fue un ejercicio para hacer que el imperialismo estadounidense quedara en ridículo, ¡y ciertamente lo logró!
Biden desplegó aviones de combate con misiles Sidewinder para neutralizar esta gran amenaza para el Mundo Libre / Imagen: Gage Skidmore, Wikimedia Commons
Y los aliados de EEUU han demostrado que no hay que esperar a que entre un globo en tu propioespacio aéreo antes de perder la cabeza y hacer el ridículo en el escenario mundial.Gran BretañayJapón emitieron notas de pánico sobre los globos espía chinos que potencialmente flotaban en su camino. Y Ucrania ahora afirma que Rusia, copiando la tecnología de punta iniciada en China, está usandoglobospara distraer sus defensas aéreas… ¡estamos hablando de verdaderas mentes maestras malvadas!
Alternativamente, ¿podría no haber sido un accidente? Por su parte, el régimen chino ha estado intentando descongelar las relaciones con EE. UU. a medida que crece su crisis interna. Está ansiosa por evitar quedar fuera del mercado de componentes de alta tecnología. Este globo ha reventado esas esperanzas. El secretario de Estado, Antony Blinken, decidió posponer su viaje diplomático planeado a China poco después de la aparición del primer globo, un viaje considerado por muchos como crucial para aliviar las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China.
Es totalmente posible, incluso probable, que los principales líderes del régimen chino estuvieran tan sorprendidos por la aparición de estos globos en los cielos estadounidenses como cualquier otro. La versión oficial del régimen chino es que el globo que Estados Unidos derribó era un aparato de investigación meteorológica que se había desviado de su curso. Por supuesto, nadie debería tomar las palabras de Zhongnanhai al pie de la letra, pero esta explicación fue rápidamente rechazada por los medios estadounidenses, nuevamente sin justificación. China, a su vez,ha acusado a Estados Unidos de enviar globosen su propio espacio aéreo.
Vergonzosamente, después de días de histeria, algunos medios estadounidenses parecen estar cambiando de tono. El 14 de febrero, The Washington Postinformó que las agencias estadounidenses habían estado rastreando el movimiento del globo desde que despegó de la isla de Hainanya en enero , cuando los propios estadounidenses también esperaban que no volara a los Estados Unidos continentales. El artículo también hizo una admisión importante:
“Este nuevo relato sugiere que la crisis internacional subsiguiente que ha aumentado las tensiones entre Washington y Beijing puede haber sido, al menos en parte, el resultado de un error”.
De hecho, este incidente puede haber sido un mero accidente. Pero como explicó una vez Hegel: la necesidad a menudo se expresa a través del accidente.
El poder que se desinfla y un mundo que se desestabiliza
El imperialismo estadounidense está en relativo declive y la clase dominante estadounidense lo sabe. En la cima de este imperio en declive, la administración Biden se siente insegura en su posición. La clase obrera estadounidense está mostrando un apetito renovado por la lucha contra el aumento del costo de vida, mientras que la desconfianza hacia el establishment político está en su punto más alto. Biden actualmente alcanza unÍndice de desaprobación del 52 por ciento , no exactamente una posición de fuerza para su probable candidatura a la reelección. Los demócratas han perdido su mayoría en la Cámara de Representantes; los republicanos aúllan a propósito de China, el senador McCarthy amenaza con hacer una visita a Taiwán este año, así que Biden no puede dejar pasar la oportunidad de ‘parecer duro’.
En este contexto, armar un escándalo sobre un globo y presentar su desaparición como una especie de gran victoria militar es una forma (aunque ridícula) de que Biden y el imperialismo estadounidense proyecten una imagen de confianza. El 16 de febrero, Joe Biden declaró con severidad que “no se disculpa por derribar ese globo”, mostrando una figura menos ‘dura’ y sí más ridícula.
Sin duda, Estados Unidos todavía está muy lejos de ser eclipsado por China como potencia económica o militar. China sigue rodeada de bases estadounidenses, cuyo número va en aumento, ya que se anunciaron recientemente nuevos acuerdos con Filipinas . Que Estados Unidos se queje del espionaje o la ‘agresión’ de China es el colmo de la hipocresía. Para lograr una verdadera paridad entre EE. UU. y China, los chinos tendrían que desplegar bases a lo largo de la frontera de EE. UU. con Canadá o México, y portaaviones a lo largo de la costa este y oeste con impunidad.
Sin embargo, China también es una potencia imperialista floreciente con sus propias aspiraciones. Uno de sus principales objetivos es salir de la camisa de fuerza que la cadena de islas de los Estados Unidos coloca en su acceso al Pacífico.
China es una potencia imperialista floreciente con sus propias aspiraciones, y el imperialismo estadounidense no se quedará de brazos cruzados y permitirá que se afirme en la región del Pacífico / Imagen: Servicio de Noticias de China
En esto, la cuestión de Taiwán es un punto focal particular. También es parte de la agenda nacionalista de Xi Jinping para ‘unificar’ el país: una distracción importante para la clase trabajadora china que comienza a irritarse cada vez más contra el régimen del PCCh a medida que se profundiza la propia crisis capitalista de China.
Esta es precisamente la razón por la que Xi Jinping reveló la intención de China de fortalecer su ejército : para afirmar mejor su propio poder y, potencialmente, construir gradualmente la capacidad para atacar y anexar Taiwán, de la que actualmente carece.
Estados Unidos, por supuesto, no se quedará de brazos cruzados mientras China desafía su dominio en la región. Busca frenar a China diplomática y económicamente. Sus tácticas se volvieron más descaradas e histéricas durante la administración Trump, y Biden ha hecho poco para cambiar de rumbo. Aparte de la guerra económica a través de sanciones, EE. UU. tiene como objetivo ejercer presión sobre China siempre que pueda en un intento de afirmar el dominio de EE. UU. Las incesantes burlas y el miedo a China sobre temas delicados como Taiwán son parte integral de esta estrategia.
Por su parte, China ha tenido que contenerse ante estas provocaciones, ya que, de hecho, no está en condiciones de enfrentarse directamente con EE. UU. Por ahora, recurre a gruñidos hiperbólicos en el escenario diplomático y responde con sus propias medidas proteccionistas.
Estas crecientes tensiones ayudan a explicar la necesidad de que la potencia imperialista más poderosa del mundo levante la histeria sobre un simple globo sobre sus cielos.
También debemos señalar que, como régimen dictatorial cuya principal preocupación es mantener su poder sobre la clase trabajadora dentro de su dominio, no hay mejor regalo para Xi Jinping que las amenazas del principal adversario imperialista de China, que pueden usarse para reprimir la disidencia en casa en nombre de la ‘defensa de la patria’.
Todo el ruido de sables en ambos lados se hace en interés de la clase dominante en sus respectivos países, que (dejando de lado el humor) representan una amenaza muy real para las vidas y el bienestar de innumerables trabajadores y pobres en todo el mundo, que trabajan duro bajo un sistema capitalista decadente y cada vez más irracional.
La clase obrera de EE.UU. no debe caer en las tonterías que bombea su gobierno y los medios, sino ver claramente los cálculos imperialistas que hay detrás y también la creciente ineptitud de sus políticos para defender un sistema indefendible.
Los trabajadores de China y EE. UU. deben apuntar firmemente a su propia clase dominante y responder a sus crecientes disputas sobre los mercados y las esferas de influencia con una lucha de clases decidida, con el objetivo de tomar el poder en sus propias manos y comenzar la tarea de construir el socialismo.
El 7 de diciembre de 2022, el Estado chino publicó sus “Diez nuevas medidas”, un apresurado cambio de su política de ” COVID cero” a lo que denominó “contramedidas precisas”. En realidad, se trataba de un abandono total de las anteriores medidas rígidas para contener el COVID-19. Según el régimen capitalista del PCCh, las ‘Diez Medidas’ tienen como objetivo mejorar la “precisión científica” en la lucha contra los brotes “de acuerdo con la situación de la pandemia y las mutaciones del virus”.
Pero si nos fijamos en los hechos, está claro que estas nuevas medidas contra la pandemia no tienen nada que ver con la “precisión científica”, y fueron más bien un retroceso por pánico respecto a las medidas adoptadas anteriormente por el Estado ante los graves brotes de protestas que se produjeron a principios de este mes. Desgraciadamente para las masas chinas, el régimen se había arrinconado a sí mismo con su política de COVID Cero, ya que gran parte de la población carece de inmunidad natural, la vacuna “Sinovac” fabricada en China no es tan eficaz como las vacunas basadas en ARNm disponibles en Occidente, y ha habido un bajo nivel de aceptación de la vacuna, especialmente entre los ancianos. Por lo tanto, el hecho de que se liberara rápidamente siempre iba a provocar un aumento masivo de las infecciones.
En el momento de escribir estas líneas, el virus está arrasando todo el país, causando un número impresionante de infecciones, al tiempo que muestra pocos signos de alcanzar su punto máximo. Los gobiernos locales han estado distribuyendo gradualmente medicamentos, kits de pruebas rápidas y materiales pertinentes para la pandemia, pero las masas siguen enfrentándose a dificultades extremas. Ahora el Estado ha decidido levantar todas las medidas contra la pandemia para enero de 2023. La situación actual es una condena del sistema capitalista y de la mala gestión burocrática del llamado Partido “Comunista” Chino (PCCh), que han contribuido a esta catástrofe cada vez mayor.
Un giro de 180 grados
A mediados de noviembre, el Estado experimentó con la relajación de sus políticas contra la pandemia en Shijiazhuang, la capital de la provincia septentrional de Hebei. Nadie quedó satisfecho con los resultados. Tanto el Estado como las masas no estaban preparados para los diversos problemas acuciantes que puso de relieve el experimento. Concluyó con decepción. Pero el régimen capitalista ha demostrado que no ha aprendido nada de Shijiazhuang. Su fallido experimento se disfrazó simplemente de ejercicio de planificación “científica”. Poco después, tras una importante oleada de protestas contra las medidas contra el COVID, que se extendió por toda China, el régimen anunció repentinamente sus “Diez Medidas”, abandonando sus políticas de confinamiento, dejando una vez más al Estado y a la nación poco tiempo para preparar las medidas y los materiales necesarios.
Cuando el Estado introdujo las nuevas políticas, aparecieron de repente ” médicos expertos ” para jactarse en nombre del Estado y engañar a las masas. Estos mentirosos, embaucadores e impostores a sueldo argumentan que la gravedad del virus ha disminuido hasta tal punto que deberíamos dejar de preocuparnos, y que ya no deberíamos llamar a la enfermedad resultante enfermedad por coronavirus (o neumonía por coronavirus), sino más bien “gripe Corona “… Los departamentos de salud del gobierno ofrecen continuamente conferencias de prensa explicando la “ciencia” que hay detrás de su nuevo enfoque, y los medios de comunicación regurgitan sus absurdas mentiras. El mensaje que se transmite es sencillo: el gobierno es muy razonable y práctico; el gobierno sabe más que nadie y nunca se equivoca; las masas no deben alarmarse.
Mientras el gobierno y sus ” médicos expertos ” intentan calmar y embaucar a las masas, a estas alturas hasta el más ciego de los ciegos se inclina a exclamar: ¿desde cuándo Xi Jingping controla este virus? Hace medio año, la misma cepa del virus era un peligro monstruoso. Ha pasado medio año y ahora es un resfriado inofensivo. Las masas recuerdan. No se dejarán engañar tan fácilmente.
No tenemos nada…
En palabras de un post del popular influencer chino de internet en Zhihu [un popular foro de internet en China]: “cuando abrimos, no teníamos nada de nada… sí, nada de nada”. No había planes de emergencia para distintos escenarios; ni reuniones preparatorias para el personal de infraestructuras; ni reservas de medicamentos para evitar la escasez: todo el proceso de relajación fue una farsa.
El resultado fue el caos. Cuando empezó el pánico por la compra de material médico, se agotaron todo tipo de medicinas para los síntomas del resfriado. Algunos intentaron hacerse con medicinas populares. Hubo escasez extrema de termómetros, pruebas de fluidos laterales e incluso respiradores y oxígeno. Caótica y confusa como ha sido la situación, las masas se han visto afectadas por la ansiedad acerca de la infección, cómo tratarla, qué medicamento tomar – o si los medicamentos funcionan realmente.
La situación en las instituciones de salud pública, como los hospitales, es espeluznante. Las camas están llenas a todas horas, completamente incapaces de acoger a los ancianos. Casi todos los médicos de primera línea de las clínicas de enfermedades febriles se han infectado, la mayoría de ellos no pueden trabajar, y se han producido varios incidentes de médicos que trabajaban estando enfermos. Los hospitales carecen de varios tipos de medicamentos para tratar el COVID-19. Algunas personas se han recuperado, pero los abrumados centros de pruebas PCR aún no les han proporcionado los resultados de las pruebas.
Mientras el régimen se avergüenza de informar sobre el número de muertos, las masas pueden comprobar la gran actividad y el buen negocio de las funerarias: ya no es posible disponer inmediatamente de los muertos, mientras se forman colas ante las funerarias y la gente se queja de que no hay cámaras frigoríficas para los difuntos.
En el campo, aunque las infecciones son menores que en las ciudades, las consecuencias sociales no son menos graves. Los recursos médicos en el campo están mucho menos repartidos, y las masas sufren en silencio. La falta de medicamentos, la carencia de tratamientos (sólo se dispone de terapia intravenosa), las largas colas y la falta de camas son escenas corrientes en el campo. El sufrimiento más trágico es el de los ancianos, muchos de los cuales esperan impotentes la muerte. A pesar de algunos esfuerzos locales por limitar el alcance de la pandemia, se está gestando una masacre.
¿Primero las vidas?
El Partido “Comunista” proclama que “lo primero son las personas, lo primero son las vidas”. Pero teniendo en cuenta las escenas detalladas anteriormente, se trata de una proclamación hueca y en bancarrota. En esencia, el PCCh antepone el Partido y los intereses del mercado capitalista. Durante los dos primeros años de la pandemia, el régimen se jactó de la eficacia de su política de COVID CERO, que mantuvo el número de muertes muy por debajo del de la mayor parte de Occidente y (lo que es más importante) permitió que la economía china se recuperara con relativa rapidez de la conmoción inicial.
Pero las cosas tienden a convertirse en su contrario. A China le resultaba imposible aislarse indefinidamente del mercado mundial; el Covid Cero empezó a ejercer una enorme presión económica y perturbó considerablemente el comercio. Mientras tanto, la gestión estatal de las estrictas medidas de control de COVID, sobre una base capitalista, condujo a millones de personas a la miseria, la pobreza y las penurias, que acabaron por hacerse intolerables. Esto es en parte lo que subyace al reciente movimiento de protesta, que ha asustado al régimen para que dé marcha atrás antes que arriesgarse a que la situación se descontrole.
El PCCh ha mostrado su debilidad y su miedo a las masas, y ha parpadeado en un intento de cortar de raíz cualquier amenaza a su posición. Antes de la introducción de las “Diez Nuevas Medidas”, el acceso a la información objetiva sobre los daños de la variante Omicron y el análisis objetivo de la pandemia se restringieron y empezaron a desaparecer. Los artículos sobre la pandemia fueron sencillamente prohibidos por los censores.
Las únicas noticias permitidas por los censores son las que benefician al gobierno capitalista del Partido “Comunista”. Las emisoras estatales, por ejemplo, se negaron a mostrar primeros planos de las multitudes en las gradas de la Copa del Mundo de Qatar porque no llevaban máscaras. En las últimas semanas, irónicamente, las masas chinas han empujado al gobierno a actuar, y no al revés. Las masas chinas se han organizado espontáneamente con fines de autoayuda y han creado diversos grupos y comunidades de ayuda mutua. El Estado todopoderoso ha desaparecido de repente. Las autoridades solían disponer de amplias capacidades para realizar pruebas PCR, pero ahora, por lo general, no pueden suministrar ni siquiera algunos medicamentos antipiréticos menores y pruebas rápidas (en la actualidad, éstas aún deben reservarse en línea para su compra).
Sólo cuando las masas elaboraron espontáneamente una nueva lista de medicamentos eficaces contra el COVID-19, el Estado empezó por fin a publicar su propia lista oficial de medicamentos (las autoridades locales de Pekín no publicaron su lista hasta cinco días después de las “Diez nuevas medidas”; en ese momento, sólo la lista de Pekín estaba disponible en todo el país). Cuando la gente empezó a tomar medicamentos de forma indiscriminada, provocando hospitalizaciones, el Estado empezó por fin a dar consejos sobre cómo tomarlos correctamente. Una vez más, el Estado ha sido totalmente reactivo a la hora de tomar medidas contra las subidas de precios y reponer medicamentos tras las drásticas subidas de precios y el colapso de las existencias. Las respuestas tardías del régimen cuando el sufrimiento está a un paso muestran claramente lo vacías que son en realidad todas sus palabras de “anteponer la vida”.
El PCCh ha dejado claro que quiere restaurar la economía para aumentar la confianza del mercado. Los gobiernos locales han respondido al instante buscando consumidores en el extranjero para sus negocios, mientras se esfuerzan por ayudar a las empresas de sus jurisdicciones a reanudar su funcionamiento. En este momento de crisis, el derecho a la salud de las masas trabajadoras sigue sin garantías, mientras se hunden palmo a palmo en el fango. El PCCh ha abandonado sus promesas de poner “a la gente primero”. En realidad, antepone el capital.
Reparto del dolor
En medio de esta catástrofe, no hay igualdad en el reparto del dolor y el sufrimiento. Un periodista oficialista puede adquirir fácilmente una cama en un hospital de cabina móvil para grabar vídeos promocionales, mientras que millones de masas de a pie se quedan sin las camas que necesitan desesperadamente. Los ricos, junto con los funcionarios del partido, disfrutan de los mejores recursos médicos. Otros no pueden permitirse en absoluto los gastos médicos. La sociedad de clases en China es tal y como la describió Marx. Mientras las masas trabajadoras, la inmensa mayoría, viven en una agonía sin final a la vista, una minoría muy pequeña, la burguesía, se encuentra en una constante carrera contrarreloj para intensificar su explotación de los trabajadores y hacerse con una mayor tajada del mercado.
Para las masas trabajadoras, todo por lo que están pasando ahora será recordado mucho después de que se reanude la “normalidad” dentro del capitalismo, con todos sus sufrimientos. La escala sin precedentes de las protestas antigubernamentales presenciadas a finales de noviembre y principios de diciembre también han dado a una capa de las masas un anticipo de su fuerza latente. La actual crisis del sistema capitalista seguirá intensificándose de múltiples maneras, y la conciencia de clase de sus trabajadores y sus luchas, con flujos y reflujos, tenderá a aumentar. Una vez que la clase obrera china comience realmente a moverse como clase, el mundo entero temblará.
El 20º Congreso del Partido Comunista (PCCh) de China, con el presidente Xi Jinping a la cabeza, ha consolidado aún más el poder del partido-Estado sobre la sociedad. El presidente Xi inauguró formalmente su tercer mandato como líder supremo del país, una hazaña sin precedentes desde Mao en la historia de la República Popular China. Hoy, la cúpula del PCCh se compone en su totalidad por lugartenientes de confianza de Xi
El tema fundamental del Congreso giró en torno a la necesidad de un liderazgo del partido-Estado para el período venidero.
En China, donde el capitalismo es administrado por una burocracia autoproclamada ‘comunista’, los congresos del PCCh son los eventos políticos más significativos que presencia el país.
Este año, el Congreso se inauguró en medio de la crisis económica y social más grave que China haya presenciado en décadas. La desaceleración del crecimiento económico, la indignación social masiva por los bloqueos draconianos frente al COVID-19, los apagones continuos y las crisis como la de la inmobiliaria Evergrande, entre muchos otros problemas, están erosionando la estabilidad del régimen del PCCh a un ritmo acelerado.
Un sector decisivo de la burocracia del PCCh anticipa una creciente inestabilidad, y Xi Jinping es el principal defensor del endurecimiento del control del partido-Estado sobre la sociedad ante la posibilidad de explosiones sociales. El fortalecimiento de los poderes de Xi y del PCCh en general refleja estas crecientes contradicciones en lo más profundo de la sociedad. El 20º Congreso no es más que un paso más en este proceso.
Nuevo liderazgo y máxima consolidación
En este Congreso del partido, Xi Jinping presentó un plan general para la burocracia en forma de cambios en la dirección del partido, enmiendas a su constitución, e hizo públicos algunos documentos del Congreso. Por lo general, las decisiones se toman con meses de anticipación a través de presiones secretas y clandestinas entre las diversas fracciones del partido, de las cuales una de ellas acaba imponiéndose, reflejando el equilibrio de fuerzas de las tendencias dentro de la burocracia.
Este año, Xi Jinping se aseguró un tercer mandato como máximo líder del país. Se suponía que esto se había descartado bajo la dirección de Deng Xiaoping, tras la muerte de Mao, para evitar el surgimiento de otro líder supremo y en favor del liderazgo colectivo de la burocracia. Pero el 20º Congreso ha puesto fin a esta tradición no escrita; Xi Jinping se ha convertido en el dictador que Deng y compañía intentaron evitar hace décadas.
De hecho, otra ‘regla’ establecida por Deng también se ha hecho añicos: la de indicar sucesores claros dentro de la máxima dirección. Entre los nuevos miembros del Comité Permanente del Politburó (CP), no hay un sucesor claro del presidente. Xi bien podría estar asegurándose más períodos en el poder, y tal vez incluso convertirse en presidente de por vida.
Nada de esto sorprende dado que, en 2018, Xi señaló sus ambiciones al imponer una enmienda constitucional que abolía los límites de mandato para presidentes y vicepresidentes.
Pero la concentración de poder de Xi surge de la necesidad general de la burocracia del PCCh de fortalecer su propio control del poder frente a las crecientes contradicciones dentro del capitalismo chino y mundial, así como del fermento desde abajo. Xi convenció a la corriente principal del partido de que solo centralizando un mayor control sobre la sociedad y la economía se pueden garantizar la dictadura, los privilegios y las ganancias del partido.
Si bien la propia posición de Xi era una conclusión inevitable, lo que el mundo esperaba saber era la composición del Comité Permanente (CP), es decir, conocer quiénes serán los siete hombres más poderosos de China que gobernarán junto a Xi durante los próximos cinco años. Desde la época de Deng, el CP ha sido más o menos proporcionalmente representativo del poder de las diversas facciones del PCCh, cada una controlando a la otra mientras gobierna el país. Y, como se mencionó, el CP generalmente incluiría un sucesor claramente designado, a menudo una persona quincuagenaria.
Xi ha cambiado por completo esa tradición. Toda persona considerada como un contrapeso potencial para Xi ha sido eliminada. El comité ahora está compuesto en su totalidad por sus subordinados más cercanos y leales.
El nuevo CP destituyó a figuras poderosas como el primer ministro Li Keqiang, el viceprimer ministro Han Zheng, el presidente de la Conferencia Consultiva Política Wang Yang y el presidente de la Asamblea Popular Nacional Li Zhanshu. Estas figuras, aunque ya estaban muy subordinadas a Xi en los últimos cinco años, se han visto como un posible contrapeso a la fracción personal de Xi. En los últimos tiempos, el primer ministro Li Keqiang se había enfrentado más o menos abiertamente a Xi sobre la cuestión de mantener los duros bloqueos por el COVID-19 en todo el país.
En particular, Li y Wang también son vistos como los elementos más abiertamente a favor del mercado dentro de la cúpula del partido. Su eliminación indicaría que Xi es plenamente consciente del turbulento período que se avecina para el capitalismo mundial y su inevitable impacto en el mercado chino, que requerirá un mayor papel del Estado en el próximo período.
Del CP anterior, se ha mantenido a Wang Huning y Zhao Leji. El primero trabaja en estrecha colaboración con Xi como su principal propagandista, mientras que el segundo dirigió las campañas anticorrupción que erradicaron a los rivales de Xi dentro del partido. Los nuevos miembros del CP incluyen al secretario del Partido de Shanghái, Li Qiang, al secretario del Partido de Beijing, Cai Qi, al director de la Oficina General del PCCh, Ding Xuexiang, y al secretario provincial del Partido de Guangdong, Li Xi. Cai Qi y Li Qiang eran subordinados de Xi cuando este último gobernaba la provincia de Zhejiang entre 2003 y 2007 y han sido sus lugartenientes acérrimos. Ding Xuexiang ya se desempeñó esencialmente como jefe de gabinete de Xi en el último mandato.
De esta manera, el CP ahora está integrado en su totalidad no solo por personas que están alineadas con Xi, sino también por personas que ya han trabajado como sus adeptos. La misma facción de personas, a menudo conocida como el ‘Nuevo Ejército de Zhijiang’ (之江新军), que trabajó con Xi en su época en Zhejiang y desde entonces, también domina el Politburó y el Comité Central. Otras facciones importantes, como la Liga de Jóvenes Comunistas o la fracción de Jiang Zemin, han perdido por completo su voz dentro de la cúpula. Con esta nueva configuración, Xi está anunciando al Partido, al país y al resto del mundo su papel absoluto en la dirección del futuro de China.
Como si se hubiera querido recalcar esta intención con cierto estilo teatral, se llevó a cabo una extraordinaria humillación pública de la principal fracción rival de Xi cuando concluyó el Congreso. El expresidente Hu Jintao, quizás el principal representante de la fracción de la Liga de Jóvenes Comunistas, sentado originalmente junto a Xi Jinping en la disposición de los asientos para la clausura del Congreso, fue obligado a levantarse de su silla momentos antes de la sesión de clausura cuando uno de los funcionarios intentó levantarlo como si fuera un muñeco de trapo antes de sacarlo de la sala de conferencias.
Este episodio trascendió a la prensa. Las imágenes muestran a un Hu claramente sorprendido por lo que está sucediendo y se muestra reacio a irse. Xi mantiene una mirada helada. La sesión continuó después de que Hu abandonara las instalaciones, y Xi declaró las decisiones del Congreso junto a un asiento vacío. Más tarde, fuentes oficiales afirmaron que la salida de Hu se debió a estaba “enfermo”. Sin embargo, el mensaje es claro: Xi no está por debajo de nadie en China, ni siquiera de sus antiguos líderes.
Aparte de los cambios de personal en la cúpula del Partido y el Estado, las enmiendas del XX Congreso a la constitución del Partido también señalan cambios importantes en las perspectivas de la burocracia.
En otro movimiento para asegurar su posición, Xi Jinping impulsó la inclusión del principio de ‘Dos Establecimientos’ en la constitución del Partido. La enmienda (两个确立) declara explícitamente que Xi Jinping debe permanecer en el núcleo del Partido, y su pensamiento político debe convertirse en la ideología rectora del PCCh en el próximo período. Esto no deja lugar a dudas de que, en igualdad de condiciones, Xi pretende dominar el Estado chino durante muchos años. Sin embargo, hay muchas razones para dudar de que las cosas vayan a ser iguales.
Reformismo condenado al fracaso con “características chinas”
Otra enmienda notable de la constitución del Partido se refería a extender el control sobre la economía de mercado, mientras se frena el crecimiento de la desigualdad. La enmienda dice :
“…el sistema bajo el cual la propiedad pública es el pilar y las diversas formas de propiedad se desarrollan juntas, el sistema bajo el cual la distribución según el trabajo es el pilar mientras coexisten múltiples formas de distribución, y la economía de mercado socialista, son pilares importantes del socialismo con características chinas.”
Esto refleja el temor persistente del régimen de que los ciclos cada vez más volátiles de auge y caída de los mercados chinos y mundiales ahora amenacen la estabilidad del régimen. Xi ha descartado explícitamente volver alguna vez a una economía planificada. Lo que esto realmente establece es la intención de la burocracia de intervenir en el mercado para ‘corregir’ las contradicciones inherentes al capitalismo.
La poderosa burocracia bonapartista que existe en China ha transformado al país durante décadas de una economía planificada a una economía capitalista, mientras conserva un poderoso sector estatal. Fomentó el desarrollo del mercado y sigue creyendo que puede tomar las decisiones. Pero la dinámica de la economía capitalista escapa al control de la burocracia o de cualquier capitalista individual sobre cuya cabeza la burocracia pueda imponer su “disciplina”.
El desarrollo capitalista en China durante los últimos veinte años fue extremadamente rápido, alcanzando en ese momento un nivel de desarrollo que las economías occidentales necesitaron más de un siglo en alcanzar. Como consecuencia de la velocidad vertiginosa del desarrollo industrial, ahora existe un exceso de capacidad en la producción. Hoy en día, la tasa de utilización de la capacidad industrial de China continúa rondando el 75 por ciento. En comparación, la tasa de utilización de la capacidad en los Estados Unidos es del 79 por ciento.
Estos son síntomas clásicos de las crisis de sobreproducción, que Marx explicó hace mucho tiempo. Los mercados saturados hacen que la inversión productiva sea menos rentable y, como resultado, la inversión se ha dirigido cada vez más hacia la especulación improductiva. Todo esto muestra que la crisis de China tiene sus raíces en las contradicciones del capitalismo, al igual que Occidente, independientemente de los intentos del PCCh de disfrazar el hecho o de atenuar estas contradicciones.
El crecimiento de la desigualdad, inevitable bajo el capitalismo, también está produciendo un tremendo descontento entre las masas chinas. El régimen de Xi es consciente de este problema. Xi Jinping incluso recomendó que los miembros del partido leyeran El capital en el siglo XXI del académico reformista Thomas Piketty para aprender cómo la desigualdad en Occidente ha llevado a la inestabilidad política. El intento de China de contrarrestar esto es redistribuir la riqueza de alguna manera, una vez más, a través del brazo fuerte del Estado.
Sin embargo, queda por ver cómo pretende exactamente el PCCh hacer esto. Aún no se han aplicado políticas concretas en términos de distribución, pero se han puesto correas más fuertes al capital privado. Recientemente, los grandes capitalistas y empresas privados, sobre todo Jack Ma , fueron reprimidos o castigados por sus salvajes niveles de especulación que se consideraban una amenaza para la estabilidad de la economía. El partido-Estado también ha desplegado cuadros en empresas privadas para influir en su toma de decisiones, y el número de empresas con comités del partido en su gestión ha aumentado a más de 1,6 millones desde que Xi asumió el poder hace diez años.
Aunque los capitalistas privados han sido llamados al orden, China aún no ha instituido el tipo de medidas reformistas que hemos visto en el pasado en algunos de los países capitalistas más ricos. El sistema fiscal chino favorece fuertemente a los ricos y grava fuertemente a los trabajadores . Pero cualquier intento de introducir un sistema fiscal ‘progresivo’ más común tendría el potencial de desestabilizar una economía ya inestable. Por ejemplo, un plan para expandir el impuesto a la propiedad en 2021 se detuvo cuando salió a la luz la crisis de Evergrande, en medio del temor de que los nuevos impuestos pudieran exacerbar el pánico del mercado sobre el sector inmobiliario de China.
No obstante, con la burocracia alarmada por la creciente desigualdad y el fermento social, el brazo fuerte del Estado puede intentar cierto grado de ‘redistribución de la riqueza’. Sin embargo, desde el análisis marxista, tales medidas no pueden erradicar las contradicciones a las que se enfrenta China. De hecho, tal intento podría incluso precipitar la crisis económica que la burocracia está desesperada por evitar. Cualquier intento de restablecer el equilibrio social por parte del Estado en esta etapa alteraría gravemente el equilibrio económico. De hecho, los mercados bursátiles de Hong Kong y Shanghái se hundieron al cierre del Congreso ante el simple indicio de que el régimen del PCCh podría, en algún momento, imponer medidas que los mercados consideran perjudiciales.
El régimen de Xi sueña con crear una economía capitalista en constante crecimiento que esté perfectamente gestionada por el Estado. En su discurso de apertura del Congreso, Xi reiteró los “ dos principios inquebrantables ” (两个“毫不动摇”), que enfatizan que el Estado puede garantizar al mismo tiempo el papel principal de la propiedad pública al mismo tiempo que fomenta plenamente el desarrollo de la propiedad privada en un forma perfectamente estable. Esto es una fantasía, a pesar de la mano contundente del Estado en la economía. El capitalismo chino continuará tambaleándose hacia el mismo caos en el que ya están envueltos sus contrapartes en Occidente, a menos que sea derrocado y reemplazado por un plan socialista de producción basado en la democracia obrera.
El fantasma del militarismo
Otro punto importante de enfoque en el Congreso se refirió a la cuestión de Taiwán. Muchos creen que Xi tiene la ambición de anexar Taiwán, ya que se convierte cada vez más en una cabeza de puente para EE. UU. en la rivalidad interimperialista entre las dos potencias.
En el Congreso del Partido, se enfocó la cuestión de Taiwán en dos momentos clave. Durante su informe de apertura al Congreso, Xi Jinping afirmó que China “nunca se comprometería a abandonar el uso de la fuerza” como opción para anexar Taiwán. En el mismo informe, Xi enfatizó la necesidad de modernizar las fuerzas armadas como un paso necesario para convertirse en una “nación socialista fuerte y modernizada” (社会主义现代化强国). Más tarde, la frase “contra la independencia de Taiwán” se escribió en la Constitución del Partido.
La cuestión de Taiwán tiene muchas implicaciones importantes para el régimen del PCCh en su conjunto. A nivel nacional, la ‘unificación’ con Taiwán ha sido una promesa clave del régimen, que se ha vuelto cada vez más dependiente de la demagogia nacionalista. Cualquier señal de que el PCCh fuera incapaz de hacerlo sería un golpe para la credibilidad de su régimen entre las masas.
A nivel internacional, EE. UU. está armando rápidamente a Taiwán como primera línea contra China en su intento por contener las ambiciones de esta última. Esto introduce una nueva urgencia en la situación. Este año, Biden ha declarado explícitamente más de una vez que Estados Unidos defendería militarmente a Taiwán. Aunque ha sido contradicho por otros funcionarios de la Administración, EE. UU. parece estar dando tumbos hacia el abandono de su histórica posición de “ambigüedad estratégica”. La repentina visita de Nancy Pelosi a Taiwán en agosto fue otra provocación que puso a prueba los límites de China. El establishment militar de los EE. UU. genera periódicamente alarmas sobre supuestos planes chinos para invadir Taiwán, siendo el más reciente la advertencia del almirante Matt Gilday de que China podría invadir Taiwán ya en 2023 . Estos comentarios no son más que una estratagema imperialista cínica destinada a reunir apoyo en el país en nombre de la “defensa de la democracia”.
A pesar del alarmismo por parte de Gilday, el ejército chino aún no está equipado para apoderarse de Taiwán dentro de un año. Sin embargo, está claro que Xi alberga la ambición de convertirse en el líder chino que anexe Taiwán. Para lograr esto, además de satisfacer la creciente necesidad de proteger los intereses del imperialismo chino en todo el mundo, Xi deberá acelerar el fortalecimiento del poder militar de China en el próximo período.
Por lo tanto, el militarismo en todos los bandos y el potencial de guerra como resultado de la rivalidad imperialista están creciendo día a día. Las apelaciones patéticas a la ‘racionalidad’ de las clases dominantes de ambos lados son completamente inútiles. El capitalismo como sistema empuja inherentemente a los países hacia el conflicto, ya que surge la necesidad de volver a dividir el mercado mundial entre las grandes potencias. Taiwán no es más que una pieza de ajedrez en la búsqueda de China por dominar Asia, y para EE. UU. es el lugar donde pretende poner freno a su floreciente némesis.
Economía en terreno inestable
El tercer mandato de Xi en el gobierno de China será cualquier cosa menos una época de orden como se presentó en el Congreso.
Cada vez es más claro que el capitalismo chino está al comienzo de una enorme crisis económica, como consecuencia del crecimiento de las décadas anteriores. Las interrupciones de la pandemia de COVID-19 solo se sumaron a la tensión a la que ya se encuentra sometida la economía china. Antes de 2020, la cuestión de si China podía mantener el crecimiento del PIB por encima del 5 por ciento ya provocaba mucha ansiedad en el régimen. Sin embargo, hoy, el Estado se resigna a una tasa de crecimiento muy por debajo del 5 por ciento. El FMI rebajó el pronóstico de crecimiento de China en 2023 al 4,4 por ciento. La propia revista Caixin de China predice un 2,4 por ciento para 2022 y un 4,6 por ciento para 2023, suponiendo que las medidas de bloqueo se relajen después de octubre.
Si China termina con una tasa de crecimiento similar a la de Occidente, entonces habría muchos más problemas para el PCCh. Como señaló el Atlantic Council:
“Si bien las economías avanzadas como Estados Unidos y el Reino Unido experimentan rutinariamente un crecimiento de alrededor del 2 por ciento, tal escenario en China podría conducir a despidos masivos, una rápida restricción del crédito y, quizás lo más preocupante para Xi, un duro golpe a su autoridad.”
La desaceleración del crecimiento y la deuda son las principales amenazas para la economía china. La crisis en desarrollo de Evergrande se deriva de la deuda corporativa insostenible, pero es solo una instantánea del problema general de la deuda de China. A partir de ahora, la deuda nacional total asciende al 230 por ciento del PIB de China, mientras que el ratio de apalancamiento nacional (deuda/ingreso) es del 273 por ciento . El apalancamiento promedio de los hogares, un indicador clave de cuánto afecta la deuda a la vida de la gente común, ahora es del 70 por ciento.
El Estado, que Xi espera utilizar para gestionar la economía de mercado, está cada vez más endeudado. Se dice que la tasa de deuda del gobierno central ronda el 43 por ciento . Sin embargo, las deudas regionales varían enormemente. Las provincias profundamente endeudadas, como Qinghai, Heilongjiang, Ningxia y Mongolia Interior, tenían diferenciales de gastos a ingresos superiores al 300 por ciento a partir de 2020. Además, en un esfuerzo por revitalizar la economía china después de los duros cierres en muchas áreas, el Estado central ha dado instrucciones a los gobiernos regionales para que tomen medidas keynesianas drásticas para apuntalar la economía, empujando a muchas provincias a endeudarse aún más y ejerciendo presión sobre la minoría de provincias que generan ingresos netos para el Estado. Las empresas estatales que desempeñan un papel clave en la economía china ahora tienen una deuda de más del 63,7 por ciento en relación con los activos totales. Las deudas están creciendo por todas partes en China, y hasta ahora el régimen no ha tomado ninguna medida que pueda frenarlas.
El modelo chino de capitalismo se ha quedado sin camino. Cada vez más, ha ido dependiendo del sector inmobiliario para crecer. Pero este sector ahora tiene una tasa de deuda del 75% , aproximadamente la misma proporción que el sector inmobiliario de EE. UU. en 2008. La construcción de propiedades ha sido la base de las finanzas del gobierno local, ya que el 40 por ciento de sus ingresos proviene de la venta de terrenos a desarrolladores. Esto, a su vez, es de enorme importancia, porque son los gobiernos locales los responsables de impulsar el resto del crecimiento de la economía, prestando dinero para la inversión en infraestructura.
Los promotores inmobiliarios incumplieron los pagos de un récord de 31.400 millones de dólares en bonos en dólares extraterritoriales en agosto. Esto se debe a que las ventas de viviendas colapsaron alrededor de un 30 por ciento durante el año pasado, lo que llevó a muchas empresas inmobiliarias a la bancarrota. A medida que colapsaron los ingresos de los desarrolladores, redujeron drásticamente sus compras de terrenos para nuevos proyectos. Como resultado, las compras de tierras de las que dependen los gobiernos locales han bajado un 28 por ciento este año. Este agotamiento de los ingresos de las autoridades locales podría desestabilizar su deuda de 7,8 billones de dólares (¡casi la mitad del PIB chino en 2021!), lo que conduciría a una crisis económica en toda regla.
Esta montaña de deuda insostenible de los gobiernos locales, y el auge inmobiliario especulativo asociado con ella, se acumuló para rescatar a China y al mundo de una depresión en 2008.
Como podemos ver, no hay solución bajo el capitalismo que pueda resolver de una vez por todas estos problemas. El bajo crecimiento y el endeudamiento no son más que los síntomas de la crisis de sobreproducción. Ninguna consolidación del poder en manos del Estado puede superarlos.
Desacoplamiento
A nivel internacional, el tercer mandato de Xi Jinping verá un mundo plagado de rivalidades, proteccionismo y conflictos. Sobre todo, China se enfrentará a un imperialismo estadounidense y sus aliados desesperadamente beligerantes.
China se da cuenta de la necesidad de protegerse económicamente desvinculándose de la cadena de suministro internacional que, en última instancia, está dominada por Occidente.
Esto es especialmente evidente ya que EE. UU. ha tratado de doblegar a la industria tecnológica de China a través de una sanción sobre los microchips introducida en octubre de 2022. En respuesta, China está haciendo grandes inversiones para lograr la “independencia de microchips”. En términos más generales, China promulgó un plan para reemplazar todos los componentes de las computadoras provenientes del extranjero en instalaciones nacionales, dentro de tres años. Los proveedores chinos de piezas de computadoras para el mercado chino han aumentado su participación en el mercado frente a los proveedores extranjeros. Lenovo (57 por ciento) y Founder (15 por ciento) son ahora los principales proveedores, mientras que Intel y Dell están en un solo dígito.
El intento de China de desvincularse de las cadenas de suministro de tecnología convencionales es parte de un esfuerzo de desvinculación más general para protegerse de los ataques económicos de Occidente.
El régimen de Xi ha realizado esfuerzos similares para desvincularse diplomáticamente. A diferencia de los años anteriores a Xi, cuando China adoptó una postura complaciente con las instituciones diplomáticas dominadas por EE. UU., la diplomacia bajo Xi está marcada por duras críticas contra Occidente (conocidas como “Diplomacia del Guerrero Lobo”), con esfuerzos para propagar instituciones internacionales alternativas donde China pueda obtener el apoyo de otros países.
En el mundo cada vez más multipolar e inestable, China bajo Xi Jinping inevitablemente se convertirá en un polo importante contra el bloque imperialista liderado por Estados Unidos. La clase obrera china inevitablemente sufrirá de una forma u otra a medida que se profundice el conflicto entre las clases dominantes de diferentes potencias.
Lucha desde abajo
El liderazgo de Xi se enfrenta a un mundo plagado de incertidumbre. La clase obrera china ha sufrido profundamente en el último período, especialmente en los últimos dos años. Hemos visto un aumento correspondientemente marcado en su voluntad de luchar, especialmente entre los jóvenes.
La clase trabajadora china ha sufrido profundamente por las duras medidas de confinamiento que el Estado impuso en su inútil esfuerzo por mantener ‘cero COVID’. La vida diaria de millones de personas se ve interrumpida por pedidos constantes de pruebas PCR, mientras que aquellos que tienen la mala suerte de contraer el virus (y sus vecinos) están sujetos a centros de cuarentena mal administrados. Decenas de miles han perdido sus trabajos o han sido suspendidos, y los precios de los alimentos se han disparado en las zonas de cuarentena. Muchos a los que se les ha ordenado quedarse en casa no pueden acceder adecuadamente a las necesidades diarias.
Estas medidas precipitadas tomadas por el régimen sin considerar el estado de ánimo de las masas inspiraron rápidamente el descontento de las mismas. La mayoría de las veces, este descontento se ha expresado a través de avalanchas de sentimientos de indignación en Internet que desafían las duras reglas de censura. En otros casos, impresionantes hazañas de organización, como las protestas antigubernamentales en los campus universitarios o las protestas de los depositantes de Henan, incluso han atraído a miles de personas a pesar de la vigilancia omnipresente en Internet.
Más recientemente, un hombre solitario viajó al concurrido Puente Sitong de Beijing y colgó una pancarta que exigía el derecho al voto, así como un llamamiento a la huelga para deponer a Xi Jinping. Este hombre fue detenido rápidamente por las autoridades, pero los videos de su hazaña se difundieron aún más rápido en Internet y obtuvieron la simpatía generalizada de todo el país. Se ha hecho circular un manifiesto que se cree que es de este hombre. Si bien parece tener ilusiones de que China podría reformarse siguiendo líneas liberales burguesas, su acto de desafío ha inspirado mucha discusión, y algunos incluso han sacado conclusiones que van mucho más allá de las demandas democráticas liberales y se mueven en una dirección socialista.
Ha habido muchos más incidentes a lo largo de este año que no se pueden relatar aquí. Pero una cosa está clara: la clase obrera china se acerca cada vez más a fuertes acontecimientos. En algún momento dejará inevitablemente su sello en la historia. A medida que la crisis del capitalismo se profundice dentro de China, más personas serán empujadas a las calles para expresar su ira. La presión sobre los trabajadores comunes y los jóvenes ya es insoportable. Tarde o temprano, las masas se verán obligadas a tomar el camino de la lucha de clases.
El XX Congreso del Partido muestra que la administración del PCCh bajo Xi es consciente del potencial de conflicto de clases que se está desarrollando dentro de la sociedad china e intentará desesperadamente evitar tal desarrollo. Sin embargo, la camarilla criminal que está del lado de Xi Jinping eventualmente descubrirá que por mucho poder que hayan concentrado en sus manos, no será rival para la clase trabajadora china una vez que se embarque en el camino de la lucha de clases.
Si hubiera que creer a los medios occidentales y las declaraciones de los funcionarios de ambos lados del Atlántico, se tendría la impresión de que Ucrania está ganando la guerra contra Rusia y que es solo cuestión de tiempo antes de que Putin sea derrocado por su propio pueblo. Para entender lo que realmente está sucediendo, primero debemos atravesar la niebla de propaganda que rodea esta guerra.
Solo para dar un ejemplo de la propaganda occidental, el jefe de la organización de inteligencia británica GCHQ, Jeremy Fleming, declaró: “Creemos que Rusia se está quedando sin municiones, ciertamente se está quedando sin amigos y lo hemos visto, debido a la declaración de movilización., que se está quedando sin tropas”. Irónicamente, el discurso de Flemming se pronunció el mismo día en que Rusia lanzó un ataque masivo, utilizando alrededor de 100 misiles balísticos y golpeando la red eléctrica de Ucrania. El ataque se repitió durante varios días, desmintiendo de inmediato las afirmaciones de Flemming de que el ejército se estaba quedando sin municiones.
Ucrania consiguió importantes logros en el frente de batalla en septiembre. Al declarar una ofensiva en Jersón, obligó a Rusia a desviar tropas a esa sección del frente, abriendo la posibilidad de un ataque sorpresa contra las fuerzas rusas mucho más débiles en el frente de Jarkov, lo que provocó una derrota de las fuerzas rusas en ese área..
En esta región, Rusia tuvo que retirarse a nuevas líneas defensivas dispuestas apresuradamente más al este, y luego estas también se rompieron parcialmente en Kupiansk, pero también en Limán. Las tropas ucranianas pudieron avanzar hasta la frontera de Lugansk. En el frente de Jersón, tras semanas en las que la ofensiva ucraniana no pudo avanzar, se produjo un gran avance, con los rusos obligados a retirarse a Dudchani, cediendo un importante terreno en la margen derecha del río Dniéper.
Se intensifica el coro de propaganda
Estos fueron avances importantes para Ucrania, quizás las únicas victorias reales que han logrado desde el comienzo de la guerra. Las retiradas rusas anteriores de las regiones de Kiev, Sumi y Jarkov fueron solo eso: retiradas rusas, diseñadas para concentrar sus fuerzas. Los desarrollos recientes en los frentes de Jarkov y Jersón son en realidad derrotas rusas sobre un territorio que no querían ceder.
A raíz de estos acontecimientos, se intensificó el coro de la propaganda occidental. ‘¡Rusia ha sido derrotada!’, fue el veredicto unánime. En realidad, ganar una o dos batallas no determina el curso ni el resultado de toda la guerra.
Desde el punto de vista de Putin, esta guerra es un asunto existencial. Es plenamente consciente de que si pierde esta guerra, será destituido del poder. Por ello, ante estos reveses, decidió dar los pasos necesarios para cambiar la correlación de fuerzas a su favor.
Una de las principales razones de las derrotas rusas en septiembre fue la falta de tropas, que es la ventaja de Ucrania. Se cree que Ucrania tiene más de 600.000 hombres en armas, mientras que se cree que las fuerzas rusas en Ucrania tienen entre 170.000 y 200.000. Reforzar la defensa en Jersón significó dejar huecos en la línea del frente en Jarkov, que Ucrania supo aprovechar. Para revertir eso, Putin decretó una movilización parcial para reunir 200.000 soldados adicionales para la guerra en Ucrania.
La razón por la que no lo había hecho antes es principalmente porque pensó que una fuerza más pequeña, respaldada por una abrumadora superioridad en el poder de fuego, podría hacer el trabajo. Y de hecho, eso pareció ser así entre abril (tras la retirada del norte) y agosto. Las fuerzas rusas estaban manteniendo la línea del frente mientras al mismo tiempo avanzaban en el Donbás.
Sin embargo, a fines de agosto, el avance ruso parecía haber perdido impulso. Esto fue probablemente el resultado de una combinación de la estrecha coordinación entre los comandos militares de la OTAN y Ucrania, las piezas de artillería suministradas por Occidente, en particular los HIMAR más precisos y de mayor alcance, que permitieron a Ucrania atacar la retaguardia rusa, con tropas ucranianas equipadas por EEUU con apoyo de inteligencia con imágenes satelitales.
La otra razón por la que Putin se mostró reacio a decretar la movilización antes fue que involucrar a grandes sectores de la población en la guerra conlleva ciertos riesgos. A largo plazo, si la campaña no sale según lo planeado y las bolsas de cadáveres comienzan a acumularse, la movilización masiva puede preparar el escenario para la oposición masiva a la guerra y el descontento social general.
A fines de septiembre, con las tropas ucranianas haciendo retroceder a las rusas en dos frentes, Putin no tuvo otra alternativa que optar por una medida intermedia, declarando una movilización parcial.
Movilización parcial y ataque al puente de Kerch
El hecho es que el movimiento contra la guerra en Rusia hoy en día es insignificante y está completamente dominado por fuerzas liberales pro-occidentales que no están en contacto con la población en general. La creciente participación de la OTAN en la guerra, las sanciones occidentales a Rusia y las declaraciones muy provocadoras de los formadores de opinión en Occidente, hasta el extremo de que Rusia debería ser dividida, han ayudado a solidificar el apoyo de la opinión pública a la guerra. Grandes sectores de la opinión pública en Rusia, particularmente entre la clase trabajadora, ahora ven la guerra como una amenaza existencial para el país.
Sin embargo, la situación no es exactamente la misma en todas partes. La sobrerrepresentación de soldados de algunas de las nacionalidades en las fuerzas rusas en Ucrania, particularmente del Cáucaso Norte, tiene el potencial de crear resentimiento. De hecho, el único lugar donde hubo protestas significativas contra la movilización fue en Daguestán. Este, por ahora, no es el panorama general.
Los discursos recientes de Putin, al declarar la movilización, al firmar la anexión de las cuatro regiones ucranianas, fueron elaborados en consecuencia. Apenas mencionó a Ucrania, pero concentró su fuego principal contra Occidente, al que describió como imperialista y con un historial de intromisión en otros países. Esto repercutiría, no solo en Rusia, sino en todos los países del tercer mundo, donde existe un fuerte sentimiento anti-imperialista estadounidense.
Si bien Putin no está equivocado en sus críticas a Occidente, y que incluso estas están parcialmente formuladas en términos de volver al pasado zarista de Rusia, su discurso fue completamente cínico, ya que él mismo está a la cabeza de una potencia regional con ambiciones imperialistas propias.
En términos de opinión pública, como resultado de los avances ucranianos en septiembre, Putin ha estado bajo presión, no desde el campo antibelicista, sino más bien desde la derecha nacionalista rusa a favor de la guerra, que exigía medidas más duras, ¡incluido el uso de armas nucleares tácticas!
Por supuesto, el uso de armas nucleares está fuera de discusión y se usa principalmente por razones de propaganda y como una amenaza potencial. De ahí que, aunque Biden dice que debemos tomar muy en serio la amenaza de Putin, éste en realidad nunca mencionó las armas nucleares y lo dejó en la expresión convenientemente vaga de “todos los medios a nuestra disposición”. Luego, Zelenski dice que Occidente debería atacar a Rusia “preventivamente”, lo que es utilizado por el Kremlin con fines propagandísticos. Finalmente, el ministro de exteriores ruso Lavrov reafirmó la doctrina militar rusa con respecto a las armas nucleares, que se usarían solo como una medida de represalia “para evitar la destrucción de la Federación Rusa por ataques nucleares directos” o por ataques con otras armas que “pongan en peligro su existencia misma”.
La movilización parcial lleva tiempo y las 200.000 tropas reunidas deben ser entrenadas y equipadas antes de que puedan desplegarse en Ucrania. La otra carta en la mano de Putin, además de aumentar el número de tropas involucradas en la guerra, era aumentar los aspectos en los que tiene superioridad, en este caso los ataques con cohetes y misiles. El atentado terrorista ucraniano en el puente de Kerch (pues nadie duda de que fueron las fuerzas ucranianas las que lo llevaron a cabo), le proporcionó un pretexto perfecto.
El intento de cortar el puente de Kerch, que conecta la parte continental de Rusia con Crimea, cumplía algunos objetivos militares. El puente proporciona la línea principal de suministro para el ejército ruso en el sur, particularmente el frente de Jersón que ahora está bajo presión. Si eso se interrumpiera, las fuerzas rusas se volverían mucho más vulnerables a un ataque ucraniano en Zaporiyia, que si llegara al Mar de Azov dividiría en dos a las fuerzas rusas en Ucrania.
Pero, por supuesto, desde el punto de vista ucraniano, un ataque al puente de Kerch también tenía un significado muy simbólico. El puente se construyó después de la anexión de Crimea en 2014 y fue un proyecto de prestigio para Putin.
La respuesta de Putin
En la práctica, el ataque, planeado con meses de antelación, no logró sus objetivos y Rusia pudo restablecer el tráfico, tanto ferroviario como vehicular, muy rápidamente. Lo que sí hizo fue proporcionarle a Putin un regalo de propaganda, que utilizó para justificar una andanada de misiles, a pesar de que este ataque había sido planeado antes del ataque al puente.
Docenas de objetivos en todo el país fueron alcanzados durante varios días por misiles balísticos y drones, lo que revela la debilidad de las defensas aéreas de Ucrania. El ataque tenía como objetivo principal destruir o dañar gravemente la red eléctrica de Ucrania, tanto las centrales eléctricas como la red de distribución. Las plantas de energía térmica y combinada, así como las subestaciones, fueron atacadas desde Leópolis hasta Jarkov, dejando grandes partes del país sin electricidad, agua ni comunicaciones.
Estos ataques fueron diseñados para mostrar el poder de Rusia y someter a Ucrania. El mensaje es claro: si Ucrania no se rinde a los términos de Rusia, destruiremos su suministro de energía justo antes de la temporada de invierno.
Al mismo tiempo, Rusia se ha acercado a Bielorrusia para erigir un grupo militar conjunto, presionando así la frontera norte de Ucrania, con el objetivo de desviar tropas de otros escenarios.
La combinación de más tropas rusas, ataques a la infraestructura de Ucrania y la amenaza de una nueva invasión en el norte tiene como objetivo cambiar nuevamente el equilibrio de fuerzas y eventualmente crear una situación en la que Ucrania se verá obligada a sentarse a la mesa de negociaciones.
Hay otros problemas para Ucrania. El conflicto es fundamentalmente una guerra de poder entre la OTAN y Rusia. El objetivo declarado de Washington es debilitar gravemente a Rusia. Ucrania depende completamente de los EE. UU. y la UE para financiar la guerra, suministrarle municiones, hardware e inteligencia, entrenar a sus tropas, etc.
Ya hay voces que advierten que las reservas de armas a ambos lados del Atlántico se están agotando. Parte de eso es el complejo industrial militar que presiona por nuevos contratos y más gasto militar. La guerra es terriblemente lucrativa, como comentó sarcásticamente Lenin.
Pero también hay un serio problema real. Según Dave Des Roche de la Universidad de Defensa Nacional de EE. UU., la producción normal de proyectiles de artillería en EE. UU. para el obús de 155 milímetros que se utiliza actualmente en Ucrania, es de unos 30.000 proyectiles al año. ¡Ucrania gasta esa cantidad cada dos semanas! La UE también está preocupada.
“Las existencias militares de la mayoría de los Estados miembros han estado, no diría agotadas, pero sí mermadas en una alta proporción, porque hemos proporcionado mucha capacidad a los ucranianos”, dijo el comisario de asuntos exteriores y seguridad de la UE, Josep Borrell.
A pesar de todas las garantías de que la OTAN apoyará a Ucrania “a largo plazo”, este nivel de financiación y suministros se está convirtiendo en una carga grave y, combinado con el inicio de una profunda recesión económica, podría volverse insostenible.
La tormenta que viene en Europa
Además, la guerra ha creado serios problemas en Europa en cuanto al suministro de energía, a medida que se acerca el invierno. Las sanciones a Rusia han llevado a precios más altos de la energía y a las represalias rusas, al asfixiar el suministro a los países de la UE. Es comparativamente fácil para EE. UU. exigir e imponer sanciones a Rusia, ya que no depende tanto del suministro de energía de este país. Europa en cambio es extremadamente dependiente de Rusia y como esa fuente de energía se está cortando, tiene que buscar otros proveedores mucho más caros.
En la UE se prepara una gran tormenta social, económica y política y el apoyo a la guerra ya se está desvaneciendo, tanto en la opinión pública como entre los políticos. Esto, a su vez, pondrá de manifiesto las diferencias entre la UE y los EE.UU.
Incluso en EE. UU., una victoria de los Republicanos de Trump en las elecciones intermedias podría alterar el equilibrio de poder y dificultar que Biden continúe con su apoyo aparentemente ilimitado a Ucrania. Trump ha dejado clara su posición: está a favor de un acuerdo negociado entre Rusia y Ucrania. Desde su punto de vista, EE. UU. debería concentrarse en el que considera su principal enemigo: China.
Si Rusia recupera la iniciativa, sobre la base de un mayor número de tropas y la destrucción de la infraestructura de Ucrania, entonces aumentará la presión en Occidente para retirarse de la guerra. En ese momento, habría una fuerte presión de Occidente que empujaría a Ucrania hacia un acuerdo, en el que las ganancias de Rusia sobre el terreno se codifiquen en la mesa de negociaciones. Este es el cálculo de Putin.
A raíz de la ofensiva de septiembre, Kiev se volvió cada vez más beligerante, declarando enfáticamente que sus objetivos de guerra eran la liberación total de todo el territorio ucraniano, incluida Crimea. Zelenski ha ido tan lejos como para aprobar una ley que prohíbe cualquier negociación con Rusia mientras Putin esté en el poder. Estas declaraciones están diseñadas principalmente para levantar la moral del público y del ejército.
Si la situación en el frente cambia a favor de Rusia y el apoyo de la OTAN flaquea, Zelenski bien podría cambiar de tono y aceptar hacer un acuerdo. Después de todo, originalmente fue elegido como el “candidato de la paz con Rusia”. Si se resiste, podría verse destituido del poder. Tal vez no se firme un acuerdo de paz adecuado, pero cuando las condiciones lo impongan, se podría acordar un alto el fuego.
Como hemos argumentado desde el principio, esta es una guerra imperialista reaccionaria por ambos lados, el de Rusia pero también el de la OTAN. El papel de los marxistas revolucionarios es ante todo oponerse al belicismo de nuestra propia clase dominante y vincular la lucha de clases en casa con la lucha contra sus objetivos imperialistas en el extranjero.
Cuando el movimiento nacional de protesta en Irán entra en su cuarta semana, los esfuerzos del régimen por reprimirlo sólo parecen haber tenido el efecto de agitar aún más a las masas y de atraer a nuevas capas. Ahora, se han unido miles de estudiantes y comerciantes de los bazares, así como importantes capas de la clase obrera, a los jóvenes de las calles y de los campus universitarios.
Y lo que es más importante, se han iniciado una serie de huelgas en el sector petrolero y petroquímico, el corazón de la economía iraní. Cuando el sábado 1 de octubre, el régimen desencadenó una nueva campaña de ataques violentos contra los manifestantes de la calle y la universidad, preveía estrangular el movimiento emergente desde su raíz. Esas expectativas se han visto frustradas.
Mientras que cientos, posiblemente miles de estudiantes han sido arrestados, y decenas de universidades han sido cerradas, la mayoría de las más de 100 universidades atendieron al llamamiento a una huelga estudiantil a nivel nacional y se han mantenido firmes.Mientras tanto, a los manifestantes se les ha unido un poderoso e inspirador movimiento de alumnas, que ha recorrido el país de punta a punta.
Desde la reapertura de las escuelas, han circulado numerosos vídeos diarios de grandes grupos de jóvenes que estallan en protesta en sus escuelas, quitándose los velos, agitándolos en el aire, mientras corean lemas como “Mujeres, vida, libertad” y “Muerte al dictador”.
En una escuela de Bandar Abbas, las alumnas se quitaron el velo y salieron a la calle coreando consignas mientras eran perseguidas por la policía antidisturbios. Otro vídeo muestra a las alumnas apabullando a un orador de la organización paramilitar basij, que había sido invitado a dirigirse a su escuela, con el cántico “¡Basiji piérdete!” mientras agitaban sus pañuelos en el aire. En otros casos, se ha informado que los padres se han enfrentado a las fuerzas de seguridad después de que éstas hayan intentado detener a sus hijas.Al mismo tiempo, los comerciantes de los bazares más importantes de Teherán –el Gran Bazar, Lalehzar, el Jardín de Sepahsalar y el Bazar de Tajrish– también se han sumado al movimiento, junto con el bazar de Shiraz, cerrando sus tiendas como han hecho los comerciantes de la provincia del Kurdistán y de otras ciudades kurdas durante varias semanas.
En lugar de acabar con el movimiento, la represión del régimen está incitando a la acción a capas más amplias. El sábado pasado por la noche, a pesar de una semana de acciones represivas, se produjeron las mayores protestas hasta la fecha en todo el país, extendiéndose por primera vez a las zonas obreras más pobres que antes se habían mantenido al margen. En el barrio obrero de Naziabad, en Teherán, los vídeos mostraban marchas relativamente numerosas, desafiando una fuerte presencia de seguridad y coreando lemas contra el régimen. Se informó de acontecimientos similares en toda la capital y en muchas otras ciudades.
En un vídeo digno de mención de Naziabad, un grupo de policías antidisturbios se quitó los cascos y marchó junto a los manifestantes, y uno de ellos dio una palmada en la espalda a un manifestante en señal de solidaridad. Este incidente anecdótico demuestra hasta qué punto la moral de las fuerzas represivas del régimen se ha visto afectada por la incesante presión del movimiento. Las bases de estas fuerzas suelen proceder de las mismas capas conservadoras pobres que en los últimos años han irrumpido en la escena política en protestas radicales contra el régimen.
Al sentir la simpatía latente de estas fuerzas en algunos casos, los manifestantes se han acercado a ellas pidiendo su solidaridad. Aunque todavía no ha llegado el momento de que las fuerzas armadas se rompan, estas medidas preparan el camino para tal acontecimiento en el futuro. Para ello, sin embargo, lo que se necesita primero es preparar un movimiento lo suficientemente poderoso como para plantear un desafío creíble al régimen.
Avivar las llamas del sectarismo
Aunque la represión estatal ha sido dura, también está claro que el régimen ha intentado (en general) mantener el número de muertos relativamente bajo. Todavía no ha desatado toda la fuerza de su aparato represivo en las protestas por miedo a provocar un movimiento mayor, y probablemente también porque no confía en sus propias fuerzas. Sin embargo, ese no es el caso de las zonas baluchi y kurda, dos de las más desfavorecidas de Irán.
En la provincia de Baluchistán, el régimen ha asesinado al menos a más de 110 personas en las últimas dos semanas, 97 de las cuales murieron el 30 de septiembre durante una protesta contra la violación de una niña de 15 años por parte de un jefe de policía local. Este suceso ha sido bautizado desde entonces como “Viernes Negro”. El régimen ha presentado falsamente la masacre como un enfrentamiento entre las fuerzas del régimen y una insurgencia suní local apoyada por Arabia Saudí, que ha asolado Baluchistán durante años.Mientras tanto, las zonas kurdas, como hemos informado anteriormente, han sido testigos de escenas parecidas a una guerra civil. Estas zonas han acogido las partes más radicales y avanzadas del movimiento hasta ahora, con un alto grado de participación y organización, así como una convocatoria de huelga general que se remonta a los primeros días de protesta. Aunque comenzó con los propietarios de tiendas y comerciantes, los informes indican que la huelga en las ciudades de mayoría kurda también se ha extendido a partes de la clase trabajadora. Las protestas callejeras radicales han conseguido, en varias ocasiones, expulsar a las fuerzas del Estado de varios pueblos y de amplias zonas de las ciudades más grandes.
El régimen ha respondido en la última semana intensificando su represión hasta el punto de atacar a los manifestantes con artillería y drones. El sonido constante de las explosiones y el fuego de las ametralladoras se puede escuchar en los vídeos que salen de la ciudad de Sanandaj y Sakez, y el número de muertos parece ir en aumento. El régimen también ha advertido que está preparando incursiones en el norte de Irak para atacar a las organizaciones kurdas de izquierda que tienen bases allí.
En la propaganda del régimen se repite continuamente la falsa afirmación de que el actual movimiento está organizado por el imperialismo occidental en un intento de cambio de régimen, y con el fin de romper Irán mediante el apoyo a las minorías nacionales secesionistas.
Si bien es cierto que el imperialismo estadounidense y sus aliados saudíes e israelíes han llevado a cabo una política de cambio de régimen y han apoyado a grupos reaccionarios entre las minorías nacionales, no han conseguido hacerse con el control del actual movimiento.
No ha habido reivindicaciones ni cánticos secesionistas, ni en la zona kurda ni en la baluchi, ni en ninguna otra zona habitada por minorías nacionales. Más bien, es una clara táctica del propio régimen intentar dividir el movimiento desviando a algunos sectores del mismo por líneas nacionales y sectarias, una agenda que se alinea con la del imperialismo occidental.
Sin embargo, estos intentos no han tenido mucho éxito hasta ahora. Por el contrario, el movimiento ha despertado un profundo sentimiento de solidaridad entre los grupos étnicos de Irán, que el régimen ha intentado deliberadamente mantener divididos entre sí durante décadas como medio para mantenerse.Para superar la opresión de las minorías nacionales, lo primero y más necesario es una lucha unida de todos los pueblos de Irán contra su enemigo común: la clase dominante iraní. Y para esta lucha es crucial la entrada en escena de la clase obrera como fuerza organizada.
Los trabajadores comienzan a moverse
Un paso importante en esta dirección se dio el lunes por la mañana, cuando unos 4.000 trabajadores de Bushehr Petrochemical, Damavand Petrochemical y Hengam Petrochemical dejaron sus puestos de trabajo y abandonaron las instalaciones en una huelga indefinida en apoyo del movimiento. Además, la empresa Sadra Petrochemical fue cerrada preventivamente por la patronal anticipándose a la huelga.
Estas empresas contratistas operan en el complejo petroquímico de Assaluyeh, uno de los mayores complejos de este tipo del mundo. Tras dejar sus puestos de trabajo, los trabajadores en huelga bloquearon una carretera de acceso al complejo con piedras y barriles de alquitrán ardiendo, mientras coreaban consignas como “Muerte a Jamenei” y “¡No lo llamen protesta, se llama revolución!”. Más tarde, los trabajadores también prendieron fuego a los edificios de la seguridad privada local.
A un trabajador que grababa la huelga se le pudo oír decir “¡Viva Irán! Vivan los lures, turcos, kurdos, árabes y bajtiaris”. Esta muestra de solidaridad de clase por encima de los orígenes étnicos es una respuesta a las acusaciones del régimen de que los trabajadores en huelga representan movimientos separatistas de minorías nacionales. Muestra el carácter instintivamente internacionalista de la clase obrera, su potencial para unir a todas las capas de la sociedad detrás de ella en la lucha revolucionaria, y cómo esa lucha puede superar la opresión nacional.
Los trabajadores de otras empresas cercanas también se unieron posteriormente a la huelga y a la manifestación. Se ha informado de que las fuerzas de seguridad locales se han reforzado y han bloqueado las carreteras que conducen a los trabajadores que protestan, para evitar que otros grupos se unan a ellos.Pero sólo unas horas después de que estallara la huelga en Assaluyeh, los trabajadores también se retiraron del complejo petroquímico de South Pars en Kangan –otro enorme centro petroquímico– y en la refinería de petróleo de Abadán, epicentro histórico de la huelga general de tres meses que preparó el camino para el derrocamiento del odiado Shah Mohammad Reza Pahlevi en la revolución de 1979. En la huelga de ayer, se paralizó por completo la planta de la refinería de Abadán, a la que se sumaron los trabajadores de varias empresas de transporte de mercancías.
Estas huelgas, en las que predominan los trabajadores eventuales, fueron precedidas la semana pasada por dos advertencias emitidas por el Consejo de Organización de las Protestas de los Trabajadores Contratistas del Petróleo (COPOCW), organización que ha liderado una serie de huelgas a nivel nacional en los últimos años. Una advertencia similar ha sido emitida ahora por un grupo desconocido de trabajadores con contrato permanente, que operan las partes más esenciales de la industria petrolera y petroquímica de Irán. Tras el inicio de la huelga de ayer, el COPOCW publicó la siguiente declaración en su página de Télegram, que comienza con un poema de un poeta radical contemporáneo:
Haremos huelga: por los autobuses chatarra, por una vida tan valiosa como la de un animal, por los dormitorios plagados de chinches, por la comida contaminada, por las horas pico, por la hora en que te anuncian que tienes que hacer horas extras, por levantarte a horas intempestivas, por el cheque que nunca se cobró, por el seguro [social] impagado, por el reloj que te sacude más que el temblor de un autobús, por las ‘fuerzas del proyecto’, por todo esto protestaremos mañana.
“El Consejo de Organización de las Protestas de los Trabajadores de Contratos Petroleros, llama a todos los trabajadores petroleros – ya sean empleados de proyectos, los que tienen contratos permanentes, o los trabajadores a destajo, los trabajadores de transporte y operaciones de combustible, los compañeros que trabajan en la perforación nacional, la explotación, las refinerías y la petroquímica: a unirse a una huelga nacional en el sector petrolero en solidaridad con las protestas del pueblo. En esta huelga de solidaridad, el consejo organizador exige la liberación inmediata e incondicional de los detenidos recientemente y de todos los presos políticos, el desalojo de las fuerzas policiales de las calles, el fin de toda la represión y el juicio de las autoridades y de los responsables del asesinato de Mahsa Amini y de todos los que han sido asesinados por las fuerzas represivas del régimen durante este periodo”.
Inmediatamente después del estallido de la huelga en el sector petroquímico, el Sindicato de Trabajadores de la Compañía de Caña de Azúcar Haft Tappeh, un sindicato que goza de gran popularidad y que se ha destacado por sus huelgas y reivindicaciones radicales, como la nacionalización y la gestión de los trabajadores en la industria, emitió una poderosa declaración llamando a una huelga general política en todo el país: Publicamos aquí la traducción completa de su declaración:
¡Camaradas! ¡Pueblo oprimido!La protesta y el levantamiento callejero de las muchachas del sol y de la revolución ha entrado en su cuarta semana.Chicas y chicos combativos han sacudido las calles y los callejones con la consigna “mujer, vida, libertad”, para lograr la libertad y la igualdad a través de su gloriosa lucha: libertad de la opresión y de la explotación, libertad de la discriminación y la desigualdad.Nuestros hijos de la calle necesitan solidaridad y apoyo para librarse de la opresión, la asfixia y la discriminación.En esta situación, en la que la sangre de nuestros hijos ha coloreado el pavimento de las calles, el inicio de la huelga de los trabajadores de varios sectores petroleros y petroquímicos ha insuflado nueva vida y esperanza al cuerpo de esta lucha.
Sólo cabía esperar, por el bien de la justicia y por el bien de los hijos del trabajo y del esfuerzo, que los padres y las madres, las hermanas y los hermanos explotados, se pusieran a su lado y detuvieran el movimiento de las ruedas de la producción y de la riqueza.
Hoy [10 de octubre], la primera chispa de esta unidad y solidaridad se encendió con la presencia entusiasta de los trabajadores de los proyectos que trabajan en Bushehr Petrochemical, Abadan Refinery y Asalouye.La solidaridad de los trabajadores en apoyo de sus hijos, hermanos y hermanas en la calle, es la necesidad urgente de este movimiento.
El Sindicato de Trabajadores de la Caña de Azúcar Haft Tappeh, por su parte, felicita la huelga de los trabajadores de varios sectores petroleros y petroquímicos en apoyo a las protestas en la calle.Nuestros hijos, hermanas y hermanos esperan que otros sectores de servicios y producción se unan a la huelga nacional, porque la liberación de la opresión y la explotación, de la discriminación y la desigualdad, sólo es posible con la unidad y la solidaridad.
Trabajadores y trabajadoras honestos y conscientes;El levantamiento de las mujeres en la calle necesita apoyo. Las mujeres de esta tierra han decidido hacer un gran cambio, un cambio que traerá la liberación de las mujeres en otras áreas.
Este gran y loable levantamiento debe unirse a la huelga de los trabajadores de toda esta tierra.Para librarnos de la discriminación y la opresión, para librarnos de la pobreza y la penuria, para tener pan y libertad, no dejemos solas a las hijas del sol y de la revolución.Hijas del sol y de la revolución;El día de la victoria, el mundo entero se quitará el sombrero ante vosotras, que habéis dado a todo el mundo una lección de lucha y resistencia.
¡Viva la unión y la solidaridad de clase de los trabajadores por la liberación!
¡Hacia una huelga nacional en los sectores de servicios y producción!
La entrada en escena de forma organizada de la clase obrera –en particular en la industria petrolera– es un punto de inflexión decisivo. La juventud revolucionaria ha demostrado una valentía y una voluntad de sacrificio inspiradoras. Pero eso en sí mismo no es suficiente para derribar el odiado régimen. Su posición en la producción da a los trabajadores el poder de paralizar todo el país y detener la represión del régimen.
Y lo que es más importante, una huelga general política pone inevitablemente en el orden del día la cuestión del poder: ¿quiénes son los dueños de la sociedad? ¿La clase dominante, que se mantiene únicamente gracias a la explotación de los trabajadores y los pobres? ¿O aquellos cuyo trabajo produce toda la riqueza?
El régimen es muy consciente de este hecho. Los que están en el poder ahora tienen un claro recuerdo de la huelga general de la revolución de 1979. Por eso siempre han aplicado una política de tolerancia cero con el activismo laboral en las principales industrias, especialmente en el sector petrolero, que es con mucho el más importante de la economía iraní.
Están apareciendo informes sobre la detención de activistas obreros y la movilización de las fuerzas de seguridad a importantes zonas industriales para reprimir la actividad huelguística. Pero esta represión, como hemos visto últimamente, podría tener el efecto contrario de incitar a más capas de la clase obrera a entrar en la lucha.
El papel de la juventud
La idea de una huelga general nacional ya ha capturado la imaginación de la juventud en las calles, en las escuelas y en las universidades. La tarea ahora es apoyar a los trabajadores y ayudarles por todos los medios a difundir el naciente movimiento huelguístico.
Estos esfuerzos ya están en marcha en muchas zonas. En Isfahán, el lunes por la noche, un grupo anónimo colocó en las paredes y en las ventanillas de los coches de algunas zonas de la ciudad folletos invitando a los trabajadores a unirse a la huelga general. Otra declaración de una universidad de Teherán se compartió ampliamente en Télegram, alabando el logro histórico de la huelga y calificándola de ejemplo a seguir en la lucha revolucionaria.
Esta campaña debe realizarse de forma organizada y sistemática para conseguir el máximo efecto. La juventud revolucionaria debe encontrar la manera de acercarse a los trabajadores y ayudarles en todos los retos prácticos y organizativos de la organización de la huelga. También deben escuchar las reivindicaciones de los trabajadores e incorporarlas a su propio programa.
Para llevar a cabo sistemáticamente este esfuerzo, es necesario crear comités de lucha revolucionarios en cada escuela, universidad, barrio y lugar de trabajo, que trabajen para difundir la agitación de la huelga y planificar los próximos pasos del movimiento. Esto ya está ocurriendo en algunas zonas. En la ciudad de mayoría kurda de Mariván, un grupo de jóvenes revolucionarios publicó la siguiente declaración, que ha circulado ampliamente en las redes sociales:
Resolución de la juventud revolucionaria de los barrios de Mariván
Resolución número 1
¡Pueblo combatiente de Mariván!
Vuestro levantamiento de masas comenzó en protesta por la trágica muerte de Shalier Rasouli y continuó junto con las protestas del pueblo iraní en todo el país, desencadenadas por el asesinato de Mahsa Amini por parte del gobierno.
Hoy, 23 días después del inicio del levantamiento de Mahsa, más de 100 ciudades, 50 universidades y decenas de escuelas se han unido a las protestas populares. Estudiantes y profesores se han unido al levantamiento masivo del pueblo iraní de diversas formas, y una vez más los estudiantes de la Universidad Tecnológica de Sharif se convirtieron en el bastión de la libertad.Los jóvenes de los barrios han luchado desde el primer día. El pueblo del Kurdistán ha combinado la táctica de la huelga general con las protestas callejeras. Mientras tanto, los terroristas islámicos mataron a decenas de personas en Sistán y Baluchistán el Viernes Negro. Parte de los trabajadores del petróleo se han declarado en huelga y los trabajadores de todo el país han amenazado al gobierno con huelgas más amplias. En una palabra, la continuación de las protestas ha proporcionado gradualmente la oportunidad necesaria para la organización.
Amigos. La situación política de Irán nunca volverá a ser la de antes del levantamiento de Mahsa. Las mujeres de vanguardia van por delante del resto de la sociedad como pioneras de la protesta. Las mujeres que, tras años de gobierno asfixiante y tiránico, han encontrado una oportunidad para gritar por sus derechos, han olido una brisa de libertad, bailan y cantan en las calles con entusiasmo. No tienen nada en común con las mujeres que existían antes del levantamiento y nunca lo tendrán.
Por eso, nosotras, las jóvenes revolucionarias de los barrios de Mariván, hemos decidido avanzar en nuestras luchas de forma más organizada, como nuestras compañeras de Teherán y Sanandaj. De esta manera, pedimos a todos los jóvenes revolucionarios de los barrios de Mariván que se unan a este movimiento y ayuden a continuar las protestas.
Continuemos las protestas con todos los métodos e iniciativas que podamos. Manteniendo nuestra propia seguridad, podemos continuar las protestas y preparar gradualmente luchas más serias y organizaciones más amplias.
Otra declaración muy interesante fue la emitida por los estudiantes de la Universidad de Isfahán:
Resolución número uno: otro paso adelante, una gran reunión del pueblo y la conquista de las calles; ¿cuáles son los próximos pasos de nuestra revolución?
Teniendo en cuenta que en estos días, las protestas estudiantiles son como la sangre que fluye en el cuerpo de la revolución, manteniendo la revolución viva y cambiando constantemente la situación; ¡En primer lugar, tenemos que hacer hincapié en la continuación de las protestas de los estudiantes en todo el país!El gobierno se encuentra actualmente en una posición muy débil. Hoy y esta noche, en ciudades como Teherán, Karaj, Arak y Kurdistán (Sanandaj y otras ciudades); el gobierno perdió varias calles de la ciudad y tuvo que retirarse temporalmente.
Ciertamente, a pesar de los altibajos, estas victorias pronto entrarán en diferentes fases, y con los errores causados por la fatiga y la incapacidad de las fuerzas represivas, sin duda podremos cambiar significativamente el equilibrio de fuerzas políticas entre los revolucionarios y el gobierno asesino.En este sentido, el segundo punto es la organización urbana de la población en forma de consejos vecinales de protesta. Mediante la creación de plataformas seguras para la acción colectiva a través de redes seguras como Signal o Télegram, la población que protesta y la juventud que protesta de los barrios pueden hacer los arreglos necesarios para proporcionar alimentos, planificar acciones de protesta, armas de protesta y todo lo que necesiten. Sólo así podremos continuar las protestas y conseguir éxitos significativos en las calles.
Lo tercero, que es muy importante, es un elemento complementario llamado expansión de las huelgas generales a nivel nacional en toda la sociedad. En la actualidad, las protestas en la calle han registrado avances significativos. Con las huelgas generales y de ámbito nacional, los grupos que protestan en las calles se sienten más apoyados. Cuando las huelgas lleguen a los centros industriales matriz del trabajo y del transporte, la rueda de la represión del gobierno prácticamente dejará de funcionar. Ningún ejército o cuerpo puede sobrevivir sin los fuertes gastos militares que son financiados directamente por las industrias petroleras y petroquímicas del país.
Por último, es necesario mencionar:
Al mantener vivas las protestas en la universidad y fuera de ella, los estudiantes han confirmado su seria y firme decisión por una revolución humanista en Irán. Obtendremos la victoria y así destruiremos toda fuente de opresión y tiranía.Las declaraciones anteriores ofrecen una visión del enorme poder creativo de la juventud, los trabajadores y los pobres. La autoorganización de las masas es una característica de todos los verdaderos movimientos revolucionarios. Lo vimos con el surgimiento de los soviets en la Revolución Rusa, y con las Shuras (que significa “consejos”) de fábrica y de barrio, que durante un breve período se disputaron el poder durante la revolución de 1979 en Irán. Estas estructuras constituyen el embrión de una sociedad futura que lucha por nacer.Pero para alcanzar ese potencial, deben, en primer lugar, llegar a todas las capas de las masas, en particular a la clase obrera. Es imperativo que los comités de lucha se difundan lo más ampliamente posible y se conecten a nivel local, regional y nacional para convertirse en la expresión organizada de la voluntad del propio movimiento.
De esta manera, también se puede abordar el problema aún no resuelto de la dirección.La juventud iraní, y las mujeres jóvenes en particular, han demostrado un enorme poder revolucionario, resistencia y voluntad de sacrificio. Sin ayuda, sin organización y con poca experiencia, han provocado la mayor crisis de la historia del régimen actual. Sus luchas por el fin de la dictadura y la opresión se hacen eco de los anhelos de la gran mayoría de las masas iraníes.
Para ellas, el régimen actual no tiene nada que ofrecer sino más miseria. En un país rebosante de talento y manos dispuestas, y con vastos recursos naturales bajo su suelo, millones de personas se ven obligadas a soportar el desempleo crónico y la pobreza acuciante. Incluso para los que tienen la suerte de tener un trabajo, los salarios -si es que se pagan- rara vez cubren más que las necesidades básicas de la vida, si es que lo hacen. Para los trabajadores, el futuro sólo depara una mayor explotación y desesperación. Para los jóvenes, no hay futuro.
Mientras tanto, la única ocupación de los mulás que dirigen el país, y que predican la piedad y la modestia a todo el mundo, parece ser un incesante frenesí de saqueo, que se aprovecha del trabajo de los trabajadores y los pobres.
Esto no es sólo un reflejo del callejón sin salida del régimen actual, sino del callejón sin salida del capitalismo iraní en su conjunto. Muestra la absoluta incapacidad de la clase capitalista para ofrecer un camino hacia adelante a la sociedad. Incapaz de ofrecer nada más que un nivel de vida en continuo descenso, sólo puede sostenerse mediante la opresión más inhumana y la división de la sociedad en función del género, la nacionalidad y la religión.
La única manera de que el pueblo iraní se eleve por encima de las actuales condiciones de barbarie que se le ofrecen, para lograr una verdadera liberación, es luchar contra el propio sistema capitalista. Tomar el poder en sus manos y establecer una sociedad socialista libre de patrones y clérigos, y de opresión y división; donde la igualdad y la solidaridad universales sentarán las bases de una vida mejor para todos.Fuente (incluidos vídeos e imágenes): https://www.marxist.com/iran-repression-provokes-backlash-and-calls-for-a-revolutionary-general-strike.htm
El movimiento contra el régimen iraní continúa en las calles, a pesar de la fuerte represión de las fuerzas del régimen. Tras extenderse a más de 140 ciudades, pueblos y aldeas de todo el país, lo que empezó como una protesta contra el asesinato de una joven kurda se ha convertido en un poderoso movimiento revolucionario de la juventud contra el régimen en su conjunto. Sin embargo, la pregunta sigue siendo: ¿hacia dónde va el movimiento?
Tras ser sorprendido inicialmente por la rapidez y el radicalismo del movimiento, el régimen está recurriendo a una mayor represión violenta. A su regreso del Consejo General de la ONU, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, advirtió el domingo que las autoridades «tratarán con decisión a quienes se opongan a la seguridad y la tranquilidad del país». Desde el sábado por la noche, decenas de estudiantes han sido detenidos en todo el país y, según algunos informes, el número de muertos en las calles ha alcanzado los 180. Mientras tanto, se ha restringido severamente el acceso a Internet, y todas las clases universitarias presenciales se han sustituido por clases en línea para impedir que los estudiantes se reúnan en mayor número.
Sin embargo, en el momento de escribir este artículo, no está claro si la represión ha tenido éxito. En Teherán, el lunes circuló un vídeo en el que se veía a la multitud coreando desafiantemente: «no volveremos a casa hasta que hayamos hecho una revolución». Debido a las restricciones de Internet, es difícil obtener información fidedigna, por lo que es difícil calibrar la situación real sobre el terreno. Pero siguen circulando vídeos e imágenes de multitudes de jóvenes atacando a las fuerzas de seguridad y quemando sus coches, así como de la quema de oficinas de autoridades religiosas y de seguridad y de carteles de propaganda del régimen.
Tras las redadas en residencias y campus estudiantiles en las que se detuvo a cientos de estudiantes, los sindicatos estudiantiles reaccionaron convocando una huelga nacional de estudiantes, exigiendo la liberación de los presos políticos. Al parecer, la huelga fue secundada por 15 sindicatos estudiantiles, entre ellos los de la Universidad Tecnológica de Sharif, la Universidad de Al-Zahra, la Universidad Khawaja Nasiruddin Tousi, la de Ciencias de la Rehabilitación de Teherán, la de Khwarazmi, la de Sourah, la de Chamran Ahvaz, la de Sahand Tabriz y la de Boali Sinai Hamedan. En Tabriz, todos los estudiantes de odontología, excepto los que trabajan en los servicios de urgencia de la universidad, también han hecho huelga. Entre los llamamientos a la huelga y las protestas de los estudiantes, también se hizo un llamamiento al personal universitario para que se uniera, llamamiento al que se adhirieron algunos profesores de los distintos campus.
El domingo, el Consejo de Coordinación de las Asociaciones de Profesores de Irán también anunció una huelga para el lunes y el miércoles (el martes era festivo), exigiendo el fin de la represión violenta y la liberación de todos los estudiantes detenidos. En Shiraz, Isfahan, Teherán y Khuzestan, los sindicatos de profesores locales llamaron a sus miembros a unirse a las protestas callejeras. Temiendo el impacto de las huelgas, las autoridades de algunas ciudades, como Shiraz y Qazvin, así como de la provincia de Alborz, cerraron preventivamente las escuelas el lunes con la excusa de la «excesiva contaminación del aire».
El Consejo de Organización de las Protestas de los Trabajadores Contratistas del Petróleo, organismo que ha organizado varias huelgas nacionales en los últimos años, también ha amenazado con convocar una huelga si el régimen no pone fin a su violenta represión.
La entrada en escena de grupos de trabajadores organizados es un paso importante. Pero la situación actual exige algo más que amenazas y huelgas limitadas. Lo único que puede detener de forma decisiva la represión es una huelga general total, que puede paralizar el régimen y plantear la cuestión del poder en la sociedad. El llamamiento a dicha huelga ha sido planteado localmente en algunas zonas, así como por un grupo de activistas desconocidos en las redes sociales. Hay que hacerla suya y convertirla en el grito de guerra de todo el movimiento.
Esta huelga debe ser organizada y preparada mediante la creación de comités y consejos de lucha en cada barrio, escuela y lugar de trabajo, que deben estar conectados a nivel local, regional y nacional. Aunque los jóvenes en las calles han demostrado una enorme valentía y voluntad de sacrificio, no pueden derrocar al régimen por sí solos. Para ello, es crucial la entrada en escena de la clase obrera como fuerza organizada. Esa es la única manera de detener al aparato represivo en su camino y recuperar el impulso del movimiento.
Romper el aislamiento
La heroica lucha de la juventud iraní, y en particular de las mujeres de Irán, ha cautivado la imaginación de millones de personas en todo el mundo. Su actitud está en directa contradicción con la de los reformistas liberal-demócratas que lideraron el Movimiento Verde en 2009, y que se presentaron como los campeones de la democracia, pero que han pasado años arrastrándose a los pies de las facciones de línea dura del régimen para obtener escasas migajas. Mientras que los reformistas han sido utilizados por el régimen como medio para encauzar las luchas de las masas por caminos seguros, hoy los jóvenes en las calles han sembrado el terror en los corazones de Jamenei y compañía.
Pero por muy inspirador que sea el movimiento actual, su número en las calles sigue siendo relativamente bajo y aún no ha conseguido el apoyo activo de la masa de trabajadores y pobres, que le permitiría dar pasos decisivos hacia adelante. Aunque la mayoría de los iraníes simpatizan con el movimiento, dudan en apoyarlo porque no creen que les ofrezca una alternativa creíble al sistema actual.
Los últimos cinco años han sido los más turbulentos de la historia de la República Islámica, el régimen que sustituyó a la odiada monarquía en 1979. Desde 2018, hemos asistido a una serie de luchas nacionales y locales sobre una gran variedad de cuestiones, desde la escasez de agua hasta la inflación, la corrupción, el derribo del vuelo 752 de Ukraine International Airlines, la opresión de las minorías nacionales y los ataques a otros derechos democráticos, los ataques a la sanidad y la educación, las pensiones, los salarios, la privatización y mucho más.
En este periodo se han producido las mayores oleadas de huelgas desde la revolución de 1979, y casi semanalmente han estallado nuevas luchas en distintos rincones de la sociedad. Sin embargo, estas luchas han permanecido aisladas unas de otras, aunque no son fenómenos aislados. Lo que todas ellas reflejan y tienen como causa última es el absoluto callejón sin salida del capitalismo en Irán, un sistema que es incapaz de satisfacer las necesidades más básicas de la sociedad. La tarea de los revolucionarios es precisamente extraer esta lección y ponerla en práctica, unificando todas estas luchas en un solo movimiento, golpeando la raíz del problema.
Por un programa revolucionario
El movimiento actual surgió de la lucha por los derechos de las mujeres, los derechos de las minorías nacionales y los derechos democráticos en general. Éstos deben concretarse en la exigencia del fin de toda opresión y de la plena igualdad de derechos ante la ley para todas las personas, independientemente de su género, sexualidad y nacionalidad. A esto hay que añadir la disolución de la policía de la moral, los basij y los grupos paramilitares de la guardia revolucionaria junto con las agencias de inteligencia; la liberación de todos los presos políticos, la plena libertad de expresión y de prensa, la libertad de organización; y la convocatoria de una asamblea constituyente con elecciones libres y justas organizadas por consejos democráticos creados por las propias masas.
La exigencia de igualdad de derechos para las minorías nacionales y religiosas debe ir acompañada también de la exigencia del derecho a recibir educación en su propia lengua si así lo desean, así como de un programa urgente e inmediato de inversión y desarrollo en las zonas marginadas.
Sin embargo, la democracia en sí misma no resolverá las ardientes necesidades y aspiraciones de las masas. No es casualidad que la consigna «pan, trabajo y libertad», uno de los principales lemas de la revolución de 1979, haya resurgido recientemente. El movimiento debe conectar la lucha democrática con la lucha por las reivindicaciones económicas y políticas.
En primer lugar, debe plantearse la exigencia de la erradicación de todos los llamados contratos en blanco, bajo los cuales están empleados más del 90 por ciento de los trabajadores, y su sustitución por contratos indefinidos. Esto debe combinarse con la exigencia de un salario digno, fijado por las propias organizaciones de trabajadores, que compense inmediatamente las décadas de descenso de los salarios y garantice un nivel de vida decente para todos, incluidos los pensionistas. Esto debe ser sobre la base de una escala móvil de salarios, para garantizar que los salarios no sean devorados por la inflación. Al mismo tiempo, la jornada laboral debe reducirse a 30 horas semanales para empezar, permitiendo así el empleo para todos.
Para financiar todo esto, todas las grandes empresas privadas deben ser nacionalizadas y todas las empresas y bancos privatizados deben ser renacionalizados. Todas las empresas estatales también deben ser puestas inmediatamente bajo el control y la gestión de los propios trabajadores. Los beneficios de estas empresas deben utilizarse para desarrollar la sociedad y elevar el nivel de vida, en lugar de llenar los bolsillos de los corruptos del régimen que las controlan ahora. Los libros de estas empresas deben abrirse al público, y la riqueza de todos los que han estado sacando dinero de ellas debe ser confiscada inmediatamente. Lo mismo ocurre con todos aquellos que han construido fortunas astronómicas a base de robar de las arcas del Estado.
La economía nacionalizada debe organizarse sobre la base de un plan económico nacional y democrático, que sea votado y ratificado por las masas trabajadoras a través de sus propias organizaciones. De esta manera, se pueden sentar las bases para un rápido desarrollo e industrialización y para sacar a la mayoría de un estado de miseria desesperada.
Este programa debe desarrollarse, concretarse y modificarse cuando sea necesario a través de las propias organizaciones de lucha de las masas. Sobre esta base, el movimiento podría atraer a la mayoría de los trabajadores, jóvenes y pobres iraníes que sufren bajo el peso muerto del capitalismo, unificar sus luchas para derrocar el régimen e instalar uno nuevo basado en el poder del propio proletariado.
La cuestión de la dirección
En ausencia de una dirección y de un programa revolucionarios, la única alternativa que se ha presentado a las masas es Reza Pahlevi, el hijo de Mohammad Reza Pahlevi, derrocado por la revolución de 1979. La influencia de este aspirante a príncipe ha sido muy exagerada en los medios de comunicación occidentales y apoyados por Arabia Saudí, que lo han presentado como la única esperanza de las masas iraníes. Se ha presentado a sí mismo como un demócrata liberal cuya única preocupación es el bienestar del pueblo iraní, incitándolo a luchar en las calles para derrocar el régimen e instalar una monarquía constitucional.
Sin embargo, esto despierta un nauseabundo hedor a hipocresía. Pahlevi intenta presentar a su padre gobernando una sociedad abierta y liberal, en la que los derechos de las personas estaban garantizados; ignorando el hecho de que el antiguo Sha presidía un régimen notoriamente brutal en el que miles de personas eran encarceladas, torturadas o asesinadas por el más mínimo desacuerdo con su statu quo.
Las supuestas credenciales democráticas del joven Pahlevi también desmienten el hecho de que está apoyado por el régimen saudí, que se basa en la forma más reaccionaria de fundamentalismo islámico, que excluye casi todos los derechos democráticos básicos para la mayoría de la población.
Sin embargo, sus principales apoyos se encuentran en el imperialismo occidental, que durante décadas ha mantenido a Irán como una semicolonia. A sus innumerables crímenes hay que añadir el actual régimen de sanciones, que son las más duras de la historia. En efecto, equivalen a un asedio brutal, cuyos efectos no son menores que los de la guerra, lo que hace a los hombres de Washington responsables de los peores crímenes contra el pueblo iraní. Han destrozado la economía iraní y han arrojado a millones de personas a un estado de pobreza desesperada.
La única respuesta de Reza Pahlevi a estos despiadados ataques económicos ha sido criticar a Occidente por negociar con la República Islámica, ofreciendo un alivio de las sanciones a cambio de frenar sus actividades nucleares. En realidad, el único punto de discordia entre los monárquicos y sus amos occidentales, por un lado, y el régimen actual, por otro, es sobre quién debe recoger los beneficios de la explotación del pueblo trabajador de Irán.
El hecho de que ahora intenten presentarse como los defensores de los derechos humanos y los partidarios de la revolución en Irán sólo sirve para debilitar el movimiento actual, y sembrar la duda entre la población en general sobre si apoyarlo o no. De este modo, hacen el juego al régimen, que durante décadas ha utilizado la idea de una amenaza externa planteada por el imperialismo occidental para azotar a las masas y chantajearlas para que acepten el gobierno del clero.
En una entrevista concedida a Iran International, uno de los varios medios de comunicación iraníes respaldados por Arabia Saudí, Reza Pahlevi hizo un llamamiento a la unidad de todas las fuerzas políticas contra el régimen, afirmando que «el mundo debe saber que existe una alternativa y que ésta es una acción en la que las fuerzas políticas pueden cooperar más allá de las calles». Puede que mañana tengamos diferentes gustos políticos en Irán, pero en este momento debemos unirnos por nuestro objetivo común de unirnos para salvar el país».
Algunos activistas se han hecho eco de estos llamamientos a la unidad de todas las fuerzas políticas, incluidos los monárquicos y los liberales, dentro del movimiento actual. Esa es una exigencia reaccionaria que sólo conducirá a la derrota. Los intereses de las masas y los de los burgueses iraníes respaldados por Occidente son diametralmente opuestos. La unidad sobre esa base significa simplemente la sumisión de los intereses de los trabajadores y los pobres a los de la clase dominante, aunque sea su facción bien afeitada. Además, empujará a algunas capas de las masas a los brazos del régimen, aislando así a la juventud radical. También lo vimos durante la revolución siria, donde la demanda de intervención occidental por parte de algunos de los líderes del movimiento repelió a la clase obrera y fortaleció la mano del régimen de Assad.
En la última semana, en varias protestas se ha coreado «Muerte a los tiranos, ya sea el Sha o el Líder [refiriéndose a Jamenei]». Se trata de una consigna absolutamente correcta, que debe incorporarse al programa del movimiento, junto con la exigencia de lucha contra el imperialismo.
En todo Oriente Medio, los imperialistas y sus títeres reaccionarios han dejado un rastro de caos y barbarie. Los únicos verdaderos aliados de la revolución iraní son los trabajadores y los pobres de la región, que sufren en condiciones similares, así como sus hermanos y hermanas del proletariado occidental que han estado animando el presente movimiento.
Ya hemos visto cómo el actual movimiento ha despertado una amplia simpatía en las zonas kurdas de Irak, Siria y Turquía. Pero el terreno para los movimientos revolucionarios se ha preparado en toda la región. Si se hace un llamamiento a la lucha unida contra los gobernantes, sin duda tendrá un gran eco entre las masas de Oriente Medio.
¿Cuál es la alternativa?
A falta de una clara dirección revolucionaria del movimiento, los monárquicos respaldados por Occidente han podido presentarse como la única alternativa organizada al régimen actual. Esto ha sido utilizado por algunos miembros de la izquierda iraní, en particular los de tradición estalinista, como excusa para no apoyar al movimiento actual. ¿Cuál es la alternativa, preguntan; dónde está el liderazgo? Es una pregunta correcta. Pero siguen sacando conclusiones erróneas.
Es cierto que todavía no existe una alternativa clara y organizada al régimen actual, aparte de los monárquicos. Pero los jóvenes que han salido a la calle, y las masas que los apoyan, no han salido a la llamada de los Pahlevis. Han salido bajo el impacto de las intolerables condiciones en las que viven. Los monárquicos sólo intentan secuestrar el movimiento y convertirlo en su contrario.
Pero al negarse a apoyar la lucha, estos supuestos comunistas e izquierdistas no hacen más que dejar el escenario abierto a los monárquicos para que lleven a cabo su intento de toma del poder, abriendo la puerta al régimen para que aplaste el movimiento. Permaneciendo al margen y denunciando los complots de los monárquicos, lo único que se consigue es alejar al movimiento de la izquierda y empujarlo a los brazos de los reaccionarios apoyados por Occidente. La tarea de los verdaderos comunistas y revolucionarios es precisamente ayudar al movimiento a desarrollar un programa y a construir una dirección donde no existe.
¿No es el mejor momento para construir una dirección precisamente ahora, cuando los elementos más radicales están en las calles ganando experiencia y aprendiendo rápidamente? Pero esto sólo se puede hacer apoyando y siguiendo al movimiento en su desarrollo y, al hacerlo, intentando educar a los mejores elementos. Incluso si no se construye un liderazgo a tiempo, antes de que el movimiento sea derrotado, la cuestión seguirá planteándose hasta que se haya abordado.
Curiosamente, estas mismas señoras y señores han planteado esta posición en el contexto de cada movimiento de protesta en los últimos cinco años, convirtiéndola en una perpetua profecía autocumplida.
Nosotros, los marxistas, damos todo nuestro apoyo a la juventud revolucionaria de Irán. Pero no nos consideramos meros animadores. La tarea de los marxistas es seguir el movimiento a cada paso y sacar las conclusiones que se derivan de él. Este movimiento nos ha permitido vislumbrar el poder de las masas iraníes. Pero sobre la base actual, sin una organización y un programa revolucionario, corre el riesgo de dar tiempo al régimen para reagruparse y contraatacar.
En definitiva, el problema se reduce a la falta de liderazgo revolucionario. Este problema seguirá existiendo tanto si el movimiento consigue avanzar como si es derrotado. Toda la experiencia del último período lo ha dejado muy claro. La principal tarea de los comunistas iraníes es precisamente construir esa dirección, es decir, construir una organización revolucionaria sobre la base de la teoría marxista.
El momento para ello nunca ha sido más oportuno. Cada día, nuevas capas de trabajadores y jóvenes se adentran en el camino de la lucha revolucionaria y buscan ideas que les guíen en ella. El marxismo ofrece el único conjunto de ideas que puede proporcionar esa guía.
Durante cien años, el capitalismo, en todas sus formas y a través de todas sus transformaciones, ha demostrado ser incapaz de llevar adelante la sociedad iraní. Esa fue la base de la revolución contra el antiguo Sha en 1979, y esa es, en última instancia, la base del movimiento actual. Ha llegado el momento de construir una dirección que pueda reunir con decisión a la clase obrera y a los pobres para extirpar este cáncer malicioso y a la clase dirigente que lo defiende.
El sábado 9 de julio, decenas de miles de ciudadanos superaron el caos del transporte para descender a Colombo, la capital. Las barricadas policiales fueron barridas como cerillos, y las masas se situaron ante las escaleras de la residencia oficial del presidente. Y entonces, avanzaron. Las masas, en la marea de su “aragalaya” (lucha), desbordaron repentinamente las vías seguras que la clase dirigente había establecido para mantenerlas al margen de la política.
En pocos minutos, miles de personas tomaron la residencia presidencial. En cuestión de horas, el presidente, el cual estaba escondido, se vio obligado anunciar su renuncia.Tres meses después de que estallaran las protestas espontáneas que exigían la caída del presidente, y exactamente dos meses después de que las masas desalojaran a su hermano, el ex primer ministro Mahinda Rajapaksa, la lucha está a punto de lograr su principal objetivo declarado: destituir al odiado presidente Gota Rajapaksa.
Se trata de una tremenda victoria que ha demostrado el inmenso poder del pueblo, no sólo en Sri Lanka, sino en todo el mundo. Ahora, la clase dirigente se apresura a poner en marcha un gobierno de “unidad nacional” para sustituir a la dinastía Rajapaksa. Su objetivo será utilizar caras sonrientes para engañar al pueblo y robarles esta victoria.
La pregunta no tardará en plantearse: con la desaparición de Gota, ¿Qué será lo siguiente para la aragalaya?
Meses de lucha
En los últimos meses, Sri Lanka ha sufrido un espantoso colapso económico. La combinación de la crisis del capitalismo que estalló con la pandemia y la estúpida mala administración de la arrogante pandilla de Rajapaksa, ha ahogado a la nación en el caos.
Las reservas de divisas del país prácticamente se han evaporado. Sin dinero en efectivo para importar productos básicos, Sri Lanka se ha quedado sin combustible para hacer funcionar los generadores, además de aceite de cocina, leche infantil e incluso medicamentos básicos y papel. En el caluroso verano, los largos apagones se han convertido en una normalidad. La inflación supera oficialmente el 50%, pero para los productos más básicos la alza de los precios es muy, muy superior.
Fue el insoportable sufrimiento de las masas lo que generó la erupción espontánea de ira a finales de marzo, la cual exigía la destitución de Gota y de toda la dinastía Rajapaksa. En abril, la lucha se intensificó hasta llegar a la ocupación permanente de Galle Face Green, frente a la oficina y la residencia oficial del presidente. Durante todo un mes, la gente ocupó pacíficamente el verde frente a la residencia presidencial, sin lograr sus objetivos. Y entonces, el 9 de mayo, tras un mes de lucha y con el cansancio a flor de piel, el primer ministro Mahinda Rajapaksa intentó utilizar a grupos de lumpenproletariado para expulsar a la gente de la calle. Pero el látigo de la contrarrevolución sólo avivó más el fuego de la verdadera revolución. Ese día, el pueblo coleccionó su primer cuero cabelludo de la dinastía Rajapaksa ya que Mahinda se vio obligado a dimitir.
Pero si Gota pensó que sacrificar a su hermano resolvería la situación, se equivocó gravemente. Han pasado dos meses desde que Ranil Wickremesinghe asumió el cargo más alto del gabinete en lugar de Mahinda Rajapaksa, y desde entonces, la situación de la gente solamente se ha agravado más.
A mediados de mayo, el gobierno anunció que dejaría de pagar su deuda. A pesar de una subida de precios tras otra, en junio, el gobierno anunció que el país estaba esencialmente sin combustible. Ha excepción de los vehículos de emergencia, se prohibió la venta de gasolina para todos los tipos de transporte. Para comer, la gente debe trabajar. Pero ¿cómo puede la gente trabajar sin poder conducir hasta sus puestos de trabajo? Para muchos, la prohibición ere como un mandato a morir de hambre.
El más mínimo rumor de que se iba a suministrar combustible en una gasolinera hacía que se formaran colas kilométricas y éstas, durando un día o incluso varios, se convirtieron en la norma. Estas colas se han convertido en lugares habituales de estallidos de ira espontáneos y de enfrentamientos entre el ejército y la población durante el último mes.
La gente llega por miles
Aunque las protestas permanentemente establecidas se han reducido, era inevitable que la ira latente en la sociedad estallara en algún momento. La gente simplemente no puede seguir viviendo como antes. El 9 de julio se alcanzó un punto de ebullición con la colosal marcha de Colombo.
Decenas de miles de personas ignoraron el último toque de queda de Gota para descender a la capital. Superaron las graves dificultades de transporte para llegar a Colombo por cualquier medio: en bicicleta; a lomos de camiones de combustible; o aferrados al exterior de los trenes (una imagen cada vez más habitual, ya que el transporte público está desbordado por la falta de combustible). Hubo escenas de júbilo cuando los trenes se cruzaron, cada uno cargado con miles de hombres y mujeres, ondeando banderas, todos en dirección a Colombo.
Otros miles de personas que no pudieron viajar a Colombo protestaron en ciudades de todo el país, desde Kandy y Kotagala, en la provincia central, hasta Kurunegala, en la provincia noroccidental, y Jaffna, en el norte, la cual era de mayoría tamil.
Mientras que las protestas fueron respondidas con gases lacrimógenos, cañones de agua y ataques despiadados por parte de las fuerzas de seguridad -en particular el odiado STF, que llevó a cabo un brutal ataque contra un grupo de periodistas-, en otros lugares quedó claro que el estado de ánimo de la ira había contagiado incluso a algunos sectores de la policía y el ejército. En un lugar, se grabó a un agente de policía quitándose el casco y uniéndose a los cánticos de los manifestantes, mientras que en otro lugar se vio a un grupo de soldados marchando entre una multitud jubilosa con banderas ondeando en lo alto.
Dramáticos acontecimientos
Estas escenas fueron el preludio de dramáticos acontecimientos cuando las masas irrumpieron en la residencia presidencial el sábado por la tarde. En toda revolución llega un momento en que el pueblo pierde el miedo. Después de haber desafiado la humillación, las balas, las porras y los gases lacrimógenos del régimen, ahora se encontraban en el umbral del edificio en el que tenían prohibida la entrada. En una poderosa oleada, asaltaron la residencia presidencial.
Tras un periodo de júbilo y cánticos, las masas miraron a su alrededor y se encontraron en el regazo del lujo. Un policía, aparentemente de servicio, se sentó al piano del presidente para tocar una melodía. En el patio abierto, decenas de manifestantes se refrescaron en la piscina privada del presidente.
Otros hicieron turnos para saltar en la cama de cuatro postes en la que presumiblemente había dormido el presidente hasta hace muy poco. En el garaje, la gente encontró toda una flota de coches de lujo – todos, por supuesto, con los depósitos llenos de la gasolina que las masas tenían prohibida comprar incluso a precios exorbitantes. En una habitación, la gente encontró incluso montones de varias decenas de millones de rupias, las cuales Gota presumiblemente había dejado atrás cuando se apresuró a huir de la ciudad.
Mientras tanto, decenas de ciudadanos de a pie hicieron turnos para hacerse una foto en el asiento de Gota, el cual no aparecía por ninguna parte e incluso circulaban rumores sobre su intento de huida del país.
Más arriba, otra gran multitud asaltó la residencia oficial de Temple Trees del primer ministro Ranil Wickremesinghe, mientras que su propia residencia privada fue incendiada en extrañas circunstancias unas horas más tarde.
En estado de pánico, los líderes de todos los partidos -desde el gobernante SLPP hasta los partidos de la oposición, incluido el SJB- se reunieron para resolver la crisis. A instancias suyas, el Primer Ministro Ranil Wickremesinghe se ofreció a presentar su dimisión en favor de un “Gobierno de todos los partidos”. Por la tarde, el propio Gota había prometido dimitir antes del miércoles 13 de julio.
Esa noche, frente al edificio ocupado de Temple Trees, las masas cantaron “Bella Ciao”, la canción del movimiento partisano antifascista italiano de los años 40, que hoy se revive como canción de revuelta en todo el mundo.
Unidad nacional
Es evidente que se trata de una gran victoria para la lucha del pueblo. Pero si Gota dimite mañana, como ha prometido, esto no hace más que plantear nuevos interrogantes a la aragalaya de Shri Lanka: el primero de ellos es, ¿quién o qué le sustituirá? Los políticos están discutiendo sobre esta cuestión. El nombre del presidente de la cámara se ha silenciado como presidente interino, al igual que el del líder de la oposición oficial, Sajith Premadasa, del SJB.
Algunos desde dentro del movimiento, como el Colegio de Abogados, han intentado sembrar ilusiones en un gobierno de “unidad nacional” para superar la crisis: reformar la constitución, negociar un rescate del FMI y preparar nuevas elecciones.
Pero sea quien sea el que elija el parlamento, sobre la base del sistema capitalista al que están íntimamente ligados todos los partidos del parlamento, la crisis de Sri Lanka no hará más que agravarse. Las masas han mostrado un sano escepticismo ante todos los partidos desde el principio de la aragalaya. Desde el principio, se ha levantado el lema “Go Home 225”, es decir, que se vayan a casa los 225 diputados del parlamento, a los que la mayoría considera tan podridos como la camarilla gobernante.
La crisis que atraviesa Sri Lanka es en el fondo una crisis capitalista. Y lejos de remitir, se está profundizando. Dos años después de la crisis más grave de la historia del capitalismo, el mundo se dirige de nuevo hacia una profunda recesión. Combinado con la espiral de la inflación, que está profundizando la carga de la deuda de las economías pobres y de las llamadas “emergentes”, un nuevo colapso de las exportaciones sólo agravará aún más el agotamiento de las reservas de divisas. Y esto no ocurrirá en uno o dos países, sino en franjas enteras del planeta.
Como explicaba un analista del Financial Times
“Sri Lanka se perfila ahora mismo como el canario en la mina de carbón, lo que podría convertirse en una crisis global de un gran número de países en desarrollo cargados con mucha deuda, incapaces de pagarla…”
Países tan lejanos como Argentina y El Salvador, Egipto y Ghana, Pakistán y Laos se enfrentan a una posible quiebra.
Bloomberg ha advertido de que se avecina una “cascada histórica de impagos para los mercados emergentes”, y ha nombrado a 19 países en los que los rendimientos de los bonos del Estado superan el 10%, lo que indica que esos países se encuentran en una profunda situación de endeudamiento.
Estos países albergan a 900 millones de personas y deben un total combinado de 237.000 millones de dólares a tenedores de bonos extranjeros, lo que supone casi una quinta parte de la deuda de los mercados emergentes denominada en dólares, euros o yenes. Se trata de un cartucho de dinamita en los mercados de deuda que está a punto de estallar justo cuando el mundo se desliza hacia la recesión.
La profundización de la crisis en todo el mundo obligará a las masas a tomar el camino de la revolución en un país tras otro. Las masas de Sri Lanka han dado un ejemplo de cómo luchar. Su ejemplo se reproducirá en un país tras otro en el próximo período. Pero mientras Gota se ha ido, la clase dominante de Sri Lanka sigue en la silla de montar.
Un gobierno de “unidad nacional” gobernará en su beneficio. Trabajará mano a mano con el FMI en un intento de restaurar el equilibrio económico a expensas de las clases medias y trabajadoras. De este gobierno, todos los partidos e instituciones del capitalismo de Sri Lanka saldrán totalmente desacreditados. Las masas se verán obligadas a llevar su aragalaya a las calles una vez más. En el curso de su lucha, a través de sus conquistas y reveses parciales, capas cada vez más amplias empezarán a sacar la conclusión de que su sufrimiento sólo puede terminar derrocando al propio capitalismo.
Pero para lograrlo, la masa de trabajadores de Sri Lanka necesita su propia voz política, su propio partido que pueda explicar que lo que se necesita es una revolución socialista. La riqueza de los ricos debe ser tomada en beneficio del pueblo trabajador. Las masas que tomaron el lujoso palacio del presidente han visto que la riqueza está ahí. El problema es que está en las manos equivocadas.