La trágica noche de Iguala, del 26 de septiembre de 2014, fue como levantar la tapa de la cloaca dejando en evidencia la podredumbre del Estado y el podrido sistema capitalista. El carácter asesino del Estado, sus vínculos con el crimen organizado y su encubrimiento de este crimen, quedaron en evidencia desde los primeros días ante los ojos de millones. La consigna “¡Fue el Estado!”, se erigió. Estudiantes inocentes, jóvenes socialistas, pobres de familias campesinas y proletarias, y potenciales futuros maestros fueron asesinados y desaparecidos. Julio Cesar Mondragón, un joven padre de familia, proveniente de la Ciudad de México, que su condición de pobreza lo llevó a estudiar en Ayotzinapa, fue uno de los 6 muertos de esa noche; apareció sin rostro, desollado. Cada hora, cada día, la indignación aumentaba. Ayotzinapa no era una excepción, las desapariciones y los homicidios ya estaban extendidos por todo el país. Una de las frases que fueron apareciendo en las pancartas de las manifestaciones de protesta en 2014 decía: “¿Qué cosecha un país que siembra muertos?”
Indignación, rabia, frustración, protestas, aires de revolución era la tensa atmósfera que se creaba. Podemos sentir un terremoto cuando sale a la superficie, pero éste es producto de movimientos poderosos y profundos que tienen un largo tiempo acumulando fuerzas, imperceptibles a simple vista. Las condiciones para un estallido estaban presentes y la noche de Iguala fue el detonante. Al mismo tiempo, en el IPN se generalizaba una huelga, la más grande en esta institución desde 1968. Ayotzinapa a su vez provocaría movilizaciones de estudiantes a un nivel tan amplio no vistas desde el 68, tal vez aún mayor. Universidades que nunca habían realizado un paro, ahora cerraban y protestaban por la aparición de los normalistas.
El 8 de octubre de 2014 se dio la primera gran jornada de lucha por la aparición de los normalistas. En 25 Estados del país hubo protestas. El grito de guerra fue desde entonces: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, exclamado por decenas de miles ese día. Los padres de los 43 llegaron al zócalo, el ambiente era desgarrador, era común encontrar a gente llorando, encolerizada. Era claro que algo había cambiado en la mente y corazones de millones. El gobierno no pudo más que estar contra la pared y a la defensiva, mientras su popularidad se desplomaba. Peña Nieto se convirtió en el presidente más impopular de la era moderna. Sus niveles de aprobación llegaron a rondar en tan solo el 17 y 18 %, y el ejército una de las instituciones más impopulares.
Lecciones de la lucha
En 2006 se había dado ya una explosión social en que vimos las movilizaciones más grandes en la historia moderna de México con 3 millones en la calle un solo día, una huelga de 240 mil trabajadores industriales (mineros metalúrgicos) y hasta un embrión de soviet en Oaxaca. El gobierno débil de Calderón recurrió a la militarización del país y asestó un golpe certero contra un sector clave de la clase obrera, los trabajadores del SME, al cerrar la compañía de Luz y Fuerza. En 2012 el PAN no pudo mantenerse en el gobierno. En un ambiente de desconcierto y relativo reflujo, el PRI se apoderó del gobierno con su candidato Peña Nieto. Éste, desde antes de entrar a la presidencia, se enfrentó a protestas estudiantiles y de trabajadores (#YoSoy132, lucha contra la reforma educativa iniciada en Guerrero, pero logró avanzar en toda una serie de ataques contra los trabajadores en sus primeros años de gobierno. Después del 26 de septiembre de 2014, todo se convirtió en su contrario.
Hablamos que después de décadas de ataques, el poder adquisitivo siguió un efecto de caída libre, los contratos colectivos fueron masacrados, los recursos naturales (en detrimento de las comunidades indígenas y campesinas y del conjunto de la población) fueron entregados al gran capital. Es decir que tanto la fuerza de trabajo como los recursos naturales se pusieron al servicio del gran capital. Tras la creciente desigualdad social se intensificó la pobreza extrema. El crimen organizado encontró un gran caldo de cultivo que lo fortaleció. El capitalismo en México no sólo dio síntomas de agotamiento, sino que traspasó a la descomposición barbárica.
El ambiente explosivo ya había dado síntomas de aparición en el pasado, con una tendencia general a la unidad de las luchas. Sin embargo, el Estado había usado tácticas como dar concesiones mínimas a un sector en lucha para presionar a los dirigentes a desactivar las movilizaciones. Esto fue efectivo en todo un periodo, por ejemplo, en el movimiento sindical.
Con Ayotzinapa se logró la unidad, no uniendo las causas, sino en este caso, todos identificándonos y unificándonos con la causa de los 43. La actitud digna de los padres de los normalistas, que no han aceptado otra cosa que la justicia y la aparición de sus hijos, se convirtió en el alma que impulsó y extendió el movimiento. El límite de la lucha se encontró en la ausencia de una dirección política consistente. Fue tal el impulso desde abajo, que se buscaron mecanismos de articulación y dirección, como la asamblea interuniversitaria, que estaba compuesta con representantes electos en asambleas y buscaba articular acciones unificadas.
La huelga del Politécnico reflejó qué tan profundo era el movimiento, pues esta lucha atrajo no solo a las capas avanzadas sino a las atrasadas que nunca habían participado en una lucha y acarreaban muchos prejuicios. Esto fue aprovechado por el Estado al tratar de dividir la huelga del IPN para que fuera solo de politécnicos o que sólo se abarcaran problemas académicos y no políticos. Ese ambiente fue cambiando. Un síntoma de radicalismo se vio cuando un provocador incitó a quemar la puerta de Palacio Nacional en una movilización por Ayotzinapa el 8 de noviembre, respaldada por miles de jóvenes, mostrando un reflejo distorsionado de que se quería pasar a la ofensiva. Gran parte de ellos eran estudiantes del IPN en huelga. Al final de 2014, los contingentes más numerosos (por mucho) eran los del Politécnico. Sin embargo, el ala academicista “anti política” se mantuvo en la lucha politécnica, dejando reminiscencias y métodos hasta hoy día que sólo le facilitan el trabajo a la autoridad, al no fomentar la organización, participación y vínculo de las luchas estudiantiles con el resto de escuelas y del pueblo trabajador. Por eso hay que reivindicar las tradiciones revolucionarias de 2014 y rechazar las que solo ayudan al Estado y al capital.
Más significativo, fue el impacto en algunos pueblos. Por ejemplo, en Tixtla, el municipio donde se encuentra Ayotzinapa, la población tomó el palacio municipal, se dio la unidad con las policías comunitarias, el proletariado en lucha (magisterio) y los estudiantes, comenzando con los de Ayotzinapa. Se dieron embriones de doble poder en 2014 que ponían en cuestionamiento la hegemonía del Estado burgués. Sin embargo, la ausencia de un partido revolucionario a nivel nacional impidió que el proceso siguiera avanzando.
La lucha de 2014 apuntó a un rompimiento radical con el actual Estado y sus instituciones. Las viejas instituciones perdían su autoridad frente a las masas, la conciencia de las masas llegaba a la conclusión de un cambio radical y se tomaban acciones que llevaron a situaciones, al menos embrionarias, de doble poder (donde los trabajadores comenzaban a tomar las riendas de la sociedad en sus manos sin que hubiera desaparecido el viejo poder burgués). Eso se notó en las siguientes experiencias de lucha, como las elecciones federales de 2015 (sobre todo en estados del sur como Guerrero, Chiapas y Oaxaca); la oposición a la reforma educativa a lo largo del sexenio; Nochixtlán , donde se dio una pequeña guerra civil; la autoorganización popular en el rescate durante el terremoto del 2017 en Ciudad de México, entre otras.
El gobierno ¿del cambio?
El gobierno de López Obrador levantó enormes expectativas, de hecho, hoy a finales de su mandato como presidente mantiene un enorme apoyo del 72% en la población. La inmensa mayoría de la gente que protestó por justicia en el caso Ayotzinapa, votó para que López Obrador asumiera la presidencia. Este prometió justicia para Ayotzinapa y encontrar a los estudiantes. Primeramente, crea una comisión especial (Covaj) que de manera científica demostró que la versión difundida por el gobierno de Peña Nieto (conocida como la verdad histórica) era falsa. Asimismo, permitió el reingreso del grupo interdisciplinario de expertos independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que fue bloqueada y expulsada en el gobierno de Peña Nieto. Hoy, no solo no reconoce que esta es una promesa que no ha cumplido, sino que se ha puesto del lado del ejército.
Pasaron 6 años y no ha habido justicia. El problema central es que López Obrador, en vez de apoyarse en la movilización y organización revolucionaria de las masas, rescató al desprestigiado Estado y de forma particular se ha apoyado en el ejército para gobernar. Ha decidido no confrontar al ejército. Eso llevaría a críticas de GIEI, que denunciaron que el ejército ocultaba información hasta llegar a un punto en donde no pudieron avanzar más y decidieron retirarse del país. Los padres de los 43 y sus representantes legales, también han señalado que hay referencias de documentación de la noche de Iguala, que el ejército tiene en sus manos y que no ha entregado.
En un reporte que AMLO les envió el pasado 8 de julio de 2024 a los padres de los 43, sale de manera clara en defensa de esta institución armada:
“Ciertamente, no hay duda de la responsabilidad del Estado, ya sea por omisión, ocultamiento y fabricación de la llamada verdad histórica de los funcionarios federales, estatales y municipales involucrados, pero el señalamiento al Ejército, sin pruebas, me produce mucha desconfianza y sostengo que podría obedecer a un afán de venganza de personas o instancias del extranjero para debilitar a una institución fundamental del Estado mexicano, como quisieron hacerlo en el caso del general Salvador Cienfuegos o como lo están haciendo ahora en mi contra con una campaña de desprestigio, sin pruebas, tratándome de vincular con la delincuencia organizada, básicamente por motivos políticos e ideológicos”.
Recordemos que Salvador Cienfuegos fue el dirigente nacional de la Sedena en el año 2014 –antes había sido el principal jefe del ejército en el Estado de Guerrero–, quien tras el caso Ayotzinapa, señaló en 2015: “No voy a permitir que interroguen a mis soldados”. Cuando se crea la versión falsificada de los hechos del gobierno de Peña Nieto, la verdad histórica, uno de los objetivos centrales fue encubrir el papel del ejército, claramente involucrado en la desaparición de los 43 estudiantes. Cuando el oficial en retiro fue detenido en EEUU por crímenes de narcotráfico, AMLO señaló:
“Esto es una muestra inequívoca de la descomposición del régimen, de cómo se fue degradando la función pública, la función gubernamental en el país durante el periodo neoliberal. Yo siempre dije que no era sólo una crisis, que era una decadencia lo que se padecía, un proceso de degradación progresivo y estamos ahora constatando la profundidad de esta descomposición que se fue gestando de tiempo atrás”.
Posteriormente en 2021, antes de iniciar el juicio contra Salvador Cienfuegos en Estados Unidos, AMLO sintiendo la presión militar, intercedió directamente con el entonces presidente Trump, para que dejaran al influyente militar en impunidad. En México simplemente se le dejó en libertad sin que se hiciera la más mínima investigación que demostrara ya fuera su culpabilidad o inocencia. Un coro de intelectuales de la 4T salió a justificar estos escandalosos hechos diciendo que de no actuar así se hubiera dado un golpe de Estado en el país.
Los padres de los 43, enviaron una carta-respuesta a AMLO el 20 de julio de 2024 donde dicen:
“Usted, sr. presidente, nos ha mentido, nos ha engañado y traicionado. Usted nos miró a la cara y empeñó su palabra en campaña donde nos prometió resolvería este crimen de lesa humanidad y así nos daría la tan anhelada verdad y justicia que cualquier ser humano tiene derecho a conocer: el paradero de sus seres queridos desaparecidos. Sencillamente no quiso cumplir. No solo nos falló a nosotros, sino también a todo el pueblo de México, el cual también ingenuamente le creyó en algún momento.”.
Han decidido ya no tener más reuniones con AMLO, al menos que en verdad haya un indicio muy significativo que muestre dónde están los estudiantes.
También es de resaltar que el informe de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia en el caso Ayotzinapa (Covaj), creada por AMLO, se señala con claridad la implicación directa del ejército, que ellos tenían información (dentro y fuera) en tiempo real de lo que ocurría y que tuvieron retenidos a un grupo de estudiantes. Mientras que la investigación avanzó, las versiones del ejército sobre su actuar fue cambiando, pero también su actitud fue bloquear de manera más abierta la investigación.
Este fenómeno se trasladó al Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico (MEH), que forma parte de otra comisión que formó AMLO para investigar violaciones graves a derechos humanos entre los años 1965 y 1990. Uno de sus comisionados, Abel Barrera, señaló cómo en un momento la Comisión ya no pudo avanzar y sus investigadores “tenían vigilancia de lo que hacían y había mucho jaloneo de documentos”.
El Ejército es un aparato profesional de represión
Es muy significativo que al informe final del MEH le hayan titulado: “Fue el Estado (1965-1990)”. Una de sus principales conclusiones es que el Estado ha sido el principal violador de derechos humanos en el periodo señalado y muchos apartados, en particular, muestran las atrocidades del ejército en el país.
Engels explica que el Estado es ante todo un aparato profesional de represión de la minoritaria clase económicamente dominante (y privilegiada) contra el resto de las clases. El Estado mexicano que emerge de la revolución nace bajo el asesinato de Emiliano Zapata, Felipe Ángeles y, posteriormente, Francisco Villa, y el subsecuente desmantelamiento de las organizaciones que representaban los intereses de las clases explotadas. El ejército ha mantenido un actuar represivo, que se ha construido como un aparato profesional de represión a las luchas de las clases explotadas y de las organizaciones revolucionarias. Ya en 1956 aparece en escena de forma descarada reprimiendo la huelga politécnica.
En los años 1965-66 el ejército realiza sus primeras acciones profesionales anti insurgentes, pero hay indicios de que ocupaban desde antes manuales para combatir a grupos disidentes, por ejemplo con el aplastamiento de la huelga politécnica en 1956. El MEH tiene registrado a 738 oficiales del ejército y 65 miembros de la policía que recibieron algún tipo de entrenamiento en EEUU, entre los años 1950 y 1975. Uno de ellos fue Miguel Nazar Haro, quien dirigiría la Dirección Federal de Seguridad (DFS), que se convertiría en el CISEN, una de las instituciones de las fuerzas armadas especializadas en combatir la lucha de clases y a las organizaciones revolucionarias.
El ejército y otros cuerpos armados del Estado son aparatos que se han profesionalizado en la represión. AMLO dijo que no se iba a usar el Estado para reprimir al pueblo, pero hace pocas semanas cuerpos armados del Estado reprimieron a campesinos en defensa del agua que se oponen a la empresa Granjas Carroll en Puebla y Veracruz, siendo asesinados dos compañeros y perseguidos otros más. Los cuerpos armados del Estado se pusieron a favor del gran capital contra los campesinos en lucha. La filtración de Pegasus mostró que el ejército mantiene su labor de inteligencia y hasta el mismo Alejandro Encinas, antiguo subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, fue espiado. El Estado y el ejército tienen en su sangre la represión y ni siquiera han sido depuradas estas fuerzas criminales. Actuaron junto con las policías, estatales, municipales municipales y el crimen organizado, como un solo hombre, para desaparecer a los estudiantes de Ayotzinapa, mientras que el aparato judicial les ha protegido, liberando a los pocos militares que habían sido detenidos.
Lo hemos dicho antes y lo afirmamos ahora. Si tu objetivo no es acabar con el sistema sino reformarlo, al final terminarás aceptando al sistema y sus reglas. AMLO no se ha posicionado a favor de llevar hasta sus últimas consecuencias la justicia para las víctimas, sino el defender las instituciones pilares del Estado.
¡26 de septiembre no se olvida!
Este crimen de Estado no será olvidado. Evidencia la putrefacción del Estado, pero también la descomposición social producto del sistema capitalista. La 4T no ha podido frenar que el crimen organizado penetre el tejido social en estados como Guerrero, Chiapas y otras partes del país. Si bien no fue este gobierno el que perpetró el crimen contra los normalistas, no ha podido hacer justicia pues prefiere defender al Estado antes que a las familias campesinas que perdieron a sus hijos. Hoy seguimos viendo cómo el Estado es penetrado por el crimen organizado y, en algunas zonas, no hay una diferencia clara entre uno y otro. Por ejemplo, este año fue asesinado un estudiante de Ayotzinapa, Yanqui Kothan, por un grupo de policías que actuaron como si fueran sicarios.
Hoy seguimos viendo como el Estado es penetrado por el crimen organizado y en algunas zonas no hay una diferencia clara entre uno y otro. Por ejemplo, este año fue asesinado un estudiante de Ayotzinapa, Yanqui Kothan, por un grupo de policías que actuaron como si fueran sicarios.
Hace 10 años el Estado mostró su naturaleza reaccionaria, pequeñas reformas no han logrado cambiar su carácter. Hace 10 años se mostró la enorme necesidad de una transformación social y el potencial que tenemos los trabajadores y estudiantes para llevarlo a cabo. Pero también se reflejó la necesidad de estar mejor organizados y preparados, de contar con un partido revolucionario que permite que la lucha llegue hasta sus últimas consecuencias. Si bien, hoy hay ilusiones en que el cambio se puede dar de forma más gradual con el segundo piso de la 4T, la realidad es que la 4T no ha conseguido solucionar ningún problema de fondo, empezando por erradicar la violencia y al Estado burgués criminal. Tarde o temprano los trabajadores y los jóvenes saldremos nuevamente a las calles, no a buscar migajas, sino un cambio radical, por ello no hay tiempo que perder. Debemos construir ya el Partido Comunista Revolucionario que necesitamos.
Chiapas es uno de los estados del país con mayores recursos naturales e hídricos invaluables.
Además cuenta con un patrimonio cultural inigualable gracias a todas las zonas arqueológicas que existen. Su biodiversidad es inmensa y es el lugar donde habitan diferentes etnias indígenas como los tzotziles, zoques, chamulas, tzeltales y lacandones, entre otras.
A pesar de ser un estado muy rico, Chiapas tiene el mayor porcentaje de población en condición de pobreza del país con el 67.4%, es decir, dos terceras partes de su población viven en esta condición, 3 millones 838 mil personas. De igual forma, Chiapas tiene el mayor porcentaje poblacional en condición de pobreza extrema, que es del 28.2% (1 millón 607 mil).[1]
Para cualquiera sería evidente que existe una contradicción, cómo puede haber tanta pobreza en un estado tan rico, pero lo que sucede en Chiapas es la evidencia clara de cómo funciona el sistema capitalista, enriqueciendo a una minoría a costa de la explotación y pobreza de la mayoría.
Veamos algunos ejemplos. De acuerdo con el SIAM[2] en el 2015 se otorgaron 99 concesiones de explotación minera cuyos permisos tienen vigencia hasta 2050 y 2060, el 14.21% del territorio de Chiapas se encuentra concesionado a las empresas mineras, principalmente canadienses. Otro ejemplo son las concesiones de agua que ha otorgado la CONAGUA a FEMSA, pues desde 1995 esta empresa tiene permitido extraer 1.4 millones de litros diarios a un bajo costo. El impacto de esta sobreexplotación hídrica ha sido devastador para las de por sí empobrecidas comunidades indígenas, ya que los pozos se están secando y las comunidades carecen de seguridad en el acceso al agua potable, además, claro está, se ven afectadas por los daños medioambientales que provoca la empresa en la región.
Aunado a la explotación de las empresas trasnacionales, tenemos la crisis de violencia provocada por el crimen organizado que se ha agudizado, provocando un proceso de desplazamiento forzoso de comunidades enteras que se ven obligadas a abandonar lo poco que tienen para salvaguardar su vida y evitar el reclutamiento forzoso.
Chiapas es un estado fronterizo, es una vía de acceso importante de armas, drogas y sobre todo de migrantes, lo que hace que el territorio sea muy disputado por los cárteles no solo para el ejercicio de sus negocios de tráfico de drogas sino para la trata de personas.
Hace 3 años inició el conflicto entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa (CS) pues se disputan el control del territorio, desde entonces las comunidades han tenido que acostumbrarse a los bloqueos carreteros, las detenciones y requisas en el transporte público, a resguardarse por las constantes balaceras y al paisaje de muertos, colgados y decapitados por las calles. Poco a poco todo esto se ha ido convirtiendo en la cotidianidad de la vida de los pobladores de la zona fronteriza y del norte de Chiapas ante unas autoridades y una fiscalía omisas y corruptas.
La situación ya era caótica, pero en los últimos meses se ha ido agravando, el conflicto es completamente abierto, ahora Chiapas es una zona de guerra. Los cárteles han quemado las casas de comunidades enteras obligando a la gente a huir, además han implementado el reclutamiento forzoso de los hombres, viejos o jóvenes y están siendo utilizados como barreras humanas para contener el fuego cruzado de la organización enemiga.
Esta situación es insostenible y ha provocado el desplazamiento de aproximadamente 10 mil personas, según algunos reportes, y lo insólito, un fenómeno de migración desde México hacia Guatemala. El pasado 19 de julio se dio un enfrentamiento en Amatenango de la frontera donde la población quedó en medio del fuego de armas de alto calibre y de detonaciones de granadas lanzadas por drones, esto generó la huida masiva de los pobladores hacia Guatemala pues no pueden moverse a otras regiones ni salir del estado dado que los caminos y carreteras están tomados por los cárteles. Se habla de que hay entre 300 y 500 personas refugiadas en Guatemala.
El comunicado que lanzó el EZLN, también es un reflejo de la situación que se vive en Chiapas. A principios de este año, por medio del subcomandante Moisés, se anunció la desaparición de los Municipios Autónomos Rebeldes y de las Juntas de Buen Gobierno, derivado de los enfrentamientos entre el CS y el CJNG y los ataques perpetrados por estos grupos hacia las comunidades zapatistas.
Las condiciones que viven las comunidades campesinas, indígenas y trabajadoras de Chiapas son muy alarmantes y no hay ninguna entidad ni del gobierno estatal ni federal que estén atendiendo la problemática, al contrario, se sabe que el gobierno estatal está completamente coludido con el crimen organizado y la respuesta del gobierno federal ha sido laxa, inoperante e ineficiente. En las mañaneras de AMLO el problema sólo se ha abordado como un conflicto entre dos cárteles, sin mucha importancia. La presencia del ejército y la guardia nacional, como parte de su estrategia de seguridad nacional, es muy reducida. De hecho, sin temor a equivocarme, se han destinado en el pasado más elementos del ejército a combatir a los zapatistas que en la actualidad al crimen organizado, que ha convertido en un campo de batalla a Chiapas.
También debemos resaltar que el abandono de las comunidades zapatistas refleja una debacle de la dirección de movimiento, pues a pesar de 30 años de resistencia han sido incapaces de organizar a sus fuerzas contra el “crimen desorganizado” como lo llaman ellos. Se han hecho a un lado mientras la barbarie arrasa con las comunidades.
Sin embargo, hay sectores del zapatismo que no están de acuerdo con el abandono de sus territorios y han salido a plantar cara a los grupos criminales, como el caso de los denominados “Ex compas zapatistas” en Chenaló que han lanzado un comunicado donde se muestran armados como parte de la comunidad para combatir la ola de violencia y los desplazamientos de sus comunidades, ante el abandono a su suerte de las instituciones del gobierno burgués.
AMLO una y otra vez ha repetido que no apoya los grupos del pueblo trabajador en armas, que ya el ejército es el “pueblo uniformado”, pero hay una diferencia muy grande entre estas dos posturas, pues el supuesto “pueblo uniformado”, el ejército, existe porque obedece a los intereses de una clase, la clase capitalista dominante, mientras que el pueblo trabajador en armas, las policías comunitarias existen para defender los intereses de sus habitantes como se ha demostrado en Ostula, Michoacán, quienes expulsaron en 2009 a los templarios de su territorio y a pesar de que ahora están siendo atacados por el CJNG, siguen resistiendo y han impedido que el crimen organizado invada sus tierras ricas en hierro, oro y titanio.
Si AMLO está en contra de las policías comunitarias es porque es un fiel defensor del Estado de derecho burgués y el hecho de que los trabajadores y campesinos se organicen para defender sus intereses refleja un germen de consciencia sobre el control del sistema y, por lo tanto, puede llevarlos a conclusiones revolucionarias donde luchar contra el orden establecido sea la premisa.
Y este es el camino que debe tomar el movimiento de la clase obrera, pues sólo nosotros, el pueblo de a pie en armas puede hacer frente a estos grupos del narcotráfico que están coludidos con las grandes empresas,con la finalidad de desplazar a los pobladores de sus tierras ancestrales para poder explotar los grandes recursos que proveen las tierras de este estado. No podemos continuar omisos ante la situación de Chiapas, es necesario hacer un llamado general a la formación de policías comunitarias, a que las comunidades de trabajadores, campesinos e indígenas se organicen en asambleas y discutan acciones para defender sus territorios y sus vidas, es claro que no podemos confiar en el Estado que sólo vela por los intereses de la burguesía legal e ilegal, el destino de Chiapas sólo puede confiarse a la organización de nosotros los oprimidos.
«¿La guerra es algo terrible? Sí, pero es terriblemente rentable », dijo Lenin en una ocasión. El continuo agravamiento de los conflictos interimperialistas y de las guerras por delegación está demostrando una vez más que Lenin tenía toda la razón. Mientras miles de personas son masacradas en Gaza, Ucrania, Congo, Sudán y otros lugares, y mientras el gasto en defensa se dispara en todo el mundo, un puñado de capitalistas se llenan los bolsillos. La clase obrera está teniendo que pagar la factura de este derroche mortal.
Las crecientes tensiones entre las principales potencias imperialistas y las nuevas guerras por poderes han llevado a los gobiernos capitalistas a aumentar el gasto militar hasta cifras sin precedentes.
En 2022, el gasto militar mundial total aumentó un 3,7% en términos reales hasta alcanzar un nuevo máximo de 2,24 billones de dólares. Se está presionando a los aliados de la OTAN para que aumenten el gasto en defensa hasta un mínimo del 2 por ciento del PIB, y todos los miembros que todavía lo han hecho se apresuran a cumplir este objetivo. Pero, ¿quién recibe todo este dinero de los contribuyentes?
Según elFinancial Times, se prevé que los 15 principales fabricantes de armamento (eufemísticamente denominados «contratistas de defensa») registren un flujo de caja libre de 52.000 millones de dólares en 2026, de los que cinco empresas estadounidenses (Lockheed Martin, RTX, Northrop Grumman, Boeing y General Dynamics) representarán más de la mitad.
Los inversores se están subiendo al carro, y los valores de defensa del Stoxx europeo suben más del 50% en 2023. Las acciones de empresas como Aselsan, Hindustan Aeronautics y Rheinmetall han subido hasta un 340% desde 2022.
Los capitalistas están dejando de lado las supuestas consideraciones éticas para meter sus hocicos en el abrevadero de este derroche. En palabras de un fabricante citado por el Financial Times en 2022:
«[Hace] unos meses la gente quería prohibirnos, decían que esta industria es una industria muy mala. Ahora es un mundo totalmente distinto».
Estas empresas están cerrando fructuosos acuerdos con gobiernos occidentales para armar a Ucrania, Israel y Taiwán, pero también para reponer arsenales y reforzar sus propios ejércitos. Así, estos nuevos tanques, misiles y proyectiles se utilizan para destruir casas y asesinar a pobres en Gaza, Líbano, Donbás o Kivu, o, en el mejor de los casos, se destinan a oxidarse lentamente en los almacenes del ejército en Estados Unidos o Europa Occidental.
Sin embargo, estas asombrosas cifras no se corresponden con el aumento real de la producción industrial. Las empresas se enfrentan a graves cuellos de botella. Los mayores fabricantes de armas de Europa tienen una cartera de pedidos combinadade más de 300.000 millones de dólares. Y no tienen ninguna prisa por resolver este problema.
¿A qué se debe? Los capitalistas se han mostrado reacios a invertir en capacidad industrial. Dan diferentes excusas para ello, señalando «las persistentes interrupciones de la cadena de suministro y la escasez de mano de obra» o la preocupación de que esta demanda acabe por estancarse. En palabras de un consultor de defensa citado por el Financial Times, «la política puede cambiar y las evaluaciones de seguridad también, al igual que la demanda de defensa». ¿Dónde está ahora todo ese discurso sobre la «asunción de riesgos empresariales»?
De hecho, el almacenamiento masivo de armas y las nuevas guerras bárbaras son y serán cada vez más la norma a medida que se intensifique la pugna de los ladrones imperialistas por mercados y esferas de influencia. No cabe duda de que el aumento de la producción de nuevos medios de destrucción puede reportar pingües beneficios. Pero hay otras formas más fáciles de obtener beneficios.
Si sólo una pequeña parte de este dinero se invierte actualmente en la producción, ¿a dónde va a parar el resto? Un cínico consultor nos da la respuesta: «A las empresas no les suele gustar tener grandes cantidades de efectivo en sus balances… así que, ¿qué hacen con todo ese dinero? La recompra de acciones y los dividendos son una manera de usarlo».
Hablando claro, esto significa que los miles de millones que se sustraen de las arcas del Estado van a parar directamente a los bolsillos de un puñado de capitalistas. ¿Por qué invertir cuando puedes embolsarte el dinero?
Los gobiernos burgueses occidentales han sido muy indulgentes con las extravagancias de los fabricantes de armas. Pero en febrero, el Secretario de la Marina estadounidense, Del Toro, lanzó una rara advertencia pública a la industria (de la que no informaron los principales medios de comunicación) que revela las ansiedades políticas de la clase dominante en medio de este estado de cosas:
«Los contratistas de defensa están demasiado centrados en la recompra de acciones y otros trucos que les llenan los bolsillos y no lo suficiente en invertir en astilleros o apuntalar la base industrial de defensa.
«No pueden estar pidiendo al contribuyente estadounidense que haga mayores inversiones públicas mientras ustedes siguen revalorizando sus acciones mediante recompras de acciones, aplazando las inversiones de capital prometidas».
A continuación, Del Toro lamenta que en los años 80 «alguien decidió que es una idea maravillosa dejar la construcción naval en manos del mercado», con el resultado de que China llegó a concentrar en sus manos gran parte de la construcción naval mundial.
«El mercado tomó el relevo y China empezó a invertir en la construcción naval, en la construcción naval comercial, y tenían todas las ventajas. Mano de obra barata, ninguna regulación». Por supuesto, Del Toro critica a los fabricantes de armas desde la perspectiva reaccionaria del imperialismo estadounidense, que necesita un ejército poderoso para saquear el resto del mundo. Pero involuntariamente sus comentarios revelan la ineficacia, el despilfarro y la corrupción del mercado capitalista. Estos defensores del sistema de mercado se han colgado de su propio petardo.
¿Quién paga la factura?
Los capitalistas se están enriqueciendo. Pero, ¿quién paga todo esto? La clase obrera. Lo hace directamente, a través de sus impuestos, como admite el Secretario de Marina de EEUU, Del Toro. Pero también paga la factura indirectamente.
Lo hace, en primer lugar, porque mientras el gasto militar aumenta, los servicios sociales se recortan hasta los tuétanos. Los gobiernos capitalistas nunca tienen dinero para sanidad o educación, pero misteriosamente siempre encuentran miles de millones para tanques y misiles.
Portugal, por ejemplo, un país imperialista menor que juega un papel secundario en los asuntos mundiales, aumentó su presupuesto militar en un 14 por ciento en 2023, mientras que el gasto sanitario aumentó sólo un 10 por ciento, en un momento en que su servicio nacional de salud se tambalea al borde del colapso y necesita desesperadamente nuevas inversiones. El actual gobierno portugués ha fijado objetivos de gasto militar para finales de esta década, ¡por los que se gastará tres veces más dinero en el ejército que en educación superior! El gasto en armamento está contribuyendo a acumular deuda, lo que hará necesarias nuevas medidas de austeridad en el futuro.
Pero en segundo lugar, la guerra, las tensiones geopolíticas y las sanciones han agravado la inflación, recortando los salarios reales de los trabajadores. En resumen, la clase obrera está siendo robada por todos lados para financiar los planes de los belicistas. Y no hace falta decir que siempre que estallan las guerras, son los trabajadores y los pobres los que mueren y sufren: en Oriente Medio, en el Sahel, en Ucrania, en Rusia y en todas partes.
Una salida revolucionaria
Los comunistas nos oponemos a estos aumentos del gasto militar, que están siendo pagados por la clase obrera, al tiempo que generan enormes beneficios para un puñado de capitalistas. Queremos libros, no bombas. Queremos hospitales y escuelas, ¡no misiles y tanques!
Sin embargo, también advertimos que este derroche no es sólo una «opción ideológica» de tal o cual gobierno, sino que refleja la podredumbre del sistema capitalista. La crisis del capitalismo conduce a la intensificación de los conflictos interimperialistas, porque el pastel del mercado mundial se está reduciendo y, por lo tanto, inevitablemente, la lucha por repartirlo se intensifica. Esto convierte el rearme en una necesidad acuciante para todos los gobiernos capitalistas. En consecuencia, nuestra lucha contra el militarismo y las guerras imperialistas es también una lucha contra el capitalismo, por la revolución socialista mundial.
El lanzamiento de la Internacional Comunista Revolucionaria (ICR) el pasado mes de junio, fue un gran acontecimiento que ha provocado importantes expectativas en miles de revolucionarios de todo el mundo. Las diferentes secciones nacionales de la ICR están creciendo a buen ritmo, y lo harán más a lo largo de los meses venideros. La reacción histérica de algunos medios de comunicación burgueses al relanzamiento de nuestras secciones como organizaciones comunistas revolucionarias, en países como EEUU, Gran Bretaña, Suiza, Dinamarca, y otros, nos reafirma en que vamos por buen camino.
Desafortunadamente, algunos de la llamada “izquierda revolucionaria” no están felices con estos avances de la ICR. Con la mentalidad de pequeños tenderos enfadados por el miedo a la competencia, se dedican a lanzar todo tipo de fango, falsedades y tergiversaciones sobre nuestra Internacional con la esperanza de que eso melle de alguna manera nuestro desarrollo. Les auguramos un rotundo fracaso en sus intentos.
Recientemente, tuvimos conocimiento de un artículo de este espécimen escrito por Nathaniel Flakin, dirigente de un minúsculo grupo de EEUU llamado “Left Voice”. Este grupo forma parte de una corriente internacional llamada Fracción Trotskista-Cuarta Internacional (FT-CI), que Flakin proclama, ni más ni menos, como “el proyecto trotskista más grande y exitoso del mundo”. Su principal referente es el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), de Argentina.
El artículo es un ataque vitriólico contra la Corriente Marxista Internacional (CMI) –que fue refundada como ICR en su conferencia constitutiva de junio– en la mejor versión de la amalgama estalinista: miente, inventa, tergiversa y calumnia sobre nuestra historia y nuestras posiciones políticas, en casi cada una de sus frases ¡un logro realmente notable! Por supuesto, en el 90% de sus afirmaciones mentirosas y de medias verdades, nuestro amigo Nathaniel Flakin no se molesta siquiera en adjuntar un enlace a nuestras páginas web para que el lector pueda comprobar por sí mismo la veracidad de sus aseveraciones. ¿Para qué dejar que los hechos estropeen una buena historia? Y en los casos, escasísimos, donde se molesta en hacerlo se trata de artículos sueltos escritos hace 15 o 20 años, fuera de todo contexto y de la realidad actual.
El camarada Flakin, “revisando” nuestra historia, nos acusa en su artículo de socialdemócratas, centristas, oportunistas, proimperialistas, “jaleadores” de Chávez, de apoyar a gobiernos burgueses en Venezuela, México y Bolivia y, lo más sorprendente, de “antipalestinos” (!!). Por alguna razón, dedica una parte sustancial de su artículo a acusarnos de tener como una actividad principal ¡la defensa de los “sindicatos policiales”! Vamos, que la Corriente Marxista Internacional (CMI) antes, y la ICR ahora, son lo peor de lo peor y ninguna persona sensata debería acercarse a nosotros. La única acusación contra la CMI que le ha faltado a nuestro chistoso amigo Flakin es que hayamos organizado el asesinato de Rosa Luxemburgo, del “Che” Guevara, y quién sabe si hasta de Jesucristo.
Para hacerle justicia a Nathaniel, debemos decir que no hay nada nuevo en la mayoría de estas “acusaciones” que no nos hayan lanzado montones de grupos ultraizquierdistas y pseudotrotskistas, con monótona regularidad durante décadas. Gran parte de ellas ya fueron respondidas extensamente por Alan Woods hace 20 años en un ataque similar protagonizado por el Partido Obrero de Argentina, que los lectores pueden leer para comparar.
La verdad es que a Flakin y a la FT-CI no les mueve ninguna pretensión de polemizar honestamente con la ICR sobre diferencias programáticas y políticas, ni elevar el nivel político de su militancia y de la discusión. Por el contrario, solo les mueve el rencor y tratar de desacreditar a la ICR con todo tipo de afirmaciones escandalosas por la simple razón de que ven en ella, y por muy buenas razones, a un adversario político formidable. Es seguro que muchos de los buenos y dedicados militantes de su organización están formulando dudas y preguntas a sus dirigentes sobre la ICR y su desarrollo en muchos países. Y la dirección solo puede proporcionarles una catarata de insultos hacia la ICR. Estas no son muy buenas credenciales para una organización que se reclama marxista revolucionaria y dice luchar por la revolución socialista mundial.
Para responder adecuadamente a la cantidad de desatinos y tergiversaciones lanzados por Flakin, necesitaríamos escribir todo un libro, pero no podemos desperdiciar nuestro tiempo ni aburrir al lector. Aun así, lamentablemente, nuestra respuesta debe ser necesariamente algo más extensa que las 3100 palabras que nos ha dedicado el compañero Nathaniel. Mentir en una frase solo ocupa 6 o 7 palabras, pero responder a cada mentira y falsificación ocupa unas cuantas palabras más. De cualquier modo, y este es el principal motivo que nos ha animado a responder a Flakin, queremos aprovechar esta polémica para pasar revista al “proyecto trotskista más grande y exitoso del mundo” que dicen representar la FT-CI y el PTS argentino, con la diferencia metodológica respecto a la empleada por Nathaniel y la FT-CI, de citar honestamente y adjuntar los enlaces a su web de las posiciones que someteremos a crítica.
Y es por aquí por donde vamos a comenzar.
“El proyecto trotskista más exitoso del mundo”
Nuestro amigo Flakin, que acusa en su artículo a Ted Grant (dirigente histórico de la CMI) y a Alan Woods (dirigente de la ICR) de “maestros de lo autoproclamatorio”, no tiene ningún empacho en afirmar que: “En Argentina, el PTS y el FIT–U[1] representan el proyecto trotskista más grande y exitoso del mundo”. Si esto no es el pináculo de la autoproclamación, no sabemos qué puede ser tal cosa. En su entusiasmo, el compañero Flakin declara orgulloso que el FIT-U consiguió 700.000 votos en las últimas elecciones presidenciales del pasado mes de noviembre de 2023. Para medir lo “grande y exitoso” de este proyecto es necesario apuntar su porcentaje de voto, que fue exactamente ¡el 2,7%!, un dato que olvidó mencionar nuestro amigo Nathaniel. Este bajísimo porcentaje de voto destaca todavía más porque en Argentina el FIT-U era la única lista de izquierda (reformista o revolucionaria) que se presentaba a estas elecciones, y por lo tanto no tenía competencia en ese campo.
Tampoco este caudal de votos es una novedad. Ya en 2005 –¡hace prácticamente 20 años!– la suma de votos que consiguieron por separado los actuales partidos que conforman el FIT-U fue de 670.000, casi los mismos que ahora, pese al importante incremento experimentado por el padrón electoral desde entonces. Con altibajos, este porcentaje de votos (un 2%-4%) es el que ha venido consiguiendo el FIT desde su formación en 2011. Una excepción, que podía haber marcado una ruptura clara con este estancamiento de décadas, fue el resultado del FIT-U en las elecciones legislativas argentinas de 2021, cuando consiguió 1,28 millones de votos y el 5,41%. Pero el compañero Flakin, extrañamente, se cuida de aportar esta información en su artículo laudatorio hacia el PTS y el FIT-U. Sí, es muy extraño, ya que parece un resultado muy destacable que habría que gritar a los cuatro vientos ¿Por qué lo calla, entonces, nuestro querido Nathaniel? Por una razón muy conveniente: porque tendría que explicar cómo es posible que sólo dos años más tarde, en medio del completo descrédito del kirchnerismo y de la derecha tradicional argentina, y en medio de la mayor crisis social desde el Argentinazo, el FIT-U perdiera 500.000 votos en las últimas elecciones legislativas de 2023, una reducción del 40% de los votos conseguidos dos años antes. Claro, para explicar esto habría que ser honesto con los hechos y los datos, y decir la verdad a la cara, algo que está muy lejos de las pretensiones del compañero Flakin, tanto en esto como en todo lo demás.
Por supuesto, los dirigentes del PTS y del FIT-U no hicieron ninguna autocrítica por estos malos resultados, y lo atribuyeron todo a la “polarización”, “el miedo a Milei” y demás lugares comunes para salvar el prestigio de sus dirigentes.
Flakin ensalza los 5 diputados nacionales conseguidos por el FIT-U en el parlamento argentino, pero olvida mencionar que en Argentina la cámara de diputados renueva la mitad de sus bancas cada dos años y el FIT-U tuvo la suerte de que ninguno de sus 4 diputados conseguidos en 2021 tuviera que renovar su banca en las elecciones de 2023. Simplemente, añadió un diputado más en las elecciones de octubre pasado. Pero si hubiera tenido que renovar los otros 4 diputados, dado que su voto se desplomó, con seguridad habría perdido la mitad de su representación.
A nosotros no nos extraña el mal resultado del FIT-U en las últimas elecciones. A espaldas de la ardiente realidad social, su dirección diseñó una campaña electoralista con consignas políticas y economicistas insulsas y rutinarias, tales como: “Levanta la izquierda” (sic), “Contra el ajuste de los candidatos del FMI”, por más salario mínimo y jubilaciones, etc., cuando se requerían consignas de clara ruptura con el régimen para conectar con el ambiente de rabia que había en amplias capas de la clase obrera y de la juventud. En contraste, el equipo de campaña del ultraderechista Milei entendió mucho mejor la situación, lanzando mensajes simples y demagógicos, pero contundentes, que conectaban con este ambiente: “Vota contra la casta” (que copió de Podemos en España) o “Por un país donde los honestos, los que se rompen el lomo trabajando salgan ganando”, o “que nadie viva de tu trabajo”, etc., apelando ambiguamente por igual a la pequeña burguesía y a los trabajadores.
La izquierda argentina, por sus errores sectarios, no ha sido capaz de ser visualizada como una alternativa relevante a tener en cuenta. Fuente: La Izquierda Diario
La verdad debe ser dicha. La campaña del FIT-U careció de conexión con el gran drama social existente en el país. No querían mostrar un cariz excesivamente radical que supuestamente redujera sus expectativas de voto, cuando lo contrario era la verdad. Ante capas amplias de trabajadores y jóvenes lo que se demandaba era una posición radical de rechazo claro al régimen existente. El FIT-U fracasó en mostrar esta alternativa. Su mojigatería electoralista les pasó factura.
Flakin se molesta porque “la CMI plantea vagas críticas al FIT–U, acusándolo de ‘deriva parlamentarista’”. Pero nuestra crítica no es vaga, sino muy precisa, y está totalmente justificada. El colofón de esta deriva parlamentarista es la consigna que corona desde hace años el programa del FIT-U:
“Contra los pactos a espaldas del pueblo para ajustar y entregar el país, luchamos por imponer la institución más democrática concebible dentro de este régimen político: una Asamblea Constituyente. No como la de 1994 ni la de Jujuy, sino una Libre y Soberana, que exprese verdaderamente la voluntad popular y donde se debatan los grandes problemas nacionales, desde las leyes e instituciones que nos gobiernan hasta los derechos sociales y económicos” (negritas en el original).
Pero, vamos a ver, una Asamblea Constituyente no es más que un parlamento burgués que, como el mismo PTS reconoce, se ubica “dentro de este régimen político” capitalista, y cuyo cometido es elaborar una Constitución para el país. Los adjetivos “Libre” y “Soberana”, añadidos para impresionar, no cambian su naturaleza. Así, para llevar adelante el supuesto programa socialista del FIT-U no haría falta el poder obrero, la toma del poder por la clase obrera, sino –fíjese el lector– el parlamento burgués “más democrático concebible”, como si pudiese existir un capitalismo más amable y democrático que el actual régimen capitalista argentino. Claro –dicen– sería una Asamblea Constituyente diferente de las anteriores –“no como la de 1994” que fue convocada por el entonces presidente Carlos Menem– sino otra más bonita y democrática que solo existe en la imaginación de los dirigentes del PTS y del FIT-U. Si esto no es una “deriva parlamentarista”, puro cretinismo parlamentario, ¿qué puede ser? Y el paladín del “trotskismo más exitoso del mundo”, nuestro amigo Flakin, tiene el desparpajo de acusar a la ICR de “posiciones oportunistas”.
Por cierto, los dirigentes del PTS dicen que luchan por “imponer” esa Asamblea Constituyente ideal ¿Cómo piensan hacerlo? No lo dicen ¿Acaso con una insurrección popular, una suerte de nuevo Argentinazo? Pero si ese fuera el caso, si la clase trabajadora argentina y demás sectores populares oprimidos, acumularan tal fuerza y energía para desmantelar el actual sistema parlamentario burgués corrupto y desprestigiado ¿Por qué fijarse como objetivo “imponer” un nuevo parlamento burgués? ¿Por qué no elevar el horizonte de las masas oprimidas que se lanzan a la lucha revolucionaria hacia el “poder obrero y popular”?
Hablemos claro, este confusionismo programático no es casual ni un malentendido, es la posición de una organización que elude plantear ante la clase obrera la tarea central revolucionaria, porque – fíjense ustedes – hablar de poder obrero no da votos entre las capas más conservadoras de la clase. En lugar de utilizar la lucha parlamentaria para agitar ante capas amplias sobre la necesidad de expropiar a los ricos y de que los trabajadores tomen el control de la sociedad, se sacrifica esto último con el fin de conseguir unas pocas bancas en el parlamento rebajando el programa socialista y el horizonte revolucionario de lucha de la clase trabajadora.
Para decir toda la verdad, el fracaso electoral del FIT-U va más allá de aspectos programáticos, consignas y campañas. En realidad, sus resultados electorales son solo un reflejo de sus débiles raíces en la clase trabajadora argentina por el fracaso de sus métodos sectarios en relación a los movimientos de masas en Argentina, que se encolumnan mayoritariamente, guste o no, alrededor del heterogéneo movimiento peronista.
Lo que deben reflexionar los dirigentes del FIT-U y los abnegados militantes de los partidos que lo componen es por qué, pese a las décadas de rica experiencia de la clase obrera argentina, que incluye explosiones revolucionarias, huelgas colosales, levantamientos populares, períodos de reflujo y desmoralización, boom económico, catástrofes económicas, destrucción de partidos tradicionales y centenarios, surgimiento explosivo de otros nuevos, etc., la izquierda revolucionaria argentina no ha sido capaz de ser visualizada como una alternativa relevante a tener en cuenta, aunque sólo sea por el hecho de que en Argentina no existe nada comparable a los partidos de izquierda reformista de masas que vemos en otros países de América Latina y Europa y, por tanto, no tienen competencia en ese campo. La razón de este fracaso es el sectarismo y la incapacidad orgánica de sus dirigentes de comprender la táctica del frente único con las masas de carne y hueso que componen la clase trabajadora de este país; es decir, su incapacidad para tender la mano a los millones que siguen o se organizan alrededor de las organizaciones de masas (sean peronistas, reformistas, u otras) para golpear juntos por los intereses comunes de la clase obrera y contra el enemigo de clase; al mismo tiempo que mantienen su independencia política y programa revolucionario, y su libertad de critica a las direcciones de esas organizaciones.
El FIT-U y el kirchnerismo
Flakin se cree muy gracioso cuando afirma sin sonrojarse que: “Tan solo hace una década, Woods llamaba a los marxistas argentinos a unirse a la coalición progresista burguesa de Néstor y Cristina Kirchner”. Estaríamos encantados de que Flakin o sus amigos en Argentina nos hicieran saber cuándo, dónde, en qué escrito o discurso, hizo Alan Woods esa recomendación. Nos quedaríamos esperando eternamente, porque es una pura invención de la mente febril de Flakin, como todo lo demás. Lo que Alan Woods y la CMI recomendaron a la izquierda argentina era que debía desarrollar políticas de frente único para conectar con la clase obrera cuya mayoría aplastante apoyaba al kirchnerismo. Lamentablemente, nuestro consejo cayó en oídos sordos.
La realidad fue que, en el período de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, la izquierda representada por los partidos que componen el FIT-U apareció ante los ojos de amplias capas de la población, de la mano de la derecha. Y no han podido desembarazarse todavía de ese estigma ante los ojos de muchos trabajadores. Sí, el kirchnerismo[2] tenía en ese momento una dirección burguesa, pero de un carácter peculiar. Surgido tras la resaca del Argentinazo –el estallido revolucionario popular de 2001-2002– el kirchnerismo (Néstor Kirchner fue elegido presidente del país en 2003) se presentaba con un perfil socialdemócrata e interclasista que, aunque salvaguardaba los intereses de conjunto de la burguesía, se apoyaba en las masas de la clase obrera para intentar disciplinar los apetitos más depredadores del capitalismo argentino a fin de conjurar nuevas explosiones sociales. Esto lo obligó a hacer importantes concesiones en materia económica (reestatizando el sistema de jubilación y empresas como la petrolera YPF, etc.), en derechos sociales (subsidios por hijo a familias pobres, subsidios a la energía y el transporte, etc.) y en el terreno democrático (juzgando a los genocidas del proceso militar de 1976-1983, ley de medios de comunicación antimonopolista, etc.). Al tratar de equilibrarse entre la clase trabajadora y la clase dominante –ora girando hacia la una, ora girando hacia la otra– nunca fue un gobierno cómodo para la burguesía argentina, que tenía sus propios partidos en quien confiar (la radicales, la derecha peronista, el PRO de Macri, etc.).
La izquierda le entregó al kirchnerismo el monopolio de la resistencia contra la derecha. Fuente: BBC
Lo llamativo es que la izquierda que hoy se encuadra en el FIT-U, se negó a dar un apoyo crítico a ninguna de aquellas medidas que suponían un avance social o democrático, apareciendo en el mismo coro de la derecha en contra de las mismas. En su razonamiento obtuso, pensaban que si daban algún tipo de apoyo crítico a estas reformas progresistas, eso incrementaría la autoridad del gobierno kirchnerista. En realidad, eso les habría ayudado a deslindar de la derecha y les habría conferido autoridad para ganar el oído de un sector de la clase obrera afín al kirchnerismo para mostrar las insuficiencias de éste y la necesidad de una alternativa de clase al nacionalismo pequeñoburgués argentino que aquél representaba.
En ese periodo, el gobierno de Cristina Fernández (esposa de Kirchner y su sucesora como presidenta del país entre 2007 y 2015) sufrió un acoso brutal por parte de la derecha y sus medios de comunicación que buscaban activamente su derrocamiento, con la movilización reaccionaria de la pequeña burguesía en su contra. Lamentablemente, en dicho lapso, la izquierda apareció a los ojos de amplias masas posicionándose con el enemigo de clase. Tal fue la vergonzosa conducta de dos de los partidos que integran hoy el FIT-U, Izquierda Socialista (IS) y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) que, como reconoce el mismo PTS, formaron un bloque con la derecha y los terratenientes de la Sociedad Rural, participando notoriamente en sus movilizaciones reaccionarias durante 2008 en contra de los impuestos de exportación a los productos agrícolas. Los otros dos partidos del FIT-U, PTS y Partido Obrero, mantuvieron una cómoda equidistancia, en lugar de denunciar en primer lugar a los terratenientes de la Sociedad Rural y las maniobras reaccionarias de la derecha. Pero el comportamiento más desafortunado se dio en los años 2012-2014, cuando la izquierda argentina se unió de manera entusiasta a los paros y huelgas generales de los sectores de la burocracia sindical desafectos con el gobierno que, o bien perseguían sus propios intereses de casta (CGT de Moyano y CTA de Micheli) o estaban ligados abiertamente a la derecha (CGT de Barrionuevo), con el único fin de debilitar al gobierno de Cristina Fernández y provocar su caída. En ninguno de estos paros, en absolutamente ninguno, se plantearon reivindicaciones dirigidas a los empresarios privados. Todos estos paros fueron apoyados abiertamente por la derecha y la patronal terrateniente, la Sociedad Rural.
De esta manera, la izquierda le entregó al kirchnerismo el monopolio de la resistencia contra la derecha y éste pudo construir así su épica “antioligárquica”, mientras la izquierda se desprestigiaba.
El gran drama en Argentina es que la izquierda revolucionaria, con sus errores sectarios, fue incapaz de construir por anticipado un puente hacia los trabajadores kirchneristas. Eso le habría permitido ganar para las ideas del marxismo a miles de trabajadores y jóvenes de entre sus capas más avanzadas tras el descrédito y el inevitable fracaso del kirchnerismo. En cambio, hoy, permanece aislada y sigue siendo vista con escepticismo por la mayoría de la clase trabajadora de este país.
El FIT-U: una bolsa de gatos
En realidad, el FIT-U es un ejemplo poco inspirador de lo que debe ser un frente único genuino de organizaciones revolucionarias. Si algo ha caracterizado a la izquierda “trotskista” argentina han sido sus peleas y ataques mutuos despiadados durante décadas que han llevado el fastidio y el escepticismo a amplias capas de trabajadores que se acercaban a ella. La propia formación del FIT-U no tuvo nada que ver con una genuina política de frente único que tuviera en cuenta los intereses de la clase obrera argentina. Durante años, las campañas electorales eran una manera que tenían los diferentes partidos y grupos “trotskistas” de “hacer caja”, para financiar sus aparatos y actividades, ya que el Estado argentino abona dinero a los partidos y coaliciones electorales por cada voto recibido y diputado conseguido. Fue la reforma electoral de 2011 del entonces gobierno de Cristina Fernández, con la instauración de las elecciones primarias simultáneas y obligatorias (PASO) que imponía a cada partido o coalición conseguir al menos el 1,5% de los votos para poder presentarse a las elecciones, lo que obligó al PTS y demás partidos que ahora conforman el FIT-U a coaligarse para alcanzar conjuntamente ese 1,5%, si querían tener la posibilidad de presentarse a las elecciones. No les movieron los intereses de la clase obrera para unirse, como proclaman pomposamente, sino sus intereses de aparato.
La campaña del FIT-U careció de conexión con el gran drama social existente en Argentina. Fuente: FIT-U
Lo realmente cómico es que la ferocidad de los ataques mutuos entre los partidos que conforman el FIT-U no cesó ni un minuto tras su formación, y continúan. Así, en la campaña de las PASO en agosto de 2023, para elegir los cabezas de lista del FIT-U para las elecciones de octubre de ese año, se presentaron dos listas enfrentadas. Aquí Gabriel Solano, dirigente del Partido Obrero, acusó a la candidata del PTS, Myriam Bregman, de “blanquear al kirchnerismo” y de girar en torno a “la clase media progresista” en lugar de hacerlo alrededor de “los sectores populares”. Por su parte, el PTS acusó antes al PO de “adaptarse al régimen y al Estado [capitalista]”, y al MST (otro de los integrantes del FIT-U) de “estrategia oportunista”. ¿Puede alguien dudar del efecto deprimente que este tipo de acusaciones y de actitudes provoca en cualquier obrero y joven argentino corriente que sigue al FIT-U o simpatiza con él? Aparte de eso, los integrantes del FIT-U carecen de una política de frente único entre ellos mismos en ningún campo de la lucha de clases: ni a nivel sindical, vecinal, piquetero ni estudiantil. Cada uno tiene su propia plataforma, separada y enfrentada a las demás, en cada uno de estos campos de lucha.
Si este es el tipo de “proyecto exitoso” que el amigo Nathaniel nos recomienda a los comunistas revolucionarios de la ICR, cortésmente declinamos el ofrecimiento. Al final, el FIT-U es un mero proyecto electoralista, donde sus integrantes se odian y atacan despiadadamente. Sólo les une el espanto, la mera supervivencia política electoral y, de paso, sostener su dependencia de la financiación del Estado burgués que aquélla conlleva.
Un programa confuso y calculadamente ambiguo
En una parte de su artículo contra la CMI, el compañero Nathaniel Flakin se asigna el papel de agorero, cuando afirma: “Sin una base programática seria, el deslizamiento de la CMI hacia la izquierda no será duradero y volverá a donde estaba con el próximo cambio de tendencia.”
Respondemos cortésmente al amigo Flankin que la CMI (actual ICR) no necesita volver a donde estaba anteriormente porque nunca se ha movido de un programa comunista revolucionario serio y consistente. Los lectores pueden juzgar por si mismos yendo directamente a nuestro sitio web marxist.com, mejor que a través de los anteojos de Flakin. Pero ¿podemos decir lo mismo del PTS y del FIT-U? Tenemos dudas al respecto.
Ya hemos visto en un recorrido por las “bases programáticas” del PTS argentino y de sus seguidores en los demás países, como en el Estado español, que siempre que pueden eluden consignas a favor del poder obrero, de la toma del poder por la clase obrera, o lo disfrazan con posiciones democratizantes haciendo referencia a una fantástica “Asamblea Constituyente Libre y Soberana”, dentro de los marcos del capitalismo, que además está completamente fuera de lugar en países como Argentina o España que son democracias burguesas y no regímenes dictatoriales. En general, el enfoque del PTS en muchos de los puntos de su programa es confuso. Mientras defienden algunas posiciones correctas, en otras hay una ambigüedad que parece calculada. Así, por ejemplo en su artículo programático titulado: 10 puntos para unir al pueblo trabajador, la juventud y las mujeres contra Milei y el poder económico saqueador, podemos leer:
“Nacionalización integral de los recursos estratégicos del país bajo control y gestión de los trabajadores y comunidades involucradas”. (Punto 4). Pero, ¿Cuáles son esos recursos estratégicos? Eso es decir todo y decir nada. Y, por tanto, no compromete a nada.
Igualmente, en el Punto 8, se lee:
“hay que nacionalizar el sistema bancario creando una banca estatal única que permita centralizar los ahorros, impedir la fuga, otorgar créditos baratos a los pequeños productores, cuentapropistas y trabajadores (para vivienda, comprar un auto o vacacionar). Tiene que ser bajo gestión de las y los trabajadores, empezando por los bancarios y de entidades financieras, que conocen perfectamente cómo funciona el sistema.”
Esto, aparentemente, suena bien, pero no se plantea que dicha nacionalización debe hacerse sin indemnizar a los banqueros. Al no plantear esto, la nacionalización que propone el PTS significa comprarles a estos parásitos su negocio y descapitalizar a un futuro Estado obrero que acometa esa nacionalización. Estaríamos de acuerdo en indemnizar a pequeños ahorristas e inversores que carezcan de otros recursos, que sería una parte muy pequeña del capital social de los bancos, pero no a los grandes tiburones financieros que se han hecho de oro saqueando al pueblo. En definitiva, lo que nos propone el PTS es una nacionalización burguesa, y no socialista.
Por otro lado, sorprende en estas bases programáticas que, en un país como Argentina, donde el sector agroexportador representa una parte muy importante del capitalismo y es la principal fuente de entrada de divisas, el PTS no defienda la consigna de nacionalización sin indemnización de los terratenientes y agroexportadores. Esto, no es solo una necesidad para planificar de manera adecuada los recursos del país en beneficio de la mayoría de la sociedad, sino que dejar la tierra en manos de los terratenientes y fondos de inversión internacionales sería un arma formidable en sus manos para poner al país de rodillas y desestabilizarlo con la escasez de alimentos, cortes de ruta, etc. como ya vimos en los paros agrarios patronales de 2008, que tan alegremente celebraron algunos de los aliados políticos del PTS en el FIT-U.
Vemos aquí en qué se concreta la base programática “seria” que el amigo Nathaniel Flakin quiere oponer al programa rigurosamente revolucionario que defiende la ICR.
Nuevamente, volvemos a colocar la pregunta: ¿Está relacionado este programa ambiguo, que escamotea medidas revolucionarias claras contra la clase dominante y su Estado, con la política electoral del PTS y del FIT-U para no “espantar” posibles votantes, o es simplemente un reflejo de la inconsistencia y debilidad teórica de su dirección?
El imperialismo y la guerra de Ucrania
Alguien podría argumentar que, pese a todas sus insuficiencias, el FIT-U es un frente único electoral, lo cual ya representa un paso adelante comparado con el anterior fraccionamiento político de la izquierda argentina, y que además se ha formado sobre una base principista, asentada en los sólidos principios del marxismo revolucionario. Lamentamos advertir a esta alma bienintencionada de su grave error.
La prueba definitiva para una tendencia revolucionaria es su actitud hacia la revolución y hacia la guerra. Sobre la revolución, la prueba sigue pendiente evidentemente, aunque ya hemos señalado las ambigüedades y tendencias oportunistas programáticas del FIT-U; y sobre la guerra nos bastaría echar un ojo sobre la posición de los diversos grupos del FIT-U sobre la actual guerra en Ucrania. Y lo cierto es que, dentro del FIT-U vemos igualmente divergencias abismales sobre este punto. Tan es así que dos de sus cuatro integrantes, Izquierda Socialista y el MST apoyan el envío de armas de la OTAN a Ucrania, posicionándose en la práctica, y para su vergüenza, con el campo del imperialismo occidental. Por su parte, el PTS y su corriente internacional (Fracción Trotskista) mantienen una posición de equidistancia, culpando por igual a la OTAN y a Rusia. Para ellos, el énfasis no debe ser puesto en luchar en primer lugar contra “nuestro” campo imperialista que, en el caso de Argentina, es el imperialismo occidental:
“Desde los grupos que integramos la Fracción Trotskista hemos sostenido una posición de independencia de clase ante esta guerra reaccionaria, en la cual tanto Putin como Zelensky, subordinado a la OTAN, buscan someter Ucrania en función de sus intereses geoestratégicos. Planteamos la necesidad de un movimiento internacional contra la guerra, por la retirada inmediata de las tropas rusas de Ucrania y contra el intervencionismo militar de la OTAN en Europa del este y el rearme imperialista. Con esta posición independiente para enfrentar la ocupación rusa y la dominación imperialista hemos participado en las movilizaciones y acciones contra la guerra, especialmente en Europa y EE. UU.”
Dicho esto, debemos hacer justicia al Partido Obrero que, al menos en este caso, ha adoptado una posición más correcta (y valiente), culpando en primer lugar al imperialismo occidental del estallido de la guerra de Ucrania.
Lo cierto es que el principal responsable de la guerra fue EEUU, que empujó a Zelensky a una guerra que era perfectamente evitable, si hubiera renunciado a la pretensión de Ucrania de entrar en la OTAN. Esto hay que decirlo alto y claro, y no esconderlo como hacen los dirigentes del PTS, que no ha sido capaz de resistir la presión ambiental de la opinión pública imperialista occidental, actualmente dominante.
Volvemos a plantear la misma cuestión al compañero Nathaniel Flankin que hicimos en el apartado anterior: ¿Cómo puede afirmarse que el FIT-U representa el proyecto trotskista más exitoso del mundo, y un modelo para el resto, cuando en su interior coexisten posiciones antagónicas en todos los aspectos fundamentales; más aún, cuando se defienden abiertamente posiciones que lo colocan en el campo proimperialista occidental y que ensucian la bandera del marxismo y del trotskismo genuinos?
La prueba definitiva para una tendencia revolucionaria es su actitud hacia la revolución y la guerra. Fuente: IDOM
Por último, queremos mencionar al pasar, en la misma declaración sobre su posición sobre Ucrania, la alternativa que la FT-CI propone para América Latina, cuando se habla de la militarización del subcontinente:
“Ante esta situación, una salida a favor de las clases trabajadoras y los sectores populares pasa por la ruptura de la subordinación de América Latina a los designios del imperialismo estadounidense y los organismos internacionales. Es necesario poner un alto a la militarización y que los presupuestos asignados a las fuerzas represivas se destinen a salud y educación. Solo la clase trabajadora y los sectores populares pueden garantizar la seguridad de comunidades y ciudades, porque no tienen intereses en común con el crimen organizado ni con los ejércitos ni las policías.”
La salida, como se ve, no es la revolución socialista; la toma del poder por los obreros y campesinos, sino la simple ruptura con el imperialismo y sus organismos internacionales, sin modificar las estructuras económicas ni estatales. Un programa así podría bastar para cualquier movimiento nacionalista antiimperialista (como el chavismo en sus orígenes, o el APRA de Haya de la Torre en su momento) pero no para una organización comunista revolucionaria. Y es una prueba más, por si hiciera falta otra, del carácter confuso, vacilante, miedoso y centrista del programa de esta corriente internacional.
Eclecticismo teórico
Al final, los errores en el programa, la táctica y la organización siempre encuentran un reflejo, o son consecuencia, de errores en la teoría.
Partimos de reconocer que, a diferencia de los demás integrantes del FIT-U, que desprecian la teoría marxista y se abocan a una política estrictamente economicista, la dirección del PTS presta cierta atención a la teoría: le dedica espacio en sus materiales, edita regularmente publicaciones teóricas propias y de los clásicos del marxismo, e interviene en debates teóricos relevantes. También nos halaga, y tenemos constancia de ello, que hayan tomado en serio algunas publicaciones teóricas de la CMI, como el libro “Bolchevismo, el camino a la revolución”, de Alan Woods, entre otras.
Sin embargo, no podemos dejar de advertir una tendencia al eclecticismo teórico en el PTS y su corriente internacional, a amalgamar el marxismo con todo tipo de teorías ajenas y “modas” del mundo académico. Por ejemplo, la dirección del PTS –como la inmensa mayoría de las corrientes revolucionarias actuales– ha claudicado ante el feminismo, que siempre ha representado una concepción interclasista de la lucha de la emancipación de la mujer. Se definen a sí mismos como “feministas marxistas” que sería lo mismo que reclamarse “nacionalistas marxistas” o “ecologistas marxistas”. Tanto el feminismo, como el nacionalismo de una nación oprimida, o el ecologismo, son movimientos heterogéneos que engloban a individuos de diferentes clases. No existe un feminismo “de clase” como tampoco existe un nacionalismo “de clase”. El marxismo no necesita del feminismo ni del nacionalismo para explicar la causa de la opresión de la mujer ni de las pequeñas naciones, ni necesita pedirles permiso para proponerse liderar cualquier movimiento contra la opresión. Lo que el marxismo debe hacer es revelar la conexión de todas estas opresiones con la opresión general del capitalismo y del imperialismo, y situar a la clase obrera como la única clase social oprimida consistentemente revolucionaria capaz de dirigir estas luchas, vinculándolas a la transformación socialista de la sociedad. Debemos enfatizar que sólo el marxismo, y ninguna otra corriente de pensamiento más, ha dado una explicación científica al origen de la opresión de la mujer, así como de la dominación imperialista del mundo colonial y demás naciones oprimidas, y es la única doctrina que ha formulado las condiciones para terminar con ambas opresiones. La ICR ha abordado en profundidad estos aspectos en Marxismo frente a políticas de identidad.
Consecuentemente con lo anterior, el PTS – como el FIT-U – ha caído preso de aspectos de la política de identidad, tales como el (mal) llamado “lenguaje inclusivo”, sometiendo a su público a todo tipo de giros extraños en el lenguaje para eludir el neutro gramatical en castellano y otras lenguas, retorciendo la fonética con la utilización de la “x” para este fin (en trabajadorxs, luchadorxs, y otras palabras). Nosotros hemos abordado nuestra crítica a esto en El “lenguaje inclusivo” y la opresión de la mujer: una posición de clase.
El PTS – como el FIT-U – ha caído preso de aspectos de la política de identidad. Fuente: PTS
En ninguna otra parte se puede apreciar mejor el eclecticismo teórico y academicista del PTS como en el de la filosofía marxista, el materialismo dialéctico, donde mezcla a partes iguales confusión y desdén, en particular hacia la dialéctica y sus leyes, sintetizadas por Hegel y asentadas sobre bases materialistas por Marx y Engels. Juan Dal Maso, uno de los teóricos más relevantes del PTS, en un texto coescrito con Ariel Petrucelli, escribe lo siguiente sobre la dialéctica:
“En el marxismo coexisten distintas interpretaciones del problema de la dialéctica, de sus alcances en tanto “método” y de su relación con otras disciplinas, sin que ninguna de ellas haya establecido resultados concluyentes que permitan desechar las otras. Desde nuestra óptica, las definiciones de la dialéctica como una ciencia o como una lógica son las más problemáticas y las que tienen menos asidero, aunque puedan parecer útiles en aras de la popularización” (Juan Dal Maso y Ariel Petrucelli en https://www.laizquierdadiario.com/Althusser-y-Sacristan-problemas-y-debates énfasis nuesto).
Ahí, lo tenemos. En el más puro eclecticismo, se nos dice: hay muchas interpretaciones de lo que es la dialéctica y todas son igualmente marxistas. Pero, vamos a ver, la validez de la dialéctica no es un asunto de “interpretaciones” sino de su “aplicación a la realidad”. ¿Cómo interpretaciones diferentes y, por lo tanto, aplicaciones diferentes de un mismo “método” pueden ser igualmente válidas? A diferencia de Dal Maso, para la ICR hay solo una interpretación válida de la concepción y de la aplicación de la dialéctica en el marxismo, y es la formulada y aplicada por los fundadores de nuestra doctrina, Marx y Engels, y sus más fieles continuadores: Lenin, Trotski y Rosa Luxemburgo. Lo que Dal Maso debe responder concretamente es si le satisface la concepción de la dialéctica explicada y aplicada por los maestros del marxismo o no. Y parece que no, porque según él no han “establecido resultados concluyentes” ¿En qué o sobre qué no lo han hecho? El compañero calla. Esto nos lleva a la cuestión central, y es que parece que ni el PTS ni la FT-CI tienen una posición definida (oficial, diríamos) sobre el materialismo dialéctico, sobre este pilar central de la teoría marxista formulado por Marx y Engels. Pero más relevante aún es lo que sí desecha abiertamente Dal Maso: la concepción dialéctica de Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo y Trotsky, considerada como una ciencia, “la ciencia de las leyes generales del movimiento y la evolución de la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento” (Engels, Anti-Dühring), el método de análisis y columna vertebral del marxismo. Lo que esto quiere decir que, para Dal Maso, la dialéctica es en el mejor de los casos una especie de método de razonamiento elaborado por el pensamiento humano, pero no una manifestación objetiva de la materia, de la naturaleza.
La dialéctica marxista, que extrae sus postulados de la observación y del estudio de la materia, la naturaleza y la sociedad humana, concibe todas ellas en constante movimiento y transformación, por medio de sus contradicciones y tensiones internas. Para comprender cabalmente un fenómeno, el método dialéctico analiza todos los elementos presentes en el mismo, no aisladamente, sino en sus relaciones recíprocas. La evolución de las cosas no se da gradualmente, sino a saltos, tras una acumulación de cambios cuantitativos. A largo plazo, dicha evolución parece repetir estadios anteriores, pero a un nivel de complejidad y desarrollo superiores. Esta forma de concebir y analizar la realidad es un arma colosal para avanzar en el conocimiento de la realidad y prever los acontecimientos, no sólo para el científico experimental sino también para el científico social y los revolucionarios.
El rechazo a la dialéctica marxista, tal como fue formulada por los fundadores del socialismo científico, es simplemente una actitud revisionista y, consecuentemente, un camino que abona al impresionismo y al empirismo y, consecuentemente, a posiciones oportunistas y ultraizquierdistas. Una síntesis de nuestra defensa de la dialéctica marxista puedes encontrarla en Introducción al materialismo dialéctico.
Es de destacar que el texto citado de Dal Maso está dedicado a dos representantes del “marxismo académico” de los años 60 y 70 del siglo XX; en realidad, dos revisionistas, como fueron Althusser y Manuel Sacristán, y en el que abundan adulaciones hacia este último. A este respecto, otro destacado dirigente del PTS, su diputado nacional Cristian Castillo, caracteriza uno de las obras más importantes de Sacristán, “La tarea de Engels en el Anti-Dühring”, como “un texto por demás interesante”. Tan “interesante” es esta obra de Sacristán que se burla de Marx y Engels por su “hegelianismo” y carga contra dos de las leyes más fundamentales de la dialéctica como son la “ley de la transformación de la cantidad en calidad” y la “ley de la negación de la negación”, pilares centrales del análisis marxista. Sacristán, que nunca ocultó su apego a la lógica kantiana y al empirismo de Hume, negaba la validez de la dialéctica en la naturaleza, igual que Dal Maso, cuando es aquí donde encuentra su reivindicación más sobresaliente.
Esta no es una excepción. En general la FT-CI tiene una fuerte tendencia a la adaptación a todas las ideas y escritores “de moda” en el mal-llamado “marxismo” académico.
La guerra de las Malvinas
En una parte de su escrito, Flakin deja caer, como al pasar, una calumnia contra nuestra organización, diciendo: “Cuando el gobierno de Margaret Thatcher lanzó una ofensiva imperialista contra Argentina, Grant rechazó cualquier tipo de resistencia antimperialista porque eso «pondría a parir a los marxistas a ojos de los trabajadores”” (¡!). Esta frase inventada es tan estúpida, en el fondo y en la forma, que basta para caracterizar a su autor; es decir, a nuestro bufón Nathaniel Flakin.
El bueno de Nathaniel, temiendo pisar un terreno pantanoso, se cuida mucho de nombrar siquiera la guerra de las Malvinas de 1982 por su nombre. Se limita a hacer una referencia vaga a “una ofensiva imperialista contra Argentina” por parte de la Thatcher, sin fecha ni circunstancias, para no dar pistas del episodio histórico al que se refiere. Pero nosotros no estamos dispuestos a dejar pasar así como así este “episodio” y sí tenemos un interés en revelar la posición vergonzosa del PTS y de sus antecesores (el Partido Socialista de los Trabajadores, de Nahuel Moreno) sobre aquellos acontecimientos. Por el contrario, nosotros estamos muy orgullosos de nuestra posición aquí.
El PTS y su antecesor, el PST de Moreno, le dieron un apoyo entusiasta a la aventura de la Junta Militar. Fuente: UL
La guerra de las Malvinas de 1982, entre Argentina y Gran Bretaña, fue un conflicto completamente reaccionario por ambas partes. Las islas Malvinas son un grupo de islotes en el Atlántico sur, que Argentina reclama como propias, y que están en posesión de Gran Bretaña desde 1833. Nosotros nos opusimos a esta guerra que nada tenía que ver con una “lucha antiimperialista” por parte de Argentina, como defienden el PTS y los suyos. Argentina estaba entonces bajo la bota de una sangrienta dictadura militar que dejó 30.000 desaparecidos y que enviaba matones a Centroamérica para adiestrar los escuadrones de la muerte implicados en la lucha contra las guerrillas. La “Junta” era una agencia venal del imperialismo, incluido el británico, con quien mantenía excelentes relaciones.
En un momento en que las luchas obreras arreciaban en Argentina, como la huelga general del 30 de marzo de 1982, que tuvo un amplio seguimiento en Buenos Aires y demás grandes ciudades, con miles en las calles y choques con la policía, la Junta Militar decidió invadir las islas Malvinas el 2 de abril de ese año, que tenían una débil guarnición militar británica. Su objetivo era desviar el descontento creciente de la clase obrera para conducirlo al patriotismo y el chovinismo nacional, a fin de salvar el pellejo y prolongar la dictadura. Y tuvieron tanto éxito en esta tarea que la práctica totalidad de la izquierda argentina, incluidos los “trotskistas”, se rindió extasiada ante el aventurerismo de la Junta.
No había un solo átomo de contenido progresista en la invasión de las Malvinas. Sus objetivos eran claramente reaccionarios. La respuesta de Gran Bretaña fue igualmente reaccionaria, trataba de defender su alicaído prestigio imperialista, declarando la guerra a Argentina para recuperar las islas. No era la pretensión del imperialismo británico invadir Argentina ni imponer un gobierno afín en Buenos Aires para someter al país a sus intereses, lo que sin duda si habría conferido al conflicto un carácter antiimperialista del lado argentino, pero no fue ese el caso. Vergonzosamente, el PTS y su antecesor, el PST de Moreno, le dieron un apoyo entusiasta a la aventura de la Junta Militar, que al final fue derrotada por el ejército británico.
Nuestra posición era que los trabajadores argentinos y británicos debían unirse para luchar y derribar ambos gobiernos reaccionarios, en Buenos Aires y Londres. Al final, fueron Ted Grant y Militant los que mantuvieron una sólida posición de clase independiente, y el PTS y sus antecesores en aquel momento los que claudicaron ante el nacionalismo burgués de su burguesía y ante una dictadura asesina y sangrienta. Nuestra posición sobre la guerra de las Malvinas puede consultarse de manera más extensa en el excelente artículo de Alan Woods: Las Malvinas: el marxismo, la guerra y la cuestión nacional
Más mentiras y amalgamas
Hay afirmaciones tan escandalosas que no vamos a perder mucho tiempo con ellas, como que en Oriente Medio defendemos la alternativa de “dos Estados socialistas” en Palestina, uno para palestinos y otro separado para judíos. Esta mentira flagrante es muy fácil de desmontar simplemente acudiendo a nuestra web www.marxist.com y escribir la palabra “Palestina” en el buscador, o leyendo la larga lista de artículos de los últimos 25 años sobre Oriente Medio. De hecho hay un artículo destacado, que Flakin debe de haber leído, Palestina: el fracaso de la solución de dos Estados y la alternativa comunista, que argumenta justamente contra la idea de dos Estados. Siempre hemos defendido un único Estado en toda la Palestina histórica, incluida Jordania, común a palestinos, judíos y drusos, en el marco de una federación socialista de Oriente Medio.
El bromista de Flakin dedica una cantidad increíble de espacio en su artículo, empecinado en señalar que somos activos defensores de los sindicatos policiales. Es otra de sus amalgamas. Se permite incluso la infamia de poner en boca de Ted Grant, sin aportar ninguna prueba, la descripción de los policías como “trabajadores con uniforme”. En realidad, el término “trabajadores con uniforme” tiene una larga tradición en el marxismo y siempre fue utilizado para describir a soldados procedentes de la clase obrera, no a policías. Nuestra posición aquí es clara para todo el que quiera saber: la policía es un aparato de represión para defender los intereses de la clase dominante. Esta institución es enemiga de la clase trabajadora ¿queda claro, camarada Flakin?
Para fabricar su amalgama, Nathaniel ha tenido que rastrear duramente en todas las páginas nacionales de la ICR, hasta encontrar dos artículos sueltos de nuestras secciones canadiense y británica (¡este último de 2013!) para intentar gritar ¡victoria! Pero ¿qué dicen estos artículos? Afirman sin ambigüedades que la institución policial es irreformable y que debe ser desmantelada como parte del desmantelamiento de todo el aparato de Estado burgués en un proceso revolucionario. Lo que Flakin parece cuestionar es la idea planteada de que, en circunstancias concretas, la crisis del capitalismo, especialmente en momentos intensos de lucha de clases, puede crear fisuras en el aparato policial, entre individuos de las capas inferiores procedentes de familias obreras, que podrían afectar a la disciplina y la cadena de mando y, eventualmente, acercar a algunos de ellos a la clase obrera. Esto no es un deseo de la ICR, es simplemente una constatación que se ha dado en muchos procesos revolucionarios. Y si se menciona esto es para combatir el pesimismo inveterado de aquellos grupos ultraizquierdistas y anarquistas que exageran continuamente la fuerza del Estado, en lugar de resaltar la enorme fuerza de la clase obrera que en los momentos álgidos de la lucha de clases es capaz de romper la fuerza de resistencia de los aparatos de represión, debilitarlos y romperlos. Nosotros nos encogemos de hombros ante quienes pueden objetar estos posibles desarrollos por meros prejuicios doctrinarios, como es el caso de Flakin y la FT-CI, quienes simplemente adoptan un punto de vista moralista, pero no revolucionario.
Venezuela
Flakin también dedica gran espacio a criticar nuestra posición en Venezuela, nuevamente sin mencionar artículos ni enlaces, falseando y caricaturizando nuestras verdaderas posiciones. Así, le asigna a Alan Woods otra frase estúpida de su propia invención: “un análisis marxista ortodoxo del gobierno venezolano sería «sectario» y «les alejaría [a la CMI] inmediatamente de las masas»” (¡!). Y así todo.
Nuestra posición sobre la revolución venezolana, sin intermediarios, es muy clara y hemos escrito intensamente sobre ella en los últimos 20 años. Recomendamos en particular leer nuestra posición general, Los marxistas y la revolución venezolana, escrita en 2004, que refuta punto por punto las posiciones antimarxistas de la FT-CI y demás tendencias sectarias, y los análisis de nuestros camaradas de Venezuela en su página web.
Nos basta decir que la CMI saludó con toda la fuerza posible la revolución venezolana que, comenzando por objetivos democráticos y antiimperialistas puso sobre el tapete objetivos socialistas, un caso único en toda la historia latinoamericana después de la revolución cubana. Aunque a los sectarios pequeñoburgueses les molesta, nadie puede negar el papel individual que Chávez jugó en el proceso mismo y en galvanizar a las masas trabajadoras de este país, lo que le granjeó el odio mortal de los imperialistas y burgueses venezolanos. Mientras que los grupos sectarios, como la FT-CI, se limitaban a ladrar contra Chávez con la misma furia que los imperialistas, la CMI organizó durante 10 años la campaña de solidaridad internacional más importante que ha habido con la revolución venezolana: “Manos Fuera de Venezuela”. Al mismo tiempo, señalamos que la revolución debía completarse con la nacionalización de los bancos, grandes empresas y latifundios, bajo control obrero, que había que disolver el viejo aparato del estado y sustituirlo por otro nuevo, desde abajo, basado en las comunidades de los barrios de las ciudades y del campo. Advertimos del peligro del burocratismo y la corrupción de no avanzar hacia las tareas socialistas y que arruinarían la revolución, como así ha sido. Explicamos la necesidad de un partido marxista revolucionario de masas para llevar a cabo estas tareas, y que la condición para ello era entrar en un diálogo y colaboración con el único movimiento de masas real existente que agrupaba a los trabajadores más avanzados y conscientes, el movimiento bolivariano. Nos implicamos en el movimiento de ocupación de fábricas, en el movimiento sindical y de la juventud. Y por todo ello, no vamos a pedir disculpas ni solicitar la aprobación de patéticos grupúsculos, como el de la FT-CI en Venezuela, cuya única actividad es escribir artículos para su página web. Aunque las fuerzas de la ICR en Venezuela siguen siendo pequeñas nos hemos ganado un lugar y un respeto entre los trabajadores avanzados y hemos sembrado las semillas para un avance auspicioso en los acontecimientos por venir.
Nuestra posición sobre la revolución venezolana es muy clara y hemos escrito intensamente sobre ella en los últimos 20 años. Fuente: UL
Flakin hace una comparación entre el régimen venezolano bajo Chávez y el régimen de Lázaro Cárdenas en México (1934-1940), y menciona la caracterización que hizo Trotsky de su gobierno como un régimen bonapartista sui generis. Más concretamente, era un régimen basado en el caudillismo de un individuo que se apoyaba en la clase obrera y el campesinado para impulsar políticas antiimperialistas de independencia nacional. Para una comprensión más completa de la posición de Trotsky puede leerse su artículo, México y el imperialismo británico (5 junio 1938).
Lo que nos interesa resaltar es que Flakin asimila el régimen venezolano bajo Chávez al régimen de Cárdenas. Esta es la única afirmación correcta que encontramos en todo su artículo, nuevamente ¡un logro notable! Lo sorprendente (o, más bien, no) es que Flakin y la FT-CI sacan conclusiones diametralmente opuestas a Trotsky (y a la CMI) de la posición que los comunistas deben tener hacia este tipo de regímenes. Flakin y los dirigentes de la FT-CI desconocen que Trotsky libró una batalla contra los ultraizquierdistas del grupo trotskista mexicano, concretamente contra Luciano Galicia, que adoptó la misma posición hacia Cárdenas que la FT-CI tuvo hacia Chávez (Ver Problemas de la sección mexicana y Ruptura con la sección mexicana, León Trotsky). Galicia reprochaba a Trotsky “plantear una alianza con la burguesía y el gobierno”, de “oportunista” y de tener “una línea centrista” ¿No son estas las mismas acusaciones que Flakin y la FT-CI lanzan contra la ICR en Venezuela? Finalmente, Galicia y su grupo fueron excluidos de la IV Internacional, en su congreso fundacional.
Hay otras tonterías que merece la pena responder, como cuando Flakin dice que “la CMI hacía campaña para que los trabajadores se uniesen al partido de Chávez, el PSUV, es decir, a un ala progresista de la burguesía” (énfasis nuestro). ¿De verdad, amigo Flakin, que en Venezuela existía (o existe) un ala progresista de la burguesía? Podía esperarse una afirmación así de un estalinista pero no de un supuesto trotskista. ¿Podrías mencionar, por favor, qué burgueses venezolanos, con nombre y apellido, apoyaron o impulsaron el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) y la idea del socialismo? Si el compañero fuera coherente con esa afirmación debería reconocer entonces la admisibilidad de políticas de colaboración de clase para determinados fines. La CMI (y ahora la ICR) desde luego nunca ha defendido esa posición. La realidad es que no existía esa ala burguesa progresista en Venezuela, como tampoco en ningún lugar del mundo. La burguesía venezolana combatió a muerte al chavismo, sin fisuras, y se alineó con el imperialismo desde el minuto uno. Por eso los problemas de Venezuela, siguiendo en esto a la teoría de la revolución permanente de Trotsky, solo pueden resolverse con una revolución socialista.
El último comentario que queremos hacer en relación a Venezuela es cuando Flakin reprocha a nuestros camaradas venezolanos haber formado hace unos años una alianza con el Partido Comunista venezolano, junto a otros grupos, como oposición de izquierda al gobierno de Maduro, lo que incluyó una lista conjunta para las elecciones de 2020. Nos congratula que Flakin no ladre contra el programa que lo sustentaba: un programa que fijaba el socialismo como su meta, que denunciaba la política procapitalista de Maduro y que incluía demandas por salarios, salud pública, renacionalizaciones, por derechos democráticos y contra la corrupción del régimen. Esta alianza duró hasta 2022. Lo que no entendemos es por qué Flakin se enfada por esto y no le molesta en absoluto que el PTS de Argentina forme parte de una alianza política y electoral (el FIT-U) donde hay partidos (IS y MST) que están alineados con el imperialismo occidental en la guerra de Ucrania y que en el pasado eran denunciados por el mismo PTS por apoyar las movilizaciones reaccionarias de los terratenientes argentinos.
Entrismo y organizaciones de masas
Como es habitual, la “pieza central” en las denuncias estridentes de los grupos ultraizquierdistas y de Flakin en particular contra nosotros, es nuestra orientación a los movimientos de masas de la clase trabajadora y que, en determinadas circunstancias y coyunturas, hayamos desarrollado un trabajo revolucionario alrededor o al interior de movimientos y organizaciones políticas de masas para ganar trabajadores para las ideas del marxismo revolucionario. Por alguna razón, para esta gente esto es el pecado de los pecados.
Nuestra corriente alcanzó miles de miembros, editó un periódico semanal y tuvo 3 diputados en el parlamento británico. Fuente: IDOM
Hemos respondido a esta gente tantas veces sobre esto, que no vamos a dedicar demasiado espacio. Los lectores pueden encontrar una respuesta adecuada en el texto de Alan Woods que mencionamos al principio de este artículo: Marxismo frente a sectarismo: Respuesta a Luis Oviedo (PO).
Para estas damas y caballeros, una corriente sólo puede considerarse marxista revolucionaria, y aspirar a ser el partido revolucionario de la clase obrera, simplemente proclamándose como tal, no importa su tamaño, programa, método e ideas. Este infantilismo izquierdista es fácil de desmontar. Ya hemos visto que las secciones nacionales de la FT-CI, autoproclamadas como el partido de la revolución en sus respectivos países (al menos, en Argentina), tienen un programa político inconsistente, confuso, alternando medidas socialistas y revolucionarias con otras francamente oportunistas. Tampoco comprenden la táctica del frente único con el movimiento de masas. Más aún, hemos visto su posición revisionista (hacia el academicismo pequeñoburgués) en relación a la filosofía marxista y al método del materialismo dialéctico. Pero un partido así, aunque tuviera un millón de afiliados, fracasaría en el momento decisivo por la inconsistencia de su programa, método y tácticas. Un partido, independientemente de su tamaño e influencia, debe tener en primer lugar un programa, método e ideas correctas, y sólo después un aparato y la influencia y masa militante necesarios para llevar a cabo exitosamente la tarea de la revolución socialista. Así procedió el Partido bolchevique.
Pese a todos los ladridos de Flakin y cía, la ICR se enorgullece de tener un programa comunista consistente, una comprensión cabal del método marxista (el materialismo dialéctico) y una clara visión de cómo conectar con el movimiento real de la clase trabajadora y con su proceso de toma de conciencia. Esto es lo fundamental. Claro que aspiramos a formar partidos comunistas revolucionarios de masas en cada país, pero no existe un libro mágico de recetas de aplicación universal para conseguir esto, partiendo del hecho de que las fuerzas del comunismo genuino a nivel internacional, por toda una serie de consideraciones históricas que no podemos abordar aquí, han quedado reducidas a pequeños grupos en cada país. Sobre esto, León Trotsky escribió:
“Por supuesto, un partido marxista debe aspirar a su plena independencia y a la mayor homogeneidad, pero en su proceso de formación a menudo debe actuar como fracción de un partido centrista o incluso de un partido reformista. Así, durante muchos años los bolcheviques estuvieron en el mismo partido que los mencheviques. También la Tercera Internacional se formó gradualmente a partir de la Segunda”. (Consideraciones de principio sobre el entrismo, septiembre 1933).
Flakin bromea sobre nuestro trabajo pasado en el Partido Laborista británico en las décadas de los años 70 y 80 del siglo pasado, pero éste demostró ser altamente exitoso. Nuestra corriente consiguió la dirección de las Juventudes laboristas, alcanzó miles de miembros, y tuvo 3 diputados en el parlamento británico (un pequeño detalle que escapó a la atención del amigo Flakin). Nuestra corriente, conocida por el nombre de su periódico, Militant, llegó a ostentar la alcaldía de Liverpool en 1984-1986, que puso en práctica numerosas medidas sociales y de construcción de viviendas negándose a acatar los límites presupuestarios impuestos por el gobierno de Thatcher, razón por la cual nuestros concejales y alcalde fueron destituidos por la justicia burguesa. Y todo ello se hizo sin ocultar nuestras ideas, y actuando abiertamente con nuestro programa socialista y nuestra propia prensa, desarrollando en paralelo un trabajo independiente en los sindicatos, los barrios y el movimiento estudiantil. Por supuesto, este trabajo acarreó expulsiones y ataques de la derecha y la dirección laborista. Flakin se ufana de que el FIT-U puede reunir 25.000 personas en las calles de Buenos Aires. Militant, en 1990, organizó un movimiento civil de masas contra un impuesto reaccionario, el Poll Tax, que puso en las calles a 200.000 personas en Trafalgar Square en Londres (y otras 50.000 en Glasgow el mismo día). Al final, este trabajo fue arruinado por la deriva ultraizquierdista de un sector de la dirección.
Con más o menos éxito este es el tipo de trabajo que hemos desarrollado en otros países en el pasado, incluidos los que se mofa Flakin (México, Bolivia), que no puede demostrar un solo caso en que hayamos escondido nuestras ideas y programa: la expropiación de la clase dominante y la transformación socialista de la sociedad.
A mediados de la década pasada, como era la obligación de una organización revolucionaria, nos dirigimos a los movimientos de masas radicalizados, compuestos por cientos de miles de trabajadores y jóvenes, que surgieron en Europa y otras partes (Syriza, Podemos, Francia Insumisa, movimiento de Corbyn en Gran Bretaña, etc.) con la misma metodología. Allí explicamos que: o se adoptaba una política socialista o se destruiría el movimiento, que fue lo que ocurrió. Nos enorgullece que, en el proceso, hayamos ganado en dichos movimientos a cientos de revolucionarios para las ideas del comunismo. Pero esto solo era una parte de nuestro trabajo y ni siquiera la más importante. Incluso en esos momentos, nos hemos dirigido como organización independiente hacia la juventud, creando puntos fuertes en los institutos y universidades, así como entre jóvenes trabajadores. Y hemos dado una batalla que ninguna otra organización “marxista” ha intentado siquiera dar, como es la defensa intransigente de la teoría marxista sin falsificaciones, de Marx, Engels, Lenin y Trotsky, única garantía de nuestro desarrollo futuro.
La FT-CI trabajando en Podemos, o “donde dije digo, digo Diego”
El grupo español de la FT-CI, actualmente CRT, desarrolló entre 2014 y 2015 un trabajo en Podemos. Fuente: Izquierda Diario
Pero, un momento ¿Es cierto que la FT-CI nunca se ha “manchado las manos” trabajando en un movimiento reformista? Oh, no, no, no; no es cierto ¿Lo ha hecho? Oh, sí, sí, sí; lo ha hecho. Pero eso significa que Nathaniel Flakin debería borrar todo lo que ha escrito contra la CMI, o renunciar a la militancia en su organización internacional. Es probable que este sea un trabajo que ha sido ocultado, o que ha permanecido escondido, a muchos militantes comprometidos y honestos de esta corriente. Pero lo cierto y verdad es que el grupo español de la FT-CI, actualmente la Corriente Revolucionaria de los Trabajadores y Trabajadoras (CRT), desarrolló entre 2014 y 2015 un trabajo en Podemos (¡Santo horror, una organización reformista!), impulsando en Madrid un círculo llamado Podemos Trabajadores, el contenido de cuya página de Facebook han borrado para no dejar huellas. En el más estricto “trabajo entrista” lo hicieron ocultando su organización, a diferencia de la CMI. De hecho, participaron en el primer congreso de Podemos en Madrid, en octubre de 2014. Se comprometieron con Podemos hasta el punto que presentaron un documento político en este congreso, junto a activistas independientes. También desarrollaron otras actividades y escribieron análisis durante meses en nombre de dicho círculo aquí, aquí, aquí; o aquí, donde escenificaron su ruptura con Podemos. No tenemos nada que objetar a esto, ya que también participamos allí para difundir masivamente las ideas marxistas revolucionarias con documentos y propuestas. La diferencia es que nunca lo escondimos y que, a diferencia de la FT-CI, nuestro programa era consistentemente comunista.
Pero hay que ser verdaderos hipócritas y carecer del más mínimo sentido de vergüenza, para reprochar a otros lo que uno mismo ha hecho.
El lanzamiento de la ICR
Hoy, no existe ninguna referencia de izquierda “radical” que sea visible por miles de jóvenes y trabajadores avanzados en ninguna parte del mundo, mientras que al mismo tiempo crece un interés por el comunismo en miles de jóvenes y trabajadores, que intentan reanudar el hilo de la historia cortado por las traiciones de la socialdemocracia y del estalinismo. Mientras tanto, la crisis y barbarie del capitalismo avanzan sin cesar. Esta es la razón de que la CMI se haya relanzado como Internacional Comunista Revolucionaria, que es lo que siempre fuimos, y que estemos elevando el perfil de nuestras secciones nacionales. Queremos acercar y reclutar a esos miles de jóvenes y trabajadores de todo el mundo que se reclaman comunistas y buscan una organización seria y consistente para militar. Nunca ha sido tan urgente acelerar la construcción del factor subjetivo, el partido mundial de la revolución proletaria. Eso implica proclamar la ICR y nuevos partidos y organizaciones comunistas revolucionarias en cada país. Es lo que exige la situación y actuamos en consecuencia.
Ante nuestros éxitos y avances, ante la confianza que depositamos en nuestras ideas y perspectivas, nos encogemos de hombros ante quienes se muestran disgustados con nuestro desarrollo. Como dice el proverbio árabe: “Los perros ladran, pero la caravana avanza”.
[1] Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad. Es una coalición electoral argentina de izquierdas formada por el PTS, el Partido Obrero, Izquierda Socialista y el Movimiento Socialista de los Trabajadores
[2] Kirchnerismo. Fue una variante “de izquierda” del peronismo; en realidad, de tipo socialdemócrata.
Este año se cumplen 100 años de la muerte de Lenin y 84 del asesinato de León Trotski. Pensamos que la mejor forma de recordarlos es reivindicar su lucha, mostrando sus acuerdos y desacuerdos, que siempre fueron sobre la base de la iniciativa revolucionaria. Ambos fueron los dirigentes de la revolución que, por primera vez, dirigieron a la clase obrera a la toma del poder, en noviembre de 1917 (octubre, según el antiguo calendario juliano). Queremos exponer brevemente parte de su vida y sus ideas.
Las figuras de Lenin y Trotski están unidas por uno de los acontecimientos más grandiosos de la historia, la Revolución Rusa de 1917. A pesar de las difamaciones a estas dos figuras y a la misma revolución, sus nombres se mantienen unidos por una relación revolucionaria e intelectual que los llevó a enfrentar los problemas de la edificación del socialismo en los primeros años de la revolución.
Los Primeros Pasos
En 1870 –año en que nació Lenin–, se vivía un momento de gran agitación en Rusia. El país semifeudal estaba gobernado por el despotismo zarista. Los intelectuales revolucionarios que se enfrentaban a ese despotismo se sintieron atraídos por el método terrorista de la organización “La Voluntad del Pueblo”. El hermano mayor de Lenin, Alejandro, fue ahorcado por su participación en el intento de asesinato del zar Alejandro III.
Después de esa tragedia, Lenin entró en la universidad y pronto fue expulsado por participar en una revuelta estudiantil. Esto aumentó su sed política y eventualmente entró en contacto con los círculos marxistas. De ahí pasó a estudiar El Capital de Marx, que circulaba en pequeñas cantidades y, a continuación, el Anti-Dühring, de Engels. Lenin entró en contacto con el Grupo de la Emancipación del Trabajo en el exilio, encabezado por Gueorgui Plejánov, el fundador del marxismo ruso, a quien consideraba su padre espiritual. A la edad de 23 años, se trasladó de Samara a San Petersburgo para formar uno de los primeros grupos marxistas.
La aparición de círculos de estudio y el impacto de las ideas marxistas dieron luz a los primeros intentos de establecer un partido socialdemócrata revolucionario ruso. Lenin se había reunido con Plejánov en Suiza, en 1895, y a su regreso fue detenido, encarcelado y luego exiliado.
Trotski nació 9 años después que Lenin y a mediados de 1896 dejó los estudios para organizarse dentro de un grupo socialista. Aunque al principio se oponía al marxismo, rápidamente fue ganado a la teoría, la cual sería el eje rector de su análisis y militancia política.
Un año más tarde fundó la Liga Obrera del Sur de Rusia, en San Petersburgo, la cual creció rápidamente y editó un periódico llamado Nuestra Causa. Este trabajo le valió la detención por la policía y fue encarcelado por dos años; finalmente fue exiliado a Siberia, de donde escapó 4 años después. Fue en el exilio donde se enteró del I Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) y donde conoció el periódico Iskra, fundado por Lenin.
Trotski decide huir al exilio en 1902. Su destino es Londres, donde por primera vez conoce a Lenin.
Bolchevismo y menchevismo
Al final de su exilio, Lenin concentró sus esfuerzos en la creación de un periódico marxista –Iskra, o La Chispa– que consiguió establecer al marxismo como la fuerza dominante en la izquierda. Introducido en Rusia de contrabando, sirvió para unir a los círculos en un partido nacional unificado, sobre bases políticas y teóricas sólidas. En este período, Lenin escribió su famoso libro ¿Qué hacer?, que abogaba por un partido formado por revolucionarios profesionales, gente dedicada plenamente a la causa.
En 1903, se celebró el II Congreso del POSDR, que fue en esencia su congreso fundacional. Fue aquí donde los compañeros de Iskra se establecieron como la tendencia dominante en el Partido. Sin embargo, al final de las sesiones del congreso se produjo una escisión abierta sobre cuestiones de organización entre Lenin y Mártov, ambos editores de Iskra. La mayoría, alrededor de Lenin, fue conocida como “bolcheviques” y la minoría, alrededor de Mártov, eran los “mencheviques”.
Lenin, entre otras cosas, proponía reducir el Comité de redacción de Iskra a tres miembros. Trotski se opuso, pues consideraba que no se podía echar a viejos militantes como Axelrod y Vera Zazulich de esta instancia. Lenin consideraba que ellos no jugaban ningún papel y, por el contrario, mantenían una rutina que se debía romper.
Hay muchos mitos que rodean esta división, que tomó a la mayoría de los participantes por sorpresa, incluyendo a Lenin. En ese momento no había diferencias políticas. Éstas sólo surgieron más adelante. Lenin intentó una reconciliación entre las facciones, pero fue imposible. Más adelante, él mismo caracterizó la escisión como una “anticipación” de diferencias importantes posteriores. En la división entre bolcheviques y mencheviques, Trotski apoyó a los últimos.
El internacionalismo
La revolución de 1905 demostró en la práctica el papel dirigente de la clase obrera. Mientras que los liberales se escondían, los trabajadores crearon los soviets, que Lenin reconoció como el embrión del poder obrero. El POSDR creció enormemente en esas condiciones, lo que sirvió para presionar hacia la unidad de las dos facciones del Partido. Trotski era partidario de la unidad.
La derrota de la revolución de 1905, sin embargo, fue seguida por un período de reacción despiadada. El Partido se enfrentó a grandes dificultades al quedar cada vez más aislado de las masas. Los bolcheviques y los mencheviques se dividieron cada vez más, política y organizativamente, hasta que en 1912 los bolcheviques se constituyeron como un partido independiente.
En este lapso, una de las tareas más importantes de Lenin fue la defensa del marxismo. Mientras que algunos viejos compañeros de lucha giraban decepcionados al escepticismo o al idealismo subjetivo, Lenin arremetió contra ellos y las diferentes tendencias pequeñoburguesas en su libro Materialismo y empiriocriticismo, escrito en 1908.
En estos años Trotski era un “conciliador” entre bolcheviques y mencheviques. Se había quedado al margen de las dos fracciones predicando la unidad. Esto dio lugar a enconados enfrentamientos con Lenin, que defendía la independencia política bolchevique. Estos enfrentamientos fueron posteriormente utilizados por los estalinistas para desacreditar a Trotski, a pesar de la voluntad de Lenin, contenida en su testamento, de que el pasado no bolchevique de Trotski no fuera utilizado en su contra.
El resurgimiento del movimiento de los trabajadores después de 1912 fue testigo de un creciente fortalecimiento de los bolcheviques, que contaban con el apoyo de la inmensa mayoría de los trabajadores rusos. Ese crecimiento, sin embargo, fue cortado por la Primera Guerra Mundial. La traición de agosto de 1914 y la capitulación de los dirigentes de la Segunda Internacional Socialista representaron un terrible golpe para el socialismo internacional. En la práctica, significaba la muerte de la Segunda Internacional.
Apenas el pequeño puñado que representaban todos los internacionalistas del mundo se reagrupó en la Conferencia contra la guerra en Zimmerwald, Suiza, en 1915, en la que Lenin abogó por la creación de una nueva Internacional obrera. Eran tiempos muy oscuros, en los que las fuerzas del marxismo estaban completamente aisladas. Las perspectivas revolucionarias parecían ciertamente muy tenues.
En enero de 1917, Lenin se dirigió a una pequeña reunión de las Juventudes Socialistas de Suiza, en Zúrich. Señaló que la situación cambiaría eventualmente, pero que él no viviría para ver la revolución. Sin embargo, en el plazo de un mes la clase obrera rusa iba a derrocar al zarismo, generando una situación de doble poder. En apenas nueve meses, Lenin y su Partido tomarían el poder.
La Revolución rusa
Durante su estancia en Zúrich, Lenin buscaba ávidamente en los periódicos las últimas noticias de Rusia. Vio cómo los soviets, ahora dominados por los dirigentes socialrevolucionarios y mencheviques, habían entregado el poder al gobierno provisional, encabezado por el monárquico príncipe Lvov. Inmediatamente telegrafió a Kámenev y a Stalin, que dudaban: “¡Ningún apoyo al gobierno provisional!, ¡Ninguna confianza en Kerensky!”
Escribiendo desde el exilio, Lenin advirtió: “La nuestra no es una revolución burguesa, decimos nosotros, los marxistas, por consiguiente los obreros deben abrir los ojos al pueblo para que vea el engaño de los politicastros burgueses, enseñarle a no creer en sus palabras, a confiar únicamente en sus propias fuerzas, en su propia organización, en su propia unión, en sus propias armas” (Cartas desde lejos).
En su “Carta de despedida a los obreros suizos”, Lenin explicó la tarea clave: “hacer que nuestra revolución sea el prólogo de la revolución socialista mundial”.
Cuando regresó a Rusia, el 3 de abril de 1917, Lenin presentó sus Tesis de abril: “¡Una segunda Revolución rusa debe ser un paso hacia la revolución socialista mundial!” Se pronunció contra la vieja guardia bolchevique que iba a la zaga de la situación y luchó para rearmar a su Partido. “La persona que ahora hable solamente de una ‘dictadura revolucionario-democrática del proletariado y del campesinado’ está muy atrasada, consecuentemente se ha ido al lado de la pequeña burguesía contra la lucha de clases proletaria; esa persona debería ser enviada al archivo de antigüedades ‘bolcheviques’ pre-revolucionarias” (Cartas sobre la táctica, abril 1917).
Logró ganar el apoyo de la base y vencer la resistencia de la dirección, que irónicamente lo había acusado de “trotskismo”. En realidad, Lenin había llegado a la posición de Trotski de la revolución permanente, pero por su propia ruta.
En mayo, Trotski regresó a Rusia después de haber sido detenido por los británicos en Canadá. “En el segundo o tercer día después de mi llegada a San Petersburgo leí las Tesis de abril de Lenin. Esto era justo lo que la revolución estaba necesitando”, explicó Trotski. Su línea de pensamiento era idéntica a la de Lenin. De acuerdo con Lenin, Trotski se unió a la Organización Inter-Distritos con el fin de ganarlos para el bolchevismo. Él estuvo en estrecha colaboración con los bolcheviques, describiéndose a sí mismo en todas partes como: “nosotros los bolcheviques internacionalistas”.
La toma del poder
El 1° de noviembre de 1917, en una reunión del Comité de San Petersburgo, Lenin dijo que después de que Trotski se había convencido de la imposibilidad de la unión con los mencheviques, “no ha habido mejor bolchevique que Trotski”. Al rememorar la revolución dos años más tarde, Lenin escribió: “En el momento en que se hizo con el poder y creó la República soviética, el bolchevismo atrajo hacia sí a todos los mejores elementos de las corrientes de pensamiento socialista que le eran más afines”.
“Lenin no se acercó a mí, yo me acerqué a Lenin”, dijo Trotski modestamente. “Me uní a él más tarde que muchos otros. Pero me atrevo a pensar que le entendía de una manera no inferior a los demás”.
En los meses que precedieron a la revolución, Lenin había pedido a los soviets dominados por los mencheviques y socialrevolucionarios que rompieran con los ministros capitalistas y tomaran el poder, a lo que obstinadamente se negaron. Sin embargo, las consignas bolcheviques de “¡Pan!”, “¡Paz!”, “¡Tierra!” y “¡Todo el poder a los Soviets!” ganaron terreno rápidamente entre las masas. Las manifestaciones masivas de junio reflejaron este cambio radical. También impulsaron al nuevo Primer Ministro Kerensky a comenzar una campaña de represión contra los bolcheviques. Las “Jornadas de julio” condujeron a los bolcheviques a la clandestinidad. Fueron azotados con una campaña de histeria en su contra, llamándolos “agentes alemanes”, lo que obligó a Lenin y a Zinóviev a pasar a la clandestinidad y a la detención de Trotski, Kámenev, Kollontai y otros líderes bolcheviques.
En agosto, el general Kornílov intentó imponer su propia dictadura fascista. Desesperado por búsqueda de ayuda y temiendo a Kornílov, el gobierno liberó a Trotski y a otros bolcheviques. Los obreros y soldados bolcheviques entraron en la lucha y derrotaron a la contrarrevolución de Kornílov. Ello impulsó enormemente el apoyo hacia los bolcheviques, que ganaron la mayoría tanto en los soviets de Moscú como en San Petersburgo. “Nosotros fuimos los vencedores”, declaró Trotski sobre las elecciones en el soviet de San Petersburgo. Esta victoria fue decisiva y se convirtió en un trampolín esencial para la victoria de octubre.
Lenin, que estaba escondido en Finlandia, llegó a estar muy impaciente con los dirigentes bolcheviques. Temía que vacilaran. “Los acontecimientos están prescribiendo nuestra tarea tan claramente para nosotros que la dilación se está convirtiendo positivamente en criminal”, explicó Lenin en una carta al Comité Central. “Esperar sería un crimen contra la revolución”. En octubre, el Comité Central tomó la decisión de tomar el poder, contra los votos de Zinóviev y Kámenev, quienes emitieron una declaración pública de oposición a una insurrección, ¡y a favor de que el Partido se orientara hacia la convocatoria de la Asamblea Constituyente!
Trotski, como jefe del Comité Militar Revolucionario del soviet de San Petersburgo, actuó con rapidez para garantizar el correcto traspaso del poder el 25 de octubre de 1917. La revolución tuvo éxito de una manera incruenta y, al día siguiente, el 26 de octubre, su resultado fue anunciado al II Congreso de los soviets de toda Rusia. Esta vez, los bolcheviques contaban con 390 delegados de un total de 650 presentes, una clara mayoría. En protesta, los mencheviques y los socialrevolucionarios de derecha lo abandonaron. Lenin, que se dirigió al Congreso, simplemente proclamó triunfalmente a los delegados: “Vamos a proceder a la edificación del orden socialista”. El Congreso procedió entonces a establecer un nuevo gobierno soviético con Lenin a la cabeza. Despreciados hacía cuatro meses, ahora los bolcheviques fueron aclamados por los obreros revolucionarios.
En cuestión de días, los siguientes decretos fueron emitidos por el gobierno de Lenin: sobre las propuestas de paz y la abolición de la diplomacia secreta; sobre la tierra para los oprimidos; sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación; sobre el control obrero y el derecho de revocación de todos los representantes; sobre la plena igualdad entre hombres y mujeres, y sobre la completa separación de la Iglesia ortodoxa del Estado.
Cuando el Congreso de los soviets de enero de 1918 proclamó el establecimiento de la República Soviética Federativa Rusa, grandes extensiones de Rusia seguían ocupadas por las potencias imperialistas, los nacionalistas burgueses y los generales blancos.
El Año Uno
La revolución fue muy generosa y confiada en sus primeros días. “Se nos acusa de recurrir al terrorismo, pero no hemos recurrido, y espero no recurrir, al terrorismo de los revolucionarios franceses que guillotinaron a hombres desarmados”, dijo Lenin en noviembre. “Espero que no vayamos a recurrir a eso, porque tenemos la fuerza de nuestro lado. Cuando arrestamos a alguien le decimos que lo dejamos ir si nos da una promesa escrita de que no participará en acciones de sabotaje. Tales promesas se han dado por escrito”.
Tan pronto como el poder soviético fue establecido, los imperialistas actuaron para aplastar la revolución de manera sangrienta. En marzo de 1918, Lenin se trasladó con el gobierno, de San Petersburgo a Moscú, ya que esa ciudad se había hecho vulnerable al ataque alemán. Poco después, las tropas británicas desembarcaron en Murmansk, acompañadas por fuerzas estadounidenses y canadienses; los japoneses desembarcaron en Vladivostok, al lado de los batallones británicos y estadounidenses. Los británicos también se apoderaron del puerto de Bakú para poner sus manos sobre el petróleo. Franceses, griegos y fuerzas polacas desembarcaron en los puertos de Odessa y Sebastopol, en el Mar Negro, y se vincularon a los ejércitos blancos. Ucrania fue ocupada por los alemanes. En total, 21 ejércitos extranjeros de intervención en varios frentes se enfrentaron a las fuerzas del gobierno soviético. La revolución estaba luchando por su vida.
El Terror Blanco
La dirección del Partido Social Revolucionario apoyó la intervención extranjera para “restaurar la democracia”. Una posición contrarrevolucionaria similar fue tomada por los mencheviques, que se colocaron en el campo enemigo. Colaboraron con los blancos y aceptaron dinero del gobierno francés para llevar a cabo sus actividades.
En el verano de 1918 hubo un intento de asesinato contra Lenin y Trotski. El 30 de agosto, Lenin recibió un disparo, pero consiguió sobrevivir. El mismo día, Uritsky fue asesinado, al igual que el conde Mirbach, embajador alemán. Volodarsky también fue asesinado. El complot para hacer estallar el tren de Trotski fue frustrado, afortunadamente.
Éste fue el destino que le esperaba a los obreros y campesinos de Rusia en el caso de una victoria de la contrarrevolución. La alternativa al poder soviético no era la “democracia”, sino la más brutaly sanguinaria barbarie fascista. Por lo tanto, todo el esfuerzo del Ejército Rojo y de la Cheka –la fuerza de seguridad–, se dirigió a ganar la Guerra Civil y a derrotar a la contrarrevolución.
Un período de “comunismo de guerra” fue impuesto a los bolcheviques, en el que el grano fue requisado por la fuerza a los campesinos para alimentar a los obreros y soldados. La industria, devastada primero por la guerra y nuevamente por la Guerra Civil y el sabotaje, se encontraba en un estado de colapso total. El bloqueo imperialista paralizó al país. La población de San Petersburgo se redujo de 2.4 millones en 1917, a 574 mil en agosto de 1920. La fiebre tifoidea y el cólera mataron a millones de personas. Lenin describió la situación como de “comunismo en una fortaleza sitiada”.
El 24 de agosto de 1919, Lenin escribió: “La industria está paralizada. No hay comida, no hay combustible, no hay industria”. Frente a este desastre, los soviéticos se basaron en el sacrificio, la valentía y la fuerza de voluntad de la clase obrera para salvar la revolución. En marzo de 1920, Lenin declaró: “La determinación de la clase obrera, su adhesión inflexible a la consigna ‘¡La muerte antes que rendirse!’ no es sólo un factor histórico, es el determinante, es el factor de la victoria”.
Las consecuencias de la Guerra Civil
Bajo la dirección de Lenin y Trotski, que había organizado el Ejército Rojo a partir de la nada, los soviéticos obtuvieron la victoria, pero a un costo terrible: muertos en el frente, hambre, enfermedades, todo ello combinado con el colapso económico.
Al final de la Guerra Civil, el gobierno bolchevique se vio obligado a hacer una retirada e introducir la Nueva Política Económica (NEP). Esto permitió a los campesinos un libre mercado para su grano y contribuyó al crecimiento de fuertes tendencias capitalistas, dando lugar a la aparición de los negociantes (nepmen) y campesinos enriquecidos (kulaks).
Dado el bajo nivel cultural, el de una población era analfabeta en un 80%, el régimen soviético tenía que descansar sobre el apoyo de antiguos oficiales, funcionarios y administradores zaristas que se oponían a la revolución. “Rasguña el Estado soviético en cualquier punto y debajo verás el mismo viejo aparato de Estado zarista”, afirmó Lenin sin rodeos. El continuo aislamiento de la revolución constituía un grave peligro, abriendo la senda a una degeneración burocrática. La clase obrera se había debilitado sistemáticamente por la crisis. Los soviets simplemente dejaron de funcionar en esta situación, y los arribistas y burócratas llenaron el vacío.
A pesar de las medidas que se estaban introduciendo para combatir esta amenaza burocrática, el único salvador real de la revolución habría sido el éxito de la revolución mundial, facilitando la asistencia material de Occidente. A principios de 1919, Lenin había establecido la Tercera Internacional Comunista como un arma para extender la revolución internacionalmente. Era una escuela del bolchevismo. Pronto se establecieron partidos comunistas de masas en Alemania, Francia, Italia, Checoslovaquia y otros países.
Por desgracia, la oleada revolucionaria posterior a la Primera Guerra Mundial fue derrotada. La revolución alemana de 1918 había sido traicionada por los socialdemócratas. Las jóvenes Repúblicas soviéticas de Baviera y Hungría habían sido aplastadas en sangre por la contrarrevolución. Las ocupaciones revolucionarias de fábricas en Italia, en 1920, también habían sido derrotadas. Una vez más, en 1923, todos los ojos estaban puestos en Alemania, que estaba sumergida en una crisis revolucionaria. Sin embargo, el consejo erróneo dado por Zinóviev y Stalin a los dirigentes alemanes dio lugar a su trágica derrota.
Esto fue un golpe poderoso a la moral de los obreros rusos. Al mismo tiempo, la derrota reforzó el crecimiento de la reacción burocrática en el Estado y en el Partido. Con Lenin incapacitado después de una serie de ataques, Stalin comenzó a surgir como el mascarón de proa de la burocracia. De hecho, la última lucha de Lenin fue la formación de un bloque con Trotski contra Stalin y la burocracia. Stalin se retiró, pero un ataque final dejó a Lenin paralizado y sin habla. Antes de esto, Lenin había redactado un testamento político. En él, afirmaba que Stalin, “al haberse convertido en secretario general, ha acumulado un poder ilimitado en sus manos, y no estoy seguro de que siempre sea capaz de utilizarlo con la suficiente prudencia”. “El camarada Trotski, por otro lado… se distingue no sólo por su habilidad excepcional. Personalmente, quizás sea el hombre más capacitado del actual Comité Central…” Así advirtió que había un peligro de fractura en el Partido.
El estalinismo
Dos semanas más tarde, Lenin hizo una adición a su testamento, después de que Stalin insultara y ultrajara a Krúpskaya por ayudar a Trotski y a otros a comunicarse con Lenin. Lenin rompió todas las relaciones personales con Stalin. “Stalin es demasiado rudo y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en un secretario general”, dijo Lenin. Instó a que Stalin dimitiera de su cargo debido a su deslealtad y a su tendencia a abusar del poder.
Pero el 7 de marzo de 1923 Lenin sufrió un derrame cerebral que lo incapacitó completamente. Permaneció en este estado hasta su muerte, el 21 de enero de 1924. La eliminación de Lenin de la vida política dio mayor poder a Stalin, que lo utilizó para su máximo provecho, entre otras cosas, para suprimir el testamento de Lenin.
La tarea de defender la herencia de Lenin, que estaba siendo traicionada por Stalin, recayó en las manos de Trotski. La victoria del estalinismo se debió fundamentalmente a razones objetivas, sobre todo al tremendo atraso económico y social de Rusia y a su aislamiento. La posterior derrota de la revolución internacional en lugares como Gran Bretaña y sobre todo en China, sirvió para desmoralizar aún más a los obreros rusos, agotados por años de lucha. Sobre la base de este terrible cansancio, la burocracia, dirigida por Stalin, consolidó su dominio. El cuerpo de Lenin, en contra de las protestas de Krúpskaya, fue embalsamado y colocado en un mausoleo.
Es una mentira monstruosa que el estalinismo surgiera como la continuación del régimen democrático de Lenin, como defienden los apologistas del capitalismo. En realidad, un río de sangre separa a los dos. Lenin fue el iniciador de la Revolución de Octubre, Stalin fue su enterrador. No tenían nada en común.
A medida que los tambores de guerra suenan más fuerte cada día y la maquinaria de la propaganda entra en una histérica sobremarcha, uno empieza a perder el control de la realidad. Día tras día, con tediosa monotonía, los titulares nos gritan desde todos los ángulos imaginables, y algunos francamente inconcebibles.
¡Qué afortunados somos los que vivimos en el Occidente “amante de la libertad” por tener la oportunidad de compartir diferentes puntos de vista sobre el amor, la vida e incluso la política! Pensemos en la pobre gente de Rusia, que sólo ha oído una versión de la historia, la que conviene a los intereses del Gobierno y de la camarilla dirigente.
Esas desafortunadas personas tienen que creer cualquier noticia distorsionada que se les presente a diario. Nosotros, por el contrario, tenemos una amplia gama de medios de comunicación, que son libres de publicar cualquier opinión que deseen, sobre cualquier tema.
Pero por alguna casualidad del destino, nuestra prensa libre elige (por su propia elección, no hace falta decirlo) imprimir exactamente la misma historia sobre la guerra en Ucrania. Por una coincidencia aún más notable, esta historia siempre coincide estrechamente con las opiniones oficiales de la OTAN, Washington y, naturalmente, el régimen de Kiev.
Y así, nosotros, afortunados ciudadanos del Occidente democrático, somos libres de elegir entre una misma opinión, expresada con mecánica regularidad sobre el mismo tema y repetida una y otra vez.
Ayer por la mañana, 15 de agosto de 2024, The New York Times no perdió tiempo para informarnos de cómo las tropas ucranianas invadieron Rusia.
Nos iniciamos en el secreto de cómo, el 6 de agosto, Ucrania lanzó «una audaz -y muy secreta- ofensiva militar, con el objetivo de dar un vuelco a una guerra que durante meses ha parecido perder».
Así pues, la campaña de desinformación sistemática arranca espléndidamente incluso en la primera frase. Para cualquiera que esté remotamente familiarizado con las realidades de la guerra en Ucrania, seguramente no es ningún secreto que Ucrania no “parece estar perdiendo” en absoluto. Está perdiendo en todo el frente, y perdiendo muy mal.
De hecho, no era ningún secreto para cualquier observador mínimamente informado que la guerra, desde el punto de vista del régimen de Kiev, ya estaba perdida, y de forma irreparable. Pero ahora, según el New York Times, junto con la CNN, The Washington Post, la BBC, ITV, Channel 4 News, The Guardian, The Telegraph, The Financial Times, Le Monde, El País, Bild y muchos otros medios de comunicación famosos, todo de repente se ha vuelto al revés.
De repente, Ucrania ya no está perdiendo la guerra contra Rusia, sino que, al contrario, la está ganando. Sus tropas aparecen en innumerables emisiones de televisión, avanzando profundamente en territorio ruso, aparentemente sin ninguna oposición significativa.
Aparecen riendo y sonriendo, como si estuvieran en una especie de picnic. Ocupan innumerables aldeas del lado ruso de la frontera, se entretienen arrancando banderas rusas y reemplazandolas por banderas ucranianas.
Todo es muy alegre y absolutamente espléndido para la moral.
El mensaje desde Kiev llega alto y claro en cada entrevista televisiva con hombres y mujeres triunfantes del lado ucraniano. ¡Ahora les daremos una lección!
Andrew E. Kramer, jefe de la oficina del New York Times en Kiev, habló con ucranianos que viven en pueblos cercanos a la frontera con Rusia. Dijo: «Una mujer ucraniana que había sido evacuada de un pueblo fronterizo decía que ya era hora de que los rusos sintieran lo que es la guerra».
Mientras tanto, la escena en el Kremlin se retrata con los colores más oscuros. Los desafortunados rusos parecen incapaces de reaccionar ante esta audaz tirada de dados.
Se dice que están paralizados, como un pobre conejo atrapado en las luces de un vehículo que se dirige hacia él.
Los periodistas occidentales, y los autodenominados y siempre presentes “analistas”, se afanan en estudiar cada fotografía o vídeo del hombre del Kremlin, esperando ver indicios de su estado psicológico en los más mínimos movimientos de los músculos de su cara.
Como son incapaces de elaborar una hipótesis racional a partir de los hechos, se ven reducidos a recurrir a las misteriosas artes de la adivinación, con la esperanza de descubrir la verdad del mismo modo que los antiguos videntes se pasaban la vida examinando sin cesar las entrañas de los pollos muertos.
Es triste decirlo, pero los esfuerzos de nuestros periodistas de investigación actuales producen aproximadamente los mismos resultados que aquellos venerables sacerdotes de antaño. De hecho, sería más rentable estudiar los contornos de las entrañas de pollo que intentar descubrir lo que piensa Vladimir Putin estudiando su rostro.
Independientemente de lo que uno pueda pensar del hombre del Kremlin, es un maestro en ocultar sus sentimientos más profundos, manteniendo la misma expresión inexpresiva que uno esperaría ver en un jugador de póquer experto.
Y como Shakespeare dijo una vez:
“No hay arte que descubra
la condición de la mente en una cara”
(Macbeth, Acto 1, Escena 4)
Sin embargo, la guerra psicológica ocupa un papel central en las guerras en general, y ha desempeñado uno particularmente crucial en la guerra actual.
El artículo del New York Times se jacta de ello:
«Ucrania se ha adentrado siete millas en Rusia a lo largo de un frente de 25 millas y ha hecho prisioneros a docenas de soldados rusos, según afirman analistas y funcionarios rusos. El gobernador de la región rusa de Kursk dijo el lunes que Ucrania controla 28 ciudades y pueblos allí. Más de 132.000 personas han sido evacuadas de las zonas cercanas, dijeron funcionarios rusos».
La historia no pierde nada en el relato. Las docenas de soldados rusos hechos prisioneros según The Times son inmediatamente infladas por un triunfante Zelenski hasta exactamente cien. Al día siguiente, su oficina nos informa de que la cifra asciende a “cientos”.
¿Cuántos cientos? ¿200, 900, mil? Nadie lo sabe. Es mejor dejar la cifra exacta a la imaginación, ya que la imaginación desempeña aquí un papel muy importante.
¿Qué se ha conseguido?
En el lado positivo, está claro que el efecto inicial de la incursión más allá de la frontera rusa fue sin duda un éxito ucraniano. Pero, ¿en qué consiste realmente este éxito? La respuesta a esta pregunta sigue siendo un misterio.
¿Y qué se ha conseguido realmente con esta ofensiva? Todos los medios de comunicación afirman unánimemente que las fuerzas ucranianas han «penetrado profundamente en territorio ruso». Pero, ¿hasta qué profundidad?
El artículo del Times dice: «Ucrania se ha adentrado siete millas en Rusia a lo largo de un frente de 25 millas». Esta cifra, tomada de fuentes rusas, parece ser correcta, aunque también parece que los ucranianos han empezado ahora a extenderse en distintas direcciones, sin una idea clara de cuál es el propósito de ello, aparte de esporádicos actos de sabotaje.
Rusia, como sabemos, es un país muy grande. Estamos hablando de muchos miles de kilómetros. Penetrar 7 millas a lo largo de un frente de 25 millas no puede considerarse una penetración muy significativa en territorio ruso desde ningún punto de vista.
Los ucranianos afirman que han conquistado varias aldeas, aunque las fotografías que han publicado han sido claramente trucadas para falsear la posición, al menos en varios casos. En cualquier caso, las aldeas mencionadas son extremadamente pequeñas -apenas caseríos- y en su mayoría han sido evacuadas.
Aparte del valor propagandístico temporal, la importancia militar real de estos logros es precisamente nula. No tendrán absolutamente ningún efecto en la guerra principal que está teniendo lugar en Ucrania, especialmente en la zona clave del Donbass.
¿Qué sentido tiene movilizar recursos valiosos, que se necesitan con fines defensivos a lo largo de todo el frente, para ocupar unos cuantos pueblecitos del lado ruso de la frontera?
Incluso si aceptamos las afirmaciones más ambiciosas de la parte ucraniana, está más que claro que la toma de esos pueblos durará muy poco. Las fuerzas rusas ya se están concentrando para un contraataque, que las expulsará con pérdidas muy cuantiosas tanto en vidas como en material.
Entonces, ¿qué sentido tenía?
Una ofensiva importante, en la que participen varias brigadas del ejército ucraniano, además, brigadas procedentes en gran parte de las muy limitadas reservas de Ucrania y que incluyan a muchas de sus fuerzas más eficaces y de élite, debería tener unos objetivos claramente definidos.
Pero hasta el día de hoy, nadie en Kiev ha dado nunca una explicación clara de esos objetivos. La razón de este misterioso silencio nos quedará clara más adelante. Mientras tanto, sigue siendo objeto de especulación en los medios de comunicación occidentales.
La única explicación más o menos razonable que se ha dado hasta ahora es que la ofensiva de Kursk pretendía obligar a los rusos a retirar fuerzas del frente central en Donbass, aliviando así la presión sobre las defensas ucranianas, que se encuentran muy forzadas y se desmoronan rápidamente.
Si esto fuera así, entonces está claro que ha fracasado en su propósito. Aparte de un pequeño número de combatientes chechenos que han sido enviados a Kursk, las fuerzas rusas que se han retirado de Donbass parecen haber sido insignificantes.
De hecho, ya han aparecido artículos en los medios de comunicación ucranianos en los que las fuerzas que intentan resistir el implacable avance ruso sobre lugares como Pokrovsk, se quejan en voz alta de que la retirada de las fuerzas ucranianas las ha debilitado tanto que están a punto de colapsar.
El vocero de la Guardia Nacional de Ucrania, Ruslan Muzychuk, admitió el jueves que la ofensiva de Kiev en la región rusa de Kursk no ha frenado el avance de Moscú.
«Como se desprende tanto de los informes oficiales del Estado Mayor como de los testimonios de unidades y combatientes en el frente, el ritmo de la ofensiva rusa y la intensidad de los asaltos no disminuyen», declaró Muzychuk a una emisora local.
Desde que Ucrania lanzó la ofensiva de Kursk, «yo diría que las cosas han empeorado en nuestra parte del frente», declaró Ivan Sekach, portavoz de la 110ª Brigada Mecanizada de Ucrania, desplegada actualmente en el distrito de Pokrovsk, en la región de Donetsk. «Hemos estado recibiendo incluso menos munición que antes y los rusos están presionando», declaró a Politico.
En las últimas 24 horas, Rusia ha ocupado las localidades de Zhelanne y Orlivka y ha avanzado en Nueva York [sic], Krasnohorivka, Mykolaivka y Zhuravka, en Donetsk, según DeepState, un proyecto de cartografía de guerra cercano al Ministerio de Defensa ucraniano.
El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas no confirmó ni desmintió el informe, limitándose a decir que se estaban librando intensos combates en esas zonas y que Kiev estaba concentrando sus esfuerzos en la ciudad de Pokrovsk, en la región de Donetsk.
Hablemos con franqueza. Contrariamente a la impresión creada por los medios de comunicación occidentales, el frente decisivo en la guerra de Ucrania no es la batalla por Kursk, ni siquiera el frente de Járkov. Es Donbass, donde los rusos avanzan lenta pero implacablemente, expulsando a los ucranianos de un punto clave tras otro.
El Ministerio de Defensa ruso declaró que las fuerzas rusas habían cosechado numerosas victorias a lo largo del frente, desde la región de Kharkiv hasta Luhansk y Donetsk.
Sin embargo, el principal objetivo ruso en este momento parece ser el punto fortificado de Pokrovsk, que es el principal centro logístico de la región de Donbass, y también la última línea de defensa fortificada antes del río Dniéper. La caída de Pokrovsk precipitaría un colapso de las líneas de defensa en todo el este de Ucrania.
La línea del frente hacia Pokrovsk se ha ido desintegrando rápidamente en los últimos días y la última línea del frente se encuentra a sólo 11 km del punto límite de la propia ciudad de Pokrovsk. Según los medios de comunicación ucranianos, el jefe de la administración militar de la región de Pokrovsk, Serhiy Dobryak, afirma que el «enemigo casi ha alcanzado el límite de nuestra comunidad».
En un post en Telegram, el jefe de la administración militar de la ciudad dice que es importante que los residentes “no retrasen” su evacuación, ya que las tropas rusas se están “acercando rápidamente a las afueras de Pokrovsk”.
Credenciales militares de Zelenski
Si tuviera el más mínimo conocimiento de táctica y estrategia, Zelenski reconocería inmediatamente que la aventura de Kursk ha terminado en fracaso y ordenaría la retirada de las fuerzas ucranianas, para preservar lo que se pudiera de esos valiosos y escasos recursos. Pero no muestra el menor signo de hacerlo.
Esto es absolutamente típico del dirigente ucraniano, un hombre que, debemos recordar, no tiene absolutamente ninguna experiencia militar o comprensión del arte de la guerra. Sólo parece conocer una orden: ¡atacar! Las palabras “retirada” o “repliegue” no entran en su limitado vocabulario.
Este hecho ha quedado claro en cada encrucijada decisiva del conflicto ucraniano. Ha tenido consecuencias extremadamente nefastas, causando una derrota desastrosa tras otra. Y, sin embargo, no aprende.
Ayer, informando sobre una reunión del Estado Mayor ucraniano, Zelenski informó sobre la situación en Donbass, que ahora se ha vuelto crítica:
«Hoy, en la reunión del Estado Mayor, he recibido un informe del Comandante en Jefe Syrskyi. Nuestras direcciones clave de defensa en la línea del frente: Toretsk, Pokrovsk, y otras.
Estas zonas se enfrentan actualmente a los asaltos rusos más intensos y están recibiendo nuestra máxima atención defensiva.
Los suministros prioritarios -todo lo que se necesita- se están enviando allí».
¡No menciona el hecho de que la defensa de estas zonas decisivas se ha visto seriamente debilitada por sus órdenes de retirar tropas para apoyar su ofensiva en Kursk!
Parece absolutamente increíble que, en un momento tan crítico, Zelenski persista en su descabellado plan de invadir Rusia. Después de haber dedicado sólo unas palabras a la desesperada posición de sus fuerzas en “Toretsk, Pokrovsk y otros” (es decir, en toda la línea central del conflicto), vuelve inmediatamente a su obsesión personal, que es devorar fuerzas y equipos vitales sin ningún propósito lógico.
La conquista de Pokrovsk por Rusia será de una importancia inconmensurablemente mayor para el resultado de la guerra que cualquier número de pequeñas aldeas que los ucranianos consiguieran ocupar temporalmente en Kursk.
No hay absolutamente ninguna esperanza de que las ocupen durante algún tiempo. Y su derrota -que es inevitable- irá acompañada de un asombroso nivel de pérdidas. Zelenski continuó en su informe:
«Por otra parte, el Comandante en Jefe [Syrskyi] informó sobre la operación en la región de Kursk. Se han producido nuevos avances. Nuestro “fondo de intercambio” se ha repuesto aún más.
Además, el general Syrskyi informó de la exitosa liberación de la ciudad de Sudzha de las fuerzas rusas. Allí se está estableciendo una comandancia militar ucraniana.
También se han liberado otros asentamientos. En total, más de ochenta. Extiendo mi más profunda gratitud a cada uno de nuestros guerreros que lo ha hecho posible.»
En resumen, Zelenski habla como un hombre en un sueño, completamente divorciado de la realidad:
¿Fue Rusia tomada por sorpresa?
Si es cierto que Rusia fue tomada por sorpresa por la ofensiva ucraniana en Kursk, eso representaría sin duda un fracaso catastrófico de la inteligencia rusa. Esa es la interpretación que se ha difundido ampliamente en los medios de comunicación occidentales. Sin embargo, es difícil justificar esta interpretación sin un examen crítico más profundo.
Se sabe que los servicios de inteligencia rusos figuran entre los más eficaces del mundo. Disponen de un vasto aparato de vigilancia, heredado del KGB y de la Unión Soviética. Este aparato se habrá modernizado y actualizado para mantenerse al corriente de todos los acontecimientos en el frente de guerra.
La existencia de satélites espías y aviones no tripulados, que mantienen una observación constante de cada acontecimiento en el frente, se complementa sin duda con la presencia de espías e informadores que estarán activos en todos los niveles de las actividades políticas y militares en Kiev.
Es poco probable que un aparato así se vea sorprendido incluso por los movimientos más pequeños en Ucrania. Y lo que tenemos aquí no es un pequeño movimiento, sino un movimiento a gran escala de tropas, tanques y vehículos blindados en una zona muy sensible del frente.
Para que los rusos no hubieran detectado esos movimientos, debían de estar ciegos, sordos y mudos. Es evidente que no fue así.
Hay otros factores muy difíciles de explicar. En la zona donde se produjo la incursión, los rusos habían limpiado convenientemente sus campos de minas. La razón de ello puede haber sido la preparación del avance ruso a través de la frontera.
Sin embargo, representaba un objetivo muy tentador para los ucranianos; demasiado tentador para que Zelenski se resistiera, de hecho. Era casi como si los rusos estuvieran invitando a un ataque, como quien coloca un tentador trozo de queso en una ratonera.
¿Es posible que los ucranianos hayan caído en una trampa? Tal hipótesis será negada con indignación por todos aquellos comentaristas occidentales que insisten en presentar lo que fue claramente una aventura sin sentido como un acto de brillantez militar.
Pero, con el debido respeto a nuestros “expertos” occidentales, tal hipótesis no puede excluirse lógicamente. Y de hecho, parece mucho más creíble que la explicación alternativa, según la cual, por razones inexplicables, la inteligencia rusa fue incapaz de detectar algo que habría sido obvio para un niño de seis años de inteligencia media.
Si excluimos la posibilidad de que los rusos prepararan algún tipo de trampa, nos vemos obligados a sacar otra conclusión, a saber, que Zelenski cayó en una trampa de su propia cosecha. Y ahora se verá obligado a vivir con las consecuencias de su error.
¿Estuvo implicado Occidente?
La siguiente pregunta que debemos hacernos es: ¿participó Occidente en este movimiento, o incluso fue informado de antemano? El Times dice lo siguiente:
«La operación ha sorprendido incluso a los aliados más cercanos de Kiev, incluido EE.UU., y ha ampliado los límites del uso permitido de equipos militares occidentales dentro del territorio ruso».
La Casa Blanca afirma que Ucrania no avisó con antelación de su incursión y que Washington no tuvo nada que ver. Pero estas afirmaciones son recibidas con escepticismo en Moscú.
Un asesor del Kremlin ha afirmado que la OTAN y Occidente participaron directamente en la planificación del ataque de Ucrania contra la región rusa de Kursk y que los desmentidos de su implicación son mentiras.
Y, de hecho, ¿por qué deberían creer los rusos nada de lo que digan los estadounidenses, ya que han mentido y engañado sistemáticamente a la opinión pública desde el primer momento?
En realidad, hay buenas razones para creer que los estadounidenses estaban informados de los planes de Zelenski antes de que se produjera la ofensiva, ¡porque parece que los propios rusos podrían haberles informado! Destaca una curiosa llamada telefónica. El 12 de julio, el ministro de Defensa ruso, Andrey Belousov, dio el paso de llamar directamente al jefe del Pentágono, Lloyd Austin.
Esto es de por sí bastante inusual. Desde que comenzó la guerra en febrero de 2022, Austin sólo ha mantenido cinco llamadas telefónicas con el ministro de Defensa ruso, casi todas ellas iniciadas por Estados Unidos para evitar una escalada del conflicto.
Pero, según tres fuentes oficiales estadounidenses publicadas en The New York Times, fue Belousov quien llamó a Austin en esta ocasión para advertirle de que los rusos habían descubierto una operación encubierta ucraniana contra Rusia.
No se ha revelado la naturaleza exacta de la operación. Lo que ocurrió después sigue sin estar claro. Al parecer, la noticia de los planes de los ucranianos cogió por sorpresa a los funcionarios del Pentágono. Cuando Belousov le preguntó directamente si estaba al corriente de la operación planeada por los ucranianos, Austin negó tener conocimiento de la misma, y además dijo que advertiría a los ucranianos de que no la llevaran a cabo.
A la luz de los acontecimientos posteriores, es difícil no llegar a la conclusión de que la operación encubierta a la que se hace referencia era precisamente la ofensiva en Kursk, que, con o sin el permiso de Washington, Zelenski ya estaba planeando.
La razón por la que los rusos lo consideraron una grave amenaza fue la siguiente. El único objetivo estratégico militar de algún valor en la región de Kursk es la central nuclear de Kursk, en las afueras de la ciudad de Kurchatov, al oeste de la capital regional, Kursk.
Si los ucranianos hubieran podido apoderarse de esa instalación, sin duda les habría servido de palanca para chantajear a Rusia de alguna manera. Este era sin duda el verdadero objetivo de la ofensiva ucraniana en Kursk, aunque los ucranianos nunca lo dejaron claro.
La ofensiva ha fracasado
La rapidez y facilidad con la que los ucranianos fueron capaces de avanzar hacia territorio ruso en primera instancia cogió a mucha gente por sorpresa, especialmente a los propios ucranianos. Esto también requiere una explicación.
¿No tenían los rusos fuerzas suficientes para repeler a los invasores y hacerlos retroceder por la frontera? Sin duda tienen suficientes reservas dentro de Rusia para que no sea necesario retirar fuerzas de Donbass (otro objetivo declarado de los ucranianos).
Sin embargo, las únicas fuerzas que se sabe que estaban presentes en la zona en ese momento eran pequeños grupos de fuerzas especiales (comandos), chechenos y miembros de la unidad Wagner. Éstos han participado en emboscadas y ataques de atropello y fuga que, junto con los ataques aéreos y los drones, han infligido de hecho bajas muy graves a los ucranianos, un hecho al que la prensa occidental ha restado toda importancia.
Sin embargo, hasta ahora, los rusos han evitado una batalla sin cuartel contra los invasores, prefiriendo minimizar las bajas en su propio bando, mientras maximizaban las pérdidas ucranianas tanto en mano de obra como en vehículos, que han sufrido un peaje muy elevado a cambio de resultados insignificantes.
Los rusos han construido una línea fuertemente fortificada, que bloquea el avance ucraniano, obligando a los ucranianos a dispersar sus fuerzas en pequeñas unidades, dedicadas principalmente al sabotaje.
Sin embargo, el objetivo principal, la central nuclear, sigue fuera de su alcance. Ha sido fuertemente fortificada por los rusos, lo que la hace prácticamente inexpugnable para las fuerzas invasoras.
Así, los ucranianos se encuentran efectivamente en una trampa, sin acceso a su objetivo más importante, quedando en posesión de una serie de pueblos en su mayoría vacíos (la población ha sido evacuada en su mayoría) y ahora condenados a actividades más o menos sin rumbo, mientras esperan un contragolpe serio del lado ruso.
Es imposible saber cuánto tardarán los rusos en reunir fuerzas suficientes para lanzar una contraofensiva demoledora. Pero las tropas están llegando de todas partes y, cuando los comandantes estén convencidos de que los ucranianos han quedado suficientemente debilitados por los bombardeos, entrarán a matar.
Por lo tanto, todo el asunto quedará expuesto ante los ojos del mundo como una aventura insensata y temeraria, que sólo servirá para debilitar las defensas ucranianas, ya en ruinas, y preparar el camino para el colapso final.
Kursk: un punto de inflexión en la guerra
Puede que sea cierto que la aventura de Kursk será un punto de inflexión en la guerra de Ucrania, pero no en el sentido en que lo entienden Zelenski y sus admiradores en Occidente. Por el contrario, habrá causado un daño irreparable a las defensas de Ucrania ante un nuevo ataque ruso, que claramente se está preparando.
Hay rumores -cuya veracidad no puedo determinar- de que Oleksandr Syrskyi, el máximo comandante militar de Ucrania, está intentando distanciarse del asunto de Kursk, tratando de echar la culpa sobre los hombros de Zelenski.
Si es cierto que el general Syrskyi, considerado “borrego” del presidente, intenta desvincularse de su imprudente e irresponsable aventura en Kursk, es una señal ominosa de que se están produciendo fisuras en los círculos gobernantes de Kiev.
El argumento de Zelenski de que la ofensiva de Kursk pretendía proporcionar a los ucranianos una posición más fuerte en futuras negociaciones con Rusia se revela ahora como un sueño vacío.
Lejos de entablar negociaciones con Rusia, la aventura de Kursk ha eliminado cualquier posibilidad de que éstas tengan lugar. Putin lo ha dejado perfectamente claro. Y la acción de “invadir” territorio ruso ha reforzado sin duda su mano y endurecido a la opinión pública rusa contra el régimen de Kiev.
Por último, algunos comentaristas occidentales empiezan a darse cuenta de que esta escapada no sólo acabará en derrota, sino en un completo y desastroso colapso militar.
En cierto sentido, la ofensiva ha sido un éxito espectacular. Ha proporcionado un gran impulso al ruidoso circo mediático, que siempre está ansioso por aprovechar cualquier éxito ucraniano -ya sea real o imaginario, es una cuestión completamente indiferente- y exagerarlo hasta la enésima potencia.
Los medios de comunicación se han desbordado con la cobertura efusiva de los gallardos ucranianos luchando e infligiendo humillantes derrotas a un enemigo malvado. Sin embargo, si se escarba un poco más allá del bombo mediático, no es difícil detectar una nota de duda e incluso de escepticismo.
Incluso los más entusiastas animadores de la ofensiva admiten a regañadientes que fue una “apuesta muy arriesgada”. Eso vale para el propioThe New York Times. Al analizar estos acontecimientos en el mismo artículo, dice lo siguiente:
«Esta ofensiva es una gran apuesta para Ucrania. Si sus tropas pueden mantener el territorio, podrían estirar la capacidad de los soldados rusos, poner en aprietos a Putin y conseguir una moneda de cambio para cualquier negociación de paz. Pero si Rusia consigue retroceder, los dirigentes militares ucranianos podrían ser culpados de dar a los rusos una apertura para ganar más terreno.»
Es evidente que Zelenski esperaba que su ofensiva provocara la desmoralización y el pánico generalizados entre la población rusa. En realidad, ha tenido el efecto contrario. El espectáculo de las fuerzas ucranianas, armadas con armas y tanques suministrados por Occidente, les habrá convencido de que el futuro ingreso de Ucrania en la OTAN representa realmente una amenaza directa y actual para Rusia.
Lejos de socavar la posición de Putin, va a galvanizar el apoyo a la guerra. Ya está provocando un aumento del número de reclutas del ejército ruso. Al mismo tiempo, Ucrania se ve obligada a utilizar la fuerza bruta para sacar de las calles a los reclutas que no están dispuestos a ser enviados a lo que cada vez se considera más un matadero.
El pueblo de Ucrania está despertando rápidamente al hecho de que sus supuestos amigos y benefactores de Occidente están dispuestos a luchar hasta la última gota de su sangre.
Para poner en contexto al lector no familiarizado con Michoacán, Lázaro Cárdenas es una importante ciudad acerera que junto con Monclova y Monterrey produce la mayor parte de nuestro acero. Salvo Altos Hornos de México (que fue a dar a la quiebra después de la privatización y décadas de administración incompetente) y algunas fundiciones de otros grupos empresariales, la industria siderúrgica mexicana está en gran medida dominada por ArcelorMittal, uno de los conglomerados siderúrgicos más grandes del mundo. Tan solo el año pasado, dicha empresa reportó ganancias de casi 70 mil millones de dólares.
Este conglomerado posee, entre otras instalaciones, la siderúrgica de Lázaro Cárdenas. Con todas sus ganancias, la empresa podría fácilmente cubrir todas las utilidades correspondientes a los casi 4,000 trabajadores que la planta emplea. Sin embargo eso es precisamente lo que no ocurrió. Entre finales de mayo y principios de junio, los trabajadores bloquearon las puertas durante seis días para exigir un pago justo de utilidades (pues las que recibieron no concordaban con el crecimiento de la empresa) y la reinstalación de 50 trabajadores despedidos. Y después de esos seis días, la sección 271 del sindicato minero y la mayor parte de los trabajadores hicieron estallar la huelga el pasado 4 de junio.
Después de un largo proceso de negociación, la huelga fue levantada el pasado 19 de julio. Después de dos meses de lucha, teniendo tomada la siderúrgica, los trabajadores lograron importantes conquistas, a saber: pago completo de los salarios correspondientes a los días de huelga, 60 mil pesos adicionales al reparto de utilidades, un aumento del 8% al salario, y el compromiso de la dirección de la empresa a no tomar represalias colectivas o individuales contra ningún trabajador.
Sin embargo, la dirección de la empresa nunca dejó y nunca ha dejado de declarar que la huelga era “ilegal” alegando que el reparto de utilidades se había dado en tiempo y forma, y ya está preparando una contraofensiva. Víctor Cairo, director general de ArcelorMittal México, ha declarado en días recientes ante medios como Milenio y ante Canacero (el organismo patronal de esa industria) que, entre reactivación de cadenas de suministro y maquinaria, la planta tardará dos meses en volver a iniciar operaciones.
Después de declarar por enésima vez la ilegalidad de la huelga (lo cual no es cosa menor porque de haberle dado la razón la Secretaría del Trabajo, pudo haber solicitado el envío de la fuerza pública a desalojar a los huelguistas por la fuerza) y de hablar incluso de un “secuestro” de instalaciones, Cairo ha dicho que la empresa sufrió grandes pérdidas, cancelación de pedidos y de contratos, pérdida de reputación; y que por todo esto, no habrá utilidades en 2025.
Cairo alega que esto se debe a que las empresas requieren que haya continuidad de operaciones (o sea paz laboral y que los trabajadores no demanden nada) para ser productivas, y que se requiere que sean productivas para que pueda haber utilidades. También recurre al viejo argumento patronal de que la pérdida de productividad y de ganancias -en una palabra, que el sistema no esté funcionando- es todo por culpa de los molestos sindicatos (que tampoco es como que en nuestro país sean muy combativos) y de los obreros incapaces de entender cómo es que funciona el mundo, como si en todo lo que queda del año la empresa no fuese capaz de producir una sola viga.
Este “argumento” lo que hace es expresar los prejuicios y los mecanismos de la burguesía, pero no expresa lo que está pasando en realidad. El propio Cairo señaló que gran parte de lo que la planta produce se exporta a Estados Unidos para las industrias automotriz, electrodoméstica y de construcción. La industria siderúrgica es en gran medida un indicador del funcionamiento de la economía mexicana, lo que se produce aquí es exportado a Estados Unidos para ser procesado, transformado y distribuido; es una economía dominada por la exportación de capital y por contar con un único socio comercial (de Estados Unidos dependen ¾ partes de nuestro comercio). Precisamente de ahí vienen las perspectivas pesimistas de Víctor Cairo.
En este momento, la previsión más expandida (y probable) es que la economía estadounidense entrará en una importante recesión, y eso significa que también caerá en picada la cantidad de productos fabricados en México que crucen la frontera. En pocas palabras, la economía mexicana está diseñada para caerse junto con la estadounidense. Lo que está pasando, entonces, es que el capitalismo ha creado una crisis por la cual se quiere hacer pagar a los trabajadores siderúrgicos.
Víctor Cairo, en entrevista, también declaró que esta “huelga ilegal” sienta un precedente de ingobernabilidad y de falta al “Estado de Derecho” (de paso dejando ver que sí le hubiese gustado ver a las fuerzas de represión del Estado desalojar por la fuerza a los huelguistas, como llegó a ocurrir durante el foxismo). Esto va de la mano con lo que ya ha demostrado la burguesía mexicana en su conjunto, han dejado bien en claro que del próximo gobierno esperan la más incondicional defensa de sus intereses.
Hasta el momento han expresado que quieren una estricta disciplina financiera (o sea recortes y límites a los programas sociales), pero de verse amenazados, como se vieron en esta huelga, nos han demostrado que no dudarán en exigir la represión abierta en aras de defender el Estado de Derecho.
Hasta el momento, la huelga de los acereros de ArcelorMittal es una batalla ganada de los trabajadores y será fundamental que de esta victoria los obreros saquen conclusiones acerca de su verdadera fuerza como clase. La batalla, sin embargo, no es toda la guerra y esta es una lucha todavía muy lejos de terminar. Los patrones ya han mostrado sus cartas, alegarán la pérdida de productividad y ganancias para no asignar utilidades el próximo año, recurrirán al despido de trabajadores y harán todo lo que puedan para justificar legalmente el uso de represión. Ellos pretenden seguir haciéndose ricos y castigar a quienes crean esa riqueza. Crearon una crisis a nivel mundial cuyos costos quieren poner en manos de los obreros y no se conformarán si no tienen en el gobierno a alguien que no los proteja.
Todas las economías necesitan el acero, pero los patrones no lo fabrican, no están en la mina, no están en el alto horno, no lo llevan en el barco, ni siquiera lo venden en la oficina (para eso está el oficinista proletarizado); sólo se hacen ricos y reprimen, para el mantenimiento y desarrollo de la industria como tal, son completamente inútiles e innecesarios.
La industria siderúrgica -la industria que construye al mundo- no necesita patrones, necesita a sus obreros, y los obreros necesitan deshacerse de sus patrones para poder mantener a flote a la industria y elevar sus condiciones de vida. Así mismo, los obreros siderúrgicos necesitan de una dirección que no tenga un historial largo de traición a la clase obrera, que no esté buscando caerle bien al gobierno que ahora quiere caerle bien a los patrones, y que no se adjudique la victoria buscando prestigio (como lo ha estado haciendo Napoleón Gómez Urrutia).
Con un plan económico internacional, elaborado democráticamente por los trabajadores, será posible mantener los ritmos de crecimiento de la industria sin tener en cuenta las ganancias de unos pocos. Los patrones, los burgueses, han mostrado su baraja y han dejado claro qué quieren. Los obreros también han mostrado una parte de lo que pueden hacer, una huelga es en esencia una revolución en miniatura. Y así como los burgueses están dispuestos a llegar hasta la represión hasta conseguir lo que quieren, nosotros debemos estar dispuestos a llevar a cabo la lucha revolucionaria hasta la toma efectiva del poder por todos los trabajadores.
Víctor Cairo nos ha dejado claro que la lucha no terminará en 2025, y eso es cierto, ¡No acabará hasta la nacionalización y el control obrero de la industria siderúrgica y de toda la economía!
Desde hace tiempo hemos visto por redes sociales y otros medios, los memes, noticias y debates sobre la gentrificación de algunas zonas de la Ciudad de México, de las playas en los estados costeros o de las ciudades, pueblos mágicos o comunidades de los estados turísticos. Este fenómeno es cada vez mayor, y no da indicios de que vaya detenerse, por ende los comunistas debemos entrar en la discusión y dar una perspectiva revolucionaria y marxista al respecto.
Empecemos por la definición de gentrificación. El diccionario de la lengua española dice: “Proceso de renovación de una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de un mayor poder adquisitivo”.
Con esta información, podemos realizar un análisis de la situación del acceso a la vivienda en México.
El artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos indica: “Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa”. Por supuesto, muchos mexicanos al leer esto inmediatamente llegarán a la conclusión de que este derecho no se cumple. Un estudio del CONEVAL dice:
“El derecho a la vivienda digna implica que los ciudadanos de todos los perfiles económicos y socioculturales tengan la posibilidad de acceder a una vivienda de calidad, bien ubicada, con servicios básicos, con seguridad en su tenencia y que como asentamiento, atienda estándares éticos de calidad. En México, hay un regazo habitacional del 45% y se identifican desigualdades claras en cuanto a la disponibilidad de equipamiento, infraestructura básica y acceso a servicios.
“Más de la mitad de las personas se encuentra por debajo de la línea de bienestar, lo cual de manera definitiva las coloca en una situación de inasequibilidad económica para satisfacer su necesidad de vivienda”.
Adicional a esto, este mismo estudio reporta un tiempo de traslado del hogar al centro de trabajo mayor a 1 hora en el 15.7% de las viviendas con personas económicamente activas, siendo el Estado de México el que cuenta con el mayor porcentaje de viviendas en esta condición (32.6%), seguido por la Ciudad de México (27.9%) y Nuevo León (19.4%).
De acuerdo con la Cepal El tiempo promedio de viaje de ida en transporte público hacia el trabajo es de 71 min en la Zona Metropolitana del Valle de México. Tomando un promedio estimado igual para el regreso son 2.36 horas diarias y un aproximado de 28 días al año. En promedio un trabajador pasa casi 1 mes de su vida al año trasladándose desde su hogar hasta su centro de trabajo.
Con respecto a la vivienda en zonas rurales, 3 de cada 4 viviendas se encuentran con rezago, comparada con 1 de cada 3 en zonas urbanas. Los estados con mayor rezago en la vivienda son Chiapas (78.2%), Oaxaca (77.8%), Guerrero (72%), Veracruz (63.9%) y Campeche (61.2%).
Además se tiene que considerar que de la población económicamente activa, 31.8 millones de trabajadores pertenecen al sector informal. Seis de cada diez tienen empleos informales, lo que significa que no tienen derecho a seguridad social ni a créditos para la vivienda, además de que al pertenecer al sector informal se complica más la posibilidad de adquirir un crédito hipotecario ante alguna institución bancaria. Lo que propicia la necesidad de rentar.
En 2001 se iniciaron los programas de rehabilitación e inversión privada en el Centro Histórico de la Ciudad de México, de igual forma en el sexenio de Vicente Fox surge el Programa de Pueblos Mágicos de México, bajo el argumento de ser un programa de desarrollo turístico integral –para localidades que en un diferente nivel de desarrollo (grado de avance); en cierne, en crecimiento, maduros o en riesgo de declive; requieren una nueva orientación o propuesta para hacer del turismo una actividad de contribución real para elevar los niveles de bienestar, mantener y acrecentar el empleo, fomentar y hacer rentable la inversión, así como fortalecer y optimizar el aprovechamiento racional de los recursos y atractivos naturales y culturales.–
Sin embargo, el efecto real que provocó fue el desplazamiento de los habitantes de bajos recursos y de los comercios locales para integrar negocios de inversión privada. Generando así el fenómeno de gentrificación.
Con la rehabilitación del Centro Histórico de la CDMX, esta se volvió más atractiva no solamente para el turismo, sino también para los extranjeros con residencia temporal o permanente, tan solo de enero a noviembre de 2022 la cantidad de extranjeros en este estatus aumento 23.8%. Esto representa un negocio muy lucrativo pues se estima que la derrama económica que generan los nómadas digitales es de 3 mil millones de dólares al año. Con estos datos, el gobierno de la CDMX firmó un acuerdo con la plataforma Airbnb para “regularla” donde los anfitriones se tienen que registrar en un padrón y ahora pagan impuestos por la prestación de estos servicios de rentas a corto plazo.
Esta situación ha generado la aseveración del proceso de especulación y mercantilización de la vivienda, donde los dueños de los inmuebles se ven cada vez más atraídos por rentar a personas con un mayor poder adquisitivo que continuar rentando a costos menores a las familias que han vivido ahí por generaciones, vulnerando así el derecho básico a una vivienda digna en pro de la ganancia individual, pero no podía ser de otra forma pues así funciona el sistema capitalista.
En el mes de marzo del presente, se vivió un gran escandalo en redes encabezado por el empresario hotelero Ernesto Coppel, dueño de cadenas de hoteles de lujo Pueblo Bonito Golf& Spa Resorts en Mazatlán y Cabo San Lucas, pues promovió una campaña con la intención de prohibir la contaminación auditiva que provocan las Bandas Sinaloenses en las playas de Mazatlán.
Mucho se habló de la gentrificación de las playas, de los pueblos mágicos, de las ciudades en estados turísticos, acusando directamente al turismo extranjero de invadir nuestros espacios y de querer silenciar nuestra cultura y tradiciones dentro de nuestro propio país. Esto ha desatado un sentimiento anti extranjero, que se manifiesta en acciones como las de turistas nacionales cantando canciones como “Frijolero de Molotov” para incomodar a los extranjeros y se vayan de “nuestros” espacios. El sentimiento prevalece en las grandes urbes, donde se afirma que son los extranjeros los que provocan la gentrificación, pero esta conclusión en realidad es muy superficial.
No son los turistas extranjeros, ni los nómadas digitales los que gentrifican y nos desplazan, finalmente ellos también son asalariados de otros países que buscan hacer rendir más su salario debido al incremento del coste de la vida en sus países de origen, lo cual es una consecuencia más de la crisis generalizada del sistema capitalista.
Quienes provocan y se benefician de la gentrificación son los especuladores inmobiliarios, los grandes arrendatarios y los empresarios turísticos. Son estos parásitos los que por años han ido acumulando propiedades para aprovecharse de la necesidad de vivienda de los que sí tienen un trabajo productivo en la sociedad. Todos estos sectores junto con sus representantes dentro de las instituciones del Estado burgués han utilizado las “leyes” para privatizar las playas y al ser dueños, ahora se sienten con el derecho de admisión en los espacios que antes eran de uso público.
Son ellos los que han acaparado la vivienda en las ciudades para especular con ella, haciendo que sea prácticamente imposible adquirir un techo para nuestras familias, nos han orillado a adquirir viviendas muy pequeñas y de baja calidad a las afueras de las ciudades, donde finalmente terminan por ser abandonadas para rentar un espacio más cercano al centro de trabajo para no tener que vivir en el transporte público, aunque esto nos cueste el 61% de nuestro salario para los trabajadores del primer decil y 34% para los trabajadores del segundo y tercer decil, lo cual vulnera nuestra capacidad para satisfacer otras necesidades básicas como la alimentación.
En esta situación también interviene la especulación en la construcción. Entre el 2000 y el 2013 se inició una ola de urbanización financiarizada con el objetivo de producir espacio urbano y convertirlo en un almacén de valor de cambio que permitiera que estos activos pudieran utilizarse en el mercado bursátil. Esto generó la construcción de millones de viviendas de interés social muy pequeñas, de muy baja calidad y ubicadas en las periferias distantes de las grandes ciudades. Según un censo en 2020 hay 6 millones de viviendas de este tipo vacías en el país.
Actualmente la especulación en la construcción no se centra en las periferias, sino dentro de las mismas ciudades, con grandes construcciones verticales de departamentos y oficinas de lujo que no podrán ser utilizados pues los precios son completamente inaccesibles para la mayoría de la población trabajadora de México.
Estas son las grandes contradicciones del capitalismo, por una parte el Estado burgués y sus leyes, dicen garantizar como un derecho el acceso a la vivienda digna, pero la realidad es que existen millones de trabajadores sin hogar o que viven con sus familias en condiciones de hacinamiento mientras que, al mismo tiempo existen millones de viviendas sin ser habitadas.
La existencia de derechos incumplidos plasmados en la constitución como el derecho por igual de todo mexicano a la vivienda explica los límites de un gobierno sometido a la voluntad de la clase dominante, incapacitado para hacerle frente a las necesidades más imperiosas de las clases explotadas. Tal y como Marx dijo: “Aquí nos hallamos, efectivamente, ante un ‘derecho igual’, pero todavía es un ‘derecho burgués’, que, como todo derecho, presupone la desigualdad.” Tal desigualdad es un reflejo de la sociedad dividida en clases y mientras la industria de la construcción de vivienda esté en manos de los capitalistas, poco se puede hacer para solucionar este rezago social.
La clase trabajadora es golpeada por todos los flancos en nombre de la ganancia, pues ante sueldos de hambre y un limitado acceso a créditos de vivienda se ve obligada a dedicar una buena parte de su ingreso al perezoso rentero o al banco parásito por un techo precarizado y a sobreprecio.
Son los intereses de lucro del gran capital y de la pequeña burguesía los que provocan todo este sistema de especulación, encarecimiento de la vivienda y desplazamiento de los sectores más empobrecidos de la población. Atacar de lleno la cuestión de la vivienda implica luchar por un cambio radical de la sociedad, en el que el derecho a la vivienda no se vea obstaculizado por la sed de acumulación de las empresas constructoras y el capital financiero. La lucha real contra la gentrificación es directamente contra los intereses de los burgueses especuladores, contra este sistema podrido y decadente, que solo puede garantizarnos vivir en la barbarie.
El camarada Lenin escribió este folleto a mediados de 1905 durante su estancia en Ginebra mientras se llevaba a cabo la revolución rusa del mismo año y posterior al III Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) y a la Conferencia menchevique, ambos eventos llevados a cabo en el mes de mayo de 1905.
A lo largo del texto, Lenin aborda puntos importantes como las resoluciones tácticas del III Congreso del POSDR, las cuales consideraba que debían ser urgentemente estudiadas por los socialdemócratas revolucionarios para asegurar la comprensión clara de las tareas concretas del proletariado durante la revolución democrática.
Lenin entiende la táctica del Partido como la conducta política, el carácter, la orientación y los procedimientos de su actuación política. La definición de las resoluciones tácticas del Partido es de vital importancia para mantener la conducta política y para poder enfrentarse adecuadamente a una nueva situación política, así como los bolcheviques se enfrentaron a la nueva situación que suponía el inicio de la revolución rusa en 1905.
Las resoluciones del III Congreso hacen hincapié en cuestiones como los intereses inmediatos del proletariado y los intereses de la lucha por los objetivos finales del socialismo, para alcanzar dichos objetivos, se necesitaba de una libertad política completa, por lo que debía sustituirse el gobierno autocrático zarista por una república democrática. La victoria de la insurrección popular era el único camino que lograría establecer una república democrática en Rusia y su órgano sería un gobierno provisional revolucionario, el cual garantizaría la libertad completa de agitación electoral y con sufragio universal convocaría una Asamblea Constituyente que lleve a cabo la voluntad del pueblo.
En el III Congreso, el POSDR realizó distintos acuerdos como: asegurar que se realizara una agitación entre la clase obrera acerca de la necesidad de un gobierno provisional revolucionario al cual se le exigiría que realice reivindicaciones políticas y económicas inmediatas, la admisión de la participación de integrantes del Partido en el gobierno provisional revolucionario para detener las fuerzas contrarrevolucionarias y para defender los intereses de la clase obrera, sin embargo, para poder realizar esta participación se debía salvaguardar la independencia de la socialdemocracia cuyo objetivo principal era la revolución socialista completa.
Lenin respondió a los detractores que acusaban a los bolcheviques de estar aplazando la revolución socialista asegurando que no estaban aplazándola, sino que estaban dando el primer paso hacia el socialismo por el único camino certero y posible: el de la república democrática, pues no existe un camino al socialismo sin el democratismo político. No se debe entender estas líneas como una visión etapista de la revolución. Pero se debe reconocer que las tareas inmediatas a las que se enfrentaba rusia era la de culminar las tareas de la revolución democratico burguesa, pero diferenciándose del menchevismo defendía claramente una política de independencia de clase.
Lenin hace mención de que el marxismo no insta al proletariado a separarse de la revolución burguesa y entregarle su dirección a la burguesía, sino que le instruye a realizar las tareas de esta revolución de la manera más enérgica y decidida para alcanzar el democratismo proletario. Éste libro debe entenderse como un punto de avance en la evolución política de Lenin, quien en 1917, sin tapujos, dejó claro que, si bien es fundamental la alianza con el campesinado pobre, era la clase obrera quien debía dirigir la revolución y cuando la clase obrera tomara el poder no se debía frenar la revolución en las tareas democratico burguesas, sino que se debía avanzar de forma inmediata a las socialistas.
Lenin tenía en claro que la emancipación de la clase trabajadora sólo puede lograrse por la misma clase trabajadora, la revolución socialista no es posible si el proletariado no cuenta con consciencia ni con organización en masas, mucho menos si no tiene preparación y educación obtenida a través de la lucha de clases contra la burguesía. Nosotros recuperamos estas lecciones, por eso, únete a la Organización Comunista Revolucionaria y ayúdanos a construir la revolución.
Somos bolcheviques, somos comunistas y luchamos por la revolución.
La Organización Comunista Revolucionaria se suma a la demanda de aparición con vida del compañero Felix Emiliano Jiménez Pérez, profesor y militante de la organización hermana Frente de Escuelas Democráticas Febrero 25 (Fedef-25). El pasado 20 de junio, alrededor de las 18:00 hrs., el camarada se dirigió a la cabecera municipal de Chimalhuacán, Estado de México, a realizar una simple operación bancaria, en camino aun mantuvo comunicación con sus compañeros, pero luego ya no contestó en su celular y desde entonces no se ha vuelto a tener comunicación con él, quedando el camarada en calidad de desaparecido.
Felix tiene 32 años y se le conoce por ser un compañero tranquilo y amante de los libros. Se le solía ver ofreciendo material de lectura los sábados en San Fernando y él mismo es autor de dos libros, además de diversos artículos periodísticos. Felix estaba promocionando el libro que está por publicar el Fedef-25 que es una biografía del mejor organizador bolchevique Yakov Sverdlov que por primera vez se tendrá en español.
El país está sumido en una ola de violencia y es el Estado de México (Edomex) uno donde la situación es más grave con enormes cifras de homicidios dolosos, feminicidios y desapariciones. Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, en el año 2023 fueron un total de 24 mil 280 personas desaparecidas registradas oficialmente en el país y de ellas 5 mil 180 casos ocurrieron en el Edomex, aunque fueron localizadas el 65.42%, 144 lamentablemente fueron localizadas sin vida (4.24% de los casos). Es decir, que desde el 2023 al inicio de año todavía hay 1,791 personas sin localizar, que se suman a la lista de desaparecidos en nuestro país, que asciende a más de 100 mil personas desde 1962. Estas son cifras de terror, es como si desapareciera toda la gente sentada en el estadio Azteca.
Estas cifras también reflejan la ineptitud del actual Estado, que no solo no da justicia para los casos de feminicidio, sino que es incapaz de encontrar a decenas de miles de personas. Por ello se han creado, a lo largo y ancho del país, una gran cantidad de colectivos de buscadoras-rastreadoras de personas desaparecidas, que han descubierto cientos de fosas clandestinas. El país se encuentra en una situación de barbarie, expresión de un sistema capitalista senil y decadente.
En el pasado, las desapariciones estaban vinculadas a la represión estatal contra activistas políticos pero ahora han subido exponencialmente con la violencia barbárica que ha acarreado el capitalismo senil. En esa zona del Estado de México, además de existir criminalidad hay grupos organizados de derecha que son reaccionarios, que seguramente ven como enemigos a vencer a los compañeros de Fedef-25. No se tiene certeza aún de que esta desaparición sea del ámbito de la violencia común o un ataque político reaccionario contra Fedef-25 y el compañero Felix. Sea cual fuera el caso, es real que es un golpe reaccionario, síntoma de un sistema enfermo. El compañero Felix es un comunsta, la lucha por su aparición debe fortalecer la organización para acabar con este sistema podrido que ha llenado nuestro país de muertos y desaparecidos. Por eso es necesario un sistema distinto, una revolución comunista.
Desde estas líneas exigimos a las autoridades locales de Chimalhuacán, a las del Estado de México y a nivel Federal, se actúe sin dilación ni burocratismo para encontrar al compañero Felix Jiménez. Nos solidarizamos con los familiares, compañeros de lucha y amigos de Felix. Llamamos a todos nuestros lectores a levantar la voz y sumarse a la exigencia de aparición de Flex Emiliano Jímenez Pérez.