El caballo, la civilización y la “barbarie”. Notas sobre historia
Escrito por David Rodrigo García Colín Carrillo
El carácter nómada de pueblos periféricos -esos que los “civilizados” llamaban (en su respectiva lengua) “bárbaros”- favoreció que hace unos 5,500 años, en algunos lugares de lo que hoy es Ucrania, Rusia y Kazajstán, se domesticara el caballo. Probablemente el caballo se domesticó por su carne, pero hace unos 4 mil años se pudo uncir a los caballos con carros ligeros. Antes de esta fecha la tracción animal de la civilización se debía a los lentos bueyes y asnos (todavía estos pobres animales son sinónimo de estupidez), y los carros –tan toscos que las ruedas y el eje estaban hechos de una sola pieza- eran de poca ayuda en la guerra; el caballo lo transformó todo y los “bárbaros” montados en carros ligeros con ruedas de rayos fueron prácticamente imbatibles; luego, hace unos 3 mil años, otros “bárbaros”, los “medas”, lograron domesticar un caballo más grande que era capaz de resistir el peso de un jinete. Debió ser una visión horrorosa –pues no era difícil creer que el caballo y el jinete eran la misma cosa-ver a estas fulminantes tribus de jinetes invadiendo las fronteras de las ciudades, quizá esto fue el origen del mito de los “centauros” de la tradición monoica (tradición que desconocía la equitación).
Evidentemente, los caballos y los carros de guerra fueron incorporados por algunas de las antiguas civilizaciones –empezando por los asirios de Mesopotamia– pero al inicio los “bárbaros” tuvieron una fuerza insólita (normalmente éstos eran repelidos, esclavizados o convertidos en satélites comerciantes o militares de los imperios) y pudieron vengarse de una larga historia de desprecio y opresión de los presumidos citadinos. En realidad, “barbarie” y “civilización” fueron en la antigüedad términos opuestos pero unidos, como unida está la opulencia y la desigualdad. Las invasiones “bárbaras” eran casi inevitables en periodos de decadencia urbana y muchas veces abrían un “periodo oscuro” que preparaba el terreno para “nuevos tiempos”, pero, no pocas veces los invasores fundaban una nueva dinastía y se asimilaban a la cultura urbana –a veces, incluso, la llevaban a nuevas cumbres-. Es necesario subrayar, sin embargo, que las invasiones bárbaras eran más bien el efecto de una crisis interna de la civilización, más que la causa de ésta; si una oleada bárbara podía dañar fundamentalmente a una urbe es sólo porque ésta había rebasado sus propios límites y ya era vista como opresiva por propios y extraños. Si Mesopotamia tuvo en tribus nómadas como cimerios (Conan, el de los comics, era de esta tribu, según su inventor) y escitas a sus temidos “bárbaros”, la civilización china los tuvo en Hunos y Mongoles, los mexicas en los rudos “chichimecas” y el Imperio romano en los germanos y visigodos. Cuando el esclavismo había alcanzado sus límites y el uso del hierro y el estribo fue apropiado por tribus “bárbaras” que prácticamente nacían, vivían y morían en el lomo de los caballos, esas tribus se convertirán en catalizadores del colapso del imperio más grande del mundo antiguo.
Pero los “bárbaros” no siempre fueron los mismos (se trata de quién tiene el poder económico y político, y por tanto, de quién escribe la historia). No olvidemos que los romanos primitivos fueron vistos como bárbaros por los griegos, y que los mexicas no fueron sino una de las tribus chichimecas que logró imponerse. Los ancestros prehistóricos de los griegos eran considerados por los pueblos civilizados del Cercano Oriente como “pueblos del mar” –los judíos llamaban a esos “pueblos del mar”, “filisteos” pero en aquél tiempo aventajaban tecnológicamente a los judíos pues tenían armas de hierro (o sea los judíos eran más “bárbaros”)-. Y los futuros griegos, esos “pueblos del mar”, utilizarán el adjetivo “bárbaro” para las tribus periféricas cuyas lenguas sonaban a “bar-bar”, es decir, eran ininteligibles (para los griegos, claro).
Actualmente la oposición civilización-barbarie no puede ser aplicada en el mismo sentido en que podría aplicarse al estudio de la antigüedad, a no ser que pretendamos caer en el antisemitismo más reaccionario: el mundo capitalista es mundial –no hay ninguna tribu “bárbara” que amenace realmente a las grandes urbes (más bien la bárbara expansión capitalista ha acabado con casi todas las tribus del mundo)- pero la “barbarie” existe, está implícita en el funcionamiento del sistema capitalista en decadencia y en sus efectos desastrosos sobre la población mundial, sólo que en esta ocasión no habrá ninguna invasión bárbara, ningún Genserico, que pueda salvarnos, sólo los trabajadores organizados pueden derribar este sistema podrido.